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Las predicaciones de San Vicente Ferrer en el antiguo Reino de Murcia (2

Como continuación al artículo publicado en el llibret del año 2014, voy a seguir dando cuenta de las predicaciones que S. Vicente Ferrer hizo, el año 1411, en el antiguo Reino de Murcia, teniendo en cuenta que, en esa época, el reino de Murcia estaba compuesto de Murcia y Albacete. Parece ser que la venida del predicador dominico a Murcia la propuso D. Pablo de Santa María, Obispo de Cartagena. Se deduce por unas cartas que los jurados y justicias de Orihuela enviaron al obispo en las que informan de los buenos resultados que habían producido en la zona las predicaciones, que tuvieron lugar en enero del citado año, y le hablan de la obligación que se han impuesto de rogar a Dios por la vida del predicador y del obispo, ya que “per vostra adreça aquell vene en aquesta terra”. Es probable que los inicios de la venida sean las relaciones amistosas entre el fraile y el prelado, fortalecidas en el entorno y servicio a Benedicto XIII, cuya relación en ese momento eran bastante buenas. Los sermones que están documentados en el “Sermonario de S. Vicente Ferrer, que se encuentra en el Real Colegio-Seminario del Corpus Cristi de Valencia” son por este orden, siguiendo la ruta que realizó: En Lorca estuvo del 28 de marzo al 7 de Abril y predicó el sermón “Dichosos los que oyen la palabra de Dios” (Lc 11); el miércoles 8 de abril estuvo en Librilla y dio dos sermones “Uno solo es vuestro Padre, el que está en los Cielos” y “Vosotros subid a la fiesta” (Mt23) El jueves 9 de Abril, Jueves Santo, regresa a Murcia dispensándosele un gran recibimiento. Fue hospedado en el Real Monasterio de Predicadores de Santo Domingo, los que hicieron construir en la fachada del mismo Monasterio un entablado muy alto con su correspondiente cátedra o púlpito, y en la celebración de la Cena del Señor, predica “Haced esto en conmemoración mía” (Cor11) y el día 10, Viernes Santo, predica el sermón de la Pasión bajo el título “Secundum legem debet mori” (Conforme a la ley, debe morir) del evangelio de S. Juan en su capítulo 19. Hay que hacer constar que los sermones de Fray Vicente solían durar más de dos horas, pero en el caso del Viernes Santo tuvo una duración de seis horas, pero los oyentes que se calcularon en diez mil personas de dentro y fuera de la ciudad, no se cansaban ni aburrían. El Domingo de Resurrección el lema fue “Resucitó no está aquí” (Mc16). En Murcia, al igual que en todos los lugares por los que estuvo, el dominico valenciano Fray Vicente Ferrer atrajo el fervor y el entusiasmo de la gente. Pero además sus sermones tuvieron inmediata repercusión en la vida ciudadana y en la política concejil. Es inevitable la referencia a la intervención de S. Vicente en la promulgación de leyes de segregación de las minorías étnicoreligiosas que convivían por aquel entonces, judíos, musulmanes y cristianos.

Pero igualmente importante fue la labor pastoral en los medios rurales y urbanos, que contribuyó a un reajuste o delimitación social, económica y espiritual. También en Murcia los regidores se hicieron eco de los beneficios que habían reportado a la convivencia ciudadana los sermones de Fray Vicente. En las Actas Capitulares del Concejo se destaca que “por sus palabras que predica muchas personas, así cristianos como judíos e moros por oír las dichas palabras se le mueve la voluntad para perdonar, así muertes de sus padres e de sus madres e hermanos e de otros sus parientes, como ofensas e injurias”. Con motivo de su estancia se apaciguaban los bandos que tenía encendida la ciudad. Esta pacificación se basaba sobre una propuesta evangélica, pero además se apoyaba también sobre una validación jurídica que le daba sentido y fuerza. En la misma compañía del santo iba un notario apostólico llamado Leonardo García que levantaba acta de concordia de los acuerdos y reconciliaciones entre los bandos. Pero, además, el paso de San Vicente por Murcia y el contenido de sus sermones en pro de la conversión de los judíos y la presión social sobre éstos, dará como resultado lo que entonces se consideró como la posible solución del problema social que esta comunidad suponía. La conversión al cristianismo de algunos Rabinos, que no tenían oficios artesanos, sino que vivían de los donativos que los miembros de sus comunidades les aportaban, una vez convertidos, dejaban a éstos sin medios económicos con qué vivir y Fray Vicente les gestionó que el Concejo les apoyara en sus necesidades para poder subsistir, así como a encontrar vivienda fuera del barrio judío. Fray Vicente también potenció, el “Studium o escuela de la lengua árabe” creada en el convento de los Padres Dominicos de Murcia, por San Raimundo de Peñafort en 1266 para facilitar la conversión de los musulmanes. La estancia de Fray Vicente en Murcia capital finaliza el 15 de Abril, marchando hacia Molina, Cieza y Jumilla, pasando luego a Hellín, Tobarra, Chinchilla y Albacete, que por aquel entonces pertenecían al Reino de Murcia, terminando su periplo en Villaverde, el miércoles 13 de Mayo de 1411.

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Rafael Sáez Izquierdo

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