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Opiniones del Sector

1. Ssocio director de Analítica Energética SC, economista, 40 años de experiencia en el sector energético internacional, ex comisionado de la CRE y CNH.

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2. Socio de SICEnrgy+Madero SC y de Simplificado Punto SC, economista, 30 años de experiencia en el sector público energía y financiero, ex Director General de CENAGAS.

México cuenta con extensos recursos potenciales de hidrocarburos por ser identificados, evaluados y desarrollados. La CNH estima que el potencial petrolero total es de 112.9 mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente (MMMbpce), de los cuales 57 por ciento están en campos considerados no convencionales y 43 por ciento se estima son recursos convencionales. En comparación, las reservas 3P son 22.2 MMMbpce y las 1P apenas llegan a 8 MMMbpce (el 7% del monto estimado de recursos potenciales).

Tradicionalmente, el desarrollo de reservas petroleras del país se ha concentrado en aguas someras (70% en reservas 1P y 64% en 3P) y, en menor medida, en tierra (30% en 1P y 36% en 3P). No obstante, el potencial no explorado inclusive de zonas con posibilidades de encontrar hidrocarburos de manera tradicional y muy rentable sigue siendo significativo y prometedor. Esto se ha demostrado en yacimientos recientes como Zama, Ixachi, Quesqui, Tupilco o Miztón.

Viendo hacia 2025 y en adelante, la viabilidad de desarrollo y comercialización de yacimientos similares o mayores requerirá de un nuevo ímpetu. Es decir, un esfuerzo que implica mayores recursos físicos, financieros y de capacidad de ejecución. La visión gubernamental de retomar un lugar importante en el panorama global de la producción de petróleo es ambiciosa pero no desmedida. En nuestra opinión, la producción de petróleo y gas natural pueden llegar a niveles superiores a los 2.5 MMBD de petróleo y 8 MMMPCD de gas natural (sin nitrógeno y excluyendo quema o venteo). A la vez, sería posible lograr la restitución anual de las reservas, como inicialmente se contemplaba en el plan del presente gobierno.

Sin embargo, hay que reconocer que para alcanzar y sostener esos niveles de actividad petrolera de manera sostenida se requerirá de mayores inversiones. Dichas inversiones solo se materializarán como consecuencia de un mejor aprovechamiento del marco constitucional y legal existente, así como de una nueva visión en la política de hidrocarburos.

Las inversiones requeridas son muy significativas y solo pueden darse de generarse un entorno de mayor seguridad para los inversionistas sean estos públicos o privados. El impulso deberá basarse en datos geológicos de calidad, suficientes y disponibles y en las mejores prácticas de ingeniería del mundo. Adicionalmente, requieren de un modelo legal, regulatorio y de estándares técnicos que ofrezca certidumbre a las inversiones de largo plazo. Es imperativo, además, implementar y supervisar de manera efectiva una regulación sectorial que propicie las mejores prácticas petroleras, no solo productivas y seguras, sino también de respeto al ciclo de vida del yacimiento. Se necesita complementar lo anterior con infraestructura rejuvenecida y apoyada en tecnologías de punta para el transporte, procesamiento y comercialización de los hidrocarburos. También se requiere de promoción y exigencia de soluciones limpias a nivel local y global, así como de una gobernanza eficiente e incluyente. Finalmente, es necesario el pago oportuno a proveedores y la cooperación con empresas de servicios, mismas que deberán ampliar su oferta con base en una participación más cercana a los proyectos y en el desarrollo de capacidades pertinentes. Para acelerar el atractivo en las inversiones en nuevos proyectos, alianzas, contratos y licitaciones en el sector de exploración y producción (E&P) de hidrocarburos en México se necesitaría de una CNH reforzada y renovada. En complemento a lo anterior, generar oportunidades reales para las petroleras privadas a través de mecanismos de asociación en bloques o proyectos activos, y con rondas de licitación de nuevas áreas para la E&P. Un paso clave en el impulso a la inversión será concretar la homologación legal e impositiva de las asignaciones a PEMEX con los contratos a privados, considerando el estadio de exploración, desarrollo o producción en que se encuentren. Modificar los términos fiscales facilitaría tanto las inversiones en asociación con Pemex o la transferencia hacia otro operador, como el financiamiento de la Empresa Productiva del Estado. Esto permitiría encontrar solución a las más de 100 asignaciones que no reciben recursos y para otras tantas que son productoras marginales, así como a los numerosos yacimientos en aguas profundas con amplio potencial de aceite, gas y condensados, como Exploratus, Kanche, Kunah, Lakach, Maximino, Lem, Piklis, Supremus, Trión y Zazil-Ha.

Para ese tipo de yacimientos complejos la asociación con empresas internacionales ha demostrado agregar soluciones técnicas, operativas y comerciales que mejoran la viabilidad de los desarrollos con alto nivel de complejidad. Algo similar sucede con las regiones petroleras con arenas compactas o de lutitas que han mostrado un alto potencial de reservas y producción de hidrocarburos en distintas partes de EE. UU. Su desarrollo responde a tecnologías y modelos comerciales poco comunes en México. El potencial económico y energético que estos recursos pueden aportar al país, serían un ingrediente de gran significado para la seguridad energética y para el crecimiento de las variadas cadenas de proveedores que se agregarían a esta actividad hoy soslayada.

No menos importante será que la industria petrolera transite hacia operaciones menos contaminantes a nivel local y global. Para ello, se requerirá que toda la industria se transforme tecnológicamente y en sus prácticas operativas para que, con automatización y control de las operaciones a distancia, así como con sistemas de tecnologías de información y operación de vanguardia pueda incorporar los equipos más modernos, seguros y menos contaminantes. Se requerirá en primer lugar lograr una reducción en los accidentes e incidentes en los que se derrama petróleo y en los que se ventea gas natural que resulta de implementar a conciencia las mejores prácticas de seguridad operativa y de protección al ambiente. También se necesita que la industria priorice reciclar los lodos utilizados en la perforación y de aceites y otros residuos de la transformación de los hidrocarburos, así como de reciclado y tratamiento de agua en toda la cadena de valor. Finalmente, es importante que las compañías petroleras incorporen la generación de energías limpias, particularmente la solar y eólica, y a mediano plazo, también a la producción de hidrógeno y el desarrollo de proyectos de captura y aprovechamiento de CO2.

En el muy corto plazo, Pemex y las petroleras asociadas en Amexhi, han anunciado proyectos y planes que necesitarán certidumbre legal y constancia en las inversiones. Entre los retos de Pemex, está ponerse a la vanguardia tecnológica, una mayor intervención y terminación de pozos de explotación y exploratorios, un plan de descarbonización, de eficiencia energética y de reducción de quema de gas y de fugas de metano. Para las empresas privadas, el reto será mostrar resultados en términos de producción y poder monetizar las reservas.

Para las autoridades nacionales el reto será convencer a las empresas para que tomen posiciones y riesgos de E&P en nuestro país, aunque varias de las candidatas naturales por tener experiencia en México ya hayan devuelto áreas contractuales o cedido intereses o transferido parte o el total de sus responsabilidades a otras compañías (Por ejemplo: Vista, Woodside/BHP, Talos, Hokchi, PC Carigali, Repsol, Shell, Equinor, BP, China Offshore Oil Corporation E&P, Capricorn Energy México, Pantera/Jaguar).

Aún es posible revitalizar la E&P de hidrocarburos en México, pero sin duda requiere de modificar la praxis y poca apertura del modelo actual, así como actualizar el marco legal e institucional e incorporar tecnología. Debemos hacerlo con una visión de renovación y pragmatismo en la política energética. No avanzar en la modernización de la exploración, explotación y transformación industrial de los hidrocarburos sería muy costoso para el país; significaría dejar cuantiosos recursos en el subsuelo, a medida que nos acerquemos a la era de cero emisiones de GEI.

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