pintores en su tinta 2 / mayo 2011
samy benmayor | bororo | pablo domínguez | matías pinto d’aguiar
samy benmayor bororo matías pinto d’aguiar en homenaje a pablo domínguez
mayo 2011
Pintores en su Tinta 2 De izquierda a derecha: Pablo Domínguez, Carlos Maturana (Bororo), Samy Benmayor y Matías Pinto D’Aguiar.
“Mi papá –decía Pablo Domínguez en una entrevista–, me dio dos consejos para la vida: primero, hacerse el tonto, y segundo, tener buenos amigos”. Hacerse el tonto, en su caso, el de un tipo vivaracho, consistía en anular las distancias, estar con el otro como si el otro fuera el importante. Todos le interesaban. ¿Por qué no se dedicó entonces a pintar retratos –hizo muy pocos–, sino paisajes deshabitados, más unos cuántos animales perplejos? Si afuera reinaba el ruido, la fiesta, las conversaciones; adentro primaba el silencio. Salvo en los comienzos, y ni tanto, su pintura nunca fue una crónica del mundo exterior. Las montañas, los bosques, los árboles solitarios, las escenas crepusculares, provenían de su geografía interna. Es curioso, eso sí, porque yo he visto varios de sus paisajes en la realidad. Instantes de paisajes, quizás sería el modo correcto de llamar eso que Pablo pintó y que uno puede volver a encontrar en la naturaleza. Se trata del momento en que lo concreto se aliviana, hasta convertirse casi en pura luz, y la emoción reemplaza a los sentidos, y algo inenarrable se revela.
Respecto de tener buenos amigos, siguió el consejo paterno al pie de la letra. Junto a los otros tres pintores de esta exposición, conformaron una cofradía. Con Bororo, Samy Benmayor y Matías Pinto, compartió no sólo almuerzos eternos, sino además la complicidad de un oficio, de por sí solitario. Cada cual pintaba lo suyo; Samy y Bororo aparentemente más ligados. Matías pintaba ambientes limpios, con tanta inocencia como desamparo, recorridos por caballos o figuras perdidas y silenciosas. El Samy chorreaba al mismo tiempo que buscaba pilares en el cuadro, figuras geométricas capaces de contener o racionalizar el caos por el que deambulan sus personajes. Bororo,
como si la vida fuera un juego no siempre dulce, pinceleaba y pegoteaba historietas desaforadas, pero nunca metafísicas, mientras Pablo, su discípulo convertido en compañero, cerraba los ojos y pintaba cordilleras. La historia de este grupo se ha contado varias veces. No los unen estrategias ni ambiciosos proyectos comunes. Si bien se ayudan como pocos, no son propiamente socios, porque los socios son dueños de una empresa y aquí no hay tal, salvo, claro, que buscar la felicidad y espantar las quejas lo sea. El resto sigue en lo mismo, no obstante que ahora falta uno… uno que igual que sus paisajes, cada tanto se asoma. Patricio Fernández
carlos maturana,bororo
S/T | 148 x 320 cm
S/T | 148 x 193 cm | detalle
S/T | 195,5 x 320 cm
matĂas pinto d’aguiar
S/T | 100 x 100 cm
S/T | 150 x 180 cm | detalle
S/T | 150 x 180 cm
samy benmayor
S/T | 200 x 120 cm
S/T | 150 x 180 cm | detalle
S/T | 200 x 120 cm
S/T | 200 x 90 cm
S/T | 200 x 98 cm
pablo domĂnguez
rompecabezas 1 | 120 x 60 cm
rompecabezas 2 | 120 x 60 cm
En homenaje al artista Pablo DomĂnguez, invitamos a participar de esta muestra a sus hijos Daniela, Samuel y Paula.
S/T | 100 x 100 cm
nueva galerĂa de arte trece Un espacio para la difusiĂłn del arte y la cultura. Lugar de encuentro de artistas y amigos. Otro aporte de Polincay para crecer en la cultura.
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