Lunas Artificiales
Gabriel Molina P.
Gabriel Molina Paredes Maria Clemencia Sanchez Taller de Escritura y Composiciรณn Literaria 4 de mayo del 2020
Foto de portada: Santiago Colmenares
Bogotá Un día me dejaron inconsciente de un codazo en el portal. Caí en ruta fácil 8 Veraguas, 8 Terminal, 8 Veraguas, 8 Terminal, 8 Veraguas, 8 Terminal.
Polina ¿Quién
es
Polina,
la
que
camina
por
el
centro
con
los
pies
descalzos? —Es la hermana del mono que vende artesanías.
Me la encuentro de frente sin conocerla y la sigo sin siquiera escucharla,
su
mirada
está
cargada
y
eso
me
basta.
Empezamos a bajar de las montañas, encuentro las calles llenas y solo sus pies caben en mi vista, se desliza por mi espalda el sudor
de
las
personas
trenzadas.
Yo
respiro
y
trato
de
encontrarle forma a las nubes de las baldosas mientras ella cuenta alguna anécdota sin importancia.
¿Quién es Polina, la que va descalza a misa los domingos? Cruzamos
la
Décima
y
la
Caracas.
Al
pasar
cada
casa,
empiezan a entonar los primeros violines en las ventanas. Yo sigo a Polina aunque no sé a donde vamos, a mi lado van otros que también la siguen con zapatos; yo le quito los cordones a los míos y se los doy, ella no dice nada. Vamos todos, en grupo callado, dando vueltas por las cuadras.
¿Quién es Polina, la que entra descalza a una casa de metal? Me
miro
los
ojos
en
un
charco,
de
las
ventanas
sale
una
orquesta barroca. Yo espero paciente en la esquina, sin ella, alucinado como un homicida. Quemo un cigarrillo sin fumar y un viejo recoge sus cenizas mientras recita de memoria un pasaje bíblico, ella sale sin zapatos pero cantando. Vuelve a caminar y yo
la
sigo
persiguiendo,
pasamos
una
calle
cubierta
de
mondadientes oxidados y de casas cerradas.
¿Quién es Polina, la que camina descalza sobre clavos? Se detiene frente a las vías del tren, nos sentamos. La música para casi por completo, solo queda el bajo. Polina se despide y yo solo sé seguirla así que quedo sin saber a donde ir.
¿Quién
es
Polina,
matorrales?
Sigo sin saberlo
la
que
desaparece
descalza
entre
los
Últimas palabras Vea cómo se encuentra uno en esta noche sin derramar en esta noche púrpura ruidosa punzante punzante como los puñales vea el mío también tengo otras cosas si me regalaron una chompa es roja y la sangre de mi perrita hace tres días con púrpura como la noche con su frío de puñal o de nevera como le dicen a estas cárceles en las puertas de neveras en los almorzaderos llenas de comida demoníaca y en cuanto a esta ciudad que no vemos días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida porque ese demonio quiere que coma pero no hay que hacerle caso al diablo ni a los cuervos industriales cría niños y te sacarán los cuervos no estoy con mi niña porque es un invento del diablo como los ruidos son un invento de los pares el de la buseta a tres cuadras y el zumbido sin derramar como la noche el zumbido ese zumbido de las noches chorreadas todas todas copas pero todo copas, porque en el cielo se cumplen los sueños
me
dijeron
unos
evangélicos
para
dejarme
acá
olvidándome de esperar el perdón de Dios que se inventó un hombre
quizás
un
hombre
bueno
como
los
perros
o
asesino
como las palomas hoy hable con mi mamá y la cuchita sigue igual sin saber quien soy esa desde el parto se olvidó de estar ahí yo disque a comprar un minuto para llamarla porque ya casi no recuerdo su voz que dice ir afuera de que si yo me fui de
todo menos de esta noche con las polillas que también me aman pero hay que temerle al amor como a dios y a todos los inventos dele piso a ese pirobo mátelo y nos callamos. Para siempre.
Los
ojos
de
ellos
estaban
cargados
de
sueño
y
dejándolos se fue de nuevo por tercera vez diciendo las mismas palabras supongo que ojo por ojo mis ojos son verdes los de mi hija
color
miel
no
la
veo
hace
dos
años
hace
dos
años
los
empezaron y vea ya tantas cortadas y la del brazo sin cerrar porque en los hospitales me duermen porque me llevan otra vez al amure de que vea que ya llegaron los carros blindados ya se viene la lluvia de plomo perdido y no la vaya a encontrar que me busca es a mí porque no saben mi gran secreto que en el cielo se cumplen los sueños y todo copas y las piedritas no son tus amigas si se duermen antes que tú.
¡SI
DICEN
QUE
PIERDEN
EL
TIEMPO
CONMIGO
POR
QUE
SIGUEN AQUI?
Lo que he escrito he escrito y yo le dije que no lo voy a hacer aunque sangre por sangre sí oreja por oreja claro todo es claro como las puertas de una celda sí ombligo por ombligo exacto noche por noche perra por perra usted está de su lado lo veo en sus
ojos
color
puñal
en
sus
cuervos
de
la
barba
quizás
fue
Barbanegra en otra vida y yo no fui más que una brisita y si es
ojo por ojo también es moto por moto están arrancando una en la
otra
cuadra
sin
fósforos
pero
sí
con
una
llave
debe
ser
tremenda terapia pero de momento yo estoy acá en mi terapia de zumbidos caminando en el pavimento hecho de agujas sabe
que?
esta
noche
no
se
acaba
pero
a
otros
¿Y
salvadrán
arrebatándolos del fuego y de otros tendrán misericordia con temor aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne que no estoy perdido así que no me encuentren si me dejan irme a hacerlo porque no tengo más sangre en mis cortadas y sangre por sangre y noche por noche y nada como el descanso de la muerte ajena de un enajenado.
Nadie
nos
va
a
salvar
¿es
que
no
entienden?
nadienosvasalvarnadie nosva a salvarnadie nosvasalvar
¿es
que
no entienden? n a d i e nosv as alvar nadie nos va a salvar y si alguien quiere salvarnos aunque nos ame como las polillas pues vino por vino si noche por noche Condios me levanto condios me acuesto Amén.
¡Yo sé que el amor es un invento! ¿Y qué ¿cumplir mis sueños en el cielo inventado?
quieren que haga?
Prefiero inventarme mi propio cielo.
Vean como soplan mis pupilas como el fuego y la noche sigue y Bogotá no está en silencio nunca está en silencio desde su
mandíbula
sigo
hablando
con
la
lengua
dormida
congelada
porque ya van una noche de tres semanas con ese cuento y si dije
que
no
es
no
porque
mañana
tendrán
otro
raye
todos
ustedes pero esta noche no se acaba y la gente sigue mirando
Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas pero de día mandará su mísera cordia, de noche su zumbido estará conmigo y cantarán las
trompetas
¡Si,
cantaran!
y
en
cada
esquina
seguirán
los
francotiradores aunque los niños soplen las flores de sus fusiles
¿Madre porque me has abandonado? mírame ahora, en el fondo de un tarro de pegante acuérdate de mí cuando vengas de nuevo
¡
Ciudad rota, en tus manos encomiendo mi espíritu!
No me abandones Bogotá aunque me de sed de vinagre no me abandones como las caras de tanta gente que se va yendo y yendo y yendo.
No
me
abandones
Bogotá
que
tengo
miedo
miedo
de
los
camiones y los corderos miedo al ruido de las estrellas y los caños miedo al frío de puñal o de cemento miedo a las cárceles y los fierros miedo a hacerles caso a esos que nunca se callan ojo por ojo zumbido por zumbido cordero por cordero carro por carro lobotomía por lobotomia mono por mono lagrimas por lagrimas si noche por noche
Miedo a que se pierdan también las direcciones miedo a que amanezca y no se calle nadie miedo de acabar mi himno sin bajar de este monte.
¿Por
que no se puede terminar esta noche y ya?
¿Por
qué no
aparece en el cielo una mujer vestida del sol, con la luna debajo de
sus
pies?
¿Por
recitando la calle? cuadras?
que
aun
sigue
zumbando
mi
mandíbula
y
¿Por
qué sigo dando vueltas por las mismas
¿Por qué no me deja de pesar la espalda?
Las paredes se hacen de cadáver y se llena de goteras el cielo, mis pies no aguantan yo me piso a dormir y al derramarse esta noche todo copas porque en el cielo se cumplen los sueños y mi sueño es que acabe esta noche.
Los Equilibristas Ventana que haces posible este poema, ventana del semáforo luz naranja que dice suba. Sube. Al alambrado. y huye de ti mismo sobre lunas inventadas.
El semáforo naranja llena la ciudad de equilibristas. Arriba, destapando el cielo, con la sombra proyectada en las nubes, sobre lunas, corriente, micelio.
Los equilibristas buscan a los poemas electrones; las polillas aprietan los bombillos. y les preguntan si esos cables sobre ellas son audĂfonos.
Dicen que los alambres son una malla coralina contra las barracudas en las nubes; pero llevo encaramado veintidĂłs cables, versos, y aĂşn no las he visto.
Sofistas y Toxicómanos Así están, estamos, los sofistas y los toxicómanos esperando, como queriendo que nos atropellen lejos de la calle, mirando las espaldas de los niños que tienen botellas de cocacola soldadas en
las
manos.
Llueve
en
el
parque,
esperamos
pedantes,
buscando algún talento en nubes de cigarrillo o hablando del tirano de moda; como nadando en el agua estancada de algún pensamiento entre un tic-taqueo de gotas. De niños jugábamos a las escondidas en el jardín de un monasterio y armábamos los trenes de juguete para que se estrellaran; a pesar de todo seguimos
creyendo
que
las
noches
nos
deben
algo
y
nos
reunimos a esperar mirando a los niños de la fuente.
Una en mí maté, yo ya no la amaba y estuvimos todos.
No me gusta que esté completo el grupo, no me da confianza. Antes esperaba comodo, hablábamos de cosas vacías y la vida parecía tan solo correr fuera del parque; ahora se nos abre la noche llena y cada elección parece ser peor que la siguiente. Discutimos queriendo alguna historia que valga la pena, que valga lo suficiente para escribir de ella luego, porque nos
cansamos de los días y salimos a entregarnos a la luna como si la luna fuera a devolvernos algo. Me siento así siempre que el grupo está completo, queriendo que la noche por puro azar se parezca,
por
lo
menos,
a
un
pequeño
fragmento
de
alguna
novela. Tal vez porque leemos a gente diferente se nos suelen acabar
las
noches
antes
de
ponernos
de
acuerdo
y
no
me
queda más remedio que escribir sobre los niños con botellas. Hoy es diferente, salimos de la discusión eterna por esa hambre que hace olvidar las caras y ser solo ojos vacíos; decidimos que lo melo seria una pasta y que la noche no tendrá sentido (al menos para mí) si no vamos por la pasta. En grupo todos vamos porque queda tiempo para perseguir las pocas estrellas que se dejan alcanzar, que parecen tan tangibles donde está la pasta.
Mirar y mirar desde los adoquines y no saber aún que la felicidad y la gloria acaban por marchitar los corazones.
Caminar antes de la pasta es como caminar dormido, contando pasos, hablan ellos que se entienden; yo pienso que soy un alfiler que un día se perdió en la arena. Entre dos se acaban un litro de aguardiente y a los demás ni un solo trago, la sed y el cemento me duelen. Nos acercamos y la dirección de la luna
cada vez es más difusa, aunque intento imaginar que el piso no existe al alcantarillado se le roban las tapas y me caigo. Unos raspones. Nada grave. Igual ya llegamos. Los demás comen pan mientras la pasta se me seca en la boca. Satisfecha el hambre queda
noche,
discutiendo
y
ya
no
estamos
tenemos
que
en
el
salir
parque de
acá,
para a
quedarnos
donde
sea,
aprovecharse de no tener lugares para estar.
Amor taja dos.
¿Donde
vemos acaso, al Estado? —Yo lo veo en los tombos
malparidos que me joden todo el día—. Nos damos cuenta de la hora porque solo pasan ochos y seises; ahora es más fácil todo, dos opciones y solo hay que subirse en la primera. La estación ya está vacía pero el transmilenio sigue lleno, como siempre, un bombril de brazos. En el frente y tras el acordeón, incluso a esta hora, la necesidad se confunde con la poesía y luego aparece en las voces que se cruzan; como se baja todo el mundo los que quedamos
tenemos
que
sacarnos
los
libros
del
bolsillo.
Del
grupo alguien dice algo y de atrás alguien responde, el bus pasa
por
el
túnel
de
la
26,
los
que
quedamos
ahí
estamos
dispersos, porque está nuestro grupo y está el señor mordiendo un tarro de plástico, la pareja que se quedó dormida, el poeta
que siguió parado aunque ya sobraban sillas y la vieja que carga a su hijo mientras ella hace los berrinches. Los libros aburren a esta hora, cuando el bus pasa sus últimas líneas se va yendo la poesía; tras los vidrios la ciudad se queda solo en las paredes, que son prosaicas en exceso.
Loco. Loco. Desequilibrista No vienes de aquí, no vas a ningún lado.
El túnel de aguas está vacío pero en periodistas siempre queda noche y nosotros la venimos buscando desde hace rato. Bajo una
red
de
destellos
donde
todo
sigue
andandos
salimos
a
respirar metano como si no existieran otros días, ahí está Daisy, sus ojos, como siempre, sufren buscando el estoicismo celular; su voz, rasposa, hace recordar el sepulcro que le hicieron a ese hombre que nació durmiendo y vivió soñando. Que el rock n roll de ese tipo esta como torcido, dice, la leche avinagrada le sale de las manos como el canto de los grillos, tan ausentes en toda la sabana. Ella se pierde, aunque no tenía nada más que darnos su ausencia nos devuelve a la quietud. Ya con Daisy los vimos a todos
ahí
y
la
noche
sigue
abierta
pareciendo peor que la siguiente.
y
cada
elección
sigue
Esa caminante que se enferma a las hormigas rojas de su propia sangre.
¿A donde ir? En la farmacia atienden por una ventanilla, en la 19 todo lo que no está cerrado no parece valer la pena; decidimos bajar porque en la séptima nos esperan, en las sombras de las esquinas, tal vez, las historias. Pero caminamos y caminamos y no pasa nada, ni siquiera con las sombras amotinadas. El sofista o toxicómano que va a mi derecha, sediento, se deja enredar en las estacas que se quedan del camino; así sigue girando el tornillo que intenta unir en vano una nube blanca con otra que llueve. La séptima pasa desapercibida, pronto estamos subiendo escaleras y seguimos buscando algo, lo más pequeño, cada uno buscando cosas que ahora sí, que ahora sí deben estar en este nuevo parque.
Calor… dice temblando estremecida Hielo se inclina más, rozando nuestras caras con su aliento.
En la Independencia se disuelve por completo el grupo, una colectividad
de
individuales
que
busca,
espera,
desea,
pero
ahora cada uno por su lado. Salen de nuevo los libros de los bolsillos, desparramados en la escalera. Un sofista o toxicómano mira una ventana en particular, porque de ahí puede salir ella
que es lo más cercano que ha tenido a una musa y puede decir que sí logró meter las pastillas en el agua de la mama y que ya puede
subir.
Otro
llora
porque
está
borracho,
rehabilitado,
entusado, olvidado o algo así. Ansioso, aquel camina de un lado a otro, repite y repite que si, que algo hay rescatable, que este parque tras parque y este perseguir cosas sin cara por lo menos se le puede atribuir a alguien si se piensa de este o ese modo, que todavía queda noche y que puede pasar algo más, de pronto.
El
que
está
sentado
frente
a
mi
busca
ese
tacto
perfecto que dé muerte a alguno de sus encendedores mientras que las virutas de tabaco le caen en la lengua. Yo intento ver si es cierto que todos en el brazo tenemos un mapa de un país escondido, el de allá se acostó a ver la luna, quien sabe que busque. Nadie sale de ninguna de las ventanas, nadie, aunque se oigan sus murmullos.
Porque el cielo es un subproducto de — (algodón & N20) Sacar saliva de atrás de la lengua—
Salimos, ya no hay buses, apenas taxis. Los borrachos ya se metieron en algún lado, las calles, tan llenas antes, aparentan estar solas. De las puertas brota gente que camina en versos, esquivos, ningún sofista ni toxicómano alcanza a hablar con ellos. Bajo el edificio de CityTv los ancianos apuestan por la
hora, frente a algún bar un taxista se fuma un cigarrillo, como habiendo
ensayado
marchan
los
de
LIME,
rayando
van
los
matrimonios, por el parque Santander ya está gritando guerrillo. Volvemos a periodistas donde siempre queda noche, aunque tenue, en pequeños brillos de los charcos; parece haber pasado toda
en
ese
instante
eterno
donde
conviven
dos
luces
del
semáforo. Nada, un constante reclamo, ideas construidas con escombros,
buscar
palabras
en
el
espacio
vacío
entre
los
átomos y tener tantos poemas desaparecidos en los andenes. Noche tras noche sigue sin pasar la vida y se velan hasta las digitales
entre
parques
vacíos.
Pero
hoy
no
fue
en
vano
la
salida, hoy si que pasa algo justo al final, antes de montarse al taxi. Algo emocionante, mortal, digno de ser contado; yo no seria capaz de hacerlo.
Mire careloco allá su Santa fe olvidado entre la tumba de SIlva, y la plaza de paloquemao.
Dése cuenta: La sábana es una estepa que se quiso cambiar de sitio;
¡
y cuando sale la luna Ay careloquito!! Hasta en la pared más gruesa se clava el puñal del viento.
Acuérdese careloco Bogotá no tiene mar. Y ese olor a profundidades solo es el chirrido de los nómadas sacándole cicatrices a la montaña con sus cordones umbilicales
Acérquese: a todos los laberintos metálicos, para escuchar de aquel dios errante que solo en el ojo de la horca se aparece, para salvar algún ex-hombre que se esconde en La Picota.
Allá en su barrio, recuerde, nunca hay ritos funerarios. Y esas raíces que crecen bajo las tumbas sin lápida y sin muerto declarado, se han amarrado unas a otras, y poco a poco se toman las calles.
En ese Santa fe los cuerpos en silencio, hacia el río siempre caen, pues ya sabrá careloco que nada cae a Monserrate.
Canciones Improvisadas Esperaba el bus en una noche de lluvia, el día había sido malo y apenas se contaban las monedas en mi cachucha, bajo la luz amarilla
de
un
farol
solitario
se
veían
diminutas
gotas
que
rayaban los paisajes. Me encontraba bajo un pequeño techo de tela que resguardaba la entrada de una tienda cerrada, las calles áridas y yo me sentía solo porque las nubes tapaban a la luna, como llevaba peleando con mis pensamientos todo el día decidí escapar de las palabras que los hacían posibles.
Saque cuidadosamente mi trompeta de su estuche y lo deje frente a mis pies. Comencé a consentir sus teclas lujuriosas mientras intentaba sentir el ritmo de mi alma, lo primero que salió, como ese primer respiro cuando se nace, fue Flamenco Sketches. Dejándome llevar por la memoria no fue lejos que retomó el control de la música ese ser extraño que se entromete en mi cuerpo cuando me pierdo en la música, me separó de Miles por completo y empezó a tocar como nunca lo había hecho
antes,
reventándome
con
una
daga
el
pecho
o
desamarrando mi cabeza. Empecé a tocar quizás al tiempo con las gotas que caían asimétricas, y quizás al ritmo de la vida misma, a la velocidad del paso infinito de los días, era sin duda mi obra maestra, una pieza única, congelada en este instante bajo la lluvia y la luna censurada.
Quise acabar ahí pero seguí tocando para avivar ese fuego que parecía inagotable, me llevó a todos los instantes de mi vida hasta la muerte que aún no llegaba, recordándolos distintos en cada tono que llegaba a mí, en cada uno que olvidaba tras pasar.
Seguí con la canción a pesar de que mi vida no tenia más que darme, llego a mí la idea de que la música limitaba tanto que se acabarían del todo las canciones y me sentí contento, pues en algún
instante
perdido
en
la
tela
del
tiempo,
algún
solitario
como yo componía exactamente esta misma melodía, quizás contemplando su mundanidad lejos de este mundo. Y me sentí en ellos todos los solitarios que se estaban dejando llevar por esta dulce música que salia de nosotros, hacia arriba seguían las estrellas, éramos uno en la beldad que por circunstancia de nuestras vidas pasajeras había aparecido para romper la ilusión del tiempo y de los nombres. Supe que en otros lugares y en otros
momentos
también
me
desenvolvía
para
quedar
hecho
esta canción inesperada, que me había hecho a mí, aunque creía haberla parido en una noche desolada.
Quede pues eternizado en una melodía que seguía a pesar de todo, que vivía a pesar de mí, esa melodía que ya, fuera de las ataduras del tiempo, no tenía principio ni final, no se movía en
línea recta tampoco, no avanzaba ni era tampoco silencio, pero seguía
siendo
sobrevivió ilusiones,
música,
contra de
todo
todos
seguía
música
pronóstico,
esos
por
se
malvados
encima
liberó
nombres
de
de
todo,
todas
con
los
las que
separamos su naturaleza. Y es que en ese instante supe lo que era,
que
es
mucho
más
que
lo
que
encierran
los
rígidos
conceptos, que es tanto más que todo, que sobrevive fuera del tiempo, que atraviesa todo lo que ha sido y será. Paré de tocar pero no deje de sentir el universo, estaba aquí, en este amor y en esta noche, que aunque seguía sin luna, ya no era solitaria.
ENMONADO Asesino Huyendo del mono en los dolorosos andenes huyendo del mono salto al peatonal y de él, quisiera
Huyendo del mono busco ángeles empacados que se secan. Huyendo del mono le quito la silla azul a los viejos del transmilenio pues por el mono, estoy yo más cerca del infierno.
Culpa del mono es el frĂo sudor en mi espalda que es mi alma pidiendo la eutanasia culpa del mono soy yo feto que desea flotar despreocupafo entre opio de placenta sin estos venenos que invocan monos asesinos