La internacional pacifista

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EIJ6EN DE1615

lA INIERNA(IONlll PA(lflSIA CON UNJl t:JlRIJl 1 UN HENSIJE Dll

ROHAIN ROLLAND venté■ espai\ola de IILOY

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Slbllotecn de ESTUDIOS bU1ad0158•VALllllCI&


OBU§ DE EIJ6EN RElfil§ POESIAS La Locura (Nebunia), con 15 dibujos del autor, 1915. Poesías (Poezii), 1914-1920.

1 PROSA El triunfo del No-Ser (Triumful Nefiintei), fantasías, 1913, Sol-Levante (Soaré-Rasaro), croquis, leyendas y notas japonesas, 1918. Las melodías del Silencio (Melodiile Tkerii), poemas en prosa, 1926. Peregrinaciones (Peregrin:lri), viajes europeos, 1923. Caminos en espiral (Drurnuri tn spirala), viajes a través del país,

1928.

Petru Arbore, novela: primer volumen, Las_ primeras aspiraciones (lntailo nazuinti); segundo volumen, Las fuentes inferiores (lsvoarele interioare); tercei: volumen, Los derrumbamien-lo, creadores (Prabusiri creatore). · Voces con sordina (Glasuri in 1urdina), <novela do un 1ar-

do, 1927.

ENSAYOS Y CRITICA

La

literatura de la guerra y la nueva era (Literatura rilzboiului

si era noua), 1923. 1932, Tipografía Pascual Quiles, Orabador eatevc, 19. Valencia

La columna entre las ruinas (Coloana printré ruini), problemas de conciencia, 1921.


ESTUDIOS SOCIALES El humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales (Umanitarismul si lntemationala · fotelectualilor), 1922. Los principios hwnanitaristns (Principiile umanitaz:iste), edición rumana, 1922; edición alemana, 1925 ; edición francesa (1 ), 1927; edición esperanto, 1928; edición española (editada por ccEstudios,,), 1932. Humanitarismo y Socialismo (Umanitariim si Socialiml), 1925. El humanitarismo bélico (Umanitarismul biblic), 1926. La Biología de la Guerra, de Georg-Fr. Nicolai (Biología Rizboiullui}, resumida en l"l!mano, 1921.

EN PREPARACION

úu amistades de Pefru Arbore (Prieteniile fui Petru Arbore), cartas.

El Espíritu activo (Spirirul activ), ensayos. La joven Europa (Europa cea tanárú), ensayos.

(1) Los Principios Humanitarislas y la Internacional de los Intelectuales, colección «La Brochure Mensuelle», núm. 50,

París, 39, calle de Breta6a.

·

ED 6 EN REl 6 1S Infatigable luchador homérico rpor la paz de los ,pueblos, conturbada ;

tienen sus gestos 111n carácter épico en esta edad de pugna encarnizada. «Odio a la guerra», es su fulgente emblema ; ttPaz en los pueblos», su viril divisa ; Amor en el Dolor es su poema que irradia en el fulgor de su sonrisa. f.l progreso interior es su bandera que Bamea arrogante y altanera al soplo arrullador del ideal de ver a todo el gloho .aturado de un fraternal amor, humanizado y feliz en la Paz universal.

ELoY Abril 1932.

MuÑIZ


PREFACIO El pacifismo ha pasado de la fase sentimental, pasiva, a la fase decisiva de la acci6n. Y a no representa una idea vagamente idealista, sino una corriente que aumenta sin cesar : su origen se halla en la conciencia libre y voluntaria del individuo y éste encuentra su expresi6n en los hechos realizados con tenacidad por las numerosas organizaciones pacifistas de todos los países. eSería necesario precisar también que hacemos una distinción entre el seudopacifismo oficial de los Estados y el pacifismo activo y directo de los que merecen el nombre de «objetadores de conciencia» ~ El problema de la Internacional Pacifista es de una importancia vital para el pacifismo mundial. En lugar de hacer de él una exposici6n teórica, hemos creido preferible el plantearlo de una manera viva, tal como ha aparecido en las últimas manifestaciones pacifistas. Por eso la presente obra contiene documentos que reflejan acciones y debates que, habiendo tenido lugar ante un Congreso internacional, deben ger conocidos por todos cuantos luchan por el establecimiento de la paz entre los pueblos y en el seno de cada naci6n.

E. R.


LA INTERNACIONAL PACIFISTA

Exposición en la Conferencia de la «Internacional de los Resisten tes a la Guerra>, Sonntagsberg (Austria), 27 a 31 de julio de 1928

/ I

Cuando los debates de la Conferencia de «War Re•isters lntemational», que tuvo lugar en Holldeston (Londres), en 1925, tuve la ocasión de adv~rtir que todos· los grupos y organizaciones representados en esta Conferencia no cesaban de afirmar su voluntad de paz. Los delegados expusieron la situación de los países respectivos y, hablando en nombre de las concepciones sociales o éticas· particulares, todos condenaron de igual modo la guerra y se lil¡inifestaron por el pacifismo activo. Contaba, por tanto, con que una voz más autorizada que la mía plantease finalmente el problema esencial : «Si todos estamos de acuerdo para proclamar la paz, ¿.dónde se baila entonces la Internacional Pacifista?» En reaÍidad, la cuesti6n de la lnte·rnacional Pacifista fué casi ignorada en la Conferencia de 1925 . Por eso presenté, hacia el final de . la Conferencia, una pJoposición escrita en ese sentido. Sólo faltaban algunos minutos para la clausUTa de los debates. Mi proposición fué anunciada poi la O ficina de la Conferencia y publicada después in extenso en el folleto que comprende las informaciones sobre la Conferencia de Hoddeston (1). Prosigo ahora ese problema esencial que expondré en pocas palabras, pero con firmeza , convencido -de que esta cuestión debe ser resuelta de común acuerdo en esta Conferencia de Sonntagsberg.

(1) Véase el anexo A.


10 Existe una ley cósmica y biológica que podríamos denominar la tendencia a la unidad. Esta tendencia mantiene la co . hesión de las innumerabl es ma~ifestaciones individuales. He ahí una verdad elemental, pero olvidada muy frecuentemente, sobre todo en el dominio social. Cada individualidad social -política, nacional, económica, ética y cultural- tiende .1 considerarse más bien centro del universo que parte integrante de un organismo supraordenado. Esta tendencia, contraria a la ley -de la unidad, es denominada por los biólogos giganlanasia, es decir, tendencia de crecimiento ilimitado. Pero la gigan t:inasia lleva a la desaparición brusca : por catástrofes en el do • minio de la Naturaleza y por guerras y revoluciones en el dominio humano. La guerra moderna , tanto como el capitalismo, se hallan sujetos a la gigantanasia . Llegada al máximum de desarrollo, la guerra no puede tardar en tener la suerte de cierta rana de la fábula . La guerra moderna representa la negación de esa te ndencia hacia la unidad, que la Humanidad afirma mediante su solidaridad profesion al y su progreso técnico, por sus colaboraciones cultur ales y ci entíficas, p or sus cambios económicos y por medio de la ininterrumpida osmosis y endosmosis de sus productos materiales y espirituales. El pacifismo y el internacionalismo son, pues, la e xpresión d e esa tendencia a la unidad . El pacifismo no puede ser positivo sino cuando se hace internacional : esto es lo que debemos mencionar, pues ciertos pacifistas se mantirnen en el cuadro nacional. Esta es una situación falsa, pues los p acifistas nacionales no saben hacer el gesto de la negativa cuando suena la hora de la movilización de los ejércitos . · · He ahí por qué se plantea el probl~ma de la Internacional Pacifista en esta Conferencia de las agrupaciones pacifistas de izquierda. Contra el titulado pacifismo nacional proclamado por ciertos gobiernos, por ciertos diplomáticos que hablan bien y por distintas organizaciones que desean la paz, pero que la piden al. .. ministro de la guerra (véase el caso Marc Sangnier -:-Painlevé en el Congreso de Bierville, 1927-) contra el pacifismo prudente e hipócrita , debemos afirmar el pacifismo activo de una Internacional formada por todas las agrupaciones de vanguardia. La Internacional del Proletariado lucha contra el capitalis-

11 mo, y contra la guerra hay que levant'r la Internacional Pacifista . Existen ya los elementos de esa Internacional. Cuarenta agrupaciones p ertenecientes a veinte E stados estaban representadas en la última Conferencia de ccW ar Resisters lnternationaln . El número se ha aumentado más aquí, en Sonntagsberg. Inútil el estudiar la composición de cad a agrupación. Encontraremos aquí socialistas, individualistas, socialistas revolucionarios y socialistas reli giosos, anarcocomunistas y cristianos apolíticos : tolstoianos, adventistas, b abtistas, catól icos... Unos se declaran antimilitaristas y otros refr actarios; hallaremos misioneros de la fratenidad entre las clases y reconciliación entre 'los anti guos beligerantes. Unos representan la juventud, otros los trabajadores, los intelectuales o las mujeres. Los hay que hablan en nombre de ciertas asociaciones éticas o culturales .. . Esta diversidad impresionante es enteramente natural. Su variedad e s tamb ién una ley de la vida como la unidad. Es la expresión de la libertad . Pero esta libertad del individuo y de las agrupaciones soci ales debe darse cuenta de sus propios límites en el cuadro de los intereses generales y permanentes del mi smo organ ismo supr aordenado que es la Humanidad. Por lo tanto, la unidad por la variedad. Mediante la libre manifestación de todas las agrupaciones p acifistas, basadas en distintas concepciones social es y éticas, llegaremos a la afirmaci ón unitaria de la Internacional P acifista . Todas las agrupac iones pacifistas representadas en Sonntagsberg desean la paz ; todas, seguramente, rechazan la violencia como métoclo de resolución de los p robl emas naciona les y económicos ; todas creen en el postulado individual, pues e l pacifismo re~de en la conciencia y en la práctica personal. Me permito afirmar q ue, a pesar del deseo de cada agrupación de de fe nder su concepción socia l, económica y ética, ninguna proclamará su concepción como dogma inia lihle, pues todo d ogma imp lica la intolerancia en el dominio moral y el empleo de la fuerza en el dominio social. R espetando la forma de manifestación de cad a agrupación p acifista, consideramos a cada una como un órgano que desempeña una función especial. P ara annonizar sus tendencias, estos órganos deberían formar la unidad de un organismo. Conservando sus individualidades y sus autonomías, estas agrupaciones deben federalizarse y formar la Internacional Pacifista.


12 He ahí el problema que planteo y al cual exijo una resp~esta. t Es posible proc!<\@ar 1~ Internacional Pacifista, aquí mismo, en _esta Conferencia cteSonntagsberg? Creo lirmemente que . es pos1?le. Es tanto más fácil cuanto ·g·ue la lntemacional Pacifista existe ya en estado embrionario. En lugar de buscar una _forma nueva, procuremos vivificar una forma existente. P ienso que flWar Resisters lnternationa h, (la Internacional de los Resistentes a la Guerra) puede ser considerada como e! núcleo de la Internacional Pacifista. De todas las agrupaciones r~presentadas aquf. f! W ar Resisters lnternationaln posee la _ventaJa de no . haJlai:se establecida sobre ciertos problemas ~QCtales y econ6nucos m de emerger de una ética o de un métod? particulares. Es una Internacional neutra y el eje de su acción es una declara~ión sencilla, pero m!ly precisa que podemos ,aprobar todos sm reserva alguna. Conoce mos todos esta declaración : «La guerra es un crimen contra la Humanidad. En consecuencia, estamos determinados a no prestar nuestro apoyo a ninguna clase de guerra y a luchar por la supresión de todas las causas de guerra.,, Esta declaración a la cual dió su plena adhesión un clarividente como Román Rolland ( 1), deja a cada cual la libertad de luchar _según su propia concepción y método por un 6nico Y gran obJeto : la paz entre los pueblos y entre las distintas categorías sociales de cada pueblo. ((War Resisters lnternationah, ofrece tambié,n la ventaja de haber aceptado como afiliadas Y adheridas un número de organizaciones pacifistas cerca de sus propias secciones de diferentes países. El hecho de ~aber reconocido .esta situación nos incita a trabajar de manera mcesante para que la ceW ar Resiste rs lnternationaln llegue a ser la Internacional Pacifista suprema. La fede ralización de toqas las agrupaciones pacifistas en una sola Y gran Internacional P acifista, bajo los .auspicios de «War Resisters l nternationab>, hará surgir algunos nuevos probl~as, Por el momento no podemos indicar más que -el siguiente : Una internacional Pacifista tiene necesidad de un pri~cipio centra,( que sirva de guía. Este principio hállase contenido en la declaración citada anteriormente. Esta declara-

(1) :Vé.ise el anexo B.

13 ción será desarrollada por la fuerza de las cosas y llegará a ser una doctrina valedera universalmente : una doctrina basada en los intereses e ideales generales y permanentes de la Humanidad . Una doctrina es cosa distinta de un dogma. La internacional del Proletariado aftrma el dogma del materialismo histórico que sintetiza la evolución de la sociedad humana cohsiderada desde el punto de vista económico solamente . Los pacifistas de izquierda reconocen al socialismo como forma de evolución social. Pero el socialisni~ no resuelve todos los problemas humanos (esto es lo que he procurado demostrar en varios de mis escritos sobre ,el Humanitarismo y la Internacional de los lnte.Jectuales). La victoria socialista no es sin6nimo de la v.ictoria pacifista. El dualismo absoluto del socialismo : explotadores y explotados, no lo explica todo. El socialismo es un ideal temporal y no un ideal definitivo, L a lucha entre los pueblos amenaza con ser reemplazada por la lucha de clases. La guerra ha comenzado a ser reemplazada por la revolución. De este modo, la Humanidad se halla dividida en dos : explotadores y explotados, y estos últimos se destrozan entre sí en diferentes campos antagónicos. Queremos la paz integral. La paz entre los pueblos, pero tambjén la paz entre las categorías socialé$. Condenamos la guerra, pero condenamos también la revolución, porq'ue estamos contra toda violencia política y contra toda intolerancia moral y -espiritual. Por eso pensarnos incluir al socialismo en una doctrina más amplia y que denominamos HUMANITA RISMO, doctrina q-ue hemos tratado de exponer en va rios volúmenes publicados en!:Ie Jos años 1922-1926. No es este el lugar de resumir esta doctrina , pero te ngo que precisar que el humanitarismo no es una simple noción sentimental, sino una concepción positiva, realista, formada por diversos elementos biol6gicos, económicos, técnicos, culturales, etc . El humanitarismo comprende todas las fechas de la vida planetaria de la Humanidad, con relación a sus intereses, pero también a sus ideales permanentes y generales . En el seno del humanitarismo, socialismo e indivi dualismo, .ciencia y religión, ética y estética pueden armonizarse sobre la base de la libertad y de la ayuda mutua. Como expresión práctica del humanitarismo, hallarnos abso-


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14 lutamente necesario la creaci6n de una Internacional de los Intelectuales. Con relación a la Internacional del Proletariado, la Internacional de los Intelectuales es como el sistema nervioso con relaci6n al resto del organismo. En medio del torbellino de las pasiones guerreras y revolucionarias tiene la misi6n de velar. Es apolítica y también antipolítica. Además, la Internacional de los Intelectuales tiene la misión de guiar la evolución interior del holJ'!bre, cambiando su mentalidad de violencia y de intolerancia. Si los proletarios comienzan a preparar la era socialista, los intelectuales deben preparar la era espiritual. El espíritu no puede ser desarrollado más que en los jardines de la paz. El humanitarismo es la doctrina natural de la Internacional de los Intelectuales. Mi convicc10n es que la Internacional de los Intelectuales se confunda y se identifique con la lntema.ciona_l Pacifista; no s~n sino d~s denominaciones para un a sola realidad. La lnternac1onal P acifista se halla basada también en el humanitarismo. Su objetivo es : la evolución civilizadora. Su método es al mismo tiempo individual y colectivo. Aplícase tanto a las concie~cias person~les como 11 las agrupaciones que, conservando su mdependenc1a, luchan por el mismo objetivo supremo. . Los elementos de la Internacional de los Intelectuales existen; son los mismos que los que podrían formar la Internacional Pacifista. En 1919, el grupo ccClartén prometía llegar a ser el centro de la Internacional de los Intelectuales. Pero su afiliaci6n a la Tercera Internacional destruy6 esta esperanza. Hoy en día, ccWar Resisters lnternationaln, que cóiiserva su neutralidad política, es el centro a cuyo alrededor podría formarse la Internacional Pacifista. Otros dos ensayos para la Internacional de los Intelectuales son dignos de recordarse aquí. E& la Declaración de independencia del Espíritu, lanzada por Román Rolland en 1919 y que puede resumirse en una sola palabra : Panhumanismo. Luego, el L/amamientó de lo11 curopeo11, lan:ud<1, por Georg-Fr. N icolai, en 1,91 4, ~omo respues~ al famoso manifiesto de los 1193'1> . E ste 1lamam1ento proclamo el Europeísmo, que es una escala de evoluci6n hacia el panhum.anismo, es decir, hacia el humanitarismo integral. Estos dos llamamientos han tenido una gran resonancia moral ; han tenido que registrarse centenares de adhesiones por parte de los principales representantes de la cultura universal. Pero la

Internacional de los Intelectuales no &e halla formada todavía, aunque sus diversos 6rganos existen diseminados por los pafaes occidentales de Europa. Hogaño en esta Conferencia, en que se hallan representadas más de 40 agrupaciones pacifistas del mundo entero, _hallo el momento sumamente favorable de comenzar a organizar esa Internacional de los Intelectuales en forma de Internacional Pacifista, bajo los auspicios de la ce W ar Resisters lnternationab,. Me dirijo con todo mi corazón a los jefes de la 1< W ar Resisters Internationah, y a los delegados de cada agrupaci6n pacifista para que presten toda su atenci6n al vital pro_blema del pacifismo mundial. Creo que haya la posibilidad de decidir desde ahora acerca de la necesidad de una Internacional Pacifista, que tenga como núcleo la ccWar Resisters lnternationaln (1). Esta decisión será seguida por diferentes deliberaciones, durante las cuales se establecerán los principios de la · Internacional Pacifista. Estoy convencido de que en todo caso esos principios corr~sponderán a los principios bumanitaristas. Un Congreso espe~al, prepa~ rado por el Cotnite internacional -de la uWár Res1stets lnternational», consagrará la lntemacionaJ Pacifista. De este modo, ésta podrá desarrollar su lucha inmensa, guiacla por la voluntad lúcida y unitaria de realizar definitivamente la paz y de hacer reinar la humanidad en los corazones de los hombres. EUGEN RELGIS

(1) Véase el anexo C, concerniente curso.

a las conferencia! en


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Mensaje de Román Rolland a la Conferencia de Sonntagsberg

17 ~ ue ai' tenemos, necesid¡id de un pri:n_c1p10 central sobre el C\!al apoyar nuestra acci6n, es 511ficiente el de la solidaridad y el de la ayuda mutua ; yo diré : de la comunión entre todos los vivo~. Es éste un sentimiento claro e inmediato. Y si los unos a los otros podemos hacerle derivar de una creencia distinta (ya sea la creencia de un Padre Divino, del cua.l todos somos hijos, o el monismo científico) para todos nosotros,, se impone con la evidencia imperiosa de un imperativo categórico. ¡ Unamos todas las fuerzas espirituales de la Vida contra las fuerzas de la Muerte 1 A todos vosotros, de corazón.

Villeneuve (Suiza) 24 de julio de 1928. Señor Presidente : Dirijo la expresión de mi fraternal simpatía a todos los participantes en la Confe_rencia de Sonntagsberg. Creo llegado el momento de federalizar a todas las agrupaciones de oponentes a la guerra en una Internacional de la paz. El hecho capital de estos quince últimos años ha sido el estrecho contacto establecido, por la misma guerra mundial, entre las conciencias oprimidas de todos los países de la tierra. Es hora ·de consolidarlas y de oponer su bloque a las amenazas siempre inminentes de un nuevo azote. No confío en modo alguno en la desaparición ((brusca y próxima de la guerra, por gigantanasia», como la profetizan nuestros amigos Eugen Relgis y el ,profesor G. Nicolai. La guerr.a, .armada con medios nuevos y gigantescos, corre el riesgo de no desaparecer sino después de haber hecho desaparecer a la Humanidad. La Humanidad se halla en peligro. ¡ Que organice su defensa 1 Dejemos a un lado todo lo que nos separa, todos nue;tros matices de pensamiento políticos, sociales, religiosos, filosóficos. Ya no se trata, en este momento, de elaborar una doctrina única para imponerla al asentimiento de la Federación. Toda doctrina --científica o religiosa- hállase sujeta a discusiones. Al querer fundir demasiado estrictamente la unidad de los espíritus, la destruye. Trátase para nosotros, en esta obra, de formar, en el mundo entero, un frente único contra la guerra. Decretemos la resistencia, la oposición, la negativa --el <cNo» absoluto- a la

RoMAIN RoLLAND

guerra.

z.-La lntern11clon11l Pacifl•fa.


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19 humano : es la V ariaclón brusca, de De Vrict ; . ~• una ley, no definida aún, pero augusta y elemental. Revoluc1on no es n~caariamente sinónimo de brutalidad cruel. ~ue?e. ser una explos~?n de entusiasmo y de amor. Tal fué , al !'nnc1p10, la Revoluc1on de 1789. Si degeneró en terror, iio hab_1a en ello_nada de fata! , · f Ita fortuita de inteligencia p0Ht1ca y social, errores cn• smo a de una realeza débil hasta 1a tra1c1on . . , Y de una dema. • minales . surg1"da de la falta de madurez del gog1a . pueblo y de la carencia . . de verdaderos jefes. Pero la revo_luc1~n es un lempo, casi mevitable, de la sinfonía, de la h1~tona. Y no hay que negar su grandeza ni tampoco sus benelic10s. . . Disculpad el apresuramiento d~ est~~ líne~ y creed, querido Eugen Relgis, en mi cordial est1mac1on y simpatía.

Respuesta de Román Rolland a la exposición de Eugen Relgis Villeneuve (Suiza) 24 de julio de 1928. Querido Eugen Relgis : He enviado algunas líneas al Presidente de la Confeiencia de Sonntagsberg. He leido con gran interés vuestra noble exposición y os la devuelvo adjunta. Estoy de acuerdo con vos para la federafo:ación inmediat1 de todas las agrupaciones oponentes a la guerra en una Internacional de la Paz. Pero no creo oportuno el tratar de fundarla ahora sobre una doctrina única, siempre sujeta a discusiones y capaz de hacer surgir conffictos entre las diversas agrupaciones de la, Conferencia. Enteramente absorto, en este momento, en una obra de pensamieJllo universalista que ocupa todo mi esfuerzo, no puedo, como quisiera, discutir con vos esta cuestión. Por otra parte, me explico sobre esto, en algunas palabras, en mi carta al presidente de la Conferencia. Permitidme tan sólo (sin entrar en lo esencial del problema), el hacer todas las reservas acerca de la palabra (si no la cosa) de humanitarismo, de la cual hacéis vuestra bandera. Ea imposible, en buen · francés, el separarla de una acepción sentimental peyorativa . Es inferir daiio a la causa el hacer uso de ella para designarla. Me es -imposible el aceptarla. Es preciso -en francés al menos-- hallar, forjar un nuevo término. Por otra p arte, no estoy de acuerdo con vos cuando escribís: «Condenamos la revolución, porque estamos contra toda violencia ... )> No, yo no condeno la revolución. Y o creo la revoluci6n, así como la evolución, una forma necesaria y fatal de desarrollo

RoMAIN RoLLAND

l.


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Carta abierta a Román Rolland R e.sp~esz de ~ugen R elgis a la carta del 24 de julio de 1928 y a ; ensaJe a la Conferenc ia de la «lntemacional d l ·R es,stenles a / G d S e os 3 / de julio de ª ¡92u/"ª», e onnlagsberg ( Austria), 27 a Bucarest 25 de agosto de 1928. Querido maestro : Cuando diel días antes de darle lectur d S t b , ª en Ia C on ferenc1a. J;emºa:~oªn~j eprgac• '1isst env1.é de~. te.itto de mi exposición sobre la n a , me 1¡e: «Aun_ cuando Romain Rolland no se avenga a conles me sentué muy cerco ~e él, de su ral6n, <le Sil inspirac:me, sobre todo, de !u espíritu _regenerador. El que ha querido netrar en el sentido de la vida y de la obra d R . R lJ ped ha debido aprender · d e omru~ o an , d I J'b d d • ante to o, el alfabeto de la sinceridad e a I erta y e la comunión de las almas.» • Y~ sabía qu11 vuestros verdaderos amigos respetan vuestro refugio en las altura& alpestres Habéis cumpl'1d . t d be d • · o con exceso ros d e res e «ciudadano del mundo» d urante los afios tr g1co_s e 1914_ a 1918. O s habéis cernido upor encima de 11 ~ r¡fo1a» _sangnenta. Pero os habéis hundido en el torbellino tre es~nos humanos, Y vuestras advertencias, como vu* 1 os admamid entos., _guardan, su eco con lá· persistencia que sólo as ver a es esenciales de la vida pueden poseer E_mpero, el ~mbatiente por rrás humanidad, ti~ne su ro i destino. «Servidor d.el Espíritu» tiene deber•• .p pP ] · · • • .... superiores a as contingencias ~1al<:5 : deberes para con su conciencia p~t~ con su mundo m!enor. La cosmogonía espiritual és el d;_ filllll~ ~aturnJ ~el Sabio, y las cuestiones que le obsesionan en los ultunos. anos de su existencia terrestre no pueden hallar respuesta mas que en los grandes t""'naim;entos R . .

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ecog1m1entos

que ·Unos llaman divinos, pero que son, en todo estado de causa , una comunión con las realidades inalterables de la creación universal ... Por eso me he sorprendido cuando, en vuestra carh del 24 de julio, he leido estas sencillas palabras : ce.Absorto por completo, en este momento, en una obra de pensamiento universalista, que ocupa todo mi esfuerzo, no puedo, como quisiera, di..cutir con vos esta cuestión ... n Habéis confirmado mi temor de perturbaros en vueslrs horas de suprema oración. Permitidme emplear estos dos términos, cuyo sentido se halla alterado por tantas prácticas vulgares. SI, vuestra oración laica, en estos años en que el cuerpo siente constantemente que se acerca al umbral del Gran Misterio, es la creación más elevada del alma y del pensamiento humanos. Es entonces cuando se realilan esas obras testamentarias, esos frutos de todos los frutos que enriquecen el indestructible tesoro del Espiritu. Disculpadme que os haga la confesión de estas teffex.iones : sé que quien afronta verdaderamente los precipicios y las cimas de la Vida, ahonta a la pa.r la Muerte, que tiene los mismos abismós y las mismas cumbres. Porque ese dualismo no se resuelve más que en la fatalidad de la Unidad. Una llll pura (un coral6n experimentado y un cerebro bien templado) brilla en las alturas, entre cielo y tierra, entre lo real y lo ideal. Alguien cuida del hombre; alguien se esfuetla, en el gran examen de su existencia, en preparar --con otros Solitarios- la regla moral, el camino espinoso, pero siempre ascendente, que conduce desde los pantanos ensangrentados· de la vida social hacia las cimas llenas de sol de la conciencia universal. ..

*** Desde estos pantanos sangrientos de la vida social me he dirigido a vos, pidiéndoos para la Conferencia de Sonntagsberg un mensaje en favor de la Internacional Pacifista. No habéis tardado en contestarme y H . Runham-Brown -1 activo secretario de la «War Resisters lnternational»- me ha confiado vuestro mensaje para darle lectura luego de habe hecho mi exposición. De pronto -he sentido pesar sobre mis hombros, jóvenes aún, una inmensa carga. Y, no obstante, hace diel


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22 años qüe yo me preparaba para esa hora, en la cual, ante 140 ~elegados ~e~ados de ~¡ todos los países de Europa, y tamh1en de Amenca, de Asia y de Australia, tenía que dejar caer palabras graves como un juramento, palpitantes como corazones _llenos a la vez de sufrimiento y de esperanza. ~asi todas las or~anizaciones Pl!cifutas de izquierda estaban allr representad.u. Los pacifistas de derecha no faltaban tampoc_~- Cada c~al tenía su concepción social y su método de acc1on deterrrunado. po~ las circ~stancias locales. La mayor parte de las organ1zac1ones, surgidas apenas después de la Gran Guena, encuéntranse en esa fase de crecimiento en cuadros propios Y a veces también nacionales : es el egoísmo bastante natural de la joven_ ra~a, del tierno retoño que quiere hacerse prosperar a sí propio, ignorando su solidaridad con el bosque secular. Sin embargo, a -~edida que_ d~sarrollaba mi ~posición, he observado _la atenc1on ya admirativa, ya perpleJa, pero siempre sostemda, de los oyentes. Empeñados en el combate por la paz sobre tantos terrenos, los delegados han visto que el ,,problema» que yo planteaba correspondía a una realidad vasta como el planeta, y que la idea d e la Internacional Pacifista, ~ompuesta. de todas las agrupaciones -de oponentes a la guerra (idea sencilla como el huevo de Colón) debía ser acogida por entero y que debía proseguirse su realización, fueren cuales fueren las objeciones teóricas o los intereses secundarios de la táctica, inherentes a cada grupo. H e desarrollado mis argumentos, sintiendo la muda réplica de otras concepciones, las cuales todas tienen, sin embargo, alguna frontera común . H emos retenido todos, en nuestro subconsciente ((todos nuestros matices de pensamientos políticos, sociales, 'religioso5 y 610sólicosn -<orno dice vuestro M ensaje--, porque hemos sentido en ,esta hora verdaderamente solemne que ,por encima de nosotros se cierne el imperativo de la unidad humana, el murmullo múltiple de los destinos de los hombres que piden ser libertados de la blasfemia de Caín. i Sí I Se ha decretado entonces (( la resistencia, la oposición, la negativa, el <cj No! » absoluto· a la guerra» . Sabéis .que los que se han reunido en Sonntagsberg no son pacifistas de palabra. La mayor parte de ellos son vivos testimonios de ese (( j No! » absoluto. Se han podrido en las cárceles por su negativa a

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matar (y ¡ cuántos han estado a punto de morir por no haber querido asesinar 1), . y cada unq de ellos fe encue~tra al hen~e <Je un grupo de oponentes activos· a la guerta. Existen por _millares esos· Conscienlious Objeclors; pueden contarse por cientos de miles y por millones los que se hallan dispuestos ~ecti• vamente a rehusar el asesinato colectivo . Sóto la uWar Res1sters Jnternationaln, por ejemplo, cuenta medio millón d~ miemliros repartidos en las 40 secciones que posee en 21 países. Si la 11gran prensa» pubticase la5 ai;ciones pacíficas, llegaría a sumergir los discursos de lo! diplomáticos y las inlencione., pacíficas de los hombres de Estado. El pacifismo libre, v~luntario, indi1Jidual, se convierte cada vez más en una realidad fortnidable, opuesta a la otra re~lidad, la de la guerra, oculta en los arsenales, en los cuarteles, en los bancos y hasta en l~s escuelas y en las iglesias. El pacifismo aumenta como potencia creciente, porque la Humanidad se halla en peligro. Vuestra advertencia ha vibrado como un grito de inquietud de cada uno de nosotros. Pedís que la Humanidad organice su defensa. Hemos sentido y hemos visto que esta defensa na comenzado : los que escuchaban vuestro Mensaje son los 01ganizadores de la defensa de la Humanidad, son los verdaderos forjadores de la paz.. Por eso han reconocido que ha llegado el momento ude íederalizar todas las agrupac'ones de oponentes a la guerta en una lntemacional de la Pa.z . Su aclamaci6n espontánea, simple y firme, ha consagrado esa Internacional. Porque as! como lo he dicho en mi exposición, esa Interna• cional Pacifista existe aquí y allá y no solamente en estado embrionario. T arnbién sus 6rganos existen todos y se hallan más o menos desarrollados. Cuando todos estos órganos estén fundidos artnónicarnente en la unidad viviente de un organismo com;ciente de su papel y de sus medios de combate, cuando la Internacional Pacííista haya realizado el frente planetario contra todas las causas de conflictos, contra todos los géneros de guena, será entonces tan s6lo cu~ndo P?dremos decir que el hombre llega a ser el dueño de su vida social y que la Humanidad pasará de la época de la civilización mecánica dest_ructora a la era de&nitiva del trabajo y de la ciencia creadora...

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l 24 Si mi ophm1smo fuera puramente sentimental, detendrfa mi carta en este reconocimiento de la lnten.acional Pacifista. Reconocimiento de p rincipio, con primeras realizaciones práctic~s (1 ). En las discusiones personales que be tenido, después de mi exposición, con -varios delegados en la Conferencia de Sonntagsberg -secretarios de diversas organizaciones- han surgido nuevos problemas en estrecha relación con la revolución, con la lucha de clases, la no violencia, el antimilitarismo -y el antiestatismo... Las concepciones especilicas, desde el socialismo y el comunismo hasta la anarquía y el solidarismo económico o religio.so, han aparecido en esas discusiones peuonales (como ,en las discusiones generales de las sesiones) como otras tantas rocas ,a través del camino del impetuoso torrente. Cubiertas por las alta& ólas del ideal com6n, estas rocas han mostrado nuevamente sus crestas y se han a&entado recíprocamente. Y todo esto de manera natural, teniendo cada cual su estructura, su base y su razón de ser. Pero todas las agrupaciones representadas en Sonntagsberg han sabido respetarse mutuamente : cada una ha afirmado su autonomfa y su método pe trabajo, pero todas han proclamado un mismo propósito : la paz entre los pueblos, la paz en el WDO de cada pueblo y la paz de la Humanidad . No me es posible exponer aquí todas las tesis discutidas. Están publicadas en un folleto por la Oficina de la Conferen-

(1) El nuevo Comité Internacional de la ((War Resistera lnternational» ha testimoniado durante los años 1928-1930 una activa comprensión de la lnter1'<lcional Pacifista. Compónese de : A. Fenner Brockway, presidente: Dr. Heléne Stocker (Alemania); Prof. Pierre Doyen (Francia): Premysl Pitter (Checoeslovaquia): Oiga Misar (Austria); Jo. Meijer {Holanda): Allan Degerman (Suecia): Harold F. Bing (Inglaterra); Eli. nor Byrns (E. U. A.); V.alentín Bulgakov (Rusia); Secretarios : H. Runham Brown y Martha Steinit:z. La resolución en favor de la Internacional Pacifista deberá Jlevar a la constitución de una Comísión especial que trabajará exclusi;amente y sin descanso en este sentido. (Véase el anexo C concerniente a las conferencias en curro.

25 · · ·- . después del reco. (1). Vuestra respuesta a m1 expos1c1 0n~ d 1 c1.a . . to de la lntemacional de la Paz, compten e a gun~ n~~en al unas reservas, unas categóricas y otras mattob¡eciones Y g b. . de esas reservas ha reperzadas. El e~o de esl}S o ¡eMc10nes . y :ue he leido con toda la cutido también en vuestro ensa¡e, q . l do ·sleal d ob·etividad de un hombre que: considera e gm~tl. ta y la Imás terrible de las enfermedad~. En el do~nio mo ·a1comlo b I tO es sinónimo de intolerancia, de fanatismo, soc1 , o a so u •, l y f{s·ica Cada palabra de · · · ·6 de opres1on mota · d e mqu1s1c1 n Y • • l id (· me es permitido de. · ión ha sido escrita Y e ª t . • m1 expos1c 1 .d do . el de evitar toda v10.lenc1a, aun · ¡ ') con un so o cw a · 1 c1r o . . M h esfonado constantemente en Jespetar a ht:~:~c~pirit:al ,\eniendo en c~enta realidade\ sociale; ~:~ mediatas, pero también ideales e intereses genera es y p r nent es de la Humanidad. . tr respuesta ha ,tcru·do para M tr a decuos que vues a T 1 • mf ,: ;is:: esencial importancia que la respuesta que d:tf~ . .ó 1887 a vuestra carta en favor del arte y os di ng1 • en ' ' ean distintas tienen en el fonciencia. _Aunq~e J'.estc~:dso T olstoi ' ha• tenegado del arte do el m1s~o s_igni ca 0 • I eeminencia de la moral, y de la c1enc1a para proclamar ª pr · ulso brotado de 1 habéis escrito con ese generoso IIDP , . .d vos e . d d d las convicciones más quen as westro dolor, e ver condena! as. ·¡· ., europea occidental. · · ,n y e a c1v11zac1on . de vuestra generacio ¡ ·smo amor con que habéis isrno respeto y con e m1 d I f eon e I m d 1 . . • apreciaciones e . pro eta combatid? alg~nos e os 1u::;.1;rsa ~ las objeciones y a las rede Jasna1a-Po!Jana, contestohab' . . d y del Mensaje que servas de la carta que me eis env1a o habéis dirigido a la Co?fexeneia de Sonntagsbezg.

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' h blicado hasta ahora Los resíslenles (l) «W . R. l.» a ·Pd ( n e dición inglesa, alemana, fran,conlta la guerra en el mun e d los debates de la Conferen• cesa y esperanto), c(oLmprden )1el 925 y W ar Resisters in many cia de Hoddeston on res • 1928 ) Lands . (Confereneia de Sonntagsherg, .

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LA PALABRA ((HUMANITARISMOn Véo'me forzado a comenzar la discusi6n precisando el sentido de esa palabra «de la <¡ual hacéis vuestra bandera», como me lo habéis escrito {1). Cuando os envié mi exposición $obre la Internacional Pacifis_ta, sabfa que los pasajes relativos al humanitarismo iban a encontrar no solamente reservas, sino también críticas por parte vuestra. Lo sabía en primer lugar por vuestro silencio: no hablais contestado a mi c:uta del 21 de junio de 1923, en la cual soljcitaba vuestra atención para el manus,crito francés de mi vo lumen: El Humanitarismo y la fnternacional de los Intelectuales, aparecido en 1922, en edición nrmana, con un prefacio del profesor Georg-Fr. Nicolai. De igual modo ha quedado sin resp_uesta por parte vuestra El llamamiento a los intelectuales libres y a los trabajadores iluminados, lanzado en nombre del «Primer Grupo Humanitarista,,. La edición &ancesa del Llamamiento ha sido distribuida por mediación de la <tFederación Internacional de las Artes, de las Letras y de las Ciencias» (F. l. A . L . S .), de París, en abril de 1923. Este Llamamiento (2), al cual iban también anexos Los Principios l-lumanilarislas, contenía explicaciones sobre el sentido de la palabra ((humanitarismoi,. En el tercer volumen de El Alma e.ncanlada (3) me ha p3te• cido hallar una réplica indirecta. Annete (esa hermana de espíritu de Juan Cristóbal (4) dice a su hijo Marcos:

(1) El ·24 de julio de 1928. Publicado primeramente como anexo en el Esope, 6rgano -de la F. l. A. L. S. (París, núm. 12 de mayo de 1923), y reimpreso después en francés con Los principios humanitarislas, como boja suelta. (Bucarest, enero de 1924.) (3) Madre e Hijo (2 vols.) Vol. 11, página 240, edici6n Albín Michel, P.irís, 1927 . .. (4) He bosquejado ese paralelismo en un follet6n del Adeoarul /iterar si artistic (Verdad literaria y artlstica). Bucarcst, 20 de marzo de 1927. (2)

o crees en la Humanidad (me lo has «-P equeño mfo, ~pn ué hablas ahora de sacrificarte po~ dicho cien veces). ·· t . or q L. • mi fe en ella, m1 "' N hai; ridkuhzado con• necuenc1a , u e11-a r l o ºbº1d t tos de5aires que ya no esta m y pobre fe, que ha reci º, an . · se<>ura de s1 ?.• .>> • a1uva nt muy o h hallado todavía su camrno Marcos , el adolescente que no .ª · puls"ado hacia las en l a v1. da, a 1ral' do por las negaciones o 1m quimeras, respondey: h idiculizado a ti. Creas lo que ((-1 Perdón. .. 0 no te e r • d lo que tú crees ... á mi por encima e creyeres, tú est s, para ese «humanitarismo1) y esa «HuPero es verdad que no . hueras esas ideologlas, esas • a los homb res, gr an • mamºda d »,. todas esas Vmentiras I hombres ilusiones de palabras. eo a º:e se estl:~chan, que se chocan, des tropeles ~ue van errhantehadia la izquierda, hacia ade_lante, que van hacia la deiec ª• . • el polvo de las ideas. levantan ba¡o sus pies • hacia atrá s Y_que l a en la nuestra, en \a _del umverso, Veo -en la vida, en a suy • 1 h sido escrito: el esce• . dº cuyo desen ace no a . ., d l una trag1come ia ed' d g(m la improv1sac1on e as nario se compone, a m ; a, yo soy del asalto, yo he voluntades que conducen a ahis~. o. que soy Marcos R iviére· d porque soy tu JO, por 11 Y si do des1gna o . Mº or ullo está empeñado en e - º: y ya no puedo_r;t1d:¡mc:al parte pierda o no la partida, que en el eqwp •d · desmayar 11 iré hasta el fin_.de la ad;:asiado su~erlicial el atribuiros Serla demasiado ~8 71 Y d I f hi¡ºo de Annette. Pero iones e ogoso . . por comp.1eto 1as oprn ese «humanitansmo» Dl esas palabras de Marcos ·d . «... no amo illas) todas esas menti•dad , oloca as entre com • esa uhumam » .,c , esas ilusiones de p_alabra» ... • se ras hueras, esas 1deolog1-as, del 24 de juho. Reproduz• hallan confirmadas en vuestra carta . co el párrafo complet-> : ( . _ l esencial del problema). · ºdm t ólo sm entrar en ° )d «Perm1t1 e an s b e la alabra (si no la c~sa ~ hacer todas las reservas th r éis !estra bandera. Es !mpos1humanilarismo, de la cula ac I d una acepción sentimental ble, en buen francés, e ~e)l~ar a I ecausa el hacer empleo de despectiva. Es hacer per¡u1c1~ a ~bl aceptarla. Es menestex d . la Me es impos1 e ella para , es1gnar . s-- hallar• forjar una palabra nuev~.>l -=en frances, al meno . resada de .una manera cluecta y Tal es vuestra op1n16n, et d hablar de la cuestión bup1ecis.a . Pot lo tanto, antes e po er

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28 manitarista, debo justificar la palabra «humanitarismo>i. Al mismo tiempo que mi exposición os he remitido también, en traducción francesa, mi folleto : Los principios humani/arislas y la lntemacional ele los inlelecluales (1), que es un resumen por poco elemental que sea, de los problemas que he estudiado en cuatro obras (2) aparecidas en rumano, entre 1922 y 1926. En este folleto, destinado a los lectores franceses he añadido especialmente un capítulo : ctEI sentido del humanitarismo» (páginas 12 a 14), el cual, si lo hubieseis leido antes de con• testar a mi exposición, habría hecho superflua quizá la discusión sobre la palabra humanitarismo. Al contestat os, hai:é citas de este · folleto, lo mismo que de mio otros libros, porque tengo que demostraros que no he utilizado este vocablo «a la ligera». Reconozco desde el principio que «el humanitarismo sentí• mental y moral existe desde larga fecliai, y acentúo también que <tia debilidad práctica de los humanitaristas consiste precisamente en el hecho de que el humanitarismo se halla considerado como un término sentimental y moral» (3). Esta <1consi• deracióm1, ya despreciativa, ya irónica, es debida a varias confusiones. Los ateos creen que el humanitarismo es una ·forma disfrazada de las antiguas religiones o, más exactamente, de las Jglesias ; se ha visto que han preguntado sí el humanitarismo no era Jo mismo que.. . la francmasoner{a ; otros creen que representa acciones filantrópicas, que patrocina obras de asis-

(1) Colección La Brochare Mensuelle, París, núm. 50, febrero de 1927. (2) Umanitarismul si lntemalionala lnteleclualilor (El humanitarismo y la Internacional de los intelectuales), 264 páginas, edición Viala Románeasca, Bucarest, 1922; Principiile umanitarisle (Los principios hwnanitaristas), el primer número de la Bibliot,eca hurnanitarista, 1922 ; Umanilarism si Socialism (Humanitarismo y socialismo), polémicas con Lotar Radaceanu, edit. Branisteanu, 1925; Umanilarismul biblic (El humanitarismo bíblico), 1926. Añado los artículos y los estudios publicados en distintas revistas, sobre todo en mis revistas Umanilalea (La humanidad), Ja$Sy, 1920; Umanilarismul (El humanitarismo), Bucarest, 1928; Cugelul liber (El pensamiento libre), 1927-28, y Omul liber (El hombre libre), 1924-25. (3) Los -principios, etc., página 12

altonismo polltico. ¡ que-su fr-en d e d b tencia social ; 6nali:ne~te, os unista o del comunismo umabablan del human1tansmo cr;m.ficado definitivamente asl _co~o . . ta creyendo habetlo c as1 d . hecho el human1ta?1S· n1tans , • · tras que ~ f doctrina subversiva, roten . \' . Vocablo en e ecto, : : es - apollttco Y también antrpo it~:·1,a en tod; ocasión, en muy c6modo, es emp:eado :~ -pr~p~r \os que consideran q~e la gran prensa y en _a s rev1s ª~co necesidad de ,ser examina o uhumanitarismo>J no tiene ~amp les parece evidente por su &ola ue lo que contiene en tanto q · ·, . en e1 L'LO.mamienlo a enunc1ac10n. , . 1 he escrito Sin embargo , as1 como ~ t abajadores iluminados: los intel~ctuales libres y a r a simple expresióu verbal. ((El huroanitari~mo no es oy un las tendencias al progre• "d 1· · 0 que resume . .. l vagamente I ea ista, d El humanitarismo ~n_tmhvo y mora so de toda la Humani_ ~ . \" . nes h a adquindo, con ayu a preconizad~ por las v1eias : ¡;ud y una claridad que 1~ hacen una p I del cotaz6n, as1 coroo de la .ciencia1moderna, · obedecen a 8 voz , aeces1ble a os que . . erativos de. la razon.» . también a cuantos sigue\ los t~P . roo los hallamos, por e¡em· Los elementos de ese urnam :aui rofesor G . Fr. Nicol~ (1) plo, en ,la Biología de l\a d:I ~acilumo y el intern:1,c1ondaÍ que ha fundado sobre a 10 o~ a la antigua concepc1on e \ismo, dando ásl un nue~d d1gorE: El humanitarismo y la In· «organismo de la ne intentado aplicar J°l ~os femaciona1 J_e los tn e ec u bioÍógicas del pacifismo y . ~ IB• dominios sociales las leyes l . dividuali$DlO y el soc1aln!no, . ¡•_,.. llevándolas a ID. temac1ona 1•=v•

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· a edición 1917 (468 P~ ·ologia• de la Guerra, prd1merd . . , 1919 (SS2 _ . • n a e 1c1on . )ág1• 1 L a Bt gi~a~}. Orell-Füssli: z¡r'to'.m:irRol\and (el mismo ed1to:r~i6n nas) con un prefacio ~ R II nd Los Precursoresf e consultar : Un agr;n europeo, Georg- r. !COA. Michel, Parls, . i1 • 1 ¡. á inas 144-181. la obra de N1co \ ª'o•i>, pdg 1920 he resumido e!' ruma~<;> '6 1 Viata Roma• es e • . . (244 'gmas, eotct n • 6) E ta Biología Razboiulúi -~ª ll 256 páginas, _192 . n e¡ • neascS., Jasseyd,. l9d2I ~n: ci~ntifica ha pod(d\do si:i~op~is fonna campen 1a ª• .-ún \a esta stlcn . d un país que cuen1a, ~o r1z.a a en lfabe de un 50 % de ana . tos .

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30 4 1~ ieligi6n '- • . . , Y a U1 crenc1a, •a la té . Y annonizandolas tod cn,ca Y a la estétt manitaiismo, sobre ei\::d:e::d~o~ Di1Jos Y m1viles ~~ttc~~ d~or. A los elementos biologicos de ~ibertad Y del por tanto, los elementos ,e . umamtarumo, he aliatua es. T odos · éstos se han su econom,cos, técnicos e inte~ viejas religi~nes. La 1~ elem~ntos moral:; mJentos humanitarios hállase bumandltansta, sin e'Xdu{r los d pue en ser ex · d • · asa a sobr~ · r d d Uase por ~I?a as científicamente Est h rea. J ~ es que ' cons,g¡uente en · dº · e umamtar1smo h' y los intereses general~ irune tato contacto con lo:s . atendencias naturales d y perm?nentes del hornbr . ideales No es éste el I ed a ev.o!uc16n humana. e y con laa bl b ugar e repetir · · • emas so re los cuales h . . •. ni s1qu1era con brevedad la aten'ción sobre el h che ,dns1stido en otras obras S61 . '11pro0 himfa ·¡ · o e que h d · amo . m ar,smo científicoe . H d . oy pue e hablarse d Y la lntemacional d l . e emostrado en El h . e un lía situado la biolo íe os 1/nlelectuales ( 1) que Au umamtCoarismo auc•• b g a en a base de 1 . . gusto mte -,ores se an • a c1enc1a soc · I' ·

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biología. Po~:!º siglo, a la fuente de ~araí volver• Co t d a parte, el método d . d 'º og a : a la E m e pue e aplicarse tambié e in 1tgaci6n de Augusto ases : teol6gica, metafísica n ~ . o_tros dominios. «Las en la evolución del so . li Y pos1t1v1sta, pueden ser _trde., E f era smo y e l d I h . segu1 as e _e~o, <<el huma.nitarism a e. umanitarismo (2) en as v1e1as religion . . o . a tenido un.i fas t 1-·. nismo .P.rimitivo; ha es, pdrrnc1palmente en la época leo ?g~ca Renacimie pasa o ,p or una fose f . e cmt1a. Pi h nto Y en la época del . . . ~eta ÍS!ca durante el te, ,H~rder), Y ha sido a VldJo 1dea~1smo alemán (Kant vi practica por un C ¡ I P Jea .º• en c1erta medida • ba¡o Ezn ar Y e, mediante ¡ · . . • en •1a tad con ~r n: -'d erson, mediante la <lnll:ni:t~rahvo del_ lracristi,:mismo pur::, y por un Tolstoi, por m~d: ~e la hherH d' · · e ·su neooy en ia, después· de 1 . a guer.ra europea de 1914 . - • P<>demos . (1) Capítulo Xlll L gmas 176-183 ' << a hase biológica de¡ . I (2) Loe : . ' a SOCIO ogía JJ , pá(3) Loe. C!t, • P~&!na 177. · cit., pagina 178.

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31 decir que e l humanitarismo ha entrado en su última fue : la fase positivista. Me bastará citar, después de la obra- del profesor _Nicolai, La biología de la guerra, los tabajos del profesor Rafael Dubois, sintetizados ~n sus Carlas sobre el paci/i1mo científico y 'el Anlicinese (1), para subrayar el comiénzo de una ciencia biológica estrechamente unida a todas las manifestaciones sociales, económicas, morales, 6los66cas y éstéticas también de la Humanidad . E sta Ciencia tiende a poner de -acuerdo el lento progreso interior (moral, intelectual) del hombre, con los rápidos progresos exteriores (técnicos, económicos, etcétera). En una palabra, mediante el reconocimiento de las leyes biológicas de la evolución de la Humanidad, podrán ponerse de acuerdo las civilizaciones IJ,a nsitorias de las épocas sociales con la realidad permanente de la cultura universal, pues• la ciencia sin humanidad es una vanidad sangrienta (2). El humanitaris¡no cientl6co podrá dar a la ciencia como al socialismo, a la religión como a la estética, a la técnica como a la moral, esa direcci6n clarividente que las pondrá a cubierto de los ·dos azotes : la intolerancia y la fuena brutal. Tal se presenta para mí la cuestión del humlinitarismo. Me escribís que ttes imposible, en buen francés , el separarla de una acepción sentimental despectiva¡,. ¿ Por qué nos dejarlamoa intimidar -por las falsas interpretaciones que podrían darse al hum.anitarismo '? Los xesiduos sen timentales se hallan ligados fatalmente a los elementos positivos y científicos del humanitarismo. El reducido número de los que ahora trabajan en formar esta ciencia no temen las ironías de los que les tildan de uto• pistas. Que los superficiales escépticos se acuerden de to~ laa (<Ulopiasn que poco a, poco han llegado a ser triunfadoras tealidades. Y el propio socialismo, cuyos promotores redactaban los manifiestos, hace ochenta o noventa años, en ll1l miserable tugurio. Hoy que el socialismo comienza a ser realizado en cuadros planetarios, surge una concepción supraordenada, destinada a completarlo y a preservarlo de los emires dogmátic'os y de los métodos opresivos que han llevado a su perdición a tantas instituciones sociales. El humanitaiismo es la expresión sintética de todas las reaI

( 1) Editor André Delpeuch. Parts, 1927, 156 páginas . {2) Capítula XII. Loe. cit., pági_n a 182.


-- -33 32 lidades materiales y espirituales que constituyen la evoluci6n de la humanidad . Consideráis que sería acanear perjuicio a la causa de la Humanidad el emplear la palabra «humanitariamoll para designarla ... Pero yo no he forjado ese vocablo ni tampoco lo he elegido. Se ha impuesto naturalmente por sf mismo y por su propio contenido. i; C6mo designar de otro moao una concepción consagrada a los intereses y a los ideales permanentes y generales de la Humanidad? El r<humanitarismo» hállase ligado a la Humanidad tan mtimamente como la piel a mi cuerpo. .. ¿_Que busque, que forje c1al menos, en francés» un nuevo vocablo? é Por qué solamente en francés? ¿ Es que el socialismo, el comunismo, el nacionalismo, el fascismo, etc., tienen, en francés, otras designaciones gue en Íil81és o que en ~lemán? Los cincuenta publicistas, letrados y combatientes sociales franceses que han firmado el Llamamiento a. los inlelecluales libres y a los trabajadores iluminados -desde un doctrinario como Enrique Barbusse hasta un filósofo tan múltiple y tan ondulante como Han Ryner- no me han sugerido esa idea (1). Vuestra demanda a ese respecto, expresada de roa-

(1) Reproduzco, según la revista Umanilarismul (El Humanitarismo), Bucarest, número 1, julio de 1928, el nombre de los fumantes franceses: A. Bailly, Banville d'Hostel, Henri Barbusse, M . Belly, Gabriel Belot, P.aul Bergeron, Maurice Blan. chard, Paul Brulat, M. Caillard. H. Candiani, R. Canudo (t), Annand Charpentier, H. Chassin, F. Courché, Manuel Devaldés, Camilo Devret, Raymond Dunc.an, Lud Fillieu, H.-L. Follin, Florián Parmenlier, Albert Girault, Th. Gras, Amédé Guillaume, l. R. Hemández, LS. Judiua, Géra1d de Laeaz&Duthieu, E. Lanty, Pierr.e Lariviére, Philéas Lebesgue, Albert Le Brasseur, Pierre Líber, M. Lipchitz, Gilbert Mallaroni, doctor Mariavé, Mérat, Alex. Mercereau, DrC$Se, Pelletiet, Emilio Pignot (t), E. Poitevi:i, Heori PouJaiUe, lvanhoé Ramoonson, Marrianne Rauze, Louis Richards, José R iviére, doctor A. Roberston-Pro_chowsky, P .-N. Roinard, Georgette Ryner, Han Ryner, Henri Strentz. Madeleine Veme!. Entre los fu.mantl:s de otros países elegí s6lo aJgunos !1ombrcs : Profesor G .-Fr. N1colai, Fre1heu Paul von Schoena1ch (Alemania); Stefan Zw~ig (Austria); Marcelino Hecquet, Juan Maréchal, S. Suls (Bélgica): B. de Ligt (Holanda); profesor A L. Herrera (Méjico); U.pion Sinclair (E.. U. de Am:éJica); Rabindr¡i.nath Tagore (India), etc . ·

a mi tanto más inesperada. Yo par ., h ue las discusiones sobre la cu~tion udeseo, a no dudar. q_ tan libres como sea pos1?le! pero manitarista sean ~phas_ y . or la palabra ubuman1tansmo». marcarán el p~ st colm1en~~:a~ la justilicació~ documental de Séame pe\'Dlltido e con_ll . bancesas, ha comenzado a . l publicaciones . -, el este vocabl o. E.n ª5 I Se hace la dist1nc1on ~n1~e adquirir «carta d_e ~atura eza»_en general, una s1gmlicaa·djetivo «humamt_anon _que e:U:::;antivo <1humanitarism~>> cuyo ción moral 'i senh~ental y d las traducciones mgl~~• . . h sido conserva o en . d tenonsuli10 en tsmo ad ' del lolleto menciona o c?n an d Lo 5 alemana, etc. A emas _ i1 • las Y la L¡iternac1onal e dad, Los principios ~uman/;::sos artículos y estudios en las inlelecluoles, he pu~cadó ando por Esope (1), órgano de ~a revistas francesas . l me¡uha sido e\ primero en dar I?U s F. l. A .. L .. _S.• e c::tro Llarnamienlo, ~acias a anv1 ~ amplia d1fus1on a nu d l humanitausmo todas las de trayenLo aR . (2) e"n Le Semeur (3). d 'Hostel, he- seguido . ¡ en O 01son , blº · ás cuestiones socia es, ( ) en otras pu 1cac1ones 5 m . (4) La Pensée Y en Eooluhon -• ~n consagradas al pacifismo.. en cierto modo, su lisonoml~. CuanE.I vocablo posee ahot;, . hállase . relacionado, directa gu1en, a· s Tanto e_s así que, en do es empleado por a tros estu 10 · · M • el indirectamente con ~u~dad Biocósmica (6). Féh~ oweribe. Compendio ele SAolid(!n .6 lnternacioaal 'Bioc6sm1call • eser . fundador de la << soc1ac1 n -

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umanilaris. d 1922 . exttacto de El H . r Número 9,. abr1l de los I ~teÍectuoles; n~mero 20, JU io mo y l<l- lnlernac1onal e p . . ios humanítarislas, etc. l de 1927: extracto de )o!u, nnd:t' 1925: Los /ntelecluoles y e (2) NÚJtlero 9, nov1e re . • EsHumonilarismo. b de 1926: Humomlonsmo y 2 . (3) Número 61, 1~ julio a septiembre de 19 8 · lé.lica; números \26, . 1 • ¡ d la guerra), etc. - . U l'bro de paz (la b10 og a 1927 . La Mujer Y la Guerra, 1 n(4) NÚJtlerO 2. \S febrero eLa . ·. 6 de los [ntelecluales, · ¡· ·d e 1927 : mm n , ero 7' 15 JU 10 , um netc~tera. · l o,. numeo bril de 1928 : Lla mom1en (S) Número 14, 1. ª . cipios hutnanilarislas. . 1928 : LoA s ~n~ , n Internacional Bioc6sm1can • ro 15 • 8 de . abril d la u sociac10 . (6) Publica o ~br Conllans-Hononne. edici6n ,,La ldea L1 re1>• 1928 • ( 1)

iÍ Tia... d.

3,-La Internacional Pacifista.


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«...Séanos .Pemlitid d . daridad humana nos p:rcc~ ~e _el Humanil~ismo o la So/iEI autor ~iendc la solid ns_d ciente.» (P,¡1na 27.) «que tienen derecho a vivir traz1 a~ a tod~ los seres vivientes el autor vuelve ,i -t y felices». M&s adel•ftt .. - e asunto 8Jlqudos • -• e, «Quts1éramos hacer observa; (í • que el HumanilDrismo tal a n, :": hacemos tildaz de locos rª 1... es incomplet • ' como sc dido Aft • . nad.1 ~ a nuestros al /' compren . ..., gene01

:ent~ a la Humanidad terrcatre -0::r cmllDtlarsc ¡tan exclusivaes e nuestro ai~a solar e os que as humanidason mucho más numero· d { e los otros sistemas vecinos El biocosmismo de ;:-:M:ruº que se cree... 11 (Página 32.) • H~rrera, el de Albert M er • como !' del profesor A. L ¡hende solidaridad a j~d:~nlloco Zueca, etc., qu~ os seres niferiorcs y a los . t menos de la vida -y a tanto,. el sentido y la ratón emasd jlhcs-· ha_ limitado, por especie humana. No se dccJ aer . e umanitansmo s6lo a la larismo es una etapa hacia ,:: thsf~ de ello. El human;. H~ citado cate extracto del ,dari!~~ unioc,$0/ consciente. c6sm,ca, para demosu I omperw,o de Solidaridad B· también el humanitari.: que os hombres de ciencia aitú: duce. 1 . o en su cuadro ~ En Iones a emana {I ). inglesa {2) _ · laa tra--, espanola (3), sueca (4),

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d H / dcr lntelle~tuellen, esedici~anl~Jsmus .und die lnternalio, u'cna, 1925. con nota de p· on "¡;"'Cnntn1s und Belrciu'º etón sobr 1 • • ierre "4lDIU Véa b" -6• -rater (Erk. u~ Befrnorvu~uento 3humanitarista.' por Al'-tcadm 'sén el (1) Die Grundsiitze

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(Erk. u Be ., nwneros • 18. l, 1925) u o auel 1. 1 fe, números 30 y 32 1925) G Y nora, de Rlllllus ~ 1 1, mallllal del pa 'fum • . · ewa/t und G lt C!Ón otapfd, Zurich, 1928 o a~l1vo, por FraD? Kobler:wedi= IU!z. • págJDa 278, nota de Marta S •

1l)26; Véanse No More W ar

notas en The ~ R . lc1Londr ar , esuters, número 13 julio Principies o/ Hum'an;sm b numero 8, mayo de '1927 d 1shed lcttcr to thc autho b Y fugcn Rclgis, witli an unpO: Nctory note by loseph 1:h/1 [º/~or A/Thbert Effl!lein; lntroew Jersey, U. S. A ., 1931) E: illons re e_ Or1olc Press» ljr t,é ha traducido lo, Princ~p· n nota_explrca /oseph fshilÍ efu _t tu o : Thc Principies o/ H ,os _ama1111Drulas en inglés con s1ón entre las t>a"lab . 1 wnanum. Quería evitar la ru Dlg esas humanifDrian . h conmn Y umanfsm,

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35 tcheca (5), etc., el vocablo ha aido tomado en la misma acepción. Ha vibrado en los CODgrC$01 pacifutas mundiales. Ha ardo fijado también en esperanto : la Humanitarismo (6), aunque L.mcnhof ha}'ll empleado d ~ hace largo tiempo el tú.mino que aon interpretadas de cfutinto modo en los pueblos que hablan el inglés. Escribe : uFué quiz.á más conveniente para el autor el adoptar la palabra «human.llarismo• para el texto original rumano como una nueva de6nici6n de 1us preceptos huma• nfsticos, que e.n la Jcngu. inglt:$ó1 es equivalente a «humanismo», como se unprime ,aquí. Es de desear, por lo tanto, que la palabra ubwnanism» recobrara su significado primitivo, pues otra habñue opuesto básicamente a los conceptos del autor como se hollon expuestos en estos Principies oj Humanlsm (pá¡. 26). Citamos también de Jcneph lshill este pasaje interes®te: uAdemáa, la f.alsa interpretación de esta palabra es tan general entre las llamadas naciones avaD?ados, 9_u~ creo importante el citar un utracto de una carta in&lita dirigida a Eugen Relgis por Waldo F1ank, uno de los principllles sociólogos americanos contemporáneos, que ve la injusticia social d~e el mismo punto ventajoso que yo, especialmente cuando de6ne el significado de la 6Jo1ofía humanlsllca en la forma exagerada de que se hace gala en este continente : --en mi libro The Reducooery o/ America (El nueoo descubrimiento de América), ataco la acritud americana humanilarianismo, que no es en modo al¡uno la misma que el humanitarismo, cuyo promulgador es usted. El humanilarianismo americano es simplemente una reliquia o vesti¡io degenerado y sentimental de la fnteroidad cristiana, una mera actitud verhal alucinante que corre paicjas, en los Estados Unidos, con el capitafümo más brutal, con la aeencia en grandes escuadras y con la convicción de que la principal tarea de la polida consiste en suprimir el tra• bajo y, ai es _preciso, el arte...» (páginas 27-28). , (3) Véue Philéas Lebesgue : Prefacio a Voix en JOurdicn (Voces con sordina), novela de E . Relgis, en La Reoisla Blanca, Barcelona, nwnero 124, 15 julio de 1928.Los Principios humanitamlas, por E. Relgi, (publicados en Neroio, julio de 1931, Buenos Aires, traducidos por Armando Panizza); Los Principios hwnanilarislas (folleto traducido por Eloy Muñiz, ediciones Estudios, Valencia, 1932). 4) Brand, Stockolmo, número 41 , 10 octubre 1925: H umaniwa Peine~. (5) Carlos T cigc : Humanilarislick,o skupina o Rumus~, Narodni Osvobozcni, Praga, 1925.


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«Homaranismo» qu I , 1 d término de Za:nenhot t_1tu de sus folletos (1 ). El O (humanidad), homaran~ (;~~-:b i°mo (hoI"?bre), homaro una concepción de fraternidad rb a h~mam?ad), resume gua y de moral de i u I , asa a en a umdad de lenreligiones (2) t gd a modo que en la armonización de las · 1 ra uctor en esperanto ha d'd · ,da Humanitarismo» es el t' . compren I o que nitarismo científico. ermmo que corresponde al huma-

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tra~:b:r~::i:n:~a::ríh por lo qu~ dody estos de.talles. Vues1 an proporc10na o la ocas1ó d en ~ a~o algunas cuestiones Iigadas estrechamente :one epi ohner mamtansmo, y no p ue do por men~s de estaros reconocido upor ello. b Hay, también una cditeratura» modesta en torno a esta alaprad. SiL, en el Gran_ J?iccionario Universal del siglo d e ro arousse (ed1c1ón de 1878) (3) ' e el humanitarismo má . ' no · encontramos sobre fil , fi d I s que estas simples palabras : «Sistema .oso co e os que anteponen a todo el interés de la H mdad», reproducidas exactamente en el N O L u_m 1 airado (4), encontramos ho or e·e ue o arousse I usanarquista, publicada ; ~r ~uida1o:P1ºe' Senb Lt~, enFciclopedia t' J b Ih . . e as 1an aure un ar, icu o so re e umamtansmo ' . (5) E ' firm ad o por e I autor de estas p~g1~asd . . n este artículo se halla reproducida más d 1 mil~ • e m1 folleto Los principios humanitarislas y la 1:Ierª nacional de los intelectuales. i No temo que I h . . r.e fosilice e · · 1 d. e umamtansmo d . d n /na enc1c ope ia I Corresponde a una realidad emasia o pro unda y demasiado vasta para no progresar ain

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(6 de la página anterior) Eu R 1· - L H Principoj $~aj Pla lntemacio .de 1/;n~ek1:1!,'·s ~,aducc1~6mn.aennilari3/aj ranto • • Bel ' espe, (1) por E ~undagp'· e cJj ~Jozn ga E speranto, Amberes, 1928. rís, 1922. o uvat . amenhof y la unidacJ humana, PaPa~7!,

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(t~ ~B~~ ~Ót i'flº 1

la dirección de Claudio Augé, vol. 5,

1 trfs) HLaIEncicl!Jpedia anarqui3/a, París, 1928 fascículo 20 e págmas 920. 923 . ' •

ª' • ••

la fase positivista. H~ ahí, querido Maestro, c'6mo he pretendido justificar el vocablo cchumanitarismo>i. E.mpe[O, no hago de él (<una ban• dera¡>, como me escribís. Una bandera, no importa ·cuál, 9 una cosa limitada, restrictiva, casi definitiva como un credo. Raras veces ha sido la bandera el stmbolo de la perfecta tolerancia, de la autoctltic.a, de esa clarividencia que sabe dudar y 9pc• rar, a ,pesar de todo, que -s.lbe ver más allá del presente, en lóa mausoleos del pasad.o y en las malrices del porvenir. Si os es c(imposible el aceptar->1 el vocah,o «humanitariamoll, me inclino con todo el respeto que os debo. Al defender este vocablo, a.cé_pto también el vuestro: Panhumanismo, que ha v.ibrado en ·los años trágicos como el grito de unión d~ los ea-piritus libres. Desde 1921, en el capítulo XIX de mi volume,i El humanitarismo J{ la Internacional de los .intelectuales, be escrito: «Román Rolland, al proclamar la Lndependencia del e,p{ritu, la permanencia indestructible de la divinidad revelada en el hombre creador, habla para toda la Humanidad: para au unidad planetaria, para fa armonización de todas las razas, de[)'ositando cada una su civilización esped6ca en los altares comunes, en '<<las Arcas de la Alianza11 de <t~I Espíritu libre, uno y múltiple, eterno.1> (1). <<Román Rolland ha podido perroitine, en su profética y comprensiva individualidad, el anticiparse a la última e[apa de la organización del mundo, no tan sólo en el sentido material, sino tambié n en el sentido espiritual. Quiere la comunión intelectual de la penhisula ewopea, del Asia, de las dos Amé-

~flg!~~ie;br~el~?. del Pacifismo, Evolución,

(3) Volu_men IX,. página 447, col. II .

d~so, paralelame:nte a los progreso, econ6micos, técnicos, oientlli'cós, éticos y estéticos de la Humanidad. La deTmici6n que hallamos en el Gra.n Diccionario UnirJersal del ~iglo XIX, corresponde efectivamente a la segunqa fase en la cual se encontraba el humanitarismo en el último siglo. Hoy, después del primer cuarto del siglo xx, podemos dar al humanitarismo su interpretación inte¡¡ra.l, la que corresponde ·a s.u última fa:se :

'(I) Román Ro11and: Declaración de la independencia del Espírilu, en Romain Rolland Manifesl und die deulschen Ant-

worten, por profesor Georg-Fr. Nico!ai, ed. Mundus, Berlín.


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I•

ricas Y de las grandes islas civilizadas, diseminadas por el reato del _planeta. A,sí, el cceuropeísmo)), de Nicolai se eleva,. por med1<> de Roman Rolland, hasta el Panhumanismo, que no es otra ~ que el triunfó del humanitarismo en la so'ciedad y en toda la humanidad espiritual.11 (Páginas 252-253.) Y ~n ·uno de mis ensayos: «La j~ven Europa», al principio del primer n6mero d.e ,la revista Cugetul líber (1), examinando los distintos ((pan,> políticos (panam,ericanismo, panasiatiffllo, paneuropa, paneslavismQ, pangermanismo, ~te.), alzados unos contr.a otros, he llegado a la conclusi6n de que el 6nico ((pan,) que- puede ser aceptado como una ley natural de la especie humana y como un. imperativo de la conciencia individual. es el Panhumanismo: el humanitarjsrno integral . e... Humanismo o humanitarismo? Si tuviéramos que atenernos a la deliníci6n clásica de la palabra «humanismol> tend~íámos, que hacer ~una distinci6n eñtre eila' y el humanit~ismo. Sm duda, no os habéis limi\a·do a «la" doctrina de los humanistas del Renacimiento» o bien al «culto, a la deificaci6n de la Humanidad, y eno comprendéis que un humanista es cosa muy pobre, es decir, un «Partidario de las lengua·s antiguas; h9mb~e versado en el conocimiento de estas lenguas», y que se halla mcluído entre esos ccfilólogos (latinistas, helenistas y hebraístas), d~I período que comienza con Pe_lrarca y !=!Ue acaba co~ Casaubon y qu_e comprende los siglos IX, XV, XVl y los primeros años del siglo' XVU •.. », as{ como nos edifica el Gran [)_iccionario_Unio~r$lll del s_iglo XJX;i Os sonreidais si alguien diese semeJante mterpretac,ón a vuestro panhumanismo. Existe, evidenten:ieote, un lazo de_ filiación entre el antiguo 'Y el nuevo humanismo. Y la evocac16n de un humanista como Eras• mo de Rotterdarn, por ejemplo, da al panhumanismo de Román Rolland esos reflejos de las piedras preciosas, en las cuales se halla acumulado el trabajo lento de los milenios pasad~. Como un verdadero creador de valores morales, habéis ensanchado la -esf-era del humanismo, y le habéis dado por esto un sentido superior que corresponde a la realidad integral de la Hurnanida1. El panhuman.ismo es una exleJ!sión espiritual del humanitansmo cuyos elementos de base son biológicos y sociales.

(1) Pensamiento libre, Bucarest,- número 1, noviembre 1927.

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No spmos los esclavos de las palabras. No tememos las interpretaciones superficiales, falsas o interesada; que pudieran <larse. al humanitarismo moderno. Las palabYas tienen también su destino : mueren enterradas en los diccionarios y en los léxicos cuando no cor-responden ya a una necesidad vital. Palabra sintética, el humanitarismo resistirá, porque es una expreai6n de la vida humana. Su. destino es paralelo al de la Humanidad y simultáneo con él. Disfrazada y ridiculizada por los escépticos, desnaturalizada por los dnicos, 'la ve1clad esencial del humanitarismo acabaiá por aparecer a todos los ojos. Si tuviéramos que forjar una nueva palabra en lugar del «humanitarismo», únic_amente por temor a que se le dé una interpretación 11sentimental peyorat.iva11 , tendrlamos que buscar entonces nuevos términos para los verdaderos senrimieiitos de amor, de libertad., de justicia... J Sólo recuerdo estas tr~ palabras ! 1A trav~s de ·cuántos infiernos de miseria, ele charcos d.e sangre; de yermos cenagosos, no se han · arrastrado estos ideales I eQué boca de ti.rano, de perjuro, de tráficante del suÍTimi.Csnlo, de verdugo de pueblos ha dejado de proferir esas palabras que (clos servidores del espíritu11 pronuncian con piedad, convencidos de su eternidad inalterable ... ? Es el hombre quien santific.a el vocablo y no lo contrario. Y, cuando en Juan .Cristóbal, en Los precursores o .en Clerambault, encontramos las -palabras: «amon>, <dibertad,1, «juiticia», eno sentimos que el que las ha escrito 1.es ha dad.o el sentido más bello; más verdadero, haciéndolas vibrar en el alma , y en la oonciencia del lector ~on su rpristina y eterna ,pureza?

II LA DOCTRINA HUMANITARISTA Si pau la palabra uhumanitarismo» me he visto precisado a utilizar la mayor cantidad de elementos documentales posible, a 6n de delimitarla a la luz de las últimas indagaciones, la discusión eñ lo que atañe al propio humanitarismo (permitidme decir : la concepción, la doctrina bumanitarista), será limitada únicamente a su oportunidad. De lo contrario, esta carta, conl 1

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vertida en el folleto, correría el riesgo de trocarse en un volumen . En vuestro Mensaje a la Conferencia de Sonntagsberg, reconocéis que ha llegado el momento «de federalizar a todas las agrupaciones de oponentes a la guerra en una Internacional de la Parn. En la carta que me habéis dirigido, acentuáis que estáis por una «federalización inmediata)) . Ahí radica todo el problema . El reconocimiento unánime de esa necesidad vital del pacifismo mundial es demasiado evidente para que volvamos sobre ello. Pero, e:i vuestra carta del 24 de julio habéis añadido: ce . . . No creo oportuno e l tratar de fundar la ahora (la Internacional de la Paz) (1) tobre una doctrina única, siempre sujeta a discusiones y capaz de hacer surgir conflictos entre las d iversas agrupaciones de la Conferencia.» Es, por tanto, una cuestión de táctica : actualmente, no es oportuno tratar de fundar la Internacional P acifista sobre una doctrina única. Estoy muy lejos de tener una preteasi6n tan temeraria! He tenido cuidado de precisar y de repetir en mi exposici6n que -en virtud de la ley de la indivi dualidadlas agrupaciones paci6staj conservan su completa libertad de manifestaci6n. T ienen sus concepciones propias, sociales o éticas, y sus métodos de acción, determinados evidentemente por la fe que les domina y también por las circunstancias locales. Pero, en vir tud de la otra ley, la de la unidad , que es In i:esultante de todas las tendencias individuales, las agrupaciones pac ifistas , conservando su autonomía, tienen el deber de reconocer que su propósito común no puede ser realizado más que por su unión , por su federalización en una Internacional supraordenada; Los órganos deben armonizarse en la unidad del organismo. No he hecho más que aplicar aquí el segundo principio del humanitarismo. Estimo que puedo reproducirlo por entero: «Dos nociones, que son dos realidades, forman la base de mi humanidad, y éstas son : el INDIVIDUO la E SPECIE -la célula y el organismo--. La libertad puede armohizarse siempre con la necesidad : mi voluntad de individuo halla un campo de acción creadora en el cuadro de la especie. Reco-

y

(1)

1

Somos nosotros qmenes subrayamos (E. R.).

nociéndolas es como nos convertimos ~n los dueños de las fatalidades naturales. En cuanto a las fatalidades sociales, no existen sino para los que no tienen conciencia individual ni conciencia de la especie. »No existe, entre la unidad simple del hombre y la suprema unidad de la Humanidad, ninguna otra unidad natural intermediaria, sino tan sólo formas sociales y políticas : la familia, la tribu, la clase, la nación, la raza ... Son formas artificiales y transitorias : no las reconocemos de manera absoluta. Librémonos de su tiranía, si vienen a paralizar nuestra personalidad y si no corresponden a las tendencias hacia el progreso de la Humanidad.,, (1). Ese respeto a la individualidad -de las personas o de los grupos- me ha guiado en mi acción y en mis escritos. Vos mismo nos habéis dado el más alto ejemplo de ese individualismo. Lo he reconocido desde hace mucho tiempo en El humanitarismo y la Internacional de los intelectuales: «El individualismo de Rolland, sin ninguna resolución sectaria y sin ningún egocentrismo paralizador, se revela con toda la delicadeza y con toda la voluntad de la conservación de la independencia espiritual y de la integridad personal.» (2). ¡ Oh, las pequefias c apillas .de tantos dogmas sociales, éticos e incluso estéticos 1 ¡ E l egocentrismo de tantos d irigentes que quieren encamar una idea o una acción y que olvidan que no pueden ser sino los servidores de la idea y los guías de la acción ! No conozco sino demasiado esa plaga del fanatismo, esa obsesión de lo absoluto, esa inquisición de las conciencias. Si en la Conferencia de Sonntagsberg he osado hablar también del humanitar ismo, relacionándolo con l.a Internacional de los intelectuales y con la de los pacifistas, no lo hice para provocar ociosas discusiones. ¡ No ! El humanitarismo no es una doctrina cccapaz de hacer surgir conflictos entre los diversos grupos de la Conferencia». Me complazco en comprobar que, efectivamente, no he pro-

(1) Los Principios humanitaristas y la Internacional de los Intelectuales, pág_i-na 15. (2) Capítulo 111 : Fresco de los Precursores, página 41.


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42 vo<:ado ningún conflicto ( 1) y que, muy al conlTario, he tenido la impresión de un reconocimiento tácito del humanitarismo. En efecto, las agrupaciones pacifistas de una diversidad tan impresionante que allí estaban representadas, se mantienen en el teneno común deJ humanitar.ismo, que conocen parcialmente y bajo otras denominaeiones. ,E,l humanitarismo- no· e.s y ·no ,pod.rla llegar a ser un molde lijo y definitivo en el cual se hallen oprimidas las realidades vival de los individuos y las formas sociales : clases, naciones y razas. Expresa las tendencias creadoras de esas realidadC6 a.rmoniosamente fundidas en la realidad total de la Humanidad. Lo repito : el humanitarismo se acrece paralelamente .con todos lo.s p;ogresos científicos, técnicos, económico,s, éticos e int~lectua]C$ d{; fo HUII\Midad, de igual modo que el cuerpo del hombre se desarcolla simúltáneamente con los órganos que contiene. «De la armoniosa limit.ición y de la interdependencia activa de los l>rganos resulta la salud_ y 1la evolu.cióri progresiva del individuo>> (2) . .El humanit~rismo no podría engañar. No puede llevar hacia ideales testrictivos. Es, p·ara emplear una metáfora, la vasta plaza circular en la cual se cruzan los caminos de la vida humana, partidos de todos los puntos cardinales. Es ali! donde ~ ~ncu~nban ,toda claS;C de hombres, a donde van con los frutos de sus · países, con los dones de su civilización, con sui; corazones y con sus conciencÍ1!5 iluminadas por tantas creencias y aspiraciones especflicas. Y ali!, en la plaza de la humanidad, se reconocen-; :se ~strechan la mano con la misma fraternidaii que, sin renunciar a su esenci11 ind.ividual, es, no o.bstante, unitaria por el objeto supr.emo común a todos : el trabajo y- la ayuda mutua en un. mundo pacificado, purifica._do de los egoísmos nacionales como de los de las claaes, del or-

(1) De las info!lllaciones y de los comentarios sobre la Conferencia de Sonntagsberg, cito: No More War, 6rgano de la :sección in¡lesa de la W. R . l., n6m. 8, septiembre 1928: The W. R. l. in Con/e~ence, de Isabel Ashby . Pierre Ramus ~ibe en Erkenninis und Be:/reiung {Viena), en un'a ,serie de artículos de impresiones (núm. 26 agosto 1928) : «El Congreso se elevó a un .ilto nivel intelectual (Geistesflug) <:Qn el informe de gr.an aloance de Eugen Relgis ... ». (2) Humanílarismo y Socialismo, página 80.

guUo de taza como del de las civilizaciones, que no son mú que tos frutos peri6<licos de la cultura universal. Si pudiera reproducir aquí los diez ptincipios que- resumen la doctrina humanita:(ista, probarla - como lo he indi.cado antetiormente por medio del segundo principio -que no he ido a la Conferencia de Sonntagsberg para uelaborar uná doctrina (mic.1 y para. imponerla al asentimient9 de la federaci6nn (1). La doctrina existe .y su~ principios se hallan compren.clidos par• c_ial o ,enteramente en las oncepciones sociales, económicas, éticas, étc., de los grupos representados en la Conferencia. Les he pedido tan sólo que reconocieran su base común, a 6n de evitar, precisamente, todo género d~ «conflictos», y be expresado mi convicción de que los principios directores de la Internacional Pacifista ncorresponderán en todo caso a los del humanitarismo» . ... Del humanitarismo,' como ·del panhumanismo o no importa c6mo ·se denomine la doctr'iria teniendo relaci6n con los idea• • les y con los intereses de toda la Humanidad. Decls con mucha razón en vuestro Memaje : t<Toda dodtIÍna --cientlfica o religiosa- hállase sujeta· a discusiones. » Y esto a causa de la i'n6ni~ divenidad Je los espírilús. Vuestra advertencia· es precisa : «Quetiendo fundir , demasiado estrictamente la unidad de los espíritus ella la deslTUye.11 En e fecto, to_da doctrina amena.za con destruir •unidadn de los espíritus. ¡ Pero ning6n MC$(as se atreverla a iproclamar esa u~idad I La unidad de los espíritus es una jmpos-ibilidad absoluta : equivale a la roue1te de toda todá ~eligión, de todo arte y de toda civilización. El humanitarismo, reconociendo que la Humanidad ea un oiganismo en el tiempo y en el espacio, hace depender la viabilidad de ese organismo del libre y armonioso funcionamienl'ó de todos sus órganos. La libertad de cada órgano no se baila limitada sino por las necesidades generales del organismo. &e encuadramiento de la libertad individual en las n·ecesidades falq_l_es de toda la Humanidad, es la garantfa d~ la p~z y ~el progres.o . No pecl_imos «la unidad)) .de los esplntus, SIDO s!Dlplemente la igualación c;con6micosocial, la igualdad elemental de la vida material que proclama el marxismo (y que el bol-

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(1) Mensaje ,a la Conferencia.


chevísmo aplica desgraciadamente de manera tan errónea, precisamente porque confunde la igualdad económica con la umdad espiritual). Sobre la base común de la igualdad económica, que dará a cada individuo el derecho de trabajar en relación con sus aptitudes-, sobre la base de la solidaridad social , que pondrá a disposición de cada cual las ventajas de la técníca, de la ciencia, ayudándole a obtener beneficio de los tesoros artísticos e intel~ctuales (que son aún el monopolio de una minoría privilegiada), sobre esta unidad material podrán ser edificados entonces los palacios multiformes de la creación espiritual. «La libre concurrencia de los espíritus creadoresn (1 ), he ahí nuestra única divisa en la pugna de tantos antagonismos sociales. Este es el papel supremo del humanitarismo, el cual, deseando ver a cada hombre convertirse en un ccciudadano de la Humanidadn, prepara la era espiritual. El espíritu apenas tiene hoy_ algunos precursores, algunos profetas que se ciernen por encima de los rebaños o que descienden entre ellos para dejarse sacrificar por la avidez de los tiranos o por la inocente i~norancia de los esclavos. Nosotros, los humanitaristas, repetimos vuestras palabras de la «Declaración de independencia del Espíritun : . ccNuestro papel y nuestro deber es· el de mantener un punto fi¡o, de_ mostra.! la estrella polar, en medio del torbellino de las pasiones, en la noche.. . Veneramos a la única Verdad libre, sin fronteras , sin límites, sin prejuicios de raza O d~ castas. Claro está que no nos desinteresamos de la ! Humanidad. Por ella trabajamos, pero por ella lada entera. No conocemos los pueblos . Conocemos el Pueblo, único, universal.. .n Los que se han reunido en Sonntagsberg han comprendído vuestro llamamíento : ccDejemos a un lado todo lo que nos s~para, to_d~s • nuestros matices de pensamientos, políticos, sociales, religiosos y filosóficos .n -cuando han proclamado ese ccNo» absoluto a la guerra han sído impulsados por el sentimiento «de la solidaridad y de la ayuda mutua», po_r esa ce comunión entre todos los vivos», que se encuentra también en el centro de la doctrina humanitarista.

{I) Humanitarismo y Socialismo, página 53.

45 E se upn nc1p10 central11, que puede desencadenar la acción pacifista, corresponde efectivamente a un senlimienfó ccclaro e inmediato¡¡. Ya sea que se derive de «la fe en un Padre Divino, cuyos hijos somos todos nosotros, o ya monismo cientflico¡¡ (Mensaje), este principio se impone de manera evidente como un imperativo categórico. Porque «la Humanidad se halla en peligro». Tan sólo los pacifistas activos reconocen esto y también todos los hombres de corazón. Vuestro grito de alarma : ccQue la Humanidad ccorganice su defensa» resuena como una verdad esenci 1, surgida del instinto de conservación que sabe ver también el camino de salvación. Habéis dicho: ORGANIZACION, y esta palabra precipita la solución de tantos problemas confundidos. O rganización implica razón : previsión, cáfculo, contribución de todos los elementos positivos con miras a realizar e l objeto per.seguido. Por ((Claro e inme'di alO)I "C¡ue sea el sentimiento de la solidaridad y de la ayuda mutua, por natural que pueda parecemos esa ucomunión entre todos los vivosll, no podemos co_nsiderar ese sentimiento más que como la fuerza motriz de la organización por la paz de la H umanidad. Ese sentimiento de la comunión ha sido proclamado desde bace muchos siglos por profetas, apóstoles, Jilósofos, pero los oleajes de la guerra han continuado empujando a los pueblos hacia los abismos de l odio y de la r:merte ... eS erla necesa.tio aún probar que la interdependencia es una ley que ha franqueado desde hace la.tgo tiempo las fronteras nacionales y continentales, y que no existe un dominio d.e actividad humana susceptible de progresar por autoqrquía;> Incluso los adversarios del internaciona lismo están convencido.s de la existencia de esta ley de la interdependencia. La finanza es tan internacional como la técnica ; los representantes de IM Iglesias ~e han adentrado por los caminos pla.netario5" para llegar a salvar sus viejo_s privilegios ; los polizontes aprenden el esperanto, y los islotes reaccionarios de todas part~ se hallan unidos por lazos tan estrechos como los que unen a los grupos pacifistas o a los partidos socialistas. Incluso la fonna m ás nega• tiva de la vida humana : la guerra, ba llegado a ser internacional, aunque sus causas sean con frecuencia nacionales. T oda, las organizaciones internacionales han sido puestas a su servicio. E l mundo se halla hoy en la fase máxima de la organización.

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Asi como lo ha escrito Nicolai en la Biología de la gue"ª• el $imple hecho «de que se haya podido organizar tan bien la guerra con sus millones de muertos», es una pr~eba del grado de organización del mundo. . En efecto, es hora de que el pacifismo sea · organizado con todos los med ios prácticos, comenzando por las escuelas y por las iglesias hasta los aer9planos y la rad iotelefonla. En El humanitarismo y la l ntemacíonal de los intelectuales, he evocado las posibilidades de esta organización del mundo : c1EI socialismo pl anteará las bases económicas de esta organización : el human itarismo la completará con otras series de organización progresiva. D el indjviduo irá a la fami)ja, a la p,atr ia , a la Humanidad... De la comune, al Estado, a las fede raciones de E stados republicanos, a las federaciones continentales, hasta la federación suprema de los pueblos y de las razas ... De la economía , a la técnica, a la ciencia, al arte y la yeJigi ón humanitarista y a la lelíg ión suprahumana, hacia los imperios infinitos del espíritu . . . D e la cultura y de la lengua nacionales, a la cultura y a la lengua internacionales (lo q_ue no implica el aniqui lamiento total de las primeras). . . Tantas series de progresos que abran perspectivas de nuevos y prolongados esfuerzos a la Internaciona l de los Intelectuales y a la de los proletarios. n (1). Estas dos Internacionales se hallan compr-endidas muy naturalmente en -la Internacional Pacifista. No volveré aquí sobre el papel y el método de la Internacional Pacifista, bosquejados en la exposición. Quiero poner de relieve una verdad que ignoran incluso buen número de pacifistas activos. La acción en favor de la paz que ha adquirido, sobre todo después de la guerra de 1914-1918, una amplitud supranacional, no es debida solamente al sentimiento antibe_licoso, al horror y a los sufrimientos sufridos : se ha dicho bien que el pueblo es una «máqujna de olvidarn ... Si -el pueblo no olvida ahora, si a su pacifismo nativo se han asociado los intelectuales, agrupado, e n numerosas Asociaciones, Ligas, Federaciones-(2), es un signo

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(1) Capítulo XIX: La Internacional de los Intelectuales, página 249. , (2) V éase la segunda parte de El Humanitarismo y la lnlemacion.al de los ln te1ecluales, siete capítulos, páginaa 68-145.

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de la «mutación» de las multitudes hacia el pacifismo. La ley biol6gica de D i; V ries , es decir, de la brusca variaci6n de una especie, halla su justificación también en e l dpminio socia l. En los cuerpos de los hombres de hoy hállase injertada la hla-toria futura de la Humanidad. Sabemos, así como lo ha demostrado Nicola'i, que el progreso de la civilización es debido al desarrollo del cerebro . «Si no ha llegado el momento, si las variaciones cerebrales no existen, al menos de manera latente, es inútil el hacer pre• dicciones. Pero si ha llegado el momento, es superflua toda profecía. Sócrates ha llegado demasiado pronto con su idea sobre el cc ciudadano del universo», pero, cinco siglos más tar• de, Jesús el crucificado ha dejado en po:. de sí una religión de una· importancia universal .» ( 1). En efecto, lo mismo que e n la época de Jesús (cuando numerosas guerras hacían estragos y cuando los imperios de aq uel tiempo entraban en la fru;e de la desagregaci6n), los pu~blos de la región · mediterránea estaban preparados a la :vez moralmente y por medjo de cierto desarrollo cerebral, para recibit la doctrina de la fraternidad , funda ndo el cristianismo, de igua.l modo que los ,pueblos de la E uropa occide nta l han llegado apenas ahora, después de las pruebas de la última G ran Guerra, a esa tensión espiritual e inte lectual en que e l humanilarismo (que comprende también el cristianismo primitivo, sin maravillas y .sin revelaciones) puede realizarse eoQre bases sólidas no solamen~e ~n «la élitéi> de los pueblos, sino también en las «masas» . Nos hallarnos en v[spetas de esa mutación humanitarista que transformará a los hombres en $er"es definitivamente pacíficos. Al sentimiento de la comunión debemos añadir la conciencia de los intereses generales y permanentes vincu lados a la economfa, a la técnica , a toda la, estructura material de la sociedad. Los pueblos de Inglaterra, de Francia, de A lemania, a pesar de las s~per-vivencias del furor guerrero y, a pesar también de la- recrudescencia del nacionalism o de E stado, se encuentran en el camino de la liberación, por el progreso humanitarista.

(1) Loe. cit. Cap XII: Sobre la Biología de la Gue"ª• página 171. 1

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48 j No olvidemos a América I A pesar del punto culminante alcanzado por el capitalismo; a pesar de todas las imitaciones de las malas costumbres políticas del Viejo Continente, América es «la reservan de la libertad y -de la democracia europeas. Algunos han precisado también que la nueva Europa surgirá en América y que, ·desde allí, se establecerá en la vieja Europa. «Bajo la corteza de la gigantanasia industrial , del miliardismo frenético, germina en el seno de ese conglomerado de razas que . es el pueblo americano un alma nueva que vendrá a ahogar el escepticismo creado por la slruggle Jor lije y por el positivismo mercantil.n ( 1). Si añadimos a Rusia, estrechada aún en el corsé de hierro del dogma bolchevista, la Rusia donde se agitan los elementos inagotables de la vida popular, despertados a la luz del tra• bajo y de la instrucción ; si evocamos el grandioso ejemplo de la India, que templa su alma en el brasero de la no violencia, reconoceremos que Europa se halla en el cruce de los caminos mundiales, filtro de todos los valores que se esclarecen poco a poco, a través de horribles sufrimientos, pero también en esperanzas que han comenzado a hacerse tangibles. ( Sí, el crepúsculo de la guerra ha comenzado ! En vuestro Mensaje declaráis : ccNo me fío en modo alguno de la desaparición «brusca y próxima de la guerra por gigantanasian, como lo profetizan nuestros amigos Eugen Relgis y el profesor G. Nicolai ... n Habéis citado de memoria esta frase de mi exposi- ción. En efecto, la gigantanasia lleva a la desaparición brusca, es <lecir, por catástrofes en el dominio natural, por guerras y revoluciones en el dominio humano. Pero no he afumado que esta desaparición estuviera próxima. Un fenómeno puramente humano, como la guerra que, según ciertos biólogos, dura desde hace diez mil años, se ha arraigado demasiado profundamente en el alma y en la herencia de los hombres para poder desaparecer en diez .o veinte años después de la guerr_a de 1914-1918. Decís que «la guerra, armada <le nuevos y gigantescos medios, corre el riesgo de no de11aparecer sino después de haber hecho desaparecer a la Humanidadn. (Mensaje,)

(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales, página )39.

A una predicción tan pes1m1sta, no voy a oponer el opti-

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mismo del avestruz que no quiere ver la borrasca que se aproxima. No ignoramos que los medios de la guerra han evolucionado extraordinariamente en los últimos años. La ciencia (¡ah!, ¡ esa ciencia pervertida, vendida !) ha dado a los a~oradores de Moloch armas horriblemente pérfidas y con un fantástico poder de destrucción. La guerra química amenaz~ -en efecto a toda la Humanidad. Mas esto es precisamer.te un indicio de que la guerra ha llegado a la fase culminante ,de su gigant~asia y de que en lo sucesivo ya no hay para ella otra perspectiva que la de la decadencia y de la desaparición. Esta es la ley fatal de toda evolución natural y social. Lo que, sin ernba1go, pueden hacer los pa~i6stas activos, lo que cada hombre de corazón tiene el deb ;r de hacer;, es el evitar gue la guerra no desaparezca <<sino después de haber hecho desaparecer a la Humanidad)), Y e s esta la misión d_e la Internacional Pacifista. Debe de hacer cada vez más ev1<lente el otro fenómeno que hemos nombrado : la mutación humanitarista. Este · fenómeno se halla aún obstaculizado por las ruinas de la guerra precedente, por el caos -económico de los Estados europeos y por las luchas sociales del seno de cada nación. La mutación humanitaria surgirá tal como una roca del medio de las olas, únicamente por la organización planetaria del pacifismo. Del propio modo que la guerra ha utilizado todos los buenos elementos : económicos, técnicos, científicos e incluso morales, desnaturalizándolos para asimilarlos ,en su insaciable cuerpo de acero y de cieno ensangrentado, de la misma manera la Paz tiene hoy más que nunca el derecho Y el deber de utilizar los valores de la civilización, desde la técnica hasta el arte para el verdadero bien de toda la Humanidad. Esto es factible. Comenzando por la negativa individual de llevar o de fabricar armas y acabando por la huelga general {que no ,es más que la forma europea de la no violencia india), existen numerosas posibilidades para ob.ener el desarme total (material y moral) y para -provocar la parálisis del gigantesco mecanismo del capitalismo que engendra las guerras (1 ). Algu-

(1) Véase el anexo D.

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4.-La !nternacion11! Pacifl~ta.

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no~ granos de arena son suficientes para desordenar los engrana¡es de_ un~ máquin11,. E l ejemplo de los miles de ccobjetadores de conc1enCJa>1 lleva sus frutos a millone., de corazones. Pero, ante todo_ desarme, es preciso desechar esa mentalidad guerrera que subsiste todavía e n la subconsciencia de las masas e inc!uso _de muchos socialistas, anarquistas, demócratas , revoluc10nanos Y de algunos que se prcclaman pacifistas (de derecha). Lo que hay que desechar no es la fuerza, sino el fetichimio de la fuerza ; no la guerra, sino el <<respeto lega l» de la guerra (1 ); no la patria, sino la mi litar ización de la patria ... Paralelamente a la organización del pacifismo, o, para ser más preciso, simul:5neamente con esta organización la lnternaciona_l Pacifista_ -;-formada por todos los grupos cle izquierda- tiene la m1S1ón de dar, tanto al individuo como a los pueblos, esa cducaci6n basada fuucamente sobre la libertad y e l amor y que lleva al reconocimiento del lado humano que ocu.lta cada hombre. N o vamos a crear una nueva Humanidad sino~ a despertar ((las cuerdas ~ue dormitan» del pacifismo d; la especie y de la solidaridad universal.

. (1 ) Víctor· Hu_go ha gritado e5ta verdad desde hace largo hempo : «¡ Deshonremos la guerra 1» • Esta verdad est& r,e conocida también poi los <<pacifistas,> olic1ales, de derecha, que se han apresurado a saludar la jornada del 27 de agosto de 1928, cuando fué firmado el Pacto K ellogg, como el alba de una nueva era .en la Historia de la Humanidad. Este pacto, de <Corigen Úancés y de realizaci6n ameri~na», al ~o locar a la guerra fuera d~ la ley, contiene tantos vicios orgánicos, que corre el riesgo de convertirse como tantos o~oa tratados, en un simple utrozo de papel». Reproducimos: sin embargo, algunas frases características, pronunciadas por Frank. B. Kellogg, con ocasión de la firma del Pacto : «No me ab~ndono ~ Ja esperanza de que los tratados de arbitraje y de anustad, 01 a_un los que anun.c1an expresamente que repudian la guerra como rnstrumer.to de la política nacional, puedan ofrecer una gar~ntí.a :5;g.ura contr¡i aquello:5 conflictos que ponen en pendencia per1odicamente a las naciones desde el comienzo de la Historia universal. Al lado de esos tratados debe existir también una conciencia mundial, la conciencia del enorme del inmenso horror que es toda guerra.» (Adevarul, 31 de a~osto de 1928.)

51 La Internacional Pacifista tiene necesidad a este efecto de algo más que un principio central que vos denomináis «comunión entre todos los vivos». Tiene necesidad de una síntesis de los progresos realizados en todos los do,ninios cre:adores, de una conc~pci6n resultante de todas las doctrinas sociales y éticas de las demás Internacionales : democrá.ica, socialista, campesina, anarquista, c.eligiosa, etc. He denomin.ido a esta síntesis, 11 esta concepción superpuesta a las que existen : humanitarismo. Testimonio de su ~plitud y de su mooilidad son Los Principios Humanilarislas que me he esforzado en formu lar con mis débiles medios, con el sentimiento humano y con la ins..rucci6n que he podido ai;irni.larme. Son <cm1 tributo y mi don, mi gesto de libertad y mi palabra de amor. Son el fruto de todos los frutos .. . Mi verdad es la verdad de tantos investigadores ; mis aspiraciones son las de los precursores ; mi fe es la de los que han sufrido por ideales : soy el deudor de todos mis ascendientes ... » (1 ). Puede suceder que el humanitarismo no tenga «la última precisión científica», como lo exigen ciertos socialistas que olvidan que hoy se discute también al marxismo la última precisión científica (2). Puede suceder que no responda al gusto 'llltrarre• finado de los estelas o de los románticos, que rehuyen los contornos precisos, prefiriendo los arabescos vaporosoa . del ensueño. P uede .acontecer que Jiil6sofos habituado¡ a la peúecci6n de los universos abstractoa, y aacerdotes, confiados en la 1abid11tí!I divina, rehusen el conocimiento de un mundo positivo donde los extremos pueden armonizarse no por simple dialéctica, sino por heého,, de un mundo en q ue el hombre no C4 ya el esclav• timorato de la <Cjusticia divina», sino donde se h• divinizado a si mismo, haciendo descender a Dios del cielo sobre la tierra.. . ¡ Sí I Los principios humanitaristas pueden ser discutidos, criticados, ¡echazados, falseados, desnaturalizados, ironizados . .. El humanitarismo -o no importa cómo sea denominado más tarde o más temprano-- se mantiene por encima de las querellas de campanario, de los partidos políticos y de las car.tas.

(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales. E pilogo, páginas 257-58. . (2) Humanitarismo y Socialismo, págmas 12-15.

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52 S~bsiste como la expresión directa del ccorganismo de la HumamdadJ>- Y la Internacional Pacilista es el instrumento que establece la armonía social y que ensancha sin•· cesar los dominios de _la verd~der~ lucha, que comienza con la materia y lleva hacia las v1ctonas del Espíritu.

III REVOLUCION Y PACIFISMO Pondría como subtítulo a este capitulo : .ccLa cuadratura del círculo,>, si quisiera evitar el mirar de fre.nte a la temible es-fing! de la revolución. Si no pod~mos ballar aún la solución precisa, definitiva, en lo que atañe a la relación entre la revolución y el pacifismo, es de nuestro deber el buscar sin descanso. el camin~ que nos. haga salir del laberinto gue, siglo tras siglo, ~a sido c;o~pl1cado por: los amos sanguinarios de esta Hu?18:mdad m~mz~da. En estas pocas páginas a las cuales h_e limitado la d1 scus16n, no podría sino indicar los puntos de Vista generales. E n vuestra carta del 24 de julio, habéis citado la mitad de una frase de mi exposición y que me permito reproducir aquí por entero : ·. «Condenamos la guerra, pero condenamos-·también la revoluc16~, porque estamos-contra toda vtolencia política y contra toda mtolerancia moral y es~iritual.1, Y vos habéis respondido : <cNo, yo nó condeno la revolución. Creo la revolución as! como la evolución, una fo11na necesaria y fatal <lel desa:.rollo hum~no: es la Variaci6n brusca, ¿e De Vries; es una ley, no de~.111da aún , pero augusta y o(:.lemental. Revolución no es neceª~!1amente s~6nimo de brutalidad cruel. Puede ser una explos1on de entusiasmo y de amor. Tal fué, al principjo la Revolución de _I 789. Si degeneró en Terror, no había en' ello nadi de fat_al ,_sino falta fortuita e inteligencia poHtica y socia], erro.res cnm1~aJes ~e uná realeza dtbiJ hasta la uaición y de un1 demagogia surgida de la falta de madurez del pueblo y de la

53 carencia de verdaderos jefes. Pero la revolución es un lempo, casi inevitable, de la sinfonía de la historia. Y no hay que negar su grandeza ni tampoco sus beneficios.n Aquel que nos ha dado los dramas tan patéticos comprendidos en el ciclo : T eátro de la Revolución, no podría, eli efecto, condenar la Revolución. Ha penetrado, con su' corazón y con su pensamiento clarividente en sus misterios atormentados y tiene el derecho de advertirnos que no debemos negar su grandeza ni sus beneficios. ¡ No ! ¡ Tampoco yo podré negar la grandeza de la Revolución ideal ! Antes de aclarar esta frase de mi exposición : ccCondenamos .la guerra, pero, condenamos también la revolución ... n, permítaseme, tomando por testimonio El Humanitarismo y la Internacional de los In- . telectuales, evocar al eterno Espartaco. cc ... No es tan sólo el antiguo esclavo romano, sino el símbolo de los que han conducido a las multitudes hacia nuevas ascensiones. Es el mismo en todas las épocas : con el mismo gesto que rompe la cadena, con el mismo torso erguido sobre la tumba de un pasado lleno de sufrimientos, pero también de esperanzas. La revolución (religiosa, económica, política) representa el impulso elemental de la vida hurnana hacia ccuna diosa fo. minosa de mil rostros : ¡ la Libertad ! La servidumbre exterior, social y la servidumbre interior, moral e individual, son las dos grandes maldiciones ~nte las cuales no puede el hombre inclinarse nunca con una total ·resignación.n Pero la revolución sociai no es siempre la consecuencia natural de la rebelión interior, surgida en la conciencia del individuo. Por eso la revolución es sangrienta y violenta como la guerra. ccNo es el término final de una evolución, sino una anticipación sobre ésta. Es la forma que busca su fondo; la vieja sociedad deberá entrar en el nuevo molde, estrujada como las uvas bajo los pies de los gigantes rebelados ... n ccLa multitud es arrestada. Ha sido habi. tuada al látigo que le da el impulso desesperado hacia la salvación : salto ciego hacia nuevas ilusiones.n celos libertadores de hoy se convierten en los amos de mañana. Los idealistas ' de 1789 han proclamado los Derechos del Hombre y después, convertidos en ccburgueses», los han renegado y han provocado la Revolución de 1848, luego la terrible guerra civil de ' la Comuna en 1871 .. . El ritmo del progreso social presenta abismos y cimas. Después del estancamiento y de la descomposición, una


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ternizaban en el Congreso se degollaban en las trincheras... Y la voz gigantesca de Carlos Liebknecht ha vibrado entonces: «Yo no dispararé.» Ha salvado al proletariado de la vergüenza de una total abdicación ante el Moloch de hierro . En el Reichstag, ha votado él sólo contra los créditos militares. F ué el primer heraldo de la revolución en Alemania. Ha desafiado al tribunal miliiar: «Vuestro honor no es el mío ... Estoy aquí para acusar y no para defendermen ( 1). ccLiebknecht es todo lo contrario de Jaurés. ¡ No la armonización, sino tabula rasa I Contra la violencia de algunos no hay más que la dictadura de la mayoría, obtenida por la fuerza ·armada . No la Humanidad, sino clases . El problema social en su simplificación última : capitalismo, proletariado, o en un campo o en otro . . . Es el imperativo del momento, la exasperación de los que se fustiga : · c,Nos hace falta la Fuerza (que es la misma que la de los amos), pero contra el antiguo mundo y para nosotros, el Pueblo.>> La fórmula de Lenín lanzada como reto en 1917, en el momento de su salid:i de Suiza se ha trocado hoy en una realidad fantástica : ccTransforma~ión de la guerra capitalista en guerra civil. . . >> c<En vano Liebknecht ha gritado en el frente : « ¡ Y o no tiraré f » La multitud ha aprendido a disparar. Ha vuelto el fusil hacia el corazón de la patria. Ha creído entonces que la patria estaba muerta, al mismo tiempo que los representantes del Estado capitalista y guerrero . Ha creído que todo estaba pronto para la instauración de un mundo nuevo, desde el momento en que sus representantes «autor'izadosn habían ocu;iado las poltronas del Poder. Ha sustituido a los humbres, pero la antigua alma ha quedado viva : el Odio, con su fuerza y con su intolerancia» (2). Así es como la guerra ha · sido reemplazada efectivamente por la revolución. La misma multitud, para la cual ha hablado Jaurés con tanto amor y comprensión, y por la cual ha rugido fanáticamente Liebknecht la palabra mágica de la liberación -la multitud que no se ha rebelado aún contra sus propio5

reacc1on vital ; después de la guerra entre las naciones, la guerra entre las clases de una misma nación» (págs. 59-60). ¡ La revolución no es, sin embargo, más que el fruto de la gueI La gran enseñanza de las guerras y de las revoluciones es la siguiente : «No es más allá de las fronteras, sino en tu país donde se halla ccel enemigo secularn ; y no es solamente el ccamo>> el que ·Ueva la responsabilidad de tu esclavitud (que ha heredado como una cosa), sino que e res tú sobre todo, que no te rebelas contra ti mismo: -esperas el látigo, Hombre!» ... Cuando la ley interior del impentivo moral e individual llegue a ser dominante, la revolución dejará de ser sangrienta, del propio modo que cela guerra desaparecerá cuando las naciones hayan expulsado a sus propios amos, adoradores de tres ídolos : el Estado, la Propiedad y el Dineron (pág. 60). Pero, ¿ hasta entonces? Algunos han anunciado que el siglo XX será el de la revolución. Evoquemos primeramente las revoluciones recientes que han comenzado a establecer la época socialista. Más exactamente : a_lgunas figuras ... Juan Jaurés, la primera victima de la guerra de 1914, era un sabio, descendido de los reinos de la Razón al campo de la lucha social. Unos le han llamado cmtopista» ; otros, «profeta de la democracia europea>>. Ha comprendido que el proceso económico no podía ser separado de las demás realidades humanas. No ha sido un fanático : tendía a la armonía de todos los antagonismos sociales. No ha proclamado una nueva violencia contra la antigua opresión: Estaba más cerca del espíritu del marxismo que los extremistas que le calificaban de evolucionista de tendencia burguesa. No ha querido separar el pasado del porvenir y ha proclamado que el progreso de la Humanidad presenta una lenta continuidad (porque el despertar de la multitud es lento). La civilización hállase estrechamente ligada a la evolución · social. «Reconciliando a Plutarco, a Michelet y a Karl Marx, saludamos con igual respeto a todos los héroes de la voluntad» (1). Con el asesinato de Jaurés, la Internacional de los Proletarios se ha dividido en el torbellino de la guerra. Los que fra-

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( 1) Según los debates del proceso publicados por la revista Die A~lion. (2) El Humanitarismo y la lnlernacional de los Intelectuales. Cap. «Fresco de los Precursores», pág. 63.

(1) J. Jaurés : Historia socialista de la Revolución. lntro<l:ucción.

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56 instintos sanguinarios-, se ha convertido en el instrumento de muerte de los nuevos d.irigentes. Ella ha matado a Carlos Liebknecht y a su camarada Rosa L uxemburgo ... -La lógica de la Locura-roja es implacable : un nuevo orden social, establecido por la fuerza Y la 1ntolerancia, no puede ser mantenido de düLinlo modo que por la juerza y la intoleranciá. El Rujo de la guerra es Uev!)do por el re8ujo de la revolución, y este último por el nuevo liujo : la contrarrevolución. Pem[tasenos considerar la realidad bajo todos sus aspectos contrarios. c<Si el momento actual nos anonada con &u trágico me~tís , con su grandeza e.re.adora o catastrófica, no hay que olvidar que ese momento es un eslabón de la cadena forjada por meoio de esfuerzos continuos a través de los siglos... Si la revolución nos .amedrenta · por las nuevas víctimas que exige, por sus horrores tanto más crueles cuanto que ellos se desarrollan en el seno de . la propia nación, reconocemos n.o obstante su senti do ideal y no podemos, como intelectuales, permanecer pasivos o refugi <!rnos detrás . de la barricada, en el viejo mundo» (pág. 64). Por eso he saludado de igual manera la nueva aurora aparecida en el ~oriz.onte europeo : la Revolución rusa de 1917. uTenemos ante nosó!Jos el hecho más gigantesc,o y el más esencial de la historia. Un hecho que ha, refrenado bruscamente la evolución social y la ha dirigido hacia o~os horizontes, pro~dos Y llenos 1e .desastrosas, ,pero también milagrosas posibilidades. .. Una parte de la Humanidad ha dado el salto he~oico en el porvenir -con extravíos y sac.rificios-, pero ha abierto la nueva Senda a la Humanidad martirizada . Sus sac.rificios no son vanos : ellos despiertan la coñciencia de los millones -de anónimos y ennoblecen aJ hombre, ese mismo hombre que se ha h:ansformado en fiera salvaje)) (1). Las ondas del seísmo ruso han repercutido en todos los países. europeos : se han deuumbado imperios y han surgido nuevos Estados. Espartaco ha nacido de nuevo bajo obas figuras, pero con el mismo gesto. El viejo mundo no ha dejado escapar todos los instrumentos de la Fuerza. C1Üos gigantes se disputan el mismo lugar: el Capitalismo y el Socialismo. Podríamos aña·

(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales. Cap . ccFresco de los Precursores)) , página 65.

57 dir a cada uno de estos nombres toda una serie de atributos : es el mismo dualismo elemental. Dos campos se hallan en pugna y es el sufrimiento del pueblo el que soporta los gasto.; del combate. ¡ Los Blancos y los Rojos ! Ora son unos o ya otros los que se sientan en el trono mágico del Poder. » Pero la única victoria estriba en el despertar de los pueblos : ccEI martillo ciego de la guerra y el de la revolución -libre y voluntario-- han llegado a golpear los cerebros adormecidos. Y han brotado las chispas de la Conciencia, revelando el fondo de Humanidad que se oculta en el corazón del hombre ... El caos de Europa no nos desesper_a . Sabemos que extiende su sombrá tamb ién sobre los demás continentes . Sabemos que nuevos desastres y nuevas victorias se hallan en germen en los formidabl es ccproblemasn de la política mundial, Tenemas, sin embargo, una certidumbre : cada nación empieza a dar vuelta sobre sí misma, buscando allí su ce ntro de gravedad. Debe de permanecer dentro de ella y realizar alli su misión que es idéntica a las de las demás naciones... » ( 1). Y el Océano de la Humanidad se calmará . al fin, inundado de luz, lleno de los activos hormigueros que levantan en laa profundidades los mágicos palacios de la Paz y de la Civilización ... He aquí , querido maestro, lo que yo escribía en 1921. Estoy a vuestro lado para magnificar la revolución ideal. La revolución que es el término final de la evolución: un impulso creador, de una ~ otra cima. Habéis hablado como un ccservidor del Espíritu» y habéis podido ccsentir las pasiones y sentir la calma, ser los otros y él mismo» (2). Permitidme seguir vuestro pensamiento íntimo a fin de iluminarme a mi mismo. ccEstoy hecho para el amor y no para el odio» (3) ; y por eso, situándoos en el plano espiritual, se os ha aparecido la violencia como cmn error, porque es una negación o una limitación».

( 1) E l Humanitarismo y la lntemacional de los Intelectuales. Cap. 1<Fcesco de los Precursores, págs. 66-67 . (2) P. J. Jouve: Romain ~olland, rJioo ._ Ed. Ollendorf, P arís, 1920. Carta personal. 4 dic. 1914, págma 144. (3) Id. , íd ., página 150.


59 Tal es el problema central de la revolución y su punto neurálgico. ¿ Estaría la violencia ligada fatalmente a la naturaleza de la revolución? ¿ Nos hallamos condenados a sufrir la maldición -de la violenc13 y a continuar trabajando por la H umani• dad, hollando con los pies sus cadáveres} El que quiera responder con toda sinceridad a e sta pregunta no puege limitar$<: a su propia conciencia, sino que se ve forzado a considerar también las realidades sociales. Vos habéis podido permanecer firme ante la gran cuestión y responder : « ¡ Jamás ! Toda violencia me repugna, tanto la de los revolucionarios como la de los imperialismos capitalistas y militares. Todos son imper ialismos ( imperare, aplastamiento de la libertad). Si e l mundo no puede pasarse sin violencia, mi papel, al menos, en el mundo, no es el de pactar con ella, sino el de representar un principio distinto y contrario, que sea para ella un contrapeso» (I ). Habéis repetido también esta · declaración de independencia del Espíritu en vuestxa c:arta del 15 de mayo de 1917 : «No soy revolucionario ni antirrevolucionario ; me hallo en otro plano del pensamiento que abraza el conjunto de los acontecimientos pasados y futuros. Pero desde el momento en q ue vos y yo descendemos al plano de la acción, nos vemo& precisados a adaptar a él nuestro lenguaje. si no querernos que pa• labras mal comprendidas no produzcan efectos desastrosos y contrarios a nuestro propio pensamiento. En el plano de la acción, estoy forzosamente con los que van hacia el porvenir, y me separo forzosamente de los que, no contentos con afe.. rrarse al pasado, quieren ligar a él también a los demás.» En la misma carta precisáis que'. estáis por una total renovación social - moral, religiosa, estética- , pero : «Es la violencia lo que yo condeno. Y la condeno en todos los partidos. Si se me prueba que es inherente a la acción positiva {lo que puede discutirse), en ese caso, es que mi acción es otra, y en otro plano, el del Espíritu, donde la violencia es un error, porque es una negación o una limitación» (2).

(1) P. J. Jouve : Román R olland en vida. Carta personal, pnmero de mayo de 1917, página 152. (2) Id., íd. C arta personal, 15 de mayo de 1917, pág. 151.

Cuando be condenado la revolución, no me he elevado sobre \as cumbres vertiginosas del Espíritu. He visto en ~lla una nueva máscara de la guerra. Después de las revoluciones de 191 7 y de 1919, cuando muchos pod!an . ~eja1&e ana&trar por cela explosión de entusiasmo», por las v1&1one~ de un nuevo mundo, hoy podemos juzgar de manera _';Ianqu1la, d~p~és de haber sentido las pasiones. Y he adqumdo la conv1cc1ón de gue la violencia se hall3 ligada a la revolución ~mo a l_a guerra. Otros dirigentes políticos, en nombre de ciertos ideales -<lesignados con hecuencia por el mismo no~bte- ?Bn armado ni puebl o. El sistema militarista es mantemdo de_ igual modo en los países revolucionarios. {. Quién· I?odria, por _eJ~plo, mostrar la diferencia entre el ejército zarista y e l e1erc1to bolch~vista? El método es el mimio. Algunos se apre_swar!an a decu que bajo el zarismo el pueblo morla por !os !ntereses de sus amos y que actualmente defiende sus ~roptos 1?t~r~es . .. {.Ú que los intereses pollticos de un partido son 1denhcos ~ los intereses simplemente humanos de un pueblo~ Otra mm~rí_a conduce al pueblo , por la misma o~>tesió~ ,. hacia guerras CIVI• les y guerra, contra los Estados u1mpenahstas» . cEs q~e el comunismo roso no es también imperialista en su tende ncia de expansión mundial? {. Y pochá mantener el K?uevo or~enn de olra forma que por medio de la fuerza y de _la mtolerancta) He ah{ por qué, igualando .la revoluc16_n a. la guern, la hemos condenado. La paz no puede ser smo mtegr~\ : enlI~ las naciones pero también entre las categor!M sociales. Si incluso los j~fes de los Estados capitalista~ tienden_a reconocer - sincera O hipócritamente--- que los conOictos nacionales entre Estados no pueden ya resolverse por la fuerza de las arma5 (Pacto Kellog), ¿ no es más evidente aún el absurdo de buscar la solución en los conRictos· sociales, entre las clases, por métodos guerreros, denominados ,revo lucionarios? P or 1;50 repetimos que ,no es la fuerza la que debe ser desechada,_smo el fetichismo de la fuerza, por el cua l se hall~ obs.es1onadas las nuevas oligarqulas: las que se creen r~volucu~nanas, pero que han traicionado .a la verdadera revolución. . . Las nuevas oligarqu ías, al comienzo de la é~~a JSOCJ ah1ta, se hallan fundadas ·en concepciones políticas. Insistiré a este propósito en las páginas que siguen. Me detengo _un momento en aquellos intelectuales que, declarando que quieren la «revo-


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60 lución de los espíritus», no han podido mantenerse, como vos, en el. plano del Espíritu. Unicamente porque se han dejado engañar por los espejismos de la política, es por lo que se han adaptado a las acciones cuevolucionariasn basadas en la fuerza y en la intolerancia. En El Humanitarismo y la lntemacioncil de los Intelectuales he consagrado un capítulo .entero a la evolución del grupo ccClarté>>, que prometía llegar a ser el núcleo de una verdadera Internacional de los ·Intelectuales y, por consiguiente, de la Internacional Pacifista. Con su manifiesto de adhesión a la Tercera Internacional, el grupo ccClartén ha pronunciado por sí mismo su sentencia de muerte (1 ). En El resplandor en el abismo, y después en un folleto con el título de una agresiva sinceridad : El cuchillo entre los dientes, Enrique Barbusse ha desarrollado una defensa sistemática con el fin de probar que el comunismo es .la conclusión lógica para todo intelectual. j Qué lejos del ccLlamamiento para el primer Congreso de la lnternaciona_l de los Intelectuales» que habéis

( 1) El H umanilarismo y la l nlema~ion_al_ de los lntelec!~ales. Cap. IV: Grupo ccC!artéi>, sus -pnnc1p1os y su evoluc1on,etcétera, páginas 68-84. Una confirmación ocasional, pero particularmente importante, de nuestr~ crítica sobre la evolución política del Grupo ccClarté», la -encontr.amos -en una carta de René Virault, uno de los secretarios de·.Já revista Clarlé, pues en la fecha de la carla, ,el 28 de agosto de 1923, el grupo no -existía y,a, sino solamente la revista Clarté. He reproducido esta carta en Humanitarismo y Socialismo (páginas 57-58). Reproduzco también aquí su parte esencial: · ccEn contestación a vuestr-a carta del 22 del corriente, tenemos el sl?ntimi.ento de ,informaros que no posee mos ningún ejemplar de los primeros manifiestos de los Grupos uC!artén. Hallándose éstos suprimidos por razón del edeclicismo demasiado grande de los inlelectualcs, liemos preferido dejar a cada .cual el cuidado de déterminarse en ólros grupos y fuera de nuestra responsab-ilidad. La revista Monde, que aparece desde el .9 de ¡unio de . 1,9~, bajo la dirección de Enrique Ba!busse (temel!do un Co"'!1le tector, compuesto de A . E ínstem. M. Gorki, Up~on Smdazr '. M. de Unamuno, L. Balzagette, etc.), es. una te.ntattva de hacer, renacer el Gr-upo y la revista Clarlé, bajo su prU]1er,1 forma: apolítica.

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firmado, en 1920, con Jorge Duhamel y con el propio Barbusse ( 1). En este Llamamiento se pedía el establecimiento de un «régimen que proporcione al espíritu la fuerza de resistir. a las empresas de la violencia» ... «La lnterna~ional del Pensamiento» tenía la misión de crear y de conservar la ccpura atmósfera moral, necesaria para la investigación de la verdad ... la base indispensable de todo progreso individual y social, y el premio de la unión soñada entre los pueblos ... » Pero Barbusse, descendiendo al plano de la acción, se ha dejado dominar por contingencias políticas. Olvidando que la violencia engendra la violencia, la justifica ccprovisionalmenten. Corno todo racionalista puritano, corno Robespierre y SaintJust, el autor de la novela El Fuego, tiene una lógica clara, pero fanática: ccQuien quiere el fin, quiere los medios ... » ccLa violencia es el único medio de acortar el círculo vicioso de las fuerzas establecidas, contra las cuales se han estrellado, deshecho y dispersado hasta hoy, los esfuerzos de los protestadores.n Para estos últimos, cela violencia es tan sólo un arma defensiva)) ; «es mejor que un arrná, es el único instrumento que pueda conslruír la justicia»... ce La Razón clama hacia la fuerza realizadora» (2). Si un Barbusse se hall.a convencido de que la violencia es la única herramienta que pueda fundar la justicia -y lo proclama en nombre de la razón-, ¿ podernos sorprendernos entonces de que los caudillos políticos de las revoluciones no vacilen en organizar militarmente al pueblo, provocando guerras civiles corno los capitalistas promueven guerr,as entre las naciones? ¡ Y he aquí que el odio y la mentira son perpetuados por aquellos mismos que hablan en nombre del amor y de la verdad ! La fuerza envilece los ideales más puros. T olstoi nos lo ha dicho en 1904 : ccLa gran Revolución francesa ha proclamado verdades indudables, pero todas se han hecho falsas cuando se ha comenzado a aplicarlas por medio de la fuerza (3). Si el profeta de Jasnaia se ha mostrado tan severo con respecto a los «idealistas» de 1789, ¿ qué palabras

Clarlé, núm. 9, enero de 1920. (2) El cuchillo entre los dientes, páginas 46-47.

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(3) Valentín Bulgakov : Gedanken , Leo Tolslois über Gewalt, Krieg und Revolution, 1928, página 17 : Diario de 1904.


, 62 de fuego no habría pronunciado contra los implacables t<te6ricos» de su propio país '? No es solamente en la R usia comunista, sino también en cualquiet otro sitio en que comienza a realizarse e l ,ocialismo, donde persiste la herejíá homicida de la fuer:za Y_de la intolerancia. Podría objetársenos q11e I01ó tevoluc1onanos se ven obligados a nrmarse CcOn el 6n de po.der u:~po~der a la ag~e• si6n de los reaccionarios. Dícese que los «e1érc1tos revol11c10nariosn son fatales {pero temporales) en la fase de transición del capitalismo aJ socialismo ; dícese también que la revoluci6n económica, al suprimir las clases, hará desaparecer las causas de las guerras, etc. . • La discusión amenaza con desarrollarse en un circulo v1c.1oso, La cuestión clara y elemental es la siguiente : la supresión de la guerra, de no importa qué guerra acion~l o ~ivil. Hoy tenemos que elegir catégóricamente enl?e l_a v1olenc1a y la n_o violencia. No tenemos que elegir entre fórmulas vagas e híbndas, sino enlte dos mundo~, dos concepciones y dos métodos irreconciliables. Como bumanitarista, sólo puedo proclamar el paci6s~o integral. Pero siempre en calidad de humanitarista, que reconoce el uproces<> bist6rico del materialismo», tengo el deber de estar al lado del proleta1iado que lucha contra la esclavitud de la propiedad y del salario. Estoy al lado de lo, sociafütas, pero para advertirles también continuamente de los peligros que les amenazan : para. recordarles que ~I lado de loa interesea eGQnómicos están los intereses y. loe ideales 5UpJ•• .o rdenados• de la Humanidad. He •xarninado estas cuestione5 esencia.les, con toda la atención.. que merecen, en EL Humanilammo y la lnlerna~io_nal de J05 Intelectuales, en dos capítulos consagrados al &OC1afamo Y al comunismo (40 página&) y en un folleto que comprende- un intercambio de oartas con Lotar Radaceanu, secretari.o deJ partido sodalist-a de Rwnanía, intitulado : Humanitarismo Y Socialismo (88 páginas). La ~xposici6n de las cuesúones se halla bastante concentrada . No puedo volver a dar aquí más que algunas de mis conclusiones . Los criterios objetivos que me han guiado en esas di&eusiones son los siguientes : . 1•0 La ley de la individualidad {que nosolios consideramos como una ley universal), é sei:á contradec.ida por e l coleclioismo absoluto de la sociedad socialista ?

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63 2. El plan de organización de la sociedad socialista, ¿ no puede hallarse en desacuerdo con las tendencias naturales de evolución de toda humanidad? Mostrando que el socialismo e6 una época de las más importantes en el desenvolvimiento de la sociedad humana, pero solamente una época basada en primer lugar sobre los interese, materiales, he precisado que no resuelve, con el problema económico, los demás problemas que le son superpuestos. El socialismo, con su simple victoria, no suprime las clases, sino que las mantiene con su método imperativo {Rusia) o transaccional (Alemania). La civilización podrá ser salvada y el nivel intelectual general podrá ser elevado. Pero, de igual manera que el capitalismo, el socialismo tiende hacia la gigantanasia. Somos desde hoy los testigos de esa tendencia de crecimiento ilimitado. La aplicación de la ley biológica de la gigantana5ia en el dominio social no es forzada . Los imperios asirio y romano perecieron de gigantanasia ; el catolicismo y el capitalismo perecen por la misma causa. Su desaparición no es brusca como lo ha sido la de los monstruos de la Naturaleza. Con la organización social del instinto de conservación, las épocas denominadas absolutistas, feudales, clericales, etc., han persistido de una manera opresiva, prolongando su sangrienta agonía. La reacción es, por tanto, ,un efecto de la gigantanasia social. El capitalismo, en lugar de evolucionar normalmente hacia el socialismo, quiere conservar su poder por medio de las guerras. El socialismo, a su vez, no comprende a toda la Humanidad, sino solamente a una clase : la de los proletarios. En tanto que existan otras categorías sociales (que también tienen tendencias de crecimiento ilimitado), el proletariado tendrá que soportar los límites impuestos a su crecimiento. Si el crecimiento del socialismo se hace con detrimento de las demás clases (manuales o espirituales), si contradice la evolución natural de la especie humana, el socialismo llegará -después de su fase gi gantesca, que querrá conservar por todos los medios-, al mismo desenlace, preparando la aparición de una nueva época social. ¿ No puede preverse, por ejemplo, que la presión igualitaria del socialismo provocará, conforme a la ley de la individualidad, una inmensa efervescencia anarquista? ¿ Es que la civilización socialista no será desnaturalizada si se encuentra bajo )a dowina~ió_l) .de una minoría que hará del proletariado un 0

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64 objeto en sí? La nueva oligarquía política socialista podría llegar incluso a luchar contra el proletariado (el comunismo de Rusia ha destruído la vieja burguesía para tolerar después a la nueva burguesía de los ccNepmans», manteniendo bajo la presión de las ccleyes» tanto a los proletarios como a los campesinos). Y los intelectuales que proclamaron los derechos del Espíritu, lo mismo que los humanitaristas que defendieron los intereses y los ideales de la Humanidad, serán declarados enemigos de la sociedad y del Estado socialista... No son estas simples exageraciones pesimistas, sino conclusiones impuestas por las primeras realizaciones ·socialistas. La posibilidad de la guerra en la época socialista no es de desdeñar en modo alguno (1). Para comprender todas nuestras aprensiones a este respecto, debemos precisar que el humanitarismo es antiestatista, mientras que el socialista permanece todavía en el dogma del Estado. El humanitarismo, que tiene entre sus principios : la tendencia a la unidad, predice que los numerosos Estados de hoy se fundirán, por pacifismo e internacionalismo, en federaciones

(1) Las predicciones de Relgis han tenido en estos últimos años -una amarga confirmación. La dictadura socialista o socialdemocrática es hoy en día una desalentadora realidad. El empleo abusivo de la autoridad y <le la fuerza que ejercen desde el Poder estos modemos legisladores no. va en zaga al de las últimas dinút(a5 desaparecidas. Por lo que concierne a Espafia, el Gobierno de los republicanosocialistas reviste todos los caracteres de :una dictadma tiránica . La -persecución encarnizada e implacable a -los elementos de la extiema izquierda : comunistas, anarquistas, sindicalistas ... con deportacion~ en ma sa, suspensión de periódicos, clausura de Sindicatos, y Centros, largas prisiones gubernativas sin form ación de proceso, etc., etc. presenta grandes analogías con el fascismo musolineseo y con las tiránicas dictaduras de Ca.rmona, en Portugal ; Machado, en Cuba: Uributu, en la Argentina... A decir verdad, durante .los largos añoa de la monarquía alfonsina no recordamos tan encarnizada persecución a los idealista5 de la extrema izquierda. Y es que la tan anhelada República española, por las manos en que ha ca(do, está constituyendo. un inmenso desencanto para el genuino pueblo español. (Nota del

traductor.)

65 de Estados, después en Estados continentales hasta que se conviertan en el ccEstado único» de la Humanidad . Reconociendo ante todo las leyes naturales de la evolución de la especie humana, los hum ani taristas consideran al Estado como una superestructura parasitaria, mantenida por la fuerza cdegal», esto es, por ·medio de la autoridad arbitraria. La concepción del ccorganismo de la Humanidad» no es abstracta. La Humanidad es un organismo también actual cuando está dividida en Estados nacionales. Cuando exista el Estado único, la Humanidad adquirirá plena conciencia del hecho que es un 01ganismo unitario. Entonces se dará cuenta de que el Estado (que e~ y que seguirá. siendo en no importa qué sociedad un aparato administrntivo y ejcutivo, con poderes centra lizados -en manos de una minorfa), tendrá constantemente e l mismo catá.cter opresivo y parasitario. ConGtituye desde ahora un caparaz6n abrumante sobr-e los cuerpos llenos de vida de los pueblos. La Humanidad tiende a librarse de ese caparazón que es inútil. Unos han llamado a esta liberación: cclenta desintoxicación de Estadon. Nuestro antiestatismo no es para el porvenir; manifiéstase desde ahora por el hecho de que ya no tenemos d fetichismo del Estado. La tendencia a -la unidad del socialismo no va hasta el organismo de la especie, sino tan sólo hasta fednciones de Estados socialistas, y cuando se 1legue al Estado úruco, planetario, los socialistas no podrán conservar ya su -pode, político más que por la defensa de la idea de Estado, que corre.s ponde -como lo hemos d icho-- a un aparato administrativo centralizador, conducido por una minoría privilegiada ( 1).

* * "' Hemos llegado as! a la ·conclusión natural de nuestro antiestatismo. Eil humanitarismo es apo-lítico y también antjpolitico: Me parece que se halla aquí la explicación última .d e los prob.lemas sociales. La política es la expresión de e!a <(sed de Po.dern que arrastra en pos de sí la inmensa vanidad de las ex istencias mediocres, utilitarias y cobardes. Sea cual fuere la definición ideali§ta y cc lilosóficaii', la polttica ha sido y continú 1

(1) Humanitarismo y Socialismo, páginas 73-75 . 5.-La Intern acional Pacifista.


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66 siendo ~n ~ esencia la lucha, mediante la foena annada, p-1r<1 la dommac16n. No es, más que la 1<actividadi, de las categorías parasitarias : ues la organizaci6n (sobre principios que son muy poco los de la razón y de la justicia), de los «-intereses» de una minoría q ue tiende a mantener el dualismo del privilegiado y del explotado. La política es una ocupación distractiva de la «noblezan (ya sea feudal, real, republicana , capitalista, eclesiástica o estética) y que ignora el verdadero progreso intelectual y hum anitarion. La política es la feria de las vanidades sociales donde todo es farsa y protocolo, intriga y trapacerías; es el abrigo de tantos ídolos sanguinarios, de tantas supersticiones y de tantos estancamientos ... Todas las instituciones sociales, desde la Escuela hasta la Iglesia, desde el Parlamento hasta la Academia, son retenidas en la red de la política y subordinadas a los que ti enen interés en perpetuar la esclavitud y la ignorancian ( 1). Esta política no puede ser sostenida por los verdaderos p acifistas. Su misión es la de hacerla -desaparecer. Por desgracia, hay también una ccpolítica de izquierda», liay políticos intelectuales y socialistas cuya mentalidad y fisonomía no difieren nada de las de los políticos capitalistas y militaristas . Todos se apoyan -en la fuerza y en la intolerancia; todos se hallan poseídos por la ambici6n de dominar, por la diabólica sed de llegar al P~der, pisoteando incluso los prop ios cuerpos vivientes de los pueblos. ¿ Es que las luchas violentas con frecuencia, entre los partidos socialistas, tienen otras causas que los motivos políticos, es decir , los dogmas representados por ciertas minorías de fanáticos que quieren reinar por sí solos ? La política ha ro_t.o la unidad de la Internacional proletaria. La política extremista de los bolcheviques ha suscitado la política muy nefasta también de los fascistas. S ólo la política obstaculiza el triunfo del socialismo (2). Es este el mome nto de reconocer la diferencia que existe entre las tres series de ideales : políticos, sociales, humanitarios. ccLos ideales -políticos son efímeros ; los ideales sociales

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(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales, págin:i. 151. (2) Humanitarismo y Socialismo, página 61.

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son los de_ una época : el ideal humanitarista es permanente, como la rmsma e specie humana. ¿ No es este ideal también el de las primeras edades de la sociedad y de la civilizaci6n? Es evidente que existen vínculos -entre estas tres clases de ideales. Los de naturaleza política se han realizado más pronto que los ideales sociales, pero ó.tros los -han teemp lazado rápidamente. Los ideales políticos no contienen lo que se ha llamado «lo humano en generaln ; hállanse localizados según los países y las naciones, y difieren también en el seno de una sola naci6n, relacionándose únicamente a los elementos materiales de la vida humanan ( 1). Los ideales sociales, vastos y profundos, corresponden a realidades que no son solamente nacionales, sino que representan situaciones económicas e intelectuales que abrazan razas y continentes. Surgidos del cambio de las condiciones de existencia, de imperativos materiales (pero «humanos en generaln), los ideales sociales se hallan en antagonismo con los ideales políticos, que no son los de la nación, sino de sus «amosn, que continúan cultivando la confusión entre los intereses políticos y los intereses sociales. Tan s6lo así han podido provocarse gue. rras en nombre de ciertas ideas superiores : por «el delecho y l.a civilizaciónn por .la libertad y la democr.acian .. . Los pueblos así engañados han combatido por las ambiciones polífras y dinásticas de los gobernantes y por los intereses del capitaliuno imperialista. «Sin embargo, las aspiraciones sociales comunes de los pueblos son cada vez niás evidentes . . Son ellas las que han desarrollado el pacifismo y el internacionalismo, por medio de ellas ha llegado a ser el socialismo un movimiento mundial , forzado a adquirir desde el principio la forma de una cducha de clasesn. Pero los ideales sociales contienen también las aspiraciones supramateriales de los pueblos. El progreso de estos últimos hállase condicionado en gran medida por la realización de la ccrevolución económican . La industria y l.a civilización han progresado continuamente, incluso en la antigua sociedad, agitada por ,las luchas nacionales y políticas. ¡ Cuál no sería su

(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales, páginas 150-151.


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68 desarrollo en una sociedad libre de las guerras y de la esclavitud del asalariado ! ( 1). En la lucha social, los intelectuales y, en general, los p1cilistas, tienen su puesto cerca de los socialistas. Pero no deben olvidar que por encima de la sociedad se encuentra la Humanidad. Por encima de las contingencias políticosociales se halla la indomable evolución de la especie humana. Los ideales sociales no constituyen más que una parte de los ideales humanitarios, lo mismo que los ideales políticos. Los intelectu1les, los pacifistas y los cccombatientes del Espíritu» tienen la misión de velar para que los ideales sociales no degeneren en ideales políticos. Siendo los más clarividentes de la sociedad, deben de ser a la vez los visionarios de la Humanidad. El proletariado consciente y organizado prepara la Hrevolución económica». Los intelectuales, aun cuando sean socialistas, son, por su definición, los precursores del humanitarismo integral, los creadores de los valores morales y los que proyectan la luz sobre los misterios de la vida. Son los obreros de la evolución civilizadora siguiendo la ley interior del grogreso humano, mientras qu; los socialistas siguen en primer lugar la ley exterior de la sociedad. Entre la Internacional de los Proletarios y la de los Intelectuales existe un paralelismo concéntrico. Su acción es paralela, pero se prosigue -en dominios superpuestos : la primera en el dominio material-social, y la segunda -en el dominio espiritual-humano. ((La primera se halla en el cuadro transitorio de la sociedad, y la segunda en la realidad total y permanente de la Humanidad. La primera prepara la ascensión hacia los ideales de la segunda. La segund1 vela sobre las ·manifestaciones exteriores de la sociedad para que correspondan a las leyes interiores, biológicas y espirituales del progreso de la Humanidadn (2). Así es como en el círculo del socialismo y los demás círculos de menor radio de las demás categorías sociales, hállanse comprendidos en el gran círculo del humanitarismo. La Inter-

(1) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales

página 152. . ' (2) El Humanitarismo y la Internacional de los Intelectuales, cap. XIX, pág. 250.

nacional de los Proletar!os y la de los Intelectuales forman la Internacional Pacifista. Su tendencia es la de progresar hacia los lí~ites del humanitarismo -y el propio humanitarismo que, lo repito, no -puede ser un molde lijo y dogmático, esfúérzase en extender su círculo hacia los dominios Hdel más allá-, no los del misticismo, sino hacia los dominios positivos : hacia las realizaciones lentas, pero tenaces del superhombre y de la supermateria ... Si alguien objetase que me he separado del problema planteado al comienzo de este capítulo : c(Revolución y Pacifismo», responderé que no lo he evitado con exposiciones teóricas, sino que he querido -encuadrar el problema en todas las realidades humanas y hacer surgir --en la débil medida de mis fuerzas- una vision integral, en cuyo centro irradia la Paz como un corazón que todo lo vivifica. El paclismo absoluto del humanitarismo es un Himper.ativo categórico», no sólo moral, pues es la resultante de todas las condiciones objetivas de evolución de la sociedad y de la especie humana. No me he situado en el plano del Espíritu, siho que partiendo de la tormenta de los antagonismos sociales, he querido hallar el camino que conduce a los reinos serenos del Espíritu. ccEl punto lijo, la estrella polar, en medio del torbellino de las pasiones en la nochen es, para mí, .fuera de la conciencia propia que tiende hacia el perfeccionamiento personal, esa conciencia de _ la especie basada en Hel organismo de la Humanidadn y en la armonización de las tendencias individuales mediante la única lucha aceptable : la lucha en y contra la Natuarleza. Esta lucha no es más que la captación y el encaminamiento de laa fuerzas natur~les e inagotables para el desarrollo de la energía humana con miras a la creación. De la creación que, comenzando por la máquina, atraviesa las maravillosas galerías del arte, para llegar a los aspectos cosmogónicos del pensamiento y a la silenciosa música de la oración espiritual.

*** Los debates de la Conferencia de Sonntagsberg han fortalecido en mí las convicciones expuestas en las páginas precedentes. Se ha discutido casi un día sobre la relación entre la revolución y el pacifismo, partiendo de la exposición de )a


70 doctora señora Helena Stocker, sobre ,da resistencia contra la guerra en rdación con la revolución». Se ha hecho resaltar entonces hasta , qué punto es peligroso el mantenimiento de la confusión entre los intereses políticos y los intereses sociales, sobre todo en el cuadro de los problemas socialistas. La resolución propuesta por la señora Stocker condenaba los preparativos de guerra de los diversos gobierno;, pero al fin pedía, en el caso de que estallara una nueva guerra, oponerle la 11guerra civiln. Pierre Ramus ha manifestado (1) que el reconocimiento de la guerra civil (Bürgerkrieg) -que no es más que una forma intestina y local de la guerra- sería una flagrante negación de la Declaración de la c,W ar Resisters lnternationaln : ccLa guerra es un criineii contra la Humanidad. Por esta razón, -estamos resueltos a no ayudar a ninguna especie de guerra y a luchar por la abolición de todas sus éausas.n Ramus, que. es anarcocomunista, afecto a la doctrina tolstoiana y al c1socialismo antiautorita_rion, ha _analizado el sentido de la guerra civil que tiene su origen en la historia revolucionaria de la burguesía, la cual perseguía objetos de dominación distintos a los del proletariado : Ha solicitado el sustituír la expresión ccguerra civiln por c1Tevolución socialn, que corresponde a un sentido proletario y contiene un ideal más elevado de emancipación intelectual. La señora Sti:icker ha retirado la resolución propuesta. Pierre Ramus ha probado que esa resolución tendí,a a la asociación espiritual de la cclnternacional de los Resistentes a la Guerra» a la Tercera Internacional, que ha confirmado una vez más sus finalidades políticas con ocasión de su VI Congreso- mundial, abierto el 4 .de agosto, algunos días después de la Conferencia de Sonntagsberg. En su Manifiesto, la Tercera Internacional ha pedido que cctodos los comunistas y revolucionarios, todos los obreros y todos los campesinos progresistas se preparen de manera absoluta pan transformar la más próxima guerra imperialista en uria guerra civil, nacional e internacionaln (2). La

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(1) Erkenntnis und Befreiung, Viena, ,núm. 35, 26 de agosto de 1928. (2) Citado según Erkennlnis und Befreiung, núm. 35, 26 de agosto de 1928.

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identidad entré esta consigna y el fin de la resolución propuesta por la señora Sti:icker es evidente. . Si la Tercer a Internacional se halla tan encarnizada contra . la guerra capitalista que le opone la guerra civil, glorificando el militarismo revolucionario, la Internacional socialista (la Segunda), a su vez, afecta a una táctica oportunista (siempre por motivos políticos), no opone una resistencia absoluta a la guerra, aunque en su último Congreso de Bruselas se haya votado una 1Cresolución enérgica» a este respecto. El presidente de la ccWar Resisters lnternationaln, A. Fenner Brockway, que es también secretario del 1Clndependent Labour Partyn (y un ((Conscientious Objectorsn que ha estado en prisión por su actividad} ha llegado en un momento dado a poner a la W. R. l. en un difícil aprieto. Queriendo tener -en cuenta la situación <<real-polítican, el presidente ha dicho que si la masa reconoce la fuerza, eso no tiene ningún sentido de oponerse a ello, pues esto' no tendría por consecuencia más que ccel aislamiento de la masa» ; en semejantes casos se debería marchar con la masa y tratar de salvar la situación con todo lo que hay de mejor bajo el orden ético. Pero la actitud política de Fenner Brockway ha sido dominada por la actitud puramente pacifista de la mayoría. La W. R. l. tuvo que pasar entre las rocas temibles de la Scila guerrera y de la Caribdis revolucionaria y esto es una gran lección para el porvenir del pacifismo. El peligro de ver a la W. R. l. hundirse en una contradicción vital, fué evitado por el aplazamiento de la discusión para el Congreso siguiente. Así como lo ha dicho también Pierr~ Ramus, una declaración de princ1p10 confirmando la primera Declaración de la W. R. l., hubiera sido preferible. Hasta el próximo Congreso pueden tener lugar graves acontecimientos, y los adversarios políticos de la W. R. l. deben de estar prevenidos de que los pacifistas no servirán nunca a intereses políticos, aun cuando éstos fuesen proclamados por comunistas o por socialdemócratas. La W. R. l. sigue siendo para nosotros el núcleo de la Internacional Pacifista, cuya finalidad es ante todo la supresión- de la guerra, de no importa qué clase de guerra y el establecimiento de los métodos pacíficos que constituyen los únicos medios de resolver los conflictos entre las naciones y las clases. Sí, la revolución es posible sin violencia. Fué Rajendra


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Prassad, un antiguo coJaborador de Gandhi y que ha hablado en nombre de este último én 'Sonntagsbeig, quien nos lo ha pro_bado. Fué ~to como un efluvio amplio y tranquilo de la sab,?uría. Una v~z de la India budista ba resonado por encima de 1~ voces Iebnles de los europeos, que tienen que sopottar, más que otros, la herencia sanguinaria y el fetichismo de la fuena. Prassad ha hablado de la doctrina de la no violencia Y ha . d_emostrado _qu_e la potencia del alma, manifestada por colectividades opnm1das, es invencible. El monstruo de la guerra es impotente ante los miJlones de hombres que se cruzan de brazos en su negativa de servir a los opresores : negativa a lle_var ,las ~as, negati~a comprar los píoductos de los capitalistas, negahva a contnbu(r a los recursos materiales clel imperia_li!mo. Esta negativa desarma con más prontitud y más de6:n111vamente que una fuerza armada de los revolucionarios opuesta a la fuerza armada de los reaccionarios. La voluntad de ,p az del alma, fortalecida ,por el amor, se hace ir-resistible, aun cuando las ametrallado.ras sieguen las primeras lilas de los que luchan por la Saty8graha.. . · ,:\sí se. ha hecho evidente que el pacifismo no es una simple a~titu_d, srno una -lenta y tenaz preparación moral, un a «desintox1~ac1ón» de_las viejas herejías de la fuerza militar, de la autoridad d~I Es_t~do, una ~urificaci6n de las mentiras políticas Y una ext1rpac1on voluntana del odio por medio de la cultura inci~vidual de la verdad, de la libertad y del amor. ¡ Humanización 1 _I ,:\utohumani~a~ión I Tal es el mandamiento para cada sOCJaltsta, _comuiusla, anarg~ista, revolucionario o religioso; para cada mtelectual y pae16sta, gritando, cada cual en su lengua: ce¡ Nunca jamás ulia nueva guerra!» Vuestro llamamiento a la unión de todos los grupos de oponentes a la guerra ha sido saludado por los pacifistas reunidos en Sonn~sberg, en los Alpes tiroleses. Se ha dado, un gran paso hacia la paz. Un paso verdadero, más positivo que diez pactos «a lo Kellog», pregonados por ,la Prensa mundial. Este paso ha sido consagrado en el momento de la recepci6n dada ' a los delegados pacifistas en la alcaldía socialista de Viena capital verdaderamente internacional. El representante de 1~ ciud~d ha repetido también: Nie wieder Krieg / ... Este grito ha vibra~? en la noche del mismo día (31 de julio de 1928), en el m1tm en el que se habían reunido miles de hombres de

73 todas las clases sociales para escuchar voces de fraternización de Francia, de Nueva Zelanda, de la India y de Holanda, de Alemania y de los Estados Unidos de América. Desde lo alto de la tribuna, un soldado prestó el juramento de no matar y -rompió su espada ... Empero, como una justificación de la lucha pacifista, como una confirmación del peligro de guerra, oculto bajo otras máscaras, un incidente sangriento tuvo lugar al otro día en Graz. Debían hablar allí en una reunión preparada por los KriegsdierÍtsgegner, los mismos oradores que habían sido aclamados en el mitin de Viena. Como por enc-nto aparecieron grupos de fascistas, columnas de milicianos, el ejército disfrazado del Heimwehr, los despojos del militarismo germanoaustríaco. Mandados por oficiales de la reserva, los fanáticos «patriotas» y ventajistas de la violencia, dispersaron la asamblea, acometiendo a los apóstoles pacifistas con garrotes, fusiles, revólveres y cuchillos. El más gravemente herido fué Rajendra Prassad, el enviado de Gandhi. Los pacifistas sólo pudieron oponer la resistencia, la «resistencia activa». Y esto determinó el milagro: las jaurías fascistas, los rebaños de los «defensores de la patria», al no ser excitados por otra violencia, no pudieron combatir. Su furor sanguinario se calmó después de las primeras heridas hechas, aunque la policía no hubiese intervenido. El indio fué arrancado de sus garras por socialistas que decían : ((Si hubiésemos tenido una guardia de veinte camaradas armados con garrote, hubiera podido celebrarse tranquilamente la asamblea ... >> Pero Rajendr.a Pr.assad, -después de haber sido curado, dijo solamente : ccj Pobres tontos ! ¡ Que Dios os dé bastante razón para comprender lo que habéis hecho ! » Es la compasión del amor, la indulgencia infinita de Jesús, expresada dos mil años después por un hijo de la India budista. Es al propio tiempo un reforzamiento de la enseñanza humanitarista. Ese «que Dios os dé bastante razón para comprender lo que · habéis hecho», signica el cambio de mentalidad que sólo la «mutación humanitaristan puede real izar. Que esta muta.ci6n no es un lejano deseo, nos ha sido démostrado por otro hecho acaecido también en Graz, el l!;ccer día después del ~angriento ataque del H eímwehr. Todas las organizaciones socialistas, anarquista& y pacilistas de esa región se


74 r~un!eron en una mani!estaci~n un~e contra la violencia, y mogun esclavo del odio' y ,d~! cnme.n se atrevi6 a turbat la scil~ne ¡Ísamblea ~on-de millares y m,illares de -hombres de ese ~nc6n del planeta habían unido sus almas y sus pensami~ntos en· la voluntad de demostrar que no hay fuerza brutal que no pueda ser desarmada por la potencia solidaria deJ amor. La palabra de la Libertad está mejor templada que la espada:, Y el gesto_ q~e abraza acrece sin cesar el impulso de la creaCJon. El sentimiento humano permanece oculto en el cuerpo del hombre aun cuando é&te lleve todavía 'las armaduras de la guerr~. Paso a paso, un hombre tras otro, generación tras generac16n, Iª Paz se adelanta sobre las ruinas, con su blanC"a band~ra Y sus fieles· levantan las nuevas· ciudades : la de -la Técruca, la del Arte, la de la Ciencia. La Humanidad ábrese en efecto, a _tod? lo ancho el camino de la fraternidad. c~mo ,Jo habéis dicho en vuestto Mensaje, ella organiza su propia defensa. Y_ los Precursores que han dado las peq-uéiías luces que la han guiado, quedan en el corazón y en el pensamiento de esta Humanidad como teatimonios de la divinidad del hombre en esta tierra, llena aún de los obsesionantes come:ntarios de la guerra ... He nquf querido maestto, cómo he creído deber responder a vuest!a carra y a vuestra Men,aje. Me habéis proporcionado la ocasión de un examen de conciencia. Lo he hecho en la medida de mis fuenas morale:i e intelectuale:i. Y , por este esfuerzo de ascensión -pue3 tal es el sentido de 11n ex,nmen de conciencia- os guardo toda mi gratitud.

Así

Vuestro afectísimo, Eugen Relgis.

1O septiembre ,J928.

ANEXOS A Texto de la primera propos1c10n para la Internacional Pacifista en la Conferencia de C<W ar Resisters lnternational» (Hoddeston-Londres, julio de 1925) : C<Existe una cuestión que casi se ha ignorado. Es la cuestión de la Internacional Pacifista. Y o creo que es una cuestión central ; creo también que debe ser el objeto permanente de toda confer.encia pacifista. Sabéis que existe una gran ley natural y social y esta es la tendencia a la unidad. Frecuentemente se la olvida. Todas las Agrupaciones, Ligas, Federació; es pacifistas, son como órganos que desempeñan funciones especiales. Pero estos órganos deben formar la unidad de un organismo, para armonizar y realizar sus tendencias. Este organismo supremo es 1a Internacional Pacifista ; los Grupos, Ligas y Federaciones existentes pueden y deben conservar su individualidad y su autonomía. »En la unidad, variedad. Esta es también una ley de progreso. Mas para realizar la Internacional Pacifista se necesita una concepción que proclame los ideales y los intereses generales y permanentes de toda la Humanidad. Todas trabajamos de una manera más o menos consciente para fundar esa Internacional Pacifista y para darle una doctrina viviente y siempre progresiva. »Llamo a esa Internacional Pacifista : la Internacional de los Intelectuales, porque ella será la obra del espíritu, la obra de los pensadores activos, y llamo a la doctrina para esa internacional: el Humanitarismo. Esta palabra contiene todas las rea• lizaciones y todas las tendencias del progreso de la Humanidad.


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»_No · olvide_mos nunca esta verdad : debemos fundar la Internacional Pac1futa suprema, basada en el humanitarismo inte~aL Cuando t e ~os esta Internacional, sabremos que el paci fismo es una realidad en nuestro planeta martirizado» (1). EuGEN RELcJs

B Carta de Romain Rolland dirigida a M . Mauranges, defensor de G eorges Chevé, condenado el 7 de octubre de 1927 por el Cons~j_o de Guerra de la 3.ª región, en Ruán, a sei; meses de pns1ón por desobediencia a] llamamiento del servicio militar: cc Mi querido Maestro : »Estoy enterado de que el 9 de septiembre tenéis que defender la causa de un cwbjetador de conciencia». No conozco p_erso~almente a Jorge Chevé; pero tengo que aportar mi testimonio en favor de la ccObjeción de conciencia». »Est~ reconocida en Inglaterra desde hace largo tiempo. Se ha manifestado, durante la última guerra, por medio de millares d~ negativas de servicio; y la tradición religiosa cuáquera, sost_emda por los más elevados espíritus ingleses de hoy, como ~l ilustre filósofo y matemático Bertrand Russell , ha logrado imponer el respeto de esos ccconscientious objectors». »Desde la guerra, esa gran corriente de humanidad se ha difundido por toda la tierra, hallando adherentes, sobre todo en los países más cruelmente experimentados por la guerra : Alemania, Austria, Checoeslovaquia . »Ha sido fundada una cclnternacional de los Resistentes contra la guerra». Abraza a veinte Estados. No tiene ningún· carácter político y se mantiene fuera de los partidos, cuyas vio-

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(1) Esta proposición está publicada también en Los resisten!~ a la H!'erra en el mundo. Ed . francesa, 1925, página 86 (las mformac1onl;S sobre la Conferencia de Hoddeston) y e n mi artículo : C<Los mtelectuales y el control polh ico ( E ooluci6n París, núm. 33, ~eptiembre de 1928.) •

lencias condena. Hállase basada en el respeto de la persona humana. Su principio fundamental, que ningún hombre honrado puede rechazar, se resume en esta declaración : »ccLa guerra es un crimen contra la Humanidad. Por esta razón, estamos resueltos a no ayudar a ninguna especie de guerr,a y a luchar por la abolición de todas sus causas.>> »Doy a esto mi total asentimiento. El conocimiento que tengo de Europa y del mundo actual -desde hace treinta años que estoy en relaciones intelectuales con todos los países- me da la certidumbre de que una nueva guerra europea sería la destrucción completa de la civilización de Europa. Estimo, pues, de mi deber, no sólo de ccciudadano del mundo », sino de ciudadano de Francia, el oponerme eón todas mis fuerzas a la guerra que destruiría fatalmente a mi país. Y si desgraciadamente no tenemos los medios de obrar sobre la política de los gobiernos, debemos, al menos, dar el ejemplo de la negativa absoluta a lo que juzgamos un asesinato de la misma patria y de la Humanidad. »En mi pensamiento, cela negativa de conciencia» no es y no debe ser, en modo alguno, una cobarde escapatoria a los peligros de la comunidad. Debe ser un sacrificio para instruírla, por el ejemplo, de la insania de esas guerras que, fuera cual fuere su resultado, siempre redundará en su daño. »Añado que en numerosos países -en Suiza, donde resido actualmente- los objetadores de conciencia piden que se sustituya legalmente -y de hecho lo sustituyen- el servicio militar por un <1servicio civil», organizado voluntariamente con el fin de ir en auxilio de la comunidad en todos los desastres públicos : inundaciones, derrumbamientos de montañas, reparaci6n de cami nos, epidemias, etc... »Por lo que a ml se refier-e, soy enteramente favorab le a ese servicio de paz (a condici6n, claro está, de que no sea un• med io indi recto de trabajar para la guerra, como por e l, servicio de ambu lancias que, por noble que sea, no tiene otro objeto que e l de volver a poner en pie el mayor número de heridos para e nviarlos nuevamente a la matan1,a). Estimo que todo hombre debe lo mejor de su trabajo y de su vida a la comunidad . P ero lo debe para e l bien y no para el mal de ella. No puede obligársele a asociarse a lo que él sabe que tiene que ser criminal para su pueblo y criminal pata la Humanidad .


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78 Un hombre del siglo XX no es un ciego que debe obedecer «perinde ac cadavern. Su razón se ha despertado a su sentimiento de la s~lidaridad universal y le está prohibido renunciar a él. »Creed, mi querido Maestro, en mis sentimientos de alta estimación y simpatía» ( 1). RoMAIN ROLLAND

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H. Runham-Brown, secretario general de «War Resisters lnternational», en su carta del 26 de septiémbre de 1928, dirigida a Eugen Relgis, precisa el hecho siguiente : <c ... Hemos llegado a una inteligencia general, expresada por nuestro presidente, de que debemos trabajar por la idea de la Internacional Pacifista, y damos los primeros pasos tratando de reunir a los grupos más radicales, como la Liga Internacional de las mujeres para la Paz y la Libertad, Movimiento Internacional de Reconciliación, Junta Internacional Antimilitarista, Secciones de la Sociedad de los Amigos (Cuáqueros) y la Guilda Internacional de las Cooperadoras. Esperamos, si podemos hacer trabajar en conjunto a esos grupos, que esta acción abrirá el camino a una verdadera federación pacifista radical.» Más tarde, estos primeros pasos de que habla H. RunhamBrown, han sido seguidos po rotros. En 1930, se han puesto las bases del /oinl Peace Council (Consejo asociado de la Paz), al cual se han afiliado ocho organizaciones pacifistas. Este /oint Peace Council, que puede ser considerado como_ un centro de reunión para la Internacional Pacifista suprema, tiene su sede en Inglaterra : 11, Abbey Road, Enfield, Middlese~, secretario hon. H. Runham-Brown. Véase el anexo E., el c<Manifiesto contra el Reclutamiento y la Preparación militar de la Juventud», lanzado por /oint Peace Council y la lista de las organizaciones de las cuales está compuesto este Consejo.

(1) Esta carta está publicada en [..e Semeur,, ~úm. 112, 21 de diciembre de 1927 y, fragmentana, en Le Res1stant a la Guerre, núm. 19, marzo de 1928.

D Según el · Boletín de la «Comisión Internacional Antimilitarista» (La Haya, número 16, 25 de julio de 1928), indicamos algunas organizaciones que se han pronunciado por la denegación de servicio y de trabajos militares para la guerra en el caso de que ésta llegara a estallar : , 1920. El Congreso Internacional de los Mineros, Ginebra, 1.500.000 miembros. 1922. El Congreso de la Federación Sindic_al Internacional, Roma, 24.000.000 de miembros. 1924. El Congreso Internacional de los trabajadores del arte textil, Viena, 1.300.000 miembros. 1926. El Congreso de los Sindicatos alemanes, Breslau, 800.000 miembros. 1926. El partido· obrero inglés, Margate. 1926. El Congreso de las Cooperaciones inglesas, Belfast, 5.000.000 de miembros. . 1926. El partido obrero independiente inglés, 56.000 miembros. 1927. Las Corporaciones femeninas inglesas adheridas · al partido obrero, Huddessfield,. 250.000 miembros. 1927. Las Corporaciones femeninas inglesas de las Cooperaciones, Leicest(Jr, 200.000 miembros.

He aquí un resumen de la acció11 verdadera llevada a cabo contra la guerra :· 1905. Evitación de la guerra e_ntre Noruega y Suecia, a causa de un llamamiento de las Juventudes Socialistas (afiliadas actualmente a la Junta Internacional Antimilitarista) en favor de la insumisión. 1909. Tentativa con el fin de hacer cesar la guerra colonial de Marruecos, habiendo ido los trabajadores a la huelga general a consecuencia de un llamamiento lanzado por Ferrer. 1918. Negativa de los marinos alemanes a hacerse á la mar, mientras que los almirantes, a pesar de la fuma del armisticio, querían empeñar una lucha desesperada. 1919. Insumisión de la tropa de cinco acorazados franceses


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en el mar Negro, impidiendo así un ataque de Francia contra la Rusia de los Soviets. 1920. Evitación de ,fa guer-ra entre Inglaterra y Ru&ia , gracias a la actividad de los Comités de acción del proletariado inglés que se niegan a transportar armas y prep~an la huelga general en vista de una declaración de guerra. 1920. Probjbición por lo~ trabajadores de transportar municiones a la Alta Silesia duante la guerra rusopolonesa. 1920. Ahogamiento del pu/sch contrarrevo lucionario de Kapp por medio de la huelga genera l de los trabajadores y de los funcionarios en Alemania.

E En octubre de 1930, el Consejo Asociado de la Paz (Joint Peace Council), ha publicado y lanzado en todo el mundo el manifiesto que reproducimos más abajo íntegramente. Las firmas que figuran a su continuación sólo representan una selección hecha en un gran número de nombres de personalidades eminentes. Este manifiesto no es más que el comi-enzo de una campaña de conjunto que será llevada .a efecto con el concurso de los diversos movimientos internacionaies que colaboran en la obra del Consejo .

Manifiesto contra la conscripc1on y la preparación militar de la juventud T oclos los Gobiernos reconocen hoy oficial mente el derecho de los pueblos a la paz. Mediante el Pacto de París, han desaprobado la guerra como instrumento de política nacional. A pesar- de esto, los preparativos de guerra continúa.ll por todas partes. Existe, en particular, un flagrante contraste entre l.u declaraciones de los gobiernos en favor de la paz y ,el hecho de que mantengan y desao:ollen la prepar<1ción militar de la juventud.

Esta preparac10n revite .dos formas. En varios países está impuesta por la ley; en otras partes, aunque llamada voluntaria, se halla en práctica impuesta en una amplia medida por la opresión económica o moral. Además, todos los gobiernos se arrogan el derecho soberano de exigir de todos sus ciudadanos, hombres o mujeres, el servicio de guerra. Afumamos que ha llegado el tiempo en que cualquiera que desee la paz realmente debe exigir la abolición de la preparación militar y negar a los gobiernos el derecho a imponer el reclutamiento . En efecto, por med io del reclutamiento , el individuo se halla sometido por entero a las autoridades militares y esto es una forma de esclavitud. El hecho de que la esclavitud sea generalmente üceptada prueba cuán debilitantes son sus efectos. La preparación militar, es el ejercicio del cuerpo y del espíritu en la técnica del homicidio; es la educación para la guerra; ella perpetúa la mentalidad belicosa de generación en generación e impide el desarrollo del espíritu de paz. Los adultos cometen un gran crimen para con el po_rvenir cuando en las escuelas o en las universidades, en las organizaciones oficiales o particulares, frecuentemente, con el pretexto de instrucción física, instruyen a la juventud en la práctica de la guerra . Los Tratados de Paz han impuesto a los vencidos la supreción de la instrucción militar de la juventud y la abolición del reclutamiento. Que los propios pueblos tomen, en fin, en todo el mundo, la iniciativa de purificarse de esto. Si los gobiernos no saben medir la ir.tensidad de la rebeldía contra la guerra, menester es que cuenten con la resistencia de todos aquellos para quienes la abnegación a la Humanidad Y la obediencia a su conciencia constituyen la más elevada ley . Que los pueblos de todos los países reclamen : ¡ LA ABOLlCION DE LA PREPARACION MILITAR ! ¡ LA ABOLICION DEL SERVICIO MILT AR! ¡ LA EDUCACION PARA LA PAZ Y PARA LA HUMANIDAD! Han fumado: Jane Addams (Estados Unidos); Dr. h. c. H. P. Berlage (Países Bajos); Su Grandeza Monseñor_ el Obispo de Birmingham (Gran Bretaña); Paul Bidukoff (Smza, de origen ruso) ; V alentín Bulgakoff (Rusia) ; Prof. · Dr. John Dewey (Estad(ls I.Jn.ídos); Prof. Dr. Albert Einstein (Alema-


82 oia); Prof.

Dr. A uguste Forel · (Suiza);

P.rof.

Dr. Sigmunil

Freud (Au~tria); A ro.id Jamefe/.1 (Finl¡mdia); Toyohiko Ka-

gawa Qap6n); T. Z : Koo (China) ; Prof. Dr. J. B. Kozak (Checoeslovaquia); Selma Lagerlof (Suecia); Dr. / . L. Magnes (Palestina); Dr. h. c. Thoma3 Mann (Alemania) ; Víator .MargueriUe (Francia) ; H. W. Neoinson (Cran Bretaña); Rector O/e Olden (Noruega) ; Prof. Dr. L. Quid.de (Alemania): Profe.sor Dr. Emmanuel Radl (Checoeslovaquia); Prof. doctor Leonhard Ragaz (Suiza); A meen Riliqni (Arabia); Henrielte Roland Hohl (Países Bajos); Romain .Rolland (Francia); Hon. Berl. Rusell, R. R. S. (Gr_an Bretaña); General a. D., doctor h. c. F. oon Schonaich (Alemania); U pion Sinclair (Esta~os Unidos) ; RtJbindranalh T agore• (India);· E/in W agner (Suecia); H . G. W efü (Gran Bretaña) ; Slefan Zweig (Austria). Este Manifiesto ha sido editado por el Joinl Peace Council, Comité consultativo al cual se hallan afiliadas las organizaciones pacifutaa siguientes : el Friends' lnte.malional Seroíce Council {Londres), el Bureau lntemational Anlimilitarisle {La Haya), la Guilde lnlernallonale des Coopera/rices (Londres), La Réconcilialion (Viena), la Uni6n de los Pastores Antimilitaristas (Ammersto-Holanda), el C~milé de la Paz de la Sociedad de los Amigos (Londres), la Internacional de los Resistentes a la Guerra (Enfield-lnglaterra) y la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad (Ginebra),

INDICE Págs. PREFACIO... .. . ... .. . ... . . . ... ... ... ... ... ... ... ...

7

La Internacional Pacifist-a. (Exposición hecha por Eugen Relois en la Conferencia de la «Internacional de los Resistentes a la Guerran, Sonntagsberg (Austria), 27-31 julio 1928.) . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 9 Mensaje de Román Rolland a la Conferencia de Sonntagsberg . . . . . . . . . . . . . .. .. . . . . . . . . .. .. . .. . .. . . . . 16 Carta de Román Rolland. (Respuesta a la Exposición de Eugen Relgis.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18 Respuesta de E!!gen Relgis al mensaje y a la carta de Román Rolland. . . . . . . . . . . . . . . . .. . 20 l. La palabra uHumanitarismon . . . . . . .. . . . . . . . 26 11. La doctrina humanitarista . . . . . . . . . . . . .. . . . . 39 111 . Revolución y Pacifismo ... ... .. . ... .. . ... ... 52 ANEXOS:

A. E ugen Relgis : Texto de la primera proposición para la Internacional Pacifista . . . . . . .. . .. . .. . .. . 75 Román Rolland : Carta para Jorge Chevé, objetador de conciencia . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 7ó C. Primeras conferencias para la Internacional Pacifista . . . .. . ... . . . ... .. . ... ... . . . .. . ... ... ... ... 78 D . La acción directa contra la guerra . . . . . . . . . . . . . . . 79 E. Manifiesto contra el reclutamiento y la preparación militar de la juventud . . . . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . .. . 80

B.


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