LA HISTORIA VIVA DE NUESTRO PUEBLO

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RELATO DE NUESTROS ABUELOS

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Relato de nuestros abuelos

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Susana Seewald de Veis, Abuela materna de Santiago Szurman Aprendí y llevo conmigo las tradiciones del judaísmo que me transmitieron Emma, mi bisabuela, Betty, mi abuela, y Lydia, mi mamá. Ellas, junto a mí, cada viernes encendían las velas del Shabat y cantábamos el “Leja Dodi”, esa hermosa canción con la que se recibe al Shabat como si fuera una novia, y que me sigue emocionando en cada Kabalat Shabat. Sigo yendo al mismo templo al cual iba de la mano de mi abuela cuando tenía la edad de mis nietos, y ojalá pueda transmitirles ese sentimiento tan profundo y especial que es pertenecer al pueblo judío.

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De Ethel Szurman, abuela paterna de Santiago Szurman.

Alberto Vitas, abuelo de Dan Rosemberg.

Querido Santi, estoy muy contenta que vas a recibir el Sidur, el libro de oraciones con el que vas a aprender a rezar y vas a estudiar lo que las oraciones significan.

La tradición sefaradí, nos enseña que en el mes de Elul se pronuncia la tefilá de selijot todos los días ¡Muuuuy temprano! Es así como cuenta Alberto que siendo chico recuerda con mucho cariño las vivencias con su abuelo, en dicho mes. Se levantaban a las 5 de la mañana y comenzaban a recorrer las casas vecinas para despertar a los hombres e invitarlos al minian de selijot. Este recorrido lo hacían todos los días y así lograban llevar adelante la tefilá. Llegados los Iamim Noraim, cuando todos acudían al beit kneset y buscaban ubicaciones privilegiadas; el abuelo de Alberto (que siempre llegaba primero) decía: “Este es mi lugar y éste el de mi nieto que cuida de “tu asiento” durante todo el año”.

Me piden que te cuente alguna historia sobre un Sidur mío, pero yo no tuve ninguno. Si recuerdo a mi mama, la bobe Golde leyéndolo muy frecuentemente. Su casa era muy religiosa, su papa, mi Zeide Israel, rezaba todos los días y le enseñó a rezar a todos sus hijos. Mi mama me contaba que mi abuelo era muy bueno y los educo en el valor de la Tzedaká que significa solidaridad justicia. Santi, esta cualidad tan importante para las personas, me gustaría que vos también la tengas. Yo no compartí con mis abuelos porque hasta los 11 años viví en Ceres y ellos en la Capital, cuando vinimos a vivir a Buenos Aires, mis abuelos maternos ya habían fallecido y los otros vivían lejos de mi casa. Lo que más recuerdo eran las fiestas de Pesaj y Rosh Hashaná en las que se reunía toda la familia y eran muy numerosos. En Ceres festejábamos con unos tíos y primos que vivían allí. Íbamos al Templo que solo se habría para Rosh Hashaná y Iom Kipur, contrataban a un Jasan y un Rabino que venían de otra ciudad para que oficien los servicios. Yo conocía bien la Sinagoga porque tenía una sala que funcionaba como escuela “idishe”. Allí iba yo todas las tardes, teníamos una Mora para todos los chicos y enseñaba todos los niveles en una sala y en el mismo horario. Habrá enseñado muy bien, porque cuando vine a vivir a la capital a los 11 años estudie el último grado de la primaria en Bet Am de la calle Mosconi y no tuve ninguna dificultad.

En nuestra tradición, la práctica y el ejemplo, son las formas más claras y fáciles de transmitir mensaje y legado. Es por ello que HOY Alberto espera cada Shabat para compartir con sus nietos y verlos crecer dentro de la tradición de Israel, sentados uno al lado del otro en la tefilá. Ojalá Dan, con el correr de los años, pueda contarle a sus hijos y nietos de las vivencias compartidas con Su abuelo, y a la vez pueda imitarlas con sus nietos. Hoy que recibís el Sidur, puedas ver en él a muchos abuelos y nietos compartiendo las mismas tefilot por muchos años más.

Lo que más me gustaba de las fiestas es que mi mama nos cosía a mis hermanas y a mí, vestidos nuevos. Santi desde que naciste estas acostumbrado a festejar las fiestas en casa de tus abuelos, Susy y Ricardo o de Ethel y Saúl, siempre compartimos toda la familia, incluso con amigos y también vamos al Templo. Es muy importante que lo sigamos haciendo para estar siempre juntos. A partir de ahora, que vas a estudiar el Sidur, también vas a poder seguir la lectura de los rezos y vas a aprender todas las cosas buenas que encierran las oraciones. Te quiero mucho. Abu Ethel

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Con mi mayor afecto para Yosef Mandelbaum, Samuel (Cacho) Cravchik. Querida prima Ana, hoy 4 de septiembre de 2013, en vísperas de Rosh Hashaná, y en homenaje a tu querido hijo Yosef que va a recibir su primer SIDUR Próximamente quiero saludarlos y recordar a tu querido abuelo Abraham (Z.L), tío de mi mamá, que vivía en la ciudad de Cipolletti provincia de Rio Negro y nosotros vivíamos cruzando del puente del Río Neuquén en la ciudad homónima. Posteriormente y como muchos adolescentes de esa época teníamos que trasladarnos a una ciudad lejana para poder seguir los estudios universitarios. En esta ocasión tan especial de entrega del Sidur, quiero contarles un momento muy especial en mi vida. Retrocedo muchos años hasta la década de 1960, mi hermano Aldo y yo fuimos a estudiar a la Universidad de Buenos Aires y vivíamos en un departamento en planta baja en la Calle Castelli casi Sarmiento. Pleno barrio judío de “Once”. Un día como “cualquier otro”, después del mediodía, sentimos unos golpes en la ventana de nuestro departamento que precisamente daba a calle Castelli. Y allí estaba en la calle el tío Abraham, vestido con traje y corbata y con sombrero de fieltro. Llevaba en sus manos un viejo libro de oraciones y la bolsita del Talit. Con gran sorpresa y alegría lo hicimos entrar a nuestro departamento de estudiantes. Muchachos, nos dijo, SHANÁ TOVÁ, A GUIT YUR, ¿saben que hoy es vísperas de Rosh Hashaná? Bueno…, no sé si lo sabíamos, pero sí sé que no teníamos intención de festejarlo y que el tío sí sabía de nuestra indiferencia hacia esa fecha tan especial. Yo voy a la sinagoga de la calle..., nos dijo, pero es temprano y como pasé por aquí no quiero dejar de saludarlos y recordarles que vuestra familia tiene una antigua y rica tradición judía, que estoy seguro los debe llenar de orgullo. No recuerdo en realidad sus exactas palabras pero sí vuelvo a sentir la emoción de aquella visita de un abuelo judío, que nos acercaba con su presencia y sus consejos a nuestra identidad.

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El abuelo Enrique para Shayna

Un hermoso recuerdo de mi infancia y que quedó grabado en mi memoria es el festejo del Seder de Pesaj (en esa época decíamos seider de peisaj- en idish) en casa de mi abuelo (el Zeide Abraham); toda la familia reunida ante la mesa con el abuelo presidiendo en la cabecera - el Zeide leía cosas que yo, con cinco años no entendía pero me gustaban por la dulce voz que él ponía para dirigirse a la familia - mis tías y mis primas mayores tenían cada una, una Hagadá de la cual leían partes y cantaban canciones que no entendía, pero me gustaban - yo tenía cinco años pero ya me habían enseñado en el kínder a recitar las “fir kashes” - el “Má Nishtaná”- cuando lo hice mis padres y mis tías me llenaron de besos, y mi abuelo, a escondidas, me regalo una moneda y puso otra en la puske del Keren Kayemet; me quedan más que presentes las fragancias de los platos preparados por cada mujer de la familia y el dulce sabor de la miel y la manzana era sentirse parte de la familia y de un pueblo, el nuestro, el pueblo judío y eso es lo que deseo que nunca pierdas.... ¡¡¡Te quiero mucho, preciosa!!!

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Abuelo de Fede Dryzun

Samuel Kupferberg, abuelo de Ezequiel Kupferberg (Echi)

RECUERDO QUE MI ABUELO, EL TATARABUELO DE FEDE CON LO UNICO QUE LLEGO AL PAIS FUE CON SU TORA, UN CANDELABRO ENORME Y COMO HABIA UNA CANTIDAD DE GENTE DE LA COLECTIVIDAD QUE NO TENIA DONDE IR PARA LAS FESTIVIDADES DECIDIO CON UN AMIGO RELIGIOSO ALQUILAR EL CINE TEATRO MITRE EN VILLA CRESPO SOBRE CALLE CORRIENTES Y CONVERTIRLO EN TEMPLO OFICIANDO EL Y SU AMIGO TODAS LAS CEREMONIAS DE ROSHANA Y IOM KIPPUR Y RECUERDO QUE CONVOCABAN MUCHA GENTE CALCULO QUE FUE APROXIMADAMENTE POR LOS ANOS 1954 Y LO HICIERON VARIAS VECES. LUEGO DE VARIOS ANOS LA TORA FUE DONADA AL TEMPLO DEL COLEGIO BIALIK DE CALLE AGUIRRE Y ACTUALMENTE ESA TORA ESTA EN IONA Y EL CANDELABRO FUE DONADO AL TEMPLO DEL COLEGIO WOLFHSON AL QUE CONCURRIA COMO ALUMNA LA MAMA DE FEDERICO, SI BIEN PASARON MUCHOS ANOS ESTOS RECUERDOS ESTAN SIEMPRE PRESENTES EN MI MEMORIA Y TRATO DE TRANSMITIRLOS A MIS NIETOS PARA QUE CONOZCAN MAS DE SU HISTORIA FAMILIAR.

Recuerdos de mi infancia y adolescencia con la tradición no alcanzaría una página para hablar de los sidurim, majzorim, jumashim o guemarot o mishnaiot. Quiero narrarles los hechos centrales que forjaron a fuego mi fuerte identidad judía.

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La primera son los sedarim de Pesaj en casa de mi Zeide con más de treinta familiares y algunos invitados, allí narrábamos las hagadot de Pesaj, como vivenciándolas, tanto la primera parte como la segunda, haciendo esperar a los comensales más de una hora antes de la cena, teniendo una Hagadá de más de cien años toda revestida en papel madera y con manchas de vino en todas las páginas, una verdadera fiesta. Hasta hoy conservo ese hermoso ejemplar de Hagadá y me encanta volver a repetir todos los años, con algunos cambios de melodías, pero con el mismo espíritu festivo de libertad. La segunda; la suká que construíamos todos los años en casa de mi Zeide, comenzando después de la cena de motzei Iom Kipur, y preparándonos a embellecer con todos los adornos inimaginables para mostrarles a toda la judería del barrio del Once que concurrían durante los 8 días de Sukot para hacer la Berajá de “Ieshev va Suká”, inolvidable en pleno Sarmiento, entre Paso y Valentín Gómez. En el patio de la planta baja construíamos todos los años y nos divertíamos muchísimo, porque hasta dormíamos en la Suká.

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Ana Schejtman y Luis Levy, abuelos maternos de Milena Yoffe Somos Ana Schejtman y Luis Levy, abuelos maternos de nuestra querida nieta Milena Yoffe, y conformamos un matrimonio fruto de la unión de dos familias judías de distintas procedencias. Una askenazi, provenientes de Rusia y la otra sefaradí, originarios de la isla de Rodas, Grecia. Hacia el año 1913, el tatarabuelo de Mile, Baruj Capeluto, emigró a la argentina, para unos años más tarde fundar, junto a un grupo de judíos provenientes de Rodas, una nueva comunidad en la ciudad de Buenos Aires, a la que le dieron el mismo nombre del templo que dejaron en su tierra natal: CHALOM. Es en este espacio donde transcurrió gran parte de la historia religiosa de nuestra familia. Se casaron los bisabuelos David y Catalina, padres de Luis, quien celebró a sus trece años la ceremonia de su Bar Mitzvá. En el transcurso del año 1967 nos unimos en matrimonio con Ana, bajo la Jupá del templo fundado por nuestros antepasados. Durante el Kabalat Shabat previo a la ceremonia nos fue entregado como obsequio por parte del rabino Marcos Edery, el Sidur que por supuesto aun conservamos con todo cariño. La anécdota que nos gustaría contar y deseamos quede imborrable en la memoria de nuestra querida Mile, es que con el paso del tiempo pudimos cumplir el deseo de llegar a esa pequeña y encantadora Isla de Rodas, situada en el mar Mediterráneo, en la que además de recorrer sus calles pintorescas y los lugares en que vivieron nuestros antepasados, pudimos acceder al Templo Chalom (hoy prácticamente un museo), sentarnos en las sillas que ocuparon nuestros abuelos y llenar nuestros ojos de lágrimas, iluminadas por los mismos rayos de un sol milenario que antaño iluminaba las páginas del Sidur que ellos leían en su juventud. Como el Judaísmo de hoy tiene sus raíces en el pasado, queremos que este libro de oraciones que hoy recibe Milena, constituya un nuevo hito en la continuidad y mantenimiento del ritual de oraciones del pueblo judío.

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PERLA, la Baby de Matías Bernstein

Respondiendo a tan linda convocatoria quiero contarles que mis recuerdos se retrotraen a mi niñez en que con mucha alegría y entusiasmo vivenciaba la experiencia de la preparación previa para recibir Pesaj, celebración en la que se me hacía partícipe. Se limpiaba minuciosamente toda la casa, se colocaba el mantel y las servilletas blancas almidonadas, y se utilizaba una vajilla especial al igual que los utensilios. Se respiraba un clima festivo que ensamblaban con los olores y sabores de la comida que con tanta dedicación y esmero preparaba mi mamá como el joledetz, jrein casero, Guefiltefish, blintzes, beigalej rellenos, Kneidalaj etc. Son sensaciones únicas que llevo en lo más recóndito de mi corazón. Anécdotas muchas. El Samovar, “patrimonio sagrado familiar”, era usado solo para compartir la mesa del Shabat y también recuerdo a mi madre encendiendo las velas con su mantilla gris que aún conservo como una reliquia. Como abuela me siento orgullosa de lo vivido y mi deseo es trasmitir un mensaje de enseñanza para prolongar y profundizar nuestra tradición con amor, fe y solidaridad a mis nietos. Las raíces están en casa, pero respaldado por la intensiva dedicación cotidiana de Uds., los Morim, que logran con esfuerzo que esto sea palpable en los chicos. ¡Gracias! Este es mi pequeño aporte.

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JOSÉ, ABUELO DE NICOLE LISCOVSKY

Flora y Julio, abuelos de Julián LISCOVSKY

Quiero comenzar contándoles como festejábamos en la casa de mis abuelos el Seder de PESAJ. En aquella época, mis abuelos hervían recipientes con agua la noche anterior para lavar todos los utensilios. El pan y sus derivados no entraban en la casa. La primera y la segunda noche, nos reuníamos allí. Era una casa muy antigua, con un corredor muy largo. ¡Qué felicidad aquella época! Pensar que éramos cincuenta personas reunidas, entre familiares y algunos amigos. ¡Y qué rica comida que comíamos! La comida tradicional: distintas clases de pescados, pollo al horno; no faltaba la sopa y recuerdo la torta de matzá de manzana. La ceremonia la dirigía mi abuelo Gregorio, donde relataba la historia del éxodo y se leía la Hagadá. La manera de mantener atentos a los niños hasta el final era escondiendo un pedazo de matzá (aficomán). Aquel que lo encontraba recibía como premio caramelos.

Sos un gran nieto. Comienzas a recorrer el camino de tus conocimientos y comprensión de nuestras raíces, tradiciones y costumbres judías. Hoy estamos muy felices de estar junto a vos, en este día tan importante.

En la segunda parte, a mi abuela Adela le encantaba cantar todas las canciones como JAG GADYA que significa “SOLO UN CABRITO”. De niño, cuando llegaba ROSH HASHANA, íbamos con toda la gente de la colonia a rezar a una sinagoga y después preparaban largas mesas con comidas tradiciones. Cantábamos, bailábamos al aire libre y los que querían contaban sus historias, a veces agradables y otros recordaban con mucha nostalgia sus lugares donde habían nacido. Rosh Hashaná, en San Miguel: (donde vivimos muchos años). Tu abuela Berta se ocupaba de comprar los ingredientes en la Capital. Para festejar, luego del templo, íbamos caminando a la casa de cada uno de los familiares. En cada casa se hacían las bendiciones y el brindis, luego cada año se almorzaba todos juntos en distintas casas. Tenemos como anécdota, que en el año 1985, junto con otros matrimonios jóvenes, propusimos cambiar al rabino ortodoxo (de templo de la comunidad de San Miguel) por otro reformista. Nuestro objetivo era que todos pudieran entender las escrituras en nuestro idioma español y estamos muy contentos de que hoy por hoy lo hayan adoptado en la mayoría de los templos. Los tiempos han cambiado mucho, desde aquel entonces. Hoy las distancias entre las casas son más grandes. Sin embargo, la tradición de reunirnos y de conservar los valores no se ha perdido, ni se perderá. Nuestro deseo como abuelos de NICOLE, es que estas fiestas trasciendan a lo largo de la vida, de TODAS LAS GENERACIONES, QUE SON UDS, LOS CHICOS ¡!

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Relato de la Abuela FLORA:

Quiero contarte, que durante toda mi infancia, celebrábamos PESAJ y ROSH HASHANA, en la casa de mis ZEIDES paternos MARQUITOS y ETHEL. MARQUITOS rezaba todo el día, muchas horas, y la bobe cocinaba riquísimas comidas. Lo más rico era el pato con caldo, con el sabor de su pueblo LOTZ y los Kneidalaj, muchos Kneidalaj... NOSOTROS, todos los nietitos, hacíamos las fiestas cantando, y como la casa era muy grande, luego de un rato, nos íbamos al largo patio a jugar a las escondidas. Para mí, es un recuerdo imborrable, lo lindo que lo pasábamos en las fiestas y la hermosa mirada de mi Zeide Marcos, con sus ojos celestes transparentes.

Relato del Abuelo JULIO:

QUERIDO JULIAN, yo no conocí a mis abuelos. Mis padres, la bobe Sara y el Zeide David, llegaron juntos de Europa, siendo muy jovencitos. La bobe Sara, tenía un hermano, mi tío ISAAC. Los ZEIDES SARA y DAVID, tus bisabuelos, celebraban las fiestas con el tío Isaac y toda su familia. La bobe SARA cocinaba muy rico el GUEFILTE FISH, y todas sus comidas tenían un exquisito sabor europeo. Cuando nacieron tu mamá Sandra y tus tías, Laura y Andrea, comenzó una nueva historia. Años más tarde, llegaron los preparativos del Bat Mitzvá de tu mamá y fue ella, quien nos transmitió la emoción y la alegría que significaba estudiar la tora y recibir su SIDUR, de parte de nosotros, sus padres, hoy tus abuelos Flora y Julio. Siempre recordamos que fue tu mamá, quien nos pedía que la tía Andrea (6 años menor) fuera al shule, para que pudiera aprender sobre la historia de nuestro pueblo y así fue, que cumplimos con su deseo. Los tiempos transcurrieron felices, y hoy estamos junto a vos JULIAN, disfrutando de este hermoso momento… Comienza una nueva historia, que es el verdadero judaísmo, que es transmitir nuestra religión de padres a hijos y nietos.

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Para Joaquín y Tobías Borodovsky

Betty abuela de Joaquín y Tobías Borodowski

EN POCAS LINEAS TRATARE DE EXPONER MI SENTIMIENTO RESPECTO A LA IDEA DE SER JUDIO. SIEMPRE FUI EXTREMADAMENTE RESPETUOSO DE LA TRADICION JUDIA Y DE LOS VALORES QUE LA MISMA CONLLEVA PARA QUE NOS SINTAMOS UNIDOS ENTRE NOSOTROS. DESDE QUE TENGO MEMORIA, EN LA CASA DE MIS PADRES, QUE VENDRIAN A SER LOS BISABUELOS DE LOS NIÑOS EN ESTE CASO, JAMAS SE DEJO DE CELEBRAR CADA ACONTECIMIENTO PARA QUE FUERA UN MOTIVO DEL CUAL PARTICIPARAMOS TODA LA FAMILIA. Y, OBVIAMENTE CON ESAS “MESAS” BIEN SERVIDAS.

Rosh Hashaná. Que hermosa fiesta. Que alegría sentíamos ante su proximidad, los preparativos. Se movilizaba toda la familia, preparando la comida. Recuerdo que se hacía en mi casa porque era el centro de reunión. Venían mi bobe y mi zeide, todos mis tíos y primos. Para Yom Kipur, los mayores se preparaban para el ayuno. Íbamos al templo por la mañana y a la tarde a escuchar el Shofar es por eso que actualmente la cena de Iom Kipur se hace en mi casa, eso es lo que les sigo transmitiendo a mis hijos y nietos.

INEVITABLEMENTE ESTOS ENCUENTROS QUEDAN FUERTEMENTE GRABADOS COMO FOTOGRAMAS A LO LARGO DE NUESTRAS VIDAS. LOS QUE CONTINUAMOS, Y SIN PLANTEAMIENTO ALGUNO, SEGUIMOS EL MISMO CAMINO. LAS FIESTAS SEGUIRAN MARCANDO SU OBJETIVO, Y NUESTROS HIJOS Y NIETOS ESTAN BEBIENDO DE ESTA FUENTE QUE GENERA EL EJEMPLO QUE VAMOS TRANSMITIENDO. SOY JUDIO. Y MUY ORGULLOSO DE SERLO. LA TRADICION ES ALGO QUE SE LLEVA MUY ADENTRO Y NOS TRAE A LA MEMORIA TANTOS MOMENTOS VIVIDOS, PERO TAMBIEN LA SEGURIDAD QUE SE VAN A SEGUIR SUCEDIENDO POR LOS TIEMPOS DE LOS TIEMPOS. DEJEMOS NUESTRO EJEMPLO, QUE SERA SIN DUDAS LA MEJOR HERENCIA. Y AHORA, PARA NARRAR MI ANECDOTA, SOLO DIRE QUE SE SEGUIRAN SUCEDIENDO LAS CELEBRACIONES CADA UNA DE ELLAS SERA MOTIVO DE ALEGRIA Y FELICIDAD. Y SERAN RECUERDO Y EJEMPLO.

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Zeide Samuel Borodowski y Baba Teresa Waksman

Norma y Edgardo, abuelos de Shani Herbst

Recuerdo a mi abuela Binele cocinando durante todo el viernes hasta llegado el shabat. Tenía varios hijos y nietos. Al sentarnos a la mesa encendía las neirot y recitaba la brajá que leía de un librito. Siempre invitaba a uno de nosotros a poner las manos sobre las velas. Paso mucho tiempo y ya grande un día encontré una valija llena de recuerdos de esa época. Allí estaba ese libro, su Sidur. Consultando me entere que el mismo había llegado con ella desde Europa. Lo tome entre mis manos y lo lleve conmigo. Cada vez que lo veo recuerdo feliz aquellos momentos.

Querida Shani: estas por recibir el Sidur, este libro de oraciones es un primer paso de tu acercamiento a D’s, con tus plegarias. Guiada por él, podrás pedir por la paz entre los hombres, por tu pueblo, por nuestra tierra Israel, por todas las cosas buenas que tanto necesita nuestro mundo. Por eso queremos contarte qué hacia tu mamá a tu edad. El abuelo Gardi, había traído de un viaje, una pequeña linterna que se enganchaba en los libros y alumbraba sólo la hoja que uno quería leer. Nosotros empezamos a advertir que a partir de ese día, de la habitación de tu mamá llegaba un rayito de luz. Una noche, nos levantamos para ver qué era lo que ella leía todas las noches hasta muy tarde. Si, era el Sidur, se había convertido en su libro preferido. A nosotros nos encantó que amara tanto los libros sagrados y se durmiera invocando a D’s. en alguna plegaria. Espero que ese amor de tus padres por lo nuestro y por nuestra tradición siga de generación en generación ya que es el recuerdo y la práctica de las cosas lo que las mantiene vivas y vigentes. También queremos decirte que a Él puedes acercarte siempre con las oraciones del Sidur o con tus propias oraciones ya que lo importante no es sólo lo que pedimos sino la fe que ponemos en ello. Te queremos y felicitamos en este día tan especial y queremos que sepas estamos muy orgullosos de ser tus abuelos. Querida Shani: Recuerdo, cuando era chica mis abuelos contaban sobre las colonias judías, a las cuales pertenecían, que el SHIL era el lugar de reunión y enseñanza, el respeto a la tradición, la religión y la cultura. Con el pasar del tiempo, hubo muchos cambios culturales, lo que se llama la globalización, el aterrizaje a las grandes ciudades, el miedo a un nuevo holocausto, etc., hizo que familias enteras se alejaran de las escuelas y sinagogas, reinó el desconocimiento del hebreo y de las tradiciones judías. Pero no se apagó el fuego, a muchos de nosotros nos quedó la llamita interna de ¿soy judía? El sonido del shofar me emociona. Los libros sagrados traducidos al castellano y la participación de toda la familia junta en las ceremonias nos integró más. Por sobre todo NUNI la mujeres, que pueden compartir la lectura de la TORA. NUNI, hoy en este momento tan importante de tu vida, ESTOY MUY FELIZ JUNTO A VOS, y orgullosa de tus padres que te enseñaron a pertenecer e identificarte con las raíces judías. ¡Te quiero con toda mi alma! La Bobe

Recibí mi primer Sidur de manos de mi abuelo, un hombre mayor de barba blanca, muy larga. Había llegado desde Europa con el resto de mi familia. Solamente hablaba en idish, nunca aprendió castellano por lo cual me costaba comunicarme con él. Fundó el Shil de la escuela Neve Shalom en el barrio de Villa Urquiza. Ahí pasaba su tiempo estudiando y rezando. Yo lo miraba con mucho respeto y admiración. Un día me llevo caminando hasta el templo. Cuando entramos saco de su bolsillo un librito que tenía una tapa dura como de chapa con piedritas pegadas y me lo dio. Me senté junto a él, abrí aquel Sidur y comencé a imitarlo mientras cantaba. Hasta hoy conservo ese Sidur que algún día será de ustedes.

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Rosa y Benjamín Beslavsky, abuelos de Alex Beslavsky

Zeide Juli, abuelo de Juan Brande

Cuando leo el título de este libro “La historia viva de nuestro pueblo, de inmediato me viene a la memoria, el camino que le ha tocado recorrer al pueblo judío y que está en la Tora, en los libros proféticos, poéticos y en los Sidurim. Cuantos buenos momentos y cuantos malos momentos, cuantos hechos hermosos y cuantos no, cuantas alegrías y cuantas tristezas. Todo ello, lo asocio con nuestra vida diaria. Es por eso, cuando me preguntan ¿cómo te va? ¿Cómo estás? ¿Cómo van tus cosas?, me gusta contestar lo que dijo un poeta: “ estoy haciendo el camino al andar”, a veces el camino esta entero, libre, sin obstáculos y otras veces el camino está con pozos, piedras, intransitable. Pero, como el pueblo judío, estaré siempre firme, con mucha fe y con fuerzas, para seguir siempre adelante. Esta es la enseñanza de vida, que les transmito a mis hijos y nietos.

Cuando yo hice mi Bar Mitzvá me preparó mi Zeide que era un anciano de barba blanca, que había sido jazán en su juventud en su pueblo en Polonia. El trabajo de aprender a leer toda la Haftará con la entonación musical fue muy arduo. Pero con un maestro que había sido jazan y yo que me defendía bastante con un poco de oído musical, llegamos a hacer un buen trabajo juntos y los dos nos lucimos en mi Bar Mitzvá en templo del barrio de Villa Devoto donde yo viví en mi infancia. Pero acá no termina la historia. Ahora que yo también soy Zeide lo comprendo bien a él y se lo que significa estar orgulloso de un nieto y lucirse con él: mi Zeide quiso que yo aprendiera una nueva Haftara que correspondía a un nuevo Shabat y lo hiciera en el templo al cual él iba siempre y frente a sus amigos y vecinos. El resultado de esto, fue que yo tuve que hacer una nueva preparación y tuve dos Bar Mitzvot en vez de uno. Fue un trabajo duro pero al día de hoy lo recuerdo con mucho amor y estaría dispuesto a repetirlo. Mi Zeide se lució con su nieto, yo hasta el día de hoy me luzco y disfruto con su recuerdo...y con el tiempo también entendí lo que es sentirse muy orgulloso de mis nietos.

Pedro Brande, abuelo de Juan A veces un majzor no es solamente un libro de oraciones. Puede ser más que eso, puede también reflejar recuerdos y emociones muy especiales. Hace muchos años recibí de regalo un Majzor muy lindo, lindo por dentro y lindo por fuera. Ese libro de oraciones había sido de mi hermano Jaime que, siendo soldado en Israel, falleció en la guerra de los seis días. A mi hermano lo quería profundamente y por esa razón, su esposa me envío desde Israel el Majzor que le había pertenecido. Cada año cuando llega Rosh Hashaná y nos reunimos en familia, abro el Majzor para leer y me vienen a la memoria un montón de recuerdos que me causan mucha emoción. Estoy seguro que este libro que fue parte de la vida de mi hermano y ahora de la mía, seguirá siendo parte de nuestra familia y continuará acompañándonos como hasta ahora a lo largo de nuestras vidas. Espero que el Sidur que recibís hoy, te acompañe durante tu vida colectando recuerdos y emociones únicas y especiales.

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Mario Korob, abuelo de Meirab Korob

LA BOBE SUSY, abuela Eze Korenblum QUERIDO EZE: HOY VOY A CONTARTE UN RECUERDO DE MI INFANCIA QUE ESTA RELACIONADO CON ESTOS GRANDES JAGUIM Y EL BET KNESET DONDE IBAMOS CON MIS ABUELOS, MIS PADRES, HERMANAS Y TODA MI FAMILIA. EL SHIL (COMO LO LLAMABAMOS ENTONCES) ESTABA PRESIDIDO POR MI ZEIDE QUIEN ERA MUY RESPETADO EN NUESTRA COLECTIVIDAD DE LANUS POR OBSERVAR LAS TRADICIONES Y ADEMAS PORQUE PODIA LEER EN EL GRAN SEFER TORA CON MUCHA FACILIDAD, HACIENDO LAS ENTONACIONES ADECUADAS A CADA PALABRA, OCUPOAR EL LUGAR DEL JAZAN CUANDO ESTE NO VENIA Y ENTONAR LOS CANTOS DE ROSH HASHANA Y IOM HAKIPURIM COMO EL MEJOR Y COMO SI ESTO FUERA POCO PARA UN HOMBRE DE SU EDAD, ERA EL UNICO EN EL SHIL QUE LOGRABA HACER SONAR AL SHOFAR QUE TAN AMOROSAMENTE GUARDABAN EN UNA CAJA DE UN AÑO PARA EL SIGUIENTE. TE IMAGINARAS CON QUE ORGULLO TE CUENTO HOY ESTOS RECUERDOS QUE ME SIGUEN EMOCIONANDO TANTO AUN DESPUES DE TANTOS AÑOS TRANSCURRIDOS. COMO EN CASA TODOS AYUNABAMOS PARA KIPUR, EN EL SHIL LOS CHICOS Y LAS CHICAS QUE LO HACIAMOS NOS MOSTRABAMOS LAS LENGUAS PARA DEMOSTRAR QUE EFECTIVAMENTE ESTABAMOS HACIENDO EL AYUNO. CUANDO TERMINABA LA TFILA Y MI ZEIDE TOCABA EL SHOFAR, LOS CHICOS NOS ABALANZABAMOS SOBRE EL LEIKAJ BLANCO Y EL DE MIEL QUE MI BOBE Y OTRAS BOBES QUE ESTABAN EN EL SHIL REZANDO, COLOCABAN SOBRE LAS MESAS JUNTO CON EL VINO CASERO QUE HACIAN ENTONCES LOS ZEIDES Y TODOS BRINDABAMOS CON MUCHA ALEGRIA, NOS ABRAZABAMOS Y DESEABAMOS, COMO LO HACEMOS HOY EN CADA UNO DE LOS TEMPLOS, ALLI EN ARGENTINA Y AQUÍ EN ISRAEL, “SHANA TOVA UMETUKA”. ESTE ES MI DESEO HOY PARA VOS, TUS PAPAS, MATIAS Y TODOS TUS MORIM Y COMPAÑEROS.

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Meirabita, este relato sobre mi vida te lo dedico a vos. (Ni siquiera la sabta (abuela) lo conoce).Yo nací en El Trébol provincia de Sta. Fe, asistí a la escuela primaria allá. En el pueblo no había escuela secundaria entonces vine a vivir a Bs As con mis tíos y dos primos mellizos que tenían la misma edad que yo. Con su presencia hicieron mi vida en su casa más alegre y llena de aventuras ya que eran muy divertidos. De ellos heredé el ser hincha ferviente de Atlanta. Antes de cumplir mis 13 años mis tíos me prepararon en el templo de Murillo para ser Bar Mitzvá. Ellos me enseñaron la importancia de esta ceremonia y me regalaron un Sidur que cuide durante mucho tiempo. Luego con las idas y venidas de Sta. Fe a Bs As y las distintas mudanzas que hice en mi vida se perdió. Hoy me gustaría tenerlo para regalártelo a vos.

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FISCHMAN ALIZA, abuela de Uriel Fischman

Luis y Cecilia Pozner, Zeide y bobe de Micaela Iara Pozner

Un IOM-KIPUR diferente. Año 1960. Estoy en el MAJON GRINBERG cursando estudios para mi futuro desempeño docente. Es la mañana de IOM-KIPUR en IERUSHALAIM. La ciudad amanece distinta: se respira otro aire, otra espiritualidad. Salgo hacia el BEIT-KNESET, quiero unirme en TEFILÁ que ese día es más conmovedora, más estremecedora. Ante mis ojos se despliega una imagen impactante: una multitud, gente de todas las edades, con ropas blancas, los niños con medias también blancas, los hombres envueltos en sus TALITIM y apuran el paso, Majzor en mano, hacia los Batei-Kneset. Y esta imagen me proyecta hacia otros lugares, otros tiempos de la vida de mis ancestros en su Europa Oriental. ¡Qué bella se ve hoy la ciudad! Con sus piedras blancas, su cúpula dorada, la magia de sus callejuelas… Setiembre 2013. Días de IAMIM NORAIM. Se acerca un nuevo IOM-KIPUR, muy distinto de aquel, muy distante geográficamente y esta vez junto a mi querida y hermosa familia: mis hijos y mis nietos volveremos a recrear, con el mismo espíritu de aquel lejano IOM-KIPUR, los valores que nos sostienen a través de los siglos, renovando la vida de nuestro pueblo.

Rosh Hashaná: El templo, Shil, estaba dividido hombres de mujeres con una cortina que no se veían un@s a otr@s. Acompañaba a mi bobe que llevaba varios libros, no sé si todos eran para ella porque alrededor de la mesa que se sentaban había varias mujeres y se repartían o a veces leían juntas, escuchando lo que indicaba la voz de un Sr, era el Rabino (pero no lo veíamos porque estaba del otro lado de la cortina). Cuando los chicos nos aburríamos porque no entendíamos lo que decían nos íbamos al patio de al lado, cubierto y sin nada más que paredes y techo a jugar entre nosotros ¡era muy divertido! Porque hacíamos barullo con los juegos y salía alguien de la sala de rezos y nos decía ¡SHHH! Volvíamos para el momento solemne del shofar. Para festejar Rosh Hashaná nos compraban ropas “porque era importante estrenar algo para recibir el año” (medias, calzoncillos) Mi papá me llevaba al templo que era muy imponente: el templo de Libertad, saludar a mi Zeide y con la mano hacia arriba, porque las mujeres estaban sentadas en la parte superior a mi bobe, ella se ponía muy feliz cuando me veía. Iom Kipur: Acompañaba a mi papá a decir Izcor y a los chicos nos dejaban afuera, porque no se debía estar. Volvíamos del Shil y nos juntábamos en la casa de mi bobe y de mi Zeide, que habían dejado preparado kijelej que acompañábamos con té para romper el ayuno lentamente. Pesaj: En mi casa había parras o vides, con uvas negras que cubrían el patio. En el mes de febrero, más o menos, mi papá cortaba los racimos de uva y preparábamos con mi bobe y mi mamá lo que sería el vino para Pesaj. Había unas damajuanas en las que poníamos uvas y azúcar, un poco y un poco. Las damajuanas iban al sol y teníamos que cuidarlas de la lluvia porque no las tapábamos con corcho sino con una tela atada alrededor del pico... Para el mes de abril o fines de marzo colábamos el vino en una especie de ceremonia en la que siempre probábamos un poquito “a ver cómo nos había salido este año el vino”. Para filtrar el vino y pasarlo a botellas, poníamos un embudo con algodón y a los chicos nos encantaba comer las uvitas que quedaban arriba, aunque mucho no nos dejaban. Cuando llegábamos a la casa de mi bobe, nos preparaba algo riquísimo: bubele, que lo hacía mezclando matze meil, vino, azúcar y huevo, quedaba como un gran latke ¡MMMMMM! ¡Riquísimo!

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Chiche, abuela de Lara Taragan.

Abuelos de Federico Giler

Recuerdo que para el Seder de Pesaj nos reuníamos en familia y preparábamos los distintos platos típicos. Todas mis hermanas y yo nos peleábamos por quien se sentaba al lado de nuestra abuela. Al final de la cena buscábamos la matzá y recibíamos un premio por encontrarla. Los adultos contaban historias de sus vivencias. Recuerdo que los mayores volcaban en un balde un vaso de vino y otro de agua mientras se rezaba, luego eso se descartaba.

Querido Fede, cuando nos enteramos que teníamos que escribir algo sobre un evento en relación al Sidur sabíamos que no podíamos contarte nada, porque en nuestra época no existía la entrega del Sidur como tampoco la del Tanaj al menos en el shule al que yo fui. Pero de la Sinagoga sí, puedo decirte que era toda una fiesta ir en los Jaguim al Templo todos los primos juntos para saludar a nuestra Bobe (tu bisabuela) que se quedaba todo el día rezando y nosotros después de saludarla recorríamos todos los templos del barrio y la pasábamos bárbaro. Pesaj es diferente. ¿Por qué? Porque aún conservo los olores y sabores del Guefiltefish, olores que se mantenían en toda la casa. Y de los Kneidalaj con sopa de pollo, y la familia toda reunida alrededor de la masa. En el centro la Matzá con la Keara la copa para Eliahu Hannaví y la lectura de la Hagadá. En Pesaj se dice VEIGADETA LEBINJA y le contarás tus hijos, porque todo pasa de generación en generación. Esperamos que nuestros nietos no se olviden de los olores y sabores que hay en la casa de la Baba y del Zeide de los Sedarim que festejamos acá, con la lectura de la Hagadá en la cual cada hijo y nieto leen algo. Ojalá hayamos podido transmitirle la continuidad da nuestro ser judío. Porque esclavos fuimos una vez en Mitzraim y ahora somos libres en nuestra propia tierra ERETZ ISRAEL.

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Adriana Sacerdote de Zak, abuela de Magali Zak Éramos un grupo de adolescentes muy heterogéneo. Teníamos entre 12 y 15 años. Pero todas vivíamos un denominador común: el nerviosismo. Era el Shabat de Januka del 14 de diciembre de 1963. El Rabino nos hablo con su acento característico en privado: seréis las primeras mujeres en ascender a la Tora, el primer grupo de Bet El y posiblemente de la Argentina. Y recibimos de sus manos nuestro primer Sidur con una magnifica dedicatoria. Aun lo conservo y atesoro. Recuerdo mi disfonía pasajera al dirigir a la Comunidad en Shajarit y mi enorme emoción al leer el pasuk de la Tora que me fue asignado. Escribo estas líneas entre lagrimas de emoción por los hermosos recuerdos que creí adormecidos y que afloraron a mi mente y mi corazón gracias a mi nieta, mi dulce y adorada Magali. Gracias, Rabino Marshall Meyer, mi more, el que me enseño que “nuestro corazón es un santuario y que D* entra en aquel que se abre para recibirlo”. Un agradecimiento especial a mis padres por iniciarme en el camino de la Tora y sus preceptos. Y un muy especial y enorme GRACIAS a Bet El, en el que viví por años hermosas e inolvidables experiencias de vida, por permitirme evocar esos momentos tan caros, que me hacen reflexionar que “50 años no son nada”.

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Norberto Benito Popritkin y Ana Ester Frenkiel de Popritkin, abuelos de Magali Zak Como tantas personas que han perdido a sus seres queridos en esos horrendos campos de concentración, yo también sufrí lo mismo. No tuve la suerte de conocer a mis abuelos, ni a mis tíos. Soy hija única de padres que llegaron a Argentina sin familia. Con el tiempo, ellos se enteraron que sobrevivió una tía, hermana de mi mama, que vivía en Israel con su marido y un hijo. Otro tío, hermano de mi papa fue a vivir a Brasil, al que conocí recién a los cinco años, cuando pudimos viajar para Brasil, y recién entonces los hermanos se reencontraron y así conocimos a toda su familia. Hasta entonces solo eran cartas que iban y venían. A mis tíos de Israel nunca pude conocer, solo por fotos y cartas que llegaban tras larga espera, pues el correo en ese entonces demoraba muchísimo, no existía la computadora. Eran cartas escritas en Idish, y mi mama también me dictaba a mí para escribirle a mi tía, a la cual aprendí a quererla a ella y a su familia a través del papel. Yo había aprendido el Idish en el shule al que iba. Antes de mi casamiento recibí un regalo que me lo había enviado mi tía de Israel, era un Sidur hermoso, con tapas plateadas e incrustaciones de piedras, que atesoro con mucho cariño. Lamentablemente mis tíos fallecieron sin haber podido conocerlos, y lo peor, que mi mama y su hermana nunca pudieron reencontrarse. Pero en la vida siempre hay recompensas y en algún momento ocurren cosas que el destino nos tiene preparadas. Un día, mi papa caminando por la calle Federico Lacroze, levanta la vista y en un negocio ve una marquesina en la que estaba escrito el mismo apellido que el de él. Era una marroquinería, entro a preguntar y ¡Oh sorpresa!, resultaron ser primos hermanos, que también los había separado la guerra. Nunca podré olvidar aquel Seder, al que fuimos invitados por ellos, y conocimos a toda esa rama de la familia que ni sabíamos que existía. Se hizo toda la ceremonia, se leyó la Hagadá, cantamos y todo fue hermoso. Me viene a la memoria una frase de la Mishná, que dice: “El verdadero rico es el que está contento con lo que tiene”, y cuando hablamos de riqueza, no nos referimos solamente al dinero. Se es rico en ideas, en proyectos, en sentimientos, en buenos deseos, en conocimientos, en amigos, en tener una familia a quien querer y que nos quiera. También se es rico al poder ayudar y en hacer sentir bien a los demás. Tuve la suerte de casarme con un hombre maravilloso, de tener cuatro hijos, de recordar la alegría de cuando ellos recibieron su Sidur y ahora ya tenemos ocho nietos, y Magali, nuestra nieta mayor esta porrecibir Su Sidur.

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Baba Coca y Zeide Mario, abuelos de Joaquín.

Betty, bobe de Gastón Mames

Querido Joaquín, Muchas veces te hemos contado historias de cuando nosotros teníamos tu edad pero hoy como es un día especial , pues vas a recibir tu Sidur. Viene a mi mente el recuerdo de los días previos a Rosh Hashaná cuando mis padres nos llevaban a comprar alguna ropa para estrenar ese día. Mi papa se compraba un sombrero nuevo y mi mama una mantilla pues en aquel entonces las mujeres también cubrían sus cabezas para entrar al templo. Mi papa guardaba el Talit en una bolsa de tela brillante con un maguen david bordado y un Sidur que había traído de Polonia: mis hermanas y yo mirábamos embelesadas como el sacaba de entre la ropa blanca sus cosas y las acondicionaba para usarlas, era un ritual. Luego ponía en un tocadiscos la música que se escuchaba en esos días. Lo más emocionante era escuchar el Kol Nidre mientras mi mama cocinaba todas las cosas ricas que acostumbrábamos a comer en estas festividades. También recuerdo que venían parientes y amigos a brindar y junto a mi papa iban a visitar a otras personas y seguir brindando. Después al templo y luego a cenar y esperar al día siguiente hasta que terminaban los festejos y mis hermanas y yo mirábamos como papa guardaba su Talit y su Sidur hasta el próximo festejo. Sería lindo que compartas con tus amigos los recuerdos de Baba Coca y Zeide Mario y es nuestro deseo que vos algún día cuentes a tus nietos los tuyos.

“Una imagen que tengo grabada es de cuando yo tenía diez años. Estaba en el Shil al que íbamos con mis padres, mis hermanos y mi bobe. Era un templo ortodoxo en el que los hombres estaban abajo y las mujeres en un primer piso. Recuerdo que cuando estaba al lado de mi bobe, veía su Sidur, que tenía sus hojas amarillentas: se veían gastadas de una forma extraña. Pasaron los años, y ese Sidur pasó a usarlo mi mamá. Entonces, me animé a preguntarle a ella lo que durante años no me había animado a preguntarle a mi bobe: ¿por qué el Sidur tenía las hojas así manchadas? Mi mamá me contó que esas manchas eran por las lágrimas de mi bobe, que siempre lloraba mientras rezaba recordando a sus padres y toda su familia que había quedado en Europa en la época de la Segunda Guerra Mundial, y que siempre le pedía a Dios para que ellos y toda su gente amiga estén en paz, donde quisiera que estén.”.

Miriam Telias de Fuertes, abuela de Joaquín Fuertes No son muchos los recuerdos que guardo de la relación de mi familia con el Sidur, ya que somos tradicionalistas, no religiosos. De todos modos hay un hecho de mi infancia que quedo en la familia como una anécdota. La noche de Pesaj mis abuelos maternos reunían a sus siete hijos y muchos nietos alrededor y luego de comer las comidas típicas cantábamos todos “la del cabritico” y como broche final mi abuelo se paraba y muy serio le decía a mi abuela “Reshina dame el bogo que me preparaste que me va a Irushalaim” y todos los nietos nos colgábamos de sus piernas para que no se fuera. En cuanto a lo que mi esposo y yo tratamos de trasmitir a nuestros nietos es el respeto por nuestras tradiciones, ya sea preparando las comidas típicas y cumpliendo con las berajot que son los chicos quienes las dicen, como juntando a las dos familias como lo que somos: una sola a partir del momento que nacieron nuestros nietos.

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Baba Frida Rabin de Fraiman, abuela de Maia

Gabriel y Adriana Efron, Abuelos de Martin.

Maia: De mi infancia recuerdo a mis papas, tus bisabuelos Elias y Sara, yendo al templo a rezar. Soy hija mujer con dos hermanos varones. Por ese entonces, solo hacían el Bar Mitzvá los varones. Las chicas festejábamos los cumpleaños de quince, ya que las mujeres no subían para leer la tora. ¡Era tan linda esa época de mi vida! Vivíamos en Lanús, en una casa grande, disfrutando las fiestas judías en familia. Como quedaba cerca, mi papa se reunía en el templo con sus amigos a jugar al dómino; era su segundo hogar. Como el conoció a tus hermanas mayores, las inscribió con el nombre en idish en dicho templo. A vos, Maia, te hicieron el Simjat Bat, en Benei. Fue una hermosa ceremonia. Sos mi nieta menor. Te quiero mucho. Que tengas mucha suerte y seas feliz en tu vida.

Pensando en el significado o anécdotas solo tuvimos que mirar Nuestro Sidur familiar y vimos muchos ganchitos de colores que marcaban distintas páginas. Cada marca era la sección que tu mama Andrea, el tío Ari y la tía Ale habían leído el día de sus ceremonias de Bat y Bar Mitzvot, y allí quedaron todas esas marcas recuerdos y emociones. Siempre acompañándolos y ayudándolos. Éramos padres jóvenes y ahora abuelos felices viendo crecer a nuestros queridos nietos. Pasaron muchos años y ahora tener la alegría que nuestro querido nieto mayor Martín ya reciba su Sidur nos llena de felicidad. Este es un libro que tiene todas las bendiciones del día, del año, de las festividades, tiene poesía y reflexiones. La magia es que desde hace muchísimos años, desde nuestros antepasados mantengamos estas milenarias tradiciones de familia y de nuestra comunidad.

Rosa Ana Milman de Gruver, Abuela de Maia Querida Maia: Entre los hermosos recuerdos de mi niñez, figuran los días de festividades judías pasados en familia. Mi abuelo materno Jehuda Fischman, era secretario del templo ETZ-HAJAIM, al cual concurríamos los mayores a rezar y los pequeños respetuosamente a jugar y correr en el patio. Recuerdo a mi abuela Perl, ir muy orgullosa y elegante al templo con su mantilla calada en la cabeza y su libro de rezos en la mano, caminando así por la calle del brazo de su amiga; paisana de Kiev, lugar de origen. Las mujeres arriba y los hombres abajo, mi hermana, mis primos y yo, subíamos a saludarla, bajábamos a ver a nuestro Zeide y al patio a jugar. Ya soy abuela de cinco nietas, a las que adoro, pero nunca olvidaré a mi Bobe Perl a quien sigo queriendo. Leída, culta, habilidosa y persona de bien. ¡Fui primera nieta, primera sobrina y primera hija! Los recuerdo a todos con cariño. Maia, quisiera que al pasar del tiempo, me recuerdes siempre con el mismo amor que yo siento por vos y que haya podido dejar huellas en tu corazón del sentimiento del bien, del respeto por los valores judaicos y los de familia. Nunca me olvides querida nieta. Tuya por siempre y para siempre. BOBE.

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ESTHER KAGEN - JOSE BARASCH, Abuelos maternos de LEYLA LICHT Son muchas las vivencias y los recuerdos que marcaron nuestras vidas como judíos. Me voy a referir a la manera de cómo se celebraba el Shabat. Aunque soy hija única me considero perteneciente a la llamada familia numerosa, dada la cantidad de tíos y primos que nos reuníamos en casa de mis abuelos paternos. A ellos los pude disfrutar durante toda mi infancia porque tuvieron la suerte de estar en Argentina desde antes de la Guerra. No ocurrió lo mismo con mis abuelos maternos que quedaron en Europa y a los que no llegué a conocer. Sin embargo mi mamá llegó con todo el bagaje de tradiciones al extremo que mis abuelos paternos se sentían en mi casa como en la suya en lo que al cuidado religioso y la tradición respecta. Es así como mi mamá era la encargada siempre de preparar las comidas para el Shabat y todas las festividades de la que daban debida cuenta las cuarenta personas que siempre nos reuníamos en la casa de mis abuelos. Demás está decir que en esa época no había penetrado lo suficiente la cibernética y el culto a la familia se practicaba indefectiblemente y con sumo placer. Para nosotros, los chicos, era una verdadera fiesta reunirnos con nuestros mayores, y gozábamos especialmente con los rituales y los manjares que preparaba mi mamá con la diligencia y el amor que lo hacía más placentero. Sin duda alguna esto marcó mi respeto y admiración por nuestra rica tradición y es lo que traté de inculcarle a mis hijos y ahora a mis nietas. Quiera Dios que el avance de lo material no supere lo espiritual y que nuestros nietos sigan con la bandera de la tradición en alto y se sientan siempre orgullosos de su origen.

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Bobe Sarita Tengo grabada en mi memoria cada seder de Pesaj que se realizaba en casa de mis padres, porque esa noche yo tenía la costumbre de mirar al cielo y ver que siempre la luna estaba en cuarto creciente y llamaba poderosamente mi atención. Mis abuelos tenían una sinagoga en su pueblo (se llamaba Ludma)y eran muy religiosos. Mi padre era solamente tradicionalista pero muy respetuoso de las festividades judías. Fuimos tres hermanos, Moises, Isaac y yo. La mesa de pesaj brillaba en todo su esplendor. La comida esparcía su perfume por toda la casa. Nos sentábamos, papá en la cabecera, mamá y nosotros tres. Comenzaba la lectura de la Hagada, primero en hebreo,s e detenía en diferentes párrafos y los traducía todos en castellano. Nosotros los chicos llegaba un momento que queríamos comer, pero no, nos costaba mucho esperar que terminara casi todo y no nos dábamos quizás cuenta de la maravilla que vivíamos. Al final cantábamos todos juntos, celebrando la libertad que fue para nuestro pueblo. Lo recuerdo toda la vida con mucha alegría y hoy día sigue como herencia en nuestra familia.

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Eva Siraly bisabuela de Matias Siraly

Agi Szalai de Kon, abuela de Valentina Mecikovsky

Soy Eva la bisabuela de mi querido Mati. Nací en Budapest, la capital de Hungría, mucho antes de la SHOA de la que sobreviví de milagro. Fui a una escuela primaria del Estado, mis compañeras eran de todos las religiones. Dos veces por semana, teníamos clases de religión, a la que dependiendo de la misma, cada uno asistía. Tenía una excelente profesora de historia a la que quería mucho y me encantaba estudiar cada clase con ella y quería esforzarme mucho para ser muy buena alumna. Para una clase de historia tenía que estudiar el AHAVAT OLAM, y no me acuerdo porque razón no pude hacerlo de la manera me hubiese gustado y la profesora me dijo que esperaba mucho mas de mi. Después de la clase llore todo el día por ese motivo. Algunos días más tarde la profesora de historia me tomo la misma lección, yo la había estudiado a la perfección por lo que me puso una muy buena nota. Todos los viernes a la noche voy al templo en Bet El, a la que siento como mi segunda casa, y cuando leo el Avahat Olam me acuerdo de la historia que paso hace mas de 70 años.

Mis recuerdos me llevan a Rosario, donde nací. A los 5 años vine a vivir a Buenos Aires, pero mis abuelos maternos se quedaron en Rosario. Les cuento que mi abuelo se llamaba Efraim, lo llamaban Froiem y yo le decía Zaidi. Era Shojet ,mohel y rabino. Mi abuela se llamaba Malvin, La llamaban Mariem y yo lo decía Babi. Era elegante y muy “berie “(habilidosa). Su casa, en la calle Pasco 1333, era el lugar de encuentro familiar para Rosh Hashaná, Pesaj, Sukot, Januca, vacaciones… ¡Una fiesta! Recuerdo el inmenso patio, rodeado de macetas con flores, cubierto de una parra de uvas verdes que usaban para hacer vino. El patio donde mi Zaidi armaba la Suká, adornada por mi Babi con guirnaldas multicolores .El lindo comedor en Sukot. Anécdotas tengo muchas .Elijo para contar una de un Seder de Pesaj.

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Era el Pesaj de 1962 .Ese año, como regalo de15 años, mis padres me habían regalado una guitarra. Viajamos a Rosario para la ocasión y llevé la guitarra, pero de incógnito. Llegó la noche del Seder. La mesa grande, el mantel blanco, los candelabros de plata lustrados, la keará armada con esmero por mi Babi, la copa de Eliahu, la vasija para el lavado de manos, el vino hecho por ellos, la vajilla especial, el jaroset, el maror, la matzá... En la cocina preparados los huevos duros como tradición de primer plato, la sopa de Kneidalaj y de fideos que mí Babi hacía con fécula de papa que ella misma rallaba. Mi Zaidi vestido de blanco (con su Kitl) estaba sentado en la cabecera de la mesa preparando la Hagadá“ que leía completa “.Un almohadón de plumas a su lado, debajo del cual guardaba el Afikoman que los más chicos sacaban, escondían y. para el final lo devolvían luego de una divertida negociación con regalitos. El Seder se desarrollaba como siempre. Llegó el momento del Ma Nishtana, (los “firkashes” como dicen en idish) que cantábamos los nietos. Esa vez lo hicimos con el acompañamiento de mi guitarra. ¡No se imaginan la sorpresa y emoción de mi Zaidi y mi Babi! Hasta el día de hoy (¡y ya pasaron unos cuantos años!) tengo presente sus caras y su alegría .Claro que después de la sorpresa y saliendo del “ protocolo del Seder” lo repetimos y lo cantamos todos juntos... Y no sólo ese día sino varias veces más en otros momentos. ¡Esa es la sencilla anécdota! Algunas cosas (la keara, copa de Eliahu, vajilla, candelabros, almohadón) las conserva mi mamá y nos acompañan en el Seder que ella hace en su casa .Mi guitarra está y mis nietos juegan con ella.

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Silvi, abuela de Carol Ejdin

Claudia Sidler abuela de Denise Grabow

Siempre recuerdo la noche de los viernes en la casa de mis abuelos maternos. Nos reuníamos toda la familia y junto a mis primos –éramos once -, cada viernes era una fiesta. Recuerdo el encendido de las velas y a mi abuelo rezando antes de la cena. Mi abuela amasando sus knishes y el olor inigualable de sus comidas típicas que quedan grabadas en los sentidos para siempre. Con mis primos corríamos por todos lados, ya que era una casa grande con escaleras, donde jugábamos felices. Por momentos mi abuelo se quedaba solo con sus rezos, y a mí me gustaba observarlo y escucharlo, aunque no entendía exactamente lo que decía, esa ceremonia era un momento sagrado que me encantaba compartir en silencio. Mi Zeide era sabio, me contaba historias de la época de la guerra, pero me contaba cosas divertidas, yo amaba su compañía. Ojalá que mis nietos cuando piensen en mí puedan hacerlo con una sonrisa, como me sucede a mí.

Mi anécdota me remonta a mi niñez. Todos los viernes me preparaba para ir con mis padres a celebrar el Shabat a la casa de mi bobe Ester que vivía en Avellaneda provincia. De bs.as. Siempre que entraba a la casa de mi bobe era una alegría ella me transmitió sus enseñanzas de como celebrar el Kabalat Shabat y de la rica jala que hacía. Toda su casa olía a ese rico perfume a jala. Luego de las brajots del vino de la jala y de las neirot saboreábamos una rica y hermosa cena en familia. Al final del festejo yo me quería quedar a dormir allí y algunas veces mis padres me dejaban y otras no. Estos fueron muy lindos momentos de mi infancia que también compartí con mis primos.

Roberto Groer abuelo de Denise Grabow Mi anécdota la viví en el templo cuando se caso una de mis hijas. El rabino que la caso resulto ser hijo de un primo mío que hace mucho no veía y me emocionó mucho que por las vueltas de la vida pude volver a reencontrarme con mi primo después de tantos años y que su hijo haya casado a mi hija.

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Bobe Sara, abuela de Daniela

Hernán Gitlin, abuelo de Ariel y Axel Fernández Gitlin

Querida Daniela, El Sidur se estableció luego de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem. Los sabios declararon que la oración es un sustituto aceptable de los sacrificios de animales que se realizaban en la época del Templo. Los rezos fueron y son usados como modo de pedir, agradecer o solicitar perdón por una mala acción. El Sidur ocupa un lugar importante en nuestra familia Horowitz como Rozemblum. En esta última, mi padre Salomón, tu bisabuelo, tenía varios sidurim. Como rezaba los tres rezos diarios llevaba un Sidur en su bolsillo. De chica en mi casa, había sidurim, Tanaj y Talmud por todos lados. Mi papá leía Guemará todas las tardes al volver del trabajo. Él nos enseñó a comenzar el día diciendo “Mode Aní” y agradeciendo a D’s por despertarnos diciendo “Shemá Israel” antes de ir s dormir. Este último rezo es quizás el más importante del judaísmo, lo decimos frente a peligros, situaciones difíciles, etc. El Sidur que te regalamos es parte importante de la tradición judía. Te invito a apropiarte de ella, a hacerla tuya y transmitírsela a tus hijos. Espero que encuentres sabiduría en el Sidur, que te acompañe, que tal vez satisfaga tus inquietudes y fortalezca tu pertenencia a la comunidad judía. Esperando disfrutes su lectura y valorándote muchísimo como persona.

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“El Misterio del Sidur” Mi abuelo materno había llegado a la Argentina desde Odesa, ciudad en la que vivía mi bisabuelo, quien había logrado que sus hijos emigraran para salvarse de los pogroms. Corría el año 1903. Cuando yo tenía cinco o seis años, mi abuelo me llevaba al Templo de Paso, del que había sido uno de los fundadores. Eran mis primeros contactos con el judaísmo. Todo era nuevo para mí. Ver a la mayoría de los hombres cubiertos por talitim enormes y utilizando kipot como ya hoy no se ven. Eran todas de color negro y cuadradas que cubrían toda la cabeza, no como las de ahora, mínimas, que solo cubren la parte superior. En el templo no había órgano, y el coro cantaba “a capella”. En aquel entonces, como no conocía otro templo me parecía lo común que el coro estuviera instalado en el medio del salón, limitado en un rectángulo de madera. Y el director era un señor mayor, de apellido Scliar, cuyo rostro curiosamente después de tantos años aún recuerdo, con su vestimenta negra y una kipá negra y cuadrada sobre su cabeza. Cada banco tenía, en el respaldo de la fila del banco anterior un atril para poder ubicar libros, que se podía abrir levantándolo para guardar los libros de rezo. Allí los tenía mi abuelo. Y pasaron los años y mi abuelo falleció cuando yo tenía 14 años. Mi abuelo vivía en un departamento muy grande con dos hijas solteras - mis tías -, quienes siguieron viviendo en el mismo y conservando todos objetos de mi abuelo. Alguna vez, como recuerdo de mi abuelo me dieron su lupa de joyero, que aún conservo, pero cuando ya mayor, pregunté por el Sidur, nadie supo contestarme. Y pasaron muchos más años, y un día caminando cerca de mi casa observé que en la vereda alguien había tirado muchos libros, casi todos encuadernados. Y me dio mucho fastidio ver que se despreciaba de tal forma lo que muchas personas se habían tomado el trabajo de escribir. Y revisando los libros encontré un viejo Sidur y oh! sorpresa, estaba escrito en hebreo y ruso. Según pude leer era una edición de 1914. Sus tapas evidenciaban el paso del tiempo, pero estaba completo. Mi mente se retrotrajo a mi abuelo y pensé que otro abuelo habría venido de Rusia con ese preciado libro. La suerte quiso que lo encontrara y por supuesto que me lo lleve y es para mí hoy el reemplazo de aquel Sidur que nunca encontré. De alguna forma fueron dos misterios, la desaparición del Sidur de mi abuelo y el recupero de un Sidur de algún otro abuelo, cuyos nietos tampoco tendrán.

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BABE ROSITA Y ZEIDE JAIMITO O JUANCITO KRASELNIK, ABUELOS DE URI URIEL: CARIÑOSAMENTE URI: NOS TOCA ESCRIBIRTE ALGO EN UN MOMENTO MUY IMPORTANTE PARA VOS Y CREEMOS QUE NO LO OLVIDARÁS. NOSOTROS -EL ZEIDE Y LA BABENO TUVIMOS ABUELOS. NUESTROS PADRES VINIERON DE POLONIA Y NUESTROS ABUELOS SE QUEDARON ALLA. NO SABEMOS LO QUE ES SER NIETOS... AHORA TENEMOS UNA FAMILIA HERMOSA Y SOMOS ABUELOS DE 7 DIVINOS NIETOS Y GRACIAS A USTEDES APRENDIMOS LO QUE SIGNIFICA SERLO. ESTAMOS MUY EMOCIONADOS PORQUE EN BREVES DIAS VAS A RECIBIR EL SIDUR. IMAGINATE EL ORGULLO QUE TENEMOS DE QUE SIGAS NUESTRA TADICIÓN TAN RICA Y TAN PROFUNDA, QUE HAYAN SIDO TUS PADRES LOS QUE TE INCULCARON TODO ESTO. SABES QUE NOS ENCANTA CUANDO FESTEJAMOS JUNTOS PESAJ O ROSH HASHANÁ Y NOS CONTÁS TODO LO QUE APRENDISTE O LO QUE HICISTE EN BET EL. CUANDO VENIS A MERENDAR O A CENAR Y TE QUEDAS A CHARLAR ESPECIALMENTE CONMIGO (LA BABE) O JUGAMOS A LAS DAMAS O AL BURAKO. NOS GUSTA CUANDO SALÍS A PASEAR CON EL ZEIDE O VAN A MERENDAR. LO PRIMERO QUE ME CUENTAN ES LO BIEN QUE LA PASARON Y LAS CHARLAS QUE TUVIERON. COMO CRECISTE, COMO PASA EL TIEMPO...

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DIANA, ABUELA DE URI G. CUANDO YO ERA CHICA MI MAMÁ QUERÍA QUE APRENDA IDISH YA QUE NO IBA A UN COLEGIO JUDÍO. PARA ESO CONTRATÓ UN PROFESOR PARTICULAR QUE VENÍA A DARNOS CLASE A MI HERMANA Y A MÍ. CADA VEZ QUE ÉL ENTRABA NOS SALUDABA “SHALOM MEIDALE” (HOLA NIÑA) Y COMO YO NO SABÍA LO QUE SIGNIFICABA “MEIDALE” LE RESPONDÍA A MI PROFESOR “SHALOM MEIDALE”. A PESAR QUE TODAS LAS CLASES ME CORREGÍAN QUE NO ERA NINGÚN “MEIDALE” YO SEGUÍA SALUDÁNDOLO ASÍ. OBVIAMENTE NO DURÉ MUCHO CON ESE PROFESOR.CUANDO NOS CASAMOS CON EL ZEIDE JOSE Y TUVIMOS HIJOS (TU PAPA Y TUS TIOS) QUISIMOS SEGUIR MANTENIENDO LA EDUCACIÓN JUDÍA, ES POR ELLO QUE DECIDIMOS MANDARLOS A BET EL DONDE PASARON TODO EL JARDIN Y LA PRIMARIA. ES UN ORGULLO SABER QUE VOS TAMBIÉN RECORRÉS ESE MISMO CAMINO Y OJALA PUEDAS TRANSMITIR ESTE MENSAJE A TUS HIJOS.

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Graciela, abuela de Jonathan

Ernesto, Zeide de Annita Galagovsky

Cuando era pequeña (yo, Graciela, la abuela de Jonathan) iba seguido a visitar a mis abuelos Adolfo y Frada, era una fiesta ir a casa de ellos. Me mimaban, la comida era riquísima, y siempre me contaban anécdotas de sus infancias en Rusia y antes de irme mi abuelo me leía algo en hebreo de un libro llamado Sidur. Después me explicaba lo que quería decir y el significado para el pueblo de Israel. Desde aquella época el Sidur ocupa un lugar muy importante en mi corazón, imaginen cuando mis hijos recibieron el Sidur, que emoción. ¡Imaginen hoy que mi nieto va a recibir su Sidur! ¡Qué emoción! En la misma escuela donde lo recibió su mama. De repente todos los recuerdos de mi infancia vienen a la memoria de la mano de la comida de la Bobe y de los cuentos del Zeide basados en el Sidur, que hoy con mucha emoción transfiero a mi adorado nieto Jonathan. Yo Daniel, abuelo de Jonathan recuerdo que iba a un colegio hebreo muy exigente, el día que mi papa me compro un Sidur para llevar al colegio me asuste y dije: de este libro tengo que estudiar, ¡Cómo me costó! Hoy estoy feliz de tener mi Sidur, de llevarlo en cada ocasión a la sinagoga y sabiendo la importancia que tiene para nuestro pueblo me pone muy contento que a partir de este momento Jonathan tendrá el suyo.

Tengo una historia muy graciosa de cuando yo era chico. Tenía 11 años (¡En el año 1957!) y fui con mi papa al Shil el viernes a la noche. Me acuerdo que agarré mi Sidur (que era nuevito porque me lo habían dado en la escuela el año anterior) y lo puse en una bolsa que estaba en la cocina. Esa misma noche, tras salir de la sinagoga, íbamos (como todos los viernes) a cenar por Shabat a la casa de mi tía Migue. Y como siempre, mi mama Frida (la bisabuela de Annita) estaba preparando muchísima comida para llevar, en especial preparó esa noche una fuente muy grande de knishes de papa ¡Riquísimos!, los metió en una bolsa y se llevó todo. Lo que pasó fue muy raro, porque las bolsas eran parecidas ¡y se mezclaron!, así que esa noche, cuando llegué con mi papa al Shil, saco la Kipá, abro la bolsa y saqué para leer ¡¡¡Un bowl lleno de Knishes!!! Jaja. Eso sí, para la cena tuvimos el “Sidur arriba de la mesa al lado de la Jalá” (y le tuve que convidar un knishe de papa al rabino en la sinagoga, Jaja). De los knishes quedó solo el riquísimo recuerdo, pero todavía tengo ese Sidur, lo cuido mucho y le tengo mucho cariño, porque lo tengo desde que era chico.

Yafa la abuela de Jony Cuando yo era chiquita caminaba de mi casa a su casa (vivíamos en Israel), todas las tardes para que mi abuelo me enseñara Arameo. El me esperaba feliz sentado en la ventana. Cuando yo supe leer el me regalo un Sidur que era de su papa, todavía lo guardo y me encantaría que lo tenga mis nietos. Pienso que la Torá es una fuente de enseñanzas para cualquier situación de la vida. Siempre me gusto leer el Sidur.

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Sergio y Dorita, abuelos de Facu

Berta, bobe de Joaco Band

Querido Fac: Estamos muy felices como abuelos que hoy recibas tu Sidur, parece ayer que estabas ingresando al mundo del judaísmo con tu Brit Milá de la mano de tu familia y de las personas que te van a amar siempre. Y hoy ya estas más grande, con más responsabilidades, emocionado, orgulloso de tocar el shofar en Iom Kipur, y esperando ansioso una fecha de bar Mitzvá. Estamos muy felices que disfrutes de tus orígenes y que puedas continuar con la historia. Deseamos toda la felicidad que puedas tener y más. Siempre junto a gente que te quiere.

Me contaba la mama de Natalio, el Zeide de Joaco, como fue la historia de su llegada a la Argentina. Se despidieron de los hermanos en Europa porque todos no podían venir a la Argentina, sabiendo que seguramente no volverían a verse nunca más. Llegaron a Entre Ríos y les dieron solo unas tierras adonde había un galpón que tenía solamente medio techo. Algunos dormían mirando las estrellas del lado sin techar. Las tierras que tenían la trabajaban también con otras personas que venían de Europa. Llego el primer Shabat y se dieron cuenta que no tenían nada para festejarlo. Entonces, uno usando unas sabanas blancas lo convirtió en un mantel para cubrir la mesa, otro utilizo un jarrón para hacer una copa de Kidush y del pueblo trajeron harina para cocinar Jalot. Por la mañana se dieron cuenta que para rezar no tenían Torá. Aun así se juntaron a rezar. Después de tres meses mandaron de Buenos Aires un Rabino, quien traía en su carreta Sidurim y Jumashin. Aun antes de tener las casas hechas, decidieron hacer en las tierras un templo para poder rezar.

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Mila y Abraham, abuelos de Yoab.

Esther Eljay de Suli, abuela de Ariel Suli

Hablar de mi nieto me resulta una tarea muy agradable. Aunque no se crio en un ámbito religioso, no le es para nada indiferente ser judío, lo primero que me pidió cuando viajamos a Israel, donde nació, es que le regalara una kipá, es tal su arraigo a Israel que todo tema relacionado con lo judío, le interesa sueña con viajar hacia allí, por lo tanto la entrega del Sidur, como símbolo de su judeidad lo emociona muchísimo, y yo como abuelo siento lo mismo, a pesar de no ser practicante. Agradezco a Bet-El, la formación judía que le inculcaron y que está en un todo de acuerdo con nuestra ideología.-

Mis antepasados llegaron a Izmir (Turquía) luego de la expulsión de los judíos de España en 1492. Cuando mis abuelos llegaron acá a Buenos Aires trajeron el Sidur de sus antepasados y era el que usábamos en todas las fiestas. Tuve la suerte de estar en esta ciudad y conocer el templo donde iban mis familiares. El apellido de mi padre (Eljay) estaba inscripto en los libros del templo. Fue una emoción muy fuerte para mí.

Mi familia no era religiosa y yo tampoco, pero si judías y respetuosos de la religión, que es la simiente de nuestro pueblo. En nuestras casas siempre se festejaron las fiestas judías, nos sentimos parte del pueblo judío y por suerte nuestros hijos y nietos aman ser judíos. Dos de nuestros hijos viven en Israel, Yoab también nació allí, sabemos con seguridad, que nuestro pueblo se mantuvo vigente en la diáspora a través de la religión. Nos sentimos orgullosos de ser parte del pueblo judío. Nuestro nieto es un chico inteligente, travieso, lleno de vida, y nos alegra cuando lo tenemos con nosotros, nos divertimos mucho y es un placer tenerlo en casa. Siempre está muy interesado en la Shoá, sus bisabuelos maternos fueron. Partisanos en la segunda guerra mundial y siempre me pide que le cuente como fueron los hechos, le interesa mucho el tema.-

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Abuelos de Lara Janowski

Abu Susy, Abu Ali y Abu Dito, abuelos de Mora

Nos pone muy contentos cuando estamos juntos en Shabat porque es un día especial. Siempre vamos un ratito antes para jugar al Burako con Laly y sus hermanos. El encendido de las velas es muy significativo para nosotros porque es cuando se trasladan los valores, tradiciones y sentimiento del judaísmo. Poder compartir este momento con Laly y la familia es muy emotivo para nosotros. Somos muy felices.

No tenemos historia para contar y compartir con vos acerca de los momentos vividos en la entrega del Sidur pues en los tiempos en que fuimos al colegio no se acostumbraba a celebrar especialmente la entrega del Sidur. Tampoco podemos inventar una historia para contarte pues desconocemos lo que se debe sentir en ese momento. Lo que sí podemos decirte, porque verdaderamente lo sentimos, es lo orgullosos que estamos de verte crecer, y la alegría que sentimos de poder compartir los momentos más importantes de tu vida. Y seguramente, la entrega del Sidur es uno de estos momentos...un paso en el camino que te llevará el año próximo a vivir y celebrar en forma plena tu Bat Mitzvá. Sos alguien muy especial para nosotros. A tu lado aprendemos, y acompañándote, nos permitís vivir lo que no vivimos y emocionarnos de lo que no pudimos emocionarnos. ¡Gracias por esta maravillosa oportunidad!

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ROSA Y MIGUE, abuelos de Maxi.

Abuelos de Mati Weber

Maxi es un nieto dulce, tierno, cariñoso, siempre está con una sonrisa durante la semana no nos vemos, por esa razón esperamos los domingos para disfrutar con toda la familia, incluidos tías y tíos, los almuerzos en nuestra casa, el abuelo lo espera con las empanadas que preparo la abuela y que a él le gustan mucho, en ese momento somos muy felices. El disfruta del parque, juega con la pelota, a la paleta, algunas veces con el abuelo, si el está muy cansado, cuando se cansa juega con la compu, en el verano disfruta de la pile, con los abuelos o los papis. El y su hermanita son los soles en nuestras vidas. Esperamos que Maxi, logre los objetivos y metas que se proponga en la vida, sea feliz, un hombre de bien sin apartarse de las enseñanzas que recibió de la familia y la escuela. Cuentas con nuestro amor y apoyo incondicional.

El recuerdo nuestro comienza en las vísperas de Pesaj y la preparación de la comida en especial del “Guefiltefish”. Empezamos a disfrutar Pesaj desde la mañana cuando nos encontramos todos (abuelos y hermanos de abuelos) en la cocina para preparar el Guefiltefish , los Kneidalaj , la sopa, la carne y el pollo hervido, la compota de manzana , el jrein, el jaroset y mas todo hecho en casa en forma artesanal. El Guefiltefish debe ser esponjoso, clarito, salado con la pimienta justa, y la cocción de la cabeza de pescado ¡No puede faltar! El caldo cuando se sirve debe estar caliente y los Kneidalaj de harina de matze con su forma justa. ¡Cuando terminamos de comer, en la mesa de lo que se habla es la crítica de cada uno de la comida! Pero así disfrutamos año a año las fiestas y volvemos a repetir siempre los mismos pasos y las mismas costumbres que hoy ya lo compartimos con nuestro nieto Mati Weber!!! ¡Muy felices y siempre manteniendo el espíritu de nuestro ser judío! Para nosotros la educación judía, el conocimiento de las fiestas las adquirimos más que nada a través de nuestros hijos y ahora cada vez más con nuestros netos. Nos encanta que sean ellos quienes van mostrándonos lo que es un Sidur, una reunión con las tradiciones y las costumbres que ellos mismos van aprendiendo en el colegio. Así llegamos al templo de Bet El y no dejamos de reunirnos nunca y comer la comida turca tan rica que la abu Rosita sabe preparar. Así como lo hacían en nuestras propias casas.

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Víctor Moshel, abuelito de Nico Wanschelbaum.

De Nelly para Tati

Desde muy pequeño, tenía la ilusión de ver algún día a Eliahu Hannaví. En los sedarim de Pesaj, mi papa, llenaba una copa grande con vino, la dejaba en la mitad de la mesa, y en un momento de la noche, abría la puerta para que entrara Eliahu Hannaví, que según la Tora es uno de los siete profetas con no murieron, ya que se convirtieron en ángeles, donde también se presenta en todos los Brit Milá del mundo. En el instante que mi papa, abría la puerta, mi hermano y yo, no apartábamos ni un segundo, la mirada de la copa de vino, y tal es así, veíamos que el vino se movía, (a lo mejor alguien se apoyó en la mesa), y por nuestras cabezas, pasaba la ilusión de que Eliahu, convertido en el Hombre Invisible, paso unos segunditos por nuestra mesa, nos dejó una bendición y se fue rápido a hacer lo mismo en otros sedarim. Al escribir todo esto, me emocione mucho, se me pintaron un par de lagrimones también, ya que para mí fue muy fuerte, entrar al túnel del tiempo, y recordar algo que ya tiene más de 60 años de antigüedad.

En el 2008 fui por primera vez a un Seder de Pesaj en Betel, voy a contar de ese día cosas que vivencia junto a mi familia. Si bien no fue el primer Seder que estuve, pero puedo decir que fue una noche distinta, entre ellas mi esposo Daniel cantó en público… cantar lo que se dice cantar pero lo intentó. También recuerdo la emoción con las que los chicos participaban, cantando, respondiendo las preguntas de los rabinos y buscando el Afikomán. Sé que llegue con mucha curiosidad porque sabía que sería una noche distinta y realmente lo fue porque me emocione durante todo el Seder y porque vivencié una noche en comunidad, aprendí, recordé y hasta me divertí con mi familia.

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Zulema Buk y Abraham (Peter) Slavkin, abuelos de Alan Fuks

Aida Bursztein, Elena y Lito Feder, abuelos de Iván Bursztein

Afloran a mi mente historias que me contaban mis padres y otras de mi infancia. En 1922 mi papa con solo 17 años en tiempos de guerra decide con el consentimiento familiar, viajar a EE.UU, con ayuda de tías que allí vivían, por no permitirle la entrada del buque a EEUU. El destino quiso que desviara a la Argentina después de una larga y penosa odisea. Hospedado en el puerto de Bs. As, en el hotel de los inmigrantes, consiguió trabajo, no hablaba español, y dominaba varios idiomas, tenía facilidad y muy pronto aprendió. Así fue trayendo de a poco su familia. Eran religiosos, mi Zeide José Buk more, pasaba largas horas acompañado por el SIDUR en el templo, mi bobe, Cima JaieKotkes, gran madre, trabajadora, hacendosa, elaboraba todo, mi padre era el segundo de 5 hermanos. Cuando la familia llego ya lo esperaban con un terreno y casita. Mi Zeide José fue more de la escuela Bialik de Devoto, que se inició en una casa, para pasar luego al edificio actual, como fundadores, sus nombres están entre otros, en la pared del templo, y siento orgullo. José Buk y Cima JaieBuk de quien llevo su nombre la amo sin conocerla. Recuerdo los preparativos para Pesaj en casa de mi Zeide en Devoto. Mi Padre Mendel se encargaba de comprar los frescos dorados y bogas, para el “Guefiltefish” en el puerto de Olivos. Las mujeres de la familia, sentadas en sillas bajas, limpiaban las escamas y vísceras y luego los molían, elaboraban los pollos pasaban por el “shoijet” y luego quitaban las plumas, las más suaves de la pancita, se guardaban para relleno de almohadas y acolchados, se cocinaba en braseros al carbón o en los pequeños calentadores a Kerosene. La noche de Pesaj mi Zeide José en la cabecera de la mesa festiva, las velas encendidas, a su lado la “Hagadá”, la jarra y fuente de porcelana, traída de Europa para el lavado de manos. Todos sentados a la mesa, respetuosamente siguiendo el Seder, cada hijo leía su parte, a medida que su papa lo indicaba, yo era pequeña pero guardo el recuerdo de esos días. El “Sidur” de mi padre Manuel, no está conmigo hoy…pero lo recuerdo como a tantos libros que había en casa con sus páginas amarillas y ajadas por el paso del tiempo. Entrañables en mi memoria emotiva. Trato de sostener las tradiciones, desde mi lugar, con menores conocimientos que mis nietos. No puede faltar el leikaj de miel que llevo al templo en Kipur, para cortar el ayuno.

Estamos muy felices de poder compartir con Iván este momento tan especial, como es la entrega del Sidur. Nosotros (abuelos maternos) vivimos en Israel y así como ocurrió para la entrega del Tanaj, estamos otra vez en esta nueva entrega que significa tanto para los chicos.

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Siempre nos es muy grato poder estar junto a nuestros nietos ante cada evento importante. Felicitaciones y que siempre nos reunamos para celebraciones. Son los sinceros deseos de los abuelos de Iván Bursztein para todos los que están en quinto grado.

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Los zeides Orbach, abuelos de Dylan Beker

Mauricio Donio, abuelo de Tobías Kaplan.

“Bendito eres Tú Adonai, D´s nuestro Rey del Universo, que nos concediste la vida, nos sostuviste y nos hiciste presenciar este momento”.

Nací en Villa Crespo, mis padres eran oriundos de Turquía, Esmirna, para ser más preciso. Su lengua era el “ladino” o “judezmo” que por ser tan parecido al español, y en su afán de “argentinizarse”, lo empleaban cada vez menos. Tengo 77 años, de modo que del mundo del que venían, todo era judaísmo .Soy el menor de la familia, incluyendo primos, que hoy superarían, por lejos, los 100 años. La educación de mi padre en Turquía fue el “Talmud Tora”, de modo que el Sidur fue para él fue su libro de cabecera, ya que no tenían acceso a otro tipo de enseñanza. Argentina, cuyos principios de integración fueron la enseñanza libre, gratuita y obligatoria, les cambio la historia. De todas maneras, nos enviaron al Talmud Torá. En casa, todo era vivencia judaica, el baño era obligatorio los viernes porque venía Shabat. -¿Qué es Purim? - preguntábamos. Entonces nos contestaban: - “siempre hubo gente mala que nos quiso destruir.” - Viviendo en Villa Crespo, yo suponía que todos éramos judíos, en la escuela primaria, el 80% de mis compañeros eran judíos. Nos contaron que hubo un hombre muy malo que se llamaba Aman que nos quería matar, pero gracias a la Reina Esther y a su tío Mordejai, el Rey nos perdonó y mató a Aman. Al cabo de un mes, más o menos, la casa se revolucionaba... había que limpiar a fondo todo porque era PESAJ. -Y... -”¿qué es Pesaj?- “ Preguntaba a mi padre. Él me contestaba que se festejaba la salida de Egipto, de donde Dios, con mano fuerte, nos sacó de la esclavitud. Fue en Tishá Ve Av de 1943 que con mis 7 años, supe que nos estaban asesinando en Europa. Fueron tiempos de tristeza. Años más tarde, según mis padres “gracias al Dió”, terminó la guerra. Ser judío ES SENTIR EN CARNE PROPIA el dolor de otro judío, ya sea en Rusia, China, Yemen, Marruecos o Irán, cuando es castigado SÓLO por SER JUDÍO.”-

Este es el principal pensamiento que llega a nuestros corazones. Hemos pasado este mismo sentimiento con nuestros hijos, y volver a vivirlo con un nieto es imposible plasmar en palabras. La cadena del judaísmo depende de nosotros, de ser capaces de transmitirlo y que se formen los eslabones. Anécdotas hay varias, pero algo que pasó no hace muchas semanas nos viene a la mente y al corazón. Todos los sábados por la noche llamamos a Dylan, y lo primero que le decimos es: SHAVÚA TOV!!! E igual saludo recibimos de su parte. En una oportunidad, sábado por la noche estuvimos en su casa, y… se nos olvidó el saludo habitual. Cuando ya nos estábamos yendo, Dylan nos llamó y nos dijo:-¨Se olvidan de algo.¨ Extrañados, preguntamos: -¨ ¿Qué nos olvidamos?¨ Dylan dijo:-¨SHAVÚA TOV.¨ Esperemos que la milenaria cadena jamás se corte.

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Abuelos de Alex Trajteinbot

Elías Wodnicki, abuelo de Matías Weinstein

Soy Bernardo el Zeide de Alex Trajtenbroit. Mis padres vinieron de Polonia mi madre ROSA de familia judía ortodoxa, mi Padre NUJEM judío no ortodoxo. Todos los viernes festejábamos Shabat en mi casa con mi abuelo y él se ponía todas las mañanas los tefilim. Cuando hice mi Bar Mitzvá me sacaron una foto el día de los tefilim para publicarla en los anuncios del diario “Di prese” con mis tefilim puestos, aun la tengo guardada y colgada en un cuadrito en la pared. Tengo hermosos recuerdos de mi juventud sionista también. Soy Diana la bobe de Alex, recuerdo las cenas de Shabat junto a toda la familia abuelos, primos, tíos abuelos. Comíamos jala y cosas ricas y después del postre la mama de Alex y sus hermanos, o sea, los tíos de Alex actuaban y bailaban como en un teatro y todos los adultos éramos los espectadores. Era un ritual solo de Shabat donde las neirot iluminaban las actuaciones de los más chiquitos de la familia. Tengo hermosos recuerdos y anécdotas de esas cenas. Soy Caty la bobe de Alex. Mi mama era muy practicante de la religión y amasaba jala y preparaba una torta de manzana para Shabat q aun saboreo en mi corazón. De mi juventud guardo mis amigas de los grupos de ken, del Scholem Aleijem de Mataderos. Aun nos seguimos viendo con hijos, nietos y bisnietos. A todas nos unen esos recuerdos de judaísmo.

Mi nombre es Elías Wodnicki. Tengo 74 años y siempre deseé que mis nietos Bárbara y Matías me llamen SABA y ese sueño se cumplió. Cuando tenía 18 años, hace ya mucho tiempo, me fui a Israel como voluntario para hacer el servicio militar como Jaial (soldado) y cuando habían pasado 3 meses de ejercicio muy intenso nos llevaron por una semana a conocer Jerusalem. Me emocioné y hasta se me cayeron algunas lágrimas cuando visité el Kotel (Muro de los Lamentos). Cuando apoye mis manos en él, sentí que en ese momento estaba recordando 2000 años de historia judía. Otro hecho muy importante para mí fue cuando en el hotel donde nos hospedábamos vinieron a visitarnos un grupo de religiosos y nos preguntaron quién de nosotros no había tenido su Bar Mitzvá. Yo levanté la mano para decir que me gustaría ir al templo para leer la TORA y ponerme TEFILIN por primera vez. Sentí una de las emociones más fuertes de mi vida. Tomé conciencia del SHEMA ISRAEL ADONAI ELOHEINU ADONAI EJAD., y me acompañaron al púlpito donde leí parte del tanaj junto a un grupo de personas que me acompañaban en la sinagoga. La ceremonia duró unos 30 minutos. Yo lucía un hermoso Talit blanco y cuando me fui del templo me regalaron un precioso SIDUR. Volví al hotel con mis compañeros del servicio militar. A la noche no podía dormirme, todo había sido como un sueño hecho realidad en la cuidad de Ierushalaim, ciudad de los milagros, cuyo recuerdo mágico no olvidaré jamás.

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“Veshinantam Lebaneja... Y le enseñarás a tus hijos...”

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