NAVEGACION DESDE PUERTO MONTT A MARINA QUINCHED ISLA GRANDE DE CHILOE X REGION DE LOS LAGOS – CHILE Desde el 23 al 27-nov-2017 Relato de Rubén Angel Pérez
"Navegadores antigos tinham uma frase gloriosa: “Navegar é preciso; viver não é preciso”. Quero para mim o espírito [d]esta frase, transformada a forma para a casar como eu sou: Viver não é necessário; o que é necessário é criar." (Fragmento de Navegar é Preciso. de Fernando Pessoa)
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Indice Argonautas en aguas del Caleuche
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Cuaderno de Bitácora
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Tripulación
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Singladura nº 1
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Singladura nº 2
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Singladura nº 3
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Singladura nº 4
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Singladura nº 5
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Ultima Jornada
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Algunas Instantáneas
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Agradecimiento
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Argonautas en aguas del Caleuche Desde aquel sábado en que nos encontramos con Sofía en la feria neuquina solo pensé en formar parte del proyecto y me ocupé de que nada se interpusiera. Navegar a vela, en conserva, dos veleros y un catamaran, capitaneados por probados marinos chilenos, en los fiordos cordilleranos y los canales chilotas, entre volcanes, termas y cascadas. Cuando se fue, luego de hacernos la propuesta, me quedé mirándola, iba con su papá y un par de bolsas en las manos, entre los desordenados puestos de verduras y baratijas. La imaginé una suerte de Jasón en busca de los tripulantes del Argo para salir a la búsqueda del vellocino de oro. Puede parecer loco o exagerado pero, convengamos, Sofía caminando entre los feriantes, con bolsas en las manos junto a ese hombre grande, en todo sentido, que es su padre, no difería en nada a lo que imagino sobre la humanidad de Jasón. La Palma y sobre todo lo que después vimos entre los carpinteros de ribera remiten fácilmente al Argo y a Argos. El vellocino de oro tendrá para cada uno su particular asociación pero no me equivocaré, para unificar criterios, si le asigno la del deseo de romper la rutina aventurándonos por lugares nuevos para nosotros, con medios poco comunes y, sobre todo, junto a compañeros desconocidos. Y ahí vino la principal preocupación. No era, como para Mercedes, las eventualidades del clima, si mucho o poco viento, si lluvia permanente, si la escora o los mareos, no, mi preocupación se centraba en el resultado que tendría Sofía en la leva de vagos que recién comenzaba y, consecuentemente, que suerte correríamos con quienes nos tocarían como compañeros de derrota. Es que siempre fue así, Jasón en su reclutamiento debió conformarse con gente muy extraña, todos sabemos como reunió Colón su tripulación, que no fue muy diferente la de los que vinieron después, y que hasta Trafalgar fue una catástrofe para España por el modo en que se dotó de tripulantes a la flota. Viniendo bien acá, tratándose de una navegación de placer siglo XXI, según se conformara la tripulación podía confirmarse el placer o transformase todo en un suceso infeliz y lamentable. El espacio reducido de un barco puede resultar el lugar más ameno si se distribuyen los esfuerzos y comparten las alegrías o un infierno si prima la rivalidad. El tiempo subjetivo hará, en el último caso, de cinco breves días una eternidad. Y acá aparece Jasón, nuestro Jasón, Rebeca para Alejandro, Nora Sofía para sus papás, Sofía para todo el mundo, con su mayor éxito. Es que más allá de su total acierto en cada detalle de la expedición rescato para mí su habilidad para conformar el grupo. Las fichas decían poco. Es que el alma, la sustancia, la esencia, como quiera llamarse a la condición humana, no puede objetivarse en una ficha. Hacía falta convivir y esa convivencia engrandeció aún más la ya desmesurada riqueza de un viaje inolvidable. Y así La Palma fue el Argo cuando no sabíamos que
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nos iba a deparar la suerte, fue el Arca de Noé cuando se auto impuso un himno pero, sobre todo, fue el Caleuche, en su descripción que más me gusta: barco de "gente transformada", porque ninguno de los que salimos aquel día de Marina del Sur, en Puerto Montt, podemos decir hoy que somos los mismos.
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Cuaderno de Bitácora Velero “LA PALMA” – BENETAU 44
Tripulación Capitán Luis Ibáñez Ibáñez 1. Alfredo Faggionatto 2. Licia Manfio 3. Cristian Sanz 4. Victor Melano 5. Rubén Pérez 6. Mercedes Rossi
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Singladura nº 1 Fecha: 23/11/2017 Lugar de partida: Marina del Sur. Puerto Mont Destino: Chidihuapi Millas a recorrer: 21 Hora de partida: 12,29 Latitud y longitud: Rumbo verdadero (Rv): 165 Rumbo magnético (Rm):155 Velocidad del barco:3,6 Dirección e intensidad del viento: 150. 18 nudos. Velas que llevamos izadas y rizos: Motor (si se usó y sus revoluciones): yanmar 110 Estado de la mar: rizada Estado del tiempo meteorológico: 1022 NOTAS: Zarparíamos dos horas y media más tarde de lo previsto. Mercedes y yo estábamos avisados porque nos cruzamos la noche anterior con Sofía que nos informó del atraso del zarpe en dos horas, que luego fueron dos y media. Víctor, Licia, Cristián y Alfredo desde las diez estaban esperándonos, de Luis todavía ni noticias; Alfredo ya enfundado dentro de todo su equipamiento que no se lo sacó hasta que lo dejáramos de regreso en el aeropuerto El Tepual cinco días más tarde. Licia y Cristian preocupados por este matrimonio mayor que no aparecía. Yo no conocía a ninguno de modo que de inmediato fui desarmando algunos prejuicios. De Alfredo imaginé un viejo lobo de mar por los antecedentes de sus viajes por el Tirreno, el Sur de Italia, el Río de la Plata y la fama de buen capitán en las regatas del club porque, según Sofía, es de los pocos a los que le duran las tripulaciones. Sin embargo me preocupó que en días previos nos enviara el artículo
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de Hernán Biasotti "Donde manda capitán no manda marinero", será un autoritario? No, el bueno de Alfredo solo trataba de fijar pautas de orden que vinieron de maravilla, digno sobrino de su tío. Ingeniero agrónomo, productor de nueces y armador y capitán de una "Ferrari a vela" como le gusta llamar a su velero. Licia, que según su ficha aparecía como profesora de inglés y de yoga, importante empresaria de una muy conocida empresa de servicios petroleros y administradora de bienes raíces, resultó una divertidísima mujer, mucho más joven que su edad, montañista, ciclista con varios kilómetros en la cordillera entre Argentina y Chile y el Camino De Santiago por la ruta de los franceses, un poco bruja, según dijo Víctor y comprobó Alfredo, y de náutica nada, como Cristian, su compañero de aventuras y de la vida (valga la redundancia), infomático, que sumó además su condición de documentalista y nos mostró como nace un muy buen timonel con solo aprovechar los consejos de Luis y Alfredo y que, para desmentir a Licia acerca de su condición de hombre de suerte, dejó en el último minuto, en la última maniobra de amarre de La Palma, su celular en el fondo del mar y con este las fotos y videos de toda la travesía. Víctor fue la paz; médico pediatra jubilado, reciente psicólogo, mezcla rara de John Lennon con Alberto Marino, que todavía se derrite cuando recuerda haber cantado a dúo con Silvina Chediek. También ciclista, montañista y cero nauta; de un apetito que desmiente su aspecto y hace envidiable su metabolismo. De Mercedes, como de mi mismo, poco puedo decir porque me caben las generales de la ley. Solo diré que ella estaba allí para dar testimonio de lo buena compañera que es. Nada le gustaba ser de la partida pero después, como irremediablemente le viene ocurriendo durante estos últimos treinta y cinco años, por nada cambiaría la experiencia. Sin embargo debo admitir que aún me preocupa, por el reconocimiento que tengo de la femenina virtud de la intuición, que Licia la apodara María Cristina, porque le recordaba aquel son caribeño cuyo estribillo con fonética castellano/afrocubana dice "Malía Clistina me quiele gobelnal ". Al fin apareció Luis, nuestro capitán, dos veces Ibáñez. Ibáñez por parte de su padre chileno, como él e Ibañez también por su madre, argentina, neuquina y de Las Ovejas. Así como nosotros, por iniciativa de Alfredo, teníamos claro que el marinero no manda donde lo hace el capitán el hizo cierto aquello de que el verdadero poder es el servicio. Según el reloj de a bordo eran las 12,29 cuando soltamos amarras. A estribor fuimos dejando los fondeaderos de Naviera Austral y de Skorpios, donde descansan los restos de un crucero de madera que fue el primero en llevar pasajeros de turismo desde Puerto Montt a la Laguna de San Rafael. Luego la marina del Club Náutico Reloncaví, donde estaban en preparativos las tripulaciones del Marfisa y la Jechica con las que intercambiamos saludos.
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Más allá seguían apareciendo barcos de todo tipo, tamaño y color, de marcado acento chileno. Sobre dos boyas sendos lobos marinos sumados a las omnipresentes gaviotas fueron el primer testimonio de la fauna que nos acompañaría. Por la popa el Calbuco, el Osorno y por momentos el Tronador, se recortaban sobre un claro cielo azul que presagiaba que no llovería pero habría demasiado viento sur cuando cruzáramos el Golfo de Ancud. A uno y otro lado toda suerte de boyas, redes y aparejos, botes de inspección, casas flotantes y barcazas nos hizo imaginar que se trataba de salmoneras. Luis se encargó de aclarar que de a poco las salmoneras están siendo reemplazadas por criaderos de choritos, por lo contaminante de las aquellas y lo inocuo de estos. Cuando el excedente del alimento balanceado con que se alimenta a los salmones se deposita en el fondo se forma una gruesa costra que imposibilita la vida de los organismos que allí deben desarrollarse produciendo desequilibrios irremediables en el ecosistema. Fue ese el momento fatal para Cristian que por preguntar como se alimentaba a los choritos hizo explotar de risa a Licia. Y la gracia no estaba en la pregunta sino en la imaginación de “la tana”, en la que los choritos aparecían abriendo sus valvas en multitudinaria rogatoria y el jornalero los rociaba con alimento balanceado como lo haría en un gallinero o, como Pavlov manda, golpeando una lata, "cuch, cuch, cuch", los alimentaba como a chanchos. A su tiempo el mismísimo plancton que naturalmente y por filtración constituye el alimento de los chorlitos se encargaría de vengar a Cristian. A las .... llegamos a Calbuco, la otrora isla, hoy unida al continente por un terraplén artificial, estaba de fiesta. Carnaval de Primavera, el sexto en lo que va del año. Algunos lo atribuyen a la condición fiestera de sus habitantes y otros a que tan pocas veces sale el sol que cada vez que ocurre todo el pueblo se disfraza y se encolumna para celebrar. Al atardecer partimos “donde Juanita”, en la isla de Chidihuapi. Al llegar fondeamos y con los dinguis nos arrimamos a la larga explanada de la orilla, cruzamos el pasillo que corre entre el cementerio, esta vez sin iglesia al lado, y la cancha de fútbol. Primero la huerta, un cuadro con papas, otro de hojas verdes, un mástil con la tricolor ondeando frente al canal, la casa de muy prolijas tejuelas blanqueadas y luego un galpón de madera a modo de quincho, impecable, limpio, y tan sin falta de estilo que justamente esto le daba personalidad particular. Juanita, su esposo y colaboradoras sirvieron los primeros locos mayo, merluza austral frita con papas hervidas con su cáscara, hojas verdes y de postre ... Todo de ese mar y de la huerta propia. Agüita como bajativo mediante volvimos a los barcos.
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Singladura nº 2 Fecha: 24/11/2017 Lugar de partida: Chidihuapi Destino: Llancahue Millas a recorrer: 30 Hora de partida: 06.09 Latitud y longitud: S 41 49 730. W 73 04 966 Rumbo verdadero (Rv): 150 Rumbo magnético (Rm): Velocidad del barco: 5.7 n Dirección e intensidad del viento: 20n 170 Velas que llevamos izadas y rizos: genoa Motor (si se usó y sus revoluciones): 1800 rpm Estado de la mar: rizada Estado del tiempo meteorológico: despejado
NOTAS: A las 05.45 hs., o como se dice por allí: faltando un cuarto para las seis, por mucho cuidado que Luis puso al levantarse, los pocos y apagados ruidos que venían de la sala me anunciaron que empezaba la jornada. De un salto llegué a la ducha y seguí el procedimiento acordado. Primero un mojadón, luego, canilla cerrada, el champú y la enjabonada y otra vez abrir la canilla para un rápido enjuague. Cuánto derroche de espacio y agua el de todos los días si el resultado en estas nuevas condiciones fue óptimo! Siete minutos después ya estaba junto a Luis que en compañía de Alfredo había empezado a calentar motores y en la cocina Cristian hacía lo mismo con el agua para el mate.
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A las 06.09 hs. levamos anclas y treinta y cinco minutos más tarde empezamos a cruzar el Golfo de Ancud. Con veinte nudos de viento Beaufort nos diría que era bonancible y Douglas marejada el estado de la mar. Pero ninguno de los dos formaban parte de la tripulación y sí Mercedes que como un rayo atravesó el barco desde el camarote de proa a la bañera y aunque pretendía hacerlo por la línea de crujía, fue esquivando muebles como pudo, bamboleándose de una banda a otra. La cara trasmutada de Mercedes y no algún signo del mar o de la tierra decidió a Luis a desplegar la genoa. Era preferible escorar un poco que ir dando cabezadas por el golfo. La escora se hizo notar y aportó algo de la adrenalina que estaba faltando pero solo a los que estábamos en la bañera, porque en ambos camarotes de popa parecía no notarse. Víctor y Licia estarían soñando con la mano que mece la cuna, porque pasaron más de un par de horas hasta que dieran señales de vida. Cual viejos marineros nadie se mareó. La escora y las boyas sembradas a lo largo del golfo por pescadores artesanales de merluza dio pie a Luis para contar algunas historias sobre la dura tarea de los verdaderos dueños de estos mares. Gentes rudas que deben afrontar diariamente el rigor del clima para pagar la olla. Son ellos los que a lo largo y ancho distribuyen boyas de todo tipo y origen, cada uno de acuerdo a sus posibilidades. Conviven las de rezago de las salmoneras con grandes trozos de tergopol del último electrodoméstico comprado en la oferta semanal del moll. De allí penden espineles y redes que serán condena para los peces y sustento para las familias costeras. Familias que no pocas veces son descabezadas por el mismo mar que las alimenta. Contó Luis que es frecuente, en días de temporal, encontrar pescadores inertes atados entre sí y todos a la barca porque saben que van de morir y al no poder evitarlo ahorran a sus queridos sumar a la angustia del vacío de la muerte la incertidumbre del destino final. A la altura de los bajos de .... vimos por primera vez los palos del Marfisa alcanzando al Jechica muy por detrás de nuestra popa. Ya verán, dijo Luis, como antes de llegar a Llancahue, el Marfisa recuperará espacio, no tiene el catamarán las limitaciones de calado de nuestro barco y sí dos motores muy potentes. A las 09.42 hs. entramos al fiordo por entre el canal que forman las islas Linguar y Malomacum, más adelante nos esperaban las termas de Llancahue. En los reparos que las islas ofrecen fondearon las tres embarcaciones y todos, en los chinchorros, arribamos a las termas con propósito de baño sin limitaciones en el uso del agua, derroche sin culpa, qué placer. Todos a las piletas de agua termal, al aire libre y con vistas a las islas, el fiordo y al fondo el volcán Hornopirén, todos menos Alfredo que seguía enfundado en su traje de oso y José que, en contraste, un poco menos en cueros que las mujeres alacaluf recolectoras de centollas, pero con la misma capacidad para aguantar las frías aguas del mar y con excelente apnea logró rescatar desde los seis o siete metros de
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profundidad los bifocales que de un certero golpe de mochila saltaron del muelle al fondo marino. Con Gabriel nos apropiamos del único metro cuadrado de sombra para evitar transformarnos en camarones. Mientras algunos ya se iban a los barcos Sofía encabezó junto a otro grupo una breve expedición a pie. Primero a la pequeña capilla familiar, bien chilota en su concepto arquitectónico, y en la que sobre la cruz del extremo del campanario se posó por un momento un buitre que "el negro" cazó con su Nikon. Cruzamos el hotel por dentro y la parte más alta del morro nos regaló la mejor vista de la bahía de recalada donde descansaban nuestros barcos . En el Jechica ya se adivinaban movimientos que después supimos tenían que ver con el patagruélico almuerzo con que nos convidaron a todos. Nunca vi tantos locos en mi vida, ni tanta centolla fresca, ni pinzas de jaiba como en la mesa de la bañera del Jechica. Pocas cosas me gustan tanto como los locos y las centollas, jamás pensé que también en esto se cumpliría, inexorablemente, la ley de la saturación. Impresionante preparación de Jorge, el capitán del Jechica. A las 17.00 hs partimos desde las termas de Llancahue (39 03 125 S 066 26 35 w). Primero, para aprovechar el buen tiempo, Luis pensó ir hacia el Estero Quintupeu y tomó el rumbo de 250, estimando una duración aproximada de una hora, y solo a motor porque las condiciones eran de calma chicha. A poco andar y por acuerdo de capitanes se decidió suspender ese destino para, a la mañana del día siguiente, tomar allí el desayuno. A las 17.30 hs. nos abarloamos al Marfisa por su banda de babor dejando libre su estribor para que lo haga el Jechica. Posición: 42 05 733 S. 072 29. 188 W. El resto de la tarde cada cual la aprovechó para distintas actividades según propios intereses. Por la noche Luis preparó unas truchas a la pizza y yo, como excusa para acompañarle a él, saltee unos champiñones con ajo y aceite de oliva para que acompañaran a las truchas. Luis se reveló muy buen cocinero a la vez que marino y de la conversación también un buen padre de familia, enamorado de la guagüita de meses que le sonríe desde el fondo de pantalla del celular. La cena fue muy divertida, Cristian se encargó de que fuera así y nos hizo participar de algunos ejercicios aprendidos en talleres de teatro. Pero lo más divertido de la noche fue la venganza de los choritos, mejor dicho de su alimento. 11
Por aprovechar la espléndida noche y ahorrar el agua de la reserva Licia fue a la bañera a lavarse los dientes y al escupir el dentífrico por la aleta de estribor hacia el mar se encendieron miles de luces diminutas de color ámbar, como enjambre de luciérnagas que estallaban en el agua. Asomó por la escotilla su cara de asombro, con un cachete inflado por el cepillo de dientes y con la boca llena de pasta y cepillo dijo "¿que tendrá este dentífrico que produce tan raro efecto en el agua?". Ahí supimos todos, a través de Luis, que en determinadas condiciones la presencia del plancton produce este efecto con solo mover el agua, sin necesidad de incorporarle nada extraño y que esa fosforescencia podría observarse sobre la estela si el barco estuviera en movimiento. Algunos se acordaron de la luz mala, a mí me pareció venganza del alimento de los choritos.
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Singladura nº 3 Fecha: 25/11/2017 Lugar de partida: Manila por Canal Cholgo Destino: Fiordo de Quintupeo Millas a recorrer: 5,2 millas Hora de partida: 07.10 Latitud y longitud: 42 05 7 S 72 29. 1 W Rumbo verdadero (Rv): 154 Rumbo magnético (Rm): Velocidad del barco: 6.6 Dirección e intensidad del viento: 2.5 dirección 158 Velas que llevamos izadas y rizos: Motor (si se usó y sus revoluciones): 1800 rpm Estado de la mar: llana Estado del tiempo meteorológico: nubosidad parcial
NOTAS: El fiordo de Quintupeu prometía tanto que temí que pasara como con las películas que de tan recomendadas terminan por defraudar, sin embargo nada de lo anticipado fue demasiado. Es imposible transmitir la sensación de plenitud que invade allí. El sol estaba ausente, escondido tras la bruma que empezaba a levantarse, el agua un aceite, el fiordo pequeño y zigzagueante no pudo ser mejor escondite para el Dresden en tiempos del estallido de la Primera Guerra Mundial. Una historia enigmática, con tesoros nunca encontrados en medio de una naturaleza exuberante. Cascadas, cascadas y más cascadas, montañas cubiertas de verde perenne, un mar dormido del color del entorno.
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Cristian y nuestra profesora de yoga encabezaron la marcha hacia la proa por la cubierta del barco, detrás los seguimos todos menos Luis, a cargo del timón, y espontáneamente empezamos a cantar el estribillo de la vieja canción de San Remo de los años setenta, la que al incorporarle el nombre de nuestro barco, se transformó en su himno: "Partirá La Palma partirá, dove arriverá, questo non si sa ..." Cómo atraídas más por nuestro entusiasmo que por el rumor del motor se acercaron dos toninas que nos acompañaron un buen rato nadando junto a la proa, acariciando suavemente con la aleta caudal la amura de estribor. Anda por allí un video en el que se lo escucha a Víctor decir con emoción "esto no tiene precio, vienen a nosotros por nada, solo para hacernos compañía, no esperan comida ni ninguna recompensa". A las 09.30 hs. partimos hacia Mechuque. Atravesamos el fiordo Comau siempre a motor, siempre con mar en perfecta calma. Por una de las bandas nos miraba un casal de pingüinos que nadaban tranquilos y muy juntos reafirmando su conservadora y católica concepción de la pareja. A las 11.30 hs. volvimos a entrar en el Golfo de Ancud y el mar seguía en calma. A las 12.40 hs. el transbordador de Naviera Austral que hace el recorrido Puerto Montt, Chaitén, Calbuco, nos cortó la proa. A las 15.30 hs. llegamos a Mechuque y, una vez más, nos abarloamos a la Jechica y fuimos al pueblo. Mechuque es quizá uno de los pueblos con mayor personalidad del ya muy distintivo archipiélago. Sus pocos habitantes (rondarán unos trescientos) han provisto a Isabel Allende de varios personajes para su novela “El cuaderno de Maya” y al escritor chilota Francisco Coloane para alguno de sus cuentos. Son pocos, pero tan sociables que tienen dos clubes de fútbol y cada uno su estadio. Allí están los palafitos, la pasarela, la iglesia, la sala de sanidad, sus carpinteros de ribera en lucha perpetua contra "la broma", don Paulino Barrientos y su museo, Ena Iris cuidando su prolijo jardín como cuidara durante treinta años la educación de los isleños . Ena y no Ema, como aclara con vehemencia, llegó un día muy jovencita con el título de maestra normal y nunca pudo irse porque "Mechuque atrapa" y ella fue presa del “brujo” que la supo enamorar. Porque en Mechuque los brujos existen y los hay. Por ahí anda Juan, de pocas palabras y difícil caminar, siempre sentado junto a la iglesia, apoyado en su bastón, mirando el mar, esperando la llegada del verano y con éste a los turistas que buscando "el mejor curanto de Chiloé” llenarán las calles que separan decenas de casas cubiertas de tejuelas de alerce. 14
Todas las casas de Mechuque están revestidas con tejuelas de alerce, todas las tejuelas con los cortes más diversos e imaginativos. A las 17.05 hs. salimos en los barcos de paseo por entre las islas Mechuque y Chauque, por el sector de Butachauque. Al divisar otra iglesia, mientras algunos fueron a tierra a reconocerla, otros disfrutamos de la visita del isleño que, desde la orilla opuesta, se acercó a los barcos ofreciendo centollas vivas que hicieron las delicias de los imitadores de Darwin y mucho más de los sibaritas del grupo. Fueron estas, otra vez, el lujoso primer plato de la cena; el plato principal unos fideos tirabuzón con portobellos salteados al ajillo y crema. La sobremesa juegos propuestos por Cristian y la sorprendente rapidez de Luis en la comprención de las consignas, Chile 1, Argentina 0.
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Singladura nº 4 Fecha 26/11/2017 Lugar de partida: Mechuque Destino: Quehui Millas a recorrer: Hora de partida: 07.35 Latitud y longitud: 42 19 046 s 73 15 779 w Rumbo verdadero (Rv): 265 Rumbo magnético (Rm): Velocidad del barco: 7.3 Dirección e intensidad del viento: 255 Velocidad del viento: 3 n Velas que llevamos izadas y rizos: Motor (si se usó y sus revoluciones): 1800rpm Estado de la mar: total calma (calma chicha) Estado del tiempo meteorológico: cubierto 7/8 Visibilidad 10 km Temperatura 12 Presión 1021
NOTAS: Partimos desde el sector de Butachauque donde pasáramos la noche. A poco andar bordeamos una salmonera custodiada por dos lobos marinos que sobre las boyas y con paciencia esperaban el escape de algún salmón. A las 07.55 hs. apareció el mástil del Marfisa saliendo de su fondeadero frente al astillero de los carpinteros de ribera, en una pequeña cala, en Mechuque.
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A las 08.30 pasamos frente a Tenaún, hermosa isla de praderas onduladas y con una playa en la que se destaca el caserío y por sobre este la más hermosa de las iglesias que vimos durante el viaje, de tejuelas prolijamente pintadas de blanco y turquesa y con tres torres. A las 09.30 hs. llegamos a Dalcahue que bien ganado tiene el topónimo, "lugar de embarcaciones", cualquiera que llegue allí y guste fotografiar barcos debe agradecer vivir en tiempos de la electrónica. El único momento de lluvia mientras permanecimos en Chiloé fue el de los pocos minutos que tardamos en recorrer, con el chinchorro, el espacio entre La Palma, en su fondeadero y el muelle. Antes de llegar al famoso mercado de artesanías entramos en un local que exhibía algunas de destacada calidad. Sus administradores, una profesora de inglés y un sociólogo, tienen montada, en un rincón, una biblioteca popular con sus libros personales para préstamo gratuito a los pobladores y otros que estaban a la venta, para los turistas. Entre estos libros llamó mi atención la reciente edición de uno en el que su autor, Carlos Trujillo, relata pormenores de la visita al archipiélago del fotógrafo norteamericano Milton Rogovin y cuyo título, “Si no fuera por la lluvia”, insistía en recordarnos lo excepcional del clima que nos tocó. Domingo en Dalcahue es sinónimo de fiesta costumbrista. Abarrotados puestos de artesanías en lana y maderas nativas, música folclórica y pulmey, cazuelas de vacuno o cordero, pailas marinas, empanadas de marisco, queso o pino, sopaipillas y calzones rotos en las cocinerías populares. Por allí anduvimos todos probando gorros y almuerzos. Con Alfredo y Mercedes visitamos la iglesia, toda de madera como todas las iglesias chilotas. Como muestra de que el mejor modo de disimular es evidenciar, la pintura de las columnas pretenden imitar sin éxito el mármol y esto no engañaría a un niño distraído, sin embargo no todos se dan cuenta de la fuerte influencia en su construcción de los carpinteros de ribera es que, si se mira la nave central con detenimiento, es fácil identificar su concepto constructivo con el de una lancha chilota en vuelta de campana. Almorzamos en el mercado y acodados a la barra del último puesto Sebastián, un adolescente de dieciocho años que nos atendió, fue abierto al contarnos su proyecto en esta etapa definitoria de su vida. Nos dijo que pronto viajaría a Temuco para iniciar una tecnicatura en mecánica y luego alguna ingeniería relacionada a los fierros que, junto a los caballos, eran su pasión. De barcos nada. Interesante espejo para este viejo que, criado entre fierros y caballos, sigue apasionado con los barcos. Y otra vez “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí”. Llegamos al muelle media hora antes de lo acordado, ahora bajo un sol abrazador, con la pretensión de que Luis nos viera y viniese a recogernos. Estaría en otros
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menesteres por lo que aprovechamos para conversar con la tripulación de una barcaza que traía leña de otras islas y el capitán del puerto. Un marinero que nos descubrió argentinos quizo hablar de fútbol lamentándose de la eliminación de “ La Roja”. Yo, fiel a las normas de convivencia fijadas por Alejandro y Sofía, solo me limité a señalarle que a un histórico como Italia también le ocurrió, que los equipos sudamericanos son muy parejos y que casi nos pasó a “nosotros” lo mismo. Claro, pensé y no le dije, entre el casi me caigo y la maniobra de hombre al agua sin resultado positivo está el abismo. El capitán del puerto trajo nuevamente el tema del clima, pocos días al año son tan bonitos como el de la fecha. Contó lo frío y húmedo que había resultado el último invierno y que luego de treinta años de servicio estaba pronto a jubilarse pero se quedaría allí, con el frío y la humedad pero con la calidez y calidad de sus gentes, jamás volvería a Santiago y sus poluciones. A las tres y media de la tarde, puntual y según lo acordado, llegó Luis en el chinchorro. En el viaje del muelle a La Palma, ahora sin lluvia, la mojadura fue mayor, es que el viento estaba de fresquito a fresco y las olitas que nos cominos presagiaban una navegación a vela divertida. El reloj marcaba las 16.25 hs. cuando La Palma, con toda su tripulación a bordo, puso proa en dirección a Quehui y Luis, extrañado que nosotros no conociéramos ni el estribillo de la famosa canción chilota se animó con
“Tempestad, tempestad, con viento la lancha se va La lancha está lista, el zarpe allí está. Pasajeros todos, con viento se va De pronto un turista, se acerca al pasar pregunta en voz alta, "la lancha, onde va" Onde va la lancha, a Quehui va. Onde va la lancha, a Quehui va.” El buen viento permitió desplegar las dos velas y turnarnos en el timón destacándose Cristian que iba de la rueda de una banda y a la de la otra, muy atento a la escora, el rumbo, la veleta y obsesivo con “las lanitas” que le informaban sobre el flujo del viento en las velas, parecía el Dr. Nelle gozando en un recital de Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra. No se que rara asociación hice en ese momento pero recordé aquella escena de una vieja película de Woody Allen en la que Allen, después de tener sexo con Diane Keaton se desdobla y en el mismo momento queda en la cama y también se levanta y mirando a la cámara dice: “nunca me había divertido tanto sin reírme!” Poco antes de llegar a Quehui la adrenalina al máximo cuando Cristian al timón, Alfredo de proel y siguiendo claras y precisas instrucciones del skiper Luis, maniobraron a gusto entre el buque de pesca Doña Amalia, la barcaza Rio Cisne y el pesquero Maria Valentina, saliendo impecablemente por entre los barcos a 18
motor pese a la mala maniobra de uno de estos. No habrá sido descuido ni impericia la de estos trabajadores que volvían a sus casa y encontraban a poco de llegar a estos veleristas de turismo. Imaginé la reacción de nosotros mismos si al cruzar el puente Neuquen/Cipolleti a las siete de la tarde de un día laborable cualquiera encontráramos en medio a un grupito en skateboarding zigzagueando entre los coches. Al llegar a una hermosa y tranquila bahía, que antes de alguno de los tantos movimientos telúricos fuera dos Islas, nos abarloamos al Marfisa, frente a Quehui.
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Singladura nº 5 Fecha: 27/11/2017 Lugar de partida: Quehui Destino: Marina Quinched Millas a recorrer: 16.5 Hora de partida: 14,40 Latitud y longitud: 42 36 61 s 73 31 39 w Rumbo verdadero (Rv): 288 Rumbo magnético (Rm): Velocidad del barco: 4.2 Dirección e intensidad del viento: SE Velas que llevamos izadas y rizos: todas Motor (si se usó y sus revoluciones): Estado de la mar: Estado del tiempo meteorológico: NOTAS: Con las primeras luces nos despertó el rumor de los pescadores y los motores de las barcazas que abandonaban la tranquilidad de la bahía para empezar una nueva jornada de trabajo. Allí iban, entre otras, la Maria Valentina y la Doña Amalia, protagonistas del cruce del día anterior. Capitán y tripulación, más lentamente que en las jornadas anteriores, fuimos apareciendo en la bañera para comprobar que el buen tiempo nos acompañaría hasta el final. Después de desayunar en el barco toda la mañana la empleamos en recorrer la isla y entender por qué últimamente se a transformado en el lugar preferido por los habitantes de la ya populosa Castro para establecer allí residencias veraniegas. Dos iglesias, cada una en uno y otro margen de la boca por la que se ingresa a la bahía, parecen protegerla de intrusos, como atalayas, o como faros indicar el camino correcto a los bienvenidos. Alguno de esos fines utilitarios habrán tenido las religiosas construcciones jesuíticas.
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Llegamos a tierra en la costa norte de la bahía y en pequeños grupos dispersos practicamos senderismo para llegar al más alto punto y disfrutar de vistas increíbles de la cordillera, sus picos nevados y sus volcanes hacia el este y el canal y la Isla Lemuy hacia el sur. Mercedes y Sofía se adelantaron, más atrás Alfredo y yo observábamos al “negro” Greloni luchar con torres y cables de alta tensión para lograr imágenes limpias de hermosos paisajes. Atrás, muy atrás, había quedado Víctor con un amigable poblador que le facilitó su casa para trámites personalísimos e indelegables. Más tarde nos alcanzó, sobrepasó y nos dejó bien atrás. Evidentemente algo más que una cuestión de metabolismo legitima su delgadez, suerte de Correcaminos al que si algo lo corría no era el Coyote. De regreso volvimos a cruzarnos con una joven pareja que montada a caballo traía ahora las bolsas llenas de abarrotes comprados en el único almacén del caserío. El caballo zaino claro, de baja envergadura y paso corto ninguna diferencia mostraba con nuestros criollos de trabajo. La mujer, que asida a la cintura del hombre, venía a la grupa llevando las bolsas, tenía la piel cobriza, el cabello grueso y oscuro y los ojos rasgados. Rasgos wiliches que denuncian presencia mapuche en los genes sureños de los chilotas, pero también en las “chinas”, compañeras de los gauchos en las pampas argentinas. El almuerzo, otra vez, en el Jechica, otra vez en el cenit de calidad y cantidad. Por la tarde reiniciamos la navegación con rumbo al destino final, Marina Quinched, unas diez millas al sur de Castro. El día soleado con viento fresquito permitió que todos y todas ( con perdón) tuviéramos oportunidad de timonear en la más placentera singladura. Tan bello día no dejó reconocer, al pasar por el canal Lemuy, frente a Púqueldon, el lluvioso lugar en que Marcela Serrano sitúa su “Albergue de las mujeres tristes”. Marina Quinched suma a la bucólica belleza del lugar comodísimas instalaciones que por estilo y materiales empleados constituyen un conjunto armónico con todo lo necesario para hacer sentir cómodo al navegante que arriba. Licia encontró allí el propicio momento y lugar para convidar con una clase de yoga que puso a todos en armonía con el paisaje. Todavía lamento habérmelo perdido aunque mantengo la esperanza de conseguir clase recuperatoria. Mientras aquello ocurría, en un típico fogón donde los chilotas ahúman sus manjares, burbujeaba el caldo sobre un arroz que al estilo de los del senyoret y del a banda alicantinos recibía parte de los frutos del mar chileno. Allí tuve mi propio samadhi. Esa noche fue la última que pasamos en el barco. Antes brindamos con verietales y algún cava de La Capitana, de la bodega La Rosa, de don Ismael Ossa dueño también de nuestra entrañable La Palma y de una lancha chilota clásica pero con toda la moderna tecnología, que bajo el cuidado de Luis, nuestro capitán, espera en su fondeadero de Marina Quinched.
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Ultima Jornada CON LOS PIES EN LA TIERRA Otra jornada de sol, para tener cuidado con los rayos ultravioleta. Mar en calma chicha. Safarrancho, gran revuelo de maletas, bolsos y todo tipo de equipajes. Poses grupales para fotos, cada tripulación en sus barcos y todos en lo alto de la marina para guardarnos el momento y el conjunto para siempre. Admiro a los navegantes solitarios y he leído con pasión a Joshua Slocum, a Francis Chichester, a Bernard Moitessier, a Eric Tabarly y, sobre todo, a nuestro Vito Dumas, pero soy de los que necesitan, como el niño del relato de Galeano, que me ayuden a mirar y esta vez tuve la suerte de hacerlo en exquisita compañía. ACLARACION INNECESARIA A MIS COMPAÑEROS DE VIAJE: Este escrito apenas intenta revivir momentos intensos y felices pero como, de acuerdo con Sabina, “por decir lo que pienso sin pensar lo que digo más de un beso me dieron y más de un bofetón” o como me lo dijera Cristian, un poco menos poéticamente, “me gusta jugar con las bolas del león” espero que se comprenda que lo hecho, hecho está “no para mal de ninguno sino para bien de todos”.
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Algunas Instantรกneas
Aprovisionandonos antes de partir
Conociendo el barco, Licia Manfio y Sofia Tepper (la comandante)
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En la marina, antes de partir
RubĂŠn PĂŠrez
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Mercedes Rossi (izq.) y Licia Manfio
Aproximaciรณn para abarloarnos
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Alfredo Faggionato
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VĂctor Melano
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Cristian Sanz (izq.) y Luis Ibañez (capitán)
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Agradecimiento
Nuestra Comandante SofĂa‌ en cada detalle!
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Navegando‌ el mundo se achica!
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