Olson lópez, andrea monserrat autorretrato de monstruo en mi

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Universidad de Guadalajara Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades

Licenciatura en Letras hispánicas Literatura europea del siglo XVIII y XIX

Autorretrato del monstruo en mí Análisis comparativo del desdoblamiento en las novelas El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y El huésped

Andrea Monserrat Olson López 208203016


Autorretrato del monstruo en mí Análisis comparativo del desdoblamiento en las novelas El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, y El huésped

I. Introducción: El Yo en negativos El desdoblamiento quizás no suponga más que una metáfora de esa antítesis o de esa oposición de contrarios, cada uno de los cuales encuentra en el otro su propio complemento; de lo que resultaría que el desdoblamiento (la aparición de ‘el otro’) no sería más que el reconocimiento de la propia indigencia, del vacío que experimenta el ser en el fondo de sí mismo y de la búsqueda del ‘otro’ para intentar llenarlo; en otras palabras, la aparición del doble sería en último término, la materialización del ansia de vivir frente al ansia de la muerte. Juan Bargalló; 1994: 11. El presente trabajo constituye un análisis comparativo de dos obras en las que se aborde la temática del desdoblamiento. Las obras seleccionadas son The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde (“El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde), del escocés R. L. Stevenson, y El huésped, de la mexicana Guadalupe Nettel. Ambas novelas se encuentran distanciadas tanto en tiempo como en espacio, en idioma y en cultura. Sin embargo, luego de su lectura, la comparación resulta natural, porque de alguna manera el trabajo de Nettel con el desdoblamiento y los dobles tiene como referencia la propuesta literaria de Stevenson. Lo que se trabajara aquí será precisamente el tratamiento del desdoblamiento y las características del doble en ambas novelas. Se buscarán tanto puntos de contacto, como divergencias, con el objetivo de vislumbrar el desarrollo y la fortuna de estos temas en las letras universales. Antes de presentar el análisis, es pertinente esbozar un panorama general acerca del desdoblamiento como tema literario e introducir una sinopsis de cada una de las obras. El desdoblamiento, representado literariamente mediante la figura del doppelgänger o doble, ha sido un tema recurrente en la cultura y letras de muchas civilizaciones. El tópico puede rastrearse desde las leyendas nórdicas y germánicas, la mitología griega, el folclor medieval, pasando las literaturas gótica y romántica, hasta las novelas actuales.


El período en el que el tema tuvo mayor auge corresponde al romanticismo. Justamente en esta época el tema del Doble consolida más sus rasgos y se aleja de la representación cómica de los gemelos o personajes parecidos cuyas identidades se confundían y daban pie al desarrollo de la trama en las comedias de enredos. No, en el romanticismo el desdoblamiento representa la materialización de la Sombra o lado oscuro del ser humano. De los autores románticos más reconocidos que trabajaron con el desdoblamiento destacan Heinrich von Kleist, autor de Pentesilea; Jean Paul Richter, quien introdujo el término de Doppelgänger a la literatura para designar a los personajes desdoblados; E. T. A. Hoffman, con Los elixires del diablo, de E. T. A. Hoffmann; Robert Louis Stevenson, creador de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde; Hans Christian Andersen, quien propone versión alegórica del doble en su relato La sombra; Edgar A. Poe, con su original William Wilson, entre otros. Pero de entre todos ellos, ninguno logró consolidar a su personaje como el prototipo del doble en el imaginario colectivo como R. L. Stevenson. Con El extraño caso… y su personaje de Hyde, Stevenson fijó la imagen del doble como el otro diabólico, como el monstruo que habita en cada persona. De hecho, tal ha sido la influencia de la novela de Stevenson que, luego de su publicación en 1886, aparecieron muchas historias que giraban en torno a la idea de la dualidad (bien/mal) del hombre. El argumento es básico: El Dr. Jekyll, un hombre por demás respetado en lo más altos círculos sociales londinenses, realiza un experimento mediante el cual pretende la disociación de la identidad del hombre en dos polos: bondad y perversidad. El preparado químico hace efecto y logra transformarlo en su otro yo, en un misántropo sin moral, virtud ni compasión. Al principio, esta escisión en su identidad libera a Jekyll de la presión social y lo reconforta, mas después el doble adquiere fuerzas superiores a las del doctor y somete a éste hasta esclavizarlo. La tensión que genera esta lucha interna desembocará en la autodestrucción de la unidad Jekyll-Hyde. Por su parte, El huésped es la primera novela de la escritora mexicana Guadalupe Nettel. Fue publicada en 2006 y su historia cuenta el encuentro de Ana, una niña con la otra que la habita, el parásito que cohabita con uno mismo y que se vale de la misma piel, de la misma carne y huesos para existir. En El huésped no hay filtros ni químicos que provoquen una transformación, que den origen al doble. Aquí, el doble nace al mismo tiempo que la protagonista. La acompaña siempre, la invade un poco más cada día y al final del relato el doble y Ana descubren que con la coexistencia han edificando su verdadera identidad.


II. De dos tipos de desdoblamientos: Jekyll y Hyde, Ana y “La Cosa” De acuerdo con Víctor Herrera, el tópico del desdoblamiento se desarrolló en la literatura romántica y pos-romántica a través de dos vetas maestras: “De una parte, los desdoblamientos internos del sujeto, el llamado divided self, de la otra, los externos, que pueden consistir en “proyecciones” u objetivaciones de elementos anímicos del sujeto, en influjos, influencias o coincidencias” (1997, p. 60). Es decir, en las obras literarias, el desdoblamiento se textualiza ya sea en personajes que experimentan una escisión de su identidad y no exteriorizan tal fractura por medio de la proyección en otro personaje que represente la parte que se ha independizado de ellos; o, por el contrario, el desdoblamiento se manifiesta como la encarnación del elemento desprendido de un personaje en otro. Esta tipificación básica que propone Herrera servirá como punto de partida para explicar qué clases de desdoblamiento se dan en las novelas analizadas aquí. Por mero orden cronológico, le corresponde a El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886) ser el primer texto en estudiarse. En su obra, Stevenson desarrolla por medio de sus personajes Jekyll y Hyde el desdoblamiento externo, consistente en “una objetivación (o puesta en escena) de los desdoblamientos internos” (Herrera, op. cit. p. 61), es decir, en la existencia de dos encarnaciones de un mismo individuo que se excluyen mutuamente: El personaje de Jekyll se encuentra dividido en dos facetas antitéticas (como lo son el bien y el mal), pero su deseo de verse librado del lado oscuro que lo atormenta con instintos y pasiones contrarios a las prácticas sociales aceptadas, lo lleva a descubrir un modo científico para alojar a “esa maldad que no es suya” en “una personalidad distinta”, en otro “más perverso, cien veces perverso” (Stevenson, 2006, p. 50 y 51). El desdoblamiento de Jekyll surge en primer lugar en el plano psíquico- él siempre tuvo consciencia de que “el hombre no es realmente uno, sino dos” (Stevenson, op. cit. 49)- y trasciende hasta el físico, con la materialización de su naturaleza perversa en la identidad de Edward Hyde. Hyde, el otro Jekyll, el reprimido, se independiza y es capaz de adoptar una imagen propia, así como de moldear el cuerpo de Jekyll hasta convertirlo en suyo: “Mister Hyde era pálido y desmedrado, producía una impresión de deformidad” (p. 15).


Como muestra de que ambos personajes son independientes y poseen una morfología y rostro propios, en dos momentos de la novela se describe a Edward Hyde, cuya figura resulta opuesta al porte gallardo y varonil de Henry Jekyll. La primera descripción proviene de un narrador homodiegético (Utterson, un amigo cercano del protagonista), quien certifica con su testimonio que el desdoblamiento Jekyll/Hyde efectivamente ocurre y es externo. Mientras la segunda fue hecha por un narrador autodiegético, o sea el mismo Jekyll, mediante una carta. Ambos retratos coinciden en subrayar la palidez, deformidad y malignidad de ese “demonio innato” que es Hyde. Sin embargo, la segunda descripción (la hecha por el mismo Jekyll) abunda más en los rasgos grotescos y les otorga una explicación: El lado malo de mi naturaleza, al que ahora había yo transferido la virtud plasmante, era menos robusto y estaba menos desarrollado que el lado bueno […] Además, en el decurso de mi vida que, después de todo, en sus nueve décimas partes, había sido de esfuerzo, virtud y dominio de mí mismo, el lado malo había sido mucho menos ejercitado y se había gastado menos. Y de aquí vino a resultar, según pienso, que Edward Hyde fuera mucho más pequeño, más delgado y más joven que Henry Jekyll. (p. 52). El desdoblamiento de Jekyll en Hyde cumple entonces el carácter de externo, porque la escisión es tan profunda que provoca un cambio corporal, la metamorfosis de una misma carne en dos rostros distintos. No obstante, Stevenson se aleja del típico caso en el que dos personajes comparten características físicas idénticas o perfiles psíquicos complementarios y por ello uno se vuelve doble del otro. En El extraño caso…, el desdoblamiento exterior no tiene que ver con la “coexistencia en un único mundo de dos individuos con distintas identidades personales, pero perfectamente homomórficos en sus propiedades esenciales” (Dolezel, 1995, citado en Pérez Amores, 2006, p. 4), sino que sólo manifiesta los procesos a través de los que Jekyll segmenta su unidad psíquica en dos polos opuestos. Según la tipificación planteada por Dolozel, la ruptura entre Jekyll y Hyde tiene un origen por metamorfosis, pues la ingesta de una fórmula química provoca la disociación psíquica y el cambio corporal que experimenta Jekyll: “Cuando la ebullición hubo cesado, con brioso arranque de valor me bebí la poción. Sentí enseguida dolores desgarradores: como trituración de los huesos, mortales náuseas y un horror del espíritu que no podría ser sobrepasado a la hora del nacimiento o de la muerte” (p. 51). En efecto, la pócima trae consigo la muerte de la identidad


del buen doctor, pero a la vez significa el nacimiento de ese doble que encarna al demonio interno de Jekyll. Frente al espejo, Jekyll enfrenta lo que José Y. Pérez Amores llama el Encuentro por comprobación del cambio, un encuentro exclusivo del fenómeno del “doble por metamorfosis”. El encuentro por comprobación del cambio se define como “el punto en el relato en el que el personaje toma conciencia de que tiene un doble real” (2006, p. 10); en el que toma conciencia de que se ha transformado física y mentalmente en otro y puede verificarlo a través de su experiencia sensorial: “Me deslicé por los pasillos-un extraño en mi propia casa-, y al llegar a mi cuarto vi por primera vez la fisonomía de Edward Hyde” […] Sólo me detuve un momento ante el espejo; el segundo y decisivo experimento estaba todavía por intentarse. Aún había que ver si había perdido mi identidad sin posibilidad de rescatarla” (p. 51 y 52). A lo largo de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, el desdoblamiento es tratado como una relación maniqueísta de dos naturalezas y la tensión que crea el conflicto entre “esas dos cosas antagónicas”, así como el desequilibrio existente en la unidad Jekyll/Hyde, desemboca en la necesidad de eliminar a uno de los dos individuos. En este punto, el desdoblamiento en la novela de Stevenson llega al desenlace por eliminación de uno mismo: El vínculo antagónico, la competencia instintiva, el odio entre el protagonista y su doble ocasiona que uno de los miembros elimine al otro por medio del suicidio, para reestablecer el orden de la realidad. Jekyll, consciente de que se ha vuelto el “esclavo de mi demonio innato”, se recluye en espera de que el antídoto pierda su efecto y la “aborrecida personalidad” de Hyde se determine a acelerar el “sino fatal que nos aguarda por instantes a los dos” (p. 63) y se libre a sí mismo de la maldición. Finalmente, Hyde se suicida y con su muerte Henry Jekyll desaparece también. En comparación con el desdoblamiento expuesto en la novela de Stevenson, en este trabajo se ha elegido el caso que plantea Guadalupe Nettel en El huésped, pues dicha obra presenta similitudes y divergencias por demás interesantes respecto a El extraño caso.... Los puntos de contacto entre ambas corresponden al tema de la existencia de un doble que encarna una parte velada de los protagonistas, al simbolismo que adquiere ese doble maligno en la narración y a otros aspectos que se tratarán más adelante. Sin embargo, si en una primera lectura las dos novelas sugieren el mismo planteamiento respecto a la temática del doble, un análisis detallado revela más diferencias que semejanzas. La misma Nettel reconoce que su obra retoma de la tradición literaria el tema del desdoblamiento,


que existe una conexión intertextual entre su novela y la de Stevenson, pero que El huésped es una propuesta personal: El asunto del desdoblamiento, de la lucha con el otro que somos, es un tema muy antiguo que aparece en muchas culturas del mundo y que, como todos los arquetipos, apela a algo muy profundo de los seres humanos: tenemos terror a descubrir quiénes somos en realidad y por eso nos pasamos la vida construyéndonos máscaras, falsas personalidades, para evitar a toda costa que aparezca eso que entrevemos y que por alguna razón intuimos ominoso. Sabía que no estaba inventando nada nuevo sino reinterpretando una tradición literaria y quería dejarlo claro desde el principio mismo de la novela, rendir homenaje a todos esos Hydes a los que me vincularía a partir de ese momento. (Nettel, 2007, desde http://www.piedepagina.com/numero12/html/guadalupe_nettel.html)1. El desdoblamiento de El huésped difiere en su desarrollo al de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde porque, si bien el tema se textualiza a través de la pareja protagonista/doble (Ana/”La Cosa”), los tipos de desdoblamiento constituyen propuestas antitéticas: Como ya se mencionó, la novela de Stevenson maneja un desdoblamiento exterior, mientras que El huésped presenta uno interior. El desdoblamiento interno se caracteriza por la “división o fragmentación de la persona en diversos componentes psíquicos o metafísicos, los cuales- y es básico subrayarlo- no deben representar tan sólo simples alternancias o variaciones de ánimo, sino auténticos compartimientos estancos que entran en conflicto” (Herrera, op. cit. p. 60). En su novela, Nettel plantea esta condición del desdoblamiento a través de el personaje de Ana, quien es habitada interiormente por una entidad ominosa, “una cosa sin forma imaginable que jugaba cuando yo jugaba, comía cuando yo comía, era niña mientras yo lo era” (Nettel, 2010, p. 13). La narración autodiegética de Ana prueba que su desdoblamiento es interno, ya que solamente ella percibe tal fenómeno; sólo ella conoce a su doble y al resto de los personajes les pasa desapercibida la lucha interior de la protagonista contra ese “huésped”. A diferencia de Dr. Jekyll & Mr. Hyde, en donde el desdoblamiento escindía las facetas del mismo sujeto y éstas poseían su propio lugar en la vida del protagonista, el texto de Nettel desarrolla el desdoblamiento en la psiquis de la protagonista como una lucha contra un parásito, 1

Con tal de no confundir las referencias bibliográficas de la novela y el artículo escritos por Guadalupe Nettel, se ha decidido identificar en citas posteriores con el número II, al artículo que la misma escritora escribió acerca de su novela.


un invasor que pretende apoderarse de la vida de Ana, de usurpar su identidad. “La Cosa” se muestra como una faceta contraria de Ana, al principio de la novela, pero este antagonismo del doble no será estático: “La Cosa”, la otra Ana, evolucionará hasta convertirse en un complemento de la protagonista, en una identidad instintiva que descubre para ella otro lenguaje, otro mundo al que también pertenece. En este sentido, el desdoblamiento de Ana en “La Cosa” no comparte el carácter maniqueísta del de Jekyll en Hyde. Por otro lado, el desdoblamiento en El huésped tiene un origen innato, según la clasificación establecida por Dolezel. Es un origen innato porque la protagonista desde siempre ha asumido la existencia de su doble. Ana está consciente de que “La Cosa” la habita: “Sabía que dentro de mí también vivía una cosa sin forma imaginable […] Estaba segura de que algún día La Cosa iba a manifestarse, a dar signos de vida, y aunque la idea me parecía espeluznante, no dejaba de buscar esos signos en todos los pasillos de mi vida cotidiana” (Nettel, ibidem). El doble de Ana coexistió con ella desde su nacimiento, contrario a Hyde, entidad que se manifestó sólo hasta después de la metamorfosis resultado de un experimento químico. El hecho de que el desdoblamiento en El huésped tenga la característica de ser innato provoca que en este caso nunca se realice un encuentro entre Ana y “La Cosa”, ya que desde el principio el personaje tuvo la consciencia de que estuvo acompañada de esa otra Ana, relejada al mundo de la ceguera, de las sombras; que se desdoblaba “en una confusión de reflejos”, [se movía] entre lo superficial y lo profundo, lo consciente y lo inconsciente, lo oscuro y lo luminoso” (texto de la contraportada de El huésped). Por último, cabe destacar en el tratamiento que da Nettel al desdoblamiento el hecho de que discrepa del de Stevenson en su desenlace: Mientras Stevenson elige un desenlace por eliminación de uno mismo (que refuerza la idea de la incompatibilidad del personaje y su doble), en El huésped el desdoblamiento termina con una reconciliación de las identidades escindidas, con el Restablecimiento de la unidad o fusión, el cual “se produce cuando, sin muerte de ninguno de los integrantes del doble, se restablece la “unicidad” del sujeto mediante la unión de ambos” (Pérez Amores, op. cit. p. 16): «Por fin llegas», dije en voz baja, y por toda respuesta recibí un escalofrío. Durante varios minutos La Cosa y yo escuchamos juntas el murmullo de los


metros que iban y venían, uno después de otro, pero siempre iguales, como un mismo tren que regresa sin cesar. (Nettel, op. cit. 189). III. El nombre: Un indicio del otro en mí Nombrar algo es reconocer su existencia. Por ello, cuando Robert Louis Stevenson y Guadalupe Nettel le dan un nombre al personaje del doble en sus narraciones están reconociendo su existencia, su independencia respecto del sujeto del que provienen. A diferencia de otros dobles literarios, los de estos autores tienen un nombre que los identifica. No son seres anónimos o simples proyecciones que comparten el nombre con el personaje doblado. En cambio, son identidades. Pese a la opinión de críticos como Vicente Quirarte, quien considera que el nombre y su significación resulta un aspecto trivial para el análisis del desdoblamiento en El extraño caso…, aquí se considera importante para la interpretación del sentido que adquiere el doble tanto en dicha novela como en El huésped. Según Quirarte, una explicación posible para los nombres de Jekyll y Hyde es la ofrecida por Raymond McNally y Radu Florescu, en In search of Dr. Jekyll and Mr. Hyde, hipótesis que sugiere “que el nombre sea una combinación del pronombre francés Je (yo) y el verbo en inglés kill (matar), del mismo modo en que la clandestinidad de Hyde remite al verbo to hide (esconder)” (2005, p. 55 y 56). Si esta propuesta es válida, reafirmaría la idea de que Stevenson entiende el desdoblamiento como un proceso de destrucción del yo y encarnación de los deseos inconscientes en un alter ego. Sobre los nombres de El huésped, Guadalupe Nettel explica que: “[l]lamé «Ana» a la narradora de la historia por la universalidad del nombre que en árabe significa ni más ni menos que «yo»” (Nettel, II) en tanto que “La Cosa” es llamada así por ser “una cosa sin forma imaginable”, un parásito que se hospeda en Ana. Pero “La Cosa” no es el verdadero nombre del doble. Tiene otro, salvo que la protagonista lo ha olvidado. Al respecto menciona: La Cosa alguna vez tuvo nombre y yo lo supe con la misma naturalidad con que sabía el de mis primos o mis tíos, pero ahora soy incapaz de evocarlo. Recuerdo que era uno de esos nombres tradicionales, con personalidad fuerte, como Consuelo, Soledad, Victoria, Constanza. Hay palabras que en el oleaje de alguna


conversación me traen el sonido de ese vocablo inasible, pero algo en mí lo rechaza. A veces me pregunto por qué, si siempre recuerdo mi propio nombre, Ana, tan simple, tan común, no recuerdo ese otro nombre que llevo dentro. (Nettel, op. cit. p. 15). Con el transcurso de la novela y luego de constantes encuentros con su doble, la protagonista recordará el nombre verdadero de ese huésped que la habita: “El nombre de la Cosa era el mío invertido” (p. 111). Este hecho no es fortuito, sino que representa la concepción de la autora acerca del desdoblamiento como un encuentro con otra parte del yo. Que el nombre de la cosa sea un palíndromo implica una ambivalencia en la identidad del sujeto, una doble lectura de Ana, desde la que cree que es y desde la que es pero que oculta. IV. El otro espacio Tanto en El extraño caso…, como en El huésped, el desdoblamiento manifiesta el otro que son los personajes de Henry Jekyll y Ana; el otro que es antagónico, el monstruoso, el ser que no encaja en el espacio cotidiano por su naturaleza extranormal. Como imagen máxima de la alteridad, el doble se convierte pues en un ente desterritorializado, en una figura del límite, del borde, de margen y, por tanto, su espacio vital contrasta con el del resto de los personajes. Así parecen entenderlo Stevenson y Nettel cuando destierran a los dobles de sus novelas a espacios periféricos o reinos marginales en donde solamente encuentran la posibilidad de actuar. El desdoblamiento para ambos autores no sólo se textualiza a través de los personajes Jekyll/Hyde y Ana/”La Cosa”, sino que además se representa mediante los espacios en los que los dobles se desenvuelven. De hecho, en la reseña de El huésped se expresa tal condición: “Los personajes, incluida la ciudad, se desdoblan en una confusión de reflejos”. Como otro punto de contacto entre el tratamiento del tema que propone Stevenson y el de Nettel, se encuentra que el doble es caracterizado también desde un espacio inverso al “normal”: lugares sombríos, decadentes, underground. Stevenson subraya la otredad del doble Hyde colocándolo en los inmundos recovecos de Londres, en los siniestros “barrios bajos de la gran urbe” (Ballesteros, 1998, p. 279); le designa como lugar de existencia una casona en el Soho, las paredes de un laboratorio aislado, la ciudad de noche con sus “calles fangosas” y míseras.

El primer narrador de la novela describe


detalladamente este espacio marginado al que pertenece Hyde, resaltando su carácter subordinado de la realidad aceptable: El triste barrio de Soho […] con sus calles fangosas y sus gentes desarrapadas, y sus luces de gas, que no se habían llegado a apagar o habían sido encendidas de nuevo para combatir aquella fúnebre reinvasión de las tinieblas surgía […] como un trozo de una ciudad de pesadilla. (Stevenson, op. cit. p. 22). Por su parte, Nettel marca asimismo la naturaleza extraordinaria del doble a través de los espacios, los cuales corresponderán a dos planos: el mental y el físico. La autora diseña para “La Cosa” espacios invertidos y oscuros como lo son la ceguera, el mundo onírico y el subconsciente, en lo mental, y la destierra a lugares subterráneos como el metro de la Ciudad de México, en lo físico. De esta manera, los espacios del doble en El huésped, al igual que en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, se caracterizan por su marginalidad y su oposición con los sitios familiares y seguros de la vida cotidiana. Ana se percata de que su doble se mueve en las sombras, de que “nada le resultaba tan hiriente como la luz”. Sabe que si su doble la domina estará condenada “a la oscuridad más absoluta” (Nettel, op. cit. p. 13). Los terrenos de “La Cosa” lentamente invaden los de Ana, o bien, el doble transforma los espacios comunes en esferas de diferente significación. Ana teme la existencia de estos otros espacios, pues no se adapta a ellos y en cambio los entiende como una amenaza hacia su identidad. “La Cosa” invierte los espacios de la protagonista; los torna un código que encubiertamente revela para Ana aspectos negados de sí misma. Es el caso de lo que sucede en la esfera onírica: El primer territorio invadido fue el de los sueños; poco a poco, entre los diez y los doce años, fueron perdiendo color y consistencia. Comencé a soñar en tonos pastel y después en carboncillo negro […] Si supiera pintar o tuviera algún talento para las artes plásticas, podría hacer una retrospectiva y explicar cómo mis sueños fueron perdiendo la luz (p. 14). “La Cosa” domina los espacios para mostrarle a Ana la otra realidad, los otros espacios a los que pertenece también (pese a todo rechazo o negación de la protagonista). Mediante espacios como los sueños de “carboncillo” o la ceguera, el doble obliga al personaje doblado a encontrarse con la cara subterránea y más recóndita de su identidad. En este punto, la obra de Nettel y la de


Stevenson coinciden porque los reinos del doble son las esferas paralelas de la realidad. Empero, se distancian en el tratamiento del desdoblamiento en el espacio porque el protagonista de Dr. Jekyll & Mr. Hyde jamás acompaña a su doble en el recorrido de ese submundo, no lo comparte de ninguna manera. Al contrario, intenta adecuar la casa amueblada para Hyde en un espacio similar al suyo. Mientras Ana en El huésped, pese a su rechazo inicial, termina conociendo junto a su doble el otro espacio (los pasillos subterráneos del Distrito Federal, la ceguera) y asumiendo finalmente su pertenencia a él. V. El desdoblamiento: Un código crítico de la realidad A lo largo de la historia de la literatura, el desdoblamiento ha tenido gran fortuna como motivo narrativo pues una infinidad de autores lo ha retomado en sus obras planteando con él desde una situación cómica hasta una reflexión profunda acerca de la psiquis e identidad del hombre. Por tal razón, el desdoblamiento adquirirá un significado particular en cada novela, lo cual puede verificarse en las dos narraciones analizadas aquí: El desdoblamiento para Stevenson y Nettel tiene implicaciones que van mucho más allá de un tópico de la literatura fantástica o un recurso para divertir al lector; para ambos autores el desdoblamiento constituye una metáfora acerca de las contradicciones humanas, de la naturaleza reprimida de los individuos, en fin del “anatema de la Humanidad” consistente en que “estuviesen atadas juntas en un solo haz esas dos cosas antagónicas, y que en la dolorida entraña, en la conciencia, los dos gemelos irreconciliables mantuviera una lucha sin tregua” (Stevenson, p. 50). Empero, de la misma forma en la que coinciden Stevenson y Nettel en dotar al desdoblamiento de cierto simbolismo, así los mensajes que ambos escritores pretenden transmitir con Hyde y “La Cosa” se vuelven diferentes, pues Stevenson se inclina por la crítica de la sociedad de su tiempo, en tanto que Nettel plantea una reflexión acerca de la verdadera identidad de cada persona, acerca de lo que ella misma llama esa “vida paralela que transcurre en nuestra mente y parasita primero nuestros pensamientos, después nuestros cuadernos, luego la computadora, más tarde nuestro currículum y finalmente toda nuestra existencia” (Nettel , II). De acuerdo con David Punter, novelas como El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde “representan una variante en el entorno de la literatura de terror en la Inglaterra Victoriana, una transformación dominada por la decadencia, en el sentido de «degeneración» en todas las


parcelas de lo humano” (Ballesteros, op. cit. p. 276). Stevenson equipara el desdoblamiento de Jekyll a las prácticas sociales hipócritas de mostrar una cara “decente” al exterior y otra hacia el interior; con la presencia del doble, alude “el fenómeno de un individuo, una sociedad y una nación entera divididos entre la apariencia y la realidad” (Ballesteros, p. 277). Henry Jekyll, el respetado caballero, el bondadoso doctor, reprime sus impulsos para guardar las apariencias; lucha con su lado oscuro para seguir siendo aceptado por los otros. No obstante, sus deseos reprimidos configuran a Hyde, ese doble malvado y violento, quien puede hacer lo que al buen doctor le está prohibido: Sentíame más joven, más ligero, más feliz físicamente; y en mi interior me daba cuenta de una arrebatada osadía, de un fluir de desordenadas imágenes sensuales que pasaban raudas por mi fantasía como el agua por el saetín de un molino; de un aflojamiento de todas las ligaduras del deber, y de una desconocida, pero inocente libertad del alma. Me sentí, al primer aliento de esta nueva vida, más perverso, cien veces más perverso, un esclavo vendido a mi demonio innato, y esta idea, en aquel momento, era como un delicioso vino que me tonificaba (Stevenson, p. 51). Ballesteros insiste en que el desdoblamiento de Stevenson es tratado como una crítica, al mencionar que “[l]a escisión en la personalidad de Jekyll tiene como causa subyacente la opresión de una sociedad que obliga a los que quieren vivir de acuerdo con ella a un autocontrol y a una represión interna de variadas consecuencias para el individuo” (p. 278). En cuanto el trasfondo que Nettel le otorga al motivo del doble en El huésped, puede decirse que (por la perspectiva psicológica desde la que trata el tema) se trata de un cuestionamiento acerca de la identidad. La autora refiere que su novela explora el “asunto del desdoblamiento, de la lucha con el otro que somos”, como una metáfora del “terror a descubrir quiénes somos en realidad” y de ese mecanismo que los seres humanos tienen de construir “máscaras, falsas personalidades, para evitar a toda costa que aparezca eso que entrevemos y que por alguna razón intuimos ominoso” (Nettel, II). El desdoblamiento de El huésped da pauta a una reflexión acerca de hasta qué grado las personas se conocen a sí mismas. El desdoblamiento de Ana en “La Cosa”, si bien al principio resulta una experiencia aterradora para ella, posteriormente se volverá un proceso de aprendizaje, en donde el doble pasa de enemigo a maestro, puesto que “La Cosa” le enseña a Ana a mirar la vida de forma integral (sin perspectivas polarizadas); a mirar a esa otra que también es.


VI. Conclusiones

En la literatura fantástica, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde sentó un precedente en cuanto a la visión occidental que se tiene del desdoblamiento y el antagonismo feroz entre el personaje y su doble. La novela de Stevenson constituye un punto constante de intertextualidad con obras posteriores. Hyde representa al arquetipo del doble, pues su caracterización del “otro malvado” ha sido el modelo que los escritores siguen para configurar a personajes similares. Por esta razón, representa una pieza clave para entender cómo funciona y qué representa el tema del desdoblamiento en la literatura universal. Así pues la novela de Stevenson, los recursos que emplea para textualizar el tópico y el contenido ideológico que traslada al personaje del doble, han inspirado a muchos creadores para continuar el desarrollo del desdoblamiento, mas desde un estilo personal, como en el caso de la mexicana Guadalupe Nettel. Luego de un análisis exhaustivo, se ha descubierto que El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde y El huésped son dos novelas que coinciden en el hecho de que representan el desdoblamiento a través de una pareja de personajes contrarios entre sí, en donde uno será el doble del otro, pero no en un sentido superficial que remita a la apariencia física o a un mero estado anímico. Para Stevenson y Nettel el doble constituye el otro que somos, otro que puede convertirse en un monstruo porque revela los aspectos negativos que se niegan. En este punto los autores coinciden en su forma de tratar el desdoblamiento. Igualmente, coinciden en puntos tales como los recursos narrativos que les permiten sugerir la idea de que el doble es un ser marginal, por ejemplo, el utilizar el espacio como representación de esa condición periférica. Sin embargo, no todo son coincidencias entre ambos textos. De hecho, se presentan más divergencias que similitudes, ya que contrario a la creencia de que Nettel toma el trabajo de Stevenson como modelo, en realidad lo que hace es una reinterpretación y adaptación a la época actual y a la cultura mexicana. Por tanto, resulta imposible que El huésped sea una copia fiel de El caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. En su novela, Stevenson presenta el desdoblamiento como una competencia encarnizada entre polos opuestos del individuo: Uno bueno y el otro diabólico y latente bajo la máscara de la


virtud. De ahí que Jekyll sea el hombre que “mata a su yo” y Hyde el ente “oculto”. Esta concepción del desdoblamiento establece una pauta para que Stevenson interprete al doble como la metáfora perfecta de la corrupción e hipocresía individual, pero sobretodo social. En contraste, Nettel entiende el desdoblamiento como un proceso interior que va desde la lucha, pasando por una tensa convivencia, hasta la unificación de las identidades dispares. Así, el desdoblamiento que propone El huésped se convierte en un aprendizaje sobre uno mismo y entonces se aleja de la postura maniqueísta tradicional con la que se aborda dicho tema. En suma, el desdoblamiento de El Dr. Jekyll y Mr. Hyde y el de El huésped son dos representaciones contrarias sobre el mismo fenómeno y difícilmente se podría hablar de una profunda influencia que la novela de Stevenson ejercería sobre la de Nettel, sino más bien se hablaría de sutiles afinidades entre ambos relatos.

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Máscaras de la ficción.

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