Ética y responsabilidad social de los medios de información en un contexto de cambio

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Ética y responsabilidad social de los medios

Memorias del Coloquio

ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN EN UN CONTEXTO DE CAMBIO

Museo del Periodismo y las Artes Gráficas Centro de Formación en Periodismo Digital del Sistema de Universidad Virtual Universidad de Guadalajara Fundación Manuel Buendía, A.C.

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Varios Autores

MUNICIPIO DE GUADALAJARA Mtro. Jorge Aristoteles Sandoval Diaz Presidente Municipal de Guadalajara Dra. Myriam Vachez Plagnol Secretaría de Cultura Mtra. Sandra Carvajal Novoa Directora de museos, galerías, Centros culturales y bibliotecas Lic. María Inés Contreras de Oteyza Directora del Museo del Periodismo y las Artes Gráficas

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA SISTEMA DE UNIVERSIDAD VIRTUAL Mtro. Manuel Moreno Castañeda Rector Lic. Laura Topete González Jefa de la Unidad de Promoción Mtra Ma. Del Socorro Pérez Alcalá Directora Académica Mtra. Rosalía Orozco Murillo Jefa del Centro de Periodismo Digital


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El 12 de septiembre de 1984 fue constituida la FMBAC, cuyos objetivos fundamentales son difundir la obra y el pensamiento del insigne periodista y contribuir al análisis, discusión y formación de recursos humanos en materia de comunicación social y periodismo. Omar Raúl Martínez Presidente Miguel Ángel Sánchez de Armas Presidente Honorario Esperanza Narváez Perafán Vicepresidenta

ÉTICA Y RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN EN UN CONTEXTO DE CAMBIO Primera edición, 2012. © MMXII Fundación Manuel Buendía, A.C. Guaymas 8-408, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, 06700, México, D.F. Teléfono: 52 08 42 61 Correo electrónico: fundacionbuendia@gmail.com

ISBN: 978-607-95148-9-1

Colección: Pistas Dirección editorial: Omar Raúl Martínez Sánchez. Edición: María Inés Contreras de Oteyza. Formación: Anay Paulina Romero Correa.


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ÍNDICE

PALABRAS INTRODUCTORIAS .................................. 7

I. LOS MEDIOS ANTE LA SOCIEDAD .................... 11 María Inés Contreras de Otezya II. ÉTICA, PILAR INDISPENSABLE PARA EL PERIODISMO ............................................................ 17 Rosalia Orozco Murillo

III. ÉTICA INFORMATIVA, AUTORREGULACIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y RETOS DEL PERIODISMO ............................................................ 21

Omar Raúl Martínez Sánchez


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IV. HACIA UNA ÉTICA PERIODÍSTICA 2.0 ........... 31 Carlos Enrique Orozco Martínez

V. LA LÓGICA DE LA MEDIACIÓN Y EL PRINCIPIO DE LA AUTORREGULACIÓN.................................. 41 Felipe López Veneroni

Fichas curriculares de los autores ............................... 53


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PALABRAS INTRODUCTORIAS

México enfrenta un proceso de transición democrática marcado por logros y problemas económicos y sociales. El ejercicio de la libertad de expresión en los medios de comunicación e información es uno de los elementos que permite medir el grado de avance democrático de una sociedad. La autonomía, veracidad y profesionalismo de los medios de información constituye uno de los temas nodales de las sociedades que buscan consolidar y ampliar una cultura democrática. De ahí que además del compromiso profesional en el manejo, tratamiento y calidad de la información que se ofrece al público, deba pensarse en la dimensión ética y en la responsabilidad social que los medios informativos,


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independientemente de su régimen de propiedad, deben asumir para ayudar a generar un debate público crítico y constructivo. La reflexión sobre la dimensión ética y sobre la responsabilidad social de los medios de información es, entonces, una reflexión sobre la construcción de la democracia en nuestro país; sobre los problemas y retos que enfrentan las nuevas generaciones de profesionales del periodismo en un contexto de cambios en materia financiera, tecnológica y política. ¿Cuáles son los retos que los medios de información y los profesionales del periodismo enfrentan hoy ante estos cambios? ¿De qué manera afecta la ética en el manejo de la información y hasta dónde puede hoy el periodismo asumir su responsabilidad social? ¿Qué tan válido y necesario es pensar en diseñar mecanismos de rendición de cuentas para los medios de información, que permitan a la sociedad evaluar la calidad del trabajo periodístico que realizan? Para reflexionar y debatir en torno a este tipo de cuestiones, el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas, la Universidad de Guadalajara y la Fundación Manuel Buendía convocaron en octubre pasado al Coloquio “Ética y responsabilidad social de los medios de Información en un contexto de cambio”, cuyas aportaciones se recogen en el presente volumen.


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En la medida en que estos temas sean planteados y discutidos abiertamente por los profesionales del periodismo, los académicos que estudian el fenómeno de los medios de información y los estudiantes que buscan integrarse a este campo, se contribuye a una reflexión colectiva sobre un asunto fundamental para comprender nuestro avance democrático.


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LOS MEDIOS ANTE LA SOCIEDAD María Inés Contreras de Oteyza

Actualmente nadie pone en discusión el importante papel de los medios de información. Tanto en el logro como en la consolidación de la democracia, no se puede hablar de ésta sin la presencia de la libertad de expresión y su componente indispensable: la libertad de prensa. Sin embargo, la ubicuidad de los medios de información, su poder de penetración y en muchos casos la concentración de los mismos en pocas manos, nos obligan no sólo a revisar su quehacer cotidiano sino también los lineamientos que a nivel individual y organizacional garanticen un óptimo tránsito entre la libertad de expresión y el derecho público a la


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información. La libertad de expresión sin un uso responsable de ésta, puede constituirse en un freno para la democracia. A partir de la guerra hispanoamericana (que costó a España los restos de su imperio “donde no se ponía el sol”), estuvo claro el poder de los medios para modelar la opinión pública, aun a través de las más descabelladas mentiras, verdades a medias y fantasías xenófobas impresas. En nuestro país sobran los ejemplos en el pasado reciente del peso de los medios en las decisiones políticas de la ciudadanía. Vemos no sólo cómo se encumbran y caen carreras a su voluntad (un ejemplo claro lo podemos ver en las últimas elecciones para gobernador en el estado de Jalisco), sino también cómo la agenda política se decide en los medios y es más importante el rating y la imagen que el compromiso, la ideología, la preparación y la congruencia, observando cómo el alto funcionario “gobierna” desde su “tribuna” en el noticiario matutino o nocturno. Debemos estar ciertos de que los medios no son sólo un negocio, tienen una importante función pública y son de alguna manera depositarios o mediadores del derecho a la información de la gente. También debemos tener claro que los medios no son una construcción mecánica e impersonal, sino que están conformados por individuos de muy diversas disciplinas y


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especialidades, todos ellos con responsabilidades ante sus iguales y ante la sociedad. La responsabilidad social de los profesionales de la información pasa por ejercer su actividad tanto con base en los ordenamientos jurídicos, como en sus códigos deontológicos, ya sea del medio donde laboran o de la profesión que ejercen. Es importante considerar el aspecto jurídico, ya que la libertad de expresión y prensa están consignadas en la legislación de nuestro país como un derecho fundamental, pero –y esto es importante– también como un derecho relativo, limitado por otros derechos de las personas, como la presunción de inocencia, el derecho a la privacidad, etc. Tomando en cuenta estos dos aspectos –el jurídico y el ético– en un estado de derecho, debería ser suficiente para garantizar un ejercicio correcto del periodismo; sin embargo, ejemplos como el reciente colapso del imperio de Murdoch, a partir de las transgresiones deliberadas y sistemáticas de códigos y leyes en aras del lucro desmedido, con escuchas telefónicas ilegales, sobornos, modificación de pruebas, construcción de falsas evidencias, etcétera, que llevaron al cierre de un periódico con más de 160 años de antigüedad (News of the World), nos muestran que aun en sociedades maduras el camino por recorrer aún es largo y sinuoso.


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En México, en un contexto de cambio, con una joven democracia amenazada por un rezago impostergable en justicia social, con una polarización económica que genera pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos, con una guerra contra el narcotráfico que parece guerra civil –debido a la participación de la narcoeconomía en la subsistencia de miles de familias mexicanas convertidas así en las “bases” de los carteles de la droga–, nos obliga a llevar el análisis a este respecto más allá de la simplificación de un enfrentamiento entre buenos y malos; debemos no pedirles sino exigirles a los periodistas, primero que nada un estricto cumplimiento de la ley y, después, un apego a códigos éticos tanto de la organización en que laboran, como de los cuerpos colegiados de su profesión. Es importante que los medios no se asuman como representantes populares. Cuántas veces hemos oído al conductor o leído en el periódico o revista, la exigencia del periodista de que le contesten el teléfono o la pregunta “porque la gente quiere saberlo”, y desde luego, ¿qué mejor vehículo que él y su medio? Igualmente relevante resulta que la sociedad esté presente y participe en los debates acerca de la libertad de expresión, ya que a fin de cuentas es un derecho de los ciudadanos; y los medios son sólo un actor –desde luego muy importante– del ejercicio de este derecho.


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Por todo lo anterior es fundamental que los periodistas y los académicos reflexionen, analicen y publiquen sobre estos temas en foros especializados; que las autoridades actualicen la legislación en la materia y que todo esto se haga de cara a la sociedad.


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ÉTICA, PILAR INDISPENSABLE PARA EL PERIODISMO Rosalia Orozco Murillo

El presente en México plantea un panorama de enormes y complejos retos para el periodismo y los periodistas. Si centramos la atención en los informadores y comunicadores, veremos que muchos de ellos ejercen su profesión en un contexto de inseguridad pública y de precariedad laboral, pues reciben sueldos muy bajos y tienen pocas o nulas prestaciones laborales, lo que los hace vulnerables a las presiones de actores poderosos que tratan o buscan comprar los activos más valiosos que poseen: su voz, su credibilidad y su independencia. Si dirigimos la mirada a los grandes medios de comunicación en México, encontramos que la agenda informativa que predomina en la mayoría de los no-


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ticieros radiofónicos y televisivos obedece más a las lógicas de la propaganda y el consenso de carácter político, pues se difunden “noticias a modo” y se utilizan los espacios informativos para calumniar, o en su caso alabar, a personajes de la arena pública, según convenga a los intereses de los corporativos mediáticos. Actualmente vivimos en un contexto en que las crisis y presiones económicas han debilitado a los periódicos impresos que no cuentan con el respaldo de los grandes corporativos de medios, algunos han desaparecido, y los que continúan se han convertido en extensiones de poderes económico-políticos, ajenos, casi siempre, a los intereses y preocupaciones de los lectores y las audiencias. Ni los dueños de la mayoría de las empresas de medios, ni los gobernantes y políticos han querido aceptar que la información es un derecho fundamental para y de los ciudadanos y que además de pensar en sus intereses particulares, deberían pensar también en el interés colectivo. Uno de los grandes retos que tienen los medios y los periodistas en el presente es encontrar equilibrios: 1. Equilibrio entre las inercias y necesidades económicas y el ejercicio de un periodismo independiente. 2. Equilibrio entre las presiones políticas y gubernamentales y un periodismo plural y creíble.


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3. Equilibrio entre los intereses empresariales del propio medio y el ejercicio de un periodismo que se acerque a la sociedad y que tenga como fin último el interés común. En un contexto de cambios políticos, de crisis económicas, de inseguridad pública y de transformaciones sociales, la ética es un pilar fundamental y una brújula indispensable para ejercer el quehacer periodístico de forma responsable e independiente, teniendo siempre presente que nuestro trabajo implica ayudar a los demás a entender el mundo, por eso debemos realizarlo con honestidad, equilibrio y veracidad. En ese sentido, el coloquio “Ética y responsabilidad social de los medios de información en un contexto de cambio”, pretende dar algunas pistas que ayuden a debatir, analizar y reflexionar sobre las exigencias y desafíos éticos que el contexto actual impone al ejercicio periodístico en México.


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ÉTICA INFORMATIVA, AUTORREGULACIÓN DE LOS MEDIOS Y RETOS DEL PERIODISMO Omar Raúl Martínez Sánchez

El tema de la ética y la responsabilidad social de los medios está indisolublemente ligado a una exigencia medular en todo sistema democrático: el derecho a saber de la gente. En este requisito democrático subyacen otros más como la variedad de fuentes informativas, el registro equilibrado del acontecer público, el escrutinio de los poderes, la promoción del debate de los actores políticos, y la procura de elementos para dar significado a los sucesos de interés público. Tales exigencias mínimas, sin embargo, no constituyen una práctica compartida y recurrente entre los medios de comunicación mexicanos.


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Por ello no son gratuitas las interrogantes que los convocantes nos plantean como líneas de análisis: 1. ¿De qué manera afecta la ética en el manejo de la información y hasta dónde puede el periodismo asumir hoy su responsabilidad social? 2. ¿Qué tan válido y necesario es pensar en diseñar mecanismos de rendición de cuentas para los medios que permitan a la sociedad evaluar la calidad de su trabajo periodístico? 3. ¿Cuáles son los retos que los medios de información y los profesionales del periodismo enfrentan hoy ante los cambios actuales? Preguntas pertinentes que merecen reflexionarse, discutirse, desmenuzarse… 1. Ética informativa ¿De qué manera afecta la ética en el manejo de la información y hasta dónde puede hoy el periodismo asumir su responsabilidad social? Para ahondar en una respuesta es necesario delimitar su alcance conceptual: La ética es el carburante individual que determina la acción de cualquier persona. Dicho de otra forma: la ética es un conjunto de principios o una guía personal de criterios valorativos que orientan nuestras decisiones y acciones. La ética periodística es el con-


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junto de principios de actuación deseables que hace suyos un informador para encarnar los objetivos que a su entender debiera cumplir el periodismo que él valora y respalda. Vistas así las cosas, la ética determina la forma cómo se capta, procesa, analiza, interpreta y difunden los contenidos periodísticos. El nivel de la conciencia ética encauza el tipo y calidad de periodismo. La conciencia ética se refiere a la apropiación personal y mediática de ciertos valores tales como la veracidad, la responsabilidad, la independencia, la integridad y el servicio. ¿Qué significan estos valores para cada uno de los periodistas y para los medios en su conjunto? De la respuesta y de la voluntad por hacerlos encarnar en la práctica cotidiana del periodismo, dependerá la calidad de los contenidos. Ahora, ¿hasta dónde puede el periodismo asumir su responsabilidad social? Considero que la responsabilidad no es una condición circunstancial del ser humano, sino una exigencia ética para confeccionar auténtico periodismo. El ser responsable presupone asumir la paternidad de las acciones propias y sus consecuencias, y tener la capacidad de ofrecer las razones o argumentos que orientaron dicho actuar. La responsabilidad se superpone al ejercicio de la libertad. Por tanto existen dos condiciones aristotélicas en el ser responsable: que la


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persona actúe por voluntad propia, y que su acto no sea producto de la ignorancia provocada por algo ajeno a sus propias decisiones previas. Esto último significa que la ética “personal” es el importante principio de un trayecto, pero no basta para aspirar a mejorar la calidad informativa. Porque no podemos sustraernos de la existencia de un sistema mediático-económicopolítico cuya avidez trastorna no pocas tentativas individuales orientadas al servicio de la comunidad y del derecho a saber de la gente. Aun en medio de los intereses mediáticos, la responsabilidad mediática y particularmente periodística implica –pese a todo– la necesidad de asumir como propias todo tipo de decisiones y responder de ellas frente a los otros, asumiendo costos y beneficios. Conlleva responder ante la conciencia, ante el entorno profesional y ante las audiencias. En tal sentido, los empresarios y directivos de los medios, en primera instancia, y los reporteros, editores y el resto de la maquinaria periodística, en segundo término, tienen frente a sí una gran tarea por desarrollar. 2. Autorregulación mediática ¿Qué tan válido y necesario es pensar en diseñar mecanismos de rendición de cuentas para los medios que permitan a la sociedad evaluar la calidad de su trabajo periodístico?


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Esta pregunta nos permite enfocarnos a la autorregulación de los medios de comunicación. El pensar en mecanismos de rendición de cuentas para los medios puede verse desde dos perspectivas: a) El diseño de iniciativas legislativas para acotar los abusos de los medios masivos. Por ejemplo, en temas como el derecho de réplica, el derecho a la propia imagen y a la intimidad, el derecho a la presunción de inocencia en la cobertura de asuntos judiciales, entre otros tópicos. b) El apoyo e impulso a la autorregulación comunicacional, que supone el diseño y asunción propia de normas éticas al interior de los medios a fin de elevar la calidad profesional y los estándares de responsabilidad en favor del derecho a la información. En teoría, de acuerdo con Ernesto Villanueva, los fines de la autorregulación son proveer un espacio idóneo para la defensa de las libertades informativas; crear un recurso eficiente para que el ciudadano pueda contar con medios libres y responsables; ofrecer guías o directrices sobre lo que debe ser un tratamiento responsable de la información; establecer un foro que se manifieste por medidas tendientes a evitar la concentración mediática y, por tanto, la uniformidad informativa; definir sistemas de formación profesional del periodista y elaborar estudios sobre el quehacer de los medios; mostrar al público que los contenidos pe-


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riodísticos pueden someterse al escrutinio público; y establecer un foro independiente en el cual se pueda mostrar cómo los medios actúan para satisfacer el interés público. La autorregulación contempla dos tipos de mecanismos para hacerla efectiva: a) los documentos, entre los cuales destacan los códigos deontológicos, los estatutos de redacción y los manuales de estilo; y b) los organismos, tales como el ombudsman de la audiencia o defensor del público, los consejos de prensa y los comités editoriales. El recurso autorregulatorio más visible y recurrente es el código ético y su aprovechamiento no se sujeta sólo a la “buena voluntad” de los informadores o a la difusión que tenga éste. Sus posible frutos dependen fundamentalmente de que el público, los actores sociales, la gente, lo conozcan y puedan aprovecharlo para generar interlocución con quienes hacen los medios de comunicación. Para que la autorregulación tenga sentido debe apoyarse en con otros mecanismos tales como el mismo defensor de la audiencia o los consejos editoriales, por citar dos de los más referidos en México. La ejecución autorregulatoria, por tanto, sólo puede aterrizarse mediante recursos que posibiliten el análisis, la crítica, el dictamen y las propuestas de mejora en el mundo de la comunicación.


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3. Los retos ¿Cuáles son los retos que los medios de información y los profesionales del periodismo enfrentan hoy ante los cambios actuales? Primer reto: la pertinencia de repensar sobre el significado, importancia y utilidad del periodismo y de la ética informativa. La mayor parte de los medios mexicanos continúan trabajando con la inercia y bajo la lógica del pasado, pese a que se han ampliado los márgenes de ejercicio de la libertad de expresión. Sigue prevaleciendo una dinámica de conveniencia mutua, soslayando el avance –asi sea nimio– de la cultura política de los ciudadanos. Ante ello, si bien es cierto que una porción –significativa pero reducida– de los medios realizan un esfuerzo de gran valía, también es indiscutible que la reflexión crítica no ha llegado a las salas de redacción. La autocrítica está ausente. El reto sería llevar el debate académico y social al nivel de exigencia a los medios de comunicación. Segundo reto: blindar y promover el respeto de la libertad de expresión a través de todo tipo de recursos y acciones. México es hoy quizás el país más peligroso para ejercer el periodismo. A la violencia inclemente por parte del crimen organizado, se añade la inhibición del poder público que sigue concentrando más del 60% de los actos contra informadores. Las deman-


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das judiciales y el condicionamiento o bloqueo publicitario, por ejemplo, destacan como principales actos indirectos contra las libertades de expresión e información. Ante la impunidad, la ineficacia de la justicia y la inamovilidad del Congreso, se precisa el impulso de iniciativas legislativas que apoyen el ejercicio periodístico en segmentos tales como la federalización de actos contra los informadores y la libertad de expresión; como la asignación equitativa, objetivable y transparente de la publicidad oficial; como la exigencia de dignas condiciones laborales y salariales del gremio; como el fomento de variedad de fuentes de información, entre otras. Tercer reto: la convergencia digital y el desarrollo tecnológico en general han abierto caminos insospechados al periodismo. Hoy incluso empiezan a redefinir algunos dinámicas operativas. Por ello la Internet abre una ventana de oportunidades para los medios de comunicación tradicionales que no podemos perder de vista. Entre éstas destacan el aprovechamiento de las redes sociales virtuales para atraerse información y para ampliar las audiencias; la exploración de nuevas formas de financiamiento que posibiliten la sobrevivencia ante la fuerte competencia virtual; la experimentación de nuevos recursos y soportes tecnológicos como el iphone, el blackberry, el kindle, el ipad y el smartphone; Cuarto reto: el desarrollo de un auténtico periodismo de investigación, que indague, explique, aporte


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significado y trascienda –utilizando todos los lenguajes– el periodismo inmediatista, reactivo, declarativo o de tribunal. La apuesta sería un periodismo que busque la explicación sustentada, la contextualización equilibrada y el entendimiento humano en torno a las realidades colectivas. Quinto reto: la lucha contra la uniformidad periodística. Esta tarea no sólo involucra a los mismos informadores sino fundamentalmente a las audiencias. El mayor peligro para un país que aspira a la democracia radica en la homogenización de los mensajes, pues en ello subyace un afán por disminuir posibilidades de interpretación y significación de la realidad sociopolítica y por ende de acotar los linderos del entendimiento y la toma de decisiones en libertad. A mayor uniformidad informativa, menores recursos para la comprensión y mayores instrumentos para el control. Frente a tal tendencia, la sociedad civil y la academia necesitan actuar de manera coordinada, firme y sistemática. ¿Cómo? Impulsando mecanismos de observación, crítica y propuesta hacia los medios de comunicación; exigiendo instrumentos autorregulatorios a los mismos medios; aportando ideas a los legisladores para la apertura y estimulo de espacios cuyo signo distintivo sea la pluralidad. A fin de cuentas, el destino de los medios de comunicación y del periodismo no se sujeta sólo al actuar ético de sus hacedores: tiene como inductores natura-


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les a los ciudadanos, a la sociedad civil organizada. De su apropiaciĂłn de la palabra y su voluntad ĂŠtica tambiĂŠn depende el destino mediĂĄtico.


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HACIA UNA ÉTICA PERIODÍSTICA 2.0 Carlos Enrique Orozco Martínez

La ética en el periodismo Pocas profesiones son tan controversiales como el periodismo. Podemos encontrar entre quienes ejercen este oficio, algunos casos admirables de entrega incondicional y heroísmo a toda prueba, pero también hay otros que venden su trabajo en los medios al primer postor y cambian de ideas como de zapatos. Los periodistas, a diferencia de otras profesiones de carácter público, no tienen a quién dar cuentas de su trabajo. Claro, los periodistas en lo particular tienen editores, jefes o dueños de los medios a quienes les reportan sus labores, pero el gremio en general y las empresas de comunicación no rinden cuentas a nadie. Los gobiernos no les exigen mucho a los me-


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dios de comunicación –ni siquiera en sus obligaciones fiscales o de seguridad social– porque luego se contraponen intereses políticos entre ellos y la diferencia entre el cumplimiento del orden jurídico y la censura se vuelve muy confusa. Una auditoría del IMSS a una empresa de la construcción no es cuestionada, pero a un medio de comunicación es, por lo menos sospechosa. Y muchas empresas de medios se saben intocables y someten a sus empleados a condiciones laborales que serían inaceptables en otros sectores. Estas situaciones pueden dar origen a componendas entre el gobierno y los medios fuera de la ley y la ética, de mutuo provecho para ambas partes, pero en contra de la sociedad y de nuestro derecho a estar informados. La audiencia formada por lectores, radioescuchas, televidentes e internautas en un país como el nuestro todavía no tiene suficiente fuerza para impedir los excesos en el ejercicio del periodismo por parte de empresas de medios o de periodistas en particular. Aunque, también hay que decirlo, el poder de la audiencia y la sociedad civil está creciendo en importancia en México. Las empresas de medios y algunos periodistas exigen cuentas claras a los poderes públicos y también a los privados, pero son incapaces de abrir su propia información para que los lectores y anunciantes podamos conocer, por ejemplo, en el caso de periódicos un


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dato tan elemental e importante como lo es, el tiraje real de sus ediciones o en radio y televisión si están cobrando por la entrevista que se está transmitiendo presuntamente por “interés informativo”. Hasta hace poco, los medios de comunicación han jugado como casi siempre como locales; es decir en su propia cancha y muchas veces deciden los árbitros para sus encuentros. Los medios informan sobre despidos de personal en otras empresas; sobre complicidades entre particulares y representantes gubernamentales ante situaciones de fraude, pero se callan ante las situaciones que los incluyen a ellos. “Perro no come perro”, parece ser la consigna de los medios, porque en la mayoría de los casos, los medios ignoran o minimizan la información que involucra a otros medios. Hace algunos años, cuando se pusieron de moda Bejarano y los videoescándalos, me preguntaba si alguna vez podremos ver en televisión algún video de un hecho de corrupción en el que esté implicado un periodista directamente; por ejemplo, un conductor de televisión recibiendo un maletín de dólares o en forma de “asesoría de imagen” o publicidad contratada para su medio, por publicar, omitir o darle otro cariz a cierta nota informativa. Ahora con You Tube y las tecnologías actuales, esto está empezando a cambiar porque pueden circular videos e información en


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general fuera de los canales tradicionales de los grandes medios de comunicación. No voy a extenderme sobre este tema. Es muy difícil que los periodistas y los medios de comunicación sean regulados de la misma forma que otras profesiones y empresas. Los usuarios de la información –es decir, nosotros como audiencia– podemos tener un peso cada vez más significativo, pero es necesario que el ejercicio de la práctica periodística esté de la mano de una ética profesional. No hay controles ni mecanismos coercitivos suficientes cuando la ética personal, empresarial y gremial está ausente. Por esa razón, en el periodismo se han promovido y desarrollado formas de autorregulación que contribuyen a un ejercicio más ético del periodismo. Entre las más conocidas destacan: Códigos de Ética, Políticas Editoriales, Manuales de Estilo, Comités de Ética y Defensores de la Audiencia. Esta figura –a diferencia de otros países como Colombia, España y Estados Unidos– es todavía poco conocida en México, aunque tenemos varias experiencias valiosas de quienes estamos de esta lado de la mesa. Cierro esta parte señalando que la ética es parte sustancial del ejercicio periodístico. Periodismo 2.0 Me gusta llamar periodismo 2.0 a las diversas modalidades de periodismo digital que se han desarrolla-


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do en los últimos 20 años y que han cambiado –creo que para bien, aunque es muy pronto para decirlo– la forma de hacer periodismo en el mundo. Hay varios factores que han influido en esta transformación, pero uno de los más importantes ha sido el vertiginoso cambio en la industria electrónica y que se ha manifestado en dos grandes campos: las computadoras, que ahora son cien millones de veces más poderosas que una unidad del mismo precio de hace 50 años, y la multiplicación de la red que permite la interacción entre computadoras y que llamamos de manera genérica como Internet. Las cifras en torno a Internet son espectaculares e inimaginables. De acuerdo al estudio State of the Internet with a focus in Mexico (2011) de ComScore, una empresa especializada en medir la comunicación digital, la población mundial conectada a la Red tuvo un incremento de 10% entre mayo del 2010 a mayo del 2011 (1,244 millones a 1,374 millones). Esto significa aproximadamente 22% de la población mundial que usan la red para buscar información, mandar mensajes instantáneos o comunicaciones más extensas; comprar, vender o rentar bienes y servicios, escuchar música, ver películas completas, videos y programas de televisión; leer diarios, revistas y libros, ubicar sitios en el mundo, jugar en escenarios virtuales, usar redes sociales, reservar en hoteles, viajes y todo lo que se nos pueda ocurrir. Sólo You Tube transmite en tres


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meses la misma cantidad de información que todas las estaciones de radio y canales de televisión del mundo lo hacen en un año. No hay actividad humana que no haya sido tocada, en todos los sentidos de la palabra, por esa gigantesca telaraña de computadoras conectadas entre sí. Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, no hay que dejar de tener presente que los usuarios de Internet en el mundo somos una minoría; la mayor parte de la población a nivel mundial (cerca del 78%) no tiene acceso a esta red. Y ello hay que mencionarlo porque se nos olvida, con cierta frecuencia, que Internet une a los seres humanos, pero también nos separa y que el acceso a esta tecnología se está convirtiendo en una brecha tecnológica muy acentuada. México no es la excepción sino la confirmación de la tendencia. Según el informe citado anteriormente, somos casi 30 millones de usuarios mayores de seis años en México; de los cuales 40% es joven entre 15 y 24 años de edad; porcentaje superior el promedio de América Latina (33%) y el mundo (26%). Respecto a los usos de Internet, los datos muestran que en México las redes sociales son usadas por el 90% de usuarios de Internet, cifra superior al promedio mundial de 76%. Los usos de Internet que le siguen en importancia a las redes sociales son multimedia, correo electrónico, directorios, mensajes instantáneos y lectura de blogs.


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¿Qué hay sobre los internautas en México? Poco más de la mitad (56%) son hombres, pero el porcentaje de mujeres cada vez es mayor por lo que se espera que en un futuro próximo se igualen las cifras. Un dato significativo para un país con grandes desigualdades como México es que el grupo socioeconómico de bajos ingresos es el que ha tenido un mayor crecimiento entre 2008 y 2010 en la tasa de penetración. El hogar es el principal espacio de acceso a la red con 48% y le siguen los beneméritos cibercafés con 34% (por cierto, espero que algún día se les reconozca el decisivo rol que han tenido como difusores de esta tecnología) y el lugar de trabajo (19%) y de estudio (11%). El tiempo promedio de conexión en México es de 25 horas a la semana y el horario estelar (prime time en términos televisivos) es de 4 a 6 de la tarde entre lunes y viernes. La consulta de medios informativos por Internet en México (58%) es menor al promedio mundial (63%) y el tiempo promedio de visita por usuario también es menor; 22.6 minutos en México contra 28.8 de promedio mundial. El periódico con mayor audiencia en Internet es El Universal con 15.8% del total de usuarios.


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¿Una nueva ética para los nuevos medios? Por medio de Internet se han desarrollado otras modalidades de comunicación y en particular de prácticas periodísticas. No voy a ser exhaustivo sino simplemente voy a mencionar ejemplos para sustentar mis argumentos, Tenemos ahora nuevos formatos como las páginas web, los blogs, chats, twits, podcast, wikis, mensajes SMS, y muchas otras más. Además está la existencia de lo que parece ser un nuevo medio de comunicación: las redes sociales, como Facebook, Twitter, Google y otras más que cada vez están cobrando mayor importancia. En México, Facebook es el líder indiscutible con 84% de penetración entre los usuarios de Internet; le sigue Twitter muy por debajo con 14% de usuarios. Creo que lo esencial en estos nuevos formatos fundamentados en la mediación tecnológica son tres características: la posibilidad de la interacción inmediata, la casi eliminación del espacio entre el emisor y el receptor y la proximidad temporal entre ambos. Este nuevo periodismo, sustentado en el ejercicio tradicional del oficio, aunque distinto, tiene en estas tecnologías ya no tan nuevas, la oportunidad de renovar su práctica profesional, pero también la ética. Necesitamos discutir los componentes de esta nueva ética profesional para los medios, que desde mi punto de vista no es muy distinta a la que ha existido,


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sino hay que adecuarla a estas nuevos tiempos. El periodismo digital o tradicional tiene que estar sustentado en los mismos valores de honestidad, confiabilidad, pluralidad, equilibrio informativo, protección de derechos personales y todos los que generen credibilidad en la audiencia. Termino con una cita de Javier Darío Restrepo, referencia fundamental en este tema. Restrepo lo ha dicho para referirse a las ventajas de estas tecnologías: La mejor de ellas es la de convertir a todos los humanos en prójimos. Si la ética empieza cuando en el horizonte humano aparece el otro, la ética está viviendo su mejor momento con esta tecnología que suprime el espacio que separa a los humanos y los pone a la distancia de un clic. Cuando la proximidad espacial o temporal deja de tener relevancia ética y es posible su presencia virtual, la responsabilidad hacia el otro se amplifica: se adquieren responsabilidades con el bienestar, con la dignidad y el respeto hacia los otros. Ya el otro está ahí con voz e imagen si es skype, en palabras si es twitter, chat o correo, y estando ahí no puede ser ignorado. Es él, con todo su poder de interpelación, con su requerimiento de respuesta, más allá de la esfera de la proximidad.


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LA LÓGICA DE LA MEDIACIÓN Y EL PRINCIPIO DE LA AUTORREGULACIÓN Felipe López Veneroni

La idea de mediación está ligada a dos puntos. Por un lado, constituye un mecanismo que se abre al diálogo entre un espacio profesional especializado en el manejo de una serie de contenidos –informativos, culturales, educativos– y un público cuya naturaleza de audiencia, que necesariamente tienden a construir categorías abstractas (nivel de ingreso, edad, género) para reducen las variables a un patrón de regularidad. Por otro lado, busca ser una forma por la que el medio se abre a cuestionar y a discutir, a la luz de los puntos de vista de sus escuchas, la calidad de su trabajo, la confiabilidad y la claridad de los contenidos que ofrece y a buscar el continuo mejoramiento de su oferta programática. Se trata de una práctica que, paralelamente a las leyes y reglamentos que rigen la operación de los medios en México, apunta hacia la autorregula-


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ción, es decir, a ese ejercicio de evaluación y crítica permanente que se ejerce con base en una serie de principios asumidos internamente por el propio medio y que hace del conocimiento público, como un compromiso y como un parámetro a partir del cual se pueda, colectivamente, evaluar la labor del medio. Además de la apertura al diálogo y la autorregulación, el ejercicio de la mediación busca ser un mecanismo adicional de rendición de cuentas. Al hacer del conocimiento público qué es lo que hace un medio determinado, cómo lo hace y las razones que orientan determinadas decisiones, cambios o adiciones a su oferta programática, se busca involucrar a los escuchas en un proceso de mutuo entendimiento. No se trata, entonces, de una administración cerrada en sí misma, cuyas decisiones estarían circunscritas a criterios discrecionales, pero tampoco se trata de un ejercicio de complacencias, según lo indiquen los ratings de popularidad. El principio de operar con base en un Código de Ética, con el objeto de fomentar tanto la autorregulación como la rendición de cuentas, es un compromiso para todos los medios de información, pero es particularmente importante en los medios electrónicos. Más que ningún otro medio, el alcance y el impacto social que los define, compromete tanto a las instituciones a las que se le ha dado un permiso para extender la cultura a través de la radio y la tele-


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visión, como a los particulares a quienes se les ha dado en concesión el derecho de explotar comercialmente lo que, sin embargo, constituye un bien público, propiedad de la Nación, es decir, el espectro radioeléctrico. No es ocasión para discutir aquí consideraciones de carácter jurídico, pero no está de más recordar que en México no hay medios electrónicos privados y que, en última instancia, al usufructuar un bien propiedad de la Nación, estarían cuando menos éticamente obligados a desarrollar algún tipo de mecanismo para escuchar el punto de vista de sus audiencia (más allá de la medición mercantil de preferencias) y para establecer un mecanismo, también público, de rendición de cuentas En el caso de los medios que operan bajo la figura del permiso, esta exigencia de carácter ético resulta especialmente significativa, ya que es la sociedad en su conjunto la que, a través de diversos mecanismos fiscales, esencialmente financian y hacen posible la existencia de esos medios. La idea de mediación La figura de Mediador, así como el concepto de mediación, se derivan del amplio paraguas de los derechos humanos, respecto de los cuales el de la libertad de expresión y el derecho al acceso a la información forman parte de su primera generación. En este sentido, y como se verá más adelante, la mediación es


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una práctica que, en términos análogos a la defensa de los derechos humanos, ya presupone una estructura o relación ligada a un ámbito democrático. Si bien en México existen organismos formalmente constituidos para defender los derechos humanos y para garantizar el acceso de la sociedad civil a la información que genera la Administración Pública, no se había dado una figura particular para atender y articular las demandas de la sociedad civil respecto de los medios de información en general (sus modos de operación, sus contenidos, programación, criterios de clasificación y jerarquización de noticias), y, en particular, de los medios de carácter “público”, vale decir, operados de manera central o descentralizada por el Estado, sin objetivos comerciales ni de lucro y con un compromiso orientado a los contenidos de corte educativo, cultural y social. La figura de mediador surge como respuesta a esta inquietud. En la medida en que las sociedades se tornan más participativas, más conscientes de sus derechos y de que son los propios actores sociales los que, en última instancia, sostienen los proyectos públicos de radio y televisión a través del pago de impuestos, exigen una mayor claridad en cuanto a cómo se utilizan los recursos, quiénes deciden cómo se gastan o invierten esos recursos, quién y cómo se diseña la programación, o bien, porqué se dan tales o cuales cambios.


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Aun cuando los medios pueden tener una política de líneas abiertas se necesita a una figura que no sea parte del medio como tal (empleado o funcionario), que no sea un agente del Estado en activo, miembro de algún partido político u orden religiosa, etcétera, pero que al mismo tiempo entienda del medio y sea capaz de vincularse, lo menos subjetivamente posible, con las demandas, reclamos o intereses del auditorio en lo que concierne a la programación y las decisiones que afectan a éste. La autorregulación, que en principio tiene su origen conceptual en la voluntad de autocrítica, permite una forma de reflexión inteligente, fundada y libre para que el propio medio pueda verse en función de la opinión del público al que se dirige. Una cosa es cómo ve el medio al público (en tanto audiencia ligada al rating o simplemente como auditorio) y otra cómo el público ve al medio. Si se abre un espacio intermedio entre el auditorio y el medio, es factible ir construyendo una imagen más equilibrada y sensata sobre el medio y sus funciones: corregir errores, afinar (pre)suposiciones y generar los ajustes y las adaptaciones que hagan al medio más cercano con un público que, más que un punto de rating o un mero dato estadístico, está conformado por actores sociales que piensan, que tienen una opinión y que tienen, sobre todo, derecho a al uso de la palabra.


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El ámbito comunicativo del mediador El ámbito del mediador no es el de la acción política (como lo puede ser, por ejemplo, un representante del Poder Legislativo), ni el de la acción normativa (como lo puede ser el de un especialista o figura pública que media en un conflicto social), ni tampoco el de la acción jurídica (como lo puede ser, por ejemplo, un conciliador legal, que busca la avenencia de las partes para evitar ir a juicio). El ámbito propio del mediador es el de la acción comunicativa. El concepto de acción comunicativa se lo debemos al pensador alemán Jürgen Habermas1. Se refiere a la posibilidad de establecer un marco de principios y valores comunes, es decir, compartidos por una comunidad, y a partir de este marco crear una serie de condiciones “ideales” para que, a través de un diálogo razonado, abierto, inteligible y respetuoso, los diferentes participantes o miembros de esa comunidad puedan alcanzar acuerdos que orienten una acción socialmente coordinada hacia fines consensuados. La acción comunicativa consiste en construir puentes de acercamiento para que, respetando las dife1) Jürgen Habermas: filósofo y sociólogo alemán, nacido en 1929. Ha tenido una destacada trayectoria en el pensamiento social contemporáneo. Entre sus obras principales destacan La Teoría de la Acción Comunicativa y El Discurso Filosófico de la Modernidad. En 1971 fue director del Instituto Max Planck, una de las más importantes instituciones en el mundo en materia de investigación científica, cultural y artística.


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rencias, los integrantes de una comunidad puedan gradualmente alcanzar puntos de vista comunes, o cuando menos, que sean entendidos y comprendidos por todos. No se trata de justificar ni de legitimar decisiones, discursos o acciones, sino de hacerlas comprensibles para generar un ámbito de cooperación, basado en la razón o sentido común y la participación cooperativa. La herramienta de la mediación La herramienta fundamental de toda medicación es el diálogo racional. ¿Qué se quiere decir con esto? El término es complicado y habría que recurrir a varias fuentes para precisarlo (desde luego Platón, pero también está implícito en el concepto de la terapia psicoanalítica y, sobre todo, en todo lo que Habermas desarrolla en su teoría de la acción comunicativa). El diálogo se refiere a aquello que se hace y se alcanza través de la palabra. La palabra no es propiedad de nadie, sino el vínculo que nos permite a todos conocernos y reconocernos. En estricto sentido, nunca nadie tiene la última palabra y, cuando menos en una cultura genuinamente democrática, todos tienen derecho a la palabra. Una cultura del diálogo, como lo demuestran de manera luminosa los diálogos de Platón, está sustentada en una sinergia entre dos movimientos comple-


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mentarios: la competencia lingüística y la voluntad de participación para llegar a un acuerdo. La competencia lingüística está relacionada con la habilidad para exponer ideas, argumentos o proposiciones de manera clara, sencilla y mesurada; la voluntad de participación, está relacionada con la disposición de dos o más interlocutores a reconocer que, además del suyo propio, puede y, de hecho, suele haber otros argumentos igualmente válidos. Consecuentemente, nadie tiene la última palabra y el entendimiento o el acuerdo (mas que “la” verdad) se construyen en el consenso racional. Quien entra en una relación dialógica animado por la voluntad de participar y de alcanzar un acuerdo, aun si carece de elocuencia, de la suficiente competencia lingüística para expresar sus ideas, probablemente se beneficie del entendimiento y el consenso que se alcance. De hecho, es probable que en el intercambio de ideas genuinamente motivado, mejore su competencia lingüística y abone a una relación dialógica cada vez más rica y productiva. Quien entra en una relación dialógica únicamente movido por la competencia lingüística, pero sin la voluntad de participar, inevitablemente acaba transformando el discurso en retórica: la idea ya no es llegar a un acuerdo, sino vencer al otro o a los otros. Lejos de aceptar que puede haber otra versión, se aferra a la suya propia y transmuta la imaginación simbólica que


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anida en la palabra en una estructura pétrea e irreductible: ya no puede moverse de ese punto. Entonces, en vez de usar la palabra como hilo conductor, como el vaso comunicante para que fluya la razón, la convierte en ariete: se usa para descalificar y desconocer al interlocutor, aun si éste se manifiesta como un participante de buena fe. Cuando las palabras se usan para descalificar al otro, se suelen cancelar las posibilidades del diálogo, ya que la interacción de reduce a que las cosas sean sólo como una de las partes quiere; todo o nada. Consideraciones finales Para poner en marcha una experiencia de esta naturaleza es necesario, ante todo, que existan la voluntad y el genuino deseo de los medios de información por asumir, de manera orgánica, el compromiso público de la rendición de cuentas. No se trata de que un medio abdique de su perfil o que renuncie a su propio proyecto como, sino que haga del conocimiento del público cuál es ese proyecto, cómo está construido y cómo es que se diseñan la oferta programática, quién o quiénes participan en la toma de decisiones y cuáles son los mecanismos para decidir la inclusión de un nuevo programa, o su retiro del aire.


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Aun cuando se trate de un medio concesionado y el criterio fundamental de su operación esté centrado en la lógica pecuniaria, no debe olvidarse que tiene un efecto público, un alcance social, por lo que resulta sano (incluso si se reduce ese ejercicio a una técnica de estudio de mercado) abrirse al escrutinio y la participación de aquellos que escuchan y participan de ese medio. En otras palabras: aun a quienes les puede parecer un tanto fatuo el que los medios tengan una figura de mediación o defensoría, porque realmente no son instancias que resuelvan problemas de carácter operativo o administrativo, no se debe olvidar que las comisiones de derechos humanos, los institutos para garantizar el acceso a la información o las figuras que buscan detonar la participación del público y fomentar un ejercicio de autocrítica no deben valorarse únicamente desde una óptica instrumental. Ante todo, se trata de instancias que permiten reconocer el grado de avance democrático de una sociedad, de una comunidad o de una institución. En una estructura autoritaria o vertical, simplemente no existen mecanismos de apertura al escrutinio público y a la participación u opinión del público. La Mediación no es una forma de complacencia del gusto popular, sino un espacio de interacción dialógica que permite a) una cierta reflexión colectiva-medio y sociedadsobre un proyecto común, y


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b) una cierta autorreflexión o, si se prefiere, un cierto grado de autocrítica del medio, en una actividad que, por técnica y especializada que sea, sólo tiene sentido en la medida en que conecta con una comunidad y genera un vaso comunicante abierto hacia la otredad. Los medios sólo pueden conocerse a sí mismos en la medida en que se re-conocen en y con el otro: el público. De otra manera, ¿con quién dialoga el medio? Y, acaso más importante, ¿a quién representa?


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FICHAS CURRICULARES DE LOS AUTORES

María Inés Contreras de Oteyza Originaria de la Ciudad de México. Licenciada en Pedagogía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, Medalla Gabino Barrera y graduada con mención honorifica. Profesionalmente se ha dedicado al diseño, gestión e impartición de la capacitación en trabajadores, publicando algunos artículos al respecto y participando como ponente en diplomados de la especialidad en la Universidad de Guadalajara. En la gestión cultural se ha desempeñado como Jefe del Departamento de Difusión de la Dirección de Cortometraje del IMCINE. Coordinadora Operativa de la Muestra de Cine de Guadalajara, coordinadora de Papirolas Itinerante (talleres para niños y jóvenes) de la Universidad de Guadalajara, coordinadora de la sección de activida-


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des para jóvenes de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Actualmente es la Directora del Museo del Periodismo y las Artes Graficas. Rosalia Orozco Murillo Originaria de la Ciudad de Guadalajara. Egresada de la Licenciatura en Letras y de la Maestría en Comunicación, ambas por la Universidad de Guadalajara. Actualmente es la Jefa del Centro de Formación en Periodismo Digital del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. Editora del sitio de internet del Centro de Formación Digital de la misma Universidad e imparte cursos y talleres especializados en periodismo de investigación, redacción de géneros periodísticos y nuevas narrativas para plataformas en línea. Ejerció el periodismo en la Ciudad de México durante siete años y en el área académica fue Coordinadora de la Licenciatura en Periodismo de la Universidad de Guadalajara. Sus líneas de investigación son sobre temas relacionados con la relación medios-poder y las transformaciones del periodismo en contextos de transición democrática y de cambios tecnológicos. Ha colaborado en el proyecto de investigación Worlds of Journalism. Ha publicado artículos de investigación en revistas especializadas y ha recibido algunos premios por su trayectoria, entre ellos el “Estatal de Periodismo” que


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otorga la Universidad Autónoma de Nayarit y el Instituto Politécnico Nacional, y el Premio a la mejor tesis de Maestría otorgado en 2008 por el Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación Omar Raúl Martínez Sánchez Originario de la Ciudad de México. Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la UNAM, con estudios de Posgrado en Derecho de la Información por la Universidad de Occidente. Profesor e investigador del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UAM Cuajimalpa. Asimismo es docente de la Maestría en Periodismo Político en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y de la FES Acatlán de la UNAM. Actualmente es presidente de la Fundación Manuel Buendía (FMB), director de la Revista Mexicana de Comunicación (RMC), miembro del Consejo Editorial de Notimex, Agencia de Noticias del Estado Mexicano, y fundador de la Casa de los Derechos de Periodistas. Autor de los libros Semillas de periodismo: ética, información y democracia; Manuel Buendía en la trinchera periodística, Repensar el periodismo, Códigos de ética periodística en México, Edmundo Valadés tiene permiso y Esencia del periodismo (Comp.).


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Carlos Enrique Orozco Martínez Originario de la Ciudad de Guadalajara. Licenciado en Relaciones Industriales y Maestría en Administración del Comercio Internacional por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. Ha combinado sus actividades profesionales entre la academia y el periodismo. Sus principales intereses están en la comunicación pública de la ciencia y cultura y la responsabilidad social de los medios de comunicación. Desde 1982 es profesor e investigador de tiempo completo en el ITESO. Obtuvo el Reconocimiento como Profesor Titular (1991) y la Distinción como Profesor Numerario en 2002. Fue coordinador fundador de la Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura (1998-2002) y entre 2005 y 2011 fue jefe del Departamento de Estudios Socioculturales en el ITESO . Fue editor fundador de la sección de Economía en el Periódico Siglo 21 en 1991. Desde 1993 y hasta 2007 publicó semanalmente en Siglo 21 y en el periódico Público-Milenio la columna semanal “El cierzo”. Ha sido Defensor del Lector en el diario PúblicoMilenio (2002-2004) y de la Audiencia en Notimex, la agencia de noticias del Estado Mexicano (2008-2010)


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Felipe López Veneroni Originario de la Ciudad de México estudió la licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Obtuvo la maestría y concluyó los estudios de doctorado en Teoría Política y Social en la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña. Actualmente es Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y Candidato al grado de Doctor en Ciencias Sociales por la UNAM . Es autor de los libros Elementos para una crítica de la comunicación (objeto y método de estudio), Tradiciones populares de México. Coordinó la edición de Intertextos, la significación de lo político en el discurso periodístico en México (2006-2007) y de El concepto de cultura política y los medios de información en México, ambos publicados por la UNAM. Ha publicado diversos capítulos de libros, ensayos y artículos especializados en epistemología, comunicación y cultura, en México y en el extranjero. Fue Director General de Radio Universidad Nacional (1995-98); Director General de Difusión Cultural de la UAM (1998-99); Director General de Información de PROFECO (1999-2001) y Coordinador de Documentación y Divulgación Jurídica del Tribunal Electoral del Distrito Federal (2001-2004). De 2009 a 2011 fue el primer Mediador de las Audiencias para las 17 estaciones del Instituto Mexicano de la Radio.


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Es profesor del Posgrado de la FCPyS desde 1996. Ha sido profesor invitado en los posgrados de la Universidad Autónoma de del Estado de México, la Universidad Autónoma de Querétaro y en la Universidad Regiomontana, en Nuevo León. De 2007 al 2009 fue Coordinador de Investigación del Centro de Estudios de la Comunicación de la FCPyS de la UNAM.


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Ética y responsabilidad social de los medios de información en un contexto de cambio, se publicó en el sitio web: http:// mexicanadecomunicacion.com.mx, a partir del mes de mayo de mayo de 2012.

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