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UNA DIFÍCIL HERENCIA

LA PASIÓN POR LA PINTURA DE PICASSO ESTABLECIÓ UNA DISTANCIA INSALVABLE PARA SUS HIJOS, MÁS PRESENTES EN SUS OBRAS QUE EN SU VIDA.

HEREDAR UN APELLIDO COMO EL DE PICASSO, precursor de una dinastía nueva –la del genio/artista de reconocimiento histórico y universal–, además de hombre extremadamente acaudalado y adorado por todos, debe ser tan difícil como nacer sucesor a un trono imposible. Convivir con un genio que tiene como única pasión la obsesión creadora, que solo retrata a sus hijos en determinados periodos de su infancia y después les olvida, puede causar traumas de difícil superación. Sin embargo, a pesar de la trágica muerte de Paulo y del hijo de éste, Pablito –quien se suicidó ingiriendo lejía–, el resto de los Picasso han onseguido llevar una vida tranquila y no solo mantienen el legado del artista de una pieza, sino que también consiguen que este siga creciendo de forma imparable.

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