Entrevista a Miguel Vega Álvarez. Anarquista jerezano de la Guerra, el Exilio y el Olvido

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ENTREVISTA A MIGUEL VEGA ÁLVAREZ. ANARQUISTA JEREZANO DE LA GUERRA, EL EXILIO Y EL OLVIDO.

1ª edición: Septiembre de 2017. Depósito Legal: CA 405-2017. Autoría colectiva. Diseño y composición: J.M. Flores. Edita: Fed. Local de Sindicatos de CNT de Jerez de la Frontera. Plaza del Arenal, nº 20-22, bajo (Edificio AISS). 11403 Jerez de la Frontera (Cádiz). Web: cnt-ait.net/jerez - Email: jerez@cnt.es Tfno.: 956.33.24.56 Imprime: PDF-Sur, S.C.A.

Esta publicación puede reproducirse libremente, siempre y cuando se cite convenientemente y se respete el texto original. Jerez de la Frontera, Septiembre de 2017.


INTRODUCCIÓN Miguel Vega Álvarez (1915-2006) fue un anarquista jerezano que vivió de lleno importantes hechos y sucesos del movimiento obrero durante la II República Española, la Guerra Civil, la prisión en la Postguerra, el Exilio francés y la Clandestinidad. Miembro de una familia numerosa, su padre era trabajador ferroviario con destino durante muchos años en El Cuervo, y después en Jerez de la Frontera. El hermano de Miguel, Cristóbal Vega Álvarez, era mucho más conocido, por su faceta literaria y por haber estado en las prisiones españolas hacia 1958 y haber protagonizado una campaña el 25 de Febrero de internacional por su liberación como preso político. Le llamaban Miguel, 1940, cuando escapó de la “el Obrero Poeta”. cárcel de San Lorenzo. Pero Miguel tampoco pasa totalmente desapercibido, pues su nombre y su caso aparecen en un importante libro sobre Memoria Histórica. Se trata de la obra Desaparecidos de la Guerra de España, de Rafael Torres, publicada en 2002 por la editorial La Esfera de los Libros. El caso de Miguel Vega Álvarez aparece en un capítulo donde se habla de personas que optaron por “desaparecerse” para evitar sufrir la represión. Es decir, que Miguel, como muchos otros, decidió simular su muerte administrativamente, y cambiar de nombre para que lo dejaran en paz. Esto nos cuenta el periodista y escritor Rafael Torres sobre su caso: “El jerezano Miguel Vega Álvarez se fugó de la cárcel madrileña de San Lorenzo en 1940. Vivió escondido en Sevilla bajo el nombre de Francisco Hidalgo Lanestro hasta que pudo escapar a Francia. Dispongo, por cierto, del oficio en el que el secretario particular del Director General de Seguridad, Lorenzo Calatayud de la Hoz, informa a la esposa de Miguel/Francisco de que, a consecuencia probablemente del Decreto del 28 de Marzo de 1969 sobre prescripción de delitos, ya no hay nada contra él”. En el libro, Rafael Torres reproduce esa carta fechada en abril de 1970, y destaca “el tono cortés y amigable del oficio transcrito”, que “no es ajeno al deseo de quedar bien, de reconciliación, que los otros persecutores y verdugos experimentan en esos postreros años del Régimen ominoso”. (página 203). También aparece una fotografía de Miguel, y otra de la documentación falsa que utilizó con el nombre ficticio de Francisco Hidalgo. El olvido fue su opción. La opción de simular su muerte y vivir (sobrevivir) con un nombre ficticio no fue sólo en el caso de Miguel. El anarquista jerezano Francisco Ramírez (apodado “El Mejicano”), también hizo inscribir su defunción para que le diesen por muerto y le dejaran tranquilo, en la década de 1940, según nos contó él. 1


Pero sigamos con Miguel Vega. Su biografía es rica en peripecias y vivencias. La entrevista que hemos transcrito así lo demuestra. Destacamos especialmente su testimonio sobre los primeros días de la Guerra Civil en Jerez y sobre el funcionamiento y relaciones del movimiento libertario en los años previos. Creemos que muchas de estas vicisitudes que nos contó Miguel en el año 2000 están inéditas, o a lo sumo, mencionadas de pasada en alguna fuente bibliográfica que parte sólo de la frialdad de un documento escrito de algún archivo. Miguel nos contó esas cosas con la pasión de quien las había vivido en primera persona, y con el conocimiento cabal por haber estado bien relacionado con los grupos y personajes del anarquismo jerezano y andaluz de la época. Destacamos algunos hechos inéditos (o poco conocidos) de la entrevista a Miguel: • El episodio de su detención (con el que empieza la entrevista, de forma trepidante), en la mañana del 18 de Julio de 1936, por portar una pistola, a la altura del edificio de Correos (el suceso también aparece recogido en el libro de Manuel Ramírez y J.A. Gómez 1936. Jerez en Guerra. Tierra de Nadie Editores, página 413). • La preparación de un plan de resistencia al Golpe por parte del movimiento obrero local jerezano, que no tuvo éxito. • La narración de la huida inmediata de un grupo de militantes jerezanos de la CNT por los campos. Una auténtica odisea por las Marismas y tierras de las provincias de Sevilla y Cádiz, para sobrevivir y para poder unirse al bando republicano. • Los esfuerzos inconclusos de creación del Ateneo Libertario de Jerez (denominado “Estudios”) y el ambiente cultural ácrata en esos años. • La existencia de una comuna o colectividad clandestina en la zona del Canal de El Viar (provincia de Sevilla), dependiente del Comité Regional de la CNT de Andalucía. Su objetivo era refugiar a los militantes buscados por la justicia republicana. • Las relaciones y el ambiente de los anarquistas andaluces exiliados en Limoges (Francia), en torno al año 1960. Por último, queremos mencionar que recientemente hemos contactado con la hija (Mari Carmen) y la sobrina de Miguel (Ana), para devolverles, 17 años después, ese valioso testimonio que nos transmitió este compañero. Ellas nos están facilitando información complementaria y están muy interesadas en que se haga algún reconocimiento público de Miguel y Cristóbal Vega Álvarez, jerezanos de prisión y diáspora que entregaron su vida para cambiar esta sociedad. Libro autoeditado por Miguel Vega en 2001.

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ENTREVISTA A MIGUEL VEGA ÁLVAREZ (18/2/2000) La entrevista se realizó en el local de la CNT Jerez, en la Plaza del Arenal. Estaban presentes varios compañeros y simpatizantes del sindicato: José Manuel Flores, Muelle, Francis, Paco Cuevas, Mª José Ruíz y Juan Manuel Sánchez; que indistintamente van interviniendo para preguntar o hacer aportaciones. En algunos momentos de la entrevista hay mucho ruido de coches –la Plaza del Arenal no estaba aún peatonalizada- y también, a veces, no se entienden las palabras de Miguel por el barullo, pues habla todo el mundo a la vez. Miguel Vega Álvarez tenía en esos momentos 85 años, y vivía con su compañera en el barrio de Bellavista (Sevilla). Un año después de la entrevista, en 2001, publicó en la localidad de El Cuervo el libro Reminiscencias de la guerra civil española (edición del autor).

CARA A

[ Inicio de la grabación – No se oye la pregunta, pero parece que tiene que ver con la preparación de un plan de resistencia al Golpe ]. José Becerra Sánchez, y el otro era Diego Pérez Núñez, también, y yo. Fuimos los tres. Entrevistaron los compañeros de allí, porque decían que podían facilitarnos armas… Total, pero no hicimos nada. Y claro, cuando llegamos aquí por la tarde, había un coche por la calle con los falangistas y la Guardia Civil, y nos fuimos para la calle Ávila, donde estaba la Casa del Pueblo, en el número 27, me parece que era. La Casa Colectiva. Y allí en la puerta paró un coche, en el que venía un individuo, y traía un manifiesto. Un montón de manifiestos, así grandes… Y yo dije: este individuo es del Gobierno Civil. Yo creo que era secretario, o algo así, La que fuera La Casa del Gobierno Civil de Cádiz. Y entramos allí y nos dieron muchos manifiestos, los Colectiva para de laque calle Ávila en la actualidad. repartiéramos. Yo me separé del resto de los compañeros, y me junté con dos más. Uno de ellos era panadero, que su padre tenía una panadería en la calle Zarza, que le decían Juan Domingo, de chico. Que después murió en un campo de concentración en Alemania, el pobre. Hasta allí se lo llevaron. Lo hirieron en el Ebro y lo metieron en el Hospital de Cuenca Pellón, y lo evacuaron como herido. Más valía que lo hubieran dejado allí. Yo entiendo que se suicidó ahí, con tres o cuatro más de Jerez, ahí sobre los alambres. Porque claro, porque ya sabía él cuando la iban a palmar, cuando lo iban a desgraciar. Bueno, pero vamos a eso. Aquel que venía conmigo, y llegamos a Casa de Correos empezamos a repartir el manifiesto. Pero, no veas, nos rodean la gente y no nos dejaban salir. La gente queriendo coger el papel. Y me decía el chaval ese, el panaderito: ¡Venga!, que te van a coger, quédate por aquí. Y entonces salieron unos que me parece que eran guardias de seguridad, 3


porque entonces me parece que había un cuerpo que le llamaban guardias de seguridad. Y entonces me echan mano. La gente quería que me liberaran. Me echan mano por la calle esa que sube a El Gallo Azul. Y no veas, la gente liándola. Y en esto que baja un coche con un compañero de aquí, del Sindicato de Albañiles, que se llamaba Manuel Arantave. Vivía en un barrio que está aquí subiendo por la Cuesta de la Alcubilla… Reventón de Quintos me parece que le decían entonces. Y dice: Hombre, mire usted, que no va a pasar nada, que esto y lo otro, que nos dejan… Y había otro que creo que se llamaba Manuel Molina, que era cuñado de ese hombre que tiene el kiosco al lado del Teatro Villamarta. Yo llevaba una pistola, pero con tanto revuelo no la saqué. Pero en esa segunda ocasión, el tío (el policía) me descubre el cargador, y pregunta: “Esta pistola, ¿de quién es?”. Y yo dije, “yo que sé”. Pero claro, en seguida reaccioné, porque yo llevaba tres o cuatro cargadores en el bolsillo y dije: “Pues sí, es mía”. Y entonces me llevaron aquí al Ayuntamiento, que estaba la Comisaría ahí al lado. Y estaba Antonio Oliver, el alcalde, que era ferroviario, del Partido Socialista. Y cuando me vio allí metido… Allí en otro calabozo había un montón de falangistas, aquel día cogían a todo Cristo que se viera así más señalado. El policía que me detuvo y me tomó los datos, el que estaba allí en la mesa, me dijo: “Ah, ¿tú eres fulano…?”. Porque ya me habían buscado antes, en el año 34, cuando pasó eso en la Plaza del Carbón. Y cuando pasó una hora o así, me llaman, y me sueltan. Porque, claro, hablaron con el alcalde y tal. Me llaman, y me devuelven la pistola y el cargador, que me extrañó. Y me pregunta: “Y ahora, ¿a dónde vas a ir?”. Y le dije, “Ahora voy al Sindicato de la Construcción”, que estaba en la calle Justicia. Y me dice “Ten cuidado, no te vayan a coger más”. Y le digo, “No, a mí no cogen”. Y a mi casa no volví, porque yo sabía que iban a ir inmediatamente a mi casa. Y entonces ya me quedé por ahí. A él lo cogieron y lo fusilaron inmediatamente. ¡Y decía que no me cogieran a mí!. Así pasamos unos días, por lo menos ocho o diez días. ¿Qué edad tenia usted entonces?. Veinte años. Y yo tengo 84 años cumplidos. Y a los 7 u 8 días me encontré con el muchacho ese que te he dicho, que le decíamos El Panaderito, y con otro, y con otro también que se llamaba Diego López Jarana, que era hijo de ferroviario, y que vivía donde vivíamos nosotros, en el número 8. Y dijimos: “Aquí hay que tomar una determinación”. Cogimos con muchas dificultades nosotros el camino. Porque había muchos controles. Y salimos porque ya veíamos que… Y salimos por ahí, por la carretera que va para Sevilla, por la noche, metiéndonos por las viñas y eso. Y nos vio un hombre y dijo ¿dónde van ustedes?. Claro, el hombre se dio cuenta. Y dijo, venirse aquí, y nos dijo ¿Queréis comer algo?. Y nos preparó algo. Seguimos andando y nos fuimos para el pueblo. Mi padre era ferroviario, y había estado allí mucho tiempo. Nosotros nacimos allí. 4


Cuando llegamos allí, nos fuimos al monte, y allí yo tenía familia, y nos llevaba comida. Pero claro, los días pasaban, y dijimos, “aquí hay ya que irse”, a ver si podemos llegar a la zona leal. Y nos fuimos los cuatro. Yo tenía más idea, porque conocía por ahí por la parte de Sevilla a mucha gente, de Cazalla, Constantina… De por ahí era Pedro Vallina, ¿no?. Ah, Vallina. Ese tenía por ahí un sanatorio, por la parte de Cantillana. Sí, tengo un libro de él. ¿Usted lo conoció?. Sí, sí… Era una buena persona. Pero sigo. A los pocos días de salir de allí de la estación… unos decían para Málaga, otros para la parte de Sevilla, pero eso estaba ya todo cogido. Y no sabíamos qué hacer, y digo: “Mira, una moneda por lo alto, y lo que salga a cara o cruz”. Y nos salió para allá. Cogimos el camino, para Sevilla. Donde más tiempo estuve con todos mis compañeros fue en Cazalla de la Sierra. Cogimos el camino, pero como hacía tanto calor... Allá cerca del río Guadalquivir… como los locos. Nos quitamos la ropa, y al agua. A bañarnos en el canal. Y vimos pasar un camión, y dijimos, en ese nos vamos. Y nos pusimos corriendo la ropa, y nos subimos con un montón de gente. Hasta que llegamos a una casa de un guarda de un canal de esos, y le pedimos agua. Pero como estaban encima… Estábamos al lado del río Guadalquivir, en frente del Coto de Doñana. Yo cuando me vi tan cerca le dije al mayor, a José, que tenía ya 30 años: me dan ganas de tirarme al río. Y él dijo “eso es una locura”. Porque el río era muy ancho. Total, que seguimos andando por la orilla. Pero entraron los tíos esos, diciendo que no éramos de allí, y estaban a unos 50 metros. Pero nosotros no íbamos a hacer uso de las armas, porque teníamos muy pocas. Pero yo le dije a un compañero: “si hace falta, pego un zambombazo”. Porque lo peor era que te cogieran. ¿Por qué?, porque si te cogían te torturaban, ¿no?. No, peor, te mataban. Y te mataban a palos, a golpes. Total, que se lió. Y a López Jarana lo cogieron en seguida al pobre. Yo sé que se tiró detrás de una barquilla de esas que había allí, y allí lo cogieron. Lo llevaron a Sevilla en un barco. Nosotros seguimos corriendo, y los tíos, haciendo fuego. En aquel llano. Porque aquello era llano, ¿eh?, en las marismas esas. Claro, porque nosotros corríamos, y con tanta calor, pero claro, cuando sientes el peligro. Pero nosotros no hacíamos uso de las armas. Y ya cuando ya llevábamos bordeando el río dos o tres kilómetros vimos una barquita con dos hombres o tres, y una mujer. Y les dijimos: “Pásennos ustedes a aquel lado”. Y aquella gente había sentido los tiros. Y nos decían: “¿Ustedes qué sois comunistas?, ¿por qué tenéis miedo?”. Y venga tonterías. Pero nosotros no hacíamos uso de las armas. Pero entonces saqué la pistola, y les dije: “O se echáis a un lado ahora mismo, u os venís con nosotros en la barca para el otro lado a todo meter”. Y no veas el tío cómo se espabiló. Y dijo, “ustedes váis a juntaros con un carabinero que hay en el otro lado, en Sanlúcar”. Pero nosotros no sabíamos que en Sanlúcar habían resistido. 5


Yo he escuchado que de allí se pasaban a Portugal, y que cuando llegaban allí lo mandaban después para España. Sí, el que llegaba allí después lo devolvían para acá. Total, que seguimos para adelante. Estuvimos en aquellas marismas cuatro o cinco días. Y nos encontramos a un tío que estaba cuidando toros bravos. Claro, el hombre cuando nos vio, se dio cuenta, y nos dijo, “¿qué?, hay que ver la que tenemos liada”. Y nosotros en medio. Venirse al rancho que yo tengo allí. Y os preparo algo de comer. Nosotros no teníamos ganas de comer ni de nada, pero en fin… Nos fuimos allí. Pero esa gente, como viven tan pegados a los señoritos. El chaval ese, el Panaderito, perdió las alpargatas en los charcos esos, en las marismas aquellas, y no veas. Algunas veces teníamos momentos que teníamos que echarnos (sic). Nos encontramos gente buena. Y nos encontramos a una mujer que me parece que también tenía a gente allí huyendo. La mujer le dio unas alpargatas viejas que no le venían bien ni nada, pero en fin… se las amarró como pudo. Le duraron poco. Pero en fin, ya dejamos aquellos, y nos metimos en… dándole vueltas a los pueblos aquellos. Nosotros queríamos llegar a Cazalla. Nos fuimos una mañana muy temprano en un carro. Aquella mañana habían pasado unos camiones que venían desde Huelva para Sevilla. Total que nos subimos en el carro. Y el hombre llevaba una escopeta, y le preguntamos, “¿a dónde va usted con la escopeta?”. Y dijo: “la voy a entregar al cuartel”. Total, que cuando le pareció, nos bajó. Y dijimos, “nosotros cogemos por aquí el camino”. Al mediodía. Y fui a hablar con un hombre que tenía allí un melonar. Les dije a los compañeros: “Voy a ir allí para que me den agua”. Y me dieron un par de melones para mí y mis compañeros. (sic) Vimos un hombre a caballo. “Me han dicho que son segadores”. Porque decíamos que estábamos haciendo la siega. Íbamos por un carril de estos de campo, ancho. Y dijo, “¿a dónde van ustedes?”. Y digo, “vamos a Alcalá del Río. Venimos de la parte de Sanlúcar, nos ha cogido el movimiento, y venimos entonces para esta parte”. Y dice: “el salvoconducto”. Pero echó el tío mano a la pistola. Y pegó unos zambobazos. Y claro, allí se formó un follón de peligro. Pero claro, aquellos tíos es que venían sin piedad ninguna. Y nos escapamos. Y así salimos corriendo por aquellos caminos. Y a allí nos metimos en un trigal que le habían pegado fuego, y nos pusimos negros corriendo por allí. Nos metimos por un maíz muy grande que había. Y sentimos una esquila de un borrico que estaba dando vueltas en la noria. Y allí nos prepararon de comer. Y nos dijo: “Castilblanco me parece que lo cogieron ayer”. Y le dijimos, “¿y entonces para dónde cogemos?. ¿Y Burguillos?, que está más para arriba”. Y dijo, “eso no sé. Castilblanco sí está tomado”. Y cuando llegamos a Castilblanco… pero que va, aquella madrugada habían formado allí una con la gente de Cazalla. Total, que nos fuimos andando a El Pedroso, y de El Pedroso a Cazalla. Cuando llegamos allí, pues no veas. Ni éramos conocidos. Nos verían llegar por los caminos 6


aquellos. Y no veas, quince o veinte tíos, “¡venga!, ¡manos arriba!”. “Pero si nosotros…” “No, no, ¿de dónde venís?”. Nos quitan las pistolas y todo. “Bueno, pero nos las devolveréis luego, ¿no?”. Y nos llevaron allí a Cazalla, y ya se aclaró todo, y nos las devolvieron. Y eso fue el día 4 o 5 de Agosto. Estábamos muertos de cansancio, de tantos días corriendo y eso. Y al día siguiente nos dijeron, venirse con nosotros. Y nos dieron un rifle a cada uno, y nos juntamos a hacer resistencia con esa gente. Y ya os metisteis en la Guerra, ¿no?. Aquel día, sí. Pero aquel día nos echamos para atrás. Porque los de Cazalla llamaron a los de Las Navas de la Concepción. Y venían unos camiones de escopeteros. Les atacaron por detrás… Claro, cuando lo vieron, se formó un… y empezaron a correr… (sic) Yo le quería preguntar, antes de la Guerra, ¿cómo se organizan ustedes?, ¿cómo se hacían las huelgas?. Cuando se organizó una buena huelga aquí fue en Octubre del 34, que duró mucho. ¿Esa fue la de “los Caracoles”?, porque la gente iba a coger caracoles para comer. (Risas). Esa, esa fue. Aquella duró… Entonces fue la primera vez que yo me fui de aquí. Me fui porque, claro, a los que nos destacábamos más nos buscaban siempre. Como pasó después en la Guerra. ¿Y aquí en Jerez, cuando la Guerra?. ¿Se escapó mucha gente?. Tengo entendido que aquí hicieron una “escabechina”. Aquí hicieron una escabechina. Porque entonces los sindicatos aquí tenían una fuerza… ¿Sindicato hubo más de uno?, ¿y Ateneos Libertarios?. Ateneo nada más que el nuestro. ¿Y estuvo usted en la Colonia Escolar Obrera que los sindicatos tuvieron en El Puerto?. No, yo no recuerdo de eso nada. Y sin embargo yo estaba en los sindicatos, y en las Juventudes Libertarias. ¿Y en la calle Ávila, no había allí otra escuela?. No. Allí lo que había era una Biblioteca muy grande que tenían los Arrumbadores. Y un periódico que se llamaba La Jarra. El director era un hombre que se llamaba Bartolomé Cotrino, que lo mataron también en seguida. Y La Voz del Campesino, que estaba en la calle de Las Cruces la redacción. Su director era Sebastián Oliva. Y me estaba usted contando que cuando la Huelga de los Caracoles se tuvo usted que ir. Sí, claro, porque entonces coincidió con el movimiento de la Revolución de Asturias. Y claro, aquello repercutió, y aquí empezaron a detener a gente, a todos… A mi hermano también lo detuvieron. Con mi hermano salieron (de la cárcel) después de las elecciones del 16 de febrero del año 36. 7


¿Y qué recuerda usted de aquella huelga?. Hombre, a última hora se ganó la huelga aquella. No recuerdo bien por qué era, pero fue una Huelga General. Duró por lo menos dos meses. ¿Conoció usted a Mª Luisa Cobo?. Sí, claro. Yo fui muy amigo de la hermana, que ya ha muerto. Y también recuerdo esa familia que eran de Valladolid, sí, Avelina Díaz Calvo. (Mª José) Yo es que estoy escribiendo la historia de aquellas mujeres, del Sindicato de Emancipación Femenina. Sí, Avelina, a esa familia, mataron a cinco o seis. (Mª José) Se suicidaron en un campo. En un campo, no. Bueno, puede que a Avelina sí. Pero al hermano, Julio, no. Lo cogieron al primer día y lo metieron en la cárcel. Que vivía en Las Tablas, Julio vivía en Las Tablas. También vivía otra familia por allí, antes de llegar a Las Tablas, que él era mecánico agrícola, se llamaba Vega de apellido (pero no era familia mía). (sic – barullo) Carmela es que era muy joven, tendría 16 años. Era novia de un amigo mío. Vivía otro hermano que se llamaba Silviano, muy joven, con 17 años, también lo mataron. El novio de ella era uno que se llamaba Diego Pérez Núñez, que era muy amigo mío. Y un hermano se llamaba Estigio. Eran de Valladolid, pero llevaban tiempo aquí trabajando. Y Juan Pedro se murió pronto. Ella se murió después.

CARA B

Aquí no hay nada escrito sobre los crímenes que cometieron. Sobre Córdoba sí, hay un Catedrático que ha escrito un libro sobre la Guerra Civil en Córdoba, pero de aquí sobre Jerez no hay nada. Yo no sé si habrá algo en el Archivo… Aquí mataron un montón de gente, no sé cuánta, pero yo calculo que por lo menos a mil personas mataron. Porque aquí había una Federación muy fuerte, a pesar de que no pudimos hacer resistencia alguna ni nada. No sé, a los hermanos Tejero, que eran viticultores… Tejero Romero, se llamaban. Bueno, a esa gente lo mismo, los “limpiaron” a casi todos. Y se lía uno a recordar gente… De la Fábrica de Botellas, también mataron a una cantidad de muchachos. Y ¿qué cosas recuerda del Ateneo Libertario?. Actividades, etc. Ya te digo que a nosotros no nos dio tiempo de abrir el Ateneo. Teníamos ya todo preparado, estanterías y todo. Nos las hicieron unos carpinteros que se llamaban Antonio y Manuel Caro Crespo. Bueno, pues también a esos los mataron. Eran de Alcalá de los Gazules, pero vivían aquí. 8


El Ateneo no dio tiempo ni de abrirlo siquiera. Llevábamos ya tres o cuatro años preparando el Ateneo. Estaba previsto abrirlo en un par de meses, pero no dio tiempo con el Golpe. Teníamos muchos libros y todo, pero no dio tiempo. Antes lo que había era sólo la biblioteca de la Casa del Pueblo (Casa Colectiva). Llevábamos tres o cuatro años hablándolo. Los que se encargaron fueron Manuel Tejero Romero y Diego Pérez Núñez, que vivía en la calle Empedrada. Total, que nos lo propusimos, y venga… Nos fuimos a Sanlúcar, porque ellos lo tenían, y cogimos los Estatutos de aquellos, los arreglamos un poco, y los llevamos al Gobierno Civil, en Cádiz. Y claro, los tuvimos que dejar allí unos días. Quince o veinte días después nos telefonearon los compañeros de Cádiz , y dijeron, “¡ea!, ya podéis venir a recogerlos”. Y entonces fui yo, y los otros. Y fuimos al Gobierno Civil y nos lo dieron firmados y todas esas cosas. E inmediatamente hicimos unos carnets, que eran del mismo tamaño que el carnet de la CNT. Imprimimos, me parece que fue un millar. Nos los hicieron allí en la calle José Luis Díez, en una imprenta que el hombre era muy católico. Pero era donde más cuenta nos traía hacerlos. Pero ya te digo, no llegamos a abrir el Ateneo. Pero sí hicimos una función de teatro, en ese teatro que ya no existe, en el Teatro Eslava, que estaba allí más para arriba. Y ¿qué obras de teatro hacían ustedes?. Recuerdo una que le decían “San José”… “Pan de Piedra”… Dos o tres obras que hacían, y cogimos dinero, dos o tres mil pesetas que era un dinero, ja, ja, ja… Y claro, estábamos más contentos, que íbamos organizando aquello… pero llegamos tarde. (Interrupción de la grabación –continúa-) El día 14 de Abril de aquel año, pusieron nombres por aquí, el Ayuntamiento, de Fermín y Galán, García Hernández… aquellos capitanes El pan de piedra, de José Fola Igurbide. que murieron en Jaca. Y estaban los falangistas que formaban cada tiroteo, a donde quiera que hubiera un grupo de trabajadores, ¡bum!, hacían unas descargas… Hirieron a muchos, lo menos a dieciocho o veinte tíos. Y a un hermano mío, allí mismo en la plaza. Y mis abuelos vivían ahí, en la calle Cazorla Baja, y se venía mi hermano andando herido… Lo curó un médico que había allí que se llamaba don Fermín Aranda, que tenía más mal genio, ja, ja, ja… Pero a todos los que cogieron que estaban heridos, cuando el Movimiento los changaron a todos. Mi hermano se fue a un cortijo que está en la Carretera de Sanlúcar, que se llama Santo Domingo. Ahí se escondió. Después se lo llevó mi madre. En aquella época mi padre, que era ferroviario, estaba trasladado a Utrera. De ahí lo trasladaron a La Roda a… Estuvo por ahí, y después se tuvo que apuntar voluntario a unas milicias… tenía 17 o 18 años, pero se tuvo que apuntar para que no lo mataran. 9


¿De qué compañeros mayores te acuerdas tú de aquella fecha? (Juanma). Hombre de aquella fecha me acuerdo de todos. ¿Te acuerdas de Montero?. De Montero, de Arantave, de Diego Moreno, de Zurita… Vamos, yo me acuerdo de todos. De Sebastián Oliva, de otro hombre que tenía muchos hijos, que vivía en la Cruz Vieja. Toda la gente de aquella época estábamos siempre en la organización. Preguntaba antes si queda todavía algún compañero mayor (Paco). El único compañero que queda de entonces es un tal Sebastián Mendoza (Juanma). Pero él es de Medina en verdad, y se vino aquí después de la Guerra. Después yo vi por ahí a Miguel Pérez Cordón, que era de Medina Sidonia, que se casó con María Silva, La Libertaria. Que a ella la mataron, estaba embarazada. Esperaron que diera a luz, e inmediatamente después la mataron. ¿Sabe usted que hace unos años sacaron un librito con la ponencias de los grupos de la FAI de Jerez, del año 1936?. Uno de esos grupos se llamaba Armonía. En ese estaba Miguel García Román, que lo cogieron en los primeros días. Trabajaba en El Palenque. Tenía buena voz cuando se ponía a dar un mitin y eso. Era buen orador. Me acuerdo perfectamente de él. Un grupo se llamaba Armonía, el otro no me acuerdo. Mi hermano pertenecía a la FAI, yo pertenecí después. Creo que mi hermano pertenecía a ese mismo grupo. Pero no conozco ese libro. He estado leyendo un libro que habla de una especie de colectividad que hubo por la parte de Medina. En ese libro que le decimos habla de dos tendencias, la de Sebastián Oliva y la de los grupos de la FAI. Sí, pero claro, el radicalismo tiene lo suyo. En el libro ese decía Miguel Pérez Cordón que esa no es la reforma que queremos, pero que ante el mal menor, era mejor esa reforma. Agruparon a muchos campesinos en unas parcelas que dieron por ahí, y formaron esa colectividad y dio resultado. Esa gente me parece a mí que tenían que ver con Trabajadores de la Tierra, que era de la UGT. ¿La FETE – UGT? Sí, pero aquella gente que formaron esa colectividad eran todos de la CNT, todos. Su hermano Cristóbal, entonces, estaba en uno de esos grupos. Sí, creo que estaba en ese, en Armonía. Yo entonces no estaba en la FAI. A mí nunca me ha gustado pertenecer a la FAI. Yo estuve después. Ya con la Guerra sí estuve en un grupo de la FAI con Juan Pedro, el compañero de Mª Luisa Cobo; otro que se llamaba Luis de la Rosa, que era panadero, que estaba allí con nosotros… Pero 10


nunca he tenido yo mucha… Porque a la FAI le llamaban la específica, pero yo veía ahí algunos elementos que no eran lo suficientemente… para pertenecer a la FAI. Pero, ¿por qué?. Porque en una organización donde entra tanta gente… Hay personajes que no debían de estar. Y claro, yo veía esas cosas y no… Después en Francia ya, en Limoges, pertenecí también a otro grupo de la FAI, con mi compañera. Pero en aquel mismo grupo había un individuo que lo habían expulsado de la CNT. Y ¿cómo que estaba ese tío en la FAI?, si lo habían echado de la CNT. Total, que había cosas que no compaginaban, una cosa con otra. Aquel individuo hizo una colectividad allí, en Limoges, y cuando pasó el tiempo se apoderó de aquello. Y el sindicato de allí, que nada más que eran españoles, pues lo expulsaron de la Federación Local. Y sin embargo, lo admiten en la FAI. Sí, siempre la FAI ha llevado la voz cantante en la CNT, y algunas veces no ha hecho ningún bien. Al cabo de los años, cuando ya uno reflexiona… La FAI, ha habido veces que ha perjudicado a la CNT, ¿verdad?. Ustedes sois muy jóvenes y no habéis vivido aquellos tiempos, pero… Porque primero el movimiento de Casas Viejas, pero cinco o seis meses después otro movimiento. Después, en diciembre, otro movimiento, en Zaragoza o Huesca o por ahí. Y después otro. ¿Y eso cómo pudo ser?. Pues que iban muchos compañeros a la cárcel, y todos se movían. Hombre la situación es muy distinta de hoy, como para que haya una revolución. Como se vive hoy no es como se vivía entonces. La situación económica no tiene ni comparación con esto. La generación posterior a la vuestra tuvo un retroceso, ¿no?. Claro, esa es una generación perdida. Porque la represión no ha tenido límites. La represión que ha habido en España, no se ha dado en otros sitios. Eso lo comentaba yo en Francia. Porque vemos la Argentina, las Madres de la Plaza de Mayo… ¡aquí qué coño se iban a manifestar preguntando por los desaparecidos!. Aquí es que te liquidaban, no andaban con tonterías. Aquí no consentían nada. Aquí no dejaban ni que se vistieran de luto las mujeres. Hicieron una masacre. Aquí hicieron una escabechina. Yo he estado buscando a ver si hay algún libro sobre la represión en Jerez, pero no hay nada de eso. Después de la masacre que hicieron. Lo ocultaron todo. ¿Y las bibliotecas que había en los sindicatos…? En casi todos los sindicatos había una biblioteca buena. En el Sindicato de Arrumbadores, que ahí estaba Bartolomé Cotrino, que cuidaba aquello. Que sacaban el periódico que le llamaban La Jarra. Allí había una biblioteca fenomenal. Estaba en la calle Ávila. Las bibliotecas aquellas las saquearon los falangistas. Tengo entendido que algunos libros los quemaron y otros se los quedaron los falangistas (José Manuel). Más pronto que nada los quemaron. Aquella noche del 18 de Julio, después de soltarme, algunos me dijeron: “vamos a meternos en la Casa del Pueblo para hacernos fuertes”. Y yo les dije: “Yo no me meto en la Casa del 11


Pueblo”, porque teníamos muy pocas armas para defendernos. “Y meternos allí es una ratonera. Yo si podemos defendernos en la calle sí”, pero… Y no quise pasarme por mi casa. Enseguida fueron a buscarme por mi casa. A mí me soltaron a las diez de la noche, y a las doce ya estaban buscándome en mi casa. Yo he leído que había planes de aliarse con Abdelkrim, para hacer frente a Franco. Sí, pero en aquella época estaba preso Abdelkrim. Y Marruecos y todo eso lo controlaba Franco y la gente que tenía puesta allí. Pero había núcleos confederales en Ceuta y Melilla. Sí, hombre, había muchos compañeros en Ceuta. Pero eso fue lo primero en perderse. Después cuando se fueron allí a Casablanca, Marruecos y todo eso, allí sí organizaron ateneos y todas esas cosas. Pero claro, cuando le dieron la independencia a Marruecos, todos esos compañeros se tuvieron que ir a Francia. Allí estaba José Muñoz Congost, que vivía en Limoges también. También Carlos Zimmerman, que era de Sevilla. Allí estuvimos en Limoges en dos congresos, uno en 1961 y otro en 1963, creo. Y me dice un compañero: “mira, ahí está Carlos Zimmerman”. Fíjate, yo no lo reconocía, porque lo vi en el 36 la última vez. Y eso fue en el 63, pues fíjate, habían pasado 30 años. Y estaba allí también Cipriano Mera. ¿Conoció usted a Sánchez Rosa?. Sí. A ese lo mataron en Sevilla. ¿Lo conoció usted en persona?. Yo sí. Tenía una librería en Sevilla en la Plaza de la Mata. Me parece que era una editorial, lo que él tenía allí. Y en la Plaza de la Mata estaba también el Comité Regional de la CNT, en una casa que había allí. Conocía a José Sánchez Rosa, a la hija, Paca. Que tenía una escuela también. Y al marido, al compañero de ella, también lo conocí yo. En el año 1934 por ahí. ¿Y para qué tuvo que ir a Sevilla?. Yo me fui en el año de 1934, cuando ocurrió lo de Asturias. Me tuve que ir. Yo, y tres o cuatro compañeros más. Claro, nos fuimos allí al Comité Regional. Yo ya conocía a muchos compañeros de Sevilla. Y en el Comité Regional nos dijeron: “¿os queréis ir a trabajar a una colectividad que tiene la CNT en el Canal del Viar?”. Y dije: “yo sí”. Y nos fuimos allí un montón. Los hermanos Gallardo Crespo (Antonio Gallardo Crespo), Escipio también vino, Escipio Díaz, otro viticultor que le llamábamos “Joaquinato”… Un montón de compañeros de aquí. Narbona, muy buena persona, y muy preparado que estaba. También lo hirieron el día 14 de abril, y lo mataron también. En fin, que nos fuimos a trabajar allí. Todo lo que había eran personas de la CNT, y casi todos eran huídos, vamos, reclamados por la justicia. Por problemas sociales. Y estaba otro que se ha muerto hace poco, que era de Constantina, Acracio Ruiz. Murió hace un par de años. Éramos todos conocidos. En aquel canal había una pintada, que habíamos puesto, en grande: CNT-FAI. Y después de la Guerra, fui a trabajar por ahí, y todavía estaba allí puesto, ja, ja, ja… 12


Le decían al puente aquel el Puente del “Guirardón” (¿?). (Habla su mujer): Algunas veces vamos, cogemos el camino y “vamos a ir para allá”, je, je… ¿Recuerdas tú algo de lo que pasó con Joaquín Bernal, el Jefe Provincial de Falange?. ¿Eso fue aquí, en la plaza del Arenal?. Sí, pero eso fue en su casa. (Risas). Porque esa gente… Nosotros íbamos muchas veces, los grupos, a la estación cuando venía José Antonio… Porque esa gente, formados (sic)… y luciendo las pistolas. Y dijimos una vez, “vamos a ir a casa del Joaquín Bernal ese”, y llegamos allí (risas) y lo acorralamos y nos metimos en la casa y… ¿En qué año fue eso?, en que le pegaron tiros… ¿Después de Casas Viejas?, ¿no?. (Juanma) Sí, sí, sí, en el año 34 o 35. Nos metimos allí, y había allí una tienda y digo yo “coge la caja, verá cómo sale esta gente de aquí”. Y le echamos una lata de petróleo (vendían petróleo entonces), y le metimos allí fuego en el garaje. Verás tú como esta gente sale. Y nos preparamos, y formamos allí un follón a tiro seco… Y ellos también. A ese amigo mío que murió también en París, José Becerra Sánchez, le pegaron un tiro en la mano. Y aquel día fue cuando hirieron también a Bernal. Le pegaron un tiro en la barriga, y le cortaron un pedazo de tripa… A mí eso me lo contó Zurita. Fue en una manifestación que hubo para que pusieran en libertad a los presos por la movida de Casas Viejas… (Juanma) Sí, sí. Y otra vez, no sé si ustedes tienen noción de eso. Al Bernal ese siempre le tenían hecho el boicot, era el tío de la Construcción, era contratista de esos. Tenía un hermano que era una buena persona, y lo mataron los fascistas. Claro, en el sindicato se hizo un manifiesto poniendo a ese como se merecía y se le hizo el boicot. Primer contacto para organizar las Juventudes Libertarias en Jerez. Era el 16 de Marzo de 1941.

En el parque, en 1941. Cédula personal que consiguió Miguel por la mediación del primer compañero de CNT, en la clandestinidad, que encontró tras la fuga de San Lorenzo de Madrid. Se topó con él a la salida del cementerio de Sevilla. Se trataba de Antonio Centeno. Se conocieron en 1934 en el canal del “aguaducto” el Gardón.

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ADENDA: “Miguel y Cristóbal discuten sobre el pacifismo.”

Por Francisco J. Cuevas Noa Mediodía del 24 de Junio de 2017. Contacto a través del Facebook y de su blog con Ana Vega, hija de Cristóbal Vega Álvarez. Hago una llamada telefónica a su domicilio de Villafranca de Córdoba. Ana se emociona al oír mis palabras de búsqueda y reconocimiento. Y me habla sobre su padre y su tío, Cristóbal y Miguel, que murieron hace poco más de una década, y que compartieron tantas luchas. A Cristóbal le gustaba denominarse a sí mismo como “El Poeta de la Paz”. Numerosos poemas los dedicó a ese ideal, y fue siempre un activo pacifista. Ya desde los años 30 en Jerez. Se lo corroboro a Ana en la conversación telefónica: hay numerosos documentos en el Archivo Municipal de Jerez, instancias buscándolo por no hacer el servicio militar, declarándolo prófugo. Una de sus últimas obras publicadas trataba sobre otro gran anarco-pacifista, el rumano Eugen Relgis, miembro de la Internacional de Resistentes a la Guerra y difusor de la doctrina Cristóbal Vega Álvarez. “humanitarista”. Ana me cuenta que Miguel y Cristóbal, cuando se juntaban, discutían mucho sobre la violencia y el pacifismo. Porque Miguel “era partidario de la acción violenta” cuando fuese necesario. Y me viene a la mente el episodio de la pistola del 18 de julio de 1936. Y Cristóbal, todo lo contrario. A él le gustaba que lo situaran en la “Escuela de Sánchez Rosa”, es decir, en la línea de libertarios andaluces que seguían la estela educativa y pacifista del maestro de Grazalema. Y me viene a la mente el testimonio del José Sánchez Rosa en la Sevilla de los años 20 y 30 del pasado siglo, que se negaba a portar armas cuando buena parte de los anarquistas sevillanos lo hacían, y que todos los días iba a la Alfalfa para comprar una jaula con pajaritos y liberarlos. Ya en 1959 nos lo decía “Amador” en el Solidaridad Obrera (París, 5 de Marzo de 1959, nº 728), recordando a “aquellos militantes de la acción y la tribuna como lo fueron Sebastián Oliva, director de nuestro semanario La Voz del Campesino, Diego Martínez, Miguel Guerrero, Miguelito García, Tomás Torrejón, Rodríguez Barbosa, la mayor parte de esos viejos militantes de la cantera Sánchez Rosa”. Ejemplar del “Soli” nº 728 (París, 5 Marzo 1959). Miguel, sin embargo, portaba pistola, estuvo en duros enfrentamientos con falangistas en el Jerez de la República, e hizo la Guerra en la 149 Brigada Mixta de la 14ª División. Miguel y Cristóbal, hermanos de sangre y de lucha, con la misma pasión y el mismo sacrificio. Dos miradas distintas sobre la Idea, pero dos hermanos, al fin y al cabo, con esa ligazón profunda. 14


Carnet de identidad de 1956, a nombre de Francisco Hidalgo Lanestro.

Primera documentaciรณn falsa, a nombre de Francisco Hidalgo Lanestro, conseguida por su esposa Mary, tras fugarse de la prisiรณn de San Lorenzo. Hasta 1970 no pudo Miguel recobrar su verdadera identidad. Miguel, en 1959, delante de la casa en la que naciรณ, en la estacion de ferrocaril de El Cuervo, donde su padre fue jefe.

Documento de 1970 de sobreseimiento de la causa contra Miguel Vega, incluida la fuga de la cรกrcel de San Lorenzo de 1940.

Miguel, en 1940.

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Miguel Vega y Mary Saénz en 1941, año en que se conocieron, y en el que comenzarían su andadura por la vida juntos. Miguel Vega y Mary Saénz en una de sus múltiples salidas al campo. Difícil separar la historia y la vida de ambos. Mary sufrió y sacrificó mucho por él y la vida que les tocó vivir, pero hasta el último momento fueron una unidad.

Mary, Celia y yo con Federica Montseny en Limoges (Francia). 1960.

Una de las últimas fotos de Miguel y Mary. Miguel padeció leucemia muchos años, pero hasta el final se mantuvo activo. Falleció a los 92 años habiendo vivido como una persona íntegra y muy especial. Nunca pudo aceptar ni comprender que perdieran la Guerra y la Revolución.

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La moto, una Montesa, jugó un papel importante en sus vidas: invierno y verano de 1954 en la Plaza de América.



Miguel Vega Álvarez (1915-2006) fue un anarquista jerezano que vivió de lleno importantes hechos y sucesos del movimiento obrero durante la II República Española, la Guerra Civil, la prisión en la Postguerra, el Exilio francés y la Clandestinidad. En el año 2000, Miguel vino a visitarnos a nuestra sede del sindicato de CNT Jerez, para contarnos sus vivencias a los/las jóvenes de ese momento. Le hicimos esta entrevista. Lo que nos contó nos pareció muy valioso. Destacamos especialmente su testimonio sobre los primeros días de la Guerra Civil en Jerez y sobre el funcionamiento y relaciones del movimiento libertario en los años previos. Creemos que muchas de estas vicisitudes que nos contó Miguel en el año 2000 están inéditas, o a lo sumo, mencionadas de pasada en alguna fuente bibliográfica, que parte sólo de la frialdad de un documento escrito de algún archivo. Miguel nos contó esas cosas con la pasión de quien las había vivido en primera persona, y con el conocimiento cabal, por haber estado bien relacionado con los grupos y personajes del anarquismo jerezano y andaluz de la época.


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