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Comentario de libros

VIGENCIA DEL AYER

EL SECRETO DE LOS PRÓCERES I, II, III y IV. La Historia de Chile contada desde dentro Novela Histórica. 376 – 444 – 325 y 376 páginas. Erwin Ramdohr. Autoedición.

POR ROBERTO RIVERA VICENCIO

Escritor Presidente Soc. de Escritores de Chile

La estrategia narrativa del autor elige como punto de vista general a la familia García Lazcano, nobles hacendados del 1800 del valle del Maipo, es decir, un teleobjetivo distante y reposado, especialmente los ojos de Luis Manuel el mayor de los García, para situar el punto de vista desde el cual mostrar el o los secretos prometidos en el título de la obra, los de los próceres. Una narración en tercera persona hacia 1835 nos sitúa en la Hacienda Santa Lucía, en la que encontramos al fiel sirviente de Luis Manuel, Juan Segundo Ramírez, hombre de inteligencia notable que, entre bastidores, será quien en el papel de consejero maneje los hilos sociales y políticos, en los complejos años de la lucha por la Independencia, en que se desenvuelve la familia. Así, la idealizada independencia que conocimos en el colegio, se despliega en diferentes bandos con intereses distintos e incluso contrapuestos, una “nobleza nacional” de la cual podrían hacer risas las noblezas europeas, la Iglesia, masones complotando, fieles y sabios sirvientes, un pueblo ignorante. En este marco será el encargo del amo, Luis Manuel, a escribir sus memorias a su sirviente, Juan Segundo Ramírez, el que genera una segunda narración inserta en la primera con su prólogo incluido. Esta memoria, necesariamente escrita en primera persona, iluminará pasajes de la otra y viceversa, en un contrapunto que encuentra en las figuras de los hermanos Carrera por una parte y Bernardo O`Higgins y San Martín por la otra, sumidos en una lucha intestina desgarradora, cuyas diferencias incluso amenazaron el proceso independentista en marcha.

Como todo proceso, como todo héroe, luces y sombras cruzan sus personalidades y sus determinaciones, la postura asumida, sus modelos y el poder inmenso siempre invisible pero presente de esa pechoñería nacional de la cual incluso hoy somos víctimas. Tal vez el único y subrepticio punto de acuerdo entre los bandos en pugna. Afortunadamente, 18 de septiembre, día de la patria, es siempre dieciocho y nos salva en todos los tiempos y también en esta novela, así se despliega el espíritu nación al rojo vivo en estas páginas que saben captar esa identidad esquiva que, de un lado o de otro, nos convoca.

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