luzenla oscuridad
Anjali era una hermosa y pequeña niña India, de negros cabellos impregnados por su madre con el humo del incienso de sándalo, a sus quince años vivía en una pequeña aldea de la India llamada Khimsa en donde el tiempo parecía detenerse entre campos dorados de trigo y los viejos fuertes que narran historias heroicas de los grandes guerreros de la casta Rashput, como la de la glorioso reina Padmaavat quien para no ser mancillada por el enemigo invasor decidió junto a todas las mujeres del reino realizar el acto más puro de honor el “Sati”, y culla imagen ha servido de ejemplo para la mujer Rashput,
Era víspera de uno de los festivales más importantes de la India el “Diwali” conocido también como el festival de las luces, pero este año era diferente… Anjali había sufrido la pérdida de su padre hacia tres meses, dejando a su madre y a ella sumidas entre el dolor, la confusión y la incertidumbre y casi en la más absoluta soledad
si no fuera por la anciana del pueblo daadee Anjana
Sukhani quien sirvió de invaluable y gran apoyo a Anjali y su madre es estos tiempos oscuros, su ancianidad y resiliencia propia de a mujer Rashput, les trajo algo de consuelo y serenidad.
La familia de Anjali por generaciones ha tenido una tienda de velas y de lámparas de aceite conocidas como diyas, cuya época más prospera es el Diwali, ya que todo el pueblo acudía a ella a comparar las diyas para adornar sus casas,
pero este año Anjali y su madre, sin un hombre que las representara, en un país donde ser mujer es casi un pecado, se enfrentaban a la incertidumbre de no poder salir adelante de igual manera tampoco tenían la alegría para hacer frente a la responsabilidad que implicaba la tienda .
Por fin llegó la tan esperada noche del Diwali y Anjali au desanimada y temerosa junto con su madre empezaron encender las primeras luces de Diwali, con cada lampara qu encendía algo se encendía dentro de ellas,
Anjali empezó a recordar las viejas historias narradas por su padre, historias que escuchamos atreves de generaciones, el significado del Diwali, el triunfo del bien sobre el mal, en triunfo del Dios Rhama sobre el demonio Ravana, y de cómo las diyas alumbraban y le mostraban el camino a casa.
De pronto los vecinos empezaron a llegar a comprar las lámparas y expresando palabras de apoyo y consuelo a ambas mujeres, incluso personas supersticiosas que no visitan la casa de una viuda se acercaron a ellas para expresar su apoyo, personas que también habían sufrido pérdidas superaron su dolor y salieron de sus casas para celebrar el triunfo del bien sobre el mal, compartiendo el ferviente deseo que las luces de las lámparas trajeran también esperanza y prosperidad.
Esa noche Anjali desde su casa, que quedaba en lo alto de una colina, pudo observar las luces de su pequeña aldea brillar, las lámparas, el incienso, los fuegos artificiales
sintiendo una chispa de alegría en su corazón, su tristeza no había desaparecido pero comprendió que la luz del Diwali no solo está en la danzante llama de las diyas, sino también en su aldea, en las personas, en la esperanza compartida y en el coraje y la fuerza para continuar adelante a pesar de la adversidad y de la oscuridad.
Después de todo el Diwali es más que la celebración de luces, es recordar que en los momentos más oscuros de nuestra vida siempre hay una luz que ilumina nuestro camino.
