Dibujos de, con y para la Costa Verde

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Grupo 5 La Costa Verde como un común urbano

Dibujos de, con y para la Costa Verde

Agosto 2021


Ficha Técnica Nombre del proyecto: Dibujos de, con y para la Costa Verde

Índice p. 4 p. 5

Talleristas: Mariana Jochamowitz Nicolás Rivera Estudio Jochamowitz Rivera Perú

p. 7 p. 8 p.10 p.12

Talleristas Junior: Karen Maldonado Bejarano Ofelia Sevilla

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Monitores: Iván León Kelly Candela Emelyn Maldonado Leandra Díaz

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Integrantes del equipo: Alisson Quinteros Camila Dextre Cristhian Sabana Diego Quino Gabriel Vera Guisela Martínez Gisela Huaccha Julio Villavicencio Jackeline Torres Luis Ventura Luis Rodriguez María Alejandra Seminario Michel Risso Maricielo Carreño Rebeca Cabana Reynaldo Apaza Ruby Quispe Víctor Mamani Yeshua Huallpa Zoyka Huanqui

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p.19 p.20 p.21 p.22

p.24 p.26 p.28 p.30 p.31

p.33 p.35 p.37 p.39 p.41

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Memoria Declaración 1. Un territorio en guerra 1.1. Mapa de la guerra 1.2. Despachos de la guerra 1.3. Inventario de rastros de la guerra 2. Un territorio que respira 2.1. Forma y medida del origen del territorio 2.2. Plano topográfico (sin agua) con cuatro cortes geológicos 2.3. Plano topográfico (con agua) con cuatro cortes geológicos 2.4. Plano topográfico sedimentado 2.5. Paisaje topográfico erosionado 2.6. Paisaje de sal 1 2.7. Paisaje de erosión 2.8. Paisajes rocosos 1 2.9. Paisajes rocosos 2 2.10. Paisajes de sedimentos 2.11. Paisaje de sal 2 2.12. Calendario de mareas 3. Un territorio habitado 3.1. Diario de gallinazo 3.2. Diario de flora 3.3. Inventario de flora 3.4. Diario de la habitación de un santo

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Memoria

Declaración

Consideramos que los ciudadanos y las autoridades de Lima se encuentran en pie de guerra con el territorio y el ecosistema de la Costa Verde desde hace décadas. Esto se ha traducido a visiones, proyectos e intervenciones que continuamente han considerado al territorio como insuficiente, inútil, residual y peligroso. En un acto de tregua y reconciliación, hemos elegido conversar con un grupo de actores que nunca consideramos en nuestras grandes visiones. Conversaremos con los actores no-humanos que conforman y habitan el territorio de la Costa Verde para, desde sus testimonios, escribir nuevas historias. Durante esta semana nos preguntamos cómo podemos crear un imaginario compartido con los farallones, las piedras, sus sedimentos, el agua, la sal y sus procesos, los animales, la flora y los objetos humanos que habitan la costa. Este proyecto propone poner en valor lo que ha sido hasta hoy marginal, un ‘tercer paisaje’, como lo define el pensador Gilles Clement. Un paisaje que se vuelve a mirar, esta vez no para darle orden desde arriba sino para encontrarlo, repararlo o simplemente para dejarlo recuperarse. Iniciamos el proyecto abriendo cuatro frentes de investigación. Los recolectores: encargados de trabajar directamente en el lugar de estudio, recolectando elementos y encontrando insumos para construir una nueva visión de la Costa Verde. Lo recolectado se organiza en inventarios clasificados según sus características en el lugar.

Por años nos hemos visto en una guerra con la costa de Lima. Primero teníamos que conquistarla, ganarle tierra, luego vinieron las represalias, las defensas, las traiciones, algunos cortos amores, pero sobre todo maltratos. Contagiados por el espíritu optimista del bicentenario, un grupo de arquitectos decidimos presentarnos para hacer una tregua. Cinco días de tregua para dibujarnos.

Los cartógrafos: encargados de dar forma y medida al territorio. Desde las piedras, hasta las olas y los diversos fenómenos que componen el paisaje de la Costa Verde. Se busca un lenguaje de representación capaz de ir más allá de la superficie y entender la temporalidad del territorio. Los escritores: encargados de construir nuevas historiografías desde el punto de vista de los actores no-humanos que conforman el paisaje de la Costa Verde. Conociendo la flora, fauna, la geología del territorio y su relación con eventos, el tiempo y los seres humanos. Los laboratoristas: encargados de fabricar dibujos que se “dibujan solos”. A partir de ejercicios de diseño utilizando materiales y procesos propios del lugar. Se busca construir paisajes que nos permitan observar procesos de la naturaleza que por su escala y temporalidad pueden ser imposibles de ver. Los insumos de estos cuatro métodos de investigación luego se juntaron y traslaparon para producir una colección de dibujos y textos. Se trata de registros que son al mismo tiempo un proyecto: la construcción de una nueva sensibilidad para habitar el paisaje para la Costa Verde.

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1. Un territorio en guerra

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MAPA DE GUERRA COSTA VERDE, 1930 - 2021

11 Feb. 2014

LI

M

20 Ene. 2014

A

1 Nov. 1970

Isla San Lorenzo

OC

ÉA

NO

PA C

27 Dic. 1984

ÍFI

Isla El Frontón

CO

LEYENDA Invasión demarcación limítrofe, 1930

15 Mar. 1972

Estallido de guerra, 1970 Retroceso de tropas, 1970 Ataque frente central, 1972 Contraataque frente central y sur, 1972 Despliegue de tropas adversarias, 1984

Defensa. Batalla perdida, 2014 Represión del adversario, 2014

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0

3 Kilómetros

26 Dic. 2011

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1.1. Mapa de la guerra

Avance frente ofensivo, 2011


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1.2. Despachos de la guerra

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1.3. Inventario de rastros de la guerra

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2. Un territorio que respira

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MAR COSTERO SECCIÓN DE CORTE 7.35 KM

50 m 40 m 30 m 20 m 10 m 0m

Recuerdo perfectamente 50 m cuando todo comenzó, fue extraño, me despertaron fuertes ruidos y la tierra temblaba, a lo lejos visualicé movimientos territoriales y, eran dos 25 m terrenos que chocaron. En uno había vida terrestre y en el otro, agua de la vida. Bastó solo un momento para darme cuenta de que esta empujaba fuertemente a la vida terrestre hasta elevarla. No podía solo quedarme contemplan- 0 m do así que decidí explorar la vida terrestre, lugar que llame Los Andes, acompañado de los primeros rayos de la mañana, luego de unos instantes vi que surgieron otras montañas, tuve curiosidad y me acerqué. Enseguida noté que había hielo en la cima y sentí las ganas de tocarlo, pero en cuanto llegué, estaba derritiéndose; el tiempo pasó, oscureció y opté por buscar cobijo acostándome sobre las rocas húmedas mientras veía como se empozaba el agua de la vida. Me desperté con mucho frío y al agarrar unas ramas hice fuego obteniendo el calor que necesitaba; pero sin darme cuenta el hielo se estaba descongelando mucho más rápido. Después del largo camino que recorrí, de repente tuve sed, cerca mío encontré un riachuelo y sentía que me llamaba, pero en cuanto llegué me quedé asombrado porque vi que estaba colapsando, llevaba consigo fragmentos de vida terrestre, parecía tierra lodosa y lo llame río Rímac. Mi sed era insaciable, el día se tornó demasiado caluroso y me puse a caminar sin rumbo alguno, hasta que llegue al desierto, atravesé unas montañas, y por fin encontré abundante agua de vida. Sin embargo noté algo fuera de lo común, esta parecía estar muy furiosa, como si viniera directamente hacia mí, me hubiera sepultado, entonces corrí con el simple temor de que me hiciera daño. La sed siguió persiguiéndome hasta que no me quedó otra opción que armarme de valor e ir corriendo hacia el agua de la vida. Llegué, tomé tan solo un poco y me di cuenta de que el agua era salada, este sabor no fue de mi agrado, la boté y seguí en busca de agua dulce para poder calmar la sed que me angustiaba. Ya sin esperanzas, me alejé del océano Pacífico, subí a una montaña y me encontré una laguna donde por fin pude satisfacer mi sed. Mientras bebía, observé el horizonte y vi una bandada de aves negras que estaban huyendo ¿pero de qué? De repente la tierra se estaba desprendiendo, formándose una sonrisa desastrosa con grandes acantilados, ¡no sabía qué hacer! El miedo me invadía al sentir como la tierra bajo mis pies también se estaba hundiendo. A pesar de mis temores, no me hundí por completo, pero después de recorrer el lugar donde me había quedado observé que me encontraba en una isla desierta, la llame Lorenzo quien guardará todos mis secretos y él, junto a mí, será testigo de muchos cambios territoriales. En el transcurso del tiempo me quedé con Lorenzo, al mismo tiempo me di cuenta de que la naturaleza es imponente y siempre seguirá en curso, ahora sé que solo soy parte de ella como un ser involucrado.

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2.1. Forma y medida del origen del territorio

ACANTILADO COSTA VERDE

EL FRONTÓN

La Costa Verde se forma a partir de procesos geológicos que han demorado millones de años. Se inició con el elevamiento de la cordillera de los Andes, por el plegamiento producto del choque de la placa de Nazca y la Sudamericana. En primera instancia, la cordillera, cerros, barrancos e islas fueron creados por el lento continuo deslizamiento del continente sobre el fondo marítimo, fricción que también es responsable de los terremotos. Lima se construyó sobre un abanico aluvial de sedimentos acumulados a través de millones de años huaicos gigantescos originados por los deshielos de los glaciares alto andino, el terreno está delimitado por la cordillera de los Andes, las quebradas y el propio río Rímac al lado del océano pacífico. La punta, los barrancos y las bajadas, a su vez los ríos y las corrientes marinas crearon los acantilados de la costa verde y la punta, los grandes cataclismos también cambiaron la geografía. Aunque muchas y milenaria fuerzas han intervenido se puede decir que la Lima actual es hija de río Rímac. (Museo Metropolitano de Lima,2019)


2.2. Plano topográfico (sin agua) con cuatro cortes geológicos

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2.3.Plano topográfico (con agua) con cuatro cortes geológicos

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2.4. Plano topográfico sedimentado

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2.5. Plano topográfico erosionado

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2.4. Paisaje de sal 1

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2.5. Paisaje de erosión 2

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2.6. Paisajes rocosos 1

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2.7. Paisajes rocosos 2

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2.8. Paisajes de sedimentos

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2.9. Paisaje de sal 2

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2.10. Calendario de mareas

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3. Un territorio habitado

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Lima, 9 de agosto de 2021. Estudio los farallones de la Costa. En sus cimas me detengo unos momentos a conversar con y dibujar al Coragyps atratus. Gall, el más viejo y sabio de la comunidad, da un testimonio fascinante que acá trato de reproducir con exactitud. Testimonio de un gallinazo: Desde los días del gran concilio, donde los tiempos preceden al origen de todo, juramos fervientemente ayudar con la tarea de conservar el equilibrio natural. Aquel acto definió un destino arduo para nosotros. A lo largo de los siglos hemos pasado de la veneración al olvido una y otra vez; sin embargo, siempre perseveramos con nuestra tarea. Recuerdo las historias de mis ancestros, que contaban con añoranza cuando volaban por los acantilados, las planicies y los cerros de Lima. Incluso los mismísimos sacerdotes del oráculo de Pachacámac nos alimentaban en cestas con grandes cantidades de pescado, nos agradecían y comíamos hasta saciarnos. Fueron largas temporadas de gran abundancia y tranquilidad. Pasaron los años y nosotros observamos sus vidas, vimos cómo cambiaron sus costumbres, los vimos luchar por su libertad, elegir sus líderes y presenciar sus fracasos. Vivimos como pocos y volamos como ninguno, aún sabiendo que nuestra existencia singular sería amenazada continuamente. Pasamos guerras y catástrofes, fuimos desplazados con el cierre de las acequias, limitándonos al mar, a cambiar nuestros aires y nuestros hábitos. Pero, siempre resilientes, pudimos acomodarnos a una nueva vida e incluso hallamos la forma de volar y volver a la ciudad a continuar con nuestro diligente trabajo. En tus laderas y barrancos crecimos; una y otra vez, fuimos y venimos cumpliendo nuestra misión. Mantuvimos limpias las costas que aglomeraban ya años de crecimiento desmedido e indiferencia, solo nosotros no detuvimos nuestra labor ni miramos a un lado cuando más desprotegido estabas.

Saliendo de nuestros nidos, en sitios elevados de la ciudad a volar por carreteras y cerros hasta llegar a tus orillas donde nos recibes siempre vibrante. A pesar de todas las tempestades, volamos indiferentes al mundo circundante; planeando por los aires al ras de tus tierras y tus aguas. Pachacámac nos alimentaban en cestas con grandes cantidades de pescado, nos agradecían y comíamos hasta saciarnos. Fueron largas temporadas de gran abundancia y tranquilidad. Pasaron los años y nosotros observamos sus vidas, vimos cómo cambiaron sus costumbres, los vimos luchar por su libertad, elegir sus líderes y presenciar sus fracasos. Vivimos como pocos y volamos como ninguno, aún sabiendo que nuestra existencia singular sería amenazada continuamente. Pasamos guerras y catástrofes, fuimos desplazados con el cierre de las acequias, limitándonos al mar, a cambiar nuestros aires y nuestros hábitos. Pero, siempre resilientes, pudimos acomodarnos a una nueva vida e incluso hallamos la forma de volar y volver a la ciudad a continuar con nuestro diligente trabajo. En tus laderas y barrancos crecimos; una y otra vez, fuimos y venimos cumpliendo nuestra misión. Mantuvimos limpias las costas que aglomeraban ya años de crecimiento desmedido e indiferencia, solo nosotros no detuvimos nuestra labor ni miramos a un lado cuando más desprotegido estabas. Saliendo de nuestros nidos, en sitios elevados de la ciudad a volar por carreteras y cerros hasta llegar a tus orillas donde nos recibes siempre vibrante. A pesar de todas las tempestades, volamos indiferentes al mundo circundante; planeando por los aires al ras de tus tierras y tus aguas. Sin embargo, existen muchos que piensan que comer basura y animales muertos es denigrante, hasta estigmatizaron mi cercanía con cadáveres distinguiéndome como un ave de mal agüero. ¡Cómo se equivocan conmigo! Pensar que puedo atraer la muerte y solo generar desgracias y suciedad, es contradictorio, ya que incluso me baño más seguido que ellos, - jajaja – porque si de limpieza hablamos no hay nadie mejor que yo. ¡Caramba!... Incluso una de sus calles lleva mi nombre en honor a uno de los hogares donde viví. A pesar de todo, siempre tan indulgente, acepté mi destino.

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3.2. Diario de gallinazo

Es así que ante la trágica situación en la que está nuestro medio ambiente, entre todos mis hermanos y hermanas votamos; y decidimos que era urgente lograr un nuevo pacto. Un grupo de nosotros voló hasta el Palacio Municipal donde presentamos una propuesta de trabajar juntos para salvar este territorio que es también nuestra casa. Nadie sabe mejor que nosotros dónde están los muladares de esta ciudad, nadie como nosotros los puede guiar a ellos y nadie como nosotros los puede ayudar a cambiar el rumbo.


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3.2. Diario de flora

Lima, 12 de agosto de 2021. Hoy recorrí la costa de norte a sur en busca de la flora que le da su nombre. Estos habitantes tienen su propia historia. Decidí olvidar cualquier jerarquía bajo la cual nosotros los hayamos clasificado previamente. Me entrevisté con cuanto habitante pude encontrar. Algunos de ellos son altos y delgados. Otros, anchos y vastos. Algunos otros pequeños y tímidos. Aquí presento a los habitantes que encontré pero sobre todo quiero compartir el lenguaje que encontramos para conversar. Yo, con una hoja de papel sobre la que apliqué unos químicos. Ellos prestaron su forma. El sol nos ayudó a dejar una huella de la conversación y el agua de mar a revelar las imágenes.


Pintar una hoja de papel con partes iguales de citrato férrico amoniacal y ferrocianuro potásico. Dejar secar en un lugar oscuro por veinticuatro horas. Pasado este tiempo, reuniremos a los habitantes para posicionarlos sobre sus respectivas láminas de papel, generando composiciones.

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Colocar cuidadosamente sobre los papeles; y sobre esta unión, una plancha de acrílico o vidrio. Poner cada elemento al sol con una exposición de 5 minutos dependiendo de la cantidad de sol que tengamos. El cianotipo empezará a oscurecerse, pasando de un amarillo verdoso a un tono cada vez más azul grisáceo. Luego pasamos al revelado tras retirar a los habitantes del papel. El revelado consiste en lavar la hoja con agua, en este caso de mar, obteniendo así el grabado final.

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3.3. Inventario de flora

Dejo instrucciones del método y materiales que usé para que otros después de mi puedan volver a conversar con la flora:


Lima, 13 de agosto de 2021. En mi último día de investigación bajé a las playas. Encontré una cantidad enorme de vida, habitantes en la arena, en el mar y el cielo. Luego de conversar con ellos me disponía a retirarme pero algo llamó mi atención a lo lejos. Cruzando la vía, una pequeña cavidad en el barranco albergaba un habitante peculiar. Detrás de una reja, igual a la de muchas casas de la ciudad pero de solo unos sesenta centímetros de altura, vivía la estatuilla de un Santo. Parecía desinteresado en un inicio ante cualquier intento mío por conversar; sin embargo, pude lograr que dijera unas cuantas palabras. Su cara algo oxidada evidenciaba el tiempo que estuvo ahí. Flores en sus pies y velas en sus brazos, honraban a todo aquel que pase frente a él. Me dijo que a lo largo de los años, en las cavidades del acantilado han habitado muchos como él, pero ya no recuerda cuántos. Algunos han quedado enterrados por el propio acantilado. A otros los enterró más recientemente la malla y algunos otros han sido desalojados a la fuerza. Él sigue ahí, mirando el mar todos los días. Procedí a retirarme de tan afable intercambio, no sin antes capturar su taciturno carácter en

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3.4. Diario de la habitación de un santo

mis páginas..



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