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Fieramente humano Por primera vez el lector tiene acceso a toda la obra literaria de Blas de Otero, a través de un volumen de casi 1.300 páginas publicado por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, que incluye diverso material que permanecía inédito
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a poesía de Blas de Otero (1916-1979) atesora un gran humanismo y la plenitud expresiva. Tras un primer poemario en el que homenajeó a San Juan de la Cruz, el poeta bilbaino lo fue del desarraigo existencial, de los problemas sociales e históricos y de la fusión de literatura y experiencia vital. La edición de su Obra completa plasma la diversidad y complejidad de su universo creativo, en el que no faltan temas como la muerte, la teoría poética, su ciudad natal y el amor, y en el que hay componentes tan poco citados como el humor y la pasión por las cosas pequeñas. En vida publicó los siguientes libros: Cántico espiritual (1942), Ángel fieramente humano (1950), Redoble de conciencia (1951), Pido la paz y la palabra (1955), Ancia (1958), En castellano (1959), Que trata de España (1964) e Historias fingidas y verdaderas (1970). A ellos se suman el póstumo Hojas de Madrid con La galerna (2010) y tres inéditos hasta ahora: Poesía e Historia, Nuevas historias fingidas y verdaderas e Historia (casi) de mi vida. Poesía e Historia está formado por 81 poemas, escritos entre 1960 y 1968. Dividido en tres secciones, refleja sus estancias en China, la Unión Soviética y Cuba. Los sonidos, los colores y la historia de esos lugares, los logros de la revolución popular y la añoranza de España son temas recurrentes en este poemario. Nuevas historias fingidas y verdaderas contiene 28 prosas poéticas, fechadas entre noviembre de 1971 y julio de 1972. Escritas en Madrid, por ellas desfilan, entre otros asuntos, el trabajo de los obreros de la construcción, el ajetreo urbano y cuestiones sobre la escritura, siempre tratados con una mirada crítica y lúcida.
ré siempre la verdad, no sé si toda, y sin ofender a ningún hombre o mujer que se hayan cruzado o convivido conmigo. La verdad que no pretendo objetiva, pues esto ¿quién lo sabe? Seguramente no lo sabe ni dios”. El primer recuerdo del poeta es la ausencia de recuerdos: “Lo primero que recuerdo es que no recuerdo nada. Yo sé que había nacido, incluso que andaba a gatas o trepaba hacia el seno de mi madre, mas ignoro qué sentía, veía, escuchaba o vislumbraba por aquellos años”. Habla sobre sus relaciones amorosas, la primera de las cuales tuvo lugar en su etapa de colegial en Madrid y le dejó una gran huella: “conocí a María del Carmen, jarroncito de porcelana, que tanto iba a suponer en toda mi vida sentimental y hasta poética. Era una chiquilla encantadora, con un trajecito verde con cuello de puntilla blanca, cutis de sèvres y pechitos apenas insinuados. Era la imagen de la santísima virgen y del niño Jesús al mismo tiempo, pero nosotros nos íbamos al Retiro a retozar en los verdes bancos o entre los troncos”. Cuenta vivencias de diversos viajes realizados. Por ejemplo, de uno que hizo a París confiesa: “Salí de la estación de Irún con el pecho arrugado por tanta falta de aire durante tantos años, y al llegar a Hendaya el aire era distinto, simplemente existía, y el mundo se tendía inmenso y maravilloso ante mi vista”. Habla sobre su propia obra. Entre otras cosas, explica: “Intenté una ruptura del ritmo con En castellano, después del cercenamiento de Pido la paz y la palabra. Los poemas de Que trata de España los fui escribiendo en Moscú, España, París… Aquí he utilizado todo tipo de material, procedimiento que pre-
En su obra hay componentes tan poco citados como el humor y la pasión por las cosas pequeñas Retazos de una vida Historia (casi) de mi vida es una autobiografía en prosa. Fue escrita entre febrero y octubre de 1969, en Madrid. Se trata de un texto breve, fragmentario e incompleto, que incluye una declaración de intenciones del autor: “Escribir la historia de mi vida podría resultar escandaloso para los demás, que no aman la terrible sinceridad, mas no para mí, que toda mi vida me hundí hasta tocar el fondo, con un lema único: Prefiero una verdad desagradable a una mentira agradable. Yo di-
sentía como una posibilidad desde 1952, y así se lo decía a Eugenio de Nora en una larga caminata nocturna por París. Versos ajenos –literales o cercanos–, cartas. Fragmentos de discursos o noticias, estadísticas… Lo acentué en los libros “URSS” y “Con Cuba”, de Poesía e Historia. Solo es necesario que se mantenga la proporción, el cuerpo orgánico que es todo poema”. También habla sobre los libros que ha leído. Por ejemplo, revela: “El momento más grave de mi vida fue cuando dejé de leer a César Va-
Blas de Otero: “La poesía es un ente estético, y eso jamás debe olvidarlo el poeta”
llejo. Sus primeros poemas, Los heraldos negros, los leí en el huerto de mis antepasados, en Orozco. Años más tarde, un amigo peruano pidió a Georgette, en París, algunos ejemplares de la edición póstuma de Poemas humanos, que ella tenía apilados en su cuartucho. ¡Impresionante libro! No superado en la poesía española de lo que va de siglo”. La autobiografía concluye con la visión, imaginaria, de su funeral: “Estoy sentado a la puerta del palacio de Orozco, viendo pasar mi entierro. Lo llevan a hombros cuatro hombres invisibles. Lo estoy mirando pasar con toda serenidad”. Complemento Además de los 12 libros citados, esta edición de la Obra completa de Blas de Otero incluye un apartado denominado Complemento, formado por poemas dispersos, versiones y declaraciones y entrevistas. Los poemas dispersos forman un conjunto de 105 textos compuestos entre 1935 y 1963. Muchos dan a conocer episodios biográficos poco conocidos y conflictos personales. Algunos aparecieron en publicaciones periódicas y otros no han sido publicados hasta ahora, como los nueve que ha cedido la Fundación Gerardo Diego, en cuyos archivos se encontraron recientemente. Hay 17 versiones, una faceta apenas conocida del autor bilbaino: una del poema en euskera Itxastar gazte bati, de Esteban Urkiaga, Laua-
La poesía de Blas de Otero atesora un gran humanismo y una plenitud de la palabra
xeta (1902-1937), cinco de Andréi Voznesenski (1933-2010), tres de Nikolai Zabolotski (1903-1958), cuatro de Kaisin Kuliev (19171985), una de Veselín Jánchev (1919-1966), dos de Lasse Söderberg (1931) y una de Nâzim Hikmet (1902-1963). Se ha recopilado una selección de fragmentos de conferencias y notas y de las entrevistas que concedió a periodistas españoles y extranjeros. Contienen diversas opiniones suyas sobre literatura. En una entrevista de 1976, dijo: “El escritor debe escribir para la mayoría. Aquí no hay exclusiones. Además a la mayoría le interesarán los temas llamados «constantes del hombre» –el amor, la muerte…– tanto como los temas específicamente históricos. La poesía será una fusión de ambas cosas. Hacer distinciones es un tanto erróneo. De lo que se trata es de hacer una poesía de calidad.
Esa ha de ser su primera cualidad, si se me permite el juego de palabras. La poesía es un ente estético, y eso jamás debe olvidarlo el poeta”. Sabina de la Cruz, viuda del escritor vasco y estudiosa de su obra, que ha sido la responsable de esta edición, con la colaboración de Mario Hernández, explica: “Aquí están sus versos. La tarea que Blas de Otero no pudo completar queda ahora en manos de sus lectores. Durante nuestro trabajo ha estado siempre presente el poeta y cuanto oímos de sus labios, atentos a cumplir su voluntad. Se sentirá bien acompañado por los inéditos rescatados del olvido; por los poemas de juventud, apenas recordados; por paisajes y figuras de sus viajes por el mundo. Poeta de la fraternidad y de la palabra, como confiesa en el último de sus poemas “dispersos”: … aprendí palpando, pisando / la vida iluminada, hundí / las manos en el fondo de las palabras”.
Roberto Ruiz de Huydobro
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Mario Hernández, profesor de universidad y editor de poesía
Poemas de Blas de Otero
“Todo sigue inédito en Blas” R MONZÓN DEL MAR Ahora que estamos lejos, tú de mí, yo, revolviendo la tierra para encontrarme, he preguntado al viento de Pekín que llega grávido de mares, en qué cadera tuya o cantil se apoya mi memoria, esperándome; no estoy desarraigado aunque ande así, más bien como una rama en el aire agarrada con las dos manos a su raíz; precisamente esta tarde oigo el golfo de Vizcaya aquí en el fondo del viento de estos mares de China, jadeantes de nocturno marfil. (de Poesía e Historia) TODO SIEMPRE TODAVÍA ¿Qué ha sido del soneto en estos años de libre verso y ritmo prometeo, que fue del ángel fieramente ateo y el redoblar de horribles desengaños? Versos que yo labré, muros extraños que derribé: instad vuestro aleteo, pujad, alzad vuestro infernal jadeo, redondo mar de plomos y de estaños. Ayer se fue. Salud. Sea el soneto, la prosa, el verso en movimiento, al mundo inclinado, girando raudo; quieto todo el hoy y el ayer, mas el mañana como un mar que descubro, en que me inundo de libertad, de fe, de luz, de nada. (de Poesía e Historia) CIELO Cielo de la mañana, dulcemente despierto a nuestros ojos fatigados de la noche de estrellas soñolientas. Ejemplo permanente de renovados éxtasis azules ante la sola luz de tu presencia: enséñame a mirarte sin engaño, sinceramente, como la vaca del camino que levanta, en un gesto de humano desconsuelo, sus resignados ojos a tu altura… (de los poemas dispersos)
esulta muy interesante conversar con Mario Hernández. Los editores de poesía no suelen ser figuras lo suficientemente reconocidas públicamente, pero pueden ofrecer visiones muy valiosas sobre los autores. Sabina de la Cruz, viuda del poeta Blas de Otero e impulsora de la Obra completa recientemente publicada por Galaxia Guttenberg, no se ha cansado de nombrar a Mario Hernández en los diferentes eventos públicos que se han celebrado en Bilbao en el último mes. El académico y editor ha trabajado mano a mano con ella para sacar adelante este libro con el que parece cerrarse un ciclo e iniciarse otro. –¿Qué pensó cuándo Sabina de la Cruz le propuso editar la obra completa de Blas de Otero? –No hubo un momento preciso, que yo recuerde. Ese proyecto ha sido parte esencial de la vida de Sabina de la Cruz, y está ligado íntimamente a ella desde la muerte del poeta. Asistí como amigo al primer gran paso dado en ese largo camino de recuperación y puesta en limpio de la obra de Otero: la lectura en la Universidad Complutense de Madrid de la tesis doctoral de Sabina de la Cruz en 1983, bajo la dirección de Rafael Lapesa. Entre los miembros de aquel tribunal estaba Emilio Alarcos Llorach, autor de la primera y muy valiosa monografía sobre la obra oteriana. En aquella tesis, que recibió la máxima calificación, se presentaba la edición crítica de seis libros, exhaustivamente documentados en dos gruesos volúmenes de más de mil quinientas páginas. Cuando en 1999 se crea en Bilbao la Fundación Blas de Otero, con el apoyo primero del Ayuntamiento y de su Alcal-
artesanal, en el que no caben trampas ni atajos, sino una disponibilidad llena de exigencia crítica y de paciencia benedictina. Para editar bien un texto hay que reconstruir en lo posible las etapas de su creación y dispersión impresa, para comprobar los momentos creativos por los que ese texto ha pasado, como sus posibles deturpaciones o pérdidas. Cada tesela independiente tiene su vida, lo que puede exigir una labor minuciosa y constante. En un trabajo así es conveniente la contribución de al menos dos personas, que es lo que aquí se ha producido. Claro está que yo operaba con ventaja, pues Sabina de la Cruz ha acumulado con los años una ingente cantidad de noticias y observaciones sobre la vida y la obra del poeta, con lo que la documentación de apoyo que ha reunido y conoce constituye una base solidísima de trabajo.
“Blas de Otero ha sido un poeta de manual, para bien y para menos bien”
Mar adentro, más, mar que llene y lave y cubra leve mi cantil oscuro, y caiga inmensamente, como un ave de alas de olas, por mi pecho duro. Y, a compás de tus olas, derribado mi corazón por dentro, blanca espuma de llanto, irá diciendo esta canción: Horroroso es dudar lo que has dudado. Milagroso es crear entre la bruma un faro de fe y fuego: tu timón. (de los poemas dispersos)
de, Iñaki Azkuna, ese camino, que había tenido otros jalones, se recupera de modo inmediato. De entonces vienen las conversaciones para coronar el proyecto. ¿Qué sentí?, me preguntas. Dos sentimientos encontrados: alegría y miedo. La alegría se teñía de reconocimiento a Blas y a su memoria, como de gratitud a mi antigua compañera de estudios universitarios, pero también de miedo, aún en mi papel de colaborador. He dedicado parte de mi vida a editar poesía y sé lo complejo y laborioso que es. Constituye, además, un trabajo que muy pocos conocen y que muy pocos saben valorar, ajeno a la prisa superficial que hoy rige en tantas cosas. Es un trabajo
nos bien. En las entrevistas que nos han hecho a Sabina de la Cruz y a mí estos días siempre surgía el estereotipo escolar: Blas de Otero, poeta existencialista o social, poeta de la protesta, poeta de la posguerra, etc. Es, en parte, el poeta que propagaron los cantautores de una época, como Paco Ibáñez, que tanto hizo e hicieron por la poesía. No hay nada que oponer, pero sí mucho que añadir. Los grandes poetas se miden también por sus críticos. Y desde primera hora los mejores de esos críticos se fijaron en su obra. La atención hacia él no ha decaído desde entonces, en España y en otros países. Ha llegado ahora el momento de los nuevos lectores anónimos, de los que surgirán los futuros críticos, que seguirán estudiando, enriqueciendo y matizando lo que hasta ahora se ha hecho. Un poeta que lo sea de verdad es siempre un descubri-
“He dedicado parte de mi vida a editar poesía y sé lo complejo y laborioso que es”
NO DUDES Horroroso es pensar que no se sabe si es verdad. Yo sí sé. Siempre y seguro, te quiero, te querré, te seré nave de tu pequeño corazón, mar puro.
berg consideró que era aconsejable adelantar parte de esos inéditos en un libro independiente. Fue el deslumbramiento primero de Hojas de Madrid con La galerna (Barcelona, 2010). Pero, al morir, Otero dejaba más inéditos de importancia, que ahora salen a la luz: Poesía e Historia, donde reúne su poesía de descripción o elogio a los países socialistas que recorrió y conoció: la URSS, China, Cuba; Historia (casi) de mi vida, que viene a ser como el Historial de mis libros, de Cernuda, o el Argumento de la obra, de Jorge Guillén, si bien con un aire inequívocamente oteriano: que los libros no tapen la vida, pues una y otros van de la mano; y una joya final: Nuevas historias fingidas y verdaderas, breves estampas en prosa sobre un mundo, internacional y español, de los setenta, con observaciones que aún siguen vivas para nosotros, pues
–Con la publicación de la obra completa de Blas de Otero salen a la luz poemas inéditos y otros escritos, ¿qué Blas de Otero nos descubren esas nuevas obras?, ¿qué aportan de nuevo con respecto a lo que ya conocíamos del autor? –Habría que empezar con Hojas de Madrid con La galerna, el gran libro que Otero no había dado por terminado cuando murió. He sabido estos días que el que iba ser su editor en Madrid, Miguel García Sánchez (de la librería y editorial Antonio Machado, de Madrid), tuvo varias veces ante sus ojos ese libro, que el poeta volvía a llevarse, pues no lo consideraba concluido. Ante la edición final de esta Obra completa, Galaxia Guten-
anticipan nuestro tiempo, con una libertad de ejecución literaria llena de sabiduría e insólita capacidad de sorpresa. Ahora ha cuajado ante nuestros ojos un Otero ya conocido, pero que al fin se consolida de manera diáfana: el gran poeta que siempre fue vivió despojándose de sí mismo cada vez más, deseoso de respirar otro aire, el de la plena libertad de escritura y pensamiento, rotas las ataduras del estilo, del buen estilo, y las del pensamiento esperable y común. Un reseñista de su Obra completa, Juan Ángel Juristo, ha resumido de un modo perfecto esta misma impresión: “Blas de Otero, el poeta que en cada nuevo libro era más libre”. –La edición de la Obra completa de Blas de Otero, ¿qué influencia puede tener en la figura y en la memoria que nos queda del autor? –Otero ha sido un poeta de manual, para bien y para me-
miento nuevo y diario para cada lector que tenga en el mundo. Todo sigue inédito en él. Siempre nos espera con un sabor y sentido renovados, le hayamos leído o no con anterioridad. Pero el lector tiene que serlo de verdad, no acceder con los prejuicios de quien busca lo que cree de antemano que puede encontrar. Si leemos con la libertad que el poeta mismo supo conquistar, nos daremos cuenta de la sutileza, grandeza y variedad de su obra inacabable. Eso no impide nuestra elección y preferencias, pero a sabiendas de que estamos en un campo de verdad abierto, donde las puertas, al fin, han desaparecido. Pero huyamos, por favor, de los casilleros y las cronologías. Los grandes autores los rompen. Blas de Otero, poeta paradójico de un tiempo histórico concreto, es sin duda alguna uno de ellos.
María R. Aranguren