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Wayo Saravia Leonardo García Roger Galván Mario Merino Wayo Saravia
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“Las fuerzas de Tierra Latina y sus aliados salieron victoriosos en la Batalla de la Aurora Boreal, poniendo al enemigo contra las cuerdas. El Alto Señor Kratuz, líder de los invasores, ordenó abrir fuego contra sus naves caídas y emprendió la retirada rumbo al sur. Sin embargo, esta acción fue más que una demostración de crueldad, hay un fin mucho más siniestro detrás…”
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Un mensaje de auxilio había llegado desde Tierra Latina, el Centro de Comando se encontraba bajo el implacable ataque de la flota alienígena. — Señor Villar, ¿cuánto falta para llegar?— preguntó Grau en el puente de mando. —Una hora, Comandante—respondió el Capitán. —¡Debimos liquidarlos en vez de perder el tiempo con los heridos!—dijo molesto del Teniente Rodríguez. —¡No cuestiones al Comandante!— recriminó el Capitán Villar. —Calma señores, no sirve de nada pelear entre nosotros—los tranquilizó Grau. —Señor, por allá—la señorita Luciana señaló hacia el sur. Una nube de humo se alzaba en el horizonte y se volvía cada vez más grande, era el rastro de destrucción dejado por Kratuz. Ciudad tras ciudad habían sido arrasadas por el ataque sorpresivo del cruel alto señor. —No recibo comunicaciones, llegamos tarde— se lamentó el Teniente Rodríguez. —No perdamos la esperanza. ¡Prepárense para luchar!—afirmó Grau decidido. 2
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El Comando de Tierra Latina apenas lograba resistir contra la flota extraterrestre, pero las pocas naves de defensa que quedaban estaban a punto de caer. —¡Destrúyanlos! ¡Mátenlos a todos!— ordenaba Kratuz a sus hombres. —Lord Kratuz, ¿quería verme?—preguntó una voz desde las sombras. —Kakxar, mi mejor guerrero, tengo una misión especial para ti… Una serie de disparos fue el aviso de que los aliados al fin habían llegado. Las personas en la ciudad celebraron aliviados la llegada de sus salvadores. —La ciudad resiste, pero el Centro de Comando está en llamas—reportó el Capitán Villar. —¡Tomen posición entre la flota enemiga y la ciudad!—ordenó Grau. —Teniente Canales, hágalos caer. De pronto un poderoso rayo surgió de la proa del Huáscar y atravesó la flota enemiga, derribando a casi todas sus naves. —¿Qué fue eso?—se preguntaron sorprendidos. 4
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Todos se miraron desconcertados, el Huáscar poseía un arma sin igual de la que nadie tenía idea. —Ha sido usted ¿verdad Comandante?— preguntó la señorita Luciana. —Es extraño. Tal parece que con sólo pensarlo el Huáscar sigue mis instrucciones—respondió Grau sorprendido. —Bien hecho, nada mal humanos—se oyó la voz de Kratuz—aunque para su desgracia mis hombres han tomado rehenes en su Centro de Comando. Si los quieren tendrán que venir por ellos en persona. —No vaya, es una trampa—le advirtió el Capitán Villar. —Es la única opción—respondió Grau. — ¡Reúna un pelotón y venga conmigo! En el Centro de Comando se libró una desesperada lucha mano a mano entre humanos y extraterrestres para liberar a los rehenes. —¡Kratuz! ¡Ven y enfréntame!—lo desafió Grau al ver su silueta. —Yo no soy Kratuz—dijo Kakxar lanzándose al ataque. Sus espadas chocaron, pero la pelea fue interrumpida por un fuerte temblor. 6
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Una nave de tamaño colosal apareció ante el asombro de todos. y arrancó una parte de la ciudad, para elevarse rápidamente hacia el cielo. —¡Tontos humanos, son demasiado predecibles!—resonó la voz de Kratuz. —¿De verdad creyeron tener la victoria? Ingenuos, no saben a lo que se enfrentan. —¡Devuelve a nuestro pueblo inocente!—gritó Grau. —¿Dónde está su Grau del Espacio ahora humanos? ¡La batalla terminó, yo gané!— vociferó Kratuz entre carcajadas antes de desaparecer con su botín. Grau baja por un momento su espada, sintiéndose impotente por no poder defender a los secuestrados. —¡Ahora acabaré contigo!—exclamó Kakxar atacando a nuestro héroe con su espada. —¡Cuidado Comandante!—gritó el Capitán Villar interponiéndose entre ambos con su arma. Grau reacciona y doblega a Kakxar y sus fuerzas, hasta lograr su cobarde retirada.
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De vuelta en el Huáscar, Grau está decidido a salvar a los rehenes, y realiza los preparativos para iniciar una persecución.. —Comandante, tiene que ver esto—dijo el Teniente Rodríguez. En la pantalla apareció una flota de enormes naves junto a la de Kratuz alejándose de la Tierra y desapareciendo repentinamente. —¡Allí están!—exclama Grau con un asomo de esperanza. —Parecen haber ingresado a un agujero de gusano—anotó Rodríguez. —¡Pero iremos tras ellos si nos lo ordena!— dijo el Capitán Villar, jefe de navegación. —Comandante, debo indicarle que en un agujero de gusano podríamos perdernos y nunca alcanzarlos—comentó la señorita Luciana. Grau respiró firmemente y miró a los miembros de su tripulación con orgullo, recordando a quienes lo acompañaron en su vida pasada, no quería el mismo destino para ellos. —Viviremos para luchar otro día señores, descansen. 12
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—¡Esos rehenes están perdidos! Si solo supiéramos las coordenadas correctas, tendríamos una oportunidad.—se lamentaba Villar. De pronto: —Comandante, debe escuchar este mensaje que nos llega desde nuestra base de prisioneros enemigos—comunica Rodríguez. —Yo sé a dónde fue Kratuz—dijo una voz áspera—pero debo advertirle Comandante Grau, que de ese lugar puede que no haya retorno. —¿Quién es usted? ¿Y por qué ofrece ayudarnos?—preguntó Grau. —¿Acaso no me recuerda?—en la pantalla apareció la figura de Kratox, el general enemigo caído en la Aurora Boreal. —Lo ayudaré porque tengo una deuda de honor que pagar, y una venganza por cobrar. Grau miraba el cielo nocturno e imaginaba que en algún lugar del espacio estaba Kratuz con toda una ciudad tomada de rehén… —Con este rayo de esperanza rescataremos a los nuestros...
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Parece que la aventura que comenzó en la Tierra continuará en el espacio… Fin de la saga 1 “Grau del Espacio”
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Lee aquí todos los capítulos de Grau del Espacio.
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Grau del Espacio agradece la amable difusi贸n de:
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