MUJER: FAMILIA, TRABAJO Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA PANORÁMICA DE LA SITUACIÓN EN LA ÚLTIMA DÉCADA EN CHILE Danae Mlynarz* - Roxana Muñoz**
COLECCIÓN IDEAS AÑO 4 N° 37 Noviembre 2003
* Danae Mlynarz, Trabajadora Social y Cientista Política ** Roxana Muñoz, Socióloga
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Introducción En nuestro país, la situación de las mujeres en cuanto a ejercicio de derechos difiere en relación a sus pares hombres. En realidad, diversos datos demuestran que su relación no es de pares. Chile en los últimos años ha obtenido importantes resultados en materia de indicadores sociales que le han permitido mejorar posiciones en cuanto a indicadores de desarrollo humano, que lo sitúan en una posición privilegiada en el concierto Latinoamericano. Sin embargo, esta situación no se replica en los indicadores relativos a equidad de género. De esta forma, en el año 2001 Chile clasificaba en el lugar 43 del mundo según los índices de desarrollo humano1 y relativo al género2. Sin embargo, para el mismo año clasificaba en posición 52 con relación al índice de potenciación del género3. Las diferencias experimentadas por hombres y mujeres en términos de escolaridad, participación y situación laboral y política, etc. revelan un patrón cultural que justifica y explica una situación que por causas objetivas y comprobadas no tendría razón de ser. Claramente la mujer es discriminada, y a pesar de poseer un nivel educacional igual, incluso superior en algunos casos a los hombres, se ubica en posiciones de menor relevancia “social”, percibiendo ingresos inferiores. No obstante lo anterior, se debe reconocer que en los últimos años se han logrado avances en la búsqueda de un mayor equilibrio entre hombres y mujeres, producto de las transformaciones en la sociedad chilena y en el mundo entero que obligan a replantearse el papel que éstas últimas cumplen socialmente. Lograr una mayor participación laboral y política de las mujeres no sólo es deseable, sino que es un derecho en una sociedad democrática. Sin embargo, el factor cultural sigue siendo crucial en la definición de los modelos simbólicos que una sociedad fomenta y permite. A continuación se presenta una síntesis de indicadores relativos a mujer: familia, trabajo y participación política, observando su evolución desde los ’90. El objetivo es demostrar sucintamente la posición desmejorada de la mujer en estas dimensiones y señalar las principales interpretaciones que se formulan al respecto. El documento se ordena en 3 partes. La primera de ellas presenta aspectos relativos a la familia en nuestro país, cuyo propósito es hacer patente las transformaciones que ha experimentado la sociedad chilena en la última década principalmente y que exigen replanteamientos en otras dimensiones sociales. La segunda parte aborda la situación laboral de las mujeres, haciendo una revisión de los datos relevantes que permiten confirmar las discriminaciones de género en esta área. Además, se señalan los principales mitos que surgen sobre esta temática. Finalmente, la tercera parte trata del nivel de participación política que alcanzan las mujeres en nuestro país y en el resto del continente, sea en poderes centrales como locales. Asimismo, se presentan los principales argumentos que explican las dificultades que sufren las mujeres por lograr una mayor inclusión y participación. 1
Indicadores: esperanza de vida al nacer; tasa de alfabetización de adultos; tasa bruta combinada de matrícula primaria, secundaria y terciaria y PIB per cápita. 2 Indicadores: esperanza de vida al nacer por sexo; tasa de alfabetización de adultos por sexo; tasa bruta combinada de matrícula primaria, secundaria y terciaria por sexo y estimación del ingreso por trabajo remunerado por sexo. 3 Indicadores: mujeres en escaños parlamentarios; mujeres legisladoras, altas funcionarias y directivas; mujeres profesionales y técnicas y relación de los ingresos estimados entre hombres y mujeres.
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A. MUJER Y FAMILIA Crecimiento demográfico, tamaño de los hogares, promedio de hijos por mujer, estado civil, tipología de familias, posición dentro de la familia, edad de gestación, iniciación de la actividad sexual, embarazo adolescente y aborto Entre el Censo de 1992 y el Censo del año 2002, en cifras absolutas, el país aumentó su población en 1.768.034 personas con lo que la población de Chile pasó de 13.348.401 a 15.116.435 personas, de las cuales, 50,7% son mujeres (7.668.740) y el 49,3% son hombres (7.447.695), proporción similar al año 1992. Relativo a los hogares, su número ha crecido en 25,7% con relación al Censo 1992. Este incremento da cuenta del importante sentido que tiene para los chilenos y chilenas vivir en familia y demuestra que no es casual que hoy un 91,6% de nosotros sea parte de un grupo familiar. Por otro lado, en los últimos diez años se observa una tendencia descendente en su tamaño. Mientras en el Censo de 1992 el promedio de un hogar era de 4 personas, en el 2002 la media es de 3,6 personas. Por tanto, el número medio de personas por hogar ha disminuido en 0,42%. Asimismo, esta disminución presenta leves diferencias en áreas urbanas y rurales, así en la primera de ellas, de 3,9 personas promedio por hogar en 1992, baja a 3,6 en 2002, y en la segunda, de 3,9 pasa a 3,5. De acuerdo con estas cifras, Chile presenta la tercera menor tasa de crecimiento demográfico de América Latina y comienza a acercarse aceleradamente a las tasas de crecimiento del mundo desarrollado. De esta manera, en el decenio 1982-1992, la población de Chile creció a un ritmo promedio anual de 1,6%. En la última década, el incremento anual bajó a 1,2%. La menor fecundidad, unida a la mayor sobrevivencia de la población, han producido cambios importantes en la estructura por edad, observándose un envejecimiento de la población. Asimismo, de acuerdo al Censo 2002, el promedio de hijos por mujer mayor a 15 años es de 2,3, presentándose una disminución con relación a 1992 dónde el promedio (en mayores de 14 años) fue de 2,39. En cuanto a las uniones conyugales los datos para el año 2002 muestran lo siguiente: Respecto al estado civil o conyugal de la población, la categoría casado/a se mantiene como predominante, aunque descendió su porcentaje de 51,8% en 1992 a 46,2% en el año 2002. Los solteros y viudos mantienen casi los mismos porcentajes entre ambos censos, las categorías separados y, en especial, conviviente o pareja, experimentan un alza importante. Además, las mujeres son conviviente/pareja a edades más tempranas. Específicamente, en la categoría de separados, no se puede saber si el 4,7% que se declara tal (1,3 puntos más que en el 92), corresponde íntegramente a personas que se encuentran separadas de sus cónyuges sin haber iniciado nuevas relaciones de pareja, o
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si pueden corresponder también a personas que ostentando la calidad de separadas y de convivientes, optaron por reflejar más la primera realidad que la segunda4. Por otro lado, la voluntad de término de los matrimonios, reflejada en los porcentajes de nulidad, también ha aumentado. Hay que tomar en consideración que esta cifra tiene un sub-registro, pues muchas veces la nulidad es un camino para volver a casarse y alguien que ya ha procedido a su segundo matrimonio, se identificará como casado y no como anulado. De hecho, el Censo arroja que en 10 años 20.000 nuevas personas se han anulado, mientras que las cifras del Registro Civil arrojan que entre 1991 y el año 2001, se produjeron 68.457 nulidades, lo que significa que en 10 años se anularon 136.914 personas. Lo anterior refleja que un número considerable de anulados ha pasado a contraer nuevas nupcias, por lo que el porcentaje de matrimonios abarca entre sus filas a quienes se están casando por una segunda o tercera vez. En el marco de un aumento general de las nulidades, en el año 2002 la proporción de mujeres anuladas es prácticamente el doble que la de los hombres anulados (0.60% y 0.29% respectivamente). Una explicación a esta situación se vincula al hecho de que los hombres con mayor frecuencia contraen matrimonio por segunda vez5. Otro dato relevante es que las mujeres viudas equivalen casi a cuatro veces la proporción de hombres viudos (8.05% de mujeres y 2.20% de hombres). Esta cifra se explica en parte por la esperanza de vida de las mujeres que generalmente supera a la de los hombres en un promedio de 6 años. Sin embargo, esta situación estaría cambiando en la medida que el consumo de tabaco, el sedentarismo, estrés y otros factores propios de “la modernidad” harían disminuir la esperanza de vida de las mujeres. Gráfico 1 ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN DE 15 AÑOS O MÁS: NACIONAL EVOLUTIVO 46,2
Casado Conviviente
5,7
51,9
8,9 34,6 33,5
Soltero 0,4 0,3
Anulado Separado
4,7 3,4
Viudo
5,2 5,2
0
2002 1992 10
20
30
40
50
60
Fuente: CENSO 2002.
Respecto a las familias, las numerosas son una excepción en la sociedad actual. Si se suman los hogares con más de 7 miembros, se constata que son 215.244, lo que equivale 4
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio de 2003 5 Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio de 2003
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a un 5% del total de hogares que hay en nuestro país. Este es un reflejo del cambio en el comportamiento reproductivo de las personas y sus proyectos de vida familiar.6 El tipo más frecuente de hogar sigue siendo el nuclear, cuya proporción creció en el último Censo en un 23,8%, representando actualmente al 57,0% de los hogares chilenos. Se produce un incremento gradual, aunque sistemático, del hogar unipersonal, de 8,3% en 1992 a 11,6% en 2002. Estos últimos constituyen el 11.6% del total de hogares del país, donde el 54.8% corresponde a hombres y un 45.2% a mujeres. Según datos de CEPAL, en 1999, se observa que la posición en la familia de los menores de 25 años es mayoritariamente de hijos, tanto en Chile como en el resto de Latinoamérica. También se observa que Chile, junto a Argentina y Uruguay son los países en que se asume más tardíamente la responsabilidad de una familia, ya sea en la posición de jefe de familia o cónyuge, siendo alrededor de un 60% de las mujeres entre 20 y 24 años los que se mantienen en posición de hijo, porcentaje que aumenta en el caso de los varones a alrededor de un 70%. Al igual que en el resto de América Latina, en Chile, la proporción de mujeres que asumen el rol de jefe de familia va aumentando con la edad, llegando incluso a ser mayor que la proporción de cónyuges sobre los 65 años. (42,8% de jefes de familia v/s 33,4% de cónyuges). Aún así, cabe hacer notar que los porcentajes de mujeres que asumen el rol de jefe de hogar en Chile se ubican entre los menores de América Latina hasta los 50 años. Con relación a la edad de gestación en la mujer, entre los años 1995 y 2000, Chile presenta uno de los porcentajes más bajos de gestación en menores de 20 años. Al igual que en el resto de Latinoamérica, la mayor parte de los nacimientos ocurren mientras la madre tiene entre 20 y 34 años, siendo Chile uno de los países que presenta mayor focalización en la edad de gestación (80% de los nacimientos ocurren mientras la madre tiene entre 20 y 34 años) Relativo a la sexualidad, la información disponible indica, en general, una tendencia al descenso de la edad de la primera relación sexual en las generaciones nacidas en Chile en las últimas décadas, especialmente en las mujeres. Investigación realizada por CONASIDA (1998) muestra una mediana de 19.9 años en las mujeres nacidas a fines de la década del 20, mientras las nacidas en torno a los 80 presentan una mediana de 18 años. Es decir, la edad mediana de iniciación sexual ha descendido en casi 2 años. Aunque también los hombres han modificado la edad de ingreso a la sexualidad activa, el descenso es de sólo un año entre la mediana de las generaciones nacidas a fines de los 20 (17.7 años) y a fines de los 80 (16.7 años). Dado el desfase en la reducción de la edad de la primera relación sexual, se asiste a una reducción de la brecha entre los géneros en las generaciones más jóvenes7. 6
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio de 2003
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Mientras la diferencia entre las generaciones nacidas antes de los 70 supera los 2 años -muy ampliamente, en algunos rangos-, en las generaciones posteriores alcanza niveles inferiores a 2 años (1.2 años en grupo de 25-29 años, 1.5 en grupo de 20-24 años y 1.3 años en grupo de 18-19 años). Consideración de la salud y derechos sexuales y reproductivos de los/as adolescentes y jóvenes en el contexto de la reforma a la salud en Chile, Irma Palma, Santiago, Chile, 2001.
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Cuadro 1
EDAD MEDIANA DE PRIMERA RELACIÓN SEXUAL SEGÚN SEXO Y GRUPOS DE EDAD SEXO HOMBRE
MUJER GRUPO mediana N mediana ETAREO 65-69 años 19.9 180 17.7 60-64 años 20.3 169 16.7 55-59 años 20.5 190 17.3 50-54 años 21.3 244 17.0 45-49 años 18.9 237 16.8 40-44 años 19.8 384 16.7 35-39 años 19.5 482 16.9 30-34 años 20.2 431 17.0 25-29 años 18.7 365 17.5 20-24 años 18.9 333 17.4 18-19 años 18.0 148 16.7 Total 19.5 3163 17.1 Fuente: Estudio Nacional Comportamiento Sexual en Chile, CONASIDA,1998
N 102 111 135 171 194 289 291 293 266 285 107 2244
La Tercera Encuesta Nacional de Juventud, realizada en 2000, por el Instituto Nacional de la Juventud, –que incorpora a sujetos desde la edad de 15 años- muestra que 42.1% de la población adolescente comprendida entre 15-19 años se encuentra sexualmente activa. Pasado el período adolescente, es decir, a partir de los 20 años, se produce una entrada masiva a la sexualidad activa (85.2%). En forma consistente con las modificaciones experimentadas en las edades medianas de iniciación, la comparación de las Encuestas Nacionales de Juventud, de 1994, 1997 y 2000, indica un aumento general del número de jóvenes que ha tenido relaciones sexuales. Esto es especialmente notorio en mujeres jóvenes -consideradas desde 15 a 29 años-, que pasan de 59.0% en 1994, a 68.0% en 1997, y a 71.4% en 2000. En tanto, los hombres pasan de 74.0%, a 73.0% y a 76.1%, en los mismos años8. Otras fuentes señalan que, la iniciación sexual se produce antes de los 15 años en un porcentaje importante de hombres -24 a 26%-, en cambio esta alcanza entre 5 a 6.9% en las mujeres. Sin embargo, la mayoría de las personas hacen esta experiencia entre los 15 y 18 años; en los hombres esta iniciación alcanza entre el 50 y 59% y en las mujeres entre el 43 y el 51.8 por ciento9. Aunque Chile tiene la tasa de fecundidad adolescente más baja de la región, esta aproximación deja fuera de consideración el aborto inducido y el embarazo no planificado, lo que puede ocultar las implicancias epidemiológicas, sociales, médicas y económicas, éticas y de derechos humanos de ambos fenómenos10.
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Ibíd. CONASIDA. Ibíd.
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Durante el período 1996-98, se produjeron aproximadamente 260.500 nacimientos medios anuales, de los cuales 40.675 corresponden a madres menores de 20 años. La maternidad de las adolescentes se concentra en los grupos de 18 y 19 años (54%), y de 15 a 17 (43%), mientras las menores de 15 años sólo representan un 3%11. La fecundidad adolescente de Chile es de 49 nacimientos por mil mujeres del grupo de 15-19 años, la tasa más baja de América Latina y el Caribe (promedio de 76 por mil), pero significativamente más alta que la de países desarrollados. El aporte porcentual de este grupo etáreo a la fecundidad total (11%)12 ha aumentado, incrementándose en 50% durante el período 1955-1990. La fecundidad adolescente rural es 1,7 veces mayor que la urbana13. Cabe consignar que, la distribución social de la maternidad adolescente en nuestra sociedad expresa inequidades en materias de habilitación de los sujetos y acceso a medios de prevención de riesgos y reducción de daños. Al mismo tiempo, genera efectos que mantienen y profundizan desigualdades sociales y de género. Los datos evidencian la enorme distancia entre comunas de estratos populares y las otras en la proporción o aporte a la tasa de fecundidad por parte de las mujeres adolescentes. En sus extremos por ejemplo, en La Pintana, uno de cada 5 niños/as que nace tiene por madre a una adolescente, mientras en Vitacura, sólo uno de cada 64 niños nacerá bajo esa condición materna. Lo anterior implica una reproducción y profundización de la pobreza. En 1998, aproximadamente 3 de cada 10 adolescentes se encontraba en situación de pobreza. Es decir, este flagelo afecta más a los segmentos adolescentes (también a los niños, según la encuesta CASEN) que a la población adulta14. Las adolescentes madres son aún más pobres. Las cifras de CASEN 1998 señalaban que 48% de las adolescentes que son madres están bajo la línea de pobreza, en tanto 25% de las que no lo son están en esa misma situación. La maternidad adolescente ha sido asociada a condiciones de pobreza, debido a que da lugar a una jefatura de hogar femenina1516-, porque la mayoría de las adolescentes hacen su maternidad en soltería. De los nacimientos ocurridos en el período 1996-199817, 76.7% son de madres adolescentes solteras y 23.3% de casadas. No se dispone de datos de convivencia. Asimismo, existe una doble dirección en la relación entre la maternidad adolescente y el nivel de escolarización. Por una parte, el embarazo a edades tempranas puede tener como consecuencia la deserción del sistema de educación formal. Y por otra, el bajo nivel de instrucción, asociado al no ingreso o deserción temprana del sistema de educación 11
Ibíd. Según las proyecciones de población INE-CELADE para los quinquenios 1995-2000 y 2000-2005, el aporte seguirá descendiendo hasta algo menos de 10%. No obstante, se necesita cautela al considerar estos datos, pues según la información de las estadísticas vitales, los nacimientos de madres adolescentes se mantienen relativamente constantes 12 Palma, Irma, obra ya citada. 13 Palma, Irma, obra ya citada. 14 Ibíd. 15 Buvinic M: La Vulnerabilidad de los Hogares con Jefatura Femenina: Preguntas y Opciones de Política para América Latina y El Caribe. CEPAL. Santiago, Chile; 1990. 16 Los informes sobre la evolución de la familia en Chile destacan el crecimiento sostenido de los hogares encabezados por una mujer. Familias y Políticas Públicas: Una Reflexión Necesaria. Servicio Nacional de la Mujer. Santiago, Chile; febrero 2000. 17 El análisis se basa en información proveniente del Censo de Población y Vivienda de 1992 y de las estadísticas vitales de nacimiento para el período 1996-1998. 12
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formal por razones distintas a la maternidad, puede generar condiciones para la ocurrencia de un embarazo a edades tempranas. Del total de hijos de mujeres de 15 a 19 años, 36% corresponde a adolescentes que no tienen educación o no han completado su educación primaria, 32% a aquellas que no han terminado su educación secundaria, y 21% corresponde a adolescentes que han concluido la educación primaria. De acuerdo con la CASEN 1998, 44% de las adolescentes madres se ubican en el quintil de ingreso más bajo, en tanto 26% de aquellas que no son madres están en la misma categoría. Profundizando en el embarazo adolescente, es posible señalar que, la sociedad chilena ha asignado a las mujeres la responsabilidad de la anticoncepción, y las acciones del sector salud se han orientado hacia mujeres en edad fértil. Las cifras parciales existentes señalan que 55.6% de mujeres urbanas y 53.6% de mujeres rurales son usuarias de métodos anticonceptivos18. Llama la atención que en tres décadas la oferta de métodos anticonceptivos del Ministerio de Salud prácticamente no varió y estuvo reducida a dispositivos intrauterinos (67.1%) y anticonceptivos hormonales orales (29.9%)19. En el año 2001, se agregaron progestágenos e inyectables. La esterilización femenina estuvo muy restringida y regulada hasta diciembre del 2000, año en el que se abrió una mayor posibilidad de acceso, pero cuya implementación ha sido lenta. A diferencia de otros países de la región, la anticoncepción masculina no se ha incorporado a los programas, lo cual constituye un ostensible sesgo de género20. Finalizando el análisis de la situación de la fecundidad en Chile, los datos señalan que el embarazo no deseado sería la principal causa del aborto en nuestro país. Según estudios publicados a fines de 1994 por el "Alan Guttmachaer Institute", Chile tiene una de las tasas de aborto más altas de América Latina. Aunque las cifras no pueden medir con exactitud, debido a la clandestinidad en la que esta práctica se realiza, se calculan a través de egresos hospitalarios por abortos atendidos. En Chile, según datos estimados por el "Movimiento Anónimo por la Vida" (MAV), se efectúan alrededor de 160 mil abortos anuales, vale decir, de cada diez embarazos cuatro terminan en aborto21. Según datos de MINSAL, las cifras disponibles son las siguientes:
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CERC-APROFA; 1989-1990. Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, María Isabel Matamala Vivaldi, Santiago, Chile 2001. 19 SERNAM-INE. Mujeres chilenas. Estadísticas para el nuevo siglo. Santiago, Chile; 2001. 20 Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, María Isabel Matamala Vivaldi, Santiago, Chile 2001. 21 Una realidad que no queremos ver, Alicia Morales y Alejandra Delgado.
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Cuadro 2 TASAS DE EGRESOS HOSPITALARIOS POR ABORTO ATENDIDOS POR SERVICIOS DE SALUD Y CLÍNICAS PARTICULARES. TASAS POR 1.000 NACIDOS VIVOS
Año 1990 1993 1995
Tasa por 1.000 nacidos vivos 118,8 112,3 103,5
Fuente: MINSAL, Dpto. de Informática
En Chile, la cifra absoluta de 60 muertes y la tasa de 2.0 por cada 10.000 nacidos vivos se ubican entre las mejores de América Latina y el Caribe. Sin embargo, estas cifras son 10 veces mayores que las de los países ricos22. Por otro lado, aunque en nuestro país la mortalidad por aborto ha descendido en la última década, continúa incidiendo en cerca de 10% en la mortalidad materna. De esta manera, existen cifras que permiten identificar al aborto como la principal causa de muerte materna en nuestro país: las complicaciones derivadas del aborto clandestino causaron el 2000 el 26.5% de las muertes maternas. Cabe recordar que, desde 1989 el aborto terapéutico está prohibido en Chile. Aunque Chile es uno de los seis países del mundo con legislaciones más punitivas en relación con el aborto, es al mismo tiempo uno de los que ostenta las tasas más altas en América Latina. El 35% de los embarazos termina en aborto y ocurren 4.5 abortos por cada 100 mujeres de 15 a 49 años, lo que evidencia la inutilidad de una legislación represiva para enfrentar el problema23.
22
Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, María Isabel Matamala Vivaldi, Santiago, Chile 2001. Ibíd.
23
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Los cambios de roles al interior y exterior de la familia: la jefatura de hogar y participación laboral de la mujer Aunque el hogar con jefatura masculina sigue siendo el mayoritario, la CASEN 2000 ya demostraba un aumento de la jefatura femenina, observándose que en 1992, el 20% de los hogares tenía como jefe de hogar a una mujer y el 2000, la cifra ascendía al 23,1%. Gráfico 2 DISTRIBUCIÓN DE LOS HOGARES POR SEXO DEL JEFE DE HOGAR (PORCENTAJE) (1990-2000)
1990
20
1992
20,5
1994
21,3
1996
21,9
80 79,5 78,7 78,1 27,8
1998
77,2
23,1
2000 0
20
76,9
40
60
80
Mujeres Hombre 100
Fuente: CASEN 2000.
Asimismo, el Censo del 2002 arrojó que la jefatura de hogar femenina aumentó con respecto a 1992 en 6,2 puntos porcentuales, avanzando de 25,3% en 1992 a 31,5% en el 2002. Por otra parte y siguiendo la misma fuente, entre los hogares nucleares monoparentales hay un 85.1% con jefatura femenina, mientras en los hogares extensos y compuestos la jefatura femenina oscila alrededor del 82% (81.6% extenso y 82.2 en hogares compuestos). Un 11,5% de los hogares biparentales, tienen como jefa de hogar a una mujer. Se detecta un significativo aumento de un 25.3% en 1992 a 31.5% en 2002. Esto significa que casi un tercio de los hogares chilenos está encabezado por una mujer24. La jefatura de hogar masculina es de 68,5% del total de los hogares, predominando en aquellos compuestos por 5 personas (76,5%). Por áreas geográficas, la jefatura femenina en el área rural aumentó en 4.7 puntos porcentuales desde 1992 al 2002, pasando de 17,2% a 21.9%. En tanto, el incremento en la zona urbana fue de 6.1 punto porcentual, llegando al 33% de los hogares en 2002. A pesar que la participación laboral de la mujer será analizada en la sección siguiente, es necesario adelantar que ésta ha aumentado considerablemente durante la década de los 24
Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio de 2003
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’90 y a una tasa superior a la masculina. En este sentido, es importante recalcar que en los sectores de menores ingresos la importancia del trabajo femenino es decisivo y muchas veces determinante para mejorar la calidad de vida de la familia. Se observa que, según CEPAL, si las mujeres pobres ingresaran al mercado laboral la incidencia de la pobreza se reduciría en 8 puntos porcentuales. De acuerdo a la Encuesta CASEN 2000 el 17% (12% pobres no indigentes y 5% de indigentes) de los hogares en Chile viven bajo la línea de la pobreza (643.200 hogares). Gráfico 3 Incidencia de la Pobreza
N o P o b re s 83%
P o b re s n o In d ig e n te s 12%
In d ig e n te s 5%
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.
Si se consideran los índices de pobreza para el grupo de hogares donde ambos padres están presente en el hogar y ambos están trabajando (23.4% del total de los hogares) se tiene que los hogares bajo la línea de la pobreza se reducen a un 7%. Esta información muestra claramente la disminución de la incidencia entre los hogares con ambos padres trabajando al comparar la situación nacional total. Gráfico 4 Incidencia de la Pobreza (hogares con pareja presente y ambos trabajando)
N o P o b re s 93%
P o b re s n o I n d ig e n t e s 6% I n d ig e n t e s 1%
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.
Otra forma en que especialistas han demostrado la importancia del ingreso femenino consiste en tomar el grupo de hogares recién analizados y recalcular los índices de
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pobreza excluyendo el ingreso de las mujeres del ingreso del hogar. Puede observarse un aumento de la pobreza en este grupo analizado a 19% (14% más 5% en el gráfico 5), es decir 100.145 hogares que antes estaban sobre la línea de la pobreza, al dejar la mujer de percibir ingresos pasan a ser pobres. Por el lado de la indigencia, se tiene que de los 53.036 hogares que estaban clasificados como pobres no indigentes 34.679 pasarían a ser indigentes al salir la mujer del mercado laboral. Gráfico 5 Incidencia de la Pobreza, hogares con pareja presente y ambos trabajando
No Pobres 81%
Pobres no Indigentes 14%
Indigentes 5%
(sin incluir ingreso de la mujer) Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000.
Otro tema interesante de abordar y que dice relación con la inclusión de la mujer en el mundo laboral y público es la violencia intrafamiliar. En Chile, en el año 1993 se realizó el primer Estudio de Prevalencia de la violencia intrafamiliar, en el cual se develó que el 26,2% de las mujeres casadas o en convivencia reconocían vivir violencia física en su relación de pareja, mientras el 33,5% de ellas declaraba haber vivido violencia psicológica25. Durante los siguientes años se continuaron realizando diversas investigaciones hasta que en el año 2001 SERNAM lleva a cabo un nuevo Estudio de Prevalencia de la VIF en la Región Metropolitana y en la IX región. Los principales resultados para la Región Metropolitana de Santiago muestran que un 50, 3% de las mujeres, actual o anteriormente casadas o en convivencia, han experimentado alguna forma de violencia por parte de su pareja, sea psicológica, física o sexual, un 16,3% ha sufrido violencia psicológica, sin otras manifestaciones de violencia y un 34% ha sufrido violencia física y/o sexual, generalmente acompañada de violencia psicológica; de ellas, un 14,9% experimenta actualmente violencia sexual. Por otro lado, la VIF estaría presente en todos los estratos sociales (siendo más alta en los estratos socioeconómicos bajos); existiría relación inversa entre presencia de VIF y nivel educacional; las mujeres que han sufrido VIF presentan un mayor número de trastornos en su salud mental y en general, que se manifiesta especialmente en aquellas que viven violencia física y/o sexual y la experiencia de violencia en la niñez es un factor fuertemente asociado a la existencia de violencia en la pareja26. 25
Informe 2002 del Servicio Nacional de la Mujer de Chile a la Comisión Interamericana de Mujeres Detección y Análisis de la Prevalencia de la Violencia Intrafamiliar. M. Ferrer, SERNAM, 2001. Como una de las modificaciones al instrumento que mide VIF, está pensado introducir la prevalencia de “violencia económica”, es decir, aquella relacionada con la negación del jefe de familia a aportar dinero para el hogar.
26
12
Analizando datos para la región, es posible señalar que, la situación de violencia contra la mujer al interior de la familia es un fenómeno habitual en América Latina. Según la ONU, la violencia de género “se refiere a todo acto de violencia que se ejerce contra la mujer por el hecho de ser mujer y que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación de la libertad, con independencia de que se produzca en el ámbito público o privado”. En general, ésta se funda en características y creencias culturales respecto a las relaciones domésticas y de afectividad entre el hombre y la mujer, en la que se “normaliza” la violencia como parte de la relación. Es sobre la base de estas percepciones sociales, determinadas por relaciones de poder y por los valores presentes en una sociedad determinada en momentos históricos específicos, que se reconocen ciertos comportamientos como violentos. Según estudios del CEM27, existe una fuerte condena cuando ésta se lleva a cabo en el espacio público, sin embargo se le tolera y avala cuando se da en el espacio privado. Sin embargo, en los últimos años se han realizado pequeños avances en el reconocimiento de la violencia invisible, sea de parte de la población como desde las autoridades públicas. De esta manera, con la naturalización de los roles, se invisibiliza el hecho que la institución matrimonial encierra una relación desigual entre los géneros. Se esconde el hecho que la principal consecuencia de ello es la falta de autonomía de la mujer, económica y psicológica, la infantilización y los obstáculos para el desarrollo de sus potencialidades y proyectos como ser humano. Así, queda establecido que el hombre tiene la obligación de trabajar para proveer los ingresos de su familia y la mujer tiene la obligación de cumplir (o hacer que otra mujer cumpla) con las tareas del hogar.
27
Argumentos para el cambio. CEM, Santiago Chile.
13
B. MUJER Y TRABAJO En 1995, el Informe Mundial del Desarrollo Humano constató que “si se estimara el aporte de todas las actividades económicas no remuneradas realizadas por mujeres y se asumiera la subvaloración de las actividades remuneradas, el producto mundial se incrementaría en alrededor de 11 billones de dólares. Es por ello que se dice que las mujeres cuentan, pero no se contabilizan”28. Tasa de actividad, Tasa de desempleo, remuneraciones, jornadas de trabajo, situación contractual y previsión Según el INE, en 1990 la fuerza de trabajo correspondía a 4.888.580 personas, y luego de 10 años ésta ascendió a 5.870.890 personas. Tal crecimiento es superior en el caso de las mujeres, quienes presentaron para el período 1989-2000 una tasa de crecimiento promedio anual de 2,7%, frente al 1,4% que presentaron los hombres, para igual período. La fuerza de trabajo -considerando ambos sexos- creció en un 27,2% respecto a 1992. Al analizar su composición por sexo, se observa que el aumento porcentual de la fuerza de trabajo femenina respecto del Censo de 1992 fue de un 50,1%, mientras que la de los hombres alcanzó al 17,6%. La tasa de participación femenina por edad en la fuerza de trabajo para el 2000 muestra lo siguiente: Gráfico 1 TASA DE PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA FUERZA DE TRABAJO 1990 - 2000 60
52,6
50
45,6
43,3
40
32,9
36,6
32,8
30 20 9,7
10
11,8
1990 2000
0 15 a 29 años
30 a 44 años
45 a 59 años
60 años y más
Fuente: CASEN 2000
En tanto, el nivel educacional de la fuerza de trabajo deja a las mujeres en una posición superior a la de los hombres, lo cual no tiene reflejo en las remuneraciones, cuestión que se verá más adelante.
28
PNUD 1995
14
Gráfico 2 DISTRIBUCIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO SEGÚN AÑOS DE ESTUDIO (EN PORCENTAJE) 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0
43,4
44,7
29,6
27,3 22,2
21,6
7,0
Hombres
4,1
0 a 3 años
Mujeres 4 a 8 años
9 a 12 años
13 ó más años
F
Fuente: CASEN 2000.
En cuanto a la participación laboral o acceso al mercado del trabajo, ésta registró durante la década del noventa un gradual aumento, desde un 52% en 1990 a un 55,6% diez años después. Esta mayor incorporación al mercado de trabajo ha sido desigual por sexo. En comparación con los hombres, las mujeres se han incorporado en mayor medida al trabajo. Sin embargo, la diferencia entre ambos sexos es significativa, siendo, la tasa de participación masculina 33,9 puntos porcentuales mayor que la femenina, en el año 2000: 39.3% en las mujeres y 73.2% en los hombres. La tasa de participación femenina por edad muestra que en los últimos años ha disminuido la irregularidad de esta tasa en razón de la maternidad. Se observa que, no sólo ha aumentado la edad en que se produce la caída en la participación laboral sino que la recuperación después de esta baja se da con mayor intensidad. En este sentido, es probable que las mujeres estén postergando las decisiones de matrimonio y maternidad, como lo muestran los datos del INE, según los cuales, la edad media a la que la mujer contrae matrimonio ha aumentado desde 23.8 a 26.7 años, desde 1980 a 1999. Esta mayor participación laboral femenina en nuestro país (y en la región) se inserta dentro de un contexto europeo y norteamericano de creciente inclusión de la mujer en el trabajo. Por otro lado, diversos estudios demuestran que en estas latitudes la evolución en las curvas de actividad femenina dejaron de tener la forma de una o dos crestas, adoptando la forma de U invertida. Lo anterior implica una actividad continua, no interrumpida con la salida de la mujer del mercado de trabajo al momento del nacimiento y criaza de los hijos. Es precisamente esta tendencia la que se está registrando en los últimos años en Chile y Latinoamérica en general, tal como lo demuestra el siguiente gráfico.
15
Gráfico 3 TASA DE PARTICIPACIÓN LABORAL FEMENINA POR TRAMOS DE EDAD (1957, 1977 Y 1997) 70
60
Participación (%)
50
40
30
20
10
0 1 4 -1 8
1 9 -2 3
2 4 -2 8
2 9 -3 3
3 4 -3 8
3 9 -4 3
4 4 -4 8
4 9 -5 3
5 4 -5 8
5 9 -6 3
T ra m o s E ta re o s 1957
1977
1997
Por otro lado, en comparación con otros países de América Latina, Chile se encuentra en una posición muy inferior en cuanto a la tasa de participación femenina. Nuestro país se ubica 7 puntos por debajo del promedio de participación femenina en el continente, registrándose en 1998 una tasa del 38%. Asimismo, el grado de participación laboral de las mujeres depende de su estado civil y la presencia y número de hijos que tienen. En edades centrales (25-44 años) se observan diferencias claras por sexo. Los hombres de este grupo de edad son quienes presentan la tasa de participación más alta (93%). En cambio, las mujeres al ser esta edad su etapa fértil, alcanzan una tasa de participación de sólo un 48%. Además, los hombres una vez que entran al mercado laboral sólo se retiran para jubilarse, en cambio un porcentaje importante de mujeres interrumpe su participación laboral en la medida que se lo exigen sus obligaciones familiares, sobre todo en el cuidado de los hijos29. Además, mujeres de quintiles más bajos poseen tasas menores de participación laboral. Por otro lado, la tasa de desocupación femenina es superior, permanentemente durante el período 1990 y 2000, que la de los hombres, llegando a ser un punto porcentual mayor en el 2000 (8% para hombres y 9% para mujeres). Otro indicador muestra que en 1990, la segregación por razones de género según ramas de actividad, arrojaba que el 62% de las mujeres se concentraba en tres ramas de servicios: el comercio al por menor, los servicios sociales y comunales y los servicios personales y de los hogares. En la producción industrial, sólo tenía cierta presencia en las textiles, con un 9% de su empleo total. Por otra parte, los hombres tenían una participación más diversificada en las distintas ramas de actividad económica. En este sentido, según CEPAL y SERNAM (2000), debido a razones de género, las mujeres no tienen acceso o tienen acceso limitado a todos los trabajos. El mercado de 29 Según datos de CASEN 2000, el 80% de las mujeres inactivas de 35 a 54 años señalan a los quehaceres domésticos como causa para no buscar trabajo.
16
trabajo es segregado por género, lo que se traduce en que ellas acceden a una gama relativamente menor de trabajos que los hombres, a los que se asocian menores productividades y menores remuneraciones. Se hace evidente además, la concentración de mujeres en actividades que pueden interpretarse como una continuidad de las labores domésticas, es decir en el área de la salud (enfermeras) y la educación (profesoras). La información actualizada del Censo 2002 señala que más del 80% del empleo femenino sigue concentrado en el sector terciario, en las ramas de servicios comunales y sociales (30.3%), personales en particular doméstico (15.8%) y el comercio (18.3%). Además, las mujeres conforman el 48.2%de los profesionales y técnicos y el 32.7% de los grupos directivos. Cabe consignar que, el fenómeno anterior no es exclusivo de nuestro continente, sino que con distintas magnitudes también está presente en Europa y Norteamérica. En cuanto a las remuneraciones, existe una relación directa y positiva entre los años de educación y los ingresos percibidos, situación que ocurre para ambos sexos. Sin embargo, las diferencias en el ingreso que perciben las mujeres en comparación con los hombres son desmedidas, brecha que crece a medida que aumenta el nivel educacional. Es así como una mujer con 0 a 3 años de estudio gana un 18,6% menos que un hombre de igual escolaridad, pero si tiene 13 y más años de estudio gana un 51,5% menos que el hombre, con la misma educación. Cuadro 1 INGRESO PROMEDIO MENSUAL DE LA OCUPACIÓN PRINCIPAL POR SEXO SEGÚN AÑOS DE ESTUDIO 2000 (Pesos de noviembre de 2000) Sexo
Años de estudio
Hombre
Mujer
Total
0a3 4a8 9 a 12 13 y más Total
119.354 156.097 230.247 711.210 319.098
97.198 111.332 157.636 344.761 205.061
113.593 142.094 204.090 553.888 277.843
Relación ing. Mujer/ing. Hombre (%) 18,6 28,7 31,5 51.5 35.7
Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 2000
Esta brecha salarial no sólo se observa por nivel de estudios, está presente también según categoría ocupacional, es decir, en razón de las mismas funciones las mujeres reciben menor remuneración que los hombres. Con distintas magnitudes, la diferenciación de ingreso a igual nivel educacional también se registra en Europa, sin embargo, en Norteamérica con datos de 1996 se logró observar que la brecha salarial entre hombres y mujeres disminuía a medida que aumentaba la escolaridad.
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Cuadro 2 BRECHA SALARIAL MUJER/HOMBRE SEGÚN GRUPO OCUPACIONAL (%) Grupo ocupacional % remuneración mujer/remuneración hombre Personal directivo 62.7 Profesionales 73.6 Técnicos 81.7 Personal administrativo 81.8 Servicios personales 66.1 Empleados de comercio 63.7 Trabajadores calificados 85.3 Operadores 67.8 Trabajadores no calificados 81.5 Total 68.9 Fuente: OIT, SERNAM 2001
De acuerdo a grupo ocupacional, la brecha salarial es mayor en aquellos cargos directivos, que tienen mayores remuneraciones y que requieren de mayor calificación. Del mismo modo, este diferencial se observa además por rama de actividad, siendo más grande en la minería, en donde las mujeres perciben el 60.2% de lo que ganan los hombres. En el otro extremo están los servicios comerciales, en donde las mujeres perciben como ingreso el 83% de los hombres. En América Latina, según cifras entregadas por la OIT, en el Panorama Laboral 2001, las mujeres ganaban el 78% de lo que ganaban los hombres. Hay que consignar que esta brecha ha disminuido desde principios de la década, en donde las mujeres ganaban el 68% de lo que ganaba el sexo opuesto. Para los años 1999 y 2000, Argentina se constituía en el país con la menor brecha salarial entre sexos y Honduras el país con la más alta. En el primero las mujeres ganan el 94% de lo que ganan los hombres y en el segundo, sólo el 68%. De esta manera, la incorporación de la Mujer al trabajo, a parte de la discriminación salarial en contra de la mujer y la existencia de la segmentación ocupacional en el mercado de trabajo se expresa en la concentración de las mujeres en un conjunto reducido de ocupaciones que se definen como típicamente femeninas en términos culturales (segmentación horizontal) y que serían menos valoradas. A ello se sumaría una segmentación vertical de acuerdo con el sistema de género imperante, puesto que las mujeres se concentran en los niveles de menor jerarquía de cada ocupación, lo que significa que son puestos de trabajo peor remunerados y más inestables. Analizando la jornada laboral por sexo, los hombres trabajan una jornada (48,8) semanal superior a la permitida legalmente, en cambio las mujeres tienen un promedio muy inferior (43,4). En general, la diferencia entre las horas trabajados por hombres y mujeres es de 5,4, superior para los primeros. Por grupo de edad, la diferencia se hace más pequeña para el grupo de menos y más edad, 2,5 y 3,3 horas respectivamente. Sin embargo durante el período de maternidad y crianza, la mujer trabaja 6,1 horas semanal menos que los hombres de igual edad.
18
Por otro lado, se observa que las mujeres que son jefas de hogar trabajan menos horas que los hombres de su misma condición. Se aprecia que el 57,8% de las mujeres jefas de hogar poseen una jornada laboral superior a 48 horas semanales, frente al 77,5% que presenta el sexo opuesto. Existe una importante diferencia en el porcentaje de mujeres y hombres que realizan jornada parcial de trabajo, 24,5% y 9,5% respectivamente, siendo ésta una modalidad mayormente usada por las mujeres. Es importante resaltar que no hay grandes diferencias entre el promedio de horas trabajadas en mujeres con y sin hijos. Sin embargo, se observa una leve disminución de las horas trabajadas en el grupo etáreo en que se concentran los nacimientos y el cuidado de los hijos, es decir, entre los 25 a 34 años. Lo anterior queda demostrado en el siguiente cuadro: Cuadro 3 PROMEDIO DE HORAS TRABAJADAS A LA SEMANA EN MUJERES OCUPADAS POR GRUPOS DE EDAD, CON Y SIN HIJOS,1998 Hijos Grupos de Total edad No Si No-Si 15 a 24 43,2 44,1 -0,9 44,0 25 a 34 44,4 43,1 1,3 43,3 35 a 44 44,0 43,3 0,7 43,4 45 a 54 44,0 44,1 -0,1 44,1 55 a 64 42,0 41,6 0,8 41,9 65 y más 42,0 39,3 2,7 40,7 Total 43,6 43,4 0,2 43,4 Fuente: MIDEPLAN, Encuesta CASEN 1998
En este sentido, cobra importancia analizar el trabajo parcial como una construcción cultural de la maternidad en las sociedades. Lo anterior en el sentido que todos los argumentos que apuntan a su potenciación se dirigen a mostrar las bondades que esta modalidad permite para compatibilizar los roles reproductivos y productivos en las mujeres. Finalmente, respecto a la situación contractual y seguridad social, tanto para 1990 y 1996, las mujeres se encuentran en menor medida protegidas por un contrato de trabajo, o de otra manera, las mujeres tienen menor estabilidad laboral que los hombres. De esta manera en 1996, 22 de cada 100 asalariados no tenían contrato de trabajo, situación que afectaba en mayor medida a las mujeres. Para ellas esta relación era 25 que para los hombres era de 21. Luego, en el 2000 la situación sigue siendo desfavorable para la mujer, incluso es superior el porcentaje de mujeres sin contrato de trabajo que hace 4 años atrás. De esta manera, se observa que el 27.7% de las mujeres asalariadas no posee este documento de protección social, frente al 22.8% de hombres en igual condición. Ahora bien, el 62,8% de los ocupados cotiza en el sistema previsional, mientras que el porcentaje restante no está ahorrando para su jubilación. Las mujeres presentan un porcentaje inferior de cotización en comparación con los hombres de 2,8 puntos porcentuales para el 2000.
19
Considerando los datos expuestos, es posible romper con los siguientes mitos sobre el trabajo femenino: Mito 1: La curva de la participación femenina tiene forma de U invertida. Mito 2: El trabajo femenino es secundario. Mito 3: Las mujeres reciben menos ingresos porque su nivel de instrucción es menor. Mito 4: La mayoría de las mujeres Latinoamericanas son dueñas de casa y tienen muchos hijos. Mito 5: Las mujeres Latinoamericanas que trabajan, tienen empleada doméstica. Mito 6: Los empresarios contratan menos mujeres porque su costo laboral es mayor. Se obtiene que los costos no salariales de las mujeres alcanzan al 71% de los equivalentes para los hombres. Y los costos salariales (remuneraciones) ya se señaló que son mayores también para los hombres, en donde las mujeres ganan el 68.9% de los ingresos que gana el sexo contrario. Considerando las disparidades laborales por sexo mencionadas con anterioridad, se cree que las diferencias existentes en términos cualitativos tanto en la oferta como en la demanda de mano de obra, indicarían que, en realidad, los hombres y las mujeres no compiten por el mismo mercado, si no que se enfrentan a diferentes exigencias existiendo virtualmente dos submercados laborales, uno de trabajo femenino y otro masculino con estructuras socio-ocupantes diferenciadas por sexo y que cobran un sentido sustancial desde el análisis de género30.
30
Serie CEPAL Mujer y Desarrollo Nº15: Formación de los Recursos Humanos Femeninos: Prioridad del crecimiento y de la equidad. Junio 1996. Pág. 31.
20
C. MUJERES Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA En nuestro país y en la región, a escala general y comparativamente con los hombres, se observa una menor participación femenina en política en todos los cargos, sea de designación ejecutiva o popular. El panorama anterior también es propio de Europa y Norteamérica, conservando las proporciones. En el poder ejecutivo por designación presidencial31 Cuadro 1 COMPARACIÓN DE CARGOS EJECUTIVOS POR DESIGNACIÓN PRESIDENCIAL DURANTE LOS GOBIERNOS DE LA CONCERTACIÓN (1990-2003) Gobierno Gobierno Gobierno Gobierno Gobierno Cargos Lagos Aylwin Frei Lagos 2000 Lagos 2001 2003 Ministerios 4.8 14.3 33.3 31.25 17.64 (3) Subsecretarias 11.1 11.1 28.6 29.6 24.13 (7) Gobernaciones 8.2 10 26.9 24 27.45 (14) Intendencias 0 7.7 30.8 15.4 7.69 (1) Participación Total 7.3 10.8 28.7 25.5 21.15 (35) en el período Fuente: Fundación Instituto de la Mujer basándose en datos obtenidos de http://gobiernodechile.cl 2003 y base de datos de elaboración propia. Reproducido desde Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.
Se observa una baja participación de las mujeres en cargos de designación, la cual a lo largo de los gobiernos de la Concertación no supera el 30%. Sin embargo, hay un avance significativo desde el 7.3% de participación a principios de los ’90 al 28.7% registrado al inicio del gobierno de Lagos. También se observa una disminución de la participación femenina dentro del gobierno de este último presidente, la cual asciende a 7.55 puntos porcentuales, siendo el cargo de gobernador/a el único que mantuvo la tendencia al incremento. Resalta el cargo de Intendente, el cual a inicios de la década de los ’90 no tenía representación femenina, y en la actualidad a pesar de contar con la presencia de mujeres, ésta aún es muy baja, siendo el cargo de menor representación femenina por designación ejecutiva. Según señala CEPAL y SERNAM, en 1990 se inició una clara incorporación femenina en la administración pública en los cargos de nivel intermedio tanto, profesionales como administradores y técnicos, alcanzando en 1991 al 35.3% de ellos, y aumentando a 42.8% en 1994. En este nivel del Ejecutivo se da la mayor incorporación de mujeres. Este aumento puede asociarse al hecho de que en 1994 el porcentaje de mujeres para las zonas urbanas del país en categoría ocupacional profesionales y técnicos era mayor que el de hombres (20.3% en comparación a 14.4%).
31
Expresa la voluntad política del gobierno por concretar en la práctica los principios de equidad de género que se sustentan en el discurso y en los instrumentos públicos tales como el Plan de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres 1994-1999.
21
Sin embargo, esta mayor incorporación de mujeres en puestos intermedios en la administración pública no se acompañó de remuneraciones iguales. Este hecho es especialmente notorio en el ámbito de profesionales y de directivos profesionales, es decir, puestos que requieren mayor capacitación, experiencia y que implican toma de decisiones. Las explicaciones para lo anterior mencionan que hay un menor acceso de las mujeres a cargos más valorados de la administración pública, como también a una menor permanencia y antigüedad en estos servicios. Cabe consignar que la discriminación salarial en el ámbito público es menor a la presente en el mundo privado, dada la existencia de la escala única. De esta manera, en el sector privado impera mayormente las pautas subjetivas y los sesgos de género de los empleadores que pueden expresarsecon mayor libertad. De forma más global, para 1999 sólo dos países de América Latina superaban el 20% de participación femenina en cargos de ministros, secretarios o equivalentes, ellos son Ecuador y Panamá. Cuadro 2 MUJERES MINISTROS, SECRETARIOS O EQUIVALENTES PAIS
AÑO
MUJERES EN EL GABINETE DE GOBIERNO
Argentina Bélice Bolivia Brasil Chile Colombia Costa Rica Cuba Ecuador El Salvador Guatemala Honduras México Nicaragua Panamá Paraguay Perú Rep, Dominicana Uruguay 1 Venezuela
1999 1996 1997 1999 1998 1999 1999 1999 1999 1999 1999 1999 1998 1999 1999 1999 1999 1999 1999 1999
1 1 1 1 3 3 2 2 4 0 1 3 2 0 3 1 2 2 1 1
TOTAL DE MIEMBROS DEL GABINETE DE GOBIERNO
PORCENTAJE DE MUJERES EN EL GABINETE DE GOBIERNO
9 … 14 24 19 18 14 28 14 14 12 17 17 13 13 10 15 17 12 14
11 … 7 4 16 17 14 7 29 0 8 18 12 0 23 10 13 12 8 7
Fuente: CEPAL, Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: Indicadores de Género. 1: Comprende 18 departamentos y Montevideo.
22
En el poder ejecutivo por designación popular En 1992 se aplicó por primera vez las elecciones populares de alcaldes y concejales (según lo estipula la ley 19.907). Desde esa fecha hasta 1996 se registró un aumento de la presencia femenina, explicado también por la creación de 7 nuevos municipios.
Ambos sexos Número de mujeres Porcentaje de mujeres
Cuadro 3 CARGOS DE ELECCIÓN POPULAR Años Alcaldías 1992 334 1996 341 1992 24 1996 32 1992 7 1996 9.3
Concejalías 1748 1789 220 258 12.6 14.4
Fuente: Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), “Base de datos mujer” 1998; Ministerio del Interior, Servicio Electoral de Chile, “cargos de elección popular y participación ciudadana en elecciones parlamentarias, Santiago de Chile 1998.
En el gobierno local es donde en mayor medida se encuentra la presencia femenina, sin embargo persiste su sub-representación en comparación a los hombres. Se menciona en el Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile” que existirían dos razones que influirían en que los partidos políticos decidieran impulsar candidaturas femeninas para esos cargos. En primer lugar sería una extensión del rol doméstico al espacio público. Y en segundo lugar, existiría desinterés en estos cargos por los hombres, dada la ausencia de poder de decisión en temas relevantes en el ámbito local y nacional32. En la misma fuente se señala que, el Instituto de la Mujer elaboró un estudio que permitió consignar que las oportunidades ofrecidas a las mujeres por los partidos políticos es inferior a las preferencias del electorado. Es decir, el electorado está más dispuesto a votar por candidaturas femeninas de lo que los partidos están dispuestos a darles la oportunidad de ser elegidas. En 1992, 23 de cada 100 mujeres presentadas eran elegidas, en tanto que 34 de cada 100 hombres lo eran. En el 2000, 47 de cada 100 mujeres son elegidas y 55 de cada 100 hombres son elegidos33. Se observa además que, esta baja participación femenina en el gobierno local también es compartida por la región.
32
La ley Municipal da poderes extraordinarios al Alcalde, en tanto que los Concejales no tienen ningún poder de decisión frente a éste. 33 Araujo, Katia, Partidos políticos y oportunidades para las mujeres en el escenario electoral. Fundación Instituto de la Mujer, 2001.
23
Cuadro 4 MUJERES MIEMBROS EN EL GOBIERNO LOCAL País
AÑO
MUJERES MIEMBROS DEL GOBIERNO LOCAL
TOTAL DE MIEMBROS EN EL GOBIERNO LOCAL
PORCENTAJE DE MUJERES EN EL GOBIERNO LOCAL
Argentina 1992 40 1100 4 Bolivia 1997 12 311 4 Brasil 1997 190 5378 4 Chile 1997 32 341 9 Colombia 1998 … … 5 Costa Rica 1998 4 81 5 Cuba 1998 9 169 5 Ecuador 1997 0 27 0 El Salvador 1998 … … 8 Guatemala 1994 6 330 2 Honduras 1994 37 291 13 México 1998 79 2418 3 Nicaragua 1996 30 145 21 Panamá 1999 10 73 14 Paraguay 1996 6 220 3 Perú 1998 7 194 4 Rep, Dominicana 1998 2 115 2 1 Uruguay 1998 0 19 0 Venezuela 1998 22 330 7 Fuente: CEPAL, Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: Indicadores de Género. 1: Comprende 18 departamentos y Montevideo. Participación de la mujer en el servicio exterior “Al igual que en los otros espacios de poder, a medida que los cargos significan menos poder en la toma de decisiones en cuestiones relevantes, el número de mujeres aumenta en el Servicio exterior”, fenómeno conocido como Techo de Cristal. Esta afirmación no presenta variación entre el años 2000 y el 2003, incluso se registra una disminución de la participación femenina en el cargo de embajadores (baja de 1 punto porcentual, llegando al 7.53%) y en el de terceros secretarios de segunda clase (baja de 29.48 puntos porcentuales, llegando al 16.67%). En forma general, en el período analizado la participación femenina en el Servicio Exterior se vio mermada en 4.44 puntos porcentuales. “Amerita señalar que el Consulado general es un cargo y no un grado. En la actualidad no hay mujeres destinadas como Cónsules Generales. Cuestión preocupante, pues este es uno de los cargos por excelencia políticos en lo que respecta al Servicio Exterior. Lo anterior, estaría corroborando nuestro análisis respecto a la falta de voluntad política integrativa que tienen los partidos y el ejecutivo con las mujeres”34. 34
Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.
24
En el poder legislativo Entre los años 1990 y 1998 se constata una creciente participación de las mujeres en el poder legislativo, lo cual se observa especialmente en la duplicación de mujeres en la Cámara de Diputados. En tanto en el Senado no se registran avances. Cuadro 5 PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS Elecciones Ambos sexos Mujeres Mujeres N° % 1990 120 7 5.8 1993 120 9 7.5 1997 120 13 10.8 Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique Gomariz Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992; Ministerio del Interior, Servicio electoral de Chile, Elecciones parlamentarias. Escrutinios generales, Diputados, Santiago de Chile, 1997.
Elecciones 1990 1993 1997
Cuadro 6 PARTICIPACIÓN FEMENINA EN EL SENADO Ambos sexos Mujeres N° 47 3 47 3 48 2
Mujeres % 6.4 6.4 4.2
Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique Gomariz Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992; Ministerio del Interior, Servicio electoral de Chile, Elecciones parlamentarias. Escrutinios generales, Senadores, Santiago de Chile, 1997.
Actualmente (2001-2006), de 38 senadores sólo 2 son mujeres, es decir el 5.26% del total. Con relación a los diputados (120 en total) 15 son mujeres, es decir el 18%. “Cabe señalar que la proporción de mujeres por sector político tiende a demostrar que en el Partido Por la Democracia, PPD, y en Renovación Nacional, RN, hay una mayor proporción de mujeres respecto a los demás partidos. Sólo recientemente la derecha más conservadora (UDI) ha incorporado una proporción mayor de mujeres en la cámara, pero ésta sigue estando por debajo de los partidos más cercanos a la izquierda”35. También se observa una discriminación por género en la participación de las mujeres en las respectivas comisiones permanentes de la Cámara, privilegiando su inclusión en comisiones “femeninas” como por ejemplo familia, drogas y educación. Como medida afirmativa para equiparar la representación y participación de las mujeres en política, diversos países en América Latina comenzaron a implementar desde la década de 1990 Leyes de Cuotas. Los resultados de tal medida permiten señalar que cada país que aplicó este mecanismo de acción positiva logró incrementar la participación femenina. El siguiente cuadro demuestra lo anterior:
35
Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.
25
Cuadro 7 RESULTADOS DE LA APLICACIÓN DE CUOTAS EN AMÉRICA LATINA: REPRESENTACIÓN FEMENINA EN EL PODER LEGISLATIVO País
Argentina
Poder legislativo
Diputados Senadores
Bolivia
Diputados Senadores
2002 18.5 14.8 2002 8.6 12.3 2001 12.5 4.1
Diputados Senadores
2002 12 8.8
Diputados Senadores Brasil Diputados Senadores Chile
Colombia
Costa Rica congresistas Rep. Dominicana Ecuador
Diputados Senadores congresistas
México Diputados Senadores Nicaragua
congresistas
Paraguay Diputados Senadores Uruguay Diputados Senadores
Venezuela
Última elección (%) después de ley 2001 30.7 33.3
congresistas
2002 35.1 2002 17.3 6.3 2002 16 2003 23.2 2000 15.6 2001 20.7 2003 8.8 8.9 1999 12.1 9.7
2000 9.7
1990 (%) antes de ley
1980 (%) antes de ley
5 9
1983 4 1983 7
9 4
1 8
5 0
1 1
6 6
1970 6 1970 2
9 1
5 1
12
9
12 0
13 7
7
0
12
9
19
6
19
12
4 6
3 3
6 0
1972 1 1972 0
Años de ley de acción positiva
Porcentaje de cuota
Lugar de aplicación
30
Ambas cámaras
30 25 30
Cámara baja Cámara alta Cámara baja
1991
1997
1997
Sin ley
2000 sin ley sin ley
30 (en Poder cargos ejecutivo administrati vos del pode ejecutivo) 40 Unicameral
1997/2000 2000 33 Cámara baja 1997
unicameral 20
1996/2000 30
Ambas cámaras
unicameral Sin ley 1996
20
Ambas cámaras
Sin ley
20 unicameral (recienteme nte la ley de cuotas fue prescrita) Fuente: CEPAL, Unidad Mujer y Desarrollo. Proyecto CEPAL/DAW “Gobernabilidad democrática e igualdad de género en América Latina y el Caribe”, 2003. 10
5
1998
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De esta manera diversos autores señalan (Unidad Mujer y Desarrollo, CEPAL) que para aumentar la participar femenina en política, en un contexto descompensado naturalmente, se deben considerar los siguientes elementos: ley de cuotas, lista cerrada y sistema proporcional. Sin embargo, es interesante resaltar los casos de países que no cuentan con leyes de cuotas y superan la media regional (16%). Destacan países del Caribe como Cuba, Barbados, Haití, Jamaica, Saint Lucía, Trinidad y Tobago con una alta participación femenina en la Cámara Alta. En el poder judicial Durante los años ’90 no hubo presencia femenina en la Corte Suprema de Justicia, tanto a nivel de ministros como de fiscal, secretario o abogados integrantes. Cabe resaltar que la presencia de una mujer como Ministra de Justicia tuvo un efecto positivo (cambio de actitud) para la inclusión de las mujeres en este ámbito. En tanto, en la Corte de Apelaciones ha aumentado la proporción de mujeres, excepto de secretarios. Cuadro 8 PARTICIPACIÓN FEMENINA EN LAS CORTES DE APELACIONES Cargos Ambos sexos Mujeres N° Mujeres % Años Presidentes 17 1 5.8 1992 17 5 29.4 1998 Ministros 119 24 20.2 1992 127 35 27.6 1998 Fiscales 29 10 34.5 1992 34 16 47.1 1998 Secretarios 19 13 68.4 1992 18 9 50 1998 Abogados 79 0 0 1992 integrantes 88 4 4.5 1998 Fuente: Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras, Teresa Valdés y Enrique Gomariz Morada (coordinadores(, Santiago de Chile, 1992. Guía Silver, directorio de instituciones de Chile.
Es sólo a partir del año 2001 que fue elegida una mujer como Ministra de la Corte Suprema y una fiscal en este tribunal. Con ello de 0% de participación se llega a un 12%. Para el año 2002 la situación es la siguiente:
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Cuadro 9 PARTICIPACIÓN DE MUJERES EN CORTE DE APELACIÓN Y SUPREMA A NOVIEMBRE DE 2002 Tipo de corte
N° de hombres
Corte 21 Suprema Corte de 124 Apelaciones Total 145
N° de mujeres
% Hombres
% Mujeres
Total
336
87.5
12.5
24
62
66.66
33.34
186
65
69.04
30.94
210
Fuente: reproducido desde Informe Sombra CEDAW, capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.
También en esta esfera se observa que a medida que aumenta el cargo disminuye la participación femenina, siendo mayor ésta en las secretarias de ambas Cortes. Asimismo, la participación de las mujeres en los juzgados de primera instancia se ha incrementado, sin embargo, esta es mayor en las temáticas relacionadas a lo doméstico, tales como los juzgados de menores37. En los partidos políticos La participación de mujeres en las comisiones políticas o equivalentes de partidos políticos no ha tenido importantes variaciones entre 1991 y 1998. se observa que es más baja la participación de las mujeres en los partidos de la oposición. Al igual que en el poder legislativo, existen países de América Latina que han empezado a aplicar leyes de cuotas al interior de los partidos políticos. Son los casos de Argentina, Brasil, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. A pesar de que en Chile no existe esta ley, algunos partidos han establecido estatutos que contemplan este sistema. Es el caso del Partido por la Democracia, PPD, quien definió una cuota del 40% de mujeres en las direcciones colectivas internas y cuyos militantes según criterios internos vigentes deben votar obligatoriamente por el porcentaje de mujeres establecido. La DC desde 1996 implementó la norma de que ninguno de los dos sexos puede superar el 80% de representación. El PS estableció cupos para mujeres de un mínimo de 30% y pretende llegar a una relación 40/60. “De los 9 partidos con vigencia según el registro electoral a mayo de 2003, sólo 3 partidos cuentan con mujeres entre sus estructuras ejecutivas con real poder de decisión, el PS, el PC y el PH. El PC es el único que cuenta con 2 mujeres dentro de los 3 cargos de real relevancia. De lo anterior se refleja que si bien los mecanismo de acción positiva garantizan la participación de las mujeres al interior de las estructuras ejecutivas de los partidos políticos, no garantizan que las mujeres queden en los puestos de poder real en la toma de decisiones”38.
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Incluye el cargo de una mujer como prosecretario, es decir, cargo de apoyo al servicio de los ministros de la Corte Suprema. 37 Este panorama podría verse modificado una vez en marcha la reforma procesal penal. 38 Informe Sombra CEDAW, Capítulo “Participación y Representación Pública y Política de las Mujeres en Chile”.
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Este panorama de baja participación y representación política de las mujeres se vuelve aún más dramático si consideramos que las mujeres que participan en los procesos eleccionarios son 4.206.599, es decir son el 52.09% de la población votante. Buscando causalidades o factores explicativos para el panorama que se presentó con relación a la inclusión y participación de las mujeres en política, CEPAL elaboró un documento llamado Sistemas Electorales y Representación Femenina, en el marco del Proyecto CEPAL/DAW. Allí se identifican los obstáculos (objetivos y subjetivos) que presentan las mujeres en esta área, y son: • • • • • • • • • •
La falta de apoyo de la ciudadanía a las candidatas mujeres, en donde prima el factor cultural de la división de mundo público y mundo privado y separación de roles El carácter de recién llegadas de las mujeres al mundo público exigido por la actividad política y su asignación a las tareas derivadas de la función reproductiva La idea mayoritaria en los hombres de falta de práctica de las mujeres en los saberes necesarios para el ejercicio del poder La exigencia de excepcionalidad a las candidatas mujeres Los partidos políticos como espacios identitarios, la debilidad del movimiento de mujeres en general y al interior de los partidos en particular y los costos asociados a posiciones exigentes de las mujeres. La resistencia a la pérdida de poder por parte de los hombres Las estructuras verticales, anquilosadas y centralizadas de los partidos políticos La falta de interés de las mujeres en la política y el descrédito a lo político. La falta de recursos de las candidatas mujeres La incomprensión de la cuestión del género
Asimismo, dicho documento también elabora las oportunidades que presentan las mujeres en este ámbito: • • • • • •
La existencia de organismos nacionales que se ocupan de las políticas de las mujeres y de género La firmeza de los organismos electorales en hacer cumplir las leyes y reglamentos La influencia externa, las tendencias del ámbito internacional Las prácticas políticas de democracia y descentralización Las crisis como momentos de emergencia de liderazgos alternativos El apoyo de los medios de comunicación para otorgar más espacios a las mujeres
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Referencias bibliográficas A. MUJER Y FAMILIA • • • • • • • • • •
• • •
Censo 1992 y 2002 CASEN 2000 Cecilia Pérez D. Encuentro nacional ideológico asociación nacional de centros femeninos paramasónicos de Chile, Junio de 2003. Panorama Social de América Latina, CEPAL Estadísticas de CELADE Argumentos para el cambio CEM Estudio Nacional Comportamiento Sexual, CONASIDA 1998. Informe 2002 del Servicio Nacional de la Mujer de Chile a la Comisión Interamericana de Mujeres. M. Ferrer. Detección y Análisis de la Prevalencia de la Violencia Intrafamiliar, SERNAM, 2001. Irma Palma. Consideración de la salud y derechos sexuales y reproductivos de los/as adolescentes y jóvenes en el contexto de la reforma a la salud en Chile, Santiago, Chile, 2001. Buvinic M. La Vulnerabilidad de los Hogares con Jefatura Femenina: Preguntas y Opciones de Política para América Latina y El Caribe. CEPAL. Santiago, Chile; 1990. Familias y Políticas Públicas: Una Reflexión Necesaria. SERNAM. Santiago, Chile; febrero 2000. María Isabel Matamal. Genero, salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en el contexto de la reforma, Santiago, Chile 2001.
B. MUJER Y TRABAJO • • • • • • • • •
Informes de Desarrollo Humano, PNUD, 1995 CASEN 1990, 1998 Y 2000 INE Panorama laboral OIT Panorama social de Latinoamérica, CEPAL SERNAM Informe Sombra CEDAW, Chile 2002 Serie CEPAL Mujer y Desarrollo, n° 21: Realidades y Mitos del Trabajo Femenino Urbano en América Latina. Julio 1998. Serie CEPAL Mujer y Desarrollo, n° 15: Formación de Recursos Humanos Femeninos, prioridades del crecimiento y de la equidad. Junio 1996.
C. MUJER Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA • • •
Informe Sombra CEDAW, Chile 2002 Servicio electoral Instituto de la Mujer/FLACSO, Mujeres latinoamericanas en cifras.
30
• • • • •
SERNAM, base de datos mujer Unidad de la Mujer y Desarrollo, CEPAL. Proyecto CEPAL/DAW, Gobernabilidad democrática e igualdad de género en América Latina y el Caribe, 2003. Participación y Liderazgo en América Latina y el Caribe: indicaciones de Género. CEPAL Sistemas Electorales y Representación Femenina. Proyecto CEPAL/DAW. Santiago de Chile, octubre 2003. Ministerio de Hacienda, Dirección de Presupuestos
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