Fotos: Gentileza D.S.R.
CULTURA ◆ Música
SU MAJESTAD, a toda orquesta GUANTES
BLANCOS, FRAC, MOÑO.
DE PLATILLOS DORADOS.
SINFÓNICO
UNA
BIGOTE
FRONTERAS DE GÉNEROS Y ESTILOS SE DISUELVEN.
Dios salve a la Reina (DSR), la banda tributo a Queen más aclamada del mundo, se une a la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario y a un coro de 20 voces en un show que desafía las fronteras de los géneros. Así, Queen Sinfónico –con funciones el 11 y 12 de mayo, en el Teatro Coliseo–, bucea en el repertorio de la banda británica y en los hits de la etapa solista de su líder, Freddie Mercury, especialmente su álbum operístico Barcelona, grabado hace 25 años junto a la soprano Monserrat Caballé. El objetivo: demostrar que la potencia del rock en vivo y la armonía de la interpretación sinfónica comparten trama, razón y sentido. Al frente de esa gran empresa musical, el cuarteto DSR encara las funciones inaugurales de una gira que los llevará a España, Portugal, Brasil e Inglaterra. A KIND OF MAGIC Quienes descrean de las bandas tributo o prejuzguen su calidad artística tildándolas de mera copia, están cordialmente invitados a conocer a DSR, la banda tributo a Queen que se ha ganado la más alta reputación internacional. Están invitados a participar del juego de las cinco diferencias. Y perderán, irremediablemente. Porque los integrantes de DSR –premiadísimos en ◆
Clase Ejecutiva
EL
ESPECTÁCULO
QUEEN
ASUME EL DESAFÍO DE REVELAR LA URDIMBRE QUE VINCULA AL GLAM ROCK CON LA MÚSICA CLÁSICA.
LAS
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ESPESO PARA EL CANTANTE, RULOS AL VIENTO PARA EL GUITARRISTA Y UNA BATERÍA
ORQUESTA SINFÓNICA PROVINCIAL Y UNA BANDA TRIBUTO DE ROCK.
SHOW MUST GO ON! Texto: Gabriela Baby
Inglaterra, Australia y Brasil, países donde Queen cosechaba mayor cantidad de fans– igualan en calidad y potencia expresiva a los Fab Four del glam rock de los ‘80. “No teníamos la intención de crear una banda tributo cuando empezamos a juntarnos para tocar temas que nos gustaban a todos. Pero resultó que el grupo que todos seguíamos era Queen”, confiesa Pablo Padín, front man cuyo perfil –bigote incluido– es un calco del de Freddie Mercury. Con el tiempo, los demás integrantes del combo –Francisco Calgaro, Matías Albornoz y Ezequiel Tibaldo–, al igual que Padín, fueron no sólo perfeccionando el modo de interpretar las canciones sino adoptando la apariencia física de Brian May, Roger Taylor y John Deacon. En 2003, DSR se alzó con el primer premio del Cavern Rock Festival Buenos Aires, que consistía en un viaje a Liverpool para presentarse en The Cavern Club, el pub donde debutaron The Beatles. En Inglaterra, el éxito fue rotundo. Dos años más tarde, fueron invitados al Freddie Mercury Memorial Day en Montreux, la ciudad suiza donde vivió hasta su muerte, y fueron elegidos por el Fan Club Internacional de Queen como banda invitada especial a participar de la convención anual que se celebra en Gales. Ese mis-
mo año, hicieron una gira por Latinoamérica que terminó en el Luna Park, donde presentaron una réplica del inolvidable show que Queen brindó en el estadio de Vélez Sarsfield en 1981. Por si fuera poco, el mismísimo British Council consideró a DSR como “el mejor tributo jamás hecho” a la legendaria banda. Pero lo más llamativo, sin embargo, no es que imiten tan bien a Mercury & Cía –incluso el manager tour del grupo inglés, que vio su actuación en Liverpool, se asombró del parecido– sino que, además, trabajan fuertemente la estética de los ‘80. Porque el sonido, las luces, la escenografía, los efectos y el vestuario recrean las elecciones estéticas y performáticas de la banda original. De este modo, cada show de DSR es, en cierto sentido, un viaje en el tiempo. Lo confirma Padín: “Nos encantan los ‘80. Somos parte de una generación que siente que lo mejor sucedió en la música, la moda y la cultura, pasó en esa década. La gente no quiere que versionemos o que le demos un Queen moderno, sino que quiere volver a esos años en que la pasaron tan bien o, en el caso de los más chicos, vislumbrar cómo fue esa etapa que admiran tanto. Creo que la magia de esa época no se repetirá jamás”.
EL ROCK SE VISTE DE GALA Dueño de una voz prodigiosa –barítono y tenor ligero, alcanzaba a frasear cuatro octavas– y con profundos conocimientos de piano, Freddie Mercury amaba la ópera. Fue así que en 1987, con la soprano Montserrat Caballé, compusieron y grabaron a dúo el álbum Barcelona, cuyo corte de difusión fue la canción oficial de los Juegos Olímpicos que se celebraron en esa ciudad española en 1992. Ese disco fue, además, el último trabajo de estudio de Mercury, quien falleció en 1991 y nunca llegó a estrenarlo en vivo. A 25 años de esa grabación, Queen Sinfónico asume el desafío de tocar ese track list, cuya cumbre será la interpretación de Barcelona por parte de Padín y la soprano rosarina Daniela Ratti. Según Horacio Castillo, director musical del espectáculo, “la primera etapa del montaje consistió en confeccionar las versiones orquestales de los temas que interpretaremos. Luego, convocamos a cada integrante del coro y la orquesta para saber cuál sería el material sonoro del que dispondríamos. Después, realizamos ensayos para verificar el material que ellos manejan y aprovechar del mejor modo los futuros ensayos con los músicos de la orquesta y el coro. Por otra parte, nos reunimos con los encargados de sonido, luces y armado de escenario para conocer los requerimientos del espectáculo porque el aspecto escénico juega un rol muy importante”. –¿Qué aporta el rock a la música clásica y viceversa? –Me atrevería a decir que todo cruce supone un enriquecimiento. La música culta se ha nutrido de elementos populares durante siglos. Y, aunque durante la centuria pasada se haya abierto una brecha cada vez mayor entre música clásica y popular, no son lenguajes completamente diferentes como uno puede apresurarse a creer, ya que responden a una necesidad expresiva del hombre como sujeto y como constituyente de una sociedad. Tal vez, la música que llamamos clásica requiera de un cierto esfuerzo en la apreciación que conlleva un enriquecimiento no sólo a nivel sensorial sino también intelectual, algo que no ocurre con la música popular. De todos modos, trabajando e interiorizándome en la estructura de cada una de las canciones de Queen, he descubierto un grado de elaboración e inspiración muy interesante, que tal vez sea la causa de su vigencia. –¿Cuál es el mayor desafío para una orquesta sinfónica en este cruce?
El legado
Peter Freestone, asistente personal de Freddie Mercury y coautor de la biografía Mr. Mercury, viajará a Buenos Aires para asistir a las presentaciones de Queen Sinfónico. Antes de su arribo, en una entrevista exclusiva con Clase Ejecutiva, repasa sus años junto al inolvidable cantante. –Muchos recuerdan a Mercury como un joven silencioso y tímido, que sólo brillaba cuando de música se trataba. ¿Cómo era realmente? –Es verdad que Freddie era silencioso y tímido cuando estaba rodeado de gente que no conocía, pero podía ser el alma de la fiesta cuando estaba entre amigos. Tenía un gran sentido del humor y era muy divertido. La música era lo más importante en su vida, ya sea cuando estaba en el estudio creando y componiendo, o cuando estaba en el escenario frente al público. Yo vivía el día a día de Freddie, días normales como tenemos todos: me ocupaba de los llamados telefónicos, atendía la puerta, pagaba algunas cuentas, hacía compras, cocinaba. También llevaba su agenda y me aseguraba de que estuviera listo y a tiempo cuando tenía una cita o un compromiso. Y me ocupaba de que llegara a la prueba de sonido antes de cada show. Eso le permitía concentrarse en cuestiones más importantes, como grabar y actuar. Lo bueno de las giras era que en ese entonces era muy joven y podía seguirles el ritmo, porque solían ser muy extensas. Pero eran también grandes oportunidades para la diversión. La compañía era como una familia en los breaks pero, durante los shows, cada uno estaba a la altura de sus deberes. En cuanto a su vida personal, aunque nunca habló públicamente de su orientación sexual, tampoco se escondía. En lo que a él concernía, la prensa y el público podían hablar de su música y de sus shows, pero se preocupaba por mantener su vida privada al resguardo de la mirada pública. Y nunca se propuso cambiar la manera de pensar de nadie: sólo quería vivir su vida. Las dos razones principales por las que nunca hizo gran cosa por salir del closet eran su familia, que tenía creencias religiosas contrarias a la homosexualidad, y también el hecho de que era miembro de un equipo que, si bien aceptaba su orientación, no quería ser reducido a ella. –¿Considera que el álbum operístico Barcelona fue su gran legado? –El proyecto Barcelona fue la culminación de uno de los sueños de la vida de Freddie. Se había enamorado de la voz de Montserrat Caballé en 1981, en una presentación de Un ballo in maschera, la ópera de Giuseppe Verdi, que había visto en la Royal Opera House de Londres. Solía poner elepés de ella a todo volumen en el estudio, solo para oír su canto. Fue después del tour europeo de 1986 cuando Freddie fue contactado telefónicamente a su casa para preguntarle si estaría interesado en grabar con ella. Ese fue el comienzo de un proceso de composición y grabación muy largo, cuyo resultado fue Barcelona, uno de los logros que más enorgullecía a Freddie en sus últimos años de vida. –¿Qué le provoca el tributo que Dios salve a la Reina lleva por el mundo? –Escuché a la banda, por primera vez, hace algunos años en Montreaux. Y los he escuchado desde entonces en diferentes lugares del mundo, como en Australia, donde brindaron un show grandioso el año pasado. Ellos siempre dan lo mejor de sí mismos y me hacen sentir escalofríos en mi espina dorsal cuando los escucho. Y a Pablo Padín se lo ve tan cómodo en el papel de Freddie que da gusto. Encontrar el balance de sonoridades entre la banda de rock, los solistas, el coro y la orquesta, que habitualmente no toca con amplificación. En cuanto a lo musical, creo que lograremos gran cantidad de matices y variedad de climas musicales. Visto desde el terreno del rock, desde la perspectiva de Dios salve a la Reina, el momento de calzarse el frac y tocar junto a la Sinfónica de Rosario, la ciudad natal de los integrantes de la banda tributo, será, sin duda, un combo de adrenalina y emoción. “El show es un gran desafío. Primero, porque por primera vez nos salimos del papel de copia estricta y empezamos a pensar en un producto que nunca se hizo: hubo que trabajar en arreglos, en partituras para 40 músicos y un montón de detalles que no estaban creados. Esta presentación es un produc-
to totalmente nuevo. ¿Por qué hacerlo? Porque Queen es, compositivamente, la banda más rica de la historia. En su repertorio encontrás hard rock, baladas, pop, arreglos corales y góspel compuestos de una manera exquisita. Y, cuando sumás a la orquesta sinfónica, la mezcla pone la piel de gallina”, anticipa Padín. La orquesta afina instrumentos y los solistas apuran detalles de su vestuario, mientras templan la voz. Los músicos toman sus puestos. Se levanta el telón. Hay aplausos para el director. El show debe continuar. ◆ Brújula: Queen Sinfónico ya tiene fechas confirmadas en Rosario (viernes 4 y sábado 5 de mayo, en el Teatro El Círculo) y en Buenos Aires (viernes 11 y sábado 12 de mayo, en el Teatro Coliseo). Venta de localidades a través de www.ticketek.com.ar. Información: www.dsr.com.ar Clase Ejecutiva
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