Discurso de orden sesión solemne consejo legislativo portuguesa

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DISCURSO DE ORDEN SESIÓN SOLEMNE CONSEJO LEGISLATIVO PORTUGUESA

ORADOR DE ORDEN: PROF. VÍCTOR RAMÍREZ PRESENTADOR: PROF. NELSON ESCOBAR OSPINO. 30/01/2015 MAESTROS PARA UNA PATRIA LIBRE Y SOBERANA. Quizás el reto más importante a resolver hoy sea el derecho a pensar libre y creativamente, como un acto de afirmación humana. Son tiempos de reflexión los que estamos viviendo. Si el ser humano permite que le sustituyan su cerebro por el celular, sus neuronas por las redes sociales y se acostumbra a ceder la facultad de pensar para que otros lo hagan por él, podemos afirmar sin duda de ninguna especie, que la humanidad ha desaparecido, independientemente de que subsista su armazón biológica, degenerando irremediable y penosamente en lo que José Martí define, en su obra “Maestros Ambulantes”, como “máquinas de comer y relicario de preocupaciones”, “…que son por dentro y parecen por fuera un insecto”. Estaríamos ingresando a un fatídico momento histórico caracterizado por el desperdicio de las facultades humanas, habrá que preguntarse entonces ¿para que nos sirve la posición erecta, la independencia de la mano y el desarrollo del


cerebro?, facultades estas que constituyeron en su momento las condiciones básica para superar el reino animal. Es asombroso apreciar el peso que tienen las llamadas REDES SOCIALES en la determinación de la conducta y la opinión en el ser humano de hoy. Todo cuanto allí aparece publicado es considerado como una gran verdad que genera acciones concretas, lo cual ha hecho de las personas blancos fáciles para la manipulación, la trampa y el engaño, en virtud de que no son capaces de tomarse la molestia para pensar con cabeza propia acerca de la veracidad o no de lo que en estas redes se difunden. Cuanta falta nos hace seguir las enseñanzas del maestro Simón Rodríguez, quien para evitar tales desaciertos de conductas desorientadas, aconsejaba a que se “…Enseñen los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer; se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos", he aquí un buen recurso profiláctico para impedir que esas redes sociales sigan produciendo estúpidos y limitados incapaces de discernir por si mismo entre el bien y el mal , entre lo verdadero y lo falso y entre lo justo y lo injusto. Tal vez, por esta y otras razones, el Presidente Chávez, en discurso pronunciado en la plaza José Félix Ribas, de La Victoria estado Aragua, el viernes 12 de febrero de 1999, afirmó lo siguiente: “Cuando comenzó este siglo -es decir el siglo XX-, nuestros abuelos vivían mejor que hoy nosotros por eso yo digo que el siglo XX lo hemos perdido y ahora Bolívar viene de nuevo, con su bandera de integración y de justicia para que el siglo XXI no lo perdamos también, para que nuestros hijos no pierdan el siglo XXI, para que nuestros nietos tengan Patria, libertad, dignidad, justicia”. Simultáneamente a ello hizo el llamado siguiente: “… Cada quién póngase en su sitio y cada quién asuma su responsabilidad…” Nos toca preguntarnos entonces, en medio de esta circunstancia histórica, teñida de tales sucesos, ¿cuál es el sitio del maestro, cuál su responsabilidad? De modo pues, que a la luz de ésta realidad celebrar el día del maestro es toda una fiesta de reflexiones. Partiendo de la preocupación histórica del Comandante Chávez, relativa a que nuestros hijos no pierdan el siglo XXI, y nuestros nietos tengan patria, encontramos a los maestros y maestras justo en el sitio donde se decide la suerte de la República y la Patria del futuro, están con nuestros hijos y nietos en el aula de clase; es decir, haciendo Patria. Y ¿cuál es la responsabilidad que nos corresponde? Aquella que destacó Bolívar, en carta que le escribió a su maestro Simón Rodríguez, el 19 de enero de 1824, donde le dice: “¡Oh mi Robinson! ¡Oh mi maestro! Usted formó mi corazón para la


Libertad, para la Justicia, para lo grande, para lo hermoso…” ¿Cómo cumplir con nuestra responsabilidad? Combinando la ciencia con la ternura como lo afirmó José Martí. Si los maestros y maestras cumplimos a cabalidad con estos propósitos, estaremos practicando con éxito la elevada misión de la que nos hablan las Leyes de la República, y estaremos asegurando a su vez, que nuestros hijos y nietos no pierdan el Siglo XXI. En esta gloriosa jornada estamos llamados a vencer el nefasto peso que sobre la conciencia de los ciudadanos ejercen los medios de comunicación social y las redes sociales. Para ello lo primero que tenemos que hacer es convertir las aulas y las clases, en verdaderos espacios que reivindiquen y rescaten nuestra memoria histórica, la tradición oral, las costumbres y el lenguaje, enseñando con la pedagogía del amor, el ejemplo y la curiosidad, uno de los grandes aportes de La Consulta por la Calidad Educativa. En esta perspectiva se impone la valoración, en sus justos términos, de la categoría Patria: asiento natural de nuestra existencia como pueblo con una cultura, civilización e historia propia. Acerca de la Patria exclamó Miranda “… por ella el vivir es dichoso y el morir es glorioso …”. Es bien útil, además, recordar aquí los consejos de Bolívar y Martí, “…nuestro pueblo no es el europeo ni el americano del norte…”, “…ni de Rousseau ni de Washington viene nuestra América viene de sí misma” Por ello es que estamos


obligados a ser originales y a vencer el odioso colonialismo cultural.

MAESTROS NORMALISTAS…….. En esta época urge también, rescatar la concepción bolivariana de Patria en oposición a la que nos vendieron en la IV República, cuyos límites solo abarcan a Venezuela, desconociendo la visión de Patria Grande que enarbolaron nuestros próceres y heroínas de la Independencia. Si no queremos perder el siglo XXI, empeñémonos entonces por tener Patria, y para ser merecedores de este Don, tenemos que construirla, con la guía siempre presente del ideal bolivariano, ello significa que ha de ser una Patria libre, independiente y soberana, que no se arrodille ni se deje humillar por ninguna potencia imperial. Ante toda pretensión de cualquier potencia de querer convertirnos en colonia, debemos responder como lo hiciera Bolívar frente al agente diplomático de EE.UU, J.B. Irvine el 7 de octubre de 1818: “…lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende...” No hay manera de concebir un maestro y una maestra sin esta fibra patriótica.


Si Independencia y soberanía son sucesos de un proceso integral, que no se limita a lo estrictamente militar y económico, sino que atiende, además, el espíritu, el alma misma de una nación, y si los maestros estamos llamados a cumplir una elevada misión, resulta entonces que nos corresponde un asunto de alto valor estratégico en la lucha por la independencia y soberanía de la Patria, porque estas “…solo pueden ser hijas de la cultura y de las ideas…”, que es precisamente lo que define en última instancia la naturaleza de la labor docente que cumplen los maestros y maestras. En este sentido, es nuestro deber patriótico desnudar la visión colonialista de los usurpadores de ayer y hoy que siempre nos han visto como seres inferiores, veamos lo que al respecto contiene un informe que envía el Consulado de México en 1811, a la Corona de España, donde nos pinta una imagen despreciable del indio: “…. El desdichado INDIO era un animal inmundo… de borrachera continua… divirtiendo su sombría desesperación en espectáculos horrendos y sangrientos y saboreándose rabiosamente en la carne humana… pueblo… degenerado, indigente e infeliz… dotado de una pereza… estúpido por constitución… borracho por instinto…” Esta era la manera como nos concebían los colonialistas españoles. Más adelante, en el mismo informe, al referirse a los blancos dejan ver claramente su posición racista discriminatoria: “… los BLANCOS que se llaman españoles americanos muestran la superioridad sobre los… indios… por sus riquezas heredadas, por su carrera, por su lujo, por sus modales y por su refinamiento en los vicios…”, semejante ofensa histórica tenemos que repudiarla enseñando a querer la Patria por lo que somos y no por la forma como quieren los imperialistas que seamos. Nótese que los criterios de superioridad de los blancos sobre los indios, son entre otras cosas las riquezas heredadas y los lujos, criterios éstos que se difunden aún hoy utilizando diversos medios. Los investigadores Ariel Dorfman y Armand Mattelart, en su documentado trabajo de investigación denominado Para leer al Pato Donald, logran demostrar, luego de un estudio tesonero de esta tira cómica de Walt Disney, como a través de ésta difunden los criterios de prosperidad que fueron el sustento ideológico de la conquista española, reproducidos hasta hoy de manera espontanea y natural y que ha llegado a calar en lo más hondo de nuestro ser; veamos el planteamiento siguiente de los autores citados, en torno al contenido de la tira cómica el Pato Donald: “Rico Mc Pato es el millonario avaro de cualquier país del mundo que atesora dinero y se infarta cada vez que alguien intente pellizcarle un centavo, pero quien a pesar de todo suele mostrar rasgos de humanidad que lo redimen ante sus sobrinos…” Es evidente que en la visión imperialista capitalista del mundo, la clave del progreso y elevación del prestigio personal consiste en atesorar fortuna a como dé lugar, con una peculiaridad muy singular: el desprecio por el trabajo. En la obra que venimos comentando dicen


los autores lo siguiente: “Donald es el eterno enemigo del trabajo y vive en función del familiar poderoso…” He aquí justamente el golpe mortal contra la dignidad de la persona y la emancipación humana. Este desprecio por el trabajo es un rasgo característico de las oligarquías de las colonias cuyo régimen social de hacer fortuna es eminentemente parasitario y rentista. En una canción de los años 50, conocida como el negrito del Batey, este parecer acerca del trabajo se expresa del modo más crudo que podamos imaginar: “…a mi me llaman el negrito del Batey, porque el trabajo para mí es un enemigo, el trabajar yo se lo dejo todo al buey porque el trabajo lo hizo Dios como castigo…” Es por ello, que no podemos dejar de destacar en esta importante concentración lo que es y será motivo de abordaje e implementación en lo sucesivo, nos referimos a la vital y necesaria articulación de la educación con el trabajo. La Constitución Bolivariana en su artículo 3, es bien clara en señalar que los procesos fundamentales para alcanzar los fines esenciales de la República son la educación y el trabajo, lo cual nos conduce a enmarcar la educación en la perspectiva de superar la cultura del capital para instaurar en su lugar la cultura del trabajo. Visto de este modo, el trabajo deja de ser considerado únicamente como una fuente de subsistencia y se percibe como una fuente generadora de cultura, civilización e historia que asegura la existencia y desarrollo de la humanidad, es la actividad social que determinó el salto del reino animal a la condición humana. Las destrezas adquiridas por el hombre para las faenas productivas surgieron de un prolongado proceso de trabajo, jornada a jornada se fue conformando la estructura anatómica que capacita al ser humano para el trabajo: la posición erecta, la independencia de la mano y el desarrollo del cerebro, son todas condiciones creadas por el trabajo, de allí surgió también la facultad de pensar y el lenguaje, actos éstos típicamente humanos. Sucede que por mucho tiempo, las clases opresoras comenzaron a satanizar el trabajo, presentándolo como algo pecaminoso y ruin, propio de gente baja, de seres inferiores, solo realizable por los brutos. De este modo se fue desconociendo el papel del trabajo en la civilización, en el desarrollo de las distintas potencialidades del ser humano y por ende la importancia en Educación. Estamos llamados ahora a reivindicar el trabajo como actividad esencial en la vida humana y como la base de todo acto de dignidad, de modo pues, que podemos asegurar con toda propiedad que no habrá educación de calidad sin trabajo, toda vez que la sociedad que aspiramos construir, una vez superado el rentismo petrolero, el socialismo, es una sociedad de trabajadores. Y como bien sabemos que el trabajo comenzó con las faenas agrícolas, con el trabajo de la tierra, y dada la importancia de la agricultura para el logro de nuestra


soberanía agroalimentaria, la presidencia de la República, mediante el MPPE, ha implementado el Plan para el Impulso de la Agricultura Orgánica Escolar, a través del cual se persigue crear 3 mil huertos escolares en todo el país, considerados como espacios donde se desarrollan actividades agrícolas con la finalidad de enseñar a los niños, niñas, jóvenes y demás integrantes de la comunidad educativa, el desarrollo de las plantas, la importancia que tienen en el ambiente y cómo podemos conservarlas aplicando medidas agroecológicas. Así mismo incentivarlos a la valoración de los productos agrícolas propios de cada región, resaltando la gastronomía y los saberes populares. Es una gran campaña por la independencia y la soberanía nacional donde los maestros juegan el indiscutible papel protagónico de vanguardia. Esta precisión constitucional, deja bien claro el ámbito donde se decide la emancipación humana, allí el trabajo juega el papel fundamental para el desarrollo de la civilización y la educación la actividad que eleva las creaciones populares a un nivel científico blindando de este modo a la sociedad. Todas las expresiones de organización y agrupamiento social emergen, se articulan y eslabonan en base a este juego dialéctico que establecen la educación y el trabajo. Entre las formas de agrupación del ser humano la familia constituye una institución vital para la existencia por cuanto gracias a ella se asegura la reproducción de la especie humana. Es de hacer notar que alrededor de la familia se libra un feroz forcejeo entre las fuerzas imperiales y oligarcas y las fuerzas populares. El imperialismo ha comprendido que la familia se forma a raíz de la unión de pareja que tiene por base el amor, que le imprime una fortaleza indestructible a la relación de familia que emerge de allí. Esto niega la lógica de la existencia capitalista, de allí que se empeñe, por diversos medios, en destruirla. En ese afán destructor de la familia el imperialismo ataca principalmente la relación amorosa de la pareja, prostituyéndola y satanizándola, presentándola como una pesada carga, un martirio difícil de llevar. Es por ello que el maestro y la maestra deben hacer un supremo esfuerzo por reivindicar la majestad, la pureza y la grandeza de la familia, en este sentido debemos participar activamente en la organización del Movimiento Bolivariano de Familia. El cumplimiento de este conjunto de tareas hará del magisterio una fuerza moral llamada a participar protagónicamente en los procesos de transformación social de la mano con el pueblo, contribuyendo a concretar los sueños de nuestros próceres de la Independencia de crear la Patria Grande desde México hasta la Argentina. “…Prepárese entonces la América toda, para que vea a un pueblo, el venezolano, construyendo de nuevo su propio destino.”



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