Poemas Álvaro Fierro año 2013

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Poemas de Álvaro Fierro

CONVIERTE EL ARTE EN AGUA Año 2013

Espacio Pepe Pisa

Gotas para la vida 2013


La mirada en el agua III 23 poemas inéditos de Álvaro Fierro Para las obras donadas por los artistas de CONVIERTE EL ARTE EN AGUA


Náufragos del verano – Eduardo Mencos Dijimos que vendrías, claridad, cuando observamos que a la noche se le deshilachaban poco a poco las últimas estrellas, cuando entendimos que es suficiente una mitad del universo para albergar esta vestal hecha de luz que se columpia en la humedad tranquila, en los recintos donde crecen, acurrucados a la sombra de tus muslos, una vez más los mundos. Dijimos que vendrías, y al notarte, al escuchar tus pasos en los zaguanes de la atmósfera iniciamos humildemente el giro colectivo, la danza imperceptible para ser dignos algún día de la lluvia.


Flowing – Chema Bullón Debe existir algún recinto donde el ayer y el hoy coincidan con mañana, donde las páginas escritas y no escritas durante el tiempo de los hombres se confundan para intentar acaso una verdad, una alianza colectiva de la mente en la que se establezcan los motivos fundamentales para continuar viviendo, los protocolos de la felicidad, las capitulaciones de nuestro matrimonio con la tierra, los ocurrencias del amor para liarlo tanto todo.


Sin título - Belén Imaz Como encontrar a Dios en un paisaje es el silencio que trae el agua, como soñar tras despertarse es esa soledad que acompaña a los hombres encrucijados de sí mismos que, de tanto mirar en su interior, han comenzado a imaginar, a disfrutar del movimiento como si fueran ríos o planetas o como si su carne fuera un cauce por el que fluye la emoción, la devoción, la mínima modestia de la primera masa capaz de producir un miligramo eterno de memoria.


Cielo habitado verde – Águeda de la Pisa No deberíamos morir sin visitar todos los mundos, sin contemplar el árbol de cuyos frutos nace la materia, los yacimientos últimos de los que extrae su fuerza el frío, los úteros de fuego que dan a luz dolor, los húmedos depósitos de los que manará quizá algún día la vida eterna.


Hidrotropismo – Cristina Almodóvar Ha llegado el momento de juzgarte, oh materia, de detener tu sucesión por lo visible y lo tangible. de denunciar tu afán por ser la masa del espíritu, Fueron tantísimas tus dudas, tus reservas al extender tu opacidad por los recintos amplios que puse a tu disposición. A causa de tu empeño en devenir la sede sólida del tiempo te obsesionaste con la inercia y no fuiste capaz de mantener la pura fluidez de tu sustancia, tu transparencia en los orígenes. En tus ensayos por conseguir perpetuo movimiento quisiste demostrar la cinemática y con la ayuda de la gravedad, la relatividad y la termodinámica te desgastaste en las estrellas, en las galaxias y los cuásares, en nebulosas, agujeros negros, púlsares, y en tus patéticos intentos por pensar has inventado el magnetismo, el movimiento ondulatorio, la astronomía y la electricidad. Que todo esto sea perdonado para que a cambio nazca el hombre.


Nube – Patricia Allende No hay modo de buscarte, eternidad, sin derribar los ojos, sin soñarte, sin intentar siquiera un salto en la mirada cuando te siento cerca o te recuerdo enamorada de un objeto o de un paisaje, cuando te extiendes y te otorgas a las penínsulas que amo, cuando tu fina piel hecha de instantes recubre los momentos y el tiempo se recoge y se regala y se describe el universo en ti y no se sabe cómo los instintos del hombre se dilatan y todo cuanto puede ser imaginado se vuelve baile y se incorpora y danza dentro de la sangre y no sentimos porque ya nada somos. No hay día en mí que no te espere, que no pregunte alguna célula por ti, que no quiera tocar tu juventud para que seas útil a mi cuerpo todos los siglos de los siglos.


Margarita azul – José Onieva No recuerdas el norte y en vano buscas la flor azul de Novalis que marca a quien espera la dirección del horizonte que apunta hacia las fábricas del frío. Los catecismos de la ausencia describen sus características: Crioacea cyanis. Flor insensible al corazón en el que nace. Desencadena poesía en quienes la custodian. Regarla cada noche con lágrimas de dicha o de tristeza para que el sueño de su dueño no se seque.


Cañas – Mónica Sánchez Robles Todo era cierto mientras nada existía. Por eso el agua ha despertado y ha abierto sus ventanas para intentar la luz, para que no se olviden los mecanismos del espacio para albergar en sí todas las cosas, para que no se olvide el movimiento y de esta insinuación de la frescura quede un paisaje sin final, un laberinto sin certezas por el que pueda pasearse sin un norte, quede una impronta de lo que acaso fuera el nacimiento de un arcángel al que las alas le fallaron mientras flotaba en el reflejo de todos los posibles mundos y tuvo que aprender a ser un hombre.


Cosas de hombres – Ciucco Gutiérrez No recuerdo los siglos que llevo despreciándoos. ¿Voy a soñar a estas alturas con promesas si ni siquiera sois capaces de llevarme debajo de la piel, diseminada en esos cuerpos imposibles que aseguráis amar? ¡Sí, vosotros, masas dormidas que tembláis cuando mis pájaros os buscan porque creéis estar emocionados! ¿Voy a dejarme imaginar por lo que bulle en ese órgano que transportáis en la cabeza si no se os ve girar cuando os miráis en los espejos? ¿De qué valdría permitir que me miraseis si al gobernar en vuestras almas agrietadas ni todas vuestras lenguas juntas serían suficientes para invocar una vez sola cualquiera de mis nombres?


Dardo – Javier de la Rosa Hay un camino que conduce a lo que pudo ser, a lo que estaba estaba escrito que serían nuestras vigilias de animal oscuro. Desde el instante en que comienza el cuerpo algo en nosotros busca, experimenta sueños, imagina, intenta, inventa, se emociona como si el tiempo fuera un pacto reversible con la historia que permitiera deslatir el corazón, desrespirar el aire y regresar de nuevo a los orígenes cuando tan sólo éramos fuerza de unos padres que recibieron la misión de prolongar la especie según su semejanza.


Mar Báltico – Jaelius Aguirre En la ciudad de Könisberg, cuando frisaba los sesenta y cinco años, Immanuel Kant desconocía que el mar fuera un objeto trascendental, sintético, a priori, imperativo categórico y noúmeno. Debe entregar al editor mañana las pruebas de la Crítica del Juicio y como cada tarde ha comenzado su paseo habitual. Toda pequeña acción, todo pequeño gesto del filósofo ha sido planeado previamente. A diez respetuosos metros de distancia lo sigue Martin Lampe, su criado. La distinción entre lo bello y lo sublime radica en la emoción y en el tamaño. Lo sublime es lo grande que conmueve, lo bello es lo pequeño, lo que encanta. ¡Señor! exclama Lampe. ¡Mire el Báltico! Con gesto de impaciencia Immanuel Kant detiene su paseo. Dirige su mirada hacia la costa y allí se extiende el mar. Da la impresión de estar filosofando.


Sin título – Rafa Canales Cuando termine el tiempo y entienda el corazón que los problemas fueron útiles por mantenernos ocupados y las promesas nos sirvieron para tener un clavo ardiendo cerca debo intentar algunas cosas imprescindibles, como aprender a contemplar los objetos celestes sonriendo por si alguien que pensara estar a solas en el universo acertara a encontrarme desde alguno de ellos, como aprender a amanecer para los miles de millones de microbios ante quienes yo mismo soy el mundo, como aprender que, tras la muerte, si uno se considera como la pretenciosa resultante del movimiento de unos átomos, la cosa cambia ciertamente poco.


Árbol seco – Fernando Manso He aquí la puerta del vacío, he aquí el umbral donde termina la materia de mostrarse, donde comienzan los no mundos, los no tiempos, la antimateria, el antiespacio, lo que carece del alma imprescindible para ser, para crecer, para creer. He aquí lo que no está, la lejanía, la carencia, la dolencia lo que no puede ser imaginado, he aquí la no verdad, la intransigencia de lo que no sabría morir nunca.


Aislada – Pascuale Caprile He aquí el poema que hasta mi corazón llegó del mundo: No sé quién soy ni quiénes sois vosotros los humanos, los que surgisteis sin permiso sobre mi superficie hace un millón de años. Erais prudentes, laboriosos y era sencillo contentaros con la vegetación y con la fauna, los días y las noches, con el fuego, la agricultura, los metales y el líquido de Dios que llamáis agua. Al veros sollozar durante un rito funerario debi entender que erais distintos a los restantes animales, que no sabéis morir porque pensáis que sois inteligentes y merecéis el centro de la Creación. No sé qué más os debo ni qué podría haber en mí que fuera suficiente para que descanséis de la ambición y que en vuestro cerebro de mentirosos simios elegantes se comprenda que ya os lo he dado todo.


Tulipanes – Zita Echevarría Amo tus pétalos, tus sépalos, tus ornamentos tibios, tus lugares, que seas toda envés, que tu piel sea el envoltorio de la delicia misma, que algunas veces te abandone el peso y todo en ti sea conciencia, esencia, cercanía, fruta inminente, paladar de las sustancias locas que hay en mí, que no sea posible despertar de las vigilias de soñarte, pequeño tulipán que te cimbreas encaramado a un tallo que regala un perfume, odre del tiempo, música de la felicidad, íntimo estuche de la simplicidad oculta, materia maravillosa y masticable.


Viento sur – Guillermo Fornés Tus vegetales manos huelen a silencio, a melodía del instrumento que seríamos si respirásemos despacio, si no buscase en tu interior el tiempo el modo de bailar, tus firmamentos giran, eres la cuarta dimensión del aire, la geografía transparente de la altura, toco tu silueta sin hallar las diminutas muescas que cada estrella dejó en ti cuando te detuviste junto al agua y recordaste que no llevabas imperdibles con los que sujetar todas las hojas a sus ramas, cuando te diste cuenta de que no basta el viento para traerle al corazón todas sus dudas.


Sin título – Martín Blázquez Mientras el embrión aumenta su tamaño en la placenta y deja que sus células se otorguen al privilegio de crecer hay un milímetro de tiempo, casi un instante, en el que todas las especies son idénticas. El embrión medita entonces entre su vocación mamífera y su tendencia al vuelo, entre su devoción por habitar el agua y esa frescura que va a sentir en el abdomen si se convierte en animal que repta por el fango. En la naturaleza el ser elige ser y su materia opta y crecen sus cartílagos y abre mil laberintos en su carne para que fluya la paciencia y la humedad construya los tejidos, y nazca, se alimente se reproduzca y arrepienta y por las noches, al cerrar los ojos, sienta otra vez nostalgia de la época en la que el mundo era una placenta y no pesaba el cuerpo.


La otra lluvia – Carlos Sánchez Alonso Para Juan Ruiz de Torres

Las ecuaciones del olvido se despejaron para demostrar los teoremas de la claridad y al ser expuestas sus razones, al escuchar las reducciones al absurdo del no ser, un matemático del alma trajo a colación que en las riberas del Leteo están los yacimientos de lo hermoso que ya no se recuerda. Allí fueron los hombres que habían olvidado los triángulos, los que dejaron de creer en la divina proporción, en las hipérbolas, los que negaron las elipses, las cisoides, el folium de Descartes, la lemniscata de Bernoulli, los infinitos detractores de la métrica, de la pintura y de la música. Se oyó en el cielo un grande ruido cuando la inmensa multitud llegó a la orilla y en la conciencia de los más recalcitrantes cayó un rayo de libros con el conocimiento que los hombres habían despreciado.


Ana Nance – Istambul El agua se ha reído. Algo surgido de las rocas hoy comenzó su infancia enésima, algo que estaba oculto ha decidido pasearse y revelarle al aire su nueva multitud. Dicen que fue el rubor del mar de Mármara cuando una hermosa buceadora perdió el sujetador de su bikini al recordar el primer beso, dicen que fueron las cosquillas que la luz hizo al horizonte, que fue una manifestación de peces en protesta contra el sushi. El caso es que al tocarte, océano de todas mis orillas, al comprender las dimensiones de tanta generosidad, se me ha reído el interior a mí también


Mauricio Vidal - Sillas bajo la lluvia El mundo ha terminado. Contra lo que es frecuente imaginar comienza entonces la aventura de lo que no tenía vida. Miles de seres hipotéticos que se encontraban agazapados en la inexistencia o camuflados en lo exclusivamente material alzan ahora sus contornos, sus áreas, sus generatrices y demuestran que otra manera de existir era posible. Las sillas, por ejemplo, se organizan sin que sea posible detectar preeminencias o envidias. Si, por casualidad, les falla alguna pata, otras sillas distintas reemplazan a las sillas lesionadas y con paciencia esperan que lleguen a sus puestos los fiscales que tienen a su cargo la instrucción del Juicio Final.


Claudia Stilianopoulos – Asplenium trichomanes Mi padre está lloviendo y nace el mar encima de los bosques, fallecen sin exequias los helechos y los tejidos vegetales despacio van pudriéndose bajo la acción de las bacterias anaerobias. Basta un millón de años para que lo que estuvo vivo regrese al mineral y en el subsuelo espere la regresión marina del Triásico, nazca Pangea y tras la lenta evolución de los reptiles y mamíferos, el australopiteco, el homo ergaster, la eva mitocondrial surja el primer minero.


Alfonso Zubiaga – Telaraña Este momento en el que inicio una plegaria para pedir por mí, por todo lo que vuela y se emociona, lo que contiene una ventana, un dios, una niñez que aflora cuando menos se espera, lo que transita por la desesperanza en busca de esperanza, lo que para soñar abre los brazos y entrelaza su carne con la ausencia, comienza aquí por medio de palabras que no persiguen nada, que no valdrían nunca para nada, que no consiguen más que levantar una pequeña interrupción en el transcurso eterno de los días para que en ella quepan mis carencias, mis obsesiones y renuncias, ese compendio exasperante de estupideces y arbitrariedades al que llamamos personalidad comienza aquí para que, al leerla, reces y tú también te salves.


Oscar Cantos – Conciousness Basta la piel de un charco para mostrar los universos que son, los que podrían ser, los que han quedado atrás y ya no serán nunca. Por todos ellos vagan las promesas de construir un mundo justo, un mundo sin edad ni enfermedad en que la sed no exista y la pobreza y la caducidad sean premisas de la riqueza y de la eternidad, un mundo real y no real, imaginario y cierto, caído de una lágrima de Dios cuando intentaba despertar de ser un sueño.




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