Elena Castro, trabajo final de historia en GrisArt

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TRABAJO FINAL HISTORIA I

ROBERT DOISNEAU & WILLIAM KLEIN

Elena Castro Caso GrisArt Septiembre 2013


ÍNDICE

Introducción…………………………………………………………………………..3

Contextos históricos, artísticos y biografías………………………………………4

Cuerpo teórico………………………………………………………………………15

Comentario comparativo…………………………………………………………...16

Conclusión…………………………………………………………………………...21

Bibliografía…………………………………………………………………………...22

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INTRODUCCIÓN Considero que Robert Doisneau (1912-1994) y William Klein (1926) guardan cierto paralelismo en su trabajo, y este va a ser un análisis comparativo entre los dos autores, aún con sus notables diferencias. Si bien ambos tocaron varios campos (moda, cinematografía…) tanto Klein como Doisneau hicieron su fama con la fotografía urbana, pero no en términos arquitectónicos, sino fotografiando a personas en su entorno habitual en la ciudad. En este aspecto de la fotografía de personas en el entorno urbano, se diferencian en que el concepto fotográfico de Doisneau es más reposado, más “retratista”, más academicista; y el de Klein es más convulso, más “reporter”, llegó a publicar fotos movidas, desenfocadas o cortando cabezas. Podríamos decir que Doisneau es un clásico y Klein un rupturista.

Imágenes de Doisneau

Imágenes de Klein

Siendo ambos “fotógrafos urbanos” y sabiendo ambos captar muy bien el espíritu de la ciudad en los rostros y actitudes de sus habitantes, Doisneau tiende al “estatismo” y Klein tiende al “dinamismo”. El París fotografiado por Doisneau sugiere sosiego, siempre con ese transfondo de humor característico suyo, mientras que el paisaje urbano de Klein inspira inquietud, tensión, movimiento. Lo que en realidad son ambas ciudades, Nueva York es “el movimiento perpetuo”, así como París se considera estereotipadamente una ciudad con clase, tranquila, segura de sí misma.

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CONTEXTO HISTÓRICO, ARTÍSTICO Y BIOGRAFÍA

ROBERT DOISNEAU Doisneau nació en 1912 en Gentilly, cerca de París. Vivió toda su vida en su París natal donde continuó con su trabajo hasta su muerte en 1994. Era un tipo tímido que se levantaba muy temprano y recorría París para capturar las imágenes furtivas de la calle, escenas inesperadas, convirtiéndose así en uno de los fotoperiodistas más prolíficos y populares de Francia. Es conocido por sus imágenes de divertidas asociaciones, en las que mezcla clases sociales y muestra las excentricidades de las calles parisinas de mediados del siglo XX.

A los 13 años, ingresa en una escuela de artes y oficios, donde es formado como grabador y litógrafo, oficio en decadencia que Doisneau consideraba poco creativo. No fue hasta 1929 cuando se acercó por primera vez a la fotografía, aprendió todo lo relacionado con la imagen de manera autodidacta, y leyendo las instrucciones de las cajas de emulsión para revelar. Comenzó a trabajar en un estudio fotográfico que posteriormente compraría al morir su dueño. Para Robert, la fotografía era la mejor manera de recordar sus andanzas en el París de la época. En 1931 comienza a trabajar con el artista André Vigneau gracias a sus conocimientos como grabador, éste le introduce en el mundo de la fotografía como arte. "Cuando yo empecé, nadie conocía a nadie. No había revistas que difundieran la obra de los fotógrafos más interesantes. Por eso la única persona que me influyó fue Vigneau. Era formidable: escultor, pintor, fotógrafo". (Entrevista en El País Semanal, 1991). En esta época también descubriría a Man Ray. Inicialmente trabajó como fotógrafo industrial y de publicidad en la factoría de Renault de Billancourt hasta ser despedido por sus repetidas ausencias, según sus palabras "desobedecer me parecía una función vital y no me privé de hacerlo". Podemos decir que hizo todo lo posible para ser despedido y así poder ir por libre.

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De los objetos inanimados pasó a las fotografías de gente en París y Gentilly. El 25 de septiembre de 1932, L'Excelsior publica su primera fotografía. La crisis de los años treinta le afectó, debiendo pasar una larga temporada sin encargos.

En 1939 toma la decisión de fotografiar de manera independiente y dedicarse al fotoperiodismo. Fue el año que estalló la Segunda Guerra Mundial, por lo que tuvo que abandonar su sueño y alistarse en el ejército francés. Muy pronto, Doisneau se afilia a la Conféderation Général du Travail (CGT) y se relaciona con el Parti Comuniste Français. Al estallar la II Guerra Mundial, es llamado a filas pero, con la ocupación de Francia por los nazis, vuelve a la vida civil y colabora con la Resistencia, falsificando pasaportes, permisos de trabajo, documentos para judíos, además de registrar la ocupación alemana. Son tiempos grises en los que realiza fotografías de científicos por encargo y no deja de retratar la ocupación y la liberación de París, las cuales dieron la vuelta al mundo. Terminada la guerra, entró a formar parte del mundo de la moda en 1949 firmando un contrato con la revista Vogue. Prefirió hacerlo como freelance, por lo que podía seguir disfrutando de su independencia; además le atraían más las personas anónimas en las calles que el lujo. Siguió con el fotoperiodismo trabajando también para la agencia ADEP y trabajó junto a pesos pesados como Henri Cartier-Bresson y Robert Capa, reflejando a través de sus imágenes la alegría y la jovialidad de la ciudad de París tras la desgracia. Fue con estas fotografías con las que se ganó su éxito. Desde 1945 colabora con Le Point y se integra de por vida en la agencia Rapho.

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Con Robert Giraud (periodista y librero francés, también activista de la Resistencia francesa) se abre a la vida nocturna de la capital: jazz, cafés y el arte alternativo. Recorre Montparnasse y Saint-Germain-des-Prés donde se encontrará con Jean Paul Sartre, Albert Camus y Jean Cocteau entre otros. Fue un pionero en el arte de fotografiar a los personajes “famosos” en sus lugares cotidianos: Giacometti, Sartre, Camus, Cocteau, Orson Welles, Juliette Gréco… Fue su modo de escapar del mundo artificial de Vogue.

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Todo su trabajo, aparte de los encomendados, siguió centrándose en la vida pública y situando a sus personajes en un ámbito cotidiano. "Mi foto es la del mundo tal y como deseo que sea". “Lo que estaba tratando de mostrar fue un mundo donde me siento bien, donde la gente era amable, donde encontré la ternura que yo esperaba recibir. Mis fotos eran como una prueba de que este mundo puede existir”.

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En 1950, la revista Life encarga a la agencia Rapho un reportaje sobre los amantes de París. De ahí saldrá la serie Besos, y su obra más significativa, El beso del Hôtel de Ville. Un año después, Doisneau expone sus fotos en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, MOMA.

Luego, durante años, su obra pasará inadvertida. En 1953 abandona Vogue, sufriendo el eclipse de la fotografía y de los fotógrafos de la posguerra en la década de 1960. Los años sesenta no son buenos para la fotografía. La prensa se aleja de la instantánea humanista y llega una nueva generación de fotógrafos que nada tienen que ver con los anteriores. En los ochenta, el mito Doisneau resurge y su obra conoce un éxito arrollador en todo el mundo. Sin embargo, París y los parisienses han cambiado. "Los fotógrafos se han convertido en algo sospechoso", dice, "la magia se ha roto". No será hasta 1979 cuando Claude Nori rescate a Doisneau publicando una retrospectiva de su obra en Tres segundos de eternidad. Rehabilitado para el mundo del arte, en la década de 1980 recorre Asia, con exposiciones multitudinarias en Pekín, Tokio y Kioto, además de en Roma y en el Museo de Arte Moderno de Oxford. "Yo no he visto pasar el tiempo, estaba demasiado ocupado en el espectáculo permanente y gratuito que me ofrecían mis contemporáneos en cuanto se presentaba la ocasión de capturar una imagen al pasar", afirmaba Doisneau, que presumía de atrapar "los gestos corrientes, de gente corriente, en situaciones corrientes". Doisneau nunca ridiculizó a quien fotografiaba. Su mirada captaba lo mejor, la ternura, la sonrisa. Fue ante todo un hombre que hizo de su pasión por atrapar la vida, un arte. Su timidez fue la clave de su éxito. Como temía acercarse a la gente, Doisneau renunciaba a los primeros planos. "En mis imágenes procuro encontrar en los personajes un espacio interior por donde corra el aire; es lo que en definitiva le da la vida a una fotografía". El paseo imaginario por el París de Doisneau es a la vez un recorrido por el tiempo. De 1934 a 1990, cada instantánea atrapa al espectador. Las calles de París, con todas sus mutaciones, son las protagonistas del trabajo del que fuera un incansable paseante, armado los primeros años con una Rolleiflex -una cámara legendaria que le permitía a Doisneau esconderse: "La nariz dentro del visor me permitía una actitud respetuosa, casi una genuflexión, algo que convenía a mi timidez"-, con una Leica después. Todo está en las fotografías de Doisneau. La Resistencia, la guerra, la bohemia, la intelectualidad… Fotos de encargo o improvisadas en el

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estudio-vivienda familiar de Montrouge, pero también fotos sacadas del pulso cotidiano de la ciudad con la paciencia infinita de un buscador de oro. En 1993 "El Beso" fue llevado a juicio. Una pareja afirmaba haberse reconocido en la imagen y reclamaban su porción del pastel. Por aquel entonces, empezaron a aparecer mujeres y hombres asegurando ser los amantes de la obra y planteando demandas de derechos de imagen, aquella mentira que hacía creer que era una instantánea improvisada no pudo mantenerse. El fotógrafo ganó el juicio al presentar como prueba la serie completa de fotos tomadas en distintos puntos de París con la misma pareja. La había encontrado en un café cerca de la escuela de teatro y les había propuesto posar para la foto. Françoise Bornet, la protagonista real de la foto junto a su novio de entonces, Jacques Carteraud, decidió descubrir su secreto: quería un porcentaje de las ganancias. Otra vez Doisneau ganó en los estrados: pudo comprobar que había pagado el trabajo de Bornet y su compañero. La pareja vendió la copia de su foto que le regaló Doisneau a un coleccionista suizo que pagó por ella 155.000€ en 1992. Más tarde, reconocería el propio autor: "No es una foto fea, pero se nota que es fruto de una puesta en escena, que se besan para mi cámara." El 25 de septiembre de 1993, Doisneau tomó su última foto. El 1 de abril de 1994, a la edad de 81 años, morirá dejando un legado fabuloso, más de 450.000 negativos, que sus hijas Francine y Annette cuidan celosamente. Al fotógrafo se le han dedicado más de un centenar de libros y varias películas. Del cartel de El beso se han vendido más de 500.000 ejemplares en todo el mundo. Y dicen que no pasa un día sin que una foto del gran Doisneau aparezca publicada en algún lugar del mundo.

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WILLIAM KLEIN

William Klein es un fotógrafo estadounidense, nacido en Nueva York el 19 de Abril de 1928. Es reconocido tanto por sus trabajos en el campo de la fotografía sobre moda como por sus reportajes de ciudades. Los primeros le hicieron célebre a través de la revista Vogue; los segundos son un testimonio de su certera visión de los lugares que visitó y muestran su habilidad para el reportaje gracias a su especial percepción psicológica. También son destacables sus trabajos en el campo de la cinematografía, a la que se dedicó en los años 60 y 70. Es uno de los fotógrafos que representan de manera más clara la tradición icónica americana que comienza con Robert Frank en los años 50. Se cría en Nueva York, en el seno de una familia de inmigrantes judíos pobres. El negocio de sastrería de su padre quebró con el crash de 1929. A pesar de ello, el resto de su numerosa familia (principalmente abogados) era rica. Creciendo en los años 30, Klein también experimentó el antisemitismo en primera persona, tanto por parte de sus compañeros en la escuela, como en la calle; era un niño judío en un barrio irlandés. Siempre se sintió distanciado de la cultura de masas, sus amigos lo recuerdan como un chico brillante y sarcástico a quien le gustaba el arte y las humanidades. Adoraba el MoMA, Museo de Arte Moderno, el cual fue como un segundo hogar para él desde los 12 años en adelante. Se graduó temprano del instituto y se matriculó en el City College de Nueva York a la edad de 14 años, tres años antes que sus compañeros de clase, para estudiar sociología. Con 18 años se unió al ejército de los EEUU, con el que estuvo destinado como operador de radio en Alemania y más tarde en Francia. Tras la guerra y después de haber sido licenciado decide quedarse en París. En 1948 se matriculó en la ‘Sorbonne’ de París. El año siguiente estudió brevemente con Lhote y Fernand Léger. En ese momento, Klein estaba interesado en la pintura abstracta y la escultura. Léger animó a sus estudiantes a rebelarse y rechazar la conformidad y los valores burgueses, diciéndoles que los talleres y galerías estaban obsoletos y que debían salir a trabajar en las calles.

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Después de casarse con Jeanne Florin, decidió permanecer en Francia y siguió viviendo y trabajando en París. A principios de los años 50 su estilo era libre, abstracto y arquitectónico. Pintaba murales abstractos de grandes dimensiones. Sus pinturas de esta época estaban profundamente influenciadas por la Bauhaus, Mondrian y Max Bill.

En 1952, Klein tuvo dos exposiciones individuales en Milán que tuvieron mucho éxito, y comenzó una colaboración con el arquitecto Angelo Mangiarotti. En el mismo año empezó a colaborar con la revista de arquitectura italiana ‘Domus’. Klein también experimentó con el arte cinético. Sin embargo, pronto se trasladó a la fotografía. Como artista usando la fotografía, se dispuso a reinventar el documento fotográfico. Sus fotos, a menudo borrosas o fuera de foco, sus impresiones de alto contraste (solía sobreexponer mucho sus negativos), el uso de películas de alto grano y ángulos amplios, chocaron con el orden establecido del mundo de la fotografía y se ganó la reputación de un fotógrafo ‘anti-fotográfico’. Inspirado por Moholy-Nagy y Kepes, comenzó a experimentar con la mezcla de la pintura abstracta y la fotografía. Klein conoció a Alexander Liberman, pintor y director de arte de la revista Vogue en una exposición de las esculturas cinéticas de Klein en París. Liberman estaba fascinado, tanto por su escultura (paneles de luz cinética de vidrio fotosensible) como por las fotografías que Klein recientemente había empezado a tomar. Invitó a Klein a que fuera a Nueva York para discutir un trabajo. En 1954 se sintió preparado para regresar a Nueva York, y cuando Klein llegó, Liberman le preguntó qué era lo que realmente le gustaría hacer. Su respuesta fue fotografiar Nueva York de un modo nuevo, una especie de diario fotográfico. Como americano que había vivido en Europa durante 6 años, se había convertido en un híbrido (mitad americano y mitad europeo), y Nueva York le resultaba extrañamente extranjera. Liberman acordó que Vogue financiaría ese proyecto, y Klein, que nunca había hecho fotografía de moda hasta entonces, para su sorpresa, recibió un contrato como fotógrafo de moda para la revista. Klein dijo: “yo era una especie de etnógrafo retratando a los neoyorquinos como un explorador lo haría con los zulús, en busca de la fotografía más cruda.” El libro “New York” (Life is good and good for you in New York) fue un escándalo. El trabajo de Klein fue considerado revolucionario por su "postura ambivalente e irónica sobre el mundo de la moda", su "rechazo a ultranza de las normas vigentes en ese momento de la fotografía" y por su amplio uso de las lentes de gran angular y teleobjetivo, la iluminación y el desenfoque de movimiento natural.

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Vogue se sorprendió de su visión de la ciudad, cruda, agresiva y vulgar, y otros lo vieron fotográficamente incompetente, opinando que no encontraría editor en América. Se trajo el trabajo de vuelta a París y, a pesar de que el establishment fotográfico francés mostró el mismo punto de vista que el americano, Klein se las arregló para encontrar un editor francés (Editions du Seuil), que creía en él y en su estilo, y le publicó el libro en 1956 (con una reedición en 1995). También fue publicado en Italia el mismo año. A pesar de no tener formación como fotógrafo, Klein ganó el Premio Nadar en 1957 por “New York”. Entre 1960 y 1964 realizó otros tres libros de fotografía: “Rome” (1960), “Moscow” (1964), y “Tokyo” (1964). Todos llenos de imágenes crudas, granuladas, sin adornos.

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De 1955 hasta 1965 Klein trabajó para Vogue. Él prefería fotografiar a sus modelos fuera, en la calle, en exteriores. No estaba particularmente interesado en la ropa o la moda, y aprovechó esa oportunidad para renovar el proceso fotográfico mediante la introducción de nuevas técnicas en la fotografía de moda, incluyendo el uso del gran angular y teleobjetivos, exposiciones largas combinadas con flash y múltiples exposiciones, haciendo de la moda un área de innovación en la fotografía.

William Klein para Vogue

William Klein para Vogue

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Desde 1965 hasta principios de los 80, abandonó la fotografía y se concentró principalmente en el cine, haciendo varios documentales: 'Broadway by light' (1958), 'Who are you Polly Maggoo?' (1966), 'Mr. Freedom', 'Muhammad Ali the greatest', 'The Little Richard story' (1979), 'The messiah' (1999).

Klein volvió a la fotografía en los ‘80, a causa de un renovado interés por sus trabajos iniciales. Sus fotografías de esta época se caracterizan por el uso de primerísimos planos y lentes gran angular. Durante los ’90 continuó creando trabajos mixtos usando pintura y fotografía. Recibió un premio Hasselblad y se organizaron varias retrospectivas de sus películas en Nueva York y Japón. Fue premiado con el premio Agfa-Bayer/Hugo Erfurt, y creó un proyecto de técnica mixta incluyendo dibujos, fotografías y películas, que fue publicado simultáneamente con exposiciones en Londres, París y Nueva York. En 1997 re-fotografió Nueva York y expuso en Barcelona y París. En 1999 fue premiado con “la Medalla del Siglo” por la Real Sociedad Fotográfica en Londres. Actualmente vive y trabaja en París.

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CUERPO TEÓRICO Robert Doisneau y William Klein, ambos fotógrafos de calle, a pesar de haber tocado también el mundo de la moda (los dos colaboradores de Vogue, entre otras), o el mundo del arte y el cine en el caso de Klein, los dos se han ganado su extensa fama gracias a sus fotografías urbanas, retratando la más pura esencia de sus ciudades y sus gentes, Doisneau mayoritariamente en París y Klein en Nueva York, y plasmando lo diferentes que estas pueden llegar a ser, diferencia que no solamente reside en lo que nos cuentan sus imágenes, sino también en la distinta forma que tienen los dos fotógrafos de capturar, de acercarse a la gente, de atrapar el instante. Klein también fotografió en Moscú, Tokyo, Roma… pero no he elegido demasiadas fotos de esos libros dado que encuentro la relación entre el París de Doisneau y la Nueva York de Klein la más contrastable. Sin duda, también en ello influye el ‘ojo’ del artista, la visión que él tenga de la vida y de la ciudad en sí, y por supuesto las distintas formas de ser de cada uno. En las fotografías de Doisneau, un hombre conocidamente tímido, procura encontrar un espacio entre él y los personajes por donde corra el aire, consideraba que “es lo que en definitiva le da la vida a una fotografía". Gracias a trabajar con una Rolleiflex que le obligaba a mirar hacia abajo para ver por el visor, el modelo no se sentía invadido, y Doisneau podía pasar más desapercibido. A su estilo podríamos llamarlo “clásico”, dentro de los cánones estéticos formales, busca siempre un tono amable, incluso a veces humorístico, intenta positivizar y tal y como él decía, "Mi foto es la del mundo tal y como deseo que sea.” Por el contrario, la fotografía urbana de Klein es agresiva, cruda, y no le importa mostrar el feísmo, es más, a veces parece que lo busque deliberadamente. Transgrede a cada momento los cánones formales establecidos (fotos movidas, desenfocadas, modelos recortados en el encuadre…), y al revés de Doisneau, no teme a acercarse al sujeto a fotografiar, invade el espacio del modelo, se nota que en muchos casos interactúa con ellos libremente. Podríamos llamarle un “rupturista”.

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COMENTARIO COMPARATIVO

R. Doisneau “L’accordéoniste” Rue Mouffetard, Paris 1951

W.Klein “Pray+Sin, grito en el desierto, 7ª avenida” NY 1955

Dos fotografías que considero que captan la esencia de sus ciudades, retratadas de formas muy distintas. En la fotografía de Doisneau, el París que vemos se intuye tranquilo, una cola de personas esperando para algo y un acordeonista que les ameniza la espera tocando en pos de que caiga alguna moneda. Es una fotografía estática. Mientras que en la fotografía de Klein vemos una Nueva York agitada, diversa, en constante movimiento. Transeúntes, mirones, vehículos… Es una fotografía dinámica. Lo que tienen en común las dos imágenes es que se centran en un personaje sin dejar de hacer presente su entorno, la de Doisneau en el acordeonista y la de Klein en el manifestante de la pancarta religiosa.

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R. Doisneau “Le prisonnier” Porte de Vanves, Paris 1956

W. Klein “postales de baseball en mi viejo barrio” 1955

En estas dos fotografías, los autores nos muestran a niños jugando en la calle, también de formas muy distintas. En la de Doisneau, los niños parecen ignorar la presencia del fotógrafo, juegan a ‘ladrones y policías’, es una imagen que capta la ingenuidad de la niñez, estéticamente formal. En la de Klein los sujetos miran directamente al fotógrafo, le muestran sus cromos de baseball y una niña hace pompas de jabón. Estéticamente es mucho más arriesgada (una vez más, cabezas cortadas) y te da una visión de la niñez distinta, más de ‘golfillos’ de barrio neoyorquino.

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R. Doisneau “Drapeado de Grés” 1955

W. Klein “Simone+Nina” plaza de España, Roma 1961

Dos fotografías de moda. La de Doisneau centra toda la atención en el vestido, eliminando cualquier cosa que distraiga al espectador, despersonalizando a la modelo. Pese a cortar la cabeza de la modelo, la diagonal de los brazos está en el más puro clasicismo (de izquierda abajo a derecha arriba). Es, una vez más, una imagen formal. La fotografía de Klein es mucho más transgresora, saca a las modelos a la calle para jugar con las líneas del paso de cebra y de los vestidos, mezclándolas con el resto de transeúntes aunque se ve su claro dominio del protagonismo de la imagen.

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R. Doisneau “El muguet en el metro” París 1953

W.Klein “El ballet La La La Human Steps en el metro” París 1991

Ambas fotografías tomadas en el metro de París, en distintas épocas, y las dos son un posado. La fotografía de Doisneau tiene equilibrio por simetría, da la sensación de estatismo, de que el vagón está quieto. La pareja posa como si Doisneau no estuviera, y no deja de dar esa imagen de un París elegante pero cotidiano. En cambio, la fotografía de Klein es asimétrica, dinámica, todos los modelos salen movidos, te da esa sensación de caos noventero, y el grupo de modelos interactúa directamente con el fotógrafo. A pesar de estar las dos tomadas en el metro parisino, deja patente la diferencia de época que hay entre ellas y la distinta visión que cada fotógrafo tenía de ese entorno.

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R.Doisneau “La gargouille de Notre Dame” Paris, 1969

W. Klein “Fin del Mundo en Nueva York” 1955

Dos panorámicas urbanas, la de Doisneau de París y la de Klein de Nueva York. Doisneau hace un gran manejo de la regla de los tercios, fotografiando desde la catedral de Nôtre Dame una de sus gárgolas en primer plano, que conduce la vista del espectador hacia el fondo, hacia la torre Eiffel, dando la sensación de que la gárgola “se la está comiendo”, y al mismo tiempo da una gran sensación de profundidad. No se deja de respirar el romanticismo de las calles y fachadas parisinas que se observan a orillas del Sena. Klein da una visión de Nueva York mucho más árida, fría, un coloso de rascacielos presidido por el Empire State Building que se alza hacia el cielo y atrae la mirada del espectador. Los puntos de fuga convergen en un punto del fondo adonde va a parar nuestra mirada. Quiso jugar con la idea de “el fin del mundo” mediante ese cielo y toda la niebla que rodea la ciudad. Imagino que se trata de una fotografía diurna manipulada al positivarla en el laboratorio.

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CONCLUSIÓN Tras hacer este trabajo, los puntos en común que encuentro en los dos fotógrafos es que ambos sienten una clara predilección por el reporterismo, pasando horas en las calles. Asimismo, ambos fotógrafos son rabiosamente fieles a sí mismos, tienen un estilo muy marcado y no lo han abandonado prácticamente en ningún caso. Los dos han dejado un legado fotográfico que plasma profundamente la época que les tocó vivir y la esencia de las ciudades en que lo hicieron. Considero que los puntos en que no coinciden son meramente formales, Doisneau se ajusta a los cánones clásicos y Klein los rompe. Sus personalidades tan distintas, introvertido el uno y extrovertido el otro, también están presentes en su forma de trabajar, obteniendo así resultados tan diversos pero en el fondo tan coincidentes. Personalmente, tras profundizar en su vida y obra, tanto Klein como Doisneau me encantan. La visión desgarrada que Klein plasma del entorno, su descaro y brillantez, su antítesis de lo formal y correcto… Es el estilo fotográfico que más me suele gustar. A pesar de tener un estilo más clásico, Doisneau me ha conquistado con su picardía, su delicadeza aunque sea para mostrar crudeza, esa parte buena que le busca a todo y que consigue transmitir.

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BIBLIOGRAFÍA

• Doisneau. París. Editorial Lunwerg, 2010. • Icons - Robert Doisneau 1912-1994. Por Jean-Claude Gautrand. Editorial Taschen, 2003. • William Klein Retrospective. Editorial Lunwerg, 2005.

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