Bitacora Mañosa

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Para un profesor mañoso

BITACORA MAÑOSA

De doña Bitacora y el otro.

FINAL DE UN TALLER EN LINEA

ENTREGADA EN EL DIA 225 DE LA PANDEMIA.

LUISA MARIANA Y GABRIEL

SE HIZO AUNQUE TEAMS NOS JODIERA LA VIDA


AGRADECIMIENTOS: https://drive.google.com/file/d/1 YdJfkkWev4rzyEbOtgIc3lcRIjZFT F0J/view?usp=sharing No abrir (sí)


Me acuerdo de los huecos que dejaba la manguera a presión en la boñiga. Me acuerdo del brillo del rayo en la ventana y el estruendo que le hizo a mi tía abuela regar el tinto. Me acuerdo del jacudisco en la sierra nevada y de las mallas-hamaca gigantes, mucho más arriba. Recuerdo el día que decidí irme de la casa. Me acuerdo del ardor en la entrepierna caminando desde Cabo San Juan. Me acuerdo de las indicaciones de Pastrana para esperarlo en una esquina de la noche, del Esso de la estación centro memoria tres cuadras al sur y dos cuadras al occidente. Me acuerdo de Charlotte cogiendome de la mano bajo el agua y de Darwin diciendo que había visto un tiburón. Me acuerdo de las visiones y del mantra la primera vez que pase el umbral de oxicodona en una carretera del Cesar. Me acuerdo de lanzar bombas de pedo a la gente afuera del colegio. Me acuerdo de pedir dulces de navidad para verle la cara de confusión a los vecinos. Me acuerdo de saltar del techo del salón comunal y de caerme de espaldas saltando del rodadero. Me acuerdo de los deditos de queso y los postres de al lado que no probé nunca. Me acuerdo del olor a cazuela de mariscos en la casa de una tía de mi abuelo que cumplía los 100. Me acuerdo de llenar baldes enteros de chipi chipi, pero no verlos nunca fuera de sus conchas. Me acuerdo de un trabajador de la granja de mi prima diciendo “para que disneylandia si tenemos Centro Chía” Me acuerdo de ver a Beatriz en la fila del examen


de la nacho. Me acuerdo del profesor de estética hundiendo el dedo en el hombro. Me acuerdo de la conversación con el venezolano mientras esperaba el bus en la carrera quinta, con Emma y su amiga holandesa de la que no recuerdo el nombre. Me acuerdo de la vez que pintaron de blanco mi pared y decidí empezar a rayarla. Me acuerdo de dormir en el pasillo cuando me sacaban de clase. Me acuerdo del sonido de las lesiones en el muslo y la rodilla, me acuerdo de las 60 vueltas a la cancha en 6 minutos del calentamiento de Yahir. Me acuerdo de las mañaneras del colegio y de tener la maleta llena de ají. Me acuerdo de Tato apareciéndose al disiparse la niebla preguntándonos qué porque no estábamos en clase. Me acuerdo de no saber si un partido iba a terminar 1-1, 0 7-0 mientras hablaba con el Padre Gonzalo y tenía los ojos desorbitados. Me acuerdo de la nariz roja de Emily y del apodo que le tenían en el barrio. Me acuerdo de la vez que me suspendieron del colegio por tener buena puntería. Me acuerdo de la tarjeta coleccionable de Yuri Gagarin que tenía mi hermana. Me acuerdo de la vez que mis primes me amarraron a una silla con tres rollos de cinta. Me acuerdo de que nos mandaban a los pequeños a pedirle plata para helado a los adultos con el carrito de los recaudos. Me acuerdo de escribir “gritaba que la perseguían policías chinos patrocinados por pastas la muñeca” en mi pared. Me acuerdo del parqueadero


del Jumbo frente a la fiscalía de menores. Recuerdo el papá noel que me pintó Beatriz en la mano. Me acuerdo de la primera vez que me requisaron y de no haber querido meterme al camión por ser menor de edad. Recuerdo la vez que me caí en la ducha de Playa Dormida. Recuerdo los fuegos artificiales sobre la playa en año nuevo mientras mi tía bailaba con su ex esposo “A dormir juntitos”. Recuerdo las pastillas de sangre falsa en el día de las velitas del colegio de mi hermana. Recuerdo los métodos de cuando tuve que recaudar para reemplazar la bolsita que se me había perdido. Recuerdo la primera vez que me inyecte en el baño del teatro de mi colegio, recuerdo retorcerme en el telón. Recuerdo entrar a hacer micro vandalismo en divercity. Recuerdo cuando empezamos a fumar papel, orégano o perejil en el altillo de mi casa. Me acuerdo de cambiar el esfero en la pared por tinta color sepia. Recuerdo el trencito con rueda de la fortuna en el Rodadero. Me acuerdo de Luisa y Arturo en el primer día de la Monserrat. Recuerdo el aplauso de la primera función de la boda de los pequeñoburgueses. Me acuerdo de la vez que le saque un cuchillo a mí hermana y a mi prima. Me acuerdo de destruir el iPhone de Albán porque era rico y no le importaba. Me acuerdo de lanzarle piedras al Pomona y porcelanicron a los carros. Me acuerdo de una pasta marinara que me comí de pura pena. Me acuerdo de mi rodilla cediendo y de mi espalda en el suelo del gimnasio moderno. Me acuerdo


del nombre de muchos fármacos. Me acuerdo del enjambre de brazos visto desde el pasto en el Jamming. Me acuerdo del dia que Beatriz me dijo que me amaba. Recuerdo las vomitadas en Transmilenio, en la estación de la 72 y saliendo de la Jimenez. Me acuerdo de la farmacia de la 127. Me acuerdo de encontrarme con los papás de Lina sin haberla visto a ella en seis meses. Me acuerdo de escribir poesía con crayolas mientras veía bajar y subir mi pulso erráticamente. Me acuerdo del día en que llegó Isabella a la Monserrat y nos enteramos de ser primos. Me acuerdo del juego de cartas “Ruta”. Me acuerdo de las escaleras del teatro agitándose mientras todos practicaban sus voces pero no decían nada concreto. Me acuerdo de la vez que a Constance casi se la lleva la corriente pasando de la Aguja a morrito largo. Me acuerdo de lo fría que era la represa de Tominé. Me acuerdo de las casas de paja y de la admiración que le teníamos con mi hermana a las amanitas del bosque por creer que en ellas vivían duendes. Me acuerdo del sauna que tenía forma de nave espacial. Me acuerdo del dia que mi hermana y mi prima Laura nos dejaron a les demás encerrados en el “club de los niños”. Me acuerdo de la primera vez que monté por mi propia cuenta a caballo. Me acuerdo del día que la Murga me cantó la canción de cumpleaños. Me acuerdo del día que nos llegó el ESMAD con lacrimógenos a la fila de un concierto. Me acuerdo de la noche en la que nos


quedamos justo en la entrada de un bar al que no podíamos entrar. Me acuerdo de las empanadas repletas de grasa que compré por ciudad del Río. Me acuerdo de la pipa de hueso que tenía Juan en la tortuga. Me acuerdo de las veces que me he perdido en el fondo del océano. Me acuerdo de la primera vez que se me volteó un velero. Me acuerdo del día en el que las nubes se rebelaron de sus propias formas. Me acuerdo de Juano forzando la puerta del teatro, me acuerdo del día que escribí con pintura en spray “terminal internacional” en el techo Me acuerdo de pintarle las uñas a mi abuelo cuando dormía. Me acuerdo de los miedos de no volver a casa. Me acuerdo de las estrellas cuando se iba la luz. Me acuerdo de los golpes contra el suelo no pavimentado. Me acuerdo de las ganas de llorar. Me acuerdo de todas las ganas. Me acuerdo de los centenares de dulces en la nevera de mi abuela. Me acuerdo del primer premio. Me acuerdo de la primera vez del mar. Me acuerdo de la primera vez del frío. Me acuerdo del primer cuento. Me acuerdo de la primera foto. Me acuerdo del primer video buscado en youtube. Me acuerdo de la primera comunión. Me acuerdo de la última comunión.


Me acuerdo de lo que pasó en el baño de la u. Me acuerdo de lo que pasó en la clínica. Me acuerdo de las piernas abiertas. Me acuerdo del llorar clandestino. Me acuerdo de mi primera borrachera (no tanto) Me acuerdo de mi primera coca cola. Me acuerdo de mí, vestida de oveja, persiguiendo al payaso de la fiesta. Me acuerdo de Pamplona y de las luces. Me acuerdo de subir el cerro de las tres cruces. Me acuerdo de mi primera canción. Me acuerdo incluso de lo que no pasa. Me acuerdo.


MANTÉNGASE ALEJADO DEL CRÁTER DEL VOLCÁN


Decreto N. 420 de 2020 Por medio del cual se promueve la europeización del pueblo colombiano a la vez que se alcanza un sueño estable y duradero. El supuesto presidente de la república, en ejercicio de las facultades que nadie le ha dado: Considerando Que el derecho al trabajo es tan importante como el derecho al descanso y también a la cultura. Que la venta de frutas en espacio público empieza desde muy temprano Que la gente igual necesita el aguacate para el almuerzo Decreta: 1.A partir de la fecha quedan prohibidas las ventas que involucren ruido, música corroncha, o voces pregrabadas antes de las 11 de la mañana 2. No se prohibirá la venta de frutas, pero esta, en lugar de anunciarse directamente, se hará con música clásica. 3.Se le asignará a cada producto un compositor, y su identificación será la que permita al consumidor obtener la información sobre el producto.


4. Con el fin de ayudar en la identificación a los consumidores, será obligatorio para obtener el título de bachiller en Colombia un curso intensivo de apreciación musical. 5. No se permitirá la venta con compositores latinoamericanos, porque la presidencia considera que solo lo de afuera es bueno. 6. En una primera instancia los aguacates van a venderse con Bach, la piña con Haydn y los zapotes con Chaikovski

Decreto N. 705, de la ley 10 de 1999 en pro del beneficio de la sociedad. Decreta: Todas las personas que posean esta nacionalidad merecen que se les dé gratuitamente una pola, cada vez que sientan estrés. En caso de que no les guste la pola (y esto sería una desgracia) podrán reclamar una coca cola, un té frío de limón o un vasito con agua (no un vaso, un vasito). Comuníquese y cúmplase.


Detrás de ti un elefante, amplio, gris, con pinta de rolo. Redundante en cada forma que imagino de él. Blanca, de pies grandes, cabello largo, uñas pintadas de rojo y una camiseta de Netflix and Chill, lo que veo me sabe a mandarina, a guanábana, a cosecha. Si sabe a guanábana, seguro a ti. Miras, y apuntas, y decirlo suena redundante: Volver a comer es todo un milagro.

El mito lo cuentan mal: Primero fue Eva pero antes el diablo. Eva color sol, y el diablo color vida. Eva destempla, el diablo respira; Eva hurta, el diablo armoniza; pero los dos al menos, conversan de Adán ni hablaremos; Si volvemos al Edén ¿Qué extinguiremos primero?



LAMINA DE ZINC Cubría la casa de una familia de cuatro, por allá, a las afueras, lo de atrás de Aguachica, en el barrio nuevo amanecer. Una vez llovió y nos vinimos abajo, entonces fui barco, refugio, trampolín e incluso casita entera para los pelaitos de por ahí, ellos decían, “plena que lamina tan chimba”, eso no lo dicen de los cuadros o los objetos estrambóticos en los museos. “Plena que lamina tan chimba”, la casita entera. Muerte El pulso lo tenía acelerado. Al brillo se le agotaba la paciencia. Poco podía ver, cerré los ojos y busqué las palabras adecuadas. Mi voz ya no servía y en la penumbra escribir no es fácil. Tuve que frenar la vida menos las letras del teclado. Todo me indicaba que el más allá venía de seguro, todo, pero logré hablar antes de que la luz se fuera. “Dejeme el cargador en porteria” alcanze a decirle al rappitendero.


Caja Musical Este país tiene la particularidad de tener muchas cosas enterradas. Y resulta que uno no quiere ponerse a abrir huecos por miedo a lo que pueda encontrarse bajo tierra. Por ejemplo, ayer unos funcionarios de la JEP que buscaban una fosa se encontraron tan solo con una caja musical completamente funcional. No se si fue un momento irónico, trágico o sencillamente hermoso cuando en ella pudo oírse, algo oxidada, la melodía de feliz cumpleaños. (...) Me dejaron elegir uno, una caja. Bailamos, bailamos. Me dejaron elegir uno, la caja. Bailaste conmigo. Me dejaron elegir uno, caja. Te pisé ambos pies. Me dejaron elegir uno, y ajá. Me dejaste ahí mismo. Me dejaron elegir uno, jaja. Ahí mismo.


Alimentemos al galgo, y olvidemos a la gente... Lo alimentamos con naranjas y restos, lo alimentamos con lengua y con manos, los olvidamos con una silla y un reloj...

Pasa que me ven y conspiran contra la desinfecciĂłn del marco no quieren su mundo alcoholizado pasa que no me quieren ver pero me saben y huyen, y no quieren desteĂąirse. Notan ellos del banquete fuera del marco que aquĂ­ ya no hay reuniones pero siguen las batallas


Se llevan al galgo en la canasta, gritando bajito sobre la gente y el tiempo. Olvidan al galgo la gente. Olvidan el hambre del galgo .

No me miran de frente con cautela ven el trapo y si no estoy atento o les echo mucho alcohol antisĂŠptico ÂĄAy de mĂ­! romperĂĄn el cuadro y por desinfectar su contorno me cortaran la cabeza o solo la mano


Conclusiones: Ser es una autoficciĂłn. Archivo es mera memoria, se recuerde o no. Toda la poesĂ­a es un grito documental.


La clase se llamaba “taller de escritura” pero, como todas las estéticas, se usaba como tiempo para joda. Durante los primeros años las estéticas se hacían trimestrales, con el fin de que todos pasaramos por todas y que, cuando nos tocara decidir para todo el año, fuera una decisión informada. Taller de escritura era en el 104, un salón que antes había sido monasterio y que, de todo el colegio, era el único en un segundo piso. Por la imposibilidad de subir un televisor por las escaleras, el 104 tenía el suyo propio, que seguro estaba ahí desde sus días monásticos. En taller de escritura escribíamos poco, porque era estética y ni el profesor se la tomaba en serio. El televisor no se veía de lejos, pero tocaba hacerse ahí porque el salón, además de ser el único en un segundo piso, era el único con ventana tamaño estudiante de sexto grado y caída segura al césped. Algunas veces la escapada dió resultado, en otras preferimos no arriesgarnos. El profesor, que se llamaba Mauricio, dejó el colegio al año siguiente. De él solo sabía que los de noveno decían haberle encontrado porno gay en el computador, pero yo creo que era puro chisme. Su verdadera fama la tenía por la forma particular de llamarle la atención a los estudiantes, de la que no me enteré por chisme sino por carne propia. Mientras planeábamos una escapada sentí la presión de sus dedos en el punto justo y no volví a querer escaparme, porque no podía sino temerle al recuerdo del profesor haciendo pedazos mi clavícula.


Lugares donde quizá se encuentren manchas rojas: Quizá en el centro del pecho, o de la frente, o del brazo. Quizá en la entrepierna, quizá en un cuadro, La misma cosa todos, todos la misma cosa.

Todos los cuadros arrancan negros y la belleza, y el arte son baldazos con decol sobre el lienzo; y los colores no vienen del pintor, salen del Clorox® escogiendo.


"Un poema es una declaración moral, verbalmente inventiva y ficcional en la que es el autor, y no el impresor o el procesador de textos, quien decide donde terminan los versos"

- Los lunes me hacen confundir las fronteras de la poesía y las de la vigilia. - La poesía sin declaración moral no es poesía. - María Fernanda Cabal está re buena.

-Pidiendo "con todo respeto" pasa un señor. -El de al frente me raya desde el balcón. -Planearon un atraco mientras hacía popó. -Las motos salen del D1 a las 3 de la mañana. -El pajarito voló la primera vez que salió.

Se difundieron las fronteras, hacen ruido las noches, dicen breve, lo hacemos breve, dicen mientras se enmascaran. Lucas, y la mañana solo me difunden la vigilia, no las fronteras de la poesía.


Abro comillas “Los vecinos de Turbaco” las cierro Nos llaman, los ellos, Vuélvame a abrir las comillas “quieren regalarle al presidente de Estados unidos” ciérremelas Nosotros, los ellos, regalar, a ellos, los nuestros, los pseudo nuestros. Insisto en las comillas “un burro cuando visite el país esta semana” cierro de golpe. Esta semana, viene ¿Quién viene? Los nosotros visitan a los ellos. No cualquier burro, un burro para Obama. Mantenme las putas comillas “en Turbaco no pierden la ilusión” pero no tanto. Se pierde, la del burro, la ilusión. Comillas, “que Obama se acerque a recibir su regalo” ya basta. Que se acerquen los nosotros a nosotros los ellos.


Los fuegos artificiales, estallan la independencia en toda su patria. En Custer dicen “Nos quedamos sin palabras” pues estallaron perros calientes en una garganta.

No habrá pastel la próxima semana, ya hicieron este anuncio: independencia, que griten mientras se atragantan.


Creamos en los nuevos apóstoles. Adán y adanes del nuevo paraíso (me los imagino pasando lista: (“¿virgen? ¿sí? adelante”) La firma, el trato, el choque de codos, el estrechón de manos que pacta la fe. La memoria de libre edición, La fuente que se envía por un chat, Adanes en nuestro nuevo paraíso.

Vinieron de las diócesis con sedes no vacantes del imperio visigodo, 68 reunidos en torno a una lista eternizada. De Salamanca Niebla Écija Tarragona, unos visten su nombre de azul otros lo esconden de rojo.


La nea no me paraba bolas, Así le hablara con elocuencia de los placeres marginales de quererme. El pirobo no me aflojaba, Así le contara una a una las pestañas para que me sintiera en la noche encima, sobre ellas. El vago me tramaba resto, Y no sé si era su olor a opio y a sal que me entumecían las ganas de querer a alguien más. Yo lo miraba, pero al nene le gusta pura nena linda y yo soy una mamerta pobre de universidad privada. Y es que esa es la vuelta; Así todo yo grite querer darle las 500 noches de Sabines, y promulgue que su sexo es razón para volver a la divinidad, así le reclame tenerme transida de esperar, con el corazón en la lengua y la boca en la mano. Así me ponga hueva y le haga 500 poemas basuras, 300 cuentos de mierda, 7 sonetos, 4 elegías, o me le desnude en la cara, al nene le gusta pura nena linda y yo soy mera mamerta pobre de universidad privada.


Pasa que atardecía, y mi libro “El Gran Arte” aun no me daba respuesta alguna. Pasa que atardecía y yo sentía venir el ocaso de mis días. Pasa que ese arte nunca calma la manía. Pasa que atardecía y yo hojeaba y hojeaba y decían que el arte era la vida, pero mi vida se acababa y “El gran arte” no hacía más que opacar el camino. Hasta que Michi, encima del libro, dio respuesta a mis preguntas. Que el arte en la vida no estaba en los libros, que el único “gran arte” que valía la pena, era el arte de la siesta.


Un sitio aparte, en un lugar lleno de fantasmas, justo ahí, entre la espalda y el pecho de la casa, donde se esconden niños, ratas, ladrones… oculto en el pueblo del que nadie huye, de la fricción que lo habita, del ambiente que lo mantiene. Detrás del sofá, debajo de la mesa, junto a la mata que nadie riega pero que no se seca, donde tuvieron sexo las cucarachas, donde los gatos se comieron los ratones, donde me escondía cuando mi hermana contaba: uno, dos, tres. Un sitio aparte… en el lugar donde no hay escape de la muerte, donde uno tiene más identidad que nombre, donde uno tiene más santo que milagro, más cuento que historia. El sitio aparte del sexo, de la muerte, de la calle caliente. El escondite de quien ya está oculto.


Conclusiones: Si bien el club madrugador no tiene hora, la clase sĂ­ es a las 8.


Editarnos es decidir cuánto mostrar de una senadora. Editarnos es preguntarnos por el grosor de una línea. Editarnos es proponer una transparencia. Editarnos es reconocernos. Editarnos es confesarnos. Editarnos es esperar a que el otro lave la loza. Editarnos es compartir. Editarnos es aprender a usar Canva y Teamviewer. Editarnos es a veces reír y a veces quejarnos. Editarnos es escuchar nuestras familias. Editarnos es desnudarnos en Canva. Editarnos es como estar en el cuarto piso de la biblioteca. Editarnos es saltarse las medidas de bioseguridad. Editarnos es quedar con diabetes literaria. Editarnos es mandar fotos a medio dormir. Editarnos es recomendar el aceite antiestrés. Editarnos es una tensión relajada. Editarnos es “espera, voy por agua". Editarnos es no saber que es editarnos. Editarnos es creer que está listo y ver una Mayuscula mal puesta.


Intenta una vez. Fracasa una vez. No importa. Intenta de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor

Jesucristo es contagioso y se abre de brazos.


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