La Memoria Compartida

Page 1

La Memoria Compartida El relato intermitente de dos pueblos y sus gentes

Boadilla / Santiago España _ Paraguay

El propósito de todo este proyecto, que no ha terminado todavía, es dejar una herencia al futuro de quienes a muchos kilómetros de mi casa me abrieron las puertas de la suya. Espero que esta herencia perdure en el tiempo y en las maravillosas gentes que conocímos en un lugar llamado Santiago y que es donde debió estar en su día, y allí sigue estando a día de hoy, el paraiso terrenal. Con todos ellos estará “mi Memoria y mi vida, Compartidas”


Inauguraciones de la calle del Riosequillo en Santiago-Misiones, Paraguay (9 sept 1996) y de la calle del Rio Paraguay en Boadilla de Rioseco-Palencia, Espa単a (9 sept 96)


Excusas para volver “Memoria compartida” es la historia de un flechazo. El relato intermitente de la fascinación de un turista accidental por un pueblo y sus

gentes. Desde España, Francisco Javier Melero cayó sobre Santiago Misiones

(Paraguay) en 1994, en medio del tropel de la ‘Ruta Quetzal’ -un esfuerzo más por acercar a naciones iberoamericanas fraternas- y en apenas veinticuatro horas de paso fugaz quedó prendido del encanto de unas latitudes lejanas y del calor de sus moradores. “Tengo que volver”, se dijo. Y volvió dos años después. Y volvió a volver otros dos años más tarde, en 1998. Entre medias, aún hubo tiempo para hermanar al municipio paraguayo con la patria chica de su madre, Boadilla de Rioseco, en Palencia (España). “Ambos pueblos se conocen aunque nunca se han visto”. En plena tierra de campos de Castilla, una calle del pueblo se proclama del Río Paraguay. En justa correspondencia, a la entrada de Santiago Misiones la calle del Río Sequillo da la bienvenida al viajero. Ahora éste regresa de nuevo con el fruto de sus sucesivos retornos a Paraguay y la prueba de la huella que los santiagueños le han dejado. Desde el 18 de julio, en ‘Memoria compartida’ se exponen 135 escenas construidas con retazos de la vida en Santiago Misiones y del pasado reciente de sus habitantes, que también le recuerdan a él. “En mi primer viaje le prometí a un niño, Hans, unas fotos que nunca le mandé”. El niño, que ya no lo es, se las reclamó y nueve años después llegan esas instantáneas y otras muchas para recuperar juntos el tiempo transcurrido desde entonces. 135 foto-montajes que son otros tantos latidos de las gentes de Misiones y con las que el autor homenajea a un lugar en el ancho mapa del mundo -y a sus lugareños- donde se sintió querido. También busca con esta exposición dar un impulso a la tantas veces proyectada Casa de la Cultura de Santiago y poner, modestamente, una primera piedra para el que un día será su fondo documental y archivo de la historia pequeña del pueblo. “Quiero sentirme útil”, proclama. Se dice dispuesto a organizar concursos de redacción y de pintura que cuenten “un día en la vida de Santiago Misiones” y cuyo fruto tal vez acabe por cruzar el océano e ilustrar a los paisanos castellanos de Javier. Quiere seguir atesorando memoria compartida. Para que los santiagueños no le olviden. Para tener nuevas excusas para volver.


Ever Frutos

Ana y Jarmín Arregui

Pia Ullón 2003

Estolomeo Céspedes

Cristino


Gaby y José Félix

Madres muy jóvenes. Padres, por lo general, poco responsables. Hijos de diferentes relaciones. Primos con apellidos imposibles de pronunciar. Sobrinas a las que enseñar. Abuelos prematuros. Ancianos que aún necesitan trabajar. Y cientos de niños que llenan a todas horas los patios de las humildes escuelas. Los santiagueños son gente muy amable, y tremendamente fotogénica. El trabajo iniciado en 1994 y al día de hoy, sin terminar, consiste en ir fotografiándoles e ir observando sus transformaciones físicas a lo largo de todos estos años.

Niños en el patio de la escuela de Mbocayaty

Laura Jimenez

Mario Acosta. 2006


La primera foto a Hans y a la bandera. 14 septiembre1994

Santiago, 18 julio 2003

Santiago, 18 julio 2006

Santiago, 18 julio 2008

Paula en Boadilla. 14 agosto 2010


Bandera peregrina Hay una bandera peregrina que cruza el océano, como una gran ola, de ida y vuelta. Ora Madrid, ora Santiago Misiones. Viaja en la mochila de Javier y la recibe o la despide, según toque, Hans, su ‘alter ego’ al otro lado del ancho mar. Es el suyo un vaivén hermoso, que mantiene vivo un pequeño cordón umbilical entre dos continentes. Javier Melero y familia vuelven, y con ellos, Memoria Compartida II. El registro fotográfico con el que levanta acta notarial de la historia pequeña de un pueblo y sus moradores. De lo que cambia y lo inmutable. En los tres años que median desde la última visita de estos españoles de corazón ‘misionero’ quizá la villa no se haya transformado mucho -una casa de cultura aquí, otra rúa empedrada allá-, pero sí evolucionan, crecen, se reproducen, maduran sus habitantes, que son, al fin, la savia que le corre por las venas a Santiago Misiones. Como los santiagueños, la exposición también se ha multiplicado. Ahora llegan 240 fotos, casi el doble de la primera edición, que se desplegarán como un espejo en el que mirarse, desde el 10 al 27 de julio, en el espacio para el que fueron creadas. Nenito, Swen, Cristina, .... todos ellos se encontrarán aquí retratados; tres años más jóvenes, tres años menos sabios que hoy. Porque de eso se trata. Envejecer juntos, aprender juntos y vivir para contarlo. Con las estampas de Memoria Compartida II se siembra, además, una semilla de futuro. En el lejano 1994 de su primer viaje a Paraguay el autor llegó solo. Después ha arrastrado consigo a sus seres queridos. Primero contagió el virus santiagueño a Clara, su mujer. Ahora se suma la hija de ambos, Ana Paula, a la que esperan inocular el mismo veneno, el amor a una tierra lejana que sienten como propia. Es apenas una niña, pero es depositaria de un vínculo trasatlántico, de una ganadería y de la ilusión de sus padres por verla crecer conociendo otras realidades, otros mundos. “Que se encariñe con estas tierras y esta gente”, dicen. Ella da nombre a unos premios con vocación de permanencia. Para que siga la saga y la historia continúe. Miente el bolero; la distancia no tiene por qué ser el olvido. Para eso está la memoria. Siempre compartida.


Jesús Ruben Maidana

Pasión por el futbol

Juliana González

Narciso Báez

Christian Jimenez


Rosalina ArĂŠvalos

Bebeto Romero

Estefania Dubarry

Daniel Maciel

Diego MiĂąo


2002

2005

Gabriela Miranda y Paula Melero 2003

El primer paso que di para comenzar esta colección La Memoria Compartida fué “fundir” una foto de mi hija Paula, de 4 años, hecha en Ibiza (agosto 2002) con otra de un charco donde se refleja la iglesia de Santiago Misiones (octubre 1996). Era la primera foto de un trabajo que a día de hoy (25 agosto 2010) festividad de Santiago, no está terminado. La niña es una excelente modelo, pero tiene muy poca paciencia. Con toda seguridad, herencia paterna.

2008


Como ayer y mañana Hubo una vez un reloj antiguo cuyo tic tac sólo escucha Javier Melero. Decoraba el salón de sus abuelos en Boadilla de Rioseco. Hoy sobrevive en sus recuerdos y su sonido, imaginario, le transporta a un tiempo que se fué. Para su autor, el reloj y los retratos de aquella habitación son un conjuro que le devuelve a sus seres queridos y los mantiene vivos aunque ya no estén. Es el poder de la memoria, al que esta exposición rinde tributo de nuevo. De eso trata Memoria Compartida III -como antes Memoria I (2003) y Memoria II (2006)-, de tejer el ayer con el hoy, de sembrar recuerdos para el mañana. “Cuando yo ya no esté habrá un trocito de mí aquí, en muchas casas de Santiago Misiones”. Sólo muere lo que se olvida, dicen, y Javier persigue la inmortalidad. Por eso se empeña en retratar obsesivamente a sus habitantes, en decorar luego los salones misioneros con el fruto de su trabajo, “el más importante de mi vida”. Ahora regresa a Santiago. Es su tercera exposición. La sexta travesía desde aquél lejano 1994 en que aterrizó en Paraguay. Él no lo supo entonces, pero había encontrado su lugar en el mundo. Al que retorna en cuanto puede y al que añora cuando no. En estos años, centenares de santiagueños como Hans han pasado de niños a

hombres frente a su cámara. Han posado Nenito Bolla y Wenceslao, dos veteranos de la guerra del Chaco, una madre coraje con su hijo enfermo y familias enteras que luego, quizá, coloquen la foto respectiva en el salón o en las piezas de sus

humildes casas. Sus estampas registran el pulso de un pueblo y sus moradores. Son la memoria destinada a perdurar para los que vengan detrás. Como Ana Paula, heredera del fervor paterno por este rincón pequeño a un lado del Atlántico. Vuelven ahora con 624 fotomontajes cosechados en dos años. El resultado final de las 9.000 instantáneas capturadas en 2006. “Empecé a procesarlas al día siguiente de volver a España”. Dos años eligiendo, retocando, invocando la magia digital. Dos horas por foto, 1.248 horas, 156 jornadas laborales españolas. Hay que querer mucho a un pueblo para embarcarse en una tarea enorme “que nadie me ha pedido”. Como su propia familia, las fotografías de Javier han crecido. En la primera exposición fueron 135 montajes. Tres años después, 240. Con los de la tercera entrega suman 999, un homenaje numérico a su hija. Y ya se plantea nuevas metas, nuevos proyectos. Porque siempre habrá un chiquillo nuevo que inmortalizar, una pareja de novios que quiera estampar su amor. Habrá una Memoria Compartida IV. Como ayer y hoy. Como mañana.


Alejandro Javier

Guillermo y Rosa Bolla

Wenceslao

Walli Miranda

Antonia y Miguel


Umberto y Gaby

Salazar y Delcy María Flores

Teodora y Ramón

Hugo Báez

Noemi Bolla


Primera intervención en Boadilla 2012 Boadilla de Rioseco está hermanado desde 1996 con el pueblo paraguayo de Santiago de Misiones. La iniciativa de

esta obra es de Javier Melero. En los seis viajes por aquellas tierras fue fotografiando a sus habitantes y observando con meticulosidad sus transformaciones faciales. Hoy ha querido que muchos de sus habitantes estén presentes en las calles del pueblo y para ello compuso este mural a modo de un gran mosaico. Concretamente 1200 fotos y más de 3000 santiagueños. Este mural La Memoría

Compartida quiere rendir un homenaje a todos los amigos de Misiones, en Paraguay y a su vez el autor, quiere homenajear a sus abuelos Mariano Melero y Juliana Blanco. De ellos nos vienen los apellidos y los recuerdos más bonitos de nuestros veranos en Boadilla. A partir de ahora, el calor y el frío, las heladas y el rocío, las noches y los días, irán haciendo envejecer con dignidad, como lo hacen nuestros mayores, este mural en el que hay reflejados muchos amigos que viven muy lejos, y que saben que existe un pueblo que se llama Boadilla de Rioseco. Miente el bolero; la distancia no tiene por qué ser el olvido. Para eso está la memoria. Siempre compartida.


Proceso de producci贸n y montaje del mural La

Memoria Compartida.



Mural La

Memoria Compartida finalizado. 14 marzo 2010


Fotomontajes para el vĂ­deo Antes y despuĂŠs




Carta desde un pueblo lejano Hace dieciséis años, (14 septiembre de 1994) las tranquilas y casi desiertas calles de mi querida ciudad de Santiago, dejó de lado la monotonía de sus tardes y abrió sus puertas para recibir a una delegación de jóvenes de muchas partes del mundo. Banderas de todos los países ondeaban en sus calles y un cordón de niños, con sus blancos uniformes a ambos lados del camino, daban la bienvenida a estos visitantes en la entrada a la ciudad. Niños cuyos ojos curiosos nunca antes habían visto aquella diversidad de nacionalidades de países tan lejanos que ese día invadían sus calles. Uno de esos niños, perdido entre tantos, era yo. Una larga caminata desde la entrada hasta la Plaza céntrica de la ciudad, acompañados por estudiantes, maestros, autoridades locales y pobladores en general, fue el acto de bienvenida que culminó con un tradicional desfile de caballos cuyos jinetes, portando banderas de varios países saludaron, sombrero en alto, a estos ilustres visitantes. Yo, como tantos otros niños, seguía impresionado por la presencia de tanta gente extraña que en ese momento invadía mi verde y tranquila plaza cuando se me acercó un hombre a caballo rompiendo con el protocolo, ya cansado, y me pidió que le sostuviera la bandera que el portaba durante el desfile. Quien hubiera imaginado que ese sería solo el principio de una historia que hoy me da el honor de dirigirle estas pocas líneas a un pueblo tan lejano. Aquella bandera roja y amarilla llamó la atención de un hombre que acompañaba la delegación capturando rostros con su incansable cámara, quien se acercó hasta mi para hacerme un par de fotos. En su partida prometió que algún día me las enviaría por correo. Pasaron meses, aquel esperado correo no llegaba y las esperanzas ya eran escasas. ¿Quien podría recordar un tímido rostro perdido entre tantos otros? ¿Que tendría de especial esa fotografía que la haga diferente a las demás? Un par de años después, en septiembre del año 96, llegó a mi casa un hombre buscando al niño de la bandera. Bandera que aquel hombre a caballo depositó en mis manos aquel día y que jamás volvió por ella. Bandera de dos colores, muda cómplice del destino, por meses atesorada como único recuerdo material de aquella imborrable tarde tan especial e irrepetible, había obligado a este hombre a abandonar sus tierras y cruzar el océano aventurándose con el propósito de encontrar al niño que la portaba y cumplir así una promesa que no había sido olvidada. Hoy, desde hace catorce años, nuestros pueblos están hermanados gracias a uno de sus hijos. Dos pequeños pueblos unidos por un hombre de un gran corazón. En nombre de mi pueblo les hago llegar desde la distancia un muy afectuoso saludo. Y que mejor forma de hacerlo que en mi lengua nativa, el Guaraní.

Tava porâite Boadilla ojeherova, mombyrygui amogûahesé peéme Apreciado pueblo llamado Boadilla, desde lejos deseo hacerles llegar

maiteî ha vy’apavé ko areté guasú pende tava arambotyre saludos y felicidades en este día especial por el aniversario de su pueblo.

Ha aguijé guasú ko karaípe, mokôi tava ombojoajuvaekué Y gracias a este hombre que unió dos pueblos

peteî tapé omboherarupi ko’ape ha upepe, al nombrar una calle aquí y allá,

ko’anga ahaí peeme ko kuatia poromomandu’a hagûa ahora les escribo esta carta para recordarles

ko Paraguáime oîhá peteî tava hérava Santiago Misiones que aquí en el Paraguay existe un pueblo llamado Santiago Misiones

pejuséove pendera’arôhá okênandire pegûahe porâite hagûa.

donde son siempre bienvenidos y los espera con las puertas abiertas cuando deseen venir. Hans_Federico Lindström Dahlbeck _Santiago-Misiones. Paraguay. 25 julio de 2010


MCI-1994-2003

MCIII- 2008 Idea: F. Javier Melero. Textos: Arancha Pradanos y Hans Lindstrom Dahlbeck Montaje Video: Antonio Perez Reina. Impresi贸n de las obras: Rafael.


MCII- 2006

MCIV- 2013 Montajes e instalación obras: S.R. Soluciones Gráficas SL. Diseño y fotográfia: Franja Fotográfica Edición: Clara Castellot. Dirección y realización: Juan Carlos Melero



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.