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Una Iglesia abierta para todos
CuandoEsperanza Torres y su esposo Miguel decidieron prepararse para la Confirmación, se toparon con un obstáculo.
La parroquia a la que ellos asisten solo ofrece clases para este sacramento en día de semana, a las 7:00 p.m. Un horario imposible para Miguel (se apellida también Miguel), quien trabaja hasta las 11:00 p.m. Por eso, la pareja buscó una alternativa.
A 40 minutos en auto de donde ellos viven, conduciendo por las colinas del noreste de Tennessee, una misión de Glenmary ofrecía clases de preparación los domingos por la tarde. Así que Miguel, Esperanza y dos de sus hijos terminaron recibiendo catequesis en la parroquia San Juan Pablo II, en Rutledge.
La familia estuvo entre las 28 personas —todos hispanos— que en la Vigilia Pascual de este año recibieron los sacramentos de iniciación en San Juan Pablo II.
Mientras otras parroquias católicas en Estados Unidos ven reducirse su número de feligreses, esta misión de Glenmary mantiene una tendencia al crecimiento, dedicó su nueva iglesia en el verano del año pasado y constituye una señal de esperanza para la fe católica.
“Creo que Dios está haciendo el trabajo en nuestra comunidad”, dice Clarisa Chavarría, quien impartió las clases de catequesis. Ella trabaja como Asociada Pastoral con el padre Neil Pezzulo, párroco de San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta, otra misión de Glenmary ubicada a poco más de 30 minutos en auto.
Migrantes, de escasos recursos
Clarisa añadió que varias de las personas que recibieron los sacramentos en la vigilia son de escasos recursos económicos. Los padres de estos jóvenes, en su mayoría, “han cursado hasta el segundo grado”.
Miguel, por ejemplo, emigró por tierra de Guatemala a EE.UU. cuando tenía 17 años. Esperanza vino de México a los 13 años, en condiciones similares. Ella no sabe leer. Él sabe leer y estudió hasta tercer grado.
“Llegué a cuarto, pero ya no seguí porque tuve que trabajar”, recuerda Miguel, quien es originario de una comunidad donde se habla el idioma indígena Chuj. Eso significa que el español es su segunda lengua.
Miguel y Esperanza comenzaron a conocerse cuando ambos trabajaban en una planta de procesamiento de pollo. “A mí me gustó él”, relata ella. A él también le gustó ella. Empezaron un noviazgo y un tiempo después decidieron vivir juntos.
Cuando unieron sus vidas, Miguel ya había comenzado a caer en el alcoholismo. Con el tiempo, el vicio llevó a una crisis de pareja. Esperanza recuerda que ella le pedía constantemente a Dios que ayudara a transformar a su esposo. Ella cree que finalmente, sus oraciones fueron escuchadas.
En un giro inesperado, el amigo de Miguel que normalmente lo invitaba a tomar, llegó un día a su casa para invitarlo a un retiro católico. Para entonces, la pareja ya tenía dos niños.
El inicio de la conversión
Consciente de que debía dejar la bebida si no quería perder a su familia, Miguel aceptó ir al retiro. Así comenzó su conversión hasta que en 2020, Esperanza y Miguel se casaron por la Iglesia, aunque sin haberse confirmado. Actualmente, tienen cuatro hijos: Cristian, de 15; Angelina, de 13; Josabeth, de dos, y Yael, de un año.
El pasado 8 de abril, Esperanza, Miguel, Cristian y Angelina recibieron el sacramento de la Confirmación durante la Vigilia Pascual. Miguel colaboró con una de las lecturas.
“El deseo de nosotros es comulgar, o sea, compartir la mesa con el Señor”, destaca Miguel. Antes de confirmarse, ellos podían comulgar, pero por no tener sus sacramentos completos, habían decidido esperar. Ahora están listos para hacerlo.
Angelina Miguel Torres, de 13 años, comulga el día en que recibió la Confirmación. Su gafete lleva el nombre de "Clara de Asís", quien es su santa modelo.
El padre Neil Pezzulo (atrás, al centro) y la Asociada Pastoral, Clarisa Chavarría (extremo derecho), acompañan a los 28 feligreses que recibieron sacramentos.
Construyendo comunidad
El padre Neil, administrador de San Juan Pablo II, destaca que llevar la fe católica y los sacramentos se halla a la base de la misión de Glenmary. “Hemos creado un espacio donde ellos quieren estar, donde pueden compartir la fe con su familia”.
Agregó que muchas de estas personas no han tenido previamente acceso a los sacramentos. Por esa razón, es importante hacerlos sentir “bienvenidos y no juzgados”. Esa es una de las razones que explican que un número tan alto de personas haya recibido los sacramentos en la Vigilia Pascual de este año. “¡Y eso me encanta!”, dice el sacerdote de Glenmary.