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Los otros ídolos
Texto: Santiago Nuñez
El fútbol y el deporte están atravesados por la lógica del negocio. Nos acostumbran a íconos adentrados en la mercantilización: cuerpos esbeltos orientados por parámetros lejanos a la media, mansiones, familias tipo cuya felicidad es asegurada a través de publicaciones en redes sociales, automóviles convertibles, publicidades significativas, conflictos enredados y arrogancia permanente.
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Esa construcción coloca a las personas en un campo en el que el éxito es obligatorio. Si no ganás, no podés ser ídolo. Le habría ocurrido a Maradona si Burruchaga no hubiera convertido en la final contra Alemania en 1986. Le ocurrió, durante años, a nuestro gran Lionel Messi.
Si la historia la escriben preponderantemente los referentes del éxito y la victoria, quiere decir que hay otros ídolos. Esto no implica de manera directa un desprecio a los constructores de hazañas de Copas del Mundo, Libertadores o “Champions League”. Al contrario, los potencia: hacen que su deporte sea grande en cada rincón de cada lugar.
¿Cómo no va a ser ídolo José Luis “Garrafa” Sánchez, por ejemplo?
Pie fino y elegante, andar matancero y popular. Ícono de Laferrere, no habrá jugado nunca en el Santiago Bernabéu de Madrid pero ejecutó grandes hazañas. Que le pregunten sino a los hinchas de El Porvenir, que encontraron su ascenso a la B Nacional en una tarde de invierno de 1998. Antes de jugar la final, obligó a un compañero suyo a frenar el auto. Volvió con dos chorizos a la pomarola. “No voy a comer eso antes de jugar”, dijo su acompañante. “¿Quién te dijo que uno es para vos?”, respondió él, con saga- cidad. Alguna vez lideró la orquesta de Banfield. En un amistoso, dicen las voces que saben de leyendas, bailó a la Selección Argentina de Daniel Passarella que se preparaba para ir al Mundial de Francia. “No lo podían agarrar”.
Darío Dubois salía a jugar con Midland con la cara pintada de blanco. La mayoría pensó que era por un fanatismo hacia Kiss, aunque en realidad su espíritu metalero lo llevaba a reivindicar la banda noruega Dimmu Borgir. Cada vez que podía peleaba por mejores condiciones laborales para los jugadores de las categorías más bajas. La D y la C. Reivindicaba, como tantos otros, al Che Guevara.
Abel Soriano es conocido, en parte, por ser hermano gemelo de Andrés. A éste último le ocurre algo similar con su par Abel. Ambos quedaron en la retina de cada hincha de Atlanta que vio el ascen- lugar que no conoce, que está lejos de su trabajo. Es el mismo momento en el que los vecinos, entonces, pueblan el lugar y se empiezan a identificar con esos clubes. El fenómeno de los clubes de barrio es único”.
Además, el autor recuerda estadios que fueron muy trascendentales para la historia de la Ciudad y que hoy no brillan en sus calles. “El Gasómetro de San Lorenzo en Av. La Plata, donde hizo muchas veces de local la Selección Argentina y el estadio de Sportivo Barracas en Iriarte y Luzuriaga, donde se han jugado partidos emblemáticos de la década del 20 y Copas América. También hay otras canchas. El Fortín de Villa Luro, de Vélez, o el estadio de Manuela Pedraza y Cramer (Saavedra) de Platense. También estadios más originales de la historia de nuestro fútbol como el “Flores Old Ground” en Caballito, al oeste de donde hoy está la cancha de Ferro. El estadio de Almagro en Parque Chas era grande y fue desalojado a fines de la década del 20. Son muchos los estadios de importancia que hoy ya no están”.
Tribuna Porte A
Es mayo del 2020. Hace meses que no hay fútbol por el aislamiento generado a partir de la pandemia del Covid-19. Matías de Mateos publica a través de las redes sociales un video que entremezcla imágenes de los estadios vacíos de CABA con los cantos de cada hinchada, haciendo alusión a su barrio correspondiente. El video transmite nostalgia.
Buenos Aires, sin sonrisas y llantos de goles y amores, no es la misma.
so al Nacional B en la temporada 2010/2011. También porque Carlos Roldán, entre otras cosas, los puso como dupla delantera el día que el club de Villa Crespo venció 1 a 0 a River en cancha de Vélez.
i alguien sabe de ascensos es Mariano Campodónico, que nada tiene que ver con Atlanta. El “hombre de los cuatro ascensos” parecía tener una fascinación por ese fútbol que juega por subir. Ayudaba a equipos a llegar a Primera División para luego bajar y ayudar a otros. San Martín de Tucumán (2008), All Boys (2010), Belgrano (2011 y 2006) lo necesitaron para alcanzar el cielo. Macarena Sánchez fue consagrada en 2019 con justicia y poesía como “la primera ídola”. Megan Rapinoe se transformó hace rato en leyenda. Estefanía Banini, Yamila Rodríguez, Carolina Birizamberri y miles que sueñan a base de pases y goles se transforman, este día y cada día, en íconos.