Historia 14 W. Parte 1.

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BREVE HISTORIA DEL GRUPO 14 “WARRINGTON”, DE LA ASOCIACIÓN SCOUTS DE COLOMBIA, EN SUS CINCUENTA AÑOS DE EXISTENCIA Por Jairo A. Wilches M., “Oso Bravo” Fundador Duro compromiso el de iniciar esta tarea mental, para recordar cómo empezó esta historia de nuestro amado Grupo, hace ya cincuenta largos y fructíferos años. La verdad es que en varias ocasiones, durante los últimos años, mi intención de hacerlo ha quedado frustrada ante la cantidad de anécdotas, recuerdos y vivencias que se atropellan en mi mente y que concluyen con tal desorden de cosas, que he desistido por tiempo o impotencia. Persuadido de que en esta ocasión ya no hay más plazos, voy a intentar hacer lo mejor para plasmar por fin, mis remembranzas sobre ese sueño que nació hace medio siglo. Decía que no hay más plazos, primero, porque cincuenta años son… CINCUENTA AÑOS!!! No puedo dejar que pasen desapercibidos y creo que le debo estas palabras al Grupo y a quienes están o han pasado por sus filas. Segundo, porque a mi edad, ya estoy agotando los últimos tragos de mi cantimplora, divisando en la altura la cima de la montaña de la vida, que nunca se sabe hasta cuando se nos da. Tercero, porque la historia del Grupo está compuesta de retazos que es necesario unir, unos a otros, para conocerla toda. Hoy empiezo a colocar el mío, esperando que aquellos que guarden sus pedazos, sigan mi ejemplo y concluyan de armar esa inmensa carpa de retazos. Ya me senté a ponerle orden a mis recuerdos, así que no me levantaré de esta silla hasta terminar la tarea. Hoy contamos con la maravilla del Internet, de manera que estará al alcance de todos, para que la enriquezcan con sus propios retazos. Comenzaré por expresar mi gratitud a todos los Jefes y Dirigentes que contribuyeron a mi formación scout, a lo largo de cincuenta y nueve años de actividad en el Movimiento; a mi madre por su confiado apoyo y por ahogar silenciosamente sus angustias en cada una de mis salidas a campamento; a mis hijos cuando me acompañaron en su formación scout y que, cuando no pudieron hacerlo, soportaron mis ausencias y descuidos sin hacerme sentir culpable; a mis compañeros de sueños y aventuras, amigos y hermanos del alma, por creer en mí y luchar hombro a hombro en la construcción de esta escuela de hombría e ideales, que ha sido, es y será por muchos años más, el insigne Grupo 14 “Warrington”, de los Scouts de Colombia. Y a quienes siguieron nuestros pasos y en todos estos años han mantenido vivas la ética y la mística, que son los pilares fundamentales del Grupo.


El entorno global Para leer y entender en su justa dimensión la historia del Grupo 14 “Warrington”, es necesario hacer una abstracción mental y ubicarse en el País de los años cincuenta, del siglo pasado… se requiere ese esfuerzo para ubicarse en la época e imaginar (los más jóvenes) o para recordar (los más catanos) aquellos años en los que apenas llegaba la televisión en blanco y negro, sin control remoto, y las comunicaciones a larga distancia eran tortuosas y lentas; cuando el telégrafo y la clave Morse eran lo moderno, cuando la idea más próxima al celular era el reloj de Dick Tracy y cuando el Tranvía recién desaparecía entre las llamas del 9 de abril de 1948… el “bogotazo”. A cambio, se anunciaba el “trolley”, con sus tirantas eléctricas y que cubriría unas escasas rutas de la ciudad. Por esos años una sola computadora ocupaba un piso entero, debidamente ambientado a baja temperatura y eran asequibles, por su costo de adquisición, manejo y mantenimiento, a muy pocas y grandes empresas; ni nos imaginábamos algo tan maravilloso como el Internet o las comunicaciones satelitales. No había “maquinitas”, ni cajeros automáticos. Los teléfonos eran de disco, pero solamente había que marcar cinco números. Había nacido la guerrilla, con un sentido altruista; no como la conocemos hoy. Camilo Torres se acababa de ordenar sacerdote y pocos años después se iría para el monte, con el ELN. Aún no se inventaban a los paramilitares. Se manejaban las monedas de uno, dos, cinco, diez, veinte y cincuenta centavos… sí, centavos!! Los transportadores estaban reclamando aumento en los pasajes urbanos, de 15 a 20 centavos… 35 para una libra de carne, 25 centavos para entrar a cine continuo, doble. Recuerdo que cuando presté servicio militar, en 1962, mi sueldo era de $ 52 (lo que hoy sería una moneda de $50, más 2 centavos) y me alcanzaba para elementos de aseo, novias, mecato. Unos meses después de la fundación del Grupo, triunfaba la revolución cubana y recorría el mundo la imagen del Ché, con su boina negra y en ella, la penta estrella. Todos los muchachos se identificaban con este ídolo de la rebeldía y nosotros no fuimos ajenos a ese entusiasmo de masas. Como la boina negra hacía parte del uniforme, sólo hizo falta colocarle la estrella (cuando estábamos de traje particular, claro), y salir por la carrera séptima, en el centro de Bogotá, donde nos veían con cierta admiración creyéndonos embajadores cubanos. No obstante, como también estaban en boga las pandillas juveniles, quienes sabían que de cubanos nada teníamos (aún no llegaba Thomas Lichilín), esas pandillas no tardaron en buscarnos problema. Fue entonces, cuando nacieron los Boinas Negras, o BN, cuya historia debe ser escuchada, no leída. Hago la salvedad de que las pandillas a las cuales me refiero, no eran conformadas por muchachos delincuentes, sino por adolescentes snobs queriendo imitar lo que entonces se veía en el cine norteamericano. Pero que eran peligrosas, eran peligrosas y mucho.


Eran tiempos en los cuales por todos lados se escuchaba y se bailaba el rock and roll, Speedy González se hizo famoso, nació el amor libre de los hippies, apareció la minifalda, las baladas partían, unían y sanaban corazones, Elvis Presley con sus baladas, y Bill Halley y sus Cometas, con su Rock Around de Clock, amasaban millones. El medio oriente ya era un polvorín por cuenta del petróleo, oro negro perseguido y anhelado por las potencias mundiales. El Dalai Lama, que ahora conocemos dictando conferencias alrededor del mundo sobre la paz, era un niño huyendo de la ocupación china al Tíbet. En fin, a pesar de todo, creo que nuestra generación es muy afortunada, pues se nos ha dado la bendición de conocer y vivir la transición desde ese mundo de mitad del siglo pasado, con todas sus limitaciones, hasta este milenio tres mil del universo globalizado en el que nos encontramos hoy, con sus ensayos genéticos, los viajes interplanetarios, las cámaras digitales (las fotos del Grupo son tan escasas en sus primeros años, pues revelar un rollo, además de costoso, “era un camello”), el celular, los computadores de bolsillo y todo cuanto observamos como grandes adelantos. Hoy nos resulta fácil pensar que casi nada es imposible para el ser humano, ya sea en lo científico, en lo económico o en lo social. Qué ironía: todavía nos es esquiva la paz.

El entorno del escultismo Siguiendo con la prueba de imaginación o recordación, para ubicarnos en la época, hago referencia a que los Scouts dependían de la Secretaría de Educación de Bogotá, que aún no era Distrito. Esta dependencia estaba ubicada en el costado norte de la Plaza de Bolívar, cuadra compuesta por construcciones de los años treinta. Quien ve el Palacio de Justicia en ese lugar, no imagina el comercio y las empresas que se instalaban en ese sector, así como la cantidad de gente que se movía a diario por allí. Ir a Usaquén era un paseo, por lo que las instalaciones de la Empresa de Acueducto, en los altos de ese barrio, eran visitadas con frecuencia por el Grupo.


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