ISSN 2344-9276- Marzo 2015-Argentina: $35-Recargo interior:$1.5
ISSN: 0329-3718
SESIÓN
MÚSICA
MÚSICA
—¿Por qué no lo hiciste antes? —Porque... no sé, la verdad que no sé. No lo hice antes porque no apareció esa oportunidad de confiar en alguien. Es bastante complicado eso y el temor de los que estudian canto es pensar que te van a cambiar el modo. Yo soy un poco chúcaro, por eso aprendí a tocar la guitarra de oído. Fue cuando ya sentí que mi garganta no podía soportar un show más y dije “bueno, voy a buscar ayuda”. —¿Tiene que ver con esa reinvención de tu vida? —Sí. En general, es empezar a tomar otros caminos. Entonces ahí busqué otra forma de vida y empecé a estudiar un poco. —Tiene que ver un poco con la operación de Arnedo en el 98, antes de la grabación de GOL DE MUJER. —Y sí, bueno, llega un momento en el que ya está. No te hagás más el loco porque no te da el cuero (risas). Además, habla de que no hay autopartes. Que vos vas y decís “che, poneme un pistón nuevo”. No, nada. Cuidate. Entonces un poco lo que pasó fue eso: empezar a apuntarle más a la música que a cualquier otra cosa. —Siempre que hablás de los discos de Almafuerte en los que participaste, te sacas del rol de productor, ¿por qué? —Fui un colaborador. A veces el lugar de productor es el de desarreglado (se ríe), porque les cambias un poco la personalidad. Por eso yo soy muy cuidadoso con esas cosas. La banda tiene
que seguir siendo lo que era y hay que tratar de ayudar a que se acerquen al sonido que cree tener. Es un trabajo de mucho respeto. — ¿Con La Renga y Almafuerte hiciste lo mismo? —Sí, es respetar su esencia. No co rrerte de ahí. Es marcar algunas cosas que ayuden a que se entienda mejor eso que quieren decir, pero sin tocar absolutamente nada en cuanto a lo artístico. Con La Renga, con Almafuerte que hice un montón de discos, o con Mimi Maura. —Es difícil pensar que en la actualidad de Divididos que acepte que Santaolalla le pida 50 canciones para entrar a grabar. —No. Y de hecho nunca nos pidió nada. Eso debe haber sido en algún momento que habrá tenido mucha actividad y necesitaba estar seguro de algo exigiendo más canciones. Lo que pasa es que eso a veces es una máquina y nosotros trabajamos con lo que se nos ocurre, no con lo que no se nos ocurre. Entonces, “componer para” es complicado, por lo menos para mí. —¿Te pusiste a pensar que pasaron casi veinte años de LA ERA DE LA LOCA BOLUDEZ? —Sí, pero si me pongo a pensar, son treinta y pico de años que toco con Diego. Y en eso no puedo pensar, tengo que seguir para adelante y seguir haciendo música. —Hay como una renovación del rock argentino que parece estar un poco
trunca. ¿Creés que esto tiene que ver con los medios de comunicación? —Y... deberían abrir un poco el tapón, porque hay un montón de chicos talentosos haciendo música. Pero bueno, a veces los medios están condicionando un poco también esa expresión artística como para que se conozca más. Los grupos siguen haciendo música, lo que pasa es que la difusión a veces está orientada más a una cosa que a algo un poco más abierto de otras músicas, que están pasando y se imponen en este momento. —Al mismo tiempo, pareciera que algunas bandas del rock argentino, salvo excepciones, no quieren correr ningún tipo de riesgos. —Y sí, qué se yo. O se convirtió en una industria. —¿Y se vuelve de la industria? —No, de no ser que te empiece ir mal, y entonces tengas que decir “es el momento de cambiar algo”. —Con recitales con campos VIP y la gente pagando entradas de 600 pesos, no parece caerse. —No, pero eso es otra parte. Yo trato de mantenerme un poco más alejado de los festivales donde no se sabe quién toca. Te presentan una cerveza y una gaseosa, unos panchos ¿pero quién toca? “Ah, eh... fulano”. No, yo voy a ver un grupo. No voy a ver una cerveza. Entonces es muy difícil armar festivales con nada, sin motivaciones, solamente porque tenés un sponsor.