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Vivir en la firma de diamante

Dr. H. Marcelo Aguilar V.

A Rodrigo constructor, a Nathaly arquitecta, a “Tonchupa” comunidad sibarítica del fin del mundo, a Patricia navegante de proa de mi balcón y a Gaby mi adorada hija.

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Hay que mirarlo hacia arriba implantado en lo alto de la cuesta, bien puede ser confundido con una nave, recién llegada de extraño planeta, anidada en medio del bosque, pulmón de Quito. Roba la vista su blancura y destellos de claro tocado, con motivos vegetales, quizás levita, quizás se posa, imposible no encantarse con esa primera impresión. Tiene aire del lápiz de una alucinada ninfeta.

Puesto en el borde occidental del parque, de frente mira a la ciudad, al joven y al viejo volcán, es butaca del escenario de temperamentos, pasiones, horrores y celebraciones del maridaje de ciudad y volcán.

Las mañanas, la antigua mole se ilumina de arriba abajo por los primeros rayos solares, el rocío impregna las plantas del orbe; las tardes de fiesta se pintan de variada paleta: rosas, azules, gualdas, violetas, negros, palos de rosa. Intensos incendios en la altura, sombras en las faldas, abismos en sus quebradas, mientras el rey baja a su cuna. El alma se achica ante el espectáculo de luces del firmamento, un fino espirituoso se escancia para calmar el alboroto del espíritu y el galope cardíaco con semejante visión de fin del mundo.

El Pichincha temperamental, cabreado por las travesuras de Quito, se oscurece, grita con truenos, desata centellas, invoca a Neptuno, llueve, relampaguea, la tormenta campea, caos de grises, negro, azul verdosos, fractales; viene la calma nos conforta y amaina. Se hace la paz y el silencio, bendito silencio de estos parajes.

El Diamond Signature (DS) es más que un edificio, es una suerte de laboratorio de sueños con SPA, jardín, cuerpos de agua, quebrada que muestra la algarabía como muestra de la flora y fauna del entorno. Un lugar intoxicado de oxígeno que arrulla a sus habitantes, otrora entumecidos por el humo de fuera. Es un buque de fiestas con todas las alegrías para, cuidar del cuerpo y alma, la vida se revaloriza, toma destellos épicos y se proyecta eterna, en estamentos lúdicos.

La niebla hace evocar en sus balcones frontales, un buque ciego navegando en mares calmos y fríos regados de perfumes de eucaliptos y plantas andinas, la brújula destartalada. Con el cannabis cierto y quizás guanto del jardín, los vapores llegan al borde de la cama y bien se puede nadar en ellos, de allí al infinito.

¿Dónde se ha visto un edificio con patio trasero de 557 hectáreas? Pues aquí, en la magia del diamante. Hacia el Norte, el Este y el Sur está el asombro del Parque Metropolitano. Frisamos los 2900 metros, la temperatura máxima oscila entre los 20° C y los 29° C, y la mínima entre los 3° C y ‐0.20° C. La precipitación anual promedio es de 1036 mm.

Un parque‐bosque de eucaliptos y bosque andino con miradores en la línea de cumbre de la loma de Guangüiltagua, desde allí se atisba el Cayambe, Antisana y Cotopaxi. Son 370 hectáreas de eucalipto atravesadas por las quebradas de Ashintaco, el Guabo, de Rosarios, ellas son sustento de 40 especies de aves y de 60 plantas nativas.

Los pájaros: Quinde Gigante, Colibrí Coruscans, Quinde Herrero, Carpintero de la Sierra, Torito Chico, Pájaro Brujo, Solitario, Cárcaro, Cotinga, Mirlo, Golondrina Azuliblanca, Golondrina Ventricafé, Pinchaflor Negro, Pinchaflor Enmascarado, Pechicanelo, Huiracchuro, Catamenia, Semillero, Colifajeado Gavilán, Lechuza, Eleania Crestiblanca, Elaenia Pallatangae, Eleania Serrana… siguen hasta 40.

Las plantas Alpacoral, Pumamaki, Pukakasha, Ñachak, Urcutañi, Alisos, Llinllin/chinchin, Shanshi zagalita, Izu/Izo, Chocho silvestre, Kintitsunkana, Colca, Flor de mayo, Guaba, Maigua, Falsa dedalera, Taxo silvestre, Siksi, Pikiyuyu/Niguas, Capulí, Espino, Guanto blanco y rojo, Mutikasha… hasta 60. Nos asombraremos que por aquí pasa el Qhapaq Ñan o Camino del Inca, patrimonio cultural de la Región Andina del Ecuador, una antigua ruta precolombina que unificaba de norte a sur al Imperio Inca. Dicen que en noches calladas y de lobos, aún se escucha el rumor de las tropas que deambulan en las cercanías con repiques de quenas y zampoñas.

Sin importar los antiguas oficios de las criaturas que habitan el vientre del diamante firmado, es cierto que evolucionarán para deportistas, pajareros, naturalistas, astrónomos, contempladores de niebla, buceadores de bosque, incendiarios de lagos, seres encantados de este pasmo, que sonríen apenas con el rumor del viento, florece el espíritu bohemio y poético que alimenta el aire del bosque con los efluvios de las tertulias de los árboles.

Gracias al constructor, gracias Rodrigo por concebir esta maravilla, festejamos el logro y te festejamos a tí. Inauguración del DS y tu cumpleaños. Te confieso que pensamos en el Ferrari, el Lamborghini o el Maserati de presente, lástima que los importadores no tendrían ninguno para la fecha. A cambio, queremos regalarte algo mejor: Un símbolo. Te damos un gallo, un cumbrero, como de los de la antigua costumbre del “tape de casa” de los ancestros. Es un gallo engarzado a una cruz de cuatro puntos cardinales, que al decir de los poetas son tres: Norte y Sur.

El gallo significa fe y luz. Dicen los que saben que el canto matutino del gallo representa el triunfo sobre la oscuridad y el mal, denota franqueza, nobleza y lealtad. Ojalá ese gallo con Norte sea un hermoso agüero para esta comunidad del DS. Esta nave se construyó en medio del desastre global, entre la quiebra, el miedo y la muerte. Su hechura relanza la fe en el genio humano, en la fuerza, en la determinación, inspiradas por el gran geómetra del universo.

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