Machupicchu, el Perú y el acuerdo con Yale. “Confieso con orgullo que carezco de espíritu patriotero –por que todo lo estrecha, empequeñece y limita el espíritu universal- pero jamás me sentí tan hondamente preocupado, o mejor terriblemente indignado, cuando al recorrer la vieja ciudad, bajo la lluvia y en medio de un calor ciertamente sofocante a pesar de la enorme altura, comprobé que lo único que Hiram Bingham no se había llevado eran los aposentos reales de pesados muros, las bien delineadas plazas y anfiteatros, las finas y pulidas piedras de las tumbas reales y de la nobleza, los altivos y fuertes torreones, los bellos y hoy descuidados jardines colgantes, el Intihuatana, el famoso Templo de las Tres ventanas, la Plaza Sagrada, el hermoso Templo Semicircular, las mansiones reales, el regio santuario”. Enrique Portugal. 1961. “Hiram Binham. El Traficante de Machupicchu” Tareas del Pensamiento Peruano, Año II, No 6, p. 70. Lima.
El 23 de febrero Eliane Karp de Toledo (ex primera dama del Perú) escribió un artículo en el New York Times, republicado en El Comercio de Lima el 25 de febrero, acerca del “memorando” de entendimiento entre los gobiernos de Perú y la universidad de Yale hecho publico el 14 de septiembre del 2007, sobre el retorno de las piezas de Machupicchu que Bingham sustrajo del Perú entre 1911 y 1916. El acuerdo al que refiere Karp jamás ha sido publicado en Perú y se ha mantenido en total reserva, habiendo sido únicamente publicitado por las autoridades peruanas como exitoso, y donde el Perú supuestamente logra el reconocimiento de la propiedad del total de las piezas arqueológicas extraídas por Bingham y retenidas ilegalmente por Yale. Pues este “acuerdo” no es verdad. Aunque el acuerdo se mantuvo en reserva, algunos detalles sobre la naturaleza en que este problema surgió y la resolución alcanzada han ido apareciendo, especialmente gracias a los medios americanos, y no se tenía una fuente directa de la parte peruana probablemente hasta el pronunciamiento de Karp. De cualquier forma, y por las razones que fueran, mientras el acuerdo progresaba se podía justificar la reserva, pero no después, especialmente siendo un acuerdo “feliz”. Esto pone en evidencia, y queremos enfatizar esto, que el gobierno peruano, el Estado, tiene en la actualidad una política cultural negativa a los intereses nacionales; lo que explica por ejemplo, el por qué se manejo, y se maneja, así el tema de las piezas de Machupicchu, y la forma como se diseñan las políticas patrimoniales en la actualidad; en especial la imposición de la desastrosa ley 29164 (de “servicios” turísticos). Aunque el artículo de Eliane Karp es esencialmente crítico al arreglo y expone, sin tapujos, la perspectiva neocolonial que Yale que proyecta a sus relaciones con el Perú (lo que a la vez caracteriza el papel del gobierno), este puede ser desacreditado mediaticamente por otros motivos, especialmente por la actitud controversial de Karp; pero esto no significa que ella no tenga razón en sus argumentos. Independientemente de Karp no obstante, el arreglo es flagrantemente atentatorio a los intereses peruanos como lo demuestra la misma información proveniente de Yale. Veamos. El 28 de marzo la Oficina de Relaciones Publicas de la Universidad de Yale saca a la luz la noticia sobre el famoso “memorando de entendimiento” o el “new conceptual framework for collaboration” (“nueva estructura conceptual para colaboración”) en el cual Yale y Perú acuerdan lo siguiente:
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“Yale will acknowledge Peru’s title to all the excavated objects including the fragments, bones and specimens from Machu Picchu. Simultaneously, in the spirit of collaboration, Peru will share with Yale rights in the research collection, part of which will remain at Yale as objects of ongoing research. Once the Museum and Research Center is ready for operation in late 2009, the museum quality objects will return to Peru along with a portion of the research collection” (http://www.yale.edu/opa/newsr/07-09-14-01.all.html) “Yale reconocerá el título de Perú por todos los objetos excavados incluyendo los fragmentos, los huesos y los especimenes de Machu Picchu. Simultáneamente, en espíritu de colaboración, Perú va a compartir con Yale derechos en la colección de investigación, parte de la cual va a permanecer en Yale como objetos de investigación en curso. Una vez el Museo y el Centro de Investigación estén listos para operar al final del 2009, los objetos de calidad de museo volverán al Perú, junto con una porción de la colección de investigación.” (Traducción mía).
¿Que significa “compartir los derechos” en la investigación de la colección? ¿Qué “porción” va a a permanecer en Yale? El 3 de diciembre del 2007, el “Yale Daily News” empieza a revelar los verdaderos entretelones de este acuerdo, the “News” dice: “After years of controversy, Yale and Peru announced Sept. 14 that the two parties had agreed to acknowledge Peru’s title to most of the artifacts in question and that Yale would eventually return most of the collection.” Archaeology professor Richard Burger, the co-curator of a show at the Peabody Museum in 2003 that featured many of the artifacts, said Thursday that Yale is willing to return almost all of the museum-quality pieces in the collection. An undetermined number of fragmented pieces will remain at Yale for 99 years, Robinson said in September. Burger said Thursday that it is important for these pieces to stay at Yale for further research and as a testament to Yale’s long-standing connection with the objects.” (“Talks with Peru extend past deadline. Despite 90 days of negotiations, Levin is ‘still optimistic’ about eventual accord on Inca artifacts”. December 3, 2007. Source Yale Daily News by Thomas Kaplan and Paul Needham)
“Después de años de controversia, Yale y Perú anunciaron el 14 de septiembre que las dos partes han acordado reconocer el título de Perú sobre la mayoría de artefactos en cuestión y que Yale eventualmente regresaría la mayoría de la colección” El profesor de arqueología Richard Burger, el co-curador de una muestra en el Museo Peabody el 2003 que expuso muchos de los artefactos, dijo el jueves que Yale esta dispuesto a devolver casi todas las piezas con calidad de museo en la colección. Un indeterminado número de piezas fragmentadas van a permanecer en Yale por 99 años, dijo Robinson en septiembre. Burger dijo el jueves que es importante para esas piezas permanecer en Yale para investigaciones adicionales y como un testamento a la conexión de muchos años de Yale con los objetos” (Traducción mía).
La intención de Yale de no reconocer los derechos totales por la colección es evidente, y más la intención de retener los objetos. Pero pretender quedarse con estos materiales “para investigación” por 99 años, cuyos derechos por su estudio son supuestamente compartidos, es escandaloso; sabiendo además que Yale ya ha retenido 2
ilegalmente las piezas por casi 100 años. ¿Cuantos años necesita la universidad de Yale para estudiar una colección arqueológica?, ¿100 o 200 años? Burger, arqueólogo y profesor en Yale, justifica esto aludiendo razones espirituales, “conexión de muchos años con los objetos”. Sin embargo es el 14 de febrero del 2008 en que se revelan las verdaderas trampas del “memorando de entendimiento”, un acuerdo que fue publicitado de manera ambigua, pero que tiene, en el papel, muy claras especificaciones legales al respecto. “Yale Daily News”, dice: “The memorandum, which was drafted and signed when a delegation from Peru visited New Haven in September, outlines the intention that any future legal action regarding the artifacts will be subject to Connecticut law and adjudicated by the U.S. District Court for the District of Connecticut. In perhaps a bolder stroke, the memorandum also dictates that the Peruvian government “shall release Yale from any legal claims to the Materials resulting from prior circumstances.”” (“Sept. memo reveals Peru concessions”. February 14, 2008. Source Yale Daily News by Paul Needham, Staff Reporter.)
“El memorando, el cual, que fue bosquejado y firmado cuando una delegación de Perú visitó New Haven en septiembre, delinea la intención que cualquier demanda legal futura con respecto a los artefactos estará conforme a la ley de Connecticut y será juzgada por los E.E.U.U. Corte de Distrito para el Distrito de Connecticut. En quizás un movimiento más audaz, el memorando también dicta que el gobierno peruano ‘deberá liberar a Yale de cualquier demanda legal sobre los materiales resultando de circunstancias anteriores’.” (Traducción mía)
Esta claro ahora que este acuerdo es una vergüenza para el país, y el Perú esta cediendo la jurisdicción sobre los reclamos legales que puedan sucederse, pero peor, esta renunciando a los derechos legales que le atañe, si se firma este acuerdo, de cualquier reclamo como propietarios del material arqueológico saqueado de Machupicchu, y de cualquier otro monumento que Bingham expolió durante sus expediciones en Vilcabamba. Increíble. Esta es una de las razones por la cual el memorando jamás fue expuesto públicamente en Perú. El gobierno ha aparecido como un negociador exitoso en el rescate de las piezas solo para poder arrogarse a si mismo un estatus mediático de protector del patrimonio. Pero el hecho es que al gobierno el patrimonio no le importa y esta dispuesto a seguir desprendiéndose de él sin ningún reparo. Un elemento importante en esta discusión y que atañe la premisa ideológica de dependencia, o el neocolonialismo que expuso Karp, es el hecho que Yale dice estar distinguiendo los materiales de la colección de Machupicchu basado en criterios de clasificación museística. Esto es obviamente un ardid deliberado de Yale para distorsionar la valides de la integridad de la colección, así Yale nos entrega solo los objetos “museísticos” y se reserva para su estudio, por 99 años y por los lazos de conexión, un material que solo tiene valides para investigación. Esto por supuesto es el criterio manipulador de Yale; ningún peruano ha verificado jamás el valor de los objetos de la colección a ningún nivel académico y Yale, específicamente el profesor Richard Burger, esta manejando deliberadamente los materiales en su beneficio, por
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eso los acuerdos de retención material. Pero veamos lo que dice el “News” al respecto: “…The University gave Yale archaeology professor Richard burger, who co-curated an exhibit of the artifacts at the Yale Peabody Museum of Natural History, the task of classifying the objects. Burger said he recently completed the inventory of the objects but does not know whether Peru’s government had been informed of his findings. In assessing the pieces, Burger said, he acted in “good faith” and “erred on the side of Peru” by categorizing some pieces as museum quality simply because they are of special value to Peruvians.” (“Sept. memo reveals Peru concessions”. February 14, 2008. Source Yale Daily News by Paul Needham, Staff Reporter.)
“… La universidad dio al profesor de arqueología en Yale Richard Burger, quien fue cocurador de una exhibición de los artefactos en el museo Peabody de Historia Natural de Yale, la tarea de clasificar los objetos. Burger dijo que él terminó recientemente el inventario de los objetos pero que no sabe si el gobierno de Perú había sido informado de sus resultados. En la determinación de las piezas, Burger dijo, que él actuaba en “buena fe” y “erraba para el lado del Perú” categorizando algunas piezas como de calidad de museo simplemente porque son de valor especial para los Peruanos.” (Traducción mía)
Richard Burger (Yale), de buena fe, nos esta regalando piezas que no son museísticas para incrementar la colección que va a ser devuelta al Perú. Impresionante. Lo que dice Burger es un insulto a la inteligencia de cualquier persona, y lo que expresa básicamente (asumo que sin darse cuenta) es el criterio absolutamente arbitrario con el que se esta manejando la selección de materiales a ser devueltos si ese acuerdo se firma. Ni más ni menos. Y esto es sin duda un reflejo del pensamiento neo colonial de una facción de intelectuales americanos, que creen concientemente y con todas sus fuerzas de que nos están haciendo un gran favor al retener nuestras reliquias, o al estudiarlas; y lamentablemente algunos peruanos piensan lo mismo. Pero Burger no es una sorpresa, el ha declarado públicamente sentir vergüenza por el ex presidente del Perú y la ex primera dama Eliane Karp (“The possessed”. NYT, July 8, 2007) y actúa febrilmente de acuerdo a los intereses de Yale, que obviamente son los propios; así Burger pasa de hacernos favores ha actuar en términos amenazantes si el acuerdo no se realiza a conveniencia: “If these negotiations break down,” he said, “we may find ourselves in court. And Yale would do well in a trial.” (“Times column exacerbates Yale-Peru negotiations After former Peruvian first lady writes that Yale is ‘acting in an arrogant, neo-colonial manner,’ University pushes back”. February 25, 2008. Source Yale Daily News by Paul Needham, Staff Reporter)
“Si estas negociaciones se rompen,” él dijo, “podemos encontrarnos ante el tribunal. Y Yale lo hará bien en un juicio.” (Traducción mía)
Burger es el prototipo del arqueólogo americano neocolonialista, que habiendo hecho una carrera en Perú ha trabajado únicamente para el desarrollo intelectual y
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económico de su propia institución, y no esta interesado en la protección o la pertenencia del patrimonio cultural peruano o en los aspectos morales o sociales que estos materiales pueden implicar para el Perú. Para Yale o para Burger estos materiales deben asemejar un cuantioso botín pirata, lo cual es, por decirlo menos, casi la forma en que estos materiales fueron obtenidos. Bingham explotó terriblemente a los campesinos peruanos que tuvieron la mala suerte de trabajar en sus expediciones, y así lo atestigua la misma National Geographic cuando publica por ejemplo las crónicas de la segunda expedición a Choquequirao (NGM Vol. XXIV, No 4, 1913). En esta expedición los colaboradores de Bingham, tomando “medidas extremas” disparaban a los campesinos para amedrentarlos con un arma calibre 22, especialmente a aquellos que literalmente se morían de sed; sin contar que muchos campesinos sufrieron terribles accidentes por ser obligados a trabajar en estas condiciones. Está documentado también que en los trabajos de Machupicchu Bingham, mediante sus colaboradores, mantenía laborando a los campesinos a punta de látigo, tal como reveló el periodista arequipeño Enrique Portugal en sus investigaciones sobre Hiram Bingham y la forma en que se saqueó Machupicchu (Tareas del Pensamiento Peruano, Año II No 6, 1961). Y esto fue una constante, Bingham, exploró y expolió sitios como Choquequirao, Llactapata, Ñusta Hispana (Yuraq Rumi), Palcay, entre otros sitios, antes siquiera de ocuparse de Machupicchu. Yo me pregunto: ¿Se conocen estos hechos? ¿Se menciona alguno de estos sitios en el memorando? Pues no, lo que se debe probablemente a que el Estado no tiene la menor idea siquiera de su existencia. Para este gobierno es lo mismo que los materiales de Machupicchu se queden en New Haven (Yale) para ser “estudiados” por 100 o 1000 años más, porque sus miembros, desde el presidente, no sienten ningún lazo moral o espiritual con ellos, y por añadidura con ningún patrimonio arqueológico; lo que contrasta con el valor sentimental, la “conexión”, que une a Yale o a Burger con esa colección peruana. ¿No es acaso formidable que los funcionarios americanos puedan sentir tal cosa por nuestras reliquias y no el gobierno peruano? De cualquier manera el caso de Machupicchu es sintomático, la forma como se maneja la política cultural en el Perú no esta a favor de la nación peruana si no de los intereses económicos, y esa es una verdad ineludible; para esto se crean leyes como la 29164 repletas de ambigüedades y se escogen coyunturalmente las formas de su aplicación; y así es exactamente como están pasando las cosas en el Cusco. El sur peruano protesta justificadamente por que se quiere concesionar su patrimonio cultural, pero para que no proteste se lo amenaza con retirarlo de ser subsede del Foro de Cooperación Económica Asia Pacifico (APEC). Después de eso todos los que defienden el patrimonio cultural, herencia ancestral de los peruanos, son “delincuentes”, “terroristas”, “violentistas”, etc. El gobierno no sabe que hacer, y no tiene ninguna idea, de cómo tratar sus reliquias, ni a la gente que las defiende, y eso es penoso. El acuerdo Yale-Perú no esta firmado y no debe firmarse, es una vergüenza nacional, producto de la ignorancia y la desidia de un gobierno decidido a entregar el pasado del Perú al mejor postor. Gori Tumi Echevarría López
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Arque贸logo Universidad Nacional Mayor de San Marcos 28 de febrero del 2008
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