Los tanques se acercan a La Moneda.
Alrededor del palacio se escuchan disparos entre los golpistas y los hombres de la guardia personal de Allende apostados en los edificios vecinos.
El presidente Allende se prepara a hablar por la radio.
Solo cuenta con los hombres presentes en el palacio. NingĂşn refuerzo logra atravesar las barreras.
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Allende no oculta a los auditores que la situación es crítica. Explica que los militares intentan derrocarlo.
Pero anuncia que permanecerá en su puesto, aún arriesgando su propia vida.
Mientras habla, aviones de caza sobrevuelan el edificio.
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Los militares han dado al presidente Allende hasta las 11 horas para abandonar el poder.
Unas sesenta personas permanecen en La Moneda. Todos saben que Allende no aceptarรก rendirse.
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Cada vez mรกs soldados se concentran en torno a La Moneda
Estรกn fuertemente armados y apoyados por carros blindados.
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Un asesor dice al presidente que puede hablar nuevamente en la radio.
Son las 10:20 horas. No todas las estaciones han caído aún bajo el control de los militares.
Espera a que el operador le dé la señal para partir. Allende descuelga el teléfono y espera algunos segundos. Podrá hablar a través de radio Magallanes.
“Seguramente esta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes... ...Yo no voy a renunciar...
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...pagaré con mi vida la lealtad del pueblo...
...El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse...
... tengo fe en Chile y su destino...
...tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano...
...tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará...
...la felonía, la cobardía y la traición”.
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Allende descuelga el teléfono. Toma un casco y un arma. Quiere hacer una ronda por los puestos de defensa.
Nadie está obligado a quedarse, explica. Aquellos que no quieran combatir pueden todavía rendirse.
Él se niega y les pide irse.
En un corredor se cruza con sus dos hijas. Ellas quieren quedarse junto a él hasta el final.
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Le encarga a uno de sus asesores negociar con los atacantes la salida de todas las mujeres.
Inspecciona con sus hombres los patios de La Moneda.
Allende parece un general en medio de sus tropas.
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12 horas. Aviones de caza se aproximan. Repentinamente, se oyen varias explosiones.
ÂĄUn ataque aĂŠreo! Los misiles hacen temblar los muros.
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Los golpistas estรกn concretando sus amenazas. Quieren destruir La Moneda.
Los ataques llegan uno tras otro.
Los cazas vuelven a pasar y ametrallan el palacio.
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