Jesús hombre sabio parte 6

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VI PARTE


EL HOMBRE SABIO Y COMPASIVOXX desprendernos de nuestro yo individual para sentirnos unidos a Jesús de Nazaret (Parte 6) Recordemos que esto es: simplemente un primer intento de explicar con textos del evangelio cómo Jesús tenía una conciencia transpersonal, (que no se quedaba esa conciencia en sí mismo) Son textos que se han leído con frecuencia desde una manera de pensar individualista, pre-moderna, anticuada. Eso se explica porque así se hablaba cuando se escribieron los evangelios. Los evangelios demuestran una sabiduría propia de quien ha “visto” y habla desde más allá de la mente, porque ha llegado a un nivel mayor –transpersonal- de conciencia. Es decir, tiene una conciencia que es más grande que su propio yo. No se queda encerrado en sí mismo De Jesús se ha dicho con razón que fue el “hombre fraternal” y que todo su comportamiento tuvo como eje el amor a los otros, expresado como bondad, compasión y servicio incondicional. Pero ese comportamiento no proviene, en primer lugar, de un empeño ético, esforzado o voluntarista, sino de su propia comprensión de la realidad: él vio que el yo no era la realidad definitiva y por eso mismo enseñó que vivir para el yo equivale a perder la vida. Veámoslo más despacio en algunos textos, tal como han llegado a nosotros. • “Llegaron su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente estaba sentada a su alrededor, y le dijeron: «¡Oye! Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Jesús les respondió: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?». Y mirando entonces a los que estaban sentados a su alrededor, añadió: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»” (evangelio de Marcos 3,31-35). Otro rasgo característico de la conciencia unitaria, (de tener la


conciencia de que TODOS SOMOS UNO) es el reconocimiento espontáneo de la “familiaridad” universal o, si se prefiere, la conciencia que se siente en unión con todos los seres que existen. Ésta es la fuente de la compasión.(Com-pasión quiere decir sentircon) La conciencia mítica marca fronteras rígidas entre “los de casa” y “los extraños”, y tiene comportamientos muy distintos hacia unos y hacia otros. Es una conciencia exclusivista, que tiende a creer que toda la verdad está de parte de los suyos. Por su lado, la conciencia racional es individualista. Puede llegar a ver a todos “iguales”, superando las barreras etnocéntricas (de razas diferentes), pero seguirán siendo “iguales pero separados” o, en todo caso, seres relacionados sólo por lazos de sangre o lazos afectivos. En la Palestina del siglo I, en tiempos de Jesús, el parentesco era una de las instituciones más veneradas, por lo que las palabras de Jesús suponen, en primer lugar, la ruptura de un tabú (que Jesús rompe una costumbre muy antigua): se había atrevido a establecer un parentesco por encima del vínculo de la sangre y de la tribu. Pero no todo queda ahí, como entendería una lectura egoica (individualista) de las mismas. Esas palabras de Jesús nacen de una conciencia unitaria (conciencia de que todos somos uno) que hace saltar todas las barreras, porque ha visto la unidad radical de lo real (que todo lo que existe es una sola realidad). Somos miembros de la misma familia y, en cuanto lo descubrimos, “cumplimos la voluntad de Dios”, y no podemos dejar de hacerlo. ¿Y qué es la voluntad de Dios? Que la Vida fluya, que lo Real se manifieste, que Dios mismo se viva como Él quiere vivirse en todas y cada de las infinitas manifestaciones de las criaturas del universo. Por eso, en último término, somos todos los seres la misma familia: porque todos somos expresiones del mismo Dios que así se manifiesta.


• “… Entonces el rey dirá a los de su lado: «Tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme». Entonces le responderán los justos: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (evangelio de Mateo 25,35-40). “Conmigo lo hicieron”: ésta es la clave. Alguien que quisiera identificarse con los que sufren, hubiera dicho: “es como si lo hicieran conmigo”. Pero aquí no está hablando alguien que quiere identificarse, sino alguien que realmente ha descubierto que es uno con los demásque no es diferente de ningún otro. Eso es lo propio de la conciencia unitaria o transpersonal. Una vez más, no se trata de hacer un esfuerzo de voluntad, sino es sencillamente comprensión. Por eso, lo que está en la base no es un esfuerzo egoico,( de un individuo separado, aunque eso nos parezca muy bien, sino que nuestra conciencia se ensancha al mundo entero, a todo el universoCuando leemos esas palabras de Jesús, tuve hambre…(desde el nivel mental,) nos admira la voluntad amorosa de quien las pronuncia; pero desde el nivel transpersonal, a quien vemos es a la Conciencia unitaria que se expresa en Jesús. Ello significa que esas mismas palabras saldrán del corazón, espontáneamente de todo aquél que llegue a ese mismo nivel de conciencia que tenía Jesús y podemos tener nosotros. ¿Y qué podemos decir de las expresiones negativas que aparecen a continuación, y quemandan al “fuego eterno” a quien no ayudó a los pobres se encontraban en situación de necesidad? Por una parte, la imagen del fuego (y castigo) eterno pertenece a la imaginería característica del estadio mítico( son imágenes antiguas ya superadas hoy). En ese sentido, es una manera de expresar el “fracaso” de quien no se da cuentade la unidad que somos (y no puede vivir esa unidad). Por otra, la fuerte amenaza es un modo muy expresivo de


indicar la gravedad de lo que está en juego, por lo que se convierte en una angustiosa llamada a que nos demos cuenta, a que despertemos a esa unidad universal. • “Se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: «¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos?». Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: «Les aseguro que si no cambian y se hacencomo los niños no entrarán en el Reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me acoge»” (evangelio de Mateo 18,1-5). En el evangelio, el niño no evoca la imagen que hoy podemos tener de los niños en esta época. Significa, más bien, la condición de quien –como el niño en el siglo I- carecía absolutamente de todo derecho y se encontraba en el último lugar. “Hacerse como niño” – una expresión querida para Jesús- equivale a colocarse en el último lugar, renunciando incluso a los propios derechos, en una actitud de servicio a los otros. Así entendido, comprendemos por qué la figura del niño desempeña un papel central en el evangelio, como condición para captar y vivir la novedad que Jesús plantea, y que él mismo designa con la expresión “Reino de Dios” (que Mateo traducirá siempre como “Reino de los cielos”, porque los judíos evitaban pronunciar el nombre sagrado de Dios). No podía ser de otro modo: hemos visto más arriba cómo Jesús entendía su misión como servicio y entrega. Pero, más allá de eso, el interés del texto se fija en la identificación que Jesús vive con los niños y con lo que éstos simbolizaban. El dice: quien acoge un niño “Me acoge a mí” (no dice “es como si me acogiera a mí”: como en el anterior, tampoco aquí se trata de un deseo voluntarista, sino de darse cuenta de la conciencia transpersonal.De la unidad entre todos los seres.


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