Cuentos para soñar

Page 1









gabriela reyes


Primera edición: enero de 2013 Segunda edición: mayo de 2016 © 20156 de la presente edición en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori S.A. Travessera de Grácia, 47-49. 08021 Barcelona ©2016 Gabriel Arguello, por la selección. Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos por la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Printed in Venezuela - Impreso en Venezuela ISBN: 235-65-825-1818-7 Depósito legal: B. 78.888-2015 Primera impresión en Venezuela por Editorial Planeta Venezolana, S.A., febrero 2016 Impreso en Caracas por Editorial Arte, S.A.


agradecimientos Nem atem quis explique volore et faccat dUnditati dolupta prore veria eumque nus nonsequias rempos estore, eiumquo digniminus mos moluptam et hiligen ditisim erit, vol









la abeja obrera Elízabeth Lencina

B

eely era la menor de una hermosa familia de abejas. Era bastante y observadora siempre sorprendía a su madre con sus comentarios.

—Pero los obreros se sacrifican mucho. —¿Sabes lo que quiere decir esa palabra? —No. Pero es fea.

—Obrero es el que hace —Ma… no me gusta la obras. Y las obras no solo son necesarias sino palabra obrera. que son queridas por el —¿Por qué, mi vida? mundo. —No sé. Tal vez porque preferiría ser una reina. —Pero hija… La mayoría de nosotros trabajamos, así como la mayoría de los humanos lo hacen. En algunos países hay un rey y una reina y en otros ni siquiera existen.


el tesoro escondido Ana Isabel Rodríguez Jáñez

rase una vez un viejo que tenía cuatro hijos muy perezosos, un día cayó enfermo. Se preocupaba mucho por el futuro de sus hijos ya que estos preferían dejarlo todo a la suerte en vez de trabajar. Así que decidió enseñarles una lección sobre el trabajo duro.

E

Les contó a sus hijos que tenía un tesoro escondido de gemas valiosas y monedas de oro, los jóvenes estaban muy felices y preguntaron donde se encontraba.

A pesar de que los jóvenes estaban felices, les entristecía que su padre no recordara el lugar donde estaba enterrado el Tesoro. A los pocos días el viejo falleció y los hijos decidieron cavar la tierra para encontrar el cofre del tesoro. Los hijos trabaron duro y cavaron por toda la tierra, pero no pudieron encontrar ni rastro del Tesoro perdido. Decidieron cavar en un lugar que estaba separado del resto de la tierra, pues pensaban que el tesoro estaba en ese lugar.

El viejo les respondió Cavaron tan profundo “creono puedo recordarlo exactamente, pero sé que que no encontraron nada está en nuestra tierra”. sino agua y más agua.


el tesoro escondido Un viajero que pasaba noto el agua corriendo a través de la tierra, y habló con los hijos sobre agricultura. Aprendieron entonces a cosecharsus semillas de vegetales y a plantar semillas y flores en su propia tierra. Como la tierra se volvió fértil con abundante agua, en pocas semanas se volvió un fértil jardín con nutritivos vegetales y frutas. Los jóvenes hijos vendieron la cosecha a un buen precio y ganaron dinero.

Se dieron cuenta de que el trabajo duro era el “cofre del tesoro” mencionado por su fallecido padre. Trabajaron muy duro, vencieron toda su pereza, hicieron mucho dinero y vivieron muy felices.

pag

15


jack o’lantern Ana Isabel Rodríguez Jáñez

Jack no lo dejaría escapar hasta que le prometiera no pedirle su alma en diez años. El diablo no tuvo más remedio que concederle Tuvo la mala fortuna de su reclamación. encontrarse con el diablo Pasado el plazo de en una taberna. Jack, para los diez años, Jack se evitar que el diablo se lo reunió con el diablo en llevara, le engañó ofrecién- el campo. El diablo iba dole su alma a cambio de preparado para llevarse un último trago. su alma pero Jack pensó Fue entonces cuando el muy rápido y dijo: diablo se transformó en una moneda para que Jack pu- —Iré de buena gana, diera pagar al camarero. pero antes de hacerlo, Pero Jack, que también era ¿me traerías la manzana tacaño, la tomó y la puso que está en ese árbol? en un monedero que tenía El diablo pensó que no grabada una cruz, y así tenía nada que perder, y se fue que el diablo no pudo subió a la copa del árbol. volver a su forma original. rase una vez hace muchos años, en una lejana noche de Halloween, un pícaro irlandés con fama de pendenciero, llamado Jack.

E


jack o’ lantern

pag

17


jack o’ lantern Pero antes que se diese cuenta, Jack rápidamente talló una cruz en el tronco del árbol. Y entonces el diablo ya no pudo bajar y él le obligó a prometer que jamás le pediría su alma nuevamente. Al diablo no le quedó más remedio que aceptar.

El camino de regreso era oscuro y el terrible viento no le dejaba ver absolutamente nada. El diablo le lanzó a Jack un carbón encendido directamente del infierno, para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en una calabaza que llevaba con él, para que no se apagara con el fuerte viento que soplaba

Jack murió unos años más tarde, pero no pudo entrar al cielo, pues duY así fue que Jack rante su vida había sido O’Lantern fue condenado un gran estafador. a vagar entre el cielo Pero cuando intentó y el infiierno portando entrar en el infierno, el una calabaza a modo diablo tuvo que enviarlo de linterna. Y esta es la de vuelta, pues no podía leyenda de Jack el de tomar su alma ya que lo la linterna, como se le había prometido. conoce también. —¿A dónde iré ahora? Se preguntó Jack. Y el diablo le contestó —Vuelve por donde viniste.

pag

18


´

el arte de la caligrafia Ana Isabel Rodríguez Jáñez

ian Zhi era hijo del famoso calígrafo Yi Zh, poco a poco, él también adquirió el hábito de escribir. Y progresó tanto que todos empezaron a alabarlo sin cesar.

X

Cierto día escribió una docena de caracteres y se los mostró a su padre, esperando de él un gran elogio. Después de examinarlo un momento, el famoso calígrafo, que se había dado cuenta de la vanidad de su hijo, no hizo ningún comentario.

—Enséñaselo a tu madre, a ver qué dice. —Has progresado, pero te falta muchom sólo este trazo se parece mucho a su estilo, y lo demás no tiene nada que ver. Avergonzado, el niño se dirigió a su padre y le preguntó: —¿Por qué no he podido dominar aún el secreto de tu arte?

—Es muy sencillo, hijo, ¿ves las tinajas que hay en el patio? Cuando empecé la caligrafía, me dijeron que había que Cogió el pincel y le llenar de agua las diecioagregó un pequeño tra- cho tinajas. Y el día que zo en un ideograma, se agotara el agua sería convirtiéndolo en otro. un buen calígrafo.


el mono travieso Alejandra Torigino

C

ierta vez, en la selva vivía un monito, con su mamá y hermanos. Le gustaba mucho jugar con ellos, trepar los árboles, comer bananas y otros frutos que encontraban por allí riendo y haciendo monerías. Un día el monito se dispuso a pasear y, curioso cómo era, se adentró en la selva queriendo descubrir más sobre ella e ir un poco más allá de donde vivía.

De pronto, escuchó con asombro, que el árbol el más viejo de ellos le preguntaba, por qué había salido solito de su casa, le advirtió que volviera, que se podía perde... Pero tan contento estaba nuestro monito, y era tan desobediente, que siguió y siguió adentrándose en la selva. Anochecía, y dicho y hecho, se perdió y ahora tenía que volver a su casa, pobre mono. Buscó unos frutos y se guareció debajo de un gran gran árbol.

Saltó de rama en rama selva cuando solito y vio en el camino La unos enormes y viejos ar- anochecía no era muy boles cubiertos de lianas agradable, el monito estaba muy asustado. muy pero muy altos.


Al otro día siguiente, vio que se acercaba un lorito de muchos colores y muy alegremente le preguntó qué hacía en ese lugar. El monito le contó que se había perdido y que no sabía cómo volver. —No te preocupes —le dijo el amable lorito—, yo te ayudaré y juntos encontraremos tu casa, sígueme. Después de dos días de viaje, trepando de El monito abrazó muy árbol en árbol, el monito, muy fuerte a su madre escuchó detrás de unos ¡Qué feliz estaba! Le prometió que nunca se arbustos a su mamá: iba a alejar así de ellos —¡Hijito!— ¿Dónde y muy felices invitaron al te habías metido? lorito a pasar la noche.


david y la ballena Ana Isabel Rodríguez Jáñez

levaba cuatro Pero el tiempo no pasaba días lloviendo sin y no pasaba. parar. Los cuatro La lluvia tampoco. días que David y su familia El niño David miraba por llevaban de vacaciones. la ventana y suspiraba. Él Llovía con fuerza sobre tenía tantos proyectos para la playa vacía, llovía sin aquellas vacaciones en el tregua sobre el techo de mar... Quería construir un la caravana en la que el castillo de arena e invitar niño David y su familia a su princesa a jugar a inventaban maneras las palas. Quería bucear de pasar el tiempo, de entre las olas y que las esperar a que aquella sirenas le enseñaran a lluvia interminable se respirar bajo el agua. tomara un descanso. Quería después nadar Jugaron a las cartas. Ju- y nadar y nadar. Llegar garon a la oca y también a alta mar y encontrarse al parchís. con unos piratas de los Jugaron al ajedrez, a las de parche en el ojo y damas y también al do- pata de palo. Por sobre todo quería navegar. minó un largo rato.

L


david y la ballena Quería navegar con ellos por mil mares, de punta a punta del planeta, por cada continente y cada océano. Después, cuando decidiera volver a casa, cansado de tanto conocer mundo, lo haría subido a una enorme ballena. Sería una ballena de piel brillante, que siempre le daría conversación, y siempre sería de lo más interesante. Ella le contaría lo que era ser una ballena, y el niño David que no siempre le gustaba tener que ir a la escuela.

Y el niño David, muy sorprendido, se lo comería como si fuera el mejor de los bocadillos. Luego, cuando llegaran de vuelta a la playa, ella se despediría soltando por sus pulmones un gran, gran chorro de agua. Y David entonces saldría despedido hasta la playa, a donde llegaría hecho todo un pirata... — David, David...¡deja de dormir! Ponte el bañador que ha salido el sol...

Así que por fin se fueron Ella le hablaría de los a la playa... cazadores furtivos, y él de ¿Cumpliría el niño David lo que era ser un pirata sus propósitos de pirata? fugitivo. Ella, que como todas las ballenas sería vegetariana, le enseñaría a comer placton y otras plantas más.

pag

23


david y la ballena

pag

24


la cebra jacinta Ana Isabel Rodríguez Jáñez

L

a cebra Jacinta se cepilla la cola y se pone una cinta. Coge una cesta y va hacia el huerto cercano. Con su cesta y su preciosa cinta, Jacinta camina mirando el cielo. Desde el suelo, el ciempiés Cirito le dice:

Pero... ¿qué sucede? ¡Las ciruelas se pelean en la cesta! Qué vocerío. Las cebollas comienzan a llorar y unas cerezas se escapan de la cesta, pero Jacinta no pierde la paciencia.

La cebra llega a su casa y entra en la cocina, en —¡Qué haces, Jacinta! la alacena está la cigarra Ceci, que vive en una Por poco me pisas. caja de cerillas vaía. El ciervo Celestino aparece —Ceci, por favor, ¡canta detrás de una cerca. una canción! —e dice Ja—¿Dónde vas con esa cinta. cesta y esa cinta? —le La cigarra obedece y canta pregunta a la cebra. una preciosa canción. Por —Voy al huerto —dice fin, las cebollas, las cerezas Jacinta. En el huerto crecen y las ciruelas escuchan con muchas cosas, cebollas, mucha mucha atención. acelgas y coles.


´

mia la astronauta Ana Isabel Rodríguez Jáñez

M

lía era una niña de 9 años muy diferente a las demás. No le gustaba jugar con muñecas ni a otros juegos de chicas y todo el mundo pensaba que era una niña muy rara. Un día, mientras estaban en el colegio, la profesora les preguntó qué querían ser cuando fueran mayores.

Mientras todos los demás niños y niñas empezaron a reírse. La profesora, muy enfadada, pidió a todos que dejaran de reírse. —¿Por qué les hace tanta gracia?

Todos los niños dijeron que Mía no podría ser astronauta porque sólo los niños podían serlo y porque había que ser La profesora, como muy inteligente y fuerte. veía que Mía no contesEse día, Mía se fue a taba qué quería ser, le casa muy triste y su mamá, preguntó: cuando la vio llorando, le —Mía, ¿y tú? ¿Qué quie- preguntó qué le pasaba. res ser de mayor? Mía le contó lo que —Señorita, ¡yo de ma- había pasado en yor quiero ser astronau- el colegio ese ta! respondió Mía. mismo día.



mia la astronauta ¡Has Su mamá le explicó —¡Enhorabuena! que todo era posible con conseguido ser astronauta! esfuerzo e ilusión. Mía estaba tan contenta Así que Mía, leyó millones que no podía creérselo y de libros, y durante mucho sus padres estaban muy tiempo estuvo preparándo- orgullosos de ella. se para que cuando fuera Celebraron la gran mayor superara todas las noticia y, al día siguiente, pruebas y consiguiera ser Mía tuvo que irse al país una gran astronauta. donde había hecho las Pasaron los años y Mía pruebas para empezar a ya era mayor. Entró en trabajar como astronauta. la universidad y sacó las Mía no se cansaba de mejores notas de toda su aprender cosas nuevas gran promoción. y se esforzaba mucho Tuvo que hacer un día tras día hasta que montón de exámenes y consiguió ser una de las astronautas más famosas de difíciles pruebas. e importantes del mundo. Cuando acabó todo, volvió a casa a esperar a Logró grandes cosas, que le dijeran si lo había pudo visitar rincónes inexplorados del Universo y conseguido finalmente. ver cosas que ninguna otra Tras unos días esperando persona de su generación Mía recibió una carta que podía siquiera imaginar. decía lo siguiente:

pag

28


el bosque misterioso Ana Isabel Rodríguez Jáñez

A

Offic tem et omnis vitatur? Ulpa peditiume eumende ssiminu llautem as elendeseque nus que est labo. Ducieni menientorume erate prae volorrovid quodit pro quost, officaborrum lam id molo culpa serro et alitecta nos andest, omnihil ipsapit aut am, venima dest quam, simoluptur? Pe num ent ut inctiisque niate nonseque volluptatur sum volore, quis quatur, que latus sit rest, sant latur? Ex et endelle nduntotatem sum et iniam expel molorec epernam et fugitat quidel magnimet estiam que num fugia pellecus dolupic tem.

Ipsus, ex excessi mporepr eruntetur alique nimperumqui de nobit il in non num quam fugitatet lam, culparupta int et alit. Emporpo rehenet as incias dollacid estrum qui omnim quatur, ex et officias ex exerum eic totae excepud ipides qui to estiis derspicimo duciet qui od eius dolute cor sequam volutem faccationet que pratur? Sundanda qui nus dolore quatas aut perspient quia sunt recto int aperspis est, ommodi isci qui accus es delecus ut ommolupti aut modis re, eicte ipsam quas sequi nihicte dolum cusae loren ipsum.


Ullent verit, cus, sus ma con re sant licture rsperro et, es estrum at maximet aut quamend iatiostrum apicipsantia eosamus atur aut pellandipid magnatur, sunt, ipid ut faccabo ressunt ad que is eicientia volorio nseculla ipicia siniet a denihilitio. Aceptate magnihi liquos eaquate enditatia dem. Illuptatium fugia consedit alist que volo blaccae nihiliant ipsum audiciam que cus, odit hicipsa mendae dolupta ssitium nam sequae dolut quam faceatur, ut ommoluptam nonsequis num dolum quuntiore, natemque re enis aceat. Eces derias suntint audisin eum exerfer feriae sunt arumet voluptate nullabo ritaspisciis adio etur apitem quam etur aut et as ne vendam.


pag

31 Sed maion ne oditem idicidus esti doluptiis aliquo moloruptissi omnimagnamus a nonsequi od ut perit verchici dollorio. Lab ipsande ndipis non ratem. Nam quibusandit ut quassi dolorpo reruptae doluptis volupta quisit et aut alignam eum, omnis es expersp eliqui bearum ium ex estibus, nonsece proreprem. Iquibea auda vitiae nulliquam ra sinus. Unt et quostibust invelib erumquiae volo et porehen imolese discient, ut magnati untius, arum aut asperum res eum quostios dolo volecerrum con rest, ommolorrovit dit, omni dolorro repudae cone volecerit officipsam quiaest, aciet moluptatem auda diatect atatem reptatassita qui sinto omnih.


el caracol y el rosal Ana Isabel Rodríguez Jáñez

H

Había una vez una amplia llanura donde pastaban las ovejas y las vacas. Y del otro lado de la extensa pradera, se hallaba el hermoso jardín rodeado de avellanos. El centro del jardín era dominado por un rosal totalmente cubierto de flores durante todo el año. Y allí, en ese aromático mundo de color, vivía un caracol, con todo lo que representaba su mundo, a cuestas, pues sobre sus espaldas llevaba su casa y sus pertenencias.

–¡Paciencia! –decía el caracol–. Ya llegará mi hora. Haré mucho más que dar rosas o avellanas, muchísimo más que dar leche como las vacas y las ovejas. –Esperamos mucho de ti –dijo el rosal–. ¿Podría saberse cuándo me enseñarás lo que eres capaz de hacer? –Necesito tiempo para pensar –dijo el caracol–; ustedes siempre están de prisa. No, así no se preparan las sorpresas.

Un año más tarde el caracol se hallaba Y se hablaba a sí mismo tomando el sol casi en el sobre su momento de ser mismo sitio que antes útil en la vida:


el caracol y el rosal Mientras el rosal se afanaba en echar capullos y mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas. El caracol sacó medio cuerpo afuera, estiró sus cuernecillos y los encogió de nuevo. –Nada ha cambiado – dijo–. No se advierte el más insignificante progreso. El rosal sigue con sus rosas, y eso es todo lo que hace. Pasó el verano y vino el otoño, y el rosal continuó dando capullos y rosas hasta que llegó la nieve. El tiempo se hizo húmedo y hosco.

El rosal se inclinó hacia la tierra; el caracol se escondió bajo el suelo. Luego comenzó una nueva estación, y las rosas salieron al aire y el caracol hizo lo mismo. –Ahora ya eres un rosal viejo –dijo el caracol–. Pronto tendrás que ir pensando en morirte. Ya has dado al mundo cuanto tenías dentro de ti.

pag

33


el viejo farol Hans Christian Anderson

E

ra un buen farol que había estado alumbrando la calle durante muchos años. Lo dieron de baja, y aquélla era la última noche que, desde lo alto de su poste, debía enviar su luz a toda la calle donde se hallaba.

Donde el «ilustre Concejo municipal» dictaminaría si era aún útil o inútil.

Decidirían entonces si lo enviarían a iluminar uno de los puentes o una fábrica del campo; tal vez iría a parar a una fundición, como chatarra, y entonces Por eso su estado de podría convertirse en mil ánimo era algo parecido cosas diferentes. al de una vieja bailarina Pero lo atormentaba la que da su última duda de si en su nueva representación, sabiendo condición conservaría el que al día siguiente habrá recuerdo de su existencia de encerrarse, olvidada, como simpñe farol. en su buhardilla. Lo que sí era seguro es El farol tenía miedo que debería separarse del día siguiente, pues del vigilante y su mujer, no ignoraba que sería a quienes consideraba llevado por primera vez a como su propia familia. las casas consistoriales.


el viejo farol

pag

35


el viejo farol Había visto muchas cosas e iluminado otras muchas, acaso tantas como el «ilustre Concejo municipal»; pero se lo callaba, porque era un farol viejo y honrado y no En cambio, en el curso de quería despotricar contra los últimos años, cuando nadie, y menos contra ya los tres, el vigilante, su una autoridad. mujer y el farol, habían envejecido, ella lo había Pensó en muchas cosas, cuidado, limpiado la mientras oscilaba su llama. lámpara y echado aceite. —¡Qué aptitudes tengo! Era un matrimonio hon- —se dijo el farol al rado, y a la lámpara no despertarse. le habían estafado ni una —Casi debería desear gota. Y he aquí que aquéque me fundieran. Pero lla era su última noche de no, no mientras vivan calle; al día siguiente lo estos viejos. Me quieren llevarían al ayuntamiento. por mí mismo. Vengo a Estos pensamientos ser un poco como su hijo, tenían muy perturbado al pues me cuidaron y me farol; imagínense, pues, dieron aceite, y lo paso cómo ardería. Pero por su tan bien como «El Concabeza pasaron también greso», con todo y ser él tan pero tan noble. otros recuerdos. Por aquel entonces la mujer era muy peripuesta; sólo al anochecer, cuando pasaba por allí, levantaba los ojos para mirarlo; pero de día no lo hacía jamás.

pag

36


la ratoncita hambrienta Auttor: Braelin Carter

U

n día una ratoncita la estaba pasando muy mal, no podía encontrar comida, buscó aquí y allá, pero nada de nada. Por fin encontró una cesta, llena de comida, quesos, y manzanas y pan. Tenía un pequeño hueco por el que apenas cabía su pequeño cuerpo.

Y empezó a comer. Como estaba muy hambrienta comió una gran cantidad, y siguió comiendo y comiendo.

Cuando intento salir de la cesta, descubrió que no podía. Estaba muy gorda. Justo entonces una rata apareció y le dijo: –Ratoncita, si quieres salir de la cesta deberás esperar hasta que quedes tan delgada cómo estabas cuando entraste.


´

el pulpo timido Daniel Ibarra

abía una vez un pulpo tímido y silencioso, que casi siempre andaba solitario porque aunque quería tener muchos amigos, era un poco vergonzoso.

H

Muchos pasaron sin hacerle caso, excepto un pececillo muy gentil y simpático que se ofreció para ayudarle a deshacer todo aquel lío de tentáculos y ventosas.

Un día, el pulpo estaba tratando de atrapar una ostra muy escurridiza, y cuando quiso darse cuenta, se había hecho un enorme lío con sus tentáculos, y no podía moverse.

El pulpo se sintió aliviadísimo cuando se pudo soltar, pero era tan tímido que no se atrevió a quedarse hablando con el pececillo para ser su amigo, así que simplemente le dió las gracias y se alejó de allí rápidamente; y luego se pasó toda la noche pensando que había perdido una estupenda oportunidad de haberse hecho amigo de aquel pececillo tan amable.

Trató de librarse con todas sus fuerzas, pero fue imposible, así que tuvo que terminar pidiendo ayuda a los peces que pasaban, a pesar de la enorme vergüenza que le daba que le vieran hecho un nudo.


´ el pulpo timido Entonces el pulpo, recordando lo que el pececillo había hecho por él, sintió que tenía que ayudarle como fuera, y sin pensarlo ni un momento, se lanzó como un rayo, se plantó delante del gigantesco pez, y antes de que éste pudiera salir Y ya iba corriendo a es- de su asombro, soltó el conderse, cuando vio que chorro de tinta más grande el horrible pez ¡esde su vida, agarró al taba persiguienpececillo, y corrió a do al pececillo esconderse entre que le había las rocas. ayudado. Un par de días después, estaba el pulpo descansando entre unas rocas, cuando notó que todos nadaban apresurados. Miró un poco más lejos y vio un enorme pez que había acudido a comer a aquella zona.

pag

39


la vieja casa Hans Christian Anderson

«¿Hasta cuándo seguirá este viejo armatoste, para vergüenza de la calle? Además, el balcón sobresale de tal modo que desde nuestras ventanas nadie puede Había también versos es- ver lo que critos en el estilo de los tiem- pasa allí. pos pasados, y sobre cada una de las ventanas en la La escalera viga, se veía esculpida una es ancha cara grotesca, a modo de como la de un palacio y alta como una graciosa caricatura. la de un campanario. Cada piso sobresalía mu- La barandilla de hierro cho del inferior, y bajo el parece la puerta de un tejado habían puesto una panteón, y rademás gotera con cabeza de dra- tiene pomos de latón. gón; el agua de lluvia salía ¡Se habrá visto!». por sus grandes fauces.

E

rase una vez una casa muy vieja, muy vieja; tenía casi trescientos años, según podía leerse en las vigas, en las que estaba escrito el año, en cifras talladas sobre una guirnalda de tulipanes y hojas de lúpulo.


la vieja casa Frente por frente había también casas nuevas que pensaban como las anteriores; pero en una de sus ventanas vivía un niño de coloradas mejillas y ojos claros y radiantes, al que le gustaba la vieja casa, tanto a la luz del sol como a la de la luna. Se entretenía mirando sus decrépitas paredes, y se pasaba horas enteras imaginando los cuadros más singulares y el aspecto que años atrás debía de ofrecer la calle, con sus escaleras, balcones y puntiagudos hastiales; veía pasar soldados con sus alabardas y correr los canalones como dragones y vestiglos. Era realmente una casa notable. En el piso alto vivía un anciano que vestía calzón corto.

Todas las mañanas iba a su cuarto un viejo sirviente, que cuidaba de la limpieza y hacía los recados; aparte él, el anciano de los calzones cortos vivía completamente solo en la vetusta casona. A veces se asomaba a la ventana; el chiquillo lo saludaba entonces con la cabeza, y el anciano le correspondía de igual modo. Así se conocieron, y entre ellos nació la amistad, a pesar de no haberse hablado nunca; pero esto no era necesario. El chiquillo oyó cómo sus padres decían: —El viejo de enfrente parece vivir con desahogo, pero está terriblemente solitario en esa vieja casa.

pag

41


la vieja casa

pag

42


´

el conuco de tio conejo Arturo Uslar Pietri

H

abía una vez una viejita llamada Ña Pastora, que poseeía un counuco donde cultivaba las patillas más dulces, grandes y jugosas de toda la región.

Al ver que el otro no contestaba ni se movía, dio la patada y se quedó completamente pegado. Luego le dijo:

—Mira, suéltame, que te Pero todos todos los doy un puñetazo. días alguien entraba por Y así se quedó pegado las noches a robarse las hasta que no se pudo patillas y ella no lograba mover más. atrapar al ladrón. A la mañana siguiente Un día a Ña Pastora se le vino Ña Pastora y vio a ocurrió hacer un muñeco Tío Conejo pegado del de cera y ponerlo a la muñeco de cera, y dijo: entrada del conuco. —Así era como te quería Por la noche vino ver, pícaro sin vergüenza. Tío Conejo, que era el Ya vas a ver, ahora ladrón, vio el muñeco de mismo caliento agua para cera y le dijo: echartela. —¡Quítare de ahí!


´ conejo el conuco de tio

pag

44


´ conejo el conuco de tio Y metió a Tío Conejo —Y dicen que tiene un dentro de un saco, lo hato maravilloso, y tantas amar´ro, lo puso en el joyas como arena en la patio de la casa, y se fue playa. Pero no me caso. a la cocina a calentar Anta tanta buena proagua, y decía: mesa Tío Tigre comenzó —Ya va a estar caliente relamerse de gusto. el agua sinvergüenza. —Caramba Tío Conejo, En estos momentos venía déjeme su puesto, y Tío Tigre por el camino, cuando yo me haya y al sentirlo, Tío Conejo casado con la hija del Rey, se puso a gritar dentro haré plantar un huerto del saco. Tío Tigre, quién de grandes y sabrosas reconoció en el acto la patillas para que usted se voz de Tío Conejo le dijo: las coma todas. —¡Eh!, Tío Conejo ¿está Entonces Tío Tigre desató en apuros?, ¿cómo que el saco y salió Tío Conejo. le llegó al fin la hora de Tío Tigre se metió dentro pagar todas las que me y empezó a gritar. debe? —Yo sí me caso, yo sí —Nada de eso Tío Tigre, me caso. aquí me tienen encerrado Entonces vino Ña Pastora porque no quiero casarme y le echó un perol de con la hija del Rey. ¡Y te agua caliente, y lo dejó lo juro que no me caso, todo, todo pelado. por más bnita que sea!

pag

45


no me olvides Hans Christian Anderson

La plantita no cesaba uando Dios creó el mundo, dio de llorar y el Señor la nombre y color consoló así: a todas las flores. —No tengo nombre Y sucedió que una flo- para ti, pero te llamarás recita pequeña le suplicó “Nomeolvides”.

C

repetidamente con voz Y por colores te daré el temblorosa: azul del cielo y el rojo de —iNo me olvides! ¡No la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras me olvides! a los muertos. Como su voz era tan Y esa es la historial fina, Dios no la oía. Por fin, cuando el Creador hubo real de como nació el terminado su tarea, pudo “nomeolvides” escuchar aquella vocecilla o miosota, y se volvió hacia la planta. pequeña florecilla Mas todos los nombres de color estaban ya dados. azul y rojo.


el concierto de los animales Auttor: Aya Ghobashy

El gato montés maulló, el caballo relinchó, el lobo aulló… cada animal intentaba hacer aún más ruido que los demás, y entre todos formaron tal estruendo que los pájaros huían volando de las ramas de los árboles para no oírles. Entonces volvió el león y, con un terrible El león se marchó y los rugido, impuso silencio. animales empezaron a ensayar sus voces. El —¿No les da vergüenza? gallo hizo “kikiriki” con —gritó el león—. El ruido todas sus fuerzas, y el que hacen es tan horrible asno contestó con un que todos los animales ruidoso rebuzno: “hi-hoo, de los alrededores de hi-hoo”, “hi-hoo, hi-hoo”. marchan corriendo para no oírlos. El cerdo empezó a gruñir, y el cocodrilo, que casi no Eso es lo que les pasa tiene voz se puso a tocar por querer darles un conel arpa melodiosamente. cierto sin director.

U

n buen día, todos los animales de la selvasedecidieron a un gran gran concierto. El león era un buen director de orquesta y se ofreció para dirigir a los demás; pero el asno, el cocodrilo y otros animales lo echaron diciendo que no lo necesitaban.


Entonces, el rey león sacó la batuta y empezó a dirigirlos. Y tan bien lo hizo que, al cabo de El mis mis y el unos momentos, se oyó marramaucantó el en la selva una agrada- gato montés, cual tigre ble música donde antes bravo; y con cierto pausólo existía ruido. Y topau le acompañaba dos los animales acuel indolente dieron a escuchar con pavoformando tan atención. horrenda algarabía,que ni el mismo Luzbel Y así fue: la aguantaría. Comenzóse el El león destronado, concierto,cá-cá-rá-cá viendo el reino en gritando el polli-gallo;y desórdenes tan grandes: al primer desacierto con un relincho —Silencio, —dijo contestó el caballo. airado— el rey va á dirigir: atrás, canalla —y al verle cada cual, amorra y calla.


Y tal sonó la música que alabo,que el mundo gritó absorto: —¡Bravo! ¡bravo! —Vuelva á sonar la orquesta — siguió el tirano, de Nerón trasunto; y ¡ay de la pobre testa de aquel que por gruñir me coma un punto! ¿Qué es replicar? No hay réplica ninguna. Palo ó canción: vamos á ver: ¡á una! Y la orquesta empezando pi-pi, cácá-rá-cá, mis-mis, miaumiau,siguió después sonando a-y-o, a-y-o, ufff-ufff, pau-pau.

Fué el concierto, antes loco, la maravilla, vive Dios, del arte; y aunque gruñendo un poco, cada animal desempeñé su parte; aprendiendo, en perjuício de su testa, que sin buen director, no hay una buena orquesta.


el barquito de papel Auttor: Braelin Carter

H

abía una vez una tripulación de piratas que decidieron salir al mar a buscar tesoros y rescatar náufragos de los barcos hundidos, pero tenían un problema y era que no tenían un barco.

Así que se pusieron todos manos a la obra y construyeron su barco con preciosicimas velas blancas que se inflaban con el viento y con un estupendo casco cada uno con su proa y con su popa.

Así se pusieron a navegar Se reunieron todos en y cantaban todos juntos casa del capitán y se pu- esta canción: sieron a pensar en cómo “Había una vez un podían construir uno. barquito chiquitito, había una vez un —¡Pues si no tenebarquit chiquitito, mos barco los que no podía que construiremos no podía navegar. nosotros!


el barquito de papel Pasaron un, dos, tres,cuatro semanas, pasaron una, dos, tres cuatro emanas, y aquel barquito y aquel barquito y aquel barquito no podía navegar. Y si esta historia, no les parece larga, y si esta historia no les parece larga se la volvemos, se la volvemos a contar. Había una vez un barquito chiquitito,había una vez un barquito chiquitito...”

Hacía muuuucho mucho calor así que se quitaron la camiseta, pero ¡Plofff! sopló el viento y les salió volando muy lejos. De pronto empezó a soplar un viento muy fuerte, tan fuerte tan fuerte que empujó el barco hacia unas rocas, y el choque rompió la proa.

pag

51


el barquito de papel Pero era un barco tan tan Y cuando llegaron por fuerte que aún así pudo fin a la playa lo único que pudieron encontrar continuar navegando. fue, sorpresa: Comenzó luego una gran tormenta con ruido- ¡La camiseta del pirata! sos rayos y truenos. Vino una ola gigante empujó el barco hacia otras rocas cercanas y se le rompió la popa. El barco empezó a llenarse de agua y a hundirse despacito, pero entonces vino una rayo, y le dio al mástil en todo lo alto así que éste se rompió. El barco se fue hundiendo y los piratas se tiraron al agua y empezaron a nadar, y el ba rco se fue hundiendo poco a poco hasta deshacerse completamente.

pag

52


el libro olvidado Cristina Chrislie

E

Erase una vez un pequeño libro de aventuras, en el había toda clase de personajes fantásticos. Sirenas, piratas, brujas, magos y toda clase de habitantes de lo más extraño convivían dentro de sus viejas páginas.

Hace ya algunos años, sólo una vez había salido de aquella biblioteca que era como su hogar.

No es que el pequeño libro estuviera mal allí, ¡qué va! Nada más lejos de la realidad, era su hogar y le encantaba estar entre todos aquellos Pero el pequeño libro libros que hablaban de estaba muy triste, pero viajes, descubridores muy, muy triste. La razón importantes de la historia. de su tristeza era que, a pesar de vivir en una bi- Solo que también espeblioteca en la que muchos raba salir más a menudo niños y mayores acudían que sus compañeros de a diario para tomar pres- estantería, soñaba poder tados sus libros favoritos, conocer otras casas, otras el siempre pasaba desa- habitaciones y otros niños percibido y desde que lo y niñas que quisieran conocer sus historias. habían comprado.


el libro olvidado —Tal vez el problema este en que vivo en la estantería con libros más antiguos y por eso los niños no se molestan en venir a verme. Y si me han colocado en la estantería equivocada… ¿Cómo les puedo avisar si no hablo? – pensó el pequeño libro. En estos pensamientos andaba el pequeño tan centrado, que no se dio cuenta del movimiento que había en la biblioteca, algo más de lo que era habitual. Los chicos y chicas que trabajaban en el mantenimiento de la biblioteca estaban preparando las jornadas que servirán de celebración de la semana del libro.

Poco a poco, terminan los preparativos y el pequeño libro se da cuenta del cambio que ha sufrido la biblioteca. Antes de que se den cuenta, llega el ansiado 23 de abril y a la hora convenida entre alumnos de los colegios de la ciudad y la biblioteca, comienzan a llegar niños de todas las edades. Para el pequeño libro, este ha sido el mejor Día del libro de su vida y para José un día inolvidable, que terminará con un libro más para leer junto a sus padres.

pag

54


el libro olvidado

pag

55


´

el gato dormilon Hans Christian Anderson

abía una vez Y no había quejas… un pueblo muy Hasta que llegó Misifú. muy pequeño. Al principio, este gato de Un pueblito con casas de pelaje blaaaanco y largos piedras, calles retorcidas bigotes hizo exactamente y muchos, muchos gatos. lo mismo que el resto de Los gatos vivían allí felices, gatos: merodeaba por los de casa en casa durante tejados, perseguía ratones, el día, de tejado en tejado se dejaba a veces acariciar las tardes de lluvia. durante la noche.

H

La convivencia entre las personas y los gatos era perfecta. Los humanos les dejaban campar a sus anchas por sus casas, les acariciaban el lomo, y le daban de comer. A cambio de eso, los felinos perseguían a los ratones cuando estos trataban de invadir las casas y les regalaban su compañía.

Pero pronto, el gatito Misifú se aburrió de hacer siempre lo mismo, de que la vida gatuna en aquel pueblo de piedra se limitara a aquella rutina y dejó de salir a cazar ratones. Se pasaba las noches mirando a la luna. —Te vas a quedar tonto de tanto mirarla –le decían.


´ el gato dormilon Pero Misifú no quería escucharles. Creía no era la luna lo que le tenía enganchado, sino aquel aire de magia que tenían las noches en los que su luz invadía todos los rincones.

Muy pronto los gatos de aquel pueblo dejaron de hacerle caso. Hasta su amiga Ranina se cansó de escucharle suspirar.

Tal vez por eso, tal vez porque la luna le dio —¿No ves que no con- la clave, el gato Misifú seguirás nada? Por más desapareció un día del que la mires, la luna no pueblo de piedra. Nadie consiguió encontrarle. bajará a estar contigo. Pero Misifú no quería —Se ha marchado a que la luna bajara a buscar sus sueños. ¿Habrá hacerle compañía. Le llegado hasta la luna? valía con sentir la dulzura Nunca más se supo con la que impregnaba nunca del gato Misifú. el cielo cuando brillaba con todo su esplendor.

pag

57


la arana tejedora Cristina Chrislie

H

Hola ¿Conoces a cachita?… Ella vive en el bosque, donde hay muchas plantas y flores y árboles gigantes. Donde las nubes se sientan a descansar antes de seguir viajando.

Ella aprendió de su mamá y de su abuela araña a tejer.

Vive en una casita dentro de un árbol, y tiende tres hilos para hacer su hermoso tejido durante la noche. Ocurrió que cachita un día no se sentía Cachita tiene muchos muy bien, y no se la vio amiguitos y amiguitas, son trabajar, y no salió de su los animales que allí viven: cuevita en el árbol. jirafas, elefantes, leones, tigres, etc, y pájaros de Los animalitos que andatodos los tamaños y plumas ban por allí cerca se emde colores, que te puedas pezaron a preguntar qué le pasaba, hasta que un imaginar. pajarito fue a visitarla y le Cachita teje en su “tela- preguntó curiosamente: raña”, y le enseñó a otras —¿Qué te ocurre cachimuchas arañas a hacer cota? Cuéntame. sas maravillosas.


la arana tejedora

Entonces ella le dijo: —Lo que pasa es que tengo muchos años ¡Y ahora siento mucho frío!, por Y así fue como entre todos eso no salí de mi casita. tejieron ocho medias (una para cada pie) y también Entonces el pajarito fue una hermosa bufanda y con esta noticia y los aniun chaleco de colores. malitos del bosque se reunieron y se pusieron de Te cuento que ahora caacuerdo. Fueron por los chita luce medias (todas lugares donde viven las de distintos colores) ¡Y personas, y consiguieron una bufanda y un chalepequeños ovillos de lana co preciosos! para tejerle medias.

pag

59


´

el huevo que pia Ana Isabel Rodríguez Jáñez

Tan pronto vio la gallina, quiso acercarse pero ésta erizó el plumaje y corrió hacia él, amenazante. Adrién se protegió, asustado y lloroso, en los —Abuelita, ¿qué es eso? brazos de la abuela.

A

Adrién aguzó el oído para escuchar el canto monótono de la gallina. Aquello era nuevo para él. —Es la gallina cantando.

Al día siguiente, la abuela se acercó a donde la galli—Quiero verla. na se ocultaba y vio algu—Te la mostraré de lejos, nos cascarones esparcidos porque te puede picar. por el nido. Le pareció un espectáculo para su nieto. —¿Por qué? —Vamos para que veas los pollitos que tuvo la —¿Por qué? Adrién continuó gallina ayer. haciendo preguntas. Adrién estaba muy La abuela ya no sabía maravillado, ya había tres cómo satisfacer su curio- pollitos con la gallina que sidad. Lo llevó al patio los paseaba orgullosa. para que viera la gallina. —Porque está echada.


´ el huevo que pia Lo cogió con extremo cuidado. Mientras el niño miraba embelesado, la abuela iba rompiendo el cascarón rapidamente.

—¿Lo puedo agarrar? —No puedes hasta que esté más grande.

—¿Por qué? —porque la gallina no quiere que los Primero apareció un agarren todavía. diminuto pico, después la cabeza y luego el resto —¿Por qué? Antes de del cuerpo pequeño, ella alcanzar a contestar, amarillo y mojado. la gallina se acercó con su hermosa cría. Minutos después, el pollito corría con la Sus cánticos distrajeron madre y piaba feliz. a Adrién, y la abuela creyó que se habían acaba—Ese pollito es mío — do las preguntas. dijo con seguridad. —Pío—pío—pío. — Sí, mi amor, ese es —Abuela, ¿quién les tu pollito. enseñó a cantar?

pag

61


Grinda, la ranita nadadora Ana Isabel Rodríguez Jáñez

E

n un lago del bosque de los helechos, una familia de ranas nadaba feliz para celebrar la llegada de la primavera.

O, mejor dicho, podía pero a medias: como sólo podía darse impulso con una pata, cuando daba un salto salía disparada para un lado.

De repente, mamá rana —¿Por qué no pruebas moverla en el agua? — oyó un grito: sugirió su hermana mayor. —¡Croaaaacc! —¡Buena idea! —añadió Era Grinda, la pequeña el padre. Como en el de sus criaturas, que se agua flotarás, la podrás había hecho daño. Tanto ir moviendo poco a poco ella como el padre rana sin hacer tanta fuerza y todos los hermanos y y seguro que al final te hermanas se acercaron. recuperarás. El problema —¿Grinda, qué ha era llegar hasta el agua, pasado? La pequeña de porque no podía saltar la familia se había hecho hacia delante. daño en una de las patitas de atrás y ya no podía saltar como antes.


el huevo que pia —Colócate junto al agua y da un salto de manera que cuando salgas disparada para el costado vayas a parar directamente al lago —propuso el hermano mediano. —¡Buena idea! dijo la madre. Como saldrás volando hacia el lado de la patita mala, colócate con la buena en la orilla de la tierra y da un salto que te haga caer directamente en el agua. Grinda estaba un poco confusa con tantas ideas y tantos cálculos.

Emocionada, practicó durante unos minutos alrededor de su familia. De repente se paró y, mirando una enorme hoja que flotaba a lo lejos, les dijo: —¿Hacemos una carrera hasta esa hoja? Como seguro que ganaré yo, al que llegue segundo le enseñaré la nueva técnica que he aprendido para nadar.

pag

63


la hormiga y la paloma Auttor: Ana Karen Ponce Zamora

U

n bonito día de primavera, cuando ya el sol iba cayendo en un caluroso atardecer, una blanca paloma se acercó a la fuente del río para beber de su cristalina y fresca agua. Necesitaba calmar la sed después de estar todo el día volando de acá para allá. Mientras bebía en la fuente, la paloma oyó unos lamentos.

—¡Estoy aquí, en el agua! —se oyó. La paloma pudo ver entonces una pequeña hormiga metida en el río. —No te preocupes— dijo la paloma—, ahora te ayudaré a salir del agua sana y salva.

La paloma cogió rápidamente una ramita y se la acercó a la hormiga para que pudiera salir del agua. Quedó muy —¡Socorro! —decía la pero muy agradecida. débil voz—. Por favor, Poco después, mientras por favor, si nadie me la hormiguita se secaba ayuda a salir, moriré. las ropas al sol, vio a un

La paloma miró por todas cazador que se disponía partes, pero no encontró a disparar su escopeta a absolutamente nadie. contra la paloma.


la hormiga y la paloma Y no se le ocurrió otra Cuando pasó el peligro, cosa que picarle rápida- la paloma fue en busca de la hormiga para mente en el pie. agradecerle lo que había El cazador, al sentir el hecho por ella. pinchazo, dio un brinco Ambas se sentían muy y se le cayó en arma de contentas de haberse las manos sin querer. ayudado, pues eso las La paloma se dio uniría para siempre. cuenta entonces de la presencia del cazador y La paloma y la hormiga alzó rápidamente el vuelo supieron entonces que su amistad duraría ya toda para elejarse de allí. la vida, pues las unía un ¡Qué bien que la hormiguita gran lazo de amistad. estuviese ahí para ayuda a la paloma!

pag

65


´

´

el dia que el cielo subio

Ana Isabel Rodríguez Jáñez

M

uchas veces subimos la vista al cielo y nos preguntamos qué tan alto es. Pero hace mucho mucho tiempo cuando el mundo fue creado, hubo un tiempo en el que el cielo colgaba tan abajo sobre la tierra que la gente no podía pararse derecha. Si alguien quería ir a algún lado, tenían que arrastrarse. Nadie podía trabajar correctamente.

Ese día se puso muy molesta. Pudo haber sido mucho más fácil si pudiera ponerse de pie sin golpearse la cabeza con el cielo. Miró al cielo y le dijo: —Sube más alto. ¿No vez que no puedo trabajar bien?

Y entonces para su sorpresa pareció que el cielo obedeció sus Un día, una mujer muy palabras. Se puso de pie pobre llamada Tuglibung para ver si era real. ¡Y lo estaba enfrentando difi- era! El cielo había subido. cultades para cosechar —Sube aún más –volvió el arroz. Cada día tenía a decir. que arrodillarse en el suelo para que sus brazos tuvie- Y el cielo obedeció. ran suficiente espacio


Este libro se terminรณ de imprimir en abril 2016 En los talleres grรกficos de Editorial Planeta S.A. Caracas - Venezuela






Cuentos pasa soñar es un libro ilustrado infantil, adaptado especialmente a las necesidades de niños daltónicos. Mediante una paleta de colores apropiada y fácil de distinguir. Con divertidas historias que buscan entretener y despertar la imaginación, acompañadas de coloridas ilustraciones alusivas. Al mismo tiempo cuenta con espacios en blanco para que el niño pueda expresarse, deje volar su imaginación y ejercited su creatividad coloreando y, a la vez, aprendiendo.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.