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VIAJE

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GASTRONOMÍA

GASTRONOMÍA

BUE AIR Y SUS NOS ES

RINCONES DE UN PARÍS PORTEÑO

BUENOS AIRES Superficie 203 km2 Habitantes 12.801.364 habitantes Gentilicio Porteño/a

Es una ciudad mágica, que te atrapa. Por sus calles y avenidas podemos encontrar edificios emblemáticos, como el Teatro Colón o el Obelisco, y toparnos con barrios sin igual como el de la Recoleta, que te traslada a la capital francesa de los años 20.

ace algunos años una H amiga me dijo: si alguien te hubiera dicho que terminarías viviendo en España o Suiza, con una esposa argentina, pero con tres hijos españoles, seguramente hubiese dudado de su cordura. Mi viaje se inició en 2002, después de una de las tantas crisis económicas en Argentina, donde nací. A finales de 2001, el país salió de manera desordenada y traumática de un sistema de convertibilidad de tipo de cambio que me trasladó directamente a Madrid.

Algo que confirmé rápidamente es lo de valorar lo que se tiene una vez que se pierde, o al menos se accede con menor frecuencia. Así comencé a valorar a Buenos Aires.

Definir Buenos Aires como ciudad, cuando vives ahí, es como describir una personalidad bipolar, a la que por momentos la amas y por momentos…. Es una ciudad mágica que te atrapa (aunque no quieras) por su gente, su gastronomía, sus barrios, sus calles y avenidas. Podemos comenzar a recorrerla por algunas de sus principales arterias como es la Avenida 9 de julio (fecha de la declaración de la independencia), que se considera la más ancha del mundo con sus 140 metros.

A lo largo de sus calles se encuentran edificios emblemáticos como el Teatro Colón (la opera de Buenos Aires) o el Obelisco, construido en 1936, un monumento histórico y lugar de concentración de festejos y reclamos (últimamente más reclamos que festejos). El Obelisco cruza con la Avenida Corrientes, entre otras, que alberga los principales teatros porteños y una vida nocturna que a veces te remonta a la década de los 70.

No muy lejos, al final de la Avenida 9 de Julio, encontramos el Barrio de la Recoleta. Es como adentrarse en el París en los años 20, producto de la concentración de ciudadanos franceses llegados en la segunda mitad del siglo XIX cuando los europeos emigraban a Argentina. Sí, así fue.

MONUMENTO NACIONAL

El Barrio se caracteriza por su clase alta y por albergar uno de los tradicionales cafés de la ciudad, La Biela, que nada tiene que envidiar al glamour del Café de la Paix de París. Esta es la versión porteña que nació en 1950 y que juntaba a los tuercas, amantes del automovilismo que en aquella época formaban parte de las clases acomodadas. Pilotos como Juan Manuel Fangio, Juan Gálvez o Jackie Stewart estaban entre los personajes notables que lo frecuentaban.

Una de las características de la terraza de La Biela es que te sientas justo enfrente al Cementerio de la Recoleta, atractivo turístico mundial. Cuenta con mausoleos y bóvedas de gran valor arquitectónico declarados Monumento Histórico Nacional, como también lo es el cementerio desde 1946.

Por la Avenida Alvear que atraviesa la Recoleta nos encontramos con el Alvear Palace Hotel, un edificio icónico que se construyó en 1922 y refleja la Belle Epoque de París. Mantiene toda la clase y el lujo de los mejores hoteles internacionales.

En materia gastronómica, como no mencionar un buen asado a la parrilla. Preparar un asado es como desarrollar un ritual. Desde el encendido del fuego (nada de gas, ¡por favor!) con leña de quebracho o carbón en su defecto, esperando que se consuma hasta transformarse en pequeñas brasas que se distribuyen a lo largo de la parrilla para que el asado se cocine poco a poco.

Nada mejor para acompañar la lenta cocción del asado que un vino Malvec y una típica picada, una mezcla de quesos y salame, versión argentina del chorizo. No confundir con el chorizo criollo que forma parte del asado pero se cocina arriba de la parrilla.

En los últimos años la cercanía de ambos países me trajo algo que también echaba de menos y que nos resultaba no solo rico sino también práctico cuando no hay ganas de cocinar y de ensuciar: las empanadas. Las mejores ahora se consiguen en Tío Bigotes en Santa Engracia en Madrid. Por favor no llamarlas empanadillas.

Podría seguir escribiendo páginas enteras sobre lugares, comidas, gente o cultura (esto viene en la genética nacional), y aun así, nunca llegar al tema de los psicólogos argentinos, que son un capítulo aparte.

Dicho esto, creo que no debemos dejar de vivir en nuestra ciudad sin valorarla y disfrutarla de manera consciente.

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