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ALDA FACIO MONTEJO

8 DE MARZO DE 2023

GUERRERO, MÉXICO

No se sabe con exactitud cuándo fue la primera conmemoración del Día Internacional de la Mujer debido, como sabemos, a que el patriarcado o borra nuestra historia a través de una de las instituciones que lo mantienen que yo llamo la historia robada o cuando no logra borrarnos completamente, tergiversa los conceptos que hemos desarrollado en nuestras diferentes luchas. Por ejemplo cuando nos decían que fue el Presidente de nuestro país quien nos otorgó el voto borrando la lucha de décadas de las sufragistas o cuando nos hacen creer que las sufragistas o cuando nos hacen creer que las sufragistas eran unas cuantas mujeres burguesas y blancas que solo luchaban por el derecho al voto sin importarles las condiciones infrahumanas en que vivían las mujeres obreras.

En cuanto al robo de nuestra historia y en particular la del 8 de marzo una versión nos dice que los orígenes del Día Internacional de la Mujer están ligados a los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa, en particular al protagonismo de las mujeres del Partido Socialista Norteamericano que, desde 1908, instauraron unas jornadas de reflexión y acción denominadas Woman’s Day. La primera tuvo lugar el 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago, con el objetivo central de hacer campaña por el sufragio verdaderamente universal y contra la esclavitud sexual. Es importante saber que La Liga Nacional de Mujeres Sindicalistas, fundada en 1903, fue una iniciativa de mujeres de clase media pertenecientes a organizaciones feministas que, entendiendo muy bien que para liberarse de su propia opresión como mujeres debían apoyar a las mujeres de la clase obrera, tomaron la iniciativa de participar en las huelgas.

Otra versión, la más conocida, es la de un incendio ocurrido en una fábrica textil de Nueva York en 1857, donde habrían muerto quemadas las obreras que hacían una huelga. Pero según la historiadora canadiense Renée Côté, no existen pruebas documentales de que un incendio de esas características se produjera ese año, ni que ese hecho fuera el motivo para establecer una jornada internacional de las mujeres.

Otras investigaciones de historiadoras feministas señalan que lo que pasó en 1857 fue, en verdad, la realización de una marcha convocada en el mes de marzo por el sindicato de costureras de la compañía textil de Lower East Side, de Nueva York, que reclamaban una jornada laboral de sólo 10 horas. Años después, en 1867, también en el mes de marzo, tuvo lugar una huelga de planchadoras de cuellos de la ciudad de Troy, en Nueva York, quienes formaron un sindicato y pidieron un aumento de salarios. Después de tres meses de paro, las huelguistas se vieron obligadas a regresar al trabajo sin haber logrado su demanda nos dice la historia, borrando el hecho de que habían logrado sembrar la idea de la justicia de una jornada laboral de 10 horas que al tiempo sí fue lograda.

Sabemos con certeza que la conmemoración del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer no lo estableció la Organización de Naciones Unidas en el año 1972 por su propia cuenta sino escuchando el pedido de las feministas de entonces para que no solo se declarara un día para reflexionar sobre las condiciones discriminatorias en todo el mundo sino que se hiciera una primer gran conferencia mundial de las mujeres que se realizó en 1975 en la ciudad de México. También sabemos que la petición de que el 8 de marzo fuera declarado el día internacional de las mujeres tiene sus orígenes en procesos previos de lucha de diversos movimientos socialistas, comunistas y anarquistas donde las mujeres que formaban parte de dichos movimientos se movilizaban por sus propios derechos como parte de la clase obrera trabajadora en Europa y Estados Unidos, abogando por mejores condiciones en el trabajo pero como muchas de estas mujeres también eran sufragistas, cosa que muy pocos historiadores y hasta historiadoras reconocen, lograron que se incluyera en estas luchas la necesidad de establecer la igualdad de las mujeres en el ámbito electoral, demostrando con ello que las mujeres de diferentes estratos y condiciones sociales sí podían unirse en una lucha común.

Sabemos también que, en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, reunida en Copenhague, se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de Clara Zetkin, se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.También sabemos que, en algunos de nuestros países, gracias a las mujeres organizadas se celebraban diferentes días para los derechos de las mujeres o de ciertos grupos de mujeres aunque sobre esto no hay mucho escrito Sí sabemos que el 25 de julio en Guatemala se celebra el día de la Mujer Garífuna; el 5 de setiembre es el día en el que en América Latina se celebra el Día Internacional de la Mujer Indígena y se aprovecha esta fecha para hacer llamados específicos como se ha hecho en los últimos años para que el Comité CEDAW adoptara en el 2022, una Recomendación General sobre los derechos individuales y colectivos de las mujeres indígenas. El 12 de setiembre es el día de la mujer con discapacidad en México con el objetivo de visibilizar las demandas y propuestas de este grupo de mujeres para mejorar su calidad de vida y contribuir a la construcción y mejoramiento de su entorno social. El Día de la Visibilidad Lésbica se celebra cada 26 de abril en diversas partes del mundo como una forma de exigir igualdad de derechos para las lesbianas aunque existen variaciones en fechas en algunos países de América Latina.

Hoy en día las feministas sabemos con certeza que, aunque el día de las mujeres ha tenido diferentes comienzos y tiene diversos significados en diferentes partes del mundo, las Naciones Unidas comenzaron a reconocer el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer en 1972 Desde entonces, en todo el mundo, el 8 de marzo se considera un día para celebrar los logros sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres como grupo mayoritario de la humanidad pero también para llamar la atención de todo lo que falta por lograr.

Por ejemplo, el hecho de que a casi 28 años después de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing, todavía necesitemos una Día Internacional de la Mujer debería ser un recordatorio, para aquellos que cada 8 de marzo o se burlan de un día para nosotras o nos dicen excluyentes por querer tener un día solo para nosotras. Excluyentes nosotras las feministas que luchamos por las mujeres que somos más de la mitad de la humanidad, es decir casi 4.000 millones de personas que enfrentamos todos los días la exclusión del goce de nuestros derechos humanos. Excluyentes nosotras que al luchar por las mujeres, hemos visibilizado las condiciones infrahumanas de las mujeres en condiciones de pobreza, migración, esclavitud sexual, ruralidad, privación de libertad, etc.

Por eso este día es un día para reflexionar sobre las mujeres sin negar que hay otros grupos humanos que no son mujeres que también sufren discriminación por su pertenencia a esos grupos. Por eso el 8 de marzo es un día para reflexionar sobre el hecho de que la discriminación basada en el sexo/género está en la base de cada problema que enfrentamos las mujeres, independientemente de nuestro estatus. Es un día para tomar conciencia de cómo funciona el patriarcado en todas las esferas de la vida de las mujeres mantenido por una serie de instituciones cuya intención es precisamente el de mantenernos como seres devaluados. La discriminación es de hecho política y ocurre por diseño.

La discriminación estructural, que existe tanto en el ámbito público en el privado, refleja un desequilibrio de poder subyacente que resulta y a la vez es consecuencia de esa devaluación de las mujeres y de todo lo asociado con nosotras como lo es el cuido y la Madre Tierra.

La discriminación contra las mujeres significa que a todas se nos relega a un estado inferior, ya sea a través de formas de discriminación que van desde lo que muchos perciben como una negación inocua de ciertos derechos, pasando por diferentes formas de estigma, exclusión o marginación a formas extremas de violencia y feminicidio. La desigualdad de género, que es causa y resultado de cualquiera de estas formas de discriminación se ve exacerbada por su intersección con otros factores, como la pobreza, la guerra, el racismo, la edad, la (discapacidad, el estatus migratorio, la religión, la orientación sexoafectiva, o cualquier otra condición que a través de la historia les ha servido a los hombres poderosos para ejercer el poder sobre las y los integrantes de ciertos grupos. La discriminación contra las mujeres socava el bienestar de todas las personas y es inherentemente injusta. Por eso es por lo que las feministas insistimos en que todas aquellas personas que se preocupan por los derechos humanos, la paz, la justicia social y climática están llamadas a la acción para acelerar la eliminación de todas las distintas formas de discriminación contra todas las mujeres, o al menos no obstaculizar la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres. Sin esa eliminación, la igualdad no existe y sin igualdad para todas las personas no habrá un futuro sostenible para la humanidad.

Lamentablemente muchas personas insisten en que la discriminación contra la mujer no existe o es natural o que hay otros grupos humanos tan o más discriminados que nosotras. Como si el reconocer la discriminación específica que sufre un grupo humano y luchar por su eliminación significara necesariamente la pérdida de los derechos de otros grupos humanos. Al contrario, un principio muy importante de los derechos humanos es que no se le pueden negar derechos a un grupo discriminado para reconocérselos a otro y que si un grupo humano reclama que la desaparición de otro grupo humano es necesaria para su existencia, es porque no respeta la igualdad intrínseca de todos los seres humanos. Por eso necesitamos un día solo para nosotras Negar esto, negarle a las mujeres su propia lucha en nombre de que hay otros grupos tan o más discriminados que nosotras se llama misoginia.

La ginopia o incapacidad de ver la realidad de las discriminaciones contra las mujeres, o dicho de otra manera la incapacidad de ver nos a las mujeres como personas autónomas, a comprobamos en el hecho de que a pesar de los casi 28 años que llevamos las feministas exigiendo la implementación de la Plataforma de Acción de Beijing, los casi 30 años después de que logramos que los derechos de las mujeres fueran declarados derechos humanos en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena, y los más de 40 años de la existencia de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra las mujeres, CEDAW, muchas formas de discriminación contra las mujeres, o contra algunos subgrupos de mujeres como las indígenas, las mujeres con discapacidad, las ancianas, las adolescentes, migrantes, esclavizadas domésticas y sexuales, etc. todavía se consideran cuando mucho, un mal menor. Si bien hemos logrado que muchos países hayan eliminado una serie de leyes discriminatorias, ningún país las ha eliminado todas y ninguno está totalmente libre de prácticas discriminatorias. La discriminación persiste en algunas de las áreas más críticas de la vida de las mujeres, incluida la autonomía corporal En todas partes, en diferentes grados, las mujeres seguimos siendo discriminadas, ya sea por actos u omisiones del Estado que nos niegan explícita o implícitamente el ejercicio de un derecho, por su incapacidad de adoptar e implementar políticas nacionales destinadas a lograr la igualdad substantiva para todas las mujeres o por permitir o tolerar actos discriminatorios de actores no estatales como lo son las empresas extractivas y los agresores domésticos, entre muchos otros.

Las creencias erróneas sobre qué actos u omisiones constituyen discriminación contra la mujer, agravadas por actitudes y conductas machiplacientes, racistas, zeno, y homofóbicas, deben combatirse mediante información y educación precisas y accesibles. El hecho de que todas las mujeres seguimos siendo consideradas inferiores y la gran mayoría vivimos la exclusión del poder político, económico, social, cultural y religioso, así como la violencia física, psicológica, sexual, simbólica y económica además de sometidas a estereotipos y estigmas dañinos, forzadas a matrimonios y formas contemporáneas de esclavitud, privadas de oportunidades educativas y laborales son prueba de que las mujeres seguimos discriminadas por ser mujeres, es decir, discriminadas por nuestro sexo como lo establece la CEDAW. Y si además nos desaparecen de la historia, nos invisibilizan en el lenguaje, nos niegan nuestros derechos reproductivos al tiempo que nos responsabilizan del cuidado de los seres humanos pequeños, ancianos y enfermos y somos denigradas en los medios, así como en las canciones, películas y otras producciones y tradiciones culturales, no podemos menos que insistir en que necesitamos un día específico para celebrar nuestros logros al tiempo que visibilizamos que todavía ningún Estado o nación ha eliminado la discriminación contra las mujeres

El continuum de violaciones a casi todos nuestros derechos significa que la discriminación contra nosotras es real. El que no se nos garantice que se nos van a satisfacer nuestras necesidades específicas como mujeres, y más como mujeres pertenecientes a grupos discriminados también constituye una discriminación Negarles a las mujeres el acceso a los servicios de salud que solo nosotras necesitamos en función de aspectos específicos de nuestro sexo y el hecho de que millones de nosotras morimos por muertes evitables, también es una forma de discriminación

El activismo de las feministas sigue siendo esencial para el avance de los derechos humanos aunque no el único. Por eso a casi 30 años de haber logrado que se nos considerara humanas, al menos en el papel, no podemos dejar que nos desaparezcan otra vez de nuestra pertenencia a la humanidad, no podemos dejar que no tengamos a las mujeres como el sujeto de nuestras luchas mientras apoyamos también otras luchas de otros sujetos también discriminados Es importante que se entienda que l uchar por las mujeres no es egoísmo como no lo es para los pueblos indígenas luchar por sus derechos Pero también es importante que se entienda que no se puede eliminar ni el racismo, ni la homofobia ni ninguna otra fobia si no se elimina la misoginia tan naturalizada que hoy vivimos en todo el mundo y en todas las instituciones

Sueño con un 8 de marzo en el que en vez de que burlonamente nos pregunten a las feministas por qué existe un día internacional de la mujer, podamos contestar que ya no lo necesitamos porque ya se ha logrado la eliminación de todas las formas de discriminación y por ende, todas las personas vivimos en cuerpo propio la bella idea de que todas somos iguales en dignidad y derechos como nos lo enseña la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Pero como ese día no ha llegado aún, espero que este 8 de marzo lo utilicemos todas y todos para concientizarnos de que la discriminación contra las mujeres nos afecta negativamente a todos los seres humanos y al planeta mismo, y que, por ende, nos toca a todos eliminarla.

Y aprovecho para aclarar que las feministas estamos muy conscientes de que existen otras formas de discriminación y otros grupos discriminados pero que luchar por las discriminaciones que estos otros grupos enfrentan no debe ni puede ser a expensas de nuestra lucha por las mujeres y por mantener los derechos y los espacios que tanto nos han costado.

Por eso en este 8 de marzo, doliendo por la polarización que hoy estamos viviendo en nuestros movimientos feministas, quiero hacer de lado mi tristeza y furia para concentrarme en los logros que nosotras las mujeres feministas hemos alcanzado en los últimos siglos a pesar de vivir en un mundo que invisibiliza nuestras contribuciones, nos viola y mata por el sólo hecho de ser mujeres, nos mantiene aisladas las unas de las otras, nos sume a la mayoría en la pobreza y erige inmensas barreras alrededor de cada una de nuestras metas, por mínimas que sean.

Sin embargo, a pesar de tanta misoginia que enfrentamos cotidianamente, como tantas feministas que nos han robado, las mujeres seguimos cuidando de

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