Comunicar T; Belgrano en Tucuman

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AÑO 2013 | ISSN:1859-316

COMUNICAR

revolución de mayo cambios y persistencias Mg. Irene Pilar Garcia.

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belgrANO EN TUCUMÁN


SUMARIO

AUTORIDADES GRAN CANCILLER DE LA UNSTA Dr. Fray PABLO CARLOS SICOULY OP. GRAN Presidente de la Junta

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EDITORIAL Decano Dr. Abogado Edgardo Lopez Herrera

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“SIRVO A LA PATRIA SIN OTRO OBJETO QUE VERLA CONSTITUIDA…” Catalina Renteria

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A 200 AÑOS DE LA BATALLA DE TUCUMÁN Rodrigo Martínez

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BATALLA DE TUCUMÁN: HECHO DECISIVO PARA LA EMANCIPACIÓN ARGENTINA - Agostina García Castro

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PERSONALIDADES DE LA BATALLA DE TUCUMÁN Eloisa Zerdan

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LA ORDEN DOMINICANA Y LA BATALLA DE TUCUMÁN Agustina Zawel

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MADRE GENERALA Y PROTECTORA - Franco Lorenzzetti

de Gobierno de la UNSTA Fray Jorge Alejandro Scampini OP. RECTOR UNSTA Ing. LUIS RAUL ALCAIDE VICE RECTOR DE FORMACIÓN Dr. Fray Juan J. Herrera OP. SECRETARIO GENERAL Ing. JUAN CARLOS MUZZO SECRETARIA ACADÉMICA Y SUBSECRETARIA DE ASUNTOS ACADEMICOS E INVESTIGACIÓN Prof. LILIANA DEL VALLE OTERINO ADMINISTRADOR GENERAL INT. C.P.N MIGUEL ANGEL RIVADENEIRA DIRECTOR DE PASTORAL UNIVERSITARIA Fray JAVIER AMERICO BRAVO OP

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LA BATALLA HA COMENZADO - Lourdes Filgueira ÉXODO JUJEÑO, MEMORIAS DE UN PUEBLO Julieta Nocetti

GASTOS Y ESFUERZOS DE TODO UN PUEBLO EN LA BATALLA DE TUCUMÁN - Alexia Ponce de León

DECANO DE LA FAC. DE CS JURIDICAS, POLÍTICAS Y SOCIALES Dr. Abog. EDGARDO LOPEZ HERRERA SECRETARIA ACADEMICA DE LA FAC. DE CS JURIDICAS, POLÍTICAS Y SOCIALES Abog. MARÍA ISABEL RICO DE AGUILAR DIRECTORA DE LA LICENCIATURA. EN

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LA CORRESPONDENCIA EN LA BATALLA DE TUCUMÁN Daiana Albertus Roy

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MEMORIAS DEL OLVIDO Belén Capaldo

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PARECE UNA CITA CON EL PASADO MUCHO GUSTO, “MANUEL BELGRANO” Lourdes Taleb

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Cuando una tradición se desvanece Prof. Roberto Delgado

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REVOLUCIÓN DE MAYO. CAMBIOS Y PERSISTENCIas Mg. Irene Pilar García

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promoción 2012

COMUNICACIÓN SOCIAL Arqta. GABRIELA LO GIUDICE DIRECTORA DE LOCUCIÓN NACIONAL Lic. MARY ESTER GARDELLA DIRECTOR DE LA LICENCIATURA EN CIENCIAS POLITICAS Lic. ATILIO SANTILLAN


DR. aBOG. EDGARDO LOPEZ HERRERA Decano Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales UNSTA editorial

El año 2012 fue el año del Bicentenario de la Batalla de Tucumán. En un editorial de esta revista, con motivo de los doscientos años de la Revolución de mayo habíamos destacado que las celebraciones más importantes para la provincia llegarían en el año 2016 con los dos siglos de vida independiente, y que en el ínterin había tres acontecimientos, que habían marcado a fuego el Norte argentino, a saber, el Éxodo Jujeño, la Batalla de Tucumán y la Batalla de Salta.

STAFF DIRECTOR

Arqta. GABRIELA LO GIUDICE EDITORES

Abog. Ma. Eugenia Waldmeyer Arqta. Gabriela Lo Giudice DISEÑO Y MAQUETACIÓN Lic. D.G. Sofía Soledad Vildoza

* La UNSTA no se responsabiliza por las opiniones vertidas en los artículos firmados. * Fe de errata: en el artículo Tiempo de cierre del número anterior se omitió el nombre de Jessica Petrino entre el de los autores. Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino 9 de julio 165, CP: 4000 San Miguel de Tucumán, Argentina

REVISTA COMUNICAR-T ISSN 1850-3160 EDICIÓN: Diciembre 2012

Esos tres Bicentenarios, tan ligados a nuestra región y tan importantes en la gesta independentista, tenían un protagonista común: Manuel Belgrano.

Belgrano pudo haber sido un gran hombre de sentencias, de libros y de dictámenes, como dice Jorge Luis Borges, en su Poema Conjetural, que anheló ser Narciso de Laprida, Presidente del Congreso que declaró la Independencia en 1816. Es probable que Belgrano, que estudió derecho en España, haya tenido esos sueños de ser un hombre de derecho y que jamás se le haya cruzado por la cabeza ser un hombre de armas. Pero cuando la patria lo necesitó, no dudó un momento en dejar la segura vida cómoda, de lujos y de grandes cargos públicos que seguramente tendría por su esmerada educación, para abrazar una profesión que no conocía y que no era la suya.

Los festejos por los doscientos años de la Batalla de Tucumán ya tuvieron lugar. Se podrá coincidir o no en la manera en que se llevaron a cabo o si estuvieron a la altura de las circunstancias pero lo más importante no es solo el recuerdo del pasado, sino el significado que tienen para el presente y muy en especial, para el futuro de la Nación.

Además del desinterés, del arrojo y de los renunciamientos de Belgrano, hay otra faceta de él que tiene mucho que ver con nuestra Universidad. Fue un devoto católico, que pidió a la Virgen de la Merced, patrona de nuestra ciudad de San Miguel de Tucumán, su protección, en los momentos previos a la Batalla.

La Batalla de Tucumán fue decisiva para que más tarde, en esta misma ciudad, se pudiera declarar la independencia. Una derrota habría sido difícil de remontar. Fue un triunfo heroico en el momento justo, en el que había que frenar el avance de los españoles.

La tumba de Belgrano está en el Convento que nuestra Orden de Santo Domingo tiene en San Telmo, en Buenos Aires. En la Iglesia de ese histórico convento, donde se exhiben las Banderas que perdieron los ingleses en las Invasiones de 1806 y 1807, están también enterrados sus padres. La familia Belgrano siempre estuvo estrechamente ligada a la Orden. Tanto el padre como la madre de Belgrano fueron miembros de la Tercera Orden de Santo Domingo, y muchos, si no todos los trece vástagos del matrimonio ingresaron en la Tercera Orden o en la Cofradía del Rosario. Lo que mucha gente no sabe es que no descansa para siempre con su uniforme de General de la Nación, sino con el hábito de de Santo Domingo, por un expreso pedido suyo.

Manuel Belgrano, la figura excluyente de esas jornadas históricas de nuestro Norte Argentino, donde está inserta nuestra Universidad, debe ser analizado en su justa medida. Pese a que se lo conoce como el General Manuel Belgrano, no era militar de carrera sino abogado. Fue entonces abogado de profesión y militar de oficio, con una salud frágil que no era la que se necesitaba para los campos de batalla de esa época, lo que terminó pagando con su vida.

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Belgrano y la Orden de Santo Domingo

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“Sirvo a la Patria sin otro objeto que verla constituida…” 1

“Nadie me separara de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses, estoy cierto de que seré constante en seguirlo” Manuel Belgrano.2

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legó al mundo el 3 de junio de 1770, fue criado en el barrio Santo Domingo, en Buenos Aires. Desde niño le inculcaron los principios cristianos y se relacionó con los religiosos de la orden dominicana.3 Perteneció a una extensa familia, era el cuarto de dieciséis hijos. La buena posición económica de sus padres le proporcionó una vida calma sin preocupaciones. Así se fue forjando la personalidad de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano; heredó de su padre, Don Domingo Cayetano Francisco Belgrano y Peri, la inclinación intelectual y su amor por la cultura. El profundo apego a la tierra nativa, lo heredó de su madre, María Josefa González Casero.4 Fue alumno en la Escuela de Dios del Convento de San Pedro Telmo, luego ingreso en 1784 al Real Colegio de San Carlos, donde dos años después y tras un gran esfuerzo, recibió el título de Licenciado en Filosofía en Buenos Aires. Era políglota, dominaba inglés, francés, italiano, latín y griego. Tuvo una gran preparación intelectual, siempre aplicado y dedicado al estudio.5

1 Frase de Manuel Belgrano extraída de: Instituto Nacional Belgraniano: Manuel Belgrano. Con guías didácticas para docentes y alumnos de los Niveles Inicial, Primario y Secundario. 1era. Edición, Buenos Aires, 2010. 2 I Lic. Atilio Martínez y Dr. Gustavo Gaitán. Nota para el diario “La Opinión Popular”- http://www.laopinionpopular.com.ar/noticia/5345-manuel-belgrano-un-combatientede-la-independencia-y-la-unidad-nacional-.html 3 Impreso en talleres propios de la Universidad del Norte Santo Tomas de Aquino. 1° edición, dic. 2000, san miguel de Tucumán, rep. argentina. 4 Luzuriaga, Aníbal Jorge, Manuel Belgrano: estadista y prócer de la independencia hispanoamericana. Buenos Aires, Universidad de Morón, 2004. 5 Ibidem


catalina renteria Estudiante Lic. en Comunicación Social UNSTA

El sentir y la idiosincrasia de los indígenas, nunca fue comprendido por los porteños, quienes a su vez eran protagonistas de “escándalos y libertinajes”. El sentir y la idiosincrasia de los indígenas, nunca fue comprendido por los porteños, quienes a su vez eran protagonistas de “escándalos y libertinajes”.7 Para unir ese pueblo en pos de la revolución, había que desvirtuar ese prejuicio. Ésta fue una de las principales tareas de Belgrano. Tras la celebración del segundo aniversario de la Revolución de Mayo en San Salvador de Jujuy, el general admitió la necesidad de un símbolo de nacionalidad para combatir. Así fue confeccionada en Jujuy la primera bandera del Ejercito Auxiliar del Perú (su segunda, pues la primera fue creada en Rosario).8 A principios de 1812 Belgrano asume el mando del Ejercito del Norte, anterior cargo de Pueyrredón.9

Mientras se encontraba en Jujuy, le comunicaron la alarmante noticia de que el ejército realista, al mando de Pío Tristán, había reforzado sus efectivos. Como medida de prevención, convocó a jóvenes entre 16 y 35 años, que conformaron los “Patriotas Decididos”. Por otro lado, ordenó el Éxodo Jujeño, todos debían abandonar sus hogares y pertenencias, para migrar a Tucumán; así el enemigo solo se toparía con tierra devastada. Quienes no cumplieran con lo ordenado serían fusilados y sus propiedades quemadas.10 Así emprendió su recorrido con destino al Jardín de la República; a la espera del adversario. Belgrano buscó apoyo en el pueblo tucumano y en las familias patricias más antiguas; de esta manera se fue preparando para la contienda.11 Su desobediencia al Triunvirato, ante la orden de continuar su marcha a Córdoba, dejando libradas a su propia suerte a las provincias norteñas, constituye un hecho de gran importancia en la historia de nuestra Patria, ya que de haber cumplido ese mandato, las tropas realistas se hubieran apoderado de todo ese territorio y formado un ejército más amplio, lo que les habría permitido avanzar al resto del país.12 En la Batalla de Tucumán, no se jugó solamente el prestigio de un prócer, sino también el destino de la Revolución y la libertad de las provincias norteñas. Al amanecer el día 24, el ejército realista desembocó en el Campo de las Carreras, sin saber todavía de la presencia de los patriotas en sus posiciones. Sorprendidas las tropas al mando de Tristán, se disponen rápidamente para la lucha.13

6 - 7 - 8 Luzuriaga, Aníbal Jorge, Manuel Belgrano: estadista y prócer de la independencia hispanoamericana. Buenos Aires, Universidad de Morón, 2004. 9 Alberto Cajal. “Guerra de la independencia en el norte del Virreynato del Río de la Plata.” Guemes y el Norte de Epopeya. Tomo I, editorial Plus Ultra. 10 - 11 -12 Luzuriaga, Aníbal Jorge, Manuel Belgrano: estadista y prócer de la independencia hispanoamericana. Buenos Aires, Universidad de Morón, 2004. 13 Alberto Cajal. “Guerra de la independencia en el norte del Virreynato del Río de la Plata.” Guemes y el Norte de Epopeya. Tomo I, editorial Plus Ultra.

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En 1787 tuvo la oportunidad de viajar a Europa. Su padre quiso que allí se preparara en lo referido al comercio, pero él, en cambio, decidió estudiar Leyes en la Universidad de Salamanca, España, donde se recibió en 1793. Esta posibilidad, tuvo una gran importancia para la historia argentina, debido a que él fue testigo de la efervescencia social, política y económica que se vivió en esos años, con la Revolución Francesa.6 Estos acontecimientos marcaron su personalidad, y por esa razón, con el retorno a su Patria en 1794, dedicó toda su vida a la revolución, con el objetivo de lograr la independencia y la igualdad.

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CATALINA RENTERIA Estudiante Lic. en Comunicación Social UNSTA

Finalmente el ejército patriota ganó el combate, a pesar de haber tenido la mitad de hombres que los contrarios, escasas armas, falta de provisiones y entrenamiento; lo que los hizo victoriosos fue el sentimiento de pertenencia, la identidad por la que luchaban, las ansias de poner en marcha la revolución. Quienes participaron de la encrucijada apostaron todo por la Patria, desde los que pusieron su fuerza y combatieron durante horas, los que ayudaron económicamente, debido a la falta de suministros que debía mandar Buenos Aires, hasta aquellos que sufrieron el destierro de sus hogares. Todo eso solo para perseguir ese sueño de libertad e independencia, que en ese momento era tan lejano e impensado. En honor a esta victoria, el 20 de octubre de ese mismo año, Belgrano es designado Capitán General, él rechaza esta distinción expresando: “Sirvo a la Patria sin otro objeto que verla constituida, y éste es el premio al que aspiro [y con grandeza de alma agrega] hablando con verdad, en ella [la acción], no he tenido más de general que mis disposiciones anteriores, y haber aprovechado el momento de mandar avanzar, habiendo sido todo los demás obra de mi mayor general, de los jefes de división, de los oficiales, y de la tropa y paisanaje, en términos que a cada uno se le puede llamar el héroe del campo de las Carreras de Tucumán”14 Corría el 20 de febrero de 1813, día en que la Patria fue protagonista de un nuevo triunfo, la Batalla de Salta; como recompensa el Gobierno Nacional le obsequió a Belgrano cuarenta mil pesos, él los destinó a la fundación de cuatro escuelas en las ciudades de Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.15

El Exodo Jujeño, cuadro de pintor anónimo de mediados del siglo XX.

“… aún perdura en la historia el hombre ilustrado de ideas progresistas, el militar que supo rearmar ejércitos destruidos y hacerse del apoyo indígena, el patriota que vio más allá de la coyuntura revolucionaria y dio cuanto tuvo por su nación” 18 Con la victoria, el prócer decide perdonar al ejército realista dejando en libertad a todos sus integrantes, pero antes les exigió la entrega de sus armas y jurar no volver a levantarse en contra de la Patria. Esta decisión fue muy criticada por muchos, en especial por el Gobierno, a quienes les contestó: “Siempre se divierten los que están lejos de las balas, y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos; también son esos los mas a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna, dan conmigo que me río de todo, y que hago lo que me dictan la razón, la justicia, y la prudencia, y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”. 16

Belgrano falleció en su casa paterna, en total pobreza, el 20 de junio de 1820. Estaba acompañado por sacerdotes dominicanos, quienes vistieron su cuerpo con el hábito de Santo Domingo.17 En su lecho de muerte es muy probablemente que se encontraran los padres Manuel Albariño y José Ignacio Grela. Su funeral tuvo lugar en el templo donde hoy se encuentra su cuerpo, junto con los de sus padres y algunos hermanos. En 1903 en su honor le hicieron un mausoleo en el atrio donde él se encontraba, con donaciones del pueblo.

14 Instituto Nacional Belgraniano: Manuel Belgrano. Con guías didácticas para docentes y alumnos de los Niveles Inicial, Primario y Secundario. 1era. Edición, Buenos Aires, 2010. 15 V. Paz, Fray Juan Grande, Santiago del Estero, 1935 16 Félix Luna, “Grandes Protagonistas de la Historia Argentina”, Manuel Belgrano. 1999, Editorial Planeta Argentina, Buenos Aires. 17 B. Mitre, “Historia de Belgrano y de la independencia argentina”, t III, Buenos Aires, 1887, p. 462. 18 Félix Luna, “Grandes Protagonistas de la Historia Argentina”, Manuel Belgrano. 1999, Editorial Planeta Argentina, Buenos Aires.


RODRIGO MARTíNEZ Estudiante Lic. en Comunicación Social UNSTA

A 200 años de la

batalla de Tucumán “Cualquier semejanza con la realidad es intencional”

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a vista cansada hacía la tarea el doble de pesada, las palabras escritas por el General Paz en sus memorias se mezclaban y el sueño, pésimo compañero, daba vueltas a mi alrededor. Cansado pero empujado por la obligación de terminar el artículo agarré las fotocopias y comencé con la lectura. Esta empresa había fracasado incluso antes de comenzar, la vista recorría monótona la página desde una punta hasta la otra. Lentamente el sueño fue ganando y mi último pensamiento fue: 10 minutos de sueño no pueden ser tan malos.

Mapa con el desplazamiento de las tropas patriotas e invasoras, por la ciudad de San Miguel de Tucumán el 24 de Septiembre de 1812.

Hasta ese momento no me había puesto a observar el lugar donde me encontraba parado. El panorama no podía ser mas extraño ya que me encontraba en medio de un descampado, con unas insípidas casas a mis espaldas y rodeado de aproximadamente mil personas. La cabeza me dolía, sentía cómo el cerebro iba tratando de procesar en tiempo record toda esta información. De repen-

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Repentinamente había refrescado. Sentí personas moverse a mi alrededor, irritado por el bullicio que había interrumpido mi sueño, abrí los ojos dispuesto a gritarle a la primera persona que se me cruce pero literalmente en un abrir y cerrar de ojos el mundo había cambiado. No pude gritar, el enojo fue remplazado por el desconcierto. Había abierto los ojos decidido a gritarle a cualquier persona, pero era yo el que recibía los gritos, había que ir al otro punto de vigilancia ya que los invasores no habían dado indicio alguno en toda la noche.

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te las piezas encajaron solas, era imposible, era muy real para ser solo un sueño; no había ninguna explicación lógica para decir que me encontraba en la víspera de la batalla de Tucumán. La batalla no solo se había apoderado de mi vida mientras estaba despierto, sino que ahora también había invadido mis sueños. Lo importante, aunque este soñando, era saber donde estaba parado y hacia donde querían que vayamos. «A partir de este momento me veo obligado a avisarle al lector que la asociación entre lugares del pasado y del presente es una aproximación». Me convencí de quedarme un rato y observar, obtener la mayor cantidad de información posible y desaparecer antes que empiece la batalla. Solamente una persona que conoce la ciudad en la actualidad y se ve transportado de golpe al mapa de 1812 puede apreciar los cambios que se han producido en 200 años. Calculo que buena parte del descampado donde estaba parado sería en la actualidad la Plaza Urquiza, no estaba la Avenida Sarmiento, ni la nueva Legislatura. Lo sorprendente era el silencio que reinaba. Me sentía fuera de lugar, no encajaba con las caras nerviosas y tensionadas de los soldados, debe ser porque dentro de mí sabía lo que iba a pasar; la batalla la iban a ganar. Pero lo más importante es que esto era solo un sueño «¿O no?» De pronto hicieron formar a los soldados, yo los miraba desde un costado con un poco de pena y curiosidad ¿Quiénes de ellos estarían entre los 65 muertos? ¿O entre los 187 heridos? Un soldado se acercó a donde estaba y empezó a gritarme órdenes para que me una a la fila de soldados. Intenté explicarle que yo iba a cubrir la batalla como lo haría un periodista, pero el me acusaba de traidor a la Patria. En un último intento desesperado para aclarar el malentendido me tiré de la remera y se la puse frente a sus ojos. Por un instante se me detuvo el corazón, estaba vestido como un soldado, no podía ser posible, me sentía de nuevo como en uno de esos ac-

Esquina de Av. Sarmiento y calle 25 de Mayo (Plaza Urquiza)

tos en los que nos disfrazamos de soldados y jugamos a la guerra; pero esta ropa poco tenía de aquel disfraz que venía en las revistas para chicos. Me costaba respirar, si esto es un sueño empieza a perder lo gracioso y pintoresco. El soldado me miraba, ya no tan enojado sino preocupado, como si yo estuviese loco, parecía que iba a preguntarme algo pero finalmente agarró el fusil que estaba tirado en el piso, ahí donde había estado durmiendo yo hace un rato, y me lo acercó al pecho. El nudo que se me formó en el estomago no me permitió decir palabra alguna, solo me limité a asentir y ubicarme al final de una fila de soldados. Sorprendentemente en mi cabeza había un solo pensamiento ¿Estaré yo entre los 65 muertos? ¿O entre los 187 heridos?, al recordar que no tenía la más mínima idea de cómo usar el fusil que llevaba al hombro me di cuenta que mis probabilidades de entrar en alguno de estos dos grupos se incrementaban drásticamente. No se en que momento, pero ya habíamos emprendido la marcha, salvo por un pequeño grupo se había quedado en el descampado por las dudas. Nuestro camino comenzaba por una calle de tierra muy angosta que nos obligaba a marchar hombro con hombro prácticamente «en el mapa actual seria la calle 25 de Mayo». Si alguien nos estuviese mirando desde arriba creería que la magnitud de nuestras fuerzas era increíble pero solo era la ilusión que provocaba el tamaño de la

calle. Llamaba la atención no ver edificios, ni autos estacionados, las veredas sin baldosas. Continuamos nuestra marcha y pronto me di cuenta lo extraña que era esa calle sin los colegios Sagrado Corazón y Gymnasium. Mientras marchabamos el corazón me latía con violencia, no era miedo sino adrenalina mezclada con instinto de supervivencia que se había activado en lo más profundo de mí ser. Intenté convencerme que esto era un sueño, que iba a estar bien; pero una parte mía se preguntaba “¿Realmente estoy soñando? ¿Y si me equivoco?” De a poco la larga fila fue doblando, cuando llegué al punto donde debía desviarme, mire a mi izquierda y vi la plaza totalmente fosada; escuché a unos soldados decir que la plaza iba a ser el último punto de retirada, el último lugar donde reagruparnos en caso de que las cosas no salieran bien. «Me di cuenta que era la Plaza Independencia y que estábamos doblando por la calle Mendoza» Me enojé conmigo mismo cuando me encontré ensimismado en mis pensamientos sobre qué pasaría si perdíamos la batalla, cuantos íbamos a terminar defendiendo la plaza si algo salía mal; “Tarado, me dije a mi mismo, sabés como termina la batalla y sabés que no van a terminar defendiendo la plaza”. Los pensamientos sobre cómo me las iba a ingeniar para sobrevivir seguían agazapados, esperando a ver que haría, y estoy seguro que si hubieran podido se burla-


RODRIGO MARTíNEZ Estudiante Lic. en Comunicación Social UNSTA

“Empecé a preguntarme quienes iban a ser llorados por su familia mañana. Seguramente todos los que estábamos ahí teníamos alguien que nos llore, todos éramos hijos, esposos o hermanos de alguien” Empecé a preguntarme en cuánto tiempo llevaríamos caminando, y donde estaríamos. La respuesta no tardó en llegar ya que la columna volvió a quebrarse y a doblar en una esquina. «En la actualidad estaríamos doblando por calle José Colombres» Me sorprendí al notar que ya no estaba nervioso, sino ansioso porque esto termine. El Cielo seguía oscuro pero sin duda los primero tonos del amanecer no tardarían en llegar. Volví a doblar junto con los otros soldados, sin cruzar palabra alguna. Empecé a preguntarme quienes iban a ser llorados por su familia mañana. Seguramente todos los que estábamos ahí teníamos alguien que nos llore, todos éramos hijos, esposos o hermanos de alguien. La marcha continuaba monótona, y aproveché esos momentos para reflexionar que echaría de menos en caso de no volver. Me di cuenta que debía aferrarme a esas cosas para asegurar mi regreso, esa era la clave del éxito. Volví a sumergirme en la ciudad, si es que puede llamarse así, nuevamente predominaba la nada, todo era descampado. «Calculo que estábamos pasando sobre lo que hoy es la Plaza Belgrano» La risa empezó a brotarme ¿Cuántos me creerían que estábamos pasando por un pedazo de tierra que 200 años después iba a llevar el nombre de la persona que nos guiaba en

ataque? Iba a comentárselo a algún soldado pero me disuadí al recuperar la cordura, mi intención era levantar la moral y que algún soldado inteligente deduzca que íbamos a ganar la batalla pero seguramente y en el mejor de los casos iban a tratarme de loco. El corazón volvió a acelerarse, faltaba poco, solo unas pocas cuadras; es más me animo a decir que aquellos que iban al frente de la columna ya estaban pisando el territorio donde se desarrollaría la batalla. Miré como un compañero cargaba el fusil y lo imité; también arme la bayoneta y me sorprendió ver como el fusil tomaba más aspecto de letal. El momento de la verdad se acercaba y todo se reducía a matar o morir, ya no había lugar para cualquier otro pensamiento. Me di cuenta que el mundo se iba a reducir a todo lo que apunte por la mira. Escuchaba que se gritaban órdenes los distintos comandantes y nosotros, los soldados comunes, intentábamos escuchar como íbamos a sortear nuestra suerte. Giramos por última vez. «En lo que hoy seria el cruce de calle Alberdi y Av. Roca» No había esquinas, todo era descampado pero ahí estaba, la bandera del ejercito invasor: blanca con dos líneas rojas que la cruzaban en diagonal1. Ya solo podía escuchar como latía mi corazón, la adrenalina corría por mis venas. El estruendo de los cañones era más fuerte y violento de lo que jamás pude haber imaginado. Agarré el fusil, me puse en posición de tiro y apunté esperando que alguien de la orden de fuego. Tuve que esperar 5 latidos para escuchar la orden y menos de uno para ejecutarla. Pude sentir como entraban en acción todos los mecanismos del fúsil y disparaba. La distancia entre ambos ejércitos se fue reduciendo y las piezas de artillería empezaban a lastimar las filas de ambos. El estruendo ensordecedor de los cañones invasores fue lo último que escuché antes que el mundo se transforme en oscuridad…

Esta historia fue posible gracias a: Las “Memorias póstumas del General José María Paz”. Republica Argentina, Campo de Mayo 1951. - El libro “San Miguel de Tucumán, las calles y sus nombres”. Ventura Murga, Carlos Páez de la Toree (h). Primera Edición Tucumán, La Gaceta Sociedad anónima, 2005. - El “Álbum general de la provincia de Tucumán, en el primer centenario de la independencia Argentina”. AAVV (1916) - El mapa con el desplazamiento de las tropas y la cifra de muertos y heridos fueron sacados de http://www.lagazeta.com.ar/tucuman.htm 1 La bandera se encuentra actualmente en la Iglesia de la Merced, ubicada en la esquina de calles 24 de Septiembre y Rivadavia

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rían de mi. Seguramente ya habíamos dejado atrás lo que hoy es Tienda San Juan, la Galería La Gaceta, el Mercado del Norte, en el microcentro de la actual ciudad.

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la batalla ha comenzado El general Manuel Belgrano contaba con un ejército de 1300 personas desprovisto de todo, pero lleno de ganas y coraje, y batalló contra el ejército realista al mando de Pío Tristán, quién contaba con un total de 3600 personas muy bien armadas

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elgrano sabía que no acatar la orden de Bernardino Rivadavia y del Triunvirato, y tomar la decisión de no marchar hacia Córdoba e instalarse en Tucumán, tendría sus frutos. Los realistas tenían todas las de ganar, se organizaron en el borde de la provincia, rodeándola para evitar una huída del Ejército del Norte, pero estos no contaban con el mecanismo de defensa que el General Belgrano había dispuesto: fortificar el centro de la ciudad con cañones y fusiles para el ataque, y acompañado por el ejército de los decididos de Tucumán1, seguir todos los movimientos del Ejército del Alto Perú.

Los realistas avanzaron hacia el lugar donde estaban apostados los cañones patriotas, y el Baron Vol Holmber2 advirtió que se habían colocado a una distancia que les permitía atacar, entonces disparó los fusiles, esto desorientó y desmanteló a gran parte del ejército realista, ya que no tuvo tiempo de descargar las armas de las mulas, y todavía no se habían formado de manera correcta para atacar. Frente a estos, los patriotas se hicieron mayoría ante los realistas. Belgrano y su ejército avanzaron sobre Pío Tristán el cual se ve obligado a abandonar su carruaje para emprender su huída y salvar su vida. Cuando se dio

1 “Decididos de Tucumán”: grupo de criollos que participaron activamente en la batalla de Tucumán. Véase: en cortometraje “Los decididos”, ministerio de la provincia de Tucumán. 2 Baron Vol Holmber: encargado de los armamentos del Ejercito del Norte. Viviana E. Conti “El éxodo de 1812. Contexto y relato histórico” , universidad nacional de Jujuy, 2012.


Lourdes Filgueira Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

cuenta que su infantería, que había atacado el lado izquierdo de Belgrano, tenía buenos resultados y que se encontraba en las puertas de la ciudad, el comandante de los realistas, recupera sus esperanzas y expectativas. En este momento se produce una gran confusión en ambos bandos de la batalla, por un lado Belgrano no sabía si estaba derrotado y Tristán dudaba si había obtenido una victoria. Pío Tristán decide avanzar a la ciudad amenazando con quemarla, Eustoquio Díaz Vélez3, al mando del ala izquierda de los patriotas le responde que si lo hacía, él iba a degollar a 400 prisioneros realistas que habían capturado.

El General Belgrano decide disponer el ataque a las tropas realistas al día siguiente. Tristán decide huir a Salta esa misma noche. Al siguiente día amaneció… “la caballería enemiga fue acuchillada y destruida de tal modo que no se veían diez jinetes en formación en medio de esta confusa y sangrienta baraúnda que apura los instantes de una decisión en que la victoria, mil veces arrebatada por unos y otros,

muestra al fin la parte donde se inclina, Belgrano pudo ganar el centro de nuestra desecha reserva que muy cerca del campo de batalla lo teníamos a las espaldas. La vista de la bandera que en aquella cima flameaba en brazos de Belgrano, llamó a reunión a todos los que podíamos hacerlo, salvando a muchos de nuestros heridos, que unos arrastrados por el suelo, y otros en hombros de los compañeros, llegaban hasta la falda del cerro donde eran prontamente socorridos” 6 La batalla dejó un saldo de más de 400 muertos realistas, y 750 prisioneros, y del lado argentino dejó 65 muertos y 187 heridos, pero lo que también dejó fue una muestra de coraje y entrega del pueblo por la independencia de nuestro país.

3 Eustaquio Díaz Vélez: Militar argentino que participó en la revolución de Mayo y peleó en la guerra de independencia, y también en las guerras civiles argentinas. 4 Coronel Moldes: militar y político revolucionario independista.Teniente gobernador de Mendoza, Intendente de Cochabamba, representante de Salta, de Tucumán y vicepresidente de la Asamblea General Constituyente del año 13. 5 Vease en: www.institutobelgraniano.gov.ar, http://www.lagaceta.com.ar/nota/512276/tucumanos/la-gaceta-te-cuenta-video-gesta-belgraniana.html 6 Vease en: Las “Memorias póstumas del General José María Paz”. Republica Argentina, Campo de Mayo 1951.

REVISTA CoMUNICAR-T

Belgrano se traslada a Santa Bárbara (lo que hoy es La Rinconada) y se entera que se encuentra bien posicionado en la ciudad. Manda al Coronel Moldes4 a solicitar el pedido de rendición a Pío Tristán, pero éste contesta con soberbia “las armas del rey no se rinden”.5

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ÉXODO JUJEÑO, MEMORIAS DE UN PUEBLO Adiós Jujuicito, adiós! Te dejo y me voy llorando; La despedida es muy triste, la vuelta, quien sabe cuando.

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n pueblo, una lucha unida en las provincias, un enemigo conquistador, un fuego que ardió y arrasó con todo, un fuego que arde en la memoria… 200 años de tradición, de representaciones y de recuerdos e historia nos llevan a pensar en un hecho que ha sido visto por muchos como una humillante huida; por otros como una valerosa acción de guerra; o como una estratégica retirada. Jujuy, pueblo arrasado por la historia de guerra independista, tres éxodos, escenario de batalla donde el caos y el exilio no hicieron distinciones jerárquicas, étnicas o sociales. Camino de revolución y combates para un objetivo en común: la libertad de la Patria, la independencia Argentina. Hoy, a doscientos años del éxodo, revive la historia a través de las palabras… Corría el año 1812, desde Jujuy, Juan Martín Pueyrredón comenzó a organizar la retirada de sus tropas en cumplimiento de directivas “reservadas” que había recibido de Buenos Aires. En ese momento se le indicaba que resultaba necesario “… hacer la retirada en el mejor orden, destruyendo cuanto pueda ser útil al enemigo, para dificultar sus marchas y recursos”, pues se sabía que el Ejército realista se había fortificado y engrosado de diversas formas2. Llegaron las noticias de que el ejército de Goyeneche había arribado

Imagen de las representaciones que se hacen del Éxodo desde hace más de 50 años

a las cercanías de Tupiza3, por lo cual, Pueyrredón ordenó a Eustoquio Antonio Díaz Vélez – a cargo del ejército revolucionario– que se repliegue hasta la Posta de Hornillos4, mientras organizaba la retirada del Ejército del Norte. Pueyrredón había pedido su relevo, aludiendo problemas de salud. Manuel Belgrano había llegado a Yatasto para sustituir al jefe del Ejército del Norte, Juan Martín de Pueyrredón, en el mes de marzo. Las órdenes dadas al nuevo jefe fueron las mismas que antes recibiera su prede-

cesor, defender Jujuy o abandonar la zona con la estrategia “tierra arrasada”. A pesar del momento delicado por el que atravesaba la reorganización del ejército, el espíritu de resistencia fortalecía el temple de los ciudadanos, enrolados en la empresa libertadora5. Belgrano supo cómo debía ser alentado el pueblo jujeño y el Ejército del Norte para mantenerse en la lucha en contra de los realistas. Por ello, y para fortalecer el espíritu revolucionario, Belgrano decidió realizar un acto conmemorativo por el segundo

1 Juan Antonio Carrizo, Cancionero popular de Jujuy, Editorial de la Universidad Nacional de Jujuy, 1988, Coplas Históricas 1; referida al Éxodo del 23 de agosto de 1812, p. 181. 2 Viviana E. Conti: “El éxodo de 1812. Contexto y relato histórico”. 3 Tupiza es una ciudad y municipio de Bolivia, ubicado en el departamento de Potosí al sureste del país. (WIKIPEDIA – La enciclopedia libre) 4 Ubicada en el departamento de Tilcara, en la provincia de Jujuy. La Posta de Hornillos fue creada en 1772, en la época colonial. Durante los largos años de revolución e independencia sufridos, sirvió como cuartel del Ejército del Norte. (WIKIPEDIA – La enciclopedia libre) 5 Libro azul


julieta nocetti Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

“un objetivo en común: la libertad de la Patria, la independencia Argentina” aniversario de la Revolución de Mayo. Con motivo de este, se realizó el acto trascendental del juramento a la bandera, aun sin saber que estaba desobedeciendo órdenes del Triunvirato, pues estas llegaron luego de sucedido el episodio. El 25 de mayo a la mañana, el prócer mandó a colocar la insignia para que flameara en el cabildo y fuera bendecida por el canónigo Juan Ignacio Gorriti y por la tarde, él mismo retiró la bandera y en una tribuna frente al público, que esperaba expectante, pronunció el célebre discurso del juramento: Soldados, hijos dignos de la patria. Camaradas mios. Dos años ha, que por primera vez resonó en las regiones el eco de la libertad y el continúa propagandose hasta las cavernas más recónditas de los Andes, pues no es obra de los hombres, sinó de un Dios Omnipotente que permitió a los americanos que se nos presentase la ocasión de entrar al goce de nuestros derechos, el 25 de Mayo será para siempre en los anales 6 Libro azul

Pero esta gloria debemos sostenerla de un modo digno con la unión, la constancia y el exacto cumplimiento de nuestras obligaciones hacia Dios, hacia nuestros hermanos y hacia nosotros mismos a fin de que la Patria se goce de abrigar en su seno hijos tan beneméritos y pueda presentarla a la posteridad como modelos que haya de tener a la vista para conservarla libre de enemigos y en el lleno de su felicidad. Mi corazón rebosa de alegria al observar en vuestros semblantes que estais adornados de tan generosos y nobles sentimientos y que yo no soy más que un Jefe a quien vosotros impulsais con vuestros hechos, con vuestro ardor, con vuestro patriotismo. Si, os seguiré imitando vuestras acciones y todo el entusiasmo de que son capaces los hombres libres para sacar a sus hermanos de la opresión. Ea, pues, soldados de la Patria, no olvideis jamás que nuestra obra es de Dios, que él nos ha concedido esta Bandera, que nos manda que la sostengamos y que no hay una sola cosa que no nos empeñe a mantenerla con el honor y el decoro que le corresponde. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros ciudadanos, todos, todos, fijan en nosotros la vista y deciden que a vosotros es a quienes corresponderá todo su reconocimiento si continuais en el camino de la gloria que os habeis abierto. Jurad conmigo ejecutarlo asi, y en prueba de ello, repetid: ¡Viva la Patria! 6 Aún cuando la población que debía ser alimentada aumentaba en mismas proporciones que la carestía de alimentos, cuando los

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de nuestra historia y vosotros tendreis un motivo más de recordarlo, cuando veis en él por primera vez la bandera nacional en mis manos que ya os distingue de las demás naciones del globo, sin embargo de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos para echarnos cadenas y hacer más pesadas las que cargaba.

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números de trabajadores del campo disminuían en la medida en que se enrolaban para el Ejército, cuando disminuían las producciones, y cuando aumentaban las exigencias de víveres del Ejército, Belgrano reconocía que el pueblo jujeño se sentía acreedor del Ejército de Norte, “…porque habiendo tal vez esta-do el ejército escaso de numerario, se les tomaron á los vecinos ganados y algunos otros objetos necesarios, que no se les satisfizo de contado, y se les pagó con recibo cuando más” 7, por lo que recomendaba que, siempre que se pudiese, se pagase de contado los bienes que se sustrajesen a la población.8 El fervor revolucionario del pueblo crecía en la medida en que se daba mayor participación a éste en las distintas tareas para poder llevar a cabo la estratégica retirada. Estando el cuartel general del ejército en Jujuy, se incorporó el barón Eduardo de Holmberg -llegado de Buenos Aires-, a quien el general Belgrano encargó la organización de la maestranza y todo lo relacionado con el cuerpo de artillería del ejército.9

“Un hecho que ha sido visto por muchos como una humillante huida; por otros como una valerosa acción de guerra; o como una estratégica retirada” suerte de Cochabamba10. Cada familia formaba en sí misma una pequeña caravana –se sumaban a los integrantes de ellas, los sirvientes y el ganado; y si eran comerciantes, también se añadía su mercancía– que aumentaba dada la costumbre de viajar en grupos de varias familias, lo que les proporcionaba mayor seguridad ante los trastornos del viaje. Solo quedaba atrás la huella de la desolación, de la soledad. El ejército real, que había pasado a manos de Pío Tristán, se encontraría con un lugar que no serviría para fortalecerse, ni para resguardarse, pues habían quemado los hornos de fundición para que no pudieran ser utilizados por las fuerzas realistas, y demolieron la maestranza.11

Madrugada del 23 de Agosto de 1812, el pueblo jujeño comienza el abando-

La ruta que debieron tomar fue “el camino de las carretas”, más llano que el camino Real o de las postas. Así relató Belgrano los primeros acontecimientos:

no de su lugar de residencia. Seguido por la noche por el Ejército en manos de Belgrano. El enemigo pisándoles los talones, familias enteras huyendo de una muerte asegurada, sabiendo que podrían correr con la misma

“En efecto, á las 12 y media de la noche tomé el camino y me incorporé con el ejército á las 3 de la mañana, pues su marcha había sido rápida; á las 3 y media mandé

tocar generala y hemos llegado á las 12 del día á este punto. Durante la marcha he tenido repetidos avisos del mayor general don Eustaquio Díaz Vélez de que los enemigos avanzaban, y que se retiraban hasta el río Blanco, donde, según las últimas noticias, permanecen […] Al salir la luna continuaré la marcha hasta ponerme en Cobos, así para ganar terreno, sean cual fueren las intenciones del enemigo, como para evitar que me corte, que es uno de mis mayores cuidados, pues sus marchas tan rápidas lo indican” 12. Tres días después, el pueblo llegaba a Cabeza de Buey13, donde se sumaron aquellas personas del pueblo salteño que apoyaban a la Revolución14. Durante todo el viaje, la retaguardia del ejército patriota combatió en numerosas ocasiones en contra del ejército español, hasta que, finalmente, el último enfrentamiento les otorgó la victoria, permitiéndoles seguir camino hasta Tucumán, donde pusieron a salvo a los civiles y comenzaron a prepararse para la inminente batalla que vendría.

7 MM, DAB, Correspondencia de Manuel Belgrano. Jujuy, 28 de julio de 1812. 8 Viviana E. Conti: “El éxodo de 1812. Contexto y relato histórico”. 9 Ibidem 10 Cochabamba tenía la guerrilla mal armada y con sensibles diferencias, que se fueron ahondando al calor de la bata-lla. Goyeneche planeó un ataque envolvente a la ciudad. El 12 de Mayo las tropas reales comenzaron el ataque, que-mando todo lo que encontraban a su paso. Cuando llegaron a la ciudad la encontraron casi vacía, pues la guerrilla se encontraba en el altiplano y la gente con más dinero había huido. Degollaron a quienes hallaron ahí e hicieron de la ciudad de Cochabamba un escarmiento para todos los revolucionarios de América. 11 En el acto conmemorativo realizado en Jujuy desde hace 50 años, se representa la quema de todas las propiedades del pueblo, incluyendo casas, tierras, campos sembrados y ganado que no pudo ser trasladado, suceso que no fue real. Es una forma de representación de lo que fue el abandono del lugar de nacimiento, un mito, una forma de recuerdo del acto valeroso. 12 (libro digital) 13 Cabeza de Buey es un pueblo de la provincia de Salta situado en Argentina, está situado a una altura de 2352 metros sobre el nivel del mar. (http://www.pueblos20.net/argentina/pueblo.php?id=1265) 14 El hecho histórico se denomina Éxodo Jujeño, pues la mayoría de la gente que participó era de Jujuy, aunque en esa época las provincias de Jujuy y Salta eran una misma.


Agostina García Castro Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

Batalla de Tucumán:

Hecho decisivo para la emancipación argentina Un hecho en la historia con precedentes y consecuencias, valientes y cobardes, mandatos y desobediencias, mitos y verdades, vencedores y vencidos, confusiones y certezas. Una Virgen Generala al mando de un po-

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os precedentes son clave, al igual que las consecuencias. El Ejército del Norte había sido convocado para luchar en el Alto Perú frente al Ejército Real, la comunidad peruana, que conocía los intereses que tenía Buenos Aires sobre sus tierras, no favoreció al desarrollo de la batalla de Huaqui que resultó desastrosa. Comenzó la retirada cual escape de los hombres relistas. La moral de los soldados iba en decadencia a medida que se acercaban al actual territorio argentino y las derrotas eran continuas y más apabullantes.

Luego del primer aniversario de la Revolución de Mayo, Belgrano llegó a Buenos Aires y se encontró con un escenario que buscaba borrar huellas de sus compañeros con los que logró dar el primer grito de libertad. Más aún se encontró con que el gobierno de la Junta Grande buscaba despojarlo de todos sus títulos, pues el grupo conocido como “Primera Sociedad Patriótica” así se lo exigió a Saavedra en un movimiento llevado a cabo el 5 y 6 de abril de 1811, entre sus razones estaba la derrota que había sufrido el Ejército del Norte en manos del General Manuel Belgrano, en-

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bre ejército que victorioso logró devolver el norte a su país con aires de independencia.

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tonces debió ser sometido a juicio. Así lo expresaron: “los alcaldes de barrio […] representaron colectivamente (con fecha 28 de junio), en nombre de sus respectivos cuarteles: ‘La referencia de la expresión del artículo 13 es dirigida a impulsar al superior gobierno para que, con arreglo a disposiciones de derecho, fuese relevado y juzgado según correspondía al carácter y mando que obtenía el señor Belgrano, como en iguales circunstancias se ha practicado, aun cuando la desgracia de la pérdida de las acciones de guerra haya sido inevitable, con el fin de manifestar al público que se daba puntual cumplimiento a las leyes de la materia, que es lo que le interesa;[...].’ Cuarenta alcaldes y tenientes firmaron esta representación, que importaba una lección indirecta dada al gobierno y revelaba una reacción en la opinión pública respecto del general Belgrano.”1 Sin embargo, lo único a lo que dio lugar este proceso fue a “un verdadero triunfo para Belgrano”2, los oficiales que lo acompañaron en la batalla escribieron una nota para defenderlo diciendo: “‘que no había un oficial ni un soldado que tuviera la menor queja que producir contra él’[...] ‘cuantos oficiales tuvimos la gloria de militar bajo las órdenes de este digno jefe desde el momento en que empezamos a recibir sus sabias lecciones, encontramos motivos para admirar no tan sólo su hábil política y madura prudencia, con que todo lo componía uniendo los ánimos y llenándolos de un fuego verdaderamente militar, removiendo con su alta previsión hasta los menores tropiezos que podían retardar nuestro gran proyecto, sino también su constancia y continuo desvelo para mante-

ner la tropa en la más perfecta disciplina, y el heroico valor con que logró que nuestras armas se cubriesen de gloria memorables en el ataque de Candelaria, Paraguary y Tacuary.” 3 El 9 de agosto, la Junta declaró el fin del proceso del general y comenzó uno contra el movimiento revolucionario de la “Primera Sociedad Patriótica”. La noticia de la derrota del ejército patriota en Huaqui llegó a Buenos Aires al tiempo que las tropas portuguesas intentaban invadir la Banda Oriental y los españoles bombardeaban la capital desde el océano. En estas circunstancias, la Junta de Buenos Aires conoció la decisión del Paraguay de separarse de la Junta de Gobierno, luego del triunfo de esta revolución, en mayo de 1811, en manos del paraguayo Pedro Somellera. “Esto no impedía que el Paraguay se manifestase dispuesto a formar parte de una asociación política, en unión con las demás provincias, pero siempre partiendo de la federación y sobre las base de la independencia recíproca de ambas Juntas”.4 El 12 de octubre, terminadas las negociaciones entre el doctor Francia, representando al Paraguay, y Belgrano y Echeverría, a la Nación que nacía, se firmó un tratado en el que “los comisionados creyeron haber obtenido el triunfo […] sin obtener en cambio la más mínima ventaja”. A partir de este suceso, el gobierno de Buenos Aires conocía la urgencia de la revolución para evitar que las demás provincias tomaran la iniciativa del Paraguay como ejemplo para cortar lazos con la capital, en palabras de Mitre “Estos inconvenientes, unidos a los peligros de la situación hicieron pensar a los patrio-

1 Mitre, Bartolomé: Historia de Belgrano. Buenos Aires, Editorial científica y literaria argentina, 1927. Pág. 7. 2 Ibídem. Pág. 9. 3 Ibídem. Pág. 7 y 8 4 Ibídem. Pág. 15. 5 Ibídem. Pág. 18.

tas en la necesidad de robustecer la acción del gobierno por medio de la división de los poderes, y la reconcentración del ejecutivo en un corto número de personas. La opinión que apoyaba esta reforma necesaria, se hizo tan poderosa, que cediendo a su presión los diputados que indebidamente habían tomado parte activa en el gobierno, se vieron obligados a separarse de la Junta Gubernativa, y a constituirse en cuerpo deliberante en el título de “Junta conservadora”. […] El resultado de todo esto fué, la creación de un Triunvirato compuesto de Chiclana, Passo y Sarratea, el cual bajo la denominación de ‘Gobierno Ejecutivo’ [...], en calidad de secretario [...] fué Don Bernardino Rivadavia [...]”. 5 A partir de aquí comenzaron los conflictos entre los que apoyaban al nuevo tipo de gobierno y los que no, habiendo divisiones entre partidos y problemas con respecto a la representación de cada una de las provincias. Para combatir a la marina española se crearon “baterias de costa en los ríos Uruguay y Paraná”, esta última le fue concedida a Belgrano, quien el 10 de febrero arribó a Rosario. “A la aproximación del peligro, el espíritu de Belgrano se exaltó y buscando en su alma nuevas inspiraciones para transmitir su entusiasmo a las tropas que mandaba, concibió la idea de dar a la revolución, un símbolo visible, que concentre en sí las vagas aspiraciones de la multitud y los propósitos de los hombres de principios. Resuelto a acelerar lo época de la independencia y a comprometer al pueblo y al gobierno en esta política atrevida., empezó por proponer la adopción de una ‘escarapela nacional’[...] El gobierno, cediendo a las exigen-


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cias de Belgrano, declaró por decreto de 18 de febrero, ‘que la escarapela nacional de las provincias del Río de la Plata sería de color blanco y azul celeste’”.6

Ese mismo día el general don Juan Martín Pueyrredón solicitó su reemplazo en el Norte, y fue sustituido por Manuel Belgrano que, a pesar de que su salud estaba flaqueando, aceptó sin dudar, incluso cuando se le advirtió la diferencia en número de nuestros soldados contra los realistas al mando de Goyeneche, que nos duplicaban, y se le ordenó que “en la imposibilidad de contenerlo, se le preveía se pusiera en retirada para salvar el material de guerra”8. Por estas imposiciones, le correspondía Belgrano “el triste y vergonzoso deber de presenciar la conquista del territorio sin disputar al enemigo el paso”. 9

Desde que el general Manuel Belgrano tomó el mando el 1º de marzo, buscó mantener en alto la moral de los soldados patriotas e hizo conocida la razón por la que se luchaba entre las poblaciones norteñas. Contagió sus ánimos de libertad entre las gentes y consiguió el apoyo necesario para dar batalla al ejército realista que duplicaba en número y en experiencia al patriota. Se dice del general Belgrano que “jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada aversión a los que opinaban tristemente”. 10 El ejército patriota exigía al gobierno que les mandase materiales para poder combatir al enemigo, pero la vista de estos estaba puesta sobre la banda oriental que no suspenda el fuego, las esperanzas sobre el ejército que se encontraba en el norte eran nulas. Tal es así que Belgrano los acusó de ser sus enemigos y de no interesarles la causa de la Patria. Viéndose desprovisto de materiales, armas, dinero, decidió construir lanzas para poder dar batalla, aunque se sabía en amplia desventaja. A pesar de esta situación, los cochabambinos se sacrificaban por la causa de la libertad, estaban prontos a sucumbir, no obstante, el general haría cuanto fuera posible para salvar ese territorio. La mala salud

6 Ibídem. Pág. 34 7 Ibídem. Pág. 37. 8 Ibídem. Pág. 38. 9 Ibídem. Pág. 38. 10 Paz, José María: Memorias Póstumas del Gral. José M. Paz. Argentina, Biblioteca del Suboficial, 1951. Pág. 19 y 20. 11 Mitre, Bartolomé: Historia de Belgrano. Buenos Aires, Editorial científica y literaria argentina, 1927. Pág. 58.

Una vez más, en Jujuy, Belgrano, sin haber recibido la desaprobación de la bandera, repitió el juramento e hizo bendecir la insignia por el canónigo Gorriti y otra vez fue reprendido por las autoridades. Al finalizar el mes de julio, le llegó el auxilio necesario a las fuerzas patriotas, pero viéndose en peligro por la avanzada de los realistas, cargaron el armamento para emprender la retirada. Con un bando, Belgrano exigió en Jujuy respuesta y abandono de todas sus pertenencias a los pobladores que correrían el riesgo de ser tomados por los españoles. Desde Buenos Aires el Triunvirato exigía la retirada hasta Córdoba que significaría el temor al enemigo, una mayor pérdida de territorio y habría sido más difícil mantener la moral de los soldados, incluso desconocía los ánimos que se vivían entre los criollos que temblaban ante la posibilidad de una guerra en sus narices y la pérdida de sus bienes y familiares, que recobraron valor y entregaron el doble de lo que el General exigía para dar batalla. No sólo se involucraron los hombres, nuestros gauchos que temerosos hicieron frente a una tropa bien constituida, sino nuestras mujeres, niños y hasta el clero respondieron al llamado de lucha por la independencia. “No se trató de un ejército con-

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Con estos deseos de encender los corazones patriotas Belgrano creyó que, al tener una escarapela nacional, podría enarbolar una bandera con los mismos colores para reemplazar los que correspondían a España, de quien querían prescindir. Así es que en Rosario, el día 27, luego de hacer participe al gobierno con un aviso y asumiendo su aprobación, reunió a las tropas sobre la barranca del río, con parte del vecindario presente, profirió un juramento hacia los soldados y luego de este, se alzó la bandera argentina. Este acto que buscaba no solo glorificar a la Patria sino darles a todos los patriotas una bandera que defender, causó mucho entusiasmo entre los soldados pero reprobación en el gobierno que dispuso “haga pasar como un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola disimuladamente y sustituyéndola con la que se le envía, que es la que hasta ahora se usa en esta Fortaleza, y que hace el centro del Estado”. 7

de algunos de los soldados lo hizo desistir de sus ansias de lucha y adoptó la defensiva esperando refuerzos de Buenos Aires, tanto de hombres como de pólvora. “¿Se puede hacer la guerra sin gente, sin armas, sin municiones, ni pólvora siquiera? Vd. Me ha ofrecido atender a este ejército; es preciso hacerlo y con la celeridad del rayo, no por mí, pues al fin mi crédito es de poco momento, sino por la patria.” 11 Por ese tiempo el ejército tuvo la entrada del barón Holmberg, que fue de gran ayuda para la causa, casi duplicó la fuerza patriota.

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vencional sino de voluntarios, entusiastas que se sumaron a las actividades impulsadas por el espíritu de revolución de esa época”. 12 Al mismo tiempo, Venancio Benavides traicionó a la Patria y dio a conocer al enemigo la pobreza de su contrincante, lo que los convenció que tendrían una fácil victoria y los impulsó a acelerar la marcha. El envío de municiones de parte del gobierno estaba centrado en las luchas en la banda oriental, lo que supuso el abandono de las tropas que se encontraban en el norte. Los motivos revolucionarios hicieron participar a toda la población de los hechos, tanto que las mujeres se ofrecían a coser y reparar los trajes de los soldados y las gentes ofrecieron su dinero para pagar armamento recibido desde Estado Unidos. A Buenos Aires llegó el embajador de Portugal buscando una negociación con la que se logró neutralizar los ataques sufridos en la banda oriental y poner sitio en Montevideo. Al mismo tiempo, se estaba organizando una conspiración hacia el gobierno que tendría sus efectos en desorganizar toda la revolución y reestablecer el poder a España, estos planes fueron revelados a una mujer que se los relató de inmediato a su marido para que delate el hecho frente a las autoridades y se puedan todas las medidas necesarias para evitarla. Y así fue, condenando a Martín Alzaga como jefe de la conjuración y a todos los que se encontraban complicados, se extendieron estos fusilamientos por más de un mes, el pueblo festejaba las muertes de los que se oponían a la revolución y mantenía viva la llama de la independencia. Con fuertes enfrentamientos en Suipacha, a pesar de no contar con la totalidad de hombres de ninguno de los ejércitos, se emprendió una fuerte persecución que dolió en el alma patriota y reforzó las ansias de victoria de los españoles. Pero tomando venta-

ja de los accidentes del terreno el 3 de septiembre se dio lugar al combate del Río Las Piedras, Salta, en el que los soldados de Belgrano salieron victoriosos y se consiguió paralizar la persecución. Con este suceso, las esperanzas de los soldados tomaron otro tinte y logró que el ejército enemigo se tuviera un poco más de respeto por los hombres contra lo que luchaban: “El triunfo de las Piedras, aunque pequeño como hecho de armas, fue de gran trascendencia para el éxito de la campaña.” 13 También animó a Belgrano a la idea que mantenía de dar batalla en Tucumán, a pesar de las órdenes contrarias que le pesaban en sus espaldas, pero más aún la causa de la libertad. Por tal motivo, abandonó el camino de las Postas y tomó el llamado de las Carretas, lo que lo acercaba a la ciudad, así también podía engañar al enemigo que pensaba en su retirada hasta Córdoba. Mientras los sucesos iban perfilándose para la batalla, Belgrano buscaba respuesta afirmativa por parte del gobierno, incluso intentaba convencerlos de los hechos que iban a tomar forma. Mediaron varias cartas antes de recibir contestación que llegó a manos del general del 25 de septiembre.

te y frontal ante la disputa que los esperaba. “La caballería tucumana de la derecha, armada en su mayor parte por lanzas y cuchillos enastados en palos y muchos sin más que puñales, lazos y bolas, presentaba un aspecto verdaderamente salvaje. Caprichosamente vestida, con ponchos de todos colores, y cubiertas las piernas con anchos guardamontes de cuero, cuyas fisonomías acentuadas hacían conocer a una raza enérgica, cuyas ocupaciones desenvolviendo las fuerzas del cuerpo, inoculan en el espíritu el valor del soldado.” 14 Al terminar el fuego ninguno de los dos ejércitos sabían cual había sido el resultado de la batalla, Belgrano buscaba que alguien le diera una respuesta pero lo único que le respondían era que habían vencido a los que tenían al frente, esto llevó a la tristeza del general. Por esto, reunió a 200 hombres para marchar hacia la ciudad.

El ejército realista confiado se encontraba con su vanguardia en Metán cuando dos hombres se adelantaron hasta Trancas, de la mano del coronel Huici, y resultaron prisioneros. Por este suceso, el Gral. Tristán pidió a Belgrano el buen trato a sus hombres recientemente capturados enviando dinero, y recibió respuesta solicitando lo mismo para con sus soldados.

A su vez, Tristán dos horas después de finalizadas las hostilidades, intimó a la rendición de la plaza amenazando con hacerla arder en llamas, si la respuesta no era favorable. Díaz Vélez, estando al tanto de los hombres que había conseguido reunir Belgrano, se negó de forma arrogante y le advirtió que matarían a sus prisioneros. En la noche del 25, Tristán escapó con sus hombres hacia Salta, y amenazó a sus soldados a que dieran a conocer su derrota en Tucumán. Es preciso conocer la importancia que tuvo esta hazaña para toda la revolución argentina, en palabras de Mitre:

La batalla tuvo lugar en Tucumán el 24 de septiembre y, a pesar de ser confusa para ambos bandos, resultó ampliamente victoriosa para los patriotas que contaron con los gauchos, entregándose salvajemente a la lucha y horrorizando a los realistas no solo por su vestimenta sino más por su actitud valien-

“Pero lo que hizo más gloriosa esta batalla fué, no tanto el heroísmo de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera

12 Bliss, Santiago Rex: Conferencia en las Jornadas 1812. Tucumán en la Independencia. Nuevas miradas sobre 1812: actores, prácticas y rituales de una ciudad en guerra. San Miguel de Tucumán, 2012. 13 Mitre, Bartolomé: Historia de Belgrano. Buenos Aires, Editorial científica y literaria argentina, 1927. Pág. 84. 14 Ibídem. Pág. 95.


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“Se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa nación, coronada su sien de laureles y a sus plantas rendido un león” muy directa y eficaz al triunfo de la independencia americana. Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del gobierno, se retira, las provincias del Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la República Argentina.” 15 A partir de esta victoria, se dio lugar a que los roles se invirtiesen y sea el ejército vestido de albiceleste el que vaya en persecución de los realistas que huían ante el peligro de tal fuerza armada bien constituida. Antes de tomar lugar la batalla de Salta, que terminó con el enemigo, rindiéndolo totalmente a los pies de los que buscaban la independencia de nuestra Nación, en Buenos Aires, se renovaron los cargos en el Triunvirato porque el pueblo así lo exigía y las provincias tomaron parte de la Asamblea General Constituyente, el 31 de enero de 1813, que representaba la soberanía de las Provincias Unidas del Río de La Plata. La efigie de la moneda fue reemplazada por el escudo que crearon las provincias reunidas y así también, se dio “ritmo a la revolución, al sancionar el himno patriótico nacional”. 16

La noticia de las victorias paralelas en Cerrito por Rondeau y en San Lorenzo por San Martín, llenaron de orgullo y fuerza al ejército. A pesar de que la salud de Belgrano estaba flaqueando, se presento en el frente de batalla el 20 de febrero: “Con la reserva marchaba el general Belgrano, llevando la nueva bandera azul y blanca, que por la primera vez iba a recibir el bautismo del fuego y de la sangre.” 17 Y su bautismo fue con un triunfo glorioso para el ejército que ahora se puede llamar argentino. “Se levanta a la faz de la tierra Una nueva y gloriosa nación, Coronada su sien de laureles Y a sus plantas rendido un león.”18 Puedo afirmar, con el respaldo que me da la historia, que la Batalla de Tucumán fue un hecho histórico y glorioso que merece ser reconocido por todos los nacidos en territorio argentino. Más aún debiera usarse ese día, como en todas las fechas patrias, la escarapela nacional como reconocimiento a todos los hombres y familias que se sacrificaron para que la Patria pueda gritar con fuerza, el 9 de julio de 1816: “¡Viva la Patria!”.

Ambos bandos se fortificaban para conseguir la victoria en el próximo encuentro. En este combate, sí pudo el general cargar la bandera azul y blanca que había creado y el ejército

15 Ibídem. Pág. 105. 16 Ibídem. Pág. 133. 17 Ibídem. Pág. 142. 18 Mitre, Bartolomé: Historia de Belgrano. Buenos Aires, Editorial científica y literaria argentina, 1927. Pág. 133 Bibliografía consultada: -Bliss, Santiago Rex: Libro conmemorativo de la batalla de Tucumán. Tucumán, La Feria del Libro, 2011. -Guerra Orozco, María Cecilia en una entrevista el 6 de septiembre de 2012, Tucumán. -Lizondo Borda, Manuel: Estudios históricos. Temas argentinos del siglo XIX. San Miguel de Tucumán, Junta conservadora del Archivo Histórico de Tucumán, 1959. -Mitre, Bartolome: Historia de Belgrano. Buenos Aires, Editorial científica y literaria argentina, 1927. -Páez de la Torre, Carlos (h): Historia Ilustrada de Tucumán. Tucumán, Libreros y Editores Asociados, 1994. -Paz, Jose Maria: Memorias Póstumas del General Jose Maria Paz. Argentina, Biblioteca del Suboficial, 1951.

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Monumento Historico Nacional a La Bandera Argentina

llevó su emblema con orgullo, colgando sobre sus cuellos escapularios de la virgen de la Merced, realizado por monjas en Buenos Aires.

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Personalidades de la Batalla de Tucumán Sabemos y conocemos acerca de varias personas que estuvieron en la Batalla de Tucumán, pero hay otra que tuvieron destacada actuación de los que no tenemos mucho conocimiento. Entre ellos están: Bernabé Aráoz, Manuel Asencio Padilla, Manuel Dorrego y Eustaquio Díaz Vélez.

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ustaquio Díaz Vélez fue un militar argentino que luchó en las invasiones inglesas,

participó en la Revolución de Mayo y en la campaña del Alto Perú. Fue una suerte de segundo jefe del ejército en la Batalla de Tucumán. Cuando Belgrano se hizo cargo del Ejército del Norte, Díaz Vélez colaboró con él en el Éxodo Jujeño, donde formó un cuerpo de caballería con voluntarios jujeños con quienes marchó hacia Humahuaca para vigilar las tropas de Pio Tristán, donde luego se encargó de cubrir la retaguardia Patriota1 Durante la Batalla de Tucumán, sus reclutados estaban ubicados del lado izquierdo del frente de batalla2 Díaz Vélez se hizo muy fuerte en la ofensiva, y cuando Tristán avanzó hacia San Miguel, degolló a los prisioneros, entre los que se encontraban cuatro coroneles.3 Otra de las personalidades que aportaron a la decisiva gesta independentista, fue Manuel Dorrego quien había nacido en Buenos Aires, y los vientos de la emancipación lo encontraron en Santiago de Chile donde fue protagonista de los sucesos de 1810. En 1811 regresó a Buenos Aires para ser enviado al Ejército del Norte donde tuvo una destacada actuación en la Batalla de Tucumán.4 Estuvo a cargo de la columna de reserva. El Coronel Dorrego junto con el Coronel Díaz Vélez, tomaron el material abandonado por los españoles-13 cañones, 359 fusiles, 39 carretas, 70 cajas de municiones y 87 tiendas de campaña- que luego serviría al Ejército del Norte en su campaña.5 Don Bernabé Aráoz, nacido en 1772, donde actualmente es la Ciudad de Monteros, viajo desde muy joven a Buenos Aires donde residió un tiempo . Dedicó su juventud al comercio, como la mayor parte de la burguesía rica de las provincias; sirvió en las milicias, fue labrador y propietario rural. (Freyre)6

1 “Belgrano, artificie de la Nación, soldado de la Libertad” Miguel Ángel De Marco, 1° edición Junio 2012 pag 180. 2 “Belgrano, artificie de la Nación, soldado de la Libertad” pág. 183 3 “Belgrano, artificie de la Nación, soldado de la Libertad” pág. 185 4 “Batalla de Tucumán” Santiago Rex Bliss, Primera edición, Tucumán Feria del Libro, 2011 5 “Belgrano, artificie de la Nación, soldado de la Libertad” pág. 185 6 “Historia de la Republica de Tucuman” Ricardo Jaime Freyre. Editoral de la Universidad Nacional de Tuc. Pag 21


Eloisa Zerdan Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

acompañado por el cura rector de la Catedral don Pedro Miguel Araoz y por el teniente, despues general, Don Rudencindo Alvarado, logró disuadir a Belgrano para que se quedaran en Tucuman en nombre de todo el pueblo, que estaba dispuesto a luchar en una batalla. Fueron aceptadas por el prócer las petucuibes de los tucumanos, que consultaban sus propios deseos, pero exigía una gruesa suma de dinero para socorrer a su ejército en un fuerte contingente de hombres y de caballos para reorganizalos.7 Aráoz cooperó con sus milicias en forma distinguida en la Batalla de Tucumán. No solo su intervensión fue proporcionar tropas para reforzar el ejército, sino que tambien fue uno de los más fuertes contribuyentes para la reunion de 40.000 pesos fuertes con los que se auxilio para poder hacer frente a los gastos que demandaba la campaña.8 Aráoz partió a la campaña; veinticuatro horas despues comenzaron a llegar los refuerzos y pronto se juntaron a las tropas veteranas, grandes partidas de campesinos y de artesanos de la ciudad.9 Por decreto del 8 de octubre de 1814,el Directorio creo la Provincia de Tucumán con las juridicciones de Catamarca, Tucumán y Santiago; y el mes siguiente nombró gobernador de la nueva Provincia a Bernabe Aráoz.10 El gobernador Aráoz había sido ascendido a coronel mayor de los ejércitos de la Patria por despacho del 20 de marzo de 1815.11 “Era don Bernabe Aráoz un hombre frío y tranquilo. En sus palabras, en sus ademanes y hasta en el tono de su voz parecía mas a propósito para la Iglesia que para la guerra; su semblante no era atrayente, pero sus maneras eran suaves y corteses. Nadie lo vio inmutarse jamás ni perder la serenidad, aun en los momentos mas difíciles”.12 Manuel Asensio Padilla y su esposa, Juana Azurduy.

7 Idem. Pag 22 8 Biografias Argentinas y Sudamericanas. Tomo I. Pag.271 9 “Historia de la Republica de Tucuman” Ricardo Jaime Freyre. EDIUNT. 10 Idem. Pag 24 11 Idem pag 27 12 Idem pag. 28 13 Biografias Argentinas y Sudamericanas Tomo IV. Pag 400 14 Idem pag 397 15 Idem Pag. 402

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nació en Chiripina(actual provincia de Chayanta, Bolivia), heredad de sus padres, el 28 de septiembre de 1774, siendo sus progenitores D.Melchor Padilla y Doña Eugenia Gallardo.13 Manuel se caso con Juana Azurduy el ocho de marzo de 1805. Juntos tuvieron seis hijos, quienes murieron.14 En la batalla de Tucumán el valiente caudillo combatio entre los de Cochabamba y Chayanta, que constituian la escolta particular de Belgrano; Don Esteban Arce, luego de la acción de Padilla le dio el Título de Comandante, en Cochabamba. Fusilo tres oficiales realistas prisioneros que conducian por Tucumán, los cuales trataron de obstaculizar la marcha del caudillo Patriota por todos los medios posibles, con el fin de hacerlos caer en poder de los españoles que lo perseguían.15

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La Orden Dominicana y La Batalla de Tucumán Una aventura de Ejercito, un General y Dominicos; una batalla donde miles de personas lucharon por algo. ¿Qué se recuerda? ¿Quiénes son los más allegados? ¿Qué rol cumplían los Dominicos?

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l rol que cumplían los frailes Dominicos con el General

Un 3 de junio de 1770 vino al mundo Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Su padrino de bautismo fue don Julián Gregorio de Espinosa, miembro de Cofradía del Rosario, muy allegado a la orden. Nacido a pocos pasos de Santo Domingo (El Convento y la Iglesia de la Orden esta ubicada en calle Belgrano altura al 400 en el Gran Buenos Aires), conoció a los religiosos desde su mínima infancia. El hecho de pertenecer a un hogar tan ligado al convento y el afecto de todos ellos.1 Pasaron los años, el gobierno confió a Belgrano la expedición al Paraguay. Quienes le colaboraron fueron los Dos Hermanos Terceros Dominicos, Don Francisco Antonio Candioti y Doña Gregoria Pérez de Denis que ponen sus cuantiosos bienes a disposición. El 27 de febrero de 1812 Belgrano era nombrado General en jefe de Ejercito del Norte, en reemplazo de Juan Martín de Pueyrredón. Era desalentador el estado de aquel ejército, las desavenencias entre la oficialidad, las deserciones en la tropa, la escasez de armamento. Existe una carta enviada por el Prior de Santo Domingo de Tucumán, Fray Ramón del Sueldo, al nuevo Prior Provincial Padre Julián Perdriel el 26 de marzo, el mismo día en que Belgrano llegaba al cuartel de Yatas-

to, en la que describe la angustiosa situación militar norteña. Los ocurrencias del día, expresa, nos tienen por acá casi trastornados, pensativos y cuidadosos, sin saber la suerte que nos tocará; las tropas que manda el señor Pueyrredón se han retirado de Jujuy y se hallan situadas en el arenal, treinta y tantas leguas distantes de esta. Ya tenemos aquí más de doscientos hombres entre heridos y enfermos de terciana. Se anuncian muy mal de que estas tropas serán derrotadas por las del señor Goyeneche, por ser sin comparación mayor en número de ellos… Todos estos antecedentes me hacen recelar de que puede suceder que los enemigos se apoderen de Tucumán y quede nuestra correspondencia enteramente cortada y dure (esto) por mucho tiempo... He visto una carta escrita de este convento (el de Buenos Aires) en la que se promete grandes progresos en la reconquista del Perú; pero los sucesos que estamos viendo y oyendo acá nos anuncian todo lo contrario. Espero sobre el particular la determinación de V.P.M.R2 El Padre Perdriel, decidido patriota a quien el gobierno pedirá, tres meses más tarde, escriba la Historia Filosófica de la Revolución y que conocía muy bien al nuevo general en jefe responde el 27 de abril al Prior tucuma-

1 J. L TRENTI ROCAMORA, La cultura en Buenos Aires hasta 1810, 1948, p, 10. 2 2Archivo Provincial O. P (Buenos Aires) cartas, t, I, p. 267-268.


Agustina Zawel Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

no: “Si llegase el caso de que nuestro Ejercito se hospedase en ese convento, nada será más honroso que franquear cuando hubiera a los que exponen su vida por defender la nuestra. Y con dar lo que tenemos habremos cumplido con Dios y con la Patria… Sucediendo que regresen y ocupen nuestra casa de la ciudad, este como estuviese esta, no solo se dará, sino que se dará complacencia, acomodándose nuestros Hermanos en los Lules, con lo que sea transportable…”3

“Se dice que nuestro ejército, que viene de retirada, está, situado en el Río del Tala, que dista veintidós leguas de esta, que el enemigo trae fuerza superior y, por consiguiente, ya nos creemos que dentro de poco días seremos súbditos del enemigo”4 El 23, víspera de la batalla, escribe de nuevo. De acuerdo a órdenes emanadas del Gobierno y respondiendo a las directivas del Prior Provincial, han sido desalojados los dos conventos dominicanos de Tucumán: el de la ciudad y el de Lules. Él ha quedado solo en el convento, en compañía de un Hermano lego. La carta del Padre Sueldo, más optimista que las anteriores, es muy interesante, por ser de un testigo presencial que escribe en el lugar y momento en que se desarrollan los episodios que narra.

Convento Dominico en San José de Lules, en lo que fueron posesiones Jesuiticas

“Son las diez del día; ya estamos sobresaltados. Acaban de hacer señal, por un tiro de cañón, para que reúnan la gente. Creo que al enemigo lo tenemos muy inmediato. Desde tres o cuatro días antes, se ha dicho que está en la Posta de Tapia, que dista de ésta siete leguas; ni lo sé con evidencia. El día de ayer, por la tarde, tomaron prisioneros un espía en la inmediación de esta ciudad. No es posible adquirir noticia individual ni segura, porque los hombres todos están en el campamento. El resto del pueblo, que son las mujeres, viejos y muchachos, está en los campos… Yo me hallo solo en el convento con el Hermano Fr. Norberto. El 10 del corriente se me pasó oficio del Gobierno para que saliese esta Comunidad y la de los Lules y se dirigiesen para Córdoba, llevando consigo lo precioso que hubiere en la dos casas, en obedecimiento de dicho oficio, salieron los religiosos y yo supliqué se me concediese quedar al cuidado de la iglesia y convento. La misma diligencia practiqué

para el cuidado de los Lules, (del) que están encargado el Padre Olivia y Fr. Plácido… Estoy esperando por horas la decisión de nuestra suerte. Se dice que nuestra gente está con mucho frío, que pasan de tres mil hombres. No se puede asegurar si saldrán con su empresa. 5 Al día siguiente, festividad de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección puso a su ejército, se libraba la desigual batalla, con los resultados conocidos. Belgrano la nombro Generala e hizo celebrar solemnemente su triunfo en la Iglesia de la Merced. Pero en manera alguna olvido en aquellos momentos a su antigua y querida Virgen del Rosario del templo de Santo Domingo de Buenos Aires, a la que venero desde su infancia, y le envió dos estándares españoles, que se conservan en su camarín. Exactamente un mes después, el 24 de octubre, es una nueva misiva del Prior Sueldo al Provincial Perdriel, en que se hace una descripción de la batalla, que viene a ser la primera crónica de la misma:

3 E. SALDAÑA RETAMAR, Los Dominicos en la independencia argentina, p. 112, id, Los dominicanos y la Batalla de Tucumán, en Ensayos y Rumbos (Buenos Aires) en Feb, p.712 4 Archivo Provincial O.P (Buenos Aires), Cartas, t, I, P 273. 5 Archivo Provincial O.P (Córdoba), Cartas, t. III, p 274-275. Ha sido publicada sin indicación, con variantes de puntuación, por J. CARRASCO, Los P.P. Dominicos de Tucumán y la independencia argentina, en Album General de la Provincia de Tucumán en, el primer centenario de la independencia Argentina (1816-1916), s.p, y R. SALDAÑA RETAMAR, los dominicos en la independencia argentina, P. 113-114.

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A mediados de septiembre Belgrano llega, en retirada a Tucumán y decide librar batalla en sus inmediaciones, no obstante la superioridad de las fuerzas realistas y contrariando las ordenes de Buenos Aires de replegarse hasta Córdoba. Pocos días antes, el 8 de ese mes, el Prior de Tucumán escribe al Provincial Perdriel:

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Agustina Zawel Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

“Estoy persuadido, le dice, de que V. P. habrá tenido noticias bastante individual de lo acaecido el 24 pasado; sin embargo diré algunas cosas que he oído y otras que he visto. El expresado día, a la madrugada, salieron nuestras tropas a encontrar al enemigo e al entrada del camino real de los Nogales. Estos se desviaron y siguieron su marcha por la orilla del norte que esta a la falda del cerro, y los nuestros retrocedían enfrentando con ellos hasta situarse uno y otro ejercito frente a frente, inmediatos a la orilla del pueblo, en el campo de las carreras, camino para los Lules y Manantial”. “De encima de un horno viejo que hay en nuestro corralón, vi parte de la gente. A las diez y media se rompió el fuego, tan activo, que no se veía sino la humareda y oía el estrépito de cañones y fusiles y a un poco mas de un cuarto de hora, ya entraban algunos de nuestros heridos… Pero entre sus ayes y lagrimas, me decían: no importa, padre, que la victoria es nuestra. Lo mismo se oía a algunos soldados y oficiales que entraban del campo. Entre este tiempo ya los nuestros los tenían desordenados por dicho campo, por el bajo que llaman de Aguilar, por la orilla del monte del rio, en el paso de Madrid y por todo el campo que sigue hacia los Lules y Manantial. Toda esta tragedia aconteció hasta las doce para la una de la tarde, hora en que comenzaron a entrar la presa de bagajes y equipajes, que llenaban las dos cuadras de las dos calles que forman el ángulo de nuestro pretil. Estos dos espacios ocupaban la gente, prisioneros, cargas, mulas sueltas y caballos que se quitaron al enemigo. Entro tanto, siem-

pre se oía, aunque distante, el tiroteo, ya en un lugar, ya en otro. Todos los que presenciaron la acción dicen que el interés de la presa dio ocasión aunque los nuestros no concluyesen con nuestros enemigos. En este tiempo el resto de ellos tuvo lugar de reunirse y a las tres para las cuatro de la tarde entraron, avanzando con nuevo ardor por el sur, camino del najo de Aguilar. Su fuego era tiro de cañón. La dirección tomaron para entrarse a la plaza era la parte del cerro. Todo su fuego fue infructuoso; no daño a persona a alguna ni a edificios. En nuestra torrecita pego una bala de cañón, rompió tres ladrillos de la cornisa y algunas tejas de la portería. Luego los hicieron retroceder y se colocaron inmediatos al sitio donde había comenzado el fuego por la mañana, y ceso inmediatamente el fuego. En ese lugar se mantuvieron toda la noche y el 25 no amanecieron; se fugaron a media noche. En esta ocasión han mostrado toda la tropa y los paisanos un valor extraordinario… Seria muy largo contar todos los sucesos y circunstancias de la referida acción… Tengo en el Convento mas de doscientos hombres..” 6 Estas misivas de enorme valor histórico, testimonian el significativo rol que cumplió la Orden de Los Dominicos, en aquellos días fundamentales de consolidación de la independencia. Será esta Orden la que acompañará además al General Manuel Belgrano a lo largo de su magnánima vida. Agradecemos el invalorable aporte de la Lic. Sara G. Amenta por el material histórico bibliográfico aportado para la realización de este articulo.

6 Archivo Provincial O.P (Buenos Aires), Cartas, t. I, p. 276-277. Ver J. CARRASCO, ob. Cit. Y R. SALDAÑA RETAMAR, ob. Cit., p. 114-115 y los dominicos y la batalla de Tucumán, en Ensayo y Rumbos (1931), p. 713-714.


franco lorenzzetti Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

Madre generala y protectora Las mujeres alistaban el ropaje y las armas de sus maridos y les facilitaban agua y alimento; ellos, se preparaban para luchar y defender a su pueblo. Los primeros rayos de luz entraban en los hogares como cualquier otro día, salvo que aquél era decisivo para el futuro de la Patria: amanecía el 24

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rrodillado frente al altar del Convento de los Mercedarios –actualmente, el lugar en donde se ubica la iglesia de la Merced-, se encontraba Manuel Belgrano, general del ejército patriota argentino, implorando y orando a la Virgen de las Mercedes conmemorando su día y rogándole un milagro. De esa manera estuvo en vela toda la noche del 23 de Septiembre1.Y sí, 1600 hombres eran ellos. Enfrentar y vencer a un ejército que les doblaba en número les resul-

taba prácticamente imposible. En esos mismos momentos, Juan Pío Tristán, coronel y mayor general del Ejército Realista, ordenó la marcha de sus hombres hacia la ciudad. Así, puso la suerte de la Patria en manos de la Virgen debido a la gran devoción que le tenía el pueblo tucumano. Dos siglos atrás, los pobladores de estas tierras la empezaron a venerar, costumbre qué comenzó en el Alto Perú durante el tiempo

de la conquista y colonización de América. Fueron los frailes Antonio de Solís y Antonio de Almansor quienes, hacia el siglo XVI, acompañaban a Diego de Almagro en su expedición por las tierras del Alto Perú. La primera fundación de San Miguel de Tucumán se realizó en el año 1565 en Ibatín, en las cercanías de la actual ciudad de Monteros. Allí se proporcionó un solar para que la orden mercedaria acoja a la iglesia de la Merced. La sagrada imagen mercedaria, la mis-

1 JOSÉ BRUNET O.M, La Batalla de Tucumán y la Generala de Belgrano, Córdoba, 1988, p. 5.

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de septiembre del año 1812.

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ma que hoy se venera en su santuario de Tucumán, velaba aquellos inseguros años de la ciudad 2 . Cuando la ciudad se trasladó a La Toma y se realizó la segunda fundación de San Miguel de Tucumán el día 24 de Septiembre de 1685, a los Mercedarios también les correspondió un espacio, a una cuadra de la plaza principal. Allí construyeron su iglesia, que permanece en ese lugar hasta el día de hoy. En aquellos tiempos, la ciudad era víctima constante de los desastres de la naturaleza; los ciudadanos sufrían con frecuencia temblores, sequías e inundaciones. Cuando catástrofes de este tipo golpeaban la ciudad, se imploraba a la Santísima Virgen de la Merced para que finalizaran. Y sí, realmente finalizaban. En respuesta a todos aquellos milagros que realizaba la Virgen ayudando a los habitantes y a la ciudad, en 1796 los miembros que componían el Cabildo y el Ayuntamiento la nombraron abogada y protectora de la ciudad3 . Eran las nueve de la mañana cuando el Ejército Patriota se concentró en el Campo de las Carreras, listo para luchar contra el Realista del Norte. Habiendo ya comenzado la contienda, varios militares patriotas fueron cayendo. Las tropas realistas avanzaron con crueldad y aireados de victoria. Pero a mitad de la batalla ocurrió lo imposible: los vientos cambiaron favoreciendo a las tropas belgranianas y con ellos, una manga de langostas se precipitó en contra del ejército español dándoles en la cara, sembrando el terror, cubriendo el cielo y oscureciendo el día. De esta manera, las tropas argentinas atacaron sin

piedad teniendo a su favor la obstruida vista de los combatientes realistas4 . Finalizada la batalla, Belgrano intentó recomponer su tropa y la caballería, sin conocer todavía el resultado de la disputa. Balcarce fue el primero en atreverse a calificar a la situación como victoriosa, juzgando que el campo cubierto de cadáveres españoles era indicio del resultado. Y tal como osó adelantar Balcarce, la victoria fue para el Ejército Patriota5 . Luego de la contienda, más precisamente el día 26, el general Belgrano redactó un parte de guerra al Triunvirato, reconociendo que el triunfo se debió a la intercesión de la Virgen de la Merced. El parte rezaba: “La santísima Virgen de las Mercedes, a quien he encomendado la suerte del Ejército es la que ha de arrancar a los enemigos la Victoria. La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el día 24 del co-

2 PÁEZ DE LA TORRE, CARLOS: Iglesias de Tucumán, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1993, p. 180. 3 PÁEZ DE LA TORRE, CARLOS: Iglesias de Tucumán, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1993, p. 180. 4 JOSÉ BRUNET O.M, La Batalla de Tucumán y la Generala de Belgrano, Córdoba, 1988, p. 7. 5 RABINOVICH, ALEJANDRO: La Gloria, esa plaga de nuestra pobre América del Sud, 2009, Biblioteca de Armas.

6 Parte de Guerra enviado por Manuel Belgrano a las autoridades nacionales, 26 de Septiembre de 1812. 7 PÁEZ DE LA TORRE, CARLOS: Iglesias de Tucumán, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1993, p. 181.

rriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos. Dios protege la Santa Causa. Nuestro triunfo no tiene igual.” 6 Como consecuencia de la batalla, se celebró el día de la Virgen de la Merced un mes después, el 27 de Octubre del mismo año. La procesión se realizó en el Campo de las Carreras y se le agradeció a la Virgen la ayuda que otorgó al ejército para ganar la contienda. En mitad de la procesión Belgrano hizo bajar a la imagen de la virgen de la cureña en donde era transportada para entregarle su bastón de mando, reconociendo que fue ella la que dirigió al ejército patriota hacia la victoria7 . Esta ceremonia fue tan emotiva como no hubo otra, recuerda el General Paz en sus memorias: “(...) Entregó su bastón de mando a la Virgen de las Mercedes, proclamándola Generala del Ejército del Norte, en el


franco lorenzzetti Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

mismo campo de batalla, aún enrojecido por la sangre de sus valerosos soldados y en la procesión dispuesta por el mismo General. Gran expectativa, se detuvo la procesión, reinó el silencio más absoluto, se produce el hecho histórico, hay lágrimas de emoción, aprobación general, aplauso y parabienes indescriptibles, Belgrano con su fe, expresa ante el pueblo y las tropas el reconocimiento a la Virgen de la Merced , ella es la Generala, a ella se debe la Victoria”8 .

Tres décadas más tarde, el 22 de Septiembre de 1943, el gobierno nacional dictó el decreto 9.471 reconociendo a la Santísima Virgen de la Merced como Generala del Ejército Argentino. De esta manera, el presidente de la República Argentina, general Pedro Pablo Ramírez, impuso la banda reglamentaria a las imágenes de Tucumán y Buenos Aires, acentuando que para cada aniversario de la Batalla de Tucumán se realice una formación militar para rendirle homenaje: “El Presidente de la Nación Argentina en Acuerdo General de Ministros decreta: Artículo 1º. Quedan reconocidas con el grado de Generala del Ejército Argentino: la San-

tísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes; y la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen. Artículo 2º. El Excelentísimo Señor Presidente de la Nación impondrá, con los honores correspondientes a la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, que se venera en el Templo de la Victoria de la ciudad de Tucumán y en la Basílica de Nuestra Señora de Buenos Aires, de la Capital Federal, y a la imagen de Nuestra Señora del Carmen de Cuyo que se venera en el Templo de San Francisco, de la ciudad de Mendoza, la banda reglamentaria correspondiente a su alta jerarquía militar (...)”10 Manuel Belgrano hizo mucho por la Patria; más de lo que la gente sabe y supone. Luchó, combatió y ganó, pero sin duda alguna, serán su Virgen Generala y la bandera azul y blanca los legados más grandes que el general nos haya dejado.

8 Memorias del general J.M Paz, Campo de Mayo, Rep. Argentina, 1951, p. 261. 9 Páez de la Torre, Carlos: Iglesias de Tucumán, Fundación Banco de Boston, Buenos Aires, 1993, p. 183. 10 Fragmento del Decreto 9471/43 promulgado el día 22 de Septiembre de 1943 en el boletín oficial.

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Cien años pasaron desde la proeza de Belgrano y sus tropas, y con el objetivo de celebrar el centenario de la Batalla de Tucumán, el 24 de Septiembre de 1912, se realizó la coronación de la Virgen de la Merced, acto autorizado por el Vaticano el 6 de Julio de aquél año. De estilo renacentista, la corona fue diseñada en París por Coven Lacloche, bendecida por el Papa Pío X y realizada en Buenos Aires. Está forjada de oro y platino, con brillantes y zafiros, y mide 35 cm de alto. La ceremonia fue conducida por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mariano Espinosa, en presencia de arzobispos de todo el país9

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Gastos y esfuerzos de todo un pueblo en la Batalla de Tucumán Después de dos siglos del hecho que marcó no sólo al pueblo de ese entonces, sino también al nuestro y al que vendrá, se sabe (y se dice) mucho sobre el general Manuel Belgrano, sobre la guerra en sí misma, sobre cómo se ganó la victoria gracias a la genialidad de este hombre que realizó el éxodo jujeño para que los realistas (de bandera española) cansados y sin forma de abastecerse llegasen al actual suelo tucumano y a pesar de ser más en número, perdieran la Batalla. Sin embargo, mucho no se explica o detalla de los sacrificios que esta guerra les exigió a los hombres y mujeres de la época, sin los cuáles hoy no estaríamos aquí.

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la revolución inmediatamente le siguió la guerra. Este hecho político, jurídico inicial, va tomando entonces connotaciones militares y a su vez, la guerra, el ejército, las tropas, la movilización de gente en armas para vencer y ver esta decisión tan revolucionaria necesitó de recursos, de bienes de manutención; por lo tanto este hecho político convertido en hecho militar tiñe y repercute a la economía y la sociedad toda” 1 Podemos entonces preguntarnos, ¿sobre quienes cayeron los gastos materiales de la guerra?, ¿Quién o quienes la costearon? ¿Cómo se pago la guerra y cuáles fueron las consecuencias a nivel local? Para responder estos cuestionamientos es imprescindible aclarar primero que la Batalla de Tucumán fue un punto central en la guerra revolucionaria que nos convirtió en argentinos, comenzó en 1810 pero no terminó con la independencia en 1816, sino que continuó a lo largo del siglo XIX hasta 1870 aproximadamente, sólo que cambiando, mutando, pasó de ser una guerra contra los españoles a ser una guerra civil entre provincias.

Entonces, es entendible que en todo este proceso inestable por el que el actual territorio argentino estaba transitando para poder llamarse patria, los gastos de la guerra sean un reflejo de esa situación. Recién a partir de 1816 es que encontramos asientos en los libros contables de la provincia, en donde figuran los gastos, ingresos y egresos de la misma. Uno de los documentos existentes que reflejan los gastos y costos de la guerra son las cuentas de la comisaría del Ejercito del Norte, que muestran el período que va desde octubre de 1810 hasta junio de 1816. Estas cuentas presentan los pagos realizados por esa comisaría acompañados de sus documentos justificativos. El documento (presentado a continuación) está dividido en categorías y períodos que van de octubre de 1810 a octubre de 1811 (primer legajo), de octubre de 1811 al mismo mes de 1812 (segundo y tercer legajo), de octubre de 1812 a diciembre de 1815 (cuarto y quinto legajo).

Para poder costear todos estos gastos, el Estado debía enviar el dinero de la Caja Nacional ubicada en Buenos Aires; pero no fue así y si llegaba, era sólo una parte del monto, que sólo servía para pagar los sueldos de los soldados. Era imposible pagar el resto de los gastos expuestos arriba. Por lo tanto, el gobierno local, decidió aportar por un lado, recursos de sus ingresos genuinos provenientes de los impuestos de aduanas locales o interiores, o impuestos de guerra; por otro lado, a estos ingresos se le suman los empréstitos que realizaron los grandes comerciantes y ganaderos e incluso artesanos. Aun así existieron otros aportes del pueblo tucumano, que no fueron en efectivo sino en bienes, por lo general alimenticios como ganado y maíz. Muchas veces estos aportes eran tomados de forma arbitraria por jueces con la promesa de que en el futuro se le devolvería al prestamista, aunque en la mayoría de los casos no ocurrió. Casi todas las categorías en las que se encuentran anotados los gastos de la guerra son bastante específicas salvo la última denominada “Varios”. En ella se pueden nom-

1 Doctora Parolo Paula. Exposición en el simposio de la Batalla de Tucumán “Jornadas 1812: Tucumán en la Independencia. Nuevas miradas sobre 1812, actores, prácticas y rituales de una ciudad en guerra”. (2012)


Alexia Ponce de León Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

” En un primer momento las cuentas se reunieron en cuadernos, cada uno de los cuales va precedido de un inventario que numera todos los documentos, en una etapa posterior esos cuadernos fueron encuadernados en siete volúmenes que han llegado hasta nosotros (AGN III, 36-5-1 a 36-5-7). El legajo conservado a continuación de los mencionados (AGN III, 36-5-8) incluye un materia de índole distinta: se trata del ´Libro manual del principal manexo de la COmisaría del Exto. del Perú´desde el 3 de junio de 1816 hasta el 29 de marzo de 1817; aquí los gastos se registran sin acompañamiento de documentos justificativos y en orden cronológico”

Ahora bien, para centrarnos en la Batalla misma, es importante no dejar pasar que es en 1812 cuando más gastos se realizan a comparación de los demás períodos, pero lo curioso es como plantea Halperin Donghi en Gastos militares y economía regional: “… a lo largo de seis años y medio el gasto en armas cubre sólo algo más del 5 por ciento del total, y el de retribuciones a personal absorbe más del 59 por ciento. Aun ese porcentaje no permite, sin embargo, pagar a oficiales y soldados la totalidad de las retribuciones previstas; casi de inmediato se producen no sólo retrasos sino también disminuciones definitivas del monto de las retribuciones”2. Por lo tanto podemos decir que para la Batalla de Tucumán no hubo inversión o si se quiere

sólo fue mínima para las armas, con las que lucharon en el frente del que salió victorioso el ejército del General Belgrano. Hablar de la guerra por la independencia y específicamente de la Batalla de Tucumán, nos planeta pensar los gastos y costos de ésta no sólo en lo material. Al pueblo tucumano la batalla le costó mucho más. El ejército de Belgrano estaba compuesto por 1800 hombres y el bando realista por 3200; del primero fallecieron 70 hombres en el combate y del segundo 450 aproximadamente, y dejó la contienda casi 200 heridos para cada frente. Quizás si vemos estos números desde el presente no nos parezcan muy significativos, pero en ese entonces la ciudad que hoy es Tucumán tenía sólo 4000 habitantes, por lo que podemos decir que el enrolamiento al ejercito era muy alto, tomaba a casi el 50 por ciento de la población y sin distinción de clases o razas. Hasta los negros fueron enrolados al ejército a cambio de su libertad. Como consecuencia de la batalla, hubo familias

que quedaron sin padres, hijos y hermanos, y en una sociedad en dónde la mujer era sólo ama de casa, la pérdida era grande. También hay que decir que la ciudad quedo en un estancamiento y crisis, por haber sido escenario de la batalla y por las deudas que tenía que subsanar. Este año en que es feriado nacional el 24 de Septiembre por la conmemoración del bicentenario de la Batalla de Tucumán, sentirnos argentinos libres e independientes implica recordar todos los sacrificios y esfuerzos que hizo todo un pueblo; desde el más pequeño que perdió a su padre, hasta la mujer que sirvió a los heridos del combate, a los adinerados que dieron de sus riquezas y el hombre del campo que se quedó sin ganado para dar de comer a los soldados. Muchas veces mirar hacia el futuro nos obliga dar la vuelta y revivir el pasado, para que el hoy y el mañana tengan sentido y valga la pena luchar por ellos.

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brar los costos por alquileres que se hacían a casas de familia donde el ejército ubicaba su proveeduría o el hospital chico, o también la devolución de dinero a los comerciantes que habían prestado créditos al estado para solventar la contienda.

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2 Halperin Donghi Tulio. “Gastos militares y economía regional”. Ed. Instituto de Desarrollo Económico y social, Argentina. P. 92


La correspondencia en La Batalla de Tucumán Tratar de imaginar en la actualidad a la ciudad de San Miguel de Tucumán como un pequeño pueblo de al menos 5000 habitantes, calles de tierra y carretas como medios de trasporte, nos resulta inconcebible a quienes nacimos en el auge de la tecnología y la globalización.

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l hecho de cerrar los ojos y tratar de armar en nuestra mente una pequeña puesta en escena de lo qué sucedió aquí en el siglo XIX, nos hace sentir ajenos a la historia misma. Cuán lejana es aquella realidad que nunca pudimos experimentar y cuán distantes nos sentimos nosotros mismos al momento de escuchar algunas historias de nuestra provincia. Las diversas formas de comunicación están integradas en nuestra vida cotidiana de forma tan natural que enviar mensajes vía Internet, tener un teléfono último modelo y experimentar el mejoramiento de la imagen a la que hoy podemos acceder fácilmente, nos parece algo normal y muy difícil de desacostumbrarse, casi imposible. Nos hicimos tan dependientes de la comunicación que hacer un viaje al pasado y ver cómo se comunicaban las personas de aquella época, nos genera un recelo tan grande que a veces es imposible de comprender.

Carta de Manuel Belgrano comunicando la victoria de Tucumán a las autoridades de Buenos Aires.

¿Y si hacemos un viaje al pasado y nos situamos por ejemplo en la Batalla de Tucumán? Seguramente podríamos analizar las grandes diferencias comunicacionales que existen entre ayer y hoy.


Daiana Albertus Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

En ese tiempo las alternativas comunicativas no eran muchas, de hecho existía una sola considerada relativamente formal: la correspondencia, que mayoritariamente era oral y los mensajeros se elegían entre quienes se destacaban por tener buena memoria.La organización de mensajeros, mezcla de acólitos, espías, guerreros y comerciantes no era un sistema de correos propiamente dicho. Más bien, era parte de la logística y estrategia bélica. También estaban las cartas escritas a mano, cartas, una palabra casi desconocida en nuestros tiempos, pero la escritura era un conocimiento que solo manejaban los sectores de la elite, aunque no dejaba de ser de mucha importancia ya que era un medio de comunicación que permitía saber qué estaba ocurriendo en el mundo, el problema era el tiempo que tardaba en llegar a destino. Podían pasar semanas e incluso meses hasta obtener una respuesta.

Los rumores, algo tan fastidioso, no son nada nuevo, aunque en el siglo XIX trataban de ser lo más verosímil posible ya que el temor de las élites a las revoluciones organizadas por grupos opositores y las rebeliones de la “ple1 Felipe Pigna en una entrevista para el Diario Clarín, Sábado 31 de diciembre de 2005 2 Davio, Marisa. Rumores, difamaciones y canales de comunicación de los sectores populares durante el proceso de militarización en Tucumán (1812-1854) 3 Manual del alumno, Editorial Kapeluz, Buenos Aires, 1956 Frías, Bernardo. Las mujeres de la independencia.

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Además de la correspondencia, otra forma de comunicación eran las tertulias, una organizada celebración que consistía en bailes, desfiles e intercambios de opiniones entre intelectuales allí se iniciaban y difundía rumores, a través de ellos, la población estaba al tanto de lo que ocurriría. El historiador Felipe Pigna afirma que “de eventos específicos abundan detalles inverosímiles”1 ya que el material de archivo, el despliegue gráfico y las escenas ficcionalizadas no cumplen otro papel que ilustrar las palabras, pero si bien no estamos seguros de los 1 detalles de lo que aconteció no cabe la menor duda de que las tertulias existieron.

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be”, llevaba a prestar una cuidadosa atención a la información difundida en lugares públicos y a considerar los rumores como una manipulación organizada por los grupos disidentes de las élites, a la que la plebe quedaba totalmente expuesta debido, a su escaso discernimiento2. Sin embargo el Ejército patriota siempre recibió una fervorosa colaboración de los hombres y las mujeres del pueblo, perspicaces personas que arriesgaban su propia vida por su Patria. Un perfecto ejemplo de lo que es llevar el honor y la Patria como sinónimos en su corazón fue Juana Moro “una de las principales agentes secretas, que con hábiles recursos llegaba hasta los cuarteles del enemigo para recoger informaciones. Fue tomada prisionera, y torturada para hacerla confesar; ante su negativa, un Consejo de Guerra ordenó emparedarla, (hasta la muerte), sacrificio que ella aceptó antes de traicionar a su patria.”3 Pero retomemos el tema de la correspondencia porque amerita entender acabadamente, cuán importantes fueron las cartas en aquellas épocas. La tecnología misma nos hizo alejar de una pluma y un papel para adentrarnos en un mundo sin límites de auto correcciones y palabras acortadas. Era menester comunicar urgentemente lo sucedido en Tucumán a la Metrópolis y fue justamente a través de correspondencia. “El Teniente Coronel Gerónimo de Helguera asistió a la Batalla de Tucumán de 1812, siendo comisionado por el General Manuel Belgrano para conducir a la ciudad de Buenos Aires el primer parte de aquella acción, recorriendo en seis días las 249 leguas métricas4 (1200.18 kilómetros) que separan aquella ciudad de esta capital, esfuerzo extraordinario que alteró profundamen-

te la salud de Helguera, que sufrió desde entonces una grave afección en los riñones […] […] debido a la marcha realizada con tan vertiginosa rapidez, una noche se golpeó fuertemente con una rama de quebracho que le ocasionó una herida de importancia sobre uno de los ojos”5 A continuación el primer parte enviado por Manuel Belgrano a Buenos Aires: “Excelentísimo Señor:

La Patria puede gloriarse de la completa victoria que han obtenido sus armas el día 24 del corriente, día de nuestra Señora de las Mercedes, bajo cuya protección nos pusimos: siete cañones, tres banderas y un estandarte. Cinquenta oficiales, quatro capellanes, dos curas, seiscientos prisioneros, quatrocientos muertos, las municiones de cañón y de fusil, todos los bagajes, y aun la mayor parte de sus equipajes, son el resultado de ella. Desde el último individuo del ejército., hasta el de mayor graduación se han comportado con el mayor honor y valor, al enemigo le he mandado perseguir, pues con sus restos va en precipitada fuga; daré a vuestra excelencia un parte pormenor luego que las circunstancias me lo permitan. Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Tucumán, 26 de septiembre de 1812. Excelentísimo señor: Manuel Belgrano”6 De esta manera corroboramos que las únicas pruebas de las formas de comunicación eran las cartas y los partes que se emitían y que para deleite de los apasionados por la historia, aun se pueden encontrar en los archivos de la provincia.

En estas piezas escritas, se informaba todo lo que iba aconteciendo detalladamente ya que era necesario manejar los hechos con suma cautela para no provocar confusiones de ningún tipo. Los datos de gran interés eran los de victorias, derrotas y gastos aunque no hay que desmerecer cualquier tipo de información. A continuación un oficio dirigido al Ilustre Cabildo de Buenos Aires: “En contestación al oficio de 29 de marzo, que de parte del Ilustre Cabildo me ha dirigido acompaño al Estado demostrativo de 28.270 pesos que por la oficina de mi cargo se han satisfecho en el tiempo que se refiere en erogación del ejercito auxiliador. El cálculo que en el mismo oficio se me pide de lo que puede importar lo trabajado en las maestranzas del ejército, quarteles construidos con auxilios de ésta ciudad, he tomado varios informes que deduzco la graduación de 50 mil pesos con que ha contribuido en todas las especies necesarias a ellas, entendiéndose esto fuera de lo que ha pagado la comisaría que no se deve contar como auxilio del vecindario Dios guarde. Creo también oportuna la consideración del Ilustre Ayuntamiento que desde el momento que el ejército de la Patria determinó hacer su defensa en esta contra los tiranos de la libertad que como a los demás pueblos interiores trataron encadenarle, todos sus havitantes pusieron a disposición de los defensores cuantos intereses poseían, las tiendas de avastos, francas para que se proveyesen, sin cuenta ni razón de lo que suministraban por los hacendados cuantos ganados se necesitaban; los artesanos el trabajo personal, las

4 Nota aclaratoria del autor: me refiero a lo que está dentro del paréntesis. 5 Biografías argentinas y sudamericanas, Tomo 3, Editorial Metrópolis, 1939, Buenos Aires, Argentina. (Archivo histórico de la Provincia) 6 Biografías argentinas y sudamericanas, Tomo 3, Editorial Metrópolis, 1939, Buenos Aires, Argentina (Archivo histórico de la Provincia)


Daiana Albertus Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

no siempre obtuvo respuestas. Pero menos pruebas históricas tenemos de su esfuerzo por salir victorioso aún sin tener más apoyo que el de sus hombres. Belgrano se dirige al Cabildo, haciendo conocer donde se puede encontrar caballos para la tropa.

mujeres pobres, infelices, cedieron toda la subsistencia que afincaban en aves domésticas y ganados menores, y los muebles de sus casas que fueron precisos a los hospitales; de todo esto no pudo tomarse razón exacta en aquellos apurados días. De este modo se sostuvo nuestro ejército, se curaron los enfermos, socorrieron el número considerable de prisioneros y se atendieron a todas las necesidades […] […] que desde que llegó hasta algunos días después de la acción, en que la piadoza consideración del Señor General en Jefe; en quanto le permitieron las circunstan-

cias, arregló el manejo económico de víveres y demás nombrando comisionados que diezen recibos de cuanto le suministraban al abono”7 “Mucho me falta para ser un verdadero padre de la patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”, y no podemos negar que Manuel Belgrano hizo mérito para demostrar que actuaba con el corazón y por amor a su Patria; fue un constante luchador que siempre defendió sus raíces, sus creencias y su honor. De esta manera y con ánimos de triunfar, nunca dejó de comunicar lo que ocurría en la Batalla de Tucumán a Buenos Aires, aunque

7 Oficio dirigido al Ilustre Cabildo, Archivo Histórico de la Provincia de Tucumán.

8 Folio 151, libro 22, año 1812, Archivo Histórico Tucumán 9 Pierre Retaud, autor de libros varios entre ellos “preguntas que hacen vender”

Y así se podría escribir cientos de líneas que reflejen el pasado a través de la transcripción de estos textos, que si bien reviven y obtiene un significado cada vez más importante en cada celebración de las fechas patrias, lo que se ha intentado es mostrar el gran valor de un sistema de comunicación que hoy consideramos obsoleto, pero que hace 200 años tuvo la capacidad de informar de la misma manera que hoy lo hace un e- mail. Quizás, a estas alturas de nuestras agitadas ciber vidas, no podamos incluir rápida y nuevamente este viejo mecanismo comunicacional como es la correspondencia, pero siempre deberíamos tomarnos un momento para repasar la historia mediante instrumentos que fueron parte de ella. Pierre Rataud9 dice “Yo sé que usted cree comprender lo que piensa que yo he dicho, pero no sé si se da cuenta de que lo que usted ha oído no es lo que yo quería decir”.

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“La adjunta lista impondrá a Vuestra Señoría de los lugares donde se pueden extraer caballos para el servicio de una de las más sagradas causas; Vuestra Señoría que siempre ha manifestado el mayor interés por ellas, no creo se desentenderá y tomará las providencias más eficaces para su reunión y remisión a éste, tomándose una razón prolija del número de ellos, y dueños a quienes pertenezcan, para en caso de su defalco se pueda pagar su justo precio. Dios guarde a Vuestra Señoría muy atentamente Tucumán, 16 de noviembre de 1812.” 8

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Memorias del olvido Decía Albert Einstein1 ”Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Pero la realidad es que estamos tan acostumbrados a no tener memoria, a recordar cuando nos recuerdan y a no asimilar como debiéramos, que encontrar una solución a este problema se torna difícil.

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ueron los hechos quienes escribieron un pasado, que hoy presente y mañana futuro hacen eco en fechas, las que fueron convertidas en conmemoraciones de los sucesos que marcaron una época. El ser humano tiene la capacidad de retener tanta información como interés haya en la persona. Desde la niñez, a la hora de integrar conocimientos sobre nombres, hechos o fechas utilizamos la memoria que, al ser una función del cerebro y a la vez un fenómeno de la mente, nos permite codificar, almacenar y evocar dicha información del pasado y colocarlas en un alcance temporal (memoria a largo, corto o mediano plazo) de acuerdo a nuestras capacidades. Aunque este sea un proceso normal en el ser humano, la mayoría de las veces no logramos llegar a saberes más profundos que los puramente estéticos o básicos que incorporamos por la presión de conocer nuestro pasado a grandes rasgos. ¿Somos desinteresados de nuestra propia historia?, ¿nos hemos olvidado de nuestro pasado?, ¿por qué no les damos la importancia que merecen las fechas patrias?, somos simples espectadores de una obra que terminó hace un tiempo, algo que no sirve, no afecta, algo que no interesa, siempre los mismos argumentos y es por eso tal vez, que no nos preocupamos y seguimos de largo sin ver a los actores, el escenario, ni siquiera observamos los pequeños detalles que nos permi-

ten comprender más nuestra historia, aquella que hemos dejado de lado. El 24 de Septiembre se recuerda la Batalla de Tucumán de 1812, hecho que marcó a nuestra provincia y a todo el país, siendo un suceso histórico tan importante ¿por qué solo se hace mención en un feriado provincial y por única vez este año nacional?, “El Senado sancionó ayer la ley que declara feriado nacional por única vez al próximo lunes 24 de septiembre, fecha en la que se conmemorará el bicentenario de la Batalla de Tucumán”2, así afirmó “LA NACIÓN”, ¿tendremos que esperar 100 años más del suceso para que sea reconocido en todo el país de forma estable?, ¿somos nosotros responsables de no hacer valer la memoria. Nuestra provincia vivió un enfrentamiento armado en el marco de la Guerra de la Inde-

1 http://alt1040.com/2011/04/20-citas-para-recordar-a-albert-einstein 2 http://www.lanacion.com.ar/1505728-feriado-nacional-por-la-batalla-de-tucuman 3 Archivo histórico de Tucumán. “Sección Administrativa Borradores de Oficios Varios Gobierno y Hacienda

pendencia Argentina. Si bien el combate se extendió desde el 24 al 25 de septiembre, desde el Gobierno de la Nación decidieron recordar esta lucha el día de su inicio. Fue un enfrentamiento en el que el Ejército del Norte, a cargo del General Manuel Belgrano, impide el avance de las tropas pertenecientes a la Corona española, y logra confirmar los límites de la región.3 Conmemoramos la vida de aquellos que sacrificaron todo para crear un pedazo de historia con medallas, monumentos, creación de murales sin saber que el verdadero reconocimiento proviene de la memoria de aquellos que logramos vivir los cambios. Las medallas conmemorativas de la Batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y de la de Salta (20 de febrero de 1813), fueron acuñadas en Potosí antes que las fuer-


Belen Capaldo Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

Estas piezas de plata, de 48,5 mm de módulo y alrededor de 49 g. de peso, ostentan leyendas alusivas a las respectivas batallas, y un diseño similar, que incluye sendos trofeos, también una corona formada por una rama de palma y una de laurel unidas por una cinta. La intervención de Belgrano en el diseño es indudable, y ello surge notoriamente si leemos en la medalla de la Batalla de Tucumán la siguiente leyenda: “BAJO LA PROTECCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE MERCEDES GENERALA DEL EXERCITO”. Belgrano tenía una gran devoción por la Virgen, y dado, que la Batalla de Tucumán se libró el día de la Virgen de la Merced, le atribuyó la victoria, nombrándola generala del Ejército del Norte, y ofrendándole su bastón de mando. A principios de enero de 1813 el ejército se pone en marcha hacia el norte y llegado al sitio donde se había producido el año anterior el combate conocido como del Río Las Piedras, Belgrano hace formar, a la vera del

mencionado río, al ejército y desenvainando su espada pronuncia una encendida arenga, destacándose la frase: “la sangre de los que murieron aquí ha sido vengada en Tucumán y la de los que han muerto allí será vengada en Salta”. Al día siguiente, 13 de febrero, se reúne la totalidad del ejército patriota a orillas del río Pasaje, (hoy Juramento o del Juramento), oportunidad en la que Belgrano decide reiterar su desobediencia, despliega la bandera patria, y bajo pretexto de tomar juramento a la recientemente instalada Asamblea General aprovecha para hacer jurar por los miembros del ejército fidelidad al que no era ya el pabellón real y nuevamente arenga, al ejército todo, expresando “este será el color de la nueva divisa con la que marcharán a la lid los nuevos campeones de la patria”. Así, mencionó dicho acto que permite que la batalla siga en las memorias de las personas y es la misma jura de la bandera de nuestra patria4 . Llegado Belgrano a la Villa Imperial del Potosí encomendó a Pedro Benavidez, jefe de talla de la ceca potosina la acuñación de medallas conmemorativas de las batallas de Tucumán y Salta que se hicieron en oro, plata y cobre. De la medalla conmemorativa de la Batalla del 20 de Febrero de 1813, acuñada en oro, existe un único ejemplar conocido, que integra la Tarja que las damas de Potosí obsequiaron al general Belgrano y que se conserva en el Museo Histórico Nacional..La existencia de estos elementos no es un hecho menor, ayudan a recordar la historia, a tener presente a los protagonistas de la batalla y las consecuencias que permitieron generar un cambio. Otros de los elementos curiosos que se obsequiaron para recordar la batalla fue realizada por Monteagudo en el año 1813, éste dona

4 http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=3902-D-2012 5 Archivo histórico de Tucumán. “Sección Administrativa Borradores de Oficios Varios Gobierno y Haciendas”. 6 http://www.lagaceta.com.ar/nota/510112/tucumanos/medalla-recordatoria-batalla-tucuman.html 7 http://www.frasesypensamientos.com.ar/autor/manuel-belgrano.html

una lámina de plata. Tiempo más tarde, en el año 23 es rematada y por tanto vendida. Fue otro de los tantos obsequios cuyos fines últimos cambiaron para ser convertido en otro olvido.5 El 24 de septiembre del año 2012, por única vez convertido en un feriado nacional, se conmemoró el Bicentenario de la Batalla, en el cual entre otras cosas se estrenó un mural para que las piezas en esta oportunidad encastren y tengan la calidad que pueden aportar los artistas, y para que a través de ellas se recuerde, valore y rinda merecido homenaje a hombres y mujeres cuya participación y accionar fue de gran relevancia en esta singular Batalla, también se pudo observar la colocación de una medalla gigante en la Plaza Belgrano de la provincia de la capital. La obra fue construida y donada por la empresa Proyectos Metalúrgicos S.A. a la Municipalidad. La medalla muestra la frase “Batalla de Tucumán. 1812-2012. La Batalla del Pueblo”.6 Es nuestro deber recordar hoy y mañana, y saber que aquellos que hoy no están, dejaron todo y que lo hicieron con un motivo específico: generar un cambio, cambio que hoy vemos manifestado en cada uno de nosotros, ya dijo una vez Manuel Belgrano “Desde la más remota antigüedad hasta nuestros días, la historia de los siglos y de los tiempos nos enseña cuánto aprecio han merecido todos aquéllos que han puesto el cimiento a alguna obra benéfica a la humanidad”.7

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zas patriotas entraran en la Villa. Así, el 3 de mayo de 1813, Belgrano remitió dos medallas al Poder Ejecutivo enunciando: “Paso a mano de vuestra excelencia las dos adjuntas medallas acuñadas en la Casa de Potosí en memoria de las acciones de Tucumán y Salta, para que se sirvan ponerlas a la presencia de la augusta Asamblea General Constituyente, a fin de que se digne mandar se depositen donde más fuere de su soberano agrado”. El gobierno respondió en los siguientes términos: “Nos han sido del mayor aprecio las dos medallas acuñadas en la Casa de Potosí en memoria de las acciones de Tucumán y Salta que vuestra excelencia dirige con oficio de 3 del presente, y las hemos dirigido a la soberana Asamblea, para que se digne ordenar el destino donde deben depositarse, según lo solicita vuestra excelencia en el indicado oficio a que contestamos”.

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Parece una cita con el pasado

Mucho gusto, “Manuel Belgrano” “Llevar este nombre no implica un peso, pero si una gran responsabilidad, y toda responsabilidad, implica un gran peso”

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n pleno festejo del Bicentenario, nos transmite valores, ideales y emociones el heredero de un apellido cargado de sentimientos, no solo por su identificación con escuelas, universidades y calles sino también, por su contribución con la consolidación de la Nación Argentina. Manuel Belgrano, es el chozno, o mejor dicho el nieto de la cuarta generación del prócer y creador de la bandera Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano. Su historia familiar es así: Belgrano tuvo una hija, Mónica, quien se casó con Manuel Vega Belgrano. La única heredera mujer de este matrimonio se casó con Juan Carlos Belgrano. De esa unión nacieron tres varones, uno de ellos, abuelo del entrevistado.

“Chozno del General Belgrano, gentileza del Sr. Carlos Pacheco Velaquez - 2012”

Manuel, nació en Buenos Aires en el año 1951 y cuenta que tomó conciencia de importancia de su apellido en la escuela primaria, principalmente cuando se aproximaba el 20 de junio y sus compañeros le preguntaban porque debían estudiar dos veces la historia de la bandera. “Muchos argentinos sostienen que la conmemoración de la insignia patria debería celebrarse el 27 de febrero, fecha de su creación, pero es correcto que se conmemore el día de la muerte de su creador. Fue sin lugar a dudas un hombre de vital importancia en nuestro país”, dijo. Sostiene que si hubiese tenido otro apellido, seguramente llevaría la misma vida. Para él, ser pariente de un prócer es exactamente igual a ser como todos los demás, pero el sentimiento de Patria es muy fuerte porque


Lourdes Taleb Estudiante Lic. Comunicación Social UNSTA

igual a ser como todos los demás, pero el sentimiento de Patria es muy fuerte porque se lleva en la sangre. Afirma que todo lo que sabe y ha aprendido con el paso de los años, está ligado a las enseñanzas que se le inculcaron desde niño, y su gran y eterna pasión por los libros. Al respecto dijo: “tengo una vida común y corriente, no gozo de ningún favoritismo, no influye ni debe influir, es así.” “Estatua de Manuel Belgrano que se encuentra en la plaza del mismo nombre en Tucumán”

El chozno del prócer en la actualidad, se dedica al asesoramiento agropecuario. Su hijo, Manuel Joaquín del Corazón de Jesús, lleva ese nombre en honor al General. Este licenciado en administración agraria, es además, vicepresidente de la Asociación Nacional Belgraniana, una institución abocada a difundir y preservar la vida y obra del prócer. Comenta que afortunadamente, este cargo lleva consigo la ventaja de recorrer las provincias de todo el país, brindando la posibilidad de compartir todo lo que sabe sobre historia argentina en escuelas, universidades, charlas y congresos. A la hora de hablar sobre Manuel Belgrano, pone mucho hincapié en la humildad y magnanimidad que definían al creador de la insignia patria como principal promotor de la educación en Argentina. Lo considera un intelectual; el primer economista que tuvo América del Sur. Dice: “a diferencia de otros patriotas que habían estudiado en

Chuquisaca, él tuvo la suerte de estar en Salamanca, España, y vivir de cerca la Revolución Francesa. Tenía un concepto de la economía que era real. Ese concepto se debería aplicar en estos tiempos difíciles.” Piensa que su ancestro hoy, no se encasillaría en una sola ideología política. Él, tomaba todo aquello que consideraba bueno para que la Nación se desarrollara de manera correcta. Considera al general un hombre de increíbles costumbres y por sobre todo de bastos conocimientos, los cuales brindó sin pedir dinero, o tal vez trofeos a cambio. Solo anhelaba la creación de escuelas de múltiples disciplinas, que tanto hacían falta para la consolidación de la Nación. Expresó que “tenía principios muy formados y un gran conocimiento de lo que era este país, siempre hablaba de rotación de cultivos, de ecología, navegación; de una marina mercante, tanto que creó la escuela Náutica, la de Comercio y Matemáticas. Fue un adelantado, el gran promotor de la escuela pública, 50 años antes que Sarmiento. A principios de 1800 promovía la educación e inclusión de la mujer.” Lo siente como el prócer que aspiraba a ser un buen hijo de la Patria y terminó siendo el padre de la misma. Espera además, que la sociedad conozca un poco más sobre pensamiento e ideología de su antecesor, el cual no

se ve reflejado profundamente en la historia oficial, como así tampoco en libros o películas que hablan sobre su vida. ”Leyendo las memorias del Consulado se tiene una idea de lo que era su pensamiento como abogado, economista, educador y militar”, dijo.

Asiduo lector, no se define como un historiador, sino como “divulgador de la historia argentina”. Afirma que en estos tiempos modernos y revolucionados es necesario tomar las enseñanzas de la vieja época, escuchar a los grandes pensadores y brindarle a la mujer el espacio y lugar que le corresponde, asentándonos siempre en los pilares de igualdad, fraternidad y libertad. “Lo principal es comprender que no hay una nación totalmente libre, sin educación”. Manuel Belgrano, el chozno, participó de los actos en conmoración de los 200 años de la Batalla de Tucumán que tuvieron lugar en San Miguel de Tucumán en septiembre 2012.

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Su familia poseía el famoso cuadro de Belgrano de civil, pintado por François Carbonnier en 1815 en el viaje diplomático que el prócer hizo a Inglaterra. Esa imagen, reproducida en el actual billete de 10 pesos, fue vendida al Banco Olavarría en 1978, y donada luego al museo local, donde permanece hasta hoy. Aclara el chozno que: “herencia material no quedó nada. Nosotros conservamos la historia, quién fue, sus valores, y tratamos de seguir su ejemplo de conducta”.

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Cuando una tradición se desvanece La polémica de 1912 por las dos imágenes de la Virgen de las Mercedes 28 de octubre. Para algunos, fue utilizada la imagen grande. Otros creen que los Carranza-Tejerina, que eran realistas, no habían prestado la imagen para la procesión posterior a la batalla y que la efigie llevada en el recorrido había sido la del templo. Pero nadie se hizo problema y con el tiempo continuó la costumbre de llevar en procesión la Virgen de los Carranza, que pasó a ser conocida como de los Ibazeta, descendientes de Carranza. Al acercarse el centenario de la batalla, el obispo de Tucumán, monseñor Pablo Padilla y Bárcena, solicitó al papa Pío X que se coronase “la venerada imagen de Nuestra Señora de las Mercedes que recibe el culto en el templo parroquial del mismo nombre”, en diciembre de 1911. Entonces se desató la polémica, reflejada en el primer número de LA GACETA, del 4 de agosto de 1912, bajo el título “La Virgen destronada”. Virgen Grande de la flia Carranza - Tejerina

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na población devota dividida entre dos imágenes de la Virgen, una ciudad sucia, con apagones y sin agua en las jornadas de intenso calor y una sociedad que se preparaba para el fragor de las batallas de la política fue el escenario del festejo del centenario de la batalla de Tucumán, el 24 de septiembre de 1912. En sus ediciones de los domingos 22 y 29 de septiembre, LA GACETA reflejó el impacto que había tenido la celebración. El más notorio era el pleito entre la Virgen chica y la Virgen grande, dos íconos de la Se-

Virgen Chica coronada en 1912

ñora de las Mercedes. El más pequeño estaba en el templo mercedario desde tiempos inmemoriales, y el grande había sido hecho construir en 1787 y estaba instalado en un oratorio en la casa del español Manuel Carranza, casado con la tucumana Josefina Tejerina. Esta imagen de mayor tamaño se usaba en las procesiones. No se sabe a cuál le había entregado el general Manuel Belgrano su bastón de mando. La batalla del 24 de septiembre de 1812 impidió que se hiciera la tradicional procesión, que se llevó a cabo tres semanas después, el

La postura a favor de la Virgen chica era sostenida por el párroco de La Merced, Joaquín Tula. Y la favorable a la Virgen grande, por doña Teresa López Ibazeta de Etcheverry. Pero la Santa Sede se inclinó, por decreto, a favor de la imagen chica. Esta fue coronada solemnemente el 24 de septiembre de 1912, en una brillante ceremonia, que presidió el arzobispo de Buenos Aires y a la que asistieron diez prelados de todo el país. (Todo el episodio es relatado por Carlos Páez de la Torre (h). LA GACETA, 23/9/2012, http://www.lagaceta.com/ nota/512127/Tucumanos/virgen-grande-virgenchica.html) Desazón y humoradas

En su edición del 22 de septiembre de 1912, el periódico reflejó la desazón que había causado la caída en desgracia de la Virgen gran-


prof. roberto delgado Cátedra Metodología de la Investigación Periodística UNSTA

honores de Generala del Ejército, queda definitivamente substraída al culto público”. de. En la nota “La procesión de hoy”, señala que “el sonado pleito de los dos íconos ha terminado. La virgen grande, que año tras año ha recibido los honores de Generala del Ejército, queda definitivamente substraída al culto público, malgré la tradición, oficializada por una serie de gobiernos, inclusive el actual. Ha caído ruidosamente del trono que le fuese levantado por la devoción de todo un pueblo...”. No obstante esa contrariedad, en la urbe imperaba el entusiasmo. La tapa de LA GACETA contiene un texto de Alberto García Hamilton sobre Tucumán y su epopeya (“El versículo americano”), y una relación hecha cien años atrás sobre la batalla, escrita por fray Ramón del Sueldo, que se había conservado en la Basílica de la Merced. En sus páginas, el periódico también expone una visión humorística sobre las ofrendas a la imagen coronada: “nuestras damas han hecho ya sus ofrendas a la Virgen generala. Las unas le han ofrecido sus joyas; las otras, su dinero; todas, sus oraciones. El sexo fuerte ha querido también rendirle un homenaje, mediante sus exvotos”. Y allí comienza una larga lista de ironías: “Doctor José Frias Silva: una colección de renuncias indeclinables y un testamento político”... “Doctor Ernesto E. Padilla: una anguila vivita y coleando”... “Doctor Manuel Paz: un ejemplar de su obra inédita: el arte de pescar diputaciones en río revuelto”... “Doctor Ricardo M. Frías: un cinturón de castidad, patentado”... “Doctor Nicanor Posse: un guante para box, destinado a hacer política a zopapo limpio” (sic).

El centenario de la batalla hizo que la ciudad recibiera un aluvión de visitantes, pero no parecía preparada ni en infraestructura ni en organización para el festejo. En cuanto a lo primero, la edición del 29 señala varios problemas con el agua y con la luz. En “Una gran cuestión pública”, explica las peleas en la administración del agua; en la nota “Las empresas fusionadas”, menciona que “los servicios de las empresas son cada día peores. Cuando no se deja media ciudad sin luz, se corta la corriente, durante el día, a las fábricas, los talleres y ventiladores... los focos situados en mitad de cuadra se apagan noche a noche... los teatros se quedan en tinieblas al iniciarse un espectáculo”. Con sutil ironía, la nota “Idealidades tucumanas” sugiere que los visitantes “se habrían muerto de aburridos”, si no hubieran hallado una urbe llena de desafíos como calles sucias, sin regar, relojes que no funcionaban y caños sin agua o de los que salía un líquido contaminado. Como el cangrejo

El aspecto organizativo también fue vituperado: en “La Policía: progresando como el cangrejo”, se critica duramente: “Nunca se ha mostrado la milicada más guaranga ni menos apta para el desempeño de su delicada misión. Vimos resurgir, en manos de los milicos, la tradicional vara de mimbre destinada a azotar las espaldas de los menores de edad, en las aglomeraciones de pueblo, como un resabio de barbarie... y vimos resurgir... el vocabulario alarife o compadrón, trasladado de los arrabales al centro de la ciudad, como un vaho ori-

Décadas de debates

La celebración significó la coronación de la Virgen chica, mas la polémica continuaría por tres décadas más. Los Ibazeta entregaron la Virgen grande a los mercedarios, que la enviaron a su templo en el barrio porteño de Caballito. En 1936, el obispo de Tucumán quiso que fuera devuelta, pero no lo logró. No obstante, se formó una comisión de notables par definir a cuál Virgen había que honrar. Otra vez se optó por la chica, en un dictamen que expuso el historiador Lizondo Borda, que sostuvo que la chica, que siempre había sido venerada en el templo, tenía todos los derechos. Pero la Virgen grande había trazado un surco en la devoción de los tucumanos, tal como había planteado la nota del 22 de septiembre de 1912: “Los que nos habíamos habituado a verla sobre las andas procesionales -conducida con veneración por centenares de fieles, hasta el campo de la victoria (...) no podremos prescindir, sin embargo, en este día, que era el suyo, de dar vuelo a nuestro pensamiento, para que se llegue hasta ella y deposite un ósculo en su manto venerable, en nombre de la tradición que se desvanece, como un soplo de luz, en un segundo”.

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“La virgen grande, que año tras año ha recibido los

llero”. Agrega que no se había sabido prevenir los desbordes de la población en el festejo “y después se quiso imponer por medio de la violencia, groseramente, lo que fue fácil de establecer de antemano, con un poco de buen criterio”. Concluye: “a una policía que tan caro nos cuesta se le puede exijir (sic) por lo menos que proceda con un poco de tacto y cultura”.

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Revolución de Mayo. Cambios y persistencias La doctrina de Francisco Suárez decía que “Si el soberano no cumplía con sus obligaciones era lícito la rebelión y hasta el tiranicidio”.

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n materia religiosa, a partir del descubrimiento de América, el Papa había otorgado al monarca el derecho de patronato, es decir, la concesión de la facultad de establecer jurisdicciones eclesiásticas y proponer el nombramiento de sus autoridades, con el objeto de contribuir al gran objetivo común: la evangelización en el nuevo mundo. Si bien la unión entre la Corona española y la Iglesia era estrecha y tenía tanto que ver con los valores, los usos y costumbres, los religiosos supieron levantar sus voces ante los abusos cometidos por los españoles contra los indios; también colaboraron en la construcción de un marco conceptual y legal que abarcaba amplísimos aspectos, que pautaba desde la forma del gobierno hasta el reconocimiento y defensa de los derechos de los indios. Sin embargo, hubo muchos excesos en las prácticas y, finalmente, con los Borbones el derecho de patronato llegó a transformarse en regalismo. Durante el período de los Habsburgos, hasta principios del siglo XVIII, en materia política se practicaba la doctrina de Francisco Suárez S. I., según la cual Dios daba el poder al pueblo (como comunidad natural) y el pueblo lo delegaba en el soberano, mientras velara por el bien común. Si el soberano no cumplía con sus obligaciones era lícito la rebelión y hasta el tiranicidio1 . Todas las instituciones de gobierno se ocupaban de los cuatro rubros del poder tradi-

cional en España: justicia, hacienda, guerra y policía, y ejercían entre ellas un contrapeso y contralor de poderes. El mando pasaba, es cierto por el Rey, la nobleza y el clero, pero también estaban los municipios, a los que se otorgaba derechos por medio de las cartas pueblas. Los dominios americanos eran considerados Reinos de Indias y se gobernaban con sus propias instituciones, entre ellas, Consejo de Indias, Virreyes, Gobernadores, Audiencias, Capitanías Generales, Cabildos. En materia de economía, en tiempos de la conquista y colonización, funcionaba la doctrina mercantilista según la cual la riqueza del país se basaba en la explotación de metálico realizada con el mayor control del Estado (cuya cúspide era el rey). De acuerdo con ella, la Metrópoli practicó el monopolio mercantilista. El Puerto habilitado fue Cádiz, desde donde se dirigían a Portobello y Vera Cruz. Seguían por el Pacífico rumbo a Lima y, desde allí, hacían el camino hacia el Potosí que era la gran ciudad comercial por el rico metal que producía el cerro de Potosí. Aquella ciudad era el centro de importantes circuitos comerciales que vinculaban todo el extenso espacio del Virreinato del Perú al que pertenecía el territorio de las actuales Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay. Tucumán era una ciudad marginal que estaba a la vera del camino. La cultura estuvo en manos de los sacerdotes que tenían la misión de evangelizar a los indios y velar por la salud de las almas de los

1 Cf. Francisco Suárez S.I., Guerra, Intervención, Paz Internacional, Espasa Calpe, 1956, pág. 126


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fieles cristianos. Los religiosos eran las personas de mejor preparación y hay huellas destacadas de la labor del clero que acompañó la conquista y colonización del nuevo mundo.

En los siglos XVII y parte del XVIII, España estuvo concentrada en la política europea; por entonces, América vivió una dilatada autonomía al abrigo de la distancia y afianzando su cultura e identificación.

Párrafo aparte merece la acción de la Compañía de Jesús. Sus miembros se ocuparon de la educación en todos los niveles; se dedicaron a los diversos sectores de la sociedad y se movieron en toda la extensión territorial; fueron viajeros, geógrafos, biólogos, arquitectos, portadores de las más diversas ramas del saber al nivel de los máximos conocimientos científicos de la época. La tarea en las Misiones y la creación de las dos Universidades que se fundaron en estas tierras -Charcas y Córdoba- bastan para su reconocimiento. Allí se formaban los jóvenes de estos dilatados países en una concepción del hombre, del mundo y de la vida en consonancia con la fe cristiana. Se especializaban en estudios superiores de filosofía, derecho y teología, con la mirada puesta en la trascendencia y la salvación de las almas.

La dinastía borbónica y las transformaciones. Al llegar al siglo XVIII, las

Mediante sucesivas decisiones políticas, convertirían a los reinos en colonias, para que su explotación beneficiara a la metrópoli; crearían el Virreinato del Río de la Plata; abrirían el Puerto de Buenos Aires; se dictaría el Reglamento de libre comercio. En esa misma línea política, dejarían en la nueva jurisdicción al cerro de Potosí – para contribuir, con sus recursos, al sostenimiento de la capital, Buenos Aires-. Para la organización jurídico política del territorio virreinal se crearían ocho Intendencias y cuatro gobernaciones militares, fronterizas con los dominios portugueses. Con ello se apuntaba a un mayor control y centralización política. Expulsarían a los jesuitas, medida que tuvo cierta generalidad en la época. Entretanto, la fiebre de ideas seguía desarrollándose en Europa. Los intelectuales elaboraban nuevos principios y teorías. Cristalizaba el liberalismo; Hobbes, Locke, Rousseau, Montesquieu, Voltaire construyeron sus aportes tendiendo a superar los modelos políticos de antiguo régimen que estaban al borde del colapso.

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De esta manera, había una cultura que se practicaba en la vida cotidiana, pautada por los mandamientos y con gente que respetaba “las buenas costumbres”; éstas se fundamentaban en los valores cristianos. De allí que el cristianismo no fuera sólo un culto, sino también la cultura de la sociedad. Entre las condiciones para ser considerado “vecino” (gente principal) figuraban esas famosas “buenas costumbres”. Cuando los vecinos accedían a los cargos públicos juraban por los objetos de su fe. También ella signaba los actos más importantes de la vida privada: el nacimiento se registraba con el bautismo; la comunión se recibía al entrar en la edad de la razón; llegado el tiempo de definir la vocación, el matrimonio o el orden eran sacramentos adecuados; y, preparándose para la muerte, las personas daban testimonio de su fe en los famosos testamentos.

experiencias monárquicas del antiguo régimen entraron en crisis. Los Habsburgos se extinguieron sin descendencia y se determinó el ingreso de los Borbones quienes, de acuerdo con los aires de la nueva época, producirían reformas tendientes a modernizar y a cambiar las reglas de juego en materia política, económica y cultural.

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La Ilustración proponía limitar las excesivas facultades monárquicas a la vez que buscaba abrir la participación política de la burguesía. Se diseñaba la división de poderes, la periodicidad de los cargos públicos, la publicidad de los actos de gobierno, la responsabilidad de los funcionarios. Ello habría de complementarse con la transformación de la sociedad corporativa en una sociedad de individuos. Los nuevos principios serían la base de un paradigma político engalanado con la soberanía popular (un ciudadano un voto) y la declaración de los derechos individuales (a la vida, la propiedad, la libertad de conciencia, la libertad de culto, etc.). Todo ello habría de garantizarse en documentos constitucionales. Es que, como dice Portillo, la revolución debía ser constitucional. La consigna común sería la construcción de un estado de derecho. Las novedades incluían transformaciones de la economía. El mercantilismo sería desplazado por la fisiocracia. Según esa teoría, la riqueza de un país se basaba en la explotación racional de la tierra realizada con el menor control del Estado. Un paso más adelante estaría el liberalismo económico que proclamaba el libre juego de la ley de la oferta y la demanda –esto es, las leyes del mercado- solamente reguladas por la “mano invisible”, siendo el comercio el garante de la paz y la civilización. La revolución industrial habría de producir, luego, las mayores transformaciones en la vida económica y social. En materia de cultura, las ideas se orientarían a limitar la influencia de la Iglesia, hasta entonces guía cultural identificada con el poder del antiguo régimen. Era, también, un objetivo central lograr la libertad de conciencia y el predominio de la Diosa Razón. En cuanto al conocimiento, cuestionaban la hegemonía de la filosofía y la teología y propugnaban el crecimiento de las disciplinas liberales; entre ellas, la economía y la política económica tendrían un desarrollo inmediato. Estos

eran, por ejemplo, estudios que cultivó Belgrano, uno de los pocos que realizó su carrera en la Europa de esta época. De tal manera, la enseñanza universitaria cambiaría de signo, abandonaría la metafísica y la contemplación de la trascendencia para orientarse el cultivo de lo útil, lo práctico y lo concreto. Con todo, las transformaciones serían más lentas donde ya existían instituciones consolidadas. Así, en Buenos Aires, ciudad que debutaba como capital virreinal, por el impulso del Consulado (novísima creación de los Borbones puesta bajo la conducción de Belgrano) aparecerían el Protomedicato, la Escuela de Náutica y Dibujo y el proyecto de una Escuela de Comercio. Para 1821, se abriría paso la primera universidad del Estado, según el modelo napoleónico: la Universidad de Buenos Aires.

de las herramientas científicas pertinentes para el estudio riguroso del pasado. Así, se ha sostenido que la revolución se produjo por el creciente descontento de los criollos ante los abusos de los españoles que acumulaban cargos y privilegios económicos que les proporcionaba el sistema. Demandas, en fin, de participación política y crecimiento económico del que los criollos habrían estado excluidos durante toda la dominación. Si esto hubiera sido así, cómo explicar las fervorosas muestras de fidelismo de los más notorios “patriotas”? cómo desconocer el contrabando practicado por buen número de criollos, actividad comercial ésta de gran dinamismo y que había traspasado largamente la aduana seca de Córdoba?

“Por el impulso del Consulado (novísima creación de los Borbones puesta bajo la conducción de Belgrano) aparecerían el Protomedicato, la Escuela de Náutica y Dibujo y el proyecto de una Escuela de Comercio.” La Revolución: En ese contexto surgirían las “revoluciones hispanoamericanas”. Como vemos, las transformaciones producidas por los Borbones en el Río de la Plata introdujeron cambios destinados a perdurar: puerto, capital, apertura al Atlántico, cambio de dirección de todas las actividades -del Pacífico al Atlántico-, novedades culturales, hegemonía porteña. Pero la revolución se produciría más tarde, a propósito del colapso de la monarquía borbónica.

Aquí es necesario revisar algunos supuestos que se han manejado en la historiografía y que fueron construidos, en algunos casos, proyectando desde el presente las notas que combinaban con ciertas ideologías (anacronismo); en otros, con abordajes desprovistos

¿cómo explicar la liturgia revolucionaria inicial, plena de signos monárquicos expresados en las celebraciones populares? Los estudios más actualizados demuestran que los movimientos independentistas en Hispanoamérica fueron consecuencia y no causas de la vacatio regis transformada en vacatio legis. Es decir, la caída de la monarquía dejó al Imperio sin legitimidad monárquica y sin ley. De ahí que estallara una auténtica “eclosión juntera” hasta en los más remotos espacios de los dominios hispanoamericanos. Y lo hicieron, de manera notable, con los mismos argumentos jurídicos. La abdicación del rey – titular del pacto político como dijimos antes - no tenía solución de continuidad ni en las leyes, ni en la tradición.


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El movimiento juntista, desarrollado en las principales ciudades del extenso Imperio español, se dio también en Buenos Aires, en Montevideo, en Asunción, en Santiago de Chile, para referirnos al Cono Sur. En todos los lugares, salvando la referencia a la particular situación local, tenía la misma argumentación e idéntica toma de decisión: 1-Hacerse cargo de la vacatio regis que generaba una irreparable vacatio legis, luego del apoderamiento de España por parte de la dinastía napoleónica. 2-Rechazar la dominación francesa y determinar urgentes medidas. Así surgieron las juntas, en el caso de Buenos Aires, la Junta Provisional de Gobierno a nombre de Fernando VII. Hasta aquí todo se realizó como un hecho de carácter predominantemente jurídico fundado en la ley y la tradición españolas, en los principios de la teoría de Suárez y en las antiguas prácticas de los pueblos sobre la base del pacto de sujeción. De aquí en más, se tornaría necesario construir una nueva legitimidad. La vacancia monárquica y legislativa, imponía que debía elaborarse una constitución en donde fundamentar el orden. De esta manera, empezarían a desenvolverse los hechos políticos con gran sorpresa de buena parte de la población. Sentimientos de incertidumbre, confusión y hasta cierto temor afloraban a partir de aquellos días de mayo de 1810. No era para menos si consideramos la velocidad con que se sucedían los acontecimientos. El rey, que había sido el eje en torno del cual giraba la vida pública y privada, ya no estaba en el mando; más aún, estaba preso de Napoleón, quien lo había reemplazado por su hermano José, instaurando otra dinastía en el trono de España. Mientras tanto, un Consejo de Regencia decía

representar al rey sin títulos reconocidos para tal pretensión. La Junta instalada en Buenos Aires era “provisoria” y actuaba en nombre de Fernando VII. Pero Montevideo no le respondía, ni el Paraguay, ni Santiago de Chile. En Córdoba, dirigida por las autoridades hasta entonces constituidas, el Gobernador Gutiérrez de la Concha, Liniers (héroe de la Reconquista de las Invasiones Inglesas) y hasta el Obispo Orellana, se habían sublevado. El nuevo gobierno instalado en Buenos Aires comenzó a tomar decisiones: el 29 de mayo había creado el Ejército que inmediatamente marcharía a sofocar el alzamiento, pasaría a ejecutar a los cabecillas (el gobernador y Liners) y apresaría y remitiría a Buenos Aires al Obispo, acusándolo de alta traición a la patria. Las reacciones de los pueblos mostraban el alto grado de incertidumbre reinante, comprobada en la correspondencia de la época. Tucumán –para tratar la comunicación de la Junta sobre los sucesos de mayo-, reuniría un Cabildo abierto que resolvió no pronunciarse hasta que lo hiciera Salta, capital de la Intendencia. Cuando la ciudad se anoticiaba del resultado que tuvo la sublevación de Córdoba, reuniría otro cabildo abierto que, inmediatamente, habría de adherir al nuevo gobierno porteño. Los cambios culturales. Las acciones políticas podían ejecutarse rápidamente, sólo dependían de una toma de decisión. Los procesos sociales y culturales, en cambio, sedimentan en tiempos más extensos. Un gobierno puede cambiar de un día para otro; pero las costumbres, los valores, las creencias de una sociedad no se transforman inmediatamente.

Di Stefano escribió un artículo que lleva un título sugerente, pues connota un perfil de

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Surgió, entonces, en todas partes, la decisión de poner en depósito la soberanía hasta tanto se resolviera la situación del rey español preso de Napoleón Bonaparte.

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época ubicado en el ámbito intelectual de Buenos Aires, del segundo decenio del siglo XIX2: “El púlpito anticlerical. Ilustración, deísmo y blasfemia en el teatro porteño postrevolucionario”. Un sector de la elite porteña miraba a Francia e imitaba sus procedimientos. Así, en los primeros años de la evolución, la prensa y el teatro eran considerados por la intelectualidad ilustrada como herramientas privilegiadas para la transformación ideológica En 1815, los diarios de Buenos Aires (El Independiente, el Censor, La Gaceta y La prensa Argentina) instaban a no descuidar “la primera escuela donde puede formar el gobierno con las mejores proporciones las costumbres públicas de la Nación, y dirigir la opinión general a los intereses primarios de ella”. De tal manera entendían, como dice Di Stefano, que los rioplatenses podrían ser purificados de las tan nefastas influencias que les había inculcado la dominación española. En este breve texto de comienzos de 1815, puede observarse cómo se pretendían revertir los valores vigentes en la sociedad. Las que hasta cinco años atrás eran consideradas “las buenas costumbres”, ahora pasaban a llamarse “las nefastas costumbres que le había inculcado la dominación despótica”. También hay que observar que, según los ilustrados, “el gobierno” debía emplear los medios (el teatro y la prensa) como la mejor escuela para formar las “costumbres públicas”, para educar a los ciudadanos de acuerdo con “los intereses primarios de la nación”. Aquí hay otra palabra clave: “intereses”. El afán radicaba, evidentemente, en cumplir una consigna ideológica: cambiar, desde el gobierno y los medios, los valores internalizados en la sociedad para transformarla de acuerdo con el nuevo sistema político. Pero, qué lugar se asignaba a los padres

de familia, a los maestros, a las escuelas existentes? La cuestión era cambiar todo y rápido; el actor principal para la transformación cultural debía ser el gobierno a través de los medios. De esta manera, se asociaban las costumbres llamadas liberales, con los beneficios de la libertad para el bien común, que era uno de los objetivos primarios del sistema político en construcción. Estoy pensando, pero no puedo detenerme en ello, cuan diferente era el liberalismo de la Ilustración española y el que se imprimió en la Constitución de Cádiz, con pleno respeto por la religión y las costumbres tradicionales. No es de extrañar, entonces que, sobre todo, al público desprevenido lo sorprendiera y hasta le resultara atractivo conocer estas novedades. Es posible pensar que los diarios se leían y que la sala teatral obtenía éxitos de taquilla. Así es como, aunque no en todas partes en la misma forma, el ambiente cultural iba cambiando y, en Buenos Aires, las actividades teatrales y literarias abrirían paso a nuevas orientaciones que provocarían la airada reacción del Padre Castañeda. Se había publicado una Tragedia, con el título de “triunfo de la naturaleza”, que el Traductor (¿Bernardo de Monteagudo?) consideraba una “pieza moderna de la mayor importancia” aconsejable para la lectura de “señoritas jóvenes”. “en la primera escuela de costumbres de un Pueblo civilizado”. Estos “espíritus ilustrados” de la época, dice el Padre Castañeda, son portadores de una ciencia que se opone a “aquella pacífica, que desciende del Padre de las luces, y cuyo principio es el temor de Dios, los Theatros no son sino las escuelas del Demonio, donde se irritan las pasiones, donde se enseñan los vicios, y donde se corrompe la sana moral del Evangelio”

Se queja, el fraile, de los ataques a la Iglesia y el Evangelio, de la tergiversación de las expresiones de Fray Bartolomé de Las Casas, haciéndole “hablar (…) para santificar el error y propagarlo a la sombra de su crédito y autoridad (…) burlándose de la castidad”. El P. Castañeda se sorprende porque no se levantan voces para descalificar el atropello de “unos presumidos de ilustrados” Y así continúa con una suma de argumentos que manifiestan su airada desaprobación a la exposición pública de esas ideas. Estas breves pinceladas sobre los extremos –tanto de los impulsos transformadores como de la defensa de los criterios tradicionales- bastan para advertir cómo había penetrado la diferencia. Ahora circulaban, públicamente, manifestaciones de una concepción del hombre, del mundo y de la vida que no coincidía con la fe heredada, ni los usos tradicionales; y ello se daba sin que el gobierno, ni la sociedad, tuvieran una reacción de censura. Es que la expresión “censura” empezará a alejarse del nuevo vocabulario; en contraposición, cada vez más notoria, se afirmarían los principios de la libertad de imprenta y la libertad de conciencia como criterios centrales de los derechos individuales. Sin embargo, como dice Monseñor Duran, los gobiernos supieron practicar la virtud de la prudencia; en general, ellos avanzaron en la modernidad pero se mostraron muy respetuosos con la Iglesia. La sociedad, por su parte, fue reconociendo los signos de los tiempos, sin resignar de sus valores y principios. Reflexionando sobre estas querellas de la época podríamos preguntarnos quienes asistían al teatro y quiénes leían los periódicos en 1815. La respuesta es: la minoría burguesa de las sociedades urbanas. En este caso, para la época, la única sociedad con mentalidad urbana era la de Buenos Aires. Pues bien, el

2 Cf- Rpbertp Di Stefano: “El púlpito anticlerical. Ilustración, deísmo y blasfemia en el teatro porteño postrevolucionario (1814-1824)”. Programa Buenos Aires de Historia Política del siglo XX, historiapolitica.com. Publicado en Itinerarios. Anuariio del Centro de Estudios “, Espacio, memoria e identidad”. (CEEMI) Universidad Nacional de Rosario, Año ¡ Nª “, 2007, pag. 183-227.


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de Jesu Cristo” 3 .Pasa luego a referirse a las festividades del calendario hebreo y, luego, de la Iglesia Católica: con el 25 de Marzo y Diciembre por el nacimiento de Cristo y de la historia Eclesiástica; con la proclamación de Constantino, que libertó a la Iglesia después de 300 años de persecución.

En este sermón ya estaba instalado el relato de los 300 años de explotación llevado a cabo por los españoles y se miraba al período prehispánico como un paraíso terrenal al que “sólo le había faltado la evangelización”. En el párrafo seleccionado se exaltaba la ejemplaridad del 25 de mayo, que resultaba parangonada con las máximas glorias de la historia. Su significado se colocaba en el contexto de la historia de la salvación, que incluía el contenido de la Biblia y se continuaba, en fluida sucesión por los tiempos, hasta exaltar la gesta maya y la batalla de Tucumán. Veamos algunos párrafos.

En el Sermón de referencia, este hecho se ubicaba en la línea vertida por los españoles “sabios”: “el Consejero Solórzano, el Iilmo. Feijoó, el exemplar Obispo de Chiapa D, Fr. Bartolomé de las Casas, dignísimo Apóstol, y Padre tiernísimo de los Indios”, En un momento de su exposición, el P. Castro Barros se dirige al “Pueblo Heroyco del Tucumán digno Atlante de nuestra Madre Patria; que os distingues entre todos los Pueblos de las Provincias Argentinas con el brillante taú de la insigne victoria del 24 de setiembre del año tercero de nuestra libertad; vosotros todos amados Compatriotas, que me escucháis: quedad plenamente convencidos, que la actual guerra ofensiva de la España contra nosotros, es la mas injusta, al paso que la nuestra defensiva es justísima, y en mi concepto obligatoria, miradas ambas en el terso espejo de nuestra Santa Religión, y sana moral; examinadas con la luminosa antorcha de la razón natural; y pesadas en la fiel balanza de la ley eterna. En fuerza de este convenci-

”En consequencia: si para todo el mundo racional han sido siempre épocas tan respetables, que han merecido fixar sus siete edades; las de la creación, del diluvio universal, de la vocación de Abraham, de la libertad de Israel de Egipto, de la unción de David en Rey, de la libertad de los Judios de Babilonia y de la redempcion, o natalicio

Más adelante, llega a expresar, en clave de cambios: “Colegid, quan digno, justo, equitativo y saludable es, y será para nuestra América, que penetrada de la mayor gratitud a Dios le consagre con perpetua aniversaria festividad a su culto el privilegiado día 25 de mayo, en que por un golpe magistral de su justicia, y de su misericordia, ha reasumido su antigua dignidad y derechos, y ha evadido los hostiles designios del ambicioso Napoleón, que pretendía uncirla con las criminales coyundas de nueva tiranía, despotismo, e irreligión”4 .

miento, continuad en unión vuestra defensa con el mas heroico denuedo hasta coronarla con una gloriosa victoria, cuyo precioso fruto sea la instalación de un sabio Gobierno nacional, que nos provea todas las posibles ventajas de cuerpo y alma; y los medios necesarios para encender la linterna de la fe católica sobre tantas naciones idolatras, que en nuestro suelo yacen sepultadas en las tinieblas del error, y sombras de la muerte” 5 Sigue el extenso sermón, donde Tucumán pertenece a las Provincias Argentinas; “madre patria” es América, y la lucha es contra las ilegítimas pretensiones de España. Además, como todos los hombres comprometidos con las revoluciones hispanoamericanas, preocupados por la legitimidad se debe reunir el congreso que permita instalar un gobierno nacional. De ninguna manera podemos pensar que estas ideas eran compartidas por toda la sociedad rioplatense, ni tampoco por todos los historiadores; pero representaba una de las construcciones discursivas que circulaban por esos años. A modo de conclusión. En el proceso de la revolución, iban transformándose lenguajes y significados que representaban no pocas dificultades de la época; incertidumbres que se generaron a partir de la crisis monárquica, acompañadas de la construcción de nuevos relatos. Los testimonios eran diversos: periodismo, teatro, sermones, arengas, nuevas prácticas y liturgias políticas. Todos eran signos de un cambio de época, un cambio de paradigma. Entre las fuentes privilegiadas por los historiadores para indagar sobre las persistencias en la concepción del mundo y de la vida, así como en sus lentas transformaciones, figuran los testamentos. Los hay de todos los estamentos de la sociedad, aún de indios y afroamericanos. Al

3 Comisión Nacional Ejecutiva del 150ª Aniversario de la Revolución de Mayo, La Revolución de Mayo a través de los impresos de la época, Primera Serie 1809-1815,. Augusto Mallie (Comp) “Sermón Patriótico Sagrado, Predicado el 25 de mayo de 1815”, Tomo VI 1814-1815, Buenos Aires, 1967, p. 248. 4 Comisión Nacional Ejecutiva del 150ª Aniversario de la Revolución de Mayo, op. cit., pág. 249.

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mensaje iba dirigido a ella, a formar la clase dirigente de la ciudad capital. Existían también ciudades principales, ciudades subordinadas, pueblos, poblaciones rurales. Por eso, la diversidad en la sociedad -en tan dilatada extensión- es otra característica a considerar. La diversidad. Unos meses después de aquellos cruces entre el periódico y el Padre Castañeda, otro Sacerdote, el Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros, expondría un extenso sermón doctrinal a propósito del 25 de mayo en la ciudad de Tucumán. Llama la atención que se trata de acciones producidas casi simultáneamente, pero que tienen ámbitos, emisores y receptores diferentes. En esta ocasión, se advierte otro haz de valores, construidos en un pasado común, con una tradición que se respeta, aún cuando no ahorra fuertes críticas al régimen español y con una idea de patria bastante diferente a la que se esbozara en los círculos intelectuales porteños.

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pensar en la muerte, las personas se identificaban a sí mismas antes de expresar su voluntad sobre el destino de sus pertenencias. Por eso tomé de un testamento el párrafo de cierre de esta exposición. Elegí la primera parte del texto del “brigadier de los ejércitos de las Provincias Unidas en Sud América”, Manuel Belgrano, por varios motivos. En primer lugar, porque la historiografía lo ha ubicado como uno de los integrantes del núcleo de revolucionarios más progresista, como perteneciente al sector “jacobino”, adalid de importantes decisiones políticas transformadoras en materia de educación, gestión y pensamiento; en segundo lugar, por ser actor privilegiado de la acción de la guerra emprendida por el gobierno de la Revolución en Tucumán y, particularmente, de la Batalla de Tucumán, objeto central de los homenajes que hoy nos convocan, Me parece que este testamento representa una prueba empírica de la posible coexistencia de los cambios defendidos por Belgrano en toda su trayectoria y la persistencia de la fe, usos y costumbres, en consonancia con una inteligente lectura de los signos de los tiempos. Todo ello es de un valor incalculable, atendiendo que se transitaban momentos de gran incertidumbre.“En el nombre de Dios y con su santa gracia amén. Sea notorio como yo, Dn.Manuel Belgrano, natural de esta ciudad, brigadier de los ejércitos de las Provincias Unidas en Sud América, hijo legítimo de Dn. Domingo Belgrano y Peri, y Da. María Josefa González, difuntos: estando enfermo de la (enfermedad) que Dios Nuestro Señor se ha servido darme, pero por su infinita misericordia en mi sano y entero juicio, temeroso de la infalible muerte a toda criatura e incertidumbre de su hora, para que no me asalte sin tener arregladas las cosas concernientes al descargo de mi conciencia y bien de mi alma, he dispuesto ordenar este mi testamento, creyendo ante todas cosas como firmemente creo en el alto

Basílica Nuestra Señora del Rosario Convento de Santo Domingo Sepulcro de Manuel Belgrano Bs. As

misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios y sacramentos que tiene, cree y enseña nuestra Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya verdadera fe y creencia he vivido y protesto vivir y morir como católico y fiel cristiano que soy, tomando por mi intercesora y abogada a la Serenísima Reina de los Angeles María Santísima, madre de Dios y Señora nuestra, a su amante esposo el señor San José, al Angel de mi Guarda, santo de mi nombre y devoción y demás de la corte celestial, bajo de cuya protección y divino

5 Comisión Nacional Ejecutiva del 150ª Aniversario de la Revolución de Mayo, op. cit., pág. 274. 6 Anales del Instituto Nacional Belgraniano, Nº 6, Buenos Aires, 1993, p.p. 133-135.

auxilio otorgo mi testamento en la forma siguiente: “1a. Primeramente encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor, que la crió de la nada, y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado, y cuando su Divina Majestad se digne llevar mi alma de la presente vida a la eterna, ordeno que dicho mi cuerpo, amortajado con el hábito del patriarca Santo Domingo, sea sepultado en el panteón que mi casa tiene en dicho convento, dejando la forma del entierro, sufragios y demás funerales a disposición de mi albacea”6


alumnos

PROMOCIÓN UNSTA Licenciatura en Comunicación Social

María Eugenia Bonilla

Pierina Daiana Lazarte

Luciana Arena

Laura Cecilia Argañaras

Gustavo Exequiel Alcorta

María Emilia Ascárate

Ana María Argañaráz

Luciana María Collado

Pablo Daniel Brunella

María Agustina Carrizo

Alejandro Coman Escandar

Silvina Baiud

Melisa González Soria

Ana G. Fernández Luaces

Ramiro Exequiel Garrafa

Gabriela Garvich

Alexia Ponce de León

Juan C. Manzewitsch

Agustina Mejail

Paola Natasha Melo

Nadia Belén Paz

Joaquín Ezequiel Luna

Julieta María Rovaletti

Adriana Ruiz

Yamina Luciana Sabbag

María Ramasco

Luciano José Lombardo

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UNIVERSIDAD DEL NORTE SANTO TOMAS DE AQUINO

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1965 - 2013 www.unsta.edu.ar


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