CUANDO EL DIABLO SE ABURRE

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CUANDO EL DIABLO SE ABURRE

ESCRITO POR: JJMA


situacion Lo primero, decidirnos por un emplazamiento estable con las mejores condiciones que le podamos proporcionar. El árbol ha estado viajando de aquí para allá, y sufre jet lag. Necesita un tiempo para aclimatarse a las nuevas condiciones y durante ese tiempo es normal una pérdida de hojas, no es preocupante, pero conviene que no se prolongue en el tiempo. Voy a centrarme en las especies más comunes de venta en comercios. Ficus, Carmona, Sageretia, Serissa, Junípero, Aligustre, Arce, Olmos chinos, etc., pero la verdad es que son indicaciones tan generales que valdrían para casi cualquier especie. Algunos árboles vienen etiquetados como “de interior”, y no aporto nada nuevo si digo que árboles de interior, pues no hay. Que dentro de una casa podemos protegerlos de ciertos factores climáticos a los que no están acostumbrados o pueden afectarles, si que es cierto. Que se pueden medio adaptar a vivir dentro de una casa con unas mínimas condiciones, también. Pero sin duda alguna donde mejor van a vivir, es en la calle. Los árboles tropicales o subtropicales agradecen la insolación, el aire y si algo les puede afectar son temperaturas muy bajas y las heladas. Si la temperatura se mantiene por encima de los 5º C., yo los tendría continuamente en el exterior. Si se prevén temperaturas bajas o heladas continuadas, buscaría un emplazamiento correcto para el árbol, y lo tendría en él hasta tener la seguridad de que el “peligro” ha pasado. Si son semanas, semanas, y si son meses, pues meses. No aconsejo sacarlo de día y meterlo en casa de noche. Solo conseguiremos que los problemas de aclimatación se prolonguen. Aquí no incluyo al olmo chino, que ese es más raro que un perro verde. Aunque se catalogaría como subtropical o tropical, aguantan el frío como campeones, incluso algunas veces se ríen de él y de nosotros, tirando la hoja por el frío y brotando al mismo tiempo. Todo lo que tienen de resistentes lo tienen de desconcertantes. El resto de árboles, sean caducos o perennes, continuamente en el exterior. Son pequeños, nos pueden parecer delicados, pero son árboles acostumbrados a las estaciones y al rigor del clima. Como mucho, si el frío es intenso, y sobre todo prolongado, protegerlos colocándolos en una zona con un techado o protegida del viento intenso. Colocarles un plástico por encima puede ser una solución, pero si el árbol fuese mío, utilizaría una manta agrícola, tejido que protege de heladas hasta –5º C, y que permite una correcta ventilación y luminosidad. Evitaremos posibles problemas de hongos, y el árbol estará bastante mejor ventilado. No es raro. De preocuparse por algo en zonas muy frías, preocuparse de las raíces más que por la parte aérea. Es más fácil, que por la presencia de agua en la tierra y tamaño de la maceta se hiele el sustrato y afecte a las raíces, a que se hielen las ramas. Cuando los rigores del invierno han pasado, lógicamente todos a la calle, sin distinción.

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La primavera no será una época en la que debamos tener especial cuidado con los árboles, al menos desde el punto de vista de temperaturas, pero si quizá con el viento seco e intenso. Lógicamente la frecuencia de riego será mayor que en Otoño e invierno, y los vientos cálidos pueden hacer que esa frecuencia aumente. En Verano, tanto el calor, como el Sol y el viento, nos pueden dar algún problema, así que es probable que sea necesario protegerlos de algún modo, mediante un sombraje adecuado, o algún tipo de protección que les resguarde de los vientos. Esto lógicamente dependerá mucho de las características de la zona donde viváis.

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ILUMINACION Y HUMEDAD ILUMINACIÓN Empecemos por la luz. Si es natural, mejor que mejor. Si es necesario proporcionarle luz artificial, me temo que la luz que proporciona la iluminación habitual en un hogar, es bastante pobre. Deberíamos de hacernos con lámparas especificas para cultivo de plantas, que son aparatosas, no muy estéticas, caras, y que lógicamente consumen. Tened en cuenta si vais a poder proporcionarle unas condiciones lumínicas aceptables al árbol, o si estáis dispuestos a desembolsar el gasto de una lámpara. Si a pesar de ello, os decidís por una especie que tenga que estar temporadas dentro de casa, colocarlo lo más cerca posible de las ventanas. Normalmente los radiadores de la calefacción suelen estar colocados bajo las ventanas, por lo que conseguir alejarlos de fuentes de calor y acercarlos a la fuente de luz es tarea difícil. Yo puestos a elegir, elijo luz. Tengo varias plantas (todos ficus de distintas especies) y alguna otra especie aportada por amigos y familiares para su cuidado o recuperación, que en mi clima necesitan pasar largas temporadas dentro de casa. Todos ellos están frente a las ventanas y cerca de los radiadores, y a sabiendas que no es lo ideal, es menos malo que alejarlos del calor y también de la luz. El calor como tal no es malo, no olvidemos que se trata de árboles tropicales acostumbrados al calor. Realmente lo que más les afecta del asunto calefacción es la falta de humedad ambiental. HUMEDAD En mi caso, nunca pongo árboles sobre bandejas o platos que en el fondo tengan agua, toque esta o deje de tocar el sustrato. Y tampoco pulverizo la copa de los árboles. Sé que no es lo aconsejado habitualmente, pero yo expongo mi experiencia, y que cada cual elija lo que le parezca más correcto. ¿Por que no al agua bajo la maceta?. En mi opinión el agua se evapora creando un ambiente más o menos húmedo alrededor del árbol, pero también esa humedad es absorbida por el sustrato a través de los agujeros de drenaje, prolongando el tiempo durante el cual el sustrato se mantiene húmedo no siendo necesario el riego, pero manteniendo un nivel de humedad más constante en el cepellón. A mí me gusta regar, y si un árbol no necesita de un riego frecuente me empiezo a preocupar. El riego además de aportar agua al árbol, disuelve las sales para su nutrición, y también, y muy importante, expulsa gases nocivos producidos en el interior del cepellón y renueva el aire tan necesario para un correcto desarrollo de las raíces. Por eso me gusta regar mucho, que no es lo mismo que decir que me gusta mucho regar. Porque en un árbol que “chupa” agua como un loco, tenemos un síntoma claro de que sus raíces funcionan. Regar mucho para mí, es regar abundantemente y con frecuencia, no poquito y todos los días. Y tampoco pulverizo la copa, solo de vez en cuando y con el objeto de eliminar el polvo acumulado en las hojas y favorecer su funcionamiento. Y cuando digo de vez en cuando, digo una vez cada quince días, o tres semanas, o simplemente, cuando veo que les viene bien una www.mundobonsai.net

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duchita. Eso de pulverizar por sistema la copa del árbol no le encuentro una razón de ser suficientemente argumentada. ¿Por crear humedad ambiental?. Vale, una humedad ambiental puntual, el tiempo que dura el agua hasta evaporarse ¿y después?. Pulverizas agua en la copa y es inevitable que una parte caiga al sustrato, prolongando la humedad en él e impidiendo riegos más frecuentes. No me gusta, prefiero regar más. Prefiero colocar cerca del árbol algún recipiente con agua, con una gran superficie para favorecer la evaporación, y que mantiene un nivel de humedad constante y alrededor del árbol, que es realmente donde lo necesita, no en el cepellón. No olvidemos que calor y humedad es una combinación ideal para la aparición de plagas, y sobre todo de hongos. Casi peor puede ser un exceso de humedad que un ambiente seco. Equilibrio: Aquí hago una aclaración, estoy hablando de pulverizar agua en árboles que se cultivan en el interior de nuestras casas. En condiciones climatológicas de mucho calor, insolación o viento, una duchita fresca les viene de maravilla para refrescarlos y compensar la evaporación foliar y ayudar un poquito a las raíces en la tarea. TEMPERATURA Respecto a la temperatura, cualquier temperatura que haga dentro de nuestra casa y nos resulte cómoda a nosotros les va a sentar bien a nuestros árboles. No creo que sea necesario obsesionarse con ella, ya que lo hemos metido en casa para protegerlo del frío, así que mas le vale al árbol no poner pegas con esto, que nos estamos desviviendo por él y montando un circo de cuidado con bandejitas y gaitas. Pues creo que tenemos repasados tres factores fundamentales para la supervivencia de nuestro árbol dentro de casa, la luz, la temperatura y la humedad ambiental. Ahora me queda un asuntillo a tener en cuenta dentro de una casa, y en el que sé que también puede haber discrepancias de opinión. Las “corrientes de aire”. Hay quien dice que esto es un mito, e incluso una chorrada. Pues puede que si y puede que no, pero que queréis que os diga, yo he tenido alguna mala experiencia con ellas, y desde luego que a mí, ni mi parecen un mito y después de las consecuencias, menos todavía una chorrada. Cuando abrimos las ventanas de una habitación para ventilar y renovar el aire de la misma, todos sabemos que si hay otra ventana abierta en el extremo opuesto, se genera una corriente de aire que a veces tiene la suficiente fuerza para cerrar puertas y ventanas. Si la puerta de nuestra habitación está cerrada, el aire se renueva pero la corriente de aire no se produce. Esta situación es perfectamente asumible por el árbol e incluso deseable, no hay porque retirarlo cuando ventilamos la habitación. Pero ¿qué ocurre si se produce la corriente de aire y tenemos al árbol expuesto a ella durante un tiempo prolongado? Pues que se produce un desequilibrio. Sea aire mas o menos frío, mas o menos caliente, si el árbol esta expuesto a dicha corriente puede sufrir una deshidratación a pesar de tener el sustrato húmedo. Más rápido si el aire es caliente, menos si es frío, pero el resultado es el mismo, simplemente depende del tiempo que esté expuesto a dicha corriente.

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¿Por qué?. Además del calor, las hojas evaporan agua debido también al aire o viento. La ropa tendida se seca antes si sopla aire, que si simplemente le da el Sol. Si esa evaporación es muy rápida, las raíces no son capaces de compensarla bombeando más, todo tiene su limite, y nos podemos encontrar con un cepellón húmedo y el árbol completamente mustio o con las hojas secas debido a un exceso de evaporación. Esto lo saben bien aquellos que viven en zonas de vientos fuertes y cálidos. Podéis hacer la prueba a ver que pasa. Si os ocurre esto, poco podemos hacer. Si lo pillamos a tiempo, lógicamente retirarlo de la corriente de aire, pero NO regarlo aunque veáis el sustrato seco. Aquí si que aconsejo pulverizar. Colocarlo en un sitio húmedo y fresco y que no le dé el Sol, si está a oscuras tampoco pasa nada. Pulverizar la copa, si es necesario varias veces y cuando comencéis a ver que las hojas reaccionan, humedecer el sustrato, pero sin pasaros. Pasadas una par de horas o tres, si el árbol reacciona al pulverizado y al ligero aporte de agua al sustrato, entonces regaremos en profundidad. No es mano de santo, y si el árbol no ha sufrido una deshidratación excesiva, lo habitual es que reaccione. Si no lo hace, por mas que reguéis me temo que tarari, el mito ha atacado de nuevo. Aunque no os lo creáis, mi intención al comenzar este post, era dar una serie de truquillos para prolongar la permanencia de nuestro árbol en el sustrato original hasta la llegada de la época propicia para realizar un trasplante con garantías, además de comentar una serie de ventajas y desventajas que encuentro a la practica de rellenar de nuevo sustrato las macetas con falta de él, o de cambiarlos a pelo sin tocar el cepellón. Pero como mi capacidad para resumir resulta evidente que no existe, creo que tendremos que esperar a un nuevo post para ello. Repito que lo anteriormente expuesto es simplemente fruto de mis experiencias y observaciones, mas o menos acertadas, más o menos válidas, pero al final, las que tengo o he tenido. Si alguien le sirven, estupendo, si no le sirven, pues siento que se haya leído todo esto.

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EL RIEGO Por regla general, los árboles de “venta masiva” están plantados en dos tipos de sustrato. Una tierra arcillosa, compacta y dura, o por el contrario una mezcla de materia orgánica y arena fina. Ambas tierras, olvidándonos de otros posibles problemas nos crean unos inicialmente bastante graves: ¿Con qué agua riego? De esto se ha hablado y escrito mucho tanto en los artículos de la web Portalbonsai como en su foro. Vamos a intentar regar con agua que contenga la menor cantidad de sales disueltas que sea posible. Si el agua es mala, además de poder contener posibles compuestos químicos nocivos para la planta, los cuales ni quiero ni pretendo imaginarme, un exceso de sales dificultan el correcto funcionamiento de las raíces además de saturar el sustrato. ¿Cada cuánto riego? Buena pregunta. Difícil respuesta. En el post “cuando el diablo se aburre V” (foro de portalbonsai.com), aconsejaba, por motivos de aclimatación del árbol, buscarle un emplazamiento estable. El colocar el árbol siempre en el mismo sitio nos va a ayudar también a nosotros a regar. Al tener unas condiciones estables, el consumo de agua a su vez será mas o menos homogéneo. Esto no significa que si hemos regado pasados tres días, siempre tengamos que hacerlo cada tres días, pero nos dará una idea de las necesidades de árbol. En el caso de un árbol que esté dentro de casa, pocas variaciones tendremos. El problema nos puede surgir cuando lo tenemos en la calle. Si está expuesto a la lluvia, una temporada de lluvias continuadas pueden producir un exceso de agua en el sustrato. Recordad que me estoy refiriendo a los sustratos originales. Seria mejor protegerlo del exceso de agua, y si está lloviendo y necesita riego, aprovechar para que sea la madre naturaleza quien nos lo riegue. La insolación, temperatura y viento, también influirá en la frecuencia de riego. Recordar simplemente que es más fácil matar un árbol por exceso de riego que por defecto, así que mejor pecar de rácanos. La técnica en tantos sitios aconsejada sobre regar cuando la superficie del sustrato esté seca, no sé yo si es aplicable a los sustratos de los que estamos hablando. Me explico y después vosotros decidís. A partir de aquí la cosa se va a liar, así que paciencia. Si os habéis informado un poco sobre sustratos y trasplantes, habréis leído también sobre la importancia del cribado y selección del tamaño del grano, así como del diferente grosor del mismo en base a la altura en que el sustrato se encuentre en la maceta.

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Como se puede apreciar en el esquema anterior, primero se coloca una capa de drenaje, compuesta de guijarros más o menos gruesos, y que tiene como misión crear una zona con mucho espacio entre granos favoreciendo la evacuación del agua, la circulación del aire, y evitando que se cieguen los agujeros de drenaje de la maceta. Esta capa de drenaje debería de estar compuesta de un material que no absorba agua ni nutrientes y consistente para que no se degrade. La idea es que no se ciegue nunca, así que intentar impedir que las raíces pasen por ella ni siquiera de visita es interesante. Posteriormente, y según la altura de la maceta se colocan diferentes capas de diferentes grosores cada una de ellas. En este punto aclarar que el numero de capas y tamaño del grano depende mucho del cultivador, especie, altura de la maceta, etc. pero solo pretendo llegar al porque de las cosas. Por encima de esta capa de drenaje, se colocan las distintas capas del sustrato donde “realmente” se van a desarrollar las raíces. Más grueso en la zona inferior, menos en la superior, de una forma progresiva. ¿Porqué se hace esto? Vamos a centrarnos solo en el tema del riego, porque por haber, hay alguna otra razón más. Cuanto más grueso es el sustrato, mas espacios queda entre los granos, mayor circulación de aire se produce, y la humedad se evapora con mas facilidad. Cuanto más cerca de la superficie está el sustrato, el Sol, el calor y el viento, más rápidamente evapora la humedad que contiene el mismo. Si disponemos en toda la maceta de la misma granulometría, y la maceta es profunda, se nos va a secar mucho antes la parte superior que la parte interior del sustrato. En macetas bajas, esta diferencia es mínima, pero en macetas profundas puede ser notable. El objetivo de las distintas capas es tener diferentes “niveles de evaporación” con el objeto de que la humedad en cualquier nivel del sustrato sea lo mas equilibrada posible. Mas retención de humedad en las zonas altas, menor en las bajas. De este modo se pretende conseguir que cuando la capa superior del sustrato esté seca, lo cual utilizamos como referente para regar, el interior también lo esté o casi. Esto, con un sustrato decente es la teoría, y no difiere en exceso de la práctica. Pero ¿qué ocurre con los sustratos indecentes?. Como habréis podido observar, el tema de la granulometría brilla por su ausencia. Tenemos una masa más o menos compacta toda igual, y lo del drenaje suele ser un lujo del cual no disponemos. ¿Que ocurre si regamos cuando la capa superficial está seca?. Pues sencillamente, que la zona interior del cepellón seguramente esté muy húmeda, por no decir encharcada. Ese es el motivo por el cual no me parece muy correcto www.mundobonsai.net

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regar esos sustratos siguiendo el criterio de la capa superior seca. Muchas veces leo post de foreros que riegan con ese método y los problemas se mantienen. Pensad si no puede ser por esto. Me parece un mejor criterio la observación, tanto del sustrato como de las hojas. Un poquito de paciencia, observar las hojas del árbol y al mismo tiempo el sustrato, y cuando veamos que las hojas comienzan a dar síntomas de falta de agua ver en que condiciones se encuentra el sustrato, y regar. En poco tiempo le pillareis el truco, y lo haréis de forma mecánica. No olvidéis que es más fácil matar un árbol por excesos que por defectos.

¿CUANTO RIEGO? Vamos a diferenciar entre los dos tipos de sustratos, los arcillosos, compactos y duros, y los “orgánicos” blandos y esponjosos. Los primeros generalmente están compuestos de tierra de campo, y podemos encontrarnos dentro de todo, desde conchas de moluscos, piedras, y vete tú a saber que otras cosillas. Mi recomendación para un sustrato normal sería regar mediante una regadera o cualquier apaño que nos fabriquemos desde el exterior del sustrato, evitando la inmersión y utilizándola esta en casos muy puntuales. Pero con los sustratos que nos ocupan, decantarme por uno u otro método se me hace difícil. Vamos a ver porque.

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Riego con regadera de un sustrato arcilloso. Este sustrato es difícil de regar. Si lo haces por encima, es habitual que el agua patine, escurriéndose por los bordes de la maceta, o deslizándose entre el cepellón y las paredes de la maceta. Al deslizarse por el exterior del cepellón enseguida sale el agua por los agujeros de drenaje, y nos puede dar la impresión de que ya está el sustrato saturado, dejando de regar. Nada mas lejos de la realidad. Al ser tan compacto, al agua no le da tiempo a filtrarse en el interior del cepellón, y lo más seguro es que solo reciban agua las capas exteriores a éste. Hay que insistir mucho y desperdiciar mucha agua, para tener unas mínimas garantías (y digo mínimas) de que el agua ha llegado al interior del cepellón. La verdad es que con este tipo de sustratos, regar con regadera no es muy aconsejable.

Riego por inmersión de un sustrato arcilloso. Si regamos por inmersión, y mantenemos la maceta el suficiente tiempo dentro del agua, favorecemos la absorción del agua en todo el cepellón y ahorramos agua. ¿Cuánto tiempo?. Pues dependerá del tamaño de la maceta y de lo compacto que esté el sustrato, pero por regla general cinco minutos NO serán suficientes. Suelen venir tan compactos, que su porosidad es casi nula. Cuando intentéis deshacer el cepellón para trasplantarlo, veréis lo que hay en el interior y lo que cuesta meter los palillos.

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Mi consejo tanto para ambos sustratos es sumergir la maceta hasta la mitad de su altura más o menos, pero no cubrir por completo el sustrato. ¿Porque? Si sumergimos la maceta hasta media altura, la superficie del sustrato nos indicará cuando está completamente regado, ya que la capacidad de absorción de agua tanto hacia el interior del cepellón como hacia la superficie serán similares, así que podemos pensar que si la superficie del sustrato se ha humedecido, la parte central también lo habrá hecho. Si por el contrario introducimos la maceta por completo en el agua, la superficie del sustrato no nos sirve de referente, y no podremos saber si el tiempo que lo tenemos sumergido es poco o mucho para un riego correcto.

Y la misma dificultad que tiene para humedecerse el interior del sustrato, es proporcional a la hora de secarse. Podemos tener el exterior de la tierra seca y el interior muy húmedo, y si volvemos a regar fijándonos en el exterior, no hacemos mas que mantener las raíces constantemente mojadas. Por esto doy mi consejo de observar tanto las hojas como el sustrato. La verdad es que hasta para una persona con experiencia le resulta difícil regar correctamente árboles plantados en estos sustratos, pero vamos a intentar minimizar los problemas. Riego de un sustrato orgánico. El sustrato orgánico está compuesto por turba y/o mantillo y probablemente con adicción de arena fina. Es menos difícil de regar aunque también tiene sus pegas. Veréis que es capaz de retener agua entre cinco y diez veces su peso, y eso es mucha agua. Pensemos entonces que un árbol plantado en ese sustrato, una vez completamente regado y saturado, va a disponer de agua durante un periodo de tiempo muy prolongado. La evaporación y consumo dependerá del árbol y las condiciones climatológicas, pero dentro de casa no variará mucho respecto a un sustrato arcilloso. Se producirá un desecamiento de las capas exteriores, pero mantendrá mucha humedad en las zonas interiores. www.mundobonsai.net

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¿COMO RIEGO? Riego con regadera de un sustrato orgánico. Si lo dejamos secar lo suficiente como para que la parte interior del cepellón también se seque, cosa que seria lo ideal (siempre observando la reacción de las hojas), tiene la mala costumbre de reducir también el volumen, separándose de las paredes de la maceta. A pesar de ser un sustrato que permite mejor que el arcilloso el paso del agua a través de él, no nos podemos tampoco fiar de regar por encima hasta que el agua escurra por los agujeros de drenaje. La mayor parte de esta agua de riego se escapara entre las paredes de la maceta y el cepellón. Es un buen método hacer un primer riego más o menos intenso para que el sustrato comience a absorber agua para, pasados unos minutos, volver a regar nuevamente con más intensidad. Pasa algo parecido a cuando se riega una maceta con musgo en la superficie, en la primera regada la mayor parte del agua surfea por el musgo y se va por los bordes de la maceta, y es en la segunda cuando realmente se ve que el agua pasa a través del musgo, regando el sustrato. Si es necesario hacerlo en tres veces, pues se hace. Riego por inmersión de un sustrato orgánico. No difieren respecto a lo dicho sobre los sustratos arcillosos, así que lo dicho anteriormente, es válido para estos. Simplemente indicar que sí que será necesario bastante menos tiempo para que el sustrato se sature. Respecto a la frecuencia de riego, es decir, cuando está seco el sustrato, de nuevo los consejos anteriores son válidos. CONSEJOS ADICIONALES PARA AMBOS SUSTRATOS Eliminar cualquier elemento que pueda dificultar el paso de agua a través de los agujeros de drenaje, sea este obstáculo el famoso fieltro, tierra o barro, raíces, o cualquier otra cosa. Eso nos evitará acumulaciones de agua en el fondo de las macetas además de facilitar el riego si lo hacemos por inmersión. Bueno, lo de evitar acumulaciones es muy relativo, porque depende de cómo haya sido moldeada (o mejor dicho, desmoldada) la maceta, pero por algo se empieza, ya tendremos tiempo de cambiarla. Una vez que terminemos de regar, cualquiera que sea el método elegido, inclinar la maceta entre treinta y cuarenta y cinco grados, o lo que podáis sin que se caiga el sustrato, para escurrir el sobrante de agua, primero en un sentido, y cuando deje de escurrir, inclinadla en el sentido contrario. Y lo más importante. Tanto si mantenemos con un exceso de humedad el interior del sustrato, como si este queda seco por un defecto en el riego, tendremos problemas. Si el interior del sustrato está permanentemente húmedo, lo más probable es que se produzca una podredumbre en las raíces situadas en esa zona, provocando la muerte de ramas de una forma aleatoria en el árbol, generalmente las interiores, o una zona concreta del mismo, justo las ramas que eran alimentadas por dichas raíces.

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Si por el contrario es falta de humedad, el resultado es el mismo, muerte de raíces y ramas secas. A veces una zona del árbol da señales de enfermedad, mientras que otra parece sana. Está puede ser una de las causas. Por regla general (apréciese el matiz), un amarillamiento de las hojas, suele ser debido a falta de riego. También se puede apreciar en que los brotes nuevos nacen lacios y terminan muriendo sin llegar a desarrollarse. Por el contrario, el exceso de riego suele presentar síntomas de ennegrecimiento de las hojas, y también de los brotes nuevos.

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COMO ABONAR Parto de la base de que los árboles están sanos y bien abonados la temporada anterior. Como ya he comentado otras veces, mis mezclas debido a mis métodos de cultivo están formadas exclusivamente de akadama y grava o volcánica, sin ningún aporte de otros tipos de materia. También explicar que los tengo situados a la intemperie casi todo el año por lo que están expuestos a las lluvias sean muchas o pocas. Sólo los protejo de mediados de Noviembre a finales de Febrero en un invernadero frío, más por organización que por verdadera necesidad, y por la época y la protección del invernadero casi no requieren riego. Durante todo el tiempo en que me he dedicado al cultivo de árboles, siempre he regado con el agua del grifo. El agua que sale de mi grifo no es agua de glaciares nórdicos, tiene su cloro, sus sales, su cal en la proporción en que toca, vamos, que no es agua de osmosis ni mucho menos. Pero la verdad sea dicha, es que excepto en verano, y no todos los veranos, con el agua del grifo riego bastante poco. La mayor parte de los riegos a mis árboles los hace una coleguita muy apañada llamada Madre Naturaleza. Así que el aporte de elementos extraños o perjudiciales para el sustrato y la planta, es muy pequeño, y además, al llover tanto, el efecto de lavado del sustrato es muy frecuente, por lo que la acumulación de sales es mínima. Tengo una colección tanto de árboles como de plantones en distintas fases de formación bastante amplia. Regando con regadera, y teniendo en cuenta que acostumbro a regar en dos o tres pasadas, doy más viajes al deposito de agua de lluvia (también tengo uno) para llenar la regadera que para regar como tal. ¿Porque no utilizo “casi” abonos químicos solubles en el agua?. Por varias razones fundamentales. 1.Debido a las lluvias es prácticamente imposible mantener un plan de abonado que se pueda llevar a cabo con un mínimo rigor. Si decido abonar cada diez, o cada quince días, y el abono he de aportarlo mediante el agua de riego, se da el caso de que cuando toca abonar, está lloviendo, por lo que no riego, con lo cual no abono, y he de esperar al momento propicio para hacerlo (demasiado aleatorio). 2. Si he de preparar la mezcla en la regaderita, de cuatro litros, utilizo decenas de litros de mezcla, con lo que supone de trabajo y de desperdicio de abono (muy laborioso y caro a larga). 3. Si para aprovechar la mezcla lo hago por inmersión, o colocando bandejas de recogida de agua para reaprovecharla, tengo dos cosas en su contra. La panzada a mover árboles que he de pegarme, cosa a la que no estoy dispuesto y la posibilidad de transmitir posibles enfermedades de un árbol a otro mediante el agua, cosa que prefiero también evitar. 4. Al abonar mediante el riego con estos abonos, teniendo en cuenta que mis mezclas no poseen nutrientes por si mismas y he de confiar este aporte de nutrientes al abonado, que la acción de lavado (lixiviación) es muy alta, y que en mi opinión es mejor un abonado constante y controlado que uno puntual y aleatorio, me hace desestimar este método.

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Esto respecto a por que no utilizo “casi” los abonos solubles. Y digo “casi” por que hay dos épocas concretas en que si que lo hago, así que sé de lo que hablo cuando me refiero a panzadas y a gastos. Utilizo abonos químicos solubles en dos épocas muy concretas. Una es Otoño. En Otoño retiro el abono orgánico de todos los árboles, y durante aproximadamente mes y medio o dos meses, abono con químico con una composición de N=0, P=10 y K=10. Utilizo un abono químico soluble en agua, y la razón de esta proporción de macro elementos es el no aportar ni gota de Nitrógeno, ya que la prioridad de los árboles en esta época, no es la producción de hojas, sino lignificar y acumular reservas para la brotación de la nueva temporada. Este abonado favorece mucho la producción de yemas tanto de flor como de brotación, así como la lignificación. Teóricamente, si el abonado ha sido correcto y equilibrado durante toda la temporada, tampoco es algo necesario el realizar este tipo de abonados, pero es que algunos somos muy raritos, y lo llevamos haciendo así desde hace tiempo, y nos cuesta cambiar. Simplemente es lo que yo hago, cada cual que estime si le es conveniente o no. La otra época en que utilizo este abono es primavera, pero en este caso es menos laborioso puesto que solo lo aplico en una especie con una fase de formación concreta. Los pinos en fase de refinado, o “acabados”. Utilizo un abono sin nitrógeno durante toda el periodo de brotación de las yemas. Una vez que he seleccionado yemas, he pinzado y las acículas están abiertas y maduras, dejo de abonar con N=0, P=10 y K=10, y comienzo a abonar con orgánico. En el caso de los pinos, utilizo abono orgánico Hanagokoro. El motivo de utilizar un abono sin nitrógeno es que no me interesa en estos árboles un gran crecimiento con velas y agujas largas, sino compacto y cortito. El abono junto a la selección de yemas y pinzado corto es una buena combinación para lograr dicho objetivo. Como referencia decir que Hanagokoro tiene una composición de macro nutrientes de N=4, P=5.5 y K=1. Esto respecto a los abonos químicos solubles. Vamos a ver que es lo que hago con el resto de especies y fases de formación. Como ya he comentado el porque no utilizo los abonos solubles, explico también porque utilizo los orgánicos. En primer lugar y no menos importante, por comodidad. El colocar el abono sobre el sustrato y olvidarme de él durante un mes me resulta práctico y cómodo. Al menos más practico y cómodo que andar preparando la disolución de químicos para regar. Por otra parte, el aporte de nutrientes es continuado, independientemente de mi memoria o de que tenga que regar o me riegue los árboles la Madre Naturaleza. Si llueve mucho tengo la seguridad de que por mucho que la lluvia lave de nutrientes el sustrato, siempre hay abono que va aportando los nutrientes necesarios, y si el que riego soy yo, también tengo la seguridad de que aporto los nutrientes necesarios en cada riego, ya que las necesidades hídricas y de nutrientes del árbol van estrechamente relacionados a su vigor, masa foliar, etc. Siguiendo con las coníferas, por regla general utilizo Hanagokoro también en árboles ya formados, y Biogold (N=5.5, P=6.5 y K=3.5) en árboles en formación. Son cosas mías. Hablando de estas dos marcas una serie de apuntes. Además de las diferencias en la composición en el campo de macro nutrientes, decir también que los requisitos en micro nutrientes de un árbol son muy importantes pero en muy pequeña cantidad, y según parece, casi cualquier medio de cultivo de los utilizados para nuestros árboles posee los micro nutrientes necesarios para una planta. Aplicando esta teoría, y a sabiendas que en los abonos orgánicos los hay, pues eso, que ni me preocupo. Si que se me ha dado el caso de árboles mal abonados en la temporada anterior, o débiles por cualquier motivo en los que he tenido que aportar algún elemento extra al abono orgánico, sobre todo en primavera, nada que no se solucione con unos quelatos o un chute de químico con buena cantidad de micro elementos. www.mundobonsai.net

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La “ventaja” del abono químico es que en cuanto lo aplicas la planta lo asimila. Su “desventaja”, que en cuanto dejas de aplicarlo, (es decir, riegas con agua sin nutrientes) has de fiarte de que el sustrato haya sido capaz de fijarlo para después cedérselo a las raíces, y eso depende mucho de las capacidades del sustrato y de la frecuencia de riegos. Biogold es un abono orgánico ya fermentado o prefermentado, mientras que Hanagokoro al parecer no. Mientras que Biogold no acostumbra a crear hongos ni a producir olores desagradables en el proceso de degradación-disolución, Hanagokoro si que lo hace. Es habitual que Hanagokoro se cubra de hongos si la humedad es elevada, nada peligroso, ya que ayudan al aporte de los nutrientes, pero si algo antiestético. Lo que sí que encontrareis es un olor bastante desagradable los días posteriores a su aplicación, debido a la fermentación.

Tanto el uno como el otro suelen acoger bajo ellos unos bichitos blancos diminutos, que cuando levantas el abono para cambiarlo se menean como el rabo de una lagartija. Tampoco son malos, al contrario, la micro fauna en los sustratos es altamente beneficiosa siempre que no supongan enfermedades o plagas y en este caso no lo son. Esto me hace recordar otro motivo por el que no utilizo los abonos químicos, y es que con esos abonos es más fácil cargarse esa micro fauna, así como las micorrizas. Otra cosa a tener en cuenta con los abonos orgánicos es su facilidad para quemar el musgo. Son como el caballo de Atila, allí donde está puesto el abono, el musgo se quema. Tampoco es preocupante, una vez que lo retiras, el musgo vuelve a colonizar la zona. Bueno, esto me pasa a mí porque coloco el abono directamente sobre el sustrato o el musgo, si utilizáis esas cestitas que se pinchan en la tierra y quedan elevadas, no pasa.

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En otras ocasiones os podéis encontrar bajo las pastillas de abono las puntas de las raíces que han tirado hacia arriba en busca de nutrientes. Otro tema que se soluciona con las cestitas. Es un motivo este también por lo que se recomienda colocar el abono alejado del tronco, una forma más de obligar a las raíces a ir hacia el exterior del tronco, y no que se queden zanganeando cerca de él. Respecto a la degradación de estos abonos y su duración, Biogold tiende a deshacerse, sobre todo en periodos de mucho riego o lluvia y poco sol. Si la pastilla se mantiene húmeda durante muchos días y el sol no la seca manteniéndola más o menos sólida, tiende a deshacerse, haciendo más dificultosa su retirada. No me gusta dejarlas que se deshagan por completo para evitar problemas de drenaje en el sustrato, así que si cuando toca retirarlas están blandengues, y se deshacen al cogerlas, mejor utilizar algo a modo de cuchara para retirarlas. Hanagokoro en este aspecto es más consistente, difícilmente se deshace, quedando como huecas y porosas una vez que están consumidas. Respecto a la duración útil de ambas podemos considerar que aportarán nutrientes durante un periodo de un mes aproximadamente, dependiendo esto de la frecuencia de riego, a mayor riego, antes perderán los nutrientes. Respecto a cuando comienzan a aportar los nutrientes, pues aquí me tengo que fiar de lo que siempre se ha dicho y que no tengo modo alguno de corroborarlo. Vamos, que se dice, se habla, se comenta, que aproximadamente quince días después de su aplicación es cuando comienzan a aportar nutrientes, y que su duración es de aproximadamente un mes como ya he dicho antes. ¿Un mes después de su aplicación o un mes después de que comienzan a aportar nutrientes, es decir, en total seis semanas?. Pues como no lo sé, y no tengo medios para comprobarlo “científicamente” lo que yo hago es lo siguiente: Solapo las aplicaciones de abono. Es decir, que sobre la maceta hay pastillas viejas y nuevas a la vez. Les doy por regla general una vida de 6 semanas, a no ser que vea que por el riego se degradan mucho, entonces la vida que les doy es menor. Me explico. Si coloco hoy las primeras pastillas, pasadas tres semanas coloco nuevas sin retirar las viejas, y pasadas 3 semanas, retiro las primeras colocando nuevas. Y así hasta que dejo de abonar. De esta forma me cubro, y como tampoco hay miedo a sobredosis, aseguro que las pastillas que hay sobre el sustrato son útiles, o las unas o las otras.

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Arboles no trasplantados esta temporada. A los árboles en periodo de formación, que me interesan que crezcan mucho, los comienzo a abonar en cuanto comienzan a dar los primeros síntomas de brotación. Entre que el abono comienza a pasar al sustrato, que tiran de reservas y tal, pues para cuando ya están bastante brotados el abono comienza a hacer sus efectos. Si las instrucciones del abono indican una pastilla por centímetro de maceta, pues no hago ni caso y coloco pastillas como por un tubo. No hay riesgo de sobredosis, y la verdad coloco el número de pastillas mas a huevo que otra cosa, pero os puedo asegurar que son muchas. En árboles en fase de refinado, no abono hasta que no he realizado la primera tanda de pinzados. No me interesa que broten con hojas grandes y entrenudos largos, así que les hago brotar de reservas, por eso la importancia de un correcto abonado la temporada anterior. Una vez que dejo de pinzar, y tienen ese periodo tonto en que reaccionan al pinzado, producen nuevas yemas o activan las latentes que no han brotado, es cuando les aplico el abono. En este caso la cantidad es menor, aquí si que me ajusto más a la dosis de pastilla dimensiones de maceta, pero también lo hago mas o menos a voleo. Mediante el abono, también se puede controlar el crecimiento y tamaño de las hojas.

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Arboles trasplantados esta temporada. Aquí si que aplico la máxima de no abonar un árbol hasta pasado un periodo prudencial después del trasplante, aunque como ya he dicho que no tengo claro cuando comienza el abono a aportar realmente los nutrientes, por sistema coloco las pastillas tres semanas después del trasplante en árboles en formación, ni para ti ni para mí. Nunca he tenido problemas. Respecto a árboles en fase de refinado, continuo aplicando el no abonar hasta que no entran en la fase tonta. Tiran de reservas estos también. ¿Cuándo dejo de abonar?. Pues depende de cómo se porten los árboles. Se supone que en periodos de mucho calor, pleno verano, la actividad de la planta se reduce en lo que a brotación y crecimiento se refiere. Esto por regla general sucede, pero siempre hay excepciones. Si veo que el árbol va a su bola y sigue brotando mantengo el abonado, y si veo que realmente se para, entonces lo retiro o dejo de sustituirlo, más por una cuestión económica que funcional, ya que pienso que daño tampoco les va a hacer. Recordad que abono de forma solapada, así que generalmente dejo la última tanda de abono hasta que veo que esta “seco”, y simplemente durante las semanas de parón, no aplico abono nuevo. Esto de dejar de abonar en verano y volver a abonar en Otoño o cuando ellos reinicien la actividad, reconozco que depende del año me da sus problemillas. La climatología es variable, y los árboles caprichosos, y no todos los años su Otoño llega cuando a mí me viene bien. Quiero decir con esto que se han dado años en que he abonado después del parón veraniego, nuevamente con orgánico para después pasar al 0-10-10, otros que directamente he pasado al 0-10-10 y otros en que he abonado con los dos a la vez porque me estaba pillando el otoño y ya había colocado el orgánico. Esto lo podéis solucionar si no os complicáis la vida tanto como lo hago yo.

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EL TRASPLANTE Cualquier planta puede “sobrevivir” en casi cualquier sustrato de mejor o peor forma, por lo que nada más lejos de mi intención que dar una relación de sustratos por especies, ni de mezclas, y menos aún de entrar en un debate sobre lo que a unos les va bien, a otros mejor, y a otros magníficamente. Habéis de ser vosotros en función de vuestro clima, disponibilidad de riego y abonado, experiencia y medios, los que decidáis el sustrato a utilizar, así que solo daré unas pautas que me parecen importantes y que os pueden ayudar a decidir la mejor mezcla para vuestras condiciones concretas. Hay que observar los árboles e ir preparándolos si necesitan trasplante, si vamos a cambiarles de maceta, que es lo que queremos que hagan, los sustratos que necesitamos, drenajes, rejillas, alambre, macetas, etc. para ir haciendo acopio de material y que después no nos pille por sorpresa sin alguno de estos elementos. Investigad, preguntad, consultad, analizad la información y tomad la decisión que más adaptada a vuestras condiciones os parezca. Cuanto más leáis sobre el tema, más dudas tendréis de cual es la mezcla de sustratos correctos. ¿Porque?. Pues sencillo y difícil de explicar a la vez. Tanto los libros de autores consagrados y por consagrar, como los artículos de revistas y post de foros etc. están escritos por gente de muy diversas zonas climáticas, “escuelas”, manías y accesibilidad a sustratos, así que cada cual adapta todas esas variables a sus condiciones particulares. En definitiva, que lo que le puede ir bien a un maestro japonés, puede ser fatal para un aficionado mediterráneo, y lo que le va ideal a un peninsular del norte, le puede ir mal a otro del sur. La mejor época para trasplantar la mayor parte de los árboles es cuando comience “su primavera”, es decir, cuando comiencen a hinchar las yemas. Ese es el momento idóneo para realizar el trasplante. Incluso antes es factible, hasta aconsejable. ¿Cómo saber si un árbol va a comenzar a brotar, antes de que comience a brotar?. Pues las raíces nos lo dirán. Lo normal cuando se va a trasplantar un árbol es que la maceta esté abarrotada de raíces, por lo que el cepellón es una masa compacta de raíces y tierra, con dificultades de drenaje y oxigenación y sin espacio para que las raíces sigan creciendo. Este es uno de los motivos que nos obligan a trasplantar. Si es posible extraer el cepellón de la maceta1 sin que este se desmorone, podremos ver las raíces y saber si han comenzado su actividad. Será fácilmente apreciable por un cambio del color en las puntas de las mismas, incluso un ligero crecimiento que facilita más reconocer ese comienzo de actividad. Si las raíces han comenzado a moverse, podemos trasplantar ese árbol. Si la maceta no tiene las paredes rectas sino curvadas, casi mejor que lo dejéis hasta que sea la parte aérea del árbol la que os indique el momento oportuno. Si las raíces no presentan síntomas de actividad, volvemos a meter el cepellón en la maceta, y a esperar.

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Nota del autor: 1. Para sacar el cepellón de la maceta, eliminar el alambre de anclaje del árbol que sobresale por el agujero de drenaje, golpear ligeramente la maceta por sus laterales y tirar del tronco hacia arriba sin torsionar el árbol.

Con respecto al Ph del sustrato, pues combinaciones múltiples. Para no liarnos mucho seria mejor utilizar una mezcla lo más neutra posible, de forma que con ligeras aportaciones de un componente u otro podamos acercarnos a los valores ideales para cada especie. Además, utilizando una mezcla “neutra”, tendremos en teoría más controladas las variaciones de PH debidas al riego y abonado, y podremos corregirlo a medida que pase el tiempo añadiendo pequeña cantidades de productos específicos. Requerimientos de humedad. Pues en función de que nuestro árbol necesite más o menos, deberemos de aumentar o reducir la proporción de los tres elementos básicos anteriormente citados. Aquí ya influye mucho nuestra zona climática, posibilidades que tenemos de regar cuando el árbol lo necesite, etc. Si ponemos mucha arcilla y materia orgánica, tendremos una gran capacidad de retención de agua y menos drenaje, y si por el contrario aumentamos la cantidad de material drenante, nuestro sustrato retendrá menos agua, así que será necesario regar con mas frecuencia. ¿Que queremos que haga nuestro árbol?. Volviendo a tomar como ejemplo el sustrato en el que vienen los árboles comerciales, o son masas pétreas de arcillas o aglomeraciones de materia orgánica. Después de todo lo leído hasta aquí, ese sustrato de drenante, nada de nada, oxigenación nula, y dificultad para el riego, toda. Vamos, un dechado de “virtudes”. Cuanto mayor sea el tamaño de grano que utilicemos, mas espacio libre quedará entre ellos, con lo que aumentamos el espacio disponible para el crecimiento de las raíces, aumentamos la cantidad de aire que puede contener el sustrato, y favorecemos el drenaje. Queremos que nuestro árbol engorde. Pues vamos a necesitar un contenedor más grande que el actual (sin pasarnos) y una granulometría muy gruesa en todos los componentes del sustrato que utilicemos. Cuanto más grande el grano, mas circulación de aire, pero también mas necesidad de riego. Y claro, como queremos que engorde, también necesitamos que el sustrato retenga más nutrientes así que hemos de obrar en consecuencia, aportando mas elementos capaces de retener agua y nutrientes. No aconsejo pasarnos con el tamaño del contenedor, pues si lo ponemos demasiado grande las raíces se “distraen” llenándolo, y hasta pasado un tiempo no se ve un equilibrio entre el crecimiento de las raíces y el aéreo. Mas vale trasplantar con más frecuencia, ganaremos tiempo y espacio.

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Queremos ramificar. Pues aquí necesitamos un tamaño de grano intermedio. Se supone que hemos conseguido el tamaño de tronco deseado, y gracias al trasplante un correcto nebari y un considerable cepellón de raíces finas. No interesan crecimientos vigorosos, sino uno controlado. En buena parte esto lo conseguiremos reduciendo el tamaño del contenedor y de la granulometría, sin olvidarnos de otras técnicas que ahora no vienen al caso. Al reducir el tamaño del grano, reducimos a su vez el espacio libre entre granos, así que aquí debemos aumentar la cantidad de materia drenante, pues el sustrato ahora retendrá mas agua y menos aire. Tenemos el árbol “casi” terminado, nos interesa mantener y conseguir una ramificación lo más fina y compacta posible. Pues aquí reduciremos mas todavía el tamaño del grano, y también deberíamos de disminuir la cantidad de elementos capaces de retener agua y nutrientes. SUSTRATOS Muchos de vosotros os encontráis con un árbol que proviene de un centro comercial o de un vivero, con una tierra pésima. En ese tipo de tierra puede sobrevivir un árbol, pues ha estado plantado en ella durante casi toda su vida y nos han vendido un arbolito pletórico de hojas y ramas, pero que se ha ido estropeando poco a poco sin que terminemos de entenderlo. Esa tierra es “buena” y sobre todo barata para las condiciones de fabricación, transporte y mantenimiento de que disponen los viveristas, pero en nuestras casas, y con más ilusión que experiencia, se convierte en un cepo para las raíces, que las hace morir rápidamente, en parte por culpa de la tierra, y en otra buena parte por nuestro exceso de atenciones o desconocimiento. Pues esto es lo que vamos a intentar solucionar. Vamos a enterarnos primero de las características de nuestro árbol. ¿Requiere un suelo ácido o básico?. ¿Necesita un suelo muy drenante o requiere humedad en las raíces?. ¿Queremos que engorde, que ramifique, o simplemente refinarlo o mantenerlo?. ¿Cómo vamos a abonar?. ¿Podemos regarlo según necesite?. ¿Vivimos en clima con muchas lluvias o muy seco?. Y una cuestión que podemos pasar por alto pero muy importante ¿esta sano y fuerte?. Para simplificar el tema, vamos a partir de una mezcla digamos “estándar” de arcillas, gravas y materia orgánica. La arcilla nos va a proporcionar una serie de características al sustrato. Capacidad de retención de agua, granulometría mas o menos estable que permita el paso del agua y por consecuencia de aire, y retención de nutrientes. También en función de la arcilla utilizada, tendremos un PH mayor o menor. Ni gota de nutrientes, así que ojo. La grava o volcánica o arena de río o aquello que decidáis utilizar, nos proporcionará estabilidad a la mezcla, es decir, la hace más resistente a la degradación por erosión producida por los riegos etc. además de proporcionarnos algo importantísimo en cualquier mezcla, que es el drenaje. Ni gota de nutrientes, así que ojo.

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Por último, la materia orgánica. Esta nos proporcionara retención de agua y nutrientes en valores muy pero que muy superiores a la arcilla, y respecto al drenaje, pues poco por no decir nada, además de una cantidad limitada de nutrientes añadida por el fabricante. Bien ya tenemos los tres elementos básicos para el sustrato de nuestro árbol, ¿pero en que proporciones lo usamos?. Como habréis leído en muchos sitios, no es aconsejable abonar hasta pasado un periodo prudencial desde el trasplante. Pues bien, eso significa que en un periodo en el que el árbol va a necesitar de una cantidad muy grande de alimento para brotar y regenerar su sistema radicular, nosotros vamos y con toda la alegría del mundo, le ponemos un sustrato que en su mayor parte no contiene ni una gotita de comidita para el árbol. Y además no vamos a poder proporcionársela durante varias semanas. Pues aquí interviene la salud de nuestro árbol a la hora de decidirnos por como será el sustrato. Podemos hacer una mezcla teóricamente muy buena, pero que le siente fatal al árbol en ese periodo post trasplante si el árbol está débil. Hemos reducido el sistema radicular, así que es posible que debamos de reducir también la parte aérea y el árbol va a tener que realizar este primer esfuerzo de sus reservas, pues ni las raíces ni el sustrato van a ser capaces de mantener el equilibrio. Si el árbol está débil, puede que sea muy conveniente aumentar la cantidad de materia orgánica, o incluso añadir algún otro compuesto orgánico tipo humus para intentar suplir esas carencias. Pero atención, todo lo que pongamos de más lo estaremos sacrificando por otro lado en aspectos como el drenaje y oxigenación. (en Bonsái TODO es equilibrio, no lo olvidéis).

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COMO MEJORAR EL SUSTRATO ¿Cómo mejorar sin trasplantar los sustratos de nuestro árbol comercial?1. Una opción que nos queda para no trasplantar hasta llegada la fecha adecuada, seria la manipulación del sustrato. Conocemos las características” que nos dificultan un correcto riego, vamos a ver como podríamos modificarlas ligeramente en nuestro beneficio. Uno de los consejos que con más frecuencia se leen o escuchan ante un mal sustrato o un cepellón abarrotado de raíces, es pasar el árbol a una maceta de mayor tamaño, rellenando los huecos con sustrato nuevo. Me parece bien, siempre que tengamos una serie de factores en cuenta2.

Vamos a suponer que tenemos un cepellón abarrotado de raíces o un sustrato pésimo y decidimos pasar el árbol a una maceta más grande. Nos hacemos con la maceta, el nuevo sustrato, sacamos nuestro árbol del antiguo contenedor, lo metemos en el nuevo, y rellenamos. Problema solucionado, a disfrutar de una temporada de tranquilidad, ya no hay que preocuparse de la tierra. Vamos a ir por partes, que el asunto se nos puede complicar. Pensemos primero en las raíces. Si las raíces daban síntomas de asfixia y dificultaban el drenaje por falta de espacio, el problema sigue estando, solo que ahora no lo vemos, y además nos confiamos. Que las raíces tenderán a colonizar el nuevo sustrato es evidente. Se encuentran nuevo espacio, aporte de agua y de nutrientes así que su tendencia será a crecer. Pero cuidado. No olvidemos que no hemos tocado el cepellón, que las raíces estaban apelotonadas, y lo más grave, que el sustrato problemático sigue estando allí. Ese sustrato no ha mejorado nada, los problemas de retención de humedad o de falta de ella, de drenaje, etc., los sigue manteniendo, lo único que hemos hecho ha sido camuflarlos.

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Si el árbol después de esta operación tiene el tiempo suficiente para generar nuevas raíces que aporten nutrientes y agua a la parte aérea del árbol, conseguiremos tener el árbol aparentemente sano, pero seguimos teniendo un problema. Las raíces ciliares más cercanas al tronco, las que todos buscamos para conseguir un árbol sano y que pueda vivir en una maceta pequeña, es casi seguro que morirán. Como opción de emergencia para salvar el árbol puede ser correcta, pero como opción para posponer un trasplante correcto varias temporadas, puede ser un desastre. Los árboles son duros. Muchos de vosotros habréis visto en viveros, comercios o transportados en camiones, árboles a raíz desnuda, con cuatro pelos, y que se venden así tradicionalmente sobre todo en primavera para plantar en jardines etc. Ese tipo de práctica, comparado con lo que nosotros hacemos con las raíces parecería una aberración, una salvajada, pero curiosamente los árboles (bastantes) sobreviven a ese trato. ¿Porque digo esto?. Pues simplemente para que sirva de ejemplo para mitigar en algo los temores que a mucha gente les entra al tener que tocar las raíces. Que las raíces son delicadas es cierto, que hay que mimarlas también, pero toquetearlas un poquito sabiendo lo que hacemos, les va a venir mejor que no hacerlo.Si hemos decidido pasar nuestro árbol a un contenedor mayor, vamos a hacerlo con unos criterios que minimicen el riesgo. No vamos a realizar un trasplante ortodoxo, pero en primer lugar, deberíamos desenredar lo mejor posible todas esas raíces que están en el exterior del cepellón. Y además de esto, vamos a intentar eliminar la mayor cantidad posible de sustrato viejo y malo, insistiendo en la eliminación en la zona inferior del cepellón, que es la más problemática respecto a riego y drenaje.

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No vamos a cortar raíces, excepto aquellas que tengan síntomas claros de estar secas o podridas, para eliminar en lo posible focos de infecciones. Con un palillo de madera (no un mondadientes, sino los que utilizan en oriente como cubiertos) iremos desenredando con cuidado las raíces, ayudados también por los dedos. No utilicéis objetos metálicos si vuestra intención es conservar las raíces, el metal y las raíces no se llevan muy bien. Recordad que debemos de tratar con mimo las raíces ciliares, que son las que alimentan al árbol, procurad no romperlas. En el caso de un sustrato orgánico, la labor será bastante sencilla, pues se deshace con facilidad. Con este tipo de sustratos, dejarlos secar mucho antes de intentar deshacerlos, facilita bastante la operación. En el caso de un sustrato arcilloso, la cosa se complica. Intentar deshacer estas tierras con un palillo es tarea ardua, complicada, peligrosa, por no decir frustrante. Para estos casos, justo lo contrario que con los sustratos orgánicos. Dejar unas horas el cepellón sumergido en agua lo ablandará, facilitando la tarea. En mi caso, desde que descubrí el poder erosivo del agua a presión, solo utilizo los palillos para peinar raíces e introducir el nuevo sustrato entre ellas. Para quitar la tierra vieja, los palillos en el cajón. Si disponéis de terraza o jardín y una manguera, utilizad el chorro de agua para ir erosionando el cepellón desde el exterior hacia el interior y por la parte inferior, que ya he dicho que es la más importante, puesto que las puntas de las raíces tienden casi todas a estar apelotonadas en esa zona. Si no disponéis de manguera otra opción es la manguera de la ducha3.

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Nota del autor: 1. Si habéis tenido la paciencia de leer los artículos “Riego: cuánto y cómo” y “Riego: primeros consejos” y el artículo “Reflexiones y verdades”, sabemos el porque son tan malos los sustratos en los que vienen plantados la mayoría de los árboles de venta en floristerías y centros comerciales. La idea de esos dos post era dar unas pequeñas indicaciones con el objeto de mantener en las mejores condiciones posibles nuestro árbol e intentar posponer un cambio de sustrato de forma precipitada, a la espera de la época propicia. En un principio con dichas indicaciones, no deberíamos de tener excesivos problemas con nuestro árbol, pero puede que los tengamos a pesar de todo. 2. Hay tantos factores y variaciones que un consejo general puede ser correcto en un caso y totalmente desacertado en otro. Mi objetivo es explicar el porque de las cosas y que cada cual actúe en consecuencia. Si no sabemos la razón de lo que hacemos, difícilmente llegaremos a una conclusión acertada. 3. Es una opción guarra, aparatosa pero apañada, desenroscamos la alcachofa de la ducha, y el chorro de agua que sale por la manguera es bastante efectivo, colocad en el desagüe una rejilla o algo que retenga la tierra que caerá para evitar obstruirlo.

Ya hemos deshecho parcialmente el cepellón, puesto que la idea es no molestar en exceso a las raíces ya que las estamos manipulando fuera de la época más idónea, lo que debemos de hacer ahora es peinarlas. Las desenredaremos con cuidado, sin tirar de ellas si están enganchadas entre sí, utilizando tanto los palillos como los dedos, y procurando que no se rompan las ciliares, aunque esto muchas veces es inevitable, alguna caerá en el fragor de la batalla. Una vez desenredadas las extenderemos radialmente dejándolas lo mejor repartidas posible. Algunas raíces gruesas estarán dobladas y tenderán a recuperar su posición, no hay problema, ya vamos a ver como hacer que se coloquen donde queremos. Si hemos utilizado agua para deshacer el cepellón las raíces estarán húmedas, pero si no lo hemos hecho, un pulverizador con agua a mano para humedecerlas de vez en cuando, mientras realizamos todo el proceso, es conveniente para evitar que se sequen al estar al aire. Ni que decir tiene, que el resto de materiales han de estar preparados de antemano, no sea que nos encontremos con las raíces al aire y no hallamos preparado ni maceta, ni drenaje, ni mezcla, ni nada. Primero tenerlo todo preparado, y después deshacemos el cepellón. Vamos a volverlo a meter en tierra. Tenemos la nueva maceta con la rejilla colocada en los agujeros de drenaje, los alambres para sujetar el árbol, la capa de drenaje dispuesta, y una primera capa de sustrato. Esa primera capa la pondremos con forma de volcán. Colocaremos el árbol sobre la cima del volcán, y con ligeros movimientos de giro, presionaremos hacia abajo. Retiramos el árbol, y parte del sustrato quedara pegado a la tierra vieja del cepellón y otra parte quedará en su sitio.

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¿Porque hacemos esta tontería?. Un riesgo que corremos es que en las zonas centrales del cepellón, y sobre todo bajo el nuevo sustrato nos queden bolsas de aire. A esas zonas difícilmente podremos acceder con los palillos e introducir sustrato, y esas bolsas de aire si son grandes, pueden producir encharcamiento y podredumbre. Si no lo evitamos desde el principio, después es imposible. Así que si vemos que en alguna zona nos falta tierra, rellenaremos, y si nos sobra la retiraremos.

Una vez colocado en su sitio el árbol, lo sujetaremos mediante los alambres dispuestos a ese fin para que no se mueva, dispondremos las raíces de forma radial al tronco e iremos aportando tierra que introduciremos bajo las raíces de tal forma que queden lo más horizontal posibles. Si para sujetar el árbol es necesario atravesar el sustrato viejo con el alambre, lo atravesamos sin contemplaciones.

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Como comentaba antes, algunas raíces gruesas estarán dobladas, dificultando su correcto posicionamiento. Con unos trozos de alambre en forma de “U”, las iremos fijando al sustrato. Estos alambres mantendrán las raíces mas o menos en el sitio que queremos. Que el alambre sea lo suficientemente largo para penetrar en el sustrato, pero no tanto como para llegar al fondo de la maceta. No lo clavéis perpendicular, sino inclinado y además, siempre en el mismo sentido que la tendencia de la raíz a recuperar su posición. Si tiende a volverse hacia la derecha, entonces el alambre lo pincháis de izquierda a derecha.

Si lo hacéis al revés, seguro que la raíz saca el alambre. Iremos aportando sustrato y a medida que lo hacemos lo iremos “compactando” mediante los palillos, realizando movimientos verticales (pinchando) y de giro simultáneamente. Os quedareis sorprendidos de la cantidad de sustrato que puede llegar a usarse en una maceta. Si el sustrato tiene una granulometría correcta, al echarlo en la maceta ocupa un volumen determinado, pues a medida que lo vamos introduciendo entre las raíces con los palillos, ese volumen disminuye muchísimo. El objetivo de este proceso es evitar bolsas de aire entre las raíces, y conseguir un reparto homogéneo del sustrato en todas las zonas de la maceta. Puede parecer que lo que estoy diciendo es justo lo contrario de lo que aconsejo cuando hablo de sustratos drenantes, pues hablo de compactar, pero estoy dando por hecho de que vamos a rellenar con un sustrato con granulometrías superiores a 3-4 mm., no con turbas ni tierras comerciales “especiales para bonsai”, y cuando digo compactar, me refiero a eliminar bolsas de aire, no a apisonar. Por ultimo, completamos de sustrato la maceta hasta la altura deseada, y regamos el árbol. La adición de vitaminas, hormonas enraizantes tanto en polvo como liquidas,enraigard, superthrive y cualquier cosa que vendan como tratamiento antishock puede resultar beneficiosa. Desde luego daño no hará. Con esto de los productos uno nunca sabe a que atenerse. Si no los utilizas y el árbol responde, pues piensas que no hacen falta. www.mundobonsai.net

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Si no los utilizas y el árbol no responde, piensas que deberías de haberlos usado. Si los utilizas y el árbol no responde, menudo timo. Y si los utilizas y el árbol responde, has dado con el producto milagro1. Si os sirve de algo, yo en los trasplantes, y por sistema, espolvoreo hormonas enraizantes en el cepellón, siempre. Si a un árbol lo someto a una poda severa de raíces, o veo que no está muy poblado de ciliares, o lo he tenido que trasplantar fuera de época por problemas, además de las hormonas le pego un chute de superthrive en alta concentración2. A partir de ahora hemos de tener en cuenta una cosa a mi parecer bastante importante. Hayamos deshecho parte del cepellón o lo hayamos mantenido intacto, no deberíamos de olvidar que tenemos dos sustratos diferentes en la maceta, con unas características de riego y evaporación bastante distintas entre ellos. Es probable que más de uno se haya decidido por la tan aconsejada mezcla de akadama y grava o volcánica y utilice el color de la akadama como referente para el riego. Pues no es muy buena idea. Ese nuevo sustrato se regará con gran facilidad, y perderá humedad dependiendo de las condiciones. Si a la hora de regar nos basamos en el nuevo sustrato, y dejamos de regar cuando el agua salga por los agujeros de drenaje, casi seguro que el viejo sustrato no recibirá agua suficiente. Para evitar esto, yo pondría un nuevo sustrato con una granulometría media, y con más arcilla que grava. ¿Porque?. Vamos a ver como consigo explicarme correctamente.

Primer punto a tener en cuenta. Si utilizamos una granulometría correcta, los problemas de drenaje los tenemos resueltos, por lo tanto, un problema que nos quitamos de encima, no se van a producir encharcamientos, y además conseguimos una correcta aireación. Esto en el caso de que decidamos regar por inmersión será muy importante, asegurarnos que no se producirán encharcamientos, ya que tendremos la maceta sumergida en agua bastante tiempo para que se riegue también el sustrato viejo.

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Si utilizamos mucha arcilla, conseguimos una gran capacidad de retención de agua, aproximándonos bastante en ese punto a la alta capacidad de retención de agua del sustrato viejo. Esa alta capacidad de retención de agua no seria lo ideal en estos casos, pero estamos hablando de una alternativa para salir del paso, así que no tenemos más remedio que sacrificar algunas características “ideales” pues al fin y al cabo no estamos haciendo otra cosa que "experimentar". Vamos a dar por hecho que cada vez que regamos conseguimos que llegue agua al sustrato viejo. Tenemos un sustrato viejo que absorbe mucho agua y la mantiene durante mucho tiempo. Añadimos un sustrato nuevo que retiene menos agua y que se seca mucho antes. ¿Que nos puede ocurrir, y en que nos basamos para regar?.Si nos guiamos por el nuevo sustrato, regaremos con más frecuencia y el antiguo sustrato estará continuamente húmedo. Eso ya hemos dicho que no es bueno. Deberíamos de dejar que el nuevo sustrato se seque bastante, para que también lo haga el sustrato viejo. Una parte de la humedad del sustrato viejo pasará hacia las zonas más próximas del nuevo, y podemos permitirnos riegos menos frecuentes. Pero ojo, si dejamos que el nuevo sustrato se seque en exceso, puede que también lo hagan las nuevas raíces que crezcan en él, así que la decisión es difícil de tomar.

Ahora supongamos que tenemos un nuevo sustrato que absorbe mucha agua, pero que drena bien. Las diferencias entre ambos sustratos a la hora de secarse no serán tan grandes. Regaremos con menos frecuencia, pero al menos conseguiremos no poner en peligro por falta de agua las nuevas raíces que nazcan.

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Ya sé que no he dado ninguna solución, pero ya he advertido de que esto no son matemáticas y que no estamos haciendo otra cosa que chapucear. Como veis, la alternativa de pasar a una maceta con nuevo sustrato no es la solución milagro, y tenemos que ser nosotros, quienes valoremos ventajas e inconvenientes que nos pueden surgir antes de hacer nada. A continuación voy a dar alguna idea más sobre como manipular los malos sustratos para intentar mejorarlos. Si bien son menos traumáticos para el árbol, tampoco son una solución definitiva, pero nos pueden ayudar a mantener nuestro árbol en buenas condiciones hasta el mejor momento para realizar un trasplante en condiciones. Podemos eliminar cuñas de tierra vieja y sustituirla por nueva. Eso nos permite renovar el sustrato en zonas interiores que con la anterior alternativa no hacíamos, permitiendo el nacimiento de raíces en esas zonas, y sin tocar para nada un buen porcentaje de las raíces corriendo menos riesgos. Además conseguimos un nivel más uniforme de humedad entre tierra vieja y nueva haciéndonos más sencillo el riego.

También podemos realizar pequeños agujeros en el sustrato viejo, sin realizar ningún aporte de tierra nueva. Esto permitirá que el agua de riego penetre con mas facilidad en las zonas interiores, ya que va directamente a ellas, sin necesidad de hacerlo por absorción, además de favorecer la ventilación de las raíces. Hombre, si hacéis agujeros muy grandes, lo lógico seria rellenarlos, pero entonces esta alternativa no difiere mucho de la de eliminar cuñas.

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Como podéis ver, en esto de cultivar árboles todo es relativo, intentar dar o recibir un consejo definitivo es casi imposible. No nos queda más remedio que informarnos, procesar la información, separar el grano de la paja, analizar nuestras condiciones y la de nuestros árboles, y una vez de hecho todo esto tomar una decisión. Podrá ser más o menos acertada, tener mayor o menor éxito, salvar o terminar de matar el árbol, pero será nuestra decisión y nuestra experiencia. En el cultivo de árboles lo que hoy nos puede parecer un paso hacia atrás, generalmente mañana se convierte en dos pasos hacia delante.

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botanica Las raíces de las plantas son muchas veces olvidadas ya que el noventa por cierto de lo que se ve de un árbol es la parte aérea y tenemos tendencia a descuidarlas, siendo esto en mi opinión un grave error. Un bonsái comienza en sus raíces, y son tanto o más importantes desde el punto de vista funcional de un árbol que la parte aérea, por muy bonita que esta sea. Son las encargadas de procurar el sustento del árbol, tanto mecánica como vegetativamente, es decir, procuran el anclaje al suelo del árbol soportando su estructura y evitando que caiga, y además le proporcionan buena parte de los compuestos necesarios para que crezca y se desarrolle.Hay dos tipos de crecimiento radicular diferenciados entre sí y asociados a dos grandes grupos de árboles. Árboles con sistema radicular superficial, asociados generalmente1 a caducifolias, y árboles con sistema radicular pivotante, asociados a las coníferas.

Resulta imprescindible conocer el tipo de raíz que emite nuestro árbol con objeto de obrar en consecuencia, ya que a la hora de cortar raíces largas es muy importante saber como va a reaccionar el árbol. No responderá igual a una poda de raíces un árbol con sistema superficial que uno con sistema pivotante. Digamos que por regla general, un árbol con sistema de raíces superficial, responde mejor al corte de raíces severo, provocando el nacimiento de raíces ciliares desde el corte, y por detrás de él. En cambio, en un árbol con sistema radicular pivotante, hemos de planificar con más tiento el corte de las raíces largas, puesto que su tendencia a la creación de raíces largas y profundas es mayor, y tendremos que ir eliminando esas raíces largas en sucesivos trasplantes, consiguiendo poco a poco el nacimiento de raíces ciliares lo más cerca posible del tronco. Notas del autor: 1. Se han dado casos a la hora de sacar una caducifolia del suelo o de la maceta del vivero en que se han encontrado con una larga raíz pivotante y con pequeñas raíces en su extremo. En cambio en las coníferas, este caso es el más habitual.

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Existen tres procesos por los que la savia circula por el árbol, a saber: presión, aspiración y capilaridad. - Presión: la producen los elementos químicos absorbidos por las raíces, empujando a la savia hacia arriba. - Aspiración: Las hojas debido al calor y a la insolación, producen evaporación, y esta a su vez produce un vacío en la parte superior de los vasos comunicantes, lo cual hace ascender la savia. - Capilaridad: En esto de la capilaridad hay dos vertientes, una aplicable a un tipo de árboles y otra a otros. Las coníferas son la excepción en esto. En los vasos comunicantes, el ejemplo de un pelo o un hilo también nos sirve. Si nosotros introducimos un hilo fino en un vaso con agua, el agua asciende por él hasta el extremo que no está en contacto con el agua. Eso es capilaridad. También si el diámetro del tubo es lo suficientemente fino, el agua asciende por capilaridad. Imaginémonos un tabique o pared construido por esponjas. Si la parte inferior del tabique esta húmedo, también por capilaridad el agua asciende hasta las esponjas superiores1. Nota del autor: 1. Las coníferas en general es así como forman su estructura celular, por lo que su comportamiento difiere de los caducifolios y perennifolios. Las hojas son las encargadas de transformar la savia bruta en savia elaborada mediante el proceso de la fotosíntesis. Requisitos indispensables para que la fotosíntesis se realice correctamente son la luz solar y el aire.La luz es la fuente de energía necesaria para que todo el proceso funcione. Mucha luz y de buena calidad. ¿Calidad?. No me voy a extender, pero que las plantas son verdes lo sabemos todos. ¿Porque son verdes?. En eso está el tema. Tendría que explicarlo mejor, pero está en relación con el espectro de la luz y esas cosas, y por lo visto el verde absorbe mejor el espectro rojo, el más energético en los que se descompone la luz Si no proporcionamos suficiente luz a nuestros árboles, estos compensaran la falta de luz aumentando la superficie foliar. Pero no aumentan la superficie foliar en el número de hojas, sino que lo hacen aumentando el tamaño de las mismas, con un crecimiento debil y falto de color. La fotosíntesis esta dividida en dos fases, la luminosa y la biosintética u oscura1: de día la hoja, debido al aporte de energía que le proporciona la luz solar, se dedica a transformar la savia bruta en dos cosas principalmente, oxigeno y glucosa. El oxigeno lo expulsan a la atmósfera y la glucosa la almacenan en las hojas. A la llegada de la noche, empieza la segunda fase de la fotosíntesis, y las hojas se dedican a absorber oxigeno, el cual inicia el proceso de transformación de la glucosa en elementos asimilables por la planta, como los azucares y el almidón (savia elaborada), los cuales se distribuyen por toda la planta a través de los vasos cribosos2. www.mundobonsai.net

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Notas del autor: 1. Esto es muy complejo de explicar, vamos a resumirlo a un nivel tan básico que lo podamos entender y no nos liemos. Sé que lo que escribo y como lo hago hace rechinar los dientes a los expertos en botánica, pero el objetivo es entendernos, no aprobar ciencias. 2. La fase biosintética también se puede realizar en presencia de luz.

El tallo, el tronco y las ramas están formados del mismo modo. Hablamos de la leña, de los vasos leñosos, del cambium, de los vasos cribosos y de la corteza.

A medida que una planta leñosa va creciendo, se provoca su engorde debido a la sucesiva transformación de las distintas capas que forman la estructura. El cambium tiene la característica de producir tanto vasos leñosos como cribosos. Pero eso no es todo, además de ser el responsable del crecimiento, lo es también del nacimiento de ramas y raíces, por lo que su papel es fundamental en el crecimiento aéreo y subterráneo de la planta. La leña o médula son los vasos leñosos que han dejado de realizar su función de transporte de savia, para convertirse en leña, fundamental para darle robustez y consistencia al árbol y permitirle crecer en altura y anchura.

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Los vasos leñosos forman la primera capa del árbol partiendo del interior y con una función “activa” es la encargada de transportar la savia bruta o sin elaborar de forma ascendente, desde las raíces hasta las hojas para que en ellas se produzca la fotosíntesis. El cambium es el encargado de producir vasos leñosos y cribosos (engordando por ello la planta) además de producir nuevos brotes y raíces. Los vasos cribosos, encargados de distribuir por todo el árbol la savia elaborada producida por la fotosíntesis realizada en las hojas, la cual es el alimento por el cual realmente un árbol crece ya que esta savia es la que contiene los elementos necesarios para la formación de nuevas células. Y por último la corteza que sirve de protección al árbol contra agentes externos.

Osmosis es el nombre que recibe el proceso por el cual la raíz absorbe los nutrientes de su entorno para repartirlos posteriormente por el árbol. La raíz esta compuesta de células, y el sustrato de componentes capaces de absorber agua y retener nutrientes. Esos nutrientes, que pueden formar parte del propio sustrato o proporcionárselos nosotros mediante el abonado, a la planta no le sirven para nada sin la participación del agua, ya que la planta es incapaz de absorberlos, por tanto es necesario que dichos nutrientes estén disueltos en el agua para que la raíz pueda sacar provecho de ellos.

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Así por un lado tenemos las raíces y por otro el sustrato con sus minerales. Vamos a imaginarnos ambas cosas como una sucesión de esponjas, una encima de otra. Las esponjas de las raíces no tienen nutrientes (están secas de nutrientes), y las esponjas del sustrato están abarrotadas de nutrientes que son disueltos por el agua que aportamos con el riego, o el propio riego es el que aporta los nutrientes mediante el abonado. Bien pues la osmosis, al fin y al cabo, no es más que un proceso en el cual las dos filas de esponjas van a intentar equilibrarse en su nivel de sales absorbiendo las células de las raíces, esas sales disueltas en agua tan necesarias para el crecimiento de las plantas. Entendemos que la planta no dispone de sales, y el sustrato las tiene disueltas en el agua (agua y sales) , así que todo el asunto consiste en intentar que ese nivel de sales se equilibre.

Si la concentración de sales en el agua de riego es elevada el proceso de osmosis se puede invertir, y en vez de pasar el agua y las sales del sustrato hacia las raíces, serán las raíces las que le pasaran el agua al sustrato. Consecuencia, que se nos secan y mueren las raíces por un exceso de sales muriendo la planta por falta de agua. Teniendo el riego y el abonado una importancia vital para la vida del árbol. Otros puntos a tener en cuenta son los micro elementos y macro elementos, compuestos químicos1 que han de estar disponibles para la planta en forma de sales solubles, ya que si no se pueden disolver, de nada sirve su presencia. Tampoco debemos olvidar el importante papel que juega el el aire, elemento sin el cual las raíces lo pasan muy mal. Por eso siempre insisto tanto en la utilización de mezclas muy drenantes, no solo para evitar el encharcamiento, sino para a su vez, proporcionar el aire tan necesario para las raíces. Nota de texto: 1. Simplemente indicar que todos esos compuestos químicos han de estar disponibles para la planta en forma de sales solubles, ya que si no se pueden disolver, de nada sirve su presencia.

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la poda Como muchos ya sabéis, la estructura de un árbol consta de distintas zonas, las cuales realizan un trabajo específico durante la vida del árbol. De dentro hacia fuera serian: la leña, los vasos leñosos, el cambium, los vasos cribosos y la corteza. Esta estructura es la misma tanto en tronco como en ramas, y va variando a medida que una rama crece, pasando de ser una cosa a ser otra. Esquema de la estructura.

Realmente la parte viva de un árbol, la que trabaja (sin contar las hojas), es reducida respecto al volumen total del árbol. Cuando una ramita nace, casi es inapreciable la diferencia entre una capa y otra, y es a medida que la rama crece y lignifica, cuando esas zonas se van haciendo más apreciables, hasta ser claramente diferenciadas. Esto viene a cuento para quien quiera esquejar o acodar, que tendrá que tener muy en cuenta la edad y grosor de la rama si quiere tener éxito. Bueno, que me lío, a otra cosa.

La leña: A medida que el árbol crece, las diferentes partes del mismo se van reconvirtiendo, pasando a ser leña. Esta tiene como misión fundamental el dar consistencia a la estructura de la planta, soportarla. Los vasos leñosos (xilema): Son los encargados de transportar la savia bruta desde las raíces hasta las hojas para que mediante la fotosíntesis, esta savia se convierta en savia elaborada.

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Los vasos cribosos (floema): Encargados de la distribución de la savia elaborada por todo el árbol. El cambium: La zona más importante en el tema que nos ocupa. Se encuentra entre el xilema y el floema, y tiene la virtud de que es capaz de generar tejidos, tanto hacia adentro, creando vasos leñosos, como hacia fuera, creando vasos cribosos. En esta fotografía, en la parte izquierda del corte, se puede apreciar una zona verde claro correspondiente a la capa de cambium.

La corteza: capa externa de tronco y ramas, encargada de proteger al árbol de agentes perjudiciales externos. Como he comentado anteriormente, el cambium tiene la virtud de poder generar tanto xilemas como floemas. Es decir, que si el árbol tiene una herida, el mismo será capaz de generar una solución tanto para reparar vasos que conducen la savia bruta como la elaborada, y además se encargará de producir la corteza necesaria para proteger la herida y que no afecte al árbol. Esta capacidad es la que nosotros hemos de aprovechar para conseguir podas que se vean lo menos posible pasado el tiempo y que además no afecten a la salud del árbol. Pues entonces, vamos a intentar podar de la mejor forma, para ayudar al árbol a que se recupere rápidamente, y lo mas estéticamente posible. La velocidad de cicatrización así como la capacidad de cubrir las heridas, varían de una especia a otra, así que no se puede dar plazos para una completa cicatrización de una herida, ya que estos dependerán de la especie y del tamaño de la herida. Independientemente de la especie, es de cajón que cuanto más grande es la herida, más tardará en cerrarse, y unas ayuditas no le vendrán nada mal al árbol. Una muy importante es proporcionar al árbol una corteza temporal que evite el riesgo de infecciones, pudrición o anidamiento de insectos, hasta que el árbol haya sido capaz de www.mundobonsai.net

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cerrar la herida por completo. Hay diferentes formas de hacerlo, mediante pastas selladoras comerciales, caseras y naturales. Una cosa que también nos puede ocurrir es que el árbol deje de producir corteza, quedando una herida sin terminar de cerrar. En este caso deberemos de volver a abrir la herida, hasta poner al descubierto de nuevo la capa de cambium, para forzar al árbol a continuar con el proceso. Un par de pastas selladoras comerciales, sin ninguna intención de hacer publicidad

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Si no utilizamos pasta selladora, puede ocurrir que cierre correctamente, que no lo haga, o que lo haga a medias. Mas vale prevenir. En este caso vemos que se ha quedado a medias, y que la madera comienza a deteriorarse. Deberíamos de sanear la herida y corregir errores.

Las condiciones ambientales influyen también en el proceso de cicatrización, así como la propia actividad de la planta. Temperaturas muy altas o muy bajas no son buenas, de modo que deberíamos de evitar la poda en meses calurosos o muy fríos, tanto por las temperaturas como por la falta de actividad. Si la herida se seca, será difícil también que la herida cicatrice bien, otro motivo mas para aplicar pasta selladora. Y si hay un exceso de agua, también podemos tener problemas de hongos o de pudrición. Conclusión, importantísima una fecha correcta así como una debida protección. Hasta aquí mas o menos conocemos el proceso por el que cicatriza una planta, pero no debemos de olvidar que todo tiene sus limites, y también podemos cometer excesos que impidan una correcta cicatrización a pesar de haber podado “de libro”. Hemos de tener a la hora de podar varios factores en cuenta, además de los ya expuestos: La salud del árbol es fundamental, el numero de ramas a podar, las que le quedaran, el estado de las raíces, y la edad de la planta. Vamos a comenzar por el final. Edad de la planta: No cicatriza de igual forma un árbol joven que uno viejo. En un árbol joven, los caminos de savia no están tan definidos, ni son tan vigorosos como en uno viejo. Siendo posible identificar los caminos más vigorosos, podemos utilizar esto en nuestro beneficio, y decidir si podemos cortar más ramas o menos en una zona concreta. Además de esto, el callo resultante no será igual tampoco, formándose un callo en forma de labios en los árboles jóvenes, y en forma de corona circular en los viejos.

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Estado de las raíces. Un bonsai comienza en sus raíces. Muchas veces tenemos una urgencia innecesaria en podar y modelar, descuidando el cepellón. Creo que es fundamental un cepellón sano y abundante antes de someter al árbol a procesos traumáticos, y la poda lo es, y mucho. Recordar que Bonsai es equilibrio, y de nada servirá podar bien, si las raíces no pueden proporcionar esa energía extra que será necesaria para que el árbol cicatrice. Ramas a podar y restantes. Tienes tu planta delante, y un diseño mental o en papel a su lado, además de todo lo necesario para realizarlo. Sobran tropecientasmil ramas y nos ponemos a cortar. ¿Será la planta capaz de soportar la tala?. Un riesgo que se corre al podar abundantemente es la retirada de savia, que se puede producir por diversas causas y una de ellas es podar sin planificar. Puede que para nuestro diseño haga falta eliminar una buena proporción de ramas en una zona concreta, pero sin una debida planificación a la hora de cortar, puede que nos llevemos alguna sorpresa. Hemos hablado antes de los caminos de savia, y podemos cargárnoslos de un plumazo si no tenemos cuidado. Importante dejar ramas justo por encima o por debajo de zonas donde cortemos ramas gruesas o gran cantidad de ellas, provocando grandes cicatrices. Las ramas superiores mantendrán vivos los caminos de savia ayudando a la cicatrización, y las ramas inferiores frenaran la retirada de savia en el caso de que esta se produzca. Si planificamos esto, en sucesivas podas podemos ir eliminando las ramas innecesarias evitando sorpresas. La salud de la planta: No por obvio hemos de dejar de recordarlo. Para someter a una planta a cualquier proceso que requiera de una reacción por su parte, hemos de asegurarnos que se encuentre saludable y fuerte o de lo contrario tenemos bastantes probabilidades de fracasar. Unas correctas condiciones de cultivo nos proporcionaran esa salud, así que mejor tener previsto antes de proceder a la poda, un fortalecimiento de la planta en la temporada anterior. Como podar. Hay diferentes herramientas para la realización de la poda, y cada uno utiliza las que tiene a mano o las que más le gustan. En esto como en casi todo hay distintas opiniones, así que cada cual utilice lo que estime más conveniente. Simplemente indicar que usemos lo que usemos, el objetivo ha de ser cortes limpios y definidos, superficies lisas, y bordes de la herida sin saltos ni desgarros. Esquema de corte dejando parte de la rama. A evitar a no ser que queramos convertirla en jin.

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Esquema de corte a ras de tronco. A evitar o producir谩 callos que no quedaran a ras de tronco.

Esquema de corte irregular o desgajado. Problemas de pudrici贸n y mala cicatrizaci贸n.

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Ejemplo del corte realizado mediante una podadora cóncava. Se puede apreciar la limpieza del mismo, así como lo homogéneo que resulta, así como su forma cóncava. Además de la capa de cambium, se ve que hemos profundizado lo suficiente hasta llegar a la leña, de forma que al producir el callo de cicatrización no se produzcan abultamientos.

Cuando se poda una rama, generalmente queda una herida de forma circular, ligeramente superior al diámetro de la rama cortada. Nuestro objetivo es profundizar con el corte de tal forma que quede la mayor cantidad de cambium expuesto, llegando hasta la madera. Otras veces podamos varias ramas muy juntas y queda una cicatriz formada por varios cortes. En estos casos es interesante unir los distintos cortes para conseguir una herida homogénea, de forma que la cicatrización también lo sea. Ejemplo de una herida en la que se han unido varios cortes. El tiempo nos dirá si quedan medianamente aceptables. En este caso tengo la ventaja de que la herida queda en la parte posterior del árbol. No es excusa, pero al menos no se verá.

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Debemos de evitar el cortar dejando trozos de rama (muñones) pues entonces además de tener problemas de cicatrizado, es muy probable que ese muñón no quede perfectamente cerrado, siendo foco de podredumbres y nidos de parásitos. En el caso de que cicatrice correctamente, desde luego lo que no conseguiremos es un buen aspecto estético. Un ejemplo a evitar

No cortar a ras del tronco, pues si bien es probable que la herida cierre completamente, el callo resultante dejará un abultamiento antiestético que afeará nuestro árbol. Sirva como ejemplo esta foto que es parte del proceso que se verá posteriormente. Si dejamos la herida tal y como se ve, el callo resultante sobresaldrá del tronco de forma antiestética. Esa pasta blanquecina es madera y savia resultante del corte con la sierra.

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No cortar de forma irregular o astillando, ya que además de dificultar enormemente la cicatrización y de dejar cicatrices antiestéticas, corremos un gran riesgo de infecciones a pesar de que protejamos la herida. JEJEJE, pues de esto no puedo poner ejemplos, así que nos conformaremos con un dibujillo. Así que la mejor forma de podar, es dejando una herida de forma lo más circular posible, cóncava, profundizando en el tronco, y limpia. De esta forma evitaremos callos antiestéticos, problemas de infecciones, y aceleraremos el proceso. Hasta aquí la teoría. Como cuando se me ocurren las cosas suele ser tarde, pues no dispongo de procesos gráficos detallados seguidos paso a paso, así que entre los esquemas anteriores y las fotos que coloco a continuación, espero poder aclarar gráficamente lo escrito. Ejemplo de eliminación de una rama de engorde. En primer lugar un detalle de la rama a podar.

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Esta fotografía ya la habéis visto. Puesto que no es posible cortar la rama con la podadora cóncava sin rebajarla, lo primero que he hecho ha sido cortarla a ras de tronco mediante la sierra.

Posteriormente, utilizando la podadora cóncava, rebajamos la herida de forma que profundice en el corte, quedando de forma cóncava. Podéis apreciar que la herida resultante es bastante mayor que el diámetro de la rama eliminada. Tenerlo en cuenta, no sea que partáis el tronco por la mitad.

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Por ultimo, la sellamos tal y como hemos comentado, al objeto de evitar infecciones y favorecer la cicatrizaciรณn.

Un ejemplo de una herida prรกcticamente cerrada, le quedan dos telediarios. En una o dos temporadas mas, no se notarรก casi la diferencia de textura entre la corteza vieja y la producida tras la cicatrizaciรณn.

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Un ejemplo de cicatriz completamente cerrada. Como en la anterior, falta por homogenizar las texturas. Tiempo al tiempo. Un caso de árbol viejo en que la cicatrización se produce de forma casi simétrica. Lo ideal.

El resultado del cierre de tres cicatrices muy juntas. En este caso aunque el árbol es mío, no soy el culpable del entuerto. Debería de reabrirlas, pero puede que sea peor el remedio que la enfermedad. Para todo hay tiempo.

Una herida a mitad de proceso. Como podéis ver, el mastic va cediendo a medida que el callo crece. O se cae solo, o rascando ligeramente salta solo debido a lo rígido que queda con el tiempo. Es la cicatrización de una temporada, así que todavía le falta www.mundobonsai.net

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tiempo. En el caso de que no continúe cerrando, se debería de cortar mediante gubia o cuter la parte interior de los labios para renovar el proceso. En este caso además se aprecia que la rama es joven, pues la cicatrización se produce de forma alargada (labios) y no circular.

A pesar de tratarse de ramas finas, si no las protegemos nos puede ocurrir lo que en la foto. La madera se seca, la corteza se separa, y el proceso de cicatrización se detiene. Trabajo en vano, mas vale prevenir.

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Un caso un tanto peculiar. Se trata del ápice de un acer buergerianum al cual se le dio un tajo importante. Puede que alguno no se lo crea, pero la rama que ha ayudado a la cicatrización, tiene una temporada de vida y un diámetro de 22 mm. en su unión con el tronco, con una altura de 1.8 m. Plantado en maceta de entrenamiento. Si las autoridades lo permiten, será el objetivo de una de mis escabechinas y probable post.

Se acabo. Me faltaba un dibujillo que se me ha pasado colocar, asi que lo pongo aquí. Corresponde a cortes de forma irregular o astillados. Texto fotos y esquemas realizados por JJMA para PortalBonsai.

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El pinzado El defoliado es una de las técnicas aplicadas a nuestros árboles de más fácil ejecución, pero que requiere de unos conocimientos y tratamientos anteriores y posteriores correctos para que sea efectiva. Vamos a fijar unos conceptos básicos, que posteriormente iremos desarrollando y ampliando. ¿En que consiste el defoliado?. Pues en la eliminación de las hojas de un árbol. Se pueden quitar todas las hojas, a lo que llamaríamos defoliado total, o solamente una determinada cantidad de ellas, denominado defoliado parcial. ¿Que especies se defolian?. Pues una buena parte de las caducifolias, algunas perennifolias, ¿y las coníferas?. A las coníferas vamos a dejarlas quietas paradas, pues con ellas podríamos entrar en el debate de si ciertas operaciones se pueden considerar defoliado o no, y es mejor de momento no desviar la atención del tema que nos ocupa. ¿Cómo se defolia?. Pues el proceso mecánico es bien simple, se corta el pecíolo de la hoja con una tijera, o una pinza de defoliar en las especies de pecíolo largo. En las especies de pecíolo corto, en teoría, se arranca la hoja con los dedos. Yo debo de ser muy torpe, porque esa es la teoría, pero la práctica me recomienda hacerlo con tijera aunque sea más laborioso. Por mi experiencia arrancando hojas, hay riesgo de dañar la yema de la axila, o desgajar ligeramente la rama, y la verdad, prefiero trabajar más pero hacerlo con más seguridad mediante la tijera. ¿Cuándo se defolia?. En el caso de las caducifolias, cuando la primera brotación, es decir, las hojas nacidas esta temporada y que vamos a eliminar estén lo suficientemente maduras, lo cual significa a grandes rasgos, que les ha dado tiempo a “crear” la yema que tras el defoliado se convertirá en una nueva brotación. En las perennifolias, pues me pongo en un compromiso, pues en este caso depende mucho de la especie, nivel de maduración de hojas, salud del árbol, etc., pero pongamos que bastante avanzada la primavera o principios de verano. No olvidemos que la insolación es un buen aliado para la defoliación. ¿Porque se defolia?. Toma ya. La pregunta del millón. En la mayor parte de las publicaciones se habla fundamentalmente del defoliado como una técnica para reducir el tamaño de las hojas. Cierto, la defoliación de un árbol puede provocar el nacimiento de hojas más pequeñas si se realiza correctamente. Pero atención, también podemos conseguir justo el efecto contrario si no lo hacemos bien. Aquí se empieza a complicar el asunto. Vamos a hacer un repaso sobre algunos motivos por los que defoliamos un árbol. El defoliado más básico que podemos realizar es la eliminación de aquellas hojas excesivamente grandes o que se salen o alteran la silueta de nuestro árbol, o que por la razón que sea se encuentren dañadas. Podríamos definir este caso como un defoliado parcial “estético”. El numero de hojas a eliminar no debería de ser excesivo y si el árbol está sano no va a suponer ningún trastorno grave para él. www.mundobonsai.net

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Otro motivo estético para defoliar seria conseguir una coloración otoñal más intensa. Las hojas de los caducifolios tienen su ciclo de nacimiento, maduración y muerte, y se van deteriorando a medida que avanzan las estaciones. La intensidad de color otoñal, no es la misma en una hoja vigorosa que en una que está terminando su ciclo vegetativo. Es por esto que algunos aficionados defolian sus árboles en previsión de una mejor coloración en las exposiciones de Otoño, o simplemente porque a ellos les gusta hacerlo para su disfrute personal. Tenemos un problema en pleno periodo vegetativo y nos resulta imprescindible trasplantar el árbol. Pues como es una urgencia, cualquier cosa que hagamos para ayudar a la recuperación del árbol seguro que nos lo agradece, y en este caso defoliar puede ser una opción aconsejable. Este es un tema delicado de tratar, porque como esto no es una ciencia exacta, puede que si y puede que no, así que antes de hacerlo pensando que es mano de santo informaros bien. Y ya de paso, esto me recuerda que podría haber alguien que utilice el defoliado para trasplantar fuera de época. Ni bien ni mal sino todo lo contrario, cada cosa tiene su época propicia y su razón de ser, así que mejor no tentar a la suerte. Equilibrar el vigor del árbol. Por todos es sabido que no todas las zonas de un árbol se desarrollan de igual forma. Hay especies en que las ramas bajas son más vigorosas que las altas y al contrario. También podemos decir que los brotes de las puntas de las ramas son más vigorosos que los brotes interiores, debido a las propias características del árbol, y también por una menor insolación y aireación.. Bien, pues el defoliado nos puede servir para equilibrar esas diferencias de vigor. Ya estamos otra vez con el equilibrio, y es que Bonsai es equilibrio. (Lo siento, no lo he podido evitar). En el caso que necesitemos fortalecer una zona determinada del árbol, debemos defoliar las zonas más fuertes para de ese modo ayudar a que esas zonas débiles adquieran vigor. También puede ocurrir, que sencillamente siendo el vigor del árbol el deseado, tengamos zonas excesivamente vigorosas siendo necesario frenar un poco las zonas con exceso de crecimiento, las cuales defoliaremos. Reducir el tamaño de las hojas. Pues eso, que mediante la defoliación podemos conseguir la reducción del tamaño de las hojas. No todas las especies reducen el tamaño de la hoja en la misma proporción, ni todas son susceptibles de ser defoliadas, así que no esperéis tampoco pasar de hojas tamaño folio a cuartilla simplemente por defoliar. Indicar aquí que no es la única técnica para conseguir reducir el tamaño de las hojas, y que si no va acompañada de otras técnicas, es muy probable que no se consigan los objetivos perseguidos. Aumentar la ramificación. Como podéis deducir, al defoliar un árbol conseguimos que brote dos veces (o tres, o cuatro) en un año, como si hubiese pasado por varios inviernos. Esto lógicamente multiplica el numero de ramas nacidas en una temporada, lo cual significa que el trabajo de ramificación de dos o más años lo podemos conseguir en uno solo. Además, esa ramificación también produce un “envejecimiento” más acelerado del árbol.

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Bueno, pues despues de todo esto, vamos a ver lo que tenemos que hacer antes de dejar calvo a nuestro árbol. No viene mal recordar informarnos antes si la especie que vamos a tratar admite bien, mal o nada esta técnica antes de realizarla, no sea que se quede calvo para siempre. Otra cosa que me parece importantísima apuntar, es que para conseguir hojas pequeñas influyen muchos factores, como son la insolación, la ramificación, el riego, el abonado el pinzado, y algo que olvidamos frecuentemente, el cepellón. Vamos, que si defoliamos, pero después no pinzamos, abonamos, regamos y proporcionamos condiciones correctas de cultivo, mas vale ahorrarnos el trabajo nosotros y la planta. Y si no disponemos de un cepellón de raíces finas abundante, difícilmente se producirá una ramificación fina y abundante. Lo primero, tener claro cual de todos los anteriores, es el objetivo que perseguimos pues según sea, debemos obrar de una forma u otra. El árbol ha de estar fuerte y sano. No olvidemos que aunque es una técnica sencilla de realizar, privar a la planta de todas sus hojas va a requerir un enorme esfuerzo para ella, por lo que desaconsejo defoliar árboles débiles o que no estén sanos en ese momento. Conviene prever con anterioridad si un árbol va a ser defoliado o no esta temporada, pues un aspecto fundamental es abonar abundantemente al menos de seis a ocho semanas antes de defoliar, pues necesitará de energía extra. Atentos a la composición del abono, pues un abono alto en nitrógeno, provocará el nacimiento de hojas grandes y probablemente débiles, y podemos tener problemas para que crezca y maduren correctamente. Un abono equilibrado es lo más aconsejable. Dejaremos de abonar o retiraremos el abono una vez que defoliemos el árbol y volveremos a abonar una vez que el árbol ha vuelto a brotar. Si las hojas a eliminar nos son mas del veinte por ciento del total, no es tan importante un sobre abonado previo al defoliado. El momento. Antes he dicho que es necesario que las hojas estén maduras. Si ese punto llega en una época muy avanzada de la temporada, puede ocurrir que el invierno llegue antes de que esa segunda brotación madure lo suficiente y nos encontremos con que no han tenido tiempo de producir las yemas para la brotación del año que viene. De vosotros depende el saber cuanto tiempo pasa para que ambas cosas, llegada del invierno y maduración, se produzcan y no poner en peligro el árbol. Del mismo modo, si defoliamos antes de tiempo, nos podemos encontrar que el árbol no rebrote correctamente por falta de yemas, o lo haga débilmente. En Bonsai la paciencia y el tiempo son muy importantes, y si bien hay formas de “acelerar” el proceso de creación, conocer la especie con la que trabajamos, sus ciclos y reacciones son tanto o más importantes. Daros un tiempo a vosotros y al árbol para conoceros, ambos saldréis beneficiados. Estamos ya defoliando. Esto hemos dicho que es sencillo, cortamos las hojas y listo. Pues no. Antes hablábamos de las distintas zonas de vigor, y las puntas de las ramas son las más vigorosas también. Si dejamos el árbol tal cual, esos brotes exteriores serán los primeros en salir, privando de buena parte de la energía necesaria a los brotes interiores así como de la luz y del aire. Es por esto que si queremos un crecimiento equilibrado debemos de eliminar la última yema de todos los brotes en el caso de que sea fuerte, pero podemos mantenerla en el caso de que sea débil.

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A medida que vamos defoliando y viendo el interior oculto de las ramas, veremos que tenemos hojas o brotes débiles en zonas en que nos interesan que crezcan ramas. Este tipo de hojas no debemos cortarlas, favoreciendo de ese modo que se fortalezcan y crezcan, antes de que la nueva brotación vuelva a ocultarlas y a privarlas de la luz y el aire tan necesarios para un buen crecimiento. Esto en árboles formados no debería de ocurrir, al menos con frecuencia, pero es un caso que se suele dar. Después de defoliar. Pues ya que tenemos al árbol desnudo o casi desnudo, podemos aprovechar para arreglarlo un poquito. Vamos a quitarle esa rama que se nos ha despistado y ha crecido hacia arriba o hacia abajo, eliminar ese entrenudo tan largo y feo, o esa ramita recta y sin gracia. El defoliado es “casi” como un invierno provocado por nosotros, en el que podemos volver a apreciar la estructura del árbol, y del mismo modo podemos aprovechar para realizar labores como el alambrado y la poda. Ojo, una cosa es una cosa y seis media docena. No vayamos a defoliar el árbol y ya de paso aprovechamos para hacer una remodelación eliminando ramas, alambrando y haciendo shari y jin como si de un articulo de revista se tratase. Equilibrio y precaución, que la planta es nuestra. De nada sirve defoliar si después dejamos que el árbol vaya a su bola. En primer lugar, las necesidades de riego van a disminuir puesto que no hay hojas que evaporen agua, así que debemos de regar menos. Yo no soy muy partidario de pulverizar por sistema la copa de los árboles mas que en casos concretos. Pues este lo es, pulverizar diariamente el árbol favorece o ayuda a la nueva brotación. Abono controlado, incluso no abonar hasta que las hojas maduren. De nada sirve defoliar, si después abarrotamos el árbol de chocolatinas. Solo conseguiríamos hojas grandes y entrenudos largos. Ojo otra vez con el nitrógeno, que si bien provoca crecimientos espectaculares, son pan para hoy y hambre para mañana. Situación. Yo coloco los árboles a pleno sol. En realidad todos los árboles los tengo a pleno sol, pero hay soles y soles. No obstante, cuanta más insolación reciban, más rápido brotaran y menor será el tamaño de la nueva brotación. Pero recordar que las hojas son nuevas y delicadas, y el sol de estas fechas no es como el de la Primavera, así que según vuestras condiciones ambientales y la especie de que se trate una protección en las horas mas duras, o un ligero sombreo durante todo el día es aconsejable. Cuidado también con los vientos secos fuertes o continuos. Esto me ha recordado otra vez que Bonsai es equilibrio, y que un cepellón abundante de raíces finas ayudará enormemente a que el árbol brote abundantemente y los probables problemas debidos a viento o sol se vean mitigados. Seleccionar brotes. Lo habitual (aunque según la especie puede variar), es que además de la brotación que salga de las hojas cortadas, nos encontremos con multitud de brotes nuevos saliendo de madera vieja de troncos y ramas. Estos brotes tienen la mala leche de salir por la parte superior o inferior de las ramas o al menos eso nos va a parecer, que casi todos salen mal situados. Pero algunos saldrán en zonas en que deseemos una nueva rama, o cambiar la orientación de la misma. Pues nada, todos los que no sirvan, los eliminamos sin mas, y los que sirvan a tratarlos con cariño. Otra cosa que suele ocurrir es que nos salgan varios brotes agrupados en una zona concreta (muy frecuente en arces). www.mundobonsai.net

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En este caso os recomiendo dejarlos crecer un poco, y así será más sencillo quedarnos con el que más nos interese y eliminar los restantes antes de que crezcan demasiado formando un abultamiento en la base de la rama. Pinzado. Pues tenemos otra primavera laboral por delante, al menos en el árbol defoliado. Así que no nos queda mas remedio que volver a pinzar esa nueva brotación. Si no pinzamos, las hojas se harán grandes y los entrenudos largos, y poco habremos conseguido sometiendo al árbol a semejante esfuerzo para después no aprovecharlo. Así que no lo olvidéis, importantísimo pinzar correctamente. Recordar, que el defoliado es una operación estresante para el árbol, y no conviene realizarla por probar a ver que pasa, sino tener muy claro el motivo y las consecuencias.

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tecnicas de engorde En mi opinión, en la mayor parte de las ocasiones, deberíamos de adaptar nuestro diseño al tamaño actual del árbol siempre y cuando este tenga unas características adecuadas. Siempre será más rápido reestructurar un árbol de 20 cm. de altura, que intentar conseguir un árbol de 50 cm. a partir de este. Si vamos a un vivero a adquirir material, y compramos un plantón con un tronco de 1 cm., pero pretendemos que nuestro futuro árbol, tenga 5 cm. de diámetro de tronco, nos quedan unos añitos por delante para conseguirlo, así que quizás fuese más interesante buscar un material de mayor porte, o sencillamente, cambiar nuestro objetivo de tamaño de árbol o especie. Respecto a la extracción campestre, esta reflexión también valdría. Pero en esto no me meto, que cada santo aguante su vela. Bien, a pesar de esto, puede que seamos obstinados, o que la planta que tenemos no tenga otra opción que pasar por la “granja de engorde”. ¿Que alternativas tenemos y como lo hacemos?. Como ya he comentado en alguna ocasión, en mi caso no dispongo de terreno donde hacer crecer las plantas, así que me apaño a base de macetas de entrenamiento. No obstante, alguna experiencia en plantaciones en suelo tengo, y la verdad es que en esencia, hacer crecer un árbol en suelo o en maceta, no difiere mucho en cuanto a conceptos, simplemente tener en cuenta las características de un sistema u otro en el cultivo, y asunto arreglado. Por la diferencia conseguida entre suelo y maceta, y el engorro que me supone pedir prestado un terreno y desplazarme hasta él, me sale más a cuenta realizar el proceso en maceta, por comodidad, y una vez que le pillas el truco, no hay mucha diferencia e incluso es más controlable la maceta que el suelo. Primer concepto que para mí es fundamental. Cualquier técnica de engorde rápido, no está orientada a conseguir un “bonsai” rápidamente, sino a conseguir lo más rápido posible, un buen cepellón, nebari y tronco de calibre aceptable y correcta conicidad. De eso a conseguir un buen árbol hay un mundo. ¿Que quiere esto decir?. Que por hacer crecer mucho y rápido una planta, no vamos a conseguir necesariamente un “bonsai” más rápido. Esto viene a cuento de que muchas veces deberíamos de valorar cual es la mejor opción, remodelar lo que tenemos con vista a tres, cuatro, cinco años, o meternos en un proceso que puede durar varios lustros, partiendo de un plantón y teniendo como objetivo un pedazo de ejemplar. Segundo concepto, y aquí parafraseo a un fabricante de neumáticos. “La potencia sin control no sirve de nada” (o algo así era). Con esto no discrepo para nada de que si dejamos crecer a su aire una planta, esta crece y engorda muchísimo más rápido. Esto es de cajón de madera de árbol. Pero la verdad, los resultados conseguidos dejando crecer todo lo que nace, no suelen ser ni estéticos, ni viables a corto plazo. Tercer concepto. Lo único que para mí resultará valido de una planta engordada en suelo o maceta, será el cepellón, el cual incluye el nebari, y el tronco. Con un poco de suerte, podremos aprovechar el nacimiento de alguna de las ramas. Pero intentar engordar tronco y ramificar al mismo tiempo, suele ralentizar el proceso, y los resultados no acostumbran a ser muy buenos. Aquí como en todo, dependerá también de www.mundobonsai.net

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la especie con la que estamos trabajando, ya que no es lo mismo hacerlo con una caducifolia, o con una planta que tenga un buen comportamiento respecto a podas y nuevas brotaciones, que hacerlo con una conífera o con una planta que tenga dificultades para rebrotar después de una poda. ¿Por donde empezamos?. Lo primero, decidir donde vamos ha realizar el proceso, campo o maceta. CAMPO Si tenemos a nuestra disposición un terreno donde plantar, resultaría conveniente acondicionarlo un poquito. Puede parecer una perogrullada, pero que la tierra este suelta y no apelmazada, sea fértil, y la zona disponga de insolación y ventilación suficiente hará que todo sea más fácil. Si alguno de estos factores no se dan, intentaremos corregirlos. Así que a tirar de azada, limpiar de malas hierbas el terreno, y enriquecerlo mediante compost, abonos o lo que estimemos necesario. Si para conseguir insolación es necesario derruir el muro del vecino, o talar algún árbol, pues tu mismo. La delimitación de la zona donde se va a plantar, creando una especie de bancal, ayudará tanto en el mantenimiento, como con el riego, y el control de las malas hierbas. Hay quien utiliza tablones de madera, las viejas traviesas de madera de ferrocarril por ejemplo, además de ser estéticamente bonitas, aguantan viento y marea, y no son especialmente difíciles de conseguir. Eso sí, pesan como un muerto. Una opción más fácil, y muy utilizada es delimitar zonas individuales para cada planta mediante ladrillos o la llamada “bovedilla”, utilizada en construcción.

La delimitación de la zona donde crecerá cada árbol, no afecta en exceso al crecimiento de la planta, y nos facilitará el riego, y sobre todo, la extracción periódica del árbol para retocar el cepellón, impidiendo que las raíces se extiendan por cualquier sitio, y evitando que se crucen o enreden con las de árboles adyacentes.

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MACETA Si decidimos utilizar una maceta, esta ha de ser proporcional al calibre del tronco del árbol. No por plantar un esqueje en una bañera, este va a crecer más y más rápido. Una de las tendencias que tenemos al plantar en maceta de entrenamiento es intentar que esta sea lo más grande posible, quizás con la idea de que cuanto más tierra tenga alrededor, más se parece a plantar en suelo. Pues creo que no. El cultivo en suelo y en maceta, se parece como un huevo a una castaña, y por mi experiencia, maceta grande si, pero lo justo, nada de exageraciones. Como maceta de entrenamiento, buscaremos algo amplio, pero no necesariamente profundo, pues no nos interesa que las raíces crezcan hacia abajo, sino que cuanto antes se acostumbren a hacerlo en horizontal mejor para nuestros objetivos. Aquí el surtido es amplio y podemos echar a volar nuestra imaginación. Desde cajas de poli estireno expandido, de las usadas para el transporte del pescado, a cajones de madera, a macetas de plástico o cerámica. Si nos da por bricolear y hacerlas de madera, tener en cuenta el peso del conjunto para hacerlas lo suficientemente resistentes, y que la humedad las terminará dañando, así que seria conveniente darles un tratamiento protector. Y no olvidar tampoco, ni abundantes agujeros de drenaje, ni unas asas de transporte. Un ejemplo de cajón de madera más profundo de lo habitual, puesto que es para un enraizado en roca.

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Si utilizamos macetas de plástico, las medidas comercializadas habitualmente son, para mi gusto, excesivamente altas, yo las recortaría en altura. Buena opción, los barreños utilizados para el hogar. La utilización de un color u otro dependerá de vuestras condiciones climatológicas. Simplemente apuntar que las oscuras se calentaran más que las claras. Ese calor que puede ser muy bueno para estimular el crecimiento de las raíces, puede suponer en algunos casos una demanda en el riego que no podamos atender, o el bloqueo de las funciones radiculáres por exceso de temperatura. Si no recuerdo mal, por encima de 32º C en el sustrato, las raíces comienzan a tener dificultades para realizar sus funciones. Las de cerámica o barro o gres son las que más me gustan. Yo las utilizo sin esmaltar ni pintar, y busco aquellas que no sean muy altas, no las típicas de plantar geranios.

Como macetas de entrenamiento se pueden utilizar macetas de bonsai grandes que no usemos, ya que mantienen unas buenas proporciones, o las macetas ya diseñadas para estos menesteres que nos ofrecen los fabricantes especializados. Son chulas, útiles, bien diseñadas, pero leches, hay alternativas más baratas. Eso ya dependerá del presupuesto de cada uno. Yo sigo utilizando barreños de plástico según me venga bien.

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A medida que el árbol vaya cogiendo calibre, es muy probable que tengamos que ir aumentando el tamaño de la maceta, para poder proporcionarle todo el sustrato que necesita. El proceso durante la fase de engorde será ir aumentando de maceta según crece el árbol, para después, en la fase de refinado, ir reduciendo el tamaño hasta conseguir meterlo en la maceta definitiva.

Respecto al sustrato. Si plantamos en un terreno, pues lo dicho, lo podemos enriquecer como queramos, e incluso añadir algún tipo de grava o elemento que permita una mayor esponjosidad. Pero casi no, que eso ya seria mucho curro. En maceta. Pues también dependerá un poquito del tamaño de la misma, pero cuanto más grueso sea el grano, mejor. Yo utilizo granulometrías de hasta 15 mm. de diámetro.

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Aquí debemos de tener muy en cuenta nuestras condiciones climatológicas. Lo ideal de la muerte chachi piruli seria un grano muy grueso, y una mezcla muy drenante, cuanta menos retención de agua (dentro de un limite claro) mejor. El grano grueso unido a la poca retención de agua, hará que circule mucho aire entre los granos, favoreciendo el crecimiento de las raíces, y a su vez nos obligaran a regar mucho, puesto que el sustrato se secara antes. ¿Cómo podemos buscar el compromiso entre un riego no esclavizante y un sustrato “engordante”?. Aquí todo dependerá de que utilicemos cada uno como sustrato. La arcilla nos proporcionará retención de agua y retención de nutrientes, cuanta más utilicemos, más retendremos. La arcilla pura se degradará antes, y la verdad, no es muy aconsejable. Si utilizamos calibres muy gruesos (8-15 mm.), probablemente aguanten sin una excesiva degradación entre trasplante y trasplante, no seria la primera vez que la he utilizado a pelo en esos calibres. Si es de menos calibre, probablemente tengamos algún problema de drenaje pasado el tiempo. En esta foto se puede apreciar el calibre de grano utilizado en una maceta de entrenamiento, y como podéis ver, el osmocote utilizado como abono. Después comentaré algo sobre el osmocote.

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Los elementos drenantes, como puede ser la grava, la volcánica, la arcilla expandida, pomez, etc. conseguirán un sustrato más drenante y estable a la degradación. Pero ojo, cada elemento tiene sus características de adsorción y absorción, y seria un error pensar que no retienen agua ni nutrientes, pues lo hacen, cada cual a su manera. Dependiendo de que se utilice, tendremos que variar o adaptar la forma de regar. Por poner un ejemplo, una grava tiene una porosidad prácticamente nula, todo el agua que es capaz de “retener” lo hace porque el agua queda adherida a sus paredes, no la absorbe en su interior, por lo que su capacidad de retención es mínima. En cambio, el pomez, dependiendo de cómo se riegue, puede absorber mucha o poco agua. Su capacidad de retención de agua es enorme, pero como digo, depende de cómo se riegue. Si realizamos un riego somero, hasta que el agua salga por los agujeros de drenaje, retendrá poco agua, pues a pesar de su gran capacidad de absorción, es muy lenta haciéndolo. En cambio si regamos varias veces seguidas, será capaz de absorber mucho agua. Esa lentitud a la hora de absorber, es proporcional a la hora de cederla, y puede mantener el sustrato con una humedad constante durante mucho tiempo, pero manteniendo los espacios entre granos libres de agua, es decir, sin encharcarnos el sustrato. Tampoco seria la primera vez que veo un árbol plantado en pomez 100%. Si se conocen las características de cada sustrato, casi todo vale. Por último, tendríamos los elementos orgánicos, que podríamos añadir a la mezcla, sean mantillos, turbas, etc. Estos elementos tienen una alta capacidad de retención de agua, se lo chupan todo. A mí personalmente, no me gusta nada usarlos, por esa tendencia que tienen a hincharse y deshincharse, según su nivel de humedad, sin embargo reconozco que en algunas condiciones, pueden ser una ayuda a la hora de retener la humedad que no vamos a ser capaces de proporcionar mediante los riegos. Otro posible problema que pueden ocasionar es su degradación y/o acumulación en el fondo del sustrato, dificultando la evacuación del exceso de agua. Ya que hablo de materia orgánica, un apunte respecto a las turbas. Hay muchos tipos de turbas, algunas veces mal llamadas turbas. En algunos casos algunos fabricantes llaman turba a corteza de árbol y desechos vegetales en mayor o menor grado de descomposición. Eso no es turba. Realmente la www.mundobonsai.net

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turba esta formada por acumulaciones de musgo esfagno en las turberas. Dicho musgo estratificado durante muchos años en zonas húmedas produce lo que deberían de vendernos como turba. Dependiendo de la altura de donde se extraiga, será un tipo de turba u otro, con unas características de descomposición y ph, determinadas, que también depende del agua de que se alimente la turbera. Y ahondando en el tema, la turba natural no dispone de nutrientes, o si los tiene son muy escasos. La mayor parte de los nutrientes que contiene son aportados por el fabricante de forma artificial, y su duración estimada es de entre tres y cuatro meses. Un simple comentario al hilo. ABONADO Bueno, ya tenemos mas o menos definido el sustrato, hablemos del abonado. Respecto al abonado, la verdad es que la práctica que hemos de aplicar no difiere en exceso de lo que haríamos con cualquier otro árbol. Gran cantidad de nitrógeno, pero sin olvidarnos tampoco del fósforo y del potasio. En definitiva, un abono que contenga todo lo necesario para un crecimiento correcto de la planta. Si nos pasamos con el nitrógeno, o descuidamos el resto de elementos, nos podemos encontrar con crecimientos importantes, pero con dificultades de lignificación, es decir tallos largos, pero herbáceos, poco resistentes a cualquier agente externo. El abonado de otoño, tan importante en este caso o más, que el resto de las estaciones. De este abonado, puede depender la brotación del año siguiente, y puede comprometer el proceso. Aquí que cada cual utilice lo que más cómodo le resulte, a poco que se busque por los comercios, podemos encontrar tanto abonos inorgánicos, como orgánicos, como ambos los dos mezclados, tanto de forma liquida como sólida. Y hablando de inorgánicos sólidos, este año he experimentado con el osmocote. Como todo experimento, sirve para darse cuenta de lo que sí y de lo que no. En este caso, ha sido que no, que aplicado sobre la superficie del sustrato, tiene muy poquito efecto positivo. He llegado a la conclusión de que si no está distribuido junto a las raíces su efecto es muy leve a la hora de aportar nutrientes. Mucho más efectivo si se mezcla con el sustrato. ¿Problema?.Que no sabes cuando se ha agotado, puesto que no lo ves. Bueno, de todo se aprende. Seguiremos investigando. Los abonos orgánicos tradicionalmente utilizados para los árboles son tan validos y efectivos para esto como para lo otro, pero el abono pata negra igual es un poco demasiado gasto para lo que intentamos conseguir en esta fase del proceso. Introduzco de nuevo el tema de la granulometría y el sustrato con esto del abonado. Decía anteriormente que en función de lo que usemos como sustrato, podemos requerir una mayor o menor necesidad de riego. Si hemos optado por un sustrato con poca capacidad de retención de agua esto nos obligará a riegos mas frecuentes y abundantes. Este riego abundante, utilizando abonos de disolución lenta, hará que continuamente estemos aportando nutrientes debido a la disolución casi continua del abono. Eso sí, la maceta ha de estar prácticamente cubierta de abono, y el consumo del mismo será muy alto. Si utilizamos abonos líquidos, podremos aumentar la frecuencia de los mismos, ya que al regar tanto, estaremos lixiviando el sustrato, y el peligro de una acumulación excesiva de sales en el mismo, disminuye. En el caso de que nos decantemos por un sustrato más absorbente, la aplicación de abonos disminuirá en consecuencia.

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Vale, pues vamos al turrón. Comentaba antes los objetivos a conseguir en esta fase, y hablaba del cepellón y nebari. Importantísimo conseguir un cepellón abundante, bien distribuido y lo más plano posible. Cuando cultivemos en suelo, una buena práctica es alternar el suelo y la maceta en sucesivos trasplantes. Un par de años engordando en suelo, y otro par en maceta, para conseguir una mayor cantidad de raíces ciliares, y un mejor equilibrio y de nuevo al suelo. Si dejamos mucho tiempo el árbol en el suelo, conseguiremos raíces muy gruesas y largas, pero poco aprovechables posteriormente en su paso a maceta. Es necesario un control de las raíces, equilibrándolas para que todas tengan un vigor similar. Para conseguir esto, podaremos muy cortas las mas gruesas, menos las menos vigorosas, y en algunos casos, nada las más débiles. Nuestro objetivo ha de ser raíces fuertes cerca del tronco, pero que comiencen a ramificarse lo antes posible. Las raíces gruesas que parten del tronco y llegan al extremo de la maceta, no son, o no deberían de ser válidas. Esta ramificación de las raíces, además de su efecto estético, tienen una funcionalidad muy importante de cara a años sucesivos. Dicen que el aspecto de la copa es el espejo de las raíces, y aunque esto no ha de tomarse a rajatabla, si que es cierto que influyen y mucho. Un cepellón abundantemente ramificado, ordenado, sin raíces cruzadas y sano, se ve reflejado de igual modo en la ramificación. Este trabajo oculto, nos facilitará posteriormente la labor de ramificación de la parte aérea del árbol. ¿Que dejamos crecer y como?. Digamos que en este sentido, podríamos hablar de dos métodos fundamentales a la hora de engordar un plantón. Uno, dejar que crezca todo lo que sale del tronco, para provocar un rápido engrosamiento (potencia sin control), y otro, dejar crecer y podar de forma selectiva. Apunto dos líneas de trabajo, lo cual no implica que no se puedan mezclar, alternar, o incluso que pueda haber otras distintas, pero me tengo que centrar un poquito, que veo que esto se esta empezando a alargar.

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Método 1: “dejo que todo crezca”. Cuanta más ramificación tenga un árbol, mayor engrosamiento. El calibre del tronco engordará más cuantas más ramas dependan de él y tenga que alimentar. Eso que en un principio puede parecer una ventaja, disponer de muchas ramas que “tiren” del tronco, se puede convertir en un inconveniente. Las ramas nacerán allí donde ellas quieran, y en muchos casos, la dominancia apical de ciertas especies, harán que la mayor parte del vigor del árbol se vaya a la parte superior del mismo, produciendo una mayor brotación en zonas altas, perjudicando a las bajas. El tronco engordara mucho y rápido, pero lo hará de forma cilíndrica, sin conicidad. Esa falta de conicidad la tendremos que solucionar posteriormente mediante una poda drástica, a la que puede que no responda correctamente, o que simplemente, nos deje una cicatriz o varias de difícil solución. En el caso que pongo a continuación, he dejado que el líder crezca a su bola, pero he alambrado una rama adyacente como futuro líder. Se puede apreciar las diferencias de grosor entre ambas, puesto que el actual líder se ha dejado sin pinzar. Cuando se corte esa rama, la cicatriz será grande, pero no exagerada, y además tendremos una rama vigorosa y más delgada que la sustituirá creando conicidad y cerrando la herida. Hay muchas formas de hacer las cosas, y muchas veces improvisamos sobre la marcha.

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También nos puede ocurrir, que en determinadas zonas del tronco, tengamos una acumulación de ramas que produzcan un engrosamiento de dicha zona. Esas ramas dejadas crecer libremente, producen engrosamientos de tronco muy antiestéticas, además de que posteriormente, muchas de esas ramas, si no todas tendrán que desaparecer, dejando cicatrices.

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Por último, y no menos importante. Normalmente un árbol siempre tiene una rama líder, que será la que más vigor y crecimiento tenga, y ese crecimiento generalmente será recto y vertical, formando un tronco recto y sin curvas. Si nuestra intención es realizar un vertical formal, ese tipo de crecimiento nos puede interesar, e incluso lo potenciaremos, pero si nuestro objetivo es un tronco con curvas atractivas, debemos intentar evitar dicho crecimiento por todos los medios. Aquí se podría argumentar, que para qué sirve el alambre. Pues si, siempre podríamos alambrar la rama líder de forma que adquiera las curvas que deseamos. Pero por mucho que alambremos, lo que no conseguiremos con el alambre es conicidad, dicha rama continuara creciendo cilíndrica como el palo de una escoba, con curvas, pero con un calibre similar en toda su longitud.

Método 2. El famoso crecer y cortar. Como ya he comentado, en la fase de engorde me centro en raíces y tronco. Damos por hecho que las raíces las vamos formando a medida que vamos trasplantando. ¿Cómo formar el tronco?. Para formar un tronco con curvas atractivas (incluso sin curvas), y al mismo tiempo conseguir una conicidad aceptable, un método bueno (puede que no el más rápido) es cambiar de líder varias veces en una temporada o varias. Si dejamos crecer la rama guía bastante, hacemos que esta se fortalezca y acumule gran cantidad de reservas, Si en plena temporada de crecimiento cortamos muy corto por encima de una yema, dicha yema al brotar lo hará con gran fortaleza, cerrando rápidamente la herida, y convirtiéndose en la nueva rama líder. Comenzamos a crear líneas de movimiento en el tronco. Además de esto, hemos eliminado una rama que demandaba una gran cantidad de energía por parte de las raíces, y al desaparecer esta rama, estimulamos que yemas latentes que se encuentran en troncos y ramas, se vean favorecidas para brotar. Esta brotación de yemas latentes debemos de aprovecharla en nuestro beneficio para crear lo que se llaman “ramas de sacrificio”.

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Digo lo de cortar por encima de una yema, porque hay muchas especies que reaccionan mucho mejor si sustituyes una rama por una yema que si lo haces por una ramita ya existente. Alguna explicación tendrá, pero muchas veces te confias dejando una pequeña rama ya existente, y no crece con vigor, mientras que dejando una yema, está crece como una loca. Si no tenemos una yema y dejamos una rama, y vemos que no reacciona, podamos esta también muy cortito, y seguro que tira con fuerza.

Una rama de sacrificio no es mas que aquella rama que utilizamos para nuestros propósitos, y que sabemos con certeza que va a terminar siendo cortada. La podemos utilizar para engordar más una zona determinada del tronco, para frenar posibles retiradas de savia, o las que más nos interesan en estos momentos, para engordar la zona mas baja del tronco. El primer objetivo que debemos intentar conseguir para formar el tronco, es tener la mayor cantidad de ramas lo mas abajo posible en el tronco. Mas valen muchas y delgadas que pocas y gruesas. Una situación ideal seria la que muestro en este esquema, una corona de ramas en todo el perímetro, con un único líder central. Esta acumulación de ramas hará que la zona baja del tronco engorde muchísimo, debido a la gran circulación de savia que se produce, creándonos una conicidad muy buena si la comparamos con un crecimiento sin dichas ramas de sacrificio.

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Un ejemplo real de ramas de sacrificio. Se puede apreciar también las marcas dejadas por un alambre de sujeción que se me despistó, produciendo un feo abultamiento. Otra técnica que también se utiliza, pero que en mi caso, por despiste, ha producido un bulto que ahora tengo que corregir. Como veis, cualquier pequeña rama que nazca en esa zona, la dejo crecer, aunque algunas lo hacen con mas vigor que otras. Cuando toque poda, equilibraremos el tema, y si las más débiles no tiran, a frenar las más vigorosas y a potenciar las débiles.

¿Porque muchas ramas de sacrificio mejor que pocas?. Una simple cuestión de previsión y matemáticas. Si tenemos dos o tres ramas de sacrificio, y las dejamos crecer libremente, engordaran mucho y provocaran el engrosamiento en la base que buscamos. Si tenemos pocas, lo normal es dejarlas crecer sin control para que haya mucha circulación de savia, y no las cortamos para no frenar el crecimiento. Esto producirá ramas cilíndricas y gruesas, pero no nos importa puesto que las vamos a cortar. Pues no importa, pero si importa. El día que las cortemos, dejaran una cicatriz muy grande que costará mucho cerrar. Además, si disponemos de pocas ramas, tenemos concentrado el engrosamiento en pocos puntos, quedando zonas del tronco con menos afluencia de savia, lo que produce crecimientos desiguales.

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Si por el contrario disponemos de muchas ramas de sacrificio, no será necesario dejar que engorden tanto (incluso no lo harán por si mismas), pudiendo incluso podarlas de vez en cuando para evitar que se disparen o se lleven toda la fuerza del árbol. Cuando toque podarlas, las cicatrices serán menores, y habremos conseguido el mismo objetivo o mejor.

Otra de las ventajas que tiene, es que la poda de estas ramas se puede hacer de forma programada, más efectivamente que si tenemos pocas. Iremos haciendo desaparecer las ramas en temporadas sucesivas, y las que van quedando, además de continuar con su labor de engorde, ayudaran a que las cicatrices cierren más rápidamente.

¿Cómo provocar el nacimiento de ramas de sacrificio?. Mediante la poda. Desde el primer momento y como ya he dicho anteriormente, dejaremos crecer y cortaremos muy cortito para estimular el nacimiento de nuevos brotes. Dependiendo del material del que partamos, esa “provocación” puede ser el cambio de líder del tronco, o si ya disponemos de alguna rama bien situada, podando también esta, para provocar la aparición de yemas en sus proximidades. Uno de los procesos que se puede seguir seria mas o menos el que reflejo en estos gráficos. Puede ser aplicable tanto a pequeños esquejes como a plantones ya más grandes. Pero como he comentado antes, mucho de lo que hagamos o podamos hacer, dependerá de la especie con la que estemos trabajando. Dependiendo de la planta, sustrato, clima, etc., la secuencia puede durar uno o dos años, o seis, no hay tiempos fijos para esto, paciencia, ya he dicho que esto es una forma de conseguir calibres más rápidamente, pero tampoco podemos pedir milagros. www.mundobonsai.net

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Esquema nº 1 El primer paso seria cortar lo mas bajo que podamos la planta con la que queremos trabajar, aprovechando la primera o segunda yema, al objeto de conseguir una primera curva lo mas cerca posible de la base y provocar el nacimiento de nuevas ramas por debajo de este corte. Si buscamos un estilo sin curvas en el tronco, en el momento en que el nuevo líder comience a lignificar, lo alambraremos hacia arriba para que continúe el tronco lo mas recto posible. Todo lo que nazca cerca del nebari, lo dejaremos.

Esquema nº 2 Lo normal es que las yemas dejadas broten con vigor, y además aparezcan nuevas yemas, que puede que se abran o simplemente engorden, dependerá un poquito del vigor de la planta y de la época. Cuando esa nueva brotación comience a lignificar, y tengamos la seguridad de que hay yemas formadas que nos aseguren una nueva brotación, volvemos a cortar, el líder para crear otra curva, y las ramas bajas, para aumentar el número de ramas de sacrificio. Esto es muy posible que podamos hacerlo a finales de primavera, comienzo de verano. Hay que estar atentos a como se comporta la planta y a nuestro clima, pues una poda justo antes de que comience a hacer mucho calor, puede no ser buena debido al paro que se produce en verano en zonas muy calurosas y malograr la brotación. En climas menos rigurosos, el paro veraniego no se suele producir, así que hay menos riesgos. www.mundobonsai.net

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Esquema nº 3 En este tercer paso, ya deberíamos de tener alguna curva en el tronco, así como varias ramas de sacrificio y probablemente yemas que podamos aprovechar. Si todavía hay tiempo, realizaremos esta poda esta temporada. Si vemos que está muy avanzada la temporada, esperaremos a primavera para realizarla.

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Esquema nº 4 Si todo va sobre ruedas, deberíamos de tener algo más o menos como en el esquema. Una serie de ramas de sacrificio, multitud de yemas, y un único líder, que lo más probable es que haya ramificado algo, al igual que las ramas de sacrificio.

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Esquema nº 5 Ahora seria el momento de realizar una poda de la rama guía, y de todas aquellas ramas de sacrificio, excesivamente vigorosas, al objeto de equilibrarlas y potenciar las más débiles, las cuales no cortaremos o lo haremos muy poquito, justo despuntar. Seguramente también tengamos muchas yemas a lo largo del tronco, algunas útiles y otras que deberemos de eliminar.

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Esquema nº 6 En este paso, ya deberíamos de tener varias ramas de sacrificio, que harán que la base de nuestro tronco engorde rápidamente, e incluso debemos de ir eliminando yemas que no nazcan en buenos lugares para evitar que crezcan y produzcan cicatrices posteriores. Es muy probable que en zonas cercanas, o incluso de las mismas cicatrices producidas por los cambios de líder, tengamos nueva brotación, que saldrá justo en los exteriores de las curvas producidas por el cambio de líder. Aquí hay gente que deja que esas ramas engorden también, formando la ramificación principal a medida que se engorda el tronco. Otros las dejan crecer para que engorden y posteriormente utilizan solo la base de las ramas. Y otros lo que hacen es pinzarlas periódicamente, para evitar que engorden en exceso quitando vigor a la zona baja del árbol, y evitando de este modo ramas excesivamente gruesas y cilíndricas. A partir de aquí hay muchos librillos a aplicar. En mi caso lo que acostumbro a hacer (no siempre), es alambrar la base de las ramas hacia abajo cuando están recién lignificadas, lo cual provoca una curva natural en el nacimiento de la rama. Si es una planta con mucho vigor, no dejo que crezca mucho para evitar calibres desproporcionados con el tronco, pero si es de poco vigor, dejo que crezca, e incluso alambro de forma que las puntas de las ramas crezcan hacia arriba. Conviene recordar que si orientamos el apice de una rama hacia abajo, frenamos su crecimiento, pero si lo hacemos hacia arriba, lo potenciamos. Con esto también podemos jugar.

Al final del proceso de engorde, lo que deberíamos de intentar conseguir, es un tronco con un buen nebari, una conicidad acusada, y una proporción calibre / altura, ideal. A mí la proporción 1/6 tan reflejada en libros y normas, personalmente me parece muy exagerada. Para mi gusto, en algunas especies quedan árboles demasiado pesados, y cambiar esas proporciones a 1/8 ó 1/10, incluso 1/12, no me parece mal. Pero bueno, eso ya, a gusto de cada uno, hay árboles preciosos con troncos gordísimos y más pequeños que un bache. El tamaño de la hoja influye mucho, el estilo de formación, www.mundobonsai.net

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los hábitos de crecimiento, el gusto personal, vamos que hay multitud de variables a tener en cuenta. El corte de las ramas de sacrificio, lo debemos de realizar en dos o tres temporadas, de la forma que ya indiqué anteriormente, para ayudar a cerrar heridas, y que estén lo más cicatrizadas posible cuando pasemos el árbol a maceta. El paso a maceta para el proceso de refinado o ramificación lo haremos cuando ya casi tengamos conseguido el calibre deseado, puesto que hemos de tener en cuenta que el árbol en maceta de bonsai seguirá engordando, menos que hasta ahora, pero también lo hará.

Bueno, y con esto creo que ya es suficiente, que creo que este post es el más largo que he escrito. Invito a todos a que expongan sus experiencias en este tema, completando lo que he descrito. Como ya he dicho anteriormente, no es la única forma de hacerlo, y puede que incluso no sea la mejor, pero creo que como base para comenzar es bastante útil. La experiencia de cada uno aplicando distintos sistemas es, seguro, la más válida de las técnicas, y ningún libro, post, conversación o articulo, podrá nunca sustituir la experiencia propia. Por cierto, el trabajo fino empieza ahora, a ramificar, ramificar y ramificar, conseguir volumen, armonía y equilibrio. Eso ya, en la macetita, y con unos cuantos años por delante.

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