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4.4. Epílogo: antijudaísmo e Inquisición

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6. Bibliografía

6. Bibliografía

En paralelo a estas consideraciones, vale la pena detener la mirada hacia los datos históricos que Espina recoge en el texto: de las referencias cronológicas que el autor introduce en su obra, interesa en particular el levantamiento de 1449. Con motivo de la recaudación de un nuevo impuesto para sufragar la guerra con Aragón, los habitantes de Toledo fueron obligados a pagar unas desorbitadas tasas (un millón de maravedíes) que debían ser recaudadas por el converso Alonso Cota; su figura se convirtió en uno de los principales focos de la ira de una ciudad entera movilizada contra los conversos. La insurrección popular, encabezada por el cortesano Pedro Sarmiento, fue tomada contra el resto de neocristianos de la ciudad, y culminó con su expulsión de toda clase de cargos administrativos. El posicionamiento de Alonso de Espina en la batalla contra el judío permite definir al fraile como un activo participante de la gran discusión de su tiempo, tal y como sostiene Cavallero (2012). Estos hechos no hacen sino recalcar la postura antijudía del franciscano y su acérrima e incondicional defensa de la Iglesia ante los pro-conversos.

4.4. Epílogo: antijudaísmo e Inquisición

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En el marco del conflicto abierto contra los judíos, los cristianos antisemitas se mostraron siempre opuestos a aceptar la presencia hebraica en los reinos hispanos. Contra el conjunto de estos pueblos denominados «deicidas», la actitud de Alonso de Espina fue incisiva, cuando no violenta y muy agresiva. En este punto, el autor manifiesta explícitamente la necesidad de instaurar una inquisitio en el reino, y busca persuadir a príncipes y magnates sobre el peligro que constituye la convivencia con los «servidores de satán»30 . En un sentido general, la propaganda racista que se vertió desde estas posiciones contribuyó a radicalizar el discurso dogmático y traspasó las fronteras de la religión y la política hasta llegar al marco social: así, el antijudaísmo popular se encargó de difundir falsos mitos y leyendas sobre el pueblo hebraico, que justificaron la violencia antijudía en los territorios de Castilla y Aragón. Así es como la presencia de la Inquisición en territorio peninsular —vista como única herramienta para la erradicación de los herejes— se convirtió en el mayor símbolo de la intolerancia religiosa. Según Joseph Pérez (2009), «Fernando e Isabel estaban convencidos de que la Inquisición obligaría a los conversos a integrarse definitivamente: el día en que todos los nuevos cristianos renunciaran al judaísmo, nada les distinguiría ya de los otros miembros del cuerpo social»31 . Todos estos razonamientos —influenciados por las tesis de Alonso de Espina— se convirtieron en el argumento fundamental para lograr la expulsión de los judíos

30 SUÁREZ, L.: Ob. cit., p. 53. 31 PÉREZ, J.: Ob. cit, pp. 26-27.

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