Conjunto Arqueológico Natural de Santomé

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Conjunto Arqueológico-Natural de Santomé Excavación, consolidación y musealización de un sector del castro Isabel Peralta Bejarano Julio Rodríguez González Manuel Xusto Rodríguez

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CONJUNTO ARQUEOLÓGICO-NATURAL DE SANTOMÉ EXCAVACIÓN,

CONSOLIDACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DE UN SECTOR DEL CASTRO


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CONJUNTO ARQUEOLÓGICO-NATURAL DE SANTOMÉ EXCAVACIÓN, CONSOLIDACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DE UN SECTOR DEL CASTRO

Mª Isabel Peralta Bejarano Xulio Rodríguez González Manuel Xusto Rodríguez

Fundación Pedro Barrié de la Maza


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ÍNDICE 7

Presentación Carmela Arias y Díaz de Rábago

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Presentación Manuel Jaime Cabezas Enríquez

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Presentación Olga Gallego Domínguez

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I. ANTECEDENTES

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I.1. INTRODUCCIÓN

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I.2. HISTORIOGRAFÍA DEL YACIMIENTO

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I.3. SANTOMÉ ARQUEOLÓGICO

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I.4. SANTOMÉ NATURAL

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II. LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 2003

22

II. 1. JUSTIFICACIÓN DE LA EXCAVACIÓN

26

II.2. EL TEJIDO CONSTRUCTIVO EN TORNO A LA CALLE CENTRAL

27

II.2.1. Fases constructivas

27

II.2.1.a Fase I

31

II.2.1.b Fase II

34

II.2.1.c Fase III

36

II.2.1.d Fase IV

38

II.2.1.e Fase V

39

II.2.2. Descripción de las construcciones y espacios de tránsito

39

II.2.2.a La calle o eje central del tejido constructivo

46

II.2.2.b Las construcciones al este de la calle

46

II.2.2.b.1 Construcción 1

48

II.2.2.b.2 Construcción 2

50

II.2.2.b.3 Construcción 3

53

II.2.2.b.4 Construcción 4

55

II.2.2.b.5 Construcción 5

58 58 62 63

II.2.2.c Las construcciones del cierre norte de la plaza II.2.2.c.1 Construcción 6 II.2.2.c.2 Construcción 7 II.2.2.d Las construcciones del lateral oeste de la calle

63

II.2.2.d.1 Construcción 8

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II.2.2.d.2 Construcción 9

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II.2.2.d.3 Construcción 10

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II.2.2.d.4 Construcción 11

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II.2.2.d.5 Construcción 12

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II.2.2.d.6 Construcción 13

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II.2.2.d.7 Construcción 14

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II.2.2.d.8 Construcción 15

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MAZA

II.3. LAS CONSTRUCCIONES SITUADAS AL SUR DEL CONJUNTO ARTICULADO POR LA CALLE

79

II.4. EL CONJUNTO EDIFICADO DEL TORREÓN Y SUS CONSTRUCCIONES ALEDAÑAS

84

II.5. VALORACIÓN DE CONJUNTO DEL MATERIAL

84

II.5.1. La terra sigillata

85

II.5.2. La circulación monetaria

87

II.5.3. El vidrio

90

II.5.4. La cerámica común

100 100

III. LA CONSOLIDACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DEL SECTOR EXCAVADO III. 1. NORMATIVA DE APLICACIÓN EN MATERIA DE CONSOLIDACIÓN DE RESTOS ARQUEOLÓGICOS INMUEBLES

102

III.2. PRINCIPIOS GENERALES DE APLICACIÓN EN ESTA CONSOLIDACIÓN

104

III.3. ACTUACIONES CONCRETAS

108

III.4. MUSEALIZACIÓN

111

IV. PROPUESTAS DE FUTURO

115

EPÍLOGO Lois Ladra

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ANTECEDENTES Y CRÉDITOS DE LA INTERVENCIÓN

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a intervención de patrimonio que motiva este breve texto tiene un significado valioso y entrañable para la Fundación que me honro en presidir. Culmina la senda emprendida por la Fundación en 1971 de apoyo al Grupo Marcelo Macías de Colaboradores del Museo y Archivo Provinciales de Ourense, desde el primer número de su prestigioso Boletín Auriense. Sirvan, pues, estas palabras antes que nada de reconocimiento a la labor callada a la par que rigurosa de estas tres entidades, cuyo desarrollo reciente he tenido el privilegio de seguir de cerca a través de mi buena amiga Olga Gallego. El arranque del Museo se remonta nada menos que a 1895, cuando la “Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense”, formada por ilustres arqueólogos e historiadores y encabezada por Marcelo Macías, acuerda su creación para la provincia, “tan rica en castros célticos y en inscripciones y monumentos”. Este centro, nacido desde lo que hoy denominaríamos “sociedad civil”, pasaría tras la guerra a ser gestionado por el Ministerio de Educación Nacional; pero el esfuerzo voluntario y privado que lo había alentado sería resucitado y canalizado a partir de 1941 a través del Grupo de Colaboradores “Marcelo Macías”. Cito literalmente del documento fundacional del Grupo, pues es significativo de una visión pionera de la necesidad de entidades sin ánimo de lucro que colaboren con los museos para vivificarlos y generar un mayor retorno social para su actividad, tan en boga en nuestros días. Dice así: “El Grupo no constituye, ni es, un organismo más. Se caracteriza precisamente por ser un grupo unido y vinculado directamente al Museo y sólo a él... Vinculados individualmente al Museo por sus aficiones o por su especial actividad, los miembros del Grupo aportarán el fruto de su trabajo personal en beneficio del Museo”. Dirigido por Xesús Ferro Couselo, entre sus primeros colaboradores se encontrarán Florentino López Alonso-Cuevillas, Vicente Martínez-Risco y Xaquín Lorenzo Fernández. La estela de publicaciones, exposiciones, conferencias y otras actividades del Grupo es sólo la superficie de un profundo y apasionado trabajo de equipo en pro del estudio y difusión de la cultura gallega.

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PRESENTACIÓN

Este espíritu de implicación rigurosa de la esfera privada en el quehacer de dos instituciones tan emblemáticas para Ourense como su Museo Arqueológico y su Archivo Provincial ha llegado acrecentado hasta nuestros días, y ha llevado a la Fundación a brindar al proyecto del Grupo de puesta en valor socio-cultural del conjunto arqueológico-natural de Santomé el necesario apoyo institucional y económico. Un proyecto que culmina, además, una cordial y fructífera experiencia de colaboración con el Ayuntamiento de Ourense, encabezado por su Alcalde, quien ha entendido a la perfección que el significado de esta intervención trasciende el ámbito de lo material para conectar con valores del pasado y proyectarlos hacia el futuro. Una vez excavado, consolidado y musealizado un importante sector del castro, la Asociación Marcelo Macías y la Fundación Pedro Barrié de la Maza “devuelven” a la comunidad para su educación y disfrute un enclave natural único por su belleza y características objetivas, donde se insertan de manera comprensible valiosos restos castreños y romanos. Sólo me cabe confiar en que este conjunto patrimonial, memoria encarnada de Galicia, sea relevante para todos nosotros, y también para las generaciones venideras.

CARMELA ARIAS Y DÍAZ DE RÁBAGO Condesa de Fenosa Presidenta de la Fundación Pedro Barrié de la Maza

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omo Alcalde de la ciudad y como ourensano, para mí es un honor el tener la oportunidad de presentar desde estas páginas, y gracias a la Fundación Pedro Barrié de la Maza, todos los trabajos de excavación, consolidación y musealización de un sector del Castro, llevados a cabo recientemente en el conjunto arqueológico-natural de Santomé. Las ciudades, en constante cambio y transformación para hacer más agradable y confortable la vida a sus ciudadanos, se enfrentan al gran reto, que es al mismo tiempo una prioridad, de recuperar y conservar su patrimonio histórico-artístico, en definitiva de nuestra memoria, y en el caso de Ourense, la Vella Auria, es muy amplia ya que arranca en el siglo II a.C. Santomé, situado en las inmediaciones del río Loña y rodeado por un bosque de antiguos robles y alcornoques, esconde en sus entrañas el origen mismo de la ciudad de Ourense. Los hallazgos realizados, tanto arquitectónicos como urbanísticos o cerámicos, nos permiten la reconstrucción de un intenso pasado y descubrir los restos de un yacimiento castreño y de un poblado galaico-romano en sus inmediaciones. Quiero reiterar mi reconocimiento tanto a la Fundación Pedro Barrié de la Maza como al Grupo Marcelo Macías de Colaboradores del Museo y Archivo Provinciales de Ourense por su trabajo y dedicación. Animo a todos los ourensanos y a cuantos visitan nuestra ciudad a descubrir y disfrutar Santomé, singular enclave donde conviven la historia, el arte y la naturaleza.

MANUEL JAIME CABEZAS ENRÍQUEZ Alcalde de Ourense

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a recuperación del Patrimonio Cultural es un objetivo irrenunciable de actuación de toda sociedad moderna, en el convencimiento de que el hombre no puede realizarse como ser social e histórico, sin estar completamente integrado en su legado cultural. La actividad del Grupo Marcelo Macías de Colaboradores del Museo y Archivo provinciales de Ourense responde desde su primera etapa, ya en el lejano 1942, al fomento y conocimiento del patrimonio cultural, con el trabajo de investigación y con la difusión de los hallazgos realizados. En esa línea de trabajo continúa desde aquellas fechas con múltiples iniciativas, que comparte con otros grupos en el conocimiento y difusión del patrimonio, pero siempre con la especifidad de su vinculación con el Museo y el Archivo. Cuando surgió la iniciativa de la Fundación Pedro Barrié de la Maza con la convocatoria para ayudas, el Grupo estudió y calibró la posibilidad de presentar un proyecto, en la línea de continuidad y rentabilidad de esfuerzo. Se hizo la propuesta de una intervención en el yacimiento de Santomé, donde desde hace años venimos ya interviniendo, y necesitaba de continuidad. Pensamos que el esfuerzo realizado valió la pena y, hoy, se pueden ver en el yacimiento los restos recuperados de las estructuras habitacionales de un conjunto arqueológico con varios momentos ocupacionales, como se muestra en esta publicación. Su visita nos hace más próxima la realidad vital de las gentes que nos precedieron, realidad vital que se contemplará con la exposición de los materiales en las Salas del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense. Pues bien, quisiéramos que este trabajo sirviera como tributo a todos los ciudadanos, haciéndole asequible el patrimonio cultural común, y de agradecimiento a la Fundación Pedro Barrié de la Maza –de la que en tantos otros aspectos también es deudor el Grupo Marcelo Macías por su generosidad y continua ayuda en la publicación del Boletín Auriense– por haber escogido en su momento este proyecto, que ahora ve la luz en sus resultados.

OLGA GALLEGO DOMÍNGUEZ Presidenta do Grupo Marcelo Macías de Colaboradores do Museo e Arquivo Provinciais de Ourense

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I. ANTECEDENTES I.1. INTRODUCCIÓN

Vista aérea del yacimiento

El conjunto arqueológico-natural de Santomé se encuentra en el lugar de Santomé, parroquia de San Bernardo de Tibiás y ayuntamiento de Ourense, muy cerca de la capital del municipio y provincia, con buena comunicación tanto por carretera como siguiendo una ruta de senderismo. Desde el punto de vista geográfico se integra en la denominada hoya ourensá, delimitando la depresión formada por el río Miño y sus afluentes por el reborde nororiental. El río Loña, que discurre al pié del yacimiento en dirección E-O, presenta en esta zona un trazado sinuoso, profundamente encajonado, con una gran capacidad erosiva, dando lugar a la formación de las características marmitas de gigante, un atractivo más a contemplar en este enclave. El lugar disfruta de un clima oceánico-mediterráneo, matizado por el sistema de vientos locales y por procesos de inversión térmica, que le confieren una serie de ventajas de habitabilidad que ya fueron contempladas y aprovechadas por los habitantes de la comarca ourensá en la antigüedad. El origen y desarrollo de este complejo arqueológico es preciso enmarcarlo en el contexto de ocupación, estructuración y articulación del poblamiento de la hoya en la etapa castreña y romana, y su vinculación con el poblado existente sobre el solar en el que hoy asienta la ciudad de Ourense, con el que se establece en las diferentes épocas una relación de dependencia mutua. El castro de Santomé, con otros como el de Madrosende, Castro de Beiro, Val de Gola, etc, ubicados en el límite que separa la ribera de las zonas altas, deben de formar parte, junto con la presencia de aguas mineromedicinales y el paso de una vía romana, del cúmulo de circunstancias que posibilitaron aquí la implantación de un asentamiento romano. Este asentamiento en la tardorromanidad debió de ejercer la función de articular el territorio circundante, prestando servicios a los poblados rurales entre los que se encuentra Santomé tardorromano.

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I.2. HISTORIOGRAFÍA DEL YACIMIENTO Las primeras referencias como yacimiento arqueológico, se deben a D. Manuel Blanco Guerra, que a finales de la década de los sesenta realiza una serie de sondeos, dando noticia de los hallazgos en el diario La Región de Ourense. De todos estos trabajos solamente contamos con los materiales, puesto que el resto de la documentación, no existió o no tenemos noticias de ella, por lo que no sabemos el lugar exacto de la procedencia de los materiales, ni la relación existente entre ellos. Por estos años, también por gestión directa de D. Manuel, el Ayuntamiento de Ourense se hace con la propiedad de buena parte de los terrenos sobre los que se asienta el yacimiento. En el año 1983, una vez evaluado su interés, a partir del estudio del material recuperado, y con el ánimo de contextualizarlo, se incluye entre los proyectos programados de investigación por el Museo Arqueológico Provincial de Ourense. Proyectos en los que primaban tanto los aspectos de interés de la investigación como de conservación y difusión. En este contexto, las primeras campañas de 1983-84, financiadas por convenios entre el Instituto Nacional de Empleo y el Ministerio de Cultura, se centraron en la valoración del yacimiento, permitiendo identificar además del castro, único asentamiento conocido hasta el momento, un yacimiento galaico-romano estrechamente vinculado con él en su falda, pasando de Castro de Santomé a Conxunto Arqueolóxico de Santomé. En campañas posteriores, la de 1986 financiada mediante convenio entre el Instituto Nacional de Empleo y el Ayuntamiento de Ourense, y las de 1987, 1988, 1989 y 1990 por la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia, los trabajos se centraron básicamente en la excavación y consolidación del poblado descubierto en la falda del castro. A partir de ese momento y hasta 1999, el proyecto entra en una fase sin actividad arqueológica de campo; tiempo que se aprovecha para el estudio y publicación de diferentes materiales y aspectos descubiertos en el proceso de excavación. En 1999, mediante convenio del Grupo Marcelo Macías con la asociación que gestiona los fondos europeos PRODER en esta comarca, se pone en marcha la primera fase del proyecto Puesta en valor sociocultural del Conjunto Arqueológico-Natural de Santomé, por medio del que se realiza toda una serie de trabajos, tendentes a hacer accesible el yacimiento a todos los públicos, tanto desde el punto de vista físico como para el consumo sociocultural y apreciación de los valores arqueológicos y naturales que encierra el conjunto. Ahora, gracias a la Fundación Pedro Barrié de la Maza, a través de la convocatoria de proyectos en colaboración 2002-2003, por medio de la que se ofertan ayudas para desarrollar proyectos culturales y de recuperación del patrimonio histórico-artístico y natural, se nos permite proseguir en esta línea de investigación y puesta en valor.

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I.3. SANTOMÉ ARQUEOLÓGICO Como consecuencia de la investigación realizada durante todos estos años sabemos que en el Conjunto Arqueológico de Santomé hay que distinguir diferentes asentamientos y distintos momentos cronológicos en la ocupación del territorio. Por una parte, contamos con un yacimiento castreño, en el que se centraron los trabajos de este proyecto, con todas las características que desde el punto de vista paisajístico le son propias. Por otra, con un poblado galaico-romano en sus inmediaciones, con una etapa altoimperial, de la que apenas se conservan restos inmuebles, y otra bajoimperial construida básicamente sobre las ruinas de la anterior. El asentamiento castreño se ubica en un espolón montañoso, con una posición dominante sobre lo que sería su entorno, y una topografía que lo hace inexpugnable, con un fuerte acantilado sobre el río Loña que le sirve de defensa natural por el S-SW. En las zonas más accesibles se localiza una línea de muralla con torreón y un foso. El poblado aprovecha para la instalación de las viviendas tanto las terrazas naturales como otras construidas artificialmente, mediante líneas de muros que recorren longitudinalmente la ladera. Los aterrazamientos darían al poblado un aspecto escalonado aunque conexionado por la existencia de calles. Se trata, pues, de un yacimiento típico de la última etapa de la cultura castreña, cuyo comienzo cabe situar a mediados del siglo I a.C., prolongándose hasta mediados del II d.C. Coetánea a la ocupación del castro y hacia mediados del s. I d.C., se documenta una ocupación en el área N-NE de la falda del castro, que perviviría al igual que el castro hasta mediados del II d.C.. De este momento procede abundante y representativo material recuperado en una escombrera formada sobre lo que fue en su momento el foso del castro y endebles resSantomé tardorromano

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tos de estructuras, mayoritariamente arrasadas para la instalación del nuevo poblado tardorromano. Después de un siglo de abandono, desde mediados del II hasta mediados del III, asistimos al renacer de una nueva ocupación en Santomé, con la instalación de un poblado rural, con fuertes conexiones económicas con la explotación del campo, característico de la tardorromanidad. De este poblado se exhumaron dos unidades habitacionales que, con ligeras variantes, reproducen el mismo esquema funcional, organizadas a partir de un espacio central abierto, a modo de patio con reminiscencias en el atrium de la casa romana -en algún caso con impluvium desplazado de su lugar habitual-, distribuyéndose el resto de los espacios a partir de él. En alguna de ellas se documenta un piso superior por la presencia de una escalera exterior, y un peculiar sistema de calefacción que entronca con el hipocausto y tiene su pervivencia en la trébede castellana, característica de la comarca de Tierra de Campos.

I.4. SANTOMÉ NATURAL

Érbedo

La posibilidad de poder añadir al valor del patrimonio arqueológico, el patrimonio natural, con una vegetación característica de la hoya ourensá merecedora de ser conservada, contemplada y comprendida, junto con la presencia de elementos físico-naturales como la formación de marmitas de gigante, o la panorámica del paisaje que se ofrece desde el yacimiento, incide de forma decisiva en su puesta en valor. Esta afortunada coincidencia nos ofrece la posibilidad de poder conservar y difundir el patrimonio cultural y natural de Santomé de forma integrada y sincronizada. El bosque que cubre el castro se puede definir como un robledal mediterráneo de Quercus pyrenaica, en su variante mesomediterránea con alcornoque (Quercus suber). Hacia el río el alcornoque se mezcla con la encina (Q. Ilex ballota), haciéndose más patente la segunda en la parte baja de la ladera, de fuerte pendiente, por una curiosa situación microclimática de inversión térmica. También tiene presencia puntual el quejigo (Quercus faginea), que crece normalmente en los valles, en páramos o en zonas bajas de montaña, característico de Castilla-La Mancha, siendo singular en el territorio gallego, con citas muy escasas, lo que resalta aun más el valor de este bosque. Además, se encuentran buenos ejemplares de pino manso (Pinus pinea) asilvestrado, y de castaños. Del resto de las especies acompañantes destacan arbustos como el madroño (Arbutus unedo), conocido como érbedo, que crece asociado a los bosques de encinas o alcornoques, o de ambos a la vez como ocurre aquí. Aunque su 19


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fruto es comestible, no suele consumirse por su sabor áspero y poco grato. Sus hojas, corteza y raíz son muy apreciadas por sus propiedades astringentes, debido a los taninos que se encuentran en su composición, y su compuesto activo, la arbutina, contiene propiedades antisépticas. Asociado a este arbusto, encuentra su habitat una mariposa de gran tamaño y vivos colores la Charaxes jasius. También es necesario tener en cuenta otros aspectos paisajísticos, como la novedosa panorámica que se puede contemplar desde el asentamiento, ofreciendo un mosaico complejo de elementos naturales y antrópicos, entre los que destaca la vista de la ciudad de Ourense y de los yacimientos arqueológicos de su entorno. Así mismo, hay que señalar, que desde una plataforma natural del castro, se puede apreciar en el lecho fluvial del río Loña –como consecuencia del desgaste mecánico de las rocas que arrastra la corriente– unas particulares microformas conocidas con el nombre de marmitas de gigante, en forma de olla de más de un metro de diámetro y profundidad.

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Mariposa charaxes jasius

Vista de la marmitas del gigante


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II. LA CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN DE 2003 II. 1. JUSTIFICACIÓN DE LA EXCAVACIÓN Tal y como proponíamos en el proyecto inicial, la excavación se centró en la parte superior del yacimiento castreño, enlazando de este modo, dos pequeñas zanjas excavadas con anterioridad, lo que nos permitió crear en esta zona un punto de atracción y conocimiento de la etapa castreña dentro de este conjunto arqueológico. En el castro hasta el momento solamente se habían excavado tres pequeñas zanjas, que proporcionaron una información muy sectorial. El objetivo de esta excavación en área era, pues, profundizar en el conocimiento de esta etapa, abordando aspectos que nos posibilitasen conocer mejor el urbanismo del castro y su articulación social. Así mismo la excavación de esta zona nos va a permitir comparar, tanto desde el punto vista de la investigación como de su rentabilidad sociocultural, dos formas constructivas y de concepción urbanística diferenciadas, al confrontar las estructuras arquitectónicas tardorromanas, ya excavadas con anterioridad a los pies del castro, con las descubiertas en esta campaña. Desde el punto de vista metodológico para su excavación, el yacimiento se dividió en XVI grandes zonas (ZE) de 500 x 500 m., cada una, que a su vez contienen en su interior 100 cuadrículas de 5 x 5 m., en las que, finalmente, la metodología de excavación y registro se basó en la utilización de Unidades Estratigráficas (UEs). Es así que en la ZE-VI se excavaron las cuadrículas 59, 60, 69, 70, 79, 80, 89, 90, 98, 99 y 100, lo que completa en esta zona una superficie excavada de 275 m2. Por su parte en la ZE-VII la excavación se efectuó sobre las cuadrículas 42, 43, 45, 51, 52, 55, 56, 57, 61, 62, 63, 64, 65 y 66, lo que supone en esta zona una superficie excavada de 350 m2. Finalmente en la ZE-X se excavaron las cuadrículas 8, 9, 10, 18, 19 y 20, que suponen una superficie excavada de 150 m2. Todo ello implica, en síntesis, un área excavada durante esta campaña de 775 m2, distribuidos en 39 espacios, entendidos bien como estancias, bien como áreas abiertas, sin contar las estancias preexistentes. Esta superficie excavada desborda, pues, con creces nuestro objetivo inicial, que era de excavar alrededor de 400 m2. Del mismo modo, los resultados obtenidos también colman y sobrepasan nuestras aspiraciones iniciales.

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Para una mejor comprensión de las estructuras arquitectónicas descubiertas y de los distintos niveles de ocupación, en su descripción y valoración, vamos a prescindir de divisiones artificiales tipo cuadrícula, centrándonos exclusivamente en las propias estructuras y en sus etapas constructivas, cuyo resultado final es tanto ese tejido edificado articulado en torno a una calle central como aquel otro relacionable con el aparato defensivo del castro. Vista esa justificación científica de la excavación, debemos también señalar como objetivo principal de esta publicación el de dar a conocer las principales novedades producidas por esos trabajos arqueológicos desarrollados en la zona superior del castro de este conjunto arqueológico-natural Vista general del área a excavar

durante los meses de junio y julio –fase de excavación- y septiembre y octubre –fase de consolidación– de 2003. Trabajos en función de cuyos resultados podemos distinguir y contemplar mediante la visita física esos dos grandes ámbitos funcionales ya citados: por una parte, la zona donde se desarrolla un tejido constructivo articulado en torno a una calle central y por otra, aquella donde nos encontramos con algunas estructuras lo suficientemente representativas del aparato defensivo del poblado. Pese a la proximidad temporal existente entre la finalización de los trabajos de campo y la redacción de este texto –lo que, lógicamente, actúa como condicionante insalvable, por ejemplo, a la hora de abordar el estudio de determinados materiales todavía pendientes de procesos de limpieza y/o consolidación/restauración– tratamos, en todo caso, de ofrecer una descripción lo más completa posible del entramado urbano exhumado y una primera aproximación tanto a los materiales más significativos como al contexto estratigráfico de dichos bienes muebles e inmuebles. 23


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En función de ello hablaremos, básicamente, de fases o etapas constructivas, máxime si tenemos en cuenta que elementos muebles muy abundantes como la cerámica común apenas dejan ver esa secuencia evolutiva inferible de la lectura estratigráfica y en especial de la estratigrafía muraria. Por otra parte existe, en general, una importante carencia de materiales capaces de aportar cronologías precisas o cuando existen se localizan en estratos resultado de arrastres y deposiciones secundarias donde se mezclan ocupaciones de diferente cronología. Éste es, por ejemplo, el caso de dos fragmentos de vidrio mosaico. En términos generales lo que sí podemos señalar es que los resultados de esta última campaña de excavación van a suponer un enriquecimiento respecto a la información conocida para la secuencia de ocupación del castro, máxime si tenemos en cuenta que hasta ahora su conocimiento a nivel espacial era muy global por derivar solamente de zanjas de sondeo previas. Zanjas dos de las cuales fueron unidas entre sí por la zona excavada, de tal manera que se pasa así de un conocimiento parcelar y desigual de la zona a un conocimiento global o de la ocupación en el área comprendida entre ambas zanjas. Debemos señalar, sin embargo, que en esta zona los niveles de derrumbe que sellaban la zona explorada tenían, en general, escasa potencia, lo cual parece guardar relación con una amortización de su mate24

Vista general del conjunto habitacional

Vista general de la plaza


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rial constructivo en un momento vinculable con el mundo bajoimperial como parecen también poner de manifiesto varias remociones/agujeros con materiales adscritos a esa cronología.

II.2. EL TEJIDO CONSTRUCTIVO EN TORNO A LA CALLE CENTRAL El entramado urbano exhumado que hoy podemos contemplar es el resultado de un largo proceso de ocupación y reocupación del espacio castreño, utilizando estructuras preexistentes y probablemente pertenecientes a varias familias o unidades de ocupación que, avanzando en el tiempo y mediante procesos de construcción, destrucción o reforma, se verán obligadas a adaptarse a una nueva organización y estructuración constructiva articulada a partir de una calle central. Ésta, a su vez, desembocando en un espacio más amplio, a modo de pequeña plaza, será la que pase a estructurar la actividad vital en esta zona del poblado. Pero esta calle verá también condicionado su trazado por algunas construcciones previas o preexistentes y por una topografía de ladera, que ahora pasará a adquirir un perfil más suave. El estudio de las estructuras descubiertas nos permite, pues, plantear una periodización o secuencia en la formación del tejido construido llegado hasta nosotros, en la que es posible reconocer diversas fases y momentos que le dieron ese aspecto definitivo, coincidente con los años centrales del siglo II d.C., cuando esta zona del poblado se abandona. Es a ese momento último de vida al que corresponde el tejido consolidado y que hoy podemos visualizar y disfrutar –contemplando, como es lógico también elementos preexistentes debidamente puestos en valor como tales–, si bien es cierto que tras ese abandono, y ya en época bajoimperial, sus estructuras parcial26


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mente caídas conocerían un último momento de uso mediante su desmantelamiento parcial en busca de materiales constructivos reaprovechables para otras construcciones que en esos momentos se estarían edificando. Este sería el caso de algunas de las edificaciones bajoimperiales situadas a los pies del castro por su lado norte. En síntesis, y de cara a facilitar la comprensión de todo este entramado urbano, la descripción será abordada, primeramente teniendo en cuenta las diferentes fases constructivas, para luego entrar más detalladamente en la descripción de cada una de las construcciones y espacios de tránsito. II.2.1. Fases constructivas II.2.1.a Fase I El punto de partida en la ocupación del espacio va a venir dado por la existencia de una zona con buena defensa natural del poblado especialmente hacia el oeste y donde las construcciones buscarán en gran medida la adaptación a las características morfológicas del terreno. De ahí que la disposición y orientación de estas primeras construcciones esté, en terminos generales, bastante limitada por el evidente condicionante que representarían las curvas de nivel. Es por ello que en esta primera fase todavía no se observa esa futura organización de la edificación en base a estructuras aterrazadas que cortan la ladera mediante muros perpendiculares, creando plataformas artificiales de cara a posibilitar la instalación de viviendas y espacios públicos. Tomando como base imprescindible los criterios estratigráficos –o basaPlanta de las construcciones de la fase I

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dos en relaciones de contemporaneidad y de anteroposterioridad– que a su vez nos permiten establecer ámbitos de cronología relativa, esa fase más antigua del castro la podemos observar, dentro de la zona excavada en esta campaña, tanto en su sector SO como en el extremo superior NE de la pequeña plaza y en ambos sectores las construcciones siempre presentan esquinas con diseño redondeado, especialmente al exterior. En el sector SO nos encontramos con construcciones o con restos de ellas, dispuestas por muros dobles –y no medianeros– para separar las que son colindantes y que parecen responder, precisamente por ese tipo de separación, a tres viviendas o unidades de ocupación diferenciadas: A, B y C. De ellas solamente en la B conocemos diversas edificaciones que, a su vez, nos permiten conocer, parcialmente, la cantidad de espacio por ella ocupado. Una unidad de ocupación estaría, pues, conformada por una serie de construcciones y espacios abiertos que corresponderían a una unidad familiar o vivienda y que algunos investigadores, por su carácter independiente y básico, consideran característica de la articulación espacial que define a los poblados prerromanos del NO peninsular. Construcciones levantadas en todo su alzado con granito local que, en nuestro caso, solamente tres se nos presentan totalmente excavadas, mientras que las restantes fueron o bien excavadas parcialmente o bien, en algunos casos anuladas por fases de obra posteriores y en otros destruidas por los propios procesos erosivos sufridos 28

Construcción de la fase I


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por el yacimiento una vez que éste ya estaba convertido en ruina. De ahí que, dentro de la zona actualmente excavada, solamente cuatro construcciones, todas ellas con esquinas redondeadas, se mantuviesen en uso hasta el final de la ocupación, a mediados del siglo II d.C. La independencia de estas unidades o viviendas de familias distintas se manifiesta, básicamente, en criterios de tipo espacial, como puede ser el hecho de nunca apoyarse o adosarse entre sí los muros correspondientes a diferentes unidades, mientras que sí lo hacen los muros de una misma unidad. Esto es, las diferentes unidades de ocupación no van a tener muros comunes o medianeros y por ello mediante esta ausencia se evita cualquier relación constructiva entre unidades vecinas pero distintas. Es entonces cuando cada unidad tiene sus propios muros de tal manera que ante el contacto con unidades vecinas nos vamos a encontrar con muros dobles, o como más claramente sucede en nuestro caso, con muros separados por espacios muy estrechos a modo de callejones, pero de dimensiones tan reducidas que son impracticables para el tránsito. Así, si tomamos como referencia la unidad constructiva A, vemos como entre ella y la B existe un estrecho callejón impracticable para el tránsito –con posterioridad aprovechado para canalizar la salida de aguas pluviales de la calle– pero que, en todo caso, evita la relación constructiva con la unidad B. Unidad constructiva A que, en lo que respecta a sus espacios actualmente excavados, va a continuar en uso hasta el final de la ocupación. La unidad constructiva B, como acabamos de ver, aparece separada de la A por un estrecho espacio impracticable para el tránsito y lo mismo acontece con respecto a su separación de la unidad constructiva C. En ese sentido, pues, la unidad constructiva B tiene a N y S muros casi contiguos con la C y A respectivamente lo cual nos lleva a inferir esa presencia de viviendas correspondientes a familias distintas. Esta unidad constructiva B va a continuar en uso hasta el momento final de vida de la zona escavada en la estancia 10, mientras que las construcciones contiguas a ella, pertenecientes a la misma unidad y existentes bajo la futura estancia 11 quedarán anuladas por la construcción de ésta. También perteneciente a la unidad constructiva B sería el muro preexistente bajo el espacio 9, cortado por la canalización de la canaleta de desagüe de la calle. La vinculación de este muro con la unidad constructiva B se produce por el hecho de adosarse a él un pavimento horizontal de arcilla rojiza apisonada –roto por la construcción de la citada canaleta– que también se adosa al exterior Este del espacio 10. Finalmente este pavimento rojizo preexistente se vuelve a vincular también con el muro roto por la canaleta en cuanto que dicho pavimento, junto con un lateral de hogar se localizan al Este del referido muro preexistente que se encuentra en el centro del futuro espacio 9. Este pavimento rojizo, junto con el lateral del hogar aparecen rotos por la zanja de cimentación realizada para construir el muro O del espacio 8. Pavimentos rojizos preexistentes que por su secuencia de adosamiento con la estancia 10 nos pondrían ante una misma unidad de ocupación, si bien estos pavimentos de la unidad de ocupación B van a apa29


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recer rotos por la construcción de las zanjas de cimentación correspondientes al muro S del espacio 11, al O del 8 y al S del 9. En el espacio 9 acabamos de ver cómo la construcción del canal de drenaje de la calle conllevó la destrucción de un muro correspondiente a la unidad de ocupación B hasta la cota de su pavimentación. Pero la construcción debió producirse cuando esta zona de la unidad de ocupación B ya estaba fuera de uso en cuanto que, si bien la construcción del canal conllevó la eliminación del nivel de derrumbe que existiría en el momento de la construcción de dicho canal, sin embargo al oeste del discurrir de dicho canal el nivel de derrumbe en el momento de su excavación todavía se conservaba depuesto sobre el pavimento rojizo y con una disposición que parece resultar de la caída del muro preexistente que sirve de base o asiento a la citada canalización. Derrumbe que, como es lógico, tampoco se conservaba en aquellas zonas que sufrieron la acción de zanjas de cimentación para conformar los límites de los posteriores espacios 11, 9 y 8. En lo que respecta a la unidad de ocupación C –de la que sólo conocemos la construcción 12– vemos como su límite sur viene dado nuevamente por un estrecho callejón, si bien impracticable para el tránsito, sin embargo definidor de una separación de construcciones colindantes pero sospechosamente pertenecientes a unidades de ocupación diferentes en cuanto que la separación conlleva un doble muro o lo que es lo mismo un muro para cada una de las estancias de las dos unidades que, finalmente, nos estarían mostrando una pertenencia a familias distintas. De la fase de vida más antigua del poblado tenemos también evidencias en el extremo NE de la pequeña plaza donde, nuevamente, nos encontramos con dos construcciones –la de mayores dimensiones con una compartimentación interna compleja– con esquinas redondeadas vinculadas mediante relación de adosamiento e imbricación y correspondientes a una misma unidad de ocupación. Estamos, pues, ante dos construcciones –la 5 y la 6muy próximas en el tiempo, casi coetáneas, pero con una ligera ventaja para la de menores dimensiones como nos indica el hecho de recibir en sus fábricas el adosamiento e imbricación de las procedentes de la construcción 30

Muro y base para apoyo de un pié derecho


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mayor. Construcciones ambas, que, en todo caso, van a continuar en uso hasta el abandono del poblado. No sucedería, en cambio, lo mismo con un muro que desde la zona media oeste de la construcción más alargada se dirigiría hacia el SO, puesto que dicho muro quedó anulado por la construcción de un pórtico delantero a dicha estancia una vez que ya estaba materializada la idea de calle central y de pequeña plaza. Es por ello que este muro preexistente queda no sólo bajo el pavimento terreno del pórtico sino que también sirve, a la vez, de asiento –de manera parcial– para la colocación del pie derecho destinado a sostener la cubierta de dicho espacio porticado y sobreelevado en cuanto a cota respecto a la que caracteriza la pequeña plaza situada a sus pies. Para estas estructuras correspondientes cuando menos a cuatro viviendas, podemos igualmente señalar como las situadas en el sector SO de la zona excavada tienden a adaptarse, en cuanto a su disposición, a la curva de nivel de los 237,50 m., que, a su vez, actúa en esta zona como límite de la plataforma del poblado, mientras que las situadas en el sector NE, y en especial la más alargada, se adaptan a la curva de nivel de los 242,50 m. En estas unidades de ocupación correspondientes a los primeros momentos de vida del poblado, el proceso adaptativo-modificador parece, pues, mayoritariamente acomodado a la topografía y a las curvas de nivel y el elemento que parece ordenar la estructuración de las construcciones no es todavía la calle central sino el límite más exterior de la plataforma, de la que seguramente se separarían las construcciones por medio, probablemente, de una franja o espacio sin construir que permitiese la circulación perimetral pero del que en el sector SO de la zona excavada ya no tenemos evidencia por haber sufrido esta zona los efectos de la erosión y por ello el suelo actual, muy por debajo del de la primera fase, no es sino el granito descompuesto que le serviría de base. II.2.1. b Fase II Una nueva fase en el desarrollo del poblado viene dada por la construcción de aquellas edificaciones dispuestas sobre zonas donde no tenemos evidencia de edificaciones correspondientes a la fase I, dado que, conociendo la trama constructiva relativamente densa que parecía caracterizar a dicha fase, sin embargo en las construcciones de la fase II que fueron excavadas por debajo de su cota de pavimentación, en ningún caso documentaron evidencias constructivas preexistentes. Por ello las construcciones de esta nueva fase –donde no observamos ya esquinas redondeadas sino perfectamente anguladas– se construirían simplemente en una zona donde todavía existía disponibilidad de espacio con respecto al espacio construido del vecino. Es, además, por ello muy probable que las construcciones de esta fase coincidiesen en el tiempo con la plena vigencia de viviendas de la primera fase. Eso, a su vez, explicaría que las nuevas construcciones se viesen, en general, limitadas espacialmente hacia el oeste por dichas unidades de ocupación y de ello derivaría la diferente amplitud hacia dicho lado oeste 31


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de estas nuevas construcciones, que, ocupando un espacio hasta entonces todavía no construido con respecto a las precedentes, muestran, sin embargo, una diferente respuesta respecto al proceso de adaptación a la topografía natural del castro. En contraposición con la fase I donde la orientación y disposición de sus construcciones estaba fuertemente condicionada por el diseño de las curvas de nivel, a cuya topografía se adaptaban, las construcciones de esta fase II comienzan a reflejar claramente una organización de la edificación en base a estructuras aterrazadas que cortan la ladera mediante muros perpendiculares, creando plataformas artificiales que posibilitan la instalación no sólo de viviendas sino también de espacios públicos cuya pendiente natural se ve así suavizada. El proceso modificador de la topografía es evidente creando plataformas, pero también lo es la adaptación a las unidades de ocupación preexistentes, en primer lugar en la construcción 3 en cuanto que su límite occidental, a la altura de la construcción 12, pierde su inicial orientación, que modificada supone un cambio en la alineación. Es evidente que si la construcción del espacio 3 mantuviera su alineación inicial, el extremo SO de esta construcción poco menos que contactaría con la construcción 12 o, en todo caso, entre ellas quedaría un espacio impracticable para el tránsito. En ese sentido la construcción de esta nueva estancia, compartimentada interiormente en dos espacios –3.a y 3.b–, manifiesta un especial interés por dejar entre ella y la unidad constructiva C de la fase anterior, y todavía en uso, un espacio para el tránsito al que abriría sus puertas esta nueva construc-

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Vista parcial de las construcciones situadas al Este de la calle Muro anulado bajo la calle

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ción. Espacio que, al ser además entre unidades diferentes, refleja también un cambio en los criterios de tipo espacial que, ahora distintos, ordenarían la ocupación del espacio. Se comienza a esbozar ahora una idea de calle, que concebida por encima de todo como espacio de tránsito, implica que a ella abran sus puertas las nuevas construcciones. Algo similar podemos señalar para el espacio 2 donde su límite oeste, muy retranqueado con respecto a la estructura 3, probablemente obedezca a la necesidad de adaptarse también a las estancias todavía en uso de la vivienda B. Al igual que pasaba con la construcción 3 también aquí entre la sospechada trasera de dicha unidad y el límite oeste de la nueva construcción 2 se intenta crear un espacio abierto o de paso al que se abriría el acceso de esta nueva estancia. Nueva estancia para la que desconocemos si con la anterior –espacio 3– conformarían una misma vivienda, pero para la que, en todo caso, entre ambas construcciones observamos claramente un único muro medianero. También a este mismo momento constructivo pertenecerían, probablemente, tanto un muro localizado –y anulado– bajo el brazo corto de la futura calle, como otros restos de una construcción con esquina en ángulo situada al comienzo del 33


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lateral oeste de la pequeña plaza. Se trata, en este último caso, de dos laterales de una construcción también vinculable con esta fase dado que sus restos fueron luego reutilizados como zapata de cimentación de una construcción perteneciente a la fase III. Todas estas construcciones, como venimos señalando, tienen el nexo común de presentar esquinas angulares y además, en una proporción considerable, zapatas de cimentación con elevada alzada que poseen un evidente y claro carácter acondicionador del terreno, suponiendo un mejor dominio sobre los condicionantes topográficos de la zona. Hay, pues, un evidente interés por ordenar las nuevas construcciones en disposición aterrazada, que dentro del proceso adaptativo-modificador del terreno, implican, lógicamente, una mayor intervención sobre la topografía natural que la que podíamos observar en las construcciones correspondientes a las unidades de ocupación de la primera fase del poblado. Al mismo tiempo, el hecho de primar en la construcción de estos nuevos espacios la existencia imprescindible de un espacio de tránsito continuado y delantero a ellos, va a suponer también que estas nuevas construcciones nos permitan ya hablar de un trazado previo del poblado articulado por un espacio de tránsito desde el que se estructurará su actividad vital y que en la fase siguiente estará ya claramente organizado de acuerdo con criterios de ortogonalidad. En síntesis, estas nuevas construcciones nos están señalando una incipiente planificación donde el elemento articulador va a ser un espacio de tránsito o calle con un trazado mediatizado por las construcciones preexistentes. Calle que, como eje rector, acabará imponiéndose en la fase siguiente, y a la que abrirían sus puertas esas nuevas construcciones, al tiempo que cabría también sospechar probables reformas en las construcciones de la fase inicial o fase I, como pudiera ser la apertura de nuevos vanos en aquellas fábricas de las unidades de ocupación que tuviesen contacto con la incipiente calle ahora creada, en cuanto que, probablemente, en función de ella se comenzaría a estructurar en este momento esa actividad vital del poblado. II.2.1.c Fase III En esta nueva fase la ordenación de las construcciones ahora edificadas responden ya a una verdadera traza ortogonal, aunque condicionada tanto por las edificaciones de las fases anteriores todavía en uso, como por la propia topografía del terreno. Traza ortogonal en la que su eje rector va a ser una calle a la cual se abren las puertas tanto de las nuevas estancias, como las de la fase anterior con su incipiente espacio de tránsito. Es, quizás, en esta nueva fase cuando una construcción de esquinas redondeadas de la unidad de ocupación C –construcción 12– conocería no sólo un refuerzo de su fábrica a nivel de cimentación, sino también la sobreelevación de su pavimento hasta la cota de la calle exterior. Y puede que también en este momento, o quizá ya en la fase anterior, la nueva ordenación motivase la apertura, en esta construcción, de un vano hacia dicha calle en cuanto estructuradora de 34


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Planta de las construcciones de la fase III

una manera ya muy evidente de la actividad vital del poblado. La ordenación ortogonal característica del mundo romano va a ser ahora una realidad plena en la que además se generalizan los muros medianeros compartidos entre las diferentes construcciones. Una ortogonalidad en la que su eje mayor va a coincidir con la traza longitudinal de dicha calle mientras que los ejes transversales vendrían dados tanto por el brazo menor de dicha calle en su tramo inferior, como por la canella situada al norte del espacio 12 y procedente del probable espacio no construido y destinado a permitir la circulación perimetral por el lateral oeste de la plataforma del poblado. Los nuevos criterios de ordenación espacial –ortogonalidad- supondrán además que siempre el acceso a estas nuevas construcciones se produzca desde la calle central, mientras que a nivel constructivo las nuevas construcciones verán primero edificados sus muros perimetrales –a veces comparten medianeros con construcciones de las fases anteriores– para luego producirse su compartimentación interior. En esta fase se produce, pues, un desarrollo de acuerdo con un trazado previo donde el elemento articulador está representado por los espacios de tránsito o calles y dado su importante papel organizador, éstas conocerán también obras tendentes a garantizar su plena conservación y uso, como puede ser, por ejemplo el desarrollo sobre el eje mayor de dicha calle de una canalización de drenaje destinada a recoger las aguas pluviales de las diferentes construcciones cuyos tejados caerán ahora hacia este nuevo elemento organizador.

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Ya veíamos en la fase anterior cómo los muros de las construcciones y sus consiguientes zapatas de cimentación tenían también un claro carácter acondicionador /modificador de la topografía natural del terreno. Realidad ésta que será más intensa en esta nueva fase donde las construcciones se disponen claramente de manera escalonada o aterrazada, al tiempo que los espacios de tránsito van a servir para atenuar o suavizar ese escalonamiento lo que, en síntesis, supone un mejor dominio de los condicionamientos naturales o topográficos. La planificación del crecimiento del poblado de acuerdo con criterios de ortogonalidad permitirá a su vez el desarrollo de construcciones en las que la complejidad constructiva es evidente, y una buena muestra de ello la tenemos en la edificación 8 –con acceso desde la calle mediante escalones de bajada– donde el proceso constructivo conllevó intensos trabajos de repicado y desbastado de la roca granítica que condicionaba su utilización interior. En síntesis, para esta fase podemos señalar como los muros de las construcciones se trazaron siguiendo una orientación común, desarrollada sobre un espacio amplio o lo que es lo mismo, de acuerdo a una planificación de diseño ortogonal, propia ya del mundo romano. Planificación que, en algunos casos supondría reaprovechar parcialmente estructuras ya fuera de uso como zapatas de cimentación, mientras que en otros, una parte considerable de construcciones de unidades de ocupación hasta este momento todavía en uso, sufren procesos de arrasamiento y sellado por los pavimentos pertenecientes a las nuevas estancias construidas. Arrasamiento que, a su vez, se amortiza como material de nivelación y drenaje, destacando en ese sentido la importante cantidad de fragmentos latericios presentes en la nivelación de la calle que, al tiempo, vería así facilitado su drenaje interno. II.2.1.d Fase IV En esta fase es cuando el poblado adquiere la configuración definitiva hasta su abandono a mediados del siglo II d.C. y como actuaciones constructivas más importantes debemos señalar, en primer lugar, la ampliación en superficie del espacio construido relacionado con la construcción rectangular de esquinas redondeadas que cierra la plaza en su tramo superior. Es entonces cuando, anexo a ella por el SO, se crea un espacio cerrado y cubierto con morfología próxima al cuarto de círculo, probablemente relacionado con funciones de almacenaje. En segundo lugar, también en relación con este nuevo espacio cerrado 36

Vista general de la construcción 1.a


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Planta de las construcciones de la fase IV

Zapata de cimentación de la estancia 2

y con el anterior, tiene lugar la construcción de un pórtico delantero a dicha estancia rectangular, y dispuesto con respecto a la traza de la calle –que en esta zona se convierte ya en plaza– en perfecta ortogonalidad. A través de este porche se intentaría, pues, enmascarar la orientación no ortogonal de la estancia situada tras dicho pórtico, o lo que es lo mismo regularizar el aspecto de este conjunto de construcciones creando un nuevo eje “pantalla” de tipo ortogonal. Es, pues, probable que este conjunto de cuatro construcciones y un pórtico que cierran la plaza por el este y por el norte y que parecen articularse también con dicho pórtico, conformasen una única vivienda. Al oeste de la calle, también en este momento se cierra otro espacio abierto entre dos construcciones de planta rectangular muy regular. Construcciones de las cuales solamente una de ellas presentaba un hogar, por lo que es probable que las construcciones comprendidas entre el límite superior de la calle, en su lateral oeste, y la canella transversal a dicha calle conformasen otra nueva vivienda compartimentada en cuatro espacios. La regularización de un retranqueado existente en el límite Este de la

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calle delantero a la estancia 2 motivará una nueva delimitación de lo construido en esta zona, de tal manera que la construcción 3 se verá ampliada hacia el sur al tiempo que su nueva delimitación se dirigirá desde su vértice antiguo hacia el vértice de la construcción con esquina redondeada que creó la calle en su comienzo por el SO. Una regularización del retranqueado preexistente que a su vez supondrá no sólo la ampliación de la estancia 2 hacia el oeste sino también una nueva pavimentación de ésta con una cota sensiblemente superior a la inicialmente presentada. Y nuevamente este grupo de 5 estancias que ocupan el espacio existente desde el brazo corto de la calle y el comienzo de la plaza, probablemente conformarían otra vivienda, cuyo hogar se localizaría en un espacio que además presentaba dos molinos in situ. Finalmente, en esta fase se va a cerrar el espacio que en la etapa anterior tenía carácter abierto y por el que discurría, curvando a SO, el canal de drenaje de la calle. Y si tenemos en cuenta la lógica disposición de vertientes de los tejados en esta zona, cabe sospechar una cubierta con caída hacia la calle y con disposición en L, por lo que nuevamente el conjunto de cinco construcciones que ocupan el sector situado al SO de la calle, probablemente correspondiesen todas ellas a una única vivienda coincidiendo con la última fase de vida del poblado.

II.2.1.e Fase V Tras su abandono, el entramado urbano conocería un momento más. Con sus estructuras ya, cuando menos, parcialmente caídas y arruinadas, se produciría un proceso de reaprovechamiento, especialmente, de elementos arquitectónicos bien labrados o trabajados para su amortización o reutilización en construcciones que durante este momento, coincidente con la etapa bajoimperial, se estuviesen levantando o modificando en el nuevo poblado construido a los pies del castro por su lado norte. Eso explicaría, pues, la importante ausencia, por ejemplo, de elementos pétreos labrados relacionables 38

Hoyo practicado en la fase V


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con los vanos de acceso a las construcciones, y además no podemos olvidar que el espacio donde cabría situar dichos vanos conocerá en algunos casos la realización de agujeros a los que se vinculan claramente materiales bajoimperiales y que funcionalmente debemos poner en relación, cuando menos, con ese reaprovechamiento de materiales constructivos de buena labra.

II.2.2. Descripción de las construcciones y espacios de tránsito II.2.2. a. La calle o eje central del tejido constructivo El entramado arquitectónico que hoy, con cierta amplitud o extensión, podemos contemplar en la zona superior del castro, en su sector oeste, guarda relación con la última etapa de su vida, y es, a su vez, consecuencia de un largo proceso de ocupación y reocupación del espacio castreño, utilizando estructuras preexistentes y creando otras nuevas, pero en ambos casos, articuladas internamente a partir de una calle central, que desemboca en un espacio más amplio, a modo de pequeña plaza, con estancias a ambos lados. Calle central cuyo esbozo o traza inicial debió, sin embargo, estar condiVista general de la calle

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cionada por el desarrollo de las viviendas o unidades de ocupación ya entonces existentes y relacionables con la primera fase de vida del castro, que, en cambio, se verán parcialmente anuladas y destruidas cuando la calle en todo su discurrir adquiere esa disposición ortogonal. Una de las grandes sorpresas que nos deparó la campaña de excavación fue, sin duda, el hecho de coincidir la zona a excavar con el desarrollo, en toda su amplitud, del elemento que iba a vertebrar la organización interna de este sector del poblado. Elemento que no es otro que esta calle o espacio de tránsito a partir de la cual, desde entonces, se estructuraba toda la actividad vital en la zona. Por eso al ser dicha calle la vía interior de circulación del conjunto construido, la totalidad de las construcciones que jalonan su trayectoria van a disponer de un acceso directo a dicha vía. Durante la fase II los muros de las edificaciones se comienzan a levantar a partir de cuidadas zapatas de cimentación que son además verdaderas estructuras aterrazadas destinadas a cortar la ladera mediante muros perpendiculares. Se crean así diferentes plataformas artificiales destinadas no sólo a acoger la instalación de las viviendas, sino también la traza de los espacios públicos que, precisamente, por dichas obras de aterrazamiento van a ver suavizada la pendiente natural del terreno. Es así que la calle cen-

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Infografía de la calle


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tral a lo largo de sus algo más de 21 metros de longitud o, lo que es lo mismo, entre su inicio y el comienzo de la pequeña plaza salva un desnivel de 1’50 m., mientras que en la pequeña plaza ese desnivel hacia el sur es sólo ligeramente superior a 1 m. El acceso a este conjunto constructivo articulado por medio de esta calle se realizaría, principalmente, desde el sector SE de la zona excavada, donde tendría su comienzo la calle, aunque a ella también se podría acceder a través de un estrecho callejón de 0’60 m. de ancho que, discurriendo entre las construcciones 12 y 13, desembocaría en su zona media por el lateral oeste. El origen de dicho callejón, en cambio, debemos relacionarlo con un posible espacio no construido, con disposición paralela al límite exterior oeste del castro en esta zona; espacio no construido que, destinado a la circulación perimetral, debió ser además, como ya señalamos, el destinado a articular la ordenación constructiva de las viviendas más antiguas correspondientes a la fase I. La calle con forma de L ligeramente arqueada en su brazo mayor –motivada por la necesidad de adaptarse a estructuras preexistentes– presenta, pues, a lo largo de sus algo más de 21 m. dos tramos bien diferenciados. Por una parte el tramo inicial, coincidente con su brazo corto, discurre en llano. Por otra, el brazo largo, coincidente con sus tramos medio y final discurre en suave pendiente, solamente incrementada coincidiendo con la embocadura hacia la pequeña plaza. Tramos, en todo caso, que en cuanto a anchura también nos muestran diferencias: así frente a los 1’60/1’70 m. de ancho en el tramo superior, en el medio, la amplitud se reduce a poco más de 1 m., para finalmente en el inferior o inicial oscilar entre los 0’90/1’20 m. Con cota ascendente hacia el norte, la calle en su tramo superior desemboca en una pequeña plaza de planta rectangular, abierta o comunicada con la calle por el SO y con unas dimensiones muy similares a las de la construcción 15 que la delimita al oeste. Su construcción estaría, pues, delimitada tanto por la trama constructiva preexistente como por una topografía natural de ladera con caída a O y S que ahora se va a ver suavizada. Y dominante sobre la pequeña plaza al tiempo que cerrándola por su parte superior, nos encontramos con una zona porticada añadida a una gran construcción de esquinas redondeadas. Zona porticada de la que, además de su morfología, su mejor evidencia es la presencia de una pequeña piedra conservada in situ, asentada parcialmente sobre un muro ya anulado o preexistente, y con un ligero rebaje interior destinado a servir de apoyo a un pie derecho sobre el que asentaría la armadura cubierta de dicho espacio porticado. Los límites o laterales de la calle están constituidos por las zapatas de cimentación de las diferentes construcciones que son además verdaderos aterrazamientos de la ladera. La calle tiene, pues, también la misión de comunicar las diferentes plataformas mediante un suavizado de la pendiente y puesto que su configuración como elemento articulador del tránsito es el resultado final del proceso de construcción de espacios nuevos y de la reutilización o eliminación de otros preexistentes –como, en este último caso, sucede especialmente en el tramo inferior y plano de la calle–, es 41


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por ello que su estratigrafía resulta compleja y poco uniforme. Pero, en todo caso, esa plataforma que es la calle y que, con suave pendiente, conexionará las restantes plataformas, va a aprovechar para su conformación material constructivo –por lo tanto ahora amortizado o reutilizado como relleno- tanto pétreo como cerámico, entre el que porcentualmente destacan los fragmentos de tégulas. La calle debía de presentar en todo su trazado una pavimentación pétrea, solamente bien conservada en la zona de acodamiento, así como en el lateral del tramo inicial, en donde se usan para tal fin elementos arquitectónicos reutilizados. Es también en esta área donde nos muestra una canalización subyacente, de sección rectangular (0 22 m. de alto por 0 12/0 14 m. de ancho) conformada por lajas en todos sus laterales, que discurre desde la zona de acceso a la estancia 11 hacia el SO fuera del conjunto habitacional. Completa esta canalización en el tramo superior de la calle, casi ya en contacto con la plaza, un rebaje de 0 11 m. de ancho practicado en la roca en el sentido de la calle a lo largo de algo más de un metro, que enlazaría con la canalización subyacente. Abandonada esta zona del poblado y con sus estructuras ya, cuando menos, parcialmente caídas, el tramo inferior de la calle coincidente con la zona de acodamiento conocería la realización de dos grandes agujeros, probablemente relacionados con el expolio de elementos constructivos de tipo arquitectónico bien labrados o trabajados para su posterior amortización. Agujeros a los que se vinculan no sólo potentes manchas de carbones y

Detalle de la canalización

Detalle de la canalización tallada en la roca

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Detalle del empedrado en la calle

Cuentas de ojos

cenizas contenidas en su interior –muestras orgánicas de las que, en el momento actual, todavía carecemos de cronología–, sino también diversos materiales de clara filiación bajoimperial, por lo que es probable que dichos agujeros tuviesen una relación directa con ese aprovechamiento de piedra bien trabajada y probablemente ahora amortizada en alguna de las construcciones del asentamiento bajoimperial situado a los pies y al norte del recinto castreño, que ya abandonado formaría parte de su hábitat natural e inmediato. La cultura material a nivel vítreo presenta en la capa superficial fragmentos de botellas cúbicas o prismáticas junto a otros claramente vinculables a cuencos tardorromanos de color verde musgo y borde en cabeza de cerilla. Sellados, en cambio, por el derrumbe de las fachadas de las construcciones hacia la calle aparecen también varios fragmentos de bordes correspondientes a botellas prismáticas y, en el vértice SE de la plaza, también selladas por dicho derrumbe, cinco cuentas de ojos de pasta vítrea. Por su parte, si nos referimos a la cerámica de lujo, en ese mismo estrato conocemos varios fragmentos de terra sigillata hispánica (TSH) Drag. 35 lisa. En lo tocante a la cerámica común observamos que en este lugar de tránsito, de encuentro y relación entre las distintas estancias que configuran este espacio, el recipiente cerámico mejor representado, en cuanto a número de ejemplares, es la olla, destacando sobre las demás formas que la acompañan.

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A nivel superficial la presencia de esta forma es importante, pero lo es más, en el nivel de derrumbe y principalmente en el nivel de uso de la calle. Se trata de recipientes de tamaño medio, medio-grande, entre los que existen formas intermedias, en ellas se observa una tendencia a preferir los bordes con perfil en “s”, uniformidad de color gris entre las pastas y las superficies, y una mayor presencia de síntomas de exposición al fuego, en las ollas de tamaño más reducido. En las de mayor capacidad, los bordes comunes son los facetados, la pasta y las superficies interiores, son generalmente grises, y la superficie exterior adquiere una tonalidad ocre claro, presentando en muy pocas ocasiones síntomas de exposición al fuego. Por tanto, por un lado las pequeñas diferencias morfológicas y técnicas y sobre todo, el diferente tamaño del recipiente, van a determinar el empleo de estas ollas para un determinado uso. Si las ollas de tamaño más reducido eran utilizadas, además de en funciones auxiliares en la cocina, en contacto directo con el fuego, como lo demuestran los restos carbonizados adheridos sobre sus paredes, las de mayor capacidad se destinaban al almacenaje de distintos productos y provisiones. La ubicación de las primeras, sería fundamentalmente la cocina, aunque pudieran encontrarse en cualquier lugar o rincón, desempeñando una función auxiliar. Mientras las grandes ollas, tendrían un lugar prefijado, debido a la dificultad de moverlas, principalmente cuando se encontrasen llenas, siendo un lugar adecuado, la despensa o incluso a la entrada de las estancias, como extensión o ampliación del espacio interior. Las vasijas piriformes de borde cóncavo, son la segunda forma en importancia en la calle. Su presencia más notable, se concentra en el nivel de derrumbe y en su nivel de uso, mientras que en los demás niveles, es muy reducida. Vemos pues que, acompañan a las ollas en los mismos niveles en que estas son más abundantes; a excepción del nivel superficial, en que las vasijas piriformes no aparecen y las ollas, sin embargo, suponen una muestra considerable, debido a que éstas desempeñan funciones más diversificadas y su presencia es general por todo el yacimiento. Esta coincidencia de niveles entre las vasijas piriformes y las ollas, no es casual, sino que demuestra que ambos recipientes estaban directamente relacionados con la actividad cotidiana que se desempeñaba en la calle. Si en el caso de las ollas podemos determinar la función para la que eran empleadas, no ocurre lo mismo con las vasijas piriformes, cuyo diseño poco práctico, sus grandes 44

Olla cerámica de la calle


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Planta general de las estructuras excavadas

diferencias de tamaño y los escasos restos de quemados en sus paredes, no indican un uso concreto de estas piezas. A mucha distancia de los dos tipos cerámicos anteriores se encuentran las fuentes/tapaderas presentes en todos los niveles, a excepción del superficial, pero en cantidad bastante reducida. El mayor número de ejemplares, aunque sin destacar demasiado, se concentra en el derrumbe y principalmente en el nivel de uso. Estos amplios recipientes se empleaban en la cocina para tostar diversos productos o alimentos sólidos. Así, si en las ollas se realizaba la transformación de los alimentos mediante su cocción en un medio líquido, en las fuentes/tapaderas se trabajaba con productos o alimentos sólidos, tostándolos o asándolos. Estos últimos recipientes guardan relación –aunque exista entre ellos una gran diferencia cronológica– con un plato/fuente hallado sobre el pavimento de la calle, que imita la producción rojo pompeyano. Sus características morfológicas y sobre todo técnicas, obedecen a una evolución, hacia nuevos hábitos en el proceso de elaboración de las comidas. Existen pequeños testimonios relacionados con el transporte y trasvase de líquidos. Son fragmentos de asas planas, que presumiblemente correspondan a jarras, bordes moldurados de cántaros y jarritas de barro gris, cuyo reducido tamaño, en este último caso y en general buena facturación, parecen querer indicar, que formaban parte de la vajilla de mesa. Muy reducidos son también los fragmentos que nos hablan de la comercialización de distintos productos llegados a Santomé del exterior, contenidos en las ánforas y de la aceptación de nuevos hábitos culinarios, esencialmente romanos, como lo es el empleo del mortero.

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Por último indicar que el estudio del material hallado en la calle, no sólo guarda relación directa con ella, sino que a la vez presenta una estrecha relación con la actividad cotidiana que se desarrollaba en el interior de las diferentes estancias que la delimitan y configuran.

II.2.2. b. Las construcciones al este de la calle II.2.2.b.1 Construcción 1 Si nos situamos en el acceso principal a la calle interior, en el sector SE del conjunto construido, nos encontramos en primer lugar, con una construcción –la 1– de planta trapezoidal y muros rematados en ángulo recto, excepto en la esquina SO, redondeada al exterior por coincidir con el acodamiento de la calle. Esta construcción, cuya edificación debemos vincular estratigráficamente con la fase III, presenta doble fachada paralela al trazado de la calle, mientras que por el norte su límite resulta de adosarse a la ya entonces preexistente estancia 2, si bien es cierto que la relación con ella viene dada, en su mayor parte, por compartir ambas construcciones un muro medianero. El lienzo sur de esta construcción va a anular un muro preexistente relacionable con la fase II, y por ello tan sólo conservado de manera parcial –hoy no contemplable– bajo el pavimento de la calle en ese tramo inicial. En esta construcción, cuyos muros presentan una altura conservada entre 0’35 y 0 70 m. y un grosor entre 0 44-0 47 m., debemos distinguir dos estancias compartimentadas por un tabique medianero transversal donde se abre también, en su extremo norte, un vano de 0’80 m. de ancho hacia esa estancia interior, con solera in situ de granito bien trabajado pero sólo parcialmente conservada. Estancias, la primera de las cuales con menor superficie, abriría su puerta hacia la calle sobre la fachada menor, actuando probablemente como recibidor de la estancia mayor. En la estancia mayor nos encontramos con una laja granítica delimitando un hogar con su correspondiente pavimento enrojecido, sin embargo el hecho de aparecer in situ, dispuestos paralelamente al límite sur de la estancia, dos molinos circulares completos –con sus pies y muelas– parecen dejarnos entrever su posible especialización funcional relacionada con la trituración de cereal y consiguiente almacenaje; máxime si, además, como veremos más adelante, aparecen asociados a recipientes cerámicos de gran tamaño probablemente destinados a esa contención de cereal. 46

Vista de la construcción 1.a desde el Este


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Molinos in situ de la construcción 1

Infografía de los molinos

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Esta estancia, frente a la de menor tamaño, presenta un pavimento muy cuidado conformado por una potente capa de xábrego muy compactado e igual de cuidado se nos presenta el asiento de dichos molinos en cuanto que se recurrió a un rebaje del pavimento adaptándolo a la morfología circular de los pies de molino para así facilitar su encajamiento y asiento, donde como fondo nos encontramos igualmente con fragmentos de tégula ahora reutilizados como calzos de nivelación. En lo que respecta al material cerámico de la estancia 1.a, la mayor concentración de cerámica común, no sólo en cuanto a número de fragmentos, sino también en cuanto a representación de tipos cerámicos diferentes, se produce en el nivel de derrumbe. Por un lado cuatro recipientes de gran tamaño, de los que hemos podido conocer una gran parte de su forma. Dos de ellos se incluyen en las vasijas piriformes de borde cóncavo, una en la forma principal y la otra en su variante. Las dos restantes son ollas, una de ellas de borde facetado. Estos recipientes fueron hallados próximos al muro sur, al lado de los dos molinos circulares completos ya citados y en posición para ser utilizados, hecho que parece indicar que esta estancia 1.a estaba dedicada a la transformación de distintos productos, previsiblemente cereales, contenidos en estos grandes contenedores como excedentes de la producción agrícola. Menor presencia tienen las fuentes/tapaderas, las jarritas de barro gris y las ánforas. Sobre el pavimento de la estancia, igual que ocurrió en el nivel de derrumbe, son las ollas las que predominan, con bordes facetados y pastas y superficies ocre claro. Mención aparte lo constituye un fragmento de fuente, que permite la reconstrucción completa del perfil. El borde-cuerpo es oblicuo, con decoración de acanaladura sobre el labio y la base plana. La pieza se completa con 47


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al menos una pequeña asa de sección plana e implantación vertical. Es de reseñar también, en cuanto a cerámica fina, la presencia de un fragmento de TSH Drag. 27 en relación con el nivel de derrumbe de los muros de la construcción. Respecto al material de la estancia 1.b, debemos señalar previamente, como dicha estancia fue descubierta y definida prácticamente en su totalidad durante la campaña de excavación de 1995. Tan sólo la eliminación de un testigo que enmascaraba el muro O de la construcción proporcionó en su nivel superficial varios fragmentos de TSH, uno de una Drag. 39 decorada y otro de una Hisp. 37 con borde en almendra. En cuanto a la cerámica común, la mayor parte de las piezas corresponde a ollas, con bordes exvasados, facetados, de perfil en “s” y, tan sólo una de ellas, de pasta y superficies anaranjadas, de amplio diámetro de abertura, posee borde reentrante. Sobre el pavimento de esta estancia, se localizaron varios fragmentos que recomponen la mayor parte del perfil de una ollita de borde vertical y cuerpo elipsoide, de pasta y superficies ocre claro y paredes delgadas, que va decorada con incisiones verticales practicadas sobre una moldura convexa. II.2.2.b.2 Construcción 2 Ascendiendo por este mismo lateral de la calle nos encontramos con esta construcción cuya edificación inicial debemos relacionar con la fase II, si bien será en un momento posterior –coincidente con la fase IV– cuando mediante un proceso de reforma adquiera la delimitación actualmente visible; reforma, por otra parte, estrechamente relacionada con la que también sufrirá la inmediata construcción 3 que, durante esa fase IV, verá ampliada su superficie hacia el sur a costa de reducir la correspondiente a la construcción 2 de su etapa inicial. Esta construcción, en su planta actual, durante la fase IV –aunque aprovechando los muros S y E de la fase II–, conforma un espacio de planta rectangular en el que sus medidas interiores oscilan entre los 4’92/5’15 m. del eje mayor O-E frente a los 2’28/2’44 m. del eje menor N-S. Dispondría también, con esa planta, de entrada independiente en uno de sus lados menores paralelo al trazado de la calle y, aunque no 48

Construcción 2


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Cerámica común de la estancia 2

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se conservaba en el momento de la excavación evidencia alguna de solera, sin embargo sí podemos inferir por la altura de las fábricas conservadas en las esquinas de este lateral la zona de su colocación coincidente con el tramo medio de dicho lado menor. Los muros, con esquinas acabadas en ángulo recto, presentan una anchura de 0 44-0 48 m. –en la zapata situada más al oeste esa amplitud llega a los 0 60 m.– y en los alzados nos encontramos con alturas que desde los 0 05 m. llegan a los 1 10 m. En cuanto a los materiales, respecto a la cerámica común, en la capa húmica están presentes las ollas, las fuentes/tapaderas y las vasijas piriformes de borde cóncavo. En el nivel de derrumbe se da una mayor presencia de ollas mientras que las jarras son la segunda forma en importancia y en menor proporción están presentes las vasijas piriformes de borde cóncavo. El escaso material cerámico del nivel de uso superior se reduce a un fragmento de cuerpo con cordón aplicado y a un fragmento de borde de vasija piriforme de borde cóncavo. Formando parte del alma del pavimento superior de la estancia, se recogieron cuatro fragmentos cerámicos que se reparten entre las vasijas piriformes de borde cóncavo y un borde de jarra. En el nivel de uso, correspondiente al pavimento preexistente, la presencia de ollas es ligeramente mayor que en los niveles anteriores. La pieza de mayor tamaño, de pasta y superficie gris oscura, posee cuerpo de tendencia esférica, base plana y asa en cinta y muestra una decoración de líneas convergentes incisas. Acompañando a estas ollas, un fragmento de cuerpo de vasija piriforme de borde cóncavo y varios fragmentos de asa y borde de fuentes/tapaderas, uno de ellos perteneciente a una fuente de asas interiores. Con este nivel de uso preexistente debemos relacionar también la aparición de un fragmento de vidrio opaco, de color azul ultramar y con restos de pulimento a torno. Respecto a las cerámicas finas, solamente en relación con el derrumbe de los muros correspondientes a la fase IV nos encontramos también con un fragmento de TSH lisa Drag. 27 cuya cronología cabe situar entre el 80 d.C. y mediados del siglo II d.C. También en la estancia 2, correspondiente al derrumbe del muro sur medianero entre las construcciones 3 y 2 y al consiguiente alma del pavimento de la primera estancia, se documentó TSH sin forma y cerámica de paredes finas tipo cáscara de huevo, enmarcable en las épocas de Tiberio-Claudio; material 49


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que estaría pues ya amortizado conformando ese alma del pavimento de la construcción 3 y que posteriormente al ceder el muro medianero se depositaría sobre la construcción 2 situada a una cota inferior. Sin embargo, en esa misma capa nos encontramos a nivel numismático con un antoniniano de Galieno cuya presencia debemos poner en relación con el derrumbe natural o quizás, ya intencionado, de dicho muro medianero para proceder a amortizar la mayor parte de su fábrica escasamente conservada en el momento de su excavación. II.2.2.b.3 Construcción 3 Esta construcción, localizada al norte de la anterior y a una cota más elevada, conoció su primera edificación durante la fase II, adquiriendo entonces una planta pseudorectangular con paredes de tendencia rectilínea, en la que sus medidas interiores oscilan entre los 6 75/6 60 m. del eje mayor NE-SO frente a los 5 40/4 80 m. del eje menor O-E. Dentro de ella debemos distinguir dos estancias separadas por un tabique interior: la estancia 3.b de 4 80 x 3 40/2 60 m., y la estancia 3.a de 5 30 x 3 00 m. en su interior. En esa primera fase ambas estancias tendrían una superficie próxima. Sin embargo, esta construcción en la estancia 3.a sufrirá durante la fase IV un proceso de ampliación hacia el sur, a costa de reducir el espacio inicialmente ocupado por la construcción 2. Los límites O y S de esta construcción 3 durante la fase II se relacionan con zapatas de cimentación de 0 60 m. de ancho, con esquinas en arista destinadas no sólo al asiento de los muros respectivos sino también a aterrazar la ladera mediante plataformas sobre las que se instalarán las respectivas viviendas; plataformas cuya comunicación y diferencia de cota se suaviza a través de los espacios de tránsito. Pero en el caso de la zapata O podemos observar además como su inicial orientación se ve obligada a modificarse ante la proximidad de la construcción 12 ya entonces edificada. Eso explica, pues, que en la zona media de la fachada menor de la estancia 3.a la alineación inicial NO-SE se vea corregida hacia el S para así discurrir en paralelo a la construcción 12. Los muros de esta construcción, con ángulos acabados en esquinas rectas, presentaban alturas comprendidas entre la cota de pavimento y los 0 60 m., en lo que respecta a la estancia 3.b, mientras que en la estancia 3.a su delimitación O y S tan sólo conservaba ya las zapatas de cimentación. Eso explica, pues, que en esta estancia 3.a ante la inclinación y erosión del terreno, el alma de su pavimento, conservada de manera muy irre50

Construcción 3


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Construcción 3b

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gular, contactase ya con la capa superficial. El muro Este de la estancia, por su parte, se levantaba parcialmente sobre la roca trabajada. Los accesos a estas dos estancias se abrían de manera independiente a la calle sobre sus fachadas menores y, mientras en la estancia 3.b ocuparía una posición central sólo ligeramente desplazada hacia el norte –o casi frontal o paralela al rebaje existente sobre la roca granítica en el tramo superior de la calle–, en la estancia 3.a dicho acceso sí se localizaría también en el lienzo oeste pero ya cerca de la esquina NO aunque separado 0 80 m. de ella. En ambos casos no se conservaban ya evidencias de las soleras, aunque por lo conservado en altura de las fábricas podemos inferir las zonas de su colocación. Los suelos de ambas estancias presentaban un estado de conservación muy diferente. Mientras en la estancia 3.b la conservación de dicho suelo, conformado por una potente capa de xábrego muy compactado y apelmazado, era en general relativamente buena, en cambio en la estancia 3.a y en su mitad sur, éste se encontraba tan sólo conservado a nivel de alma, en relación con el elevado grado de arrasamiento que caracterizaba a sus muros O y S. En la estancia 3.b debemos además señalar como el suelo de ocupación, sellado en su mayor parte por el desplome de los muros, se encontraba espe-

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cialmente enrojecido y ennegrecido en el cuadrante SO de la estancia en una zona donde, coincidiendo con el vértice SO, fue parcialmente roto por un agujero probablemente relacionado con la expoliación de elementos constructivos y nuevamente colmatado en época bajoimperial con material mayoritariamente de construcción de carácter pétreo y cerámico. En la capa vegetal de la estancia 3.a aparece TSH lisa Drag. 27 al igual que en el contacto entre la capa anterior y el alma del pavimento, ya muy arrasado por la erosión, lo que explicaría que, en relación con él, nos encontrásemos tanto con materiales amortizados anteriores a la fase IV, como con materiales rodados del nivel de uso de la fase IV y depositados sobre dicha alma e incluso con materiales tardorromanos en relación con el reaprovechamiento de material pétreo: TSH Drag. 37 decorada con círculos concéntricos segmentados, TSH lisa Drag. 35 y TSH lisa sin forma. Junto a ello fragmentos de vidrio incoloro y verde manzana de difícil clasificación y una cuenta de ojos en blanco y azul cobalto sobre fondo verde; así como, a nivel numismático, dos pequeños bronces de Constancio II. Es, sin embargo, importante señalar que en aquella zona donde el pavimento se conservaba sellado por el nivel de derrumbe pétreo, entre ambos estratos se documentó también la presencia de TSH 4, alguna con decoración de burilado. La cerámica común de esta estancia, se compone básicamente de fragmentos de ollas. En la capa húmica se documentan diversas formas cerámicas a través de testimonios únicos, es el caso de las ánforas, de las vasijas piriformes de borde cóncavo, de los cántaros, y de las fuentes/tapaderas. Pertenecen a este mismo nivel dos fragmentos de cuerpo decorados, uno con una serie de mamelones desgastados, acompañados de acanaladuras y otro con un motivo, muy levemente inciso, que recuerda a la espina de pez. En el nivel de uso, las ollas conviven con otros recipientes cerámicos, como las jarritas de barro gris y las vasijas piriformes de borde cóncavo. Como accesorios señalar el hallazgo de media fusayola cerámica de sección bicónica, en el nivel de uso y de dos pondera, prácticamente completos, de sección tronco52

Tegulae sobre el pavimento de la construcción 3

Pondus


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piramidal con sendos orificios que traspasan, hallados entre la costra del pavimento. Directamente sobre el pavimento de la estancia no se recogió ningún fragmento cerámico pero sí en el alma superior del mismo, donde se obtuvieron dos fragmentos de vasija piriforme de borde cóncavo y un fragmento de borde perteneciente a una fuente/tapadera. Por su parte, en la estancia 3.b, en la capa vegetal nos encontramos, en cuanto a monedas, con un antoniniano de Galieno, mientras que a nivel de cultura vítrea, en el contacto entre la capa vegetal y el nivel de derrumbe aparecen fragmentos de vidrio de tonalidad verde musgo de clara caracterización tardorromana. En relación con el nivel de uso de la construcción aparecen, sin embargo, fragmentos de vidrio verde azulado correspondientes a botellas prismáticas junto a un fragmento de cuenco de costillas decorado con líneas incisas al interior en el tramo superior del cuerpo. La cerámica fina nos muestra la presencia de terra sigillata itálica (TSI) Goud. 39 en relación con la capa superficial, donde también son numerosos los fragmentos minúsculos de TSH, mientras que TSH Drag. 4 y 15/17 aparece en relación con el nivel de uso de la construcción sellado por una amplia deposición de tégulas. A su vez, rellenando el gran agujero efectuado en el vértice SO de la estancia, nos encontramos con un fragmento de TSH 4, que cabe relacionar con el arrastre de tierras próximas –del nivel de uso– para así proceder a colmatar más fácilmente dicho agujero. En cuanto a cerámica común, la capa húmica constituye un nivel revuelto por la presencia de un fragmento de cerámica de época contemporánea. Destaca la presencia de las ollas sobre cualquier otro tipo cerámico. Las fuentes/tapaderas, los cántaros y las vasijas piriformes de borde cóncavo están representados por escasos fragmentos. Como formas raras: un fragmento de plato de veintiséis centímetros de diámetro de abertura, de pasta ocre claro, con síntomas de exposición al fuego y un fragmento de cuello de pasta anaranjada con engobe exterior pulido, posiblemente perteneciente a una botella de borde en “l”. Fragmentos de cuerpos que pertenecen a vasijas sin identificar muestran distintas decoraciones, combinación de mamelones, acanaladuras y un motivo inciso que recuerda a la espina de pez. También se localizó una ficha cerámica y dos medias fusayolas planas hechas sobre fragmentos cerámicos reaprovechados. II.2.2.b.4 Construcción 4 Edificada al norte de la construcción 3, es el resultado de cerrar un espacio inicialmente abierto existente entre las construcciones 3 y 5. Presenta una planta rectangular con paredes de tendencia rectilínea, en la que sus medidas interiores oscilan entre los 3 60 m. del eje mayor NE-SO frente a los 3 00 m. del eje menor. Los muros alcanzan alturas comprendidas entre la cota de pavimento y los 0 90 m., mientras que las anchuras variaban entre los 53


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0 40/0 42 m., pero especialmente llamativo es su muro E parcialmente levantado sobre la roca trabajada que alcanza una altura máxima de rebaje y tallado de 1 05 m. respecto al pavimento. Su único vano hacia la plaza se abriría sobre su fachada mayor O, coincidiendo con la zona media del lienzo. En el momento de su excavación ya no conservaba evidencias de su solera, sin embargo las hiladas situadas por encima de la cota del suelo de la estancia tanto en el extremo N como en el S de dicho lienzo O nos permiten inferir su colocación en el sector medio de dicho lienzo, aunque sin poder determinar exactamente su amplitud. En el interior de la construcción nos encontramos con un piso de xábrego muy compactado, especialmente sellado en su mitad norte por el desplome de los muros. En esa mitad norte se encuentra también un hogar de planta cuadrangular ligeramente superior a 1 m., delimitado por dos gran-

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Construcción 4 en proceso de excavación

Hogar y cenicero de la construcción 4


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des lajas en sus laterales N y O, actuando esta última de límite de un cenicero o borralleiro, a su vez delimitado por el lienzo oeste de la estancia y por dos tégulas clavadas verticalmente sobre el suelo de xábrego muy compactado y enrojecido. Borralleiro que en el momento de su excavación conservaba además un potente nivel de cenizas concentradas, lo que nos pone de manifiesto la correcta ubicación del hogar al abrigo de las corrientes de aire procedentes de la puerta. El vidrio está representado en la capa vegetal por un fragmento del tránsito cuerpo-cuello de una botella prismática de tonalidad verde-azulada. La cerámica común se concentra en los dos primeros niveles. La capa vegetal aporta una reducida muestra cerámica, referida exclusivamente a las ollas y a las fuentes/tapaderas. El nivel de derrumbe aportó, sin embargo, una gran cantidad de dicho material cerámico, existiendo representación de la mayoría de sus tipos:

Fuente con borde bífido

ollas, como el recipiente más habitual, fuentes/tapaderas, un fragmento que permite la reconstrucción del perfil de una fuente de pared incurvada, base plana y borde bífido, vasijas piriformes, jarritas de barro gris y cántaros. Las fuentes con engobe interior rojo o incluso los platos son escasos. Dos fragmentos de cuerpo, de difícil asignación tipológica, conservan decoración. Mamelones asociados a finas molduras convexas y círculos delimitados por acanaladuras realizados sobre engobe rojo. Así mismo, se localizaron dos fichas y una fusayola planas, realizadas sobre fragmentos cerámicos reaprovechados y una pesa con orificio que traspasa realizada en una piedra esquistosa plana. II.2.2.b.5 Construcción 5 Se encuentra en el extremo NE de la plaza, conformada por un espacio de tendencia cuadrangular (2 80/2 65 x 2 45 m. interiores) con esquinas redondeadas al exterior e interiormente rematadas tanto en ángulos irregulares como redondeados, cuya edificación debemos relacionar, dentro del desarrollo del poblado, con la fase I, aunque con posterioridad el lateral O de dicha construcción será el que cree la alineación Este de la plaza. Se trata de una construcción que en sus lienzos norte y este todavía conservaba una alzada considerable, con alturas comprendidas entre los 0 10 y los 0 90 m., y en todo caso sensiblemente mayores a la que, en términos generales, caracteriza a la mayor parte de las estancias excavadas en esta plataforma superior del castro. El ancho de sus muros variaba, a su vez, 55


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entre los 0 40 y los 0 42 m. y en el caso del lienzo Este su aparejo granítico se dispuso directamente sobre la roca trabajada previamente para así recibir el asiento de dicho aparejo. El único vano de la estancia hacia la plaza ocuparía una posición centrada en su lienzo oeste, y si en el momento de su excavación ya no presentaba evidencias de su solera, sin embargo las hiladas conservadas ligeramente por encima de la cota del suelo de la construcción en esa zona media y con disposición nivelada en horizontal, nos hacen sospechar su probable función de asiento de una solera. Los datos arqueológicos nos permiten, pues, inferir su colocación en el sector medio de dicho lienzo, aunque no determinar su amplitud de manera exacta. En el interior de la construcción nos encontramos con un piso de xábrego muy compactado y apelmazado sobre el que es evidente una mancha de carbonización y enrojecimiento coincidiendo con el cuadrante NO de la construcción, que pudiera guardar relación con la presencia de un hogar sin delimitación pétrea. Pavimento de xábrego que estaba también sellado por el desplome compacto de los muros de esta construcción. En esta construcción, sin embargo, lo más significativo a nivel murario viene dado por su fábrica norte, con una fase de obra motivada por el adosamiento 56

Imbricación del muro Oeste de la construcción 6 con la 5


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Al fondo, visión de la construcción 5

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contra ella del muro oeste de la construcción 6. Adosamiento del que no podemos hablar verdaderamente como tal dado que, probablemente debido a las presiones que soporta este muro, se debió considerar como insuficiente la solución de su adosamiento y por ello se recurrió a desmontar parcialmente la fábrica N para así facilitar el encastramiento entre ambos muros y consiguientes construcciones, y evitar futuros problemas de desplazamiento por presiones internas en la construcción 6. Por otro lado, debemos también señalar como entre los datos más interesantes proporcionados por la excavación se encuentra la presencia de fragmentos de tégula de cubierta caídos directamente sobre el pavimento y sellados por el desplome de los muros que, en este caso, nos informan de sus características constructivas coincidiendo con los últimos momentos de uso de la construcción. La cerámica fina está representada en el nivel de derrumbe por TSH Drag. 27, TSH 15/17 tardía, TSH Drag. 36 y por otros fragmentos de TSH de menores dimensiones, mientras que el vidrio lo hace por una ficha de juego de color azul ultramar y por un fragmento de cuerpo de botella prismática verde-azulada. Con respecto a la cerámica común, en la capa vegetal, a excepción de un fragmento, los demás pertenecen a ollas. En el nivel xabreguento o de 57


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comienzo del derrumbe se observa una mayor diversidad formal, aunque a excepción de las ollas, las demás formas tienen una representación muy escasa. El nivel de derrumbe pétreo, por su parte, aporta una presencia muy destacada de las ollas, mientras que las vasijas piriformes y las jarritas grises, mantienen aquí casi un empate, con cinco y cuatro fragmentos respectivamente. Ligeramente menor es la presencia de fuentes/tapaderas y el único testimonio de ánforas lo constituye un fragmento de asa de sección plana, de pasta y superficies amarillentas. En el apartado de decoraciones cabe destacar dos fragmentos de cuerpo que corresponden a vasijas sin identificar: uno emplea un motivo ondulado inciso con una cenefa de círculos, unidos entre sí con ondas a modo de guirnaldas, y el otro combina acanaladuras perimetrales con incisiones verticales. En el nivel de uso, correspondiente al pavimento rojizo se recogieron cuatro fragmentos, dos son de ollas y otros dos de fuentes/tapaderas.

II.2.2. c. Las construcciones del cierre norte de la plaza II.2.2.c.1 Construcción 6 La plaza en la que desemboca la calle se va a cerrar al norte por una construcción de planta rectangular y esquinas redondeadas, edificada durante la Construcción 6

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Compartimentación interior de la construcción 6

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fase I, para durante la fase IV adosarle un pórtico delantero que va a constituir el verdadero límite norte de dicha plaza. La construcción 6, de planta rectangular y esquinas redondeadas al exterior e interiormente rematadas tanto en ángulos irregulares como redondeados, se va a edificar, dentro de la fase I, al N de la construcción 5 y probablemente lo hará mediando entre ambas un espacio de tiempo no muy amplio, aunque el adosamiento sobre la construcción 5 es, por encima de todo, una clara evidencia de una relación temporal de posterioridad sobre lo adosado. Pero mientras el lienzo sur de la construcción 6 se adosa claramente a la esquina redondeada NE de la construcción 5, el lienzo oeste llega a imbricarse o encastrarse sobre su lienzo N. Imbricación y no adosamiento cuya explicación probablemente obedezca a razones mecánicas de presión y distribución de empujes dentro de la propia construcción 6, que por situarse a una cota más elevada y en una zona de ladera pudiera provocar, ante los empujes citados, un posible desplazamiento en su lienzo oeste, más difícil de producirse si las fábricas de ambas construcciones, como verdaderamente sucede, se encuentran imbricadas. El eje mayor de esta construcción, compartimentada interiormente mediante tabiques medianeros que dan lugar a 5 espacios diferenciados, se

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dispone, no cortando las curvas de nivel mediante muros perpendiculares de aterrazamiento, sino adaptándose a ellas –o lo que es lo mismo mediante una traza paralela a dichas curvas–. Sus medidas interiores van de los 8 25 m. del eje mayor a los 3 30 m. del eje menor. Los muros, especialmente bien conservados en los laterales E y S, presentaban alturas máximas comprendidas entre los 0 80 m. y los 1 05 m., mientras que las anchuras variaban entre los 0 40/0 46 m. –excepto en los tabiques medianeros interiores, que oscilaban entre los 0 40/0 42 m. de ancho–. Los suelos de las diferentes estancias estaban conformados por un xábrego muy compacto y apelmazado, tan sólo ligeramente enrojecido en el sector O de la estancia 6.b, sobre el que se depositó el desplome de los diferentes lienzos de muro. En esta construcción, especialmente en su sector meridional, parecen documentarse dos fases de ocupación bien diferenciadas. La más reciente en el tiempo acontecería cuando la construcción estaba ya abandonada y sometida a un proceso de ruina, con carácter cuando menos parcial, puesto que la evidencia arqueológica nos señala como para esta fase reciente el lienzo Este estaría todavía relativamente conservado. Es durante esta fase V, cuando la construcción, parcialmente arruinada, conocería un uso vinculable funcionalmente con una especie de alpendre de obra, cuyo piso de uso simplemente era el resultado de nivelar el derrumbe que hasta ese momento ya se había producido en esta construcción. Probable alpendre que coincidiría 60

Acceso a la construcción porticada


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Derecha: Rebaje en un bloque pétreo para apoyo de un pie derecho Revoco en uno de los muros de la construcción 6

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con el momento en que las ruinas de las construcciones pasan a ser elementos amortizables a modo de cantera, lo que a su vez explicaría esa escasa potencia que, en general, caracteriza a los niveles de desplome de los muros dentro de la mayor parte de la zona excavada. Para conformar ese probable alpendre de obra se reaprovecha lo todavía en pie de los lienzos E y S, sin embargo para su delimitación O se va a edificar, sobre el nivel de derrumbe, un simple murete de mala calidad que ha llegado hasta nosotros conservando una única hilada. Nos encontramos, además, con una delimitación del alpendre que restringe la anchura con respecto a la original de la construcción 6 y en el que también la caracterización constructiva irregular y descuidada en la única hilada conservada no guarda relación con la que caracteriza a los lienzos de la construcción. Este aspecto descuidado e irregular podría ser una evidencia de la temporalidad con la que fue concebido este alpendre o galpón de obra. La segunda fase de ocupación de la construcción guarda relación con su compleja planta rectangular de esquinas redondeadas. En ella lo más llamativo y complejo es su compartimentación interna donde el tabique que separa esta estancia de la 6.b presenta esta disposición para permitir el acceso directo a este espacio desde el exterior. La estancia 6.b presenta igualmente una morfología irregular aunque próxima al triángulo, derivada de la disposición del tabique anterior. Especial singularidad y difícil interpretación es la que presentan los espacios existentes en el sector N de esta construcción, máxime cuando esa compartimentación interior parece estar mediatizada por una relación de sincronía temporal. Pero es, sobre todo, el deficiente estado de conservación de las fábricas correspondientes a los tabiques interiores, arrasadas hasta el nivel de los diferentes suelos, lo que, sin duda, dificulta su interpretación funcional. No debemos, sin embargo olvidar que directamente caídos sobre los suelos y sellados por el desplome de los muros se encontraron diversos fragmentos de tégula que, lógicamente, nos informan de las características constructivas de este edificio en sus últimos momentos de uso. Especial singularidad presenta el vértice SE de la estancia 6.a, ya que todavía con-

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serva restos de revoco de tonalidad ocre. La construcción de la plaza y en especial la edificación de la construcción 15 propiciarán la creación de un ámbito porticado de la construcción 6 con un apoyo pétreo de pie derecho –con rebaje interior de 0 14 x 0 22 m.– que nos permite suponer el carácter cubierto de este nuevo espacio, con caída de aguas hacia la plaza, recogiendo así no sólo las de la construcción 6 sino también las del espacio 7, probablemente creado de manera contemporánea a la construcción de dicho pórtico, al que desde la plaza se llegaría mediante un acceso escalonado. Si nos referimos a la cultura material, en primer lugar, respecto a la cerámica común, en todos sus niveles estratigráficos se constata la existencia de ollas. Las fuentes/tapaderas y las vasijas piriformes de borde cóncavo son las segundas formas en importancia en cuanto al número de ejemplares se refiere. Se localizan preferentemente asociadas al nivel de derrumbe, presentando una frecuencia muy baja en los demás niveles en que se constatan. Otras formas como las jarras, los cántaros, las ánforas o los morteros están también presentes, pero en un porcentaje tan bajo que demuestra un uso poco extendido. Junto a esta muestra cerámica se obtuvo la parte superior de un pondus, una ficha cerámica y una fusayola plana. Entre los vidrios vinculables al nivel de obra, nos encontramos con dos fragmentos, uno correspondiente a un cuenco de costillas de tonalidad verde agua de cronología altoimperial y otro de color verde aceituna relacionable claramente con el mundo tardorromano. La TSH datable entre época flavia y mediados del siglo II d.C. está presente tanto en la capa superficial como asociada al nivel de derrumbe de la construcción. Ya en la zona del porche, en relación con su nivel de derrumbe se localizó un fragmento de cuenco de costillas de color verde agua y decorado con líneas incisas al interior junto a otro perteneciente a un vaso Isings 12. En cuanto a la cerámica fina se obtuvo TSH y un fragmento de lucerna. II.2.2.c.2 Construcción 7 Probablemente su edificación –durante la fase IV– fue contemporánea a la construcción del pórtico delantero que se adosa a la construcción 6. Los muros E y N de esta construcción se levantaron parcialmente sobre la roca trabajada que alcanza una altura máxima de rebaje y tallado de 0 55 m.; muros que presentaban una alzada que oscilaba entre la misma cota del suelo y los 0’35 m. de altura, mientras que su anchura varia62

Cántaro


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Olla

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ba entre los 0 44 y los 0 55 m. (en este último caso en la zapata oeste). El acceso a la construcción se realizaría desde el pórtico a través de un vano existente en su lado menor, inmediato al vértice NE de la construcción 15, donde nuevamente nos encontramos un lienzo con una hilada horizontal conservada hasta la cota del suelo sobre la que se asentaría la solera, si bien de ella no tenemos ya evidencias. En el interior, la construcción presentaba un suelo de xábrego muy compactado y ligeramente enrojecido de manera irregular, sobre el que se depositaba el derrumbe de los muros. La cerámica fina está representada en el estrato correspondiente al nivel de uso por TSI, TSG –ésta última decorada con ovas– y por TSH. En el nivel de derrumbe, por su parte, y con respecto al vidrio, nos encontramos con varios fragmentos correspondientes al cuerpo de una botella prismática de tonalidad verde agua. La mayor concentración de cerámica común está asociada al xábrego y tégulas, que forman el nivel de derrumbe, mientras que el aporte cerámico de los niveles superiores es muy reducido. Las ollas son la forma mayoritaria. Un segundo tipo de recipiente lo constituyen las vasijas piriformes de borde cóncavo que prácticamente se equiparan, en cuanto a número, a las ollas. Las fuentes/tapaderas constituyen la tercera forma en importancia en cuanto al número de ejemplares, mientras que la presencia de otros recipientes es mucho más reducida. El nivel de uso de esta estancia aportó un conjunto menor de fragmentos cerámicos con un esquema muy parecido al anterior.

II.2.2. d. Las construcciones del lateral oeste de la calle II.2.2.d.1 Construcción 8 Si nuevamente nos situamos en el acceso principal a la calle interior, coincidente con el sector SE del conjunto construido por ella articulado, nos encontramos, frente a la construcción 1 con la construcción 8, también, al igual que la anterior, de planta trapezoidal o irregular resultado, fundamentalmente, de adaptarse a la traza de la calle en su brazo menor. Edificada durante la fase III, sus muros rectilíneos presentan esquinas acabadas en arista y su lienzo norte cortó además transversalmente una línea de muro relacionable con la fase II y de la que conservamos tan sólo un pequeño tramo como preexistencia –no contemplable– bajo el pavimento de la calle en este tramo inicial. Particularmente llamativo es también el lienzo Este de la construcción, en cuanto que asienta sobre una roca granítica profunda63


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mente trabajada para actuar como límite de la estancia; roca que en su zona superior conserva el quicio de un vano, por lo que éste se situaría a 0 80 m. por encima del suelo. Este lienzo en el momento de su excavación conservaba, además, algunos restos de revoco. Los muros presentaban en general, respecto a la cota del pavimento, una altura que oscilaba entre los 0 40 y los 0 90 m., excepto el muro sur, muy afectado por el grado de arrasamiento. Es en el extremo occidental de la fachada sobre la calle o fachada mayor donde se localiza el único vano, del que pese a no conservarse la solera sí conocemos su amplitud de 0 65 m. El suelo de la estancia se encuentra casi 0 60 m. más bajo que el nivel de la calle, para lo cual el acceso al interior se realizaría al descender a través de cuatro escalones; estando dicho suelo conformado por una potente capa de xábrego muy compactado y ligeramente ennegrecido en su sector norte en relación con la presencia de un hogar. Del hogar solamente conservamos una laja vertical, dispuesta de manera transversal al lienzo norte de la construcción y al tiempo también en paralelo al eje de la escalera, de tal forma que el interespacio existente entre ésta y dicha laja funcionaría, una vez más, como cenicero o borralleiro, aunque en este caso el nivel de cenizas y carbones a él asociado no era excesivamente potente. El hogar se encontraría, pues, al abrigo de las corrientes de aire procedentes de la puerta. En cuanto a cerámica fina señalar la presencia de TSH Drag. 37 decorada con círculos concéntricos en relación con derrumbe pétreo existente en el interior de la construcción, además de localizarse otros fragmentos de difícil clasificación en relación con la capa superficial donde también aparecen fragmentos de vidrio correspondientes a pequeños cuencos de tonalidad verde musgo y clara filiación tardorromana. En cambio, nuevamente en el estrato conformado por el derrumbe de los muros de la construcción nos encontramos con un fragmento de cuenco de costillas de tonalidad verde agua y con otro fragmento de vidrio incoloro decorado con dos finas acanaladuras. La presencia de cerámica común es baja. Con todo, son las ollas la forma predominante. La mitad de sus fragmentos se concentran en la capa vegetal, junto a varios fragmentos de cerámica vidriada de época contemporánea. Descienden levemente en la capa siguiente, para desaparecer, como ocurre con el resto de la cerámica, una vez que se localiza el pavimento rojizo de la estancia. Los fragmentos de las ollas presentan mayoritariamente perfil en “s”. 64

Construcción 8 en proceso de excavación


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Las fuentes/tapaderas son, numéricamente, la segunda forma en importancia. La presencia de otras formas, como las jarritas grises, es todavía menor. Testimonios más limitados se refieren a cántaros, mediante un fragmento de borde. De las jarras y de las ánforas sólo conservamos dos fragmentos de asas planas y uno de cuerpo. La localización de un fragmento de fuente con engobe rojo interior –cuyas características morfológicas la definen como imitación de las formas en sigillata africana– en el mismo contexto estratigráfico que un fragmento de cuerpo incluido en la variante de las vasijas piriformes de borde cóncavo del que hallamos otra parte en el nivel de derrumbe pétreo acompañada de dos fragmentos de vidrio bajoimperiales, demuestra que en la época a la que corresponden estos materiales, se produjo en esta estancia una alteración en la estratigrafía surgida del derrumbe de los muros de la construcción. II.2.2.d.2 Construcción 9

Canalización bajo la estancia 9

Edificada durante la fase IV va a ocupar un espacio de planta casi rectangular de 3 85/3 30 metros interiores en su eje mayor, paralelo al brazo corto de la calle, frente a los 2 85 m. de su eje menor; espacio que, en todo caso, es fruto de una compleja secuencia estratigráfica y de adaptarse a las construcciones preexistentes y a la traza de la calle central en la intersección entre sus dos brazos. Esta construcción se define por paredes de tendencia rectilínea que alcanzaban una altura máxima conservada de 0 15 m., aunque en términos generales sufrían un elevado grado de arrasamiento, por debajo incluso del suelo de la construcción, como sucedía con el muro correspondiente al lateral sur. La anchura de los muros oscilaba entre los 0 42 y los 0 44 m. y el único vano que desde la calle facilitaría el acceso al interior de la construcción se situaría en su vértice NE, sobre uno de sus lados mayores y aunque no conservaba en el momento de su excavación evidencias de solera, sí podemos inferir su colocación en el único tramo del muro N paralelo al trazado de la calle, posiblemente inmediatamente por encima del canal de drenaje de la calle. 65


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El suelo de la construcción, muy afectado por el grado de arrasamiento de ésta, tan sólo se encontraba bien conservado al pie de su límite norte y estaba conformado por un piso de xábrego muy compactado. Suelo sobre el que, dado el grado de arrasamiento de los muros, apenas se conservaba el correspondiente nivel de derrumbe procedente de su desplome, de ahí que bajo la capa superficial apareciese ya, bien ese suelo de la construcción, bien su alma. Dentro de esta construcción, como elemento más singular, consolidado como tal, nos encontramos con la prolongación de una estrecha canalización pétrea de drenaje que discurre subyacente bajo la pavimentación de la calle central. Esta canalización, precisamente por introducirse bajo el pavimento de la estancia nos está poniendo de manifiesto el probable carácter de espacio público o abierto de esta zona antes de edificarse la construcción, que a su vez es fruto de cerrar el espacio existente entre las construcciones colindantes. Es, sin embargo, importante señalar como el asiento de esta canalización rompe un suelo preexistente bajo ella de xábrego compactado y enrojecido, que a su vez se adosa exteriormente a la estancia 10 –y que, con posterioridad, fue cortado por la edificación de las construcciones 11 y 8- por lo que, cuando menos, durante algún tiempo de la fase I, construcción 10 y pavimento enrojecido debieron ser contemporáneos en cuanto a uso. La canalización, finalmente, coincidiendo con el vértice SE de la construcción 11 gira en curva abierta hacia el SO siguiendo así la caída natural del terreno, aunque su grado de arrasamiento en esta zona hace que tan sólo podamos inferir su lógico discurrir. La construcción 9 es el resultado de cerrar por el norte el interespacio existente entre las edificaciones 7 –esquina SE– y 8 –esquina NO– mientras que por el sur dicho cierre coincide también con el vértice SO de la estancia 8 y con el SE de la estancia 10. Se conforma así un espacio de planta rectangular cuya cota de pavimentación solamente se encontraba bien conservada al pie del límite norte de la estancia, mientras que en el resto la secuencia estratigráfica nos mostraba ya bajo la capa superficial el alma correspondiente al pavimento. Alma que, lógicamente, recubriría también la canalización previamente cubierta en su zona superior por lajas, cabe sospechar, similares a las de su base o asiento, y a medida que nos dirigimos hacia el sur ese alma del pavimento presenta ya una menor potencia en relación con el estado de arrasamiento del muro sur de la construcción, tan sólo conservado ya a una cota ligeramente superior a la del pavimento preexistente cortado por la canalización y por la misma construcción de este lienzo sur. En lo que a material se refiere, en la zona baja, dentro del alma correspondiente al pavimento último de la construcción, nos encontramos con un As de Augusto. Aparece, pues, ya amortizado en el alma del pavimento de la estancia, si bien su vinculación primaria sería con el nivel de uso relacionable con el pavimento rojizo preexistente vinculado a la construcción 10 y posteriormente roto tanto por la construcción de la canalización de drenaje 66


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como por la edificación de los lienzos N, E y S de esta construcción 9. Los vidrios solamente están presentes mediante un fragmento de reducidas dimensiones, tonalidad verde agua y decorado con cinco filetes aplicados, localizado debajo de la capa vegetal y al pie del muro S de la construcción, por lo que estratigráficamente podría vincularse al relleno de la zanja de cimentación para construir este muro, reutilizando para ello tierras próximas. La TSH aparece ya en relación con el final de la tierra oscura superficial, que en algunas zonas incluso rellenaría la oquedad provocada por la falta de xábrego correspondiente al alma del suelo de la construcción. En esa tierra oscura aparecería, pues, un fragmento de TSH Drag. 27, mientras que otros informes se vincularían a las remociones y agujeros de cronología tardorromana. Finalmente, también en relación con un estrato superficial existente en el oeste de la construcción se documentó un fragmento de TSH Drag. 37 decorada con círculos concéntricos. En cuanto a la cerámica común, en la capa superficial se da un claro predominio de las ollas. Otros recipientes, de pasta y superficies grises, son las fuentes/tapaderas, presentes en una proporción mucho menor. En la capa de tierra gris bajo la superficial se observa de nuevo una abundancia de las ollas con bordes de perfil en “s”, fragmentos decorados con cordones y bases planas, en este caso, sin resalte de talón. A continuación, como en el nivel anterior, aparecen las fuentes/tapadera. Las jarras coinciden aquí, en número de ejemplares, con la forma anterior y conservamos de ellas dos fragmentos de borde, uno con pico para verter y un fragmento de asa plana, todos con pastas y superficies claras. Menor importancia poseen las vasijas piriformes, representadas tan sólo por dos fragmentos, uno de ellos de cuerpo con decoración de acanaladuras horizontales y grupos de tres líneas verticales. Sobre el nivel del pavimento superior de la estancia, se obtuvo un material escaso y poco representativo.

Mitad inferior de una jarrita de barro gris

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El alma de este pavimento superior aportó un material interesante, se trata de un grupo de fragmentos que reconstruyen, con dificultad, parte del borde y el cuerpo de una ollita de clara tradición galaica. Posee un borde vertical, cuello cilíndrico y cuerpo de tendencia esférica, decorado con una cenefa perimetral compuesta por “s” estampilladas, situada en el comienzo del cuerpo de donde parten grupos de tres líneas verticales de trazo muy fino. Esta pieza, de pequeño tamaño, pasta y superficies grises y cuidada factura, tiene paralelos en la mayoría de los yacimientos galaico-romanos del Sur de Galicia, por ejemplo en Castromao. Dentro de la construcción 9 existe un segundo piso inferior, de tonalidad rojiza, visible principalmente en la zona próxima al muro E de la estancia. Sobre este nivel, el material cerámico fue muy escaso, tan sólo tres fragmentos cerámicos amorfos; sin embargo, allí donde el pavimento se encuentra roto por la zanja de cimentación del muro S de la estancia, la presencia de material cerámico es más importante. Destacan las ollas, por un lado fragmentos de borde-cuello, de sección cilíndrica que corresponden a piezas de pequeño tamaño con diámetros de abertura entre los ocho y los catorce centímetros. Las decoraciones se componen de líneas verticales bruñidas sobre el cuerpo o tres acanaladuras perimetrales indicando el comienzo del cuerpo, acompañadas de triángulos rellenos de punteados que se van alternando con pequeños círculos. Las pastas de estas piezas son marrones o rojizas y en general presentan buena factura. Bajo el pavimento rojizo existe un nivel de uso también preexistente donde se recogieron tres fragmentos cerámicos amorfos, además de otro de líneas continuas, de pasta reductora-oxidante (tipo bocadillo), de ocho centímetros de diámetro, que pudiera corresponder a una vasija piriforme de borde cóncavo y otro fragmento de borde de olla, de perfil en “s”, de pasta y superficies grises, de veintidós centímetros de diámetro de abertura. II.2.2.d.3 Construcción 10 De esta construcción tan sólo se conserva una parte de su sector más oriental, que actúa como límite oeste de la construcción 9, mientras que en el resto de la construcción el nivel de arrasamiento hace que pasemos directamente de una capa vegetal de escasa potencia a un nivel de granito natural descompuesto. Su grado de arrasamiento es, pues, muy elevado, no sólo en lo que afecta a sus muros, sino también a su pavimento –de xábrego muy compactado y enrojecido–, aunque en su vértice NE, en el momento de su excavación, todavía conservaba algunos restos de revoco. El único lienzo de la construcción llegado hasta nosotros en toda su amplitud corresponde al muro este, con ángulos rematados por esquinas redondeadas y una anchura en torno a los 0 42 m.; mientras que en el alzado las alturas conservadas oscilan entre valores negativos bajo la cota del pavimento y los 0 35 m. como máximo por encima de él. Solamente en relación con el nivel de derrumbe del muro este se recogió un reducido fragmento de TSH. 68


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II.2.2.d.4 Construcción 11

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Sería un edificio de planta irregular o pseudorectangular, con paredes de tendencia rectilínea, resultado de adaptarse a la traza de la calle central y a las estructuras preexistentes. Sin embargo de esta construcción solamente conservamos su mitad oriental. El espacio occidental, en el momento de su excavación, se encontraba ya sometido a un nivel de arrasamiento muy elevado. Un vano localizado en el lienzo paralelo al trazado de la calle y ligeramente descentrado hacia el sur facilita el acceso al interior de la construcción. Vano que, en este caso, no solamente conserva la solera al completo y su delimitación lateral, sino que además presenta señales evidentes de reforma con una reducción de sus dimensiones originales, probablemente coincidente con el hincado de un umbral de puerta reutilizado sobre el suelo de la calle y dispuesto de manera transversal para impedir la entrada de aguas procedentes de la calle al interior de la construcción. La puerta, inicialmente se abría con una amplitud de 1 30 m. de solera, para luego a raíz de la reforma verse reducida hasta los 0 80 m., y por un lado tan sólo se elevaba muy ligeramente sobre el suelo de la calle, mientras que por otro, con respecto al piso interior de la estancia, la elevación llegaba hasta los 0 35 m. El suelo interior de la construcción estaba conformado por xábrego muy compacto, apelmazado y en general bastante enrojecido. Este suelo fue además objeto de excavación en la mayor parte de su extensión de cara a conocer las estructuras arrasadas y preexistentes bajo él que debemos relacionar con la fase I de ocupación de la zona y con una unidad de ocupación vinculable a la construcción 10. Estructuras preexistentes por un lado –cuyo ancho de muros estaba en torno a 0 42/0 44 m., mientras que en las zapatas era ya de 0 54 m.–, y suelo no excavado de la construcción 11 por otro, que recibieron los correspondientes tratamientos para su consolidación y puesta en valor. A nivel numismático debemos señalar tan sólo la aparición de un Antoniniano de Galieno en relación con una tierra gris vinculable a las remociones existentes en la zona durante la etapa tardorromana. Tierra gris en relación con la cual se documentó también un fragmento de TSH lisa Drag. 15/17 de borde muy abierto, mientras que a nivel vítreo aparecen fragmentos de tonalidad verde musgo de evidente filiación bajoimperial, uno de los cuales, perteneciente al borde y parte del cuerpo de un plato, presenta una decoración a base de letras y motivos geométricos grabados por la acción del disco de esmeril. En cuanto a la cerámica común, en la capa vegetal se localizan princi69


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palmente fragmentos de ollas con bordes de perfil preferentemente en “s”. Las fuentes/tapaderas y las vasijas pirifores de borde cóncavo, se dan en igual proporción, pero a mucha distancia del tipo cerámico anterior. El nivel situado encima del derrumbe aporta material cerámico escaso y pertenece a dos épocas distintas: piezas que se incluyen en el Alto Imperio, pero cuyos rasgos más morfológicos que de tipo técnico y de facturación nos sitúan en época bajoimperial, evidenciando que en este nivel se produce una mezcla de materiales de dos épocas distintas, a la vez que una inversión de los estratos. Más abundante y variado es el material que corresponde al pavimento rojizo. Por un lado, destacan las ollas, a través de un conjunto de piezas que permite la reconstrucción de una de ellas. Morfológicamente próximo a las ollas estaría una pieza, formada por una base plana y parte de cuerpo, pero por el hecho de presentar orificios en el fondo y la superficie interior recubierta de una sustancia oscura, seguramente para evitar la adherencia, nos indica otra función como colador o quesera. Piezas relacionadas con el contenido y trasvase de líquidos son los cántaros y otras de tamaño mucho más reducido son las que representan un fragmento de cuerpo de jarrita de barro gris decorada con dos acanaladuras y una parte del borde-cuello y cuerpo de una ollita de borde vertical. En la esquina SE se procedió al levantamiento del alma correspondiente al pavimento rojizo, obteniéndose dos fragmentos cerámicos, uno de dimensiones muy reducidas correspondiente a un borde vertical de una ollita y un fragmento de cuerpo, perteneciente a una vasija sin identificar, con una decoración realizada a mano formando acanaladuras incisas. Bajo este pavimento rojizo aparecen de nuevo fragmentos de bordes de ollas, facetados, uno de grueso calibre de pared y cincuenta y tres centímetros de diámetro de abertura y otro de pared mucho más delgada, un fragmento de cuello y otro de cuerpo, decorado con cordón perimetral. Junto a ellos un fragmento de base de líneas continuas, erosionado por el uso, presumiblemente de vasija piriforme de borde cóncavo y un fragmento de cuerpo, perteneciente a una vasija sin identificar que muestra una decoración de círculos concéntricos. II.2.2.d.5 Construcción 12 Al norte de la construcción 11 se localiza ésta, de planta casi cuadrangular –3 40 por 3’60 m. interiores– con esquinas redondeadas y muros que presentaban anchuras que variaban entre los 0 42 y los 0 46 m. –0 55/0 60 en el caso de las zapatas–, mientras que las alturas oscilaban entre los 0 05 y los 0 70 m. En su lienzo sur es además claramente perceptible una zapata de cimentación ligeramente más ancha que el alzado del muro propiamente dicho, e interiormente la construcción aparece compartimentada en dos espacios: el sur de escasa anchura y el norte de mayor amplitud y con una laja vertical de un hogar paralela al tabique interno, aunque separada de éste 0 32 m. por 70


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Planta de la construcción 12

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lo que este interespacio funcionaría, una vez más, como cenicero o borralleiro. Se trata también de una construcción cuya edificación se vincula a la fase I, aunque con posterioridad sufrirá importantes modificaciones estructurales. En su fase inicial presenta una cota de pavimentación primaria -en sus dos estancias, 12.a y 12.b, a base de xábrego muy compactado- mucho más baja que la que con posterioridad definirá a la calle central. La construcción de la calle, al igual que la de la canella situada al norte de esta estancia motivarán que, durante la fase III, se produzcan importantes modificaciones en la caracterización estructural y estratigráfica de dicha construcción. En primer lugar, nos encontramos con la sobreelevación del suelo de la calle, con respecto al preexistente, ante lo cual se va a producir un consiguiente incremento de empujes sobre la construcción, tanto sobre su esquina NO como sobre su sector N. De ahí que se recurra a reforzar el muro N de la construcción con un muro adosado –de 0’40/0 42 m. de ancho– simplemente superpuesto ya al pavimento del espacio 12.b y con una altura máxima conservada de 0 65 m. respecto a dicho pavimento. La importante diferencia de cota entre el ámbito interior de la construcción y el ámbito de la calle y callejuela harían, sin embargo, difícilmente eliminables las humedades en el interior de dicha construcción. Sería entonces cuando, ya reforzado ese muro N, se optase por sobreelevar 0 60/0 65 m. la cota del suelo de esta construcción hasta la altura del testigo conservado en el sector SE, a una cota ligeramente inferior a la de la calle. Sobreelevación del suelo que además motivaría la anulación del muro medianero que ahora se desmantelará hasta la cota del nuevo suelo próxima al de la calle, abriéndose, probablemente, en su lienzo. Este un vano cuya amplitud y ubicación fue imposible de determinar ante el grado de arrasamiento de dicho lienzo. Los trabajos en el interior del espacio 12.b hasta el nivel del pavimento inferior así como la localización de los muros que lo definen, fueron realizados durante la campaña de excavación llevada a cabo en el año 1995, por lo que, en este caso, haremos un breve resumen del material hallado en ese momento, recogido en los informes entonces elaborados. 71


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DE LA

MAZA Vista interior de la construcción 12

En la capa húmica y primera, el mayor porcentaje de fragmentos de cerámica común corresponde a las ollas. Casi igualadas con las ollas, en cuanto a número de ejemplares, se encuentran las vasijas piriformes de borde cóncavo. Dos de estas piezas, representan la forma principal, mientras que otro posee una decoración de doble cenefa perimetral, una formada por líneas compuestas por punteados y la otra por medias lunas, pasta ocre y restos de engobe, aspectos a tener en cuenta para su inclusión en la variante de las vasijas piriformes de borde cóncavo. En este primer nivel, se recogieron además dos fragmentos de terra sigillata, uno de ellos correspondiente a la base, con pie en corona, de un plato de TSI y el otro, un cuerpo-base de una forma indeterminada de TSH que conserva parte de un grafiti. En la segunda y tercera capas el material cerámico está formado exclusivamente por testimonios de ollas. A la capa cuarta corresponde el nivel de uso del pavimento inferior. En ella se obtuvieron varios fragmentos de ollas de borde facetado y una ollita de borde vertical y de pequeño tamaño. En esta misma capa se recogió un fragmento de plato de TSI, forma Goudineau 30 y un fragmento de asa, con canal central, de pasta anaranjada que pudiera corresponder a un ánfora. Por su parte, con respecto al espa-

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Ollita de borde vertical


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cio 12.a debemos señalar también como éste se excavó en su mayor parte en el año 1995, cuando se efectuó la zanja de sondeo y aportó un material cerámico común escaso y de tamaño muy reducido. II.2.2.d.6 Construcción 13

Construcción 13 en proceso de excavación

Al norte del callejón nos encontramos con otra construcción de planta rectangular y esquinas rectas de 2 80 x 3’80 m. reconocida en sus laterales S y O tanto por las zanjas de cimentación y sus correspondientes lajas de asiento, como por los rebajes en la roca. Sobre la zona media del lienzo oriental hacia la calle, coincidente con uno de los lados mayores de la construcción, se abre, 0 20 m. por encima del suelo, un único vano, de 1 22 m. de amplitud que conserva la solera completa y monolítica –aunque fracturada en cuatro piezas-, con los consiguientes rebajes o encajes en los extremos para el funcionamiento de la puerta. Se trata además de una construcción cuyo grado de destrucción, especialmente en el lateral oeste, guardaría relación con probables problemas estructurales derivados de su peculiar ubicación topográfica al borde de la zona superior del conjunto construido, inmediato también a un pronunciado desnivel del terreno hacia el oeste. El suelo interior de la construcción solamente no se encontraba afectado por un elevado grado de arrasamiento en el cuadrante NE y presentaba una superficie de xábrego muy compacto, apelmazado y ligeramente enrojecido sobre el que se depositó el desplome de los muros. La edificación de esta construcción durante la fase III y en concreto la de su lienzo norte supuso la ruptura de un pavimento de xábrego asociado a un muro relacionable con la fase II pero luego desmantelado y usado tan sólo como zapata de cimentación por el muro sur de la construcción 15, levantada con anterioridad a que se conformase la 14. En cuanto a cerámica fina señalar como, sellado por el derrumbe pétreo y sobre el piso de la estancia, se localizó solamente un fragmento de TSH Drag. 37 decorada con círculos concéntricos, si bien otros fragmentos informes de TSH aparecían ya en el estrato superficial. El escaso material de cerámica común se localiza en la capa vegetal, por debajo de ésta, entre el nivel de derrumbe pétreo y en las dos capas que siguen a éste de tierra sabreguenta, estando ausente sobre el nivel de uso del pavimento y entre este mismo. Las ollas destacan, frente a los testimonios que representan a otros tipos cerámicos. Otras formas están aquí mucho menos presentes como las vasijas piriformes de borde cóncavo, las jarritas de barro gris y las fuentes/tapaderas. 73


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II.2.2.d.7 Construcción 14 Se trata de una estancia cuadrangular de 2’90 x 3 04 m. en el interior, edificada en la fase IV, como consecuencia de cerrar el interespacio entre las dos construcciones que la delimitan por el N y por el S. Presenta un pavimento de xábrego claro, muy compacto y entrada por el vértice NE como denota la presencia de un fragmento de solera in situ. También conserva restos de un pavimento más profundo relacionado con la fase II. A nivel de cultura material vítrea, señalar la aparición, en relación con el desplome del sector O de la construcción y de sus dos niveles de uso, de dos fragmentos de vidrio mosaico correspondientes a dos recipientes distintos, así como una cuenta de ojos en azul ultramar y blanco sobre fondo verde oscuro, localizada, en este último caso, encima del muro preexistente en el lado N de dicha construcción. En la capa húmica y en el nivel de uso del pavimento superior se localizó un fragmento de paredes finas con decoración a la barbotina, acompañado de cerámica común, mayoritariamente compuesta por fragmentos de ollas; en menor medida aparecen fragmentos de fuentes/tapaderas y cántaros. Los tonos y superficies de las pastas son en todos los casos grisáceos. El material cerámico asociado al pavimento superior, compuesto por un fragmento de TSH altoimperial, resulta ser escaso. A partes iguales se reparte entre tres tipos cerámicos: las ollas, las fuentes/tapaderas y las vasijas piriformes de borde cóncavo. Entre el derrumbe pétreo se recogió un fragmento de TSH y otro de cerámica de paredes finas, tipo cáscara de huevo, materiales que se sitúan alrededor del reinado de Tiberio-Nerón, y que junto con los dos fragmentos de vidrio mosaico ya citados, sirven como referencia para la datación de la cerámica común, en este caso compuesta por fragmentos de ollas, bordes facetados, oblicuos e incluso uno reentrante, al lado de cuerpos decorados con cordones adosados, además de algún fragmento de borde de fuentes/tapaderas y otros dos de cuerpos que representan, respectivamente, la forma principal de las vasijas piriformes de borde cóncavo y su variante. Formando parte del alma del pavimento superior se localizan fragmentos cerámicos de ollas con bordes con perfil en “s” que presentan síntomas de exposición al fuego. Otras formas que tienen menor presencia son las fuentes/tapaderas, las ánforas, las vasijas piriformes de borde cóncavo o las jarritas de barro gris, a través de un solo fragmento para cada uno de los casos. En el nivel de uso del pavimento inferior y formando parte de este mismo, no se recogió material cerámico.

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Vidrio mosaico


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II.2.2.d.8 Construcción 15 Presenta planta rectangular compartimentada, por un tabique medianero, en dos estancias: una de mayores dimensiones –la número 15.b– de planta cuadrangular, de 3 40 x 3’15 m. interiores, y otra –la 15.a– de menor tamaño y planta rectangular de 3 10 x 2 45 m. En el caso de la primera se observa además como la construcción del lienzo oeste y la propia construcción del pavimento conllevaron un intenso trabajo de rebaje en la roca granítica emergente, nivelando el resto de la estancia mediante un suelo conformado por una potente capa de xábrego muy compactado y apelmazado. Es además en este espacio donde nos encontramos, en el vértice SE, con un hogar de dimensiones considerables conformado por dos lajas hincadas verticalmente sobre el pavimento y con disposición en L –probablemente soleras de puerta reutilizadas–, de tal forma que una se colocó paralela al muro medianero y la otra, formando ángulo de 90º lo hizo de forma paralela al lienzo Este de la construcción, aunque separada de él 0 50/0 60 m., lo que nuevamente da lugar a un interespacio utilizado como cenicero y que además en el momento de su excavación presentaba un nivel de cenizas y carbonización de potencia considerable. Esta zona conoció en época bajoimperial y en el sector norte del muro E la realización de un agujero posiblemente en relación con el expolio de material constructivo y quizás correspondiente a dos jambas de puertas cuya deposición secundaria viene evidenciada por el material vítreo tardío asociado a dicha deposición. La estancia 15.a presentaba también un pavimento de xábrego de caracterización similar al de la 15.b, pero roto en la zona más próxima al tramo medio del lienzo paralelo a la calle. Construcción 15

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Del espacio 15.a, debemos decir en primer lugar respecto a la cultura material vítrea que en los niveles superficiales se documenta vidrio de tonalidad verdosa con borde de arista viva cortado a tijera, de probable filiación bajoimpoerial, mientras que en el nivel de derrumbe de la construcción apareció una cuenta de ojos y un borde de botella doblado sobre sí mismo y aplanado, de tonalidad verde agua, asociado además a TSH. La cerámica común, en todos los niveles, presenta un predominio de las ollas, con mayor concentración en el nivel de derrumbe. El recipiente más común es el adecuado para el almacenaje, con gruesos calibres de pared y amplios diámetros de abertura. Al lado de estos grandes contenedores aparecen, repartidos por los tres primeros niveles de esta estancia, otras ollas de menor tamaño en las que se observan síntomas de exposición al fuego. Es el caso de una pieza de la que conocemos su perfil: borde recto, exvasado y oblicuo, y cuerpo de tendencia piriforme. La pieza se completa con un asa de sección plana y depresión central que enlaza el borde con el cuerpo a la altura del segundo cordón. Las parrillas, de las que se obtuvo un fragmento entre el alma del pavimento, serían complemento de estas ollas con función en la cocina. En el apartado de decoración señalar el hallazgo de un fragmento, perte-

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Al fondo, construcción 15


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neciente a una vasija sin identificar, con una decoración que evoca los trabajos en metal. Emplea mamelones, triángulos excisos que albergan pequeñas perlas y un motivo cruciforme estampillado. Del espacio 15.b, señalar a nivel vítreo la aparición de dos fragmentos de vidrio opaco de color verde, fundido en molde, pulido a torno y probablemente pertenecientes a un recipiente de los denominados de “perfiles cerámicos” asociado al derrumbe de las paredes de la construcción. En relación con ese mismo nivel señalar, también, la aparición de varios fragmentos de TSH. Es, sin embargo, muy representativo que asociada a la deposición de jambas de puerta en el centro de la estancia se documentase un fragmento de asa de vidrio de tonalidad verde musgo de clara filiación bajoimperial. Esta filiación se encuentra además representada por un pequeño bronce de Constancio II asociado al agujero realizado sobre el lienzo este –en su tramo centro-norte– de dicha estancia 15.b. En cuanto a la cerámica común, las ollas son el recipiente más común en la estancia. Están especialmente presentes en la capa superficial y en el derrumbe, reduciéndose drásticamente su número a medida que se alcanzan niveles inferiores. La presencia de otras formas como las fuentes/tapaderas, las vasijas piriformes de borde cóncavo o las ánforas, son francamente escasas. Como datos a tener en cuenta desde el punto de vista cronológico, señalar que en el relleno del corte realizado sobre el xábrego aparecen materiales dispares. Fragmentos de cuerpos decorados con cordones aplicados pertenecientes a ollas, un fragmento de borde con labio plano de fuente/tapadera y un asa de ánfora, materiales éstos que corresponden a la etapa altoimperial junto a otros dos fragmentos: uno de cuerpo, perteneciente a una vasija sin identificar de pasta y superficies claras, con una decoración de línea ondulada enmarcada por dos acanaladuras, muy frecuente en época bajoimperial e incluso en época medieval, y otro de pasta núcleo reductor-oxidante, con superficies anaranjadas, la interior recubierta de engobe, características que posibilitan su pertenencia a las fuentes que imitan la producción rojo pompeyano, cuya presencia en Santomé es tardía. Olla con doble cordón

II.3. LAS CONSTRUCCIONES SITUADAS AL SUR DEL CONJUNTO ARTICULADO POR LA CALLE. Al sur de este conjunto habitacional y a una cota inferior –en relación con la caída natural del terreno– nos encontramos con tres espacios tan sólo excavados muy parcialmente por lo que la información que en la actualidad tenemos de ellos es todavía mínima. La construcción III, sólo definida par77


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cialmente en sus lienzos N y E, presenta unos muros rectilíneos con un vértice acabado en una esquina redondeada y en el extremo sur del área excavada se observa ya, de manera incipiente pero clara, un tabique medianero que compartimentaría esta construcción, cuando menos, en dos estancias. Al Este de la construcción anterior se desarrolla un espacio –II– que por su disposición parece tener la condición de ámbito abierto. Espacio cuyo pavimento consiste en xábrego pisado con irregular estado de conservación. Finalmente también al Este del espacio II se desarrolla el I, tan sólo esbozado en una mínima parte en su esquina NO. A nivel de cultura material, dentro de la construcción III y en su estrato superficial, nos encontramos con fragmentos de vidrio de color verde aceituna, alguno incluso con decoración esmerilada de clara filiación tardorromana, mientras que en relación con el nivel de uso y de derrumbe de la construcción aparecen fragmentos de cuencos de costillas y cuentas de ojos en azul cobalto y blanco sobre fondo verde. Respecto a la cerámica fina en el estrato superficial, en relación con el nivel de uso y de derrumbe, aparece TSH Drag. 18, 24/25 y 36 junto a fragmentos de cerámica de paredes finas con decoración arenosa. En el conjunto de la cerámica común sobresalen las ollas mediante recipientes de gran capacidad. Las vasijas piriformes de borde cóncavo siguen a las ollas en importancia numérica, con fragmentos referidos principalmente a cuerpos que representan la forma principal, como también a otros que se incluyen en la variante de este morfotipo. Estos últimos poseen pasta y superficies grises, pero la mayoría las presentan rojizas y frecuentemente llevan la superficie interior recubierta de engobe de tono más oscuro que la pasta. Las fuentes/tapaderas presentan una frecuencia de aparición ligeramente menor que las vasijas piriformes de borde cóncavo. Recipientes de pequeño tamaño están representados por jarritas de barro gris y ollas de borde vertical, mientras que otros tipos cerámicos denotan una menor presencia, como ocurre con los cántaros y las tapaderas, cuya presencia en el yacimiento es muy reducida. Las fuentes con engobe rojo interior son también ciertamente escasas e indican –junto a la presencia de un fragmento de vidrio bajoimperial– que a pesar de que el grueso de este material cerámico pertenece a los primeros años del siglo I d.C., estos últimos niveles fueron alterados en época posterior. Un recipiente del que conocemos su perfil al completo, destaca por su singular morfología: borde desarrollado, cóncavo al interior, cuello troncocónico y cuerpo carenado que descansa sobre una base plana con un pequeño resalte de talón. La pasta anaranjada clara va recubierta, a excepción del fondo, de engobe de tono más oscuro que la pasta. La pieza se completa con dos pequeñas asas que enlazan el borde con la parte alta del cuerpo. Acompañando a este material cerámico se recogieron cin78

Interior construcción III


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Fragmentos cerámicos in situ

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co fichas cerámicas planas realizadas a partir de fragmentos cerámicos reutilizados y una fusayola también plana. En los niveles más profundos de esta estancia se produce una fuerte reducción del material cerámico, destacando levemente sobre otros recipientes las vasijas piriformes de borde cóncavo. En el espacio II a nivel vítreo nos encontramos nuevamente con fragmentos de cuencos acampanados de tonalidad verde musgo de filiación tardorromana en relación con el desmoronamiento –natural o intencionado– de la esquina SE de la construcción 9, caída sobre el espacio II, mientras que relacionado con su nivel de uso tenemos un pequeño fragmento de TSG de pasta blanquecina y decoración vegetal, así como TSH Drag. 35 con decoración de hojas de agua. En cuanto a la cerámica común, se da un predominio de las ollas; las fuentes/tapaderas se documentan también aquí aunque de forma más reducida. Existen testimonios, muy puntuales, de piezas con pastas oxidadas, como es el caso de los cántaros y dos asas en cinta que podrían corresponder a jarras. Finalmente en la construcción I, en relación con su nivel de uso apareció un fragmento de vaso Isings 12 de tonalidad verde agua. Dentro de la cerámica común son también las ollas el tipo predominante, mientras que las fuentes/tapaderas se encuentran a mucha distancia de las anteriores. Esto mismo ocurre con las vasijas piriformes de borde cóncavo, las jarritas grises, los cántaros y las jarras de pasta anaranjado claro, cuya presencia es muy reducida. Señalar finalmente la recogida de una pesa plana, de forma irregular, con orificio que traspasa, realizada sobre una piedra esquistosa y una ficha cerámica.

II.4. EL CONJUNTO EDIFICADO DEL TORREÓN Y SUS CONSTRUCCIONES ALEDAÑAS Por encima de la calle, en el extremo NE, se localiza una estructura compartimentada en dos estancias y delimitada en sus laterales norte, sur y este por un ancho y macizo relleno pétreo –en el caso del lateral sur ese macizado llegaba a los 2 m. de ancho–, mientras que por el oeste esa delimita79


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ción es simplemente una fábrica muraria de doble anchura respecto a las que, en términos generales caracterizan a las distintas estructuras excavadas de dicho recinto castreño. Esta construcción, relacionable con la fase III del conjunto articulado por la calle, presenta una morfología exterior casi oblonga de la que en su extremo NO sale un apéndice a modo de lengua o avanzadilla maciza y de esquinas redondeadas. De las dos estancias, la situada a occidente –espacio A– presenta planta de tendencia cuadrada y buena fábrica, conservando en su interior, in situ una muela de molino inmediata a su lienzo oeste. La entrada se situaría al SO como denota la disposición horizontal de la última hilada conservada. Aspecto éste que parece reafirmarse si tenemos en cuenta que al sur de esta zona y fuera ya del macizado delimitador apareció un fragmento de hierro relacionable con el dispositivo de movimiento de una puerta. Al Este del espacio A se desarrolla otro espacio –el B– de morfología probablemente rectangular al que se accedería desde el espacio A. Posee un suelo de xábrego compacto solamente bien conservado en su lateral Oeste, a una cota ligeramente más baja respecto a la del espacio A. La casi total ausencia de su pavimento en la mitad este, debido a la caída del terreno y al proceso erosivo, dejó al descubierto una mancha de carbonización asociada a un fragmentado de muro con orientación NO-SE que estratigráficamente debemos justificar como preexistencia bajo dicho torreón. Esta mancha de carbonización parece guardar relación con la secuencia estratigráfica obtenida al exterior del vértice NO del espacio A y al exterior también de una de las viviendas situadas al oeste de dicho torreón, donde observamos como su delimitación exterior y occidental asienta Vista general de torreón

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Estancias interiores del torreón

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sobre una capa de carbonización bajo la cual ya nos encontramos con el terreno natural. También sobre dicha capa de carbonización-tierra gris asienta lo que parece ser la zapata de cimentación –por su cara interior– del muro de cierre que, adosado al torreón delimitaría la zona superior del recinto castreño, donde se encuentran otras construcciones excavadas en campañas anteriores. Delimitación, como decimos, bien conservada a nivel de zapata de cimentación en su cara hacia el interior del recinto pero ya casi totalmente arrasada hacia el exterior, por lo que se hace difícil conocer en esa zona su delimitación. Tan sólo la presencia de algunas piedras todavía incrustadas sobre la capa de carbonización en las zonas en las que se conserva y la existencia de dos apéndices o lenguas de una única hilada pétrea parecen querernos esbozar esa delimitación exterior, sobre todo si tenemos en cuenta el probable papel de contrafuertes ejercido por los apéndices. Con respecto a la cultura mueble de esta zona decir que en el nivel de derrumbe de la estancia A se localizó un fragmento de vidrio verde azulado correspondiente al tránsito cuerpo-cuello de una botella prismática asociado a un pequeño fragmento de TSI, mientras que del nivel de derrumbe de la estancia B procede también otro pequeño fragmento de TSI. A nivel de cerámica común, en el interior de la estancia A se localizan 81


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Vista del torreón consolidado Izquierda: Infografía del torreón

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Calle de acceso al castro

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fragmentos que reconstruyen parcialmente el cuerpo y la base de una vasija piriforme de borde cóncavo, de pasta y superficies grises, que presenta síntomas de exposición al fuego y otros de pasta y superficies ocre claro decorados con grupos de acanaladuras situadas en el cuerpo a diferentes alturas que podrían pertenecer a la variante de las vasijas piriformes de borde cóncavo. Un tercer grupo de fragmentos corresponden al cuerpo de una olla y a la base de otra que presenta la particularidad de mostrar un orificio circular que traspasa la pared y que posibilitaría la salida de líquidos. Entre el material recogido en la estancia B, son mayoría los fragmentos referidos a bases planas y a cuerpos de ollas decorados por dobles cordones o formando una sola línea sobre la que se practican incisiones verticales. Mayor interés presenta el hallazgo de un fragmento de borde, con labio redondeado, de una fuente/tapadera que posee el arranque del asa en la superficie interior, característica que indica una mayor antigüedad para estas piezas que para aquellas fuentes con asas exteriores y que, a su vez, evolucionan de las anteriores. El material localizado al exterior del torreón, por el lateral S, se compone, en su mayoría, de testimonios de ollas que corresponden a bases planas con resalte de talón y a otros de cuerpos con cordones aplicados. Además se

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constata la presencia de dos fragmentos de borde de fuentes/tapaderas y cuatro fragmentos de cuerpo de ánforas, que, a juzgar por la coloración de sus pastas, parecen corresponder a dos contenedores distintos.

II.5. VALORACIÓN DE CONJUNTO DEL MATERIAL II.5.1. La terra sigillata La terra sigillata está poco representada y muy fragmentada en el conjunto de materiales cerámicos exhumados en esta campaña de excavación en el castro de Santomé. El material de origen itálico constituye una pequeña parte dentro del conjunto de terra sigillata, estando solamente representado por unos pocos fragmentos asociados a las zonas de revuelto o dos de ellos a los niveles más antiguos. El primero corresponde a un plato de la forma Goudineau 30, poco frecuente, con un perfil muy semejante a la Goudineau 19, si bien se diferencia de la misma básicamente en el resalte interno, en la unión de la pared y el fondo y en la ranura en el labio. Dada su escasez y que su cronología no está lo suficiente clara, Goudineau la incluye entre las formas clásicas. La presencia de dos perfiles de esta forma en Oberande es el único criterio que puede tenerse en cuenta para fecharla entre el 9-8 a.C., prolongándose con posterioridad. Si esta cronología llegara a confirmarse, esta pieza estaría entre los primeros productos itálicos que penetran hasta la Galicia interior. También debemos incluir entre las formas clásicas dos fragmentos correspondientes a la copa Goud. 27 cuyo inicio se sitúa a partir del 10-8 a.C. El hecho de que estos dos fragmentos presenten la pared acampanada, más propia de la Goud. 37, nos permite incluirlos en la variante b de la Hayes 16, equivalente en Corinto a la Goud. 27, con una cronología entre el 5 y 25 d.C. Uno de los fragmentos presenta marca de alfarero, posiblemente perteneciente a VILLUS, alfarero que trabaja en Arezzo. El cartucho rectangular de lados cóncavos nos permite situarlo, desde el punto de vista cronológico, en un momento posterior al cambio de Era. El resto de los fragmentos pertenecen a platos de la forma Goud. 39 y cuencos de la 40 ambas formas con una cronología posterior al año 15 d.C. En lo que a terra sigillata gálica se refiere, su presencia en esta campaña es muy escasa y poco significativa en el contexto estratigráfico. Entre las formas decoradas destaca un pequeño fragmento correspondiente a la Drag. 29, con perfil y motivos decorativos incompletos, lo que no permite asignarle una cronología ajustada. Entre las formas lisas contamos con un perfil completo de una Drag. 15/17, la forma más representada en el conjunto del yacimiento, junto con la Drag. 24/25. Así mismo se documentó una nueva marca de alfarero, posiblemente TERTIUS, alfarero que trabaja en La Graufesenque y Montans en el período comprendido entre Tiberio-Domiciano. La terra sigillata hispánica, aunque muy fragmentada, es la que presen84


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Terra sigillata itálica (T.S.I.) Derecha: Dibujo de una marca de alfarero de T.S.I.

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ta una mayor cuota de representación, superior al 95% del total. En cuanto a las formas, entre las decoradas, la más abundante es la Drag. 37 con decoración de círculos concéntricos tanto lisos como segmentados y un pequeño fragmento con animales acuáticos en su interior. Las formas lisas son las más abundantes con una amplia representación de las formas más usuales Drag. 27, 24/25, 15/17, 18, etc. Llama la atención la gran proliferación de la hispánica 4. Como es habitual por estas latitudes todos los productos proceden de los talleres del Valle del Najerilla.

Terra Sigillata Sudgálica

II.5.2. La circulación monetaria El estudio de la circulación monetaria del área excavada durante esta campaña en la zona del castro resulta más clarificadora para comprender las vicisitudes de esta zona después de su abandono como poblado, que para el estudio del devenir histórico del mismo y de las relaciones económicas y sociales que de ella puedan derivarse. Del total de 8 monedas recuperadas, solamente una, un As de Augusto, corresponde al momento en que estas estancias 85


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constituían el núcleo principal del hábitat de las gentes que poblaban el castro. El resto son piezas bajoimperiales que están en relación con el poblado tardorromano del que el castro formaba parte de su entorno inmediato, motivo por el que estas monedas bien aparecen en las capas superficiales o en relación con determinados hoyos con restos orgánicos quemados y material tardío, practicados aquí en la tardorromanidad. Como decíamos de la etapa altoimperial, coetánea en parte a las estructuras descubiertas, solamente contamos un As de Augusto correspondiente a las emisiones militares del Noroeste, con la característica representación en el reverso de la Caetra. Esta moneda, hasta ahora ausente en la circulación monetaria del Conjunto Arqueológico de Santomé, es la que representa un porcentaje más alto de presencia en Galicia durante el reinado de Augusto y su dispersión amplia entre el Duero y la Cordillera Cantábrica se muestra como un indicador más de las relaciones que en esta época hay entre la actual Galicia y el Valle del Ebro. Del siglo III contamos con cuatro monedas, tres Antoninianos de Galieno y uno de Claudio II. Esta situación es el reflejo del cambio monetario que se da en el 215 con Caracalla, cuando se pasa del sistema basado en el Denario y Sestercio al nuevo sistema basado en el Antoniniano, que se mantendrá, con alguna irregularidad hasta las reformas de Aureliano y Diocleciano. Así mismo, el porcentaje y la representatividad de los emperadores está en sintonía con lo que conocemos de la circulación monetaria para este

Anversos. As de Augusto y Pequeño Bronce de Constancio II

Reversos. As de Augusto y Pequeño Bronce de Constancio II

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período del poblado tardorromano de Santomé. La representación de los reversos hacen referencia a temas relacionados con la religiosidad, la estabilidad del Imperio, etc. En la de Claudio II aparece la Annona de pie con la inscripción ANNONA AUG, y en las de Galieno nos encontramos con la Providentia, Aequitas y la Fortuna. Al siglo IV pertenecen tres pequeños bronces de Constancio II, emperador que acuñó y puso en circulación tal cantidad de numerario que a finales del siglo IV y principios del V, estos pequeños bronces remediaban la ausencia de moneda contemporánea en determinadas zonas del imperio. En los reversos, dos de ellas presentan sendas victorias afrontadas con la leyenda VICTORIAE DD AVGGQ NN, y la otra el típico jinete caído con la leyenda FEL TEMP REPARATIO, característica de la reforma monetaria de Constancio II, basada en la restauración del plurimetalismo y la revitalización del bronce. II.5.3. El vidrio Al igual que ocurre con la terra sigillata, la vajilla vítrea no está excesivamente representada entre la cultura material procedente de esta última campaña de excavación, aunque sí está enormemente fragmentada, condicionando así su adscripción a tipos morfotécnicos concretos. En todo caso, hemos encontrando fragmentos de piezas que se corresponden a los tipos más comunes dentro del ámbito cronológico marcado por su localización estratigráfica. Al lado de fragmentos que, por formar parte de los bienes de uso común o diario eran, en general, asequibles para la mayor parte de la población, nos encontramos también con otros fragmentos de piezas excepcionales, elaboradas mediante una fabricación muy laboriosa y cara, por lo que, entre otras funciones, proporcionarían también prestigio a sus propietarios. El estudio de los fragmentos de vidrio en relación con su contexto estratigráfico nos sitúa ante una panorámica así mismo observada en el análisis de la circulación monetaria: la casi mayor rentabilidad informativa ofrecida por aquella vajilla relacionada ya con el abandono del poblado –de acuerdo con su condición ahora, bien como cantera, pero suministradora de piedra ya cortada, bien como vertedero del poblado bajoimperial–, que por la propia vajilla que caracterizó su secuencia vital. Atendiendo a criterios de manufactura de los bienes, podemos distinguir tres grandes grupos: vidrio fundido en molde, vidrio soplado en molde y vidrio soplado al aire. Dentro del vidrio fundido en molde debemos referirnos, en primer lugar, a dos fragmentos de vidrio mosaico donde nos encontramos, por un lado, con su condición de mercancía de lujo y por otro, con una filiación relacionable con centros de producción romano-itálicos –Roma, Campania…–. Estos dos fragmentos son, pues, una buena muestra del vidrio de lujo que durante la primera mitad del siglo I d.C. se estaba comercializando por el Mediterráneo, aunque su destino final en Santomé probablemente guarda87


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se relación, no tanto con la costa Atlántica –caso del vidrio mosaico de Santa Trega– sino más bien con la llamada “corriente continental” que desde la cabecera de la Tarraconense, discurriría a través del valle del Ebro y de la Meseta Norte –fragmentos de León, Petavonium, Herrera de Pisuerga … –. También como pertenecientes a la vajilla fina de mesa cabe considerar varios fragmentos de vidrio opaco de color verde enmarcables terminológicamente dentro de los llamados “vidrios de perfiles cerámicos”, frecuentes, bajo esa condición de mercancía de lujo, durante el segundo cuarto del siglo I d.C. o lo que es lo mismo en horizontes de Tiberio y Claudio, cuando la vía continental antes citada estaría ya consolidada como vía civil. En todo caso, estos vidrios de perfiles cerámicos continúan reflejando esa decidida preferencia por las fábricas coloreadas que va a caracterizar a la primera mitad del siglo I d. C., hasta que, ya con los flavios y dentro de esta gama de recipientes de lujo, se produce la predilección por las piezas incoloras. Cuantitativamente más numerosos que los fragmentos hasta ahora vistos, son los fragmentos pertenecientes a cuencos de costillas –así denominados por su decoración de costillas resaltadas en relieve– que nos introducen dentro del vidrio de uso cotidiano –instrumentum domesticum–. Cuencos de costillas cuya producción se viene datando entre la época de Tiberio y el año 100 d. C., con un momento álgido de popularidad a mediados del siglo, aunque para aquellas piezas con estrías o acanaladuras grabadas en el interior de la pared –de las que en nuestro caso tenemos algunos ejemplos– su cronología se viene considerando anterior al 30/40 d.C., en relación además con las reminiscencias de los “linear cut” o cuencos de tradición helenística. No debemos, sin embargo, olvidar que la coloración verde azulada/verde agua que caracteriza a nuestros fragmentos es también la del vidrio naturalmente coloreado y de uso cotidiano. La inicial presencia de vidrio soplado al aire se nos manifiesta a través de dos fragmentos correspondientes a vasos Isings 12 de color verde agua, ya de uso cotidiano, si bien con paredes todavía muy gruesas propias del vidrio fundido y con una gramática decorativa más bien pobre a base de simples líneas grabadas o esmeriladas, en un fragmento bajo el borde y en el otro al final del cuerpo. Vasos/cuencos altos de paredes rectas o ligeramente curvadas cuyo máximo apogeo parece coincidir con la época de Claudio. Con esta inicial presencia de vidrio soplado al aire también debemos relacionar un fragmento de borde tubular probablemente perteneciente a un 88

Fragmento de vidrio mosaico


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Fragmento de vidrio tallado tardorromano

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cuenco Isings 44, que por su coloración verde agua –y no intencionalmente coloreado como sucede en los más antiguos– podemos datarlo durante la segunda mitad del siglo I d.C. o en los primeros años del siglo II d.C. Del vidrio soplado en molde tenemos representación por un número de fragmentos de muy reducidas dimensiones, con bordes de sección triangular y paredes rectas de cuerpos correspondientes a botellas prismáticas, que por su condición de artículos serviciales y baratos se encuentran entre los de más frecuente aparición por todo el NO. Peninsular. Cierto número de fragmentos que cabría justificar, no sólo por su condición de recipiente de almacenamiento, sino también por coincidir con el abandono del conjunto construido en torno a la calle a mediados del siglo II d.C. y con su todavía muy importante presencia en contextos de mediados/finales del referido siglo. Es, sin embargo muy significativo que el tipo de recipiente más usado para beber durante los siglos II y III d.C. y especialmente durante el período antonino, relacionable con los pequeños cuencos o boles de diseño cilíndrico tipo Isings 85b, solamente esté representado por un único fragmento incoloro, con borde ligeramente exvasado y decorado con dos filetes aplicados, corroborando así ese abandono de la ocupación antes referida a mediados del siglo II d.C. Decíamos al comienzo como los niveles superficiales del área excavada, formados sobre la ruina y abandono del conjunto altoimperial, están sembrados por fragmentos de vidrio de evidente cronología bajoimperial cuya presencia debemos justificar ahora bien por la condición de cantera de la propia ruina, bien por la de vertedero disperso de basura del poblado bajoimperial situado a sus pies. Es por ello que en esos niveles están presentes, en cantidad considerable –de acuerdo con su condición de piezas de bajo coste y calidad mediocre durante el siglo IV d.C–, en primer lugar, los cuencos troncocónicos o acampanados de tonalidad verde musgo y paredes relativamente gruesas, bien con perfil sinuoso y boca acabada a fuego –borde en cabeza de cerilla–, tanto lisos como con filetes aplicados en otro color, bien con perfil recto y filetes aplicados. En segundo lugar, lo hacen los fragmentos correspondientes a vasa notoria de diseño cónico, borde con perfil en S poco acentuada, de paredes muy finas y generalmente decorados con sencillas franjas de líneas esmeriladas bajo dicho borde. En menor proporción aparecen los fragmentos de cubiletes –o gobeletes similares a los elaborados en cerámica de paredes finas–, también de color verde musgo y con borde cortado a tijera de manera bastante descuidada e irregular, en relación con su condición de vidrio de calidad mediocre, destinado al uso cotidiano y probablemente elaborado ya, como todo el vidrio de esa condición, por un artesanado próximo al lugar de consumo. Vidrio de uso cotidiano donde también debemos 89


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enmarcar un fragmento de asa de tonalidad verde musgo con arranque de costilla central grande y costillas más pequeñas en los laterales, muy característica en las jarras tardías de diseño ovoide, como la también conocida en este yacimiento de Santomé y procedente del poblado bajoimperial. Como pieza de mayor calidad –probablemente una escudilla de perfil arqueado, tipo Isings 116b–, aunque también en vidrio de tonalidad verde musgo, nos encontramos tan sólo con un fragmento de borde y cuerpo de un plato con decoración grabada a torno o esmerilada y con gramáticas decorativas de tipo geométrico, muy características del siglo IV d.C. e inspiradas en las del mundo renano, verdadero centro rector de la moda vitraria durante el Bajo Imperio. Finalmente, señalar también, la importante presencia de cuentas de ojos de pasta vítrea, seis de las cuales aparecieron juntas en el vértice SE de la plaza bajo el derrumbe de los muros, y la aparición de dos fichas de juego o calculi, mientras que una tercera, por sus reducidas dimensiones, más bien parece tener una funcionalidad relacionada con el adorno personal como engarce de pasta vítrea de un anillo. II.5.4. La cerámica común Son numerosas y variadas las definiciones de cerámica común, pero creemos que, quizás, la mejor y más clara es aquella que la define como la hecha a mano o a torno, producida con técnicas de alfarería generalizadas, que no requiere centros de producción especializados y que cubre las necesidades primarias y en relación con actividades agropecuarias e industriales domésticas. En todo proceso de excavación y principalmente cuando los yacimientos Cuenta de ojos in situ

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definen, como es el caso de Santomé, núcleos habitacionales, la cerámica común, es con diferencia, el material que destaca por su gran volumen. Este hecho va a repercutir en el gran esfuerzo que hay que desarrollar tanto en la preparación y lavado del material, como en su posterior estudio. Después de revisar la cerámica en su totalidad, de proceder a su siglado, y de comprobar las piezas que unían entre sí, se procedió a seleccionar no sólo todos los fragmentos que proporcionaban información sobre bordes, cuerpos, bases o apéndices como las asas, sino que, además, se recogieron todas las piezas decoradas y aquellas que destacaban por presentar engobes o pastas raras, formando así una muestra compuesta por dos mil quinientas piezas sobre la que se llevó a cabo un estudio más profundo. El método de trabajo se basó fundamentalmente en la observación ocular directa de las piezas, tanto para establecer diferentes tipos de pasta, cocciones, facturación, acabados y tamaño de las mismas, como a la hora de agrupar el material, teniendo en cuenta el morfotipo al que pertenecen y organizando a la vez, una segunda clasificación por funciones. Primeramente se procedió a dividir el material en su conjunto entre formas abiertas y cerradas, constatándose rápidamente, una gran proliferación de las formas cerradas frente a las abiertas. Entre estas destacan numéricamente las ollas, sobre todos los demás recipientes. Estos vasos se localizan con facilidad en cualquier punto del área excavada y están presentes prácticamente en todos las unidades estratigráficas. Fundamentalmente están asociados al nivel superficial y de derrumbe de la zona habitacional, situada a ambos lados de la calle. Dentro de ella se observa la mayor concentración, sobre las estancias III y 15.a, además de las estancias 4, 15.b, II y 3.b. Dentro del morfotipo ollas se pueden establecer diferencias, atendiendo a la morfología del borde, al tamaño de las piezas y a la presencia o no de síntomas de exposición al fuego en sus paredes. Estos aspectos, combinados Olla

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con otros, de tipo técnico, como el distinto calibre de pared, la coloración de las pasta y las superficies, nos está indicando las necesidades para las que fueron pensadas, fundamentalmente la función culinaria, incluyendo en ella una función auxiliar y de almacenaje. Una segunda forma cerrada que destaca en el yacimiento y que prácticamente no tiene paralelos en Galicia, son, las que hemos denominado, vasijas piriformes de borde cóncavo, pues a pesar de que cumplen las condiciones establecidas para ser incluidas en las ollas, no las consideramos como tales, debido, fundamentalmente, al diseño de su borde, cóncavo al interior, y al marcado punto de inflexión en la unión entre el borde y el cuerpo, provocando una fuerte estrangulación en esta zona, que ciertamente hacen de este recipiente un vaso muy poco práctico. Dentro de la zona habitacional, su mayor concentración se localiza en las estancias III y 4, en relación con el nivel de derrumbe. En las demás estancias está presente en número bastante más reducido, pero alcanzando, en la estancia 14, el alma del pavimento superior y el nivel de uso preexistente en la estancia 2. Diversos fragmentos de cuerpo, en la mayoría de los casos, de pasta y superficies anaranjadas, con la superficie interior recubierta de engobe y con una típica decoración que combina acanaladuras horizontales con líneas verticales formadas a base de un motivo ondulado estampillado, los hemos relacionado con la variante de las vasijas piriformes de borde cóncavo, en base a la similitud que presentaban estas piezas con otras conservadas casi enteras, halladas en anteriores campañas de excavación en el yacimiento. Si las ollas y las vasijas piriformes de borde cóncavo son los recipientes más comunes en el grupo de las formas cerradas, las fuentes/tapaderas lo son en las abiertas. A pesar de no haber conseguido ningún ejemplar completo, pensamos que se trata de recipientes de poca profundidad, con amplios diámetros de abertura, entre los treinta y cincuenta centímetros, mejores acabados en la superficie interior que en la exterior y que se completan con dos asas de sección circular e implantación horizontal. De pastas y superficies siempre grises, algunas de estas piezas poseen en su pared exterior síntomas de exposición al fuego, lo que acredita que fueron utilizadas en la preparación de alimentos, aunque por su diseño y características morfológicas, también pudieran haber sido empleadas ocasionalmente como tapaderas. Su localización preferente en la zona habitacional, se sitúa en las estancias 4 y III, asociada al nivel vegetal y principalmente al nivel de derrumbe, aunque en la estancia 5 llegan a estar presentes en el nivel de uso y en la estancia 14 en el alma del pavimento superior pero con carácter meramente testimonial. Continuando con las formas cerradas, tenemos constancia de la existencia de diversos recipientes relacionados con el transporte, almacenaje y trasvase de líquidos. Los de mayor tamaño son los cántaros con diámetros de abertura entre los catorce y dieciocho centímetros. Poseen borde moldurado al exterior, cuello troncocilíndrico, cuerpo con diámetro máximo situa92


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Vaso piriforme

Fragmento de vaso piriforme en proceso de extracción

do en la mitad superior y base plana. La pieza se completa con dos asas de sección plana, decoradas con profundas acanaladuras en la superficie exterior y digitaciones en el apoyo inferior. Estos recipientes poseen en común las pastas y superficies oxidadas, hecho que los singulariza y contrasta frente a los recipientes anteriores: ollas, vasijas piriformes y fuentes/tapaderas, mayoritariamente con pastas y superficies de tonalidad grisácea, a excepción de las superficies exteriores de las grandes ollas de bordes facetados, que en muchos casos son ocre claro. Numéricamente los cántaros representan un conjunto de piezas muy reducido comparándolos con los tipos cerámicos hasta ahora comentados. Cuantitativamente se obtuvo en el interior de las estancias un número de ejemplares escaso, alcanzándose como máximo cuatro piezas. Preferentemente se sitúan en las estancias 14 y 3.b, asociados a la capa húmica, aunque en menor proporción están presentes, también en otras estancias, como en la 11, en relación con el nivel correspondiente al segundo pavimento. Señalar también su ausencia en las estancias 15.a, 15.b, 5, 12.a y 13, donde su función pudiera estar desempeñada por las ollas con función auxiliar o las jarras de mayor tamaño. En el conjunto de las jarras hemos establecido tres formas diferentes, la de mayor capacidad, con diámetros de abertura que alcanzan los dieciséis centímetros, corresponde a un recipiente del que solamente se han recuperado partes del borde, corto y oblicuo, y del cuello de sección troncocilíndrico. Su pasta puede ser gris o más 93


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frecuentemente clara y el número de ejemplares, si las comparamos con los cántaros, representa aproximadamente la mitad de estos últimos. Se localizan exclusivamente en la estancia 2, donde se obtuvo el mayor número, en la estancia I y en la estancia 9, asociadas al nivel de derrumbe y al alma de pavimento en la estancia 2, estando ausentes en los demás espacios habitacionales. Una segunda forma de jarra, de menor tamaño, es la que posee borde con pico vertedor cuya constancia en la zona habitacional todavía es más reducida que la forma anterior. Se trata de un recipiente, también de pasta y superficies claras, de cuello estrecho y cuerpo de tendencia esférica que se completa con un asa en cinta, enlazando el borde con la parte alta del cuerpo y facilitando a la vez el trasvase de líquidos. Este tipo de jarras, tan frecuente en yacimientos de época romana, muestra en este caso una presencia prácticamente residual. Está presente exclusivamente en la estancia 9, asociada a remociones tardías y en la estancia 11 en el nivel vegetal. En el grupo de las jarritas de barro gris, tercera forma, incluimos recipientes de tamaño mucho más reducido que las piezas anteriores, con diámetros de abertura entre los siete y los diez centímetros, y cuatro de diámetro de base, que poseen borde oblicuo, ligeramente cóncavo al interior, cuello troncónico y cuerpo elipsoide que termina en una base plana. Como variante o como evolución de estas jarras existen otras piezas de tamaño similar, con distintos perfiles, cuyas bases pueden tener un pie destacado o anular. Estas jarras por su tamaño y buena factura –con superficies exteriores, en muchos casos pulidas, decoradas con doble moldura, acanaladuras o sucesión de “s” al comienzo del cuerpo– podrían emplearse para el trasvase de líquidos pero sobretodo, parecen adecuadas para el servicio de mesa, en ausencia de otras piezas más costosas y difíciles de obtener. Su importancia en la zona habitacional es mucho mayor que la de las jarras anteriormente expuestas, concentrándose en las estancias 5 y 4. Aunque se encuentra asociada principalmente al nivel de derrumbe, en la estancia 15.a se localiza en el nivel de uso, en las estancias 14 y 9 formando parte del pavimento superior y en la estancia 11 en el pavimento rojizo madre. Este hecho nos puede indicar, quizás, que la utilización de estos recipientes está estrechamente relacionada con el uso personal o individual, no comunitario, como sería el empleo de las ollas, por ejemplo con función auxiliar o de almacenaje, cuya localización prioritaria pertenece al nivel de derrumbe. Un número reducido de piezas, que no alcanzan la decena, poseen una morfología próxima a las ollas, con borde vertical y cuerpo elipsoide. Su buena factura, el reducido tamaño y la decoración gallonada que muestran algunas de las piezas, parece estar indicando que este recipiente no debió ser pensado para funcionar como olla, sino lejos de la cocina, debía tener otro destino, quizás relacionado, como en el caso de las jarritas de barro gris, con el servicio de mesa, con un hábito personal o incluso para la contención de algún producto estimado. En el interior de las estancias 15.b y III estas piezas se localizan en el nivel de derrumbe y en la estancia 11 y 9 en relación con el pavimento roji94


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Ollita con asas

Ollita con asas

zo y con el alma del pavimento superior respectivamente, conviviendo en estos dos niveles con las jarritas de barro gris. Otras piezas que completan este repertorio morfológico, se cuantifican en un número de ejemplares muy bajo. Son el mortero, las ánforas y los platos. El primero nos habla de la incorporación de nuevos hábitos alimenticios de procedencia romana y las segundas, que comentaremos a pesar de que según criterio de la mayoría de los autores no deben incluirse en la cerámica común, ya que se destinaban a satisfacer las necesidades de la industria de media y gran escala a través del comercio marítimo, esencialmente de larga distancia, y que por tanto se apartan de la función doméstica, agrícola o artesanal, que caracteriza la cerámica común. La aceptación del mortero en el contexto que nos ocupa es muy leve, tan

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sólo dos fragmentos referidos a bordes de la misma tipología, caídos, con cuerpo hemiesférico y una acanaladura de separación de ambas partes. La pasta es ocre claro y sobre la superficie interior se aprecian líneas de estrías, formando la superficie de fricción. Un tercer fragmento es de cuerpo, donde en lugar de estrías se incrustaron sobre la pasta aún fresca pequeñas arenas de cuarzo para favorecer el machacado de los alimentos. La llegada de ánforas a Santomé conteniendo mercancías del exterior, aunque en número ligeramente mayor que el mortero, es también baja, en parte como consecuencia de su localización geográfica en el interior. Se trata principalmente de fragmentos de cuerpo, de difícil asignación a una forma concreta, varias partes de asa con canal central y parte de un pivote muy fragmentado. Las pastas y superficies son de tonos claros o anaranjados y se encuentran dispersas sobre las estancias 1.a, 11, 14, 13.b, 15.b, 5, con un fragmento en cada una de ellas y en la estancia 3.a con dos. En la mayoría de los casos están asociados a nivel húmico y de derrumbe, salvo en la estancia 3.a, que se localizó sobre el pavimento y en la 14 formando parte del alma del mismo. Por lo que respecta a los platos, hay que decir que por sus diámetros de abertura, entre veinticuatro y treinta y ocho centímetros, están más próximos a la idea de fuente, generalmente para ser empleada al fuego, según muestran las huellas de sus paredes. Acompaña a este conjunto cerámico una serie de fragmentos de cuerpos con decoración, pertenecientes a distintos recipientes cerámicos, con seguridad algunos de ellos ollas que, a pesar de que se localizan en el mismo contexto que las formas anteriores, constituyen tan sólo un pequeño testimonio del ajuar doméstico empleado en el primer momento en que fue habitada esta zona del castro, en torno al cambio de Era, cuando los recipientes a los que pertenecen estos fragmentos poseían plena integridad y eran utilizados para distintas funciones. Los motivos decorativos empleados son de clara raíz indígena, no presentan ninguna conexión con el mundo romano y muchos de ellos están inspirados en los trabajos en metal de la época. La decoración se centra unas veces en zonas concretas del vaso, formando molduras convexas perimetrales sobre las que se practica, por ejemplo, un motivo en relieve que recuerda la punta de diamante o abarca una franja más extensa, jugando con distintos motivos y técnicas diferentes: acanaladuras, “s” estampilladas, cenefas de líneas oblicuas realizadas por punteado, círculos concéntricos o trián96

Vaso de pasta rojiza


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Gramática decorativa de cerámica común

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gulos rellenos. Elemento frecuente son los mamelones, acompañados bien de acanaladuras o de molduras convexas y los círculos concéntricos, bien combinados con acanaladuras verticales u horizontales, bien formando diseños más complejos, en compañía de triángulos rellenos o enlazados por ondas a modo de guirnaldas. Riqueza ornamental por la combinación de distintas técnicas para formar, a la vez, diferentes motivos, con un resultado ligeramente barroco: mamelones en relieve, triángulos excisos, que albergan en su interior pequeñas perlas, más un motivo cruciforme estampillado o por el contrario buscando la sencillez en el diseño, empleando solamente incisiones verticales y acanaladuras perimetrales. Complemento del ajuar doméstico y a la vez prueba de que existía actividad textil son las fusayolas en lo que se refiere a la fase de hilado y los pondera como aquella parte del telar utilizada para mantener la tensión de los hilos. A excepción de una de las piezas, de sección bicónica, el resto de las fusayolas son planas y fueron hechas a partir de un fragmento cerámico reaprovechado procedente, quizás, de la rotura de un recipiente, consecuencia de que prácticamente todas posean pasta y superficies grises. No ocurre lo mismo con los pondera que, bien de sección troncopiramidal o con esquinas ligeramente redondeadas, muestran en común una pasta y superficies ocre claro, con una notable presencia de desgrasante cuarcitíco. Además de estas piezas cerámicas se localizaron dos más, realizadas en piedra esquistosa, una incompleta de forma piramidal y otra plana, de muy buena factura, que quizás cumpliesen la misma función que los pondera. Una vez cubiertas las necesidades tanto de alimentación como de vestido, es seguro que el hombre de aquella época dedicase algún tiempo al ocio y a los juegos. La localización de una colección de más de cuarenta fichas cerámicas, planas, de forma redondeada, realizadas a partir de fragmentos cerámicos reaprovechados, podría indicar que fueran empleadas con este fin, como por ejemplo para el Ludus Latrunculorum, un juego que se practicaba sobre un tablero parecido al de ajedrez y de las damas y en el que se empleaban este tipo de piezas. Concluido el estudio de este conjunto cerámico, se observa una importante predilección por las formas cerradas, una división funcional poco

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diversificada, siendo mayoría los recipientes dedicados a la función culinaria: ollas, fuentes, para los procesos en caliente y morteros, jarras y algún plato para los procedimientos en frío. Pocos son los recipientes adecuados al transporte y trasvase de líquidos y ausencia de recipientes de almacenaje tipo dolium, empleándose en su lugar las ollas de mayor tamaño con borde facetado o borde reentrante. Hay pues pocas formas para desempeñar variadas funciones, o lo que es lo mismo, que un único recipiente se emplearía para realizar cometidos diferentes. Es de destacar, además, la austeridad que presentan las piezas en cuanto a la decoración y acabado. Si excluimos los repetidos cordones perimetrales empleados en las ollas, que a la vez de decorativos reforzarían las paredes y los fragmentos, estos sí muy decorados, que pertenecen de forma aislada a piezas ya amortizadas que no se conservan y que por tanto desconocemos cuales eran, se puede decir que la mayoría son recipientes sobrios, muy funcionales y de ejecución sencilla para mejor adaptarse a la función para la que fueron pensados, mostrando muy pocas modificaciones a lo largo del tiempo. Para el acabado de las piezas se emplea el simple alisado, siendo raro el engobe y prácticamente exclusivo de fuentes que imitan la producción rojo-pompeyano, localizadas en puntos muy concretos del área excavada y asociadas a remociones tardías, efectuadas con la intención quizás de obtener, de forma fácil, elementos de cantería de los muros para su reutilización. El grueso de este material cerámico –en el que predominan las pastas y superficies grises en la mayor parte de las piezas– y las oxidadas son las empleadas en la fabricación fundamentalmente de cántaros o jarras, abarca un período desde el cambio de Era a mediados del siglo II d.C. Paralelos para ollas de borde facetado se encuentran en esta época en la mayoría de los yacimientos tipo castro de Galicia, las fuentes/tapaderas que presentan una factura muy parecida a las de asas interiores, de las que a nuestro juicio derivan y son también frecuentes en este mismo contexto y territorio, como también en el Norte de Portugal, llegando a estar presentes en puntos bien lejanos como en la villa de Puente Grande (Cádiz). Para el caso de las vasijas piriformes de borde cóncavo, tan representativas en Santomé, sólo hemos encontrado un paralelo en el Chao de Samartín (Asturias), siendo aquí una de las formas predominantes desde mediados del siglo I d.C. a mediados de la siguiente centuria. En cuento a los recipientes empleados en el transporte y trasvase de líquidos, como los cántaros, las jarras de cuello cilíndrico, las que poseen pico vertedor e incluso para las jarritas de barro gris, hemos encontrado piezas semejantes en León en períodos que abarcan esta misma época –a pesar de que estas jarritas de barro gris no son exactamente iguales–, sin embargo, creemos que responden a la misma concepción. El material más antiguo se localizó en algunas estancias, en zonas muy concretas, asociadas al nivel del segundo pavimento o pavimento preexistente. Se trata fundamentalmente de ollitas de borde vertical, de pequeño tamaño y cuerpo elipsoide. Estas piezas son comunes en yacimientos como 98


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Forca (Pontevedra) cuya vida no va más allá del cambio de Era y son frecuentes también en yacimientos de la cuenca media del Miño: Castromao (Ourense), San Cibrán de Lás (Ourense). Los fragmentos decorados que corresponden a piezas antiguas, ya amortizadas, muestran motivos decorativos como los círculos concéntricos, muy empleados tanto en los castros gallegos como portugueses y en el Chao de Samartín (Asturias) mientras que las “s” estampilladas son un motivo decorativo muy usual en todo el ámbito de la cultura castreña. El material más reciente, por su parte, procede de remociones posteriores, observadas en puntos muy concretos del área excavada, seguramente con la intención de obtener de forma cómoda piedras de cantería procedentes de los muros ya amortizados. Está formado por unas cuantas piezas, en su mayoría fuentes, de pastas oxidadas con la superficie interior engobada que imitan la producción itálica rojo-pompeyano. Aunque el modelo es altoimperial, estas imitaciones se localizan en amplios horizontes de ocupación, desde el siglo I hasta el siglo IV/V d.C. En Santomé se generalizan en el bajoimperio como muestra de la introducción de nuevos hábitos de alimentación y seguramente en sustitución de las fuentes/tapaderas. Vemos pues como esta cerámica muestra elementos autóctonos o genuinos principalmente en los tipos de decoración, mantiene la tradición en la mayoría de las formas, pero el tratamiento, la austeridad y la facturación de los recipientes obedece a nuevos criterios prácticos, tomados quizás del contacto con el mundo romano en el que la idea de utilidad y mejor adecuación a la necesidad era importante.

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III. LA CONSOLIDACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DEL SECTOR EXCAVADO Un aspecto previo e imprescindible para la puesta en valor de cualquier yacimiento arqueológico es su consolidación y conservación, siguiendo criterios científicamente contrastables que armonicen con la legislación vigente en esta materia, cometido que en la mayoría de las ocasiones no resulta de fácil aplicación.

III.1. NORMATIVA DE APLICACIÓN EN MATERIA DE CONSOLIDACIÓN DE RESTOS ARQUEOLÓGICOS INMUEBLES En todo momento se tuvieron en cuenta las escasas directrices que en esta materia emanaron de los órganos administrativos competentes, sobre todo los de carácter internacional, que históricamente son los que mayor atención han prestado a este tema: 1. Ya en un momento tan temprano como 1956, en las Recomendaciones que definen los principios internacionales que deberán aplicarse en las Excavaciones Arqueológicas, aprobadas por la UNESCO en Nueva Delhi, se decretan una serie de medidas encaminadas a la conservación de los bienes procedentes de las excavaciones arqueológicas, entre las que se encuentra la obligatoriedad por parte del concesionario del permiso de excavaciones de la conservación de los lugares excavados tal y como figura en el artículo 21: “La autorización deberá definir las obligaciones del concesionario durante el período de su concesión y a su expiración. Debería especialmente prever la custodia, el mantenimiento y el acondicionamiento de los lugares, así como de la conservación, durante los trabajos o al fin de los mismos, de los objetos y monumentos descubiertos”. 2. Esta preocupación también se pone de manifiesto en la Carta para la protección y la gestión del patrimonio arqueológico, ratificada por la Asamblea General de ICOMOS, en Lausana en 1990. En dicho texto se insiste en la necesidad de que "conservar “in situ” monumentos y con-

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juntos debe ser el objetivo fundamental de la conservación del patrimonio arqueológico ...”, se recuerda que es preciso conservar en su contexto original el patrimonio arqueológico, que no debe estar expuesto al abandono después de la excavación sin una garantía previa de financiamiento que asegure su adecuado mantenimiento y conservación, al tiempo que aborda otros aspectos como las reintegraciones y la presentación al público. En este mismo contexto se inscribe la convención de Malta de 1992, que revisa la de Lausana, con resoluciones relativas a la conservación y mantenimiento del patrimonio arqueológico preferentemente en su lugar de origen, tendiendo a una conservación integral del patrimonio arqueológico, como una etapa más incluida en el proceso de investigación arqueológica. Finalmente es necesario tener presente la Convención Europea del Paisaje de Florencia del 2000. 3. En la legislación española encontramos las primeras referencias a la conservación de las excavaciones arqueológicas en el Real Decreto de 1 de marzo de 1912, Reglamento de la Ley de excavaciones arqueológicas de 1911, que la normativa posterior se encarga de matizar. 4. En lo que respecta a la Comunidad Autónoma de Galicia, ya en la primera normativa que regulaba las excavaciones arqueológicas aparecía la obligatoriedad de la conservación de los yacimientos, tal y como figura en el artículo 5.1.1, de la Orde do 1 de abril de 1985 pola que se regulan as prospeccións e escavacións arqueolóxicas no territorio da Comunidade Autónoma de Galicia, que entre los documentos que se solicitan para la concesión de permiso de excavación incluía un Plan de consolidación ou conservación dos xacementos despois da escavación, de xeito que esa non supoña o deterioro futuro dos mesmos. Este apartado se mantiene casi inalterado en el posterior Decreto 62/89, do 31 de Marzo, polo que se regula a actividade arqueolóxica na Comunidade Autónoma de Galicia, que añade “se procede, a sinalización adecuada, do patrimonio arqueolóxico obxecto do proxecto”. En la Lei 8/1995, do 30 de Outubro, do Patrimonio Cultural de Galicia, entre las actividades arqueológicas que necesitan autorización, en el artículo 57.e se señalan “os labores de protección, consolidación e restauración arqueolóxica, entendidos como as intervencións en depósitos arqueolóxicos encamiñadas a favorece-la súa conservación e que, en consecuencia, permitan o seu gozo e faciliten o seu acrecentamento”. En el Decreto 199/1997, do 10 de Xullo, por el que se desarrolla la ley en materia de arqueología, se mantiene el mismo esquema funcional, incluyendo entre la clasificación de actividades arqueológicas en el artículo 2.c. actuacións de conservación e revalorización do patrimonio: “(...) son actuacións de conservación e revalorización do patrimonio as que teñen como obxectivo principal promove-lo rendemento sociocultural, a difusión e coñecemento público do patrimonio arqueolóxico”.

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Como acabamos de ver, la normativa señala la obligatoriedad de lo que hay que hacer en esta materia, pero no marca las pautas a seguir para conseguir estos objetivos, y de la administración competente no emanaron ningunas directrices al respecto, por lo que cada responsable de las diferentes intervenciones viene realizando lo que mejor entiende, armonizando esta normativa con las teorías aplicadas a la restauración del patrimonio arquitectónico.

III.2. PRINCIPIOS GENERALES DE APLICACIÓN EN ESTA CONSOLIDACIÓN Con la intervención realizada tratamos, por encima de todo, de consolidar espacios que fueron habitados por hombres y mujeres, escapando de esa idea tan generalizada de restaurar muros, perfiles, pavimentos, etc. De ahí que en el proceso de consolidación se tuviese en cuenta la definición y funcionalidad de los espacios sobre los que se iba a actuar, priorizando, en unos determinados momentos unos aspectos sobre otros. Se pretendía, en suma, que la consolidación tuviera una cierta función didáctica, tratando de hacer más inteligibles al público los restos arqueológicos y los valores que encierran, pues, no debemos olvidar que el objetivo primordial de la investigación histórica debiera ser el de comunicarle a la sociedad los acontecimientos y situaciones pasadas. Esto es, transmitirle a la sociedad la información parcelar que nos ofrecen los restos arqueológicos, pero haciéndolo en clave de comprensión histórica que se ve facilitada si es el propio yacimiento el que se acerca a la sociedad, incluso a través de un recorrido recomendado. La consolidación de los lienzos o muros que delimitaban las construcVista general del área excavada

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Consolidación de fábricas y pavimentos

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ciones se realizó siguiendo el sistema de “ruina”, manteniendo las proporciones en altura respecto a la original conservada, a no ser que por problemas técnicos o de recursos didácticos se quisiera resaltar algún aspecto concreto en el discurso del propio yacimiento, pero siempre con cautela y tomándolo como una excepción y no como una norma general. Teniendo en cuenta que en toda intervención de estas características es obligado diferenciar el original de lo añadido, el criterio a seguir fue la señalización por medio de una línea discontinua de pizarra, de tal forma que por una parte no distorsionase la visión del conjunto, y por otra al tratarse de una materia prima ajena al área geográfica en la que se encuentra el yacimiento, con el paso del tiempo nunca podría llevar a mal entendidos. Para la consolidación se utilizó la misma piedra recuperada en el proceso de excavación, realizando casi una anastilosis, usando como argamasa de la fábrica reconstruida xábrego de aporte local próximo mezclado con mortero hidrofugado, que a los pocos días ya presentaba un aspecto general similar al resto de las estructuras. Para los pavimentos se realizó un tratamiento integral que va a facilitar el drenaje, retardar el crecimiento de nueva vegetación, e impedir que la vegetación, la climatología y la acción antrópica los alteren, al tiempo que

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va a facilitar una mejor visualización y delimitación de los espacios habitacionales. Primeramente fueron tratados con herbicida, recubriéndolos después con geotextil, cubriendo la totalidad de los espacios, enterrándolo un poco en los bordes próximos a los muros, para impedir que las raíces puedan arrancarlo y rebrotar por estas zonas. Seguidamente sobre el geotextil se extendió una capa de grava de 3 cm. de espesor que según los casos, y en relación con la lectura funcional e histórica de la superficie excavada, presenta diferente color y textura: a) Grava oscura para los ámbitos o espacios privados con cubierta. b) Grava rosácea clara para los espacios públicos y de comunicación. c) Xábrego para las estructuras preexistentes documentadas en el interior y bajo el nivel de pavimento de las estancias privadas.

III.3. ACTUACIONES CONCRETAS Las actuaciones llevadas a cabo tienen como marco imprescindible el hecho de ser todas ellas susceptibles de modificación en el futuro e incluso de fácil eliminación sin dañar la integridad de los elementos originales que motivaron tales actuaciones. El primer elemento guía de estas actuaciones se encuentra, pues, en el principio básico de reversibilidad de las actuaciones realizadas. Por eso a la hora de consolidar “en ruina” los lienzos o muros que delimitaban las construcciones se procedía, primero, a asentar sobre el lienzo original una hilada de piedras en cada una de sus dos caras que luego se rellenaba internamente –alma del muro– con piedras menudas o cascajo, bien natural, bien intencionalmente obtenido para dicho relleno. Era entonces, cuando en segundo lugar y sobre esa primera hilada de consolidación se levantaba/an la/s hilada/as restante/es con su consiguiente relleno de cascajo en el alma, pero ahora ya mezclando el cascajo con argamasa a base de xábrego local y mortero hidrofugado color tierra natural. Señalábamos también con anterioridad como las actuaciones llevadas a cabo pretendían consolidar y hacer legibles los diferentes espacios. Ello implicaba recuperar, como mínimo, lo más básico de su volumetría y para ello, dado el estado de arrasamiento que en general caracterizaba a la zona excavada, era preciso que los lienzos murarios y en especial sus esquinas tuviesen una correcta definición visual –que también lo debía ser volumétrica– no sólo a nivel de planta sino también a nivel de alzado –de cara a fijar visualmente y sin esfuer104

Construcción 4 antes de la consolidación


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Construcción 4 después de la consolidación

zos dichos límites–. Definición de límites mediante alzados ligeramente por encima de la cota del suelo de la construcción que se hacían imprescindibles cuando, como por ejemplo en la construcción 4, dichos muros en algún tramo –lienzo sur– ya se conservaban solamente por debajo de la cota de suelo, o cuando, como en la estancia 3.b en su esquina SO, el arrasamiento incluso afectaba, también parcialmente, a la zapata de cimentación que servía para asentar dichos lienzos. La consolidación “en ruina” también se aplicó sobre aquella zona de los lienzos murarios donde, en relación con el acceso al interior de las construcciones, nos encontrábamos, no con la evidencia física o conservada de la solera de dicho vano –lo que nos permitiría conocer su dimensionado–, sino simplemente con el indicio de su ubicación, en general caracterizado por una hilada de piedras en disposición plana a la misma cota del suelo de la construcción –o con ligera diferencia altimétrica– sobre la que se asentaría dicha solera. La correcta definición visual de los lienzos o muros no sólo a nivel de planta sino también a nivel de alzado en algún caso concreto implicó la reedificación bien desde la hilada inferior de piedras de la zapata de cimentación, bien desde los rebajes en la roca natural destinados a su asiento. Éste fue, por ejemplo, el caso concreto de los lienzos O y S de la construcción 13, levantados, siempre, muy ligeramente por encima de la cota correspondiente al suelo interior de la construcción, pero lo suficiente para lograr esa correcta definición visual y perimetral de dicha construcción. Pese al grado de arrasamiento que también caracterizaba a los escalones de acceso al espacio porticado que cierra la plaza por el norte, las evidencias conservadas nos permitían conocer la disposición y altura cuando menos

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para los dos escalones inferiores. Por eso en este caso, y teniendo en cuenta que dichos escalones se convertirían en “pisables”, fue por ello por lo que su consolidación/reconstrucción no se hizo “en ruina” sino global, pero con la máxima cautela y, en todo caso, tomando esta solución como una excepción y no como una norma general. Finalmente, si nos referimos a la consolidación efectuada sobre la canalización de drenaje conservada en el tramo más bajo de la calle central y en el interior de la construcción 9, una vez efectuada su total excavación se procedió, primeramente a su limpieza y fotografiado, para luego cubrir su fondo y la mitad de su altura en los laterales con geotextil sobre el que, a su vez, se depositaría una capa de 3/5 cm. de potencia de argamasa a base, nuevamente, de xábrego local y mortero hidrofugado. Se trataba, en todo caso, mediante una actuación totalmente reversible, de fijar las lajas de su delimitación, al tiempo que dicha capa de fijación, separada del original por geotextil, se rellenaba nuevamente de grava de cara a ocultar su existencia. Las actuaciones llevadas a cabo pretendían, pues, consolidar y hacer legibles esos diferentes espacios que, dentro de la diacronía cronológica, fueron ocupados por las personas que habitaron el poblado. Por eso dicho proceso de consolidación estuvo también guiado por la definición y funcionalidad de los diferentes espacios –esto es, por la interpretación de los restos excavados–, que precisamente por mostrar claramente esa diacronía cronológica, recibieron a nivel de consolidación y lectura, la priorización de unos determinados momentos cronológicos con respecto a otros. El segundo elemento que actuó de guía en las actuaciones llevadas a cabo fue, pues, el de asociar los planteamientos de consolidación a los de musealización; algo que debemos entender como básico cuando se trata de convertir un documento parcelar y con muy desigual estado de conservación –como es el arqueológico– en un documento histórico legible. En ese sentido, pues, las actuaciones no solamente tenían como norte el buscar una efectiva preservación de los restos excavados, sino también su mejor entendimiento o legibilidad y para ello era necesario nuevamente contar con el mayor grado de definición visual posible. 106

Canalización en proceso de consolidación

Vista general con distintos tipos de grava


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Este grado de definición visual se conseguiría creando, por encima del geotextil que cubría los suelos originales de las construcciones –o dentro de ellas, sobre el geotextil de los suelos correspondientes a las estructuras preexistentes, como por ejemplo sucede en la construcción 2–, nuevos suelos con un espesor en torno a 3 cm, donde su diferente coloración o textura guardaba ya relación con la lectura funcional e histórica –con la interpretación, en suma– de lo excavado. Es así que para los espacios privados o con cubierta empleábamos grava oscura, mientras que grava de tonalidad rosácea clara se empleaba para los espacios públicos, abiertos o de tránsito y comunicación y finalmente, como sucede en las construcciones 2, 11, 14 ó 12 se empleaba el xábrego para señalarnos que nos encontramos ante suelos pertenecientes a estructuras preexistentes documentadas en el interior y bajo la cota del suelo que correspondería a las estancias privadas edificadas posteriormente. Todas las actuaciones destinadas a garantizar la integridad de estos bienes singulares e irrepetibles que son las estructuras resultantes de la excavación estuvieron, como es lógico, mediatizadas, en el caso de muros y pavimentos, por el conocimiento que de ellos nos proporcionó no sólo la fase de excavación, sino también las concretas y puntuales actuaciones de cata llevadas a cabo durante la misma fase de consolidación. Procesos de conocimiento de las estructuras y de sus materiales constructivos que, en todo caso, conllevaron la consiguiente documentación gráfica mediante levantamientos planimétricos generales y de detalle así como una exhaustiva documentación fotográfica. Comenzábamos señalando como todas las actuaciones de consolidación estaban guiadas por el principio básico de su reversibilidad y con ello queremos también concluir. Es así que para facilitar su correcto cumplimiento Construcción con pizarra como elemento de separación

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se hacía también necesario establecer una diferenciación entre bien original y bien reintegrado. Diferenciación que se va a lograr mediante la inclusión de elementos separadores que, de manera visual pero sin crear impacto llamativo, nos informasen de la posición y alcance del bien reintegrado respecto al original. Este elemento separador, como ya señalamos, no va a ser otro que la utilización de pizarra dispuesta creando una línea discontinua, de tal forma que por una parte no distorsionase la visión del conjunto, pero por otra nos permitiese conocer el alcance de la intervención de consolidación sin tener que recurrir a la documentación escrita y fotográfica presente en el correspondiente documento técnico.

III.4. MUSEALIZACIÓN Los yacimientos arqueológicos para el gran público son espacios llenos de incógnitas que es preciso despejar, tarea que no resulta fácil, pero que es imprescindible para su aprovechamiento y valoración sociocultural. La interpretación se presenta como el método más idóneo para acercar el yacimiento al público no especializado y como un factor indispensable para la gestión de estos espacios, al tiempo que constituye un instrumento eficaz para sensibilizar al visitante en la conservación del patrimonio, a través del respeto y la participación ciudadana. Con ella, no sólo se consigue que el visitante disfrute más de la visita comprendiendo el significado y los valores que esos restos encierran, sino que al tiempo que ayuda a crear una fuerte conciencia social del uso del patrimonio, puede llegar a propiciar beneficios económicos para la colectividad con una adecuada gestión de estos recursos. Los principios generales que se tuvieron en cuenta, desde el primer momento, para la puesta en valor del Conjunto Arqueológico-natural de Santomé y que siguen vigentes para esta nueva fase, se basan en criterios objetivos y en las normas generales de lo que debe ser la interpretación, entendida como el puente que comunica al visitante con el objeto de la visita. Se pretende despertar en el público el deseo de ampliar conocimiento sobre el yacimiento, provocando su curiosidad sobre aspectos del mismo que se insinúan, pero que no se desarrollan, puesto que entendemos que estos primeros medios de interpretación “in situ” tienen más la función de incitar y estimular al conocimiento que de desvelar los significados profundos del yacimiento. “La cultura iconográfica y estética y la cultura topográfica, estratigráfica y tipológica deben entablar un diálogo que prepare la llegada de otros tipos de historiadores de los objetos y de otro modo de presentación 108

Banderola de señalización de inicio de ruta


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Vista infográfica de la embocadura de la plaza

Vista infográfica del torreón desde el Oeste

de las ruinas y de los monumentos”. (A. Carandini) Por eso los paneles informativos que se instalan en el yacimiento proporcionan una somera información sobre los últimos restos descubiertos, animando al público a profundizar en su conocimiento por medio de folletos, guías y la literatura científica que sobre los restos se publique. Por todo ello los paneles llevan poco texto y muchas propuestas interpretativas. El diseño y distribución de los paneles informativos responde a criterios objetivos de aprovechamiento de los recursos disponibles. Cada panel tiene tres niveles diferentes de lectura, que potencian su carácter pedagógico y didáctico, con reconstrucciones en 3D siempre que fue posible y dibujos que ayudan a explicar el fenómeno que se pretende explicar. La presencia de imágenes virtuales van a permitir al observador, partiendo de un único campo de visión, poder conjugar la imagen real de lo excavado y consolidado con la reconstrucción infográfica. Se trata, pues, de superponer a la restitución parcial de los bienes originales, la restitución virtual mediante técnicas infográficas de cara a hacer así más comprensible –y fundamentalmente de modo visual– la vida en el poblado castreño, que a su vez no es sino entender su configuración espacial. La distribución de estos paneles se realizó en función de su mejor integración en el ambiente, sin agresiones, donde el impacto visual sea el menor posible, pero que al mismo tiempo no sea obstáculo para su también carácter funcional de balizas informativas que, de manera encubierta, “guíen” un recorrido fundamentalmente abierto por la zona de

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excavación. El recorrido también está señalizado por postes de madera con el anagrama del conjunto arqueológico, que reproduce un caballo perteneciente a una placa de cinturón tardorromana, aparecida en el yacimiento en una anterior campaña. Para facilitar la visita, se recuperó también un antiguo sendero, que traza un recorrido perimetral por la zona media del castro. Este viario, señalizado por estos indicadores situados estratégicamente, permite conducir al visitante por todas las zonas de interés, sin que tenga que hacer un esfuerzo especial. La incorporación de este nuevo espacio para la visita obligó a diseñar un nuevo circuito, de tal forma que ahora el visitante, después de pasar por la caseta de información, accede a la croa del recinto castreño por una rampa habilitada para tal fin, y después de contemplar el área excavada en esta campaña, baja por la antigua calzada, presentándosele ahora dos alternativas: bien continuar con la visita al castro por el sendero perimetral, dejando para el final el poblado tardorromano, bien visitar éste y dejar para otra ocasión la vista al castro y a su entrono natural. En ambos casos el recorrido sigue un discurso cronológico-cultural coherente. Para esta nueva área incorporada a la visita se instalaron tres nuevos paneles, dos para el conjunto habitacional y uno para el torreón defensivo. Esta nueva situación nos obligó a cambiar el contenido de algunos paneles, como el general de entrada al conjunto que presenta el plano del yacimiento, en el que se integró la planimetría del área excavada. Así mismo, en otros además de modificar su contenido, también se tuvo que cambiar su ubicación, como así sucedió con la banderola de señalización de recorrido, o con el panel que nos informa sobre la etapa castreña, que con esta nueva intervención, nos permitió avanzar significativamente en su conocimiento.

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IV. PROPUESTAS DE FUTURO Los planteamientos a tener en cuenta dentro de las nuevas actuaciones en el Conjunto arqueológico-natural de Santomé deben de tender a hacer viable el aprovechamiento y contemplación de la pluralidad de elementos que conforman este conjunto, explotando todas sus potencialidades. Para ello es preciso realizar un amplio abanico de acciones, que por una parte permitan interrelacionar el yacimiento con su entorno y por otra, profundicen en el conocimiento y difusión de todos sus valores. Un instrumento importante a valorar en las actuaciones futuras es tener presente la vinculación del conjunto arqueológico-natural con la ciudad de Ourense, vinculación que, como ya vimos con anterioridad, debió existir en los momentos en que este lugar era un próspero poblado prerromano y romano, siendo preciso recuperarla ahora para su revalorización y puesta en valor. El conocimiento del pasado histórico de Ourense debe pasar por el acercamiento a Santomé, para comprender la capa más profunda de los estratos que conforman la historia de nuestra ciudad. Por otra parte, no se debe olvidar que ésta constituye el caladero principal de potenciales visitantes, entre los que se incluyen los propios habitantes, los visitantes ocasionales y los estudiantes en los diferentes niveles educativos. En este sentido, es importante llevar a cabo la adaptación de una ruta de senderismo por la margen izquierda del río Loña. En la actualidad, se puede acceder al Conjunto arqueológico-natural de Santomé en automóvil por la carretera de Tibiás. Otra alternativa la ofrece un hermoso camino, ya documentado en 1153, formando parte de una compleja red de comunicaciones entre los lugares de Velle, Sabadelle y Mende, que desde Santomé llevaba a cruzar el río Loña, inxta Sanctum Thoman et intra Laoniam ad portum Menendi. El camino, corto en su recorrido pero monumental en el trazado, conserva el empedrado de grandes losas y altos muros de separación de los campos circundantes. Sería interesante completar este camino, que ya funciona como ruta de senderismo, con otro sendero existente en la margen izquierda del río, creando de esta forma una ruta circular para unir la ciudad de Ourense con el yacimiento. Para lograr este cometido no se necesitan grandes obras de infraestructura, sino pequeños trabajos de adecentamiento del sendero y la construcción de una pasarela de madera sobre el río Loña a la altura del yacimiento. Incluso se podrían restaurar algunos de los abundantes molinos

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que se encuentran en el recorrido, para explicar el proceso que en ellos se realizaba y/o dar a conocer las olvidadas artes de pesca, practicadas en este río. La adaptación de esta nueva ruta permitiría incorporar al circuito el Ponte Loña, un puente medieval de un solo arco ojival, ligeramente apuntado, sin muros de acompañamiento, recientemente restaurado, del que ya se tienen noticias documentales desde comienzos del siglo XIII. Otro aspecto que resulta irrenunciable en cualquier plan de futuro para Santomé es el de mantener un proyecto de investigación continuado, que conlleve la excavación, consolidación, interpretación y divulgación de nuevas áreas del yacimiento. Realizando en paralelo tareas de retiradas de piedra, mantenimiento del bosque y trazados de senderos internos a medida que se vayan creando nuevos puntos de atracción para la visita. Para ello hay que contemplar la posibilidad de que la administración local complete la adquisición de los terrenos que forman parte del yacimiento y que, por el momento, no son de su propiedad. Conscientes de que la puesta en valor e interpretación de un yacimiento no requiere a veces grandes inversiones, sino sentido común y conocimiento científico del mismo, se propone la creación de un Centro de Acogida/Información. Iría ubicado en un pequeño edificio de estética moderna,

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Vista general del yacimiento


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a construir en una vaguada a la izquierda del camino principal de acceso al conjunto, integrado perfectamente en el paisaje y en coherencia con el trabajo que hasta el momento se viene realizando en dicho enclave. Constaría de una zona de acogida con pequeña tienda, sala de interpretación del conjunto arqueológico y de la naturaleza, aula didáctica y de proyecciones. La estructura se completaría con un área de almacén/laboratorio, relacionada con la actividad arqueológica del yacimiento, en la que se puedan acometer los primeros tratamientos de conservación del material arqueológico, antes de su traslado al laboratorio o almacén del Museo Arqueológico Provincial de Ourense, verdadero centro de interpretación del yacimiento, donde se expondrán las piezas originales, en un discurso expositivo coherente en relación con el devenir histórico de la provincia que en él se narra. De esta forma, se conseguiría un contacto con el objeto original en las propias estructuras arquitectónicas del yacimiento, y en los objetos expuestos en el museo, que son los que dan sentido a la interpretación. Se prescinde conscientemente de elementos y espacios vinculados directamente con la investigación, como biblioteca o archivo, por entender que sobrepasan los objetivos propuestos y exceden el marco de un centro de estas características, para confundirse con lo que sería un museo de yacimiento.

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EPÍLOGO Lois Ladra Arqueólogo responsable del seguimiento del proyecto. Becario de posgrado (años 2000-2002) de la Fundación Pedro Barrié de la Maza


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La Fundación Pedro Barrié de la Maza, a través de la Convocatoria de Proyectos en Colaboración 2002-2003, seleccionó, de entre un total de más de setenta propuestas presentadas, tres iniciativas vinculadas respectivamente a la Real Academia Galega, a la Catedral de Mondoñedo y al Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense. Todas ellas reunían una serie de requisitos y características comunes, entre las cuales destacaba el hecho de poder presentar en público, una vez correctamente ejecutadas, diversas materializaciones palpables que contribuyesen claramente al acercamiento del rico patrimonio cultural gallego a la sociedad que las vio nacer y crecer a lo largo de la Historia. En el caso que ahora nos ocupa, el proyecto presentado a la Fundación Pedro Barrié de la Maza por el Grupo “Marcelo Macías” –vinculado desde hace ya varias décadas al Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense– pretendía abordar una ambiciosa intervención patrimonial sobre el Conxunto Arqueolóxico-Natural de Santomé (San Bernardo de Tibiás, Ourense), en la que no faltase la excavación arqueológica de un sector parcial de este destacado yacimiento castreño, su posterior consolidación y la musealización del mismo. Todo ello siguiendo el firme propósito de realizar una adecuada puesta en valor de tan preciado y precioso recurso patrimonial. Hablar de Arqueología en Galicia supone inevitablemente entrar en contacto con una de nuestras señas de identidad más singulares: la Historia. Una historia milenaria, colectiva, casi siempre anónima, en la que, a nivel arqueológico, escasean las fuentes literarias y menudean los restos materiales. Galicia constituye un auténtico vergel de mámoas, dólmenes, petroglifos, castros... Y los castros, desde hace varios siglos, han sido objeto de interés y estudio por parte de varias generaciones de investigadores galaicos, desde el Padre Sarmiento, ilustre benedictino del Siglo de las Luces, hasta el día de hoy, sin olvidar, entre otros muchos, a Murguía, Villaamil, Cuevillas, Bouza Brey, Xaquín Lorenzo y un larguísimo etcétera de sabios que nos han legado sus obras para que podamos acercarnos, cada día un poco más, a comprender, amar, valorar y defender nuestra rica y variada herencia arqueológica. No podemos olvidar el orgullo poético que desató en los vates decimonónicos nuestro pasado más remoto y sus diferentes manifestaciones

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monumentales, con famosas composiciones dedicadas a loar el Dolmen de Dombate o el tan conocido confín dos verdes castros pondaliano. La llamada Cultura Castrexa se manifiesta en el Noroeste peninsular como una de las épocas que mayor interés ha suscitado entre poetas, arqueólogos, historiadores, etnógrafos... Y esta particularidad histórica, a la vez que nos singulariza como pueblo, nos hermana con nuestros vecinos portugueses, asturianos, zamoranos y leoneses, por no hablar de los hillforts o castros atlánticos, tan característicos de otros “finisterres” europeos como Irlanda, Gales, Escocia, Bretaña... Desde comienzos del siglo XXI las intervenciones arqueológicas en yacimientos castreños se han multiplicado considerablemente en Galicia, hasta el punto de que, en apenas cuatro años, han sido excavados, entre otros, los castros de O Facho, Castromao, Elviña, Zoñán, Neixón, Viladonga, San Cibrán, Castrolandín, Pena Redonda... y un largo etcétera. Sin embargo, la historia reciente nos demuestra que no siempre los resultados científicos de dichas intervenciones acaban materializándose y revertiendo en beneficio de la sociedad, depositaria principal del legado histórico-arqueológico que, necesariamente, debería poder usufruir. En el caso del Conxunto Arqueolóxico-Natural de Santomé, la riqueza patrimonial del mismo no sólo se ciñe a su vertiente cultural, sino que también destaca sobremanera su amplia y variada riqueza natural. En Santomé confluyen, junto a la acrópolis castreña y al asentamiento galaico-romano de su falda, un hermoso bosque de carballos y sobreiras, las curiosas formaciones geológicas del rio Loña conocidas como marmitas de xigante, numerosos muíños de auga fácilmente recuperables y otras muchas sorpresas que hacen especialmente recomendable su visita a cualquier persona mínimamente sensibilizada con nuestro patrimonio arqueológico, forestal, geológico, etnográfico y paisajístico. Todo ello por no hablar de la escasa distancia y consecuente cercanía a la ciudad de Ourense, la mítica Auria de poetas y geógrafos, de la cual se contemplan unas magníficas vistas desde la acrópolis castreña de Santomé. Y por si ello fuera poco, todavía para los amantes del senderismo Santomé ofrece la posibilidad de recorrer tranquilamente un viejo camino medieval aún hoy en día transitable, lleno de encanto y de mis-

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terio. En fin, son muchas y muy variadas las razones que aconsejan realizar una visita detenida, sin prisas, lejos del bullicio urbano, a este pequeño paraíso, tan cercano, desconocido y evocador. La obra que a continuación presentamos intenta completar la visita de cualquier espíritu inquiePlaca conmemorativa de la intervención to, curioso e interesado, con un análisis arqueológico reciente y actual del Conxunto Arqueolóxico-Natural de Santomé, saciando nuestras ansias de conocimiento con amplias y pormenorizadas explicaciones, a la vez que se nos dan a conocer gráfica y textualmente eses tesouros novos e vellos que la tierra conservó en sus entrañas durante casi dos mil años para permitir que un equipo de arqueólogos, dibujantes, restauradores y voluntarios pudieran hacerles ver de nuevo la luz. El esfuerzo –no lo dudemos– ha sido notable por todas las partes implicadas en este proyecto, desde la Fundación Pedro Barrié de la Maza hasta el Grupo “Marcelo Macías”. Corresponde al público y a la sociedad en general, juzgar con sus propios ojos si realmente ha merecido la pena. Personalmente, creo que iniciativas de este tipo deberían ser más frecuentes y habituales. El paso del tiempo dictará implacable su sentencia. Ahora sólo nos resta invitar a todas las gentes interesadas en conocer un poco mejor nuestro pasado, nuestras raíces y nuestro patrimonio arqueológico-natural, a que se acerquen reposadamente a Santomé, con la curiosidad como guía y con los cinco sentidos bien despiertos, no vaya a ser que alguna fermosa moura aparezca en la mañanciña de San Xoán, acicalando su larga cabeleira dourada al tiempo que nos ofrece la posibilidad de liberarla de su encantamento para compartir con ella todo un fabuloso mundo de riquezas inauditas. Créanme ¡vale la pena intentarlo! Ourense, Verano de 2004

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La presente publicación ha sido editada por la Fundación Pedro Barrié de la Maza con motivo de la inauguración en marzo de 2005 de un sector del yacimiento castreño de Santomé, excavado, consolidado y musealizado gracias al apoyo institucional y a la financiación de la Fundación, con el objetivo de poner en valor socio-cultural el conjunto arqueológico-natural de Santomé (Ourense). El proyecto para la excavación y musealización de parte del sector castreño de este yacimiento ha sido seleccionado por la Fundación Pedro Barrié de la Maza dentro de su Convocatoria de Proyectos en Colaboración 2002-2003, y desarrollado en el marco del convenio de colaboración suscrito en marzo de 2003 por Manuel Cabezas Enríquez, Alcalde de Ourense; Olga Gallego Domínguez, Presidenta de la Asociación Marcelo Macías de Colaboradores del Museo y Archivo Provincial de Ourense; Julio Rodríguez González, director del proyecto y José María Arias Mosquera, Vicepresidente de la Fundación Pedro Barrié de la Maza. Este convenio ha permitido profundizar en el conocimiento de la etapa castreña del yacimiento de Santomé y darlo a conocer, tanto al público en general gracias a la musealización del mismo, como a la comunidad científica mediante esta publicación. El presupuesto total aportado por la Fundación para la campaña de excavación, musealización y puesta en valor del yacimiento ha ascendido a 72.000 euros.

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FUNDACIÓN PEDRO BARRIÉ DE LA MAZA Patronato Presidenta Carmela Arias y Díaz de Rábago Vicepresidente Joaquín Arias y Díaz de Rábago Vicepresidente José María Arias Mosquera Vocal secretario Vicente Arias Mosquera Vocales Amelia González de la Maza María Luisa Martínez Poch Loreto Arias Mosquera Pilar Arias Romero Antonio Barrera de Irimo Francisco José Hernando Santiago Carlos Martínez Alonso Joaquín de Fuentes Bardají Francisco Galván Cabanas Miguel Sanmartín Losada Pilar Romero Vázquez-Gulías

Dirección Marta Rey García Administración y control Juan Antonio Rioboo Lata Comunicación Suzana Mihalic Área de investigación y patrimonio Laura Serrano Blanco Servicio de publicaciones Olga Otero Tovar

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PROYECTO DE PUESTA EN VALOR SOCIO-CULTURAL DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO-NATURAL DE SANTOMÉ (OURENSE), 2ª FASE: EXCAVACIÓN, CONSOLIDACIÓN Y MUSEALIZACIÓN DE UN SECTOR DEL CASTRO

Director del Proyecto Xulio Rodríguez González EQUIPO

TÉCNICO

Arqueólogos Manuel Xusto Rodríguez Mª Isabel Peralta Bejarano Francisco Fariña Busto José Ramón Gómez Cachaldora Xosé Manuel Fernández Quintela Natalia Estévez Cruz Olga Barandela Rivera Sonia Rodríguez Basalo Estudiantes de arqueología Víctor Rodríguez Muñiz Avelino Rodríguez González Begoña Garrido Labrador Israel Barandela Rivera Graciela María Gómez Cid Seguimiento Lois Ladra Fernández

PUBLICACIÓN © 2004 Fundación Pedro Barrié de la Maza © 2004 de los textos Mª Isabel Peralta Bejarano, Xulio Rodríguez González, Manuel Xusto Rodríguez Fotografías Juan Rodríguez (Págs. 14, 18, 20, 21, 24, 25, 28, 33, 51, 57-60, 76, 81, 82, 83, 103, 112, 116) Santiago Sáiz (Pág. 119) Resto facilitadas por los autores y Fernando del Río Martínez Infografías y dibujos Diego Blanco Urbano Jesús Costa López Antonio Soria Rocafort Diseño gráfico IMAGO MUNDI Imprime euroGráficas pichel, s.l. Depósito Legal C-0000-2004 ISBN 84-95892-25-1

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Conjunto Arqueológico-Natural de Santomé Excavación, consolidación y musealización de un sector del castro Isabel Peralta Bejarano Julio Rodríguez González Manuel Xusto Rodríguez

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