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Antífona de entrada Te saludamos, santa Madre de Dios, porque diste al mundo al Rey que gobierna para siempre el cielo y la tierra. Oración colecta Señor Dios, concédenos gozar de la salud del alma y del cuerpo y, por la intercesión de la santísima Virgen María, líbranos de las tristezas de este mundo y danos la eterna alegría. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Oración sobre las ofrendas Escucha, Señor, la oración de tu pueblo y acepta nuestras ofrendas, para que, por intercesión de la santísima Virgen María, Madre de tu Hijo, sea atendido todo deseo y escuchada toda petición. Por Jesucristo, nuestro Señor. V. El Señor esté con ustedes. R. Y con tu espíritu. V. Levantemos el corazón. R. Lo tenemos levantado hacia el Señor. V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R. Es justo y necesario. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación Señor, Padre santo, reconocer tu grandeza en la perfección de los santos, y proclamar especialmente tu inmensa bondad al conmemorar a la santísima virgen María. porque tú realizaste grandes cosas en el mundo


y diste pruebas de tu infinita misericordia cuando miraste la pequeñez de tu servidora, y por medio de ella, nos diste al autor de nuestra salvación, Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor. Por él, adoran tu grandeza todos los ángeles que se alegran en tu presencia. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando alegremente: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo. Antífona de comunión

Cf. Lc 11, 27

Feliz la Virgen María, que llevó en su seno al Hijo del Padre eterno. Oración después de la comunión Después de recibir los sacramentos celestiales, te suplicamos, Dios nuestro, que cuantos nos alegramos en la celebración de la santísima Virgen María, a ejemplo suyo, colaboremos dignamente en el misterio de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Lectura del libro de Isaías 7, 10-14; 8, 10 En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No les basta cansar a los hombres, que cansan incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, les dará una señal: Miren: la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.» Palabra de Dios.

Salmo responsorial Lc 1, 46-47. 48-49. 50-51. 52-53. 54-55


Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitaran todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es Santo. R. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón. R. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. R. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 4, 4-7


Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción. Como son hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios. Palabra de Dios.

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Lectura del santo evangelio según San Lucas 1, 26-38


En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo .» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Palabra del Señor.


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