El ojo interior 26ta edición

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Distribuciรณn Gratuita

El futuro es vegetal Promoviendo el compromiso con la Educaciรณn, la Salud y la Protecciรณn de la Naturaleza


Despierta Dirección: Patricia Meléndez Promoción Cultural: Alberto Benavides Ganoza Coordinación General: Franco Castañeda Edición: David Novoa Distribución: Aimé Rodríguez

contacto@elojointerior.org 9980 786 20 COLABORADORES - 26 ta Edición - Febrero 2018 Kingsley L. Dennis Sociólogo y escritor inglés radicado enEspaña. Fue profesor universitario de literatura inglesa y americana en Estambul, y de sociología en el Reino Unido. www.kingsleydennis.com Claudine Varesi Especialista en Yoga Nidra Yoga y Meditación avanzada bajo la tutela de Swami Bharati Jnaneshvara de la Tradición de Maestros del Himalaya. Profesional certificado Coach Co-Activo de CTI y miembro de la Federación Internacional de Coaching. www.lucidyogi.com Aziz Djendli Psicoterapeuta especialista en gestión del estrés y coaching, con amplia experiencia en relaciones de ayuda con pacientes dializados y toxicómanos en Francia. www.facebook.com/PCazizdjendli Luis Eduardo García Poeta, narrador y periodista. Dirige la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte de Trujillo. sercorriente.blogspot.com Pedro Favaron Escritor, poeta. Médico tradicional, fundador de la clínica de medicina tradicional Nishi Nete en la comunidad nativa de Santa Clara de Yarinacocha, del pueblo Shipibo - konibo Nishi Nete Medicina Tradicional

Mi acción consciente es crear y compartir El Ojo Interior, mi ofrenda es una semilla de luz que se hace infinita en cada corazón. Tus manos, tus ojos, tus instantes están unidos a esta caravana de ternura, contempla en quietud este silencioso viaje y no te distraigas de lo esencial. El Ojo Interior nace del amor de una familia con una clara intención: despertar corazones. Estamos entregando semillas luminosas, sabemos que florecerán a su tiempo. Estamos aquí ahora para ser humanos, para amar la Libertad. Invocamos Luz para que tu acción consciente cada instante sea amar. La Vida en la Tierra es preciosa, no te la pierdas, has venido a crearte.

Franco Castañeda

José Carlos Orrillo Periodista, fotógrafo y artista visual, dedicado a la docencia universitaria y fotografía documental. www.fotonesta.com Tiraje 10 000 ejemplares

Esta edición se hace en concordancia con lo dispuesto por la legislación peruana vigente sobre los derechos de autor, Ley 13714, Art. 69

LA HUMILDAD ES ACEPTAR LA VERDAD, VENGA DE DONDE VENGA – MOZAFARE KERMANSHAHI


Siente

Aprender a tener una visión Aziz Djendli “Una visión que no va a acompañada por la acción, no es más que un sueño”. N. Mandela El fundamento mental y espiritual de la “fuerza de espíritu” de Mandela viene, desde nuestro punto de vista, de su “visión” de la vida que deseaba para sí mismo y para los demás. Esta visión, aplicada en su vida cotidiana, le permitió sentir y vivir un sentimiento de perdón real y sincero hacia personas que lo habían tratado muy mal. Esto le permitió, como nos demuestra la historia, despertar en los otros una forma de respeto íntimo y de adhesión más o menos intensa a esta visión positiva y pragmática. ¿Cómo podemos aprender a desarrollar este sentido de la “visión”? Tomándonos el tiempo necesario para reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestra manera de actuar, sobre todo lo que nos dificulta o impide mantener la actitud positiva y el comportamiento correcto que en verdad deseamos encarnar y estabilizar en nuestro interior. En este sentido, la cárcel puede ser un lugar funcional, pues en ella uno está obligado a estar consigo mismo muy a menudo y de manera inevitable, es un ambiente, además, de gran hostilidad. Una visión supone la fidelidad a una regla de conducta que hemos adoptado libremente en nuestro interior y que hemos decidido seguir hasta el final.

Para que realmente funcione, esta visión debe provenir de una combinación entre el “corazón” y la “cabeza”. No es en absoluto algo puramente intelectual, pues si lo fuera no pasaría de ser un capricho del ánimo que empezaría a tambalearse ante la menor adversidad. Una vez traté a un paciente que discutía continuamente con su mujer, aunque me había dicho que deseaba ardientemente terminar con esa mala costumbre. Me pidió ayuda, y yo le indiqué que reflexionara con libertad sobre los motivos que le llevaban a querer terminar con esa costumbre, y que tratara de producir en su interior una visión que le ayudara lo más posible a conseguir ese objetivo. Tras varios fracasos, consiguió mantener una visión estable que, hasta el día de hoy, funciona y le ayuda en su vida diaria. Esa visión es la siguiente: el paciente me dijo que, finalmente, había comprendido por sí mismo que amaba la paz por encima de todo, porque la paz le proporcionaba una buena sensación de sí mismo y calmaba a su familia. En la medida en que estaba de acuerdo consigo mismo, y en que esa idea había arraigado en su interior de manera profunda y honesta, cuando veía aproximarse una situación de conflicto, su “visión” se le despertaba en la consciencia para indicarle el camino que no debía seguir.

DOMINAR A OTROS ES FORTALEZA. EL DOMINIO DE SÍ MISMO ES EL VERDADERO PODER - LAO TSE

Como la naturaleza humana siente horror al vacío, una vez que se abandonan las respuestas automáticas y se sigue la “visión”, aparece de manera natural, en caso de conflicto, una suerte de creatividad en el comportamiento que puede expresarse a través del humor, o adoptando una actitud relajada y que resulte relajante para los demás. Desde nuestro punto de vista, el rencor, la venganza y el maltrato no proceden de una “visión” sino de automatismos mentales y emocionales. La visión acrecienta la libertad interior, afina la consciencia y desarrolla el desapego de uno mismo. Debemos de entender por desapego un concepto práctico y funcional de retirada de uno mismo y sus automatismos, una capacidad de estar en una suerte de desacuerdo positivo con, por ejemplo, la tendencia a sentir rencor y de no dejarse llevar por él. Una visión supone “levantarse” para volver a la senda marcada por la misma, después de “haber caído” en actitudes que no se desean, como ocurre a veces en la vida. Si decides, por medio de tu visión libre y meditada, conectar con lo positivo del ser humano, estás reforzando en tu interior tu verdadera capacidad para permanecer en la bondad, la benevolencia y la compasión.


Aprende

Historia del Yoga

H

LORD NATARAJA

oy hablaremos un poco más sobre el origen del Yoga, o lo que se conoce actualmente sobre la historia tradicional de esta práctica milenaria. Para poder comprender la extensión y profundidad de lo que significa el Yoga es preciso conocer su origen etimológico e histórico. Se cree que la práctica del Yoga comenzó con el alba de la civilización. La ciencia del yoga se originó hace miles de años, mucho antes de que nacieran las primeras religiones o sistemas de creencias que conocemos hoy. El término sánscrito “yoga” puede traducirse como “esfuerzo” o “unión” y

aparece por primera vez en el RigVeda, el texto más antiguo de la India. (El RigVeda es una colección de himnos compuestos en antiguo sánscrito alrededor de 4000 A.C., dedicados a los dioses y es considerado el más antiguo de los cuatro libros conocidos como los Vedas). Antiguamente la India no existía como un solo país; se le consideraba como una entidad a la que llamaban Bharat Varsha. Los pobladores y comunidades que habitaban el subcontinente no eran iguales ni por raza ni por lenguaje ni por religión; no adoraban a los mismos dioses. Políticamente nunca estuvieron

unidos. Aún así, la tierra al sur de los Himalayas se conocía como Bharat Varsha. El yoga era practicado principalmente por ascetas en los antiguos monasterios de las cuevas del Himalaya, fuente de la mística Shangri La o Shambala. De alguna manera, había un cierto sentido de unidad debido al ethos espiritual común que llevaban en ellos. El ethos espiritual significa que no importa lo que una persona esté haciendo, sea un rey o un campesino, cualquiera que sea la naturaleza de su actividad solo hay una meta final para todos: la liberación.

LA COMPASIÓN ES TOMAR CONSCIENCIA DEL PROFUNDO VÍNCULO QUE TE UNE A TODAS LAS CRIATURAS - ECKHART TOLLE


Aprende En la India, incluso el campesino más sencillo hablará de “Mukti”. Cada alma es responsable de ello. La importancia primordial es la transformación de la consciencia humana conocida como “Shiva”. El RigVeda habla de Shiva, que en el nivel más elevado es considerado como el “ser absoluto universal”, sin forma, ilimitado, trascendente e inmutable: el Atman fundamental (alma, consciencia) del universo. Considerado el avatar de su época, Adiyogi, o el primer Yogi, expuso varios tipos de yogas. Fue el primero en poner la semilla del yoga en la mente humana, enseñando que el ser humano puede evolucionar más allá de sus limitaciones si hace el trabajo necesario sobre sí mismo. Más allá de las limitaciones de nuestra especie hay una forma de ser contenido en la “fisicalidad”, pero sin pertenecerle a ella. Sea cual sea la dimensión de existencia en la que uno se encuentre, es posible ir más allá: hay otra manera de vivir. La idea surgió por primera vez hace varios miles de años. Adiyogi hizo la contribución más significativa a la consciencia humana, la cual dio lugar a la gloriosa tradición que hoy conocemos como yoga: un arte y una ciencia de la vida. ¿Por qué Adiyogi? En la cultura yóguica a Shiva también se le conoce como el ‘Adiyogi Shiva’, considerado como el primer Yogui, el dios patrón del Yoga, las artes y la meditación. El Adiyogi se establece con un propósito muy específico: La energía a la que se refiere como Shiva, o la energía que no tiene forma, puede manifestarse de muchas maneras. Según la tradición de los Vedas estas enseñanzas se originaron en las orillas de Kanti Sarovar, cerca de Kedarnath. Fue allí en las orillas del lago Kantisarovar en el Himalaya, varios miles de años atrás, donde Adiyogi derramó su profundo conocimiento al legendario Saptarishi o "siete rishis." La enseñanza yóguica que Adiyogi expuso a los Saptarishis -los primeros siete sabios que según los Vedas son los patriarcas de la filosofía Védica-, no se refiere a posturas corporales ni a la retención de la respiración o algo así; no se trata de un ejercicio en particular ni de técnica alguna. El Yoga es en esencia una ciencia sumamente sutil que se centra en traer la armonía entre la mente y el cuerpo. Adiyogi es una

inspiración y un recordatorio de que el Yoga es la puerta a la liberación. En los Vedas los Saptarishi son los siete rishis que son exaltados en la literatura hindú. Son la jerarquía que trabaja bajo la guía de la más Alta Inteligencia Creativa, Parmatma. Ellos traen a la tierra el Conocimiento y las Energías requeridas para fortalecer los procesos de transición (Pralaya). Ellos son, naturalmente, los seres de luz más evolucionados en la Creación y los guardianes de las Leyes Divinas. Cuenta además la tradición que estos siete sabios llevaron esta poderosa ciencia yóguica a diferentes partes del mundo, incluyendo Asia, el Medio Oriente, África del Norte y América del Sur. Fueron enviados en siete direcciones y a diferentes partes del mundo para llevar esta ciencia con la cual un ser humano puede evolucionar más allá de sus limitaciones y compulsiones actuales. Se convirtieron en los miembros de Shiva tomando el conocimiento y la tecnología de cómo un ser humano puede existir aquí como el Creador mismo en el mundo. El tiempo ha devastado muchas cosas, pero cuando las culturas de esas tierras son cuidadosamente examinadas, se pueden ver algunas ramificaciones del trabajo de estas personas aún vivas. Su labor ha adquirido diversos colores y formas, y ha cambiado en un millón de maneras diferentes, pero los filamentos todavía se pueden reconocer. Los estudiosos modernos han observado y se han maravillado de las estrechas coincidencias encontradas entre las antiguas culturas en todo el mundo. Sin embargo, fue en el subcontinente indio que la sociedad elaboró su sistema en torno al núcleo de la vida yóguica y encontró su expresión más plena. Significado sánscrito de la palabra yoga La palabra yoga se deriva de la raíz sánscrita "yuj", que significa "unirse" o "juntar" o "unir". Como muchas de las artes y ciencias profundas, bellas y poderosas, el Yoga ha sufrido la pobreza espiritual del mundo moderno; ha sido trivializado, diluido o reducido a clichés. La esencia profunda y eterna del Yoga ha sido mal representada y embalada para el beneficio personal de gente inteligente. En manos de algunos, el yoga se ha reducido a la condición

NO ESTÉS AUSENTE NI POR UN SOLO ALIENTO DEL BELLO AMADO – MAQREBI

de programas de ejercicios. En otros contextos, el yoga ha sido presentado como una religión de culto, dirigida a atraer "devotos". Tal neblina de confusión ha sido creada alrededor del concepto del yoga que ahora es necesario aclarar su significado y propósito. El Yoga se define como una ciencia, es decir, como una disciplina práctica, metódica y sistemática, como un conjunto de técnicas que tienen la noble meta de ayudar a los seres humanos a tomar consciencia de su naturaleza más profunda. El objetivo de buscar y experimentar nuestro potencial más profundo no es parte de un proceso religioso, sino una ciencia vivencial de auto-observación. La mayoría de las religiones buscan definir lo que debemos creer mientras que la ciencia práctica de la meditación se basa en la vivencia de aquellos que han utilizado estas técnicas para experimentar el Yo más esencial. El Yoga no contradice ni interfiere con ninguna religión, y puede ser practicado por todos, ya sea que se consideren agnósticos o miembros de una fe particular. A lo largo de la historia, las técnicas yóguicas se han practicado en Oriente y Occidente, por lo que sería un error considerar al Yoga como una "importación oriental". De hecho, el Yoga, con sus poderosas técnicas para crear un sentido de paz interior, armonía y claridad de la mente, es absolutamente relevante para el mundo moderno, tanto en Oriente como en Occidente. Dado el ritmo acelerado y el conflicto permanente de la vida moderna, con todo su estrés resultante, se podría decir que el Yoga se ha convertido en una herramienta esencial para la supervivencia, así como para ampliar la creatividad y la alegría de nuestras vidas. Estamos hablando de la ciencia de la creación y de cómo llevarla a su última posibilidad. Buscamos dominar los procesos fundamentales de la vida: el proceso mismo de creación y disolución. No importa en qué nivel de evolución una persona esté en este momento, para cada uno, hay un camino. Para cada ser en el planeta hay una cierta manera de realizarse en la consciencia y lograr la liberación. Eso es lo que ofrece el camino del Yoga.

CLAUDINE VARESI www. lu ci dyo g i .co m


Medita

E

El valor de la no violencia s relativamente fácil disparar sobre una

menudo el Dalai Lama, la no violencia y la tolerancia

Cuando somos víctimas de un abuso o de una

multitud. Sin duda hace falta más valor

no significan decir: “¡Venga, hacedme daño!”. No son

injusticia, es legítimo utilizar los medios apropiados

para enfrentarse, descalzos y sin armas, a tropas armadas, como lo hicieron los

monjes birmanos durante la insurrección de 2008

ni sumisión ni abandono, sino que se acompañan de una fuerza de espíritu y una inteligencia que nos

y el vigor necesario para remediarlos, pero nunca con odio y siempre con la esperanza de llegar a una situación más justa y constructiva. Es lo que hicieron

para manifestar su desaprobación contra el régimen

ahorran sufrimientos mentales inútiles y nos evitan

dictatorial que aún reinaba.

caer en la malevolencia. Es sabido que la violencia

Satyagraha (“la fuerza de la verdad”), y Martin Luther

La verdadera no violencia no es un signo de

conlleva muy a menudo una reacción en cadena

King, en todas sus acciones, fundadas en estas

debilidad, sino de valor y determinación. No consiste en dejarse oprimir, sino en actuar de manera justa, sin ser cegado por el odio y el deseo de venganza que ocultan cualquier facultad de juicio. Como dice a

desastrosa para todos. Es preciso, pues, evitarla por todos los medios y resolver los conflictos mediante la negociación y el diálogo.

Gandhi en India, con el movimiento no violento del

palabras: “La no violencia es un arma poderosa y justa, que corta sin herir y ennoblece al hombre que la maneja. Es una espada que cura”. MATTHIEU RICARD, BIÓLOGO MOLECULAR Y MONJE BUDISTA.

UNO DEBE SER PROFUNDAMENTE CONSCIENTE DE LA IMPERMANENCIA DEL MUNDO - DOGEN


Escucha

U

Fátima la hilandera na vez, en una ciudad del lejano Occidente, vivía una joven llamada Fátima. Era la hija de un próspero hilandero. Un día, su padre le dijo:

–Ven, hija: haremos una travesía, pues tengo negocios que hacer en las islas del mar Mediterráneo. Tal vez encuentres a un joven atractivo, de buena posición, que podrías tomar por esposo. Se pusieron en camino y viajaron de isla en isla, el padre haciendo sus negocios mientras Fátima soñaba con el esposo que pronto podría ser suyo. Pero un día, cuando estaban en camino a Creta, se levantó una tormenta y el barco naufragó. Fátima, semiconsciente, fue arrojada a una playa cercana a Alejandría. Su padre había muerto y ella quedó totalmente desamparada. Podía recordar solo vagamente su vida hasta entonces, ya que la experiencia del naufragio, y el haber estado expuesta a las inclemencias del mar, la habían dejado completamente exhausta. Mientras vagaba por la arena, una familia de tejedores la encontró. A pesar de ser pobres, la llevaron a su humilde casa y le enseñaron su oficio. De esta manera, ella inició una segunda vida y en el lapso de uno o dos años volvió a ser feliz, habiéndose reconciliado con su suerte. Pero un día, estando en la playa, una banda de mercaderes de esclavos desembarcó y se la llevó, junto con otros cautivos. A pesar de lamentarse amargamente de su fatalidad, no encontró ninguna compasión por parte de ellos, quienes la llevaron a Estambul y la vendieron como esclava. Por segunda vez, su mundo se había derrumbado. Ahora bien, sucedió que en el mercado había pocos compradores. Uno de ellos era un hombre que buscaba esclavos para trabajar en su aserradero, donde fabricaba mástiles para barcos. Cuando vio el abatimiento de la

infortunada Fátima, decidió comprarla, pensando que, de este modo, al menos, podría ofrecerle una vida un poco mejor que la que habría de recibir de otro comprador. Llevó a Fátima a su hogar, con la intención de hacer de ella una sirvienta para su esposa. Pero cuando llegó a su casa, se enteró de que había perdido todo su dinero al ser capturados sus cargamentos por los piratas. No podía afrontar los gastos que le ocasionaba tener trabajadores, de modo que él, Fátima y su mujer quedaron solos para llevar a cabo la pesada tarea de fabricar mástiles. Fátima, agradecida a su empleador por haberla rescatado, trabajó tan duramente y tan bien, que él le dio la libertad y ella llegó a ser su ayudante de confianza. Fue así como llegó a ser relativamente feliz en su tercera profesión. Un día, él le dijo: –Fátima, quiero que vayas a Java, como mi agente, con un cargamento de mástiles; asegúrate de venderlos con provecho. Ella se puso en camino, pero cuando el barco estuvo frente a la costa china, un tifón lo hizo naufragar y, una vez más, se vio arrojada a la playa de un país desconocido. Otra vez lloró amargamente, porque sentía que en su vida nada sucedía de acuerdo con sus expectativas. Siempre que las cosas parecían andar bien, algo ocurría, destruyendo todas sus esperanzas. –¿Por qué será –exclamó por tercera vez– que siempre que intento hacer algo, se malogra? ¿por qué deben ocurrirme tantas desgracias? Pero no hubo respuesta. De manera que se levantó de la arena y se encaminó tierra adentro. Ahora bien, sucedía que nadie en China había oído hablar de Fátima ni sabía nada de sus problemas. Pero existía la leyenda de que un día llegaría allí cierta mujer extranjera, capaz de hacer una tienda para el Emperador. Y puesto que en aquel entonces en China no existía nadie que pudiera hacer tiendas, todo el mundo esperaba el cumplimiento de aquella predicción con la más vívida expectativa.

NO PARTICIPAR EN LA IGNORANCIA ES LA SABIDURÍA – BODHIDHARMA

A fin de estar seguros de que esta extranjera, al llegar, no pasara inadvertida, los sucesivos emperadores de China solían mandar heraldos una vez por año a todas las ciudades y a todas las aldeas del país, pidiendo que cada mujer extranjera fuera llevada ante la Corte. Fue justamente en una de esas ocasiones cuando Fátima, agotada, llegó a una ciudad costera de China. La gente del lugar habló con ella por medio de un intérprete, explicándole que tenía que ir a ver al Emperador. –Señora –dijo el Emperador cuando Fátima fue llevada ante él– ¿sabéis fabricar una tienda? –Creo que sí– dijo Fátima. Pidió sogas, pero no las había. De modo que, recordando sus tiempos de hilandera, recogió lino y fabricó las cuerdas. Luego pidió una tela fuerte, pero los chinos no tenían la clase de tela que ella necesitaba. Entonces, utilizando su experiencia con los tejedores de Alejandría, fabricó una tela resistente para hacer tiendas. Luego vio que necesitaba los palos para la tienda, pero no existían en el país. Entonces, Fátima, recordando cómo había sido enseñada por el fabricante de mástiles en Estambul, hábilmente hizo unos sólidos palos. Cuando estos estuvieron listos, se devanó los sesos tratando de recordar todas las tiendas que había visto en sus viajes; y he aquí que una tienda fue construida. Cuando esta maravilla fue mostrada al emperador de China, le ofreció a Fátima dar cabal cumplimiento a cualquier deseo que ella expresara. Ella eligió establecerse en China, donde se casó con un atractivo príncipe, y donde, rodeada por sus hijos, vivió muy feliz hasta el fin de sus días. Fue a través de estas desventuras como Fátima comprendió que lo que había parecido ser, en su momento, una experiencia desagradable, resultó ser parte esencial en la elaboración de su felicidad final.


Conoce

El futuro

M

e da la impresión de que la mayor parte de las personas no son plenamente conscientes de la verdadera importancia de las plantas para la vida del ser humano. Es verdad que todo el mundo sabe –o así lo espero– que respiramos gracias al oxígeno que producen los vegetales y que toda la cadena alimentaria, y por consiguiente los alimentos que nutren a todos los animales de la Tierra, tiene su base en las plantas. Pero ¿cuántas personas tienen claro que el petróleo, el carbón, el gas y todo eso que llamamos “recursos energéticos no renovables” no son más que energía solar absorbida por las plantas hace millones de años? ¿Cuántas personas saben que los principios activos de nuestros medicamentos son, en gran parte, de origen vegetal? ¿O que la madera, gracias a sus sorprendentes características, sigue siendo aún hoy el material de construcción más utilizado en muchos lugares del mundo? Nuestra vida, lo mismo que la de cualquier otra forma animal de este planeta, depende del mundo vegetal. Podríamos pensar que ya lo sabemos todo acerca de estos organismos tan importantes para la supervivencia de la humanidad, y de los cuales depende una buena porción de nuestra economía. Nada más lejos: solo en 2015 se descubrieron 2.034 nuevas especies vegetales. Y no creáis que se trata de plantas microscópicas que hasta entonces habían logrado escapar a la atención de los botánicos; una de ellas, el Gilbertiodendron maximum, es un árbol endémico de los bosques lluviosos de Gabón que mide casi cuarenta y cinco metros, tiene un tronco que puede alcanzar el metro

y medio de diámetro y su masa total supera las cien toneladas. Y el de 2015 no fue un caso excepcional: en el último decenio, el número de nuevas especies descritas ha superado las dos mil por año. Siempre es buena idea salir a buscar plantas nuevas: uno nunca sabe qué puede descubrir. Más de treinta y un mil especies distintas tienen uso documentado; de estas, casi dieciocho mil se utilizan con fines medicinales; seis mil, para alimentación; once mil, como fibras textiles y material de construcción; mil trescientas, con fines sociales (incluyendo el uso religioso y como drogas); mil seiscientas, como fuente de energía; cuatro mil, como comida para animales; ocho mil, con fines medioambientales; dos mil quinientas, como veneno; etcétera. La cuenta es fácil de sacar: casi una décima parte de las especies tienen alguna utilidad directa para la humanidad. Como dije, es una buena idea, una idea excelente, sobre todo si empezáramos a servirnos de las plantas no solo por lo que producen, sino también por lo que pueden enseñarnos. Las plantas, en efecto, son un modelo de modernidad, y la finalidad de este artículo consiste, precisamente, en mostrarlo de una manera evidente. Desde los materiales a la autonomía energética, desde la capacidad de resistencia a las estrategias de adaptación, las plantas conocen desde tiempo inmemorial cuáles son las mejores soluciones para la mayor parte de los problemas que afligen a la especie humana. Basta saber cómo y dónde mirar. Entre cuatrocientos y mil millones de años atrás,

a diferencia de los animales –que optaron por moverse para buscar el indispensable alimento–, las plantas tomaron una decisión opuesta desde el punto de vista evolutivo. Prefirieron no desplazarse y obtener del sol toda la energía que necesitaban para sobrevivir, para lo cual su cuerpo tuvo que adaptarse a los depredadores y a las numerosas restricciones derivadas del hecho de vivir arraigadas a una porción de terreno. No es cosa sencilla. Tratad de pensar en lo difícil que sería mantenerse con vida en un ambiente hostil sin la posibilidad de desplazarse. Imaginad que sois una planta rodeada de insectos, animales herbívoros y depredadores de todo tipo, y que no podéis escapar. La única manera de sobrevivir pasa por ser indestructible, por estar constituido de un modo totalmente distinto a los animales. En resumen, ser una planta. Para eludir los problemas relativos a la depredación, las plantas han evolucionado siguiendo una vía única e insólita, y han desarrollado soluciones tan alejadas de las de los animales que, para nosotros, representan la esencia misma de la diversidad. Son organismos tan distintos que, en lo que respecta a nosotros, bien podríamos considerarlas alienígenas. Muchas de las soluciones adoptadas por las plantas son el reverso exacto de las que se han aplicado en el mundo animal. Lo que para los animales es blanco, para las plantas es negro, y viceversa: los animales se desplazan, las plantas están quietas; los animales son rápidos, las plantas lentas; los animales consumen, las plantas producen; los animales generan CO2, las plantas lo fijan... Y así sucesivamente, hasta llegar a la

LA NATURALEZA NO HACE NADA EN VANO – ARISTÓTELES


Conoce

es vegetal distinción decisiva, la más importante y desconocida: la contraposición entre difusión y concentración. Cualquier función que en los animales queda en manos de órganos especializados, en las plantas se difunde por todo el cuerpo. Se trata de una diferencia fundamental de cuyas consecuencias es difícil hacernos totalmente a la idea. Esta estructura tan distinta es justamente uno de los motivos por los que las plantas nos parecen tan distintas. Nuestra concepción del diseño de las cosas se basa en la sustitución, la ampliación o la mejora de las funciones humanas. A efectos prácticos, a la hora de construir sus instrumentos, el hombre siempre ha tratado de replicar los rasgos esenciales de la organización animal. Pensemos en las computadoras. Están concebidas según un esquema ancestral: un procesador que representa el cerebro y cuya función es gobernar el hardware, discos duros, memorias ram, tarjetas de sonido y video... No es más que una trasposición de nuestros órganos en clave sintética. Todo lo que el hombre diseña tiende a adoptar, de forma más o menos explícita, esta arquitectura: un cerebro central que controla y unos órganos que ejecutan sus órdenes. Incluso nuestras sociedades están construidas siguiendo este plan arcaico, jerárquico y centralizado. Un modelo cuya única ventaja reside en que aporta respuestas rápidas –y, como tales, no siempre correctas–, pero que, a la vez, es muy frágil y muy poco innovador. Pese a no disponer de ningún órgano similar a un cerebro central, las plantas consiguen percibir

el entorno que las rodea con una sensibilidad superior a la de los animales; compiten de forma activa por los limitados recursos presentes en el suelo y en la atmósfera; sopesan con precisión las circunstancias; realizan sofisticados análisis de relación coste-beneficio, y definen y acometen las acciones adecuadas en respuesta a los estímulos ambientales. Su método, pues, es una alternativa que hay que tener en cuenta, sobre todo en estos tiempos, en que la capacidad para percibir cambios y encontrar soluciones innovadoras se ha convertido en una competencia fundamental. Toda organización centralizada es inherentemente débil. El 22 de abril de 1519, Hernán Cortés desembarcaba en México, en la actual Veracruz, con cien marineros, unos quinientos soldados y unos cuantos caballos. Dos años después, el 13 de agosto de 1521, la caída de Tenochtitlán marcaba el fin de la civilización azteca. Idéntica suerte correrían los incas a manos de Francisco Pizarro años más tarde, en 1533. En ambos casos, si aquellos ejércitos minúsculos fueron capaces de derribar grandes imperios, seculares y frágiles, fue gracias a la captura de sus soberanos: Moctezuma y Atahualpa. Esto ocurrió porque los sistemas centralizados son delicados. Pocos cientos de kilómetros al norte de Tenochtitlán, los apaches –mucho menos adelantados que los aztecas, pero, a diferencia de estos, sin poder centralizado de ningún tipo– lograron resistir ante Cortés, pese a una larga guerra. Las plantas encarnan un modelo mucho más resistente y moderno que el animal; son la

representación viviente de cómo la solidez y la flexibilidad pueden conjugarse. Su construcción modular es la quintaesencia de la modernidad: una arquitectura colaborativa, distribuida, sin centros de mando, capaz de resistir sin problemas a sucesos catastróficos sin perder la funcionalidad y con capacidad para adaptarse a gran velocidad a cambios ambientales drásticos. La compleja organización anatómica y las funciones principales de la planta requieren un sistema sensorial bien desarrollado que permita al organismo explorar con eficacia el entorno y reaccionar con presteza ante sucesos potencialmente dañinos. Así pues, para utilizar los recursos del entorno, las plantas se valen, entre otras cosas, de una refinada red radical compuesta por ápices en continuo desarrollo, los cuales exploran el suelo de forma activa. No es casual que internet, el gran símbolo de la modernidad, esté construida en forma de red radical. Cuando hablamos de robustez e innovación, nada puede compararse con las plantas. Gracias a la evolución –que las ha llevado a desarrollar soluciones muy distintas a las adoptadas por los animales–, son, desde este punto de vista, organismos mucho más modernos. Sería bueno que no perdiéramos esto de vista al proyectar nuestro futuro. EL FUTURO ES VEGETAL – STÉFANO MANCUSO, DIRECTOR DEL LABORATORIO INTERNACIONAL DE NEUROBIOLOGÍA VEGETAL.

SI REALMENTE AMAS LA NATURALEZA, ENCONTRARÁS LA BELLEZA EN TODAS PARTES – VINCENT VAN GOGH


Aprende

Los siete pasos para educar en verde

Siempre he sentido la necesidad de vincularme con la naturaleza. Y cuando tuve hijos la llamada de la tierra se hizo aún más fuerte. He podido observar y acompañar a muchos niños y niñas en los últimos 15 años y puedo afirmar que cuanto más “salvaje” es su infancia más sanos, creativos, motivados, felices, responsables y seguros de sí mismos/as crecen. 1. ¿Por qué es importante? Nos hemos ido alejando progresivamente de la naturaleza. Los niños y niñas de hoy tienen infancias muy distintas a las nuestras: pasan mucho tiempo en lugares cerrados y esa falta de contacto con el mundo natural puede ser la causa de muchos trastornos que les aquejan. 2. ¿Qué se aprende en contacto con la naturaleza? Básicamente, se aprende a ser una misma: a sentirte libre, segura, a confiar, a emocionarte, asumir riesgos, colaborar con los demás, ser creativa… El organismo infantil en crecimiento se desarrolla mejor a todos los niveles: sensorio-motor, intelectual, social, afectivo…

3. Naturaleza y escuela La educación convencional es esencialmente biofóbica: está cortada de su entorno, utiliza abstracciones y falsificaciones, deja fuera la vida… Transformar las escuelas para que integren el contacto con la naturaleza en sus proyectos educativos requiere cambiar su estructura (por ejemplo, convertir los patios en jardines y granjas) y su funcionamiento. 4. Pedagogía verde Significa poner la naturaleza en el centro de la labor educativa: aprender a estar con los niños y niñas en espacios abiertos, comprender sus dinámicas de juego y aprendizaje espontáneo, acompañar sus procesos vitales como el buen jardinero cuida de sus plantas. 5. TDAH Hay quien afirma que es un trastorno de origen genético; otros aseguran que ha sido inventado por la industria farmacológica. En realidad se trata de un problema de madurez cerebral fruto de un entorno que no satisface las necesidades de los niños y niñas. Se cura con una dosis de vitamina “N” (de Naturaleza) cada día.

6. Juego espontáneo Es el “trabajo” de los niños y niñas. Lo que les permite conectar con su naturaleza interna para desencadenar procesos de desarrollo y aprendizaje auto-dirigidos. Algunos expertos opinan que la infancia de hoy está perdiendo esta capacidad. Pero la vida siempre está al acecho, aprovecha la menor oportunidad; …y unas gotas de lluvia son suficientes… 7. Nuevas tecnologías Muchos niños y adolescentes de hoy (pero también adultos) tienen problemas de adicción a las pantallas. Y solemos autoengañarnos. Son formidables ventanas al mundo, pero no se aprende a comunicar, a empatizar o a cooperar interactuando con una máquina. Además, limitan nuestra sensibilidad, es decir, nuestra capacidad de sentir placer. HEIKE FREIRE, ESPECIALISTA EN INNOVACIÓN EDUCATIVA Y DEFENSORA DE LOS DERECHOS DE LA INFANCIA.

MIENTRAS MÁS TECNOLOGÍA USAMOS, MÁS NECESITAMOS LA NATURALEZA – RICHARD LOUV


Piensa Luis Eduardo García

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n el diccionario, la palabra soledad tiene hasta tres acepciones: “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”, “lugar desierto o tierra no habitada” y “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”. El hombre ha mantenido con ese estado físico y anímico una relación ambivalente que, al parecer, es muy antigua. El hombre es, por esencia, un ser solitario que aprendió a vivir en compañía. Los estudiosos del comportamiento humano sostienen que los hombres llevamos siempre con nosotros tres miedos a partir de los cuales se desprenden todos los demás: miedo a la oscuridad, miedo al silencio y miedo a la soledad. Todos son atávicos. El primer miedo se originó en el temor a morir en manos de un depredador o de una bestia colosal que no se veía; el segundo, en el temor a padecer la mudez (la nada) que precedía a todo ataque del enemigo con una fuerza superior a la humana; y en el tercero, en el temor a enfrentar el peligro sin la compañía necesaria. Esos miedos filogenéticos se han trocado hoy en placeres con la finalidad de disimular, ocultar o eludir su condición psicológica original. A la oscuridad se oponen las fabulosas iluminaciones de las grandes ciudades y el fuego de las chimeneas hogareñas; al silencio, la música y su larga cadena evolutiva que va desde los sonidos más simples hasta las melodías más complejas, pasando por el rock y el tecno; y a la soledad, el amor por el otro, el sexo, la diversión en grupo, la vida en sociedad. La evolución de la humanidad podría reducirse a la lucha que el hombre ha librado consigo mismo para estar, por un lado, acompañado y feliz, y, por otro, para resignarse al aislamiento. Sin embargo, ha desarrollado en medio de ambos extremos una serie de estadios intermedios, entre los que destaca la soledad, ese estado humano que todos padecen, pero que nadie acepta del todo. Es un lugar común decir que la soledad es física y psíquica, de modo que un ser humano se puede sentir solo en una multitud y acompañado sin nadie alrededor. “Cada vez más, tengo la impresión de que el mundo se va despoblando progresivamente a pesar del bullicio de los carros y el ajetreo de la muchedumbre. ¡Es tan difícil encontrar ahora a una persona”, escribió Julio Ramón Ribeyro en sus Prosas apátridas. Francisco de Quevedo, en cambio, creía que los hombres se apartaban del mundo para disfrutar de otro tipo de compañía: “Retirado en la paz de estos desiertos, con pocos pero doctos libros juntos, vivo en conversación con los difuntos, y escucho con mis ojos a los muertos”.

El arte y la literatura parecen haber sacado mejor partida de la soledad en sus tres situaciones: la carencia de compañía, el apartamiento físico y la ausencia de alguien a quien se quiere. Para empezar, se lee mejor en soledad, física y anímica, porque no se está en compañía. Es verdad que leer es un acto solitario, pero nunca antisocial. Un libro es una grata compañía que nos permite huir de la normalidad; es decir del estado natural de la existencia humana: la oscuridad, el silencio y la soledad. Quizás el “hágase la luz” del Génesis, “la música de los astros” en la que creía Pitágoras o la “compañera ideal” que creó Dios para que el hombre no se sienta tan solo, sean una manera distinta de referirse a las viejas turbaciones que minan los sentimientos del ser humano. A la soledad se le busca o se le rechaza, es deseada y no deseada, pero siempre es humana. De lo contrario no estaría tan consagrada, mitificada y endiosada en canciones, libros y expresiones artísticas. Supongo que los primeros homínidos se sintieron solos a su modo, igual que Adán y Eva en el Edén. ¿Te imaginas, lector, la gran noche de un homínido en una cueva remota, hace miles de años, cuando el hombre era solo un proyecto, una criatura salvaje y asustadiza? ¿Te imaginas el asombro, el desconcierto, el miedo y la desazón que le causaría la contemplación de un cielo estrellado o la oscuridad impenetrable de la noche? No sé por qué pienso que la soledad de ese homínido es la misma que sintió el primer astronauta que salió a navegar en el espacio. Ernesto Cardenal ha capturado esta imagen en un poema muy hermoso dedicado a Marilyn Monroe: “sola como un astronauta en la noche espacial”. En realidad, esta imagen rescata dos soledades: la física y la psíquica. Desde hace miles de años, unos hombres han sentido el enorme peso de la soledad, mientras que otros la han buscado con la misma fuerza con que se preserva la vida. Hasta podría hacerse con ella una antología universal de sus escenarios estelares. En estos escenarios, ella tiene incluso matices colectivos: la que es provocada por la injusticia o por la guerra, por ejemplo. Con razón Góngora habló de “soledades” y no de “soledad”. Si en un contexto común la soledad es un estado complejo del alma, con el desarrollo de la Astronomía, la Astrofísica, la Astrobiología y otras ciencias contemporáneas el asunto es más complicado todavía. ¿Estamos o no estamos solos? ¿Tiene el hombre pares suyos en algún rincón del infinito? ¿Es posible que no haya nadie más que nosotros en el universo observable? Estas son, digamos, las preguntas corrientes que se hace la humanidad temerosa de su soledad.

ELIGE SOLO UNA MAESTRA; LA NATURALEZA – REMBRANDT

Si bien en el plano individual gente como Friedrich Hölderlin, Novalis, Silvia Plath, Alejandra Pizarnik, Emil Cioran, Luis Hernández, Vincent Van Gogh y otros solitarios ilustres exacerbaron la ruptura entre el yo artístico y el yo social, en el plano más radical, gente como Carl Sagan e Isaac Asimov alentaron la esperanza de que no estábamos solos en el espacio y que, por añadidura, la soledad del género humano era un mito y el universo un lugar donde podía practicarse la vida social a gran escala. Desde que Carl Sagan sostuvo que en la Vía Láctea podía haber un millón de civilizaciones inteligentes, la ciencia ha ido reduciendo su optimismo inicial. Frank Drake, probablemente el hombre que más sabe sobre vida extraterrestre, sostiene que no son un millón sino diez mil las civilizaciones que podrían tener tecnología avanzada fuera de la Tierra. Otros, más pesimistas, afirman que las posibilidades y las condiciones para que exista vida en otros mundos son casi nulas, así existan miles de millones de planetas. Está bien, no hay condiciones de vida en otros planetas y los extraterrestres no dan señales de que andan cerca, pero la imaginación, la fantasía y el género de ciencia ficción crecen gracias a este hecho. La ciencia, como antaño, está a punto de crear sus quijotes de nuevo cuño, tipo Giordano Bruno y Galileo Galilei. Así como la soledad individual estimula la imaginación y conduce al hombre al aislamiento y hasta a la muerte, la soledad cósmica puede catapultar lo fantástico hasta límites insospechados. No hay hasta ahora, es verdad, agua líquida, temperaturas suaves, niveles bajos de calor y radiación en otros mundos; no obstante, hay enormes posibilidades de que la imaginación artística y la literaria lleguen a los confines del cosmos. Si la soledad estimuló antes la creación de obras maravillosas como La Sagrada Familia de Gaudí o las pinturas de Van Gogh, ¿qué posibilitará en los años siguientes? La soledad es, en otras palabras, la ansiada “ inspiración” de la que hablan los poetas y artistas, y que Octavio Paz definió como “lo que nos llama a ser nosotros mismos”. La idea de que estamos solos en el espacio sideral causa escalofríos. Nos olvidamos, sin embargo, que los mismos escalofríos los podría causar un verso de Whitman (el emblema de la aparente “antisoledad poética”) o un cuadro de Goya, productos artísticos que alguna vez fueron engendrados por seres apartados del “mundanal ruido”. Esto quiere decir que todavía por algún tiempo ―y por fortuna― la soledad terrenal seguirá todavía andando de la mano con la soledad cósmica.


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Situarse en el verdadero Trabajo: la esencia de El Ojo Interior

SAGRADO ES EL BROTAR Y EL CRECER, SAGRADO ES EL RÍO Y EL MONTE - ABG


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esde hace varias décadas, los habitantes del planeta asistimos a la paulatina descomposición del mundo. En esta grotesca creación nuestra −el globalizado mundo moderno−, somos testigos de una crisis sin precedentes que afecta todos los niveles de la escala social, una crisis espiritual planetaria que ciertamente tiene su origen y reflejo en la mente disfuncional del hombre. Durante décadas hemos denunciado la crisis, hemos señalado sus causas, nos hemos quejado de ella. Pero no hemos cambiado nada y las condiciones parecen empeorar día a día. Ahora es tiempo de enfocarnos en el interior del hombre. Ya entendimos que las quejas no nos conducen a nada. Las buenas intenciones no nos conducen a nada. Las palabras se diluyen en el viento y se exigen acciones concretas para cambiarnos a nosotros mismos desde el interior, y así cambiar nuestro mundo. Es en este contexto que nace nuestro proyecto. De hecho, el acto mismo de hacer El Ojo Interior significó literalmente y desde un inicio, pasar de las palabras a la acción. Nació como un acto de consciencia, surgido del deseo de ofrecer vías, señalar caminos para retomar el contacto con nuestra espiritualidad más profunda, y así entregarnos sin reservas a la búsqueda de Dios, el verdadero motor y fin de la vida humana. Buscamos la Trascendencia. Las vías para ello, entendemos, son muchas y tan disímiles como necesarias para el corazón humano. En la película Bab’Aziz, el príncipe que contemplaba su Alma, se dice: “Cada uno usa su don más preciado para encontrar su camino. En tu caso es tu voz. ¡Canta, hijo mío, y el camino aparecerá ante ti!”. De este modo, nuestro trabajo se sitúa en una línea de transmisión ininterrumpida de conocimiento, un conocimiento silencioso que yace dormido en lo profundo del corazón del hombre pero que hoy empieza finalmente a despertar. Buscar a Dios. Más allá de las palabras, más allá de las religiones, más allá de los límites de la experiencia humana. Buscar a Dios en nuestro propio interior y darnos cuenta que siempre ha estado ahí, como una presencia inexplicable, despierta, silenciosa, conectada a la eterna fuente de la Vida. Buscar a Dios en el mar, en el viento, en los cielos, en las montañas eternas y hallarlo omnipresente, palpitando en cada corazón humano y en el interior de cada ser viviente que puebla el infinito Universo. Buscar a Dios más allá de las palabras, y sentir y saber que ellas solo señalan el camino, pero cada uno tiene que recorrerlo solo. He ahí el verdadero Trabajo: llevar a la práctica lo aprehendido por la mente, aplicar la enseñanza en la vida cotidiana, en la intimidad del

corazón pero también al interior de nuestras familias, en nuestras infinitas relaciones prácticas con el mundo. Se dice que “todo está conectado” y que “así como arriba es abajo”. Esto es así, pero el asunto real es realizar ese conocimiento en nuestra propia vida. Si no, no tiene ningún sentido. Los textos que difundimos en El Ojo Interior no son para entretener nuestra mente o distraernos más. Son textos para despertar, elegidos cuidadosa e implacablemente para elevar nuestro estado de consciencia y situarnos con humildad ante el verdadero misterio: el Absoluto Amor y la Absoluta Belleza que aún en los momentos más oscuros, animan nuestros corazones, mientras atisbamos el espectáculo terrible del mundo, mientras nos perdemos y nos encontramos en Él. El Ojo Interior fue concebido como una expresión real del verdadero Trabajo –una visión interior proyectada hacia el mundo−, cuya manifestación más externa es el proyecto editorial y la revista que hoy cumple 24 ediciones ininterrumpidas. Tras dos años de saludable existencia, podemos expresar la satisfacción de haber persistido en el camino recorrido: a través de las numerosas personas que nos escriben, vemos que los frutos de esta siembra silenciosa empiezan a hacerse visibles y cada vez más espíritus despiertos se atreven a romper el hechizo. Un proyecto gestado íntegramente desde la periferia, El Ojo Interior se concibe, diseña y publica en la ciudad de Trujillo, Perú, con un tiraje mensual de 10,000 ejemplares que se distribuyen gratuitamente en las principales ciudades, y a través de nuestra página web llegamos a todos los países de habla hispana. Concretar todo este esfuerzo no sería posible sin el soporte económico de la Biblioteca Abraham Valdelomar de Huacachina, Ica, dirigida por el poeta, filósofo y agricultor Alberto Benavides Ganoza, a quien estamos eternamente agradecidos por haber creído en esta hermosa utopía y por su convicción real en el valor de nuestro proyecto. Nuestro compromiso con el despertar de la consciencia planetaria está en la base de toda una línea de textos sobre temas ambientales, alimentación saludable, agricultura sostenible, permacultura y otros que publicamos regularmente en la revista. Rescatando los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas, sabemos que la Tierra es en realidad un gigantesco ser viviente que nos cobija amorosamente, que tiene el poder de darnos la vida pero también la muerte, y que podemos conectarnos íntimamente con ella, si así lo entendemos y así lo deseamos. El Conocimiento Real proviene de una misma fuente cuyo origen se remonta a los confines del Tiempo. Este Conocimiento, tras su diversidad aparente, solo

cambia según el marco cultural en que aparece, en las sucesivas épocas de la historia del hombre, pero su esencia es siempre la misma, pura e inalterable. Situados en esa línea del Trabajo, buscamos alejarnos de las buenas intenciones que animan numerosos proyectos efímeros de la onda “new age”, que se limitan a la mera propagación indiscriminada de contenidos superficiales, seudo espirituales, de dudosa calidad y anónima autoría. El compromiso real con nuestro propio cambio interior es lo que sustenta nuestro Trabajo. Persistencia real, intención real, transformación real. “No muerdas mi dedo, mira donde señalo” nos dice Jalaluddin Rumi, el máximo poeta místico. Ese es el mensaje. En El Ojo Interior no estamos plegados a dogmas de fe sino a la verdad esencial que subyace a todas las religiones. Los textos que publicamos nos invitan a recorrer el camino, descubriendo las conexiones entre espiritualidad y consciencia, entre la vida interior y la vida cotidiana, entre el misterio fascinante del mundo invisible y la innombrable belleza de este planeta sagrado que habitamos en comunidad con las piedras, plantas y animales, la verdadera familia de la especie humana. Estas Semillas para la Consciencia Ciudadana solo necesitan que la tierra esté lista para arraigarse y fructificar. La tierra es la mente y el corazón del hombre, por eso es necesario recalcar que nuestro trabajo solo tendrá sentido en la medida en que produzca cambios esenciales en la condición del hombre. El Ojo Interior no está diseñado para el entretenimiento y solaz de los curiosos. No nos interesa la evasión de la realidad. El Amor y la Consciencia, como nos advierte Rumi, son para valientes y héroes. Solo aquellos que están decididos a conquistarse a sí mismos podrán seguir en este camino con la frente en alto y el pecho abierto, resistiendo todos los embates de la mente inconsciente y del mundo exterior. Estamos enfocados en un trabajo evolutivo y nos jugamos la vida en ello. Transformarse a uno mismo para transformar las condiciones de existencia del mundo, situados en el verdadero Trabajo: esa es la esencia de El Ojo Interior.

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EL MILAGRO ES QUE NO HAYA MILAGROS; Y LO ÚNICO SORPRENDENTE Y MILAGROSO PARA EL SABIO ES LA NATURALEZA - ABG


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La poesía de los Ikaros Pedro Favaron

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s más antigua que las piedras. Palabras que son más que solo palabras. Palabras devueltas a su primitiva fuerza convocatoria. Repercuten en la materia, generan la substancia y la hacen vibrar en frecuencias superiores, en sintonía con el movimiento musical de las esferas. Vibraciones que limpian, desatan, sosiegan, alegran, acercan y deslindan. Guían a través de los abismos y los cielos. Recubren los cuerpos con materia sutil, oro del espíritu. En la poesía de los ikaros brota luz del aliento. Palabras que son flores de cuarzo perfumando el corazón, puliéndolo con esmero, provocando transformaciones y ascensos; transmutando los órganos hasta hacerlos resplandecer, diamantes transparentes, receptáculos del Amor que rige las existencias y traza las rotaciones de los planetas y las estrellas. La poesía antigua de los ikaros se mantiene siempre nueva, manantial fresco, dando incesante de sí mismo. Otorgándose se completa, se llena, se rebalsa de entusiasmo. No mengua; crece sin desgaste. Poesía que no se escribe. Poesía que vive desde siempre en la retina del aire. Del aire viene la poesía como una corriente oscilante, penetra la coronilla, atraviesa el corazón, sale por cada poro brotando en marea aérea… aguas que

disuelven los discursos enmohecidos para recordar a los antiguos sabios, coronados con plumas de colores, con miembros de oro y plata. Las palabras del ikaro son cascadas de luz entrelazándose en jardines escalonados. Y arroyos ascendentes que derivan en el gran río. Ríos de palabras que son frecuencia sanadora. Río que crece, que se expande y cubre el mundo con su manto líquido. Y borda diseños saludables. Poesía que abarca el territorio anatómico de la célula, de la molécula, del átomo, del protón. Sobrepasa el perímetro de lo que carece de límite, de lo que es tan grande que desconoce el afuera. Y puede también abrazar lo ínfimo, penetrando por las cavidades de aquello tan pequeño que parece no tener interior (y sin embargo el ikaro multiplica los adentros, descubre galaxias en lo mínimo y las enlaza con el gran movimiento). La poesía del ikaro viene de antiguo y de lejos. Tan arcaica y lejana como las estrellas. Desciende y reactiva la voz que dio origen a las estrellas. La voz que sigue animando a las estrellas. Tan antigua como el sueño prístino, poderoso, del verbo que alumbró y alumbra lo existente. Lumbre inicial que fue madre de los ángeles.

De antiguo y de lejos llegan las palabras que no son palabras. Bailando se acercan. Y en el instante, gozan de eternidad. En el aquí y el ahora, viniendo de lejos y antiguo, gestan el mañana, fecundan los allá, inseminan los acá, pueblan de dones, trastocan los oráculos descubriendo nuevos y felices augurios para los devotos entregados a la poesía sabia y médica, vegetal y celeste, del ikaro. Y las bocas que cantan la poesía del ikaro resplandecen. Se consagran, se bendicen, se glorifican, se iluminan. Y los múltiples cuerpos del cantor afortunado gozan del goce beatífico, en perfecta concentración. Luminoso como los antiguos que no mueren, como los viejos sin edad, más que humano es el que canta siguiendo la partitura invisible del ikaro, que vibra eterna en el aire, antigua y siempre nueva. Inspiración divina del que canta en beneficio de todos los seres sensibles. Como la lluvia, otorga sus aguas sin mirar a quién. No mezquina, no ahorra, no guarda. Y nunca se agota. Abre su corazón a quien quiera refrescarse, reposar y beber de sus aguas. A quien quiera renacer en sus aguas sin orillas. En sus aguas sin principio ni final.

LOS ÁRBOLES SON POEMAS QUE LA TIERRA ESCRIBE – KAHLIL GIBRAN


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El propósito humano en el orden sagrado

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escubrimientos científicos recientes indican que nuestra realidad está codificada desde más allá del espaciotiempo cósmico; y como tal nuestra realidad se comporta de una manera consistente con lo que se conoce como proyección holográfica. Es decir, la totalidad de nuestra realidad está informada desde una consciencia profunda más allá de ella. El cosmos conocido actúa por tanto como un campo no-local de consciencia, a partir del cual la vida sintiente se forma como una manifestación localizada. A través de diversas religiones y textos sagrados, y distintas tradiciones de sabiduría, se ha inferido que el universo (la realidad material) nace como un camino para que su fuente “se conozca a sí misma”. Esto es una reminiscencia de la famosa máxima del Oráculo de Delfos “conócete a ti mismo”. O, en lenguaje moderno, podemos decir que somos los ojos con los que el cosmos se contempla a sí mismo. La consciencia de sí mismo se atribuye en general a aquellos organismos sintientes que están en las altas cumbres del desarrollo mental. La autoreflexión es uno de los preciados atributos de la autoconsciencia. Más aún, la autorrealización es algo que reconocemos en cada consciencia individual alcanzada. Comprender el yo es parte del camino de la actualización humana. Es un camino en el cual propósito y sentido son motores y potenciales esenciales. Los seres humanos —o podríamos decir los humanos haciéndose— son impulsados de forma natural por un anhelo, un propósito, y esto significa una conexión con un impulso sagrado. En nuestros días, la civilización humana ha cambiado hacia una era de autorrealización sin precedentes. El psicólogo Abraham Maslow, que creó una escala de autorrealización, reconocía que una de las características de quienes se auto-actualizan es que tienen muchísimas menos dudas de lo que es correcto o incorrecto que las personas normales, y actúan de acuerdo con este conocimiento interior. Continuando con la especulación, ¿cómo sería la autorrealización a mayor escala o como consciencia planetaria o galáctica? ¿Cómo sería una consciencia cósmica auto-consciente totalmente realizada

operando a través de todas sus manifestaciones localizadas? Esto constituiría un estado de consciencia coherente auto-percibida más allá de nuestra imaginación. Solo podemos especular o contemplar internamente la posibilidad. Recapitulando, la consciencia humana es una expresión localizada de un campo no-local de consciencia más grande. Como seres sintientes recibimos aspectos de esta consciencia que impregnan nuestro espacio-tiempo, somos animados por ella, y entonces lo manifestamos mediante nuestras propias mentes y culturas humanas. Nuestras expresiones individuales de consciencia también se reflejan de vuelta hacia el campo no-local de consciencia más grande. Cuanto mayores sean nuestra percepción individual y nuestra realización consciente, mayor será la actualización total del campo de consciencia holográfico completo (como en un bucle de retroalimentación). Por decirlo de otra manera, la consciencia cósmica se “in-forma” mediante la percepción emergente de cada una de sus sub-partes o componentes. Entonces, el arte de lo sagrado consiste en que cada uno tenemos un papel haciendo que el mundo inacabado cobre existencia mediante la participación consciente. Cuando cada uno de nosotros despierta (por usar una metáfora común) la red cósmica resplandece más brillante. Si sobre este planeta despiertan suficientes consciencias individuales podemos catalizar un campo planetario localizado hacia una percepción consciente colectiva. En tal caso, cada uno es un agente consciente de la realización y la inmanencia cósmicas. Cada cual tiene la obligación, durante su existencia en este planeta, de elevar su expresión localizada de consciencia individual. Haciéndolo, contagiamos e inspiramos a otros con nuestras vidas para elevar las suyas, así como para reflejar de vuelta hacia la consciencia cósmica nuestra contribución consciente. De esa manera, podemos actuar como ciudadanos del cosmos y como guardianes del arte sagrado. Hemos llegado a un lugar en el cual podemos reconocer y aceptar que nuestra realidad no es un asunto estático sino activo, un reino fluido que nos exhorta. Y sabiéndolo, estamos obligados a aceptar

LA ENERGíA FLUYE DONDE LA ATENCIÓN VA - DICHO SUFÍ

Kingsley L. Dennis las obligaciones y responsabilidades inherentes a ese papel. Estamos en un camino de perfeccionamiento —de realización y comunión consciente—que es el camino eterno de lo sagrado. A través de este viaje sagrado de consumación nos conectamos y entramos en comunión con todo lo demás, en nuestra realidad y más allá. Como seres humanos se nos ha encomendado esta labor sagrada. Podemos tomar consciencia de nuestra contribución creativa a la realidad y esto puede darnos sentido y propósito. Quizá esto nos depare finalmente nuestro lugar en el cosmos. ¿Y cómo podemos recorrer este camino? Podemos iniciar este viaje mediante nuestros pequeños actos de percepción consciente: nuestros pensamientos, actitudes y comportamiento, y nuestras acciones cotidianas. En el siguiente nivel, nuestros cambios sociales y nuestras tecnologías emergentes pueden formar parte de este proceso, estableciendo una mente expandida y un abrazo empático por toda la faz de la tierra. La magia está viva, lo mágico nunca muere. Todo es, en última instancia, una tecnología del alma; y todo lo mágico, toda la ciencia y todas las manifestaciones humanas forman parte de esta tecnología conmovedora. Y con cada paso hacia delante nos acercamos a una comunión conmovedora con un gran orden sagrado y consciente. El impulso sagrado alienta la manifestación de la consciencia a nivel individual, colectivo y planetario. Y un día seremos testigos de un gran despertar, sin precedentes en este planeta, y esto puede muy bien ser el propósito de la vida sintiente, como agentes conscientes del orden sagrado. Esto es probablemente más una realidad que una fantasía. El tesoro escondido, que es la verdadera esencia de nuestra existencia, quiere ser conocido —por nuestro conocimiento de nosotros mismos— mediante nuestros viajes individuales de autorrealización. No estamos solos. Un gran futuro planetario nos espera, como un gran tesoro que anhela comunión. Bienvenidos a la nueva historia. La verdad tiene que aparecer una sola vez, en una única mente, para que ya nada pueda impedir jamás que se propague universalmente e ilumine todo. Teilhard de Chardin, El corazón de la materia


Homenaje

MASANOBU FUKUOKA

MICHAELA BRODI

La cultura verdadera nace con la Naturaleza, es simple, humilde y pura.

* La agricultura fue, antaño, un trabajo sagrado. Cuando la humanidad se apartó de su ideal, apareció la moderna agricultura comercial. Cuando el agricultor comenzó a hacer cultivos para ganar dinero, entonces olvidó los verdaderos principios de la agricultura.

* No hay lugar mejor que este mundo. Hace años me percaté que nosotros, los seres humanos, somos buenos así como somos, y me dediqué a gozar de mi vida.

Alejada de la Naturaleza, la existencia humana queda vacía de contenido. www.elojointerior.org


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