3:52 A.M. (sólo textos)

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Gula TENGO HAMBRE/ HAMBRE DE TUS UÑAS, RASGUÑÁNDOME LA ESPALDA HASTA SANGRAR/ HAMBRE DE TU VOZ, GIMIENDO EN MI OIDO, ATURDIÉNDOME/ HAMBRE DE TU BOCA, MORDIÉNDOME EL CUELLO HASTA DEJARME TU MARCA, Y QUE TU MARCA NO SE VAYA EN UNA SEMANA, HASTA QUE TE VUELVA A ENCONTRAR/ TENGO HAMBRE DE TU CENTRO, APRETÁNDOME MIENTRAS TE SACUDÍS, MIENTRAS TE ESTREMECÉS Y ME APRISIONÁS CON TUS PIERNAS, CADA VEZ MÁS TENSA, CADA VEZ MÁS CERCA/ TENGO HAMBRE DE TU LENGUA, RECORRIENDO MI CUERPO, Y QUE CON TUS DIENTES ME DEVORÉS LAS TETAS, ME RASGUÉS LA PIEL DEL OMBLIGO Y SIGÁS BAJANDO HASTA HACERME GRITAR/ TENGO HAMBRE DE TU SALIVA, LLENANDO MI CENTRO, PONIÉNDOME DURA HASTA ROGARTE QUE ENTRES Y SIENTAS CÓMO ME VOY CERRANDO HASTA ACABAR/ PERO NO QUIERO HACERLO, QUIERO QUE VOS ACABÉS PRIMERO Y ME DUELA EL ABRAZO DE TU ORGASMO, QUE ME QUITES EL AIRE CUANDO SE ACABE EL TUYO Y VOLVAMOS A RESPIRAR ENVUELTAS EN SUDOR/ EN EL TUYO Y EN EL MÍO, QUE YA NO SERÁN NUESTROS, COMO EL ALIENTO, COMO ESTA CAMA/ QUIERO QUE ME QUEDE TU GUSTO EN LA BOCA Y TU OLOR EN TODA MI CARA/ QUIERO QUE QUEDEN LAS HUELLAS DE TUS UÑAS Y DIENTES EN TODA MI PIEL Y QUE ME ARDA VESTIRME, ASÍ NO LO HAGO Y VOLVÉS A GOZARME Y YO A VOS, INSACIABLES, DESQUICIADAS, EXTASIADAS// Regalo YA PENSÉ QUÉ QUIERO PARA NAVIDAD/ QUIERO UN TRÍO CON VOS Y TU NOVIA/ QUE MIENTRAS TU LENGUA SUBA, BAJE Y HAGA CÍRCULOS EN MI CLÍTORIS, TU NOVIA ME TOQUE LAS TETAS, FROTÁNDOME FRENÉTICAMENTE LOS PEZONES/ QUE MIENTRAS TIRONEES MI VULVA CON TUS DIENTES, ELLA ME COMA LA BOCA CON DESESPERACIÓN, ENTUMECIÉNDOME LOS LABIOS/ QUE CUANDO VOS ME ESTÉS BESANDO ELLA ME PENETRE HASTA LA GARGANTA, BRUTALMENTE, HACIENDO QUE YO TE DESTROCE LA BOCA CON MIS DIENTES Y POR POCO ARRANQUE EL MECHÓN DE TU PELO QUE CUELGA SOBRE MI CARA/ QUE ESTEMOS TAN MOJADAS QUE NO SEPAMOS QUÉ ES SUDOR, QUÉ ES FLUJO Y QUÉ ES SALIVA/ QUE COMPITAMOS INCONSCIENTEMENTE PARA VER QUIÉN GIME MÁS FUERTE/ QUE SE NOS SEQUE LA BOCA POR LA AGITACIÓN, QUE LAS TRES NOS MASTURBEMOS EN TRIÁNGULO Y NOS ESPEREMOS HASTA QUE NO AGUANTES MÁS Y TE EMPEÑES EN HACERME LLEGAR ANTES, PERO QUE ACABE PRIMERO TU NOVIA, DESPUÉS VOS Y LUEGO, ENTRE LAS DOS, ME HAGAN VENIR MUY FUERTE// Dócil UNA CADENA EN MI CUELLO HELADO DERRITIÉNDOSE EN MI PECHO GOLDEN AGE OF GROTESQUE A TODO VOLUMEN VOS DESNUDA, SALVO POR TUS BORCEGOS UÑAS NEGRAS, LARGAS, POSTIZAS PESTAÑAS NEGRAS, LARGAS, POSTIZAS LABIOS ROJOS, MUY ROJOS, QUE NO VOY A BESAR


QUE SÓLO ME DARÁN DOLOR Y PLACER PIEL PÁLIDA, MUY PÁLIDA, QUE DEJARÉ VIOLETA, MUY VIOLETA, Y ROJA HIELO DERRITIÉNDOSE EN MI VAGINA QUE DEJARÁS AhÍ HASTA EL FINAL MIENTRAS COMÉS EL HELADO COMO SI QUISIERAS COMERME LA CARNE PONDRÁS MÁS HIELO CUANDO SE ACABE ESE Y LO DESLIZARÁS HASTA EL FINAL DE MOBSCENE Y ME LO HARÁS COMER Y LO HARÉ COMO SI QUISIERA COMERTE LA CARNE TE ESCUPIRÉ, PARA PROVOCARTE PARA QUE TIRÉS LA CADENA Y ME ACERQUÉS A TU CARA PARA QUE ME TIRÉS EL PELO HACIA ATRÁS Y ROMPÁS MI PIEL CON TUS DIENTES Y LIMPIÉS MI SANGRE CON TU LENGUA ME MIRARÁS CON OJOS ASESINOS ME BESARÁS TE IRÁS NO NOS VEREMOS JAMÁS Humedad Corre, el agua corre. Se lleva lo que queda de vos en mí, en mi piel Se desliza suavemente como vos en mí, en mi piel. Se lleva tu olor, tu sabor. Se lleva todo, de vos, de mí. Todo lo que fuimos anoche, o lo que dejamos de ser entre agitación y gemidos, entre tu sudor y el mío. Me moja, me empapa, me recorre, me llena. Sigue su camino y se va. Se va con vos, con tu esencia, Con la ausencia que impregnaste En mi piel, en mi boca, en mí toda. Extra smooth Domingo, domingo otra vez y vos seguís lejos, seguís lejos y las conversaciones telefónicas guarras no alcanzan a satisfacerme, me quedo con una calentura tan grande que no me es suficiente una paja para calmarla/ Un baño, necesito un baño para bajar un poco, una buena sesión de espuma y silencio, el agua caliente cubriéndome todo el cuerpo y el vapor llegando a mis pulmones/ Pensar en otra cosa que no seas vos, que no sea ese cuerpo delicioso y esa maravillosa forma de coger que tenés/ Pensar en nada, sólo en la luz tenue, en las formas que toman las gotas cuando se juntan en los azulejos, en que mañana es lunes y vuelve a morar mi libido aplastada por los quehaceres


semanales/ No, hoy es domingo y me queda tiempo y tensiones sexuales que relajar para empezar la semana enfocada, me queda la bañera, impecable, esperándome para darme el placer que sólo se obtiene en soledad, rodeada simplemente de mí misma y de los pensamientos inconexos que se agolpan en mi cerebro cada vez que me baño sola/Abro el grifo, todavía vestida, y ya empiezan a aparecer imágenes ahora absurdas en mi cabeza, como ese colectivo de la línea seis que tenía luces rojas exclusivamente (inclusive las luces que en otros colectivos son blancas, frías, espantosas, que le dan un breve y tenue brillo mortuorio a todxs lxs pasajerxs), unos dados colgando del techo y una simpática variedad de espejos rodeados de peluche rojo, por supuesto/ Recuerdo la canción que estaban pasando en el momento en que nos callamos, que me hizo pensar en las canciones que dedicamos y qué tan efímero es todo cuando lo asociás a las personas, cómo podés pasar de escuchar setenta veces al día el tema que odiarás por setenta años porque a tu novia se le ocurrió hacerte pelota el alma y jugar payanitas hasta que escucha de tu boca la bronca que todo tu interior quiere graznarle/ Lo mismo pasa cuando las insignificancias se tornan en lo más importante de tu vida porque son los detalles tuyos que me hicieron enamorarme de vos, loca y brutalmente y que inconscientemente incorporados a mi propia vida la pintan de rojo, como a las luces de ese colectivo que nos tocó compartir/Vuelvo, vuelvo a la bañera, que se llena lentamente de agua que me empaña los lentes/ Tengo que ir al oculista/ Tengo que hacer muchas cosas que anoté para no olvidarme, pero que olvidé revisar/ Tengo que prestar más atención a lo que escribo para que no pierda sentido como mi mente cuando me baño con tantas ganas de bañarme con vos/ Me saco los lentes, los dejo en el borde de la bañera, en el espacio que queda entre el shampoo y el acondicionador y vuelvo a divagar, ahora sobre cómo y por qué las cosas cambian de nombre pero si las aprendés de chiquitx sigue sonándote el antiguo nombre en la cabeza de grande/ “Crema de enjuague”, me dijeron que se llamaba, ahora me dicen que se llama “acondicionador”, así te condicionan y te condicionás lo que sos y lo que todo es y lo que todxs somos/ ¿Quién dijo que yo era un objeto sexual? Yo, todxs, nadie, no importa, importa que ya está, ya me siento como uno y me siento bien así, y estoy a punto de sentirme aún mejor siendo mi propio juguete sexual y usándome como tal, para entretenerme, para distenderme, para enfocarme en otras cosas, cosas más importantes, total el sexo no es todo, o no es nada, es lo menos importante, o lo más…no importa/ Sólo quiero masturbarme, si sigo enredándome así se me va a cansar la mano al punto de no poder escribir con tal de llegar al orgasmo, que es a lo que todxs queremos llegar de una forma u otra, interpretando orgasmo literal o metafóricamente como el súmmum del placer, que sí que es a lo que todxs, consciente o inconscientemente, apuntamos, ¿no?/ Basta, la bañera ya se llenó, la habitación está repleta de vapor, igual que mi ropa, que se me ha pegado al cuerpo, a este cuerpo que deseás pero estás muy lejos para tener, que tendrás cuando vuelvas y yo tenga el tuyo, que deseo ahora mismo conmigo, pegado a mí, devorándome la razón y la dignidad/ ¿Por qué los objetos son lo que son en relación a los sujetos y los sujetos en relación a otros sujetos y objetos? Quiero saber porque quiero saber por qué me queda tan grande la bañera y tan vacío el cuerpo, tan egoísta la mano, tan insuficiente la paja/ Me lo pregunto después de haberme sumergido completamente, después de haberme sacado la ropa como con dos manos ajenas, después de haber censurado un montón de disparatesque quizás no estaban tan lejos de la cordura y de algún arbitrario sentido/ Una incertidumbre más en el baúl de preguntas inconclusas con respuestas ausentes y un jabón a la vista, listo para recorrer mi piel como si fuera tu mano, resbalándose en cada curva, perdiéndose debajo del agua cuando ya mi mano no quiere intermediarios para darme placer/ Emerjo, me sumerjo y vuelvo a emerger, con los ojos cerrados fuertemente, con dos dedos de mi mano derecha dentro


mío creyendo ser tuyos y dos dedos de la mano izquierda en un recorrido que no tardará demasiado en terminar, sobre todo si sigo pensándolos como tu lengua tan hambrienta, tan inquieta como la mía, que ya te quiere saborear entre respiraciones ahogadas de cuerpos que finalmente se encuentran/ No abriré los ojos hasta acabar, no quiero romper la burbuja que formó la idea de tenerte cerca, por más que al separar los párpados me cegará por un instante la realidad de azulejos desfigurados, espuma deshecha y espejos que sólo reflejan momentánea soledad/ Mantendré los ojos cerrados hasta dormirme, hasta enfermarme en el agua que ya está helada porque no estás vos, hasta despertarme arrugada, amalgamada en el último recuerdo de esa última paja antes de tu regreso, inesperado, abrupto y sobrecogedor, como tu beso, como tu cuerpo desnudo helándose y calentándose con el mío, apenas un par de horas después del añorado orgasmo// Voyage Faltan todavía quince minutos para que el colectivo parta y ya está repleto de familias que emprenden felizmente sus vacaciones, dirigiéndose al alivio del aire marino y las agitadas aguas de la Costa Atlántica/ Los choferes se calcinan esperando a lxs pasajerxs que faltan, sintiéndose quizás igual de asfixiados que yo por el calor seco e insoportable de la Terminal/ El lugar está repleto de inmigrantes y emigrantes temporarios, que huyen de sus lugares rutinarios por distintos lapsos de tiempo y comparten este breve momento de ansiedad con comprovincianos sin saberlo/ La emoción se puede sentir en el aire, en las conversaciones sobre los planes sin plan, sobre las compras absurdas y sobre vaya uno a saber qué más, porque los heladeros, el diarero, el sujeto que vende revistas para colorear y el desubicado cafetero interrumpen el constante murmullo con sus carismáticos vozarrones/ Inhalo el último rastro de tabaco que queda en este cigarrillo suave, pensando en el trabajo que me espera, no está nada mal, tres meses en un hostel pueden ser muy productivos, puedo conocer personajes interesantes, tener nuevas experiencias de toda índole…/ Me servirá el dinero y el poco tiempo libre para experimentar con la fotografía y el dibujo, aunque hace ya tres años que exploto las imágenes del mismo lugar, afortunadamente sin que se agoten/ Acomodo la gran mochila que es mi infalible compañera de viaje, la tuerzo un poco sobre mi hombro izquierdo, me agacho para tomar el bolso donde llevo cámaras, filtros, objetivos, trípode y demás elementos fotográficos y cuando me incorporo te veo/ No soy la única, los choferes también te siguen con la mirada mientras caminás como llevándote el mundo por delante, con la frente bien alta, el pelo largo castaño recogido en un rodete suelto, un poco despeinado, unas gafas cuadradas, enormes que te cubren los ojos, un vestido corto de llamativa que descubre tus delgadas y largas piernas/ Miro tus pies casi descalzos si no fuera por esas ojotas y pienso en lo mucho que sufrirás el aire acondicionado si no nos entregan frazadas/ Llevás tu equipaje al depósito al tiempo que subo al colectivo, sólollevás una valija roja con ruedas y un gran bolso de mano, señal de pocos días de estadía/ Como preví, el aire acondicionado enfría la piel de inmediato y seguramente le causa un breve resfrío a la mayoría de lxs pasajerxs/ Atravieso el pasillo esquivando infantes hiperactivos, intentando no golpearlos con el bolso al pasar; por fin llego al último asiento del lado derecho, al lado de la ventanilla, y luego de subir el bolso al portaequipajes, me desplomo en el lugar que será mío por las próximas veinticuatro horas aproximadamente/ Acomodo la mochila en el piso, me pongo los auriculares y cierro los ojos para disfrutar la música/ Me despierto con la frente pegada a la ventanilla, los brazos helados, los auriculares y los lentes torcidos, aun con mucho cansancio corporal/ Veo el atardecer en…Villa Mercedes, o algún lugar pasando San Luis, verde, ondulado y poblado de ganado; de fondo suena una película yanqui que seguramente es un bodrio, como digno film de larga distancia: comercial, apto para


todas las audiencias/ Sobre mi regazo reposa una bandeja que contiene un paquete individual de galletas dulces, un sánguche de miga de jamón y queso, una cucharita deplástico muy pequeña y un sobre de leche en polvo/ Evidentemente ya pasó la hora de la merienda, aunque igualmente me dispongo a preguntarle a mi ocasional compañera de viaje si estoy en lo cierto/ Vos estás ahí, al lado mío y en el nudo que se forma a la altura del diafragma/ Volteás después que yo lo hago y reacciono con una sonrisa que intenta esconder mi nerviosismo, a lo cual respondés con una hermosa y calma/ Logro pronunciar con coherencia y en mi habitual tono de voz para mi sorpresa- la pregunta y respondés negativamente con la cabeza/ Me saco los auriculares y me acomodo torpemente los lentes para después derretirme con tu pregunta/ “¿Dormiste bien?” preguntás, en un genuino tono de interés y con una mirada pícara iluminándote la cara/ “Ay, no me digás que ronqué a los cuatro vientos” respondo casi riendo, mordiéndome después el labio inferior con evidente fingida preocupación/ Reís con frescura, con la misma frescura que acompañaba tu caminar unas horas antes, como si no supieras que con esa risa te podés ganar el mundo o, mejor aun, no te importara/ “Un poquito” decís, frunciendo levemente los ojos y juntando el dedo índicey pulgar de la mano derecha, para luego volver a reír brevemente/ “Por lo menos no babeé” bromeo y sigo disfrutando tu frescura/ “Esta noche si babeás hacelo para el otro lado, ¿eh?” seguís el chiste, fingiendo rostro severo, que es inmediatamente cortado por una sonrisa de oreja a oreja/ “Bueno, pero no puedo roncar para un solo lado. ¿Tenés un par de medias para ponerme en la boca?” continúo la gracia, fruncís la nariz como con falso asco, “¿me conviene preguntarte eso o tenés otra solución? No sé, broches de ropa para la nariz, pañuelitos limpios de papel…”, reís con ganas y los viejos que van en los asientos contiguos miran con impaciencia porque no dejamos escuchar el bodrio/ “Alguna solución vamos a encontrar, por el bien de todos” bromeás con el rostro serio a punto de dejar de serlo/ El asistente de abordo se suma a la mirada de impaciencia de los viejos y nos pregunta qué queremos para tomar, sosteniendo una bandeja donde quedan ya muy pocos vasos de café, que es nuestra opción al unísono/ Propongo un brindis por el mar y una solución, chocamos los vasos y decís algo en un tono neutro que no invita a malinterpretar tus palabras: “a lanoche se me ocurrirá algo, tengo el cerebro más despierto”; sin embargo, por alguna razón, me provocás un escalofrío/ Un breve silencio se ve interrumpido con tu voz pronunciando tu nombre a modo de presentación, en medio de un sorbo largo de café que me quema hasta el hígado/ Te digo mi nombre al recuperarme del mal trago y hacés algo muy gracioso quizás por accidente o por no saber qué hacer, con cara de preocupación: extendés la mano con la que sujetás el sánguche de miga, no sé si para estrechar la mía por la presentación, o para mejorar mi situación con el café caliente/ Agarro mi sánguche y te lo ofrezco, imitando tu cara en broma, te reís, fingís una expresión ofendida y me decís que no es justo/ “Yo no te lo estoy ofreciendo entero” expresás, a lo que respondo mordiendo la proporción que le falta al tuyo, para luego intercambiarlos como si fueran distintos/ Sonreímos sin mirarnos, concentradas en enfriar el café, aunque la concentración dura poco y te pregunto adónde vas/ Termina la película y nuestra conversación sobre nuestros respectivos viajes se mezcla con molestos sonidos infantiles y otras charlas/ Estarás cerca deEstarás cerca de donde estaré yo, por un par de semanas, en tus primeras vacaciones sola, sin familia, sin amigxs, sin pareja; justo lo que necesitás: vos, el mar, libros de ciencia ficción, cigarrillos armados y un aperitivo diario/ Me contás tus planes y te imagino sola, sentada sobre una lona gruesa a rayas de dos tonos de verde, con el pelo suelto por debajo de una ancha vincha naranja, fumando y mirando el mar a cinco minutos de la noche, enfundada en un buzo blanco/ No sé qué imaginás vos cuando yo te cuento mis planes, pero tus ojos también se pierden en la misteriosa espesura de tus


pensamientos/ Llega la noche al tiempo que termino de hablarte, desaparecen los paisajes, aparecen las estrellas y me resulta inevitable fijar mi vista en ellas, igual que a vos, que te inclinás unos milímetros hacia mí para poder divisar el cielo/ A la distancia se ven unas luces diminutas, amarillas, de pueblo perdido en la ruta/ Ya han encendido las heladas luces del colectivo y la gente se va quedando callada a medida que se acerca la hora de la cena/ Los choferes se encargan de musicalizar el anochecer con melodías que no son de mi agrado, pero no me quejo porque la hermosa mujer que tengo la suerte de tener de compañera de viaje se está apoyando cómodamente en mi hombro, disponiéndose a dormir, pidiéndome que la despierte cuando traigan la cena/ Mis ojos no caben en sus cuencas por la sorpresa ante tu gesto y ruego que mi hombro te sea cómodo así verdaderamente te quedás ahí hasta la hora de la cena/ El silencio, la ausencia de paisajes y el movimiento continuo del colectivo me provocan un sopor inevitable, que se va instantáneamente al escuchar la voz del asistente de abordo a través del micrófono anunciando una parada técnica de quince minutos/ Me urge ir al baño, así que no dudo en despertarte apretándote gentilmente la rodilla, a lo que respondés acomodándote de tierna manera en tu asiento, dándome lugar para pasar/ Te vuelvo a ver después de haber ido al baño y de haber casi terminado el cigarrillo, ahora una campera gigantesca a cuadros verdes te cubre hasta las rodillas/ Me sonreís y no puedo negarme a acompañarte al baño, a soportar la eterna fila de mujeres mientras fumamos el último cigarrillo de la caja y me contás un sueño muy extraño que acabás de tener, cuyos protagonistas eran tuspadres…y yo/ te reís frescamente de mi expresión de extrañeza y me decís más a modo de indicación que de pedido que vayamos afuera porque no pensás esperar un segundo más para saciar necesidades básicas/ Perdemos de vista el colectivo y su malón de turistas y me pasás un porro para que lo encienda mientras hacés lo tuyo/ Lo fumamos hasta la mitad al tiempo que te cuento sueños extraños que aún recuerdo, la mayoría de los cuales son tan absurdos que, al sumarle mi forma de contarlos y los primeros efectos de la marihuana, te hacen doblar de risa/ Ya es hora de volver al colectivo, pero no quiero subir sin antes obedecer a un impulso/ Te tomo una mano y con un leve movimiento te pongo frente a mi, me inclino tímidamente y te beso por dos segundos, sin poder creer mi atrevimiento ni tu agradable respuesta/ Acomodás tu mano en la mía y nos dirigís al micro, diciéndome en chiste que eso debería haber sido después de la cena, que me estoy salteando pasos/ Hasta que el asistente de abordo aparece con las bandejas de la cena, media hora después, seguimos hablando y riéndonos de estupideces, tomadas de la mano, interrumpiéndonos con deliciosos besos breves/ Llega la comida, prendo el encendedor y te digo en broma que es para hacer más romántico el momento, vos sonreís con la mayor calidez que el rostro humano es capaz de expresar, me agarrás la cara con las dos manos y me das un beso que parece eterno/ Tus labios acarician los míos, después tus dientes los aprietan muy despacio, hacés una leve succión y abrís la boca lo suficiente como para animarme a tocar tu lengua con la mía, lentamente, como pidiendo permiso, permiso que me das por muy poco tiempo porque imprevisiblemente me soltás y te acomodás en el asiento para cenar/ El asistente de abordo nos ofrece varias opciones de bebidas y optamos por la gaseosa, otra vez al unísono, otra vez para soltar una carcajada breve y cómplice, un poco más cómplice esta vez/ “Después de la cena, te invito al cine” te digo en broma, brindando, y otra vez pronunciás esa sonrisa hermosa que ocupa todo el ancho de tu cara/ Comemos y hablamos de comida, como suele pasar en primeras cenas, hacemos una apuesta falsa sobre el argumento de la película que pondrán a continuación y nos comemos la cena mutuamente/ Luego el“azafato” retira las bandejas con restos de milanesa, ensalada jardinera, minipebete de jamón y queso y flan casero, y coloca los televisores para el futuro bodrio/ Ganás la falsa apuesta: una película de época, con


actores yanquis imitando pésimamente la tonada inglesa, vestuario recargado y música llena de cuerdas/ El azafato reparte almohaditas y frazadas, como si supiera el efecto que provocan por lo menos en mí ese tipo de películas/ “No te irás a dormir ahora, ¿no?” me preguntás levantando las cejas, “mirá que vos me invitaste al cine” continúa, sonriendo con picardía/ No sé en qué momento me duermo, sé que llegué a ver más que los títulos y menos que los créditos, y que ahora está todo oscuro y silencioso/ Dormís muy derecha en tu asiento, tapada hasta la nariz con la frazada, te miro unos segundos más y el sueño vuelve a vencerme/ Despierto, o mejor dicho vos me despertás, besándome el cuello y metiendo una mano por debajo de la frazada para acariciar mi estómago/ Giro y te beso, no nos importa la inevitable incomodidad del apoyabrazos, nos besamos agitadamente, mordiéndonos los labios, succionando con fuerza/ Quiero tocarte y no me dejás, me sujetás las manospor detrás de mi nuca con firmeza, dejando claro que querés que permanezcan ahí/ Seguís comiéndome la boca y ahora me tocás sobre el corpiño, deslizás una mano por mi panza, arañándome suavemente, subís, al tiempo que con la otra continuás sujetando mis manos/ Sólo las soltás para poder desprenderme el corpiño y estremecerme con tu tacto y tus uñas, que dejan de ser sutiles para hacerme arder la piel en líneas/ Chupás mi cuello, mis lóbulos, la curva externa de mis orejas, y todo el tiempo acariciás mis pezones haciendo círculos, alternando ese movimiento con masajes que cada vez me excitan más/ Me gusta que sólo me dejés besarte, que vos quieras hacer todo, lo inesperado de tu actitud, tomándome con creciente desesperación/ Se agitan nuestras respiraciones, me siento mojada y ya quiero que tus manos bajen y me desprendan el pantalón, pero no lo hacen/ Repentinamente me soltás, te das vuelta y después de pararte emprendés el camino al baño/ Todxs duermen, pero igual espero un poco menos de un minuto para seguirte, bajo la escalera y confirmo que en el piso inferior también todxs duermen/ Golpeo una vez la puerta y la abrís de inmediato, me agarrás la nuca conlas dos manos y me metés al baño con fuerza; alcanzo a cerrar la puerta con seguro y me sacás la remera rajándola un poco en el cuello por la aceleración/ Te desarmo el rodete mientras me besás el pecho y terminás de sacarme el corpiño; bajás, me comés las tetas, me desesperás, entrá, entrá ya/ Me desprendo el pantalón y vos me lo bajás, subís y me besás, me besás y me apretás la cola con las dos manos sobre el boxer; yo te sujeto y acaricio la nuca, enredando mis dedos en tu pelo/ Seguís besándome, ahora otra vez el cuello, con violencia; no doy más, entrame ya, haceme acabar con tus dedos recorriendo mi vagina, penetrándola brutalmente con dos dedos/ Me bajás el boxer y agarrándote la cabeza con ambas manos te subo, no quiero que me comas, quiero esto: te agarro una mano y hago que me metas un dedo, me encanta sentirte adentro, empaparte la mano mientras nos besamos y censuro mis gemidos por más que me estés dando tanto placer/ Imitás mi movimiento y hacés que te meta una mano por debajo de tu vestido, entrando sin quitarte la bombacha, sólo corriéndola a un costado/ Nos sentimos, nos besamos, nos exploramos, nos sacudimos, nos acercamos/ Ahora sólo soltamos nuestra respiración agitada en nuestros mutuos cuellos, aun adentro con uno, y ahora con dos dedos/ Comienza a arder, me penetrás fuerte y yo a vos, cada vez más cerca, cada vez menos silenciosas/ Siento cómo mi vagina se va cerrando, tensando hasta exprimir tus dedos con fuerza, empujándolos hacia fuera/ No puedo contenerme demasiado, no cuando estás adentro mío, tocándome tan bien; no puedo seguir, ya exploto/ Exploto, casi en silencio, sintiendo todo el cuerpo agarrotado, apretándote contra mi cuerpo hasta que se me calme la respiración/ Ya tranquilas, volvemos a nuestros asientos, me acomodo estirada en mi lugar y te echás sobre mí, dispuesta a dormir hasta llegar a tu destino, que resulta ser el mismo que el mío, aunque sea por unos pocos días de verano…o unos pocos días más//


Habitación LAS PAREDES SON VERDES, DE UN TONO MUY FRÍO DE VERDE, DEL PEOR/ PARECEN PAREDES DE HOSPITAL, NO IMPORTA SI PÚBLICO O PRIVADO, TAMPOCO ME IMPORTÓ SU COLOR CUANDO ENTRÉ A L HABITACIÓN/ SÓLO ME IMPORTÓ HACERTE LLEGAR/ AHORA QUE LO HICISTE Y QUE MIRÁS EL TECHO QUIZÁS INTENTANDO ENCONTRARLE ALGUNA FORMA A LA MANCHA DE HUMEDAD, EXAMINO LAS PAREDES Y SUELTO UNA RISA BREVE Y CASI IMPERCEPTIBLE AL LEER LO QUE OTRXS HUÉSPEDES DEJARON COMO MARCA PERSONAL EN LOS MUROS DE AQUELLA HABITACIÓN QUE COBIJÓ SU SEXUALIDAD POR UN PAR DE HORAS/ ALGUIEN MÁS NOTÓ LA TONALIDAD DE ESOS LÍMITES ESPACIALES POCO ACÚSTICOS Y PREGUNTÓ RETÓRICAMENTE EN UN GRAFFITI “¿A QUIÉN SE LE OCURRE PINTAR DE HOSPITAL UN TELO? QUÉ ENFERMO”. DE ESTO ÚLTIMO ME RÍO Y TE COMENTO LA GRACIA, PERO VOS ESTÁS REALMENTEABSTRAÍDA ANALIZANDO LAS MANCHAS DEL TECHO/ analizaría las manchas que hubieras dejado en el colchón de haberte sacado la bombacha, pero como yo- no querías dejar fragmentos de tu periodo en la cama de todo ese montón de nadies esporádicos y frecuentes a la vez/ YA HEMOS PASADO TRES NOCHES EN OTRAS HABITACIONES PERPETUAMENTE AJENAS, PERO NINGUNA COMO ESTA, NINGUNA NOS HABÍA INSPIRADO A OBSERVARLA CON TANTA ATENCIÓN DESPUÉS DEL ORGASMO, MIENTRAS ESPERAMOS EL MOLESTO LLAMADO TELEFÓNICO QUE NOS AVISA QUE DEBEMOS PAGAR E IRNOS O PAGAR AÚN MÁS/ NINGUNA NOS HABÍA INSPIRADO A HABLAR, SÓLO HABÍAMOS COGIDO, DESPUÉS NOS HABÍAMOS VESTIDO A LA VELOCIDAD DE LA VERGÜENZA, ESA VERGÜENZA QUE SE SIENTE AL DESPERTAR CON UN EXTRAÑO O UNA EXTRAÑA, Y LUEGO DE FINANCIAR LA APASIONADA ESTADÍA- HABÍAMOS PARTIDO EN DIRECCIONES OPUESTAS, SIN DECIRNOS MÁS QUE UN APRESURADO “NOS VEMOS” O “HABLAMOS DESPUÉS”, QUE DE HECHO SOLAMENTE SIGNIFICABAQUE NOS COMUNICARÍAMOS PARA ACORDAR UNA CITA MERA Y DIRECTAMENTE SEXUAL (EL RESTO DE LAS CITAS ES TAMBIÉN MERAMENTE SEXUAL, SIMPLEMENTE SE DIFERENCIAN UNAS DE OTRAS POR SU GRADO DE MEDIATEZ O INMEDIATEZ ORGÁSMICA; DESPUÉS DE TODO, LO QUE NOS MUEVE A HACER TODO LO QUE HACEMOS ES DIRECTA O INDIRECTAMENTE, CONSCIENTE O INCONSCIENTEMENTE- EL SEXO, ¿O ME EQUIVOCO?)/ ESCRIBO ESA MISMA FRASE EN UN ESPACIO LIBRE QUE QUEDA SOBRE LA CABECERA DE LA CAMA Y ME MIRÁS CON DESAPROBACIÓN; AÚN NO TE CONOZCO LO SUFICIENTE COMO PARA ENTENDER SI LO QUE RECHAZÁS ES MI PENSAMIENTO O MI ACCIONAR SOBRE LA PARED, PERO PRONTO DESPEJÁS MI DUDA QUITÁNDOME LA LAPICERA Y ESCRIBIENDO “PUES SÍ, TE EQUIVOCÁS; EL SEXO ES UNA NECESIDAD Y POR NECESIDAD VIVIMOS, PERO NO ES LA PRIMORDIAL, SÓLO ES POR LA QUE NOS DESVIVIMOS”/ TE LEO, TE MIRO, SUENA EL TELÉFONO, MIS OJOS SIGUEN FIJOS EN VOS, ESPERANDO UNA CONVERSACIÓN; VOS ESPERÁS ALGO MÁS, O ALGO MENOS, NO SÉ CÓMO CONSIDERARÁ TU ESCALA DE VALORES LO QUE PRETENDÉS AL PEDIR OTRO TURNO Y COLGAR, DEVOLVIÉNDOME LA MIRADA// Merengue rosado


Extraño/ Extraño sabor percibí en esa completa boca tuya/ Extraño ese gusto a merengue, esa boca que es mía cuando se junta con mis ganas de devorarte entera, cuando no soporto verte lejos e inaccesible a estos deseos que el tiempo pretende sacarme a jirones/ Me muerdo el labio inferior mientras te imagino, a kilómetros, casi desnuda, casi dormida, acomodándote para no dejarle espacio más que al recuerdo de tu nuca frente a mis ojos, una mano que era mía y ahora sólo le pertenece a tu cintura, que sólo quiero apretar contra la mía, ahora mismo, mientras evito que se me cierren los ojos en el mero desierto sin carne ni sangre que me interesen, lejos del merengue rosado, lejos del orgasmo/ Extraño/ Extraño sonido sigue a otro y así hasta el final/ Extraño ese sonido sólo tuyo, totalmente oportuno para enloquecerme, totalmente absurdo sin la coreografía de desnudez absoluta/ Absurdas estas líneas, que no te acercan ni alejan, que simplemente alargan el tiempo y el espacio intermedio y muerto, que únicamente me deja un sabor rancio en la boca, esta boca que ahora necesita tu dulce sabor, tu dulce carne, tu dulce concha// Limones ¿Alguna vez tuviste sueños eróticos que no lo eran? Un ejemplo: soñás que entrás a hurtadillas a la casa de un amigo, te da culpa y miedo que te vea adentro, mientras pensás en pajearte y eso te exita, salís de su casa con el impulso de robarte un limón pero no lo hacés porque todo el mundo sabe que no comprás limones, y si huelen en tu casa uno, se darán cuenta que lo robaste y exactamente de dónde/ Entonces te vas con las manos vacías, con muchas ganas de ocuparlas en una paja y de repente estás despierta, en tu cama, con la ventana totalmente abierta, deseando no haberte tocado dormida o que por lo menos los de la oficina de en frente o el departamento de arriba no te hayan visto/ Te tapás, no muy segura de estar despierta, y pasás la mano por debajo del short y de la bikini, empezás a tocarte ya con la certeza de estar completamente consciente, pero con la frustración de que tu clítoris quedó entre los limones// Viceversa Me encantaría cogerte/ Ahí está, lo dije/ Nos venimos mirando a la distancia en cada lugar donde coincidimos y ya empecé a imaginarme cómo te cogería/ Ahora te veo y te lo digo, pero me sale todo al revés y mi boca pronuncia otras palabras/ <<Me encantaría ser cogida por vos>>/ Te reís relajadamente y solucionás mi conflicto mente-boca con una simple propuesta/ <<¿Y si nos cogemos las dos? >>// Fitzgerald Ahí estoy yo, tirada sobre tu cama de plaza y media, en concha y tetas, tapada hasta la cintura con tu sábana floreada que parece de los años setenta pero todavía conserva el olor a nueva, como tu experiencia sexual, que parecería de larga data pero me sorprende saberte tan inexperta/ Espero que vuelvas a la cama mientras escucho la lluvia que por unos segundos no alcanzó a mojarnos y miro desde mi cómoda posición los nubarrones rojizos que siguen descargándose desde hace más de media hora, cuyo sonido fue silenciado por la música de Ella Fitzgerald y nuestros toscos gemidos/ Una luz tenue proveniente del comedor ilumina mi perfil y ahora, que miro a través del pasillo hacia allá, todo mi rostro adormilado por el sonido incesante de la precipitación, que continúa precipitando la próxima inconsciencia/ Si la pereza no se hubiera apoderado de mí, me levantaría a poner música en la computadora, pero antes de convencerme de hacerlo, termino de dormirme/ No sé cuánto tiempo pasa desde ese momento hasta que te siento a mi lado, toda mojada, con tus largos y castaños mechones sobre mi rostro y tus manos acariciándome el rostro y el cuello/ Sé que es sólo la segunda vez que cogemos y ya


estás demostrándome un cariño que no se siente por una cogida, por una chonga, invitándome a cenar, al cine para no soltarme la mano en toda la película, pagando todo al cien por ciento/ Quizás desde un principio yo no sería una simple chonga para vos, porque de lo contrario no hubiésemos sido amigas primero; igualmente ruego que no me mires con más que ojos de concha y no te estés encariñando de más, porque no quiero ir más allá del sexo con vos, que es una satisfacción más conceptual que carnal/ Me besás y bajás tus manos a mi estómago, tu frío y húmedo pelo sobre mi rostro ahora me da un escalofrío, que interpretás a tu favor y aprovechás para darme calor con tu respiración en mi oído, sabiendo que eso me enloquece/ Reacciono/ Te pongo sobre mí y te beso, totalmente despierta, totalmente caliente, te revuelvo el pelo, te aprieto contra mí y no sacudimos, nos agitamos, nos cogemos con frenesí/ Metés un dedo, luego dos y así, hasta partirme la concha con tupuño y aturdirte con mis gemidos de placentero dolor/ No quiero tu cariño, quiero tu sexo/ No quiero una mirada tierna, quiero una salvaje/ Carne y exceso, objetos sexuales, gemidos sin desayunos compartidos/ No quiero tu calor, quiero tu calentura, y partir tu recatado ser en dos a fuerza de orgasmos que tengan como único fin eso mismo, el fin// Modelo para armar Tamborileo los dedos sobre la mesa mientras todxs lxs presentes levantan la voz para hacerse escuchar entre la multitud/ Miro de reojo al dueño de la estridente risa que choca mi oído derecho y una ansiedad me lleva la mano a la boca para que no me deje ni una uña entera/ Huelo tu aroma, el más profundo, el más exquisito y con los dientes raspo lo que queda de vos por debajo de cada uña/ El jabón no llegó totalmente ahí y puedo saborearte levemente otra vez/ Te has perdido entre la gente y quiero verte para invitarte otra vezal baño, a que nadie nos note, que nadie nos oiga, ni siquiera nosotras, dentro de ese termo donde se acumulan todos los sonidos de esa fiesta otoñal/ Doy unas vueltas por el lugar, con la mirada extraviada entre los rostros que reconozco y los que no/ Encuentro amigas infalibles a la hora de hacerme bajar a tierra extirpándome una carcajada con algún chiste ácido sobre el contexto donde estamos/ Conversamos y aparecés, también hablando con un círculo de gente, seguramente parientes tuyos, por la semejanza de rostros y el lenguaje corporal/ Contacto visual, es todo lo que necesitamos para irnos de ahí/ ¿Adónde vamos? A otro termo, uno que acumule toda esta calentura, donde se escuchen sólo nuestros sonidos, donde no seamos nadie, sólo cuerpos desarmándose, sin instrucciones ni garantías// Trolebús Se me empañan los vidrios de los anteojos por respirarle encima a la bufanda y opto por desenroscarla, ya que limpiar los cristales significaría comenzar un círculo vicioso/ Han pasado tres canciones completas de Depeche Mode y me pregunto qué le habrá pasado al trole que debería estar llevándome al encuentro con un nuevo colega de alucinaciones productivas/ Finalmente lo veo acercarse, justo a tiempo para no llegar demasiado tarde, justo a tiempo para guardar la bufanda, sacar la tarjeta de la mochila que pide a gritos un reemplazo, y acomodarme la corbata antes de trepar los escalones del –a vecesdemasiado cálido vehículo/ Último viaje con esa carga/ La mitad de los asientos están vacíos, casualmente los individuales se encuentran ocupados/ Después de examinar y decidir dónde colocar mi trasero, con una breve pausa en la atractiva por alguna extraña razón muchacha que me mira con expresión de “¿Te conozco? ¡Sí, te conozco!, tomo el último asiento de la fila de pares/ Me acomodo los auriculares y paso a la carpeta deChemical Brothers, intentando vanamente subir el volumen, que ya está al máximo/ Miro por la ventanilla lxs peatones apretando el paso para refugiarse lo antes posible del


frío que cala los huesos y desvío la vista hacia lxs pasajerxs que circunstancialmente me acompañan/ La chica que me encuentra conocida se gira disimuladamente y, al ver que mis ojos están puestos sobre ella en ese instante, me sonríe cálida y contagiosamente y me saluda/ Por cortesía, simpatía y porque me ha llamado la atención, agito una mano en el aire en claro gesto de “hola”, lo cual le da pie a sentarse en el asiento que está justo delante de mí, esperar a que me saque los auriculares y decir mi nombre para que las dos estemos seguras que, de hecho, me conoce/ Curiosamente asistimos a los mismos lugares, conocemos las mismas personas, pero no nos dedicamos a lo mismo y yo no recuerdo su rostro dentro de los espacios comunes/ Ella me dice su nombre y me suena vagamente, luego expresa su gusto por mis performances pornoterroristas y me confiesa que puedo contar con ella para la próxima/ Habla con un tono calmo, sin dejar de lado la expresión amable en su rostro, que no tienenada fuera de lo común pero aún así me cautiva/ <<No tengo pensada una performance>> Le digo <<Pero sí me gustaría hacer algo porno, unas fotos, una videoinstalación o una cosa así>>/ Ella se inclina hacia donde estoy, mostrando gran interés por la idea, por lo que aprovecho y le cuento un poco más, aunque una llamada interrumpe el hilo de la conversación: mi nuevo colega está perdido en un viaje lisérgico y necesita terminarlo solo/ <<¿Te cancelaron el plan? >> Pregunta mi futura voluntaria pornoterrorista, frunciendo las cejas hacia arriba, sabiendo que asentiré con la cabeza/ <<Nos bajemos en la próxima y vamos a tomar un porrón>> Propongo muy convencida, plan que es inmediatamente aceptado/ Mientras caminamos hasta el proveedor de cerveza más cercano, le comento a mi interlocutora mi idea más reciente, completamente acelerada por el entusiasmo/ <<¿Quiénes serían las personas-pantalla que estarían cogiendo mientras se proyectan desnudos y porno sobre sus cuerpos y la cama vertical? >> Pregunta con ingenuidad nula, desafiándome, la chica de bufanda amarilla y campera verde musgo escocesa/ Yo sonrío con picardía, mordiéndome el labio, y le digo que no lo sé, que quizás vuelva a trabajar con gente del pasado/ Desvío el rumbo mientras le cuento sobre esa gente, hasta que llegamos a la puerta de Hawaii y le digo que me gustaría probar con alguien nuevx, sonriendo de la misma manera que ella, que se acerca a mí en un solo paso, me sujeta el rostro y me besa caso con cautela, lentamente, mordiéndome el labio inferior, crispándome los pelos de la nuca con una suave caricia después, separándome de ella por momentos para mirarme la boca y agregarle pequeñas dosis de violencia a cada beso/ Suficiente/ Entramos al telo de nombre caribeño/ No le presto atención a la decoración/ No me interesa la luz ni la cama/ Ella huele delicioso y me desabriga brutalmente/ Su bufanda y su campera yacen en el piso y voy por más/ Ahora sólo me interesa su carne, desnuda y extática/ Levanta los brazos para que se quite las capas de ropa y cuando llego al corpiño me tira a la cama y arremete contra mi pantalón/ Me quito la corbata, el pulóver y comienzo a desprenderme los botones de la camisa mientras ella me descalza y termina de bajarme el pantalón/ Se detiene un segundopara mirar mi ropa interior/ Ruego que el culotte de La Pantera Rosa no arruine la calentura/ Me mira conteniendo una risa, que suelta cuando mis nervios me llevan a liberar una también/ Sube y me besa, con las rodillas apoyadas a cada lado de mi cuerpo, sosteniéndome en un ángulo obtuso/ Caemos a la llanura y sigue la tarea de desprenderme la camisa al tiempo que le quito el corpiño/ Nos miramos otra vez, percibo sus pequeñas y perfectas tetas, con pezones muy rosados que alardean de su excitación y me llaman a devorarlos/ Ella se deleita con los míos primero/ Hinca sus dientes en la periferia de mis tetas/ Hundo mis uñas en su espalda, de abajo hacia arriba, para llamarla a besarme/ Lo hace/ Comienzo a bajarle la falda, el cancán y la bombacha, todo junto/ Se tira hacia un costado, de espaldas, para que me ponga encima de ella y acabe de desnudarla/ Giramos bruscamente, ahora las dos desnudas, comiéndonos boca, cuello, lóbulos; respirando


agitadamente en nuestros oídos; apretándonos el cuerpo/ Roe mi piel hasta el ombligo y entretiene mis pezones con sus dedos/ Baja las manos y me estruja la cadera al tiempo que su larga y angulosa lengua llega a mi clítoris, que lasiente tensa pero experta/ Tres movimientos distintos para volverme loca, un par de dedos muy adentro de mi vagina para perderme temporal y espacialmente, diez minutos para acabarle en la boca, temblando entera y sintiendo cómo las paredes internas de mi sexo la expulsan y laten desquiciadamente/ Inmediatamente después de la calma después del vértigo orgásmico, va al baño a lavarse/ Vuelve helada a abrigarse con mi carne y mi boca, que ansía la suya y siente hambre de su concha y su culo/ Se incorpora y busca algo en su campera: Virginia Slims/ La miro con extrañeza y ella sabe lo que quiero, pero no me lo dará ahora/ <<Dame el orgasmo en público>> Me dice, para después ofrecerme un cigarrillo y tirarse a mi lado a fumar hasta que se termine el fino vicio/ El público, días después, es testigo del tercer orgasmo suyo provocado por esta boca, ahora adicta a los cigarrillos finos, la depilación completa y los culos impecables// Gracias por nada Teclado pegajoso a mitad de semana, una página de porno gay y la llamada que interrumpe la paja/ Mi jefa, justo tengo que tener una mano bajo el pantalón para que me llame y me diga con toda la frescura de un caramelo mentolado que trabajo mañana y pasado/ Rostizarse por una tarde y una noche, esa es la consigna/ Rostizarse mientras pasan las horas y las señoras a tomar una limonada y a hablar sobre un viaje a Barcelona, ese es mi plan de fin de semana/ Mejor termino de masturbarme y preparo la mente y el cuerpo para la abstinencia total, no quiero pensar en dobles penetraciones mientras preparo un café manchado, o en un acabón abundante al tiempo que agito la coctelera con banana y leche en su interior/ La voz de mi jefa retumba en mi mente cual campana en caverna de hielo y quiebra en miles de microscópicos pedacitos mis posibilidades de alcanzar el orgasmo/ No hay nada que hacer, sólo apagar la computadora, mirar el techo con indignación y relajar los dedos índice y anular, para luego dormir sin siquiera tener sueños húmedos// Señorita, por favor Uno…dos…tres. ¡Track! Ahogo el grito que vociferaría en su oído insultando la genitalidad de varias generaciones anteriores a la suya y agradezco la suave y fresca caricia que viene después, acompañada de crema para evitar la irritación. No hay más pelos, se asegura de sacar los pocos que quedan con una de esas pincitas plateadas que torturan como una gota de aceite hirviendo en el reverso de la muñeca. No hay necesidad tampoco de pasarme la mano llena de crema tantas veces por toda la extensión de cada una de mis piernas ya venidas a menos, pero ella sigue hablándome de sus planes de verano con marido e hijos mientras la sustancia oleosa se absorbe caricia a caricia. ¿Nunca se te pasó por la cabeza una fantasía con la depiladora? Ahí estás vos, semi desnuda, no en tu mejor momento pero totalmente expuesta a sus manos y sus tirones, en una situación pseudo masoquista con una mujer que a veces resulta atractiva y a veces es el demonio que se alimenta de tu dolor, conjugando brillantemente ambas cualidades en la caricia previa y posterior al aullido reprimido. Hay una camilla, angosta pero al fin y al cabo horizontal, hay un agradable olor a cera y crema humectante, hace calor y seguramente la depiladora tiene una chaqueta o una vestimenta liviana, escasa y fácil de sacar. ¿No? ¿Nunca? No, la verdad es que desde los doce años voy a la misma muchacha a hacerle caso a la convención social de las mujeres lampiñas y no la veré


más que como a un electrodoméstico. Cruel definición, pero tan cierta como ese mandato divino de abrir tus piernas para fabricar humanidades. Con las mismas manos con las que te hace la tira de cola, le cambia el pañal a su función social como madre. Ya no es una mujer con deseos e ideas propias, ahora es la herramienta proteccionista de minoridades lloronas y apenas la ves cargar a sus hijos en brazos, dejás de pensar en ella como un posible polvo. No vas a comerte a una señora, por más que sólo te lleve diez años, o por más que tenga inclusive tu misma edad. Ya es una señora que se cruza a la esquina a comprar medialunas y a charlar sobre el clima con la otra señora, esta sí de unos sesenta y pico o setenta años de humor cambiante. Uno…dos…tres. ¡Track! Más crema, ahora en el cavado. Sólo me lleva diez años. Hace calor. Sólo cuatro botones de esa chaquetilla están prendidos y dejan ver, cuando se inclina a ponerme más cera (soplándola un poco para que no me queme demasiado), dos tetas húmedas, de tamaño perfecto, de pezones hermosos, redondos, pequeños y amarronados. De repente ella ya no es esa maquinita funcional amamantadora, ella vuelve a ser ella, como nunca la vi, secándose el sudor de la frente y poniéndome crema en el cavado, preguntándome con toda la confianza de trece años de conocernos qué hacemos las chicas que estamos con chicas. De repente ella se da cuenta que he mirado por debajo y que quiero que ella deje de ser una señora y sea, aunque más no sea por un par de horas, una chica que está con chicas. Trofeo Desconoceré toda mi vida cómo llegué a esta casa, aunque debería decir “nunca recordaré” la sucesión de hechos, dichos y movimientos que me llevaron hasta acá, hasta esta enorme cama kingsize ultra blanda de la cual me cuesta tanto salir. Hasta la laguna mental era martes a la noche y hoy miércoles es feriado, anoche estaba en una fiesta llena de minas estupidísimas forradas en guita que competían entre sí para ver quién captaba más miradas y conseguía más tragos gratis, hoy estoy al lado de una mina que no sé quién es pero que recuerdo haber encontrado en el otro lugar al que fuimos con Dylan (mi nuevo amigo californiano). Él no quería un espécimen de tan nula intensidad, a mí me daba lo mismo el lugar y la gente, así que no tuvo que insistir demasiado para que lo acompañara a otra fiesta, más adulta pero no por ello menos decepcionante. Curioso cómo se repiten los patrones de conducta de lxs cazadorxs, el ritual de apareamiento queer tanto en púberes como en jóvenes adultos y en adultos a secas. Ahí estaban todos los pavos reales mostrando sus plumas y todas las pavotas haciendo eso mismo, pavoneándose. Ahí estábamos Dylan y yo, recibiendo alcohol a cuatro manos, a dieciséis piernas y a sesenta y cuatro entrepiernas, matándonos la cabeza con la música electrónica y los gritos en un inglés muy deslucido por factores etílicos excesivos. Cinco metros por detrás del curiosamente elegante californiano estaba la mirada fija y seductora de quien tengo al lado, durmiendo plácidamente en el otro borde de su grandísima cama, totalmente desnuda y desposeída de toda dignidad después de una fugaz y olvidable noche de éxtasis beodo. Me miraba y sonreía mientras yo seguía discutiendo cada vez más absurda y acaloradamente con Dylan sobre las letras de nuestras canciones favoritas y sus múltiples significados. Bastó con que mis ojos se encontraran con los suyos una vez más para que me llamara con un gesto de la mano, justo cuando mi interlocutor se había ido a hablar con otro tipo de alta temperatura con una mujer que estaba cerca de quien ahora sin querer me muestra, dándose vuelta en la cama, su suave culo. No sé qué me dijo, ni qué pronuncié ante ella, no sé qué hicimos en la fiesta, ya la bebida y el humo del faso habían pateado mi memoria y mi conciencia a un costado,


bien lejos, y era en ese momento una autómata que sólo quería coger con esa mina. Ese deseo es el último recuerdo antes de la laguna, después tendría simples imágenes sin ideas, sin conceptos, sólo imágenes que ahora intento poner en palabras pero que me cuesta descifrar porque se funden en mi mente todas al mismo tiempo, como una sucesión de sensaciones y de formas inconexas que se apretujan frente a mis ojos. Se va toda la ropa, que no es mucha, quedan puestos los zapatos de taco aguja, se desgarran las medias finas y los accesorios no se salvan de la destrucción, ni los suyos ni los míos. Salen mis borceguíes, sale toda la ropa interior y sale sangre de nuestros labios, todos ellos, entre tanto frenesí. No podremos coger en días, pero supongo que valió la pena, por más que mi memoria no me permita definirlo. Sus uñas en mi espalda, en mi panza, en mis brazos. Su saliva en mi cuello, en mis manos y en mi concha. Mi lengua muy adentro de la suya. Pliegues deliciosos, lampiños, de un rosado enrojecido, ruborizado quizás por tanto furor de cunnilingus. Sus piernas, largas y delgadas, impecablemente suaves, eternas, deslizándose a través de las mías hasta mi culo, apretándome contra ella mientras me muerde la boca y gime como nunca escuché a nadie gemir, como si se le estuviera yendo el alma al centro de la tierra en cada vaivén y quisiera sofocarse con mis labios. Su trofeo y el mío, eso somos, tiradas acá entre tantos pliegues. Ella no despertará hasta dentro de unos minutos más, así que voy a dar una vuelta por su casa para ver si hay algo más interesante que su cuerpo de ninfa ninfomaníaca feromonauta. Veré su habitación y escucharé con atención los sonidos del resto de los cuartos para saber si estamos solas. Me llevaré esto. Esto también. Me llevaré este abrigo y lo que encuentre en sus bolsillos, lo que encuentre en la mesita de luz y en la cartera. Me iré con Dylan a intercambiar objetos de anoche y nos iremos a mariconear a otro lado. Polvo Cuando ves a alguien, ya sabés si querés cogértelx o no. Basta una mirada, quizás dos, para definir que ciertamente querés estar con ese cuerpo, con esa cara, tenerlos encima o debajo, o de costado, hechos un nudo con tu cuerpo y tu cara, saborear esa boca y ese cuello y seguir bajando, o que esa boca saboree la tuya y tu cuello y siga bajando. Sabés que querés devorarte a esa persona, no sabés exactamente cómo, pero alguna idea tenés, y mientras más mirás a ese sujeto-objeto de deseo, más ideas se te ocurren. El ritual de intercambiar teléfonos y de los encuentros previos, de las cervezas con o sin maní, de la cena y/o el cine y una multiplicidad de etcéteras previos al polvo, son simples pruebas o pistas para definir si esa cara y ese cuerpo no tienen adentro una personalidad psicópata que te mandará quinientos mensajes al día para verte otra vez cuando sola y justamente lo que querés es compartir uno o varios placeres horizontales con esa persona, ni más ni menos. También están aún lxs románticxs que quieren enamorarse y todo el paquete de felicidad que viene con esx compañerx de cogidas, y usan esas pruebas para lo mismo pero más a largo plazo, para definir si esx acompañante no está locx para que no le dé un dolor de cabeza o peores dolores en lapsos de tiempo mucho más largos que una noche de telo. La prueba no es sólo para medir el nivel de psicosis y neurosis de ese sujeto-objeto de deseo, sino también para esclarecer hipótesis de cómo será en la cama y luego de ella, para saber si es de lxs que hablan, gritan, se silencian, indican, toman el control o tantas otras cosas. Por lo general al momento de acostarse, esa persona suele sorprendernos, ya sea porque habló toda la noche y después ni siquiera suelta un mínimo gemido, ya sea porque tiene todo el control de su vida pero fuera de la ropa está perdidx.


En definitiva, lxs sujetos-objetos de deseo que somos todxs, nos chequeamos mientras nos cogemos en la mente, sólo para estar segurxs de que el polvo tangible no se pudra, ni nos lleve a una locura que constantemente tratamos de evitar, por más que durante el polvo nos volvamos más locxs que nunca. Dildoble Apoyo la cabeza contra el frío cristal del ochenta y uno esperando cierta calidez del sol que a duras penas se abre paso entre los nubarrones que me han acompañado toda la mañana burocrática. El mediodía se hace sentir en la cantidad de gente que sube y baja del ómnibus parada por parada. A este ritmo llegaré a mi casa en una hora o un poco más, pero no me molesta porque llevo música nueva en mi aparatito multiuso. Se liberan los dos asientos que están delante de mí e inmediatamente los toman unas chicas que parecen del último año de colegio secundario o primer año de la facultad. Por su alteración apostaría por la primera opción, aunque no portan ningún uniforme o algo distintivo de su escuela. Parecen muy emocionadas por el contenido de la bolsa que tiene una de ellas y su exaltación me produce curiosidad, por lo que apago la música sin quitarme los auriculares (espionaje para principiantes, como los lentes de sol para mirar sin que los demás noten que los estás mirando). - ¡Dale, no seas boluda, que ya lo quiero ver!- Alienta la muchacha que tiene mechones azules a la que tiene el pelo totalmente platinado, quien no puede disimular su alteración pero trata de contenerla para no mostrar el objeto en cuestión a todos los pasajeros del colectivo. - Tarada, no quiero que todo el bondi lo vea.- Se resiste la blonda chica, acomodándose un mechón de pelo y haciendo ruido con la bolsa, como si estuviera cerrándola más aun.- Lo vemos cuando lleguemos a mi casa. Así pasan unos segundos más, entre la insistencia azul y la tajante negativa rubia, hasta que por fin la primera gana la discusión y entre los asientos puedo ver lo que la otra muchacha saca de la bolsa. Es algo cilíndrico, negro y alargado…hasta que llega la punta, la otra punta, que por intuición descubro que es igual a la primera. ¡Tremendo doble dildo se compraron las chicas! Mis ojos están abiertos de par en par y no puedo contener un esbozo de risa que convierto rápidamente en tos. ¡Tantas vueltas por un consolador! Es sólo un pedazo de plástico, ¿no? Les diría estas últimas palabras, pero no me animo, aunque ya no hace falta porque es la chica de cabellos azules la que tiene mis palabras en su boca y las expulsa ante su compañera inclusive con el mismo tono con el que yo las hubiera soltado. - ¿Nena, tanto bardo por un dildo? Pensé que era otra cosa el regalo, no sé, una máscara de cuero, unas esposas de manos y pies, qué sé yo. Pero es un pedazo de plástico con forma de pito de los dos lados. Bah, no pensés que no me encanta, porque la verdad es que sí, y te agradezco muchísimo, pero no es para hacer tanto quilombo. - Vos no entendés nada, Bru, para la gente no es un pedazo de plástico y para mí menos. Loca, es un objeto de placer y encima tiene forma de pija, ¿vos no sabés nada sobre el poder del falo? Estamos en un mundo falocéntrico…no me mirés así…- Dice la rubia con cierta indignación y otro tanto de decepción, pero se ve interrumpida por la cara de la otra (que me encantaría ver, pero sólo logro divisar su nuca y suponer que no es buena cara).- Sabés que el mundo gira en torno a la pija. Cómo será así que hasta nosotras nos andamos comprando estas cosas que hasta tienen la forma. Boluda, ya sabés de lo que te estoy hablando, ya te lo he dicho antes, no me hagás repetirte las cosas.


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No me repitás las cosas, ya sé que toda la vida se vive en base al falo, ya sea la pija o una representación simbólica de la misma, bla.- La corta la muchacha azul, extendiendo las palabras impaciente y sardónicamente.- Pero entonces ¿por qué compraste eso, si tanta indignación te causa? Porque vos querías…y a mí me chupa la pija.

Priscilla Dolor de cabeza infernal. Resaca del siete, diría Pepa. Recuerdos de anoche… escaneando memoria…sí, están, un poco maltrechos pero están, por lo menos sé con quién me fui a dormir y sé que no dejé que me sacaran fotos, igual que ella, que renegaba de estar ahí conmigo cada segundo que duró nuestra noche. No era su lugar, no eran sus amigos, pero ella estaba ahí porque yo había estado con ella el domingo pasado, antes, durante y después de…eso. El otro lado de la cama está frío, así que ya deben ser más de las doce del mediodía, ella se debe haber ido como a las once para llegar a tiempo a su ritual semanal. Voy a tener un gesto amable y voy a ir a esperarla a la salida, no pienso entrar otra vez a ese lugar, ya dejó de causarme gracia. ¿Qué hora es? Doce y media, tengo tiempo de llegar caminando y este maldito domingo está hermoso para pasear casi como ese barbudo en el que ella cree nos trajo al mundo. No sé qué ponerme, no es que me interese causarles una buena impresión a sus padres, pero tampoco quiero que piensen que la “amiga” de su hija es una mugre con patas o una olvidada por la vida. El problema es que es domingo y todos los domingos son días de lavado de ropa, por lo que religiosamente todos los días como hoy ando hecha un espanto. Ahí estoy yo, sentada como una señorita, con un short deportivo bastante corto, unas alpargatas que me hicieron putear a las madres de las piedras del camino y una musculosa que después de unos cuantos años sigue viva y digna. Ya pasan diez minutos de la una (o de las trece, como prefieras) y los buenos samaritanos comienzan a salir de la casa del señor, de ese señor barbudo que te mencionaba antes. Ahí están los dos benditos que tuvieron a esa criatura divina hace veintidós años, cada uno vestido como si del día del juicio final se tratara y tuvieran que lucir sus mejores prendas para ganarse el cielo. Ojos claros y felices de haber cumplido su cristiano deber; rostros angulosos y armónicos, que si fueran de la Grecia antigua podrían confundirse con ninfas y sátiros; cuerpos que esconden perfectamente el medio siglo que tienen en posturas garbosas y ligeras, despojadas ya de todo pecado. Les sienta bien la hipocresía, debo decir. Unos pasos detrás viene ella, hablando a las risas con su hermana menor, que cuando crezca será seguramente la esposa del mejor cristiano del templo y la madre de dos varones y dos nenas ejemplares para su comunidad. Pero eso no importa, porque ahora sólo le presto atención a ella, a la hermana mayor, que se ha puesto un discreto y delicado vestido azul marino y unas sandalias romanas marrones claras. Lleva el largo pelo más suelto y etéreo que nunca, como puedo ver cuando baja la escalera. Tanta belleza desperdiciada en tanta mojigatez… Suspiro y me paro para que note mi presencia en la fuente que está frente a la iglesia, aunque los padres me divisan primero y se acercan a saludarme amablemente (no puede ser de otra manera en el universo de lo políticamente correcto, obviamente). “Bien, la facultad bien, me quedan algunas materias y la tesis. Sí, mis viejos bien también, un poco pachuchos por el cambio de clima, pero ya están medicados. Hola Cata, hola Pri”. Trato de disimular el hambre al saludar a Priscilla, que me está mirando con obvias ganas de saltarme a la yugular. Afortunadamente para ella, sus padres siguen con sus ojos fijos en mí porque en contados segundos me invitarán a almorzar a su casa


y yo me veré forzada por mis ganas de no dormir la siesta con Pri a aceptar la invitación. Ford Focus de cuatro puertas plateado, radio con música adulto-contemporánea de fondo, Catalina jugando con su celular a no sé qué juego, Francisco y Matilde hablando de la homilía del día en los asientos delanteros y Priscilla intentando volverme loca con sutileza rozándome la pierna mientras se muerde el labio. Si Satán existiera, estaría en esos ojos de picardía y de excitación reprimida, y yo estaría en un culto a su vagina. Curvas y contracurvas, calor y pieles pegadas, su pierna izquierda y mi pierna derecha sudadas por el contacto. Ya quiero almorzar, lavar los platos y acostarme en la mullida cama de la hija mayor a coger ahogando nuestros sonidos mientras todos duermen la siesta y sueñan con la salvación eterna. Pri sabe que el infierno la espera, pero va a disfrutar cada paso que dé para acercarse a él, porque de cualquier manera el próximo domingo confesará el pecado de chuparme la concha a mí, la apóstata de la casa de en frente, y limpiará su consciencia de todo signo de homosexualidad (¡no vayan después a decir los vecinos que la niña equivocó el camino!). Tallarines caseros hechos por una señora que nunca tendré el honor de conocer para felicitar y un tuco de la hostia hecho por Matilde mientras toda la familia y yo vemos la televisión (fútbol, por supuesto, en la casa patriarcal). Mis tripas no se comportan bien antes del almuerzo, cada curva de mi intestino se cree beatboxer y espero que después queden todas satisfechas y no vuelvan a sonar, no sería estimulante coger con un set de percusión gástrica para una muchacha tan pulcra como Pri. La mesa está servida y mi calentura apaciguada por la caja boba; es hora de comer y hablar de lo que propongan los padres o Cata, que parece muy poco estimulada hoy para pronunciar palabra en la mesa. Su humor suele activarse después de un mensaje de texto, al igual que su capacidad para entablar conversaciones sobre su vida social. Afortunadamente Francisco decide criticar algo sobre lo cual puedo opinar con total conocimiento y que desprecio casi en la misma medida que él, pero desde una perspectiva muy distinta: reality shows. La sobremesa se extiende una hora entre el café y las palabras despectivas cada vez más entusiasmadas del padre y mías hacia otro tema aun más desagradable: programas sobre la farándula. Por momentos miro a Pri, que se mantiene callada y juguetea con la cucharita en la espuma de su taza, y me presta atención ocasionalmente con unos ojos que parecen decir “ya callate y vamos a la cama”. Le hago caso a sus ojos unos minutos después, cuando he terminado de lavar los platos con su ayuda y cuando me he metido pasta de dientes hasta el fondo de la última muela, con el pulso acelerado por la ansiedad. Ella me espera acostada en su cama con una película cargada en la computadora, una película francesa que no sabré de qué se trata porque no pasarán ni quince minutos hasta que estemos comiéndonos la boca como si hubieran pasado siglos desde la última vez que saboreamos nuestros labios. No tenemos mucho tiempo, tenemos mucho calor, tenemos mucha hambre y Priscilla se olvidó de lo que es el pudor. Quien la viera en ese momento nunca pensaría que es tan recatada en la vida cotidiana. Ahí está, besándome el cuello con leves mordiscos, pidiéndome en susurros escalofriantes que la coja fuerte, rápido y sin piedad, que le saque la ropa con cuidado y no le deje marcas en lugares visibles, pero que asesine la piel que no se ve succionándola hasta sentirla en mi garganta. Le subo el vestido y me meto debajo de él para ir marcando sus tetas, que no están protegidas por ningún corpiño. Tiene unas tetas deliciosas, del tamaño perfecto, suaves, de pezones pequeños de color rosa intenso, totalmente corrompibles bajo la presión de mis dientes que piden carne. Puedo escuchar bajo la tela la respiración que se va agitando mientras hago


círculos frenéticos a las pequeñas y rosáceas circunferencias. Con una mano sujeto su cadera y con la otra sigo los círculos. No debería haberme cortado las uñas… Priscilla me empuja la cabeza a través del vestido, quiere que baje y tiene todo el control de la situación, así que desciendo hasta su concha, que puedo ver y oler después de bajarle el culotte celeste a lunares blancos. Es encantadora, ella, su ropa interior y su concha, que huele a jabón caro y dulce fragancia de ser su primera experiencia sexual fuera de la masturbación. Respiro fuera del vestido mientras tiro el culotte a un costado de la cama y vuelvo a sumergirme en el infierno bendito de su sexo, que está perfectamente depilado para mayor placer mutuo. Pliegues, labios unidos a más labios, humedad, mucha humedad, gemidos contenidos y mi nariz hundida en su clítoris para que mi lengua pueda llegar más adentro de su vagina. Más círculos, un zigzag milimétrico incansable y subir y bajar, subir y bajar, subir y bajar. Respirar y postergar el orgasmo, no quiero que llegue en mi boca, quiero que llegue sobre mí, sobre mi entrepierna, que ya está empapada por los sonidos que profirió su boca. Tenemos que darnos vuelta. Lo hacemos. Ahora ella está sobre mí, besándome y tocándome por debajo de la musculosa. No me quita ni una prenda de ropa, hace algo mucho más caliente: me corre hacia un costado la colaless y, sin siquiera moverme el short, toca mi concha con la paciencia y la delicadeza que la caracteriza a la hora de desesperarme. Siente cómo se endurece mi clítoris mientras ve cómo me muerdo el labio y la aprieto contra mí sujetando su nuca y despeinando sus eternos cabellos. Deja de tocarme cuando me sienta cerca y apoya con fuerza su entrepierna sobre la mía para que podamos sentirnos a través de las telas, se agita con la cabeza hacia atrás, subiendo y bajando, presionando más y menos. Le sigo el ritmo y por momentos ella sigue el mío, que marco agarrando con firmeza su ejercitada cola. Ya no damos más, le subo el vestido y me baja el short y la colaless un poco, sólo para poder empaparnos mutuamente. Estoy demasiado cerca y a ella le falta un poco más. Me incorporo un poco, ella me abraza los hombros, yo alcanzo su culo y meto mi dedo medio; ella ahoga un gemido en mi cuello y llega a mi oído. Voy a venirme antes que ella, sus gemidos son mi debilidad. Empieza a acabar dos segundos después y yo lo hago con ella apenas un instante más tarde, nos apretamos muy fuerte mientras nos desplomamos en la cama, mientras siento cómo me llena la concha con su fluido y nos cuesta respirar. Sudor. El aire acondicionado al máximo y esta agitación que no se va, ni cuando nos acomodamos la ropa ni cuando termina la película, ni cuando los padres de Priscilla se van a la casa de unos amigos y su hermana a la de una compañera de danza. No se pasará hasta que vuelva a mi casa un par de horas más tarde, casi afónica por los posteriores gemidos y orgasmos no ahogados, casi paspada entre tanta fricción, saliva y acabadas de Pri y mías. No tener ropa interior por debajo del short no colabora a esa situación, pero ella quiso quedársela para guardarla en su cajón de la mesita de luz, ese que tiene llave, ese donde guarda también una foto mía, algunos souvenirs de los días que nos encamamos y ahora mi colaless empapada de nosotras. El morbo le sienta bien, debo decir, el morbo y ese vestido azul sin corpiño y sin pudor.


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