LO QUE DIOS LE PIDE AL HOMBRE (Para ser predicado el sábado 16 de junio 2012) Texto clave: Prov. 3:9 y 10 Himnos: INTRODUCCIÓN Antes de comenzar este sermón quiero invitarlos a orar nuevamente para que Dios nos impresione adecuadamente. Hay registro en las escrituras de cosas que Dios le pide al hombre en un 100%: obediencia, su corazón, etc., pero lo único que le pide expresamente y un porcentaje inferior es en la práctica del Diezmo. ¿Se ha puesto a pensar en que el dueño de todo lo que existe en el universo viene y nos pide a nosotros, una criatura finita, un porcentaje de los recursos que ni siquiera son nuestros y que tan solo administramos? Dios nos pide un porcentaje de algo que el mismo nos ha dado. DESARROLLO Al rastrear el origen del diezmo en la Biblia, obviamente no lo encontramos explícita en el jardín del Edén antes del pecado, recién aparece el diezmo después que el hombre ha pecado.
Dios debe tener un propósito didáctico en mente para pedirnos esto. Me he llevado una agradable sorpresa, es que hay un principio que se deja traslucir desde el mismo huerto del Edén, aún desde el estado de perfección del ser humano. En Edén, Dios rodeó al hombre de un ambiente perfecto que contempló de todo para él, lo rodeó de múltiples bendiciones que tenían como propósito su gozo, le permitió al hombre administrar casi todo lo creado ya que Dios se reservó un solo árbol para si. Ese árbol se constituyó en una “prueba de su gratitud y lealtad a Dios” CMC, 69. He aquí el principio quedó establecido en Edén y que se aplicó desde Adán en adelante. Hoy ocurre algo semejante, aún después del pecado, Dios sigue prodigando las bendiciones a sus hijos y él se ha reservado una parte de todo lo que él nos ha dado, el diezmo. Por lo tanto, Dios probó la “gratitud y lealtad a Dios” de sus primeros hijos en Edén y hoy sigue procurando probar lo mismo. De esta manera, Dios nos dice: “De todas vuestras posesiones me reservo la décima parte para mí mismo, además de los donativos y las ofrendas, que deben ser llevados a mi tesorería. Esto constituye la prueba de la provisión que Dios ha hecho para promover la obra del Evangelio.” CMC, 69, 70.
Vemos desde el principio que Dios se reservó tanto una porción de tiempo (sábado), como de los recursos (primero un árbol, luego el diezmo), pero siempre pensando en nuestro bienestar. Ambos símbolos de comunión y fidelidad le fueron dados al hombre en su estado de perfección y como ingredientes para su felicidad plena. Frente a algunas dudas que han surgido en el tiempo, el espíritu de profecía esclarece: “El Nuevo Testamento no promulga de nuevo la ley del diezmo, como tampoco la del sábado, porque la validez de ambas se da por establecida y su profundo significado espiritual se considera explicado. . . Mientras nosotros como pueblo procuramos firmemente dar a Dios el tiempo que él se ha reservado como suyo, ¿no le daremos también esa parte de nuestros recursos que él reclama?” CMC, 70, 71.
Y pensar que hay personas que por desconocerlo se privan de estas bendiciones. Además, hay quienes sabiendo de esta bendición existe se privan voluntariamente de participar de esta plan divino. “Al cumplir lo requerido por Dios, debían manifestar, mediante sus ofrendas, aprecio por las misericordias y las bendiciones de Dios para con ellos.” CMC, 74. Finalmente, terminamos siendo fieles a Dios por agradecimiento a su amor, cuidado y sustento, cuando lo reconocemos como nuestro creador y redentor. La fidelidad es fruto de la relación estrecha del creyente con Dios.
Lv 27:30 “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová."
“Dios no obliga a los hombres a dar. Todo lo que ellos dan debe ser voluntario. El no quiere que afluyan a su tesorería ofrendas que no se presenten con buena voluntad.” CMC, 74
“Nuestro Padre celestial no creó el plan de la benevolencia sistemática para enriquecerse, sino para que fuese una gran bendición para el hombre. Vio que este sistema de beneficencia era precisamente lo que el hombre necesitaba.” CMC, 72.
Por lo tanto, el espíritu con que se hacen las cosas es tan importante para Dios como la fidelidad en el monto que se entrega.
Aún el diezmo sigue siendo una bendición adicional que Dios dejó al hombre.
“Mediante el diezmo, los donativos y las ofrendas, Dios ha establecido una amplia provisión para su obra. Se propone que el ministerio del Evangelio sea plenamente sustentado.” CMC, 77.
“La mente, el corazón, la voluntad y los afectos pertenecen a Dios; y el dinero que poseemos es del Señor. Todo bien que recibimos y que disfrutamos es el resultado de la benevolencia divina.” CMC, 78. Es importante tener esto en mente en forma permanente para que en ningún momento lleguemos a la conclusión que lo que tenemos es “nuestro” sin la intervención divina. “El plan de Dios en el sistema del diezmo es hermoso por su sencillez e igualdad. Todos pueden practicarlo con fe y valor porque es de origen divino. En él se combinan la sencillez y la utilidad, y no requiere profundidad de conocimiento para comprenderlo y ejecutarlo.” CMC, 79. En otras palabras no hay excusa para no participar de la benevolencia sistemática, Dios me da a mí todos los días vida, por lo tanto cada día que pasa es un día en que contraigo una deuda de gratitud para con Dios. Es un método, primero ideado por Dios mismo, por lo tanto es bueno para el hombre además de sencillo para calcular y que puede ser practicado por cualquier persona independiente de su situación económica. “…no es el tamaño del donativo lo que hace que la ofrenda sea aceptable para Dios; es el propósito del corazón, el espíritu de gratitud y amor que expresa.” CMC, 79, 80.
Esto resulta interesante cuando uno realiza una pregunta comparativa por el diezmo dado por un rico como por el diezmo dado por un pobre ¿Quién dio más? Si ambos son fieles, ambos están simplemente dando lo que Dios le pide por lo tanto el monto no es un tema de preocupación para Dios. Y sólo Dios es capaz de saber lo que hay en cada corazón de un donante, para los humanos eso nos está oculto, además que nosotros podemos ser engañados fácilmente por las apariencias. A Dios no lo engaña nadie. Mal 3:8 “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas.” Dios con esta pregunta está invitando que sus hijos no caigan en la sustracción de aquellas cosas que le pertenecen a él. Coloca los dos elementos que se tienden a “robar” en el plano económico, como lo son los diezmos y las ofrendas. Mt 16:26 “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Aquí se viene a mi mente el testimonio de una hermana que trabajó muchos años en un servicio de salud y le tocó ver entrar al quirófano a muchos enfermos. Ella notó que había diferencia
entre paciente y paciente y esto estaba dado por su confianza previa en Dios. Ella llegó a descubrir que cuando entraba un no creyente a operarse éste entraba sólo al quirófano, ya que todo lo que amaba se quedaba afuera donde él lo tenia guardado u almacenado. Por el contrario, cuando era un creyente el que entraba a operarse éste entraba acompañado del Señor y sus ángeles y era notoria la diferencia. Creo que eso nos pasará a cada uno de nosotros, en la medida que tengamos claridad del amor de Dios en nuestra vida y que hemos ido depositando nuestros intereses y recursos en él de manera que estén bien guardados para cuando él lo estime conveniente. “El que dio a su Hijo unigénito para que muriera por vosotros, ha hecho un pacto con vosotros. El os da sus bendiciones y en cambio requiere que le llevéis vuestros diezmos y ofrendas. Nadie se atreverá a decir que no comprendió este asunto. El plan de Dios concerniente a los diezmos y ofrendas está claramente establecido en el tercer capítulo de Malaquías.” CMC, 81. Dios nos ha dado evidencias suficientes de lo “desprendido” que él es para con nosotros, nos ha dado todas las bendiciones de las cuales disfrutamos hoy, pero la más grande bendición nos ha sido otorgada a través del regalo de Jesús para que ocupara mi lugar y me otorgara salvación.
Mal 3:10 “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” “Un espíritu mezquino y egoísta impide que los hombres den a Dios lo que es suyo. Dios ha establecido un pacto especial con los hombres, según el cual si éstos apartan regularmente la porción destinada a promover el reino de Cristo, el Señor los bendice abundantemente, a tal punto que no tendrán lugar para recibir sus dones.” CMC, 83. Obviamente, no es plan de Dios que el hombre comience a obedecer con la motivación equivocada… por ejemplo que su egoísmo lo lleve a asociarse con él por el interés en obtener más ganancias de sus compromisos con él. La motivación siempre debe ser correcta, ya que Dios lee los corazones, o sea por amor a él y en gratitud de sus bendiciones manifestar fidelidad a los compromisos que contraemos como sus hijos: administrar los recursos que Dios nos da. “Los que comprenden su dependencia de Dios sentirán que deben ser honrados con sus semejantes, y por sobre todo, deben ser honrados con Dios, de quien proceden todas las bendiciones de la vida.” CMC, 83.
“La desobediencia a los mandamientos positivos dados por Dios concernientes a los diezmos y las ofrendas, queda registrada en los libros del cielo como un robo perpetrado contra él.” CMC, 83. Tan ciertamente como quedará un registro de nuestras victorias logradas por el sustento divino, quedará un registro de nuestros “pequeños” o “grandes” robos cometidos contra el Señor. Por eso el Señor nos invita a la honestidad. Dt 25:13-15 “13. No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, 14. ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. 15. Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.” Dios quiere que cada uno de sus hijos sea transparente en sus transacciones terrenales como para con él. El hombre es engañado con frecuencia, pero Dios no. Dios nos anima y estimula a la honestidad, que incluso contribuirá a nuestra longevidad. “Hermanos y hermanas, si el Señor os ha bendecido con recursos financieros, no los consideréis como propios. Consideradlos como vuestros pero dados en depósito por Dios, y sed fieles y honrados en el pago de los diezmos y las ofrendas.” CMC, 84.
CONCLUSIONES ¿Puedo hoy día saber cómo está mi “gratitud y lealtad” hacia Dios? Sí, es posible gracias a cómo estamos respondiendo a esta invitación divina de devolver Diezmos y dar ofrendas. Adán tuvo de prueba un “árbol” y yo, como cristiano, tengo de prueba hoy el diezmo. El árbol se lo reservó Dios para sí, igualmente lo hace con el diezmo. Dios, a través de este mensaje, invita a: Aquel que ha disfrutado de su mayordomía fiel a que siga adelante en su relación con Dios. Aquel que, por diversas razones, aún no ha entrado en un compromiso total con Dios a que lo pruebe. Si el Señor diseñó este plan es porque el quiere continuar bendiciendo a su pueblo fiel. “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.” (Mt 25:21) Vamos a orar para que Dios selle nuestro compromiso con él. Mayordomía Cristiana, UCh, 2012.