Los números son exactos - Alex Rosales Beas

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BIBLIOTECA DIGITAL ANCASHINA ASOCIACIÓN WARAS: CIENCIA Y CULTURA

LOS NÚMEROS SON EXACTOS FUENTE: RPP Noticias

Alex Rosales Beas 2019 Edición Digital


ALEX ROSALES BEAS (Huaraz, 1973) Licenciado en Educación en la especialidad de Lengua y Literatura por la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo UNASAM (Huaraz, Ancash, Perú). Perteneció al Grupo Literario “Disidencia”. Actualmente labora como docente en dicha institución. Finalista en la VIII Bienal de Cuento “Premio COPÉ” 2014, promovido por Petroperú. Ha publicado los libros de cuentos Águila Solitaria (2014), Los otros Dioses (2015) y Anita Miel (2017).


Alex Rosales Beas LOS Nร MEROS SON EXACTOS FUENTE: RPP Noticias

Huaraz - 2019 Ediciรณn Digital


SERIE: LITERATURA ANCASHINA CONTEMPORÁNEA

Edición Digital a cargo de: Asociación Waras: Ciencia y Cultura Biblioteca Digital Ancashina

© Alex Rosales Beas Huaraz, Ancash, Perú Marzo, 2019


UNO Ocho internos (cuatro terroristas de Sendero Luminoso y cuatro reos comunes) fugan del penal de Huaraz, tras un ataque terrorista a la parte exterior de la cárcel, que se ubica en el barrio de Huarupampa. Al iniciarse el ataque fue asesinado un policía. FUENTE: RPP Noticias

NOS TOMARON POR SORPRESA. De un momento a otro los estallidos de granadas levantaron una cortina de polvo y humo. Cuando ordenabas reprimir el fuego te vi caer, ensangrentada, al río Santa. Nunca imaginé que fue la sangre de la gallina y de los cuyes que llevabas en la mochila. Todo fue confuso. Fueron más de cincuenta. Nosotros solo dieciséis. ¡Carajo! hubiera sido diferente si los cartuchos, que llevaba en el morral, no se hubieran mojado cuando cruzamos el río. En pedazos hubieran volado como en Carhuaz. Las quemaduras no me duelen, tampoco mi pierna que ha vuelto a sangrar. Mis lágrimas no son de dolor, son de alegría de saberte viva. Lo que sí duele es saber que fue Fermín Ricra quien nos traicionó. Por eso nos acorralaron

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Cuando corría para esconderme en este lugar, donde ahora estamos seguros, una bala me perforó el muslo. Nunca pensé que un pequeño trozo de plomo causara tanto dolor. Me arrastré para ocultarme entre las cortadillas y las pencas. Mi sangre dejó el rastro que esos perros olfatearon con facilidad. Inconsciente me llevaron a un calabozo donde resistí, primero los golpes, luego las descargas de eléctricas ¡Habla carajo!..., ¡Habla!..., ¡Dónde está esa perra…! ¡A dónde se dirigían…! ¡A quién iban a matar…! A más golpe, a más electricidad, mi boca más cerrada estaba. Afortunadamente una llamada telefónica terminó con la tortura. Me llevaron a otro lugar donde recostaron lo que quedaba de mí y dieron cuidado médico a mi pierna. “Tu padrino quiere hablar contigo” Me pasaron el auricular, escuché la voz llorosa de mi hermana que decía que no me preocupe que Wálter (su esposo) haría todo lo posible para que solucione mi problema, que solo espere. Pero yo conozco a mi hermana y el tono y las lágrimas eran de despedida, sabía que mi cuñado se codeaba con los altos mandos militares, pero eso no me garantizaba nada. En los días sucesivos me dieron de comer y abrigaron mi cuerpo. La pierna no estaba tan hinchada y el color morado estaba

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desapareciendo; pero aun dolía mucho. “Ya está listo para cantar, mi Capitán”. Me entregaron el traje rayado con el número 19063 en el pecho y en la espalda. Fui trasladado al penal de la ciudad. A empellones me hicieron entrar a un ambiente que, por los muebles y por la extensión de la sala, parecía un lugar de reuniones. Las paredes eran de adobe, el techo de calamina que rechinaba cuando el viento soplaba desde el río Santa. Continué analizando el recinto. Una de las ventanas era de hierro, lindaba con la Av. Bolognesi. La única puerta que existía era la que conectaba a una antesala al pabellón de las mujeres. Ráfagas de viento entraban por el vidrio roto de la ventana, hacía entrar polvo y el sonido de las bocinas de carros, ladridos de los perros y la voz aguardentosa del borrachito Alicho que entonaba la canción conocida: “Huarupampa mi barrio querido, Ya llegué. Huarupampa mi barrio querido, Pronto me marcharé Me marcharé Me marcharé”

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Un policía gordo y calvo con ironía, me ofreció una silla con asentaderas de paja. A dos metros de la mesa y tres sillas de madera con respaldar y asentaderas de almohadillas forradas con tela pana color rojo. “Son para tus padrinos” “Están afuerita. Se ponen de acuerdo”. Las voces mantenían ese tono altanero y confiado: ―No creo que demoremos. Una hora a más tardar. ―¿El informe está listo? ―Solo cambiaré el nombre. Al final, a los terrucos se les condena por la misma huevada. ―De Conococha a Huaraz son dos horas. El Comancar ya debe de haber salido. ―Cúbranse el cacharro, con estos conchadesusmadres uno nunca sabe. “Tus padrinos están entrando”, “tu transporte no tarda! ¡La luna de miel es esta noche, felicitaciones! Los Jueces entraron. Capuchas negras cubrían sus rostros. Tomaron sus ubicaciones. “El del centro es UNO, él te interrogará. El que digitará tu declaración y redactará el informe es DOS. El que sujeta el archivador con tu nombre en la tapa es TRES, leerá y resaltará todo lo relacionado con tus crimines. Ellos son unas mierdas han mandado a volar a más angelitos que san Pedro. Créeme, no serás el último.

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DOS

Golpe en la mesa. Silencio. TRES miró su reloj “cuatro de la tarde, una hora máximo, ¿entendido?” UNO inició el proceso: ―… ―¿Hablar?, ¿hablar? Para qué, si ustedes son los guardaespaldas, la punta de lanza de este putrefacto sistema imperialista…Así les dije. ―… ―¡No me llame terruco! Soy un luchador social, defensor de los abusados… Además ¿Quiénes son ustedes?, nadie, son nadie… Solamente DOS me prestaba atención. La puerta rechinó. Desde el umbral el policía gordo les informó que el Comancar demoraría un par de horas. UNO miró el reloj y contagió su enojo a DOS y a TRES... Continuó interrogándome: ―… ―¿Me llaman bazofia, escoria, criminal? ¿Qué es mi último día? ¿Qué igual que Ricra Mendoza cantaré hasta el himno nacional antes que me fondeen en la laguna de Conococha? ¿Qué ya era hombre muerto?

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Moriré sí, todos lo hacemos, pero hoy no, hoy no... Les respondí. No me creyeron, se rieron de mí. La puerta rechinó y el policía gordo informó que el transporte acababa de salir, que ya estaba en camino. “Hora y media cuanto menos” Dijo TRES, impaciente… La imagen de la laguna y una piedra atada a mis pies me perló la frente. ―… ―¿Qué me mire dónde estoy, con qué ropa me iré al fondo? Tiene razón, si he de morir será con este número que llevo en el pecho, me iré feliz porque he cumplido con mi destino… Le respondí. ―… ―No, no nací para terruco, están entendiéndome mal. Olvídense del Partido por un momento y abran su pensamiento. Escuchen: quien no se ha quemado el cuerpo no sabe qué es el infierno o el paraíso. Quien no ha vomitado balas y esquirlas de su cuerpo, no sabe qué es la vida. Quien no ha visto volar por los aires puentes, torres de alta tensión y otros, no sabe qué es el absoluto. A demás, quien no ha sido acusado de terrorismo y ha vestido este traje rayado no sabe

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qué es la libertad… No entendían, eran chucrus de cabeza. ―… ―¿Qué si he sufrido quemaduras? Sí. De niño. Les cuento. Mi padre era jefe en el Banco de la Nación. Elegante salía de casa dejando un rastro de perfume. Aromas diferentes cambiaba como los días de la semana. Yo tenía cuatro años cuando cogí de su tocador una botellita, me llamó la atención el barquito dibujado con tinta azul en el abultado vientre. Vacié el contenido sobre mi pecho. Oloroso entré a la cocina buscando a mi madre. Me recibió con un grito, pues me había acercado demasiado a la cocina, mi polito se inflamó. Con una manta cubrió mi cuerpo y me llevó al hospital. Las heridas sanaron, pero el fuego no salió de mi cuerpo. Fue el inicio. Necesitaba tenerlo, el fuego, cerca de mí. Por eso comencé a fumar a temprana edad. Por eso fui ayudante de panadero, de herrero, de pirotécnico y de minero. Pero esa larga búsqueda terminó cuando leí en el titular de un diario: EL PERU SE “INCENDIA” Un movimiento paramilitar se apodera de Huamanga. Recuerdo todavía la edición: Año I, Nº 96-PG 03. Ayacucho me llamaba. ―…

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―Claro, fui herido en más de dos oportunidades. Mi cuerpo ha vomitado balas y esquirlas. En los enfrentamientos con patrullas militares y policiales. ―… ―¿Que si he disparado contra los militares y los policías? ―No ―… ―Con pistolitas, no. Lo mío es la dinamita. Volaban en pedazos con los pequeños cartuchos que yo mismo fabricaba… Se molestaron. UNO ordenó a DOS que anote todo lo que me implicaba “El pez cae por su propia boca”. TRES buscaba en un archivador, actas, atestados, testimonios, direcciones, números telefónicos y fotografías de campesinos, ingenieros, profesores, niños, niñas, ancianas, etc. Pidió la palabra: ―Sobre el particular, colega: el expediente contiene el acta siguiente, sin número:

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“Al primer día de su captura estuvo inconsciente por desangramiento. Una bala perforó el muslo derecho. Al segundo día le intervinieron quirúrgicamente. Extrajeron la bala. Al tercer día llamaron al médico porque la fiebre no bajaba. Al cuarto día, mejoró. El teniente Del Águila comenzó con la interrogación, pero no obtuvo nada.

―Además, también podemos considerar en este proceso el siguiente documento- continuó TRES: ATESTADO POLICIAL N° 001-09-33-3 I EL PRIMERO DE ENERO de mil novecientos noventa y nueve, el ciudadano Jamanca Pariamachi Jesús Salvador, Identificado con el número de partida de nacimiento: 010963 (pues no figura en la relación de la RENIEC) fue acusado de pertenecer a las filas de Sendero Luminoso; por Faustino Sánchez, alias el camarada Ernesto, quien después de su captura confesó que el antes mencionado había tenido incursiones en varios centros poblados. Además, añadió que el susodicho es el cabecilla de un comando de aniquilamiento. El mismo día, un grupo de efectivos de la policía nacional, al mando del Teniente Omar Gonzales, comenzó con las pesquisas y con el seguimiento; pero, lamentablemente se perdió la pista.

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―… ―¿Que he volado instalaciones estatales y particulares? Sí, pero aún no estoy seguro si he sentido el absoluto. Nuevamente intervino TRES: Lectura de testimonio, sin número. UNO miró el reloj. Llevábamos más de una hora, según pude calcular. El camarada Jesús pertenece a las filas del Partido Comunista Peruano, “Sendero Luminoso”. Asimismo, se le acusa de haber volado UNA torre de alta tensión, NUEVE puentes, SEIS puestos policiales y TRES locales políticos. En estos atentados perdieron la vida muchos civiles que ahora es difícil dar una cifra exacta.

―… ―Claro que he hablado de Libertad. El mensaje me llegó a través de un grafiti en la puerta de un baño público donde entré por emergencia estomacal: “EL PODER NACE DE LA BOCA DE LOS CAÑONES”. Además, al salir del baño, el guardián me entregó el recibo de lo alquilado: BAJA POLICÍA N° 003691. Fue la certeza.

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TRES II EL NUEVE DE SETIEMBRE, en la ciudad de Huaraz, Distrito de Independencia, en el barrio de Nicrupampa, nuevamente encontraron la pista; sin embargo, el subversivo, conocido como el camarada Jesús, logró burlar el operativo denominado “Rastrillaje” que peinó toda la zona.

Viajé a Ayacucho. Me contacté con un primo que estudiaba en Huamanga. Éste ya estaba enrolado al Partido. III EL SEIS DE JUNIO del siguiente año se retomó la pista. Apertura a este, el atentado contra un puesto policial en la provincia de Carhuaz. Dicho acto criminal fue dirigido por el camarada JESÚS SALVADOR. Una patrulla de la Policía en combinación con los Infantes de Marina, que llegaron de refuerzo, penetraron las alturas de la Cordillera Blanca, pisándoles los talones a dicha columna subversiva, liderada por el susodicho.

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Así se inició todo. El interruptor fue el Partido. Tengo el deber de abrigar este mundo congelado por la injusticia con el fuego de mi sangre. Hago lo correcto: así está cifrado…No me entendían nada.

IV 03 DE MARZO del dos mil uno. A la entrada de la Cordillera Negra, cruzando el río Santa, tras una feroz balacera se logró la captura del Camarada Jesús Salvador. El saldo de muertos entre bajas y los enemigos fueron: un infante de marina, nueve policías, seis comuneros y tres subversivos. Las bajas fueron considerables, pero los resultados favorables, pues el Camarada Jesús, se había convertido en una amenaza para toda la Nación. Asimismo, se le encontró un mapa con los puntos específicos, trazados por el Mando Militar Zona Áncash, para los atentados sucesivos. ATENTAMENTE Tte. Omar Campos Gonzales

La puerta rechinó “Dentro de diez minutos llegará el comancar. El jefe dice que le tengamos listo al angelito” alegre informó el policía gordo. UNO miró su reloj, DOS aflojó el cuerpo recostándose 14


en el respaldar de la silla, TRES con ira en los ojos reclamó que le explique el absoluto: ―… ―¿Y el “absoluto”? son los números, mi destino. Un camión se estacionó cerca. El policía gordo anunció la llegada del vehículo. Los tres se pusieron de pie. ―-¿Cuál es el número? ―-El que tengo en el pecho…no me entendió. ―-¿Cuál es el número, cuál…?, preguntaba exaltado mientras los otros se alisaban los pantalones. Afuera, detrás de la pared de adobe, escuché el cántico de mi amigo Alicho: Huarupampa mi barrio querido, Ya me iré. Huarupampa mi barrio querido, Ya me estoy yendo. Me incorporé. Flexioné las rodillas. Presioné mi muslo herido. No dolía. La adrenalina recorría mi cuerpo. En mi traje a rayas, las cuatro cifras brillaban. UNO volvió a mirar el reloj. 15


―¿Qué hora tiene? Pregunté. Mi alma y mi cuerpo estrecharon sus manos. ―Son las DIECINUEVE horas con SEIS minutos y TRES segundos- Respondió. ―Ya es la hora. Los números son exactos, me dije, mientras lancé mi cuerpo a tierra. Así como nos enseñaste, camarada, así como nos enseñaste…

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SERIE: LITERATURA ANCASHINA CONTEMPORÁNEA


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