Nuestro sacerdocio comunitario en el sacramento de la confirmación nos hace verdaderos testigos de Cristo
Farud Bríñez Jorge Forero
docente: Wilfer Ángel Tamayo
Noviciado Iberoamericano Sociedad de San Pablo Teología de la liturgia Medellín 2013
Nuestro sacerdocio comunitario en el sacramento de la confirmación nos hace verdaderos testigos de Cristo En el siguiente escrito pretendemos hacer un acercamiento bíblico y práctico al tema de qué es el sacerdocio comunitario y cómo ejercemos este sacerdocio en el sacramento de la confirmación. Para ello, vamos a tener en cuenta algunas citas bíblicas que ilustrarán este trabajo, como por ejemplo, 1P 2, 4-9; 1Co 12, 12ss y Rm 12, 1-2. Además, profundizaremos en el numeral 11 de la Constitución apostólica Lumen Gentium¸ la cual nos servirá para desarrollar nuestra respuesta. 1. ¿Qué es el sacerdocio comunitario? En realidad explicar qué es el sacerdocio nos remite a pensar en aquello que nos han enseñado años atrás, en primer lugar, sabemos que es el sacerdocio que ejercen todos los sacerdotes en nuestras comunidades y parroquias; pero también hemos escuchado del sacerdocio que hemos recibido a través del sacramento del bautismo. Pero en realidad esto se ha quedado en una sola idea, es decir, el sacerdocio sólo lo remetimos y se lo dejamos a todos los sacerdotes que son especialistas acerca del tema, porque ellos han sido consagrados por la imposición de manos del obispo y tiene la tarea de prepararnos para celebrar nuestros sacramentos. Entonces dónde queda el sacerdocio del que nos hablan en nuestro bautismo, pues, luego de haber hecho nuestro bautismo no lo volvemos a recordar y ni siquiera lo vivimos. Por ello, nos detendremos a pensar la siguiente afirmación: “Todos nosotros como cristianos en el bautismo fuimos ungidos como sacerdotes, profetas y reyes. Y de este modo, el ser sacerdote es fundamento importante de nuestra existencia cristiana” 1. Es tan verdadero y sustancial que nos une primero que todo a Cristo y luego a los miembros que pertenecen a la Iglesia.
1 Grun, Anselm. El orden sacerdotal, vida sacerdotal. Ed. San Pablo. Bogotá, 2002, p. 40.
El concilio Vaticano II nos ilustra acerca del sacerdocio común exponiéndonos que éste “se encuentra en la consagración de los bautizados, en el sacrificio espiritual de la vida diaria, en la oración y la alabanza, en el testimonio, el ofrecimiento de la Eucaristía y la recepción de los sacramentos (LG 10, 11, 34)”2. Es decir, este sacerdocio es un hecho que se realiza por cada uno de nosotros, los cristianos, para ofrecernos plenamente como hostias vivas agradables a Dios para la salvación de los demás. A partir de esto, leemos en 1P 2, 4-9: “Vosotros acercaos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero elegida y preciosa para Dios; y así como piedras vivas que sois, formad parte de un edificio espiritual, de un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Jesucristo”. De lo anterior podemos afirmar que los cristianos estamos llamados a acercarnos a Jesús para lograr ser parte del edificio espiritual al cual se nos ha invitado, sin embargo, por lo general pensamos en que todo viene de afuera y que lo que es ajeno a nosotros es lo que podemos llevar para ofrecerle a Dios. Si meditamos en el Antiguo Testamento, nos damos cuenta que la mejor ofrenda se ofrece a Dios, un ejemplo es el de Abrahán, quien tuvo que ofrecer a su hijo Isaac, entre otras situaciones parecidas. Jesús fue quien realizó el sacrificio pleno acepto a Dios Padre, razón por la cual también nosotros debemos hacer parte del sacrificio hecho por Jesús, primero para ofrecernos como sacrificios espirituales, es decir, aquellas hostias vivas formando un mismo cuerpo con Cristo como nos lo dice el apóstol san Pablo: “El cuerpo humano, aunque tiene muchos miembros, es uno; es decir: todos los miembros del cuerpo no obstante su pluralidad forman un solo cuerpo. Pues así también es Cristo” 1Co 12, 12. El Espíritu dado por el sacramento del bautismo es el mismo que nos unifica en la vivencia y predicación del misterio de Cristo muerto y resucitado, y que ahora habita en todos nosotros como su pueblo elegido. Y cómo podemos ejercer este sacerdocio común, lo podemos realizar cuando cada uno de nosotros ofrecemos nuestra vida para la salvación de los demás, con ello, estamos integrando nuestra mente, voluntad y corazón a la presencia liberadora 2 Tomado de: http://mercaba.org/DicEC/S/sacerdociocomun.htm. Fecha: 30/05/13. Hora: 4:30 p.m.
comunicada por el Espíritu Santo y
algo que nos recuerda Pablo es que debemos
“ofrecernos como un sacrificio vio, santo y agradable a Dios. Tal debería ser vuestro culto espiritual” Rm 12, 1b. 2. ¿Cómo ejercer el sacerdocio comunitario a través del sacramento de la confirmación? El sacramento de la confirmación es la vinculación del bautizado que es consciente para unirse a la Iglesia, además con este sacramento, los cristianos nos llenamos del Espíritu Santo sintiéndonos obligados a darlo a los demás. En breves palabras, confirmamos nuestra fe para transmitirla con el ánimo de ser testimonios de vida a ejemplo de Jesús. La constitución apostólica Lumen Gentium nos dice: “Por el sacramento de la confirmación se vinculan más íntimamente a la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo, y de esta forma se obligan más estrictamente a difundir y defender la fe con su palabra y sus obras como verdaderos testigos de Cristo” 3. De esta manera, vemos la importancia de este sacramento, que en los primeros tiempos se le entendió como de iniciación cristiana, y que ahora en nuestro tiempo es el sacramento por el cual confirmamos nuestra fe en la Iglesia católica y nos adherimos a Cristo y a su plan de salvación. Pero ¿qué sabemos del sacramento de la confirmación y del sacerdocio común? Por ello, para continuar con la descripción del tema, nos resulta necesario dar a conocer algunos términos que ayudarán en la comprensión del interrogante planteado y que queremos responder. Algunos de ellos son: sacramento, sacerdocio, comunidad, confirmación, y la relación de los mismos en la Iglesia. •
Sacramento: proviene del latín Sacramentum, sacra (sagrado) y (mentum) medio. Por ello, podemos afirmar que es la mediación del Espíritu en la relación del
3 Constitución Apostólica Lumen Gentium, n. 11.
hombre con Dios y es aquí donde se evidencia el acontecer de Dios en la persona y en la humanidad. •
Sacerdocio: aunque hay que hacer la distinción entre el sacerdocio ministerial y el que trataremos en este trabajo acerca del sacerdocio comunitario. Este último lo ejercemos mediante los sacramentos, cuya finalidad es donarnos como hostias vivas, aceptas a Dios para gloria suya.
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Comunidad: es el pueblo de Dios donde Dios se revela, y en la que se hacen prácticos los sacramentos dados por Él mismo.
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Confirmación: es el sacramento mediante el cual reafirmamos nuestra fe recibida en el bautismo por el Espíritu Santo, para difundir y defender esta fe con nuestras palabras y obras como verdaderos testigos de Cristo.
De esta manera, algo estrechamente clave en lo concerniente al sacramento de la confirmación en el individuo como miembro de la Iglesia de Cristo es la fe, ya que por ella hacemos viva las obras y las palabras de Cristo. Y éste es el reto de nosotros los cristianos. Por ello, entendamos que “la confirmación, está referida únicamente al “don del Espíritu”, cuya naturaleza queda definida ante todo por la experiencia del primer Pentecostés” 4. Llenándonos del Espíritu Santo para que así difundamos y defendamos nuestra fe, es decir, lo importante es llenarnos de ese Espíritu para derramar sobre nuestra vida la experiencia del acontecer de Dios en nosotros y que luego logre penetrar en la vida de los demás. Entonces con el bautismo abrazamos la fe en la Iglesia católica, pero también aceptamos voluntariamente la fe de Cristo y recibimos el Espíritu Santo mediante el sacramento de la confirmación. En la Iglesia latina el sacramento de la confirmación se utiliza para “expresar más netamente la comunión del nuevo cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el vínculo con los orígenes apostólicos de la Iglesia de Cristo”5. Es así que, “en el rito de este sacramento conviene 4 Ibíd., 5 Catecismo de la Iglesia católica. Segunda Parte, La celebración del misterio cristiano. Segunda sección: Los siete sacramentos de la Iglesia. Capítulo primero. Los sacramentos de la iniciación cristiana. Artículo 2. El
considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e imprime: el sello espiritual” 6, “El sello es el símbolo de la persona (cf. Gn 38, 18; Ct 8,9), signo de su autoridad (cf. Gn 41, 42), de su propiedad sobre un objeto (cf. Dt 32, 34)… Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (cf. Jn 6, 27). El cristiano también está marcado con un sello: "Y es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones" (2Co 1, 22; cf. Ef 1,13; 4,30). Este sello del Espíritu Santo, marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre, pero indica también la promesa de la protección divina en la gran prueba escatológica (cf. Ap 7,2-3; 9,4; Ez 9,4-6)”7. En la confirmación nos hacemos adultos para Dios, por lo que “si a veces se habla de la confirmación como del "sacramento de la madurez cristiana", es preciso, sin embargo, no confundir la edad adulta de la fe con la edad adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la gracia bautismal es una gracia de elección gratuita e inmerecida que no necesita una "ratificación" para hacerse efectiva. Santo Tomás lo recuerda: La edad del cuerpo no prejuzga la del alma. Así, incluso en la infancia, el hombre puede recibir la perfección de la edad espiritual de que habla la Sabiduría (4,8): "La vejez honorable no es la que dan los muchos días, no se mide por el número de los años". Así numerosos niños, gracias a la fuerza del Espíritu Santo que habían recibido, lucharon valientemente y hasta la sangre por Cristo (Summa theologiae 3, q. 72, a. 8, ad 2)8. En lo concerniente a la unión del sacramento de la confirmación con el sacerdocio común, la confirmación “debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con sacramento de la confirmación. 6 Ibíd., n. 1293. 7 Ibíd., n. 1295, 1296. 8 Ibíd., n. 1308.
Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta última tiene una responsabilidad particular en la preparación de los confirmandos (cf. Ritual de la Confirmación, Praenotandos 3)”9. Además podemos decir que la confirmación “es una celebración del Espíritu dentro de nosotros… La teología de la confirmación reside en que el bautismo era el sacramento del don inicial del Espíritu, en tanto que la confirmación era el sacramento de la plenitud del Espíritu con sus siete dones. Cuando en la Edad Media se hizo común la práctica de confirmar cerca de la adolescencia en lugar de celebrarlo en la infancia, los teólogos comenzaron a enseñar que la confirmación era el sacramento de la madurez. Quienes la recibían eran considerados lo suficientemente mayores y listos como para vivir una vida cristiana activa y responsable. La persona cristiana era sellada como testigo de Cristo en la confirmación y recibía la fortaleza en el crecimiento de los dones del Espíritu para luchar, sufrir y morir por la fe. La noción de que el sacramento hace de esa persona un soldado de Cristo prevaleció. El signo de la paz en el rito fue reemplazado por una gentil palmada en la cara en señal de que esa persona estaba lista para las luchas de la vida”10. Dentro de nuestra investigación podemos decir que por la confirmación los católicos quedan “más perfectamente insertados en la Iglesia”11 y están “como verdaderos testigos de Cristo, más estrictamente obligados a difundir la fe por palabras y obras” 12. La confirmación sella a los creyentes en el Espíritu al ungirlos y al darles poder de llevar
9 Ibíd., n. 1309. 10 Tomado: http://bit.ly/159rq7T. Fecha: 02/06/13. Hora: 03: 56 p.m. 11 ibíd., 12 ibíd.,
adelante la misión de Cristo”13. De la misma manera nosotros somos incorporados a la Iglesia para asumir consciente y responsablemente la función que cumple en esta misma. Y de todo esto cómo podemos aplicar lo que hemos dicho hasta aquí: Primero tenemos que del sacramento de la confirmación sabemos lo elemental y lo teórico no hemos dado el giro para aplicar aquello que es en esencia, va más allá de que el obispo nos imponga las manos, lo importante es vivir y encontrar el compromiso que trae consigo este sacramento. Este compromiso debemos entenderlo como la vivencia del Evangelio a partir de obras que humanizan mi actuar para con los demás. Y nuestro sacerdocio comunitario se hace vida en el sacramento de la confirmación cuando realizamos obras pequeñas o grandes que promuevan el desarrollo de la fe en la comunidad y lo podemos hacer cuando “cuidamos la ecología, preparamos celebraciones comunitarias, asistimos a los inmigrantes, personas sin buenas condiciones, en la reinserción de los presos”14. Atendiendo a las necesidades de los más necesitados y marginados por la sociedad. El sacerdocio dado a todos por el bautismo nos lleva a comunicar a Cristo a los demás con nuestras obras, que se hacen existencia con mi actuar. Construyendo un mundo más humano. Además es importante el acompañamiento de los adultos que han vivido una experiencia cristiana en su comunidad para que les ayuden a los jóvenes a vivir el desarrollo de los sacramentos consigo mismo y con los demás, puesto que ellos son portadores de valores humanos y cristianos. “En la confirmación el confirmado recibe el don del Espíritu Santo. Hay muchas personas que no saben imaginarse qué es el Espíritu Santo. Muchos lo relacionan con la representación de una paloma. Pero no significa nada para ellos. Con Jesús es distinto. El Espíritu Santo les parece algo muy abstracto. No se puede establecer una relación personal con el Espíritu Santo como la que se puede tener con Jesús o con Dios Padre. Sin embargo, 13 Ibíd., 14 GRUN, Anselm. La confirmación responsabilidad y fortaleza. Ed. San Pablo, Bogotá, p. 18.
uno puede tener experiencia del Espíritu Santo como la fuerza que nos anima, el amor que nos habita”15. Entonces para nosotros el amor es aquella fuerza que nos mueve, y con él podemos realizar nuestro acto de solidaridad con los demás para animarlos a difundir y defender nuestra fe. Transmitiendo el acontecer de Dios en toda la humanidad. Es decir, la tarea de los confirmados es la responsabilidad de ser testimonios vivos de la vida de Cristo, porque el testimonio de vida vale mucho más que otras cosas. Nos queda decir que el anuncio de la Palabra de Dios no sólo está en manos de los sacerdotes, sino también es tarea nuestra, los que nos llamamos y decimos ser cristianos. Según Anselm Grun, el concilio tiene a la vista otro tipo de enseñanza para los cristianos y es ésta: “Deben dar testimonio a todos los que lo piden de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos”16. Y con ello, afirmamos que debemos ser conscientes y responsables de nuestras actitudes que ayudarán a los demás, y así mismo conllevaran a la vivencia y al convencimiento de ser testigos de Cristo. Conclusiones •
Con el sacramento de la confirmación adquirimos una gran responsabilidad en la Iglesia, ya que éste es el sacramento de los carismas y nosotros lo debemos tomar de manera consciente y madura respondiendo a la voluntad de Dios y así actuar con benevolencia siendo responsables con Cristo y su evangelio.
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También podemos decir que urge por parte de los pastores de la Iglesia que evangelicen de manera más clara acerca de este sacramento para que la gente entienda su valor y papel en la sociedad y en la Iglesia.
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De manera especial concluimos que el sacramento de la confirmación tiene el carácter misionero relacionado con nuestro sacerdocio común, por lo cual, nosotros
15 GRUN, Anselm. La confirmación responsabilidad y fortaleza. Ed. San Pablo, Bogotá, p. 21. 16 ibíd., p. 42.
debemos colaborar en la sociedad y aĂşn mĂĄs con los bautizados que no han entendido su papel misionero en la Iglesia.