escritos
Antonia Suarez Castelblanco Alcaldesa Local Antonio Nariño Luz Marina Hernández Asesora de Despacho Heidy Vargas Angélica Gamboa Supervisoras Juliana Suaza Interventora Mariana Becerra Gestora Local Inocencio Bahamón Rector Universidad Distrital FJ Elizabeth Garavito Decana Facultad de Artes ASAB Rocío Méndez Coordinadora Unidad de Extensión Ingrid Sierra Coordinadora Convenio José Luis Tahua Asistencia Operativa Fenyt Barrero y José Luis Tahua Asesoría y Selección de Textos Fundación Altamira Impresión Registro editorial 958-57318 Primera Edición 2012 ISBN 978-958-99062-2-4
CONTENIDO 5 Presentación Jose Luis Tahua
7 Prólogo Yury de J. FerrerFranco
12 Presentación del grupo Grupo Escritores AN
7 ESCRITOS
17
Clara Lucila Ojeda Orejarena
23
Eugenia Catalina Trujillo Camero
31
Amanda Yolanda Carrasco Jaramillo
El pingüino Toby (cuento) La vaca Toribia (poema narrativo) Lina (cuento) Los libros sobre la mesa (cuento) Ivan (cuento) Los zapatos de Ivan (cuento) El amigo terrorifico (cuento) La casa de mi abuela (cuento) El sapo la Luna y la Luciernaga (cuento) Me da la gana (poema) Primitivo (cuento)
35
Germán Polanco Mayorga
Nos han quitado la tierra Premio o castigo (cuento) La muerte de Z (cuento)
47
María de Jesús Higuera
53
Leydi Yurani Ochoa Duarte
57
(poema)
Luna de Noviembre (poema) Buenas Nuevas (cuento) Tierra Prospera
(poema)
Diego Germán Romero Bonilla El purgatorio de los artistas (apartes de novela)
Presentación
L
os textos que aquí aparecen son producto del grupo de literatura perteneciente a la localidad Antonio Nariño, desde la Escuela de Formación Artística y Cultural, que se origina a partir del convenio interinstitucional entre la Universidad Distrital y la Alcaldía del mismo sector. Encontrar alternativas de circulación, así como canales de producción a las diversas dinámicas creativas que se movilizan desde la vida colectiva en las arterias y calles que cruzan y entrelazan nuestra ciudad, es un trabajo permanente de las distintas instituciones públicas, ya que los programas ofrecidos de educación en artes no alcanzan a cubrir la demanda de los distintos públicos. Es así que, desde la División de Extensión de la Facultad de Artes (Universidad Distrital) aparece una línea de trabajo direccionada a las localidades, a su saber hacer en el campo de las artes y con esto, las escuelas de formación que conjugan ese espacio-tiempo de la libertad de creación con un estudio de rigor en cuanto a la disciplina del oficio. El trabajo en las áreas se ha denominado Diálogos Desde Lo Local con éste concepto nos referirnos a las producciones que se desprenden de la interacción entre los colectivos, artistas independientes y el proceso de la escuela. Esa circulación de ideas, palabras, imágenes, sonidos que circulan entre los hombres, dando cuenta de un saber hacer, un saber-sentir en el mundo de la vida. Esta compilación de textos de literatura cuyo título es 7 escritos (Cuento y Poesía) referencia una labor desarrollada en estos géneros, allí se plasman las atmósferas que parecen envolver un lugar común y de intersección, aquel de los espacios urbanos y la aldea (siempre lejana), de esto emerge una poética de los grandes 5
desplazamientos, que empiezan hacia finales del S. XIX y continúan hasta principios del S. XXI obligando a los diferentes protagonistas - sean víctimas o victimarios -, a cohabitar en algo que podría denominarse la intercontemporaneidad, comprendida como esa frontera móvil donde los diferentes tiempos de los hombres se cruzan, para arrojar paisajes y sombras del paisaje en continua transformación, en una expansión ad infinitum que sólo el ser estar puede controlar para nombrarlo a través de un relato, de un poema…..
JOSE LUIS TAHUA GARCÉS Bogotá, 5 de Diciembre de 2011
6
EL TALLER DE CREACIÓN
LITERARIA: OS
A EL ENCUENTRO CON TOD Y DE SIGNIFICACIÓN PAR ESPACIOS DE CONTACTO
Yury de J. FerrerFranco
P
ese al importante y evidente recorrido, consolidación y difusión de la teoría literaria, un acercamiento a la literatura, entendida desde el problema y el reto que implica asumirla como acto creativo, genera necesariamente más preguntas, por cuanto su objeto, el texto literario, posee contornos difusos y cuerpos cada vez más variados (por mutantes) que exigen adecuaciones y readecuaciones permanentes para abrir posibilidades de ingreso a los mundos posibles que emergen de la creación verbal tan permanente, viva y contextualizada como los sujetos que la producen e interactúan con ella. Un colectivo que se pregunta acerca de lo literario en tanto creación y asume la creación literaria con disciplina apasionada discurre necesariamente por las sendas, a veces espinosas, de los problemas que se desprenden de la reflexión en torno a la literatura, de las implicaciones de los aprendizajes que ella entraña y de los avatares de asumir el acto creativo desde y con la palabra: He aquí algunos de esos problemas, materializados en preguntas que sirven como punto de reflexión a quienes, como los escritores de este volumen, deciden recorrer las sendas de la literatura: a) ¿De qué se habla cuando se alude a la literatura? ¿De un uso prestigioso del lenguaje, de una forma de la historia, de aplicar modelos de análisis, de leer, de escribir...? ¿Con qué lenguaje? ¿Provistos de qué saber o saberes? b) ¿Es posible encontrar en la literatura espacios renovadores de formación y de conocimiento, de creación? c) ¿Qué relaciones tienen la imaginación, el conocimiento y la creatividad?
7
d) ¿Hasta qué punto la teoría literaria constituye un lugar de observación, un método de aplicación o una reflexión continua acerca de los fenómenos literarios y contribuye a los procesos de creación poética? e) ¿Cuáles son las diferencias y cómo interactúan los campos de la historia, la literatura, la teoría literaria y la crítica literaria con la creación literaria? f) ¿Desde qué punto(s) de vista y mediante qué proceso(s) pueden construirse los saberes literarios: como disciplina, como enseñanza, como cultura y en tanto creación, en su triple tejido: educación-sociedad-Estado? g) ¿Cómo ocurren, de qué forma se diferencian y qué proyectan los imaginarios culturales en su relación con la obra literaria como formadores de conciencia ciudadana y conformadores de habitantes constructores de tolerancia, autonomía y participación? h) ¿Cuál es la dinámica particular que generan los imaginarios urbanos y populares en la interpelación que hace la literatura a los saberes de los sujetos? i) ¿Cómo configurar en los espacios de formación una vía de acceso entre el cuerpo, la lengua y la literatura, con el fin de experimentar la emergencia individual y colectiva de la risa, el deseo y el placer? j) ¿Es posible un acercamiento a la literatura desde una pedagogía de la imaginación poética? k) ¿Cómo pueden construirse un aprendizaje y una enseñanza fundados –al mismo tiempo– en la sensibilidad y la inteligencia, sin sustituir el espacio que la poesía debe ocupar en el desarrollo de la sensibilidad y sus funciones en la constitución de la imaginación creativa? l) ¿Bajo qué criterios puede configurarse un trabajo creativo que conduzca a la iniciación, a la capacidad de vivir y entender la literatura, puesto que ésta es cultura, artificio, poesía e historia? Ante preguntas como las anteriores, que abren un panorama complejo cuyo centro es la pregunta acerca de creación literaria, conviene establecer que, en el caso de este saber creativo y creador, existe la tendencia –en los contextos culturales– a reinterpretar la enseñanza en función de centrarse en el aprendizaje, en la medida en que se busca proporcionar a los sujetos niveles nuevos de significación y de argumentación que les permitan desplegarse. De este modo, no se propone en un contexto como el que origina este libro, por ejemplo, el texto literario como un “instrumento didáctico o herramienta pedagógica” para promover el desempeño formal de “los participantes” frente a su lengua materna, tal como era concebida en el sentido tradicional la relación con la literatura, sino como un saber enseñable, para un sujeto educable en un contexto amplio y libre al que éste accede por voluntad propia; espacio que, gradualmente, se asume, desde la individualidad y va proyectándose gradualmente desde la voz y las letras hacia el colectivo, con mayor rigor,
8
disposición y responsabilidad, en un proceso dialógico de autoformación para la creación literaria que se revierte en los otros y genera textos creativos. Cabe destacar aquí que la enseñabilidad depende de los nexos que se establezcan entre los saberes (su naturaleza) y las condiciones de la enseñanza y que la educabilidadparte de las condiciones de los sujetos, de sus capacidades, así como de la manera como los contenidos de la enseñanza se adecúen, a través de un proceso permanente de contextualización, a esas capacidades. También es necesario declarar que al hablar de enseñabilidady educabilidad, no me estoy refiriendo a los procesos que se dan exclusivamente en el marco, a veces restrictivo, de la institución escolar, por cuanto estos procesos ocurren en lugares como el taller de creación, asociación libre de personas unidas por un interés común. En este punto cabe destacar que, desde la perspectiva del concepto de enseñabilidad las posibilidades de comunicabilidad de un saber (en este caso el literario) no es un efecto sino una condición de su producción y en tal sentido es necesario recordar que cada disciplina se caracteriza justamente por las formas de comunicación que se instalan y desarrollan en el interior de la comunidad que ella convoca y aglutina. La literatura puede configurarse, entonces, como un saber enseñable desde cuatro consideraciones específicas de acuerdo con la visión particular que se oriente en relación con el texto literario en tanto que objeto de estudio y de creación. De este modo es factible acercarse a la literatura como arte, como lenguaje, como mundo y como poesía, perspectivas que exigen una amplia visión en el contexto de una formación que alcance verdaderos niveles de integralidad, es decir, que se ubique por encima de las visiones yuxtapuestas (superpuestas) de las diversas ciencias y culturas, haciendo énfasis en la toma de conciencia acerca de las interrelaciones que existen entre las especializaciones y los saberes, de tal suerte que sea posible construir una dimensión global que dé sentido al proceso de la vida humana. En este sentido la literatura exige, además, una visión de la investigación como indagación y como creación; esto quiere decir que han de revisarse de manera constante, sin prejuicios metodológicos y sin arreglo a paradigmas, las diferencias que identifican a los hombres lógicos, lúdicos e imaginativos, para consolidar de modo ético y estético la labor profesional, expresar los planteamientos con respeto y claridad, ejercer y aceptar la crítica y, como fruto de este ejercicio riguroso, modificar los presupuestos pedagógicos, artísticos y científicos, cuando así se requiera. La investigación como indagación/creación implica también evaluar tanto las posibilidades y las prioridades investigativas, como la solidez de los conocimientos en la disciplina,
9
integrados al contexto, comprendiendo la investigación –insisto y para ello repito– como una indagación creativa, antes que como un proceso situado en perspectiva de la exactitud y la comprobación. Esta mirada permite que fluyan las memorias, que se definan las voces narrativas, o aquellas más líricas que se deciden por el verso para realizar sus tránsitos, o que los ámbitos y los personajes emerjan en las tablas virtuales de la mente del dramaturgo, génesis del teatro que vemos luego representado en los escenarios… A partir de estas reflexiones resulta importante reiterar que los procesos de aprendizaje y enseñanza de la literatura desbordan las didácticas del “bien hablar”, la “correcta escritura” y la “afición del lector de obras”, y tendrían que asumirse a partir de una concepción de la enseñanza como taller, como artesanía, como experimentación y como reconocimiento de experiencias y subjetividades, en tanto que leer y escribir literatura implica pensar el taller o la clase como un espacio que hace posible la heterogeneidad y, por ende, el disenso. De este modo, contra el tema fijado, el sentido único y “evaluable”, habría que reafirmar la lógica del espacio abierto a la significación; tolerar la discrepancia, hacerse cargo de las contradicciones y escuchar la polifonía que el texto nos invita a escuchar atentamente… Leer, téngase en cuenta, es también escribir. La crítica literaria, como la práctica de una lectura que se convierte en escritura, es otra de las omisiones de la academia y de sus espacios aledaños, como el taller creativo en el que, a veces, se reproducen inconscientemente las prácticas tradicionalistas que tanto criticamos a la Escuela, por ejemplo, la prevalencia del comentario evaluativo de la “autoridad literaria prestigiosa” (en lugar de la valiosa voz de los pares); o “la perspectiva impositiva del orientador” (en vez de la afirmación creativa del participante, vuelta palabra oral y escrita). Contra la crítica como actividad dependiente, es necesario repensar la crítica como otra escritura creativa y generadora de escrituras y ese es el compromiso de este colectivo, que ha generado literatura que se abre ante los ojos del lector, que le abre los ojos al lector. El aprendizaje y la enseñanza de la literatura en cualquier contextoconstituyen, pues, mucho más que una didáctica de la oralidad y de la escritura; se erigen en una pedagogía de la imaginación y de la poética, dado que el lenguaje los configura, a medida que genera las formas de la irrealidad en que se halla inmersa la conciencia; en la medida en que permite inventar nuevas formas (¡inéditas como las que ahora se editan en este libro!); reinventar las formas existentes y multiplicar los territorios que determinan el campo de la inteligencia humana. Establecer para los espacios educativos lugares afectivos y efectivos desde la literatura, consiste en entender la imaginación como el dispositivo de todo conocimiento y saber posible, llevando la relación “lógica” e instrumental entre lo real y lo imaginario, hacia lo
10
lúdico y lo creativo, hacia lo amable y lo digno. De ahí la necesidad de que el lenguaje poético se convierta siempre en una propuesta iniciática, ritual y carnavalesca. La literaturaconstituye un espacio privilegiado para cultivar el saber integral crítico y creativo sobre las relaciones que el ser humano establece dentro de sí y con su contexto, referenciándose en un tiempo y en un espacio determinados. Por esta razón, Jerome Bruner, quien a pesar de ser, no sólo un científico, sino el responsable de la denominada Revolución Cognitiva de finales del siglo XX, cree firmemente que la superación y formación del individuo y de la sociedad no tiene solamente como bases la ciencia y la tecnología, sino que las humanidades y, en su contexto, la literatura tienen un papel crucial: Con frecuencia se habla de cómo mejorar la educación en Estados Unidos. Y ¿qué se dice?: oigo la palabra matemáticas, la palabra ciencia y también algo de alfabetización y de cómo aprender a escribir una carta correctamente. Y así, creen algunos que mejoraría la productividad industrial estadounidense. Sin embargo, las personas también viven sus vidas de forma interiorizada, y quiero defender la idea de que es mucho más pobre vivir en nuestro mundo moderno si no has leído a James Joyce, o la poesía de Octavio Paz o las novelas de Carlos Fuentes. Por ello, un proyecto educativo (y el colectivo del que emerge este libro lo es) que tenga como referente y fin la formación integral, debe mirar a los contextos sociales desde la escena del lenguaje (entendido en sentido amplio) y a éste desde los acontecimientos de la vida. Los saberes que surgen de la vida y del mundo de los valores ciudadanos, hacen posible una concepción en términos de lo que se quiere ser, dentro del conjunto de las relaciones socio-culturales articuladas a un proyecto histórico y de vida común. Este texto, compila voces materializas en letras, segmentos de vida y visiones de mundo que sus autoras y autores quieren hoy compartir con los lectores. El libro es más que un objeto; encarna la invitación a un acto íntimo: la lectura. En ese espacio de contacto y de significación, en ese espacio de comunicación, nos encontramos todos.
11
Presentación del Grupo AN Grupo de escritores Bogotá, noviembre de 201 “…me parece imposible escribir si el que lo hace no rinde cuentas de su mundo interior y de la manera en que el mundo objetivo se le aparece…” J.P. SARTRE
El comienzo El convenio interinstitucional entre la Facultad de Artes ASAB, Universidad Distrital Francisco José de Caldas y la Alcaldía de la Localidad Antonio Nariño convocaron a habitantes del sector de dicha localidad a conformar un grupo para el estudio y creación literaria. El primer taller para adultos reunió a personas interesadas en la escritura partiendo del estudio de textos teóricos como Criterios para una conceptualización del cuento de Carlos Pacheco y Luis Barrera Linares, Poética de Aristóteles, Arte Poética de Jorge Luis Borges, Teoría de la Narrativa de MiekeBal, Ciudades Literarias, ¿Qué es la poesía? de Jaime García Maffla, así como la lectura y análisis de obras de Julio Cortázar, Horacio Quiroga, Juan Rulfo y Edgar Allan Poe. Motivados por situaciones barriales redescubríamos la poética de los diferentes espacios y tiempos de nuestro entorno, aparecen desde otra perspectiva la plaza de mercado, sus dinámicas, formas e imaginarios; es decir una serie de imágenes que se vuelven letras. Comprendimos que basta con expandir los sentidos para entender cómo una sutil esencia que guarda en lo humano, se exterioriza en el territorio de la forma a través de la literatura. 12
Cada escritor llegó con su particular forma de observar el mundo para establecer un diálogo y debate permanente, para enriquecer los saberes que cada uno poseía. Este texto recoge el espíritu que se desarrolló durante el tiempo de los talleres y el compartir en torno a la palabra.
Segundo encuentro Entendiendo el oficio literario como la mediación entre la experiencia de la vida y la curiosidad intelectual que busca“la sutil fascinación por el conocimiento”, la metodología que hizo parte del nivel intermedio, se describe en las siguientes palabras de Gabriel García Márquez en su Manual para ser niño: “Nadie enseña a escribir, salvo los buenos libros, leídos con la aptitud y la vocación alertas. La experiencia de trabajo es lo poco que un escritor consagrado puede transmitir a los aprendices si éstos tienen todavía un mínimo de humildad para creer que alguien puede saber más que ellos. Para eso no haría falta una universidad, sino talleres prácticos y participativos, donde escritores artesanos discutan con los alumnos la carpintería del oficio: cómo se les ocurrieron sus argumentos, cómo imaginaron sus personajes, cómo resolvieron sus problemas técnicos de estructura, de estilo, de tono, que es lo único concreto que a veces puede sacarse en limpio del gran misterio de la creación… Que la vida decida quién sirve y quién no sirve, como de todos modos ocurre.”
Algunas de las preguntas que nos acercaron de forma consciente sobre el quehacer literario fueron ¿Acaso la literatura son sólo los textos que físicamente existen?, ¿Cómo se forma un buen escritor?, ¿Cuándo trasciende un escrito?, ¿La literatura es una experiencia común con giros poéticos? Con estos cuestionamientos en mente, el área de literatura realizó dos eventos de cierre: el primero, llamado LA TERTULIA DE LAS LETRAS, fueun espacio para leer los textos que surgieron de los talleres de creación literaria, abierto a habitantes de la localidad. El segundo, EN BÚSQUEDA DEL CONCEPTO LITERARIO. DIÁLOGOS DESDE LO LOCAL, fue unconversatorio que dejo de manifiesto nuestras formas de concebir el arte literario.
En busca del concepto literario La reflexión en torno a la escritura, ha permitido ese diálogo del que hablamos, un diálogo que desde lo local, busca a través de procesos alternativos de formación en la creación literaria desarrollar nuestro trabajo en el campo de las artes, esto, como un despliegue de miradas sobre la realidad que nos habita. A continuación mencionamos ideas que han surgido de esta búsqueda. 13
·
·
·
·
El escritor no puede abstraerse del contexto social en el que vive. Como sujeto histórico lleva una carga psíquica que se ve plasmada en sus escritos; los mundos que crea están fuertemente influenciados por esas vivencias. Al lector le pasa algo semejante, cuando está frente al texto y se dispone a leerlo, no puede dejar de lado su saber, su época, ni el lugar donde nació. Los escritos literarios no necesariamente reflejan la realidad, ni tampoco tienen que hacerlo; uno de los retos es atrapar la atención del lector, pero el escritor en el momento de la creación, no puede limitar su pensamiento al lector, no puede simplemente decir: “bueno, voy a escribir para un tal o cuál público”, en el sentido de que anularía las posibilidades creativas. El lector de acuerdo con sus experiencias de vida interpreta el texto, que despierta en él, sentimientos, recuerdos, ideas que el autor nunca alcanzará a imaginar, hasta el punto que el mismo autor podrá recibir explicaciones sobre el sentido de su obra. Todo texto literario es un mundo construido de forma coherente consigo mismo.
Del convenio a la autonomía A partir de la convocatoria hecha por las instituciones mencionadas, nos hemos consolidaddo y proyectado a largo plazo como grupo literario autónomo, donde docente, estudiantes e invitados, se dedican a la creación y reflexión de su trabajo literario. Hoy continuamos indagando sobre las inquietudes e interrogantes que se generan desde las diferentes lecturas, rotamos los escritos propios para escuchar criterios que se suscitan en distintos lectores; de esta manera nos retroalimentamos, nos disciplinamos en el arte de escribir, vinculamos personas para fortalecer eso que nos hace ser, vivir y permanecer en el mundo.
Coda Depurar las técnicas de escritura, establecer una disciplina del oficio, posibilitar encuentros donde se hagan análisis y reflexión de diversas obras, hace parte de la dinámica de los talleres. Espacios de proyección que divulgan y validan las acciones literarias. Recomendamos a quienes se dedican a la enseñanza ir con sencillez, desaprendiendo el saber para poder encontrar el potencial que existe en los estudiantes. Se debe aprender antes que enseñar. El proceso de enseñanza es de doble vía, si se va con la petulancia propia de la herencia académica, nunca se sabrá encontrar esa LUZ que cada ser humano guarda. 14
Nuestra experiencia es una propuesta que invita a volver a los barrios y encontrar personas que desde su saber-hacer, saber-sentir enriquezcan los procesos artísticos. El límite no es el barrio, ni la localidad, tampoco la academia, debemos romper esos límites impuestos. La tierra no es más que un minúsculo punto navegando en el espacio, todos los sucesos del mundo nos afectan así los desconozcamos. Bogotá, 29 de noviembre de 2011 GRUPO ESCRITORES AN
15
16
Clara Lucila Ojeda Orejarena (Bogotá, 1958)
Soy Clara L. Ojeda O., he estudiado literatura en la Escuela de Formación Artística Antonio Nariño, durante los talleres que se han dado para adultos en el 2010 y 2011. Yo escribí La Vaca Toribia en el año 2009, viajé a varios pueblos de Cundinamarca, observé varias vacas de fincas. El Pingüino Toby lo he escrito porque me gustan los pingüinos en invierno, cuando ha nevado. Escribí Los Libros Sobre la Mesa, inventé un joven aficionado a las letras que de la mañana a la noche tuvo suerte y ganó millones de pesos.
17
EL PINGÜINO TOBI En un lugar de Alaska, más arriba de Canadá, se encontraba el pingüino Toby. De color blanco con negro caminaba solitario en sus cuatro patas de Oriente a Occidente. Hoy es un día un poco caluroso en noviembre. Las nubes van despacio en el cielo. El sol se asomó muy lento. A lo lejos, se ven esquimales en grupos de familias, hombres, mujeres, niños y niñas, dentro de chozas construidas por ellos. Los hombres con sus chaquetas hechas con pieles de osos blancos y carmelitos, van hoy a cortar de los árboles la madera por pedazos para calentar el fuego, pues hace frío. Prendieron la candela, el menú de hoy: zorros carmelitos con sal que cazaron con rifles, estaban muy viejos y fueron asados con las maderas. Almorzaron los, las esquimales y bebieron coca colas enlatadas. Al día siguiente comenzó a nevar un poco, es diciembre. Los niños esquimales juegan el baseball con una pelota. Algunos hombres esquimales y sus mujeres preparan los skies para partir a esquiar. Avanzaron caminado lentamente por las montañas del hielo, esquiando van al pico de la montaña y ruedan abajo; luego más rápido, unos copos de nieve saltan. El pingüino Toby al amanecer buscó alimento en un río pequeño, encontró unos pequeños peces congelados y se los tragó; quedó lleno y preocupado, bebió agua no congelada en un estanque. El pingüino Toby se sintió solo, vio a lo lejos en un monte una cueva de hielo, se acercó y ¡oh la la! se encontró con la pingüina mayor, adentro también se hallaban otros pingüinos y pingüinas jóvenes y los de más años. Una semana antes el pingüino Toby se había perdido en un bosque de árboles. Hoy había que celebrar, daban vueltas y lanzaban alaridos. Es de noche, duermen. Se refugiaron de la nieve en la cueva los pingüinos y las pingüinas. Tragaban peces atrapados por ellos y ellas, días antes de comenzar a nevar. El tiempo de invierno se ha ido, es el mes de marzo. Queda un poco de nieve en algunos caminos, el hielo sobre los árboles y las montañas se derrite. El pingüino Toby con los pingüinos y las pingüinas, jóvenes y mayores, en manada marchan felices. Corren cientos de kilómetros para buscar peces, alimentos en los ríos. A lo lejos hombres, mujeres, niños, niñas y jóvenes esquimales, en sus aldeas hacen artesanía.
18
LA VACA TORIBIA EN LA GRANJA 1 Los toros, las vacas en la mañana caminan, sin garrapatas libres de aftosas. Ya es hora de que engullan el heno a la panza, el bonete, el cuajo, el agua del río que corre beban. Lejos se escuchan las moscas y un escarabajo. 2 De la cerca del vecino un toro trotando en el potrero va a huir. Vengan vacas abran los portones, los señores las irán a reunir. De los baldes salta la leche a borbotones. Luego las ubres van a exprimir - ¡que líquidos blancos deliciosos! para fabricar mantequillas, quesos y cuajadas - ¡nos lo comeremos antojosos! con arepas y en rebanadas. Las mujeres, los peones, los patrones. 3 Mu, mu exclama la vaca Se halla muy gorda y echada No soy mula cargada de coca - no se puede parar, de medio lado está inflada un poco de hierba ha de mascar. 4 Llamen al veterinario que va a parir - Falta un rato ¡va a cagar! Un ternero empuja, acaba de abrir el césped está lleno de sangre el ternero tambalea, se va a levantar se acerca a la vaca con hambre presto las ubres va a chupar. 5 En la granja las vacas y toros al anochecer, presienten que al matadero van a llevarlas, con cuchillos su carne cortan, asan y ¡a comer! sus cuernos a la feria irán a vender.
19
LINA Lina es una niña dulce de 6 años, hija de Pedro Novoa y Margarita Fajardo de Novoa. Pedro ha trabajado como mensajero en una oficina y Margarita como mesera de varios restaurantes, habitan en un primer piso de una casa en arriendo. Lina estudia en la escuela pública El Dragón dorado en primero de primaria, ha aprendido algunos números y a escribir. Un lunes se sintió con fiebre y ronchas rojas, la señora Margarita la llevó al médico - es varicela. Le formularon unas inyecciones y unas pastillas - estará incapacitada, tres semanas en la cama y tendrá que alimentarse mejor. Cuando se alivió regresó a la escuela. Su profesora Judith Ferrer, organizó la fiesta de los niños, el 31 de octubre. Un niño se ha disfrazado de pirata, otro de conde con una espada, una niña de gitana, otra de abeja, un niño de gato, otro de oso, una niña de campesina, un niño de dinosaurio, y la última niña de ratona. Lina se disfrazó de princesa. Se hicieron juegos entre los niños; jugaron escalera, parqués, damas chinas, y dominó. Después la profesora Judith sirvió helados de vainilla, gaseosa de naranja, biscochos de chocolate, mantecadas, galletas, sándwich de pechuga de pavo, con queso y mantequilla. Los niños de primero de primaria han estudiado para los exámenes y han ganado el año sin habilitar. Lina se ha ido de vacaciones a la casa de su abuelito Manuel Novoa, que vive en el campo cultivando la tierra.
20
LIBROS SOBRE LA MESA Hoy en la mañana Oscar Leal ha desayunado en su casa ubicada en el norte de Bogotá. Ha cocinado en la estufa huevos pericos con cebolla y tomate, que acompaña con dos arepas asadas con queso, y una taza de chocolate caliente. Como todos los domingos se dirige a su despacho, un escritorio de madera con gavetas y un asiento de paño con madera. Ve seis libros hilerados en desorden uno sobre otro con un esfero encima. ¡Aja! se sorprende - recuerdo haberlos comprado en una librería desde hace un mes y es la hora que no los he leído. - Ya habrá tiempo para eso. Llega el lunes y no ha ido a trabajar a su almacén del norte, donde fabrica y vende muñecos hechos con resina pintada y cables eléctricos. Vende miles de muñecos en diciembre para los regalos del día de navidad. ¡Qué interesantes son los libros de geografía! Sobre la mesa había olvidado uno que trata de diferentes naciones, ríos, montañas, fauna, lagos, humedales… Llegó la hora del almuerzo. Caminó a un restaurante chino, pidió al mesero una sopa de pescado. El plato fuerte; arroz con langostinos. Comió y sitió más hambre, encargó un plato de espaguetis con mortadela, jamón y chipichipi. ¡Ah que exquisito! Pagó la cuenta al cajero chino acompañado de su mujer china. Animado salió hacia su casona esquinera en el norte; de dos pisos, pintoresca arquitectura inglesa comprada hace poco - los muñecos se la han regalado. En la tarde deseará continuar la lectura de los mapas del libro de geografía. Se sumergió en la lectura. En la noche cocina en la estufa, calienta un té con leche, galletas saladas, queso en trozos y papas fritas. Olvidó la lectura y se hipnotizó con la televisión, las noticias, el partido de futbol colombiano y más tarde una película de estreno mundial. Se ha ido a su alcoba a dormir para mañana trabajar y vender muñecos en su negocio. Los otros cinco libros los leerá el siguiente domingo por la tarde, ellos pueden seguir esperando.
21
22
Eugenia
Catalina
Trujillo
Camero
(Bogotá, 1966)
Realicé estudios de bachillerato en el colegio Independencia y en la Casa Cultural Moreno y Escandón, donde recibí el título de Bachiller Académica. En la Academia Paciolo, me gradúe como Secretaria Ejecutiva y en el SENA recibí título en Mesa y Bar. En la actualidad adelanto estudios de literatura en la Escuela de Formación Literaria Antonio Nariño. Además de cuidar a mis hijos y escribir, tengo junto con mi esposo una empresa de marroquinería. La pasión por escribir se reafirmó cuando mi segundo hijo enfermó de gravedad, él es mi inspiración. Sí las palabras son la directa expresión del pensamiento, es porque pasan por el corazón antes de brotar de los labios.
23
IVÁN Cuando chiquilla mamá me enseñaba como hacer muñecos de trapo. Una tarde quise modelar uno yo sola. Me dirigí al desván, encontré una tela vieja con la que hice la figura de la cabeza, le pinte los ojos y la boca, desbarate una carpeta de lana y la usé como pelo, después cocí las manitas al cuerpo hecho de paño que rellené con algodón. Lo miraba emocionada, su rostro estaba descolorido, entonces pinté sus mejillas con un carmín que combinaba con su boca, sus ojitos parecían dos luceros. Quería terminarlo antes de que llegase la noche. Abandoné el desván y una vez en mi cuarto, di una ojeada a cada rincón, buscando algo que le diera vida a mi hermoso muñeco. Pensé que él no podía morir sin tener un nombre, lo bautice IVÁN, porque era muy tierno y suave, sólo podía compararlo con la más apacible melodía que emana de un violín. Guarde el muñeco en un cajón. Pasaron muchos años, y olvidé aquel cuerpecito de trapo que un día quise que tuviera vida. Tantos abriles pasaron, que sin darme cuenta me hice mujer y en determinado tiempo hube de pisar la espina y la tierra, tratando de alcanzar una quimera; fue lo más dulce que pude probar. Y de la misma forma cuando apenas aclaraba el día, el romance terminó. Acaecieron en extremo témporas y la soledad se convirtió en esperanza de lo añorado. Después de un tiempo de bendita expectativa, hizo su advenimiento lo esperado. Era como el sol entre tiempos, contemplándolo descubrí que tiene por ojos dos luceros y una hermosa boca color carmesí. Quién pudiera decirlo, es como aquel muñeco, con sus bracitos y su cuerpecito tan frágil que IVÁN lo bauticé.
24
LOS ZAPATOS DE MI PRIMO IVÁN Hola soy Diego primo de Iván. Él y yo tenemos la misma edad, su cumpleaños es en noviembre, el mío en diciembre. Cuando mi primo cumplió dos años, mi tía le compró unos zapatos que para mifuerón la sensación; yo me los quería poner; por más que lloré y lloré, no me los pusieron. A mi corta edad no entendía qué era de él, y qué era mío. Esperé que mi primo se durmiera y cuando cerró los ojos subí a la cama. Con mucho cuidado de no despertarlo, desaté los cordones de los zapatos, se los quité y me los puse, con sigilo me baje y corrí a la sala, me escondí tras la cortina. Cuando mi mami se dio cuenta que yo no estaba por ahí, comenzó a llamarme Diego, Diego ¿dónde estás? Yo no me movía para no ser encontrado y así evitar que me quitaran los zapatos. Mamá no tardó en encontrarme, vio los zapatos debajo de la cortina y dio un grito ¡ah te encontré!. Pensé que me regañaría pero ella amorosamente me dio un beso, sonrió y me dijo, los zapatos son de Iván cuando cumplas años yo te compro unos. Mientras llegaba la anhelada fecha, mi tía resolvió coger los zapatos de Iván y los míos, nos sentó en el sofá, me puso un zapato de Iván y uno mío, lo mismo hizo con mi primo, nos veíamos muy chistosos. Esta fue la decisión más apropiada, para que yo no hiciera berrinche. Los días transcurrían, mi primo y yo éramos felices, corríamos, montábamos en el triciclo y jugábamos con el balón. Entre risas, juegos y llantos, pasó el tiempo. Llegó Navidad, la fecha de mi cumpleaños estaba próxima. El siete de diciembre celebramos la noche de las velitas y los faroles. Fue la última vez, que Iván y yo estuvimos juntos. El nueve de diciembre, mi primo enfermó, no me pude despedir de él, lo llevaron de urgencias a un hospital. Pasaron muchos días, junto con sus noches, pasó mi cumpleaños, navidad, año nuevo, reyes. Mi primo Iván no salía de la clínica. Yo veía a mi mami llorar, sabía que algo andaba mal, un día su llanto fue interrumpido por el timbre del teléfono, la conversación era confusa para mí, pero indudablemente, hablaban de Iván; al colgar el auricular pregunté por mi primo, ella con voz entre cortada me dijo, papi él está enfermo y no creo que regrese a casa. 25
En ese momento entro mi tía, me dio un beso, me sentó en la cama, y me colocó los zapatos de mi primo, con voz pausada me dijo: Te los mandó Iván para que los uses. Yo no lo podía creer, al fin tenía los zapatos que tanto me gustaban, los disfruté mucho. Hoy tengo quince años, y aún conservo los zapatos de mi primo Iván. Es el único recuerdo que tengo de él. A su corta edad, un virus lo condenó a vivir en un mundo diferente al mío.
26
EL AMIGO TERRORÍFICO Yo vivía en Pueblo Viejo Boyacá, muy cerca de la laguna de Tota. Mis abuelos tenían una finca grande con mucho ganado y bastantes árboles, entre ellos uno, el más frondoso de tronco grueso, era mi confidente, todas las mañanas lo abrazaba y trepaba hasta lo más alto. Le contaba todo lo que yo hacía, desde mis buenas acciones, hasta las picardías que le jugaba a mi abuelo. En ocasiones parecía disgustarse, movía sus ramas con tanta fuerza que trataba de hacerme caer, para apaciguar su enojo le hablaba suavemente y le decía lo mucho que lo quería. Cuando llegaba la noche, lo observaba desde la ventana de mi habitación, se movía fuertemente formando figuras fantasmagóricas, que combinadas con el eco del oleaje de la laguna y los ronquidos de mis abuelos, lo hacían parecer un monstruo gigante que quería entrar en mi cuarto y cogerme. Hoy de vuelta a la finca ya no están ni mis abuelos, ni el árbol; desde la ventana suelo imaginar al árbol que tantas veces me produjo pánico. El sonido agudo del oleaje de la inquieta laguna y las voces de los niños, gritando ¡abuelo, abuelo! ¡Ven! ya prendimos el fuego de la hornilla, me devuelven a la realidad. El más pequeño, con suave voz, me pide que les narre un cuento. Busco en mi memoria vieja y cansada los recuerdos de Pueblo Viejo.
27
LA CASA DE MI ABUELA En época de vacaciones íbamos de visita a casa de mi abuela. No era raro encontrarla en la cocina avivando el fuego y silbando como un pajarillo, mientras empezaban a arder los leños en la estufa de carbón. Quedarnos en la casa donde vivió mi padre de chiquillo era agradable, tanto que al llegar la noche, no pensaba en dormir sino en despertar. Veo la entrada triunfante del sol por el ventanal y escuchó la voz de mi mamá, de mi papá junto con la de mi tía Floris, invitándome a celebrar el nacimiento del nuevo día. Al bajar las escaleras, lo primero que buscaba eran los ojos de mi abuelita, quien no tardaba en alzarme y consentirme, me llevaba al jardín interior y observábamos el jugueteo del viento entre los arboles. Ella entonaba canciones que hablaban de los tesoros de la vida. Como olvidar al tío Charly tocando el piano moviendo sus bigotes, y sentir el aroma del café que inundaba la enorme sala, ¡Ah¡ tardes veraniegas, mecerme en el regazo de mi tía Martha, disfrutando las horas de reposo. La frescura, la intensidad, la conciencia de estos recuerdos. No es pues extraño que cada noche al rezar, no piense en dormir, sino en despertar y estar una vez más en casa de mi abuela.
28
EL SAPO, LA LUNA Y LA LUCIERNAGA Este era un sapo grande con una piel corrugada y unas pintas de color negro que lo hacían ver feo. Vivía en una laguna muy grande y aunque compartía su hábitat con animales de su especie, no era feliz. Cada noche cuando había luna nueva él se posaba sobre una hoja y embelesado la miraba. Mientras suspiraba observaba como ella se alejaba sin siquiera mirarlo. Un día pensó que si la contemplaba escondido tras una planta, tal vez ella se quedaría un rato más. En la misma planta, una luciérnaga muy asustada lo miraba e imaginaba que iba a ser devorada por tan enorme sapo, pronto se dio cuenta que ella no era quien robaba su atención y que tampoco era culpable de su eterno llorar. La luciérnaga sintió tanta pena que decidió preguntar al sapo por qué tanta tristeza, el sapo contestó - ¿acaso sabes algo del amor? La luciérnaga le dijo - No, pero quizá te pueda ayudar. El sapo dando grandes saltos y croando tan fuerte grito sí, sí, sí, quiero brillar tanto como ella, para que me pueda ver y así su luz poseer. La luciérnaga sonrió y le dijo - tengo la solución, pero un trato debemos sellar tu y yo. - Lo que sea, lo que sea ¡dímelo pronto por favor! el sapo contestó. Sapo y luciérnaga se sentaron a hablar. Luciérnaga dijo - mírame yo poseo una luz que me hace brillar, tu me introducirás en tu barriga y así tu resplandor por ella será notado. Sí, sí, sí, gritó el sapo, pero ¿a cambio qué quieres? La luciérnaga con un tono burlón le dijo, - a cambio tú nunca me comerás. La noche siguiente sapo y luciérnaga ejecutaron su plan. El sapo introdujo 29
delicadamente a la luciérnaga en su barriga y se encaminó a la laguna, mientras tanto la luna hacia su aparición tímidamente detrás de una nube y rápidamente ella en su mejor esplendor posó su imagen en el agua. El sapo dando un gran salto sobre una hoja que uso como barca, se dirigió a donde el reflejo de la luna se encontraba. Ella en el cielo, como una reina majestuosa, y él muy fastuoso en el agua brillaba, muy pronto las dos luces fueron una sola. Las horas pasaron y no tardó en mostrarse el crepúsculo matutino. La reina de la noche ya había hecho su retirada y el sapo al fin fue feliz, abrió su boca para que saliera su cómplice, sonrieron, la luciérnaga se poso sobre la cabeza del sapo y este de dos saltos desapareció. Desde entonces cada vez que la luna está llena y resplandeciente se repite la misma escena, recordando que el amor, la ayuda y la amistad deben prevalecer.
30
Amanda Yolanda Carrasco Jaramillo (Bogotá, 1959)
Me dedico a la venta por catálogo, a la nivelación y refuerzo escolar. Ingresé al grupo de literatura de la Escuela de Formación Artística Antonio Nariño en el 2010, allí vi la oportunidad de aprender sobre literatura y hacer parte de un grupo en donde compartir mis cuentos y poemas, recibir críticas constructivas y seguir mejorando mis escritos.
31
ME DA LA GANA Cansada de tanto caminar, me quedo dormida sobre una playa. Quiero seguir mi camino llegar hasta el infinito dejar muchas huellas en compañía del sol, el mar y el viento. Tanta libertad y alivio siento, estoy refrescando mi cuerpo. Mi mundo se torna amable y placentero. Me da la gana de meterme al mar, Me da la gana de escribir mensajes en la arena, Me da la gana de construir castillos y con el viento jugar Me da la gana de contar mi alegría. Emprender un nuevo viaje, en un barco a la deriva ir al infinito las estrellas guían nuevas aventuras. Allá en la lejanía se dibuja en el espejo de las sombras que cautivan infragantes a los pocos caminantes. Mundo de nuevas cosas, hablan a través del silencio.
32
PRIMITIVO En una aldea de Colombia llamada la Pradera, uno de los pocos resguardos indígenas que aún quedan en el país, vivían Luna y Sol padres de Primitivo, un niño de ocho años vivaracho y bastante interesado en explorar el mundo. Una verdadera pesadilla se vivió en la Pradera. En un instante hombres con armas destruyeron el pueblo y masacraron mucha gente. Luna y Sol empacaron sus pocas pertenencias y algunos ahorros de dinero que tenían guardado. Salieron con el dolor en el alma dejando su tierra. Al llegar al pueblo, la situación no era mejor, acababan de asesinar al Alcalde, todo estaba desolado, la gente sentía pánico. Sol y su familia se suben a un bus para huir de la violencia. Ya son las tres de la tarde, tienen hambre ¡menos mal que están repartiendo refrigerios! El bus avanza bastante rápido, los que viajan van con la incertidumbre de no saber qué va a ser de sus vidas. A las cinco de la tarde llegan a Cali, se bajan en el parque Bolívar. Confundidos no saben qué hacer, algunos comienzan a caminar sin despedirse. Sol y su familia se quedan solos sin saber hacia dónde ir. Oscurece y no tienen un lugar para pasar la noche. Sol negocia en un restaurante cuatro gallinas que logro sacar de la finca. El dueño sale y se presenta como Aurelio. Conmovido por la situación de Sol, Luna y Primitivo, decide comprarle las gallinas, y le ofrece trabajo a Sol en el restaurante como aseador. Sol acepta de inmediato. Llegan a una pensión que se llama La Sultana, queda a tres cuadras del restaurante. Es una construcción antigua, humilde pero aseada, en donde pueden descansar y olvidar por un instante la tragedia que han vivido. Al día siguiente Sol se despierta a las seis de la mañana, debe llegar puntual a su nuevo empleo. Primitivo no se quiere levantar. Luna lo invita a dar una vuelta, el niño se levanta se baña y se cambia de ropa. Salen a caminar y llegan a un parque que tiene juegos infantiles, Luna le dice a su hijo que vaya y disfrute los juegos, mientras ella saca unas mochilas para vender. Dos señoritas curiosean las mochilas, le preguntan cuánto valen y deciden comprarlas. Luna muy contenta por su venta, busca a Primitivo para comprarle un helado. Salen a caminar y llegan a una tienda en donde compran elementos de aseo personal. Primitivo se antoja de un carrito y de un balón, su mamá se los compra para que se entretenga. Primitivo dice que desea regresar a la pensión. En la pensión, Primitivo
33
sale al patio a estrenar sus juguetes, y se encuentra con un niño llamado Santiago, con quien entabla amistad y comparte sus juguetes. Así pasan tres semanas hasta que Santiago debe regresar a Medellín su ciudad de origen, pues su mamá sólo vino a Cali a visitar a un familiar que se encontraba en el hospital, ahora deben volver porque la mamá de Santiago debe ir a trabajar. Muy triste queda Primitivo. Ya no tiene ganas de jugar y se la pasa acostado, a sus padres les dice que quiere regresar al campo, porque la ciudad tiene el aire envenenado. Una mañana, Primitivo decide levantarse y regresar al patio con sus juguetes, su mamá se alegra de verlo animado. Al cabo de un rato el niño recorre la pensión, hasta llegar a la salida. Primitivo sale a la calle, mira para todos lados, se siente libre y quiere caminar solo. Llega a una avenida y ve una flota igualita a la que los trajo a la ciudad. Primitivo siente un impulso irrefrenable de subir y embarcarse en un viaje. La flota arranca y Primitivo la sigue corriendo. Luego de correr y correr se percata del lugar en donde está parado, es en medio de un gran bosque junto a un río de aguas cristalinas. Primitivo bebe agua y luego se mete al río. Cuando sale, cae desmayado junto a un árbol. Al despertar, dos señores y una señora lo rodean preocupados por su estado. El niño pregunta dónde se encuentra, Adolfo, el hombre, le dice que está en Palmira en una finca llamada La Frontera. La señora le pide a Primitivo que no se preocupe, que ellos van a hacer lo posible para que vuelva a Cali junto a sus padres. Primitivo les cuenta lo sucedido, y su deseo de volver al campo. En Cali, Luna está desesperada porque no encuentra a su hijo. Sol denuncia en una estación de policía la desaparición del niño. El señor Adolfo avisa a las autoridades de Palmira, que han encontrado en su finca a un niño que viene de Cali. Sol y Luna llegan a la finca de Don Adolfo en Palmira en una patrulla de policía. Cuando Primitivo ve a sus padres, sale corriendo a abrazarlos y les pide perdón por haber salido sin permiso a la calle. Luna le dice que lo más importante es que está sano y salvo y que de nuevo están juntos. El señor Adolfo le propone a Sol que se quede en la finca trabajando para él en los cultivos. Sol acepta, cultivar es lo que sabe hacer, además quiere devolverle la tranquilidad a su familia. Los padres dan gracias al señor Adolfo por haber cuidado a Primitivo y por ofrecerles trabajo.
34
Germán Polanco Mayorga (Bogotá, 1959)
Ingeniero de Sistemas de La Universidad Nacional de Colombia. En 2010 inició el Taller de Literatura de la Escuela de Formación Artística y cultural Antonio Nariño, entrando en contacto con nuevos procesos de escritura y con otras personas interesadas en escribir. Afortunadamente nací en una familia numerosa.Digo afortunadamente, porque mis hermanos mayores siempre llevaron la carga de descubrir el mundo para mí; aún recuerdo las tardes lluviosas en que leíamos los hermosos cuentos de Andersen, Wilde y sobre todo las fantásticas historias de Las Mil y Una Noche. Esas lecturas fueron mi iniciación en la literatura, impregnaron cada uno de mis poros, hoy la devuelvo al mundo convertida en estás historias que espero sean de su agrado.
35
NOS HAN QUITADO LA TIERRA A Jorge Amado A su obra literaria En especial a su novela Mies Roja
Ya no tenemos la tierra La tierra, la tierra, la tierra. Se nos estrecha el camino El camino, el camino, el camino. Los pies cansados se quejan Se quejan, se quejan, se quejan. ¿A dónde fue la alegría? ¿Por qué llegó la tristeza? Siento llorar al niño, su hambre me hace sentir pena ¿A dónde lleva este camino? Sólo dolores, y penas sólo barro, polvo y lodo, es todo lo que nos queda. Vaya ya buscando agua, hay que preparar la cena, será sólo harina'e trigo, en la bolsa nada queda. Vaya alistando la cama, allá en esa arenera, allá tienda el cobertor, que no nos muela la arena. La noche ya está cerrada, no hay lámpara, que amanezca. El sueño no tranquiliza, no es el olvido que se espera. Ya no tenemos la tierra. Mañana amanecerá, y volveremos a ella, la lucha será feroz, la decisión nos alienta.
Julio 16 de 2011 36
¿PREMIO O CASTIGO? El viaje, ¿era un premio o un castigo? Depende de cómo se viera. Todavía recuerdo la cara de tristeza de mi madre cuando salí de casa al lado de mi padre. Ella se quedó en la puerta, siempre parca al expresar sus sentimientos sólo atinó a mover la mano en señal de despedida. Mi madre era una mujer guapa, sus uno cincuenta de estatura no eran impedimento para que mostrara toda su altivez; siempre con la cabeza levantada, sus cabellos largos, cayéndole sobre la espalda, y esos hermosos ojos con los que nos fulminaba y nos dejaba sin palabras que replicar. Mi padre, por el contrario, era un hombre alto, uno con ochenta, su tez morena y su expresión, en la que nunca asomaba una sonrisa, nos llenaba de aprehensión. Su carácter era recio, pero a decir verdad, nadie podría decir que algún día nos hubiese dado siquiera un correazo. Sin embargo, el temor estaba latente; cuando llegaba a casa de no sabemos dónde, el ambiente de relajación cambiaba, se hacía muy tenso, no se si él se daba cuenta, nunca se lo preguntamos. Para él, esto era lo normal. Cuando surgió la posibilidad de un viaje con mi padre,no tuve opción de escoger, incluso cuando me lo preguntaba, ¿quiere ir o no? la respuesta invariable, salía de mis labios; “si señor”. Yo sabía cúal era la respuesta que esperaba de mí, entonces no era una invitación, era una orden. ¿Por qué insistía tanto en lo mismo si sabía que al final yo terminaría yendo? Entonces, ¿por qué no alista las cosas? - me replicaba. Llevo tres días diciéndole lo mismo y sólo se queda ahí parado. Este muchacho definitivamente no sirve para nada, le decía a mi madre, ¡es un flojo! Lo que mi padre no sabía era que no había nada que alistar. Bueno nada no, pero no era mucho, dos mudas de ropa, un par de tenis, el cepillo de dientes y ya. No tenía ni idea de cómo era el lugar al que íbamos, sólo sabía que le decíamos “la finca”. Papá salía para allá cada quince días y volvía con cajas de lulo; para nosotros era una tierra remota y desconocida, por eso el día que mi padre me preguntó si quería acompañarlo a la finca, no supe que contestarle. En cierta forma mi padre era un gran desconocido; si nos quería, nunca nos lo dijo. El día de la marcha había un sol esplendoroso en la ciudad, pero yo no sentía calor, 37
un frío recorría mi cuerpo, como si estuviera en el polo; nunca había estado en el polo, pero lo recordaba muy bien por los hermosos cuentos de Andersen que leíamos a turnos con mis hermanos. Salimos a esperar el bus intermunicipal, la flota, le decíamos. Nos paramos en la esquina; yo con mi pequeño morral, mi padre y mi hermano, que sólo nos acompañaría a coger la flota, con pesados fardos en los que se llevaban provisiones, herramientas y no seque más. Mi padre me miraba. Yo enclenque, flaco, langaruto, si el viento era muy fuerte podría echarme a volar. Me miraba digo y pensaba ¡este muchacho no va a ser capaz!, la decepción era clara en sus facciones. Mi hermano en cambio, era alto como mi padre y ya casi tan fuerte como él. Se echaba el pesado fardo al hombro y mientras caminaba me hacía bromas de las que sólo él se reía; yo lo miraba hosco, quería desaparecer, hacerme infinitamente pequeño para que nadie me tomara en cuenta, ni para bien ni para mal. Por fin llegó la flota. El ayudante un tipo brusco, abrió el baúl y nos indicó donde poner los bultos. Yo estaba atolondrado, no sabía que hacer, pero mi padre y mi hermano, mucho más curtidos en estas tareas, hacían las cosas como si hubieran nacido para ello. Me quedé parado en el andén y mi padre me dijo, ¡súbase o es que no quiere ir! Me subí al bus que no estaba muy lleno, aún habían algunos puestos desocupados, pero no dos seguidos, lo que me hizo sentir alivio, no tendría que estar al lado de mi padre. Me senté en un puesto junto a la ventana. Al lado mío dormía una señora muy vieja, eso pensé, cualquier persona que tuviera más de treinta años, era para mí, una abuela. Del viaje en flota no recuerdo mucho. Miraba por la ventana, todo era nuevo pero no lo sabía apreciar; al salir de la ciudad el verdor me maltrataba los ojos, no sabía distinguir un árbol de otro, una planta de otra. A veces veía grandes extensiones de pasto que me parecían hermosos, lisos como una mesa de billar; otras veces era el trigo, amarillo a la espera de ser segado, pero yo no sabía esto, sólo hoy al recordarlo, es que caigo en cuenta. A mitad del camino el bus paró. El pueblo al que llegamos tenía una gran plaza en donde habían muchos puestos de comida; todo era nuevo para mí, ya lo había dicho ¿cierto?, sí, pero es que era tan nuevo, que yo debía tener mis ojos abiertos como si me fuesen a echar gotas. Nosotros éramos muy pobres, pero yo nunca había comido en la plaza, era otro mundo. Hoy supongo que mi mamá, a su modo, nos protegía para que no tuviéramos que ver cosas desagradables; ella tal vez sin pensarlo, al igual que todas las madres del mundo “quería lo mejor para sus hijos”. Al bajar del bus volví a ver a mi padre. Me preguntó cómo estaba, yo invariablemente le contesté, bien. Me preguntó si quería comer chanfaina, no tenía 38
ni idea que cosa era la chanfaina, pero no era el momento de discusiones sobre los platos de la región y menos con mi padre, con quién nunca había discutido de nada; le dije que sí, y nos acercamos a un puesto que despedía olores que nunca antes había percibido. Una señora muy gorda se dirigió a mi padre; yo pensé que lo conocía porque le hablaba con mucha confianza. Él le pidió dos platos de chanfaina. El aspecto de la comida que nos acercaron me pareció desagradable, pero mi padre sin pensarlo dos veces, cogió los cubiertos y empezó a comer como si le fuera la vida en ello. Cuando me volteó a mirar, yo no había comenzado, pensé que me iba a regañar, pero me dijo de forma muy afable, comá, está deliciosa, sólo acá doña María sabe preparar tan bien la chanfaina. La probé y realmente no sabía mal, creo que me comí todo el plato, porque a pesar de mi aspecto engañoso de muerto de hambre, comía más que un sabañón, nos tomamos una taza de aguepanela bien caliente. Yo me preguntaba, ¿qué pasaría si el bus arrancaba sin que nos hubiésemos subido? Quizá era el único que se hacía esa pregunta tan tonta; mi papá se notaba tranquilo al respecto, en cambio yo, constantemente miraba para la mesa donde estaba sentado el chofer. En un momento en que volteé a mirar y no lo vi, me quedé muy inquieto, no era cosa de decirle a mi padre, ¡no iba a quedar como una nenita! Al fin nos subimos nuevamente al bus y el alma me volvió al cuerpo. El resto del viaje no tuvo novedad. El pueblo al que llegamos era pequeño. Todo era muy pobre, en mí imaginario de niño, sólo se veían ruinas. Yo me preguntaba ¿qué iría a pasar con los bultos que estaban en el baúl?, ¿mi padre me pondría a cargar uno? Y sin que los bultos hubiesen salido siquiera del baúl, ya sentía que se me partían las piernas bajo ese peso. Mi miedo era indecible, es decir, no se lo podía decir a nadie, menos a mi padre; yo era realmente un cobarde que ponía cara de indiferencia para ocultar mi temor. Nuevamente quería hacerme infinitamente pequeño y desaparecer. Desde la ventana del bus aún pude ver a mi padre cuando bajó y empezó a hablar con algunas personas, ¡que extraño!, lo conocían, y allí él era muy expresivo, nunca lo había visto tan alegre y elocuente. Llegó el turno de bajar y cuando lo hice, vi que un muchacho joven, un poco mayor que yo, se acercaba a mi padre y lo saludaba con mucho respeto, ¿quién era? Me acerqué a mi padre esperando sus órdenes y no le dije nada al muchacho. Al llegar la hora de retirar nuestros corotos, el muchacho muy hábilmente se echó un bulto al hombro, mi padre el otro y yo cogí mi pequeña maleta. No sabía si llorar de alegría o de rabia, aunque no habría sido capaz de cargar el bulto, mi decepción era grande al pensar que mi padre, ¡ni siquiera había hecho el intento de permitirme cargarlo!, me sentía bastante miserable.
39
Llegamos a la casa de la señora Carmen. Ella nos recibió amablemente, el muchacho que iba con nosotros era su hijo. ¿Cómo sabían que íbamos a llegar? Son los misterios de la vida que nunca me atreví a aclarar. El caso es que estábamos allí y la señora nos sirvió tinto como le gustaba a mi padre, bien caliente, cargado y amargo. Él lo degustaba, tal vez no sabía que lo estaba degustando, yo tampoco, pero lo degustaba y alababa su buen sabor. Yo me preguntaba ¿cómo le podía parecer sabroso si estaba tan amargo?, pero como de costumbre, no dije nada. La señora Carmen y mi papá hablaban como si yo no estuviera allí, incluso hablaron de mí, de si sería capaz de subir la montaña. Ella me miraba de reojo y le decía a mi padre, “si no, tendrá que dejarlo acá, conmigo”; hablaban como si yo estuviera a mil leguas de distancia, la palabra leguas la sabía porque en los cuentos de Andersen la nombraban con frecuencia. Después de un rato de charla, mi padre se levantó y se dirigió a un baúl de donde extrajo dos pares de botas de caucho. ¿Cómo sabía mi padre que esas botas me quedaban bien? Es más, ¿cómo habían llegado allí esas botas antes que yo? Realmente las cosas iban de misterio en misterio, pero no era el caso aclararlos. Me calcé las benditas botas y los pensamientos sobre la montaña comenzaron a atosigarme, ¿será que se me viene encima la montaña?, ya sentía el cansancio y todavía no había dado el primer paso. También me preguntaba si mi padre y el muchacho que le había ayudado subirían los bultos. La respuesta llegó pronto, un rebuzno sonó al otro lado de la puerta. Mi padre me dijo, vamos para que no nos coja la noche. Salimos y Carlos, que así se llamaba el hijo de doña Carmen, estaba acomodando los bultos a lado y lado de la bestia. Era un burrito manso con ojos como de vidrio, recordé a Platero y Yo, ya saben el de Juan Ramón Jiménez, ese que dice: “Platero es pequeño, peludo, suave, tan blanco por fuera como si fuese todo de algodón”, ¿por qué se me venían esos pensamientos sin sentido a la cabeza en este momento tan peligroso en el que iba a subir la montaña? ¡Realmente yo sí soy muy bobo!, me decía. El burrito se dejaba hacer con mucha paciencia. Mi padre le dio un par de instrucciones a Carlos para que la carga no quedara ladeada; yo seguía cargando mi pequeña maleta y no me atrevía a preguntar ¿qué hacer con ella? Al fin Carlos me vio y me dijo, póngala acá encima para que no le pese. Así lo hice y él la amarró. Emprendimos el camino mi padre, Platero y yo. Él lo jalaba del cabestro, yo quería hacerlo, mostrarle que no era tan inútil, pero no me atrevía a decirle nada. El camino al principio era largo y tendido, yo no veía montaña alguna, ¿será que doña Carmen quería asustarme? No, los adultos no bromean, pensé. A medida que íbamos avanzando, la caminada se hacía más dura, los pies metidos en las botas cada vez pesaban más; cada paso era un triunfo, pero de la montaña ni rastro nos llegaba. Mi padre subía sin esfuerzo, seguía jalando al burro que 40
tampoco decía ni uhuuu. De vez en cuando mi padre se paraba y me señalaba, mire esos cultivos de lulo, ¡están bonitos!, allí hay unos que apenas son unos retoños, en un año ya estarán dando frutos, también me mostraba plantíos de mora. Yo estaba totalmente perdido, no sabía mirar más allá de mis narices, no veía la diferencia entre unos y otros, a pesar de que unos tienen hojas grandes y otros las tienen muy pequeñas; estaba como atontado y no sabía que decirle. ¿Qué pensaría él de mi?, realmente era la primera vez que estábamos los dos solos, ¡debía estar muy decepcionado! ¡Allá vienen bajando madera!, dijo mi padre. Yo miraba y por más que abría los ojos no veía a nadie. ¿Cómo lo sabía?, pensé que estaba equivocado, madera, ¿de dónde?, ¿quién la bajaba? Después de un largo rato, cuando ya se me había olvidado lo de la madera, vi aparecer la cabeza de un caballo y después su cuerpo, a los lados tenía amarradas unas tablas que rebotaban contra el piso. Detrás de este venía otro caballo en las mismas condiciones y otro más. No supe cuantos caballos eran, ¿por qué venían solos?, no se veía a nadie con ellos, ¿cómo sabían los caballos que hacer?; el mundo se me estaba poniendo patas arriba. Nos hicimos a un lado para dejar pasar los caballos, aunque el camino no era estrecho, mi padre no quería que me lastimaran. Al final de la fila de caballos iban dos hombres a pie. Nos saludaron: “buenos días”; “buenos días”, dijo mi padre. Yo no dije nada, ¿por qué los iba a saludar si no los conocía? Mi padre les dijo algunas palabras, ellos le contestaron y siguieron su camino. Nosotros echamos nuevamente a andar. El semblante de mi padre había cambiado; ya no era ese semblante severo que siempre le había conocido. Miraba a lado y lado como reconociendo signos que yo no podía ver. Cuando yo ya creía que no podría dar un paso más, los pies me dolían y las botas me pesaban una tonelada cada una, mi padre dio un grito, un grito como de alegría, un grito de saludo, algo así como iujuuu. Nunca lo había escuchado, aún hoy, no se la forma correcta de escribir el sonido que producen los campesinos cuando se saludan de una montaña a otra. Se escuchó otro grito similar del otro lado, allá están, dijo mi padre. ¿Dónde? me atreví a preguntar. ¡Allá está la casa!, ¡allá donde sale el humo! Realmente si miraba con atención, veía una pequeña columna de humo que salía, pero ¿cómo sabía mi padre que era allí a donde íbamos? Me pareció que todavía nos faltaba un largo trecho; me desilusioné, quería sentarme y no volver nunca más a levantarme. Seguimos caminado y al poco rato apareció un señor que saludo a mi papá. Él le dijo, esté es mi hijo, se ha portado como un valiente, no se ha quejado ni una sola vez por el camino. No se si mi padre decía esas palabras porque las sentía de verdad o porque estábamos frente a ese señor, pero me dieron ánimo para seguir 41
caminando. Don Roberto, que así se llamaba el señor, nos saludó muy amablemente, ¡la gente por acá es diferente a la de la ciudad!, pensé. Don Roberto cogió el cabestro de las manos de mi padre y nos acompañó hasta la llegada. Él y mi padre hablaban muy animadamente, Don Roberto le contaba sobre como habían estado las cosas por allá, hablaban de las lluvias, de los lulos, que la puerca había tenido una nueva camada, ¡nueve lechoncitos!, decía Don Roberto con orgullo. Mi padre lo escuchaba con mucho interés y de vez en cuando intervenía; preguntaba, quería saber que había pasado durante su ausencia. Yo me entretuve escuchando su charla y pronto llegamos a la casa. No sentí el último tramo, sólo cuando me senté en una silla que estaba afuera de la casa,recorde lo cansado que estaba. Doña Carmen, la esposa de don Roberto, otra Carmen, diferente a la de abajo, salió y nos saludó con mucho afecto, parecía que nos estaba esperando. Adentro de la casa se escuchaban voces; los niños escondidos detrás de la puerta, como que se asomaban, como que no y cuchicheaban entre ellos. Mi padre se sentó. También estaba cansado pero tenía una cara de alegría que nunca le había visto. Le dijo a Don Roberto: “ésta noche nos quedamos acá”, no vamos hasta la casa porque este muchacho está muy cansado. Allá adentro, doña Carmen se afanaba en prepararnos comida y le gritaba a una de sus hijas que nos alistara la cama. La comida llegó abundante y generosa; mazamorra, arepas, arroz y carne, toda con sabor a leña, que me hizo recordar los tamales que hacíamos en navidad en la casa, cuando nos reuníamos con todos mis primos, mis tíos, mi padre encendía un fogón en el patio, así que esa comida me supo a navidad. Pronto empezó a oscurecer, mi padre y don Roberto seguían hablando, su familia y yo apenas los escuchábamos. Cada vez se hacía más oscuro y pronto fue noche cerrada. Yo me preguntaba, ¿cómo hacían para seguir hablando si no podían ver las palabras que el otro estaba diciendo? Al rato nos fuimos a la cama. A pesar de que estaba muy oscuro yo sabía que no era tan tarde y pensaba que no me iba a dormir pronto. Sin embargo, me acosté y no supe que más pasó. Al día siguiente me levanté muy temprano, ya había mucho movimientoen la casa. Doña Carmen salió a mi encuentro y me pregunto si quería tinto, yo le dije que sí y nuevamente el tinto me supo a navidad, ¿será que en el campo siempre están en navidad?, me pregunté.
42
Doña Carmen me dijo que mi padre y Don Roberto habían salido “allí nomasitico” y ya venían. Yo me senté y me quedé mirando. La tierra estaba húmeda y se notaba que había llovido, pero no hacía frío. Al rato, escuché las voces de los que venían y los vi aparecer. Mi padre me preguntó cómo había amanecido. Doña Carmen nos sirvió un desayuno riquísimo, pero sin chocolate; desde que tengo memoria, era la primera vez que no tomaba chocolate al desayuno. Al rato salimos con mi padre y el burro con la carga; no se si se la habían quitado, o si había estado toda la noche así. La finca de mi padre estaba un poco más lejos. Llegamos después de una hora de camino. La casa estaba a medio construir. Mi padre cada vez que venía trabajaba en ella, traía materiales y la iba construyendo poco a poco. Era pequeña, pero él la veía como un palacio; realmente mi padre cambiaba, allí no habían caras graves, todo el tiempo estaba silbando y cantando mientras trabajaba. Me trataba con mucho cariño y por primera vez, me sentía muy a gusto a su lado. Preparamos la comida en un fogón de leña; me enseñó a recoger lulos, nos poníamos unos guantes para que las pelusas no nos lastimaran. Él me trataba como a un niño bonito. Los días fueron pasando. Por las mañanas yo siempre caminaba hasta la casa de don Roberto, allí doña Carmen me daba un poco de carne y una cantina con leche; el resto de provisiones mi padre las había traído de la ciudad. Cuando la timidez se fue disipando, jugaba con los hijos de don Roberto, que se burlaban mucho de mí al verme caminar por las laderas, como pisando huevos, continuamente cayendo al piso. Quince días después hicimos el camino de vuelta. Ya no era uno, sino tres los burros que nos acompañaban; bajaban cargados de bultos. Era la cosecha de lulos que habíamos recogido con mi padre. Él los negoció en el pueblo y sólo se quedó con un bulto que llevó a casa. Allí mi madre nos esperaba con una gran sonrisa. Me abrazó, hacia mucho tiempo que no lo hacía; abrazó a mi padre y los dos se trabaron en una larga conversación. Hoy todavía no sé si lo que quisieron darme mis padres era un premio o un castigo. Lo que sí se, es que el reencuentro con mi padre, es uno de los recuerdos más hermosos que guardo de mi infancia. Mayo 2011
43
LA MUERTE DE Z Creo que ahora tendré que pedir permiso para morir un poco. Con permiso, ¿eh? No tardo. Gracias…, dijo Z y se escabulló lentamente. Fueron las últimas palabras que le escuchamos; así era ella, siempre bromeaba con la muerte. Ese día salíamos a vacaciones, estábamos reunidos en una pieza de las residencias universitarias, la nostalgia se sentía en el ambiente. Nuestras habituales bromas caían en el vacío y cada vez eran más distantes, nos iríamos lejos por un par de meses. Cuando ella salió, ninguno la miró, ni le dijo nada. Por mi parte, me quedé pensando en sus palabras, también recordé las muchas veces que le había escuchado esa frase, “creo que no saldré de este mundo con vida”, - famosa entre nosotros, pienso que nadie más la conocía. Habrían pasado unas dos horas cuando entró Diana como una tromba, angustiada y a punto de estallar en llanto, nos dijo: creo que Z está muerta. Todos nos levantamos como una turba y corrimos al cuarto de Z, cuando entré, la vi acostada en su cama. Su cara me recordó el día que la conocí, iba tomada del brazo de Raúl; una niña hermosa, con una cara de despistada que la hacía muy atractiva. Cuando me les acerqué, Raúl, mi parcero de la universidad, me dijo: le presento a Z, y por sus ojos de recelo supe que lo que menos quería era encontrarse conmigo. La miré y le dije, ¡hola!, al tiempo que le extendía la mano; cuando ellos continuaron su camino y ya no los alcanzaba a divisar, la poca presión que hizo con su mano sobre la mía todavía me quemaba. Con el tiempo me fui habituando a su presencia, pero tenía que hacer mucho esfuerzo para no quedarme mirándola fijamente. En esos primeros días, siempre estaba acompañada de mi amigo. Nunca supe si realmente me gustaba. Cuando la encontré sola por primera vez, sin más testigos que las mil personas que corrían distraídamente por el campus, no sabía si caminar directamente hacia ella o hacerme el desentendido; temía que no se acordará de mi, mientras que yo pensaba en ella día y noche. Me miró y sonrió, ahí supe que hacer; me acerqué aparentando una tranquilidad que estaba lejos de sentir, me senté a su lado, charlamos, al principio un poco cohibidos, pero al rato la charla ya se desarrollaba con más naturalidad, habíamos recobrado nuestra frescura. 44
Nuestros encuentros se volvieron más habituales, tomábamos algunas clases juntos y muchas veces nos encontramos camino al salón, ella me inquietaba. *** Ahora estaba allí acostada, inocente y desamparada; la miraba y no entendía. La lejana muerte venía a revolotear sobre nuestras cabezas, no se movía, pero sólo por eso, no podíamos decir que estuviese muerta. Sólo cuando llegó Diana, me di cuenta que la habitación estaba llena de rostros asombrados; ella se acercó y la apretó duro: lloraba, le gritaba, pero Z no reaccionaba. Una estudiante de medicina entró en el cuarto, alguien la había llamado; ella, un poco más serena, se acercó y le tomo los signos vitales, luego confirmó que estaba muerta. Del infierno que continúo, soy conciente a medias, entraba y salía mucha gente, Z tenía muchos conocidos. Recuerdo lo molesto que me ponía cuando caminaba con ella por el campus; cada diez pasos se detenía a hablar con alguien que la saludaba, se enfrascaba en charlas interminables sin importarle que yo estuviese a su lado; como si yo hubiese desaparecido, hasta que la dejaba de verdad y cuando nos volvíamos a encontrar, ya ni se acordaba; yo, quería recriminarle, pero no sabía que decir, sabía que ella no lo dejaría de hacer. Muchos se acercaban a mirarla, la habíamos cubierto con una sábana; algunos le destapaban la cara, queriendo convencerse de que realmente estaba muerta, ¡algo increíble!, otros se ponían a llorar y salían, nos habíamos quedado sin palabras. Al día siguiente, cuando los padres de Z salieron de la morgue me acerqué a saludarlos. El aspecto de la madre no me recordaba a Z; era una señora baja de estatura, gorda y con el cabello recogido en una cola de caballo; su cara se veía tranquila, aunque se notaba que había estado llorando toda la noche. Algún tiempo después, Diana me contó que en la morgue, al ver por primera vez el rostro de su hija muerta, se había desmayado. Cuando llegaron los padres de Z nos causaron cierta aprehensión. De los padres nunca hablábamos, eran seres lejanos, prohibidos en nuestras conversaciones, como si no los tuviésemos. Yo había visto una vez a su padre. Un día me la encontré en la calle acompañada de un señor, me dijo, le presento a mi padre. Cuando me les acerqué, no pensé que él se acordaba de mí, me saludó. Todos nos sentíamos cohibidos, como culpables ante los padres de Z, como si la hubiésemos matado, ¿Qué cruzó por su cabeza?, ¿Por qué se suicidó?, esos pensamientos debíamos tenerlos en común con ellos y también en común tendríamos la ausencia de respuestas. Ese día estuvimos hasta la tarde velando su cuerpo en una improvisada cámara ardiente que le hicimos en la sala de eventos de las residencias universitarias; la 45
solemnidad de la muerte nos transformó, hablábamos en voz muy queda, a nuestra edad la muerte era intimidante. Como a las cinco de la tarde volvieron los padres de Z, nos dijeron que se la iban a llevar; la madre quería enterrarla en su ciudad natal. Cargamos su ataúd hasta el carro fúnebre, que arrancó poco tiempo después de que ellos subieron en la parte delantera, todos nos quedamos mirando largo rato el sitio vacío. Después, nos fuimos dispersando, cada uno con sus pensamientos martillándole en la cabeza; en la mía sólo resonaban las últimas palabras que le escuché, “con permiso, ¿eh? No tardo. Gracias”.
46
María de Jesús Higuera (Bogotá, 1956)
Mi pasión por la escritura nació desde que era niña. Componía versos cortos para mis amigos; me daban dinero para que les compusiera dedicatorias, que ellos daban a otros. En el 2010 ingresé a los talleres literarios de la localidad Antonio Nariño y comencé a escribir cuentos cortos. Trabajo como empresaria independiente y quiero con mis escritos contribuir a recuperar valores y verdades en una sociedad que día a día carece de ellos.
47
LUNA DE NOVIEMBRE Insistente luz me incomodaba Impertinente, dormir no dejaba, indagué, corrí la cortina era luna llena, luz platina. Su imponente fulgor en la noche, bañaba mi rostro con derroche, esplendorosa en la oscuridad ávida inquiría en mi intimidad. ¿Mi gran amor esta luna verá? ¿mis suspiros de amor, él oirá? pálida luna que impasible eres en fría luz vives y mueres así mi amor mudo permanece viviendo y muriendo no decrece. Siendo tan profundo y hermoso escondido está cual vil leproso, aunque limpio, diáfano y puro, como vergüenza habita en lo oscuro. Anegados mis ojos en llanto añorando el amor del que amo tanto mi hermoso hombre, mi sol, mi alegría ¡cuanto lo extraño en está noche fría! ¡Cierro la cortina quiero dormir! ¡Soñar que él pronto va a venir! 48
BUENAS NUEVAS Ha sido un día caluroso y extraño. El río que atravesaba con tanta facilidad hace unos años, hoy por poco me devora en uno de sus remolinos. Al internarme en los cafetales me invadió la nostalgia al recordar a mi padre fallecido, quise montar a caballo y elegí una yegua arisca que por poco me lanza por los filosos despeñaderos. No parece un buen recibimiento para alguien que con ansia llego hasta aquí en busca de tranquilidad. Esta finca, la finca de mi niñez, siempre ha sido mi refugio, vengo a ella cuando necesito respirar aire fresco, cuando mi espíritu esta turbado, hastiado de la vida, de este mundo artificial de halagos y aplausos que paradójicamente me llevan a sentirme inmensamente solo. Extraño a mi padre, construyó esta casa del árbol para mí cuando era niño, aún hoy es mi lugar favorito. Recuerdo ver caer la lluvia sobre las hojas de los árboles, los dorados atardeceres, las noches tachonadas de estrellas, las sombras en la vegetación. Pienso esto mientras en el horizonte veo como poco a poco, con su oscuro manto la noche se acerca, una pesadez me sobrecoge, mis músculos demandan descanso y mis ojos se cierran. ¡Vamos! - Me dice una voz De inmediato me levanto y veo un rayo luminoso que cubre la casa del árbol, proviene de un portentoso lucero tricolor: blanco, azul y cristal refulgente. ¡Vamos! - repite Sin pensarlo me dispongo a seguirlo, viendo como se torna de blanco deslumbrante. Como asido por manos invisibles soy impelido hacia el cosmos a velocidad supersónica, salgo del sistema solar, avanzo por ignoradas galaxias, estrellas, por hoyos negros, atravieso constelaciones enteras, planetas. Diviso la tierra que gira sostenida por las mismas manos invisibles que me sostienen a mi, me llevan hacia ella, bajamos hasta las profundidades del mar con sus millones de criaturas, nos internamos en las espesas selvas viendo la multiforme vida que allí crece, subimos hasta las cumbres más altas y heladas de las montañas, veo los extensos desiertos, las escarpadas montañas, los ríos, los valles, el subsuelo donde germinan semillas, y abundan diversidad de animales. Me llevan nuevamente a la
Cúspide de la tierra y desde allí veo lo más grandioso: la humanidad, - la voz me dice:
49
-Has visto parte de nuestra grandeza y poder, parte de nuestra creación. Mi garganta está reseca, mis cuerdas vocales paralizadas, no puedo emitir palabra. Maravillado no salgo del asombro, la voz dice: - Hijo es tu turno Un intenso azul lo ilumina todo y de su interior se oye, - ¡Vamos! Con sus invisibles manos nuevamente, me lleva a presenciar un viaje en el tiempo; la formación de los continentes, las antiguas civilizaciones, los grandes imperios, la era moderna, los avances técnicos y científicos, las formas de gobierno y los gobernantes a través de los tiempos, la historia de la humanidad. Hombres y mujeres, la gran mayoría llevados en uno o en otro modo por su egoísmo, con un gran vacío en el corazón, que llenan con vicios; afán de poder, falta de escrúpulos, soberbia y orgullo, confundidos por la mentira, la oscuridad y la maldad, sin felicidad, alejados del creador. -Aun así, los amo - increpa la voz desde el brillante azul. Al decir esto, un oscuro remolino me lleva junto a aquellas personas que había visto antes, cubierto de espeso barro negro, siento una gran zozobra, una profunda tristeza, ¡no quiero estar aquí!, - quiero volver a viajar por el resplandeciente lucero. Descubro entre el tumulto de gente una deforme mole con apariencia de hombre; totalmente ensangrentado, el rostro hinchado y desfigurado, tan golpeado que no puede abrir sus ojos, la cabeza profundamente agujereada, al igual que sus pies y manos. En el costado una terrible llaga de la que emana sangre, parece muerto ¡cuanto debe haber sufrido! Incontrolables lagrimas brotan de mis ojos, me pregunto ¿Qué cosas tan horrendas pudo hacer este hombre para que le hicieran esto? Pronta respuesta sale de la radiante y ahora transparente luz. - Es Santo. - ¿Si era santo porqué le hicieron eso?, pensé. - Porque cargo los horrendos actos de la humanidad, tomo su lugar, pago su culpa, Los quiere ver felices junto a Él, porque los ama. Destellante color azul me envuelve y me lleva delante de un ser maravilloso y 50
temible, no sé por qué pero sé, que es el mismo que he visto muerto antes, ahora luce imponente, erguido como un rey, con su mirada de fuego y un gran cinto dorado sobre su pecho, en la cabeza una hermosa corona de oro. Estoy maravillado de verlo, mis rodillas se han doblado ante él en señal de agradecimiento y de honra. No puedo creer que esté experimentando esta felicidad, este placido bienestar. - ¡Señor, señor!, ya puede bajar, está listo su desayuno. Despierto ante el llamado y me doy cuenta que he pasado la noche en la casa del árbol. Impávido permanezco en mi lugar meditando en el sueño. La imagen y la palabra de mi padre y se hacen presentes: - Hijo nunca olvides esto, son las buenas nuevas de alguien que te ama más que yo, tanto que pago tu deuda, por ti murió. A él le debes todo lo que eres y tienes, mantén en tu corazón un lugar especial para comunicarte con él, en todo momento búscalo, conoce su libro sagrado que es su boca, no te dejes llevar por momentáneos placeres que te apartan de tu verdadero destino, corre tras la dicha duradera y prepárate para el futuro encuentro con él. ¿Cómo antes no lo entendí? Para mí era cuento de niños. Ahora lo entiendo, es como si las tinieblas de mi mente desaparecieran. ¡Quiero estar preparado!, afortunadamente aún estoy vivo. Desciendo al patio y salto gritando ¡estoy vivo! ¡estoy vivo! Para mí hay un nuevo comienzo, no me sentiré más solo. Noviembre del 2011
51
52
Leydi Yurani Ochoa Duarte (Bogotá, 1984)
Papá y Mamá llegaron al acuerdo de llamarme Leydi Yurani Ochoa Duarte y fue en 1984 cuando salí de la placenta de mi mamá, ella dice no haber sentido dolor, desde ese momento ando por la vida aprendiendo, recordando y reconociendo. Quiero describir la vida, describir lo que aprendo, recuerdo y reconozco, amistarme con la escritura para desvanecerme en las letras y contar a través de ellas mi andar. Durante dos años fui docente del grupo de Literatura de la Escuela de Formación Cultural Antonio Nariño, allí me involucre con los procesos de enseñanza y aprendizaje de escritura creativa. Ahora hago parte del grupo: Escritores AN. Si hay tantos dioses como hombres en la tierra; Hay tantos escritores como hombres en la vida. Escritura y vida: Diada tranquila. 53
TIERRA PROSPERA Tierra próspera, tierra viva, negra como sólo ella. ¿Qué siente la tierra cuando la obligan a guardarnos? Don Alejando Alvis Madrid ensilla ese burro y de golpe móntalo. Enciende el tabaco Libardo Rafael Trejos Garrido anda hacia el monte y arranca la yuca. Arranca la yuca Viejo Eliceo Torres Sierra Arráncala Eduardo Torres Pérez Enciende el fogón, Ermides Cohen Rendondo enciéndelo con calma y soplando suavecito. Busca la yesca Desiderio Francisco Sambrano Salcedo esa prende bueno. ¡Eso! Eloy Montes Olivera parte esa yuca por pedazos que alcance para todos, que si no alcanza se arranca otra. Que la tierra no escatima, Marco José Caro Torres Que la tierra siempre socorre, Jairo Alvis Garrido Que la tierra nos cuida, Luis Pablo Rendondo Torres Que la tierra nos esconde, Fredy Montes Arrieta ¿Qué siente la tierra cuando nos obligan a guardarnos? … pártela por pedacitos… Y que se unan en esa olla: el agua, el fuego y la tierra. Cocínala Francisca Cabrera de Paternina Sírvela Rosmira Torres Gamarra sírvele a todos en las hojas de la yuca, de la misma yuca, de la misma tierra. Pruébala saborea la tierra que se una en el vientre con ella como si al final de todo comiéramos tierra.
54
¿Cómo hace la tierra para parir yuca? Roberto Madrid Rodríguez ¿De dónde saca el sabor la tierra? Hombre, Oscar Antonio Meza Torres Usted don Eduardo Novoa Alvis que era tan buen agricultor como todos los de la región. Y hoy en la hamaca descansan. Descansan eternamente ya no al medio día a la hora de la siesta ya no guindando su hamaca sino durmiendo en un vientre. Tierra, nuevo vientre. Quién iba a pensar, Enrique Medina Rico que en la hamaca iban a descansar. ¿Qué siente la tierra cuando la obligan a guardarnos? ¡Ay! Helen Margarita Arrieta Martínez con esos siete años que tuviste de vida y tu cadera ya se unía al golpe del tambor. ¡Eso! doña Margoth Judith Fernández Ochoa a pata pelaa báilalo con el Señor Néstor Aníbal Tapia Arias como bailaban junticos en las fiestas. Báilalo Dora Torres Rivero Báilalo Neidis Judith Arrieta Martínez Entierra tus pies, entiérrate, pero bailando siente la tierra pero gozando. Nayibe Osorio Montes que es tuya siente el ritmo ese latido interno que se levanta en las noches con el extraño sonido de los sapos en el verano. ¿Qué siente la tierra cuando la obligan a guardarnos? LeydiYurani Ochoa Duarte Para los hombres y mujeres de los Montes de María Y para la creación en la colectividad humana. Apreciaciones JANDELGELL
55
56
Diego Germán Romero Bonilla (Bogotá, 1986) La pasión por escribir me encontró en los últimos años de colegio, en el Mayor de San Bartolomé, gracias a Zenaida (mi profesora de español), a Keops y Pólux (mis parceros de aventuras perdidas). Luego estudié Licenciatura en Educación Artística en la Universidad Distrital y ahora curso una Maestría en Estudios de Género. Ahora, gracias a una invitación hecha por Leydi, hace no mucho tiempo,hago parte del grupo de Escritores AN. No tengo oficio aún, sólo dibujo, escribo, hablo mucha carreta, estudio, investigo y sobrevivo mágicamente al desempleo. Un día escuché que el acto de escribir se deriva de una conciencia de finitud, del saber que lo que se vive será irrecuperable: sentimiento de pérdida y duelo del pasado, de lo inaprehensible. Eso es lo que me mueve a escribir, y eso es lo que quiero despertar en quienes lean mis escritos; la poética de lo cotidiano, de lo que transcurre y nunca volverá a suceder. 57
“PURGATORIO DE LOS ARTISTAS” gracias a Lena, a Leydi a Germán y a Fenyt “Purgatorio de los artistas” es un proyecto de novela biográfica, a mediano plazo, en donde, a varias manos, se quiere hacer un relato generacional que explore, mediante la multiplicidad de voces y diversos experimentos narrativos, el devenir de un grupo de artistas jóvenes de la ciudad de Bogotá. Los presentes textos son dos apartes de este proyecto, en donde se recogen situaciones cotidianas y vividas desde el monólogo interior.
* Otra vez caigo en cuenta que estamos en el mismo juego. repetición. tan solo se trata de saber que en este juego se está condenado a lo mismo. antes de iniciar la partida como jugador titular, espero mi turno y observo la disputa que inicia frente a mis ojos. una perra de color negro duerme plácidamente frente al atrio de la iglesia. del atrio para adentro los feligreses haciendo-que-ponen-atención a todo lo que el cura repite una y otra vez. repetición. si ellos tuvieran la mínima idea de lo que conlleva este ritual, algo del orden de la hipóstasis o mínimamente del alivio espiritual, pero es que se trata de la fuerza del ritual sobre nuestras seguridades ontológicas. ¡bah! más atento estoy yo a lo que el cura dice que ellos mismos. en fin, detrás del pueblo devoto, la perra negra duerme plácidamente, de vez en cuando abre sus ojos y mira con extravío. ¿mirará?, ¿me mira realmente?, gran enigma para un domingo al mediodía: ¿los perros miran a los ojos? ¿qué mirará? sigue su sueño. quién sabe en qué sueña. he visto perros que al dormir gruñen y patalean. eso debe significar algo, ellos también sueñan, quizá vestigios de su pasado salvaje, como cuando eran lobos y corrían kilos de músculo, pelo y hambre tras un venado: desgarrar la tierna carne, una buena cena y guardar para la manada. o quizás sueñe con Otra vida, quién sabe, quizá cuando fue venado y una mañana de primavera fue devorado por una loba hambrienta. O... cuando fue un cazador justo al momento de atrapar a una loba que se estaba comiendo un venado. hummm. arrogancia humana la de creer en el soñar como actividad propia de la especie. la perra sueña algo. sí. eso es evidente, duerme profundamente. 58
Aparece en escena un perro negro, callejero y sucio. un poco más pequeño y flaco que ella. un momento. otro perro entra en la escena. se nota que es casero, el collar delata su clase. está mojado, es un labrador, pero… los labradores ¿no son amarillos? este es de un tono café. sea lo que sea es un perro fino, burgués y corpulento. ahora el perro negro y flaco se ubica frente a la perra buscando juego: mueve la cola y se sienta en posición juguetona… ¿qué sucede? al parecer, está alborotado. sí. ¡va directo al grano! mmm. se acerca sin importar la presencia del perro negro, sin importar el sueño de la perra ensoñada. huele el ano. "descifra el mensaje". un aroma irresistible: "los perfumes, himnos órficos" como lo diría Julio… vaya, vaya. así que de esto se trata. frente a la mirada del perro negro, el perro doméstico empuja con la trompa las patas traseras de la perra durmiente. huele, lame. algo lo descoloca. salivación excesiva. la perra ligeramente entreabre las patas y los ojos, el fino busca acomodarse. el perro negro mira. la perra negra gruñe. ¡¡grrrrooooooffffff ! Todos corren. la perra negra, interrumpida e incomodada de su placentero sueño se reacomoda en el cálido pavimento y busca de nuevo ese paisaje de la pradera. cazador: cazado. repetición. el perro fino insiste, repite los mismos movimientos. ¡está que se descose de las ganas! ano. mensaje. trompa. patas traseras. ¡ya casi! gruñido. mancha negra que se mueve ágilmente tras una mancha café. ya no hay sueño en la perra negra. qué embarrada que vengan estos idiotas dispuestos a truncarle el descanso. la llamada del instinto, un olor que perciben a kilómetros según dicen los veterinarios. “antes funcionábamos así”, dicen algunos antropólogos (¿o los arqueólogos? no, no... serán los biólogos), y cuando aprendimos a caminar en dos patas todo cambió. rostro, pechos, caderas, visión… nada que hacer, el cuerpo sigue emitiendo mensajes. ¿goce? tercer intento: el perro negro ya se resignó a ser un espectador, voyeur. ya somos dOs. cada quien a su modo. el fino insiste, no sabe que NO es NO. claro, los perros no usan palabras como nosotros. las palabras, “esas perras negras”. un grroooffff significará algo para él, pero en este momento él no es él, él es un ansia irresistible, algo más allá de sí que piensa más que sí mismo. la misma escena. ano. trompa. patas. repetición. pero esta vez la perra no gruñe de inmediato, es más inteligente que él. levanta su cabeza y lo mira fijamente a los ojos. (efectivamente ¡lo mira a los ojos!) va entreabriendo la trompa, mostrando colmillos afilados níveos. sueñolobesco. bodylanguage: arrugar el hocico y sacar los colmillos. el mensaje está claro, pero él obedece al otro lenguaje, el del himno órfico. esta vez el perro es más decidido, se dobla, abre forzosamente las patas de ella. tiene que entrar, tiene que... no entendió el mensaje. colapso. ¡¡¡GRROOOOOFFFFFF!!!.ahora sí: la perra muerde el pellejo del estúpido perro y este chilla dramáticamente. perros finos, tan flojos ellos. los devotos miran hacia atrás arrancados de su repetida oración, si superan el espectáculo de goce frustrado que acaba de ocurrir, si ellos pensaran en su goce y sus frustraciones en vez de asistir a misa, o si el cura pensara en su... al fin y al cabo todo es goce frustrado, es un no-todo. el perro se va con el rabo entre las piernas. el voyeur también. la perra negra ya no puede volver a dormir, demasiado alterada. acude a un grupo de tres niños scout quienes esperan por donaciones en el atrio. me 59
recuerdan ese viejo chiste que alguien me contó una vez: “un grupo de scouts son unos niños vestidos de bobos, guiados por un bobo vestido de niño”. Pfffff. chistes malos a la orden del día. en fin. la perra negra los busca con la mirada y les acerca la cabeza. la acarician ahí, luego el lomo, distención, relax, de nuevo ese sueño reparador, venado, loba, Acteón, o quizá, Diana cazadora. Ella: rubia, de rizos definidos, alrededor de los 12 años y con un aire a lo Kristen Dunst en Entrevista con el Vampiro. está en proceso de aprendizaje de los asuntos de la vida. Ellos: uno: scout de uniforme azul y moños amarillos en las medias, rollizo, cachetón y presumido. con un derroche de orgullo saca pecho, palomo panzón pone los puños en su cintura emulando una pose de superhéroe, la pose de la virilidad. de seguir así, el día de mañana será tremendo cretino. el otro: subalterno quizás, pero más alto y seguramente un año mayor que el pechihinchado, pero nada interesante en él. acción: la “cotizan" (que horrible palabra, peor que flirteo, filtreo, flirtr… o como sea esa palabra). pero es evidente que se la están cotizando. veo que las cosas no cambian. repetición.primero, ellos la acorralan, la cercan contra la pared e inician la charla. comentarios sobre cómovan las cosas, blablablá. ¿le preguntarán si tiene novio? a esa edad yo lo averiguaría con una sofisticada red de informantes, porque nunca fui capaz de dar la cara. a lo mejor estos vayan derecho, directo al grano. luego las cosas se ponen chéveres: hay risas, hay chistes. el palomo saca su repertorio de babosadas y la hace reír, el subalterno observa, analiza procesa, descifra los mensajes. ellos lo saben de alguna manera ya que "todo" nos informa acerca de cómo “hacer las cosas”: "A mí me gusta un hombre que me haga reír" dirán innumerables mujeres en tontas entrevistas por radio, televisión o revistas para hombres blancos burgueses. esa es la estrategia. si carne quieres comer, a tu presa reír debes hacer. qué frase más pendeja la que me acabo de inventar, ni rima. no. sí, sí rima. da igual, una malísima rima. el subalterno es más osado y va más allá de la regla mediática, la hace reír pero a costa de sí mismo. oh sí. renuncia al yo para ser lo que ella desea. un momento: Primavera de mil novecientos cincuenta y pico, el afamado psicoanalista Jacques-Marie Emile Lacan arroja, manoteando, terribles sentencias frente a un auditorio repleto de psiquiatras, psicoanalistas y otros dementes del Hospital Sainte-Anne de París: el deseo es deseo de otra cosa. Ergo: si ella no me brinda la atención que yo demando, entonces busco ser lo que ella desea: aniquilamiento de sí-mismo. esto lo aprovecha ese palomo cretino, y lo peor, burlándose del subalterno: ella ríe más. aunque, a decir verdad hay algo peor, mucho peor: que esas artimañas de nada sirven, porque el deseo es una trampa, es deseo de otra cosa, ¡Ay Julio!, ¡ay, 60
Horacio!, ¿será que alguno de los dos se habrá encontrado con el rancio Jacques en ese gris y lluvioso París del cincuenta y pico? y mientras este par de preadolescentes se joden y se destruyen, ella simplemente estará pensando en Otro o en Otra. ¡bah!, ¡pérdidas! los muchachitos llevados por la pulsión insisten y ella solamente sonríe y mira al infinito. qué pérdida. qué perdida. pero acá hace falta algo más: la animalidad. ¿cómo carajos hará ella para deshacerse de ese par de chulos? a lo mejor tenga que llegar hasta las últimas consecuencias: seguirles el juego, hacer-que-les-pone-atención, ergo, ellos se ilusionarán, y al darse cuenta que ella no estaba jugando ese juego, romperá dos corazones con la frase "Yo te quiero como un amigo, así te he visto siempre y siempre lo serás" crashcrash, y el cretinazo será realmente un cretinazo, le dirá "perra" y será un cerdo machista cotizón. el otro seguirá su devenir de autohumlillación, siendo por tiempo indefinido el mejor amigo de las mujeres que desee. ella cargará con la mala fama de ser una perra o se convertirá en una de ellas, devenir perra, y se enmascarará de ultrafeminidad para conseguir sus propios fines, quién sabe… No. evitémonos tragedias futuras. acá necesitamos animalidad. algo del orden de lo Real, la salida efectiva sería que ella, hastiada de tantas pendejadas preadolescentes hormonales, arrugase la nariz, gruñera y mostrara los blancos y afilados dientes. ¡que les muerda el cuello, o les patee las güevas!. agresividad que espante la testosterona, que la pulsión huya. pero no. lenguaje, gestos. ella sabrá a su tiempo que ellos son unos cretinos. ellos también lo sabrán a su debido tiempo. ¿será? en el atrio de la iglesia. cuántas veces no hice lo mismo, y justamente acá. a cuántas viejas no habré hastiado. aún así, heme aquí esperando por ella. nonono. es que no aprendemos. no es el olfato, pero es algo que me hace venir acá, aguantarme la misa, chupar sol y esperar que ella aparezca entre la multitud y, al mirarme, sus ojos me conviertan en un venado. quede a merced de los lobos. ¡ah!, deseo, “nunca demasiado diferente y cada vez otra cosa”. ¡Oh! ahí viene ella. ¡ya me reconoció!. prepárate, nada de pendejadas y debilidades. ¡ay! rodillas, no, no tiemblen. viene. ahora empieza mi juego. una perra negra, recostada bajo el sol me observa. ahora yo soy quien juega el juego. Repetición. * * lo complejo, aquello que lo ponía a pensar una y otra vez, con gesto de preocupación y una mirada perdida en los ladrillos. no era el haber soñado con ella. no. aunque el recuerdo de que precisamente ella había sido la invasora de facto de su mundo onírico, le resultaba algo como para sentarse a pensar “¿por qué con ella?” si es que ella nunca había aparecido en sus sueños, si es que siempre eran otras mujeres, como los sueños en donde buscaba a Golondrina por toda Medellín, o las interminables charlas con Pomme, o el sueño de esa mujer sin rostro con la que una vez soñó, la de los rostros mutables. raro sueño ese, ¿fue como hace dos años?, la mujer metamorfoseaba en otra mujer, y ésta, en otra, eran varios rostros, pero la misma sensación de voluptuosidad tibia. joder. ahora entiendo algo. Pero en este sueño particular… ese estar de ella ahí, en el contenido 61
del sueño. despacio. a ver, ¿cómo fue este sueño? colores pastel y los pasillos del colegio tal y como son ahora, tal y como no los he visto: apastelados. curuba. uva curuba, boquita de… no, eso es otro asunto. asunto de golondrinas, conexiones del otro lado. seguramente yo estaba en clase. sí. por ahí estaba Nats y por allá flotaba curiosamente el rostro de Lily. ya era momento de salir o algo así, todos nos despedíamos, chau, cuídate, ok, que estés bien, listo, y yo hablaba algo con Ale y fue cuando ella apareció con el pretexto de la despedida. ¿ella llegó? mmm. simplemente estaba ahí. punto. “¡chau!”. un fuerte abrazo. fuerte, muy fuerte. largo, muy largo. diminuto su cuerpo, blando, cálido. voluptuosidad que retorna. tiernosujetamiento a su figura, a mi figura. el contenido. assujetissement. bueno, a seguir hablando lo que se estaba hablando con Ale. hay una puerta cerca. ella me tira del brazo. mirada de pestañas cortas pero abundantes y negras. (¿será que ella se maquilla los ojos? es que son negras, negras, esas pestañas dios mío) gesto extraño, blando. otro abrazo, otro chau. no, no hay palabras. es un mensaje. abrazo y pico. ¡Pico! y su mirada. esa suave sensación, esa comodidad de su cuerpo tibio. ahora sí. volver a la charla como si nada, ¡como si nada! ¿y qué más?, o quizás habré dicho ¿y en qué íbamos? Interrumpe un mmmmmm… ella reclama, aún sin irse. MmmmMmmMmMMMm. me reclama otro abrazo. Otro. y un beso que bordea la comisura de mis labios, de esos besos que no ocupan la totalidad de la boca, ni tampoco la mejilla: la justa esquina. ¡glup! pero qué bestia soy. ¡el mensaje! sin palabras ella está diciendo algo, demandando algo. me reclama y me besa sutilmente. no con palabras. ¡aaaaaaahhhh, yaaaaaa! digo. Un descubrimiento como el agua tibia: el enigma se abre a mis ojos, roza mis labios. YA. una invitación, una seducción. ella sale, cruza la puerta y yo la sigo sin despedirme de nadie. ella tan lentamente y yo a toda mierda, desaforado, puerta, ya no la veo, ¡la perdí de vista! carajo, el claustro tan inmenso, los pasillos tan largos, busco puerta a puerta, excesivo. ¿está aquí? no, no está, y ¿aquí? tampoco, y tantas puertas, y tanto pasillo, no, carajo, mire abajo, me dice alguien. ¿bajo o desciendo las escaleras? da igual, ya estoy abajo, y nada, solo prisa, mucha prisa y me defino en ese exceso, no debo perderla, no esta vez, como siempre la pierdo en los sueños. me repito sagradamente como si no supiera que esto es una ilusión. un saber que no se sabe, un sueño que se niega a ser un sueño, a saberse sueño. en ese cuarto, quizás. a ver. sí, ahí estás. la situación se vuelve arabesca, una decoración de sedas, aroma a inciensos lejanos y hay niños por doquier sentados en el piso. ella recostada cleopatrescamente sobre una cama repleta de niños quienes poco a poco se retiran. ella solamente habla desde su mirada enmarcada por unas gruesas pestañas negras, lento muy lento, y yo con este exceso. plus, cada tantas horas, nunca demasiado diferente, nunca demasiado tanto, nunca demasía, demasiado nunca. misma seducción de su estar, pero otra intención, otra carga, una lógica totalmente diferente. ¡ahora sí!, me acerco, hablo como siempre ¿ahora sí? acerco mi nariz a su mejilla, inhalo. a noche, noche huele a noche, algo me incomoda en el cuello, un dolor, su mejilla, boca tan próxima, la miro, mis ojos la buscan, mi tacto la reclama, la mesa de noche se ve azul porque la noche es azul oscura y un minuto más tarde 62
siento esa sensación de que algo se ha perdido, pero no sé qué es. un ligero dolor y una creciente angustia, esa misma sensación como cuando uno olvida algo importante: esa piquiña en el pecho, ese calor inmenso en las orejas y ¡mierda! algo se ha perdido nuevamente, y esta vez para siempre. ¿qué será? un extraño sentimiento. mira la hora como para tener una certeza de algo, números verdes pero indescifrables. ah, ya. da la vuelta y recuerda lo que acaba de perder. escalofrío y la angustia que sigue creciendo, calor de orejas. ahhh, joder… ahora andaré todo el día pensando en… cobijas tibias lo sepultan de nuevo en una tibia sensación.
63