CALDER STORIES
EXPOSICIONES
29 DE JUNIO 3 DE NOVIEMBRE SALA 2
Colabora:
Comisario: Hans Ulrich Obrist Diseño de exposición: Renzo Piano
Alexander Calder. Untitled (maquette for 1939 New York World’s Fair), 1938. Plancha metálica, madera, alambre, hilo y pintura. 14 3/4 x 19 3/4 x 9 3/4 in. Calder Foundation, New York. © 2019 Calder Foundation, New York / VEGAP, Santander
Alexander Calder. Guava, 1955. Plancha metálica, varilla, alambre y pintura. 180,9 x 372,1 x 118,11 cm. © 2019 Calder Foundation, New York / VEGAP, Santander. Foto: Tom Powel Imaging
Siguiendo con la presentación periódica de aspectos poco conocidos de maestros del arte del siglo veinte, el Centro Botín presenta Calder Stories, una muestra que arroja nueva luz sobre la obra de una figura capital del arte del pasado siglo, y lo hace a través de la visión curatorial del comisario suizo Hans Ulrich Obrist, director artístico de las Serpentine Galleries de Londres. El legado y la influencia de Alexander Calder se sitúan al nivel de su fértil genialidad, y el virtuosismo y gracia de sus obras gozan de reconocimiento universal. Un examen detenido de su abundante corpus de dibujos, esculturas y objetos de todo tipo revela también una inteligencia espacial y formal excepcional, así como una manera Alexander Calder. Sphere Pierced by Cylinders, 1939.Alambre y pintura. 210,82 x 86,36 x 109,22 cm. Calder Foundation, New York. © 2019 Calder Foundation, New York / VEGAP, Santander. Foto: Tom Powel Imaging
revolucionaria de capturar el movimiento. Esta exposición reúne una extraordinaria recopilación de cerca de noventa obras realizadas en todo tipo de soportes, la mayoría inéditas, que permite comprobar lo visionario y profundamente moderno que es el arte de Calder, y lo contemporáneo que continúa siendo superados ya los cuarenta años de su muerte. Hans Ulrich Obrist lleva más de dos décadas investigando proyectos no realizados de artistas. Esa exploración ha dado forma al planteamiento curatorial de Calder Stories. Obrist centra su interés en descifrar la complejidad del proceso creativo investigando en su documentación
—bocetos, dibujos y maquetas—, una complejidad que resulta especialmente elocuente en el caso de los proyectos que nunca llegaron a completarse. Hay, quizás, en estos trabajos una espontaneidad a veces no tan visible en los proyectos finalizados. Su elección de otros proyectos acabados para completar la lista de obras expuestas se basó en su manera de contar la historia de un pensamiento, desde que surge hasta las diversas plasmaciones que puede llegar a atravesar, revelando con ello la complejidad inherente al gesto creativo. Con ese prisma resulta más interesante aún pensar en la capacidad de Calder, tanto para crear piezas artísticas diminutas, como para abordar obras monumentales. Adquirimos además conciencia de que las obras pequeñas contienen la esencia de objetos mucho mayores. En efecto, el extraordinario sentido de escala de cada una nos permite imaginar cómo habría sido ejecutada en un formato mayor. La historia del proceso creativo intuitivo de Calder se cuenta aquí a través de
grupos de trabajos realizados en todo tipo de soportes, cada uno vinculado a proyectos concretos y, en muchos casos, por encargo de algunos de los arquitectos más notables del siglo veinte como Wallace K. Harrison, Percival Goodman u Oscar Nitzschke, así como visionarios como el marchante de arte francés convertido en piloto de carreras Hervé Poulain, que pidió a Calder que pintara un BMW 3.0 CSL con el que compitió en la carrera de resistencia de las 24 Horas de Le Mans. Con su conversión de un automóvil en un cuadro en movimiento Calder abraza la velocidad —quintaesencia de la cultura moderna— como elemento fundamental de su vocabulario formal. A lo largo de toda su trayectoria Calder no dejó de idear conceptos nuevos, y algunos de los trabajos que aquí se muestran hablan del perseverante compromiso con la innovación que mantuvo hasta el fin de sus días. La muestra también acoge una serie de animaciones digitales que servirán para ampliar la comprensión de muchos de sus dibujos con notaciones espaciotemporales
Alexander Calder. Snake and the Cross, 1936. Plancha metálica, madera, varilla, alambre, hilo y pintura. 205,74 x 129,54 x 111,76 cm. Calder Foundation, New York. © 2019 Calder Foundation, New York / VEGAP, Santander
para ballets, ejecutados en la década de los años treinta y en los primeros años cuarenta. Calder no solo aspiraba a capturar el movimiento, sino a esculpirlo, tarea que, en su caso, adopta formas coreográficas, lo que nos lleva a pensar en una aproximación a la creación artística global y abarcadora, en una suerte de obra de arte total (Gesamtkunstwerk). El Centro Botín ha confiado el diseño expositivo de la muestra a Renzo Piano. Así, el gran arquitecto que diseñó el Centro
Botín regresa a Santander para, por primera vez en su carrera, poner en pie su visión sobre un artista en uno de sus edificios. En 1983 Piano diseñó una gran retrospectiva de Alexander Calder en Turín. En esta ocasión, con su diseño expositivo, Piano refuerza nuestra visión de la levedad, suspensión y movimiento de la obra de Calder, permitiéndonos además comprobar cómo esos conceptos mueven su arquitectura de una forma que permite traslucir que Calder ha sido también una de sus grandes fuentes de inspiración.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS EN EL FOLLETO DE ACTIVIDADES O EN WWW.CENTROBOTIN.ORG
HORARIOS Horario de invierno (octubre a mayo) De martes a domingo, de 10:00 a 20:00 h.
Azotea
RETRATOS: ESENCIA Y EXPRESIÓN
8 DE JUNIO EL GRITO SILENCIOSO. 15 DE SEPTIEMBRE SALA 1 MILLARES SOBRE PAPEL
PLANTA 3
Horario de verano (junio a septiembre) De martes a domingo, de 10:00 a 21:00 h.
Comisaria: María José Salazar
PERMANENTE SALA 1
Francisco Gutiérrez Cossío es uno de los más importantes artistas que han surgido en España. En Retrato de mi madre, pintado en 1942, capta el espíritu sereno y amable del personaje en una imagen que, pese a la fuerte construcción de planos, deshace los contornos, primando la curva. Se sirve además de veladas atmósferas y cubre la superficie del lienzo con un moteado blanco, muy característico de su trabajo.
Cerrado Todos los lunes. 1 de enero y 25 de diciembre.
TARIFAS PLANTA 2
Entrada general: 8€. Entrada gratuita (con acreditación): Amigos del Centro Botín, portadores del Pase, menores de 16 años, desempleados, patrocinadores y periodistas acreditados. También miembros del Consejo Internacional de Museos -ICOM- del CIMAM, del IAC y de Sotheby’s preferred, así como portadores de la tarjeta SOY de Mutua Madrileña.
Permanente
Hasta el 15 de septiembre
Taquilla
EL PAISAJE RECONFIGURADO (SELECCIÓN)
SALA 1
Hasta el 15 de septiembre
EL MUELLE 0 Atención al visitante La Tienda Restaurante El Muelle del Centro Botín
#CalderStories #Millares
trazo, el valor del pensamiento y la utilización expresiva del material, exceptuando lógicamente sus primeros trabajos, anteriores a su llegada a la Península en 1955.
RETRATOS: ESENCIA Y EXPRESIÓN EL GRITO SILENCIOSO. MILLARES SOBRE PAPEL
Acceso Oeste
CONSULTAR LAS EXPOSICIONES EN
centrobotin.org
PLANTA 1
Acceso Este
Entrada para grupos: 6€. Mínimo de 8 y máximo de 30 personas -guía/responsable incluido-.
Muelle de Albareda, s/n Jardines de Pereda 39004 Santander (España) tlf. 942 047 147
Auditorio
Sin título. c.1956. Pintura sobre papel. Colección Elvireta Escobio. © Manolo Millares. VEGAP, Santander, 2019
Hasta el 3 de noviembre
SALA 2
Oficinas
Entrada reducida (con acreditación): 4€. Para mayores de 65 años, estudiantes de 16 a 25 años, personas con discapacidad y familias numerosas.
CALDER STORIES
Taquilla Amigos/ patrocinadores
Taquilla
En portada: Alexander Calder. Rouge triomphant, 1963. Plancha metálica, varilla, alambre y pintura. 279,4 x 584,2 x 457,2 cm. © 2019 Calder Foundation, New York / VEGAP, Santander. Manolo Millares Sin título. 1968. Pintura sobre papel. 70 x 100 cm. Colección Elvireta Escobio. © Manolo Millares. VEGAP, Santander, 2019
Sin título. 1968. Pintura sobre papel. 36,5 x 44,5 cm. Colección Elvireta Escobio. © Manolo Millares. VEGAP, Santander, 2019
Manolo Millares, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en enero de 1926 y fallecido prematuramente en Madrid en agosto de 1972, pertenece a ese grupo de creadores españoles que, con una infancia marcada por la guerra, surge en los obscuros años cincuenta, conformando un movimiento cultural propio que levanta la voz mediante su obra ante la situación del país. Es un artista transgresor, brillante y comprometido. Sin duda, un referente ético. En sus trabajos sobre papel se detecta una constante en su trayectoria que desvela su evolución: bosqueja desde retratos familiares con imágenes figurativas a composiciones de influencia surrealista o constructiva, para finalmente utilizar trazos deshechos,
con grandes pinceladas, acordes realmente con su pintura, empleando para ello tanto el grafito y la acuarela como la tinta china. Este trabajo es un claro y potente exponente de esta tercera vía que se origina en las artes a mediados del pasado siglo. El artista abre con su dibujo una nueva forma de expresión, anulándolo como disciplina dependiente de las otras artes. De esta forma, propicia un cambio no solo conceptual, sino en su aspecto externo, en el que el gesto adquiere su primacía frente a la línea, con un claro predominio del sentimiento sobre la mera apariencia. En toda su obra sobre papel Manolo Millares pone de relieve la espontaneidad del
Una evolución que forma parte de esa ruptura lenta, pero clara y segura, con los métodos tradicionales. Así, el dibujo se libera para dar paso a trabajos en los que prima el color, aplicado incluso con pincelada gestual, expresionista. Su obra representa objetos o paisajes, pero sin cerrarse en la forma, primando por encima de la similitud o la apariencia, su poesía o su musicalidad, su expresión y comunicación. Prevalece, por encima de todo, el pensamiento, la idea, sobre la representación. Su trabajo es como un “grito silencioso”, expresivo pero callado, de denuncia, potente y dramático en el que prima el gesto, y se valora la fuerza y el pensamiento. En su trayectoria se pueden señalar cuatro grandes etapas: una primera (1945-1954) de inicio y formación, de dibujo académico y naturalista (1945-1948) en la que da
comienzo a un proceso de investigación y búsqueda expresionista (1948-1954). Partiendo del surrealismo y pasando por el constructivismo y la figuración, crea las Pictografías, síntesis de su proceso creativo. La segunda etapa es de consolidación e innovación plena, en la que el trazo es ya testimonio vital (1955-1963). La tercera (1964-1968) es de plenitud, denuncia y fuerza. En esta fase su obra finalmente alcanza la madurez, abriendo con sus trabajos en papel un camino nuevo al dibujo en nuestro país. Y, finalmente, una cuarta etapa (1969-1971) en la que desarrolla obras más luminosas y poéticas tras su viaje al Sahara, sin perder por ello su energía. En este momento aclara su paleta y traza formas más dulcificadas, no por ello menos expresivas, sin abandonar jamás su denuncia. Así mismo, aúna la luminosidad del propio soporte con la armonía del trazo y la utilización de la caligrafía como fondo de composiciones. En plena madurez creativa, dejando tras sí una obra de gran trascendencia, fallece en Madrid en 1972.
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Juan Gris aborda en 1918, en plena madurez artística, este Arlequín en el que sintetiza las formas y reduce los motivos representados en una composición simple, que presenta la figura humana a través de planos engarzados entre sí. El artista se sirve igualmente del personaje para resaltar el color, que empasta siempre en diálogo con el azul.
Daniel Vázquez Díaz, Mujer de rojo, C.1931.
Juan Gris, Arlequín, 1918
Esencia y expresión son las notas dominantes de la selección de obras maestras del siglo XX que Jaime Botín generosamente ha cedido a la Fundación Botín, de la que es Patrono, para su exhibición permanente en el Centro Botín.
Este conjunto de obras presenta tres rasgos comunes: máxima expresión a través del color y la luz, la figura como medio de comunicación e hilo conductor y, por último, el hecho de que todos sean retratos, que constituye la esencia de todo el conjunto.
Se trata de ocho obras de artistas de reconocido prestigio y alto valor plástico como Francis Bacon, Juan Gris, Francisco Gutiérrez Cossío, José Gutiérrez Solana, Henri Matisse, Isidre Nonell, Daniel Vázquez Díaz y Joaquín Sorolla. Todos ellos desarrollaron su actividad a principios del siglo xx en plena eclosión de las vanguardias: un periodo complejo de ruptura con la tradición, por las diferentes corrientes que surgen y los movimientos estéticos que se solapan.
Self Portrait with Injured Eye es un autorretrato que Francis Bacon realiza en el año 1972, unos meses después del suicidio de su modelo y amante, George Dyer. La pintura expresa la soledad, el dolor y el desgarro del artista ante esta pérdida. También parece expresar su personalidad autodestructiva, al trazar una imagen inquietante, violenta, con formas geométricas que descomponen el rostro y producen un efecto muy dinámico.
En El constructor de caretas José Gutiérrez Solana retrata a su amigo Emeterio en su taller en las Vistillas de Madrid. El artista nos muestra su personalidad en una composición simétrica, con espacios muy bien compensados. La obra está ejecutada en los años finales de su producción y, pese a la negritud del ambiente, es una pintura colorista, con una atmósfera propia. Henri Matisse refleja en Femme espagnole su recuerdo de un viaje a nuestro país en 1911 para visitar el Museo del Prado y conocer Andalucía, del que regresa con una maleta cargada de brocados y mantillas y una potente luz en su paleta, que se traduce en colores limpios y abiertos, que no mezcla con claroscuros. Esta influencia da lugar a un estilo más ligero, sutil y armónico. Isidre Nonell pinta en 1907 Figura de medio cuerpo en la que abandona la figura de la gitana como personaje principal para retratar ahora a mujeres de tez blanca, más tranquilas, reposadas y melancólicas.
Joaquín Sorolla, Al baño. Valencia, 1908.
El artista se decanta por el color como único elemento para modelar la figura, superpone blancos y azules que contrasta con las negras cabelleras de sus modelos. Al baño de Joaquín Sorolla es una obra de gran sensibilidad y delicadeza que fue pintada en el verano de 1908 en la playa de Valencia. Destaca la delicadeza de sus luces y su restringida paleta, que plasma con pinceladas gruesas y con brillantes contrastes lumínicos. Daniel Vázquez Díaz es uno de los máximos exponentes de este género. Mujer de rojo fue pintada en 1931, cuando el artista ya estaba en Madrid. Destaca la expresión y el sentimiento que muestra el personaje en su rostro y la esencia como reflejo del espíritu que trasciende a la propia expresión. Un aire sombrío y nostálgico sobrevuela todas las pinturas, como si un gran manto transparente de melancolía las envolviera. María José Salazar
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