La lewis carroll n2 julio 2017

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La Lewis Carroll revista digital https://www.facebook.com/lalewiscarrollrevista - https://twitter.com/LaLewisCarroll

Edición N°2 - Julio 2017 DNDA N° 5342893

Propietario y director responsable: Lucas Nahuel Hardmeier

Domicilio legal: Pastor Ferreyra 3902, Remedios de Escalada, Buenos Aires

Arte de tapa: Carla Repetto

Diseño de revista y tapa: Luca Hardmeier

Ilustraciones de carátulas de área: Iván Siles Si querés colaborar con la revista ya sea diseñando, sacando fotos en entrevistas, entrevistando o de cualquier manera que se te ocurra, mandá un correo a lalewiscarroll@gmail.com con el asunto “Quiero participar de la revista”. Para enviar material y figurar junto a otros autores, mandalo al mismo mail con el asunto “Convocatoria de autores”.

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índice

En las calles de mr. Dodgson .............................. 6 Tomás de los Ríos

prólogo segundo a la segunda edición.............. 8 Funes de la Torre

Narrativa

el cansancio..........................................................12 Dafne Noemí Sosa

the time machine............................................... 16 Esteban Moscarda

del arte de clavar un clavo.................................20 Jorge Hardmeier

los frutos del níspero.......................................... 24 Paula Marión Levit

oblivio.................................................................. 32 Isaac T. Lobos


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soy mi nombre.................................................... 36 Aby, Alejandra, Félix, Fernanda, Chocolate, Gaviota, Johana y Luciana

Arte visual

Lineas sobre ideas...............................................44 Eva Quinteros

Memoria..............................................................50 Flá

entre plantas........................................................ 54 Malén

desnaturalización............................................... 58 María Eugenia Petre

Fotografía

montaña rusa......................................................66 Carla Belén Repetto

Poesía

el diario inédito del filósofo............................. 74

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Freddy Yezzed

oportunidades..................................................... 78 Gustavo Yuste

el barco embrujado............................................80 Nicolรกs Heller

me despertรณ la historia......................................84 Pablo Caramelo

ecos....................................................................... 86 Santiago Petruzziello

agua negra la noche - XI...................................90 Luis O. Tedesco

Entrevistas y Notas

entrevista a Fernando Araldi Oesterheld................ 94 por Luca Hardmeier

entrevista a Juan Iesari.................................... 106 por Frederic Lungwitz

eventos culturales julio - agosto......................116


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En las calles de mr. Dodgson Tomás de los Ríos

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e perdí. Buenas noches, ¿la calle Lewis Carroll? No la conozco. Es por la zona, me fijé en el mapa. Disculpe, señor, no la conozco. Gracias. Hola, discúlpame, ¿la calle Lewis Carroll? Salí de acá. Hola, discúlpame, ¿conocés la calle Lewis Carroll? Sí, claro, tres cuadras y después doblás a la derecha dos más. Gracias. Desembocadura: calle Charles Lutwidge Dogson. ¿Es la misma? Hay fotos de niñas en las paredes. No es la calle indicada. ¿Cómo llego? ¿Cuál es la dirección correcta? ¿Hay dirección correcta? Disculpame, buenas noches, estoy buscando la calle Lewis Carroll. Ah sí. Te tenés que ir hasta Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, ahí está. ¿Cómo llego? ¿A qué altura vas de la Lewis Carroll? Al 500. No, hay un error, dura dos cuadras. Decime, de todos modos, cómo llegar. Es entre Alemania y 2 de Agosto. Santa Cruz cuenta con dos aeropuertos, uno el Aeropuerto El Trompillo, y otro, el Aeropuerto Viru Viru Internacional. No tengo plata, pensé que era por acá cerca o en Inglaterra. No, está equivocado. Andá en micro, pero tarda, eso sí. Gracias ¿señorita?… Alicia señor, que 6 | La Lewis Carroll


tenga mucha suerte. Hay conejos por la calle, trato de evitarlos. Son agresivos. Dinero. Terminal de รณmnibus. Pasaje. Pago. Entro en el coche de doble piso. Ya no soy.

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prólogo segundo a la segunda edición Funes de la Torre

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ueno, la cosa es así; Yo había hecho un prólogo precioso, explicando de una vez por todas la razón de por qué se llama “La Lewis Carroll” La Lewis Carroll. Pero no sé: lo busqué por todos lados y no apareció. Así que voy a tener que empezar de vuelta, esperando que al menos salga mejor. Y sobre todo sintético: tengo que ser lo más sintético posible, ya que Luca me dijo: “al prólogo de la edición anterior le dieron con un caño por lo largo que era, y encima me felicitaban por leer a Piglia.” ¡Y yo voy y me mando tremendo prólogo (todavía no sabemos por qué ponemos “prólogo”) y lo pierdo! Un paralelismo perfecto entre el producto de nuestro esfuerzo y un gran autor. Me pasa por escribir en la PC, lo sé. Todo archivo es en esencia efímero: un día el disco duro dice “no va más” y no va más. Imagínense a Kafka ahora, todo tuberculoso en su cama, pensando en borrar todo lo que quedó de sus escritos sin publicar, llevárselos con él a la tumba. No tendría más que haber dicho “Max, alcanzame la Netbook” y ya está, chau Kafka. 8 | La Lewis Carroll


Además de lo antiestético que resultaría, espantoso. “Max, alcánzame la Netbook”. Y eso en el peor de los casos. También pudo haber dicho “pásame la tablet”, o “el cel”, donde escriben muchos ahora… Ni se enteraba Brod de que esos escritos siquiera existían. Pero bueno, me fui del centro de la cuestión,me dieron solo dos carillas para mi prólogo: ni más ni menos: Charles Lutwidge Dodgson: lindo nombre: sobre todo el segundo: me hace acordar a Macedonio o a Felisberto por lo característico: grandes autores de la tradición latinoamericana: aunque de tradición no tenían nada. Pero bueno, al menos publicaban en vida. Macedonio no. Un poquito. Dejo al hijo con todos los papelitos ahí desordenados, viendo cual encajaba con cual. A ese sí le hubiese venido bien una Netbook. Una Conectar Igualdad, porque plata no tenía. Pero bueno, eso: síntesis, síntesis, síntesis. Está difícil, no sé qué escribir. La primera vez me había salido de un tirón. Encima me tengo que apurar, porque mientras termino de escribir el prólogo, lo van imprimiendo. Una impresión digital, claro está, no sé muy bien como es el sistema. Igual tranquilos, porque lo están imprimiendo de atrás para adelante, pero ya van por la hoja 50, y yo no les habló de Lewis Carroll. Por suerte ya se me va acabando la segunda página, y con el espacio que queda ni vale la pena hablar de un tema tan hondo, tan extenso. Quizás para el próximo número me prepare mejor y ahí nomás la copio y la pego. Nada de escribir a las apuradas, a último momento. Ahora, bueno, la zafo así, más o menos le copié el prólogo (todavía no sabemos por qué ponemos “prólogo”) al tipo de ahí arriba. O atrás, depende donde estés leyendo la revista. Con el espacio que me queda les voy a contar una anécdota, aunque no soy muy bueno contando anécdotas en realidad. La gente suele bostezar y mirar en distintas direcciones diferentes a donde estoy yo. Bueno, como habrán notado se acerca el final, una lástima. Sí, agrando un poco la letra porque van por

la página 15 y todavía no terminé. La próxima vez les aseguro que algo mejor saldrá. La Lewis Carroll | 9



Narrativa


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el cansancio Dafne Noemí Sosa daf-ne@hotmail.com.ar https://www.facebook.com/dafne.noemi.1 https://www.instagram.com/dafnenoemi_/

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uiero hablar del cansancio porque estoy cansada. Recién me despierto, siete de la mañana, y ya estoy cansada de todas las precauciones que tengo que revisar para salir de mi casa. Estoy poniendo la pava para calentar agua, y ya estoy cansada especulando con la ropa que voy a ponerme para salir a la calle. Prendo la radio con cansancio, porque aunque “funcionen con normalidad los trenes y subtes”, aunque “está despejado sin probabilidades de lluvia” no puedo despertarme con la seguridad y tranquilidad que portan otros. En la previa que relato, pienso en el funcionamiento de todas las cosas y me canso. Soy joven, soy una mujer joven, soy una mujer joven cansada, mujer joven cansada precavida, mujer joven cansada precavida perseguida, mujer joven cansada precavida perseguida observada, mujer joven cansada precavida perseguida observada juzgada, mujer joven cansada precavida perseguida observada juzgada golpeada, mujer joven cansada precavida perseguida observada juzgada golpeada delimitada, mujer joven 12 | La Lewis Carroll


precavida perseguida observada juzgada golpeada delimitada insultada, mujer joven precavida perseguida observada juzgada golpeada delimitada insultada piropeada, mujer joven precavida perseguida observada juzgada golpeada delimitada insultada piropeada denigrada, mujer joven precavida perseguida observada juzgada golpeada delimitada insultada piropeada denigrada pisada, mujer joven violada precavida violada perseguida violada observada violada juzgada violada golpeada violada delimitada violada insultada violada piropeada violada denigrada violada pisada violada. En la previa que relato, pienso en el funcionamiento de todas las cosas y me canso ¿Y si no soy joven y soy preadolescente, adolescente, infanta, adulta? ¿Y si no soy precavida por descuidada, por preocuparme por otras cosas, por confiar, al menos por un momento, que el mundo no es como veo y que todo puede ser diferente hoy?¿Y si hoy nadie me mira mis piernas, mi entrepierna, mi culo, mi ombligo, mi panza, mis tetas, mis pezones, mi cuello, mi boca, mis ojos?¿Y si hoy nadie me sigue con la mirada, con el cuerpo, con una voluntad horrible salvaje e impávida?¿Si nadie me dice qué tengo que hacer, qué tengo que ponerme y pensar y sentir y elegir y comer y cómo tengo que amar o no y a quién y a quiénes? ¿Y si hoy mi hermano no me pega? ¿si mi papá no me pega? ¿si mi novio no me pega? ¿si mi marido no me pega? ¿ si hoy me porto bien y merezco otra cosa?¿Y si hoy vivo con libertad? ¿Y si hoy mientras camino, me muevo, trabajo, estudio, bailo y juego me respetan? ¿Y si hoy conquistamos todo lo que parece propiedad de otro y en realidad, es nuestro?¿Y si hoy el tipo que maneja el camión y el tipo en la moto, el del Renault ah y también ese que pasó en bicicleta no me dicen absolutamente nada sobre mi cuerpo?¿Y si hoy no me tocan el culo mientras viajo al trabajo?¿Y si hoy no me imponen estereotipos?¿Y si hoy tengo la oportunidad de no tener miedo de no volver a casa? Son las siete y cuarto de la mañana y ya estoy cansada. Abatida por el funcionamiento de las cosas me tumbo, cansada de explotar el condicional me tumbo. Me tumbo pero me levanto y me voy, porque nos levantamos todas y nos vamos, digo basta, decimos basta, cambio cansancio por fuerza, me preparo, me escudo, me advierto y me canso de ser una mujer joven violada precavida violada perseguida violada observada violada juzgada violada golpeada violada delimitada violada insultada violada piropeada violada denigrada La Lewis Carroll | 13


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violada pisada violada Muerta 8 de Marzo. DĂ­a de la mujer sin miedo.

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A los 8 años se cayó del primer piso de su casa, internada en el hospital leyó por primera vez un libro completo, una historia dedicada al niño que había sido un adulto, un relato que afirma que lo esencial es invisible a los ojos. Pasaron algunos años, otros relatos y decisiones; y apelando a la figura del doble, esa chica que se cayó y se fisuró el brazo izquierdo terminó estudiando Letras y alquilando castillos inflables para niños. La Lewis Carroll | 15


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the time machine Esteban Moscarda dioseslocos@yahoo.com https://www.facebook.com/emoscarda https://www.instagram.com/emoscarda/

III El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja hacia el futuro, un par de años nomás, y se encuentra con lo que había soñado toda la vida: una sociedad totalmente vencida, al borde de la muerte. Vuelve entonces al presente, a buscar libros y armas. Piensa: por fin voy a ser líder… VI El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. 16 | La Lewis Carroll


Antes de viajar se droga con ácido, esperando percibir de otra manera la inédita expedición. El problema, claro está, se presenta cuando comprueba que el futuro es un delirio, un caos lisérgico. Y no logra entender si lo que ve es una línea temporal alternativa, el fruto de la droga o Dios volviéndose loco finalmente, Dios pateando el tablero, olvidando sus propias reglas. Regresa al presente. Ahora se lo ve en Plaza Once, gritando, mientras los evangelistas lo insultan. VIII El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja al pasado, lejos en el pasado. Quiere ver el momento de la creación, quiere ser testigo del primer instante del Tiempo. Cuando llega descubre algo que no esperaba: en vez de una bolita pequeña de energía en medio de la nada hay una extensa planicie incolora, un cielo tormentoso y unos seres similares a los dioses griegos conversando. —¿Qué es todo esto? —pregunta, indignado. —Estamos por crear un universo, señor, y también, de paso, crearemos una ficción mitológica: la llamaremos Ciencia —responde un ser barbudo muy parecido a Zeus… IX El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja hacia el pasado, apenas unos meses atrás. La materialización es perfecta y su laboratorio pretérito lo recibe con silencio. El desorden que reina allí denota una noche agitada. Claro, hoy es el mañana del día en que me dejó Laura, piensa. Ahora todo parece una tontería pero recuerda aquel momento como su mayor La Lewis Carroll | 17


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tragedia (que luego lo impulsaría a crear la máquina). Se abre una puerta. Aparece su yo del pasado. Está ebrio y tiene un arma. Lo ve, reconoce quién es. Y antes de que pueda decir algo le dispara. —Sabido es que la misma materia no puede ocupar el mismo espacio —dice y vomita una eternidad de alcohol y odio… X El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja al pasado, a las profundidades de los tiempos jurásicos. Siempre quiso conocer a un dinosaurio y esta era la ocasión perfecta, en el bautismo de fuego de la máquina. Pero cuando llega se encuentra con un mundo totalmente diferente al que había imaginado: los dinosaurios hablan. No solo hablan sino que además tienen cultura, una sociedad, casas y bares, eventos y políticos. Entabla relación con uno de ellos. Le cuenta sobre los humanos y sobre lo que sabía del pasado de la Tierra. El dinosaurio lo escucha. Analiza sus palabras. Estudia al hombre, al mono del futuro. Y se decide. —Gracias viajero. Teníamos pensado irnos de este planeta pero creo que lo mejor va a ser que nos encarguemos de la Tierra. Ahora disculpe: debo avisar a las autoridades sobre el meteorito… XII El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja al pasado, a la Antigua Grecia. Quiere conocer a los grandes filósofos. Desea tener una charla como nunca antes tuvo con algún ser humano (para esto había aprendido casi a la perfección griego antiguo). Se materializa en una barranca a la vera de un río. Allí, bañándose, está Heráclito. Lo saluda y comien18 | La Lewis Carroll


za a charlar con él. El devaneo se extiende por un par de horas. Tocan temas diversos, desde la concepción del mundo hasta la naturaleza del viaje temporal. Finalmente, el viajero se despide, contento, satisfecho de haber hablado con un maestro en toda su plenitud, y enfila hacia la máquina. Pero no llega. Una piedra de río le anula la existencia. Heráclito, entonces, sale de las aguas y se dirige hacia la máquina. Piensa: por fin voy a poder bañarme dos veces en un mismo río… XX El 7 de abril de 2067 un físico que daba clases en el normal Mariano Acosta construye una máquina del Tiempo, muy parecida a la de H. G. Wells. Viaja al pasado pero solo encuentra destrucción y errores y mucha mierda. Imperios manchados con genocidios, iluminados cosiéndose en el fuego de la intolerancia y del miedo, dictaduras de hierro desgarrando la historia. Viaja entonces al futuro pero es lo mismo, la misma estúpida Humanidad cometiendo los mismos errores, las bombas, los locos comandando el mundo libre, la dureza de los regímenes más perversos. Vuelve al presente. Mira la máquina y se larga a llorar antes de destruirla. Piensa: mejor voy a construir una máquina del Espacio para irme de este planeta de mierda…

Nació el 4 de octubre de 1983 y no sabe si ese día llovió o había un sol que rajaba la tierra pero nació. Escribió La trilogía del Cosmos (Cosmogonías, La titanomaquia y Ragnarok -ed. Textos intrusos), que versan sobre, justamente, el cosmos (La NASA todavía no lo ha llamado). Escribió, además, The time machine y otros cuentos del tiempo y del espacio (su primer libro de cuentos, ed. Peces de ciudad). Asimismo, es cuervo pero no persigue ambulancias. Sabe, sin embargo, que no habrá estatuas con su cara. La Lewis Carroll | 19


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del arte de clavar un clavo Jorge Hardmeier jorgehardmeier@hotmail.com https://www.facebook.com/hardmeierjota.literario

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inguna frase más desacertada, lectores, que la siguiente: es más fácil que clavar un clavo. Clavar un clavo no es fácil, es más: requiere de pericia y de un alto grado de especialización. Esto lo transforma en un arte. Un clavo es un elemento por todos conocido, ahora bien, lectores: ¿qué fue primero, el clavo o el martillo? Todo artista de clavar el clavo tiene en claro, como ley primera, que el clavo y el martillo se necesitan recíprocamente, tal como el pie y el zapato, el policía y el ladrón o el artista y su receptor. Incorporada esta ley en el espíritu del artista, este deberá concentrarse en el perfeccionamiento de su labor. La superficie donde se clavará el elemento clavo puede ser: pared, madera o sustancias especiales, según la Asociación Artistas del Arte de Clavar el Clavo (AAACLACLA también denominada 3ACLA2), incluyendo, dentro de las sustancias especiales: -carne (de personas o animales; no es recomendable) - telas (demasiado sencillo, no constituye gran desafío artístico; no es recomendable) 20 | La Lewis Carroll


- vidrios (el tal elemento se romperá y / o astillará; no es recomendable) - aire (el practicante del arte puede, en tal situación, ser tildado de loco, insano o mimo y ser conducido a un neuropsiquiátrico o a un estudio de televisión, respectivamente; no es recomendable) -frutas (es tarea sencilla; puede ser utilizada como práctica en el mejoramiento de la técnica del artista) -otros (no recomendable) Un artista de clavar el clavo (desde ahora claelcla) debe perfeccionar, en un principio, su técnica de sostenimiento del clavo, lo que debe realizarse con la mano izquierda. Para esto, sostendrá el elemento clavo entre el dedo pulgar y el índice, aproximadamente en el punto medio de la longitud del clavo, pues si lo sostiene en un punto cercano al extremo que posee punta es probable que el clavo caiga de su mano o bien que desvíe su dirección y, si por el contrario, lo sostiene en un punto cercano a la cabeza corre el peligro, el artista, de impactar con el martillo en sus propios dedos y llorar a mares. Esta tarea, si bien ha sido descripta de modo sucinto, consume horas y horas de paciente práctica. Y aquí nos remitiremos, lectores, a otra frase popular, en este caso, feliz: dar en el clavo. Justamente, esto contadas veces ocurre, si entendemos por dar en el clavo lograr la perfección en este difícil arte. Mucha gente golpea con el martillo sobre clavos diversos, mas muy pocos elegidos dan en el clavo. Continuemos con la descripción del hecho artístico que nos ocupa. Al levantar el martillo, el artista, a modo de conjuro dirá las siguientes palabras: Pablito clavó un clavito, ¿qué clavito clavó Pablito? Luego, el movimiento hiperbólico que deberá hacer el martillo en su recorrido antes de impactar en la cabeza del clavo deberá responder a la siguiente ecuación: @ = y 2 x Donde: @: curvatura de la trayectoria del martillo y: distancia entre el punto de arranque del movimiento ejecutado con el martillo y la cabeza del clavo a impactar. X: la otra distancia, ustedes saben. Pocos logran responder a esta ecuación en su ejercicio artístico de claelcla. Existen situaciones La Lewis Carroll | 21


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que descalifican, desde ya, al aspirante a artista, como las siguientes: - impactar en la pared o elemento a ser penetrado en lugar de la cabeza del clavo propiamente dicho. - Caer el martillo al ejecutar el movimiento oscilatorio. - Impactar en los propios dedos que sostienen el clavo o en otro sector de la mano. - Estornudar. - Impactar, con el martillo – al ejecutar el movimiento anteriormente descrito – en la cabeza de alguno de los observadores que se encuentran detrás. - Emitir quejidos o gemidos, cual tenista, al realizar el movimiento. Una vez el clavo ha sido impactado este deberá haber ingresado hasta el punto medio de su longitud total, para cuyo fin el golpe deberá ser de una precisión extrema. Desde ya, el clavo no deberá perder su carácter rectilíneo y, si esto sucede, es decir si el clavo se dobla, aunque sea mínimamente, el artista no deberá largarse a llorar ni pataleará, so pena de ser expulsado de AAACLACLA. Pocos artistas han logrado la perfección en el arte de claelcla. Lo han logrado: Edward Hass (británico, profesión: albañil, fecha de la hazaña: 4/8/1974, Luxemburgo), Miguelito Medina (panameño, profesión: desocupado; fecha de la hazaña: 14/8/1989; Marruecos) y Karina Vila (española, profesión: maestra jardinera, fecha de la hazaña: 1/10/1996; Escocia). Aquellos que logren la perfección en este arte un tanto olvidado no deberán permitir, bajo ningún punto de vista o circunstancia, dejar que el clavo en cuestión sea utilizado para colgar cosas tales como cuadros, cadenitas, relojes, bombachas, diplomas o etc. pues es bien sabido que ley general de todo arte es su carácter de inutilidad práctica; por lo cual si el tal clavo fuese utilizado para los menesteres arriba mencionados, el carácter artístico de la clavada quedará perimido. Como pueden observar, distinguidos lectores, el arte de claelcla no es tarea sencilla. Yo no clavo clavos nunca, ni en mi casa y si resulta imprescindible llamo a un electricista.

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Publicó los libros de cuentos Sobrespejos (1998), Animales íntimos (2002) y Arquitectura antigua (2012) y el poemario Juguetes antiguos (2015). También ha editado 16 entrevistas a escritores (2015) y se encuentra en proceso de escritura de una biografía del poeta Miguel Ángel Bustos. Cofundó las revistas El Anartista, Expreso Nova y Bomba. Ha incursionado, asimismo, como guionista y dramaturgo. Colabora, actualmente, con sus notas y entrevistas en la Agencia Paco Urondo y en Indie hoy. La Lewis Carroll | 23


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los frutos del níspero Paula Marión Levit

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erdí a mi madre cuando ella tenía setenta y cinco años. En realidad, había comenzado a perderla antes, tal vez quince años atrás.

El primer incidente ocurrió cuando ella tenía alrededor de sesenta, pero en ese momento yo no lo ví como el signo de una enfermedad, ni se me ocurrió asociarlo con nada. Los episodios sucedían en forma esporádica y aparentemente inconexa; ella vivía sola y de muchas de las cosas que le pasaban ni me enteraba. También es posible que las manifestaciones que ocurrían en mi presencia, yo no pudiera o no quisiera interpretarlas. De aquel primer incidente, lo que recuerdo fue el haber recibido un llamado telefónico de un desconocido que decía que mi mamá estaba bien, que se encontraba en un bar en la intersección de Santa Fe y 24 | La Lewis Carroll


Agüero, y que pedía que yo fuera a buscarla. Me alarmé mucho, pedí hablar con ella. Ella me repitió las palabras del desconocido, sin agregar detalles. Cuando llegué, la encontré sentada en una mesa, tomando un té con leche, de lo más tranquila. No se había accidentado, no le habían robado, ¿qué había pasado? - Me pasó algo de lo más extraño, me dijo.- De pronto, yo estaba en un vagón del subte y no sabía hacia dónde iba, ni por qué estaba allí. No sabía qué hora era, ni qué día. Me sentí aterrada. Me bajé en la primera estación en que paró el tren y le pedí ayuda a un hombre cualquiera, al que tenía más cerca. ‘Llame a mi hija’, le dije, pero… María… vos te llamás María, ¿no? Yo asentí, extrañada, incrédula, y ella siguió:- Yo… no recordaba tu nombre, sólo un número de teléfono, que estaba segura de que era el tuyo… En los días subsiguientes la llamé a diario para constatar que ella estaba bien, y le hacía preguntas para probar su memoria. A ella se le había pasado el susto y minimizaba el hecho, exhibiendo buen humor. Por lo tanto, yo también decidí dejarlo pasar. Unos meses después, vino a casa a ayudarme a hacer la torta de cumpleaños para uno de los hijos de mi hermana. Era un bizcochuelo de ocho huevos, su especialidad. Yo se los fui pasando uno a uno y ella, expertísima, fue separando las yemas de las claras. Después del octavo huevo, me tendió la mano para que le pasara otro. - No, ya está, mamá- le dije- son ocho huevos. - Todavía no está, dame otro, Isabel. - Yo los conté, pusiste ocho, mamá. - Te digo que faltan, no seas terca, Isabel.- me dijo, levantando la voz. Recién entonces reparé en su insistencia en llamarme Isabel, el nombre de su hermana. La Lewis Carroll | 25


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- No soy Isabel, soy María, mamá. - ¡Pero no te hagas la pelotuda!, me gritó, barriendo con el brazo la mesada y tirando el recipiente con los huevos al suelo. Nunca en la vida la había visto tan furiosa, de tal modo transfigurada. Tardé una hora en tranquilizarla, asumiendo para ella que yo era una pelotuda y que de ahora en más iba a hacer las cosas como ella me dijera, y sobre todo, dejando que me llamara Isabel. Pasaron meses de aparente normalidad, hasta que recibí otro llamado, esta vez la voz dijo ser la de un oficial de policía. Mi madre había salido a caminar y se había ido alejando sin darse cuenta o, tal vez desorientada, había llegado a una plaza no muy lejos de su casa, pero a la que no solía frecuentar, y no había sabido volver. El vigilante de la plaza se dio cuenta, por su actitud, de que estaba perdida y le preguntó la dirección de su casa. Ella le dio el nombre de la panadería adonde iba siempre, pero no supo decirle la calle. De todos modos, averiguando, llegaron a la panadería, cuyo encargado la reconoció enseguida y se ofreció a acompañarla a su casa. Hacia allá fueron los tres, pero pocos pasos antes de llegar, se encontraron con la desagradable sorpresa de que la puerta de calle estaba abierta. Revisaron el lugar; todo parecía en orden, no había signos de que alguien hubiera entrado a robar. Yo misma lo constaté más tarde; concluimos en que mi madre había dejado la puerta abierta al salir. Era evidente que ella no podía vivir durante más tiempo, sola. Todos mis esfuerzos por incluir en la casa a alguien que la cuidara fueron en vano. En los momentos de lucidez, pretendía hacer todo ella misma y entorpecía o desvalorizaba el trabajo de la empleada, encontrando errores que sobredimensionaba, hasta en los más mínimos detalles. Cuando 26 | La Lewis Carroll


no estaba bien, desconocía a la persona que la cuidaba y se tornaba suspicaz y agresiva, al extremo de llegar a los golpes. Finalmente, agotados todos los recursos, y ya que yo, no habiendo podido ponerle fin a mi soltería, también vivía sola, decidí mudarme con ella. Llevé conmigo al viejo Catón, mi dogo de once años. Estaba cachuso como mi madre, artrítico, un poco sordo y un poco ciego, aunque creo que el olfato no le fallaba. No obstante, y ya que en sus años mozos mi perro solía ser bravo, cuando mamá andaba por el jardín y el perro estaba suelto, yo no les quitaba el ojo de encima, temiendo siempre una posible reacción del animal ante un gesto humano. Con el correr de los días, observé que Catón seguía a mi madre cada vez que ella salía al jardín, moviendo alegremente la cola y empujando su pierna o su mano con el hocico. Era raro, ya que ellos nunca habían hecho buenas migas, es más, se ignoraban olímpicamente. El misterio se resolvió un día en que pude ver claramente cómo Catón metía el hocico en el bolsillo del delantal de mi madre y extraía un bizcochito de esos que ella siempre llevaba encima. ¡Así que por ahí pasaba la amistad! Sin embargo, me parecía que la relación entre ellos iba creciendo genuinamente. Cuando mi madre estaba nerviosa, el perro se le acercaba y se tendía a su lado. A veces, ella lo acariciaba y de inmediato su gesto se distendía, su postura se relajaba. Por momentos, ella dejaba posada su mano, como abandonada, sobre la cabeza del animal y su rostro adquiría un aire de beatitud. Me tragué con cierto esfuerzo los celos que me provocaba ver a Catón, el único compañero que había permanecido fielmente a mi lado por más de diez años, siempre trotando tras ella, pues era notable el efecto balsámico que ejercía el viejo dogo sobre mi madre y todo su entorno. En los últimos años, mamá ya casi no hablaba. Se refería a las cosas por su función y no por su nombre. Decía, por ejemplo, ‘eso para escribir’ señalando la birome, o ‘para comer’, respecto de cualquier cosa comesLa Lewis Carroll | 27


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tible.

A veces, la encontraba inclinada sobre la estufa, esforzándose en escuchar, como si se tratara de una radio, o pasando la mano sobre el mantel una y otra vez como si estuviera planchándolo infinitamente. En más de una ocasión, saqué zapatos y bolsos de adentro del horno. Las innumerables precauciones que tomaba con el gas, la electricidad y las herramientas hicieron que nunca haya ocurrido un accidente importante, pero era frecuente que se “perdieran” cosas dentro de casa. Hacia el final, yo la llamaba por su nombre, Nelly, al único que respondía, y ella a mí, “mamá”. Cuando llegaba la primavera, Nelly se dedicaba a “trabajar” en el jardín. Quitaba las hojas secas, y algunas verdes, del enorme jazmín de cabo y de los geranios que lo rodeaban. Podaba con saña el malvón que crecía invadiendo irrespetuosamente los canteros de las alegrías del hogar y clavaba las ramas en la tierra, así como las sacaba, supongo que con la idea de que volverían a crecer. Yo la dejaba hacer; vencida por el esfuerzo del cuidado cotidiano, había decidido sacrificar el jardín en ofrenda a su enfermedad. Pero, cosa asombrosa, los resultados no fueron tan nefastos como yo lo había previsto; sólo que Nelly había introducido en su jardín una nueva concepción paisajística. Teníamos junto a la pared del frente una planta de níspero que elevaba sus ramas rebasando su altura. Allí, desde los tiempos en que vivía mi padre- digo más de treinta años atrás- el níspero era asaltado por los chicos del barrio cuando volvían de la escuela. Nosotros los dejábamos; ya que no consumíamos los frutos, hacíamos esa donación al barrio. Sin embargo, para alcanzar la fruta había que treparse a la pared, maniobra que podía resultar peligrosa. Como mi padre decía que lo que ocurría del otro lado de la propiedad no era nuestra responsabilidad, casi no pensábamos en ello. Una de esas tardes en que Nelly paseaba por el jardín seguida por Catón, conversando con alguien cuya 28 | La Lewis Carroll


presencia sólo ella percibía, sentí desde el interior de la casa los ladridos nerviosos del perro. Salí corriendo, temiendo por ella, y vi a Catón, agitado, ladrando y gruñendo a los pies del níspero. Nelly estaba lejos de él, parada, hablándole a la Santa Rita, al fondo del jardín. - ¡Catón!, grité, ¡Catón, qué pasa! Pero el perro no me hacía caso, se acercaba al árbol y saltaba posando sus patas delanteras sobre el tronco, luego retrocedía y recogía las ancas estirando las patas de adelante como cuando se despereza un gato, siempre con la mirada sobre el níspero, gruñendo y mostrando los dientes. Alcé la vista y descubrí a un pibe de unos diez años encaramado al árbol, paralizado del miedo. Cuando me vio, me imploró con voz quebrada:- Señora, saque al perro, ¡saque al perro! - ¡Catón, vaya a cucha, a cucha!- grité. Pero nada, el perro estaba arrebatado, no me obedecía. Me acerqué y le puse la mano sobre el cuello. El giró la cabeza hacia mí y me mostró los dientes… Me quedé congelada de miedo… por primera vez. Luego le grité con furia:- ¡Catón, qué se cree, vaya a cucha! ¡Catón, Catón! Mientras tanto, Nelly se había ido acercando y al oír que yo repetía ese nombre dijo, como una más de las cosas que decía, ‘¡Catón!, ¡Catón!’. El viejo dogo fue a sentarse junto a ella, apoyando el flanco del cuerpo contra su pierna. Por momentos, miraba hacia el níspero, donde todavía estaba el pibito, y ladraba, pero sin moverse del lado de Nelly. Luego, ella dijo algo que no entendí y se marchó puertas adentro, seguida por el trote cansado e incondicional del viejo perro. Después de la angustiante experiencia con Catón, los chicos interrumpieron definitivamente sus excursiones al níspero. Por primera vez, la planta se llenó de frutos que yo recolecté para evitar que cayeran y se pudrieran en el suelo. Una vecina me sugirió que hiciera dulce con ellos. La cocina no era una de mis habilidades, ese era el dominio de Nelly, pero quise intentarlo. La Lewis Carroll | 29


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Cuando ya tenía la olla sobre el fuego con la fruta rebosante de azúcar, se apareció Nelly en la puerta de la cocina. Se vino derechita hacia mí, como dispuesta a poner las manos en la olla. Yo le dije ‘¡no!’, interponiendo entre nosotras una cuchara de madera. Ella me miró extrañada. Luego, me sonrió con la mayor simpatía, agarró la cuchara por el mango y la metió en la olla. Estuvo revolviendo lenta y meticulosamente durante no sé cuántas horas, mientras yo sostenía la olla para que no se volcara. En tanto los brazos se me iban durmiendo, me preguntaba cómo ella podía mantener durante tanto tiempo el movimiento. Catón nos miraba desde la puerta de la cocina, donde tenía prohibidísima la entrada, olisqueando el aire y dejando caer cada tanto un chorro de baba. Después de un lapso que me pareció eterno, Nelly dejó la cuchara dentro de la preparación y se marchó de la cocina, con su escolta. Yo decidí que el dulce estaba a punto y apagué el fuego. Con el contenido de la olla, pude llenar media docena de frascos, que la vecina honró colocándoles unos primorosos sombreritos de tela estampada, a cambio de los cuales fue obsequiada con un frasco de dulce. A partir de allí, Nelly, Catón y yo comenzamos a desayunar cotidianamente con dulce de níspero, al que pronto nos aficionamos. Poco después de haber comenzado el tercer frasco, el viejo Catón nos dejó para siempre; lo encontré una mañana delante de la puerta del dormitorio de Nelly, echado de costado, con la lengua saliéndosele por entre los dientes. Nelly murió un par de años después, durante los cuales repetimos y perfeccionamos la receta. Creo que 30 | La Lewis Carroll


fue el tiempo justo en que mis brazos pudieron soportar el peso de la olla mientras Nelly revolvía el dulce con incansable parsimonia. Yo la miraba, despidiéndome de ella, dulcemente.

Nació en los años sesenta, en el barrio porteño de Flores. Heredó de su padre el apego hacia los libros, y de su madre la afición a leerlos. La admiración por ciertos autores (no exenta de cierta envidia) hizo que intentara experimentar con la escritura con dispares resultados en diversos momentos de su vida. Hasta tanto llegara el momento de escribir su “gran obra”, por la cual cobraría derechos de autor, estudió Historia del Arte, Psicología y Expresión y Lenguaje Corporal, como para tener una fuente de subsistencia. Hasta la fecha, sólo se animó a publicar un libro de cuentos, Los frutos del níspero, a través de la editorial Expreso Nova. La Lewis Carroll | 31


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oblivio Isaac T. Lobos tobiasbasillisco@gmail.com https://www.facebook.com/toba.basilisco https://www.facebook.com/MV-banda-sono-

A un grupo de caminantes y astronautas…

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uizás subestimó demasiado la cuestión. Lo fue adoptando como una suerte de rutina involuntaria, una parte de sí que sólo aborrecía en el momento en que cuestionaba su inmutabilidad, cuando asumía, por un instante, su cuota de resposnabilidad. Incluso llegó a trasladarlo intermitentemente al plano de lo cómico, claro que si su optimismo estaba de turno y no había ningún nadies para atestiguarlo y sentenciar sin palabras su estupidez. (Llamaba nadies a los ocasionales sin nombre que con su mera presencia condicionan nuestro accionar, porque no hay nada más gratificante que agradarle a un completo desconocido). El punto está en que no logró advertir, tanto como no se percata la rana del calor de su olla, la paulatina pero progresiva evolución del síntoma. Cierto día se encontró despojado de todo bien material (a excepción de su indispensable anotador), sin un rumbo consciente, subiendo por la aún reconocible 9 de Julio, y recién entonces pudo atisbar a trazar retrospectivamente, en un rapto evanescente, la ruta y el abismo que 32 | La Lewis Carroll


lo separaban de su antigua existencia mundana: Se recordó a sí mismo, paradójicamente, dejando pasar el colectivo de la línea 95 que lo llevara a lo que alguna vez había sido su apasionante empleo en la biblioteca, no sin antes completar el rito injurioso de quien por cuarta vez consecutiva deja atrás tanto su tarjeta SUBE como su promesa de auto superación, de permanecer con ambos pies sobre el asfalto con una eficacia que le prohibiera omitir cualquier elemento vital para su cotidianeidad. Sin embargo, no fue sino hasta el mes siguiente que fue cortésmente invitado a renunciar a su ya marchita labor (mes, semana, día, en todo caso da igual), no por haber cometido otro de sus ya monotemáticos actos de irresposnabidilad inofensiva, sino que, a partir de aquella ocasión, su olvido ya no hallaría su punto de retorno y habría comenzado por abocarse a los fundamentos de los códigos inquebrantables de LA cultura. Había cometido la osadía de acudir sin mayores prendas de vestir que su sombrero de viaje y un aparatoso pero confortable calzado de fieltro. Así acabó por aceptar su destino insoslayable, como un Pegaso que descubre la prescindibilidad de sus patas. Pronto dejó de recordar hasta sus orgullosos dones en el arte de amar a su siempre leal compañera y a aquella circunstancial otra, ¿o es que era al revés? incluso dudaba de quién era cuál, como si todo lo propio del mundo tangible lo hubiera habido aprendido en un vistazo prestado al Aleph y se acercara a un anunciado e inexorable desenlace. Tampoco tardó su peculiar preconsciente en descartar memorias tan primordiales como la del timbre de la voz de su padre o el sonido crepitante de la hojarasca bajo sus zapatillas diminutas, dando así el último puntapié que terminaría de empujarlo irreversiblemente hacia una alexitimia imperturbable, dejando en el olvido nada menos que el idioma universal del alma. Probablemente, en un futuro no muy lejano terminaría por disfumar el límite entre los sujetos y el resto del cosmos cognoscible, pero comenzó por ovlidar su nombre y consecuentemente la totalidad de su ser. Así fue que desterró a ese individuo yoísta de su esencia y acabó por pensarse como un otro, cayendo en la cuenta de la ineludible finitud, a diferencia suya, de aquel forastero. Procedió entonces a documentar (si La Lewis Carroll | 33


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se puede dar carácter de documento a una libreta de bolsillo) esa ajena y particular historia de metamorfosis, en un intento desesperado por prolongar o acaso dar sentido a aquella vida exigua que no sería cpaaz de acompañarlo en su eterno periplo imaginario, como si intentara asentar una huella dactilar foránea en la supreficie de un río patagónico. Estbaa ocupado en esta tarea que consideraba tan altruista cuando fue sorprendido por el recuerdo de unas palabras que jamás había leído u oído pronunciar en una lengua oriental que creía desconocer Imnediatamente aceleró el paso decidido a inventar cualquier componente del relato que no hubiera logrado retener restándole importancia al hecho de que su prosa ya mostraba signos de endeblez y que lo que escribía sería cada vez más incompresnible, tras su epifanía había comprendido que el lengauje no es cpaaz de cofidicar el Todo y qeu era sloo cuetsóin de tmiepo atnes d q. Cmo tdo l dmás. L termnara d ______

Oblivio

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Nació en Buenos Aires, una primavera de 1995. Actualmente vive en el imaginario de un músico, estudiante de la U.N.A., compositor y cocreador de MV Banda Sonora – Música para medios audiovisuales. La Lewis Carroll | 35


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soy mi nombre Aby, Alejandra, Félix, Fernanda, Chocolate, Gaviota, Johana y Luciana

E

n la edición anterior de La Lewis Carroll, Selva Almada, escritora, nos habló sobre un taller literario que organizó junto a Santiago Loza en el pabellón de los homosexuales para unas chicas trans, en el Módulo Residencial 6 del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza. Este taller surgió del marco del Festival Manifiestos por los 20 años de la Procuración Penitenciaria de la Nación. En una mezcla de ternura con tristeza, contó sobre la felicidad de las prisioneras en cada encuentro del taller, de las ganas de crear junto al deplorable estado de las cárceles y el odio que fomenta. Como se aclaró en ese entonces, incluimos en esta edición una selección de la escrituras por las mujeres realizadas, con las consignas de Selva y Santiago que nos hablan de un mundo para muchos completamente desconocido y con, muchas veces, una ingenuidad que sensibiliza.

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Juegos Mi mejor amigo es gay y se llama Philip. Puedo decir que es mi mejor amigo porque es la persona que más paciencia me tiene. Es amoroso, simple y una persona feliz. Fuimos juntos a la escuela primaria y secundaria. Nos gustaba jugar con las banditas elásticas, al vóley y hacíamos chistes todo el tiempo. Nos separamos al momento de la Universidad. Yo fui a una y él a otra. Después de 2 años me enteré que se había casado y eso me shokeó mucho. Si lo pienso positivamente está todo bien. Viajé a donde vivía y confirmé que había tenido un bebé. Me puso contenta y triste a la vez. Pero está bien. Hoy seguimos siendo amigos. Él es trabajador social y yo maestra. Al menos alcanzamos nuestra ambición en la vida. Aby Cartas Querido amigo Nandre: Ya ha pasado tanto tiempo que no te vuelvo a ver, cómo han pasado los años que no te ha vuelto a ver, Nandre, tú sabes que siempre fuiste mi mejor amigo, yo siempre jugaba contigo, me acuerdo cuando jugábamos al tiburón, éramos muy chicos, yo me subía en un cajón de cerveza y tú eras el tiburón, jajajaj, me hace bien tanto recordarte porque siempre estuviste en mi niñez, tú siempre fuiste mi compañía, mi todo desde pequeño. Cuando me fui a Colombia no te volví a ver jamás, siempre supe de ti por mi mamá, sé que creciste y maduraste, creo que mi madre me dijo que te habías casado y que ya tenían un hijo. Sé que cuando yo me La Lewis Carroll | 37


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fui me enteré que tu mamá murió de un derrame cerebral y que tu y tus hermanos se mudaron y se hicieron cargo de ti, me dolió mucho saber todo eso pero siempre te recuerdo y lo más lindo que recuerdo fue cuando me diste un beso, no sé pero creo que tú fuiste mi primer amor y ahora que estoy grande entiendo, pero lo que nunca pude hacer y tanto tiempo pasamos y tanto jugamos y hablamos y todo eso pero nunca te dije que me gustabas y que eras lo más lindo. Luciana Bodas En mi vida he estado en muchas fiestas por mi labor, ya que soy estilista y normalmente voy a las bodas de las personas que maquillo o arreglo. En una fue una noche muy especial que asistí porque conocí a gran parte de mi familia por parte de madre y bueno empecé a tener vínculos con ellos. Y algún día me gustaría que en mi país me pudiera casar y haría mi matrimonio en la playa, siempre he soñado con ello. Chocolate Me gusta/no me gusta Las cosas que me ponen feliz y a la vez triste Me encanta ser trans porque tengo la capacidad de ser quien quiero y no como quieren. Puedo jugar con mi imagen a mi antojo, pero esa felicidad me pone triste porque me quitó mi vida en sí, perdí a mis primos y mis tíos, mis amigos del cole y me convirtió en una persona condicionada. Pero es como todo: a veces se ríe y a veces se llora. Johana Me pone triste: el egoísmo, no ser escuchada, enfermarme, el encierro, no tener visita, extrañar a mi 38 | La Lewis Carroll


familia y amigos, la impotencia de no poder ser feliz, no hacer nada para cambiar lo que he hecho mal, haber estado en el pabellón B. Me pone feliz: ser escuchada, el verano, la libertad, salir a bailar, juntarme con mis amigas y estar viva, volver a estar en el pabellón A. Me gusta: un día soleado de verano en la playa, pisando la arena y escuchando las olas rompiendo en la arena. El canto de los pájaros. No me gusta: escuchar el despertador para levantarme y en su lugar cuando nos despiertan en el desgome no me gusta por despertarme a esta realidad. La lluvia me pone triste. Fernanda Montarse Vivía en Mérida, Venezuela, con mi amiga Chocolate. Un día me dijo: Machi, vamos a montarte y vamos a la disco. Ese día fui a comprar ropa, un vestido negro y tacones y el maquillaje lo puso ella. Llegó la noche y yo emocionada tardé un montón poniendo colchón en cola y caderas. Alejandra

Manuscrito de Fernanda

Mi corona Pienso que el celeste y el negro son dos colores que me quedan hermosos. Me gusta usar remeras negras y jeans, y en algunas ocasioLa Lewis Carroll | 39


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nes también me gusta el marrón. Re cuerdo que hace tres años, en el 2010, mi maquilladora me maquilló con azul y negro, bellísima, y usé un vestido azul de noche. Nunca pensé que esto me pasaría, pero gane la corona por la organización Miss Tailandia 2010. Es por esto que nunca olvidaré esos colores que me hicieron sentir radiante, linda, sexy y famosa en Miss Tailandia. Aby Mi libro soñado El libro debería ser de un tamaño chico y compacto, parecido a un diario íntimo, y debería tener pensamientos y vivencias de cada una y cada uno de nosotras/os. Contando qué nos gusta en lo cotidiano y algunas cosas íntimas. En definitiva, la mayoría de los trabajos que hemos hecho desde un inicio. El poder demostrar a la sociedad que aunque estemos presas por un delito que cometimos queremos restablecernos a la sociedad y qué mejor manera que con un libro, donde se pueda leer cosas sobre nosotras. Fernanda

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Arte visual


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Lineas sobre ideas. Eva Quinteros evangelinaveros@hotmail.com https://www.facebook.com/Eva-Ilustrada-134856200026517 https://www.instagram.com/evangelinaveros

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ació en Córdoba, 1989 y actualmente reside en Neuquén, ilustra principalmente con microfibras y pincel, colorea con acuarelas y color digital, trabajó vendiendo sus ilustraciones en el Paseo de Artesanos de La Cañada (Cordoba), haciendo serigrafía y diseños y en imprenta.

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Publicó sus Ilustraciones en El Gato y La Caja (Pagina Web), editorial Invisible a Los Ojos, participó de la segunda edición de Chatarra Muestra de Arte Colectivo (Paseo del Buen Pastor), Intervino un maniquí para la fundación Las Omas en las Jornadas de Metamorfosis La mujer como agente de Cambio, participó en murales en Parque la Tejas Agencia Córdoba Cultura.

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Memoria Flá laurasanchez.dr@gmail.com

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rtista plástica, ilustradora, publicitaria, diseñadora gráfica. Realizó numerosos talleres de dibujo, fotografía y educación. Egresó de la ENET N°6 Fernando Fader como técnica en Diseño y promoción publicitaria. Se desempeñó como directora de arte en diferentes agencias de publicidad, como escenógrafa, vestuarista y realizadora para obras de teatro argentino. 50 | La Lewis Carroll


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Actualmente también se dedica al diseño y realización de objetos, maquetas y escenografías para teatro, diseño de vidrieras e ilustración de libros infantiles y creación de personajes. Es docente de C.A.M.E.,dictando el Seminario “La vidriera: un vendedora de 24 hs”.

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entre plantas MalĂŠn malen.pinta@gmail.com https://www.facebook.com/malen.pinta https://www.instagram.com/malen.pinta

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alén surge de una búsqueda por combinar pequeñas obsesiones y poder explorarlas, darles forma, un contexto. Estudió diseño de Indumentaria y a pesar de no dedicarse al rubro, su gran amor por los textiles se mantuvo latente. A partir de la necesidad de expresarse comenzó a dibujar, incursionó en el muralismo y la pintura en gran formato, donde unió su amor por las plantas.

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“Me gusta crear rincones, ambientes donde uno se sienta a gusto en el día a día, modificando la experiencia diaria y la situación de hogar”. Traduce los dibujos en diferentes lenguajes ya sea un boceto para un mural, una tela, un cuadro, un tatuaje. La idea encuentra su camino para poder plasmarse en cada soporte utilizando diferentes materiales, indagando en diferentes oficios.

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desnaturalización María Eugenia Petre mariaeugeniapetre@yahoo.com.ar http://www.facebook.com/Maria-Eugenia-Petre-56147650418 https://www.instagram.com/eugepetre

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bservando piedras por horas, analizándolas y dibujándolas incansablemente comprendí, recién entonces, que el estudio naturalista de las formas no era lo que me interesaba. Buscaba asir su esencia, su fuerza interna, la historia grabada en su material. 58 | La Lewis Carroll


Allí comienza “La Máquina de Desnaturalizar”. La precisión obsesiva del trazo, la económica y concienzuda manera de utilizar los medios y los elementos pictóricos me transforman, a mí, en esa máquina que desnaturaliza. Un proceso, más bien un ritual, de modificación.

En este momento no hay lecturas subyacentes, no hay relatos absurdos que compitan con la contundencia de la forma. La tela en su estado natural, en su versión más sincera. Solo el material crudo e inerte. Las lecturas pretenciosas mueren junto con la evocación tediosa y le dan paso a expresión netamente pictórica. La Lewis Carroll | 59


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El cuadro se conforma como tal y no como una ventana a otros mundos. No quiere discursos ni diatribas, no quiere más engaños. El pasado, el presente y el futuro se fusionan en una sola imagen. Las desnudo, las despojo de sus componentes pueriles y las transformo en eternas, geométricas e ideales La figura abstracta, que sin su carga orgánica no se degenera ni muere, ya no esta supeditada al devenir y queda para la eternidad idealmente perfecta fuera de la comprensión humana y del mundo en el que todo cambia. La obra tan presente, tan pretérita, tan futura.

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Ahora no estoy pintando una piedra, sino todas las piedras. No estoy adentrĂĄndome en una historia, sino en todas las historias. No pinto cualquier tĂşmulo, cualquier tumba. Pinto La tumba.

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“Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales.” El inmortal. Jorge Luis Borges

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FotografĂ­a


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montaĂąa rusa Carla BelĂŠn Repetto carlabelenrepetto@gmail.com https://www.facebook.com/carlabelenrepetto https://www.instagram.com/repettocarla www.carlabelenrepetto.tumblr.com

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iajera y salvaje. Explorar la Tierra y las profundidades del interior son consecuencias del no-estilo que presenta. El movimiento conlleva al cambio constante y la sutil apropiaciĂłn de mĂşltiples personalidades. Plenitud en el camino y desarrollo en comprender que todo sucede y nada es personal.

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Poesía


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el diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (fragmento) Freddy Yezzed

6.5 Sólo vine a ver el jardín, leo en el famoso libro del diácono Charles Lutwidge Dodgson. 6.51 Los ancianos de Noruega sólo tienen dos sueños: desayunar en la cama con la muerte & no dejar morir las flores. 6.512 Las flores de Alexander no saben de las estaciones, no han leído literatura de invierno & les parece de mal gusto la poesía que habla de rosas. Las flores de Alexander sólo saben de la pobreza, del milagro de vivir, de los ojos del gato sobre la mariposa. 6.513 El cisne negro de cola blanca, que hace equilibrio con una pata, está perturbado: no sabe si es cisne o flor, las miradas de la gente lo tienen confundido. 74 | La Lewis Carroll


6.514 Le susurro al cactus que no esté lejos, que no le rasgue los vestidos al viento, que por dentro un largo manantial le corre. 6.515 La sombra de un vikingo muerto hace mil años. El musgo abrazado a la roca. 6.516 Viéndolo de escorzo: el seco árbol de cedro parece un desesperado brazo con sus dedos en actitud suplicante. Tal vez desea la frente de la estudiante, tal vez ruega la mirada del cielo. 6.517 Lo que el dibujante de flores no sabe, es que la azucena blanca también lo está retratando. 6.518 El jacinto tiene envidia de la piedra, le molesta su dura eternidad. Lo que no sabe el jacinto es que en el morirse & en el nacer de nuevo hay un espléndido placer. 6.519 “El vino te vendrá bien al cuerpo”, fue lo último que dijo cuando se convirtió en mimosa & cauta magnolia. 6.52 El tiempo es visible: se ve en el girasol de la ventana; de la belleza a otro tipo de belleza. 6.521 Por querer hablar de mi fe, termino escribiendo de la ropa blanca tendida en un patio inmenso. & de un gorrión, que duda, si son ventanas al cielo. 6.5211 Pequeño canario, un sorbo de agua de tu canto consuela la sed del vecindario. 6.5212 Rudyard Kipling asesinó a su prometida por una torpe equivocación. Le dijo en la mañana: La Lewis Carroll | 75


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aquí te traigo este ramo de tigres, cuando quería decir, aquí te traigo este ramo de flores. 6.53 Al final de la tarde, en su azotea llena de flores, después de quejarse ante ellas, la imagen de la abuela cayendo dormida, mientras las rosas se cierran, como atrapando sus murmullos. 6.54 Cuando despertó, Ludwig Wittgenstein, aquella mañana, se encontró, a pesar de él, convertido, en el mismo hombre, del día anterior.

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Nació en Bogotá, Colombia, 1979. Escritor, poeta, defensor de Derechos Humanos y docente universitario. Después de un viaje de seis meses por Suramérica en 2008, se radicó en Buenos Aires, donde estudia el género del poema en prosa argentino. Tiene publicado los libros de poesía: “La sal de la locura”, (Premio Nacional de Poesía Macedonio Fernández, Buenos Aires, 2010; Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2014; 3ra ed. Bilingüe francés, Qué diría Victor Hugo?, Buenos Aires, 2016) y “El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein” (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2012; 3ra ed. Fundarte, Caracas, 2016). Como investigador literario escribió los estudios “Párrafos de aire: Primera antología del poema en prosa colombiano” (Editorial de la Universidad de Antioquia, Medellín, 2010) y “La risa del ahorcado: antología poética de Henry Luque Muñoz” (Editorial Universidad Javeriana, Bogotá, 2015). Por su tercer libro, “Carta de las mujeres de este país”, recibió la Mención de Poesía en el Premio Literario Casa de las Américas 2017. La Lewis Carroll | 77


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oportunidades Gustavo Yuste gustavoyuste92@gmail.com https://www.facebook.com/gustavo.yuste https://www.instagram.com/gustavoyuste https://twitter.com/gusyuste

Puedo ser: - la palabra que queda justo al lado de las resaltadas; - la canciรณn del disco que no escuchรกs con atenciรณn; - la frase que tapรณ el colectivo arrancando por la avenida; 78 | La Lewis Carroll


- el viento que choca de forma insistente contra la pared sin ventanas de tu edificio. Pero, sobre todo, soy eso en lo que vas a pensar una sola vez en tu vida y esa vez ya pasó.

Nació en la Ciudad de Buenos Aires en 1992. Es Lic. en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Trabaja como corresponsal de El Ciudadano de Chile y Editor General de la revista digital La Primera Piedra. También colabora en la editorial mágicas naranjas. Como autor publicó los poemarios Obsolescencia programada (Eloísa cartonera, 2015); Tendido eléctrico (Objeto editorial, 2016) y Las canciones de los boliches (Santos Locos, 2017). Participó en distintas antologías y fue jurado de selección para el libro Apología 3 (Letras del Sur, 2016). Es uno de los escritores seleccionados para la Bienal Arte Joven de Buenos Aires 2017-2018. La Lewis Carroll | 79


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el barco embrujado Nicolás Heller hellernikelaos@gmail.com https://www.facebook.com/hellernikelaos http://revolucionesvenusianas.blogspot.com.ar

Nos encontramos a bordo de un barco que cae desde la cima de una montaña No llevamos brújulas, ni mapas, ni capitán sólo el propio barco decide el rumbo Somos la tripulación más extraña que pueda concebirse Estamos hechos de niebla fantasmal Los orcos y las orcas bailan un desfile visceral los bufones escupen al cielo y las arañas tejen laberintos Los burros avanzan con zanahorias ante la frente 80 | La Lewis Carroll


los silenciosos acarician secretos pensamientos las sirenas vuelan y los héroes lanzan semillas al aire que la tierra siembra con vocación de evocación Yo soy el juglar de la exageración Canto el himno de las correspondencias Mi lema es: confundir al confuso, engordar al gordo amar a la amante e iluminar al sol Disparo las flechas de palabras que explotan en la existencia ilumino las moscas con mis ojos de búho libero los pájaros enjaulados en la estratósfera Tengo una lágrima en el bolsillo A veces vienen a verme los viejos locos tristes y me hacen preguntas, pero siempre les digo lo mismo Que las preguntas son como las respuestas pero con signos de pregunta Y los signos de pregunta son cisnes que se buscan En las fronteras del horizonte habitan inquietos umpa lumpas están ansiosos y sedientos de revoluciones venusianas La Lewis Carroll | 81


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Traen en los ojos una melodĂ­a y en las bocas una primavera Llevan en la cabeza una corona de pereza y tienen en la risa una belleza del futuro

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Es poeta, escritor, actor y músico. En el 2015 publicó su primer libro: “Así fuimos”, una novela histórica ambientada en la Buenos Aires de la primera mitad del siglo XX. El “Así fuimos” cuenta la historia de su abuelo, y describe mucho de cómo era la vida en aquellas épocas. En el 2016, Nicolás Heller estuvo participando activamente de la F.L.I.A. (Feria del libro independiente y alternativa), y organizando y actuando en festivales artísticos. En el 2017 publicó el libro de poesías y cuentos “Revoluciones venusianas” (a este libro pertenece el poema “El barco embrujado”). También publicó un disco de poesía recitada sobre fondos musicales llamado “Iluminaciones de un poeta en la tierra del mal”. Actualmente se encuentra grabando un disco de música, recitando poesía con una banda de rock y escribiendo un nuevo libro, entre otras actividades artísticas. La Lewis Carroll | 83


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me despertó la historia Pablo Caramelo pcaramelo@yahoo.com www.laformadelanieve.blogspot.com

me despertó la historia: tu cuerpo tibio arremolinado en algo que hace rato dejó de ser sueño flotaba aún pendiente de mis cuidados me despertó la historia empalideciendo pulsiones más arcaicas solicitante de la urgente oscuridad de mis palabras: no consiente ya la historia que tu cuerpo tibio aún exija 84 | La Lewis Carroll


esa paciencia que alguna vez nos precipitó uno en otro ese goteo que inundó para siempre inclinaciones de dos seres y una noche temblorosa a la vera de un país invisible la historia desvela a los sobrevivientes en su frío viento común (me adelanto a tu regreso exploro inocentes lugares provisorios y pienso: las horas comenzarán sin torturas si conservamos templada la forma de los labios al designar lo de siempre)

Nació en Junín (Buenos Aires). Es poeta, actor, dramaturgo y director teatral. Tiene editado los libros de poemas “buenos aires planea una revolución justa” (Ediciones Liliputienses) y “falso feudo” (Expreso Nova Ediciones). De próxima aparición “notas frente a una puerta desvanecida”, (Lamas Médula –Grupo Editorial Sur) La Lewis Carroll | 85


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ecos Santiago Petruzziello santiago.petruzziello@gmail.com https://www.facebook.com/santiago.petruzziello

Ego Que insignificante, compañía ingrata Un templo para mí ¡Sólo para que vuelen las moscas! Sepan disculparme, si mis pies están sucios, que si ofende el aire, perdonen el hedor Pero tengo un templo 86 | La Lewis Carroll


sólo para que vuelen las moscas Ciclo Adios luna mi luna Te dí llena volverás oscura Te dí ciclo en un instante sin quererlo pero te dí completa Y sabiendo que ya no eres mía mi espontánea y creativa maniática discursiva ni me puedes ni me quieres Luna volverás oscura

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El perro No esperaba los ojos del perro con la mirada de hombre Bajo la lluvia tras la ventana mi submarino su calidez Con esa pena de hombre Buscar solo, podría Me guardo un puchito para el pichicho ¿Vé? Ahí va ¿Es suyo? Ah, disculpe ¿Un hombre? ¡Un hombre con mirada de perro! Con esa pena de perro Podría Sólo buscar

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Que vivan Como un brote de mármol cedo polvo un tentarse y despeñarse el no morirse en las caídas un deseo crear antípodas Arrojados vine al mar Y es un día blanco Blanquísimo

26 años, de Lanús Zona Sur, estudiante de cinematografía y escritor para el autodescubrimiento. La Lewis Carroll | 89


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agua negra la noche - XI Luis O. Tedesco luisosvaldotedesco@yahoo.com.ar

Pertenezco al resumen gobernado, tiran y aflojo, dan con el pasivo, repulgo de mis yuntas imponentes, medrando en corte fino la nostalgia me abrocho pensionado peor es nada, montacarga tristĂłn de mis enseres, dado de baja y de lo escaso yeno, la Pelada prendida en los criterios me urge que meta, le dĂŠ con garra, 90 | La Lewis Carroll


que motorice en yanta mi piadoso pitar de fantasías en su reino, que rejunte las pilchas como almohada y me deje ir silbando con mi daño

Nació en Bueno Aires en 1941. Editor de larga trayectoria, es sobre todo una de las voces poéticas más personales de la Argentina. Ha piblicado los siguientes libros de poesía: los objetos del miedo (1970), Cuerpo (1975), Paisajes (1980), Reino sentimental (1985), Vida privada(1995), La dama de mi mente (1998), En la maleza (2000), Aquel corazón descamisado (2002), Lomas del Mirador (206=, Hablar mestizo es lírica indecisa (2009) y Malón en cautiverio (2013), al cual pertenece este poema. En el año 2005, el Fondo Nacional de las Artes publicó su Antología Poética. La Lewis Carroll | 91



Entrevistas y Notas


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Escúchame entre el ruido:

entrevista a Fernando Araldi Oesterheld por Luca Hardmeier

Martes 6 de Junio, 13:53.

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espués de comer empanadas de carne cortada a sierra (de otra manera no podrían haberla cortado) y un vino demasiado barato, me tomo el subte rumbo a Callao y Corrientes. Mi situación de novato me puse en aprietos de un mismo origen: el celular sin batería; celular con el que me comuniqué dos semanas atrás con Fernando (y hoy a la mañana para confirmar la entrevista) ahora no sé si me estará llamando por no poder venir, por llegar tarde; celular con el cual grabo las entrevistas a la perfección. Conseguí el viejo celular de Jota, que no funciona ni para recibir llamadas, “dadas las cuotas impagas”. 14.18 Respecto a averiguar el paradero de Fernando, me rindo mientras pido un submarino en pleno 94 | La Lewis Carroll


centro, algo económico para un lanusense. 14.25 De a poco voy perdiendo la esperanza, es la primera vez que escribo esto sin apelar a la memoria días después. Hace un minuto me llegó el submarino. 14.37 La esperanza se fue del todo. Termino mi submarino de un trago y retraso la partida esperando esas llegadas de último momento típicas de las películas. 14.42 Le pido la cuenta a la moza y mientras tanto armo un cigarrillo. Guardo mi agenda, mi lapicera y le llevo la plata a la caja registradora con unas repentinas ganas de irme 14:44 Mientras me dirijo a la salida, veo a un hombre relativamente joven tomando Pepsi y leyendo “Caín” de Saramago. Busco su mirada, digo su nombre, levanta la vista: era Fernando. Había llegado 13.58 y se sentó -al contrario mío- en las mesas cercanas a la puerta para verme llegar. Después de lamentarnos unos minutos de nuestro desencuentro y de debatir entre hacer la entrevista a o dejarla para otro día, comenzamos. La Lewis Carroll | 95


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No soy nada, nunca seré nada, no puedo querer ser nada. Comenzó a escribir a los veinte años y de ahí hasta los veintitrés escribió unas cositas de las cuales no estaba convencido del todo. Después de eso dejo de escribir muchísimos años y se dedicó a la fotografía, otra forma de expresión que es un poco como su poesía; así como en los libros plasmó su melancolía y su nostalgia, también lo hizo en sus fotos. Pero internamente, empezó a sentir la necesidad de escribir de nuevo y ahí encontó el camino sólido. La convicción personal que en esos tres años de juventud no apareció, o siquiera alguien que lo alentara en ese camino, se dio tiempo después. Esto me gusta, a mi profe, que es un grandísimo poeta, le gusta, y si él me dice que está bien, que es sólido, bueno, por ahí voy. Su convencimiento se hizo en base al trabajo puro, al laburo. -No saco más una foto. Una pulsión por escribir se aferró muy fuerte de él. Vendió las cámaras, dejo de sacar fotos, prendió fuego todo lo que había escrito. Porque todo lo que escribió está en los libros: no tiene nada inédito o que no haya entrado en sus publicaciones, no guarda nada. Lo que va, va y lo que no, se tira; no tiene archivos con cosas viejas. Una vez que arma un libro, lo que quedó afuera se va, por algo quedó afuera, no lo usó. Y a partir de entonces no paró. Todas las noches aunque sea una frase o no salga nada, o una página. Ya cuando llegaste a cierta edad te das cuenta de que no es tanto un poco estar esperando que llegue el invitado con un poema o lo que sea, te ponés a laburar. 96 | La Lewis Carroll


El primer libro surge a raíz de que encuentran los restos de su viejo. A partir de ese momento, Fernando inicia un período de terapia de dos años –el primero en su vida- que le ofreció el equipo de antropólogos forenses. En esos dos años de terapia surgió un lenguaje entre poético, abstracto, psicológico; un lenguaje de hijo, el mismo lenguaje en el que habló luego el libro: - Yo tenía un año, pasó todo esto, entonces, ¿de qué voy a hablar? Todo lo escuché, o relatos, o lo que sé de todo eso es porque me lo han contado. A lo largo de todo El sexo de las piedras, Fernando incluye pequeños fragmentos, palabras o frases, que suenan a otra voz, a otro mundo muy parecido al suyo, pero otro al fin. Se te quedó enganchado el barrilete en la cabeza cuando aún eras un niño, despues creciste y el barrilete se incendió en tu pelo largo. Es el mundo de su madre, que escribía poesía y otro, en prosa, que dice en alguna parte… Estás buscando el cristal y aunque sabés que no lo vas a encontrar, igual lo seguís buscando. Es un cuento del abuelo, que también escribía, pero prosa y sobre todo para guiones de historieta. Esto a Fernando le cerró perfecto con su historia personal, de búsqueda de ausencias, búsqueda de ausencias que –aun sabiendo que sólo iban a ser huesos- forma parte de su historia. Eso es lo que él quería decir al escribir su primer libro, por eso metió a su abuelo y a su madre. La Lewis Carroll | 97


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Otros versos en cursiva como los de su abuelo, son suyos, generando otras voces que se confunden con la principal. No lo recuerda del todo, lo escribió entre 2013 y 2014. -Pensé en poner abajo a quién pertenecía la frase para no ser un chorro intencional. - No, no, no, ni se te ocurra poner abajo, no tiene nada que ver- le dijo Arturo Carrera, su maestro de taller, quien hizo el prólogo de El sexo de las piedras-. Vos ponelo entre comillas, como gesto de honestidad. Igual el que lo lee no se da cuenta de que es una frase… salvo que sea una frase muy conocida, que había una en El sexo de las piedras. Una de Pessoa, que es un poeta portugués muy bueno, y tiene una frase así como medio universal y que se reconoce. Yo la cambié un toque al final nada más la frase. Ese tipo de cosas sí te das cuenta, pero sino… pero lo pongo entre comillas justamente para por lo menos dejar un rastro de que no sé, como que no es mío. Además de Pessoa, también lee a Rimbaud, Baudelaire, Carrera, Gelman entre los consagrados. Le pasaba más en los ’90 eso, de tratar de estar un poco más al tanto. Hoy en día ya vengo más relajado. Pero de todos modos va a ciclos de lectura: Carne Argentina, al que convocan gente consagrada, pero también gente nueva, de los que leen cinco o seis en cada fecha. Lástima que se hace creo que cada tres meses. No es muy activo, pero bueno. También va a los ciclos de Espacio enjambre y algunos otros al que su amigo Boris lo invita. Pero sabe que es mucho más que eso, aunque muchas veces estén los mismos. Le pregunto por un poeta olvidado, y recién ahora que escucho la entrevista, me doy cuenta que esa pregunta no tiene respuesta posible. Así que él me responde por un poeta poco conocido, un francés llamado Pierre Jean Jouver. Ese chabón me encanta. Nació en 1890, ponele, y falleció en 1960, abarca ese tiempo. Tiene una poesía como 98 | La Lewis Carroll


medio caótica, filosófica, muy, muy buena. Pero es muy particular. Yo sé que no es muy del agrado en general cuando lo menciono, si alguno lo conoce. No sé, es particular, es muy bueno el tipo. ¡Ah!... basta de pensar Para Fernando las cosas no se terminan porque uno cambia todo el tiempo. A veces me pasa que escribo una cosa, mañana la cambio y pasado vuelvo a usar la que había descartado. Todos los días uno va… te debe pasar viste que lo descartás, por ahí, volvés… Asi que hoy en día agarraría los dos libros que publicó y les corregiría 30 páginas, o se las sacaría directamente. Uno mismo debería poder ser capaz de darse cuenta de eso pero viste que, a mí me pasa que cuando lees tanto, tantas veces el texto en las correcciones hasta que finalmente lo publicás, que en un momento te nublás. A mí me pasa eso. Al taller que tiene con Carrera cada dos semanas -varias veces mencionado en la entrevista- lleva media página o diez. Pero una vez que lo ve en el taller queda aprobado o descartado. Si queda aprobado sigue adelante, pero de leerlo tantas veces se le desaparece de la vista La Lewis Carroll | 99


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y de la cabeza. Y lo corrigió veinte veces, y por ahí necesita una corrección más. Pero de verlo tanto y de pensarlo tanto no puede evitar no querer mirarlo más. Para él, la clave está en dejarlo, un tiempo. También está en tener algo para decir, si no, no escribas, directo, ese es el abc. Y tiempo man, tiempo. No sé, se necesita leer más libros, no que haya tantos autores. Lo tuyo… no tengas la urgencia de estar todo el tiempo un libro por año, dos libros por año publicando. No sé, ni Borges necesitaba eso. El mundo no necesitaba de un Borges tan prolífico, no. Autores de dos libros, Rulfo, universales, impresionantes, Rimbaud, dos libros, o sea, potente, ¿entendés? Y no tenemos el tiempo boludo, por la urgencia no tenemos el tiempo de decir loco, lo escribí, me doy un año, lo voy revisando cada tres, cuatro meses y sacás lo más sólido, lo más potable posible. Hoy en día vez autores de 26/27 años que tienen cinco libros publicados. ¿Cómo hacés? ¿25 años y tenés tanto para decir, te pasa tanto en tu vida como para escribir tanto y publicar tanto? Eso es una cosa de la urgencia que te impone la actualidad, con el tema de las redes sociales. Uno necesita estar mostrando todo el tiempo, no perder el lugar y necesita, dentro de toda esa marea, necesita querer destacar. Pero el tiempo es fundamental. Tener algo para decir y tiempo man, porque te juro que yo, lo último publicado hace ya un año y algo, y veo hoy en día que, posta, lo corrijo de pe a pa, y te juro que lo saco mejor. Sería una corrección para que el libro gane en calidad. Borges decía que ya llega un momento que tenés que publicar para dejar de corregir. Pero bueno, yo creo que tomarse el tiempo, realmente lo ganás en calidad. Yo ahora voy a cambiar ese chip, viste, lo voy a aguantar no tanto lo que yo necesito, lo que el libro necesita, porque en un momento el libro ya es algo individual, más allá de vos o de nadie. Y lo que el libro necesita o lo que el libro tiene para decir es lo importante, no tanto lo que vos necesites. Es eso: los tiempos del libro son absolutamente personales, más allá de uno. Me parece que, ahora eso te lo estaba diciendo así, pensando en voz alta, pero lo que uno gana con tener un poquito de paciencia y saber trabajar con el 100 | La Lewis Carroll


tiempo es impagable. Nació en Buenos Aires La bibliografía de su primer libro dice en su totalidad: Fernando Araldi Oesterheld Nació en buenos Aires en 1975. Fin de la cita. No quería poner más nada. -Se estila poner estudió en tal lado, participo en tal cosa, hizo tal o cual curso, está en tal o cual antología- sugirió el editor. -Yo no tenía nada de eso, o sea, no estudié, no participé nunca de nada…-no lo dijo alardeando- me pareció como que aparte era honesto poner nada, nació en Buenos Aires y ya está.-no lo dijo lamentándosePorque realmente, no tengo estudios terciarios, no tenía otros libros publicados como para poner autor de… Simplemente lo dijo. -Tenés el espacio para el currículum y vos tenés el currículum en blanco... -El segundo que salió dije lo mismo: Fernando, autor de El sexo de las piedras. No cambió mucho mi vida de ese momento hasta ahora como para agregar. Nada, me parecía como que era lo justo. Y así de medido fue el prólogo, que ocupa apenas dos carillas y media del libro, escrito por su gran La Lewis Carroll | 101


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maestro. No estaba seguro de poner un prólogo que anunciara lo que iba a decir el libro, viste que es lo que pasa en los prólogos. Por supuesto él no se lo pidió. Pero él amablemente, muy gentilmente le dijo: -Yo te quiero hacer el prólogo -Y no se le dice que no a un prólogo de Arturo Carrera. Escúchame entre el ruido Hay dos frases a las que me remitió su poesía, cuyo sentido está casi explícito en sus versos. -Ya no hay nada que decir- dijo Beckett-, pero hay que seguir hablando. A lo que Wittgenstein opuso: -De lo que no se puede hablar, hay que callar Las citas le dieron risa, por el desafío que presentaban: Wittgenstein le resulta verdadero pero extremo en esa frase (a Beckett lo olvidó en sus pensamientos). Ojalá estuviéramos todos mucho más en silencio, boludo… Esta parte me resultó tan emocionante que la voy a transcribir tal cual el me la dijo en ese momento: -Me gusta esa frase, me encanta. Sobre todo, vos sos muy joven y no vas a estar de acuerdo, pero yo ya estoy muy hinchado los huevos, boludo, con todo el tema de que toda la gente utilice tanta opinión todo el 102 | La Lewis Carroll


tiempo y se hable tanto, y no se pueda hacer un poco de silencio, o sea, como Twitter, WhatsApp, Facebook, Instagram. Todo el tiempo estamos… - Es un sonido permanente- me animé a acotar. - Es un ruido, más que un sonido -corrigió-. Es un ruido permanente todo el tiempo y yo: chabón, hagamos un poco de silencio. Es impresionante, pero no podemos hacer silencio, no sé. Hoy más que nunca, con todo el tema de las redes sociales, de la realidad virtual y todo, no se puede hacer silencio. Me parece que es absolutamente perjudicial no poder parar un poco la pelota, pensar y callar, está bueno. ¿Por qué tenés que estar todo el tiempo…? ¿Por qué pensás que tu opinión les interesa todo el tiempo a los demás? Me refiero a las pavadas que uno siempre pone en Facebook: lo que estás haciendo, lo que no, lo que opinás, lo que no opinás. Pero ves que hay gente que todo el día, todo el tiempo poniendo y decís: pero capaz, a nadie le importa… ¡y uno piensa que sí! ¿viste? - Y respecto a las redes mismas, el tema de la superproducción a veces artística, ¿no? Por ejemplo, tanta poesía que se comparte, tantos relatos que se comparten… ¿qué te parece ese bombardeo? - Mirá, es verdad que por un lado tenés la chance, tenés la posibilidad de hacer conocer lo que hacés y sino de otra forma por ahí sería más difícil. Si no, no sé, si no pasarías el filtro tal vez de un editor o de alguien que decida publicarte el libro. Hoy en día podés publicar vos mismo ni siquiera en papel, ya directamente te armás un blog, ponés en Facebook, vas poniendo tus cosas y en ese sentido está bueno hacer ver un poco lo que producís. Pero después se genera eso, como vos decís: un océano inmenso de que todo el mundo está mostrando y por ahí se pierde un poco eso; lo tuyo se pierde porque ya estás tapado, al final es contraproducente. Lo pueden ver algunas personas, seguramente, pero después es tanta producción de tanta gente que… no sólo en poesía, en general. Y aparte, yo por ejemplo, no pongo nada en ningún lado, ni siquiera me La Lewis Carroll | 103


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da mucho placer mandar cosas por mail y digital. Porque aparte se pierde el misterio. Digo: si yo sé que hay un autor que me gusta mucho, por ejemplo… cualquiera, no importa, y estoy esperando su poesía durante, no sé, dos años. Sacó un libro hoy y el próximo supongo que lo sacará en dos o tres años o cuando sea. Y bueno, yo lo espero atento. Pero si todos los días ves que sube un poema por Facebook y lo ves, bueno, cuando sale el libro ya lo conocés de memoria. Y aparte eso, ¿no? No entiendo la urgencia de estar todo el tiempo mostrando lo que vas a hacer. Porque hay mucha gente que muestra cómo va a ser la tapa del libro. Y después, cuando el libro sale de la imprenta, otra vez, cómo va a ser el prólogo. Y después sale el libro y ya mostraste todo. ¿Cuál es la urgencia? Ya va a salir el libro dentro de tres meses, y eso, no sé, esa urgencia no la entiendo. Pero es la que impone el ritmo diario de vida hoy, es así. La realidad hoy, la actualidad. Lamentablemente se impone que, a lo mejor, si no estás haciendo eso te sentís como rezagado. - Como adormecido. - Adormecido, rezagado, y que perdés un lugar, ¿no?, debe ser un lugar de pertenencia también un poco. A lo mejor se siente uno que perdés un lugar de pertenencia en lo que estás haciendo y yo no comparto, porque yo soy de la idea, estoy absolutamente convencido de que, si lo tuyo merece salir a la luz, va a salir. Mañana, pasado, dentro de quince años o después de muerto, pero va a salir, si es lo que preocupa. Esa urgencia de mostrar todo el tiempo por ser alguien o ser algo destacado en lo que hacés, bueno, me parece que si merece tu laburo ser reconocido, va a ser, ¿por qué no? - Hay que tener paciencia nada más. - Sí, y laburar. Si vos querés publicar, si vos escribís para publicar, hoy en día por suerte, eso está bueno, tenés las chances ¿viste?, o te lo autogestionás, o de alguna forma… 104 | La Lewis Carroll


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lección de anatomía: entrevista a Juan Iesari

por Frederic Lungwitz

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ara Juan el mural representa una sola cosa: tamaño. No concibe la dimensión en bastidores (que por otro lado sería carísimo hacerlos del tamaño que el necesita), hay una necesidad de pintar en tamaños enormes. No importa el lugar, no importa cuando: con un gran pedazo de pared alcanza. Eso sí, él sabe que cambia dependiendo donde pinte; para alguien que pinta paredes, subterráneos y en altura, no todo es lo mismo. De hecho no trabaja con muchos bocetos, al empezar la obra no sabe cómo va a quedar. De hecho no pinta con cuadrícula. Hay una imagen de referencia, pero toda en su cabeza: es el resultado de haber trabajado mucho tiempo con modelos vivos. Ahora a mano alzada y con un extensor hace todo; dibujando y corrigiendo. Me gusta más el tema de confundirme y tener que corregir la figura, pero por lo menos estudiarla y comprenderla la forma antes que solo calcarla. Hacer un mural no es un cambio de escala. Estar frente a la pared es otro mundo; no entran las mismas 106 | La Lewis Carroll


cosas, no hay muros de formato estándar, el grosor de un lápiz ocupa mucho más que el de un ladrillo en la pared. Es un baile de moverte: ir para un lado, ir para el otro. Usar el cuerpo, no solo la mano. No le preocupa desprenderse de su obra. Para mí, el hecho de no poderme llevar el pedazo de pared a mi casa me angustiaría, pero a él no. Desde que pintaba en el taller, lo hacía sobre sus cuadros ya pintados. Soy inconformista. O veo o creo que siempre puedo hacer algo mejor, entonces me deja de gustar al tiempo lo que hago y quiero hacerlo mejor. Tampoco visita los lugares en donde dejó pedazos de vida: sólo ve los murales que están en la zona por donde vive, cuando viaja. Igualmente, sí, hay murales que los representan, como los que pueden ver en esta nota, pero la búsqueda de algo mejor es incansable. Los artistas barrocos, los clásicos lo llevaron a pintar, a usar sus técnicas. Más que lo contemporáneo siempre me gustó lo anterior al siglo XX. Rembrandt, Caravaggio, Velázquez. Unos monstruos. Y después Sorolla. Y Sisqueiros ya en el muralismo. Pero no toma su estilo ni su temática, no puede ni quiere. Es un muralista influenciado por pintores. Soy más ilustrativo, ellos eran más pictóricos de taller. Capaz como pinto yo tiene un poco de eso, pero La Lewis Carroll | 107


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después por el tema de la línea y contornear la figura, se vuelve ilustrativo. Igual sabe que la originalidad no existe. No hay copias. Las cosas se reinventan. Todo está inventado y es muy imposible que una sola persona vea una cosa como la ve y otro no la vea igual. Es un fervoroso creyente del inconsciente colectivo. El humano siempre tiene algo colectivo que lo representa. El estilo mío, seguramente si buscás, vas a encontrar a alguien con el mismo estilo aunque yo no lo conozca, lo va a tener. Me ha pasado de tener ideas, de trabajar con los órganos humanos y las similitudes con la naturaleza. Y después de que hago la obra me dicen che ¿viste a tal artista? Te inspiraste en él ¿no? Miro y es lo mismo, yo no lo había visto, pero era lo mismo. El cuerpo humano. En la antigua medicina, donde no había fotografía ni rayos X, los cuerpos eran abiertos y los pintores dibujaban las partes internas, un tipo de grabado antiguo que empezó a llamar la atención de Iesari. A partir de entonces busca similitudes entre nuestros órganos y cosas de su imaginario. Cavernas, cuevas, serpientes. Y de ellos tomó también la búsqueda empírica de la forma. La fotografía, capáz, si vos lo calcás perfectamente se ve bien porque se ve como una foto. Está el escorzo, está la rodilla de un 108 | La Lewis Carroll


tamaño que tendría que ser, pero si vos analizas el escorzo y exagerás un poco más la rodilla, o exagerás el torso para que tenga ese giro, es un plus que en la fotografía no sale, pero que genera una mejor sensación óptica.

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Fiesta Gusana - 05/08 22 hs.

eventos culturales julio - agosto

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Iris Trio - La mรกquina de hacer chacareras - 28/07 21 hs.


Rosariada // Jacarandaes // Catukuá Este viernes 21 de Julio en Casa Abierta - Universo Cultural (Pellegrini 156 - entre Boedo y Saenz, Lomas de Zamora) se dará lugar al evento que dimos en llamar “LA ROSARIADA”. Un hecho cultural hermoso y gestado entre amigos. HABRÁ MÚSICA: con Jacarandaes tenemos el honor gigante de compartir fecha con una de las voces más hermosas que tuvimos el placer de escuchar: ¡¡¡Catukuá!!! Entrada gratis

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Tramoyeada - 22/07 20.30 hs.

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