Lo que el corazón sentía y la m irada ya no decía A quien me inspira
Cuando se miró al espejo Ya no notó en su mirada el amor… Sí, ese amor que reflejaba, cada vez que en él pensaba Y que su mirada le mostraba. Cada vez que observaba su reflejo todos los días frente al espejo… Encontraba una enorme sonrisa que no precisamente de los labios provenía. Pensar en él, reflejaba su alegría… eso contemplaba aquel que la veía, porque su mirada era tan amplia que no se necesitaban palabras para saber lo que ella sentía. En la ventana de su alma, el amor, su alegría y sus sonrisas ya no eran notables. Tal vez … ¿Ella intentaba olvidarle? ¿Quería dejar de quererle? y con su silencio creyó que podría ocultarle. Ese amor… que de su mirada y de su sonrisa se ocultaba Aquel que ya nadie notaba
Aquel que ya nadie veía, En alguna parte yacía Quizá en: Cada vez que lo pensaba Cada vez que lo soñaba Cada vez que de él escribía. Cuando su corazón con rapidez latía le indicaba que su amor por él aun prevalecía… ¿Que cómo lo sabía?... Los latidos de su corazón, siempre los sentía un pulso normal todos los días, pero… este se alegraba, se alteraba y saltaba Cada vez que lo veía. Y ahí… en ese momento, en ese instante, supo, que aunque pasen los días transcurran los minutos y segundos; sin saber de él, sin verle, sin escucharle, lo que por él siente, presente siempre estaría.
(20 de septiembre de 2013)
S ólo fue un sueño Tenía todo, todo lo que me enamora pero le faltaba una sola cosa... sentir amor por mí.
Roma Remirp Im Arap
¿Qué es el amor? Alguien me pregunta. Miro fijamente hacia ningún lugar y trato de responder, pero no puedo hacerlo. ¿Cómo voy decirle qué es eso? ¿Debo decirle que es de color rojo, azul, amarillo quizá verde en forma de qué? Quiero responderle, tal vez mi respuesta es correcta, pero algo me detiene. Desde pequeña he soñado con poder palparlo, sentirlo y acariciarlo y que este haga lo mismo conmigo. Sé que es real, pero no sé si siempre es correspondido. “No, tú no sabes qué es el amor, tardaste demasiado en responder. Déjame decirte que el amor no existe y no existe porque no hay persona que sienta algo tan grande por otra; en este maldito lugar todos se preocupan por sí mismos y por nadie más ¿Entiendes?” Entonces pienso que… el amor sí existe y es así porque por algo me lo mencionó, porque es algo tan grande pero que pocos sienten, eso es lo que yo entiendo. No concibo que todo mundo hable del amor y no exista. Camino a casa como de costumbre con la mirada perdida. Pareciera que mi cuerpo avanza mecánicamente, solo pongo atención para no caer, para no correr riesgos por no fijarme en lo que me rodea. No tengo ninguna razón para hacerlo. Me sé los baches de memoria, el lugar donde se acumula la basura, el olor que trae el viento junto con kilogramos de tierra; sé cómo son los perros que me ladran y los que solo me miran, sé que a esta hora la calle esta vacía de personas que siempre van a prisa
y que a nadie le importa si traigo la cara mojada, si mi mirada es triste, si sonrió, si corro; a nadie le importa quién diablos soy yo, todos van a prisa hacia algún lugar. Sigo pensando en la misma pregunta intentando por lo menos responderme para quedar de acuerdo conmigo misma. ¿Algo tan grande y que pocos lo sienten? ¿De qué tamaño y quiénes? No, eso no me describe al amor. Soy incapaz de describirlo y hasta de imaginármelo, pero me aferro en saber qué es, quiero saber lo que es el amor. Llego a casa sin más en qué pensar, voy directo a mi cuarto; sin encender la luz camino hasta llegar a mi cama, me recuesto y me pierdo en un sueño. Tuve un sueño tan extraño… Hace tiempo me di cuenta que mis sueños tienen algo en común. No sé cuando comenzó, lo único que sé es que lo que parece un sueño terminado, a la otra noche sigue continuando. Todas las noches durante el mismo sueño, convivo con una misma persona, alguien que me hace reír y que ríe conmigo, me cuenta lo que hace y le cuento lo que hago, nos despedimos todas las mañanas, pero vuelvo a verlo por las noches. Me encanta dormir y más ahora que sé que él estará ahí, esperando a que cierre los ojos. Aunque solo forma parte de mis sueños me gusta estar con él y espero ansiosamente
cada
noche
para
hablarle.
Hemos compartido varias madrugadas y no me importa que sean horas para dormir, es un placer conocerle y compartir mis noches con él. No puedo describirlo, no puedo decir cómo es; si es alto, ojos azules, verdes, rojos o negros, no lo sé y hasta ahora no me había puesto a pensar en eso, mas no puedo describirlo porque no lo sé, solo lo he sentido, he sentido su compañía, he oído sus risas y tocado sus manos, pero no he tenido la oportunidad de ver sus ojos, ni tocar sus labios pero con lo que conozco me conformo.
Los días siguen su curso, estoy segura de que hoy lo veré; veré sus ojos, tocaré sus manos y sabré cómo es él. Estoy emocionada y muy nerviosa, lo único que espero es no llegar tarde por eso decido cerrar más temprano los ojos. Tiiiiiii, tiiiiiiiiiiiiii, tiiiiiiiiiiiiiiiii, suena mi hermosa alarma… Sé que es hora de levantarme, no pongo “peros” para hacerlo, presiento que hoy será un gran día. Me miro al espejo y veo a una chica sonriente de veintiún años, con el cabello alborotado (castaño), ojos brillantes, ¿bonita? sí un poco y con suficiente tiempo para prepararse. Aunque soy mujer no necesito demasiado tiempo para saber qué ponerme, cómo maquillarme o peinarme,
todo eso lo planeo en mente. Me
apresuro y salgo en camino para verlo por primera vez de pies a cabeza frente a mí. Es tarde, pienso “ojalá y esté ahí” pero no lo encuentro por ninguna parte, quizá no era el día, tal vez deba esperar aún más. Me detengo frente a ¿una pirámide? mmm sí eso parece, miro hacia arriba y creo verlo, no sé si lo esté confundiendo pero algo me dice que es él y lo sé porque me lo dice el corazón; me lo dice con sus presurosos latidos. Lo estoy viendo, está un poco lejos de mí; estamos en medio de tanta gente pero él no sabe que estoy aquí, que estoy temblando y que aunque he convivido con él durante varias noches no sé cómo presentarme frente a él. Camino lentamente, pareciera que cuento los pasos que me quedan para llegar a él; de pronto me mira y lo sé porque el sol se encuentra en el punto más alto y me permite ver sus ojos, su cara, sus labios; toda su figura. No sé cómo describir este momento, solo sé que ya no quiero verlo solo en sueños, quiero verlo cuanto más sea posible frente a mí. No se puede tener todo a la vez, pero los días en que la luz del día me permite verle, tocarle, abrazarle, verme en sus ojos, tocar sus labios con los míos y caminar
de su mano; son reales a pesar de que me parece un sueño, algo que no quiero que acabe, no quiero ver el final, quiero continuar. Es bonito sentir lo que ahora siento, mis ojos sonríen cada vez que en él pienso, cuando lo veo, cuando lo beso y ahora sé que lo quiero, lo aprecio y que de un momento a otro lo hice parte de mí. No pedí autorización para hacerlo pero él tampoco se negó, cada noche estaba ahí conmigo y sé que como yo él tiene una vida antes de mí y yo antes de él. Solo quiero que mis ojos sigan sonriendo junto con el corazón y todo lo que soy. Me gustan sus labios, sus manos, su cabello, me gusta él; pasear con él, abrazarlo, besarlo, soñarlo, dormir con él, verlo dormir; reír, soñar, despertar pero con él. Los días pasaron… Entre más lo conocía más me enamoraba de él, sin embargo, creo que no sucedió lo mismo con él. Cuando creí que estábamos más cerca que nunca, empecé a sentirlo distante, distinto y no logré enamorarlo. Tal vez se enamoró de las palabras, de las letras que formaban versos, pensamientos y hasta poemas que por las noches decidía escribir; pero no de mí. Yo una niña estúpida, ingenua, inexperta en cosas del amor, porque jamás lo he conocido y a pesar de anhelarlo no lo he logrado. No sé amar, sólo sé llorar si se va, si no está y soñar, nada más que soñar. No puedo ofrecer más que un abrazo, un beso, una caricia y palabras que me salen del corazón. Puedo compartir el silencio, hasta el ruido si quiere, pensarlo todos los días y preocuparme por él cada que se encuentra lejos de mí; sí nada más. Sé que es bastante poco, no, eso no es nada, eso lo hace y lo da cualquiera. Él necesita algo mejor que eso; necesita que jueguen con sus sentimientos y que lo olviden por mucho tiempo para que sea él quien extrañe, sea él quien llore y sea él quien piense en alguien.
Hoy al igual que hace un año, él está ausente, aún más ausente, solo me imagino lo que hace pero sólo eso. Pienso en él, me pregunto si se encuentra bien, si está cansado, desvelado, angustiado, feliz, saludable, si por lo menos una vez en su pensamiento he estado y muchas cosas más. Me lo pregunto todos los días a la misma hora (cada que abro los ojos) pero no obtengo respuesta. Aunque quiero saberlo, no le pregunto, sólo sé que está muy lejos, tanto que ya no puedo verlo ni sentirlo. Sé que allá muy lejos, donde ahora se encuentra, va y viene de un lugar a otro siempre en compañía de sus melodías favoritas y me conforta saber aunque sea eso. No importa que no piense en mí, que no me extrañe ni se pregunte nada de mí. Vuelvo a recostarme y me pregunto ¿Cuándo fue que todo comenzó?... Hoy mi corazón se siente afligido, cierro los ojos y no puedo contener el llanto. Mi almohada poco a poco empieza a humedecerse, ¿Será otra noche en que ella me espere? Sí, que espere a que de tantas preguntas me canse y sin darme cuenta dormida quede… Recuerdo todo como si hubiera sido ayer; en un principio tuve miedo, miedo de quererlo, porque después de eso sabía que no soportaría perderlo, mas no me importó y decidí conocerlo. Todo comenzó hace trece meses, recuerdo cada día junto a él, cada momento, cada beso, cada minuto que viví. Extraño esas madrugadas compartidas, las risas, sus historias, sus ojos, sus manos; lo extraño. Han pasado varios días sin saber de él. Ya sabía que él estaría lejos de mí, pero no sabía qué tan lejos. No sabía que ya no habría mensajes, ni más sueños para verle, ni llamadas que me permitieran escucharle.
Se fue y casi me dijo adiós, se despidió y mucho me dolió. Me dolió no verlo antes de partir pero también que se fuera; me duele no verlo, no saber de él, me duele que me olvide y que cada vez más se aleje. No quiero que me recuerde si no quiere, ni obligarlo a que me quiera si no lo siente. Sólo espero que algún día regrese; que me mire en vez de verse en mis ojos y que utilice sus labios para despedirse. Entonces, solo entonces me iré, no sé si mirando el suelo o al cielo, pero me iré y no me llevaré nada de lo que le di con la mejor intensión, aunque eso implique quedarme sin parte de mi corazón… Es tarde, todo está obscuro y me han dado ganas de escribir.
Mis mejores
cómplices son las letras, ellas me ayudan a construir distintos versos, los cuales explican parte de mis pensamientos. Todo ello va dirigido a quien se supone no lee por conocer más, si no para ignorar menos; pero pienso que me ignora entre más me lee. Quizá aún no me haya leído totalmente, o hace mucho que dejó de hacerlo; tal vez ya no tiene tiempo o para él es algo común lo que siento. Abro los ojos y solo veo oscuridad, limpio mis lágrimas, me siento a una orilla de la cama, no pasa mucho tiempo; enciendo la luz y comienzo desbordarme de recuerdos. Lo único que puedo hacer en este momento es escribir y escribir moviendo lentamente los dedos. La mirada se me nubla cada que mis ojos se inundan pero lo soluciono con un pequeño parpadeo; las gotas caen lentamente y se secan en mi rostro sin poder llegar al suelo.
Quisiera decirte… A. G. C.
GrAcias por todo, ciertamente es un placer conocerte. Probablemente piensas que no me has dado mucho para sentir algo tan profundo pero la verdad es que me diste demasiado; todo lo que compartí contigo jamás con nadie lo había compartido, a nadie había tenido tan cerca, nadie me había dado un beso, un aBrazo, ni días tan cálidos como tú lo has hecho. Prometí que algún día te diría lo que siento, y ese “algún día” llegó, lamento que no pueda hacerlo de frente pero (aunque quise) no pude hacerlo. Lamento haberte ahogado; te inunde de letras al escribirte demasiado, pero es que Resultaba agradable poder leer nuevamente nuestras historias que jamás me invadió el cansancio. No supe cómo hacer para que quisieras quedarte a compartir tus días conmigo. Jamás me he arrepentido de todo lo que he hecho y lo que no para disfrutar los momentos contigo. Ahora sólo quiero mirarte a los ojos y decirte que te quiero, y lo sé porque lo siento, pero también decir por primera vez un “te amo” a ti mi sueño; porque lo único que quiero es que estés bien, que seas feliz no importa que no estés aquí; aunque no vuelva a verme en tus ojos, estrecharte en mis brazos, a dormir contigo y abrir por las mañanas los ojos para verte a mi lado. Estoy satisfecha con lo que dije, con lo que Hice y lo que di, porque nada de eso es mentira. Sé que no te tuve y que por lo mismo no puedo perderte y aunque no encuentro consuelo Alguno, me basta con cerrar los ojos y esperar pacientemente para volver a verte a pesar de que no vuelva a Mirarme en tus ojos.
Bien, he terminado, aún no sé si he escrito todo lo que había guardado pero son cosas que me hubieran gustado decir. Es de madrugada y siento muy pesados los párpados, es hora de dormir; seguramente será otra noche en que me cueste hacerlo y pasaré pensando cómo ser alguien más; sí ya no quiero ser yo ni un poco más, solo quiero dejar de llorar. Sin verme al espejo sé que tengo unas enormes ojeras así que es hora de descansar y buscarlo una vez más en sueños. Apago todas las luces, me meto bajo las sábanas, cierro los ojos que me tratan de inundar; abrazo mi pequeña almohada, que aunque ya esté bastante harta de un momento a otro me logra consolar… y duermo profundamente esperando en largo tiempo despertar. Suena la alarma; ya no es un “Tiiiiiii, tiiiiiiiiiiiiii, tiiiiiiiiiiiiiiiii”, es raro no recuerdo haber modificado el timbrado. Abro los ojos… me digo: Tuve un sueño tan extraño; amaneció y responderme no he logrado. Hoy tengo que salir de viaje, se me ha hecho tarde y mientras preparo todo me sigo preguntando… “¿Qué es el amor?...” No tengo aún respuesta, pero estoy segura de que el amor no acaba…