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Editado en Junio-2016 De este libro se van a imprimir 5 ejemplares numerados y firmados a mano por el autor en la última página, impresos en papel verjurado Conqueror Texture Blanco Común de 100 gr. y con encuadernación diseñada y realizada a mano por el propio autor. Las guardas son cianotipos realizados por el autor. Asimismo se editan 15 ejemplares en formato PhotoBook impresos en papel ProLine no estucado, firmados y numerados por el autor en la última página y con encuadernación realizada a mano por el autor.
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BARRIO 1.m.Cada una de las partes en se se dividen los pueblos y ciudades o sus distritos. (Diccionario de la lengua española -DEL-. Real Academia Española de la Lengua) Las ciudades se fraccionan en barrios. Son como los órganos de un cuerpo ramificándose desde el centro y extendiéndose como una red de vástagos que dan fe de que la vida sigue y está. Los barrios “per se” no son nada: simplemente un conjunto de calles y casas inmóviles que necesitan de sus habitantes para dar fe (otra vez la fe) de que están vivos.
HABITANTE 1.adj. Que habita 2. m y f. Cada una de loas personas que constituyen la población de un barrio, ciudad, provincia o nación. En resumen: que sus habitantes son la savia que consigue que la vida fluya por ellos. Que no se puede hablar de un barrio sin hablar de la gente que lo habita, porque son las personas las que le confieren
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su personalidad y estilo. Cuando llegué por primera vez a Alicante conocí “el Barrio” porque me hice amigo de alguna de las personas que vivían en él. Ellos me permitieron entenderlo, siempre a través de su visión y, lógicamente, también con el condicionamiento de su mirada. Quiero decir con esto que las fotografías incluídas en el libro no hablan de calles (aunque sean calles fotografiadas), ni de casas (aunque estén), ni de edificios (que aparecen por todos lados). Hablan de personas. De personas que pasean y habitan por todos esos lugares. Las fotografías que incluyo en este libro forman parte de las historias de seres vivos que sienten, rien y lloran, dentro de los límites que habitan. Gabriel Díaz
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Tal vez sólo fue un espejismo, pero me pareció vislumbrar tu silueta que, con suavidad, volvía al pequeño paraíso que habíamos construido. Me pareció que entrabas a través de la ventana de la mano de una ligera brisa. La vida en el exterior se había endurecido y tú te habías marchado para no volver. Mi pequeño paraíso está aquí, de ventana hacia adentro. La vida, desde el interior de esta estancia, multiplica, suma, se agradece y así pasaré mis días. (Texto basado en la fotografía: Llanos Díaz.)
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Nunca hablé con ella... Simplemente la veía algunas veces, camino del mercado. Pasaba a mi lado sin notar apenas mi presencia, con su paso corto, la mirada perdida a lo lejos y el rostro habitado por arrugas cuajadas de recuerdos...
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Reme se fue... ... y yo entré, armado con mi cámara de fotos y un cierto pudor en el ánimo, en la que hasta ese momento había sido su casa. Para buscar entre las paredes donde había vivido sus últimos años. Para dejar que me contaran detalles de su vida...
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Lo que vi me hizo pensar en la vejez. Sentir la vejez. Habitarla
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Mirando las prendas que, hasta hacía unos días, habían cubierto su cuerpo, o el manojo de recuerdos personales sobre su cómoda, - los que seguramente le humedecían los ojos con historias pasadas cuando los contemplaba-, sentí el paso del tiempo. Y erizarse el vello de mi piel.
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Vi los cristales rotos en la ventana. Las manchas de humedad en la pared. Aquel ramillete de muñecos. Sus cacharros de cocina. La cama en la que había pasado sus últimos momentos -encajonada entre paredes- con el homenaje de las dos rosas que una amiga había colocado justo en el sitio donde antes reposó su cuerpo. Sus historias.
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Las memorias de toda esa vida que había sido capaz de llevarla a trabajar en el Folies Bergère y traerla después a apagar sus días en Alicante. Intuí también sus horas de soledad mientras el aliento se le escapaba.
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Comprendí lo frecuente que es vivir dos veces la misma vida: primero soñándola y después refugiándose en los recuerdos de aquel primer sueño.
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Pensé también lo curioso que resulta que las paredes que nos cobijan se vayan impregnando hasta ese punto de nuestra esencia: será que al habitar nos vamos dejando jirones de alma pegados por los rincones, colgando nuestras soledades en los estantes, dejándolas apolillar en los armarios...
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... o será, quizá, que situamos nuestras sonrisas en los aparadores y , en las cómodas, y las sillas empapan con su tapicería todo el desgaste de nuestras horas de espera y esperanza...
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Reme se fue. Y yo nunca hable con ella. Y lo que ví y fotografié aquella mañana, sofocado por el pudor, me hizo sentir que debía haber hablado... Texto: Gabriel Díaz
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À quatre heures du matin, l’été, Le sommeil d’amour dure encore. Sous les bosquets, l’aube évapore L’odeur du soir fêté. (Texto de Rimbaud - Délires- traducido y seleccionado para acompañar a la fotografía por Miguel Ángel Díaz) A las cuatro de la mañana, en verano, el sueño de amor perdura Bajo las hojas, el alba evapora El olor de la noche de fiesta)
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Asoma la mañana al borde de la calle. Todavía quieto, se despereza un nuevo día y con él, la promesa de juegos cerca del mar. Los niños esperan el momento de salir. Uno juega a ser mayor, leyendo atentamente palabras que no alcanza a comprender del todo; el otro crece deletreando la palabra espera, aprendiendo a cada minuto cómo discurre el paso del tiempo. Mientras sostiene en sus manos el flotador, la vida es eterna y ahí se detiene: siempre será un niño de ojos asombrados. Luego vendrán las olas a mecerlo suavemente y entonces el tiempo, definitivamente, se habrá parado para él. Todo el domingo será suyo en un espacio distinto y azul. Mientras, la calle despierta. Un rumor de pasos y campanas anuncia un nuevo domingo de verano en la ciudad desierta. (Texto: Rocío Díaz )
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Las fotografías reproducidas están realizadas con cámaras analógicas en el periodo que va desde 1992 al 2002. Algunas de ellas están realizadas con cámaras estenopéicas construidas por el autor o empleando la técnica de “Zone Plate”. Todas la imágenes © Gabriel Díaz Martínez-Falero 1992-2002 gabriel@gabrieldiaz.es (Contacte por E-mail si desea adquirir una copia de cualquiera de las fotografías de este libro en papel de algodón para exposición indicando la página en la que se encuentra).
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