BENEMÉRITA ESCUELA NORMAL “MANUEL ÁVILA CAMACHO”
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PREESCOLAR PRIMER SEMESTRE
CURSO: HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO
¿QUÉ ES LA HISTORIA?
PROFESOR: MARGIL DE JESÚS ROMERO RIVERA
ALUMNA: GABRIELA CELAYA DE LA TORRE
ZACATECAS, ZAC., A 21 DE OCTUBRE DE 2013
¿QUÉ ES LA HISTORIA?
A lo largo de nuestra vida hemos aprendido a ver la historia como un conjunto de hechos que ya pasaron. Sin embargo el concepto de historia y su estudio implican mucho más que memorizar fechas y acontecimientos. El diccionario la define como la ciencia social que se encarga de estudiar el pasado de la humanidad. La historia nos permite indagar en acontecimientos del pasado. Durante mucho tiempo ha sido relegada al último rincón de las ciencias del hombre. En algunas ocasiones ni siquiera es tomada como una ciencia, porque se dice es imposible utilizar el método científico para llevar a cabo de estudio de un fenómeno que ya ocurrió y que no se volverá a repetir. La historia estudia el pasado y los hombres en el tiempo. Pero no solamente esto, si no que nos permite cambiar nuestro presente. Es ahí donde radica la importancia de su estudio. Esta no se encuentra en saber todo lo que ya paso, porque realmente es algo que ya no podemos cambiar, sino en poder aprender de lo que ya paso para tratar de evitar que esto vuelva a suceder. Lo pasado no está lejos de nosotros porque a pesar del transcurso del tiempo las costumbres de una cultura no cambian. Además, se dice que generalmente el hombre vive en el pasado. Es ahí donde se construye nuestra esencia, todo lo que somos, lo somos gracias a lo que hemos vivido, y a lo que ha vivido la humanidad. La incomprensión del presente nace completamente de la ignorancia del pasado. La dificultad del estudio del pasado se encuentra en que el historiador se encuentra en la total imposibilidad de observar y comprobar los hechos que estudia. Para esto, el historiador se debe de valer de los testimonios, ya sean escritos u orales. Gracias a los testimonios es como la historia se puede convertir en una ciencia, pero para ello el investigador debe de saber cómo interpretarlos de una manera analítica y subjetiva. Los textos o documentos arqueológicos, aun los más claros en apariencia y los más complacientes, no hablan sino cuando se sabe interrogarlos. Los testimonios no se encuentran exentos de errores o falsedades, por ello se debe ser muy cuidadoso y saber discernir entre las fuentes de las que se dispone. Hace ya algún tiempo surgió la duda de creer todo lo que los historiadores decían. Esto porque muchos de ellos eran poco éticos y se dejaban llevar por sus propias interpretaciones. Una muestra de ello es la mitología griega. Fue entonces cuando el ser humano se dio cuenta de que no se podía confiar de todo lo que los historiadores decían. Y comenzaron a discernir entre lo que podría ser cierto y falso. Es así como surge la crítica. Además, existe una forma más insidiosa del engaño, en vez de la mentira brutal, completa y, si puede decirse, franca, el solapado retoque.
Una de las cualidades que debe de poseer todo historiador es la comprensión, la cual se refiere a no tomar la actitud de juzgar todos los hechos que ocurren en la historia. Recordemos que todas la ciencias, incluida la historia, se vuelven productivas cuando se olvidan los conceptos del bien y el mal. Además también debemos de tomar en cuenta que los hechos históricos no presentan verdades absolutas, ya que es imposible comprobarlos. A lo largo del tiempo, han existido diversas formas de llevar a cabo la historia. Existieron tres corrientes principales. Una de ellas fue la historia positivista, cuya finalidad principal era mostrar las cosas como “realmente pasaron”. Por lo tanto el historiador debía de centrarse en recabar documentos que registraran y verificaran los acontecimientos. Fuera de ella quedan la contradicción, la paradoja y la violencia, la interpretación subjetiva, la regresión, el particular inexplicable. Su confianza se centraba en la racionalidad y la certeza. Otra de las corrientes fue el materialismo histórico el cual se asentaba en la contradicción, la dialéctica y la lucha de clases. Planteaba que no se trataba de escribir con actitud contemplativa, si no de tratar de transformar lo que sucedía. Y la tercera corriente fue el historicismo, el cual nace como reacción frente al positivismo. Su réplica se ubica en el campo historiográfico. Para el historicismo es el historiador y no los hechos la clave de la construcción histórica. El historiador apela los hechos, los construye, decide sobre ellos a medida que los selecciona, los ordena y, sobre todo, los interpreta. Todo lo anterior nos lleva a tener una perspectiva muy diferente de lo que es el estudio de la historia, la cual como ahora nos hemos podido dar cuanta, no es solamente memorizar fechas que no producen en nosotros ninguna reacción, si no ver todos estos fenómenos a fondo, tratar de entenderlos sin juzgarlos, y sobre todo valernos de fuentes primarias, la cuales nos podrán llevar a una mejor comprensión del pasado.